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A yala A yala Cuadernos de REVISTA DE LA FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE GENEALOGÍA Y HERÁLDICA Y CIENCIAS HISTÓRICAS ISSN 1576-2068 Dep. Legal M-10186-2000 Número 38 Abril-Junio 2009

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AA yy aa ll aaA y a l aC u a d e r n o s d e

REVISTA DE LA FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE GENEALOGÍA Y HERÁLDICAY CIENCIAS HISTÓRICAS

ISSN 1576-2068 Dep. Legal M-10186-2000 Número 38 Abril-Junio 2009

Cuadernos de Ayala 38 - ABR/2009 [2]

Uno de los mayores problemas conceptualesy metodológicos que aquejan a los estudios genealógi-cos en España es su marcada tendencia nobiliarista.Ciertamente, es esta una tendencia dominante, a laque se dejan llevar la mayoría de nuestros investi-gadores: no hay más que ver y releer los índices de losBoletines de la Academia Asturiana de Heráldica y Ge-nealogía, y de la Academia Valenciana de Genealogíay Heráldica, o de los Boletines y Anales de la RealAcademia Matritense de Heráldica y Genealogía, y nodigamos ya los de la revista Hidalguía, la más rancia ynobiliarista de todas estas publicaciones, para darsecuenta de la magnitud del fenómeno.

También es cierto que durantela Baja Edad Media y toda la EdadModerna, las sociedades hispanasfueron regidas por ciertas élites a lasque hemos dado en llamar la Nobleza.Y que el estudio y conocimiento deesas élites es insoslayable cuando sequiere saber de cierto de la Historiade sus respectivos tiempos. Lo queexplica el predominio de los estudiosgenealógicos sobre linajes nobiliarios.

Y, sin embargo, la Genealogíaes una de las ciencias auxiliares de laHistoria más democráticas que exis-ten, queremos decir democrática encuanto a que el objeto de sus estudiosno se circunscribe a la vieja y desa-parecida Nobleza. Y también en cuan-to a que todas las personas, por el he-cho de serlo, tienen su propiagenealogía, ya que todos, sin excepción, tenemos dospadres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, dieciséistatarabuelos... et sic de ceteris.

Por otra parte, y en particular tras el fin del An-tiguo Régimen acaecido durante el primer tercio delsiglo XIX, resulta que otras clases y grupos socialesadquirieron una presencia social muy notable. Contralo que se ha venido diciendo por los nescientes, sí quehubo y fungió en España una verdadera burguesía, enparticular en las grandes capitales industriales y comerciales, como Madrid, Barcelona, Cádiz o Bilbao, por nocitar sino las principales. Muchas de aquellas familias -en especial las de los banqueros y grandes comer-ciantes de la Corte- alcanzaron pronto títulos de no-

bleza y se confundieron con la vieja Nobleza histórica.Pero en otros muchos casos -la mayoría- no ocurrió talcosa, sino que siguieron un devenir propiamente bur-gués, formando a veces verdaderas dinastías famil-iares de abogados, médicos o ingenieros que, a vecesde una manera muy notable, desempeñaron papelesrelevantes en sus respectivos ámbitos locales.

Yo recuerdo muy bien el caso de Segovia, endonde mi abuelo el doctor Gila se reunía a diario en elcafé de La Suiza, en la Plaza Mayor, con un grupo denotables de la ciudad, casi todos ellos burgueses: elabogado del Estado, el jefe de Hacienda, el arquitecto

municipal, dos abogados, tres médi-cos, un ingeniero, algún canónigo, al-gún comerciante y algún artilleroilustrado... Varios de entre ellos(Cáceres, Balsera, el mismo doctor Gi-la) eran vástagos de verdaderas di-nastías burguesas, de muy hondaraigambre en la ciudad.

El fenómeno se ha dado y seda también en ámbitos nacionalesmás principales. Baste recordar lapresencia de los Marañón, de los Gas-set, de los Calvo Sotelo, de los Botín,y de tantas otras familias distinguidasen la política, en las finanzas o en laciencia hispana: linajes y familias deunos orígenes y de unas trayectoriasnetamente burguesas, por más queprecisamente las cuatro que he citadohayan alcanzado ya títulos de nobleza

en los anteriores o en el presente reinado.

Y resulta que esas dinastías familiares burgue-sas no han sido apenas estudiadas por los genealogis-tas, deslumbrados casi siempre por los brillos y orope-les de las familias nobiliarias. Son muy pocos losestudios que a esos grupos sociales y familiares sehan dedicado hasta ahora.

Quiero llamar la atención de nuestros estu-diosos en cuanto a estas carencias, que en mi opiniónresultan perjudiciales, en primer lugar para los estudioshistóricos en general, pero también para el prestigio dela Genealogía como instrumento de conocimiento so-cial e histórico. Que en modo alguno debiera limitarsea lo nobiliario.

Dr. Ceballos-Escalera

EDITORIAL

NUESTRA PORTADA

Don Felipe IV, el Rey Planeta, durante cuyo reinado (1621-1665) se consolidaron y se regularon los primerospremios hispanos y europeos a la constancia militar: la Joya filipina y la Medalla de la Real Efigie del Rey

Nuestro Señor, a las que se dedica el artículo principal de este número de Cuadernos de Ayala. Retrato al óleopor don Diego de Silva Velázquez que perteneció a las colecciones de la Casa de Austria y que hoy se

conserva en Viena

D I N A S T Í A S D E L A B U R G U E S Í A E S P A Ñ O L A

Cuadernos de Ayala 38 - ABR/2009 [3]

FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE GENEALOGÍA Y HERÁLDICAY CIENCIAS HISTÓRICAS

C h o p o , 1 - 2 8 0 2 3 M a d r i d - f e d e r a c i o n @ f e g h . e s

w w w. f e d e r a c i o n g e n e a l o g i a h e r a l d i c a . o r g

CONVENIO CON LA REVISTA INTERNACIONAL DE PROTOCOLO

Como nuestros perspicaces lectores ya habrán comprendido,la Federación Española de Genealogía, Heráldica y Ciencias Históri-cas, editora de la revista Cuadernos de Ayala, ha suscrito un conveniode cooperación cultural con la prestigiosa y difundida Revista Interna-cional de Protocolo, órgano del Grupo EIP-Escuela Internacional deProtocolo.

Se trata de una decisión estratégica que nos va a permitir au-mentar ligeramente nuestra tirada trimestral -hasta los 3.500 ejempla-res-, llegando a un número mayor de lectores, y sobre todo a sectoresculturales -el pujante mundo del protocolo y del ceremonial públicos-a los que hasta ahora teníamos un acceso minoritario.

A partir de ahora, y durante un año, nuestros lectores recibiránjuntas ambas revistas, lo que suponemos les agradará en cuanto ten-drán en sus manos otra revista excelente. Y dentro de un año recibi-rán una interesante oferta de suscripción a las dos publicaciones.

NUEVA PÁGINA WEB DE LA FEDERACIÓN

La Federación Española de Genealogía, Heráldica y Ciencias Históricas dispone, desde elpasado mes de mayo, de un nuevo instrumento de difusión de sus actividades y proyectos, o seauna nueva página web que ha sustituido ya a la usada con anterioridad, y cuyo encaminamientoes el que consta en la cabecera de esta página corporativa.

En ella hallará el lector interesado la competente y útil información sobre la Federación encuanto institución, sí como noticias actualizadas de sus actividades, de las de sus Entidades fe-deradas y asociadas, de las actividades y convocatorias del ámbito cultural de la Genealogía, laHeráldica y las Ciencias Históricas, y también de las personas que con ella se relacionan.

CUADERNOS DE AYALA EN LA RED

La redacción de Cuadernos de Ayala, siguiendo las indicaciones de la Federación Es-pañola de Genealogía, Heráldica y Ciencias Históricas, ha decidido que la revista aparezcapublicada también en Internet, en formato PDF, es decir con la totalidad de su contenido. Paraello, estamos realizando las pruebas necesarias para que en las próximas semanas la consul-ta de todos los números de Cuadernos de Ayala esté disponible a través de la página web dela Federación Española. Con la única y obvia excepción de los cuatro últimos números, porrazones de respeto a los suscriptores que cada trimestre hacen posible con sus aportacionesesta publicación. Además, a estos mismos fines de difusión mantenemos conversaciones condos portales de revistas electrónicas, que confiamos nos conduzcan pronto a acuerdos.

Cuadernos de Ayala 38 - ABR/2009 [4]

CARL ALEXANDER VON VOLBORTH

El célebre heraldista Carl-Alexander Von Vol-

borth ha muerto en Amberes (Bélgica) el 25 de febrero

de 2009. Había nacido en Berlín, en el elegante barrio

del Charlottenburg, en 1919, de padre ruso y madre ale-

mana, y tenía la nacionalidad estadounidense.

Artista pintor formado en la Academia de Bellas

Artes de Karlsruhe, pasó a residir en los Estados Unidos

de América después de la Segunda Guerra Mundial, y

fue profesor de Arte e Historia de la Pintura en la Univer-

sidad de Cincinnati (Ohio), en cuya ciudad fue miembro

fundador del instituto de arte The Art league of greater

Cincinnati. Desde 1960 se estableció en la bella ciudad

belga de Amberes.

Muy aficionado a la Heráldica, es autor de im-

portantes textos divulgativos, como los titulados The art

of heraldry (Poole:Blandford Press, 1987, en 4°, 224 pá-

ginas con ilustraciones en color); Heraldik: eine Einfüh-

rung in die Welt der Wappen (Stuttgart y Zürich: Belser,

1992, en 4º, 112 páginas con ilustraciones en color); y el

delicioso y divertidísimo The very dubious Codex Senils-

ki, escrito y dibujado en colaboración con Marc Van de

Cruys (Wijnegem: Homunculus, 2001, en 4°, con unas

80 páginas en color).

El 28 de agosto de 1980 fue elegido académico

de la Académie Internationale d’Héraldique (Suiza), ha-

biendo recibido además el premio Gustav von Numers

en Helsinki, en 1984; y la medalla Dr. Ottfried Neubecker

en Stuttgart, en 1997.

Descanse en paz.

Dr. Ceballos-Escalera

IN MEMORIAM

LA JARRA Y LA PIPACERVECERÍA

CERVEZAS NACIONALESY DE IMPORTACIÓN

TABLAS DE QUESOS Y PATÉS

ALCALÁ 147Madrid

Cuadernos de Ayala 38 - ABR/2009 [5]

II SEMINARIO IBÉRICO DE HERÁLDICA

El 25 de abril se han desarrollado en Ma-drid las sesiones del II Seminario Ibéricode Heráldica, organizado por la Acadé-mie Internationale d’Héraldique, sobre el

tema Heráldica y Relaciones Ibéricas. Lasponencias presentadas al mismo han sido

las del Dr. D. Félix Martínez Llorente (Universi-dad de Valladolid), Armerías apócrifas de don Raimundo y donEnrique de Borgoña, tenentes de Portugal; Dr. D. FranciscoJorge Marques de Matos (Academia de Heráldica do Algarbe),Uma carta heráldica de Francisco de Olanda endereçada aDom Antonio, Prior do Crato; Dr. D. Luis Valero de Bernabé yMartín de Eugenio, Marqués de Casa Real (Director del Cole-gio Heráldico de España y de las Indias), Semejanzas y dife-rencias entre la Heráldica lusa y la española; Dr. D. Manuel Ar-tur Norton (AIH), O Brasão de Portugal; Dr. D. Alfonso deCeballos-Escalera y Gila (Cronista de Armas de Castilla y Le-ón), Reyes de armas, heraldos y persevantes en la corte dePortugal y en la corte de España; y Dr. Arquitecto D. Segismun-do M. Pinto (Academia Lusitana de Heráldica), Concessões he-ráldicas de mercê nova portuguesas no contexto das relaçõesibéricas oitocentistas. Todas las ponencias están siendo ya im-presas. Han estado representadas en este encuentro científicola Federación Española de Genealogía, Heráldica y CienciasHistóricas, el Colegio Heráldico de España y de las Indias, laSociedad Castellano-Leonesa de Genealogía y Heráldica, laSociedad Heráldica Española, la Academia Nacional de Belas-Artes, la Universidade Lusófona de Lisboa, la Academia de Le-tras e Artes, la Academia Lusitana de Heráldica, la Academiade Heráldica do Algarve, la Academia Portuguesa de Ex-Libris,y el Círculo de Estudios Bibliográficos y Exlibrísticos de Madrid.Presidieron las sesiones el D. Jesús Fernando Agudo Sánchez,presidente internacional de la Académie Internationale d’Héral-dique; el Dr. D. Vítor Escudero de Campos, presidente de laAcadémie Internationale d’Héraldique (Delegación de Portugal);el Dr. D. Luis Valero de Bernabé y Martín de Eugenio, Marquésde Casa Real y Director del Colegio Heráldico de España y delas Indias; y el Dr. D. Alfonso de Ceballos-Escalera Gila, Cro-nista de Armas Castilla y León, y Presidente de la FederaciónEspañola de Genealogía, Heráldica y Ciencias Históricas. Trasla clausura del encuentro tuvo lugar la entrega de los PremiosNacionales discernidos por la Federación Española de Genea-logía, Heráldica y Ciencias Históricas, y la entrega de distincio-nes y galardones por otras Instituciones y Entidades participan-tes. El encuentro se ha cerrado con una gratísima cena defraternidad luso-española en los salones de la Real Gran Peña(LCE).

EL ESCUDO DE LA PROVINCIA DE GUIPÚZCOA

Organizado por la Sociedad de Estudios Vascos-EuskoIkaskuntza, y dirigido por los Profesores Dra. Dª Rosa AyerbeIríbar, de la Universidad del País Vasco, y Dr. D. Félix MartínezLlorente, de la Universidad de Valladolid, se ha celebrado enSan Sebastián, en el Palacio de Miramar, el 25 de junio, unasinteresantes jornada sobre el tema El Escudo de la Provinciade Guipúzcoa: una aproximación a la heráldica institucionalvasco-navarra. Los ponentes han sido el Prof. Dr. D. Félix Martí-nez Llorente (Universidad de Valladolid), Monedas y sellos:fuentes heráldicas dinásticas y territoriales; el Prof. Dr. D. Alfon-so Ceballos-Escalera y Gila (Cronista de Armas de Castilla yLeón), Breves notas sobre los orígenes y la evolución de la he-ráldica hispana y también Heraldos y oficiales de armas en Eu-ropa y en España: sus cometidos armeros; el Prof. Dr. D. Alber-to Montaner Frutos (Universidad de Zaragoza), La creación yrehabilitación de escudos: el papel de las administraciones pú-blicas; D. Andoni Esparza Leibar (Secretario de Ayuntamientode Navarra), Heráldica institucional vasco-navarra; y la propiadirectora, Profª Dra. Dª Rosa Ayerbe, Origen y evolución del Es-cudo de Guipúzcoa. Las ponencias han reunido a un numerosoe interesado público, que participó activamente en los intere-santes debates que allí tuvieron lugar. La Sociedad de EstudiosVascos va a publicarlas durante el próximo otoño (LCE).

RÉGIMEN NOBILIARIO EN ESPAÑA:HISTORIA, PRESENTE Y FUTURO

El VI Curso de Verano “Ciudad deTarazona” ha sido convocado para los días

23 al 25 de julio de 2009. Va a estar dedicado al tema Régimennobiliario en España: historia, presente y futuro, y lo codirigiránlos doctores D. Luis Palacios Bañuelos y D. Ignacio Ruiz Rodrí-guez, profesores de la Universidad Rey Juan Carlos, de Ma-drid. Entre las ponencias programadas, las de los profesoresDr. D. José Manuel Calderón Ortega (U. Alcalá), El nacimientode la Nobleza en España; Dr. D. Félix Martínez Llorente (U.Va-lladolid), El Régimen Jurídico de la Nobleza; Dr. D. GonzaloMartínez Diez (U.Rey Juan Carlos), La Primera Casa Nobiliariaen Castilla: los Lara; Dr. D. Fernando Suárez Bilbao (U. ReyJuan Carlos), La Nueva Nobleza en la Baja Edad Media; Dr. D.Manuel Fuertes de Gilbert y Rojo, Barón de Gavín, Las Órde-nes y Corporaciones nobles: nacimiento, evolución y presente;Dr. D. José Antonio Escudero (UNED, Numerario de las RealesAcademias de la Historia y de Jurisprudencia y Legislación), LaNobleza y los altos cargos de la Administración en la Españadel Antiguo Régimen; Dr. D. Ignacio Ruiz Rodríguez (URJC),La unión de la nobleza como elemento de coerción para el ce-se de un valido: la caída de Fernando de Valenzuela; Dr. D.

NOVEDADES, CURSOS Y ENCUENTROS CIENTÍFICOS Y CULTURALES

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Emiliano González Diez (U.Burgos), Milicia y Nobleza; Dr. D.Juan José Primo Jurado (U.Rey Juan Carlos), Los Archivos No-biliarios; Dr. D. Luis Palacios Bañuelos (U.Rey Juan Carlos), Lanobleza al servicio de la Monarquía en la España Contemporá-nea. De Isabel II a Alfonso XIII; Dr. D. Demetrio FernándezGonzález, Obispo de Tarazona, La nobleza en la pintura: el en-tierro del Conde Orgaz; Dr. D. Agustín Andrés Sánchez (U.Mi-choacana de San Nicolás de Hidalgo, México), La Nobleza In-diana; y Dr. D. Alfonso Ceballos-Escalera y Gila (Cronista deArmas de Castilla y León), Reflexiones sobre la Nobleza Espa-ñola del Siglo XXI. Más información en www.tarazonamonu-mental.es (LCE).

XXVI CURSO DE HERÁLDICA MILI-TAR

Entre el 18 de mayo y el 9 de juniose ha celebrado en el Instituto de Histo-ria y Cultura Militar este vigésimo sextocurso, dirigido por el coronel D. JoséLuis Rodríguez Osorio. En el mismo hanparticipado como alumnos 58 militares,entre ellos varios agregados militares

extranjeros, y algunos civiles. La conferencia de clausura haestado a cargo del Dr. D. Pablo Gil Loyzaga, catedrático deNeurobiología, quien disertó sobre nobleza y limpieza de san-gre en los Ejércitos (ACE).

CONFERENCIA DE DON RAFAEL POR-TELL EN EL COLEGIO HERALDICO

El pasado dia 16 de abril tuvo lugar en elaula Marqués de Ciadoncha la segundasesión de ciclo que sobre Las Casa Rea-

les no Reinantes está desarrollando el Co-legio Heráldico de España y de las Indias.

Como se recordará, la primera sesión corrió acargo del Marqués de La Floresta, quien disertó sobre la CasaReal de las Dos Sicilias, en la Real Gran Peña, y contó con laasistencia del Infante don Carlos de Borbón, Duque de Cala-bria, que pese a algunas maniobras torticeras para evitar supresencia, presidió aquella jornada. Previamente a esta segun-da sesión que comentamos, se había presentado oficialmenteel libro Elenco del Colegio Heráldico a cargo de sus autores, elMarqués de Casa Real y don José María de Montells. El actofue presidido por don Bernardo Ungría, presidente de honor,que intervino para glosar la andadura colegiada. Seguidamen-te, el numerario don Rafael Portell Pasamonte disertó sobre LaCasa Imperial de Brasil, aportando a los asistentes una com-pleta genealogía de la Casa de Braganza brasileña, que contri-buyó a amenizar el discurso académico. De gran éxito puedecalificarse la conferencia de Portell, ya que interesó de maneraevidente a un público atento que abarrotaba los locales de lacalle Serrano de Madrid. El conferenciante fue recompensadocon una larga ovación (MT).

ESPAÑA Y MÉXICO INTERCAMBIARÁN TROFEOS DE GUE-RRA

Los Gobiernos de España y México se disponen a in-tercambiar algunos trofeos militares de la época de las guerrasde independencia de la república norteamericana. México de-sea recuperar sus dos primeras banderas militares históricas,que se guardan desde 814 en el Museo del Ejército español, ylas permutaría por una decena de enseñas españolas de lamisma época que se conservan en el Museo Nacional de Histo-ria del Castillo de Chapultepec. Expertos militares y culturalesde ambos países están estudiando una cuestión que parece di-ficultosa tanto en términos históricos como legales (ACE).

COLOQUIO INTERNACIONAL DE HERÁL-DICA EN VERVIERS

Tras un encuentro del presidente dela Académie Internationale d’Héraldique

(Suiza), con el burgomaestre de Verviers(Bélgica), durante el pasado mes de junio de

2008, se ha confirmado que el próximo Colo-quio Internacional de Heráldica tendrá lugar en dicha

villa belga, desde el 7 al 10 de septiembre de 2009. El tema es-cogido se titula Droit, usages et coutumes héraldiques, passé,présent et futur (Derecho, usos y costumbres heráldicas: pasa-do, presente y futuro). Habrá también una mesa redonda sobreconservación y la restauración de obras heráldicas. Este en-cuentro promete ser de gran interés (ACE).

XXIV CONGRESO NACIONAL DE VEXILOLOGÍA

Según informa la Sociedad Española de Vexilología,el XXIV Congreso Nacional de Vexilología se celebrará en laciudad de Toledo durante los próximos días 27 y 28 de junio. Lasede será la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históri-cas. El encuentro consistirá en las habituales sesiones de lec-tura de comunicaciones y visitas culturales. El sábado por latarde tendrá lugar la Asamblea anual de la entidad. Como enanteriores Congresos, se ha convocado un concurso entre lossocios para la selección de la bandera del Congreso, en el cualhan participado casi veinte diseños diferentes, de entre los cua-les se elegirá el emblema del encuentro. Por otra parte, recien-temente se ha publicado el número 110 de la revista Banderas,la publicación que edita trimestralmente la Sociedad Españolade Vexilología y que en esta ocasión incluye las ponencias ínte-gras que se presentaron al XXIII Congreso Nacional de Vexilo-logía, celebrado en Basauri (Vizcaya) durante el pasado mesde noviembre de 2008 (ACE).

DERECHO NOBILIARIO EN LA REAL ACADEMIA DE JURIS-PRUDENCIA Y LEGISLACIÓN

El 9 de abril, en la sede de la Real Academia de Juris-prudencia y Legislación, ha pronunciado una interesante confe-rencia el colaborador asociado a ella Dr. D. Rafael José de Es-pona, sobre el tema La transmisión de hidalguía por víafemenina en la Historia del Derecho Nobiliario Español, que fueseguida por un público atento. Confiamos en poder ver prontopublicado su texto (ACE).

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

La Real Maestranza de Caballeríade Valencia, continuando su labor cultu-ral y su interés demostrado por los su-cesos ocurridos en España entre 1808y 1814 (durante los que tan bien se por-taron sus maestrantes y también el es-cuadrón que crearon) ha organizado susegundo ciclo de conferencias, que han

tenido lugar en su casa palacio desde el 7 al 28 de mayo últi-mo. Han intervenido el Dr. D. Emilio La Parra López, de la Uni-versidad de Alicante (El levantamiento de los españoles contraNapoleón. Interpretaciones y enfoques a la luz de los estudiosactuales); D. Manuel Bas Carbonell (La repercusión de la Gue-rra de la Independencia en la literatura valenciana del momen-to); el Dr. D. Manuel Ardit Lucas, de la Universidad de Valencia(1808: levantamiento, guerra y revolución en Valencia); y el co-ronel D. Ignacio Cervelló Burañes (Operaciones del ejército dela derecha. Batalla de Valls). Una loable iniciativa cultural, queha merecido la asistencia y la atención de un público muy inte-resado (ACE).

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EL ARTE DEL EXLIBRIS

El pasado día 25 de abril tuvo lugar en la Real GranPeña de Madrid la presentación del libro El Arte del Exlibris,Catálogo Ilustrado, del que son autores don Fernando Agudo ydon José María de Montells. Editado por el Círculo de EstudiosBibliográficos y Exlibrísticos de Madrid, se trata de un bello ca-tálogo de sus fondos, que recoge una buena muestra de exli-bris de distintas épocas, estilos y autores, y que quiere ofreceruna panorámica de la evolución y actualidad de estas marcaspersonales de propiedad. En primer lugar, intervino don VítorEscudero de Campos, presidente de la Delegación Portuguesade la Academia Internacional de Heráldica, organizadora delacto, que glosó la figura de ambos autores y se extendió enuna poética evocación del exlibris como una señal del amor allibro, vehículo imprescindible de la verdadera cultura. Seguida-mente, don Fernando Agudo, presidente de la Académie Inter-nationale d’Héraldique, realizó un completo recorrido por la his-toria del exlibris, resaltando con especial énfasis, el exlibris enel país vecino, en atención a los heraldistas lusos desplazadosa Madrid para la ocasión. En un último turno, don José Maríade Montells disertó ampliamente sobre el propio libro, algunasde las curiosidades que contiene, y la heráldica representada,exhortando a todos los presentes a degustarlo con detenimien-to (LCE).

XXIX CONGRESO INTERNACIONAL DEGENEALOGÍA Y HERÁLDICA EN STUTT-GART

Este encuentro internacional de ca-rácter bianual ha sido convocado en la anti-gua capital germana del Ducado de Bruns-wick para los días 12 al 17 de septiembre de2010, y estará organizado por Pro Herladica(Deutsche Forschungsgesellschaft für Heral-dik und Genealogie) y la Wappen-HeroldDeutsch Heraldische Geselschaft. El temaescogido es Identity in Genealogy and He-raldry. Las sesiones tendrán lugar en los sa-lones de la Haus der Wirtschaft (o en Steinberger Hotel GrafZeppelin, Le Meridien Hotel o el Maritim Hotel), utilizándose laslenguas alemana, inglesa y francesa. La ceremonia de aperturaserá en el barroco Neues Schloss, antigua residencia de losReyes de Württemberg situada en Weisser Saal, y el banquetede gala en el Stuttgarter Liederhalle; también se programan vi-sitas culturales a los castillos de Ludwigburg, Monrepos, Lich-tenstein, Hohenzollern, Karlsruhe y Favorite (Rastatt). Propor-ciona más información M. Michel Banville, secretario delBureau Internationale des Congrès des Sciences Généalogiqueet Héraldique, cuya dirección postal es 7088 rue des Berna-ches, Charny QC, Canadá G6X 2H7, y en la dirección electróni-ca [email protected] (ACE).

VI COLOQUIO INTERNACIONAL DEGENEALOGÍA

En la bella ciudad de Guimaraês(norte de Portugal) se ha celebrado desdeel 2 al 5 de abril este encuentro, promovi-do por la Académie Internationale de Gé-néalogie, la Associaçâo Portuguesa deGenealogia, el Colegio de Artes e Letras

de la Universidade Técnica de Lisboa, el Instituto de Genealo-gia de la Universidad Lusófona de Oporto, el Centro de Estu-dos Genealogicos e Heráldicos de la Universidade Lusiada, laAcademia Portuguesa de Ex-Libris, el Instituto Portugués deHeráldica y el Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento”(CSIC). El tema escogido ha sido el enunciado como Les Héri-tages dans la famille: La Généalogie au point de vue des mét-hodologies. Famille et transmission du patrimone culturel. Fa-mille et transmission des biens matériaux. Entre lasponencias allí presentadas destacamos las tituladas Um casode revisionismo genealógico: Casa do Rego, em Esposende(Franquelim Neiva Soares); Los López Lemos, Señores de Fe-rreira y Sober en los siglos XIV-XV. Linaje y parentelas (Eduar-do Pardo de Guevara); Russian families of Portuguese origin:Faria e Castro and others (Dimitri de Faria e Castro e Igor V.Sakharov); Mariage patterns and ethno-cultural self-identity insucessive generations of the Russian diaspora (Svetlana She-liapina e Igor V. Sakharov); Um desconhecido fidalgo de Cotade Armas de Calvos (Dr. Manuel Artur Norton); Selos heráldicosdo Corpo Cronológico (Augusto Ferreira do Amaral); Subindoas gerações é ou não é nosso tio o Rei do Pegú? (Maria Ade-laide Pereira de Morais); Diogo Pires, Comendador de Coja.Revelações históricas, sociais e genealógicas (Fernando d’A-branches Correia da Silva); Une dynastie moderne du clergéorthodoxe russe: la famille du Patriarche Cyrille I (Stanislaw Du-min); Lavoura, ofício e mercaância. Estratégias matrimoniais àhora de atribuir o dote, Guimarães, 1540-1590 (Rui Faria); Amorte do Barão de Porto de Mós (Ricardo Charters d’Azevedo);Mem Bragançâo, sete séculos de obscuridade (José Carlos So-ares Machado); Consideraçôes sobre a teoria da nobreza (Dr.Antonio de Sousa Lara); Raízes e Memórias, Familia e Genea-logia (Dr. Segismundo Pinto); y More nobilium: familia, tradicióny cultura de corte (Dr. Alfonso de Ceballos-Escalera Gila) Traslas sesiones científicas tuvo lugar la asamblea anual de la Aca-démie Internationale de Généalogie (LCE).

ACADEMIA MELITENSE: CONGRESO EN LA ISLADE MALTA

Durante los días 21 al 24 de mayo se ha ce-lebrado en La Valetta (Malta) un encuentro médico

de especialistas en cirugía y traumatología, organi-zado por MBA Incorporado, en colaboración con la

Academia Melitense. Durante el mismo se han desarro-llado varias conferencias sobre la historia de la isla de Malta yde la Orden de San Juan, se han presentado los últimos AnalesMelitenses, y se han realizado interesantes visitas culturales,en particular a la Sacra Infirmeria. Este encuentro científico secerró con una solemne ceremonia en Barraka Gardens, en laque el Dr. Alfonso de Ceballos-Escalera Gila, rector de la Aca-demia Melitense, disertó en profundidad acerca de la laborhospitalaria y médica de la Orden de Malta a lo largo de susnueve siglos de historia, según un texto redactado por dichorector y por el numerario D. Carlos Morenés Mariátegui, Mar-qués del Borghetto, que va a ser publicado inmediatamente.Seguidamente el numerario D. Antonio Sánchez de León Coto-ner, auxiliado por el numerario D. Carlos Escudero de BurónGonzález y otros académicos presentes, procedió a entregar alos doctores asistentes la insignia y el diploma de la medalla almérito de la Academia Melitense (LCE).

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DE RE BIOGRAFICA

EL TENIENTE GENERAL DON FELIPE PERENA Y CASAYÚSHÉROE ARAGONÉS DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

por D. Jaime Alberto Solivan de Acosta(1)

Desde que falleció el 21 de septiembre de 1834en Ortilla (Huesca) el prócer altoaragonés y héroe de laGuerra de la Independencia española don Felipe José Lo-renzo Perena y Casayús, muy poco se ha escrito sobreeste personaje.

Es cierto que algunos escritores le dedican variaspáginas, como don Agustín Alcaide Ibieca, en su obra Suplemento a la historia de los dos sitios que pusieron a Zaragoza en los años de 1808 y 1809 las tropas de Napoleón (1831, 2005); don Mario de la Sala Valdés yGarcía Sala, en su escrito Obelisco histórico en honor delos heroicos defensores de Zaragoza en sus dos sitios(1808-1809) (1908); don Ramón Mayor, en la revista Lina-jes de Aragón (1911); don Ricardodel Arco, en su libro Las calles deHuesca (1922); y doña Nuria MarínArruego, en su artículo Felipe Pere-na, el héroe del Alto Aragón, publi-cado en el número 9 de Los Sitiosde Zaragoza (2008); y algunos dic-cionarios y enciclopedias lo rese-ñan, como la Enciclopedia Univer-sal Ilustrada (1975), la EnciclopediaUniversal Sopena (1982), la GranEnciclopedia de Aragón (1982), elDiccionario Enciclopédico Quillet(1983), el Diccionario Biográfico delTrienio Liberal (1991) y el Dicciona-rio Biográfico de la Guerra de la Independencia en Aragón (2005).

Pero, en general, la mayo-ría de los estudios históricos de España -sobre todo losreferentes a la Guerra de la Independencia- lo pasan poralto, y unos pocos lo mencionan a la ligera.

Solo dos libros tratan íntegramente sobre esteilustre militar: El general oscense don Felipe Perena y sudescendencia en Puerto Rico (1993), escrito por el quesuscribe este artículo, quien es quinto nieto de este pro-hombre, y Don Felipe Perena y Casayús (1999), obra pre-miada con el Premio Antonio Durán Gudiol 1998, y escritapor el médico guipuzcoano don Ramón Guirao Larraña-ga.

No en balde el doctor don Ricardo Royo-Villano-va, bisnieto del general, se lamentó de la flaqueza de me-moria y la ingratitud colectiva para con este optimate en elDiario de Avisos de Zaragoza, del 16 de febrero de 1908,cien años después del primer sitio de Zaragoza. El emi-nente médico zaragozano manifestó lo siguiente: Perenaformó a sus expensas diez compañías[;] socorrió con unconvoy de víveres a la inmortal Zaragoza en su primer si-tio; sostuvo veinticinco acciones de guerra, sin contar mul-titud de choques parciales; hizo dos mil prisioneros y másde tres mil muertos; armó la mayor parte de sus tropascon fusiles tomados al enemigo; gastó una fortuna en sus

tropas[;] pagó a sus expensas los espías[;] vio sus bienesconfiscados y errantes por los montes [a] sus hijos(2) [sic],su esposa(3) y su anciano padre[;] pudo ser general de Na-poleón y prefirió ser su prisionero de guerra; sufrió cade-na, calabozos, hambres [sic]… y como único premio a to-do esto, se bautizó con su nombre una de las peorescalles(4) de la capital del Reino(5).

DATOS GENEALÓGICOS

Con relación a la genealogía de don Felipe Pere-na, sabemos, por su hoja de servicios, localizada en el Ar-chivo Militar de Segovia, que era de noble abolengo. Sa-

bemos, igualmente, que era hijolegítimo de don José Perena y Es-cuer(6), arrendador de las rentas su-presas de la Universidad de Hues-ca, de 1768 a 1783, y de doñaManuela Casayús y Ortiz, ambosnaturales de Huesca; nieto paternode don Joseph [sic] Perena(7) y dedoña María Escuer; y nieto maternode don Balero Casaiús [sic] y dedoña María Ortiz(8).

El insigne general tuvo, además,un hermano llamado Pedro, casadocon doña Josepha [sic] Lisa, padresde don Pedro Perena y Lisa (1786-1857), quien fue coronel, goberna-dor de Hostalrich, teniente de rey dela plaza de Tarragona, gobernadormilitar y político de Huesca, coman-

dante general interino de la provincia de Huesca, caballe-ro de la Real y Militar Orden de San Fernando y de la deSan Hermenegildo, y contrajo matrimonio con doña Tere-sa Fontova (o Fontoba)(9).

Fue también sobrino de doña Teresa Perena yEscuer, casada el 14 de abril de 1752 con don José GarzoFernández, de Boltaña (Huesca); y de doña Melchora Pe-rena y Escuer, unida en matrimonio el 27 de noviembre de1752 con don Joseph [sic] Roldán Cabrera(10).

DATOS HERÁLDICOS

Los Perena traen por armas: en azur, tres peras,de oro, bien ordenadas, y en abismo una flor de lis, delmismo metal(11, 12, 13).

Los Casayús llevan: escudo cuartelado por unacruz de gules, perfilada de sable: 1º y 4º, en gules, un le-ón rampante, al natural; 2º y 3º, en oro, un ciprés, de sino-ple(14).

Los Escuer ostentan un escudo cuartelado: 1º, enoro, una cruz patriarcal, de gules; 2º, en sinople, una piña,

Armas del general Perena tomadas de unóleo perteneciente a la famil ia Royo-Villanova(17).

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de oro, sumada de una coro-na real; 3º, en azur, una ba-rra, de oro, acompañada enlo alto de una estrella, deseis puntas, del mismo metal;y 4º, en azur, una carrasca,de sinople, terrazada de lomismo(15, 16).

DATOS BIOGRÁFICOS(18)

Don Felipe Perena yCasayús fue bautizado el 26de mayo de 1764 en la Igle-sia de San Lorenzo, enHuesca, teniendo de padri-nos a su abuelo don JoséPerena y a su tía doña Tere-sa Perena. Hombre de rectocriterio y clara inteligencia,cursó en la Universidad Ser-toriana, donde obtuvo conbrillantez los grados de ma-estro en Artes, en 1783, y dedoctor en Leyes, en 1789.

Al estallar la Guerracontra la Convención France-sa (1793), levantó a sus ex-pensas una compañía dedoscientos veinte hombres,conocida como la de Voluntarios de Perena, a la que vis-tió, armó y sostuvo, y con la que defendió los Pirineos deAragón. Finalizada esta guerra, desempeñó varias comi-siones, entre ellas la de aprehender en distintas ocasionesa cuadrillas de facinerosos, que con sus crímenes teníanatemorizada la región, y por la que fue ascendido a te-niente coronel el 15 de junio de 1796.

Durante la Guerra de la Independencia organizólos célebres Tercios de Voluntarios de Huesca, de milhombres cada uno, y combatió heroicamente en los dosasedios de Zaragoza. Tuvo el privilegio de ser el primeroen llevar socorro y víveres a esta ciudad. Participó enveinticinco acciones de guerra, en las que se distinguiópor su valor y dotes de mando. Sacrificó gran parte de susbienes en favor del espionaje y del sostenimiento de sussoldados. Y demostró asimismo entereza al rechazar todaclase de ofertas de parte de los mariscales francesesLouis Gabriel Suchet, Duque de la Albufera, y Jean Lan-nes, Duque de Montebello.

El 10 de enero de 1809 alcanzó el grado de briga-dier de infantería, y el 9 de marzo del mismo año, el demariscal de campo -era el más antiguo del escalafón a lamuerte del Rey Don Fernando VII-. En mayo de 1810 fuehecho prisionero en Lérida, conducido a Francia y encar-celado en la fortaleza de Landau. Luego, terminada laguerra en 1814, regresó a su tierra.

Por su constancia y patriotismo, recibió la Cruz dela Real y Militar Orden de San Hermenegildo el 30 de oc-tubre de 1817. Obtuvo, además, los diplomas de las cru-ces de distinción siguientes: el de prisionero de Francia, el

del primer sitio y defensa deZaragoza, el del segundo si-tio y defensa de Zaragoza, eldel Primer Ejército y el delSegundo Ejército.

En abril de 1820, fuenombrado gobernador interi-no de la plaza de Jaca; enmarzo de 1822, comandantemilitar de la provincia deHuesca; y el 25 de noviembrede 1830 ascendió a tenientegeneral de los Reales Ejérci-tos.

Falleció esta preclara fi-gura, como se dijo al princi-pio, el 21 de septiembre de1834 en Ortilla, Huesca, a lossetenta años, después de re-cibir los Santos Sacramentosde la Penitencia y la Extre-maunción. Sus restos morta-les reposan en la capilla deNuestra Señora del Rosario,en la iglesia parroquial ortilla-na.

Laudemus viros glorio-sos, et parentes nostros ingeneratione sua.

NOTAS

1. El autor es máster en Traducción, máster en Lengua y Litera-tura Francesas y diplomado en Genealogía, Heráldica y Nobilia-ria.

2. Don Felipe Perena y Casayús casó con doña Vicenta Fortuñoy López, de la que no tuvo hijos varones, según las fuentes con-sultadas. De este matrimonio nacieron: doña Vicenta Perena yFortuño, casada con el juez don Tomás Ramón Juan de la CruzVillanova y Garimón (hijo del escribano real, notario mayor de laCuria y Tribunal Eclesiástico de Huesca, y secretario de la Uni-versidad Sertoriana, don Manuel Villanova y Jordán y de doñaTeresa Garimón), y ascendiente de las ilustres familias Royo-Vi-llanova, de Zaragoza, y de Acosta Velarde, de San Juan dePuerto Rico; y doña Petra Perena y Fortuño, casada con donFrancisco Escuer y Casalés (hijo de don José Escuer y Sanz yde doña Ventura Casalés), y abuela del célebre abogado, alcal-de de Huesca y senador del Reino don Máximo Escuer y Velas-co, Perena y Altahoja. Jaime Alberto Solivan de Acosta, Algunosdatos sobre la familia Villanova de la ciudad de Huesca (Baya-món, Puerto Rico: Impresos Quintana, Inc., 2007), págs. 25-26,124-126, y 211-213.

3. Su esposa doña Vicenta Fortuño y López era hija de don Vi-cente Fortuño y Lerín, y de doña Vicenta (o Benita) López; nietade don Pedro Vicente Fortuño y Franco y de doña Josefa Lerín;bisnieta de don Juan Vicente Fortuño y Ezquerra y de doña Ma-ría Franco; tataranieta de don Juan Fortuño y Franco y de doñaMaría Ezquerra; cuarta nieta de don Martín Fortuño y Rivarés yde doña María Franco; quinta nieta de don Antonio Fortuño y dedoña Ana Rivarés; y sexta nieta de don Martín Fortuño de Lobe-ra, vecino de Munébrega (Zaragoza), quien obtuvo firma poseso-ria de su infanzonía el 28 de julio de 1567). Jaime Alberto Soli-van de Acosta, Diccionario onomástico, etimológico, heráldico y

Retrato de don Felipe Perena y Casayús, en el MuseoProvincial de Huesca.

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genealógico puertorriqueño (Puerto Rico: Impresos Quintana,Inc., 2006), pág. 78. Jaime Alberto Solivan de Acosta, Algunosdatos sobre la familia Villanova de la ciudad de Huesca, op. cit.,pág. 213.

4. La calle de Perena en Zaragoza es conocida por sus meretri-ces.

5. Ramón Guirao Larrañaga,Don Felipe Perena y Casayús(Huesca: Excmo. Ayuntamien-to de Huesca, 1999), págs.224-225.

6. Sus capitulaciones matrimo-niales datan del 16 de diciem-bre de 1753. Jaime AlbertoSolivan de Acosta, Algunosdatos sobre la familia Villano-va de la ciudad de Huesca, op.cit., pág. 213.

7. Don Joseph Perena, viudode doña María Escuer, casóen segundas nupcias con do-ña María Juste, y procreó adoña Dominga Perena y Juste,quien se desposó el 17 deabril de 1752 con don AntonioGalán Ormigón. Jaime AlbertoSolivan de Acosta, Algunosdatos sobre la familia Villano-va de la ciudad de Huesca, op.cit., pág. 213.

8. Jaime Alberto Solivan deAcosta, El general oscensedon Felipe Perena y su des-cendencia en Puerto Rico (Ha-to Rey, Puerto Rico: EsmacoPrinters Corp., 1993), págs.53-60. Jaime Alberto Solivande Acosta, Algunos datos so-bre la familia Villanova de laciudad de Huesca, op. cit.,págs. 212-213.

9. Jaime Alberto Solivan deAcosta, Diccionario onomásti-co, etimológico, heráldico y ge-nealógico puertorriqueño, op. cit., págs. 79, y 125-126. Jaime Al-berto Solivan de Acosta, Algunos datos sobre la familia Villanovade la ciudad de Huesca, op. cit., págs. 128-134, 213.

10. Jaime Alberto Solivan de Acosta, Algunos datos sobre la fa-milia Villanova de la ciudad de Huesca, op. cit., págs. 212-213.

11. Ampelio Alonso de Cadenas López y Vicente de Cadenas yVicent, Heraldario español, europeo y americano, tomo IV (Ma-drid: Ediciones de la Revista Hidalguía, 1996), pág. 65. AmpelioAlonso de Cadenas López y Vicente de Cadenas y Vicent, Bla-sonario de la consanguinidad ibérica 1996-1997 (Madrid: Hidal-guía, 1997), pág. 37. Santiago Broto, “Huesca: Los Ruiz de Cas-tilla, Señores de Ortilla Cid[,] y el general Perena”, Alto Aragón,30 de julio de 2000, Nuestras Raíces, pág. 4. Jaime Alberto Soli-van de Acosta, Diccionario onomástico, etimológico, heráldico ygenealógico puertorriqueño, op. cit., pág. 123.

12. Luego de examinar el dibujo y la descripción del escudo dearmas de la familia du Perenno, que figura en el Armorial généralde France, escrito por Louis-Pierre d’Hozier, nos preguntamos siexiste algún parentesco entre don Felipe Perena y esta noble fa-milia bretona, pues ambos tienen escudos similares. La única di-ferencia entre ellos es que la flor de lis de los du Perenno es de

plata y la de don Felipe, de oro, y las peras del escudo francésaparecen hojadas de oro. Louis-Pierre d’Hozier y Antoine-Maried’Hozier de Sérigny, Armorial général, ou registres de la nobles-se de France (París: Prault Pere [sic], 1742, reeditado en facsí-mil, París: Firmin Didot, 1884), p. 855.

13. En el Armorial universel fi-gura también el escudo de ar-mas de los du Perenno, con lasiguiente descripción: D’azur àla fleur de lis d’argent, accom-pagnée de trois poires d’or, ti-gées et feuillées de même, po-sées 2 en chef 1 en pointe.Jouffroy d’Eschavannes, Ar-morial universel, I (París: L.Curmer, 1844), pág. 502.

14. Ampelio Alonso de Cade-nas López y Vicente de Cade-nas y Vicent, Heraldario espa-ñol, europeo y americano,tomo V (Madrid: Ediciones dela Revista Hidalguía, 1998),pág. 110. Jaime Alberto Soli-van de Acosta, “Don José Ju-lián de Acosta Velarde”, en Se-xagésimo aniversario: Autori-dad de Tierras de Puerto Rico(1941-2001) (noviembre de2001), pág. 43.

15. Estas armas aparecen es-culpidas -sin esmalte- en la fa-chada de la casa solariega dedon Felipe Perena, en Ortilla.

16. Una descripción similar aeste escudo de armas se en-cuentra en las obras siguien-tes: Fernando González-Doria,Diccionario heráldico y nobilia-rio de los reinos de España(Madrid: Editorial Bitácora, S.A., 1987), pág. 528; Vicente deCadenas y Vicent, Repertoriode blasones de la comunidadhispánica, letras D-E-F-G-H-I-J-K-L-LL, segunda edición (Ma-

drid: Hidalguía, 1987), pág. 662; Ampelio Alonso de CadenasLópez y Vicente de Cadenas y Vicent, Heraldario español, euro-peo y americano, tomo V (Madrid: Ediciones de la Revista Hidal-guía, 1998), pág. 205; Jaime Alberto Solivan de Acosta, “Don Jo-sé Julián de Acosta Velarde”, Sexagésimo aniversario: Autoridadde Tierras de Puerto Rico (1941-2001), pág. 43; Luis Valero deBernabé y Martín de Eugenio, Heráldica gentilicia aragonesa(Zaragoza: Institución “Fernando el Católico”, 2002), pág. 433; yJaime Alberto Solivan de Acosta, Diccionario onomástico, etimo-lógico, heráldico y genealógico puertorriqueño, op. cit., pág. 126.

17. Este blasón va timbrado de una corona ducal, es decir, deuna corona de oro, enriquecida de pedrería y realzada de ochoflorones; puesto sobre un manto de gules, forrado de armiño yrecogido a ambos lados; y acolado de cuatro banderas a cadalado; y de una espada, una lanza y dos cañones, en la parte in-ferior.

18. Jaime Alberto Solivan de Acosta, El general oscense don Fe-lipe Perena y su descendencia en Puerto Rico, op. cit., págs. 11-17, 37-46. Ramón Guirao Larrañaga, Don Felipe Perena y Casa-yús, op. cit., págs. 9-340; y Guerrilleros y patriotas en elAltoaragón (1808-1814) (Huesca: Editorial Pirineo, 2000), págs.41-44.

Portadilla de la hoja de servicios militares del teniente generaldon Felipe Perena y Casayús, en el Archivo General Militar deSegovia.

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La historia de los premios y recompensas militares es-pañolas adolece aún de muchas lagunas, y su conocimiento nonos es tan amplio ni tan preciso como quisiéramos, en particu-lar para cuanto se refiere al periodo anterior a la Guerra de laIndependencia. A paliar en parte esta carencia se dirigen laspáginas que siguen, en las que deseo dar aconocer la que fue sin duda la primera con-decoración militar española -como premio ala constancia militar- y, probablemente, tam-bién la primera condecoración europea pro-piamente dicha: la llamada Medalla de laReal Efigie del Rey Nuestro Señor, de cuyoorigen y existencia ya se advirtió en nuestroestudio sobre la Real y Militar Orden de SanFernando(1).

Antes de tratar de esta Medalla,me parece necesario decir algunas palabrasacerca del sistema premial militar de Espa-ña, con ánimo de presentar un panoramade su historia institucional.

Durante el Antiguo Régimen, queen gran medida hereda instituciones pre-miales nacidas durante la Baja Edad Media,todo título, honor y preeminencia -todo pre-mio, en fin- tuvo como única fons honorum,tanto en la realidad como en la legalidad, ala Corona. Y, en su inmensa mayoría, dichoshonores premiales estaban reservados a laélite directora de aquella sociedad estamen-tal, es decir a la Nobleza.

En la cúspide de los honores del Antiguo Régimen es-pañol se situaba la concesión de la Grandeza de España -claseconfirmada por Don Carlos I hacia 1520-, seguida de la de losTítulos nobiliarios radicados en los distintos reinos que confor-maban la Monarquía Universal hispánica. Todos estos premiosquedaban limitados a los vasallos ya con anterioridad pertene-cientes al entorno de la alta nobleza y de la nobleza media, yse concedían atendiendo a méritos políticos y militares, comotambién a premiar la adquisición de una posición social y eco-nómica preeminente -son numerosas las mercedes otorgadas adestacados empresarios y comerciantes de España y América,y también de Italia, que habían contribuido a la Hacienda Realcon un cuantioso servicio económico-.

Inmediatamente por debajo de las Grandezas y Títu-los quedaban los cincuenta collares de la Insigne Orden delToisón de Oro, transferida a la Corona española a partir del rei-nado del César Carlos, y que estaban reservados de hecho a lamás encumbrada Nobleza hispana. Y, después, los numerososhábitos de las cuatro Órdenes Militares españolas de Santiago,Calatrava, Alcántara y Montesa, que premiaban los méritos yservicios de la nobleza media, en buena parte con el carácterde una verdadera condecoración. De hecho, el Rey Don Fer-nando VI dictó en 1757 algunas medidas conducentes a que elotorgamiento de estas cruces y hábitos se reservase a aquellosoficiales de sus Reales Ejércitos y Armada que hubiesen servi-do durante un determinado número de años -ocho al menos-.

Notemos que dichas Órdenes Militares, como la deSan Juan de Jerusalén, eran propietarias de extensos territo-rios en España: el otorgamiento como merced o premio porparte de la Corona, de las numerosas encomiendas por lasque se administraban, representaba una crecida renta anual

para los agraciados, y por ello eran muyapetecidas. Pero quedaban reservadas pa-ra premiar los servicios de los generales yde los oficiales superiores: la Real Armada,por ejemplo, podía disponer a este fin dediez encomiendas santiaguistas (Aguilare-jos, Carrizosa, Estremera y Valdaracete,Montalbán, Ocaña, Orcheta, Palomas, Vi-llafranca, Villoria, Usagre), diez calatravas(Almagro, Auñón y Berlinches, Ballaga yAlarga, Casas de Talavera, Corral de Cara-cuel, Fuente del Emperador, Guadalerzas,Huerta de Valdecarábanos, Lopera, Béte-ra), cinco alcantarinas (Adelfa, Belvís de laSierra, Hornos, Peralada, Pueblas), y unamontesina (Ares del Maestre)(2). Todasellas se proveían, cuando vacaban, me-diante una terna presentada al Rey. Tam-poco fue desdeñable, como medio de re-compensar servicios, la posibilidad deotorgar los curatos, beneficios y capellaníasde dichas Órdenes, ya que ejercían en susvastos dominios la jurisdicción eclesiásticamediante el nombramiento de priores y pá-rrocos.

La Real y Distinguida Orden Española de Carlos III,establecida por el gran monarca de este mismo nombre en1771, representó una cierta novedad en este panorama pre-mial: Orden con exigencia de pruebas nobiliarias severas, ydesde luego distribuida ampliamente a la más conspicua no-bleza, tenía de facto un carácter más abierto a las nuevas cla-ses emergentes de la población: alta burguesía y comercian-tes de grueso giro, casi todos procedentes de la noblezaprovincial y de la baja nobleza rural.

La concesión de la simple hidalguía por privilegio realrepresentó durante los siglos XVI al XVIII un medio muy apro-vechado por la Corona para premiar a personas de las clasesmás modestas de la población -en otras ocasiones fue al re-vés: era la Corona la que se lucraba de los servicios pecunia-rios de los aspirantes a este privilegio-. Recordemos que lapertenencia a la hidalguía no solamente representaba un me-ro honor, sino que llevaba aparejada la exención de ciertosimpuestos.

Aparte de estos premios más o menos honorarios -ninguno lo era del todo-, y como continuación de los usos dela época medieval, la Corona distribuía con largueza cargos yoficios, prebendas y sinecuras. Incluso en los Ejércitos, hastael siglo XVIII, se dieron con frecuencia por cuna o por reco-mendación las plazas de oficial y los mandos superiores;mientras que a partir de dicha centuria dependieron de esamisma cuna y de esas mismas recomendaciones los ascen-sos, en particular los de los generales y jefes.

DE RE PREMIAL

LA MEDALLA DE LA REAL EFIGIE DEL REY NUESTRO SEÑOR(C.1630-C.1868)

NOTICIA DE LA PRIMERA Y MÁS ANTIGUA CONDECORACIÓN MILITAR ESPAÑOLA Y EUROPEA

por el Dr. D. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila (Cronista de Castilla y León)

El Rey Don Felipe IV, durante cuyoreinado (1621-1665) se consolidó laMedalla de la Real Efigie comopremio a la constancia militar.

Cuadernos de Ayala 38 - ABR/2009 [12]

La distinción entre premios militares y civiles no existióapenas durante el Antiguo Régimen: tanto civiles como milita-res recibieron indistintamente, durante todo ese período, Títu-los, collares y hábitos semejantes.

Será en ese contexto histórico donde aparezcan lascondecoraciones militares en el sentido moderno del término,como más adelanté expondré: ya en los siglos XVI, y sobre to-do XVII, encontraremos en la Monarquía Universal hispánicaalgunas medallas creadas y concedidascomo premio a los servicios militares.Algo más tardías son las hasta ahoratenidas por las primeras condecoracio-nes militares hispanas, es decir la multi-tud de cruces, medallas y escudos dedistinción creadas y concedidas a partirde la guerra contra Napoleón (1808-1814). Todos los repertorios de conde-coraciones las recogen por menor, y yono me he de detener apenas en estaclase de medallas más conmemorati-vas que premiales; pero acerca de to-das ellas conviene recordar oportuna-mente las palabras de don JoséVázquez Figueroa, ministro de Marinafernandino, en sus Memorias:

Nunca había sido de mi apro-bación esa multitud de crucesque se ven en los Militares,que, cuando más, no puedendenotar otra cosa, que haberestado el que las lleva en las accionesde guerra a que hacen alusión, si no esque, como sucede a muchos de ellos,ni han visto al enemigo en aquella oca-sión, antes bien estaban leguas distan-te de él, porque desempeñaban algunacomisión, o por otra causa más o me-nos legítima; en cuyo caso les ha bas-tado probar que pertenecían a tal divi-sión, o a tal cuerpo de los queestubieron en la acción, para que seles haya librado el diploma de la co-rrespondiente a ella. Además no todaslas acciones de guerra son iguales: enunas se vence, en otra se es vencido,ni todos los que concurrieron a ella se portaron igual-mente bien, y habrá retirada, o acaso huida, en queun Oficial se habrá conducido con heroísmo, mientrasotro no haya cuidado sino de fugarse, y libertarse delenemigo, y casos en que se haya vencido, y triunfadode este por la bizarría de un cierto número de Oficia-les, mientras que los otros hayan estado apáticos, osido nulos, o acaso son perjudiciales. ¿Qué razón hay,pues, para que a todos por igual se les conceda elmismo distintivo? ¿no es hacer éste despreciable? Yocreería más justo y significativo que al que verdadera-mente ha obrado con heroísmo o bizarría confesadapor sus Gefes o compañeros en una justificación, obreve expediente, que en el acto se formase, se con-decorase por el Rey con una Cruz común para todoslos que tubiesen iguales brillantes cualidades, tal co-mo la de San Fernando... ¿Y obraba de otro modoNapoleón, el General del Siglo, aunque vituperable enotros sentidos, con sus Gefes y Subalternos? ¿No te-nía establecida la Cruz de la legión de honor para se-mejantes casos? Yo no sé si se formaba expedientes

para agraciar con ella, o si bastaba que él o sus Ge-nerales fuesen testigos del mérito, para que los intere-sados recibiesen el premio; pero sí que en ninguno delos Exércitos con que la Francia se batió desde elprincipio de su revolución en 1790, hasta la destruc-ción de Napoleón en 1814, o 1815, fue jamás adopta-da práctica igual a la nuestra en materia de cintas y decruces; ni ha llegado aún a mi noticia que esté introdu-cida en los Militares de ninguna otra Nación(3).

El establecimiento por las Cortesgaditanas de la Orden de San Fernan-do, en 1811, marca la frontera históricaentre el sistema de recompensas delAntiguo Régimen -basado en la cuna,la sangre y la herencia-, y el del Régi-men Constitucional moderno -basadoen el mérito personal-. En este premioal valor militar observamos una intere-sante mezcla de rasgos tradicionales,junto a otras características novedosas.Entre los primeros, observamos la or-ganización de la Orden mediante la je-fatura del Rey auxiliado de un Capítulo-remedo de las viejas Órdenes bajome-dievales llamadas precisamente capitu-lares, o de collar y de fe-; el hecho deser precisamente cruces, en el purosentido del término, sus insignias; la cir-cunstancia de llevar consigo algunas deesas cruces, privilegios personales e in-

cluso hereditarios -desde las pensiones anejas,a la concesión de la nobleza transmisible-; o lacelebración de ceremonias religiosas y la adop-ción de vestimentas -manto y sombrero desde1821-, propias de las antiguas Órdenes Milita-res.

El carácter novedoso de la nueva Orden Na-cional de San Fernando viene representado, an-te todo y sobre todo, por la ausencia de requisi-tos de cuna -es decir de adscripción a laNobleza-, ni de graduación militar, para alcanzarla concesión, que se basaba única y exclusiva-mente en el mérito personal realizado duranteuna acción de armas de valor heroico o distin-guido, frente al enemigo. Pero también en otra

circunstancia sin precedentes en el sistema nobiliario español:la necesidad del juicio contradictorio para alcanzar las cruceslaureadas, que subrepticiamente privaba a la Corona de unade sus más añejas potestades, la de ser única fons honorumrespecto de sus vasallos: facultad que, bajo una presencia no-minal de la Corona, pasaba de facto a ser mediatizada por lostribunales militares correspondientes, o sea por el propio Go-bierno constitucional.

A partir del establecimiento de la Real y Militar Ordende San Fernando, y de las Órdenes coetáneas de Isabel la Ca-tólica y San Hermenegildo, se produjo un lento pero imparablecambio en el sistema premial español; aunque por otra parte, yconsecuente con el carácter pactado del advenimiento del régi-men constitucional español, ese cambio no será total: muchasde las viejas distinciones -Grandezas, Títulos, hábitos- se per-petuarán, pero las viejas Órdenes suprimirán una tras otra elrequisito de la nobleza de sangre -caso de las de Carlos III ySan Juan a partir de 1847-, o bien dejarán de considerarsecondecoraciones de Estado -caso de las cuatro Órdenes Milita-res de fundación medieval-. Y a su lado se irán creando nuevasÓrdenes de mérito o nacionales, como la de Beneficencia en

La muerte de Felipe Iv en 1665, dejando elTrono en manos de su viuda durante laminoridad de su hijo, significó la suspensióntemporal de las entregas de la Joya y de laMedalla, que no se reanudaron hasta 1668.

Cuadernos de Ayala 38 - ABR/2009 [13]

1856, que fue la primera condecoración civil de mérito españo-la, abierta a todas las clases sociales, y por cierto a ambos se-xos, y que además se ganaba también mediante juicio contra-dictorio, como la laureada. Les seguirán, a comienzos del sigloXX, las de Alfonso XII (1902), Mérito Agrícola (1902) y MéritoCivil (1926), junto a la Medalla del Trabajo (1926). Ya despuésde la Guerra Civil se crearán otras bajo el mismo espíritu y pa-recidas normas, cuya vigencia alcanza a nuestros días.

Paralelamente a esa evolución, el sistema pre-mial militar adquirirá en España naturaleza propia, se-parándose cada vez más del correlativo sistema ci-vil. Ya durante el siglo XIX se producirán lasprimeras normas generales sobre recompensasmilitares (1837, 1890, 1894), continuadas a lolargo del siglo XX (1925, 1937, 1942, 1970 y2003). En general, estas normas, que intenta-ban poner orden y cohonestar las necesidadespremiales del Estado con las apetencias y ansiasde distinción personales, no han sido muy afortu-nadas.

Por eso mismo nuestro panorama premial mi-litar dista mucho de ser óptimo. Los abusos que yadenunciaba el marino Vázquez Figueroa allá por1817, y que hemos recogido en las páginas ante-cedentes, no solamente no se han corregido, si-no que se han hecho crónicos. Nos referimos ala inoportuna proliferación de cruces y medallas:dejando aparte las dos grandes y únicas Órde-nes, que son las de San Fernando (premio al va-lor en combate) y de San Hermenegildo (premio ala constancia militar), existen la Medalla Militar indi-vidual y colectiva, la Cruz de Guerra, las Medallas delEjército, Naval y Aérea, las cruces del Mérito Mili-tar, Naval y Aeronáutico (de centenaria historia,pero desvirtuadas tras la reforma de 1995 y algu-na de diseño inadmisible hasta hace poco), laMedalla de Sufrimientos por la Patria, la Ordendel Mérito del Cuerpo de la Guardia Civil, las Me-dallas conmemorativas de las campañas (quesurgidas en la guerra contra Napoleón, se perpe-túan hoy en las de las campañas internacionales o humanita-rias bajo bandera de la ONU, la UEO o la OTAN). A agravar to-do ello ha contribuido la disparatada normativa promulgada en1985 sobre su uso por los militares: baste señalar que hasta laMedalla de Donantes de Sangre se lucía sobre el uniforme conpreferencia sobre el resto de condecoraciones civiles españo-las, es decir por delante de las primeras Órdenes del Reino,que son las del Toisón de Oro, Carlos III e Isabel la Católica. Lalectura del manual Honores y Recompensas Militares, publica-do en 1999 por el propio Ministerio de Defensa, era verdadera-mente desoladora.

La última reforma en materia de recompensas milita-res se ha verificado mediante el Reglamento General de Re-compensas Militares aprobado por Real Decreto de 1º de agos-to de 2003 (Boletín Oficial de Defensa de 11 de septiembre); setrata de un notable aunque insuficiente esfuerzo por corregir al-gunos de los defectos enunciados. Se ha corregido el diseñode las cruces del Mérito Militar -que ya dijimos en voz alta queera inadmisible desde el punto de vista heráldico(4)-; se ha re-cuperado el modelo primigenio de la Cruz de Guerra -es decir,el de la Orden de María Cristina, pero sin este nombre-; y sehan introducido importantes mejoras en esta regulación pre-mial. Pero no se ha aprovechado la ocasión para volver la Me-dalla Militar, Naval y Aérea a sus orígenes -o sea la cruz de 1ªclase o sencilla de la Orden de San Fernando-; y tampoco seha hecho lo propio con las cruces del Mérito Militar, Naval y Ae-

ronáutico, restaurando sus grados originales y suprimiendo tan-to color diferenciador que es innecesario.

Haré un comentario ajeno al tema que nos ocupa: creoque, de lege ferenda, el Ministerio de Defensa debería rematarla profunda reforma de la materia premial militar, ya abordadaen ese reciente real decreto de 1º de agosto de 2003: en primerlugar, creando y organizando la Gran Cancillería de las ÓrdenesMilitares en la propia de la Real y Militar Orden de San Herme-

negildo, creando de paso un pequeño museo en su sedepalaciega de la calle de Velázquez 107. Y en segundo

lugar, suprimiendo de una vez por todas tal retahílade cruces y cintas, limitando las recompensas mili-tares a las tres únicas dignas de ser conservadasy potenciadas: las dos Órdenes, de San Fernan-do al valor militar, y de San Hermenegildo a laconstancia militar; junto a la condecoración de lasdenominadas Cruces del Mérito Militar, Naval y

Aeronáutico, para premiar los servicios ordinariosy extraordinarios, de paz y de guerra, que no pue-

den recompensarse con las dos anteriores -y de pasovolviendo estas recompensas a sus características origi-

narias, comprometidas gravemente desde 1995-. To-do lo demás sobra, y solamente sirve para des-

prestigiar a aquellas, y al conjunto de lasrecompensas militares.

Una vez descrito este breve panorama de loque ha sido y es el sistema premial militar espa-ñol, volvamos a nuestra Medalla de la Real Efigie

del Rey Nuestro Señor, que consideramos la pri-mera condecoración militar hispana. Respecto del

origen de esta clase de premios, casi todos los auto-res coinciden en que fue debido a los ingleses,que según ellos mismos fueron los primeros quecrearon y distribuyeron medallas como condeco-ración y premio a los servicios militares, ya du-rante el siglo XVII -la primera de todas sería laNavy Medal de 1665(5). Pues bien, nada de estoparece cierto del todo: en la Monarquía Universalhispánica ya se habían creado y distribuido estaclase de premios con mucha anterioridad a que

lo hicieran los británicos de los días de la Commonwealth regidapor Cromwell: efectivamente, nos son conocidas, entre otras,las medallas de distinción concedidas por Don Felipe IV en1636 a los defensores de la plaza y ciudad de Dole, en el Fran-co Condado, contra el asedio francés:

En conformidad de consulta [del Consejo] deEstado, que me la hizo con ocasión de lanueva del socorro de Dola, resolví entre otrascosas que al Arçobispo de Besançon se leenviase una sortija que yo aya puesto en mimano, y que se embíe también alguna canti-dad de cadenas de oro, y hasta quatrocientaso quinientas medallas de mi rostro, que se re-partan entre las personas que se juzguenmás beneméritas dellas... Yo el Rey(6).

Notemos que ya entonces, en 1636, estaba bien defi-nido el carácter de este premio, figurando en las medallas elrostro del Rey, es decir su imagen -y ya sabemos que, desdelos tiempos del Bajo Imperio, la entrega de la imagen del prínci-pe constituía en sí misma una insignia de poder al tiempo queuna insignia de honor, es decir propiamente una condecora-ción(7)-. Notemos también que estas concesiones no fueron uncaso único, ya que en el ámbito hispánico estaba entonces bas-tante difundida la costumbre de premiar y reconocer los servi-cios prestados mediante la remisión de una medalla de oro oplata con su correspondiente cadena del mismo metal: al valor

Anverso y reverso de unode los primeros ejemplaresde la Medalla de la RealEfigie, conservado en elMuseo Arqueológico Nacio-nal de Madrid.

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simbólico y honorífico de la medalla se sumaba así el valor ma-terial del metal de que estaba conformada la joya.

Este doble concepto de las medallas -joya, y a la vezpremio- era muy caro a la mentalidad de la época, y tenía susorígenes en la baja Edad Media: así eran los premios entrega-dos al ganador en las justas y los torneos medievales. De ellospasó al ámbito de la gracia del príncipe, dando origen duranteel siglo XV a las divisas regias, que fueron verdaderas conde-coraciones avant la lèttre: por ejemplo, la efíme-ra la efímera Orden de la Paloma o del EspírituSanto, que debe su fundación a Juan I de Casti-lla(8). O la más conocida Divisa de la Banda,evolución de la conocida Orden creada por Al-fonso XI de Castilla, por cierto la primera Ordencapitular europea y antecedente directo de laJarretera británica(9); y también la casi coetá-nea Divisa de la Escama, con la que Don JuanII de Castilla distinguía a sus primeros vasallos ycortesanos, y a los más ilustres visitantes ex-tranjeros -dábala el Rey a muy pocos-; de ellanos quedan varias memorias en la misma cróni-ca de ese monarca(10).

Hemos citado ya el caso de la que bienpodríamos denominar Medalla de la Real Efigiede Dole, por haberse concedido a los defenso-res de dicha plaza borgoñona en 1636. Pero nodebemos dejar de lado el hecho de que, ya enaquellas fechas, esta clase de premios estabamuy arraigada en el sentir popular, y ademásque parece ser era ya habitual lucirlos sobre elpecho precisamente, bien directamente prendi-das, bien pendientes del cuello por una cadena o por una cinta-por más que tantos reconocidos autores se obstinen en afir-mar que sólo desde mediados o incluso finales del siglo XVIIIpudieran ostentarse de tal manera, pendientes de una cin-ta(11)-. Bastará para acreditar la certeza esta práctica con traera colación un testimonio literario coetáneo (1634), cual son al-gunos pasajes de una de las comedias de Juan Ruiz de Alar-cón, la titulada El dueño de las estrellas(12), en cuya jornadaprimera los personajes dicen cosas tan estupendas como es-tas:

DIANA: Del soberano linaje ya de dioses, ya de reyes,se originó el de mi padre. De esto no hay por qué tetraiga testimonios, tú lo sabes; que la estimación loprueba con que siempre le trataste. Conmílite de tuefigie le hiciste, precioso esmalte de su pecho, he-roica insignia que gozan solos tus grandes.

Y en la jornada segunda de la misma obra, es aún más explici-to el uso de esta clase de condecoraciones:

LICURGO: Ya que servicios he hecho, señor, en Cre-ta, y cumplido con la ley, que ilustre os pido la efigiereal mi pecho.

REY: Siempre vos en mi opinión la tuvistes merecida.

LICURGO: Siglos cuente vuestra vida.

REY: La medalla y el bastón saquen luego.

PALANTE: Voy, señor (vase PALANTE).

REY: Del espartano poder sólo os podrá defender, Li-curgo, vuestro valor; y así os hago de esta guerra ge-neral, porque partáis a encontrarlo, y le impidáis hacermás daño en mi tierra.

LICURGO: Vuestra voluntad real es ley. (Vuelve PA-LANTE con una medalla y un bastón).

PALANTE: Ya está aquí el bastón y efigie.

REY: La obligación en que esta heroica señal os po-ne, vuelvo a explicaros; ser leal, y en mi defensa mo-rir, no sufrir ofensa de vuestro honor sin vengaros.

LICURGO: Por los dioses celestiales juro cumplirlo.

REY: Tomad la medalla, pues, y honrad los comílitesreales (pónesela al cuello).

Está claro que así fue de cierto: los testimonios litera-rios y documentales son contestes en cuanto aluso público de estas insignias, que en modo algu-no deben considerarse medallas de mano, sinoque realmente se lucían bien sobre el pecho, bienal cuello, pendientes de cadenas o de cintas. Poresta razón sin duda están horadadas tantas ytantas piezas medallísticas de las colecciones delMuseo Arqueológico Nacional, por ejemplo(13).

En resumen, resulta que la entrega de me-dallas por parte del Rey va a coexistir durantemucho tiempo con la entrega, por los mismos ser-vicios y motivos, de anillos, cadenas y otras joyasde valor y precio variables.

Pero notemos el verdadero carácter de esaclase de medallas, que no era otro que el de re-munerar servicios prestados, o bien conmemorar-los. Aunque desde el siglo XVI muestren ya elrostro del Rey de España, se trata, siempre, demedallas conmemorativas de un hecho o de unservicio en concreto, que se premia con ella.

Poco a poco, la entrega de esta clase de re-compensas se convertirá en un uso de la políticamilitar de aquel siglo XVII, e incluso será regulada

convenientemente, dando origen así a una condecoración es-pecial que denominaremos la Joya filipina: porque era eso, unajoya de oro valuada en unos 300 escudos; y porque su distribu-ción regular data del reinado de Don Felipe IV (1621-1665). Setrataba de un premio al que tenían derecho los oficiales, de al-férez a sargento mayor, que hubieran prestado servicio en losReales Ejércitos y Armadas durante veinticinco años o más, sinusar de licencia alguna. Mientras que a aquellos militares quehubiesen alcanzado los veinte años de servicios sin usar de li-cencia, se les recompensaba y distinguía desde antiguo con laentrega de una medalla con la figura del Rey(14).

Es decir, que nos hallamos ya ante un premio perma-nente -es el primero que no tenía carácter ocasional ni mera-mente conmemorativo-, destinado especialmente a reconocer ya recompensar la constancia en el servicio militar.

El alto precio de la propia insignia de la Joya filipina, yla extraordinaria cantidad de solicitudes hechas al Rey Don Fe-lipe IV, fueron los motivos que movieron a este soberano a or-denar a su Consejo de Guerra que en adelante no se le consul-tasen más concesiones, es decir que se suspendiesentemporalmente. Suspensión que mantuvo durante algún tiempoa partir de 1665 su viuda Doña Mariana de Austria, la ReinaGobernadora durante la minoridad de Don Carlos II.

Pero al tiempo de alcanzarse la paz con Portugal, en1668, el Consejo, en consulta de 27 de julio de 1668 relativa alcapitán don Amaro Baz, informó de que por la concurrencia detantos militares como acudían a pretender la Joya que se acos-tumbraba dar a los que habían servido veinticinco años en gue-rra viva sin usar de licencia, y esta se reducía a 300 escudos,se mandó que no se consultasen más, y respecto de que aquelsuplicante había servido veintiséis años, recomendó a Su Ma-jestad pareze que podría V.M. (siendo servida) mandar se ledé la medalla que se ha dado a otros de la efigie del Rey Nues-tro Señor, a lo que respondió la Reina está bien y así lo he

Don Carlos II, últ imomonarca de la Casa deAustria, durante cuyoreinado se reguló y seconsolidó la Medalla de laReal Efigie.

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mandado(15). Es decir, que la Reina Gobernadora Doña Maria-na de Austria, en nombre y durante la minoridad de su hijo elRey Don Carlos II, autorizó la concesión a tales fines, no ya dela Joya filipina, sino de un nuevo premio militar. Así debió deadquirir formalidad la que propiamente calificaremos de primeracondecoración militar española, la ya preexistente Medalla dela Real Efigie del Rey Nuestro Señor, ahora destinada ya a pre-miar la constancia de todos los oficiales subalternos -de sar-gento mayor o comandante, abajo-, sargentos y soldados delos Reales Ejércitos y Armada que hubieran permaneci-do en servicio militar activo durante más de veinteaños sin usar nunca de real licencia. La Medalla,pues, sustituía a la antigua Joya filipina: por esocuando en noviembre de 1668 solicitó la joyaque se acostumbra el alférez don Francisco An-tonio de Belmonte, que había servido en Flan-des durante treinta y tres años, el Consejo deGuerra aconsejó que se le de la Medalla de laReal Efigie, por ser contraorden que se le de lajoya, y la Reina puso al margen de la consulta: asílo he mandado(16). Y cuando se le dio al ayudantePedro Frontín, aclaró la propia Reina que el Consejodebía tener atención a que estas Medallas que sehan dado, aunque no tienen mucho valor, es ne-zesario se considere se darán raras vezes, y ahombres forasteros por fabor particular(17), loque ya sabemos apenas tubo efecto.

La concesión de esta Medalla de laReal Efigie -que constituyó un antecedente di-recto de la Real y Militar Orden de San Hermene-gildo, creada con el mismo fin en 1814- estuvoperfectamente regulada, según hemos podido dedu-cir del examen de decenas de solicitudes y con-cesiones que se conservan en el Archivo Gene-ral de Simancas, sección de Guerra Antigua(18).

La concesión más antigua de esta Me-dalla re-creada data del 27 de julio de 1668,cuando la Reina mandó darla al capitán donAmaro Baz, que contaba con treinta y cuatroaños de servicios militares en los ejércitos deNápoles, de Flandes y de Extremadura.

Hemos observado que en ciertos casos -sobre todode cabos y soldados, pero conozco los casos de al menos unayudante y un teniente-, la entrega de la medalla era sustituidapor una cantidad en metálico, siempre constante: 300 reales.Ignoro a qué obedecía esta costumbre, seguramente fuese pa-ra auxiliar al agraciado con una ayuda monetaria. Sin embargo,cuando el citado capitán Cantos lo pidió así, el Consejo deGuerra expuso a la Reina que, aunque desde luego era posibledarle los 300 reales, no se ha hecho así con ninguno que tengagrado de capitán. Porque, en todo caso, la Reina consultaba ladecisión del trueque o permuta con el Consejo de Guerra, queinformaba sobre todas y cada una de las solicitudes.

Aunque en principio todos los oficiales, sargentos ysoldados tenían derecho a la Medalla, hacia 1670 la Reina sesirvió de mandar no se diese esta efixie a los soldados que hu-biesen servido en la plaza de Orán -fue el caso del soldadoAlonso Pinto, a quien se le concedió sin embargo de esto en1672-. ¿Obedecía esta regia decisión al hecho de que Orán,como otras plazas africanas, fuese plaza de presidio, a la queiban destinados oficiales y tropa con carácter de forzoso, asícomo delincuentes y otras gentes de mal vivir?. No lo sabemosde cierto.

La concesión se formalizaba por escrito, mediante unacertificación expedida por el propio Consejo de Guerra. Hemos

hallado una de estas certificaciones, original, datada en 1672:

Don Pedro Coloma, Cavallero Comendador del Ordende Calatrava, del Consejo de S.M. y su Secretario enel de Guerra,

Certifico que la Reyna Nuestra Señora ha sido servidahacer merced al Sargento Juan Núñez, en resolucióna consulta del Consejo de Guerra de 15 de febrero pa-sado deste año, de una Medalla con la Real Efixie delRey Nuestro Señor, en consideración y por señal desu Real Gratitud a los servicios del dicho Juan Núñez,continuados de treinta años a esta parte en Cataluña

y Estado de Milán, sin haver usado de lizencia, co-mo lo ha verificado por sus papeles. Y para quedello conste, a su instançia doy la presente enMadrid a tres días del mes de septiembre de milly seisçientos y setenta y dos. Don Pedro Coloma(rubricado)(19).

Las concesiones proliferaron a partir de 1670,y puede estimarse una media de entre sesenta y

ochenta otorgamientos cada año. Pero no sabemosdurante cuántos años se mantuvo este volumen de con-

cesiones. La investigación en cuanto al número de lasconcesiones y a las circunstancias de los agracia-

dos, están, pues, muy incompletas, y serán nece-sarios algunos años más para completarlas.

Lo que sí que nos consta es su efectiva distri-bución durante los reinados de los sucesores deDon Carlos II. Quiero hacer notar al lector que

muchas de las concesiones posteriores nos eranya conocidas a través de varios autores -Guillén Ta-

to, Calvo y Grávalos, Lozano y Ros, entre otros-; peroestos autores cayeron todos en un disculpableerror, cual fue el de considerar como distintas me-dallas la que en realidad era una sola, es decirnuestra Medalla de la Real Efigie, que durante elsiglo XVIII se otorgaba indistintamente como pre-mio conmemorativo de servicios y acciones seña-lados, y como premio a la constancia en el servi-cio militar.

Es notable el hecho de que, a partir del reinado deCarlos III, esta Medalla de la Real Efigie se destine con prefe-rencia a recompensar los méritos y servicios en América y Fili-pinas de los militares de raza india o negra (morenos), y a losmulatos (pardos); también los de los jefes indios y tagalos alia-dos de España. En cuyo espíritu abundaron los estatutos de laReal y Americana Orden de Isabel la Católica, como despuésdiré.

Conocemos las siguientes concesiones de cualquiervariante de la Medalla de la Real Efigie, hechas a partir de juniode 1668, y puestas por orden cronológico:

1668 En julio se dio la Medalla a don Amaro Baz, capitán deInfantería con 34 años de servicios en Nápoles, enFlandes (26 años) y en Extremadura; y a don RodrigoMontero, teniente de caballería en Extremadura, don-de recibió heridas. En agosto se dio a don Pedro Ga-rrido, capitán que ha servido 23 años en la Armada, enCataluña y en Extremadura; a don Diego García Sor-tella, alférez con 22 años de servicios de Cataluña yExtremadura; a don Alonso de Medrano, capitán, queha servido 31 años de Extremadura; a don FranciscoDonato, alférez con 34 años de servicios en Flandes yen Galicia; y a don Bartolomé Rollán, teniente con 26años de servicios en Cataluña y Extremadura, dondefue herido(20). En septiembre se dio a don Mateo Gar-

Anverso y reverso de otrode los primeros modelos dela Medalla de la Real Efigie,conservado también en elMuseo Arqueológico Nacio-nal de Madrid.

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cía, capitán que ha servido 33 años, de ellos 25 enFlandes; al capitán don Miguel Tió Colomina, con 28años de servicios en Cataluña y Extremadura, y en elRegimiento de la Guardia del Rey; al ayudante PedroFrontín, con 33 años de servicios; al sargento donFrancisco Estrada, con 20 años de servicios; al sar-gento Juan de Silva, con 25 años de servicios enOrán; y al alférez don Bernardo Riche, con 34 años deservicios en Flandes(21). En noviembre se concedióla Joya al soldado Pedro Rollán, la Me-dalla al alférez don Francisco AntonioPacheco y al alférez don Francisco Anto-nio de Belmonte, este con 33 años deservicios en Flandes (que se le de la Me-dalla de la Real Efigie, por ser contraor-den que se le dé la Joya...). En diciem-bre se dieron 300 reales en lugar de laJoya al ayudante don Andrés López Par-do, a los alféreces Bartolomé Luis y Pe-dro Sánchez Hermoso, y a los soldadosPedro Ropero y Antonio González(22).

1669 La Reina Gobernadora concedió la Me-dalla a don Salvador Romano, capitánde artillería con 40 años de servicios (deellos 25 en Cataluña y en Extremadura);y al capitán don Juan de Cantos(23).

1670 Se dio esta Medalla a don Alejo GarcíaBonal, capitán de Caballería que ha ser-vido 40 años en Orán; a don Miguel Ar-món, capitán con 20 años de serviciosen Milán, Cataluña y Extremadura, heri-do en campaña; a Juan Martínez de Sa-úco, capitán que ha servido 21 años en Cataluña; adon Juan Feijoo de Araujo, sargento mayor con 23años de servicio en el ejército de Galicia; a don Ga-briel de Palazuelos de Córdoba, sargento en Orán du-rante 32 años; a don Miguel Navarro, ayudante queha servido 20 años en Galicia; a José Esquivel y Pe-dro Fernández, soldados en el presidio de San Miguelde Ultramar durante 21 y 26 años respectivamente; adon Manuel Fernández Pereira, teniente con 26 añosde servicios en Cataluña, Extremadura y fronteras deCastilla; a Francisco Gutiérrez, soldado que ha servidoen Milán durante 29 años(24);

1672 En dicho año recibieron la Medalla de la Real Efigiedon Francisco Aler, teniente de caballos que ha servi-do 28 años en Cataluña; don Juan de Castillo del Mo-ro, teniente de caballos con 22 años de servicios enFlandes, en Galicia y en el Regimiento de la Guardiadel Rey; don Andrés Martínez Tinoco, teniente de ca-ballos destinado en Toledo, que ha servido 26 años;Alonso Pinto, soldado que ha servido 21 años den Ja-ca y en Orán; don Domingo González, sargento, queha servido 26 años en Larache; don Juan Núñez, sar-gento que ha servido 30 años en Milán y Cataluña;don Pedro Novo Villarino, capitán que ha servido 22años en Galicia; don Cristóbal Valenciano, alférez du-rante 23 años en Portugal, Castilla y Extremadura; ydon Francisco Domínguez, capitán de caballos corazacon 24 años de servicios en Cataluña, Extremadura yCastilla(25). También don Domingo Lázaro, tenientede caballos corazas que ha servido 20 años en Cata-luña; don Francisco Mateos, capitán, que ha servido30 años en Ayamonte y su frontera; don Domingo Ál-varez, sargento mayor que ha servido 32 años en elejército de Extremadura; don Juan de Montenegro, ca-

pitán que ha servido 21 años ene el ejército de Gali-cia; don Bernardo de Montoya, capitán durante 35años en el ejército de Extremadura; don FranciscoRuano, teniente durante 22 años en las fronteras deCastilla; don Juan de Martín, sargento con 35 años deservicios (20 de ellos en Galicia); don Francisco LópezPareja, capitán durante 26 años en los ejércitos deCataluña y Extremadura; don Jerónimo de FonsecaÚbeda, con 32 años de servicios en los ejércitos y

presidios de Extremadura; el alférez don Gabrieldel Hoyo, con 20 de años de servicios en losmismos ejércitos; don Francisco Fernández, te-niente, que ha servido durante 32 años en el al-cázar de Toledo; don Andrés Ortiz de Urbina, ca-pitán que ha servido 30 años, de ellos 22 añosen el ejército de Extremadura, donde recibió va-rias heridas; don Gaspar Periz, capitán, que sir-ve desde 1631 en Milán y en Flandes, y última-mente en la plaza de Lérida; don Alonso Ruiz,sargento mayor del Tercio de don Íñigo JorgeFernández de Angulo Sandoval, que ha servido30 años en el ejército de Extremadura y ha me-recido los elogios del propio Consejo de Guerra;el alférez don Bartolomé de Sáyago y el tenientedon Francisco Carretero, que han servido am-bos 20 años en el ejército de Extremadura; elcapitán don Alonso del Moral, que ha servidopor 24 años en los ejércitos de Extremadura yde las fronteras de Castilla; y el capitán don Pe-dro Juan Jacamucio, con 26 años de serviciosen Milán y en Extremadura(26).

1686 El Rey concedió la Medalla, a pro-puesta del gobernador de las islas Filipinas, a AntonioAyihi, indio principal de la isla de Guam, con el empleode capitán general de los indios de las islas Marianas;a su hijo; a Andrés de la Cruz, indio principal, con elempleo de sargento mayor de la Nación Pampanga,por haber sido uno de los primeros y más distinguidosen la primera entrada en las islas Marianas; y a lossobrinos de Juan de la Cruz, indio principal de la na-ción tagala que pasó a la conquista de las Marianas(se nombraban Ignacio Pagtacotán, Julián de la Cruzy Juan de la Cruz)(27).

1694 Don Carlos II, a propuesta de don Sebastián Fernán-dez de Medrano, director de la Real Academia Militarde Matemáticas establecida en Bruselas, concedió asus tres alumnos más aventajados el premio anual deunas medallas de oro o de plata, según el modelo dela Medalla de la Real Efigie: las tres mostraban la efi-gie del Rey en el anverso, y las de Palas y Marte sos-teniendo una fortaleza pentagonal en el reverso; condos cadenas de oro se sujetaba el primer premio, conuna el segundo, y con una cinta de seda roja el terce-ro(28).

1703 Don Felipe V mediante su real decreto de 23 de sep-tiembre de 1703, la concedió a don Antonio de los Re-yes y Correa (†1758), teniente de las Milicias de Areci-bo (Puerto Rico), que el 5 de agosto de 1702 se habíaenfrentado a la cabeza de sólo treinta soldados a dosnavíos ingleses que intentaron desembarcar gente pa-ra apoderarse de la población, lo que gracias al arrojode Correa, que recibió dos heridas, pudo evitarse: elRey, como digo, le dio grado de capitán de InfanteríaEspañola, y le concedió esta Medalla(29).

1704 Don Felipe V concedió una medalla de oro con losbustos de los Reyes al capitán mercante don Antonio

El Rey Don Carlos III conatuendo militar. Este mo-narca y su hijo y sucesorDon Carlos IV distribuyeronlargamente durante susreinados la Medalla de laReal Efigie.

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de Igarzábal y a cinco de sus marineros, todos gui-puzcoanos que, habiendo sido apresado su buque yfondeado en Gibraltar, lograron alcanzar y encerrar ala dotación de presa enemiga y salir a la mar atrave-sando por entre la escuadra inglesa, arribando feliz-mente a Algeciras(30).

1712 En 12 de marzo, Don Felipe V dio esta Medalla, desti-nada únicamente para los que se singularizan en fide-lidad y amor en el real servi-cio, para que se la pusieseen testimonio de lo grato quele habían sido sus servicios,y junto con la patente de ca-pitán de mar y guerra, al cor-sario portorriqueño don Mi-guel Henríquez, mulato porcierto y gran armador de bu-ques en corso, quien llegó aamasar una gran fortunavendiendo en San Juan laspresas que hacía en SanThomas y Curaçao. Debió decomenzar sus actividadeshacia 1701, y sus naves seenfrentaron principalmente alas de los contrabandistas deJamaica y Curaçao, pero realmente cubrieron todo elCaribe. En 1712 puso en fuga ocho balandras holan-desas que estaban en el puerto de Ocumare. Henrí-quez se transformó en un gran armador y tuvo a suservicio varios capitanes franceses y españoles. En1712 tenía armadas cinco naves con 500 hombres,que escoltaban los situados y avisos del área del Cari-be. Estas naves eran un bergantín, El Jenízaro Ameri-cano, y cuatro balandras (San Miguel, La Matutina, LaAurora y La Belona)(31).

1736 Don Felipe V, al establecer la Real Academia Militarde Barcelona, concedió a sus alumnos más aventaja-dos el premio de una medalla de oro, plata o bronce,según el modelo de la Medalla de la Real Efigie. Losalumnos aprobados en el cuarto curso tenían dos me-ses para discutir con el Inspector del Real Cuerpo y elDirector de la Academia, sobre todas las materias quehabían estudiado, a fin de que éstos jefes eligiesen alos tres mejores, quienes debían mantener en públicoconclusiones sobre los temas que les tocase en suer-te. Acabadas las conclusiones, se concedían tres pre-mios en votación secreta, que eran entregados solem-nemente por el Capitán General de Cataluña: elprimer premio consistía en una medalla de oro de 10doblones, con el busto del Rey en el anverso y la ins-cripción Philipus Quintus Hispaniorum el Indiarum Rexa su alrededor, y en el reverso la efigie de la Famacon un clarín en la mano y señalando con la otra ungrupo de instrumentos musicales y matemáticos, conla inscripción Non nisi grandia canto. El segundo pre-mio era una medalla semejante a la anterior, con elmismo anverso, pero en el reverso lucía el escudo dela Academia, formado por la diosa Minerva, armada ysentada sobre un león, y el letrero Nunc Minerva Pos-tea Palas. El tercer premio era una medalla igual quelas anteriores, con el mismo anverso, y en el reversoun león muerto del que salía un enjambre de abejas, yuna orla que decía Faciet dulcedo leonem. Estos pre-mios se llevaban pendientes de un ojal de la chupadel uniforme: para ello, con el primero se entregabauna cadena de oro doble por valor de cuatro doblo-

nes; con el segundo premio se entregaba una cadenade oro sencillo por valor de dos doblones; y con el ter-cero se entregaba una cinta de seda encarnada(32).

1752 Don Fernando VI concedió una medalla de plata a donJuan Balansó, patrón del pingüe San Antonio, de trescañones y quince hombres, por su valor el día 10 dejulio de 1747, al combatir contra una galera corsariaargelina a la que hundieron, matando a medio cente-

nar de sus tripulantes, incluido suarráez. La medalla muestra el bustodel Rey con la leyenda FERRANDUSVI TERRA PARIQ. MUNIFICUS, en elanverso; y en el reverso la escenadel pingüe acometiendo a la galeracorsaria y el lema IOANNI BALANSOCATALANO MAURI NAVE INCESADEMARSAQ. X KAL. IOL.MDCCLVII(33). La medalla fue graba-da por el célebre artista Tomás Fran-cisco Prieto, grabador de cámara deSu Majestad(34), y pasa por ser unade las más bellas de la época.

1767 A nombre del Rey la con-cedió el general Marqués de Croix, vi-rrey de la Nueva España, a don JoséAmorós, comandante de la Milicia de

Pardos de Veracruz; y a don Martín Lorenzana y donPedro Gaviola, capitanes de ella. Era de plata y se lu-cía en el ojal de la casaca, pendiente de cinta roja(35).

1777 Don Carlos III creó, según Guillén Tato -a quien siguenotros autores- la por él mismo denominada Medalladel Corso: pero si examinamos el tenor literal de ladisposición regia, notaremos que se trata, sin embar-go, de la misma Medalla de la Real Efigie, limitándoseel monarca a declarar el derecho de los corsarios es-pañoles a obtenerla en determinados supuestos ycondiciones(36).

1780 Don Carlos III, por sus reales órdenes de 16 de marzode 1780 y 7 de julio de 1781, concedió una medalla desu Real Efigie destinado a recompensar a los militaresdel ejército de Filipinas: mostraba en su anverso elbusto del Rey, y en el reverso una corona de laurelcon diversos atributos, y las leyendas PREMIO AL VA-LOR y MANILA. No se conocen ejemplares, ni se sa-be si tenía cinta(37).

1781 Don Carlos III concedió la Medalla de la Real Efigie adon Carlos Calfá, subteniente del Batallón de Pardosde Luisiana, y a don Pedro Tomás, teniente del Bata-llón de Morenos de Luisiana, por haberse distinguidomucho en las operaciones del asedio y toma de la pla-za británica de Pensacola (Florida), entre marzo y ma-yo de 1781, según publicó la Gaceta de Madrid del 21de agosto de 1781(38).

1781 Don Carlos III concedió medalla de oro con su efigie adon Bernardo Pequeño, armador corsario de Vigo(Pontevedra) y por haber apresado a trece buques in-gleses siendo comandante del bergantín San Carlos,alias El Atrevido; y a otro más cuando mandaba el ber-gantín Tres Hermanos. La medalla, de la que existenejemplares en el Museo Naval y en el Palacio Real deMadrid, fue grabada por el citado Tomás FranciscoPrieto y muestra en su anverso el busto del Rey rode-ado del lema CARLOS III REI DE ESPAÑA Y DE LASINDIAS; y en su reverso la figura de la Fama aladasobre nubes, sosteniendo una corona de laurel con ladiestra y sonando la trompeta con la siniestra, rodea-

Ejemplar de la Medalla de la Real Efigie, modelode 1760-1790, que se conserva en el MuseoNaval de Madrid.

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da del lema PREMIA Y EXCITA AL VARÓN ESFOR-ZADO; pendía de una cinta de color oro con filetesazules. Le fue impuesta al corsario Pequeño con granceremonia el 17 de enero de 1782 por el capitán ge-neral de La Coruña, que además le ciñó una espada,también regalo del monarca(39).

1782 Don Carlos III concedió esta Medalla, a propuesta delgobernador de la Luisiana, al indio norteamericano Ac-tayachi, jefe de la Nación Alibamon(40).

1787 Se dio la Medalla en octubre a donJuan Carlos Sánchez, capitán de Artille-ros Pardos de Maracaibo(41).

1788 Don Carlos IV la dio a don Tomás deTorres, capitán del Batallón de MorenosVoluntarios de La Habana, que habíasolicitado la condecoración de la Meda-lla con la Real Efigie, en atención a suscuarenta y tres años de servicios y almérito contraído durante el sitio de LaHabana por los ingleses (1762), la ex-pedición a La Luisiana (1767), y la tomade Pensacola (1781); sus jefes apoya-ron esta solicitud, y el Rey puso al mar-gen de ella el concedido, con su signo.En el oficio de concesión suscrito pordon Antonio Valdés el 31 de marzo de1789, se expresa que se ha dignado elRey concederle la gracia que solicitaba,de llevar su Real Efigie en medalla deoro; la qual no dirixo ahora por no ha-verlas acuñadas, pero la remitiré quan-do las haya. Todavía en 1793 el capitánTorres la reclamaba, y finalmente la me-dalla se remitió por mano del diplomáti-co don Diego de Gardoqui en 4 deagosto de 1793 al ministro de la Gue-rra, Conde de Campo Alange, el cual asu vez la remitió al capitán general deCuba para su entrega al interesa-

do1(42). En este mismo año se dio tam-bién a don Diego Calzada, capitán delBatallón de Pardos de Cuba y Bayamo,que había pedido la misma Medalla enatención a haber servido en la demolición de un plan-tío inglés en Bahíahonda (1740); en el refuerzo de LaFlorida (1742), en el sitio y toma de Gualquini (1743),y en el combate naval de la escuadra al mando dedon Andrés Reggio (1748). También sus jefes reco-mendaron la concesión de esta gracia porque será uneficaz estímulo para los demás de su color en dichopueblo -esto nos indica que el capitán Calzada erapardo o mulato-, y el Rey puso al margen el concedidocon su signo el 26 de marzo de 1789, precisando quela medalla sería de oro, y por no haberla se retrasó elenvío de la insignia hasta el 26 de septiembre de1792(43).

1789 El Rey la concede a don Francisco de Landaeta, capi-tán del Batallón de Pardos Voluntarios de Cara-cas(44).

1790 El Rey la dio de oro a don Bernardo Roca, comandan-te del Batallón de Pardos de Guayaquil(45). Y ademása don Juan Julián Ramón y a don José Garma, capi-tán y teniente respectivamente de la División de Par-dos Tiradores de Campeche(46); y a don PolonioAguileta y don Ignacio Solís, capitanes ambos de la

Primera División de Pardos Tiradores de Yucatán(47);y a don Maximiano Solórzano, comandante de las Mi-licias de Pardos de Caracas(48).

1792 Don Carlos IV a don Francisco Antonio Álvarez, capi-tán del Batallón de Pardos de la Milicias Disciplinadasde Infantería de La Habana, con treinta y ocho añosde servicios -sitio de La Habana en 1762, expediciónde La Luisiana en 1769, conquistas de la Mobila y

Pensacola en 1781-, que había instado del Reyque se digne concederle la gracia de su Real Efi-gie para vincularla en su corazón como premio;recomendado por todos sus jefes, el Rey se laconcedió de oro el 15 de agosto de 1792, y se leremitió enseguida(49).

1794 Don Carlos IV la dio a don Juan Da-niel de Rivera, capitán de granaderos del Bata-llón de Morenos Libres de las Milicias Disciplina-das de La Habana(50).

1794 El Rey distinguió en marzo con estaMedalla a los esclavos sublevados en Haití con-tra sus amos franceses (revuelta sostenida porEspaña a través del gobernador de Santo Domin-go): siendo de oro para los tres generales JuanFrancisco (Jean François Papillon), GeorgesBiassou y Jacinto (la de este, que murió antes derecibirla, se dio luego al célebre François Tous-saint Loverture); y doce de plata para otros jefesnegros. Todos ellos habían sido recibidos comovasallos del Rey, y les habían sido reconocidossus empleos militares(51).

1796 Don Carlos IV la dio a don AntonioValentín Fuertes, sargento del Batallón de More-nos Libres de las Milicias Disciplinadas de La Ha-bana, quien había conducido junto a Antonio Pa-rra ciertos efectos para el Gabinete de HistoriaNatural(52); a don Manuel Sánchez, teniente deMilicias de Pardos de Mérida de Yucatán (estaera de plata)(53); y a don Andrés Fuenmayor ydon Pedro Páez, comandantes de las Milicias dePardos de Aragua y de Valencia(54).

1796 Don Carlos IV la dio a don PedroArévalo, capitán de las Milicias de Pardos de Ca-racas; y a don Francisco Javier Otero, teniente

de granaderos del Batallón de Pardos Libres de LaHabana(55).

1797 El Rey la concedió en enero a don Marcos CeballosCondorpusa, cacique y sargento mayor de indios deArequipa, reconocido como noble. Esta concesión sehizo de conformidad con las que con anterioridad sehabían hecho a favor de cuantos caciques habían co-laborado en las operaciones contra los sublevados almando de Tupac Amaru, y por ello llevaba el distintivode una banda encarnada(56).

1798 Don Carlos IV la dio a don Marcos Moreno, coman-dante del Batallón de Morenos Libres de las MiliciasDisciplinadas de La Habana(57).

1798 Don Carlos IV la dio a don Agustín Bolaños y Miranda,soldado del Batallón de Pardos Libres de las MiliciasDisciplinadas de Lima(58); y de plata a don DomingoGarcía y don José de la Cruz, capitanes de la Divisiónde Milicias de Pardos de Campeche, a don CipriánPolanco, teniente de la misma, y a don Lucas Brito,subteniente de la misma(59).

1799 Don Carlos IV, por su real orden de 18 de marzo de1799, dispuso la concesión de la medalla de la Real

Los generales hait ianosToussaint Louverture yBiassou, dos de los con-decorados con la Medallade la Real Efigie en 1794.

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Efigie a favor del teniente de navío don José de Salce-do, comandante del jabeque África, por su temerariovalor durante el encuentro y abordaje contra los bu-ques británicos Espoir y Majestic. La propuesta partió,sorprendentemente, del jefe enemigo, el almirante Co-lligwood, admirado del valor del oficial español(60).

1808 En 9 de febrero concedió el Rey facultad a su virreyde Buenos Aires para que á los Oficia-les de color que se hubiesen distingui-do en la defensa les conceda la meda-lla de su Real efigie, ya de oro ó ya deplata, como premio destinado á los in-dividuos de esta clase que contraenmérito particular(61).

1809 La Junta Suprema Central Gubernativadel Reino concedió en 13 de enero laMedalla de la Real Efigie en oro o plataa los oficiales y soldados de color quehubiesen participado en la defensa dela plaza de Buenos Aires en 1807(62).

1810 La Regencia, con fecha 24 de diciem-bre de 1810, concedió una medalla deoro de la Real Efigie a don Pablo Soza,vecino de Mallorca, piloto mercante ycapitán del bergantín San Rafael, arma-do en corso y mercancía, por su valordurante un empeñado combate quesostuvo contra un pirata francés frentea Baracoa (Cuba). La medalla mostrabaen su reverso un ancla con el lema AL VALOR, y pen-día de una cinta partida por mitad de rojo y blan-co(63).

1812 El Virrey de la Nueva España concedió, en nombredel Rey, el uso de una medalla de oro con el busto denuestro Soberano y una inscripción análoga a sus ser-vicios, a don Diego Narciso de Chávez, cura de la pa-rroquia del Espíritu Santo de Querétaro, y a don JoséManuel Cabrera, religioso del Colegio Apostólico de laSanta Cruz, que defendieron la plaza del ataque delos rebeldes el 30 de octubre de 1810(64).

1816 Don Fernando VII concedió varias medallas de oro dela Real Efigie, coronadas, a los jefes y oficiales de lasfuerzas que derrotaron a una flotilla de insurgentes enel Caño del Estero de Pasacaballos (Costa Firme, ac-tual Venezuela) el 26 de octubre de 1815; y otras va-rias medallas de plata coronadas a otros oficiales, sar-gentos y tropa por los mismos servicio; la cinta era lamisma del llamado premio medio, o sea de los coloresde la de la Orden de San Fernando. Con la medallade oro coronada fueron premiados don Francisco To-más Morales, coronel comandante de la vanguardia;don Juan Camacho, capitán de Ingenieros; don Vicen-te Sánchez Lima, capitán de Húsares de FernandoVII; don Sebastián Díaz, capitán de Zapadores; donJosé Argüelles, capitán del Regimiento de la Victoria;don Francisco Ovando, capitán graduado de tenientecoronel del 6º Escuadrón de Artillería; don Miguel Ria-ño y don Juan Muñoz, tenientes de Húsares de Fer-nando VII; y don Gaspar Boigas, teniente del Regi-miento de Granada. Con la medalla de plata coronadafueron recompensados don Juan Sicilia, capitán delBatallón del Rey; don Fabián Pérez y don Antonio Fer-nández, tenientes del mismo; don Cosme Rodríguez,sargento primero graduado del Batallón de la Victoria;don Joaquín Gomiel y don Juan Hurtado, soldadosgraduados de sargento del 6º Escuadrón de Artillería;

Joaquín Bos, soldado del Regimiento de Granada; ydon Pedro Alcántara, moreno, capitán agregado al Ba-tallón del Rey(65).

1816 Don Fernando VII, por su real cédula de 22 de marzode 1816, concedió la medalla de oro de la Real Efigie,pendiente de cinta roja, a don Antonio Núñez, caciquede indios, y también a su hijo don Juan José Núñez,

por su extraordinario valor y su auxilio a la sitia-da plaza de Santa Marta (actual Colombia), eldía 15 de octubre de 1815(66).

1817 Don Fernando VII al conquense donManuel Crespo Cebrián (1793-1868), subtenien-te del Regimiento de Infantería de la Unión, unamedalla de oro coronada con el busto del ReyN.S. por el mérito contraído el día 5 de enero de1816 en el asalto a las baterías insurgentes quesitiaban el castillo de Santa Rosa, sobre la po-blación de Asunción, en la isla Margarita, actualVenezuela(67). Más tarde, Crespo alcanzaría elempleo de teniente general de los Ejércitos Na-cionales, y durante toda su carrera militar luciócon orgullo sobre su pecho esta medalla -junto alas grandes cruces de San Hermenegildo e Isa-bel la Católica, y dos cruces de 3ª clase de SanFernando-, con la que fue retratado por Bernar-do Blanco(68).

1818 Don Fernando VII concedió en 23de febrero de 1818 a doña María Josefa Matos,viuda de don Domingo Manterola y vecina de Ca-

racas, por sus servicios y riesgos durante las dos re-voluciones ocurridas en la provincia de Caracas (ac-tual Venezuela), la distinción de una medalla de orode la Real Efigie, orlada y coronada, y en el anverso ellema EL PREMIO A LA FIDELIDAD DE LAS AMÉRI-CAS(69).

1818 Don Fernando VII concedió en mayo diversas meda-llas de oro y plata de la Real Efigie, en su caso coro-nadas, a varios militares de la clase de pardos distin-guidos en la pacificación de las provincias de la actualVenezuela, según las propuestas de su capitán gene-ral don Pablo Morillo: don Antonio Ramos, comandan-te de Caballería, natural de Guayabal; don Felipe Ra-mos, teniente coronel graduado de Caballería,hermano del antecedente; don Juan José de Cruces,teniente coronel graduado, natural del Pao; don Fran-cisco Javier Palmero, capitán de las Guerrillas de Bari-nas; don Francisco Polanco, don José Antonio Ochoay don Manuel Felipe Ochoa, todos tres capitanes delEscuadrón de Tisnados; don Manuel Ramírez, capitándel Campo volante de Orituco; y don Juan BasilioCastillo, capitán de los Escuadrones del Rey, naturalde Guardatinajas(70).

1819 Don Fernando VII la concedió a los defensores de lafortaleza del Callao (Perú) en octubre de 1819; al pa-recer con anilla(71).

Aún perduró esta primera y más antigua condecora-ción militar española durante algunos decenios, sin que sepa-mos por ahora la fecha exacta de su extinción, que quizá coin-cidió con la muerte de Don Fernando VII en 1833 -es decir, conel fin del Antiguo Régimen en España-, o más bien poco des-pués del destronamiento de su hija y sucesora Doña Isabel II,en 1868. Y es que aquel monarca llamado El Deseado instituyódos condecoraciones militares netamente inspiradas en la tradi-cional Medalla de la Real Efigie. En 11 de mayo de 1815 decre-tó la Majestad Católica que el distintivo para premio de los indi-viduos de la Armada sea referente a las acciones militares de

El general don ManuelCrespo Cebrián, que fuecondecorado con la Medallade la Real Efigie en 1817.

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mar en buques o escuadras y en cualesquiera puntos del globoen que hayan acontecido, y enseguida, a propuesta de Su Alte-za Real el Infante Don Antonio, Almirante General de España eIndias, se llevó a efecto el establecimiento de la Cruz de la Dia-dema Real de Marina, en cuya cruz se mostraba el busto o efi-gie del monarca sobre un fondo rojo -a partir de 1833, esa efi-gie sería la de la Reina su hija y sucesora-; este premio al valorde los marinos mantuvo ese nombre hasta 1866, pero resultaque aún existe porque entonces simplemente se transformó enla vigente Orden del Mérito Naval(72). Pocos años más tarde,en 19 de junio de 1833, con ocasión de la jura co-mo Princesa de Asturias de su hija y heredera Do-ña Isabel, estableció el Rey una nueva condecora-ción militar denominada Cruz de María IsabelLuisa, destinada a premiar el valor de las clases detropa del Ejército y la Armada, y pensionada. La in-signia, una cruz de plata o de esmalte blanco queen su origen mostraba la cifra de la Princesa, pasódesde 1839 (en las cruces de oficial) a exhibir elbusto de la Reina, hasta su abolición en diciembrede 1868.

Tampoco es de olvidar que el propio DonFernando VII, al crear en 24 de marzo de 1815 laReal y Americana Orden de Isabel la Católica, in-sertó en ella la vieja y tradicional Medalla de la Re-al Efigie, al disponer, en el artículo XXI de los Esta-tutos fundacionales, que

Para los individuos de las diferentes cas-tas que se hicieren acreedores a un dis-tintivo honorífico, me reservo el condeco-rarles con una medalla de oro, en que sevea grabado mi Real busto, la que lleva-rán al pecho con una cinta morada. De es-ta misma medalla usarán los sargentos, ca-bos y soldados que pertenezcan a lasmencionadas castas; y los que no fueren deellas, habiendo hecho los servicios que expli-can los artículos XIX y XX y cualquiera otrosiguales o más señalados, la llevarán laurea-da, esto es, rodeada de una orla de laurel.El coste de estas medallas será de cuenta delos cuerpos a que pertenezcan los que fue-ran condecorados con ellas, sin perjuicio deque opten unos y otros al sobre prest, abonode tiempo o graduación militar a que se ha-gan acreedores por acciones de valor. Te-niéndose generalmente por acción distingui-da para los premios en las de esta clase laque lo fuere en la opinión militar.

Es decir, que la antiquísima Medalla de la Real Efigiedel Rey Nuestro Señor, en realidad no pereció por los menta-dos años de 1833 o de 1868, sino que habría perdurado de iu-re a través de la Real y Americana Orden de Isabel la Católica,cuyos Estatutos fundacionales permanecen vigentes en todoaquello que no se oponga a los que hoy rigen, según se dispo-ne expresamente en el real decreto 2395, de 6 de noviembrede 1998(73); y también a través de la vigente Orden del MéritoNaval, heredera a su vez de la Cruz de Diadema Real de Mari-na. Y tampoco es de olvidar, por otra parte, que la Medalla dela Real Efigie del Rey Nuestro Señor constituye el antecedenteinmediato y directo, como premio a la constancia militar, de laReal y Militar Orden de San Hermenegildo, establecida por elRey Don Fernando VII en 1815, y cuya historia institucional de-be remontarse así hasta el siglo XVII, nada menos.

La Medalla de la Real Efigie del Rey Nuestro Señor, ala que el título de nuestro artículo señala como la primera ymás antigua condecoración militar hispana, lo fue efectivamen-

te, como he expuesto y demostrado; y no solo eso, sino que, siconsideramos que por aquel entonces en la Monarquía Univer-sal hispana se integraban territorios flamencos, italianos y ame-ricanos, podría deducirse que también fue la primera condeco-ración militar que tuvo vigencia en dichos países, hoyindependientes y ya separados de España. Solamente por es-tas circunstancias, bien merece que prosigamos con las investi-gaciones hasta poder completar su historia institucional y per-sonal, que promete ser interesantísima.

Como se ve, no siempre España ha ido a re-molque de otras potencias europeas, sino que -bien lo sabemos los historiadores- hubo un tiempoen el que fue España la que guió a Europa, enca-bezando iniciativas y novedades, difundiendo usosy modas, y, en fin, fomentando el progreso. La Me-dalla de la Real Efigie del Rey Nuestro Señor, naci-da cuando la hegemonía hispana era firme -puesno había comenzado aún su decadencia en benefi-cio de Francia e Inglaterra-, es una buena muestrade ello, y viene a confirmar la necesidad insoslaya-ble de perseverar en el estudio de nuestra propiahistoria.

NOTAS

1) Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA GILA, José Luis ISA-BEL SÁNCHEZ y Luis de CEVALLOS-ESCALERA GILA, LaReal y Militar Orden de San Fernando (Madrid, Palafox y Pe-zuela, 2003), páginas 25-30.

2) Según el real decreto de 29 de abril de 1789.

3) Testimonio recogido por el contralmirante Julio GUILLÉNTATO en su excelente obra Condecoraciones Marineras (Ma-drid, 1958), páginas 86-87.

4) Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA GILA, “Las Cruces del Mérito Military del Mérito Aeronáutico: un modelo inadmisible”, editorial de la revistaCuadernos de Ayala, 14 (abril-junio 2003), pág. 2.

5) Por ejemplo -y sólo es un ejemplo entre mil-, la reciente obra de PeterDUCKERS, British Gallantry Awards (1855-2000), (Buckinghamshire,2001), págs. 4-5.

6) Besançon, Bibliothèque Municipal, colección Chiflet, libro 3, folio 100.

7) Sobre este importante asunto, véanse los estudios de Ramón TEJA CA-SUSO, “El ceremonial en la corte del Imperio Romano tardío”, en Empera-dores, obispos, monjes y mujeres (Madrid, 1999), págs. 39-71; José Ma-nuel NIETO SORIA: Ceremonias de la realeza. Propaganda y legitimaciónen la Castilla Trastámara (Madrid, 1993); y Carmelo LISÓN TOLOSANA,La imagen del Rey. Monarquía, realeza y poder ritual en la Casa de losAustrias (Madrid, 1992).

8) Don Juan I, hallándose en Segovia en el verano de 1390, instituyó la Or-den del Espíritu Santo, y la divisa de la Rosa. La solemne ceremonia decreación de la nueva Orden tuvo lugar en la catedral segoviana, el 25 dejulio de 1390, festividad del Apóstol Santiago; y en la misma ocasión elRey mostró el libro con sus estatutos. La insignia de la Orden era un collarfecho como rayos de sol, e estaba en el dicho collar una paloma blanca,que era representación de la gracia del Spíritu Sancto; el mismo monarcase lo dió a varios caballeros ante el altar mayor del templo segoviano. LaDivisa de la Rosa era para los escuderos del Rey, y la traían los que querí-an provar los cuerpos justando o en otra manera. Pero LÓPEZ DE AYALA,Crónica de Don Juan I, año XII, cap. XVIII.

9) Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA GILA, La Orden y Divisa de la Ban-da Real de Castilla (Madrid, 1993).

10) Crónica de Juan II, año 1437, cap. 2. Y también año 1430, cap.13(otorgamiento del collar al Conde de Cili, sobrino del Emperador Segis-mundo, y a otros cuatro caballeros de su séquito); año 1435, cap.8 (otorga-miento de veintidós collares de la Escama a micer Roberto, Señor de Bal-se, y a veintiún miembros de su séquito); año 1437, cap.2. (otorgamientodel collar a mosén Diego de Valera).

11) Así, Julio GUILLÉN TATO, Condecoraciones Marineras, op. cit., pág. 3;y Carlos LOZANO LIARTE y Ana ROS TOGORES, Catálogo de condeco-raciones del Museo Naval (Madrid, 2001), págs. 29-30 y 32. Pero es dejusticia hacer notar que son estos dos últimos autores los primeros quehan mencionado la Medalla de la Real Efigie (op. cit., págs. 21-22 y 32),aunque sin llegar a dar una idea exacta de ella.

12) El dueño de las estrellas, en la Parte Segunda de las comedias de donJuan Ruiz de Alarcón (Barcelona, 1634).

La Reina Doña IsabelSegunda, durante cuyolargo reinado (1833-1868) agonizó la Me-dalla de la Real Efigie.

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13) Francisco ÁLVAREZ-OSSORIO, Catálogo de las medallas de los siglosXV y XVI conservadas en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid, 1950).Por cierto que esa colección procede de la Colección Real, primeramentedepositada por Felipe V en la Biblioteca Real (hoy Nacional), y cuenta yacon más de quince mil ejemplares. Agradezco a la Dra. Dª Dolores Palme-ro su ayuda para obtener fotografías de piezas allí conservadas.

14) AGS, GA, legajo 2170: sobre la diferencia entre Joya y Medalla, véaseel expediente del sargento Juan de Silva.

15) AGS, GA, legajo 2169.

16) AGS, GA, leg. 2171.

17) AGS, GA, legajo 2170.

18) AGS, GA, libros 292 (1665), 302-304(1668-1670), 309 (1667-1669) y 314(1669); legajos 2087 (1665), 2114(1666), 2167, 2168, 2171 y 2185(1668), 2197 (1669), 2226 (1670),2270 (1672), et sic de ceteris...

19) AGS, GA, legajo 2266.

20) AGS, GA, legajo 2169.

21) AGS, GA, legajo 2170.

22) AGS, GA, legajo 2171.

23) AGS, GA, legajo 2197.

24) AGS, GA, legajo 2226.

25) AGS, GA, legajo 2266.

26) AGS, GA, legajo 2770.

27) AGI, Filipinas, legajo 3, expte. 151; ylegajo 349, libro 6, folios 84v-89v.

28) Establecida en 1671, fue la más importante de las que el Rey mantuvofuera del territorio peninsular -en Nápoles, Orán, Cerdeña y Milán. El go-bernador general de los Estados de Flandes, Conde de Monterrey, fuequien transformó la Casa de pages de los antiguos Duques de Brabante(creada en 1600 por los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia en1600) en Academia, para que la nobleza estuviese suficientemente instrui-da en matemáticas y fortificación. El primer director fue Francisco Paran deCeccati, antes director de la de Besançon. El gobernador general Duquede Parma la reorganizó en 1680, y en ella se formaron nada menos que700 oficiales. Argimiro CALAMA ROSELLÓN, “Las Reales Academias Mili-tares de Matemáticas en la Ilustración”, en Torre de los Lujanes, 56 (julio2005), págs. 137-173.

29) Julio GUILLÉN TATO, Condecoraciones Marineras, op. cit., pág. 5. Es-te héroe, comúnmente llamado el capitán Correa, es hoy un héroe nacionalpuertorriqueño, cuya biografía aparece publicada por doquier.

30) Gaceta de Madrid del 16 de diciembre de 1704. Julio GUILLÉN TATO,Condecoraciones Marineras, op. cit., pág. 5.

31) Cedulario, tomo 20, flo. 355, nº 309. Dr. Paul G. MILLER, Historia dePuerto Rico (Nueva York, 1946), pág. 170. Fernando PICÓ, Historia Gene-ral de Puerto Rico (Río Piedras, 1986), pág. 102. Manuel José AYALA, Dic-cionario de Gobierno y Legislación de Indias (Madrid, Ediciones de CulturaHispánica, 1989), IV, pág. 316.

32) Eusebio TORNER, Datos para la historia de la Real y Militar Academiade Matemáticas de Barcelona... (Madrid, 1891). Argimiro CALAMA RO-SELLÓN, “Las Reales Academias Militares de Matemáticas en la Ilustra-ción”, en Torre de los Lujanes, 56 (julio 2005), págs. 137-173; la cita de es-tas medallas en la pág. 152.

33) Julio GUILLÉN TATO, Condecoraciones Marineras, op. cit., pág. 5.

34) Don Tomás Francisco Prieto (Salamanca, 1716-1782), fue grabador ge-neral de la Real Casa de Moneda de Madrid, fundador en 1771 de una ex-celente Escuela de Grabado que surtió de grabadores a todas las cecasespañolas y americanas, y director de la Real Academia de Bellas Artes deSan Fernando. Otra obra de este artista tuvo gran relevancia, ya que fue elautor de los dibujos de las Armas Reales modificadas por el Rey Carlos IIIen 1759: Fernando GARCÍA-MERCADAL, “El Escudo Grande de CarlosIII”, en Emblemata, 2 (1996), págs. 239-262; 3 (1997), págs. 227-236; 6(2000), págs. 229-240; y 7 ( 2001), págs. 447-454. Actualmente, la Funda-ción Real Casa de la Moneda (Fábrica Nacional de Moneda y Timbre) con-voca un premio anual de escultura y medallística que lleva su nombre yque perpetua su grata memoria.

35) AGS, Secretaría de Guerra, legajo 6973, expediente 16.

36) Julio GUILLÉN TATO, Condecoraciones Marineras, op. cit., pág. 17-18(afirmando que conocía varias concesiones). Antonio VIVES, Medallas dela Casa de Borbón, de D. Amadeo I, del Gobierno provisional y de la Repú-blica Española (Madrid, 1916, 2 vols.), lámina VII, números 3 y 3.

37) Luis GRÁVALOS GONZÁLEZ y José Luis CALVO PÉREZ, Condecora-

ciones militares españolas (Madrid, 1988), pág. 32.

38) Gaceta de Madrid de 21 de agosto de 1781.

39) Antonio VIVES, Medallas de la Casa de Borbón, op. cit., núm. 71, lámi-na VII, núm. 4. Julio GUILLÉN TATO, Condecoraciones Marineras, op. cit.,págs. 21-22. Luis GRÁVALOS GONZÁLEZ y José L. CALVO PÉREZ, Con-decoraciones militares españolas, op. cit., pág. 32, fig. 25. Carlos LOZANOLIARTE y Ana ROS TOGORES, op. cit., pág. 116.

40) AGI, Papeles de Cuba, legajo 203.

41) AGS, Secretaría de Guerra, legajos 7166, expte. 35; y 7170, expte. 17.

42) AGS, Secretaría de Guerra, legajo 6872, ex-pediente 23.

43) AGS, Secretaría de Guerra, legajos6870, expediente 19; y legajo 6872, ex-pediente 23.

44) AGS, Secretaría de Guerra, lega-jos 7168, expte. 33, y 7175, expte.21.

45) AGS, Secretaría de Guerra, legajo7077, expediente 28.

46) AGS, Secretaría de Guerra, legajo7207, expedientes 9 y 62.

47) AGS, Secretaría de Guerra, legajos7209, expte. 22, y 7215, expte. 12.

48) AGS, Secretaría de Guerra, legajo7172, expediente 54.

49) AGS, Secretaría de Guerra, legajo6872, expediente 55.

50) AGS, Secretaría de Guerra, legajo 6873, expediente 43.

51) AGI, Estado, 14, N.77, N.86 y N.89.

52) AGS, Secretaría de Guerra, legajos 6854, expte. 50; y 6857, expte. 55.

53) AGS, Secretaría de Guerra, legajo 7212, expediente 10.

54) AGS, Secretaría de Guerra, legajo 7182, expediente 9.

55) AGS, Secretaría de Guerra, legajo 7192, expediente 36; y para el se-gundo, ibidem, legajo 6875, expediente 7, y legajo 6854, expediente 39.

56) AGS, Secretaría de Guerra, legajo 7124, expediente 47.

57) AGS, Secretaría de Guerra, legajo 6877, expediente 2.

58) AGS, Secretaría de Guerra, legajos 7108, expte. 43; y 7134, expte. 93.

59) AGS, Secretaría de Guerra, legajo 7217, expediente 25.

60) Luis GRÁVALOS GONZÁLEZ y José L. CALVO PÉREZ, Condecoracio-nes militares españolas, op. cit., pág. 34, fig. 29.

61) Rodolfo MOM y Laurentino VIGIL, Historia de los premios militares, Re-pública Argentina (Buenos Aires, 1910, 3 vols.), III, págs. 139-140.

62) Ibidem.

63) Julio GUILLÉN TATO, Condecoraciones Marineras, op. cit., págs.61-62.Luis GRÁVALOS GONZÁLEZ y José Luis CALVO PÉREZ, Condecoracio-nes militares españolas, op. cit., pág. 80, fig. 145.

64) Gaceta del Gobierno de Méjico, vol. III, número 254, de 2 de julio de1812. Luis GRÁVALOS GONZÁLEZ y José Luis CALVO PÉREZ, Condeco-raciones militares españolas, op. cit., pág. 83, figura 150.

65) Gaceta de Madrid del 21 de marzo de 1816.

66) Archivo Histórico Nacional, Reales Cédulas, núm. 5370. Luis GRÁVA-LOS GONZÁLEZ y José Luis CALVO PÉREZ, Condecoraciones militaresespañolas, op. cit., pág. 88.

67) AGM, Personal, legajo C-3778.

68) Litografía publicada junto a su biografía por Pedro CHAMORRO BA-QUERIZO, Estado Mayor General del Ejército (Madrid, 1852-1854), tomo II(tenientes generales), págs. 415-416.

69) Archivo Histórico Nacional, Reales Cédulas, número 2747. Luis GRÁ-VALOS GONZÁLEZ y José Luis CALVO PÉREZ, Condecoraciones milita-res españolas, op. cit., pág. 93.

70) Gaceta de Madrid del 3 de septiembre de 1818 y del 14 de octubre de1819.

71) José Toribio MEDINA, Las medallas chilenas (Santiago de Chile, 1901),medalla número 25. Almirante Louis Alexander MOUNTBATTEN (olim Bat-tenberg), Naval Medals (Londres, J. Murray, 1921), medalla número 683.Julio GUILLÉN TATO, Condecoraciones Marineras, op. cit., pág. 5.

72) Alfonso y Luis de CEBALLOS-ESCALERA GILA, La Orden del MéritoNaval (Cruz de distinción de la Diadema Real de Marina); en prensa.

73) Boletín Oficial del Estado del 21 de noviembre.

Insignias de las Reales Órdenes de Isabel la Católicay de San Hermenegildo, a través de las cualespervive la antigua Medalla de la Real Efigie.

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Ann Twinam, VIDAS PÚBLICAS, SE-CRETOS PRIVADOS. GÉNERO, HO-NOR, SEXUALIDAD E ILEGITIMIDADEN LA HISPANOAMÉRICA COLONIAL.Buenos Aires, Fondo de Cultura Econó-mica, 2009. ISBN 9789505577828. 500páginas. Hace más de doscientos años,en una calle de Medellín, Colombia, unoficial de la Corona española omitió elapelativo "don" al saludar a un prósperocomerciante local. A pesar de ser un hijoilegítimo, el comerciante se indignó por laomisión de ese título honorífico siempreutilizado entre miembros de la élite paradirigirse unos a otros. Inició en conse-cuencia un prolongado pleito, lo ganó ypudo así obtener una cédula de graciasal sacar, es decir, un decreto de legitima-ción que le permitía cambiar su estatusde nacimiento. El suyo no fue un casoaislado. Otras 243 peticiones llegaron aEspaña desde todos los rincones ameri-canos del imperio. Todos esos documen-tos, conservados en archivos españolesy americanos, replantean la comprensiónde las relaciones de géneros, el conceptodel honor, las costumbres sexuales y lailegitimidad en la América española delsiglo XVIII, pues ilustran simultáneamen-te la dualidad de la cultura hispánica, quepermitía a los individuos tener distintosestatus en la esfera pública y la privada,y el funcionamiento de la movilidad socialy racial. Así, Ann Twinam recorre las bio-grafías de los ilegítimos, y de sus parien-tes, amigos y vecinos en su lucha por elascenso social y contra la discriminaciónde las élites. Presenta las tradiciones yleyes preexistentes que influyeron en lasactitudes coloniales ante la sexualidad, ladiscriminación y la legitimación civil; ana-liza los diferentes métodos usados porlos oficiales reales para la tramitación yresolución de las peticiones e indaga silas reformas borbónicas promovieron elcambio o fueron conservadoras. En suspáginas se tratan temas de gran interésfamiliar, sociológico y genealógico: el pa-

pel de las madres; los embarazos; la vir-ginidad; el abandono; el concubinato; lospadres, la sexualidad masculina, el honormasculino; los solteros, los casados, losviudos y los religiosos; los adúlteros; loshijos naturales, ilegítimos, bastardos,adulterinos, espúreos y sacrílegos; el re-conocimiento y sus modalidades legalesy sociales; las gracias al sacar y sus pro-cedimientos y consecuencias. Lejos detodos los estereotipos, Vidas públicas,secretos privados revela la intimidad dela sociedad hispanoamericana colonialcomo más flexible, versátil y compleja delo que se ha venido considerando (ACE).

Jesús Menéndez Peláez (coord). JOSÉMOÑINO Y REDONDO, CONDE DEFLORIDABLANCA (1728-1808). ESTU-DIOS EN EL BICENTENARIO DE SUMUERTE. Gijón, Fundación Foro Jovella-nos del Principado de Asturias, 2009.ISBN 978-84-936171-4-1. 340 páginascon ilustraciones en blanco y negro. Unarecopilación muy oportunamente reuniday publicada bajo los auspicios de don Jo-sé María Castillejo y Oriol, Conde de Flo-ridablanca, y coordinada por el presiden-te de la Fundación, que incluye los textosde Orlando Moratinos Otero, José Moñi-no y Redondo, conde de Floridablanca.Apuntes biográficos; Manuel de Abol-Bra-són y Álvarez Tamayo, El conde de Flori-dablanca y la política de su época; Rafa-el Anes Álvarez de Castrillón, Elprograma económico del conde de Flori-dablanca; Santos M. Coronas González,José Moñino, fiscal el Consejo de Castilla(1766-1772); y Moisés llordén Miñam-bres, El conde de Floridablanca y Améri-ca. Una cronología de aquel gran gober-nante, y una bibliografía selecta cierraneste interesante volumen (ACE).

Juan José Garrido Parrilla e.a. HERÁL-DICA EN CEUTA. Ceuta, Instituto de Es-tudios Ceutíes, 2007. ISBN 978-84-935632-6-4. 172 págs. con ilustracionesen color. El profesor Garrido, reconocidaautoridad en la historia ceutí, nos presen-ta un acucioso elenco de todas las pie-zas epigráficas y pictóricas que se con-servan en la ciudad norteafricana, desdela época de la conquista portuguesa a laactualidad, que suman más de ochenta.Se trata del catálogo de todas ellas, reali-zado por encargo oficial en los años de1999-2000, que ahora ve por fin la luz,muy bien ilustrado con fotografías a colorde cada una. La catalogación es precisa,y las identificaciones acertadas; y sola-mente se hace notar desagradablemente-parece que Garrido es debil al halagozalamero- algún prestigioso falsario ma-tritense cuyos conocimientos en esta ma-teria no nos constan, pero que otra vezdemuestra una afición notable a figuraren libros que no ha escrito (ACE).

Gregorio del Ser Quijano (coord.), AC-TAS DEL CONGRESO DEL V CENTE-NARIO DEL NACIMIENTO DEL III DU-QUE DE ALBA FERNANDO ÁLVAREZDE TOLEDO. Ávila, Excmas. Diputacio-nes Provinciales de Ávila y de Salaman-ca, 2008. ISBN 978-84-96433-78-6. 754págs. con ilustraciones en blanco y ne-gro. Este relevante y denso volumencontiene, entre otros textos, las ponen-cias y comunicaciones de Luis MiguelEnciso Recio, El III Duque de Alba antela Historia; Félix Martínez Llorente, Destirpe gothorum: los Álvarez de Toledo ysu linaje hasta don Fernando Álvarez deToledo; José Manuel Calderón Ortega, Elgobierno de la Casa de Alba (siglos XIV-XVI); José Antonio Bernaldo de QuirósMoreno, La Casa de Alba en la “Summade Varones Ilustres” de Juan Sedeño;Fernando Delgado Mesonero, Biobliogra-fía del III Gran Duque de Alba don Fer-nando Álvarez de Toledo; Alfonso FrancoSilva, Los Álvarez de Toledo y los oríge-nes del Señorío de Villafranca del Bierzo;Juan Jacinto García Pérez, Notas históri-co-jurídicas en torno a algunas disposi-ciones testamentarias del III Duque deAlba; Antonio Osuna Fernández-Largo,Viaje del Gran Duque hasta su reposo fi-nal en la ciudad de Salamanca, y sepul-tura; Emiliano González Díez, El gobier-no de la Monarquía en tiempos del IIIDuque de Alba; Hugo O’Donnell, Duquede Tetuán, La escuela militar del III Du-que de Alba: ejemplo, doctrina y referen-cia histórica; Juan Antonio Sánchez Be-lén, El pensamiento militar en la épocadel III Duque de Alba don Fernando Álva-rez de Toledo; Roberto Quirós Rosado,Aproximación al pensamiento de la aris-tocracia urbana en la Castilla filipina: viday obra del regidor abulense Luis Pachecode Espinosa; Alfonso de Ceballos-Esca-lera Gila, Un linaje de criados mayoresde la Casa ducal de Alba: los Villapece-llín, alcaides de Alba de Tormes y de Pie-drahita; Hugo de Schepper, Justicia, gra-

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cia y policía en Flandes bajo el Duque deAlba (1567-1573); Francisco Javier DíazGonzález, La introducción de la etiquetaborgoñona en la Corte española; Santia-go Martínez Hernández, Estrategias ma-trimoniales en tiempos de disfavor regio:juicio, prisión y muerte de don Fadriquede Toledo, IV Duque de Alba, 1574-1585;Juan Carlos Bermejo de la Cruz, DonJuan del Águila; José Luis Delgado Gar-cía, Del protocolo borgoñón al protocolodel siglo XXI; Félix A. Ferrer García, En-tre el fervor religioso y el ardor guerrero:la vida del capitán Cristóbal de Castro(1545-1585); Javier San José Lera, De laformación cortesana al mecenazgo: his-toria cultural del Gran Duque de Alba;María José Casaús Ballester, El coleccio-nismo pictórico en la época del Gran Du-que de Alba; Adolfo Carrasco Martínez,La aristocracia en la Europa dividida. Laidea de nobleza en la Europa de la se-gunda mitad del siglo XVI; Sonia Caballe-ro Escamilla, Los orígenes del linaje: losÁlvarez de Toledo y el patrocinio artísticoen el Señorío de Valdecorneja durante elsiglo XV; e Irving A.A. Thompson, La últi-ma jornada: el Duque de Alba y la con-quista de Portugal (LCE).

Margarita Díaz-Andreu, Gloria Mora Ro-dríguez y Jordi Cortadella Moral (co-ords.), DICCIONARIO HISTÓRICO DELA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA. Ma-drid, Marcial Pons, 2009. ISBN 978-84-96467-45-3. 784 páginas. Un esfuerzo lo-able por reunir ordenadamente noticiasde las personas y de las instituciones de-dicadas a la Arqueología española a tra-vés de los siglos, en especial los dos últi-mos, en el que han tomado parte uncentenar largo de especialistas. La histo-ria de la Arqueología no solamente in-cumbe a los propios arqueólogos, sinoque trasluce la manera de entender e in-terpretar el pasado a través del testimo-nio de los restos materiales. Por otra par-te, es de notar la actividad en estecampo de ilustres personajes: no han si-

do pocos los nobles arqueológos, y elDiccionario recoge noticias biográficasdel Duque de Villahermosa; de los Mar-queses de Cerralbo, del Carpio, de la En-senada, de Estepa, de Grimaldi, de Llió,de Loriana, de Lozoya, de Monsalud, deMorante, de Salamanca, de Urquijo, deValdeflores y de la Vega Inclán; de losCondes de Casa Loring, de Cedillo, deGuimerá, de Lebrija, de Lumiares, de laVega del Sella; y de don Gaspar Melchorde Jovellanos, entre otros muchos. Estaimportante obra se cierra con un comple-tísimo índice de personas, lugares e ins-tituciones (ACE).

Vítor Escudero, S.M. O REI JUAN CAR-LOS I DE ESPANHA. O AMIGO DEPORTUGAL. NOTAS DE GENEALOGIAE HERALDICA. Lisboa, 2008. ISBN 978-972-8855-50-5. 60 páginas con ilustracio-nes en color. Un breve opúsculo genea-lógico y heráldico del monarca español,en el que se resumen semblanza huma-na, datos biográficos, ascendencia y pa-rentescos, sellos y armerías, y relacionescon Portugal. Todo precedido de unostextos muy cuidados, suscritos por Segis-mundo Ramires Pinto, presidente de laAcademia Lusitana de Heráldica, y porel catedrático Carlos Antero Ferreira, dela Academia Nacional de Bellas Artes.Una obra menor pero simpática y bienilustrada (ACE).

jesús Fernando Agudo Sánchez y JoséMaría de Montells Galán, EL ARTE DELEXLIBRIS. CATÁLOGO ILUSTRADO.Madrid, 2009. ISBN 978-84-613-1511-6.136 págs. con ilustraciones en blanco ynegro. El Centro de Estudios Bibliográfi-cos y Exlibrísticos de Madrid y la Acadé-mie International d’Héraldique han dadofelizmente a luz este interesante catálogoque reúne un centenar largo de piezasheráldicas de sus ricas colecciones, ensu mayoría compuestas durante el sigloXX, reproducidas todas gráficamente, eilustradas por medio de una erudita intro-ducción acerca de los bibliófilos y de losexlibris, en particular los armeros. Unainiciativa que debe tener una pronta con-tinuidad, considerando el elevado núme-ro de exlibris heráldicos españoles quese conocen: a ello llamamos a estos ani-mosos autores (ACE).

Manuel Ravina Martín, TESTAMENTOSDEL CÁDIZ DE LA ILUSTRACIÓN. Cá-diz, 2008. ISBN 978-84-8266-862-8. 302páginas. Bien sabido es que Cádiz fue lapuerta atlántica de la Monarquía Univer-sal hispana, y de la Monarquía centralistaborbónica, y por ello asiento de ilustreslinajes hispanos y foráneos. Manuel Ra-vina, director del rico Archivo HistóricoProvincial gaditano, nos presenta un es-cogido fruto de sus pesquisas en el mar

sin fondo de los protocolos notariales delgran puerto, en concreto la transcripciónde veintitrés testamentos de personajescélebres y de tipos curiosos, entre losque notamos las últimas disposicionesdel almirante Marqués de la Victoria, delgeneral Andrés de Reggio Branciforte,del Vizconde de Biota, del Conde de Re-paraz, de los Marqueses de Ureña y deMéritos, y de los célebres marinos Tofiño,Ulloa y Gravina. Una aportación muy es-timable porque permite al lector vislum-brar claramente los usos, costumbres, lé-xico e ideologías de los gaditanos deaquella época (ACE).

Anastasio Rojo Vega, DOCUMENTOSSOBRE LOS SEIS PRIMEROS DU-QUES DE BÉJAR. Valladolid, Universi-dad de Valladolid, 2008. ISBN 978-84-8448-485-1. 272 págs. Un completoestudio de la Casa de los Duques de Bé-jar (linaje de Zúñiga) durante los siglosXVI y XVII, que viene a demostrar quelas frecuentes y continuadas lamentacio-nes de sus titulares en cuanto a su de-caido pecunio no eran exageracioneslastimeras, sino una cruda realidad cau-sada por la mala administración y el des-pilfarro de algunos de ellos, lo que deter-minó su apartamiento de la Corte y lapérdida de todo poder político. El autordedica una especial atención a las rela-ciones de los Duques con el mundo de lacultura y de los libros, pues no es de olvi-dar que todos fueron bibliófilos y posee-dores de ricas librerías, y sobre todo quea don Alonso Diego López de Zúñiga ySotomayor, VI Duque de Béjar (1578-1619) dedicó Miguel de Cervantes su ce-lebérrimo Quijote, allá por el año de1605. Testamentos, inventarios de bienesy otras escrituras transcritas a la letra for-man la mayor parte de este libro, ilustra-do con nada menos que 668 referenciasdocumentales, y concluido con unos ín-dices en verdad muy precisos. Obra esti-mable y útil en todos conceptos (ACE).

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Aparentemente, es un hombre rágil, quizá débil.Nada delata su determinación, ese fuego interior que le de-vora desde la mocedad y se asoma a sus ojos. Destella sumirada con una luz sombría. Con la lentitud que dan losaños, se arrodilla ante el Cáliz de la Última Cena. Está cum-pliendo un sueño: postrarse ante el vaso sagrado y elevarsus preces al Altísimo. Reza el Emperador y una gélida brisaestremece los encendidos cirios.

Así debió ser o así me lo he ima-ginado. Mi amigo Alfredo Escudero me diolas primeras noticias de que el León de Ju-dá, el señor Emperador de Etiopía, la le-gendaria Tierra del Preste Juan, se habíaacercado a Valencia, con ocasión de su vi-sita a España, por rendirle homenaje alSanto Cáliz, al Santo Grial de la leyendaartúrica. Fue en 1971. Franco le recibió co-mo a un amigo. Hay fotos que lo atesti-guan.

Tuve yo, desde entonces, grancuriosidad por saber el porqué de esta visi-ta imperial. Toda la majestad de la Casa deSalomón, sangres altas y remotas, postra-da en la Catedral de Santa María. Para unfervoroso creyente como Haile Selas-sie I, el encuentro con la reliquia debióser muy emocionante. Se me ocurre amí que un hombre tan religioso comoél, cristiano copto que equivale a decirtanto como cristiano viejo, sentiría unahonda pulsación en el estómago yuna profunda calma.

Sabido es que el Arca de laAlianza está intimamente ligada a laDinastía salomónica, ya que fue Me-nelik I, el hijo de Salomón y la Reinade Saba, quien la llevó consigo a Etio-pía.

Para estos eruditos, el Grialsería, por tanto, una actualización me-dieval occidental de la leyenda del Ar-ca, mucho más antigua. Aunque lo cierto esque el Arca de la Alianza, se custodia en Ak-sum, en el antiguo reino de Saba, en la criptade la Iglesia de Nuestra Señora de Sión y escuidada por un sacerdote de la tribu de Leví,la única persona a quien se le permite ver elcofre sagrado donde se guardaron las Tablasde la Ley, ya que su visión le está vedada atodos, desde los más humildes hasta los Pa-triarcas y los Emperadores. Y no por capri-cho.

En 1948, el francés Maurice Denis-Papin la describió en una de sus obras comouna especie de cofre eléctrico capaz de pro-ducir descargas, del orden de los 500 a 700voltios. Fue Robert Charroux quien, en el li-

bro Cien mil años de historia desconocida (1963), la definiócomo algo parecido a un condensador eléctrico.

El Arca perdida y hallada en Aksum, sería una re-presentación del Trono Celeste de Cristo en la Tierra, quequedaría escondida justo bajo el lugar donde su Hijo seríainmolado. El Arca, testimonio del pacto entre Yahvé y supueblo, es el único objeto sagrado que las escrituras descri-

ben prolijamente y sin la menor sombra deduda, como dotado de energía sobrenatu-ral. Todos los demás elementos litúrgicos,hasta los excepcionalmente sagrados co-mo el candelabro de siete brazos, son con-siderados como meras piezas del mobilia-rio ritual. Entre ellos, el cofre sagradodestaca como algo excepcional y único,desde el mismo momento de su construc-ción. Así, el capítulo 25 del Éxodo contienelas instrucciones concretas para construir ymanipular un misterioso receptáculo basa-do en un plano divino que el mismo Yahvétransmitió a Moisés, un plano que conteníalas dimensiones precisas de la sagrada re-liquia, los materiales en que debía serconstruida y en el que hasta su propio pe-so parecía estar espiritualmente controla-

do. Inmediatamente después de suconstrucción, el Arca comenzó a ma-nifestar un enorme poder destructivo.El Arca desprendía una luminiscenciaen forma de chispazos, fogonazos olenguas de fuego. Era una fuente pa-ranormal de luz, una radiación cega-dora repetidamente expresada en elÉxodo, atribuida a una ardiente ener-gía celestial causante de lepra o tu-mores, que mataba accidentalmente aquienes la tocaban o abrían y que so-lo unos pocos predestinados podíancontrolar. Hasta los exégetas judíosinvocan tradiciones en las que el Arcade la Alianza parece capaz de contra-rrestar la fuerza de gravedad, ya que

no solo podía auto transportarse, sino queincluso levantaba por los aires a sus exclu-sivos portadores, los caatitas, los hijos deCaat, un clan de la tribu de Leví.

La Biblia cuenta que tras la muertede Nuestro Salvador se oscurecieron loscielos y tembló la tierra, resquebrajándoselos cimientos de la cruz y abriéndose unagrieta hasta la cámara del Arca. Cuando elcenturión romano Longinos clavó la lanzaen el costado de Jesús, sus últimas gotasde sangre fueron a caer sobre el cofre sa-grado. De la tierra brotaría la Verdad cuan-do el Arca de la Alianza y las Tablas de laLey pudieran ser por fin reveladas a toda laHumanidad.

DE RE DINASTICA

EL SANTO GRIAL EN LA TRADICIÓN DEL IMPERIO ETÍOPE

por el Dr. D. José María de Montells y Galán (Colegio Heráldico de España y de las Indias)

Arriba, el Santo Cáliz de Valencia, y en elcentro la dedicatoria del Emperador HaileSelassie en el libro de oro de su Hermandad

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También los nazis le atribuyeronpoderes electromagnéticos. Estos poderes ex-plicarían la misteriosa muerte de uno de losportadores del Arca, relatada en el libro deSamuel, Capítulo VI: mas así que llegaron a laera de Nacón, extendió Oza la mano hacia elarca de Dios y la sostuvo, porque los bueyescojeaban y la habían hecho inclinar. Y elSeñor indignado en gran manera contra Oza,castigóle por su temeridad y quedó allí muer-to, junto al Arca de Dios.

Es un hecho constatado que los sac-erdotes que la guardan celosamente en laIglesia de Nuestra Señora de Sión, enfermanmisteriosamente si se exponen a su influjo yluego, mueren sin remedio. Algo hay en el Ar-ca que se nos escapa. En Lalibela, un monjeceliota dejo escrito que en el Arca está con-tenida la ira de Dios. En la Etiopía de hoy, elArca es el objeto central del culto cristiano ycada uno de sus templos contiene un réplicaexacta de la reliquia, pero nadie se atreve amirarla.

Cualquiera que me conozca, sabe demi querencia por la figura histórica del Negus,del Emperador de Etiopía, Haile Selassie I,Rey de Reyes y Señor de Señores. Un esta-dista que sacó a su país del feudalismo y loinstaló en la Era Moderna, sin perder un ápicede su propia tradición, aunque no cuente conel beneplácito de Ryszard Kapuscinski, perio-dista polaco muy pagado de sí mismo, que lededicó una cruel biografía. Para mí que era laviva imagen de un caballero medieval. Los ile-trados de toda laya y condición le han denos-tado hasta la saciedad, comparándole con untirano, silenciando sin embargo, los horrendoscrímenes contra el pueblo etíope, de su suce-sor castrista Mengistu Mariam, que le derrocóy mando asesinar. En sentido contrario, losrastas jamaicanos, le glorifican como la segun-da reencarnación de Jesucristo, pese a que élrechazase en vida, tamaña estupidez. Al sobe-rano etíope he consagrado varios artículos yalgún sesudo estudio sobre las órdenes de ca-ballería discernidas por su augusta voluntad.

Tengo el pálpito que el Rey de Reyes, buen conoce-dor de la leyenda artúrica, quiso visitar el Santo Cáliz, endesquite porque no podía hacer lo mismo con el Arca deAlianza. Un hombre tan piadoso, tan temeroso de Dios nopodía desafiar a sabiendas la ira de Dios.

Que conoció la materia de Bretaña, lo sabemos poruno de sus preceptores, el Obispo católico de Harar, Monse-ñor Jarosseau, quien le introdujo en los secretos de la len-gua francesa y en la veneración de los misterios de la fe, co-munes a la Iglesia Católica y a la Copta. El Obispo fue elque primero le hablase de la búsqueda del Santo Grial. Unabusca que es paralela a la búsqueda del Arca, ya que ambasson espirituales y tienen como fin último, el encuentro conDios.

Al parecer, no faltan quienes habrían encontradoconexiones entre una de las primeras obras que hablan del

Santo Grial, el Perceval del poeta medievalWolfram Von Eschenbach, y algunos relievesde la catedral francesa de Chartres, que repre-sentan a la reina de Saba. Habría pues, un le-jano vínculo entre el reino del Preste Juan y elrey Arturo de la Tabla Redonda, que algo mástarde los navegantes portugueses ayudarían adivulgar.

En la leyenda del rey Arturo es el caballero sirPerceval quien encuentra el vaso sagrado, lacopa en que bebió Jesús en la última cena yque poseía milagrosos poderes curativos y re-generativos, en el castillo de Monsalvat, en losPirineos españoles, vigilado por Amfortas, reyde los caballeros del Santo Grial. Pero un he-chicero había herido a Arnfortas con la lanzade la crucifixión y el rey yacía moribundo, re-chazando los sacramentos de la Eucaristía de-bido a que sus pecados no le habían sido per-donados. Sólo cuando Perceval cura la herida,tocándola con la lanza de Longinos, el SantoGrial aparece en el altar. En definitiva, la bús-queda del cáliz sacro opone a los triunfos de lacaballería terrestre los afanes trascendentesde la caballería celeste. En la búsqueda delGrial fracasan los paladines mundanos, comoGalván o Lanzarote. Sólo los puros de cora-zón, como Perceval, pueden alcanzar el triunfoespiritual y acercarse a lo divino.

De ahí que rechazando la posibilidad deque el cáliz de Valencia, no fuese el verdadero,como algunos le decían, el monarca etíope,puro de corazón, quiso rezar en esa ciudad es-pañola, rememorando a Perceval de la TablaRedonda. Se trata de un reencuentro con lasraíces más profundas de la historia de su país.Las que unen al Preste Juan con la isla deAvalón. Según el filósofo tradicionalista italianoJulius Evola, en la leyenda de Oyero de Dina-marca el reino del Preste Juan se identificacon Avalón, es decir con la isla hiperbórea, conla tierra solar, con la isla blanca. También esuna peregrinación que constituye su particularencuentro con la divinidad. Con el objeto sa-grado sanador.

No anda lejos tampoco de estas creencias, la fun-dación por el Negus, para su coronación como Emperador,de la Orden de la Santísima Trinidad, misterio del que eradevotísimo. Una suerte de nueva caballería celeste en el rei-no cristiano de Africa, con un obvio significado místico. Dioses trino y uno. [...] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es to-talmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios. El miste-rio de Dios en Sí mismo. Es la caballería celeste, que semueve tan sólo para defender y ensanchar el Reino de Cris-to. La conquista del Santo Grial es empresa para la caballe-ría celeste, y sólo puede ser conseguida por un caballero li-bre de pecado, un nuevo Perceval que forzosamente militaráen la orden fundada por el Emperador.

Con todo, yo me quedo con la imagen que figuré alprincipio, la de un poderoso señor postrado ante el SantoGrial, al que, como a Perceval, se le han llenado los ojos delágrimas.

Dos retratos de HaileSelassie, último Emperadorde Etiopía, y debajo elescudo de sus armerías

HIDALGUÍA, 332 (enero-febrero 2009).Nos presenta este número, entre otros,los trabajos de Roberto QUIRÓS ROSA-DO, Nobleza, Iglesia y comercio indiano:el caso de Cristóbal García de Segovia(1633-1692) (fin); Mario RUIZ ENCINAR,Heráldica municipal de Santo Domingode la Calzada (continuación); y Franciscode ARRÓSPIDE RUIZ DE ARANA, Con-de de LA REVILLA, La Casa de La Revi-lla. Siete siglos al servicio de la Monar-quía española (ACE).

ANALES DE LA REAL ACADEMIA MA-TRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEA-LOGÍA, X (2007). Con dos años de retra-so aparece este número, en el que seinsertan, entre otros, los artículos de Jo-sé María de FRANCISCO OLMOS, Lamoneda castellana de los Países Bajos anombre de Doña Juana (1505-1506 y1517). Medio de reivindicación de sobe-ranía y propaganda de un golpe de esta-do; Xosé Antón GARCÍA GONZÁLEZ-LE-DO, O sepulcro do conego PedroGómez; y Carlos ROBLES DO CAMPO,Los Infantes de España bajo la Ley Sáli-ca (ACE).

TORRE DE LOS LUJANES, 63 (diciem-bre 2008). La revista de la Real SociedadEconómica Matritense de Amigos del Pa-ís, cuya renovación acomete su directorel profesor Alfredo Alvar Ezquerra, inclu-ye en este número el interesante artículodel P. Gonzalo MARTÍNEZ DÍEZ, RodrigoDíaz de Vivar, el Cid Campeador, en lahistoria (ACE).

LA GACETILLA DE HIDALGOS DE ES-PAÑA, 517 (enero-marzo 2009). En suspáginas notamos los breves artículos deFaustino MENÉNDEZ PIDAL DE NAVAS-CUÉS, Don Gonzalo Anes y Álvarez deCastrillón; Vicenta María MÁRQUEZ DELA PLATA, MARQUESA DE CASA RE-AL, Doña Emilia Pardo Bazán, literata yfeminista; María Elena del RÍO HIJAS,

Primer Presidente S.A.R.el Príncipe Fer-nando María de Baviera, Infante de Es-paña; Luciano CRUZ MUÑOZ, Desde elconquistador don Diego de Rojas a donGonzalo Rojas Pizarro, Premio ReinaSofía (1992) y Premio Cervantes (2004);y Luis VALERO DE BERNABÉ MARTÍNDE EUGENIO, Los reyes del bestiarioheráldico (ACE).

NOBILTÀ, 89 (marzo-abril 2009). Tras uneditorial dedicado al problema biológico-legal de la maternidad en los tiempos ac-tuales, aparecen, entre otros, los artícu-los firmados por Luigi G. de ANNA,L’Ordine di San Giovanni nella Scandina-via del Medioevo; Antonio CONTI, L’Ordi-ne napoletano dell’Ermelino e l’iconogra-fia di Federico de Montefeltro; CarloPILLAI, Un biglietto d’avviso omicida?Pitzolo e Angioy, due nobili a confrontonella Sardegna della seconda metà del‘700, tra lotta politica e diatribe personali;y Maurizio CATERINO, Il favoloso regnodel Prete Gianni (ACE).

BOLETÍN DE LA INSTITUCIÓN FERNÁNGONZÁLEZ, 234 (2007). En este númeroaparece el interesantisimo artículo del P.Gonzalo MARTINEZ, Ascendientes deRodrigo Díaz de Vivar (ACE).

BOLETÍN DE LA INSTITUCIÓNFERNÁN GONZÁLEZ, 236 (2008). Elmismo P. Gonzalo MARTÍNEZ DÍEZ nospresenta en este número su artículo Se-pulcros y memorias funerarias en Carde-ña (ACE).

EN LA ESPAÑA MEDIEVAL, 31 (2008) .Notemos en su contenido los artículos deÓscar VILLARROEL GONZÁLEZ, Muertede los niños de sangre real durante elmedievo: aproximación al tema a travésde las crónicas, y también Capilla y cape-llanes reales al servicio del rey en Casti-lla: la evolución en época de Juan II(1406-1454); y de Fernando SERRANOLARRAYOZ, La consideración y el ejerci-cio del cocinero cortesano en Navarradurante la Baja Edad Media (ACE).

REVISTA DE HISTORIA MILITAR, 102(2007). Entre su contenido, el escritor yacadémico José Luis SAMPEDRO ES-COLAR nos ofrece un excelente textosobre La función representativa de la He-ráldica Estatal (ACE).

ALTAMIRA: REVISTA DEL CENTRO DEESTUDIOS MONTAÑESES, 70 (2006).Contiene esta entrega, entre otros, losartículos de Aurelio GONZÁLEZ-RIAN-CHO COLONGUES, Pero Niño, señor deBuelna; Alberto RUIZ DE LA SERNA, Latorre de los Velasco en el valle de Villa-verde; y Gonzalo de los RÍOS SALCEDOy Jesús CANALES RUIZ, Cántabros dis-tinguidos en la historia hispanoamerica-na. Breves semblanzas (ACE).

HIDALGUÍA, 333 (marzo-abril 2009).Nos interesan cuatro de sus cinco artícu-los: los de Miguel Ángel CASTÁN ALE-GRE, Linaje Calvete. Infanzones Regní-colas de Aragón; Mario RUIZ ENCINAR,Heráldica municipal de Santo Domingode la Calzada (fin); Celedonio MORENOGARCÍA, Genealogía de Etxaguen de Zi-goitia. Siglos XVI-XX; y Francisco deARRÓSPIDE RUIZ DE ARANA, Condede LA REVILLA, La Casa de La Revilla.Siete siglos al servicio de la Monarquíaespañola (continuación) (ACE).

REALES SITIOS, 179 (enero-marzo2009). Destacamos los artículos deJ.Eloy HORTAL MUÑOZ, Las Guardaspalatino-personales de los MonarcasAustrias hispanos; y Jorge GARCÍASÁNCHEZ, Un dibujo del Palacio de Es-paña en Roma: la imposición del Toisónde Oro al Príncipe Andrea Doria Pamp-hilj (1789) (ACE).

ANUARIO DE ESTUDIOS MEDIEVA-LES, 39/1 (2009). Nos presenta el artícu-lo de Eduardo PARDO DE GUEVARAVALDÉS, Identidad y memoria genealó-gica: una aportación al estudio de la an-troponimia medieval gallega (ACE).

CUADERNOS DE HISTORIA DE ES-PAÑA, 82 (2008). Notamos en ella los ar-tículos de Fátima Regina FERNANDES,Os exílios da linhagem dos Pacheco esua relaçao com a naturaleza de suasvinculaçoes aos Castro: segunda metadedo século XIV; y de María Estela GONZÁ-LEZ DE FAUVE, Isabel LAS HERAS yPatricia de FORTEZA, Espacios de poderfemenino en la Castilla bajomedieval: elcaso del linaje de los Castilla (ACE).

ESPACIO, TIEMPO Y FORMA, III, HIS-TORIA MEDIEVAL, 21 (2008). En ellaaparece el artículo de Luis DÍAZ DE LAGUARDIA LÓPEZ, Los pleitos de hidal-guía en la Baja Edad Media: una posibleevolución jurídica bajo los Trastámaradesde la óptica de la Edad Moderna(ACE).

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REVISTA DE REVISTAS

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II JORNADAS DE CETRERÍA EN HONOR A S.M. EL REY

Organizadas por el Real Gremio de Halconeros, laagrupación cinegética más antigua del mundo, se han cele-brado en el coto de caza de la histórica villa de Temblequelas II Jornadas de Cetrería en Honor de S.M. el Rey. Trassemanas de lluvia y nieve, sobre el campo manchego lucióel sol y aunque con un frío intenso y un fuerte viento el se-lecto grupo de invitados del Real Gremio de Halconeros pu-do disfrutar de unas jornadas cinegéticas únicas en el mun-do. La cacería se desarrolló entre las diez de la mañana ylas tres de la tarde y en ellas se mezclaron caza, música,tradición y amistad. Niños y mayores disfrutaron del vuelode los halcones y del trabajo de perros y jinetes para favore-cer los lances de cetrería. Se volaron siete halcones. Iniciólos vuelos el halcón peregrino Melita II, propiedad de S.M. elRey de España, regalo de Estado de la República de Malta.El vuelo de este halcón, adiestrado por el Halconero Mayordel Reino, fue el más aplaudido por los invitados, pues cap-turó la pieza tras un bellísimo picado a la vista de todos losasistentes. En segundo lugar voló el halcón Samarkanda,propiedad del halconero gobernador D. Juan Infante Cala-fat, que aunque realizó un vuelo de calidad no hizo captura.En tercer lugar el halcón Tramontana, propiedad de D. BorjaSantafé Maibach, que efectuó el vuelo asistido por cuatro ji-netes a caballo: El Halconero Mayor, el Conde Alduino Ven-timiglia de Monteforte (descendiente del Emperador halco-nero Federico II de Hohenstaufen), y D. Miguel y D. ManuelMartín Rabadán, que ofrecieron los caballos de su yeguada.

En cuarto lugar, el halcónpropiedad de Dª ArantxaBolinches Serra, de nom-bre Frack. Por la tarde vo-ló en primer lugar el hal-cón Foncella, propiedaddel Conde de Alba de losAbruzzos, que capturó unaperdiz, así como el halcónPotau, propiedad del Mar-qués de La Floresta; am-bos halcones han sidoadiestrados por el halco-nero mayor D. Antonio deCastro, quien dirigió losvuelos. Los vuelos se rea-lizaron con el mismo méto-

do y esplendor utilizado por los halconeros del antiguo Gre-mio de Halconeros de la Real Caza de Volatería. Realzaronla cacería la banda de cornetas del Real Gremio dirigidospor D. Mariano Rivera Vázquez y ataviados con el uniformehistórico de los halconeros de la corte española, quienes in-terpretaron varias piezas musicales de tradición barroca. Amedia mañana la señora Dª Cristina Feu ofreció a los asis-tentes un magnífico taco campero. Asistieron los halconerosgobernadores D. Antonio Sánchez de León Cotoner. D. Ig-nacio Palomo Álvarez y señora, D. Juan Infante Calafat y D.Carlos Escudero de Burón González. Así como los halcone-ros de honor Marqués de La Floresta y familia, Conde de Al-ba de los Abruzzos, D. Agustín Rufino y señora- quienessortearon entre los asistentes sus reconocidas perdices es-cabechadas, que junto con las que prepara la señora de Bo-linches se sirvieron en la mesa de SS.MM. los Reyes laspasadas navidades-, D. Francisco Bolinches Gómez-Torres,D. Fernando Agudo y señora, D. José Manuel Escorial y DªVanessa Pereira. A última hora se incorporó el halconero D.Ernesto Serrano Garrido y su hija Martita, quienes sorpren-dieron a los asistentes con una magnífica águila y con unbellísimo halcón gerifalte negro. Entre otros, asistieron comoinvitados S.A.R. el Príncipe Franz-Wilhelm de Prusia, elExcmo. Sr. General de Ejército D. Félix Sanz Roldán, queasistió acompañado por su familia, el Excmo. Sr. Generalde División D. Luis Lloret Gadea, el Excmo. Sr. Almirante D.José María Terán Elices junto con su hijo y su nieto, el capi-tán de navío D. Carlos Cortejoso, D. Joaquín Revuelta, D.Ignacio Miguel-Romero, D. Javier García Bernal, así comoun buen número de destacados miembros del mundo eco-nómico y social madrileño. Terminó la jornada con un mag-nífico almuerzo de hermandad ofrecido por las bodegasMartúe donde se brindó por el rey y se dedicó un cerrado yafectuoso aplauso dedicado al Halconero Mayor del Reino ya D. Alberto Feu Hereu quienes tanto se esforzaron por eléxito de las Jornadas. Finalizó el día con la interpretaciónde un concierto de escogidas piezas musicales (ACGT).

PREMIO ALGAIDA DEL ATENEO DE SEVILLA A LAMARQUESA DE CASA REAL

La favorita, novela histórica debida a la pluma deDª Vicenta María Márquez de la Plata, Marquesa de CasaReal, ha recibido el Premio Algaida Ateneo de Sevilla deNovela Histórica, que le ha sido entregado el 17 de mayo enun acto celebrado en la Carpa de la Plaza Nueva, y en elque participaron el presidente de la institución sevillana, En-rique Barrero, y el editor de Algaida Miguel Ángel Matella-

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nes. La Sevilla medieval es el marco donde se desarrolla lanovela La Valida, cuyo argumento gira en torno a la figurade Leonor López de Córdoba, hija del Maestre de Calatravay ahijada de la Infanta Doña Constanza. Leonor vive desdesu nacimiento junto a su familia, muy cerca del Rey de Cas-tilla Don Pedro el Justiciero, formando parte por tanto no só-lo de la historia de su tiempo, sino también del halo legen-dario que envuelve al monarca, para unos cruel, para otrosjusticiero. Como miembro de esta familia goza de los privile-gios propios de la nobleza, pero todo cambia cuando muereel monarca y los suyos caen en desgracia. La muerte de supadre, de la manera más deshonrosa, es la antesala de uncúmulo de acontecimientos que Márquez de la Plata va des-granando a través de una prosa hábil y marcada por un rit-mo dinámico, y que traslada a los lectores a una etapa his-tórica de la que la autora de La Valida es profundaconocedora. Finalmente, Leonor y su marido son encarcela-dos en las Atarazanas de Sevilla, donde quedarán enterra-das sus miserias. Tras su liberación, Leonor va restaurandode forma paulatina su amplio patrimonio, llegando desde lanada en la que había caído a lo más alto del poder cortesa-no, al lado de la Reina Doña María de Molina, regente delos reinos de Castilla y León. Con ello llega a convertirse enla primera valida de la historia (de ahí el título de la novela)y en uno de los personajes fundamentales de la Edad Me-dia. La protagonista cuenta todo lo que le ha acontecido a lolargo de su intensa vida en un libro próximo al género me-morialístico y cuya narración coincide con todo lo que la no-vela de Vicenta Márquez de la Plata refleja, dice, con granfidelidad histórica. Nuestra calurosa felicitación a la Marque-sa de Casa Real por tan merecido premio literario (LCE).

REAL, NOBLE Y PIADOSA HERMANDAD DE CABALLE-ROS DE SAN FERNANDO DE SEVILLA

El pasado 16 de mayo, en la parroquia de San Ro-mán de Sevilla, tuvo lugar la solemne ceremonia de recibi-miento de nuevas damas y caballeros de la Real, Noble yPiadosa Hermandad de Caballeros de San Fernando de Se-villa. La misa fue presidida por S.E. Rvdma. el Doctor DonAntonio Montero Moreno, Arzobispo emérito de Mérida-Ba-dajoz, asistiendo a la misma Monseñor don Antonio Hiraldo,Secretario de los Obispos del Sur de España, Canónigo dela Santa Iglesia Catedral de Sevilla y párroco de San Ro-mán y Santa Catalina, acompañados de un nutrido númerode diáconos y acólitos. Para la ocasión una coral interpretóla misa cantada de Gounod. Fue presidida por el Tenientede Hermano Mayor, Excmo. Sr. Don Fernando de Artacho y

Pérez-Blázquez, y al acto asistieron representantes de di-versas corporaciones nacionales e internacionales. El even-to congregó a más de un centenar de miembros de la RealCorporación llegados de diferentes puntos de España y delextranjero. Fueron recibidos los siguientes neófitos: Revdo.Sr. D. Antonio Romero Padilla; S.A.I.R. Doña Camila deHabsburgo-Lorena, Princesa de Florencia y Archiduquesade Austria, Princesa de Hungría y de Bohemia; Excmo. Sr.D. Francisco López Becerra de Solé y Martín de Vargas,Conde de Cabra y Marqués de Ayamonte; Ilmo. Sr. D. Feli-pe Morenés y de Giles, Marqués de Villarreal de Burriel, ca-ballero de la Orden de Calatrava y maestrante de las realesmaestranzas de Ronda y de Sevilla: Ilmo. Sr. D. Pedro Alar-cón de la Lastra y Romero, Conde de Gálvez; Ilmo. Sr. D.Francisco Marhuenda García, director del periódico La Ra-zón, caballero de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén,encomienda de número de la Orden del Mérito Civil, comen-dador de la Orden al Mérito de Saboya, y de la Orden Fran-co-Británica; Ilmo. Sr. D. Jesús María Zuloaga, subdirectordel diario La Razón, medalla al Mérito de la Guardia Civil;Ilmo. Sr. D. Vicente Zaragüeta Laffitte, caballero de la Ordendel Santo Sepulcro de Jerusalén; Sr. D. José María de lasCuevas y Carmona; Ilmo. Sr. D. Ignacio Álvarez de Toledo yEizaguirre, caballero de la Orden del Santo Sepulcro; Sr. D.José Manuel Pina y Salas; Sr. D. Javier de la Vega y Blan-co; Sr. D. Pedro Caracuel García de Toledo; Ilmo. Sr. D.Juan Carlos Magaña y Olivares, caballero de la Orden delSanto Sepulcro; Sr. D. Santiago Carrogio Guerin; Sr. D. Jo-sé Luis de la Rosa y Barrasa; Sr. D. Manuel Camelo y Her-nández; Ilma. Sra. Dª María del Pilar Blanco y de Castro;Sra. Dª María José Bermejo y Ordóñez; y Sra. Dª Pilar Pa-reja-Obregón.Tras la ceremonia religiosa, los asistentes sereunieron en una cena de hermandad en la cercana pobla-ción de La Rábida (FAPB).

III PREMIO INTERNACIONAL OTTO DE HABSBURGO

En Roma, el 13 de mayo por la tarde, en la Cameradei Deputati (Palazzo San Macuto), organizada por la Aso-ciación de Hidalgos a fuero de España-Junta de Italia y porel Studium-Accademia di Casale e del Monferrato, ha tenidolugar la entrega solemne del III Premio Internacional Dr. Ot-to d’Asburgo al honorable Gianfranco Miccichè, subsecreta-rio de Estado en la Presidencia dle Consejo de Ministros. Laceremonia fue abierta por el Duque don Diego de VargasMachuca, Presidente de la Asociación de Hidalgos a fuerode España-Junta de Italia (fundada en 1957 e independien-te de la matriz española de 2004, entre cuyas obras cultura-les se cuenta la revista Nobiltà, la Scuola di Genealogia,

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Araldica e Scienze Documentarie, que trabaja con la UNED,los varios congresos que ha celebrado, el Premio Interna-zionale Infante Don Alfonso Duca di Calabria) a quien si-gui´en el uso de la palabra el Nob. Dott. Pier Felice degliUberti, Secretario General del la Asociación de Hidalgos afuero de España-Junta de Italia, y Relator del Studium cuyosenado académico preside S.A.R. el Infante Don Carlos deBorbón, Duque de Calabria, y al que pertenecen tres Pre-mios Nobel y varios artistas, escritores e historiadores céle-bres. Seguidamente, S.A.I.&R. el Archiduque Josef deHabsburgo glosó la trayectoria del Premio Internazionale Dr.Otto d’Asburgo, para ceder luego la palabra a S.A.I.&R. laArchiduquesa Monika de Habsburgo, Duquesa de Maque-da, que habló en español sobre su padre, y de su ya casisentenaria vida dedicada a la Unión Europea y a la cons-trucción de una Europa cristiana, social, libre y fuerte. Se-guidamente, S.A.I.&R. hizo entrega del premio al honorableseñor Gianfranco Miccichè, antiguo Presidente de la XIVComisión Permanente-Política de la Unión Europea; y des-pués el Dr. Raúl Bartolomé Molina, ministro consejero de laEmbajada de España en Italia le entregó, en nombre deS.A.R. el Infante Don Carlos de Borbón-Dos Sicilias, Duquede Calabria, el diploma de Senatore Accademico del Stu-dium-Accademia di Casale e del Monferrato.Tras las pala-bras de gratitud del premiado, cerró el acto el Duque DonDiego de Vargas-Machuca, para agradecer a las autorida-des y personalidades presentes -allí vimos a los PríncipesMassimo, Borromeo y Giovanelli, y a los Duques de Sforza-Cesarini y de Ostuni- su asistencia a esta ceremonia queconsideró no solamente italiana, ni siquiera europea, sinoamplificada a todos los territorios de la antigua ComunidadHispánica (MLP).

NUEVO PRESIDENTE DE LA MAESTRANZADE CABALLERÍA DE SAN FERNANDO

Con la solemnidad de costumbre, laMaestranza de Caballería de San Fernando,Asociación de Descendientes de los CaballerosLaureados de la Real y Militar Orden de SanFernando, ha celebrado en la Iglesia de San Joséde Madrid la festividad de su Santo Patrón San Fer-nando con una Santa Misa. A continuación, en la Real GranPeña, y en el salón que preside el bronce ecuestre del lau-reado teniente coronel don Fernando Primo de Rivera y Or-baneja, héroe de Anual (Marruecos, 1921), se celebró el ca-pítulo general con el juramento de fidelidad a S.M. el Reypor parte de caballeros de la Corporación, y se entregó lamedalla académica del Instituto de Estudios al teniente co-ronel D. Agustín Díaz Guerrero, director de la Banda de Mú-sica de la Agrupación de Infantería de Marina de Madrid,cerrandose con un brindis de los Maestrantes por España ypor S. M. el Rey. A continuación se celebró la asamblea ge-neral rxtraordinaria de la Maestranza, con la lectura de ac-tas, informes de la Presidencia y de la Comisión Hípica, in-formes y solicitudes de ingreso, informes de la Tesorería,ligeros retoques de los Estatutos y nombramiento de maes-trantes de honor, del Consejo, del Instituto de Estudios, desu Academia y Jefatura del Escuadrón de Honores. Conclu-yó la asamblea con la elección del nuevo Presidente para elperiodo 2009-2014, por renuncia del actual, Excmo. Sr. Mar-qués de Sierra Bullones. Fue elegido por unanimidad el Vi-cepresidente segundo, Ilmo. Sr. D. Enrique Martínez de Va-llejo y Manglano, Marqués de Rubalcava, Coronel deCaballería, retirado, que es presidente del Foro AcadémicoEspañol de Estudios Ecuestres, y de Marvallal Agrícola, te-sorero de la Real Gran Peña, antiguo director de la Escuelade Militar de Equitación (UER), tres veces olímpico en Con-curso Completo y Saltos de Obstáculos, campeón del Mun-do Militar de Saltos de Obstáculos (CISM), profesor tituladode Escuela de Equitación, antiguo vicepresidente de la RealFederación Hípica Española, y presidente del Club de Jine-tes, Medalla de plata de la F.E.I. por haber participado en 48Premios de las Naciones por equipos oficiales, etcétera. En-seguida, a propuesta del nuevo Presidente, la asambleaacordó el nombramiento del Excmo. Sr. Marqués de SierraBullones como Presidente de Honor vitalicio. El encuentroacabó con un grato almuerzo de hermandad (MR).

III ASAMBLEA DE LA FAMILIA FERNÁNDEZ DE CÓRDO-BA EN SEVILLA

En la Casa de Pilatos, residencia de la Duquesa deMedinaceli, se han reunido 160 vástagos de la gran Casade Córdoba, entre ellos 30 Grandes de España y 98 Títulosdel Reino. Tras una misa en la capilla, se celebró un cóctelen los jardines del palacio, seguido de una cena en uno desus salones, presidida por la Condesa de Ofalia. El encuen-tros e prolongó hasta bien entrada la noche (CC).

DE GENTES HONESTAS

LA PETICIÓN DE PERDÓN A S.A.R. LA PRINCESA DEASTURIAS

Sigue sin llegar a nuestra noticia que la Real Aca-demia Matritense de Heráldica y Genealogía haya pre-sentado sus disculpas corporativas a S.M. el Rey, trashaber declarado los tribunales de justicia en varias sen-tencias firmes la implicación (e incluso la autoría) dealgunos de sus más conspícuos mandatarios en lacampaña de ataques contra la Princesa de Asturias:en ellos se han visto implicados los señores D. Ja-vier Gómez de Olea, D. Jaime Salazar Acha, D. JoséMiguel de Mayoralgo, Conde de los Acevedos, y D.Manuel Fuertes de Gilbert, Barón de Gavín. Tampoco harecibido la Casa de S.M. el Rey, por ahora, ninguna peticiónde perdón por parte de ninguno de estos prestigiosos aca-démicos, aparentemente antimonárquicos, que de momentosiguen ocupando, no ya sus sillones de número, sino tam-bién altos cargos de la mesa de gobierno de una Real (sic)Academia. Esta actitud, que algunos tildan de tremenda faltade respeto a la Corona, mantiene estupefacto al todo Ma-drid, que aguarda con curiosidad la decisión final del presti-gioso tancredista y por ahora no dimitido director don Fausti-no Menéndez Pidal.

FELICITACIÓN PORLAS NUEVAS ARMASDEL GRAN MAESTREFRAY MATTHEW FES-TING

Los Amigos dela Real Academia Matri-tense de Heráldica yGenealogía nos suma-mos a las numerosasfelicitacones que recibequien fue nuestro Fun-dador y primer Director-de grata memoria: du-rante su mandato laMatritense fue un re-manso de paz y de con-cordia-, Excmo. Sr.

Marqués de La Floresta, por el honor que ha tenido al recibirel encargo de organizar las Armas de Estado del Príncipe yGran Maestre de la Soberana y Militar Orden de Malta, frayMatthew Festing, electo en abril de 2008. El Marqués de LaFloresta es, desde 1992, consejero heráldico del Gran Ma-gisterio, y hoy decano de los de su clase. Posteriormente, elGran Maestre encomendó al Marqués de La Floresta, en sucalidad de Cronista de Armas de Castilla y León -y por ahoraúnico oficial de armas en ejercicio en España, queremos de-cir ostentando un cargo público-, la expedición de una certifi-cación de nobleza, genealogía y armas que, una vez redac-tada, ha merecido el altísimo honor de ser suscrita manuregia por Su Majestad el Rey de España. Queremos consi-derarlo un nuevo éxito de la Real Matritense y hacerlo nues-tro, por cuanto todo lo que hace uno de nuestros compañe-

ros -máxime si es uno de los más ilustres y de los más acti-vos- redunda en el beneficio de todos los demás. Felicida-des a Floresta, y felicidades a todos.

GÓMEZ DE OLEA, DE NUEVO CUESTIONADO

Hemos leído con sorpresa el artículo suscrito porel prestigioso ingeniero D. Javier Gómez de Olea y deBustinza sobre la ilustre familia de Pignatelli de Ara-gón, que aparece en las páginas de nuestro décimovolumen de Anales (2008), último por ahora publicado.Y esta lectura nos ha dejado tan atónitos como preo-

cupados. Ya denunciamos hace poco tiempo que otrotexto suscrito por el prestigioso ingeniero (sobre la genealo-gía del Gran Maestre de la Orden de Malta), había sido co-piado casi ad pedem literae de algunas noticias publicadaspor los periódicos ingleses. Ahora hallamos unas semejan-zas aún mayores entre este artículo que firma nuestro Gó-mez de Olea, y la espléndida obra de Davide Shamá tituladaL'aristocrazia europea ieri e oggi. Sui Pignatelli e famigliealleate (la genealogia della famiglia Pignatelli dal 1073 al2008), que ha visto la luz precisamente en este mismo año,pues ha sido editada por Edizioni del Rosone "Franco Ma-rasca" en Foggia, en 2009. ¿Será causalidad que nada máspublicarse esta obra en Italia aparezca otro texto sobre lamisma familia en España? ¿será también casualidad que eltexto de Gómez de Olea se parezca y proporcione las mis-mas noticias que el del profesor Shamá? Habremos de in-vestigar tantas casualidades, porque siempre afectan a losescritos que firma el prestigioso ingeniero Gómez de Olea.

LOS DINEROS DE LA REAL ACADEMIA

Esta es una cuestión delicada, puesto que ningunode los académicos hemos logrado jamás obtener informa-ción precisa acerca de las cuentas corporativas. Ni se publi-can, ni se nos aclaran. Lo único que sabemos es que la Co-munidad de Madrid nos hace obsequio todos los años deciertos dineros, y que de esos dineros nunca vuelve a sa-berse nada de cierto, salvo que se reparten regularmentedietas y manutenciones. Esto es motivo de fastidio para lamayor parte de los miembros de la Academia, que gustaríande saber, para su tranquilidad de espíritu, que los dineroscorporativos no sirven para sufragar caprichos particulares.¿Será verdad que algunos prestigiosos miembros de la Me-sa se los gastan en sus viajes al extranjero? Chi lo sà!

EL EXPEDIENTE CONTRA JAIME SALAZAR

Nuestro prestigioso Vicedirector insultó e injurió enun acto corporativo a uno de los señores numerarios, D. Ma-nuel Rodríguez de Maribona. Como consecuencia, los tribu-nales de justicia condenaron a Salazar penalmente, por unafalta de injurias. Sin embargo, no solamente sigue ocupandoel cargo, sino que nuestro Director don Tancredo MenéndezPidal ni siquiera ha cumplido con su obligación legal, que noes otra que la de abrir a Salazar un expediente sancionadorpor falta grave, como disponen nuestros Estatutos y las le-yes vigentes en la materia. Una dejación de funciones más.

DE SALONES Y CORRALITOS PRESTIGIOSOS

É S O S Q U E S O N P E R I T O S E N A C H A C A R A O T R O S S U S D E L I T O S

Cuadernos de Ayala 38 - ABR/2009 [30]

Cuadernos de Ayala 38 - ABR/2009 [31]

C O N D E C O R A C I O N E S E S P A Ñ O L A SUNA COLECCIÓN EXCEPCIONAL DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, INSTITUCIONALES Y PROSOPOGRÁFICOS

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Cuadernos de Ayala 38 - ABR/2009 [32]

VERSOS DE HISTORIA Y TIEMPO

Título crepúsculoentre tituleza y no tituleza

Son los vizcondes unos condes bizcos

que no se sabe hacia qué parte conden;

a mercedes enteras no responden,

hambreando usirías con repizcos

Pizcas sus Casas, sus Estados pizcos,

que sólo en pizquiar se corresponden,

cuando nísperos no, nísperas monden

si Señorías blandas a pellizcos.

Anden con titulillos como redes,

pescando entre dos luces cortesías;

y, pues que son sus títulos adredes,

memento homo, que quedan sin porfías

a la merced de Dios nuestras mercedes,

a la nuestramerced sus señorías.

Licenciado Diego de Colmenares(Segovia, 1586-1651)imitando a Quevedo

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En este número:

[2] Editorial: Las dinastías de la burguesía es-

pañola

[3] Federación Española de Genealogía y He-

ráldica: Convenio con la Revista Internacio-

nal de Protocolo

[4] In Memoriam: Carl-Alexander von Volborth

[5-7] Novedades, cursos y encuentros

[8-10] El teniente general don Felipe Perena y

Casayús, por D. Jaime Alberto Solivan de

Acosta

[11-21] La Medalla de la Real Efigie del Rey

Nuestro Señor (c.1630-c.1868). Noticia de la

primera y más antigua condecoracion militar

española y europea, por el Dr. D. Alfonso de

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[22-23] Revista de libros

[24-25] El Santo Grial en la tradición del Imperio

Etíope, por el Dr. D. José María de Montells

y Galán

[26] Revista de revistas

[27-29] De gentes honestas

[30] Salones y corralitos prestigiosos

[32] Versos de historia y tiempo: Los Vizcondes,

por el Licenciado Colmenares. Humor.

Armerías burlescas de Dª Teresa de Contreras y Lópezde Ayala, dibujadas por su hermano el Marqués de Lozoya.