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Diógenes LAERCIO, Vidas y opiniones de los filósofos ilustres, Madrid, Alianza, 2007, 608 pp.; traducción e introducción de Carlos García Gual. La única versión directa del griego que se tenía de este hermoso y extenso volumen –los diez libros del erudito clásico– es la que hizo, a finales del siglo XVIII, José Ortiz y Sainz: 1792 es su fecha de apari- ción, aunque no de caducidad, pues desde entonces todos hemos leído sus ilustradas palabras. A partir de ahora se dispone de una buena traducción actualizada (concebi- da paso a paso desde hace treinta años), que nos hace disfrutar y «ganar el tiempo». La ha llevado a cabo Carlos García Gual, que siempre estuvo interesado por Diógenes Laercio, especialmente –aunque no sólo– a través sus escritos sobre el cinismo filosófi- co o sobre Epicuro, ya que la obra de ese curioso escritor griego, Laercio, es un testi- monio básico para conocer tanto a Antístenes, Diógenes ‘el Perro’, Crates y seis cínicos más (en Vidas, libro VI), como al autor antes citado (todo el libro X, el cie- rre pues de su obra), y más aún –como él lo hace en su Epicuro– si se considera que Laercio mismo es un escritor epicúreo. Desde luego, este clásico habla ampliamen- te del universal humanitarismo de Epicuro, de su piedad y de su fiel vínculo, nada apa- ratoso, con los suyos; y, de hecho, es el único retrato apologético que aparece en su compendio. Este libro esencial ahora remozado sobre las escuelas filosóficas griegas fue construido al inicio del siglo III de nuestra era. Pues las Vidas de los filósofos son exponente del estímulo recopilador que la cultura grecorromana experimentó sin duda en el siglo II, y se prolongó aún en el siguiente: la llamada segunda Ilustración antigua (si la primera es el siglo de Pericles). Entonces escribieron nada menos que Celso y el soñador Artemidoro, Elio Arístides el melancólico, Máximo de Tiro, con sus Disertaciones filosóficas; y fueron, además de Epicteto y Plutarco, las figuras más conocidas y distintas Luciano de Samosata, Marco Aurelio, Sexto Empírico o Galeno. A ellos se añaden el contrapunto de Ateneo (Banquete de los eruditos), Filóstrato (Vidas de los sofistas) –que como Laercio ofrecen materiales muy mezcla- dos–, y las grandes visiones espaciales de Pausanias, con su Descripción de Grecia,o las temporales de Herodiano, con su Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio. Un mundo nada monocorde como se ve. García Gual señala que el lector mien- tras avanza en este texto «le asalta la admi- ración suscitada por la cantidad y variedad de noticias que nos transmite, y por la agu- deza de sus anécdotas y citas y sus curiosos datos biográficos y, de otro lado, una cierta desilusión ante la exposición bastante rápi- da y poco profunda de las ideas y los siste- mas filosóficos y ante el estilo descuidado de su prosa»; y que, sin embargo, ha sido reevaluado desde hace cierto tiempo, sobre todo a finales del siglo XX por figuras memorables de la filología como Marcello Gigante (editor de Diogene Laercio, stori- co del pensiero antico, Nápoles, 1986), a cuya memoria precisamente dedica Gual el prefacio. Es más, el traductor ha podido seguir la nueva edición crítica de la Teubner (Stuttgart-Leipzig, 1999), y él mismo nos señala otra reciente edición ale- mana de 1998, y una más francesa de 1999. Seguramente, esa mirada actual sobre Laercio –mucho más benévola que la que CRÍTICAS

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Diógenes LAERCIO, Vidas y opiniones delos filósofos ilustres, Madrid, Alianza,2007, 608 pp.; traducción e introducciónde Carlos García Gual.

La única versión directa del griego quese tenía de este hermoso y extenso volumen–los diez libros del erudito clásico– es laque hizo, a finales del siglo XVIII, JoséOrtiz y Sainz: 1792 es su fecha de apari-ción, aunque no de caducidad, pues desdeentonces todos hemos leído sus ilustradaspalabras. A partir de ahora se dispone deuna buena traducción actualizada (concebi-da paso a paso desde hace treinta años), quenos hace disfrutar y «ganar el tiempo». Laha llevado a cabo Carlos García Gual, quesiempre estuvo interesado por DiógenesLaercio, especialmente –aunque no sólo– através sus escritos sobre el cinismo filosófi-co o sobre Epicuro, ya que la obra de esecurioso escritor griego, Laercio, es un testi-monio básico para conocer tanto aAntístenes, Diógenes ‘el Perro’, Crates yseis cínicos más (en Vidas, libro VI), comoal autor antes citado (todo el libro X, el cie-rre pues de su obra), y más aún –como él lohace en su Epicuro– si se considera queLaercio mismo es un escritor epicúreo.Desde luego, este clásico habla ampliamen-te del universal humanitarismo de Epicuro,de su piedad y de su fiel vínculo, nada apa-ratoso, con los suyos; y, de hecho, es elúnico retrato apologético que aparece en sucompendio.

Este libro esencial ahora remozadosobre las escuelas filosóficas griegas fueconstruido al inicio del siglo III de nuestraera. Pues las Vidas de los filósofos sonexponente del estímulo recopilador que lacultura grecorromana experimentó sin dudaen el siglo II, y se prolongó aún en el

siguiente: la llamada segunda Ilustraciónantigua (si la primera es el siglo dePericles). Entonces escribieron nada menosque Celso y el soñador Artemidoro, ElioArístides el melancólico, Máximo de Tiro,con sus Disertaciones filosóficas; y fueron,además de Epicteto y Plutarco, las figurasmás conocidas y distintas Luciano deSamosata, Marco Aurelio, Sexto Empíricoo Galeno. A ellos se añaden el contrapuntode Ateneo (Banquete de los eruditos),Filóstrato (Vidas de los sofistas) –que comoLaercio ofrecen materiales muy mezcla-dos–, y las grandes visiones espaciales dePausanias, con su Descripción de Grecia, olas temporales de Herodiano, con suHistoria del Imperio Romano después deMarco Aurelio. Un mundo nada monocordecomo se ve.

García Gual señala que el lector mien-tras avanza en este texto «le asalta la admi-ración suscitada por la cantidad y variedadde noticias que nos transmite, y por la agu-deza de sus anécdotas y citas y sus curiososdatos biográficos y, de otro lado, una ciertadesilusión ante la exposición bastante rápi-da y poco profunda de las ideas y los siste-mas filosóficos y ante el estilo descuidadode su prosa»; y que, sin embargo, ha sidoreevaluado desde hace cierto tiempo, sobretodo a finales del siglo XX por figurasmemorables de la filología como MarcelloGigante (editor de Diogene Laercio, stori-co del pensiero antico, Nápoles, 1986), acuya memoria precisamente dedica Gual elprefacio. Es más, el traductor ha podidoseguir la nueva edición crítica de laTeubner (Stuttgart-Leipzig, 1999), y élmismo nos señala otra reciente edición ale-mana de 1998, y una más francesa de 1999.

Seguramente, esa mirada actual sobreLaercio –mucho más benévola que la que

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culturales y un corrector socarrón dedefectos en un mundo compartido deideas: según el Filósofo –apunta en unalínea– los mentirosos «cuando dicen laverdad no son creídos» (V, 17). Casi dosmilenios después, Faulkner dirá lo mismode un modo más indirecto y a ras de suelo:que lo malo de éstos es que nos hacen per-der el tiempo.

Mauricio Jalón

Giorgio CORTENOVA (ed.), Il settimo splen-dore. La modernità della malinconia,Venecia, Marsilio, 2007, 393 pp.

Una preciosa exposición, que no tuve lasuerte de ver, se celebró en Verona en elPallazzo della Ragione, entre 23 de marzoy 29 de julio de 2007. Una más de las variasexposiciones que sobre el tema ha reunidopatología y arte. De nuevo la melancolíaretorna a su patria, al menos a su modernoorigen. Se puede estar de acuerdo con elorganizador cuando afirma que este tristesentimiento se refugia en los pequeñosestados del norte de Italia, procedente deloriente mediterráneo. Su destino seráEspaña en donde se enfrenta con laContrarreforma, siendo un ariete que per-mite abrir paso a la creatividad.

Como es bien sabido, Roger Bartra hasubrayado esa relación de la enfermedadcon este movimiento religioso y político.Pero no es España el final, ni la culturapostridentina el único caldo de cultivo,pues en Montaigne, en el Fausto germáni-co y en el de Marlowe, e incluso en el prín-cipe Hamlet encontramos otros destinos.Sin embargo, este acentuar la importanciaespañola en este tema debe ser bien veni-do, así aparecen santa Teresa o el Greco.

Pero no solo el poder de los Austria seenfrenta a la melancolía, también losMedici lo hacen, pero su debilidad les haceproteger esplendor, cultura y espíritu. Elpensamiento melancólico es mostrado ensu rebeldía, modernidad y creatividad.

Se señalan los caminos de la melanco-lía, los astros, los humores y elementos,las aguas y tierras, los vientos y fuegos…a los personajes Aquiles y Ulises, Virgilioy Ovidio, Dante y Petrarca, Durero yMiguel Ángel… Leopardi y Hölderlin. Alos pensadores como Aristóteles que lalibera y como Platón que la controla. Losespacios como la acedía monacal o lamelancolía florentina y los estilos, así elclasicismo uniría normas y pasión espiri-tual. La melancolía perseguida por elpoder permite los caminos al arte, mi-radas ardientes, subjetividad, pasión, pro-fecía… Pero será también presa de lamedicina, encaminada hacia la droga y elcontrol, incluso el psicoanalítico. Laslíneas por donde por tanto transita laexposición y, sobre todo, los estudios sonlas vías y espacios por los que la melan-colía arriba, tanto como los enfrentamien-tos y obstáculos que encuentra. Así seanalizan estilos tales como la vanitas o elpaisaje, personajes clásicos como Cara-vaggio, Lotto, Fetti, Pontormo, Becca-fumi, o bien modernos como Canova,Chirico, Sabino, Ernst… Para nosotrostiene principal interés la apertura a temasespañoles, así la aportación del Greco, olas dificultades con la Contrarreforma. Enfin, un maravilloso catálogo que no des-merece de otros anteriores y que muestrabien la profunda reflexión que sobre larelación entre arte y enfermedad se ha rea-lizado en los últimos tiempos.

José Luis Peset

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LIBROS

se tuvo en el siglo XIX– es debida a lasmutaciones del gusto y del análisis pensa-miento o a la idea misma de historia de lacultura, que se ha ampliado notablementeen estos últimos años, de modo que se haatendido más a ciertas obras mixtas –com-pendios, centones, anecdotarios, paraenci-clopedias– con el propósito de comprendermejor el contexto literario e intelectual deuna época, sea el momento de descenso deuna cultura como la antigua al enfilar elBajo Imperio, sea para entender elRenacimiento tardío, cuando se le citóabundantemente, más tras la gran ediciónde Froben en 1533.

Las Vidas de Laercio nos hacen ver elmundo antiguo desde un ángulo muy sin-gular. De entrada revelan la «mentalidad»tardo-antigua: la recurrencias de los varia-dos problemas y la armonía de sus formu-laciones, se suman al mero atender a lasidas y venidas de los retratados, tan «natu-rales», tan familiares para él. Es, sin duda,una fuente imprescindible para conocervivazmente el pensamiento antiguo, y surecuperación decisiva en el siglo XVI,dadas las silvas de lecciones en las quesiempre aparece algún detalle extraído delas Vidas. Y es que ahí rebullen los viejossabios (I), ciertos presocráticos (VIII yIX), los milesios y los coetáneos deSócrates (II), un Platón algo dibujado(III), desde luego, Aristóteles y los acadé-micos (IV), además de los cínicos yEpicuro. Aparecen por añadidura centena-res de filósofos (él cita a doscientos auto-res olvidados) y, es más, el total de nom-bres a los que alude Laercio en su libroacaba frisando los dos mil personajes. Elesquema biográfico-moral de las Vidas estrifásico (origen, florecimiento, muerte),tiene un carácter literario-formativo (daemblemas doctrinales), y proporciona un

juego interno-externo de datos solo aveces bien logrado mediante pinceladasaclaradoras. En cualquier caso queda alservicio de la comprensión filosófica, queen la actualidad está siempre ligada a laexperiencia. Pues decía Arendt que alhacer nosotros hoy de la vida la preocupa-ción primera, ya no ponemos en primerplano ese desinterés objetivo, esa objetivi-dad de Tucídides que sirvió de enseña a lahistoria positiva de Ranke o de tantosotros de los siglos XIX y XX.

Sobre todo, es una obra rica y bella,caprichosa, algo caótica y desigual sí, perocompacta y plagada de miles de pequeñashistorias y anécdotas, algunas turbadoras–como cuando Metrocles quema sus escri-tos pues, dice, «éstos son fantasmas de lossueños de los muertos»–, y otras llenas deagudeza, como las respuestas de la herma-na de éste, Hiparquia, de la que se burlanpor ser filósofa (VI, 95-97). Hay detallescientíficos que llegan a ser reveladores delíntimo modo de ser de la ciencia griega;nos recuerda diversas concepciones gene-rales sobre la naturaleza encarnadas en susautores, resume bien muchas reflexioneséticas por la vía del ejemplo; otras vecesrecoge listas de libros, hace fichas y retra-tos rápidos de desconocidos, aunque ade-más recopila montones de cartas –algunasdecisivas para conocer a los interlocuto-res–, y, en fin, sabe amenizarnos con unavariedad de miradas, burlonas a menudo ymezcladas con gracia.

Con ello nos adentrarnos en un mundomoralizado y plural, sin dogmatismo algu-no, mucho más libre que el que está ya enciernes: pues dogmáticos, sugiere Laercio,son «los que se expresan sobre las cosascomo si fueran comprensibles». Él no esnada engañoso; es bastante escéptico sinduda, pero es un defensor de las virtudes

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culturales y un corrector socarrón dedefectos en un mundo compartido deideas: según el Filósofo –apunta en unalínea– los mentirosos «cuando dicen laverdad no son creídos» (V, 17). Casi dosmilenios después, Faulkner dirá lo mismode un modo más indirecto y a ras de suelo:que lo malo de éstos es que nos hacen per-der el tiempo.

Mauricio Jalón

Giorgio CORTENOVA (ed.), Il settimo splen-dore. La modernità della malinconia,Venecia, Marsilio, 2007, 393 pp.

Una preciosa exposición, que no tuve lasuerte de ver, se celebró en Verona en elPallazzo della Ragione, entre 23 de marzoy 29 de julio de 2007. Una más de las variasexposiciones que sobre el tema ha reunidopatología y arte. De nuevo la melancolíaretorna a su patria, al menos a su modernoorigen. Se puede estar de acuerdo con elorganizador cuando afirma que este tristesentimiento se refugia en los pequeñosestados del norte de Italia, procedente deloriente mediterráneo. Su destino seráEspaña en donde se enfrenta con laContrarreforma, siendo un ariete que per-mite abrir paso a la creatividad.

Como es bien sabido, Roger Bartra hasubrayado esa relación de la enfermedadcon este movimiento religioso y político.Pero no es España el final, ni la culturapostridentina el único caldo de cultivo,pues en Montaigne, en el Fausto germáni-co y en el de Marlowe, e incluso en el prín-cipe Hamlet encontramos otros destinos.Sin embargo, este acentuar la importanciaespañola en este tema debe ser bien veni-do, así aparecen santa Teresa o el Greco.

Pero no solo el poder de los Austria seenfrenta a la melancolía, también losMedici lo hacen, pero su debilidad les haceproteger esplendor, cultura y espíritu. Elpensamiento melancólico es mostrado ensu rebeldía, modernidad y creatividad.

Se señalan los caminos de la melanco-lía, los astros, los humores y elementos,las aguas y tierras, los vientos y fuegos…a los personajes Aquiles y Ulises, Virgilioy Ovidio, Dante y Petrarca, Durero yMiguel Ángel… Leopardi y Hölderlin. Alos pensadores como Aristóteles que lalibera y como Platón que la controla. Losespacios como la acedía monacal o lamelancolía florentina y los estilos, así elclasicismo uniría normas y pasión espiri-tual. La melancolía perseguida por elpoder permite los caminos al arte, mi-radas ardientes, subjetividad, pasión, pro-fecía… Pero será también presa de lamedicina, encaminada hacia la droga y elcontrol, incluso el psicoanalítico. Laslíneas por donde por tanto transita laexposición y, sobre todo, los estudios sonlas vías y espacios por los que la melan-colía arriba, tanto como los enfrentamien-tos y obstáculos que encuentra. Así seanalizan estilos tales como la vanitas o elpaisaje, personajes clásicos como Cara-vaggio, Lotto, Fetti, Pontormo, Becca-fumi, o bien modernos como Canova,Chirico, Sabino, Ernst… Para nosotrostiene principal interés la apertura a temasespañoles, así la aportación del Greco, olas dificultades con la Contrarreforma. Enfin, un maravilloso catálogo que no des-merece de otros anteriores y que muestrabien la profunda reflexión que sobre larelación entre arte y enfermedad se ha rea-lizado en los últimos tiempos.

José Luis Peset

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se tuvo en el siglo XIX– es debida a lasmutaciones del gusto y del análisis pensa-miento o a la idea misma de historia de lacultura, que se ha ampliado notablementeen estos últimos años, de modo que se haatendido más a ciertas obras mixtas –com-pendios, centones, anecdotarios, paraenci-clopedias– con el propósito de comprendermejor el contexto literario e intelectual deuna época, sea el momento de descenso deuna cultura como la antigua al enfilar elBajo Imperio, sea para entender elRenacimiento tardío, cuando se le citóabundantemente, más tras la gran ediciónde Froben en 1533.

Las Vidas de Laercio nos hacen ver elmundo antiguo desde un ángulo muy sin-gular. De entrada revelan la «mentalidad»tardo-antigua: la recurrencias de los varia-dos problemas y la armonía de sus formu-laciones, se suman al mero atender a lasidas y venidas de los retratados, tan «natu-rales», tan familiares para él. Es, sin duda,una fuente imprescindible para conocervivazmente el pensamiento antiguo, y surecuperación decisiva en el siglo XVI,dadas las silvas de lecciones en las quesiempre aparece algún detalle extraído delas Vidas. Y es que ahí rebullen los viejossabios (I), ciertos presocráticos (VIII yIX), los milesios y los coetáneos deSócrates (II), un Platón algo dibujado(III), desde luego, Aristóteles y los acadé-micos (IV), además de los cínicos yEpicuro. Aparecen por añadidura centena-res de filósofos (él cita a doscientos auto-res olvidados) y, es más, el total de nom-bres a los que alude Laercio en su libroacaba frisando los dos mil personajes. Elesquema biográfico-moral de las Vidas estrifásico (origen, florecimiento, muerte),tiene un carácter literario-formativo (daemblemas doctrinales), y proporciona un

juego interno-externo de datos solo aveces bien logrado mediante pinceladasaclaradoras. En cualquier caso queda alservicio de la comprensión filosófica, queen la actualidad está siempre ligada a laexperiencia. Pues decía Arendt que alhacer nosotros hoy de la vida la preocupa-ción primera, ya no ponemos en primerplano ese desinterés objetivo, esa objetivi-dad de Tucídides que sirvió de enseña a lahistoria positiva de Ranke o de tantosotros de los siglos XIX y XX.

Sobre todo, es una obra rica y bella,caprichosa, algo caótica y desigual sí, perocompacta y plagada de miles de pequeñashistorias y anécdotas, algunas turbadoras–como cuando Metrocles quema sus escri-tos pues, dice, «éstos son fantasmas de lossueños de los muertos»–, y otras llenas deagudeza, como las respuestas de la herma-na de éste, Hiparquia, de la que se burlanpor ser filósofa (VI, 95-97). Hay detallescientíficos que llegan a ser reveladores delíntimo modo de ser de la ciencia griega;nos recuerda diversas concepciones gene-rales sobre la naturaleza encarnadas en susautores, resume bien muchas reflexioneséticas por la vía del ejemplo; otras vecesrecoge listas de libros, hace fichas y retra-tos rápidos de desconocidos, aunque ade-más recopila montones de cartas –algunasdecisivas para conocer a los interlocuto-res–, y, en fin, sabe amenizarnos con unavariedad de miradas, burlonas a menudo ymezcladas con gracia.

Con ello nos adentrarnos en un mundomoralizado y plural, sin dogmatismo algu-no, mucho más libre que el que está ya enciernes: pues dogmáticos, sugiere Laercio,son «los que se expresan sobre las cosascomo si fueran comprensibles». Él no esnada engañoso; es bastante escéptico sinduda, pero es un defensor de las virtudes

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LIBROS

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ver sus causas, a analizar su limitadaposible colusión frente a las leyes divinasy humanas, y lo hacen de un modo impre-sionante mediante la fuerza de las pala-bras –y de las imágenes en el caso del pri-mero–. El documento maestro de Donnees capital para ese otro giro copernicanoque hubo en el mundo individual; metáfo-ra nada descabellada, pues el inglés, envarios textos –así en sus Devociones–,escribió angustiadamente sobre la des-trucción de la idea macro-microcósmica(Ch. M. Coffin, John Donne and the NewPhilosophy, Nueva York, ColumbiaUniversity, 1958).

El prólogo a esta edición de Biathanatosaclara muchos elementos biográficos deltexto, y proyecta lo que afirma Donnesobre las preocupaciones del presente.Baste aquí añadir que otros libros de distin-tos grandes autores –Montaigne (Ensayos,1588), el estudioso también escépticoCharron (De la cordura, 1601), el notablefilósofo holandés Lipsio (Cuestión real,1604) o asimismo Bacon (Ensayos, 1607;Historia de la vida y la muerte, 1623)–,ayudaron por esos mismos años, con susindagaciones, a adoptar una mirada menosprejuiciosa ante esa muerte voluntaria quepasó a llamarse ‘suicidio’ en la Ilustración.Otra cosa es que, durante el siglo XVII,teológico y autoritario, triunfaran más bienlas ideas de tantos teólogos, juristas ymoralistas reaccionarios, y que –en esetramo temporal y desde luego en lossiguientes cuarenta años por lo menos–intentaron poner coto a esa apertura haciala pluralidad de opiniones que nuestrosancestros grecorromanos ofrecieron.Referencia que sigue siendo clásica paranosotros.

Mauricio Jalón

Javier DEFELIPE; Henry MARKRAMAM;Jorge WAGENSBERG (coords.), Paisajesneuronales. Homenaje a SantiagoRamón y Cajal, Madrid, CSIC, 2007,336 pp.

El dibujo es un parámetro poco utilizadoa la hora de componer el perfil científico deSantiago Ramón y Cajal; sin embargo lecorresponde, siendo su condición de dibu-jante una virtud necesaria, diríamos pri-mordial, en su investigación neurológica.De su temprana desventura artística dacuenta el propio Cajal en Recuerdos de mivida. Duro de mollera, supo resistir el fron-tal rechazo paterno hacia las artes plásticas.La cabezonería del hijo Santiago competíacon la tozudez de Justo, el padre, llegándo-se al límite de que éste obligó y aquél con-sintió en interrumpir los estudios para dedi-carse al oficio de zapatero. Un año duró laamanuense aventura. El padre fracasó en suintento de ahormar al infante y Santiaguitoreanudó sus clases en Huesca matriculán-dose en dibujo. Años después, de pintarretratos y paisajes pasó a dibujar la anato-mía del cuerpo humano; cursaba primerode medicina en la facultad de Zaragoza.Hacia 1900 el reputado neurohistólogohabía realizado más de 12.000 de esosextraños dibujos reveladores de la arquitec-tura celular del sistema nervioso. Son lospaisajes neuronales que «las nobles y enig-máticas células del pensamiento», escribía,componen al otro lado de la lente deaumento revelados con la paleta de la tin-ción; secretos que le valieron el premioNobel en fisiología y medicina el año 1906,compartido con Camillo Golgi otro paisa-jista del cerebro.

El Cajal artista es el argumento de M.ªÁngeles Ramón y Cajal en los prolegóme-nos del libro, y aquí aparece el amante de

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LIBROS

John DONNE, Biathanatos, Madrid, AEN,2007, 226 pp.

En la Silva de varia lección (1540) –labella miscelánea de Pedro de Mexía–,encontramos a menudo anécdotas de suici-dios y de suicidas. Pues es eco de unamutación que tiene muchas caras. Ya en1522 había aparecido una larga relaciónfamosa e influyente de homicidas de símismos, como se decía entonces; nos refe-rimos a la recopilación de Ravisio, Oficinao teatro poético e histórico (II, 98). Sucedeque este problema inveterado se mostróclaramente como tal en el siglo XVI, alnacer la autobiografía moderna y al cues-tionarse los dominios que cada uno tenía asu mano; por entonces se constatan todotipo de crisis, religiosas e intelectuales, queacosaban a cualquier ciudadano, fuese ésteateo, católico o protestante, exiliado o bienaferrado a su mundo.

Acaso no hubiera más suicidios por esosaños que durante el Medievo (al menossería así entre la legión de campesinos; quede todos modos padecieron lo suyo en estesiglo de hierro), pero hablarse se hablóabiertamente y mucho de este acto volunta-rio en las ciudades o en los medios intelec-tuales. La falta de armonía se vio unida alos nuevos temores empezaron a notarse alcerrarse la Edad Media, y ello lo testimo-nian las letras desde finales del siglo XV.

En todo caso, la literatura de finales delsiglo XVI y de comienzos del XVII no dejadudas sobre la presencia en verdad insólitade la tristeza. Los libros editados por laAEN sobre melancolía, desde Bright, Untratado de melancolía (1586), y Ferrand,Melancolía erótica (1610), hasta Burton,Anatomía de la melancolía (1621) –suma-dos a tantos escritos de médicos, comoVelázquez, Santa Cruz, Du Laurens o

Guibelet, por esos mismos años–, hacenimposible negarse a reconocer ese fenóme-no, seguramente relacionado con el augemisterioso del «individuo moderno». Queello tiene que ver con el aire suicidario delas letras del Quinientos se plasma en laspartes amorosas-religiosas de la Anatomíade la melancolía, ahí donde Burton seextiende sobre «la locura, el suicidio, elasesinato, la muerte violenta» que puedenacaecer en esos trances carnales y espiri-tuales.

Precisamente el poeta y ensayista JohnDonne escribe su Biathanatos por entonces,en 1608, durante unos años difíciles de suvida. Y se da la circunstancia que entre1580 y 1620 el número de escritos sobresuicidas o sobre la autodestrucción crece deun modo desorbitado en el mundo inglés(cf. M. MacDonald y T. Murphy, SleeplessSouls. Suicide in Early Modern England,Oxford, Clarendon, 1990; S. E. Sprott, TheEnglish Debate on Suicide from Donne toHume, La Salle, Illinois, 1961); y si bien elnúmero de auto-homicidios estaba ya esta-cionado al parecer, ciertos datos parecendemostrar que la cantidad había ido subien-do notablemente a lo largo de la centuria.En todo caso, en unas cien obras teatralesinglesas de esos decenios, aparecen dos-cientos suicidios, contando los 50 que apa-recen en las obras de Shakespeare («¿qué esmás excelso, sufrir los golpes y dardos de lainsultante fortuna o tomar las armas contraun piélago de calamidades y acabar conellas haciéndoles frente?», Hamlet, III, 1).

Tanto en Donne como en Burton lamirada sobre ese acto tan reprimido yconjurado es más bien comprensiva ymoderna; su visión está bastante seculari-zada, los argumentos, aun cuando sebasen en palabras de clérigos, tienden aracionalizar semejante situación límite, a

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ver sus causas, a analizar su limitadaposible colusión frente a las leyes divinasy humanas, y lo hacen de un modo impre-sionante mediante la fuerza de las pala-bras –y de las imágenes en el caso del pri-mero–. El documento maestro de Donnees capital para ese otro giro copernicanoque hubo en el mundo individual; metáfo-ra nada descabellada, pues el inglés, envarios textos –así en sus Devociones–,escribió angustiadamente sobre la des-trucción de la idea macro-microcósmica(Ch. M. Coffin, John Donne and the NewPhilosophy, Nueva York, ColumbiaUniversity, 1958).

El prólogo a esta edición de Biathanatosaclara muchos elementos biográficos deltexto, y proyecta lo que afirma Donnesobre las preocupaciones del presente.Baste aquí añadir que otros libros de distin-tos grandes autores –Montaigne (Ensayos,1588), el estudioso también escépticoCharron (De la cordura, 1601), el notablefilósofo holandés Lipsio (Cuestión real,1604) o asimismo Bacon (Ensayos, 1607;Historia de la vida y la muerte, 1623)–,ayudaron por esos mismos años, con susindagaciones, a adoptar una mirada menosprejuiciosa ante esa muerte voluntaria quepasó a llamarse ‘suicidio’ en la Ilustración.Otra cosa es que, durante el siglo XVII,teológico y autoritario, triunfaran más bienlas ideas de tantos teólogos, juristas ymoralistas reaccionarios, y que –en esetramo temporal y desde luego en lossiguientes cuarenta años por lo menos–intentaron poner coto a esa apertura haciala pluralidad de opiniones que nuestrosancestros grecorromanos ofrecieron.Referencia que sigue siendo clásica paranosotros.

Mauricio Jalón

Javier DEFELIPE; Henry MARKRAMAM;Jorge WAGENSBERG (coords.), Paisajesneuronales. Homenaje a SantiagoRamón y Cajal, Madrid, CSIC, 2007,336 pp.

El dibujo es un parámetro poco utilizadoa la hora de componer el perfil científico deSantiago Ramón y Cajal; sin embargo lecorresponde, siendo su condición de dibu-jante una virtud necesaria, diríamos pri-mordial, en su investigación neurológica.De su temprana desventura artística dacuenta el propio Cajal en Recuerdos de mivida. Duro de mollera, supo resistir el fron-tal rechazo paterno hacia las artes plásticas.La cabezonería del hijo Santiago competíacon la tozudez de Justo, el padre, llegándo-se al límite de que éste obligó y aquél con-sintió en interrumpir los estudios para dedi-carse al oficio de zapatero. Un año duró laamanuense aventura. El padre fracasó en suintento de ahormar al infante y Santiaguitoreanudó sus clases en Huesca matriculán-dose en dibujo. Años después, de pintarretratos y paisajes pasó a dibujar la anato-mía del cuerpo humano; cursaba primerode medicina en la facultad de Zaragoza.Hacia 1900 el reputado neurohistólogohabía realizado más de 12.000 de esosextraños dibujos reveladores de la arquitec-tura celular del sistema nervioso. Son lospaisajes neuronales que «las nobles y enig-máticas células del pensamiento», escribía,componen al otro lado de la lente deaumento revelados con la paleta de la tin-ción; secretos que le valieron el premioNobel en fisiología y medicina el año 1906,compartido con Camillo Golgi otro paisa-jista del cerebro.

El Cajal artista es el argumento de M.ªÁngeles Ramón y Cajal en los prolegóme-nos del libro, y aquí aparece el amante de

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John DONNE, Biathanatos, Madrid, AEN,2007, 226 pp.

En la Silva de varia lección (1540) –labella miscelánea de Pedro de Mexía–,encontramos a menudo anécdotas de suici-dios y de suicidas. Pues es eco de unamutación que tiene muchas caras. Ya en1522 había aparecido una larga relaciónfamosa e influyente de homicidas de símismos, como se decía entonces; nos refe-rimos a la recopilación de Ravisio, Oficinao teatro poético e histórico (II, 98). Sucedeque este problema inveterado se mostróclaramente como tal en el siglo XVI, alnacer la autobiografía moderna y al cues-tionarse los dominios que cada uno tenía asu mano; por entonces se constatan todotipo de crisis, religiosas e intelectuales, queacosaban a cualquier ciudadano, fuese ésteateo, católico o protestante, exiliado o bienaferrado a su mundo.

Acaso no hubiera más suicidios por esosaños que durante el Medievo (al menossería así entre la legión de campesinos; quede todos modos padecieron lo suyo en estesiglo de hierro), pero hablarse se hablóabiertamente y mucho de este acto volunta-rio en las ciudades o en los medios intelec-tuales. La falta de armonía se vio unida alos nuevos temores empezaron a notarse alcerrarse la Edad Media, y ello lo testimo-nian las letras desde finales del siglo XV.

En todo caso, la literatura de finales delsiglo XVI y de comienzos del XVII no dejadudas sobre la presencia en verdad insólitade la tristeza. Los libros editados por laAEN sobre melancolía, desde Bright, Untratado de melancolía (1586), y Ferrand,Melancolía erótica (1610), hasta Burton,Anatomía de la melancolía (1621) –suma-dos a tantos escritos de médicos, comoVelázquez, Santa Cruz, Du Laurens o

Guibelet, por esos mismos años–, hacenimposible negarse a reconocer ese fenóme-no, seguramente relacionado con el augemisterioso del «individuo moderno». Queello tiene que ver con el aire suicidario delas letras del Quinientos se plasma en laspartes amorosas-religiosas de la Anatomíade la melancolía, ahí donde Burton seextiende sobre «la locura, el suicidio, elasesinato, la muerte violenta» que puedenacaecer en esos trances carnales y espiri-tuales.

Precisamente el poeta y ensayista JohnDonne escribe su Biathanatos por entonces,en 1608, durante unos años difíciles de suvida. Y se da la circunstancia que entre1580 y 1620 el número de escritos sobresuicidas o sobre la autodestrucción crece deun modo desorbitado en el mundo inglés(cf. M. MacDonald y T. Murphy, SleeplessSouls. Suicide in Early Modern England,Oxford, Clarendon, 1990; S. E. Sprott, TheEnglish Debate on Suicide from Donne toHume, La Salle, Illinois, 1961); y si bien elnúmero de auto-homicidios estaba ya esta-cionado al parecer, ciertos datos parecendemostrar que la cantidad había ido subien-do notablemente a lo largo de la centuria.En todo caso, en unas cien obras teatralesinglesas de esos decenios, aparecen dos-cientos suicidios, contando los 50 que apa-recen en las obras de Shakespeare («¿qué esmás excelso, sufrir los golpes y dardos de lainsultante fortuna o tomar las armas contraun piélago de calamidades y acabar conellas haciéndoles frente?», Hamlet, III, 1).

Tanto en Donne como en Burton lamirada sobre ese acto tan reprimido yconjurado es más bien comprensiva ymoderna; su visión está bastante seculari-zada, los argumentos, aun cuando sebasen en palabras de clérigos, tienden aracionalizar semejante situación límite, a

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canon cotidiano. Mirando dibujos y foto-grafías emprendemos un paseo alucinantepor el cerebro y sus aledaños, visualizamoslos oscuros rincones de la mente cautivosde su plasticidad, absortos contemplando lafantástica corporeidad representada, ilumi-nados por una irrealidad que nos perteneceíntimamente; un viaje para no perdérselo.

Andrés Galera

Thomas McKEOWN, Los orígenes de lasenfermedades humanas, Madrid, Triacas-tela, 2006, 316 pp.

El epidemiólogo Thomas McKeown(1912-1988) fue profesor emérito deMedicina Social de la Universidad deBirmingham. Entre sus publicaciones desta-can títulos como El crecimiento moderno dela población o El papel de la medicina:¿sueño, espejismo o Némesis? (ambos de1976). Realizó estudios en Inglaterra yGales a través de los que demostró que ladisminución de la mortalidad en los dosúltimos siglos se produjo antes de la intro-ducción de un tratamiento médico eficaz yque respondían sobre todo al mejoramientode las condiciones de alimentación e higié-nicas con el suministro de agua y drenaje deaguas residuales. Defendió que hay factoresque influyen en la salud de la población másallá de los contemplados por los serviciosde salud pública tradicionales y por los ser-vicios médicos. Los trabajos de McKeowninfluyeron en la importancia que se leempezó a conceder a los factores sociales yambientales y de los estilos de vida.

Este libro une dos temas que generalmen-te se estudian por separado: demografía his-tórica y orígenes de la enfermedad. Sus pági-nas están divididas en tres partes siguiendo

un orden lógico: La historia de las enferme-dades, Los orígenes de las enfermedades, ypor último, El control de las enfermedades.

En la primera parte, La historia de lasenfermedades, se estudian las relacionesentre condición de vida y salud y el creci-miento demográfico en los tres períodosprincipales: Caza y recolección, Agriculturae Industria. Se analiza cómo en el período dela caza y recolección el hombre no podíacontrolar eficazmente su entorno ni limitarsu reproducción, sin embargo, estaba bienadaptado a las condiciones de vida gracias ala selección natural. Las enfermedades nocontagiosas que predominan hoy en día,tales como el cáncer, las cardíacas y la dia-betes, eran raras o no existían. La falta dealimentos era la principal responsable de laelevada tasa de mortalidad y la lenta tasa decrecimiento de la población. Poste-riormente, con la agricultura se produjo laexpansión de las poblaciones y la creaciónde zonas urbanas densamente pobladas yantihigiénicas. Las infecciones pasaron a serla causa predominante de enfermedad ymuerte. Por otro lado, la agricultura incre-mentó los recursos alimentarios, lo cual hizoque creciera el número de personas de modoque los recursos alimentarios no eran sufi-cientes. Por último, la industrializaciónamplió el control del entorno, se aumentaronlos recursos alimentarios y se redujeron losriesgos higiénicos dando lugar a una dismi-nución de las infecciones. Estos cambios seacompañaron de una acentuada reducciónde la fertilidad. El crecimiento demográficose vio limitado a una tasa que era compati-ble con los requisitos de la salud y, de estaforma, el número de personas y los recursosestaban equilibrados. La industrializacióncreó condiciones de vida que estaban muyalejadas de aquellas en que el hombre habíaevolucionado y las enfermedades no conta-

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las mariposas del alma, como poéticamentesu abuelo denominó a las células piramida-les de la corteza cerebral, contrapunto delcientífico empirista atrapado en el papel debiólogo. Conjunción de opuestos que no loson tanto porque la poesía, la estética deesos dibujos tan diestramente trazados noson el fruto de una fantasía sino la represen-tación objetiva de una naturaleza insólita. Elresultado es una colección de imágenes queunen el significado cognitivo atribuido por larazón con el valor plástico percibido por lossentidos. Dibujos en cuya construcción con-fluyen la técnica, la sensibilidad y el saberde Cajal personalizando la obra de manerainconfundible. Pero no nos engañemos, bajola pátina artística sólo resplandece la cien-cia, lo bello es la circunstancia de una mor-fología hasta entonces invisible. Utilizandoel microscopio los ojos descubren la armo-nía compositiva del jardín neuronal, y mien-tras la mano delinea la estética del momentola mente se pregunta cómo se relacionan enel cerebro tan pictóricas líneas y colores; eslo adecuado en un sabio entre cuyas Reglasy consejos sobre investigación científica sereniega de la metafísica para conocer lanaturaleza.

Cajal y la neurociencia del siglo XXI esel epígrafe suscrito por Javier DeFelipepara desmenuzar este saber, antesala de lospaisajes neuronales que aguardan. En com-paración con los contemporáneos, el casoCajal no reflejaría la excelencia a través degrandes descubrimientos, al contrario, esnecesario valorar sus «numerosas e impor-tantes contribuciones al conocimiento de laestructura y función del sistema nervioso»;he aquí la cuestión. Dominado por esta pre-misa inicial el discurso se vuelve monódicocumpliendo sobremanera con las expectati-vas: Cajal y el inicio de su carrera investi-gadora, Cajal y el método de Golgi,

Primera publicación de Cajal con el méto-do de Golgi, Cajal y la teoría neuronal,Reconocimiento de la labor investigadorade Cajal, Los dibujos de Cajal, etcétera;ejemplifican el elenco de subtítulos conme-morativos del científico y sus hazañas. Ycomo telón de fondo el debate entre lospartidarios de la teoría reticular y los defen-sores de la teoría neuronal, con Cajal alfrente, para explicar el funcionamiento y laorganización del sistema nervioso. En elproceso Cajal emerge como un ubicuotriunfador cuya estela empapa la modernaneurología, recuperado hoy por sus obser-vaciones sobre las espinas dendríticas delas células piramidales y la formulación delconcepto de la plasticidad cerebral.Concisamente, el texto es un relato afortu-nado correspondiente a una buena historiade las ideas, bien estructurado y generosocon el personaje.

En su tramo final, el homenaje aSantiago Ramón y Cajal recupera el senti-do artístico. En este apartado la obra esdeudora de la exposición Paisajes Neuro-nales 2006 inaugurada en Barcelona el 6 deabril conmemorando el centenario del pre-mio Nobel. La propuesta estética de lamuestra se plasma ahora en un nuevo reco-pilatorio, pasado y presente, de 179 neuroi-mágenes persiguiendo un fin contemplati-vo: mostrar la belleza natural que exhibe elsistema nervioso. Y se logra con sobresa-liente. Impresiones que son un buen ejem-plo de aquellos momentos absolutos que elfilósofo alemán Hegel reconoce en la orga-nización de la naturaleza al contemplar decerca lo bello natural (Introducción a laestética). Así, bruscamente, el lector dejade serlo convertido en observador, enexplorador de un fascinante universo decolores y extravagantes formas que moti-van indefectiblemente más allá de nuestro

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canon cotidiano. Mirando dibujos y foto-grafías emprendemos un paseo alucinantepor el cerebro y sus aledaños, visualizamoslos oscuros rincones de la mente cautivosde su plasticidad, absortos contemplando lafantástica corporeidad representada, ilumi-nados por una irrealidad que nos perteneceíntimamente; un viaje para no perdérselo.

Andrés Galera

Thomas McKEOWN, Los orígenes de lasenfermedades humanas, Madrid, Triacas-tela, 2006, 316 pp.

El epidemiólogo Thomas McKeown(1912-1988) fue profesor emérito deMedicina Social de la Universidad deBirmingham. Entre sus publicaciones desta-can títulos como El crecimiento moderno dela población o El papel de la medicina:¿sueño, espejismo o Némesis? (ambos de1976). Realizó estudios en Inglaterra yGales a través de los que demostró que ladisminución de la mortalidad en los dosúltimos siglos se produjo antes de la intro-ducción de un tratamiento médico eficaz yque respondían sobre todo al mejoramientode las condiciones de alimentación e higié-nicas con el suministro de agua y drenaje deaguas residuales. Defendió que hay factoresque influyen en la salud de la población másallá de los contemplados por los serviciosde salud pública tradicionales y por los ser-vicios médicos. Los trabajos de McKeowninfluyeron en la importancia que se leempezó a conceder a los factores sociales yambientales y de los estilos de vida.

Este libro une dos temas que generalmen-te se estudian por separado: demografía his-tórica y orígenes de la enfermedad. Sus pági-nas están divididas en tres partes siguiendo

un orden lógico: La historia de las enferme-dades, Los orígenes de las enfermedades, ypor último, El control de las enfermedades.

En la primera parte, La historia de lasenfermedades, se estudian las relacionesentre condición de vida y salud y el creci-miento demográfico en los tres períodosprincipales: Caza y recolección, Agriculturae Industria. Se analiza cómo en el período dela caza y recolección el hombre no podíacontrolar eficazmente su entorno ni limitarsu reproducción, sin embargo, estaba bienadaptado a las condiciones de vida gracias ala selección natural. Las enfermedades nocontagiosas que predominan hoy en día,tales como el cáncer, las cardíacas y la dia-betes, eran raras o no existían. La falta dealimentos era la principal responsable de laelevada tasa de mortalidad y la lenta tasa decrecimiento de la población. Poste-riormente, con la agricultura se produjo laexpansión de las poblaciones y la creaciónde zonas urbanas densamente pobladas yantihigiénicas. Las infecciones pasaron a serla causa predominante de enfermedad ymuerte. Por otro lado, la agricultura incre-mentó los recursos alimentarios, lo cual hizoque creciera el número de personas de modoque los recursos alimentarios no eran sufi-cientes. Por último, la industrializaciónamplió el control del entorno, se aumentaronlos recursos alimentarios y se redujeron losriesgos higiénicos dando lugar a una dismi-nución de las infecciones. Estos cambios seacompañaron de una acentuada reducciónde la fertilidad. El crecimiento demográficose vio limitado a una tasa que era compati-ble con los requisitos de la salud y, de estaforma, el número de personas y los recursosestaban equilibrados. La industrializacióncreó condiciones de vida que estaban muyalejadas de aquellas en que el hombre habíaevolucionado y las enfermedades no conta-

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las mariposas del alma, como poéticamentesu abuelo denominó a las células piramida-les de la corteza cerebral, contrapunto delcientífico empirista atrapado en el papel debiólogo. Conjunción de opuestos que no loson tanto porque la poesía, la estética deesos dibujos tan diestramente trazados noson el fruto de una fantasía sino la represen-tación objetiva de una naturaleza insólita. Elresultado es una colección de imágenes queunen el significado cognitivo atribuido por larazón con el valor plástico percibido por lossentidos. Dibujos en cuya construcción con-fluyen la técnica, la sensibilidad y el saberde Cajal personalizando la obra de manerainconfundible. Pero no nos engañemos, bajola pátina artística sólo resplandece la cien-cia, lo bello es la circunstancia de una mor-fología hasta entonces invisible. Utilizandoel microscopio los ojos descubren la armo-nía compositiva del jardín neuronal, y mien-tras la mano delinea la estética del momentola mente se pregunta cómo se relacionan enel cerebro tan pictóricas líneas y colores; eslo adecuado en un sabio entre cuyas Reglasy consejos sobre investigación científica sereniega de la metafísica para conocer lanaturaleza.

Cajal y la neurociencia del siglo XXI esel epígrafe suscrito por Javier DeFelipepara desmenuzar este saber, antesala de lospaisajes neuronales que aguardan. En com-paración con los contemporáneos, el casoCajal no reflejaría la excelencia a través degrandes descubrimientos, al contrario, esnecesario valorar sus «numerosas e impor-tantes contribuciones al conocimiento de laestructura y función del sistema nervioso»;he aquí la cuestión. Dominado por esta pre-misa inicial el discurso se vuelve monódicocumpliendo sobremanera con las expectati-vas: Cajal y el inicio de su carrera investi-gadora, Cajal y el método de Golgi,

Primera publicación de Cajal con el méto-do de Golgi, Cajal y la teoría neuronal,Reconocimiento de la labor investigadorade Cajal, Los dibujos de Cajal, etcétera;ejemplifican el elenco de subtítulos conme-morativos del científico y sus hazañas. Ycomo telón de fondo el debate entre lospartidarios de la teoría reticular y los defen-sores de la teoría neuronal, con Cajal alfrente, para explicar el funcionamiento y laorganización del sistema nervioso. En elproceso Cajal emerge como un ubicuotriunfador cuya estela empapa la modernaneurología, recuperado hoy por sus obser-vaciones sobre las espinas dendríticas delas células piramidales y la formulación delconcepto de la plasticidad cerebral.Concisamente, el texto es un relato afortu-nado correspondiente a una buena historiade las ideas, bien estructurado y generosocon el personaje.

En su tramo final, el homenaje aSantiago Ramón y Cajal recupera el senti-do artístico. En este apartado la obra esdeudora de la exposición Paisajes Neuro-nales 2006 inaugurada en Barcelona el 6 deabril conmemorando el centenario del pre-mio Nobel. La propuesta estética de lamuestra se plasma ahora en un nuevo reco-pilatorio, pasado y presente, de 179 neuroi-mágenes persiguiendo un fin contemplati-vo: mostrar la belleza natural que exhibe elsistema nervioso. Y se logra con sobresa-liente. Impresiones que son un buen ejem-plo de aquellos momentos absolutos que elfilósofo alemán Hegel reconoce en la orga-nización de la naturaleza al contemplar decerca lo bello natural (Introducción a laestética). Así, bruscamente, el lector dejade serlo convertido en observador, enexplorador de un fascinante universo decolores y extravagantes formas que moti-van indefectiblemente más allá de nuestro

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bio conceptual y organizativo en la aten-ción a los problemas de salud mental. LaPsiquiatría Comunitaria surge en el con-texto de la política de desistitucionali-zación en los años sesenta, en EstadosUnidos, y se extiende por todo el mundopara designar un modelo de atencióncaracterizado por varios desplazamientos:del sujeto enfermo a la colectividad, delespacio hospitalario (sobre todo manico-mial) a la comunidad y del psiquiatra alequipo multiprofesional.

En realidad este libro es como algunoscríticos literarios afirmaron de Rayuela, deCortazar, que podía comenzarse a leer porcualquier capítulo, daría lo mismo porqueel lector comprendería la historia que cuen-ta. Porque nos habla de una realidad: Elproceso de desistitucionalización y la refor-ma de la atención a la salud mental deLeganés y el sur metropolitano, del queManuel Desviat fue líder y artífice; así locuenta en la contraportada interiorFernández-Liria «La historia de esta etapaha estado en todo momento unida a la deManuel Desviat, que supo ver la posibili-dad en un momento en el que no era fácilprefigurar ni el modelo ni el contexto en elque ese modelo iba a cobrar sentido». Serefiere a la psiquiatría comunitaria que hatrazado un camino que contiene incerti-dumbres y complejidades. Sin embargo,expresa un práctica que tiene en cuenta lamultidimensionalidad de la enfermedadmental y procura aunar distintos saberes,encuadres y abordajes.

La atención comunitaria tiene que serrealizada en un área geográfica (un territo-rio para la provisión de servicios) y en ser-vicios asistenciales extrahospitalariosimplantados e integrados en los recursosdel Área de Salud. Además, plantea el tra-bajo en equipo, la coordinación con otras

instancias comunitarias y establece accio-nes para la población general y para gruposde riesgos. Y valora especialmente la acce-sibilidad y la eliminación de barreras parallegar a toda la comunidad.

A pesar del incremento en el mundodesarrollado de nuevas estructuras asisten-ciales en la comunidad, los elementos teó-ricos del modelo comunitario son ambi-guos y quizás aún no alcancen una teoríadel conocimiento propia porque tomanbuena parte de sus conceptos de diversasorientaciones teóricas y de diferentes disci-plinas a las sanitarias, lo que viene dandolugar a algún desconcierto. Esta inestabili-dad teórica hace necesaria una progresivaadecuación de los conceptos para ir cons-truyendo una epistemología que dé susten-to a las múltiples corrientes aplicables hoydía a la Salud Mental Comunitaria y a lateoría integradora que es la PsiquiatríaComunitaria.

La larga trayectoria en Salud Mentaldel Dr. Manuel Desviat, y su curiosidadpor todo lo artístico que le rodea le haceactuar como Garcilaso de la Vega, el para-digma del hombre del Renacimiento, puesse dedicaba al arte de la pluma y al de laespada con gran destreza y éxito enambos campos, así es Manuel Desviat. Secomprueba que es hombre de teoría porlas numerosas publicaciones sobre episte-mología de la Psiquiatría Comunitaria;además es sensible al arte y se observa enla edición de este libro, en las ilustracio-nes escogidas en las que queda retratadauna época a través de las fotografías, delos recortes de artículos de periódicos, enlos carteles y en cuadros de pintura, quedan fe de la realidad psicosocial que con-mueve. Y se comprueba que es hombre deacción, en su papel en la ReformaPsiquiátrica, en la Red de Servicios de

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giosas sustituyeron a las infecciones comocausas comunes de enfermedad y muerte.

En la segunda parte el autor hace una cla-sificación de las enfermedades en tres gru-pos: enfermedades prenatales, enfermedadesde la pobreza y enfermedades de la riqueza.Divide a las enfermedades prenatales en tresclases, atendiendo a si las anormalidades sondeterminadas en el momento de la fecunda-ción, durante la implantación y a comienzosdel desarrollo del embrión, o más adelante,en la vida uterina. En cuanto a las enferme-dades de la pobreza, el autor postula que porculpa de la desigual distribución de los recur-sos, millones de personas están subalimenta-das, aunque se cree que en el mundo y en lamayoría de los países hay suficientes alimen-tos. McKeown defiende que las enfermeda-des industriales son causadas por riesgos alos que es difícil concebir que podamosadaptarnos genéticamente. Según este autor,puede decirse que estas enfermedades sedeben a inadaptación y a ciertos riesgos quehan aparecido durante el período industrial.

En la tercera parte se aborda la impor-tancia que el análisis de los orígenes de lasenfermedades tiene para el control de lasmismas. Algunas anormalidades que apare-cen antes del nacimiento pueden prevenirsecontrolando las condiciones que las produ-cen, pero no puede hacerse lo mismo en elcaso de las que aparecen con la fecunda-ción o poco después de ella. Según el autor,el método que ha demostrado ser más efi-caz es el diagnóstico antenatal seguido deaborto. Manifiesta en estas líneas que esnecesario que los gobiernos y el puebloacepten el objetivo de mejorar la salud y losmedios que requieren para alcanzarlo: unadistribución más equitativa de los recursosy mejoras de la educación.

La conclusión principal que apunta elautor es que, a excepción de cuando son

determinadas en la fecundación o poco des-pués de ella, las enfermedades no son unatributo ineludible de la condición humana,sino el resultado de llevar una vida pocosana y que pueden prevenirse si se cambiael modo de vivir. La salud depende princi-palmente de que se eliminen las antiguasdeficiencias y riesgos que causaron el pre-dominio de las enfermedades infecciosas,sin incurrir en los riesgos de las enferme-dades no contagiosas que han aparecidodurante los últimos siglos debido a la ina-daptación y los peligros que acompañan ala industrialización.

Termina con una reflexión importante:«Si hubiéramos pensado en los orígenes delas enfermedades además de en sus meca-nismos, ¿habríamos tardado tanto tiempoen sospechar la importancia del fumar, dela refinación de los alimentos y de la faltade ejercicio en las enfermedades respirato-rias, intestinales y cardiovasculares?»

En definitiva, es un libro recomendadopara profesionales de la salud e historiado-res, así como, para el público en general, yaque se trata de una lectura fácil, clara einteresante; en la que se van planteandodistintos interrogantes a los que el autortrata de dar respuesta a lo largo de un apa-sionante recorrido por la historia del origende la enfermedad.

Nuria Seijas

Manuel DESVIAT, De locos a enfermos. De lapsiquiatría del manicomio a la saludmental comunitaria, Madrid, Ayunta-miento de Leganés, 2007, 223 pp.

Esta obra gira entorno a la experienciapráctica en Leganés de la PsiquiatríaComunitaria, que ha significado un cam-

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bio conceptual y organizativo en la aten-ción a los problemas de salud mental. LaPsiquiatría Comunitaria surge en el con-texto de la política de desistitucionali-zación en los años sesenta, en EstadosUnidos, y se extiende por todo el mundopara designar un modelo de atencióncaracterizado por varios desplazamientos:del sujeto enfermo a la colectividad, delespacio hospitalario (sobre todo manico-mial) a la comunidad y del psiquiatra alequipo multiprofesional.

En realidad este libro es como algunoscríticos literarios afirmaron de Rayuela, deCortazar, que podía comenzarse a leer porcualquier capítulo, daría lo mismo porqueel lector comprendería la historia que cuen-ta. Porque nos habla de una realidad: Elproceso de desistitucionalización y la refor-ma de la atención a la salud mental deLeganés y el sur metropolitano, del queManuel Desviat fue líder y artífice; así locuenta en la contraportada interiorFernández-Liria «La historia de esta etapaha estado en todo momento unida a la deManuel Desviat, que supo ver la posibili-dad en un momento en el que no era fácilprefigurar ni el modelo ni el contexto en elque ese modelo iba a cobrar sentido». Serefiere a la psiquiatría comunitaria que hatrazado un camino que contiene incerti-dumbres y complejidades. Sin embargo,expresa un práctica que tiene en cuenta lamultidimensionalidad de la enfermedadmental y procura aunar distintos saberes,encuadres y abordajes.

La atención comunitaria tiene que serrealizada en un área geográfica (un territo-rio para la provisión de servicios) y en ser-vicios asistenciales extrahospitalariosimplantados e integrados en los recursosdel Área de Salud. Además, plantea el tra-bajo en equipo, la coordinación con otras

instancias comunitarias y establece accio-nes para la población general y para gruposde riesgos. Y valora especialmente la acce-sibilidad y la eliminación de barreras parallegar a toda la comunidad.

A pesar del incremento en el mundodesarrollado de nuevas estructuras asisten-ciales en la comunidad, los elementos teó-ricos del modelo comunitario son ambi-guos y quizás aún no alcancen una teoríadel conocimiento propia porque tomanbuena parte de sus conceptos de diversasorientaciones teóricas y de diferentes disci-plinas a las sanitarias, lo que viene dandolugar a algún desconcierto. Esta inestabili-dad teórica hace necesaria una progresivaadecuación de los conceptos para ir cons-truyendo una epistemología que dé susten-to a las múltiples corrientes aplicables hoydía a la Salud Mental Comunitaria y a lateoría integradora que es la PsiquiatríaComunitaria.

La larga trayectoria en Salud Mentaldel Dr. Manuel Desviat, y su curiosidadpor todo lo artístico que le rodea le haceactuar como Garcilaso de la Vega, el para-digma del hombre del Renacimiento, puesse dedicaba al arte de la pluma y al de laespada con gran destreza y éxito enambos campos, así es Manuel Desviat. Secomprueba que es hombre de teoría porlas numerosas publicaciones sobre episte-mología de la Psiquiatría Comunitaria;además es sensible al arte y se observa enla edición de este libro, en las ilustracio-nes escogidas en las que queda retratadauna época a través de las fotografías, delos recortes de artículos de periódicos, enlos carteles y en cuadros de pintura, quedan fe de la realidad psicosocial que con-mueve. Y se comprueba que es hombre deacción, en su papel en la ReformaPsiquiátrica, en la Red de Servicios de

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giosas sustituyeron a las infecciones comocausas comunes de enfermedad y muerte.

En la segunda parte el autor hace una cla-sificación de las enfermedades en tres gru-pos: enfermedades prenatales, enfermedadesde la pobreza y enfermedades de la riqueza.Divide a las enfermedades prenatales en tresclases, atendiendo a si las anormalidades sondeterminadas en el momento de la fecunda-ción, durante la implantación y a comienzosdel desarrollo del embrión, o más adelante,en la vida uterina. En cuanto a las enferme-dades de la pobreza, el autor postula que porculpa de la desigual distribución de los recur-sos, millones de personas están subalimenta-das, aunque se cree que en el mundo y en lamayoría de los países hay suficientes alimen-tos. McKeown defiende que las enfermeda-des industriales son causadas por riesgos alos que es difícil concebir que podamosadaptarnos genéticamente. Según este autor,puede decirse que estas enfermedades sedeben a inadaptación y a ciertos riesgos quehan aparecido durante el período industrial.

En la tercera parte se aborda la impor-tancia que el análisis de los orígenes de lasenfermedades tiene para el control de lasmismas. Algunas anormalidades que apare-cen antes del nacimiento pueden prevenirsecontrolando las condiciones que las produ-cen, pero no puede hacerse lo mismo en elcaso de las que aparecen con la fecunda-ción o poco después de ella. Según el autor,el método que ha demostrado ser más efi-caz es el diagnóstico antenatal seguido deaborto. Manifiesta en estas líneas que esnecesario que los gobiernos y el puebloacepten el objetivo de mejorar la salud y losmedios que requieren para alcanzarlo: unadistribución más equitativa de los recursosy mejoras de la educación.

La conclusión principal que apunta elautor es que, a excepción de cuando son

determinadas en la fecundación o poco des-pués de ella, las enfermedades no son unatributo ineludible de la condición humana,sino el resultado de llevar una vida pocosana y que pueden prevenirse si se cambiael modo de vivir. La salud depende princi-palmente de que se eliminen las antiguasdeficiencias y riesgos que causaron el pre-dominio de las enfermedades infecciosas,sin incurrir en los riesgos de las enferme-dades no contagiosas que han aparecidodurante los últimos siglos debido a la ina-daptación y los peligros que acompañan ala industrialización.

Termina con una reflexión importante:«Si hubiéramos pensado en los orígenes delas enfermedades además de en sus meca-nismos, ¿habríamos tardado tanto tiempoen sospechar la importancia del fumar, dela refinación de los alimentos y de la faltade ejercicio en las enfermedades respirato-rias, intestinales y cardiovasculares?»

En definitiva, es un libro recomendadopara profesionales de la salud e historiado-res, así como, para el público en general, yaque se trata de una lectura fácil, clara einteresante; en la que se van planteandodistintos interrogantes a los que el autortrata de dar respuesta a lo largo de un apa-sionante recorrido por la historia del origende la enfermedad.

Nuria Seijas

Manuel DESVIAT, De locos a enfermos. De lapsiquiatría del manicomio a la saludmental comunitaria, Madrid, Ayunta-miento de Leganés, 2007, 223 pp.

Esta obra gira entorno a la experienciapráctica en Leganés de la PsiquiatríaComunitaria, que ha significado un cam-

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Héctor GONZÁLEZ y Marino PÉREZ, Lainvención de trastornos mentales:¿escuchando al fármaco o al paciente?,Madrid, Alianza, 2007, 352 pp.

En este libro son abordados, por parte deHéctor González Pardo, doctor enBiología, especialista en Neurociencia con-ductual y profesor de Psicobiología yPsicofarmacología, así como de MarinoPérez Álvarez, doctor en Psicología y psi-cólogo clínico, los temas más candentes delmomento en el campo de la Salud Mental.Se trata de un notable trabajo de más de330 páginas de texto divididas en tres par-tes, en las que se recogen 429 notas a pie depágina y una bibliografía recomendada de52 referencias. En la primera parte se hacehincapié en los actuales y controvertidossistemas de diagnóstico categorial y elefecto condicionante que este tipo de diag-nósticos tienen para el clínico y parapaciente. Valgan como ejemplo la epidemiade depresión acontecida en los años 90, trasla introducción del Prozac, la proliferacióncasi geométrica de «nuevos» trastornosdiseñados, al parecer, para aumentar lasindicaciones de los principios activos,como puede ser el estrés postraumático(con una presentación dentro del ámbitopolítico consecutivo a la guerra deVietnam), o las noticias que nos hacen lle-gar las autoridades científicas como que seacaba de descubrir que no existe «la depre-sión postvacacional». ¿Qué beneficiosecundario les queda a todos cuantos reali-zaban una identificación imaginaria a dichopadecimiento?

Asimismo, realizan un concienzudo aná-lisis del papel de los psicofármacos y suindustria en la difusión del «conocimiento»que actualmente tenemos de los trastornosmentales, los cuales no han podido despe-

garse de la noción de enfermedad médicasusceptible de tratamiento médico. Yadesde la introducción nos sublevan datoscomo que «la misma esquizofrenia parecetener mejor pronóstico en los países delTercer Mundo que en los más desarrolla-dos», con un porcentaje de remisiones del63% en los primeros y del 37% en losúltimos. La pregunta que nos lanzan a cola-ción es ciertamente inquietante: «¿Qué estápasando?».

La segunda parte de esta obra está cen-trada en la psicofarmacología. Tras ilus-trarnos con repasos históricos sobre eldevenir de estos asuntos, multitud de estu-dios internacionales realizados por autoresde prestigio pero menos divulgados queotros que conocemos sobradamente a tra-vés de revistas científicas y propaganda delaboratorios farmacéuticos (no se pierdanlos tejemanejes cuasi maritales entre estasdos entidades reflejados en el libro), reali-zan un análisis en profundidad de todo lotocante a la investigación farmacológica,arrojando a la arena de nuestro Circus rea-lidades tan llamativas como que no se hadescubierto ningún mecanismo de acciónnovedoso desde hace décadas, o que anivel de efecto terapéutico (olvidémonoscircunstancial y momentáneamente de losefectos secundarios) no se ha avanzadoprácticamente nada: «Las grandes inver-siones de las multinacionales farmacéuti-cas y de los gobiernos (…) no se hanmaterializado en el desarrollo de ningúnnuevo principio activo que supere en efi-cacia y tenga un mecanismo de accióndiferente al de los psicofármacos ya cono-cidos hace más de cincuenta años», y «loque es más inquietante aún es que muchosde ellos tienen un efecto terapéutico simi-lar sobre diversos trastornos mentales conlos que supuestamente no están relaciona-

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LIBROS

Salud Mental del Área 9 de la Comunidadde Madrid, el Instituto Psiquiátrico JoséGermain, que denota el convencimientode que la teoría sin la práctica cae envacío. Una reforma que comenzó en1986, siendo una utopía, con pocosmedios y con unos escasos recursoshumanos y con unos recursos materialesen estado de abandono, pero que tuvo a sufavor el esfuerzo, la ilusión y la profesio-nalidad de muchos implicados (siempread honorem): profesionales, políticos yusuarios y familiares. Aunque el iniciotardío de la Reforma en España permitióconocer las dificultades y errores encon-trados en las primeras reformas.

La obra esta estructurada en ocho capí-tulos temáticos:

En el capítulo 1.º que hace las veces deintroducción se señala el origen de la casade Salud Santa Isabel de Leganés y el ori-gen del manicomio. Las gentes de Leganéscrecieron en estrecha vecindad con la locu-ra, con las tapias mudéjares de la institu-ción que ocupaba su centro urbano. Elsiguiente repasa la historia del HospitalPsiquiátrico de Leganés, su origen y evolu-ción desde la Casa de Salud Santa Isabelhasta la década de los 70, pasando por losavatares de la II República. El capítulo 3.ºtrata de la Dirección Colegiada, en la quese subraya los diferentes responsables delPsiquiátrico de Leganés desde el año 1852.En el que le sigue, hay una errata ya que setitula nuevamente Dirección Colegiadacuando probablemente debería decir laReforma del Psiquiátrico de Leganés comoreza su primer apartado, el segundo aparta-do nos narra el funcionamiento de la Red,ya que la actividad asistencial de saludmental se realiza en el marco de la integra-ción con el resto de especialidades médi-cas; en especial con Atención Primaria, en

cuyos servicios existe un espacio de pro-gramación común.

En el capítulo 5.º sobre la Rehabilitacióny Apoyo Comunitario, se abordan la Desis-titucionalización y los Programas de Reha-bilitación y Apoyo Comunitario en los quesus experiencias han servido de modelomás allá de nuestras fronteras, porque larehabilitación no es una improvisación, nidesde la clínica ni desde el trabajo social ola terapia ocupacional, exige técnicas espe-cíficas. El siguiente trata sobre Morbilidade Imaginario Social. Este capítulo es en sumayor parte un estudio que fue publicadoen 1997, en la Revista Psiquiatría Pública.El 7.º, sobre la Vigencia de la PsiquiatríaComunitaria, dispone de apartados como:la vigencia del modelo comunitario ensalud mental: teoría y práctica, la reformapsiquiátrica y la cuestión de la clínica. Y elúltimo capítulo enfoca lo que llamaEspacio Diferencia, en el que se muestra através de imágenes cómo el escenariopuede cambiar la función.

Es la obra de alguien que ha ido guar-dando con paciencia documentos historio-gráficos, a sabiendas de que se está escri-biendo una parcela de la misma. Sería unbuen objeto para depositar en una la urnabajo la primera piedra de un edificio quequeda para la posteridad, porque explicitauna historia real, verdadera, del curso delacontecer psiquiátrico de una época. Setrata, por tanto, de un libro mosaico deemociones variopintas vividas por el autorque van desde una de las supersticiones delpueblo de Leganés sobre el mal de ojo queafectaba a quien pasaba cerca del manico-mio hasta la demolición y transformacióndel mismo, con el simbolismo que ello con-lleva.

Fernando Mansilla

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Héctor GONZÁLEZ y Marino PÉREZ, Lainvención de trastornos mentales:¿escuchando al fármaco o al paciente?,Madrid, Alianza, 2007, 352 pp.

En este libro son abordados, por parte deHéctor González Pardo, doctor enBiología, especialista en Neurociencia con-ductual y profesor de Psicobiología yPsicofarmacología, así como de MarinoPérez Álvarez, doctor en Psicología y psi-cólogo clínico, los temas más candentes delmomento en el campo de la Salud Mental.Se trata de un notable trabajo de más de330 páginas de texto divididas en tres par-tes, en las que se recogen 429 notas a pie depágina y una bibliografía recomendada de52 referencias. En la primera parte se hacehincapié en los actuales y controvertidossistemas de diagnóstico categorial y elefecto condicionante que este tipo de diag-nósticos tienen para el clínico y parapaciente. Valgan como ejemplo la epidemiade depresión acontecida en los años 90, trasla introducción del Prozac, la proliferacióncasi geométrica de «nuevos» trastornosdiseñados, al parecer, para aumentar lasindicaciones de los principios activos,como puede ser el estrés postraumático(con una presentación dentro del ámbitopolítico consecutivo a la guerra deVietnam), o las noticias que nos hacen lle-gar las autoridades científicas como que seacaba de descubrir que no existe «la depre-sión postvacacional». ¿Qué beneficiosecundario les queda a todos cuantos reali-zaban una identificación imaginaria a dichopadecimiento?

Asimismo, realizan un concienzudo aná-lisis del papel de los psicofármacos y suindustria en la difusión del «conocimiento»que actualmente tenemos de los trastornosmentales, los cuales no han podido despe-

garse de la noción de enfermedad médicasusceptible de tratamiento médico. Yadesde la introducción nos sublevan datoscomo que «la misma esquizofrenia parecetener mejor pronóstico en los países delTercer Mundo que en los más desarrolla-dos», con un porcentaje de remisiones del63% en los primeros y del 37% en losúltimos. La pregunta que nos lanzan a cola-ción es ciertamente inquietante: «¿Qué estápasando?».

La segunda parte de esta obra está cen-trada en la psicofarmacología. Tras ilus-trarnos con repasos históricos sobre eldevenir de estos asuntos, multitud de estu-dios internacionales realizados por autoresde prestigio pero menos divulgados queotros que conocemos sobradamente a tra-vés de revistas científicas y propaganda delaboratorios farmacéuticos (no se pierdanlos tejemanejes cuasi maritales entre estasdos entidades reflejados en el libro), reali-zan un análisis en profundidad de todo lotocante a la investigación farmacológica,arrojando a la arena de nuestro Circus rea-lidades tan llamativas como que no se hadescubierto ningún mecanismo de acciónnovedoso desde hace décadas, o que anivel de efecto terapéutico (olvidémonoscircunstancial y momentáneamente de losefectos secundarios) no se ha avanzadoprácticamente nada: «Las grandes inver-siones de las multinacionales farmacéuti-cas y de los gobiernos (…) no se hanmaterializado en el desarrollo de ningúnnuevo principio activo que supere en efi-cacia y tenga un mecanismo de accióndiferente al de los psicofármacos ya cono-cidos hace más de cincuenta años», y «loque es más inquietante aún es que muchosde ellos tienen un efecto terapéutico simi-lar sobre diversos trastornos mentales conlos que supuestamente no están relaciona-

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Salud Mental del Área 9 de la Comunidadde Madrid, el Instituto Psiquiátrico JoséGermain, que denota el convencimientode que la teoría sin la práctica cae envacío. Una reforma que comenzó en1986, siendo una utopía, con pocosmedios y con unos escasos recursoshumanos y con unos recursos materialesen estado de abandono, pero que tuvo a sufavor el esfuerzo, la ilusión y la profesio-nalidad de muchos implicados (siempread honorem): profesionales, políticos yusuarios y familiares. Aunque el iniciotardío de la Reforma en España permitióconocer las dificultades y errores encon-trados en las primeras reformas.

La obra esta estructurada en ocho capí-tulos temáticos:

En el capítulo 1.º que hace las veces deintroducción se señala el origen de la casade Salud Santa Isabel de Leganés y el ori-gen del manicomio. Las gentes de Leganéscrecieron en estrecha vecindad con la locu-ra, con las tapias mudéjares de la institu-ción que ocupaba su centro urbano. Elsiguiente repasa la historia del HospitalPsiquiátrico de Leganés, su origen y evolu-ción desde la Casa de Salud Santa Isabelhasta la década de los 70, pasando por losavatares de la II República. El capítulo 3.ºtrata de la Dirección Colegiada, en la quese subraya los diferentes responsables delPsiquiátrico de Leganés desde el año 1852.En el que le sigue, hay una errata ya que setitula nuevamente Dirección Colegiadacuando probablemente debería decir laReforma del Psiquiátrico de Leganés comoreza su primer apartado, el segundo aparta-do nos narra el funcionamiento de la Red,ya que la actividad asistencial de saludmental se realiza en el marco de la integra-ción con el resto de especialidades médi-cas; en especial con Atención Primaria, en

cuyos servicios existe un espacio de pro-gramación común.

En el capítulo 5.º sobre la Rehabilitacióny Apoyo Comunitario, se abordan la Desis-titucionalización y los Programas de Reha-bilitación y Apoyo Comunitario en los quesus experiencias han servido de modelomás allá de nuestras fronteras, porque larehabilitación no es una improvisación, nidesde la clínica ni desde el trabajo social ola terapia ocupacional, exige técnicas espe-cíficas. El siguiente trata sobre Morbilidade Imaginario Social. Este capítulo es en sumayor parte un estudio que fue publicadoen 1997, en la Revista Psiquiatría Pública.El 7.º, sobre la Vigencia de la PsiquiatríaComunitaria, dispone de apartados como:la vigencia del modelo comunitario ensalud mental: teoría y práctica, la reformapsiquiátrica y la cuestión de la clínica. Y elúltimo capítulo enfoca lo que llamaEspacio Diferencia, en el que se muestra através de imágenes cómo el escenariopuede cambiar la función.

Es la obra de alguien que ha ido guar-dando con paciencia documentos historio-gráficos, a sabiendas de que se está escri-biendo una parcela de la misma. Sería unbuen objeto para depositar en una la urnabajo la primera piedra de un edificio quequeda para la posteridad, porque explicitauna historia real, verdadera, del curso delacontecer psiquiátrico de una época. Setrata, por tanto, de un libro mosaico deemociones variopintas vividas por el autorque van desde una de las supersticiones delpueblo de Leganés sobre el mal de ojo queafectaba a quien pasaba cerca del manico-mio hasta la demolición y transformacióndel mismo, con el simbolismo que ello con-lleva.

Fernando Mansilla

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ciones generan los propios problemas quedicen solucionar», convirtiéndose los pro-blemas cotidianos de la vida en categoríasdiagnósticas, por no hablar de necesidadescreadas. La sociedad actual está aprendien-do a pensar los problemas cotidianos de lavida como enfermedades, y quien no hatenido su depresión o trastorno adaptativotiene un hijo aquejado de TDAH o un fami-liar que podría convertirse en antecedentede trastorno bipolar. Además, si «los pro-pios psicofármacos no respetan los diag-nósticos para los que se supone que sonespecíficos», y las molestias que alivia laaspirina no se deben al déficit de aspirina(nosotros hemos escuchado expresiones enpacientes del tipo de «me ha dicho mi psi-quiatra que me falta litio, doctor»), resultaque el culpable finalmente no va a ser elcerebro. Y si además vemos que se recupe-ran más y mejor los esquizofrénicos en eltercer mundo (el porqué no se lo vamos acontar nosotros, ¡lean el libro!) que en elnuestro, deberíamos hacernos la mismapregunta que se hacen los autores al princi-pio del libro: ¿qué está pasando?, ¿estamosoyendo al fármaco o al paciente?

Creo que debemos preguntarnos quéestamos haciendo, y este libro puede ser unbuen lugar para empezar a desmitificar lasenseñanzas que se están transmitiendo aaquellos que se acercan por primera vez alcampo de la Salud Mental en el terrenoterapéutico (residentes, psicoterapeutas enformación…). Quizás tengan razón losautores y la psiquiatría no esté aún conde-nada definitivamente a diluirse en un sub-conjunto de la neurología con el epíteto de«neurología de la conducta», al menosmientras las investigaciones sigan siendopoco concluyentes y se encuentren eviden-cias entre las diferencias comportamentalesy motivaciones del ser humano y la rata de

laboratorio. Terminaremos otorgando lapalabra a los autores: «La cuestión no seríatanto luchar contra los síntomas como reha-cer el horizonte de la vida (…) sería tomarla rehabilitación social como el tratamientomismo (superando la falsa dicotomía trata-miento-rehabilitación)». Porque ellostoman partido de forma clara y dan una res-puesta concisa a la pregunta de la portadadel libro ¿escuchando al fármaco o alpaciente?: «La cuestión es, en definitiva,escuchar a la persona». Sólo nos resta aña-dir que, tras cantidades ingentes de dineroempleados en investigación (y que a nues-tro juicio es condición suficiente que sesigan empleando, y necesaria que sereplanteen los objetivos reales de investiga-ción), quizás el profesor Freud tenía algode razón. Concedámosle, pues, el beneficiode la duda y, lo que es más importante, con-cedámonoslo a nosotros mismos comoterapeutas y, sobre todo, a nuestros pacien-tes, que son quienes deben en primer y últi-ma instancia beneficiarse, aunque sea, através de nuestra dudas.

Luis León Allué

Manuel VALDÉS, La confusión de los psi-quiatras, Oviedo, KRK, 2007, 144 pp.

Manuel Valdés, nacido en Avilés el año1948, es profesor titular de Psiquiatría de laFacultad de Medicina de Barcelona y direc-tor del Instituto Clinic de Neurociencias delHospital Clínico Universitario de Barce-lona. Su trayectoria académica y profesio-nal parte de la reflexión epistemológica yconceptual sobre la praxis psiquiátrica,sobre los criterios para el diagnóstico psi-quiátrico y sobre los fundamentos psicoló-gicos de la práctica médica.

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dos, poniendo en duda tanto la actualclasificación diferenciadora de estos tras-tornos como las hipótesis biológicas y psi-cológicas sobre su origen».

Ponen voz en su artículo a la de aquellosque afirman que las hipótesis monoaminér-gicas, gabaérgicas, serotoninérgicas y etce-térgicas no se sostienen en la actualidad«los psicofármacos no tienen en absolutouna acción selectiva sobe un sistema deneurotransmisión cerebral», recalcandoque lo único que parece poner en marchaese motor de la industria farmacéutica esreincidir en lo que ya se cree saber, peroque se asevera como tal a médicos, psicó-logos, asociaciones de enfermos y públicoen general, creando sutiles modificacionesde los principios activos como base prácti-camente única sobre la que sustentar losderechos de patentes. Desde luego, noresulta fácil sostener la supuesta evidenciade que en el cerebro se pueden aislar regio-nes, cuando ni siquiera el conocimientoestá a la suficiente altura de las más moder-nas técnicas de neuroimagen funcionalcomo para saber interpretar correctamentelos datos que éstas ofrecen, que no dejan deser meros datos estadísticos y no imágenesreales. No obvian tampoco el importantísi-mo dato de que las alteraciones encontra-das en la neuroimagen de pacientes sereduce a aquellos que ya han sido tratadoscon psicofármacos, y no hallándose en losescasos estudios que se han podido realizaren pacientes no tratados con psicofár-macos. No olvidemos además que la plasti-cidad cerebral es mucho mayor de lo que sepensaba hace décadas, y que las células deglía parecen tener un papel mucho mayordel que les concedíamos históricamente (sino, pensemos en el cerebro de Einstein).Para terminar con el tema, las enfermeda-des neurológicas como el Alzheimer sí pre-

sentan hallazgos constantes en cuanto aneuroimagen y otros parámetros, ausentesen cambio en los trastornos mentales.

Con epígrafes tan curiososo como¿Puede volverse psicótica una rata? losautores dan cuenta de la dificultad de extra-polar los resultados obtenidos en la experi-mentación animal, que viene dirigida porlos efectos de aumento o disminución de lapsicomotricidad (por ejemplo) en los ani-males de experimentación. El que los psi-cofármacos fueran descubiertos basándoseen la serendipia (accidente y sagacidad)viene sobradamente ilustrado con ejemplostales como que el mepobramato se obtuvode los antibióticos, la reserpina era antihi-pertensivo, o el clordiazepóxido, que seobtuvo de la administración a seres vivosde una serie de compuestos derivados delpetróleo que podrían ser útiles como colo-rantes o tintes textiles.

En su tercera parte, el libro se centra enlos tratamientos psicológicos y, tras hacerun resumen de las principales corrientespsicoterapéuticas comparando éstas entre síy haciendo referencia a su estatus en cuan-to a eficacia contrastada a través de estu-dios (tema que no sólo concierne a la psi-coterapia cognitivo-conductual sino que seha hecho extensivo a todas las demásmodalidades de psicoterapia, incluidas laspsicoanalíticas), los autores abogan por elmodelo contextual frente al modelo médi-co, donde se tendrían en cuenta el contextobiográfico de la persona y sus circunstan-cias, dejando fuera lo nomotético paraseguir un planteamiento ideográfico, estoes, del caso por caso.

El tema del libro, dicen los propios auto-res en la introducción, es «el planteamientode la naturaleza de los trastornos mentalesy de su tratamiento», sin perder de vistaque «no sería la primera vez que las solu-

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ciones generan los propios problemas quedicen solucionar», convirtiéndose los pro-blemas cotidianos de la vida en categoríasdiagnósticas, por no hablar de necesidadescreadas. La sociedad actual está aprendien-do a pensar los problemas cotidianos de lavida como enfermedades, y quien no hatenido su depresión o trastorno adaptativotiene un hijo aquejado de TDAH o un fami-liar que podría convertirse en antecedentede trastorno bipolar. Además, si «los pro-pios psicofármacos no respetan los diag-nósticos para los que se supone que sonespecíficos», y las molestias que alivia laaspirina no se deben al déficit de aspirina(nosotros hemos escuchado expresiones enpacientes del tipo de «me ha dicho mi psi-quiatra que me falta litio, doctor»), resultaque el culpable finalmente no va a ser elcerebro. Y si además vemos que se recupe-ran más y mejor los esquizofrénicos en eltercer mundo (el porqué no se lo vamos acontar nosotros, ¡lean el libro!) que en elnuestro, deberíamos hacernos la mismapregunta que se hacen los autores al princi-pio del libro: ¿qué está pasando?, ¿estamosoyendo al fármaco o al paciente?

Creo que debemos preguntarnos quéestamos haciendo, y este libro puede ser unbuen lugar para empezar a desmitificar lasenseñanzas que se están transmitiendo aaquellos que se acercan por primera vez alcampo de la Salud Mental en el terrenoterapéutico (residentes, psicoterapeutas enformación…). Quizás tengan razón losautores y la psiquiatría no esté aún conde-nada definitivamente a diluirse en un sub-conjunto de la neurología con el epíteto de«neurología de la conducta», al menosmientras las investigaciones sigan siendopoco concluyentes y se encuentren eviden-cias entre las diferencias comportamentalesy motivaciones del ser humano y la rata de

laboratorio. Terminaremos otorgando lapalabra a los autores: «La cuestión no seríatanto luchar contra los síntomas como reha-cer el horizonte de la vida (…) sería tomarla rehabilitación social como el tratamientomismo (superando la falsa dicotomía trata-miento-rehabilitación)». Porque ellostoman partido de forma clara y dan una res-puesta concisa a la pregunta de la portadadel libro ¿escuchando al fármaco o alpaciente?: «La cuestión es, en definitiva,escuchar a la persona». Sólo nos resta aña-dir que, tras cantidades ingentes de dineroempleados en investigación (y que a nues-tro juicio es condición suficiente que sesigan empleando, y necesaria que sereplanteen los objetivos reales de investiga-ción), quizás el profesor Freud tenía algode razón. Concedámosle, pues, el beneficiode la duda y, lo que es más importante, con-cedámonoslo a nosotros mismos comoterapeutas y, sobre todo, a nuestros pacien-tes, que son quienes deben en primer y últi-ma instancia beneficiarse, aunque sea, através de nuestra dudas.

Luis León Allué

Manuel VALDÉS, La confusión de los psi-quiatras, Oviedo, KRK, 2007, 144 pp.

Manuel Valdés, nacido en Avilés el año1948, es profesor titular de Psiquiatría de laFacultad de Medicina de Barcelona y direc-tor del Instituto Clinic de Neurociencias delHospital Clínico Universitario de Barce-lona. Su trayectoria académica y profesio-nal parte de la reflexión epistemológica yconceptual sobre la praxis psiquiátrica,sobre los criterios para el diagnóstico psi-quiátrico y sobre los fundamentos psicoló-gicos de la práctica médica.

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dos, poniendo en duda tanto la actualclasificación diferenciadora de estos tras-tornos como las hipótesis biológicas y psi-cológicas sobre su origen».

Ponen voz en su artículo a la de aquellosque afirman que las hipótesis monoaminér-gicas, gabaérgicas, serotoninérgicas y etce-térgicas no se sostienen en la actualidad«los psicofármacos no tienen en absolutouna acción selectiva sobe un sistema deneurotransmisión cerebral», recalcandoque lo único que parece poner en marchaese motor de la industria farmacéutica esreincidir en lo que ya se cree saber, peroque se asevera como tal a médicos, psicó-logos, asociaciones de enfermos y públicoen general, creando sutiles modificacionesde los principios activos como base prácti-camente única sobre la que sustentar losderechos de patentes. Desde luego, noresulta fácil sostener la supuesta evidenciade que en el cerebro se pueden aislar regio-nes, cuando ni siquiera el conocimientoestá a la suficiente altura de las más moder-nas técnicas de neuroimagen funcionalcomo para saber interpretar correctamentelos datos que éstas ofrecen, que no dejan deser meros datos estadísticos y no imágenesreales. No obvian tampoco el importantísi-mo dato de que las alteraciones encontra-das en la neuroimagen de pacientes sereduce a aquellos que ya han sido tratadoscon psicofármacos, y no hallándose en losescasos estudios que se han podido realizaren pacientes no tratados con psicofár-macos. No olvidemos además que la plasti-cidad cerebral es mucho mayor de lo que sepensaba hace décadas, y que las células deglía parecen tener un papel mucho mayordel que les concedíamos históricamente (sino, pensemos en el cerebro de Einstein).Para terminar con el tema, las enfermeda-des neurológicas como el Alzheimer sí pre-

sentan hallazgos constantes en cuanto aneuroimagen y otros parámetros, ausentesen cambio en los trastornos mentales.

Con epígrafes tan curiososo como¿Puede volverse psicótica una rata? losautores dan cuenta de la dificultad de extra-polar los resultados obtenidos en la experi-mentación animal, que viene dirigida porlos efectos de aumento o disminución de lapsicomotricidad (por ejemplo) en los ani-males de experimentación. El que los psi-cofármacos fueran descubiertos basándoseen la serendipia (accidente y sagacidad)viene sobradamente ilustrado con ejemplostales como que el mepobramato se obtuvode los antibióticos, la reserpina era antihi-pertensivo, o el clordiazepóxido, que seobtuvo de la administración a seres vivosde una serie de compuestos derivados delpetróleo que podrían ser útiles como colo-rantes o tintes textiles.

En su tercera parte, el libro se centra enlos tratamientos psicológicos y, tras hacerun resumen de las principales corrientespsicoterapéuticas comparando éstas entre síy haciendo referencia a su estatus en cuan-to a eficacia contrastada a través de estu-dios (tema que no sólo concierne a la psi-coterapia cognitivo-conductual sino que seha hecho extensivo a todas las demásmodalidades de psicoterapia, incluidas laspsicoanalíticas), los autores abogan por elmodelo contextual frente al modelo médi-co, donde se tendrían en cuenta el contextobiográfico de la persona y sus circunstan-cias, dejando fuera lo nomotético paraseguir un planteamiento ideográfico, estoes, del caso por caso.

El tema del libro, dicen los propios auto-res en la introducción, es «el planteamientode la naturaleza de los trastornos mentalesy de su tratamiento», sin perder de vistaque «no sería la primera vez que las solu-

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cuando es preciso a las versiones más utili-tarias de un marxismo criticado cuandoconviene, víctima de un deshojamientoparecido al que el enamorado hace con lamargarita». Es así como explica que elantipsiquiatra intentara cortar el últimovínculo que unía al enfermo psíquico con lamedicina.

En adelante, los capítulos invitan, comolo dice el mismo Manuel Valdés, muchomás al optimismo que a la desesperanza,puesto que ilustra de manera inequívoca elespectacular avance de la psiquiatría, ergode la asistencia psiquiátrica. Por un lado,los progresos en las neurociencias han idomucho más allá de lo imaginable hacetreinta años y de lo que somos capaces deasimilar incluso ahora. Hoy puede afirmar-se, a su juicio, que, a diferencia de lo queocurría en la década de los setenta, cual-quier ciudadano con trastornos psiquiátri-cos es altamente probable que reciba unaatención adecuada en los dispositivos deatención pública.

Juan Carlos Fiorini

David ENOCH y Hadrian BALL, Síndromesraros en psicopatología, Madrid,Triacastela, 2007, 316 pp.

La editorial Triacastela amplía su sec-ción de Psicopatología con la cuarta edi-ción de un libro cuya demanda no ha deja-do de incrementarse desde que se publicarapor primera vez en 1967. El psiquiatra bri-tánico David Enoch se mantiene comoautor principal en la revisión y actualiza-ción de un texto que no deja de lado elobjetivo que perseguía originariamente:ampliar el conocimiento sobre ciertos sín-dromes psiquiátricos «raros» en tanto que

extraordinarios o poco abordados por losmanuales considerados como de referenciaen Psiquiatría. La línea directriz de la obrano podía ser otra que la clínica. Es un libro,por lo tanto, concebido y diseñado desde laclínica y enfocado a todo aquel que se dedi-que al trato con el paciente mental. Dehecho, la principal razón para la inclusiónde un cuadro en la revisión ha sido que almenos uno de los autores haya tenido expe-riencia directa con el trastorno. De hecho,el grueso de los capítulos lo constituye laexposición de casos clínicos reales.

El propio autor anuncia en el Prefacio deesta edición los numerosos cambios que ellector encontrará respecto a las anteriores.Cabe destacar, entre ellos, el abordaje delconocido debate entre la etiología orgánicay la psicológica, pues no se dejarán de ladolos nuevos datos que las neurociencias hanido acumulando a lo largo de los casi cua-renta años que separan la primera y la últi-ma publicación. Como novedad se realizauna completa exposición de los avances enneuroanatomía, neuropsicología y neuro-rradiología. Pese a ello, no pasa desaperci-bida la intención inicial de los autores derealizar un acercamiento ecléctico entre lasteorías fenomenológicas y las psicodinámi-cas, pues los hallazgos obtenidos con tansofisticadas técnicas de estudio acabansiendo, ora prescindibles, ora insuficientespara la comprensión psicopatológica de lasenfermedades mentales.

Cada uno de los once capítulos del libroestá dividido en secciones que facilitan lalectura y comparación de los mismos.Todos se inician con una breve revisión his-tórica sobre la conceptualización del sín-drome, cuyo principal interés reside, a mijuicio, en la abundante bibliografía que laacompaña y que facilita la investigación allector, así como en las referencias literarias

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Su principal línea de investigación se hacentrado en la psicobiología de la adapta-ción, en los factores psicológicos de riesgobiológico, en el dolor crónico y los sínto-mas somáticos sin explicación y en el estu-dio y tratamiento de los trastornos de lapersonalidad. En la actualidad dedica aten-ción preferente a la planificación multidis-ciplinaria de la asistencia psiquiátrica y a lareflexión sobre las dimensiones bioéticasde la praxis psiquiátrica.

El presente libro es una reedición delque fue publicado en el año 1974. El autorrefiere el nacimiento de este libro comoresultado de una confusión propia, en cuan-to a sus expectativas de acceder al conoci-miento científico del psiquismo humano ya las respuestas de la psiquiatría comoespecialidad de la medicina.

En los primeros capítulos el autor hacepatente la protesta por el tipo de explica-ciones que proporcionaba la psiquiatría,que eran, como señala, de una pobreza inte-lectual sobrecogedora. Al tratarse de unapsiquiatría filoneurológica, sostenida en elaire por la ausencia de una teoría explicati-va de los procesos psíquicos, era incapaz dedar respuestas inteligibles a las preguntasmás obvias, se enredaba en explicacionesmuy difíciles de seguir o se limitaba aentender la psicología de la normalidad entérminos de psicopatología atenuada.Explica que para remediar esa miseria con-ceptual y explicativa, parte de la psiquiatríabuscó amparo en el psicoanálisis, la que essegún el autor, una ideología articuladasobre una antropología y un cuerpo de doc-trina sin sustrato empírico alguno. Ademáscomenta sobre la aparición de la antipsi-quiatría como manifestación de la anticul-tura, una forma de sociopsiquiatría, queanalizaba los procesos de etiquetado, inva-lidación y discriminación de los ciudada-

nos que tenían la desgracia de padecer unaenfermedad psiquiátrica.

En el capítulo titulado El vía crucis de laverdad, se critica al llamado cáncer quecorroe la psiquiatría: «Entre la ignoranciaindividual y la ausencia de datos que res-pondan a los hechos, el psiquiatra hace ydeshace a su arbitrio, dentro de un absolu-tismo que se aproxima al de la realezainvestida por Dios». El psiquiatra actúaapoyado por una legislación que da vistobueno a su trabajo y facilita el ejercicio deun poder omnímodo que, como ocurresiempre que estos casos se dan, acaba sien-do utilizado en provecho propio o al servi-cio de la ideología personal.

El pacto de los eclécticos es el capítuloen el que el autor comenta sobre la psiquia-tría científica, afirmando que indudable-mente seguirá siendo una ficción si no haypsiquiatras que la enfoquen científicamen-te. Además, sostiene que cuando el eclécti-co recapitula para hacerse una idea de loque dispone, se halla ante la ancestral hip-nosis, ante el conocido psicoanálisis y anteuna psicoterapia entendida de un modovago. Hablando de la psicofarmacología, ala que siente desprestigiada ante la mayorparte de la «clientela psiquiátrica», el autorculpa de este hecho a la doble imprudenciaque supone olvidar la naturaleza de sumisión y omitir la necesidad de unos crite-rios tácticos definidos.

Sobre la indignación de la antipsiquia-tría, el autor relata la antigua crítica de lainstitución manicomial, la denuncia deltrato al enfermo, la vergüenza que suscitasu miserable vida material y la desidia quedirige su destino desde que ingresa al mani-comio. «La antipsiquiatría encuentra sugermen en el pensamiento de Foucault, sedesarrolla gracias a la flexibilidad explica-tiva del existencialismo de Sastre y recurre

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cuando es preciso a las versiones más utili-tarias de un marxismo criticado cuandoconviene, víctima de un deshojamientoparecido al que el enamorado hace con lamargarita». Es así como explica que elantipsiquiatra intentara cortar el últimovínculo que unía al enfermo psíquico con lamedicina.

En adelante, los capítulos invitan, comolo dice el mismo Manuel Valdés, muchomás al optimismo que a la desesperanza,puesto que ilustra de manera inequívoca elespectacular avance de la psiquiatría, ergode la asistencia psiquiátrica. Por un lado,los progresos en las neurociencias han idomucho más allá de lo imaginable hacetreinta años y de lo que somos capaces deasimilar incluso ahora. Hoy puede afirmar-se, a su juicio, que, a diferencia de lo queocurría en la década de los setenta, cual-quier ciudadano con trastornos psiquiátri-cos es altamente probable que reciba unaatención adecuada en los dispositivos deatención pública.

Juan Carlos Fiorini

David ENOCH y Hadrian BALL, Síndromesraros en psicopatología, Madrid,Triacastela, 2007, 316 pp.

La editorial Triacastela amplía su sec-ción de Psicopatología con la cuarta edi-ción de un libro cuya demanda no ha deja-do de incrementarse desde que se publicarapor primera vez en 1967. El psiquiatra bri-tánico David Enoch se mantiene comoautor principal en la revisión y actualiza-ción de un texto que no deja de lado elobjetivo que perseguía originariamente:ampliar el conocimiento sobre ciertos sín-dromes psiquiátricos «raros» en tanto que

extraordinarios o poco abordados por losmanuales considerados como de referenciaen Psiquiatría. La línea directriz de la obrano podía ser otra que la clínica. Es un libro,por lo tanto, concebido y diseñado desde laclínica y enfocado a todo aquel que se dedi-que al trato con el paciente mental. Dehecho, la principal razón para la inclusiónde un cuadro en la revisión ha sido que almenos uno de los autores haya tenido expe-riencia directa con el trastorno. De hecho,el grueso de los capítulos lo constituye laexposición de casos clínicos reales.

El propio autor anuncia en el Prefacio deesta edición los numerosos cambios que ellector encontrará respecto a las anteriores.Cabe destacar, entre ellos, el abordaje delconocido debate entre la etiología orgánicay la psicológica, pues no se dejarán de ladolos nuevos datos que las neurociencias hanido acumulando a lo largo de los casi cua-renta años que separan la primera y la últi-ma publicación. Como novedad se realizauna completa exposición de los avances enneuroanatomía, neuropsicología y neuro-rradiología. Pese a ello, no pasa desaperci-bida la intención inicial de los autores derealizar un acercamiento ecléctico entre lasteorías fenomenológicas y las psicodinámi-cas, pues los hallazgos obtenidos con tansofisticadas técnicas de estudio acabansiendo, ora prescindibles, ora insuficientespara la comprensión psicopatológica de lasenfermedades mentales.

Cada uno de los once capítulos del libroestá dividido en secciones que facilitan lalectura y comparación de los mismos.Todos se inician con una breve revisión his-tórica sobre la conceptualización del sín-drome, cuyo principal interés reside, a mijuicio, en la abundante bibliografía que laacompaña y que facilita la investigación allector, así como en las referencias literarias

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Su principal línea de investigación se hacentrado en la psicobiología de la adapta-ción, en los factores psicológicos de riesgobiológico, en el dolor crónico y los sínto-mas somáticos sin explicación y en el estu-dio y tratamiento de los trastornos de lapersonalidad. En la actualidad dedica aten-ción preferente a la planificación multidis-ciplinaria de la asistencia psiquiátrica y a lareflexión sobre las dimensiones bioéticasde la praxis psiquiátrica.

El presente libro es una reedición delque fue publicado en el año 1974. El autorrefiere el nacimiento de este libro comoresultado de una confusión propia, en cuan-to a sus expectativas de acceder al conoci-miento científico del psiquismo humano ya las respuestas de la psiquiatría comoespecialidad de la medicina.

En los primeros capítulos el autor hacepatente la protesta por el tipo de explica-ciones que proporcionaba la psiquiatría,que eran, como señala, de una pobreza inte-lectual sobrecogedora. Al tratarse de unapsiquiatría filoneurológica, sostenida en elaire por la ausencia de una teoría explicati-va de los procesos psíquicos, era incapaz dedar respuestas inteligibles a las preguntasmás obvias, se enredaba en explicacionesmuy difíciles de seguir o se limitaba aentender la psicología de la normalidad entérminos de psicopatología atenuada.Explica que para remediar esa miseria con-ceptual y explicativa, parte de la psiquiatríabuscó amparo en el psicoanálisis, la que essegún el autor, una ideología articuladasobre una antropología y un cuerpo de doc-trina sin sustrato empírico alguno. Ademáscomenta sobre la aparición de la antipsi-quiatría como manifestación de la anticul-tura, una forma de sociopsiquiatría, queanalizaba los procesos de etiquetado, inva-lidación y discriminación de los ciudada-

nos que tenían la desgracia de padecer unaenfermedad psiquiátrica.

En el capítulo titulado El vía crucis de laverdad, se critica al llamado cáncer quecorroe la psiquiatría: «Entre la ignoranciaindividual y la ausencia de datos que res-pondan a los hechos, el psiquiatra hace ydeshace a su arbitrio, dentro de un absolu-tismo que se aproxima al de la realezainvestida por Dios». El psiquiatra actúaapoyado por una legislación que da vistobueno a su trabajo y facilita el ejercicio deun poder omnímodo que, como ocurresiempre que estos casos se dan, acaba sien-do utilizado en provecho propio o al servi-cio de la ideología personal.

El pacto de los eclécticos es el capítuloen el que el autor comenta sobre la psiquia-tría científica, afirmando que indudable-mente seguirá siendo una ficción si no haypsiquiatras que la enfoquen científicamen-te. Además, sostiene que cuando el eclécti-co recapitula para hacerse una idea de loque dispone, se halla ante la ancestral hip-nosis, ante el conocido psicoanálisis y anteuna psicoterapia entendida de un modovago. Hablando de la psicofarmacología, ala que siente desprestigiada ante la mayorparte de la «clientela psiquiátrica», el autorculpa de este hecho a la doble imprudenciaque supone olvidar la naturaleza de sumisión y omitir la necesidad de unos crite-rios tácticos definidos.

Sobre la indignación de la antipsiquia-tría, el autor relata la antigua crítica de lainstitución manicomial, la denuncia deltrato al enfermo, la vergüenza que suscitasu miserable vida material y la desidia quedirige su destino desde que ingresa al mani-comio. «La antipsiquiatría encuentra sugermen en el pensamiento de Foucault, sedesarrolla gracias a la flexibilidad explica-tiva del existencialismo de Sastre y recurre

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dica concatenación de epidemiología, etio-logía, síntomas, diagnóstico y tratamiento,se puede incluir un contenido que se preo-cupa por la historia del sujeto y que siguedefendiendo las estructuras clínicas. Elestudio de la psicopatología, incluso deestos síndromes «raros», mantiene el inte-rés del clínico por una nosología que semantiene lejos de los herméticos manualesde diagnóstico que están hoy de actualidad.

Laura Martín

Hilde BRUCH, La jaula dorada. El enigmade la anorexia nerviosa, Barcelona,Paidós, 2002, 172 pp.

«Creé una jaula dorada adornada conjoyas de manera que su resplandor impresio-nase a la gente…». The Golden Cage es eltítulo original de este libro publicado eninglés en 1978 por la Universidad de Harvardy que en 2002 Paidós publica en castellano.La jaula dorada está dedicado a todas laspacientes que ayudaron a la autora a escribir-lo. Hilde Bruch, destacada psicóloga clínicaque ha trabajado a fondo los problemas delos desórdenes de la alimentación, fue profe-sora de Psiquiatría en el Baylor College ofMedicine. A pesar de que han pasado cincoaños de la publicación de este libro, el temade la anorexia está muy presente en la clíni-ca y en la vida cotidiana, se escucha fre-cuentemente la polémica acerca de los temasmás diversos como los desfiles de moda,campañas y controles que intentan poner unalto a la extrema delgadez. El padecimientode anorexia nerviosa se ha convertido en unícono de lucha de diversa índole en nuestrotiempo y es por esto que resulta atractivohacer una revisión a tan importante aporte alenfoque de esta patología.

Destaca la forma en que el contenidoestá expuesto: numerosas viñetas formadaspor casos clínicos reales que nos ayudan aentender mejor el funcionamiento de aque-llos que padecen esta enfermedad. Ayuda aanalizar la anorexia nerviosa no sólo desdeun punto de vista clínico, sino que es unlibro que puede ser leído y, claramente,comprendido por lectores que no formenparte del sistema sanitario. Sin embargo,para aquellos que lo son, en especial debi-do a que no es una patología que se vea fre-cuentemente en la práctica psiquiátrica dia-ria, es una estupenda forma de abrirse pasoen la manera que Bruch tenía de enfocar laproblemática de este tipo de pacientes.

La influencia de la industria de la modaen la delgadez, la demanda justificada porparte de las mujeres para usar sus talentos yla mayor libertad sexual de nuestros tiem-pos serían razones por las cuales aparecencada vez más pacientes con anorexia.Bruch nos abre los ojos y nos hace pensaren la gran preocupación que estas pacientessienten por los alimentos, el hambre quepasan pero que, sin embargo, consideranque la disciplina y la autonegación son susmejores virtudes porque satisfacer susdeseos es caer en una vergonzosa autoin-dulgencia.

¿Cómo se puede ayudar e influir enalguien que piensa que no merece ningunaayuda porque no está lo suficientementedelgada? Bruch pensaba que las nuevasoportunidades que tenían las mujeres lashacía sentirse abrumadas por las muchaselecciones posibles y temerosas de no esco-ger correctamente; nos proporciona unmanual al que poder acudir y nos adviertedel problema al que nos enfrentaremos alintentar conseguir que la paciente ganepeso antes de iniciar la terapia, como unrequisito indispensable para ésta. Así, se

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que encabezan y salpican la exposición dela misma. A continuación, varios casos rea-les preceden la sección en la que se enume-rarán las características clínicas que defi-nen el trastorno, en lo que podría interpre-tarse como un intento de priorizar alpaciente frente a la rigidez que supone lanosología académica. Se pasa luego a ladiscusión sobre la etiología y psicopatolo-gía, en la que tendrán cabida prácticamentetodas las tendencias doctrinales de las quelos autores han tenido constancia bibliográ-fica, señalándose tanto los méritos comolimitaciones de cada una de ellas, y dejan-do al lector la oportunidad de sacar sus pro-pias conclusiones. Más adelante, se discuti-rá sobre el modo de abordaje y tratamiento,así como el pronóstico que debe esperarse.Se valorará la indicación de ingreso –y losaspectos legales relacionados–, las medidassocio-familiares pertinentes, los posiblesbeneficios de la psicofarmacología y la psi-coterapia más adecuada a cada uno de loscuadros.

Los tres primeros capítulos tienen encomún el hecho de que podrían englobarsedentro del escasamente popular conceptode paranoia. El Síndrome de Capgras o«delirio de dobles» se presenta como elmás frecuente de los síndromes de falsoreconocimiento, que también serán aborda-dos en el diagnóstico diferencial de éste.Magníficamente encabezado por un frag-mento de Los demonios de Loudun deHuxley, el capítulo dedicado al Síndromede Clérambault resulta de especial interéspor la exposición de la evolución históricadel concepto de erotomanía, que irá acom-pañada de los casos que Clérambault,Esquirol o Kraepelin utilizaron en la des-cripción del cuadro. Cierra este bloque arti-ficial el Síndrome de Otelo, que aunque seincluye inicialmente como curiosidad den-

tro de los delirios de infidelidad, los autoresreconocen en esta edición lo frecuente de lacelotipia patológica en la práctica clínicaactual.

A partir del cuarto capítulo se irá abor-dando un conjunto más heterogéneo decuadros. El Síndrome de Ganser, una pseu-dopsicosis histérica en la que se plantea elproblema diferencial tanto con la psicosiscomo con la simulación. El Síndrome de lacovada y sus frecuentes formas menores enlos maridos de algunas embarazadas. El noinfrecuente Síndrome de Munchausen, quevolverá a establecer las diferencias con lasimulación, y se completará con otros tras-tornos facticios. El Síndrome de Gilles dela Tourette, un síndrome clásicamentesituado entre la neurología y la psiquiatríaen el que queda reflejada la pertinencia delas explicaciones psicodinámicas ante laausencia de hallazgos biológicos de lesio-nes específicas. En el Síndrome de Cotardlos autores abordan el problema nosológicode los delirios nihilistas. La Folie à deux ysus variantes, como ejemplo de relacióninterpersonal patológica, en el que se revi-sa la antigua cuestión de la contagiosidadde los síntomas psicóticos. El Síndrome deEkbom o parasitosis delirante, que dará piea ahondar en los síntomas neuróticos y psi-cóticos que afectan al cuerpo. Y por último,el capítulo Estados de posesión y síndro-mes relacionados ofrece al lector la posibi-lidad de reflexionar sobre el papel históricode las creencias populares y las distintasculturas tanto en la formación de síntomascomo en la clasificación de síndromes.

Cabe añadir la recomendación de la lec-tura y estudio de un texto que se interesapor cuestiones fundamentales de la psiquia-tría de nuestro tiempo. Los autoresdemuestran cómo, bajo la forma del discur-so de una medicina acomodada en la metó-

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dica concatenación de epidemiología, etio-logía, síntomas, diagnóstico y tratamiento,se puede incluir un contenido que se preo-cupa por la historia del sujeto y que siguedefendiendo las estructuras clínicas. Elestudio de la psicopatología, incluso deestos síndromes «raros», mantiene el inte-rés del clínico por una nosología que semantiene lejos de los herméticos manualesde diagnóstico que están hoy de actualidad.

Laura Martín

Hilde BRUCH, La jaula dorada. El enigmade la anorexia nerviosa, Barcelona,Paidós, 2002, 172 pp.

«Creé una jaula dorada adornada conjoyas de manera que su resplandor impresio-nase a la gente…». The Golden Cage es eltítulo original de este libro publicado eninglés en 1978 por la Universidad de Harvardy que en 2002 Paidós publica en castellano.La jaula dorada está dedicado a todas laspacientes que ayudaron a la autora a escribir-lo. Hilde Bruch, destacada psicóloga clínicaque ha trabajado a fondo los problemas delos desórdenes de la alimentación, fue profe-sora de Psiquiatría en el Baylor College ofMedicine. A pesar de que han pasado cincoaños de la publicación de este libro, el temade la anorexia está muy presente en la clíni-ca y en la vida cotidiana, se escucha fre-cuentemente la polémica acerca de los temasmás diversos como los desfiles de moda,campañas y controles que intentan poner unalto a la extrema delgadez. El padecimientode anorexia nerviosa se ha convertido en unícono de lucha de diversa índole en nuestrotiempo y es por esto que resulta atractivohacer una revisión a tan importante aporte alenfoque de esta patología.

Destaca la forma en que el contenidoestá expuesto: numerosas viñetas formadaspor casos clínicos reales que nos ayudan aentender mejor el funcionamiento de aque-llos que padecen esta enfermedad. Ayuda aanalizar la anorexia nerviosa no sólo desdeun punto de vista clínico, sino que es unlibro que puede ser leído y, claramente,comprendido por lectores que no formenparte del sistema sanitario. Sin embargo,para aquellos que lo son, en especial debi-do a que no es una patología que se vea fre-cuentemente en la práctica psiquiátrica dia-ria, es una estupenda forma de abrirse pasoen la manera que Bruch tenía de enfocar laproblemática de este tipo de pacientes.

La influencia de la industria de la modaen la delgadez, la demanda justificada porparte de las mujeres para usar sus talentos yla mayor libertad sexual de nuestros tiem-pos serían razones por las cuales aparecencada vez más pacientes con anorexia.Bruch nos abre los ojos y nos hace pensaren la gran preocupación que estas pacientessienten por los alimentos, el hambre quepasan pero que, sin embargo, consideranque la disciplina y la autonegación son susmejores virtudes porque satisfacer susdeseos es caer en una vergonzosa autoin-dulgencia.

¿Cómo se puede ayudar e influir enalguien que piensa que no merece ningunaayuda porque no está lo suficientementedelgada? Bruch pensaba que las nuevasoportunidades que tenían las mujeres lashacía sentirse abrumadas por las muchaselecciones posibles y temerosas de no esco-ger correctamente; nos proporciona unmanual al que poder acudir y nos adviertedel problema al que nos enfrentaremos alintentar conseguir que la paciente ganepeso antes de iniciar la terapia, como unrequisito indispensable para ésta. Así, se

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que encabezan y salpican la exposición dela misma. A continuación, varios casos rea-les preceden la sección en la que se enume-rarán las características clínicas que defi-nen el trastorno, en lo que podría interpre-tarse como un intento de priorizar alpaciente frente a la rigidez que supone lanosología académica. Se pasa luego a ladiscusión sobre la etiología y psicopatolo-gía, en la que tendrán cabida prácticamentetodas las tendencias doctrinales de las quelos autores han tenido constancia bibliográ-fica, señalándose tanto los méritos comolimitaciones de cada una de ellas, y dejan-do al lector la oportunidad de sacar sus pro-pias conclusiones. Más adelante, se discuti-rá sobre el modo de abordaje y tratamiento,así como el pronóstico que debe esperarse.Se valorará la indicación de ingreso –y losaspectos legales relacionados–, las medidassocio-familiares pertinentes, los posiblesbeneficios de la psicofarmacología y la psi-coterapia más adecuada a cada uno de loscuadros.

Los tres primeros capítulos tienen encomún el hecho de que podrían englobarsedentro del escasamente popular conceptode paranoia. El Síndrome de Capgras o«delirio de dobles» se presenta como elmás frecuente de los síndromes de falsoreconocimiento, que también serán aborda-dos en el diagnóstico diferencial de éste.Magníficamente encabezado por un frag-mento de Los demonios de Loudun deHuxley, el capítulo dedicado al Síndromede Clérambault resulta de especial interéspor la exposición de la evolución históricadel concepto de erotomanía, que irá acom-pañada de los casos que Clérambault,Esquirol o Kraepelin utilizaron en la des-cripción del cuadro. Cierra este bloque arti-ficial el Síndrome de Otelo, que aunque seincluye inicialmente como curiosidad den-

tro de los delirios de infidelidad, los autoresreconocen en esta edición lo frecuente de lacelotipia patológica en la práctica clínicaactual.

A partir del cuarto capítulo se irá abor-dando un conjunto más heterogéneo decuadros. El Síndrome de Ganser, una pseu-dopsicosis histérica en la que se plantea elproblema diferencial tanto con la psicosiscomo con la simulación. El Síndrome de lacovada y sus frecuentes formas menores enlos maridos de algunas embarazadas. El noinfrecuente Síndrome de Munchausen, quevolverá a establecer las diferencias con lasimulación, y se completará con otros tras-tornos facticios. El Síndrome de Gilles dela Tourette, un síndrome clásicamentesituado entre la neurología y la psiquiatríaen el que queda reflejada la pertinencia delas explicaciones psicodinámicas ante laausencia de hallazgos biológicos de lesio-nes específicas. En el Síndrome de Cotardlos autores abordan el problema nosológicode los delirios nihilistas. La Folie à deux ysus variantes, como ejemplo de relacióninterpersonal patológica, en el que se revi-sa la antigua cuestión de la contagiosidadde los síntomas psicóticos. El Síndrome deEkbom o parasitosis delirante, que dará piea ahondar en los síntomas neuróticos y psi-cóticos que afectan al cuerpo. Y por último,el capítulo Estados de posesión y síndro-mes relacionados ofrece al lector la posibi-lidad de reflexionar sobre el papel históricode las creencias populares y las distintasculturas tanto en la formación de síntomascomo en la clasificación de síndromes.

Cabe añadir la recomendación de la lec-tura y estudio de un texto que se interesapor cuestiones fundamentales de la psiquia-tría de nuestro tiempo. Los autoresdemuestran cómo, bajo la forma del discur-so de una medicina acomodada en la metó-

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péutico, se trata de que las pacientes desa-rrollen una nueva personalidad después deaños de existencia falsa, a través de unarelación de plena confianza en el terapeuta,el cual se deberá oponer a sus asuncioneserróneas y, al mismo tiempo, animarla aque mejore su autoimagen. Y «… ahoraella cree que el tratamiento la ayudó a rom-per la jaula, que ha desechado las nocionese ideas que construyeron ese encierro y queestá libre para siempre».

Francisco Vaccari

Rosa GÓMEZ ESTEBAN y Enrique RIVAS

PADILLA, La integración del psicoaná-lisis en la sociedad de nuestro tiempo,Madrid, AEN, 2007, 187 pp.

¿Es posible la integración del psicoaná-lisis en la realidad social de nuestro tiem-po? Tal sería la interrogación a la que seenfrenta el presente texto, emplazando deeste modo tanto a la legítima viabilidad delhecho como al modo, lugar y sendas porlas que debe discurrir el proyecto. Estacuestión ejerce como núcleo central de lasIX Jornadas de la Sección de Psicoanálisisde la AEN, celebradas el 27 y 28 de octu-bre del 2006 en el Colegio de Médicos deMadrid, y sus ponencias han sido reunidaspor los coordinadores para ser editadas eneste libro.

La heterogénea procedencia de los con-ferenciantes, tanto por los distintos camposformativos como por las variadas áreas detrabajo donde desempeñan su función,amplía el horizonte de este debate sobre elposible espectro de actuación del psicoaná-lisis. Precisamente, a esta necesidad deampliación de las proyecciones del psicoa-nálisis a los distintos discursos sociales,

culturales y políticos, hace referenciaEnrique Rivas, presidente de la Sección dePsicoanálisis de la AEN, en el discursoinaugural de las jornadas. En un contenidopropone la tarea a los psicoanalistas deenfrentarse a lo real que subyace a los sín-tomas y contrarrestar de este modo losefectos catastróficos que en la subjetividadopera la estrategia de placer sin límites delas democracias capitalistas.

El primer apartado del libro se centra enel «Psicoanálisis y pensamiento contempo-ráneo». En él, Mercedes de Francisco(«Amor, Sinthoma e imposible») MarisaÁlvarez («El trabajo en el mundo contem-poráneo») y Javier Garmendia («El realis-mo psicoanalítico») abordan la posiblecorrelación actual entre ambos, destacandolos aportes y teorías ofrecidas principal-mente por Lacan, Sennett, Hannah Arendty Zygmunt Bauman.

El segundo bloque de debates, afronta eltema medular de las jornadas de una mane-ra más directa. Bajo el título Necesidad delpsicoanálisis en la sociedad actual, enca-bezado por la presentación de ArmandoIngala, ratifica el objetivo fundamental dela Sección, consistente en intentar proveer-se de un marco para el debate de los acon-tecimientos problemáticos –que necesitanser hablados y escuchados– surgidos de lapráctica diaria, sin necesidad de transfor-marlos en simples problemas como hacenlas instituciones sociales. Recoge tambiéneste bloque las intervenciones de GustavoPis-Diez («Literalidad y metáfora: el olvi-do del alma y la necesidad del psicoaná-lisis, o una reivindicación de lo profundo»),Elena González («Hablemos de educaciónno sin psicoanálisis»), Joaquín Caretti(«Necesidad del psicoanálisis en el campomédico»), Roberto Fernández («Algunasreflexiones sobre la necesidad del psicoa-

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espera que las pacientes mejoren su nivelde autoconfianza, que aprendan a mantenerunos hábitos de alimentación adecuados, ano vincularse con quienes sienten aversiónpor su cuerpo y a sentirse bien con el cuer-po que tienen en ese momento.

Son ocho capítulos los que conforman ellibro. En la enfermedad del hambre, se nosplantean las bases de esta enfermedad mis-teriosa, llena de contradicciones y parado-jas, en donde existe un componente exhibi-cionista. Están confusas en lo que sienten,pues el hambre tiene un efecto desorgani-zador en su funcionamiento general y ensus reacciones psicológicas y, aunque loexperimentan, se entrenan para considerar-lo placentero y deseable. La evaluación psi-quiátrica sólo sería posible después dehaber corregido los peores efectos de lamalnutrición. La mayoría no quiere hablarde los problemas mentales que acarrea suenfermedad. Lo más importante es que nopodemos reconocer a ninguna pacienteanoréxica fuera de peligro hasta que no hareconocido el terror al hambre y su incapa-cidad de repetir esta conducta nuevamente.

En el gorrión en la jaula, se ve que elmiedo al fracaso y la insatisfacción es elproblema fundamental de esta enfermedad,precedente de la dieta y de la pérdida depeso. Aparentemente todo funciona a laperfección y no habría problema o motivoalguno que pudiera desencadenar la anore-xia; no obstante, esto es sólo una fachada.Su vida ha sido un continuo esfuerzo porcomplacer a los padres, desarrollando unaintensa dependencia hacia éstos. La infan-cia perfecta nos permite resumir cómounas familias bien adaptadas fallan entransmitir autoconfianza y estas niñas cre-cen confusas respecto a su cuerpo y susfunciones. Esas jóvenes parecen no tener laconvicción de que tienen un valor intrínse-

co. Cómo empieza es una pregunta queintenta encontrar respuesta quizás en lavulnerabilidad a la crítica de las anoréxi-cas, en la búsqueda forzada de independen-cia, en el sentimiento de fracaso, en sentirque la enfermedad les asegura amor y cui-dados de los padres. En otras, la pubertades el fin del sueño secreto de crecer y con-vertirse en un chico y el inicio de culpar asu cuerpo de su malestar.

La actitud anoréxica no tiene lugar demanera repentina ni automática, exige unaatención activa de su víctima que requieresufrimiento, esfuerzo y trabajo diario. Seaíslan completamente y sólo piensan en elpeso y en la comida, invadiendo éstos todasu capacidad intelectiva. La distorsión de laimagen corporal ha necesitado entrena-miento para autoengañarse. Este capítulonos permite ver que existe un paralelismoentre la gravedad de la enfermedad y elgrado de incapacidad para ajustarse a larealidad que ven, así como la influencia delhambre en el funcionamiento psicológico.Si no se les ofrece ayuda terapéutica, aun-que ganen peso, muchas se deprimirán ago-biadas por los sentimientos de culpa. Elpeso de una paciente debe estar siemprepor encima del nivel de peligro antes de ini-ciar el tratamiento fuera del hospital, añadi-do al hecho de que es mejor tratarlas lejosdel ambiente familiar. Esto se plasma en elcapítulo sobre la corrección del peso. Elpenúltimo apartado trata sobre el desmem-bramiento familiar y se expone lo impor-tante de clarificar los problemas familiaressubyacentes porque las anoréxicas estántan ligadas a sus familias, en donde lamadre tiene un papel preponderante, queno se pueden sentir independientes. Lafamilia debe integrarse al tratamiento.Finalmente, en cambiar la mente Bruchmanifiesta que, en cuanto al trabajo tera-

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péutico, se trata de que las pacientes desa-rrollen una nueva personalidad después deaños de existencia falsa, a través de unarelación de plena confianza en el terapeuta,el cual se deberá oponer a sus asuncioneserróneas y, al mismo tiempo, animarla aque mejore su autoimagen. Y «… ahoraella cree que el tratamiento la ayudó a rom-per la jaula, que ha desechado las nocionese ideas que construyeron ese encierro y queestá libre para siempre».

Francisco Vaccari

Rosa GÓMEZ ESTEBAN y Enrique RIVAS

PADILLA, La integración del psicoaná-lisis en la sociedad de nuestro tiempo,Madrid, AEN, 2007, 187 pp.

¿Es posible la integración del psicoaná-lisis en la realidad social de nuestro tiem-po? Tal sería la interrogación a la que seenfrenta el presente texto, emplazando deeste modo tanto a la legítima viabilidad delhecho como al modo, lugar y sendas porlas que debe discurrir el proyecto. Estacuestión ejerce como núcleo central de lasIX Jornadas de la Sección de Psicoanálisisde la AEN, celebradas el 27 y 28 de octu-bre del 2006 en el Colegio de Médicos deMadrid, y sus ponencias han sido reunidaspor los coordinadores para ser editadas eneste libro.

La heterogénea procedencia de los con-ferenciantes, tanto por los distintos camposformativos como por las variadas áreas detrabajo donde desempeñan su función,amplía el horizonte de este debate sobre elposible espectro de actuación del psicoaná-lisis. Precisamente, a esta necesidad deampliación de las proyecciones del psicoa-nálisis a los distintos discursos sociales,

culturales y políticos, hace referenciaEnrique Rivas, presidente de la Sección dePsicoanálisis de la AEN, en el discursoinaugural de las jornadas. En un contenidopropone la tarea a los psicoanalistas deenfrentarse a lo real que subyace a los sín-tomas y contrarrestar de este modo losefectos catastróficos que en la subjetividadopera la estrategia de placer sin límites delas democracias capitalistas.

El primer apartado del libro se centra enel «Psicoanálisis y pensamiento contempo-ráneo». En él, Mercedes de Francisco(«Amor, Sinthoma e imposible») MarisaÁlvarez («El trabajo en el mundo contem-poráneo») y Javier Garmendia («El realis-mo psicoanalítico») abordan la posiblecorrelación actual entre ambos, destacandolos aportes y teorías ofrecidas principal-mente por Lacan, Sennett, Hannah Arendty Zygmunt Bauman.

El segundo bloque de debates, afronta eltema medular de las jornadas de una mane-ra más directa. Bajo el título Necesidad delpsicoanálisis en la sociedad actual, enca-bezado por la presentación de ArmandoIngala, ratifica el objetivo fundamental dela Sección, consistente en intentar proveer-se de un marco para el debate de los acon-tecimientos problemáticos –que necesitanser hablados y escuchados– surgidos de lapráctica diaria, sin necesidad de transfor-marlos en simples problemas como hacenlas instituciones sociales. Recoge tambiéneste bloque las intervenciones de GustavoPis-Diez («Literalidad y metáfora: el olvi-do del alma y la necesidad del psicoaná-lisis, o una reivindicación de lo profundo»),Elena González («Hablemos de educaciónno sin psicoanálisis»), Joaquín Caretti(«Necesidad del psicoanálisis en el campomédico»), Roberto Fernández («Algunasreflexiones sobre la necesidad del psicoa-

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espera que las pacientes mejoren su nivelde autoconfianza, que aprendan a mantenerunos hábitos de alimentación adecuados, ano vincularse con quienes sienten aversiónpor su cuerpo y a sentirse bien con el cuer-po que tienen en ese momento.

Son ocho capítulos los que conforman ellibro. En la enfermedad del hambre, se nosplantean las bases de esta enfermedad mis-teriosa, llena de contradicciones y parado-jas, en donde existe un componente exhibi-cionista. Están confusas en lo que sienten,pues el hambre tiene un efecto desorgani-zador en su funcionamiento general y ensus reacciones psicológicas y, aunque loexperimentan, se entrenan para considerar-lo placentero y deseable. La evaluación psi-quiátrica sólo sería posible después dehaber corregido los peores efectos de lamalnutrición. La mayoría no quiere hablarde los problemas mentales que acarrea suenfermedad. Lo más importante es que nopodemos reconocer a ninguna pacienteanoréxica fuera de peligro hasta que no hareconocido el terror al hambre y su incapa-cidad de repetir esta conducta nuevamente.

En el gorrión en la jaula, se ve que elmiedo al fracaso y la insatisfacción es elproblema fundamental de esta enfermedad,precedente de la dieta y de la pérdida depeso. Aparentemente todo funciona a laperfección y no habría problema o motivoalguno que pudiera desencadenar la anore-xia; no obstante, esto es sólo una fachada.Su vida ha sido un continuo esfuerzo porcomplacer a los padres, desarrollando unaintensa dependencia hacia éstos. La infan-cia perfecta nos permite resumir cómounas familias bien adaptadas fallan entransmitir autoconfianza y estas niñas cre-cen confusas respecto a su cuerpo y susfunciones. Esas jóvenes parecen no tener laconvicción de que tienen un valor intrínse-

co. Cómo empieza es una pregunta queintenta encontrar respuesta quizás en lavulnerabilidad a la crítica de las anoréxi-cas, en la búsqueda forzada de independen-cia, en el sentimiento de fracaso, en sentirque la enfermedad les asegura amor y cui-dados de los padres. En otras, la pubertades el fin del sueño secreto de crecer y con-vertirse en un chico y el inicio de culpar asu cuerpo de su malestar.

La actitud anoréxica no tiene lugar demanera repentina ni automática, exige unaatención activa de su víctima que requieresufrimiento, esfuerzo y trabajo diario. Seaíslan completamente y sólo piensan en elpeso y en la comida, invadiendo éstos todasu capacidad intelectiva. La distorsión de laimagen corporal ha necesitado entrena-miento para autoengañarse. Este capítulonos permite ver que existe un paralelismoentre la gravedad de la enfermedad y elgrado de incapacidad para ajustarse a larealidad que ven, así como la influencia delhambre en el funcionamiento psicológico.Si no se les ofrece ayuda terapéutica, aun-que ganen peso, muchas se deprimirán ago-biadas por los sentimientos de culpa. Elpeso de una paciente debe estar siemprepor encima del nivel de peligro antes de ini-ciar el tratamiento fuera del hospital, añadi-do al hecho de que es mejor tratarlas lejosdel ambiente familiar. Esto se plasma en elcapítulo sobre la corrección del peso. Elpenúltimo apartado trata sobre el desmem-bramiento familiar y se expone lo impor-tante de clarificar los problemas familiaressubyacentes porque las anoréxicas estántan ligadas a sus familias, en donde lamadre tiene un papel preponderante, queno se pueden sentir independientes. Lafamilia debe integrarse al tratamiento.Finalmente, en cambiar la mente Bruchmanifiesta que, en cuanto al trabajo tera-

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El síndrome de burnout ha venido adqui-riendo importancia en la medida que los ser-vicios humanos han ido tomando relievecomo partícipes del bienestar individual y dela colectividad, y porque los usuarios de losservicios sanitarios, educativos, sociales...manifiestan un mayor nivel de exigencia y elprofesional recibe unas demandas excesivasque se ve incapaz de satisfacer. Además sonmás propensos al síndrome de burnout laspersonalidades emotivas, es decir aquellosque tienen más desarrollada la sensibilidadpara temas relacionadas con el trato huma-no, los llamados «activistas sociales» queofrecen ayuda a los demás y los calificadosde «visionarios» porque toman su labor máscomo una cruzada que como una tarea paraganarse la vida, además suelen ser personasautoexigentes, con baja tolerancia al fracasoy perfeccionistas.

Dicho síndrome, que también se ledenomina síndrome de quemarse por el tra-bajo o síndrome de desgaste profesional,hace referencia a un fenómeno de desgasteprofesional observable en los profesionalesque trabajan directamente con personas. Sesuele conceptuar como el resultado de con-tinuas y repetidas presiones emocionalesasociadas con un compromiso intenso conlos usuarios, pacientes o clientes, duranteun periodo de tiempo prolongado. Los tra-bajadores que pueden ser susceptibles deburnout se encuentran con mayor frecuen-cia entre aquellas ocupaciones en las que sepresta una atención constante y directa deayuda a personas; es el caso de las profe-siones sanitarias, sociales o educativas, yson algunos de estos trabajadores los quepueden desarrollar sentimientos cada vezmás negativos hacia los pacientes, usuarioso alumnos.

Aunque el síndrome se ha consideradocomo exclusivo de servicios sanitarios, ser-

vicios sociales, instituciones docentes yservicios de seguridad que trabajan en con-tacto directo con los clientes de esas orga-nizaciones, lo cierto es que el síndrome hasido descrito en otras profesiones. LaFundación Europea para las Mejora de lasCondiciones de Vida y Trabajo llegó a afir-mar que un 20% de la población trabajado-ra sufría síndrome de burnout, siempre hahabido disparidad de datos estadísticosentre los estudios sobre los trabajadores encontacto directo y constante con personas.

Estamos ante una obra colectiva, frutodel encuentro y reflexión de un ampliogrupo de investigadores y profesionalesimplicados en el estudio, la prevención y eltratamiento del síndrome de burnout,aunque la mayoría de los autores son pro-fesores de Universidad. El libro está estruc-turado en tres partes diferenciadas. En laprimera se aborda en sus capítulos la valo-ración del síndrome de burnout (en la quehay que tener en cuenta el contexto laboral,organizativo e institucional) y los instru-mentos de evaluación y diagnóstico, y lasestrategias de prevención, tanto individua-les como organizativas.

En la segunda parte, los capítulos tratande los estudios de distintos colectivos deriesgo, ya que el síndrome de burnout sepuede desarrollar en otras profesiones, alos que denomina profesiones de riesgo.Así hay capítulos dedicados a profesionestan dispares como la actividad policial, losmilitares en misión de paz, los profesiona-les de las emergencias, la psicología, losárbitros y jueces deportivos, los trabajado-res de banca o los del sector turístico; ade-más de, médicos y enfermeros, como esobvio. Y en las páginas de la última parte,se presentan algunos casos de estudio enlos que se describe el desarrollo del síndro-me de burnout en profesionales concreto,

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LIBROS

nálisis»), Elisa Giangaspro («Necesidaddel psicoanálisis»), Lydia Gómez («¿Porqué es necesario el psicoanálisis en la pro-blemática de la violencia de género?»),Carmen Viñas («El posicionamiento de losprofesionales en las situaciones de riesgosocial en la infancia»), Mary Cruz Mijares(«Actualidad del psicoanálisis de niños yniñas, responsabilidad y autoridad»), AliciaLópez («El grupo de orientación psicoana-lítica en un centro de salud mental») y RosaGómez («¿Trastorno bipolar/Psicosismaníaco depresiva o Psicosis melancólicabipolar?: Tratamiento con psicoterapia psi-coanalítica grupal combinada con psicofár-macos»).

En el tercero, bajo el epígrafe general deLa anomalía en el sujeto contemporáneo,toman la palabra Enrique Rivas («Los nue-vos síntomas y malestares de la sociedadactual, el síntoma perverso de nuestraépoca»), Sergio Larriera («Lo real»),Gustavo Dessal («Patologías del yo en elmundo contemporáneo») y José MaríaRedero («El declive del sujeto en la clínicaactual»). Un último apartado ahonda en Elpsicoanálisis en relación con la ciencia,con las disertaciones al respecto de JavierFrere («La ciencia cabe el campo freudia-no») y Maximiliano Lozano («Lo real en laciencia y el psicoanálisis»). Como broche ybalance final, en una reflexión que titula Elprograma para la revitalización de la sec-ción, Enrique Rivas concluye con esta con-sideración: «El psicoanálisis, el psicoana-lista, habrá de estar allí donde el sujeto olos colectivos sociales le demanden, aun-que sea tácitamente, cuando la razón noentiende la explicación sociopolítica ocientífica de los enigmas de la existenciaque promueve el Amo globalizado».

Iria María Prieto

Pedro R. GIL-MONTE y Bernardo MORENO

JIMÉNEZ (Coordinadores). El síndromede quemarse por el trabajo (burnout).Grupos de profesionales de riesgo,Madrid, Pirámide, 2007, 342 pp.

En el medio laboral, el entorno del traba-jo, la organización del tiempo de trabajo, laorganización de funciones y tareas y laestructura de la organización son factores deriesgos psicosociales que si se gestionan deuna forma deficiente tienen, sin duda, conse-cuencias negativas para la salud de los traba-jadores en forma de estrés laboral, síndromede burnout o acoso laboral. La definición delsíndrome de burnout más consolidada es lade Maslach y Jackson, quienes consideranque es una respuesta inadecuada a un estréscrónico y que se caracteriza por tres dimen-siones: Cansancio o agotamiento emocional,despersonalización o deshumanización yfalta o disminución de realización personal.

El cansancio emocional se refiere a ladisminución y pérdida de recursos emocio-nales, al sentimiento de estar emocional-mente agotado y exhausto debido al traba-jo que se realiza, junto a la sensación deque no se tiene nada que ofrecer psicológi-camente a los demás. La despersonaliza-ción consiste en el desarrollo de una actitudnegativa e insensible hacia las personas conquienes se trabaja. O sea, un cambio nega-tivo en las actitudes y respuestas hacia losbeneficiarios del propio trabajo. Y la faltade realización personal es la tendencia aevaluarse uno mismo y el propio trabajo deforma negativa, junto a la evitación de lasrelaciones interpersonales y profesionales,baja productividad e incapacidad parasoportar la presión. Los afectados se repro-chan no haber alcanzado los objetivos pro-puestos, con vivencias de insuficiencia per-sonal y baja autoestima.

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El síndrome de burnout ha venido adqui-riendo importancia en la medida que los ser-vicios humanos han ido tomando relievecomo partícipes del bienestar individual y dela colectividad, y porque los usuarios de losservicios sanitarios, educativos, sociales...manifiestan un mayor nivel de exigencia y elprofesional recibe unas demandas excesivasque se ve incapaz de satisfacer. Además sonmás propensos al síndrome de burnout laspersonalidades emotivas, es decir aquellosque tienen más desarrollada la sensibilidadpara temas relacionadas con el trato huma-no, los llamados «activistas sociales» queofrecen ayuda a los demás y los calificadosde «visionarios» porque toman su labor máscomo una cruzada que como una tarea paraganarse la vida, además suelen ser personasautoexigentes, con baja tolerancia al fracasoy perfeccionistas.

Dicho síndrome, que también se ledenomina síndrome de quemarse por el tra-bajo o síndrome de desgaste profesional,hace referencia a un fenómeno de desgasteprofesional observable en los profesionalesque trabajan directamente con personas. Sesuele conceptuar como el resultado de con-tinuas y repetidas presiones emocionalesasociadas con un compromiso intenso conlos usuarios, pacientes o clientes, duranteun periodo de tiempo prolongado. Los tra-bajadores que pueden ser susceptibles deburnout se encuentran con mayor frecuen-cia entre aquellas ocupaciones en las que sepresta una atención constante y directa deayuda a personas; es el caso de las profe-siones sanitarias, sociales o educativas, yson algunos de estos trabajadores los quepueden desarrollar sentimientos cada vezmás negativos hacia los pacientes, usuarioso alumnos.

Aunque el síndrome se ha consideradocomo exclusivo de servicios sanitarios, ser-

vicios sociales, instituciones docentes yservicios de seguridad que trabajan en con-tacto directo con los clientes de esas orga-nizaciones, lo cierto es que el síndrome hasido descrito en otras profesiones. LaFundación Europea para las Mejora de lasCondiciones de Vida y Trabajo llegó a afir-mar que un 20% de la población trabajado-ra sufría síndrome de burnout, siempre hahabido disparidad de datos estadísticosentre los estudios sobre los trabajadores encontacto directo y constante con personas.

Estamos ante una obra colectiva, frutodel encuentro y reflexión de un ampliogrupo de investigadores y profesionalesimplicados en el estudio, la prevención y eltratamiento del síndrome de burnout,aunque la mayoría de los autores son pro-fesores de Universidad. El libro está estruc-turado en tres partes diferenciadas. En laprimera se aborda en sus capítulos la valo-ración del síndrome de burnout (en la quehay que tener en cuenta el contexto laboral,organizativo e institucional) y los instru-mentos de evaluación y diagnóstico, y lasestrategias de prevención, tanto individua-les como organizativas.

En la segunda parte, los capítulos tratande los estudios de distintos colectivos deriesgo, ya que el síndrome de burnout sepuede desarrollar en otras profesiones, alos que denomina profesiones de riesgo.Así hay capítulos dedicados a profesionestan dispares como la actividad policial, losmilitares en misión de paz, los profesiona-les de las emergencias, la psicología, losárbitros y jueces deportivos, los trabajado-res de banca o los del sector turístico; ade-más de, médicos y enfermeros, como esobvio. Y en las páginas de la última parte,se presentan algunos casos de estudio enlos que se describe el desarrollo del síndro-me de burnout en profesionales concreto,

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nálisis»), Elisa Giangaspro («Necesidaddel psicoanálisis»), Lydia Gómez («¿Porqué es necesario el psicoanálisis en la pro-blemática de la violencia de género?»),Carmen Viñas («El posicionamiento de losprofesionales en las situaciones de riesgosocial en la infancia»), Mary Cruz Mijares(«Actualidad del psicoanálisis de niños yniñas, responsabilidad y autoridad»), AliciaLópez («El grupo de orientación psicoana-lítica en un centro de salud mental») y RosaGómez («¿Trastorno bipolar/Psicosismaníaco depresiva o Psicosis melancólicabipolar?: Tratamiento con psicoterapia psi-coanalítica grupal combinada con psicofár-macos»).

En el tercero, bajo el epígrafe general deLa anomalía en el sujeto contemporáneo,toman la palabra Enrique Rivas («Los nue-vos síntomas y malestares de la sociedadactual, el síntoma perverso de nuestraépoca»), Sergio Larriera («Lo real»),Gustavo Dessal («Patologías del yo en elmundo contemporáneo») y José MaríaRedero («El declive del sujeto en la clínicaactual»). Un último apartado ahonda en Elpsicoanálisis en relación con la ciencia,con las disertaciones al respecto de JavierFrere («La ciencia cabe el campo freudia-no») y Maximiliano Lozano («Lo real en laciencia y el psicoanálisis»). Como broche ybalance final, en una reflexión que titula Elprograma para la revitalización de la sec-ción, Enrique Rivas concluye con esta con-sideración: «El psicoanálisis, el psicoana-lista, habrá de estar allí donde el sujeto olos colectivos sociales le demanden, aun-que sea tácitamente, cuando la razón noentiende la explicación sociopolítica ocientífica de los enigmas de la existenciaque promueve el Amo globalizado».

Iria María Prieto

Pedro R. GIL-MONTE y Bernardo MORENO

JIMÉNEZ (Coordinadores). El síndromede quemarse por el trabajo (burnout).Grupos de profesionales de riesgo,Madrid, Pirámide, 2007, 342 pp.

En el medio laboral, el entorno del traba-jo, la organización del tiempo de trabajo, laorganización de funciones y tareas y laestructura de la organización son factores deriesgos psicosociales que si se gestionan deuna forma deficiente tienen, sin duda, conse-cuencias negativas para la salud de los traba-jadores en forma de estrés laboral, síndromede burnout o acoso laboral. La definición delsíndrome de burnout más consolidada es lade Maslach y Jackson, quienes consideranque es una respuesta inadecuada a un estréscrónico y que se caracteriza por tres dimen-siones: Cansancio o agotamiento emocional,despersonalización o deshumanización yfalta o disminución de realización personal.

El cansancio emocional se refiere a ladisminución y pérdida de recursos emocio-nales, al sentimiento de estar emocional-mente agotado y exhausto debido al traba-jo que se realiza, junto a la sensación deque no se tiene nada que ofrecer psicológi-camente a los demás. La despersonaliza-ción consiste en el desarrollo de una actitudnegativa e insensible hacia las personas conquienes se trabaja. O sea, un cambio nega-tivo en las actitudes y respuestas hacia losbeneficiarios del propio trabajo. Y la faltade realización personal es la tendencia aevaluarse uno mismo y el propio trabajo deforma negativa, junto a la evitación de lasrelaciones interpersonales y profesionales,baja productividad e incapacidad parasoportar la presión. Los afectados se repro-chan no haber alcanzado los objetivos pro-puestos, con vivencias de insuficiencia per-sonal y baja autoestima.

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como inmerecida. Lo buscado, lo querido,el fruto mismo del anhelo, se revela en cier-to momento espinoso y provoca en el suje-to un sentimiento de indignidad, de inade-cuación al papel que se le supone por lacasilla que acaba de ocupar. Los imposto-res de Belinda Cannone no son, entonces,los sinvergüenzas más o menos normaliza-dos de la sociedad del espectáculo, aque-llos que, antes que del mérito, se sirven dela añagaza para coronar ciertas cumbres.Muy al contrario, los sujetos que la autoradescribe son, por así decir, víctimas de unaépoca sin ideales que, en lugar de exhortara la identificación con el héroe de los gran-des relatos, compele a la difícil tarea detriunfar siendo uno mismo. La punzada deangustia surge en el corazón de estosimpostores cuando se preguntan si, efecti-vamente, están a la altura del triunfo queles asigna su posición. Les acompaña, apartir de entonces, el miedo a ser descu-biertos, el temor de que se les señale comonuevos ricos, como excesivamente ambi-ciosos, como usurpadores de un amor, unaimagen o un puesto que legítimamente noles pertenece. En treinta y seis breves capí-tulos, Belinda Cannone hace desfilar paranosotros, entre otras figuras de esta impos-tura impuesta, a Kafka y a Moravia, alZelig de Woody Allen, al superviviente deAuschwitz, al negro blanco de La manchahumana de Roth, al Ideal del Yo freudiano,al super-héroe de Matrix, a la mujer que noacaba de sentirse del todo femenina y alhombre que no acaba de sentirse del tododigno del amor que se le declara. En unaacertada segunda persona, que hiende a laautora en dos y la obliga a contradecirse, aponerse en aprietos y a hurgarse en las pro-pias dudas y desconfianzas, se nos invita aacercarnos desde la literatura a un fenóme-no más de la neurosis. La culpa, la deuda

sin saldar y la imposibilidad de la identifi-cación, que es también la del amor, yacenbajo este sentimiento de impostura.

Algunos lectores echarán quizá demenos la agudeza de la escucha freudiana,que obliga a tomar al pie de la letra el rela-to de cada paciente: el culpable, el que sequeja de sentirse indigno del amor o elaplauso, ha por fuerza de tener razón, aun-que sea sólo en parte. Uno tiene la impre-sión de que recorre el libro una suerte decondescendencia con el impostor, un ciertogrado de disculpa. Y, aunque nacen de laintimidad individual, sus páginas se alejanpronto del núcleo culpable de la cuestiónpara lanzarse a la denuncia de una cua-drícula social cuya estructura forja casillasinhabitables por el sujeto. En ese salto de loprivado a lo público, dibuja quizá las pági-nas más brillantes del libro: las que dedicaal drama de los artistas enfrentados al sen-timiento de impostura. Sin embargo, enca-rado el problema desde esa vocación dedenuncia, se echa de menos alguna referen-cia a la noción tradicional de alienación, yen especial a sus nuevas formas, aquéllasque promueven los nichos de mercado sur-gidos con el paso del capitalismo de pro-ducción al capitalismo de consumo, puesnos parece que las angosturas e incomodi-dades de estos escaques tienen que ver engran medida con la precariedad de unasidentificaciones en exceso móviles, y quepierden, por su abigarrada diversidad, lasujeción de las ideologías.

Belinda Cannone, nacida en 1958, esescritora, ensayista, y profesora de litera-tura comparada en la Universidad deCaen. Ha publicado cuatro novelas:Dernières promenades à Petropolis (Seuil,1990), L’île au nadir (Quai Voltaire,1992), Trois nuits d’un personnage(Stock, 1994), Lent delta (Verticales,

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que tiene el propósito de hacer partícipe allector, porque el libro en su afán didácticohace suyo el antiguo proverbio chino:«Explícamelo y lo olvidaré. Enséñamelo ya lo mejor lo recordaré. Hazme partícipe ylo entenderé».

De todas formas, a veces hay confusióndiagnóstica entre estrés laboral y síndromede burnout, por lo que es conveniente reser-var el diagnóstico de síndrome de burnoutcuando se da específicamente en aquellasprofesiones que mantienen un contactodirecto y constante con personas, cuandoentre ambos media una relación de ayuda oservicio y son beneficiarios del propio tra-bajo (docentes, sanitarios, trabajadoressociales, fuerzas del orden, personal de jus-ticia...) y el diagnóstico de estrés laboral esel adecuado para las profesiones que care-cen de contacto directo y constante conpersonas y que no tengan relación de ayudao servicio.

Fernando Mansilla

Belinda CANNONE, El sentimiento deimpostura, Madrid, Biblioteca Nueva,2007, 160 pp.

A finales de Octubre de 2007, la revistaDiván el Terrible organizó en la Embajadade Francia en Madrid un ciclo de conferen-cias a propósito del libro de BelindaCannone Le sentiment d’imposture (Cal-mann-Lévy, 2005; Prix de la Société desGens de Lettres 2005), que había sido tra-ducido recientemente al castellano. Calva yoportuna, la ocasión sirvió para reunir enesas fechas a psicoanalistas francófonos eiberoamericanos, bien acompañados deotras voces del mundo de la cultura. DeJorge Alemán o Catherine Millot a Iñaki

Gabilondo o Basilio Martín Patino, los par-ticipantes en las distintas mesas fueroninvitados a opinar sobre aquello que la pro-pia autora presentó en la conferencia deinauguración como una suerte de descubri-miento. Por sentimiento de impostura ha deentenderse una vivencia más o menos cer-cana a la angustia, cuya condición nove-dosa depende en exclusiva, a nuestro en-tender, de la forma que cobra en la propiadescripción. Es decir, que su especificidadno reposa en un criterio psicopatológicosino en su formulación puramente estética,literaria. No otra es la intención de BelindaCannone, que se sabe ante todo novelista yque, como tal, pretende simplemente haberaislado un sentimiento como quien, trasobservar largamente el mundo que le rodea,traza de su propia realidad un fresco conmayor o menor pericia con el pincel.Ocurre sin embargo que en Francia, muy alcontrario que en nuestro país, el diálogoentre arte y pensamiento incluye al psicoa-nálisis como mirada válida, penetrante ysiempre a tener en cuenta, y que esa cir-cunstancia no deja de enriquecer las artes yensayos que allá ven la luz.

Como ensayo literario, El sentimiento deimpostura se permite la licencia de comen-zar en la intimidad de un sueño propio parasalir acto seguido a la calle a buscar en lasdiferentes versiones del hombre actual laemoción desconcertante que el relato oníri-co despertó. Y resulta que encuentra esesentimiento por doquier y tan a la mano,que acaba por preguntarse si no será algouniversal, una amenaza propia de nuestrasociedad y sus matrices identificatorias. Lacuestión es la siguiente: se da la circuns-tancia de que determinados espíritus, más omenos predispuestos a los desacomodos dela neurosis, llegan a sentir determinadaposición social, profesional o amorosa

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como inmerecida. Lo buscado, lo querido,el fruto mismo del anhelo, se revela en cier-to momento espinoso y provoca en el suje-to un sentimiento de indignidad, de inade-cuación al papel que se le supone por lacasilla que acaba de ocupar. Los imposto-res de Belinda Cannone no son, entonces,los sinvergüenzas más o menos normaliza-dos de la sociedad del espectáculo, aque-llos que, antes que del mérito, se sirven dela añagaza para coronar ciertas cumbres.Muy al contrario, los sujetos que la autoradescribe son, por así decir, víctimas de unaépoca sin ideales que, en lugar de exhortara la identificación con el héroe de los gran-des relatos, compele a la difícil tarea detriunfar siendo uno mismo. La punzada deangustia surge en el corazón de estosimpostores cuando se preguntan si, efecti-vamente, están a la altura del triunfo queles asigna su posición. Les acompaña, apartir de entonces, el miedo a ser descu-biertos, el temor de que se les señale comonuevos ricos, como excesivamente ambi-ciosos, como usurpadores de un amor, unaimagen o un puesto que legítimamente noles pertenece. En treinta y seis breves capí-tulos, Belinda Cannone hace desfilar paranosotros, entre otras figuras de esta impos-tura impuesta, a Kafka y a Moravia, alZelig de Woody Allen, al superviviente deAuschwitz, al negro blanco de La manchahumana de Roth, al Ideal del Yo freudiano,al super-héroe de Matrix, a la mujer que noacaba de sentirse del todo femenina y alhombre que no acaba de sentirse del tododigno del amor que se le declara. En unaacertada segunda persona, que hiende a laautora en dos y la obliga a contradecirse, aponerse en aprietos y a hurgarse en las pro-pias dudas y desconfianzas, se nos invita aacercarnos desde la literatura a un fenóme-no más de la neurosis. La culpa, la deuda

sin saldar y la imposibilidad de la identifi-cación, que es también la del amor, yacenbajo este sentimiento de impostura.

Algunos lectores echarán quizá demenos la agudeza de la escucha freudiana,que obliga a tomar al pie de la letra el rela-to de cada paciente: el culpable, el que sequeja de sentirse indigno del amor o elaplauso, ha por fuerza de tener razón, aun-que sea sólo en parte. Uno tiene la impre-sión de que recorre el libro una suerte decondescendencia con el impostor, un ciertogrado de disculpa. Y, aunque nacen de laintimidad individual, sus páginas se alejanpronto del núcleo culpable de la cuestiónpara lanzarse a la denuncia de una cua-drícula social cuya estructura forja casillasinhabitables por el sujeto. En ese salto de loprivado a lo público, dibuja quizá las pági-nas más brillantes del libro: las que dedicaal drama de los artistas enfrentados al sen-timiento de impostura. Sin embargo, enca-rado el problema desde esa vocación dedenuncia, se echa de menos alguna referen-cia a la noción tradicional de alienación, yen especial a sus nuevas formas, aquéllasque promueven los nichos de mercado sur-gidos con el paso del capitalismo de pro-ducción al capitalismo de consumo, puesnos parece que las angosturas e incomodi-dades de estos escaques tienen que ver engran medida con la precariedad de unasidentificaciones en exceso móviles, y quepierden, por su abigarrada diversidad, lasujeción de las ideologías.

Belinda Cannone, nacida en 1958, esescritora, ensayista, y profesora de litera-tura comparada en la Universidad deCaen. Ha publicado cuatro novelas:Dernières promenades à Petropolis (Seuil,1990), L’île au nadir (Quai Voltaire,1992), Trois nuits d’un personnage(Stock, 1994), Lent delta (Verticales,

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que tiene el propósito de hacer partícipe allector, porque el libro en su afán didácticohace suyo el antiguo proverbio chino:«Explícamelo y lo olvidaré. Enséñamelo ya lo mejor lo recordaré. Hazme partícipe ylo entenderé».

De todas formas, a veces hay confusióndiagnóstica entre estrés laboral y síndromede burnout, por lo que es conveniente reser-var el diagnóstico de síndrome de burnoutcuando se da específicamente en aquellasprofesiones que mantienen un contactodirecto y constante con personas, cuandoentre ambos media una relación de ayuda oservicio y son beneficiarios del propio tra-bajo (docentes, sanitarios, trabajadoressociales, fuerzas del orden, personal de jus-ticia...) y el diagnóstico de estrés laboral esel adecuado para las profesiones que care-cen de contacto directo y constante conpersonas y que no tengan relación de ayudao servicio.

Fernando Mansilla

Belinda CANNONE, El sentimiento deimpostura, Madrid, Biblioteca Nueva,2007, 160 pp.

A finales de Octubre de 2007, la revistaDiván el Terrible organizó en la Embajadade Francia en Madrid un ciclo de conferen-cias a propósito del libro de BelindaCannone Le sentiment d’imposture (Cal-mann-Lévy, 2005; Prix de la Société desGens de Lettres 2005), que había sido tra-ducido recientemente al castellano. Calva yoportuna, la ocasión sirvió para reunir enesas fechas a psicoanalistas francófonos eiberoamericanos, bien acompañados deotras voces del mundo de la cultura. DeJorge Alemán o Catherine Millot a Iñaki

Gabilondo o Basilio Martín Patino, los par-ticipantes en las distintas mesas fueroninvitados a opinar sobre aquello que la pro-pia autora presentó en la conferencia deinauguración como una suerte de descubri-miento. Por sentimiento de impostura ha deentenderse una vivencia más o menos cer-cana a la angustia, cuya condición nove-dosa depende en exclusiva, a nuestro en-tender, de la forma que cobra en la propiadescripción. Es decir, que su especificidadno reposa en un criterio psicopatológicosino en su formulación puramente estética,literaria. No otra es la intención de BelindaCannone, que se sabe ante todo novelista yque, como tal, pretende simplemente haberaislado un sentimiento como quien, trasobservar largamente el mundo que le rodea,traza de su propia realidad un fresco conmayor o menor pericia con el pincel.Ocurre sin embargo que en Francia, muy alcontrario que en nuestro país, el diálogoentre arte y pensamiento incluye al psicoa-nálisis como mirada válida, penetrante ysiempre a tener en cuenta, y que esa cir-cunstancia no deja de enriquecer las artes yensayos que allá ven la luz.

Como ensayo literario, El sentimiento deimpostura se permite la licencia de comen-zar en la intimidad de un sueño propio parasalir acto seguido a la calle a buscar en lasdiferentes versiones del hombre actual laemoción desconcertante que el relato oníri-co despertó. Y resulta que encuentra esesentimiento por doquier y tan a la mano,que acaba por preguntarse si no será algouniversal, una amenaza propia de nuestrasociedad y sus matrices identificatorias. Lacuestión es la siguiente: se da la circuns-tancia de que determinados espíritus, más omenos predispuestos a los desacomodos dela neurosis, llegan a sentir determinadaposición social, profesional o amorosa

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contraste. Russell es más brillante, y semuestra en ocasiones, como él reconoce,tenebroso y frívolo a la vez; pero es evi-dente que el futuro pacifista lo tenía másfácil, dada su posición crítica (aunque enlo referente a las políticas de población semuestra tan ligado a su tiempo comoHaldane). Éste generosamente nos da unavisión del utopismo científico neoilustra-do al decir, por ejemplo, que «la aboliciónde la enfermedad hará de la muerte unaccidente fisiológico como el sueño»,pero Haldane no hace esa afirmación sinhaber sopesado muchas de las facetas desu progresismo científico. En todo casohay que considerar que Russell tenía ya 50años, mientras que su oponente acababade llegar a la treintena.

Sin duda los argumentos están expuestospor ambos con mucha más inteligencia quetantos libros tecno-científicos del presente.Como dice el editor, «todos llevamos unDédalo y un Ícaro en nuestros pensamien-tos», y por tanto su debate es del todoactual. A la curiosidad que su polémica sus-cita, pues se iniciaba ya de hecho el perio-do preparatorio para otro conflicto bélico,cabe añadir que podemos leer el libro comoun diálogo novelado entre dos ingleses cul-tos (Oxford y Cambridge son sus centrosformativos), y que podemos ir poniendo enparalelo una frase de uno con otra delsegundo, para convertir todo en una discu-sión viva. La idea no es forzada: Haldaneapela a Chesterton o a Wells; por su parte,el Nobel de literatura de 1950 irrumpirá eneste campo de la expresión, con cierta gra-cia, sin embargo menor que la que siempreostentan sus inteligentes y paradójicosensayos. Este dueto en suma es el retrato deuna época de entresiglos que nos permitecomprobar –así tiene que ser–, cómo laciencia y la visión que de ésta tienen sus

coetáneos se hallan fuertemente condicio-nadas por la historia hasta sus más relevan-tes figuras.

Mauricio Jalón

Pierre BAYLE, Pirrón, Oviedo, KRK, 2007,introducción de F. Bahr, 72 pp.

En 2007 esta editorial ha puesto en mar-cha paralelamente sus «Cuadernos de pensa-miento», con cinco textos breves –deWittgenstein a Peirce–, muy bien confeccio-nados y con versiones y presentaciones devalía. Unos y otros libros están en consonan-cia con los valores en los que se reconoceneste grupo de ciudadanos esclarecidos que haimpulsado ‘la idea KRK’ –«espíritu ilustra-do, laicismo y tolerancia ideológica»–, quie-nes decían ya ofrecer su colección mayor aunos «lectores diletantes en el sentido másvolteriano y saludable del término».

Dado el espíritu que los anima, nadamejor que incluir en su nómina uno de losartículos importantes de Bayle (1647-1706), nacido en el sur de Francia y muer-to exiliado en Ámsterdam, como buenluchador contra la intolerancia que fue.Poco es de lo que el gran autor del granDiccionario histórico y crítico –del quesale este Pirrón– se difunde hoy directa-mente en España: recordemos la bellaselección de esa obra maestra suya, perolimitada al Círculo de Lectores, en laBiblioteca Universal dirigida por EmilioLledó, y publicada en 1996.

La bien medida introducción deFernando Bahr, que ha trabajado en figuraspoco difundidas entre nosotros comoVanini o el escéptico La Mothe Le Vayer,nos abre a un escrito central de Bayle –esePirrón que Diógenes Laercio retrató– para

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1998) y seis ensayos: Philosophies de lamusique, 1752-1789 (Klincksieck, 1990),Bonheur en littérature (Klincksieck,1998), Musique et littérature au 18e siècle(PUF, 1998), Narrations de la vie inté-rieure (PUF, 1999), Belinda Cannone pré-sente L’Oeuvre de Zola (Gallimard, 2002)et L’écriture du désir (Calmann-Lévy2000), Premio de Ensayo de la AcademiaFrancesa. Dentro de esta ya dilatada tra-yectoria, El sentimiento de impostura essu primera obra vertida al castellano.

Francisco Ferrández

John B. HALDANE y Bertrand RUSSELL,Dédalo e Ícaro. El futuro de la ciencia,Oviedo, KRK, 2005, introducción deC. López Otín.

La bellísima colección de Pensamiento–«Textos fundamentales y fundacionalesde nuestra cultura»– que la editorial KRKpuso en marcha recientemente presentóentre otros este notable volumen, curioso,sugerente, útil, revelador.

Dentro de poco constará ya de unadocena de títulos. Entre sus publicacionesse cuentan las Meditaciones de Descartes,en versión renovada de Vidal Peña, queabrió la colección; Hipatia. Mujer y cono-cimiento de Dora Russell, un notable escri-to de 1925; las Cartas sobre botánica deRousseau; o un excelente libro naturalistade Leibniz, Protogaea, de 1692 (solo fuedifundido en 1749), que es un hito para laciencia por ser una reflexión sobre la evo-lución de las formas y constituir, en defini-tiva, el fundamento mismo de la geología.Otros libros, como dos claramente políti-cos de Kelsen y otro par de testimonios deTolstoi vienen a dar una imagen de la gama

de trabajos que son la base editorial parasu futuro.

Dédalo o la ciencia y el futuro (1923)del bioquímico Haldane, planteaba el desa-rrollo de la sociedad tras la Gran Guerra,pasadas sus tempestades de acero, con cier-to optimismo acerca de la investigacióncientífica. Bien el laborismo inglés, bienlos soviéticos, por entonces llenos de ener-gía, bien otras sociedades lograrían el «pro-greso de las ciudades»: el salto en los ins-trumentos de comunicación, la aplicaciónde la nueva física, el desarrollo de la quí-mica de la alimentación, y especialmente labiología estarían en el centro de estudiopara el bien de la humanidad (la dudosaeugenesia se halla en el centro de su mira-da biológica). Todo resulta algo ingenuopero bien argumentado para el momento, ydesde luego está amalgamado con una ideamoralizante, marcada temporalmente por eleurocentrismo sin sombras de entonces.

Unos meses después le respondíaRussell con Ícaro o el futuro de la ciencia.Sin muchos rodeos, expone que conocebien las acciones gubernamentales y queesa ciencia se utilizará para acrecer eldominio de los poderosos; el efecto delindustrialismo (efecto a su vez de la física,y sin duda del uso del carbón, hierro ypetróleo) es «hacer del mundo una unidadeconómica»; y a ello no será ajeno el desa-rrollo bélico y la lucha entre naciones. Puesal aumento de la población y de las como-didades le sigue un «dedicar más energías ala guerra». Por lo demás, la utopía liberales imposible pues ni los accionistas contro-lan las decisiones empresariales. La situa-ción mundial (Rusia, Italia, España, sur deAlemania), ya le hace presagiar grandesborrascas.

Al aparecer aquí unidos, Dédalo eÍcaro, estos dos textos hacen de curioso

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contraste. Russell es más brillante, y semuestra en ocasiones, como él reconoce,tenebroso y frívolo a la vez; pero es evi-dente que el futuro pacifista lo tenía másfácil, dada su posición crítica (aunque enlo referente a las políticas de población semuestra tan ligado a su tiempo comoHaldane). Éste generosamente nos da unavisión del utopismo científico neoilustra-do al decir, por ejemplo, que «la aboliciónde la enfermedad hará de la muerte unaccidente fisiológico como el sueño»,pero Haldane no hace esa afirmación sinhaber sopesado muchas de las facetas desu progresismo científico. En todo casohay que considerar que Russell tenía ya 50años, mientras que su oponente acababade llegar a la treintena.

Sin duda los argumentos están expuestospor ambos con mucha más inteligencia quetantos libros tecno-científicos del presente.Como dice el editor, «todos llevamos unDédalo y un Ícaro en nuestros pensamien-tos», y por tanto su debate es del todoactual. A la curiosidad que su polémica sus-cita, pues se iniciaba ya de hecho el perio-do preparatorio para otro conflicto bélico,cabe añadir que podemos leer el libro comoun diálogo novelado entre dos ingleses cul-tos (Oxford y Cambridge son sus centrosformativos), y que podemos ir poniendo enparalelo una frase de uno con otra delsegundo, para convertir todo en una discu-sión viva. La idea no es forzada: Haldaneapela a Chesterton o a Wells; por su parte,el Nobel de literatura de 1950 irrumpirá eneste campo de la expresión, con cierta gra-cia, sin embargo menor que la que siempreostentan sus inteligentes y paradójicosensayos. Este dueto en suma es el retrato deuna época de entresiglos que nos permitecomprobar –así tiene que ser–, cómo laciencia y la visión que de ésta tienen sus

coetáneos se hallan fuertemente condicio-nadas por la historia hasta sus más relevan-tes figuras.

Mauricio Jalón

Pierre BAYLE, Pirrón, Oviedo, KRK, 2007,introducción de F. Bahr, 72 pp.

En 2007 esta editorial ha puesto en mar-cha paralelamente sus «Cuadernos de pensa-miento», con cinco textos breves –deWittgenstein a Peirce–, muy bien confeccio-nados y con versiones y presentaciones devalía. Unos y otros libros están en consonan-cia con los valores en los que se reconoceneste grupo de ciudadanos esclarecidos que haimpulsado ‘la idea KRK’ –«espíritu ilustra-do, laicismo y tolerancia ideológica»–, quie-nes decían ya ofrecer su colección mayor aunos «lectores diletantes en el sentido másvolteriano y saludable del término».

Dado el espíritu que los anima, nadamejor que incluir en su nómina uno de losartículos importantes de Bayle (1647-1706), nacido en el sur de Francia y muer-to exiliado en Ámsterdam, como buenluchador contra la intolerancia que fue.Poco es de lo que el gran autor del granDiccionario histórico y crítico –del quesale este Pirrón– se difunde hoy directa-mente en España: recordemos la bellaselección de esa obra maestra suya, perolimitada al Círculo de Lectores, en laBiblioteca Universal dirigida por EmilioLledó, y publicada en 1996.

La bien medida introducción deFernando Bahr, que ha trabajado en figuraspoco difundidas entre nosotros comoVanini o el escéptico La Mothe Le Vayer,nos abre a un escrito central de Bayle –esePirrón que Diógenes Laercio retrató– para

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1998) y seis ensayos: Philosophies de lamusique, 1752-1789 (Klincksieck, 1990),Bonheur en littérature (Klincksieck,1998), Musique et littérature au 18e siècle(PUF, 1998), Narrations de la vie inté-rieure (PUF, 1999), Belinda Cannone pré-sente L’Oeuvre de Zola (Gallimard, 2002)et L’écriture du désir (Calmann-Lévy2000), Premio de Ensayo de la AcademiaFrancesa. Dentro de esta ya dilatada tra-yectoria, El sentimiento de impostura essu primera obra vertida al castellano.

Francisco Ferrández

John B. HALDANE y Bertrand RUSSELL,Dédalo e Ícaro. El futuro de la ciencia,Oviedo, KRK, 2005, introducción deC. López Otín.

La bellísima colección de Pensamiento–«Textos fundamentales y fundacionalesde nuestra cultura»– que la editorial KRKpuso en marcha recientemente presentóentre otros este notable volumen, curioso,sugerente, útil, revelador.

Dentro de poco constará ya de unadocena de títulos. Entre sus publicacionesse cuentan las Meditaciones de Descartes,en versión renovada de Vidal Peña, queabrió la colección; Hipatia. Mujer y cono-cimiento de Dora Russell, un notable escri-to de 1925; las Cartas sobre botánica deRousseau; o un excelente libro naturalistade Leibniz, Protogaea, de 1692 (solo fuedifundido en 1749), que es un hito para laciencia por ser una reflexión sobre la evo-lución de las formas y constituir, en defini-tiva, el fundamento mismo de la geología.Otros libros, como dos claramente políti-cos de Kelsen y otro par de testimonios deTolstoi vienen a dar una imagen de la gama

de trabajos que son la base editorial parasu futuro.

Dédalo o la ciencia y el futuro (1923)del bioquímico Haldane, planteaba el desa-rrollo de la sociedad tras la Gran Guerra,pasadas sus tempestades de acero, con cier-to optimismo acerca de la investigacióncientífica. Bien el laborismo inglés, bienlos soviéticos, por entonces llenos de ener-gía, bien otras sociedades lograrían el «pro-greso de las ciudades»: el salto en los ins-trumentos de comunicación, la aplicaciónde la nueva física, el desarrollo de la quí-mica de la alimentación, y especialmente labiología estarían en el centro de estudiopara el bien de la humanidad (la dudosaeugenesia se halla en el centro de su mira-da biológica). Todo resulta algo ingenuopero bien argumentado para el momento, ydesde luego está amalgamado con una ideamoralizante, marcada temporalmente por eleurocentrismo sin sombras de entonces.

Unos meses después le respondíaRussell con Ícaro o el futuro de la ciencia.Sin muchos rodeos, expone que conocebien las acciones gubernamentales y queesa ciencia se utilizará para acrecer eldominio de los poderosos; el efecto delindustrialismo (efecto a su vez de la física,y sin duda del uso del carbón, hierro ypetróleo) es «hacer del mundo una unidadeconómica»; y a ello no será ajeno el desa-rrollo bélico y la lucha entre naciones. Puesal aumento de la población y de las como-didades le sigue un «dedicar más energías ala guerra». Por lo demás, la utopía liberales imposible pues ni los accionistas contro-lan las decisiones empresariales. La situa-ción mundial (Rusia, Italia, España, sur deAlemania), ya le hace presagiar grandesborrascas.

Al aparecer aquí unidos, Dédalo eÍcaro, estos dos textos hacen de curioso

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El relato se centra en dos raros «legados»de una familia, uno económico, el otro inte-lectual, que se convierten de inmediato enturbios problemas vitales. El primero atañeal marido, pronto muerto, aunque sobrevue-le su recuerdo nada brillante en toda la nove-la; el segundo se refiere al hijo de éste, sobreel que se centrará el dilema moral definitivode ese Santuario. La protagonista, en conse-cuencia, es la mujer todavía no citada, KateOrme: ella padece todos los avatares en elrelato, es testigo de las maniobras dudosasde esos dos hombres, que hacen supeditar suvida a la de ellos. Pero la del hijo no serámera réplica de la del padre, gracias en partea la sutileza de Kate.

En el momento culminante de Santuariodice la protagonista: «Te aseguro que no hehecho nada para influir en él». «No –le res-ponden–. Nada excepto leer sus pensa-mientos». Baste el apunte para comprobarla tensión que va generándose en este librobellísimo, que exige una lectura lenta,mucho más que la requerida por otras obrasde la autora. Su gran amigo Henry James(al que Wharton dedica todo un capítulo ensu autobiografía, Una mirada atrás, RBA,2004) habló de la agudeza de la escritora,de su diabólica destreza, de la gran calidadde su intención y la inteligencia de su esti-lo. En Santuario hay agudeza, intención,gran estilo; es un ejemplo muy especial dela diabólica inteligencia de Edith Wharton.

Esteban Landmarke

Nikolái LESKOV, La pulga de acero,Madrid, Impedimenta, 2007, 126 pp.

Con un primer puñado de libros queincluye La pulga de acero –relato genialaparecido en 1881– se encarrila ya

Impedimenta como editorial cuidadosa ensus versiones y su presentación. La calidadtotal de los volúmenes que nos va ofrecien-do augura un buen futuro para los librosque promete para 2008.

Entre 1809 y 1821, nacieron autorescomo Gógol, Goncharov, Lermontov,Herzen, Tolstoi y Dostoyevski. Diez añosdespués de aparecer el último (un poderosoinductor de sentimientos contrastados),vino al mundo un magnífico escritor deotro tipo, Nikolái Leskov (1831-1895).Aunque algo olvidado, se le recuerda nor-malmente al menos por su Lady Macbethde Mtsensk. Pues este narrador –descen-diente claramente de rusos (aunque tuvo untío inglés), y de vida humilde en su juven-tud–, logró entrar de pleno en la mejorliteratura europea con su empuje y con susdiversos registros. Pero Leskov lo hizomediante procedimientos aparentementemás sencillos que los de los escritores pre-cedentes, como gran conocedor de primeramano de su país gracias a que durante cier-to tiempo fue agente comercial y adminis-trador de bienes.

Al modo tradicional, con un tono semi-popular, zumbón y medio mágico, La pulgade acero cuenta una visita del zar Alejandroa Inglaterra. Allí le regalan ese animalillomecánico que da nombre al libro, capaz debailar al darle cuerda con una llave a esca-la. Tras varias peripecias, un artesano rusologrará superar el invento, disminuyendoaún el tamaño del ingenio. Ese es el hiloprincipal que imagina Leskov, interrumpi-do siempre, en cada etapa, por frases delestilo de: «Dijeron esto, lo otro, lo de másallá; pero qué harían en concreto, eso, no lodijeron». Una admiradora de la literaturarusa, Carson McCullers, ha escrito que lamoralidad de los relatos que adoptan comopunto de partida la forma tradicional es

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hacer lo que es propio de su Diccionario:dar una entrada muy sucinta sobre el filó-sofo griego nacido en Elis (que «encontra-ba en todas partes razones para afirmar yrazones para negar»), y luego lanzar unanube de destellos o anotaciones más queeruditas a cada frase en tres planos biencodificados. Pues sus agudos comentarioslaterales, sus anécdotas más bien irónicas yhasta deslenguadas, son el adobo intelec-tual o el ‘sistema’ que arropa por vías indi-rectas a su escueto y ocurrente núcleo: eltelegráfico resumen de la vida y significadode Pirrón. Ya en sus Pensamientos diversossobre el cometa, decía que él no sabíameditar regularmente sobre algo, y que legustaba en cambio apartarse del asuntoprincipal, dar saltos, hacer perder la pacien-cia a todo doctor que buscase el método pordoquier.

Como el debate sobre la gama de pensa-miento que define a Bayle gira en torno aqué tipo de escepticismo es el suyo, nadamejor que tener presente ese escrito dereferencia griego sobre su modo de hacer.Parece que el pensador, nacido en el surfrancés, supone un escepticismo extremado–que parte del primordial de Pirrón y va másallá del refinamiento de un Montaigne–, demodo que desconfía al mismo tiempo, y confuerza análoga, de la razón y de los sentidos,si bien mantiene un fideísmo racional y nadadoctrinario. Así viene a compensar todos losposibles excesos derivados de su radicalis-mo crítico. Su afán de luchar contra ciertasinexactitudes o ciertos prejuicios era el sen-cillo origen de las primeras voces que for-marían su Diccionario, más adelante con-vertido en una extensa obra.

La discusión entre los dos abades de suPirrón es ejemplo de todo ello, así comosobre todo de su ingenio expositivo, su cali-dad literaria y su inteligencia. También lo es

de su autonomía, pues nada le ha sido tanperjudicial como reducirle a mero precursorde las Luces o, peor aún, antecesor de lo másplano y simplista del siglo XVIII.

Mauricio Jalón

Edith WHARTON, Santuario, Madrid, Im-pedimenta, 2007, 172 pp.

Cuando en 1978 se tradujeron enAlianza los Relatos de fantasmas deE. Wharton (1862-1937), los editores seveían obligados a señalar que su obra, des-conocida entre nosotros, estaba por finrenaciendo, y que una semblanza reciente yvaliosa de R. W. B. Lewis (Edith Wharton:A Biography), ofrecía una nueva y precisaluz sobre la alta categoría de la escritoranorteamericana. Han aparecido desdeentonces hasta hoy más de una quincena detítulos suyos y se han hecho decenas deediciones, en castellano o en catalán, de susnovelas. Es una autora clásica hoy enEspaña, e incluso es una escritora popular(La edad de la inocencia; Las costumbresdel país).

Pero Santuario, traducido excelente-mente por Pilar Adón, tiene un especiallabrado. La maestría psicológica de esteescrito hace de esta novela corta y tupida,en la que Wharton era diestra verdadera-mente, una pieza singular. Pues resume, en1903, los grandes avances de la narrativanorteamericana decimonónica –densidaddel yo, pausa, misterio en la acción–, yexplora nuevas vetas en los análisis decaracteres, hasta el punto de que los jóve-nes escritores (Scott Fitzgerald y muchosotros) llevarán a cabo con especial éxito suexperimentación de sus novelas hasta,como poco, la Segunda Guerra.

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El relato se centra en dos raros «legados»de una familia, uno económico, el otro inte-lectual, que se convierten de inmediato enturbios problemas vitales. El primero atañeal marido, pronto muerto, aunque sobrevue-le su recuerdo nada brillante en toda la nove-la; el segundo se refiere al hijo de éste, sobreel que se centrará el dilema moral definitivode ese Santuario. La protagonista, en conse-cuencia, es la mujer todavía no citada, KateOrme: ella padece todos los avatares en elrelato, es testigo de las maniobras dudosasde esos dos hombres, que hacen supeditar suvida a la de ellos. Pero la del hijo no serámera réplica de la del padre, gracias en partea la sutileza de Kate.

En el momento culminante de Santuariodice la protagonista: «Te aseguro que no hehecho nada para influir en él». «No –le res-ponden–. Nada excepto leer sus pensa-mientos». Baste el apunte para comprobarla tensión que va generándose en este librobellísimo, que exige una lectura lenta,mucho más que la requerida por otras obrasde la autora. Su gran amigo Henry James(al que Wharton dedica todo un capítulo ensu autobiografía, Una mirada atrás, RBA,2004) habló de la agudeza de la escritora,de su diabólica destreza, de la gran calidadde su intención y la inteligencia de su esti-lo. En Santuario hay agudeza, intención,gran estilo; es un ejemplo muy especial dela diabólica inteligencia de Edith Wharton.

Esteban Landmarke

Nikolái LESKOV, La pulga de acero,Madrid, Impedimenta, 2007, 126 pp.

Con un primer puñado de libros queincluye La pulga de acero –relato genialaparecido en 1881– se encarrila ya

Impedimenta como editorial cuidadosa ensus versiones y su presentación. La calidadtotal de los volúmenes que nos va ofrecien-do augura un buen futuro para los librosque promete para 2008.

Entre 1809 y 1821, nacieron autorescomo Gógol, Goncharov, Lermontov,Herzen, Tolstoi y Dostoyevski. Diez añosdespués de aparecer el último (un poderosoinductor de sentimientos contrastados),vino al mundo un magnífico escritor deotro tipo, Nikolái Leskov (1831-1895).Aunque algo olvidado, se le recuerda nor-malmente al menos por su Lady Macbethde Mtsensk. Pues este narrador –descen-diente claramente de rusos (aunque tuvo untío inglés), y de vida humilde en su juven-tud–, logró entrar de pleno en la mejorliteratura europea con su empuje y con susdiversos registros. Pero Leskov lo hizomediante procedimientos aparentementemás sencillos que los de los escritores pre-cedentes, como gran conocedor de primeramano de su país gracias a que durante cier-to tiempo fue agente comercial y adminis-trador de bienes.

Al modo tradicional, con un tono semi-popular, zumbón y medio mágico, La pulgade acero cuenta una visita del zar Alejandroa Inglaterra. Allí le regalan ese animalillomecánico que da nombre al libro, capaz debailar al darle cuerda con una llave a esca-la. Tras varias peripecias, un artesano rusologrará superar el invento, disminuyendoaún el tamaño del ingenio. Ese es el hiloprincipal que imagina Leskov, interrumpi-do siempre, en cada etapa, por frases delestilo de: «Dijeron esto, lo otro, lo de másallá; pero qué harían en concreto, eso, no lodijeron». Una admiradora de la literaturarusa, Carson McCullers, ha escrito que lamoralidad de los relatos que adoptan comopunto de partida la forma tradicional es

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hacer lo que es propio de su Diccionario:dar una entrada muy sucinta sobre el filó-sofo griego nacido en Elis (que «encontra-ba en todas partes razones para afirmar yrazones para negar»), y luego lanzar unanube de destellos o anotaciones más queeruditas a cada frase en tres planos biencodificados. Pues sus agudos comentarioslaterales, sus anécdotas más bien irónicas yhasta deslenguadas, son el adobo intelec-tual o el ‘sistema’ que arropa por vías indi-rectas a su escueto y ocurrente núcleo: eltelegráfico resumen de la vida y significadode Pirrón. Ya en sus Pensamientos diversossobre el cometa, decía que él no sabíameditar regularmente sobre algo, y que legustaba en cambio apartarse del asuntoprincipal, dar saltos, hacer perder la pacien-cia a todo doctor que buscase el método pordoquier.

Como el debate sobre la gama de pensa-miento que define a Bayle gira en torno aqué tipo de escepticismo es el suyo, nadamejor que tener presente ese escrito dereferencia griego sobre su modo de hacer.Parece que el pensador, nacido en el surfrancés, supone un escepticismo extremado–que parte del primordial de Pirrón y va másallá del refinamiento de un Montaigne–, demodo que desconfía al mismo tiempo, y confuerza análoga, de la razón y de los sentidos,si bien mantiene un fideísmo racional y nadadoctrinario. Así viene a compensar todos losposibles excesos derivados de su radicalis-mo crítico. Su afán de luchar contra ciertasinexactitudes o ciertos prejuicios era el sen-cillo origen de las primeras voces que for-marían su Diccionario, más adelante con-vertido en una extensa obra.

La discusión entre los dos abades de suPirrón es ejemplo de todo ello, así comosobre todo de su ingenio expositivo, su cali-dad literaria y su inteligencia. También lo es

de su autonomía, pues nada le ha sido tanperjudicial como reducirle a mero precursorde las Luces o, peor aún, antecesor de lo másplano y simplista del siglo XVIII.

Mauricio Jalón

Edith WHARTON, Santuario, Madrid, Im-pedimenta, 2007, 172 pp.

Cuando en 1978 se tradujeron enAlianza los Relatos de fantasmas deE. Wharton (1862-1937), los editores seveían obligados a señalar que su obra, des-conocida entre nosotros, estaba por finrenaciendo, y que una semblanza reciente yvaliosa de R. W. B. Lewis (Edith Wharton:A Biography), ofrecía una nueva y precisaluz sobre la alta categoría de la escritoranorteamericana. Han aparecido desdeentonces hasta hoy más de una quincena detítulos suyos y se han hecho decenas deediciones, en castellano o en catalán, de susnovelas. Es una autora clásica hoy enEspaña, e incluso es una escritora popular(La edad de la inocencia; Las costumbresdel país).

Pero Santuario, traducido excelente-mente por Pilar Adón, tiene un especiallabrado. La maestría psicológica de esteescrito hace de esta novela corta y tupida,en la que Wharton era diestra verdadera-mente, una pieza singular. Pues resume, en1903, los grandes avances de la narrativanorteamericana decimonónica –densidaddel yo, pausa, misterio en la acción–, yexplora nuevas vetas en los análisis decaracteres, hasta el punto de que los jóve-nes escritores (Scott Fitzgerald y muchosotros) llevarán a cabo con especial éxito suexperimentación de sus novelas hasta,como poco, la Segunda Guerra.

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Así que cabe preguntarse enseguida, El lec-tor ¿es un relato como dice su autor en laprimera página?, ¿no es más bien un ensa-yo ramificado y lleno de espejismos?, ¿noes asimismo una colección de máximassobre la lectura y sus fantasmas?, ¿no es,mejor aún, una prosa poética elaborada ajirones por quien en su juventud trató aescritores de la talla de Paul Celan yMaurice Blanchot?

Es cierto que hay en él un esbozo derelato, ya que el libro trata de la desapari-ción de cierto lector innominado. Basta conreproducir la segunda frase para verlo: «Asícomo no teníamos la certeza de que vivía,creo que tampoco nos pondremos de acuer-do sobre el hecho de su muerte. Escribiópoco. Leyó mucho. Mil vidas muertas, queeran o antiguas o ficticias, pronto habíanocupado el lugar de su vida. Como todo serque lee, poseía la rica piedra que trae denuevo a la luz la sombra de los muertos».Esta idea fundamental (la desaparición deun extraño lector) será perceptible hasta lasúltimas páginas. Sin embargo, el hilo narra-tivo se fragmenta enseguida en el libro,dando lugar a múltiples digresiones ycomentarios variadísimos: sobre ciertaspalabras raras, sobre imágenes literarias,sobre el ineludible pasado, sobre la extrañapresencia de quienes no están vivos; final-mente, sobre la soledad.

Así que mejor será leer el libro como sifuese una especie de poesía pensada(«Quien lee a libro abierto lee a mundocerrado», escribe Quignard); o, en todocaso, como poesía masticada por el narra-dor, que se halla indudablemente en unasituación extrema, encerrada y melancóli-ca. Y es que al parecer ésta era la situaciónque vivió Quignard hacia 1976, cuandoredactaba El lector: una situación límiteque en absoluto le condujo al mutismo. A

partir de entonces empezó su entrega (cadavez más frenética) de escritos, e inclusollegó a conseguir un premio como elGoncourt, que es bastante popular, con Lesombres errantes.

Añadamos que Las sombras errantes(pues ha sido recientemente traducido),no es ajeno a bastantes rasgos de El lec-tor. Ambas son obras que contienenmuchas implicaciones biográficas. Esverdad que en el segundo están más ocul-tas o que son de rango distinto, pero laagitación vital ha «acompañado» siemprea sus obras, y en las más decisivas lo hahecho de un modo singular, como ocurreen las dos. Para Quignard siempre fuemuy importante que un pensamiento estu-viese totalmente «implicado» en la vidaque el autor llevara; por ejemplo, implica-do en la lectura, que fue su oficio efecti-vo durante muchos años en una empresaeditorial de París.

Recojamos a este respecto las palabrasaclaradoras del prologuista y anotador dellibro: «Más allá de toda la cuestión de cuálpueda ser el efecto de la lectura —se pue-den encontrar en la obra de Quignard innu-merables afirmaciones o definiciones,nunca definitivas, en torno a este tema, sinrecurrir nunca a la teoría—, uno de losaspectos más significativos de este librovendría dado por el exceso de presencia delautor, el narrador y el lector. Se adivina alautor a través de alguna indicación autobio-gráfica relativa al trabajo del desaparecidocomo lector de una editorial, y tal vez tam-bién a través de esas referencias a tan varia-das lecturas. En cuanto a la presencia delnarrador, es una voz que intenta afirmarse alo largo de esta búsqueda y que pone enescena al lector, al que se dirige directa-mente, cuyas respuestas y reacciones inclu-ye en su texto».

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siempre extraña y arbitraria, se aleja muchode la ética cotidiana, y está de hecho deter-minada por el narrador mismo, por suhabilidad y su imaginación.

Admirado por los serios y profundosChejov y Gorki, Leskov fue tomado comoreferencia absoluta en el ensayo de WalterBenjamin titulado «El narrador» (Ilumina-ciones IV). Dada la fortuna que tenemos decontar con este escrito mayor, no hay másque seguir sus pasos para leer con provechoLa pulga de acero: Leskov fue entre otrascosas un hombre religioso pero usó la leyen-da rusa para luchar contra la burocracia orto-doxa; Leskov se remitió además a la escuelafructífera y abierta de los antiguos, en espe-cial a la del antropólogo y narradorHeródoto, además de las leyendas propias;y, sobre todo, Leskov defendió claramentecon su mismo ejemplo esa «forma artesanalde la comunicación» que es la narración. Ensuma, él creyó o parece que creyó aún en elaspecto épico de la verdad.

El placer de narrar que esa literatura nosevoca está presente en todas las páginas deLa pulga de acero, cuya lectura completa laidea que se tiene habitualmente de un sigloXIX glorioso en las letras. De hecho estaobra es una pieza maestra, como fueronotras piezas, asimismo breves, de Gogol yAfanasiev (el que recogió la narrativapopular); pero el humor de Leskov resultanovedoso en medio de unas letras rusas detonos político-sentimentales, existencialeso espiritualistas; luego, en el siglo XX,habrá otro humorismo, además del liviano,como el de los mejores futuristas y otrosvanguardistas, que seguirán el ejemplo desu disparatado modo de representar «loruso». En Leskov hay una continua modifi-cación sarcástica del lenguaje, hay un juegoalocado, escindido, de la lengua, y asíañade novedad a todo lo que de tradicional

podamos captar en sus líneas. De hecho, latraducción del ruso de Sara Gutiérrez esbrillante, entre otros motivos, por la recrea-ción de sus numerosos neologismos, amenudo inquietantes: son verdaderos obje-tos verbales. Y en esos momentos explosi-vos, irónicos, la poesía salta por encima detodo realismo; intensifica nuestra relacióncon la realidad, más o menos superficial, ylo hace mediante una palabra reinventada,que es lo propio del arte.

M. Jalón

Pascal QUIGNARD, El lector, Valladolid,Cuatro ediciones, 2008, 142 pp.; ediciónde Julián Mateo Ballorca.

En el n.º 98 de esta revista apareció unfragmento de La lección de música, con eltítulo «El sonido ahogado». Su autor era (yes) un escritor solitario, Pascal Quignard,que nació en 1948. Él fue quien concibió elcélebre relato Todas las mañanas delmundo, luego convertido en película deéxito, y él fue asimismo el novedoso ensa-yista de El sexo y el espanto, que represen-ta una síntesis del pensamiento francéscontemporáneo; síntesis nada académica,pues está elaborada con un lenguaje marca-damente personal. Los tres títulos antedi-chos, traducidos al castellano, son bastanteconocidos ya. Y puesto que son dispares,además de originales y extraños, sirventambién para recordarnos que Quignard estan excelente narrador como profundo ela-borador de apólogos y de ensayos.

Lo precedente viene a cuento pararecordar la doble mirada tan propia de losescritos de Quignard, y porque el género deeste libro (casi intemporal) es bastanteincierto, afortunadamente para la literatura.

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Así que cabe preguntarse enseguida, El lec-tor ¿es un relato como dice su autor en laprimera página?, ¿no es más bien un ensa-yo ramificado y lleno de espejismos?, ¿noes asimismo una colección de máximassobre la lectura y sus fantasmas?, ¿no es,mejor aún, una prosa poética elaborada ajirones por quien en su juventud trató aescritores de la talla de Paul Celan yMaurice Blanchot?

Es cierto que hay en él un esbozo derelato, ya que el libro trata de la desapari-ción de cierto lector innominado. Basta conreproducir la segunda frase para verlo: «Asícomo no teníamos la certeza de que vivía,creo que tampoco nos pondremos de acuer-do sobre el hecho de su muerte. Escribiópoco. Leyó mucho. Mil vidas muertas, queeran o antiguas o ficticias, pronto habíanocupado el lugar de su vida. Como todo serque lee, poseía la rica piedra que trae denuevo a la luz la sombra de los muertos».Esta idea fundamental (la desaparición deun extraño lector) será perceptible hasta lasúltimas páginas. Sin embargo, el hilo narra-tivo se fragmenta enseguida en el libro,dando lugar a múltiples digresiones ycomentarios variadísimos: sobre ciertaspalabras raras, sobre imágenes literarias,sobre el ineludible pasado, sobre la extrañapresencia de quienes no están vivos; final-mente, sobre la soledad.

Así que mejor será leer el libro como sifuese una especie de poesía pensada(«Quien lee a libro abierto lee a mundocerrado», escribe Quignard); o, en todocaso, como poesía masticada por el narra-dor, que se halla indudablemente en unasituación extrema, encerrada y melancóli-ca. Y es que al parecer ésta era la situaciónque vivió Quignard hacia 1976, cuandoredactaba El lector: una situación límiteque en absoluto le condujo al mutismo. A

partir de entonces empezó su entrega (cadavez más frenética) de escritos, e inclusollegó a conseguir un premio como elGoncourt, que es bastante popular, con Lesombres errantes.

Añadamos que Las sombras errantes(pues ha sido recientemente traducido),no es ajeno a bastantes rasgos de El lec-tor. Ambas son obras que contienenmuchas implicaciones biográficas. Esverdad que en el segundo están más ocul-tas o que son de rango distinto, pero laagitación vital ha «acompañado» siemprea sus obras, y en las más decisivas lo hahecho de un modo singular, como ocurreen las dos. Para Quignard siempre fuemuy importante que un pensamiento estu-viese totalmente «implicado» en la vidaque el autor llevara; por ejemplo, implica-do en la lectura, que fue su oficio efecti-vo durante muchos años en una empresaeditorial de París.

Recojamos a este respecto las palabrasaclaradoras del prologuista y anotador dellibro: «Más allá de toda la cuestión de cuálpueda ser el efecto de la lectura —se pue-den encontrar en la obra de Quignard innu-merables afirmaciones o definiciones,nunca definitivas, en torno a este tema, sinrecurrir nunca a la teoría—, uno de losaspectos más significativos de este librovendría dado por el exceso de presencia delautor, el narrador y el lector. Se adivina alautor a través de alguna indicación autobio-gráfica relativa al trabajo del desaparecidocomo lector de una editorial, y tal vez tam-bién a través de esas referencias a tan varia-das lecturas. En cuanto a la presencia delnarrador, es una voz que intenta afirmarse alo largo de esta búsqueda y que pone enescena al lector, al que se dirige directa-mente, cuyas respuestas y reacciones inclu-ye en su texto».

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siempre extraña y arbitraria, se aleja muchode la ética cotidiana, y está de hecho deter-minada por el narrador mismo, por suhabilidad y su imaginación.

Admirado por los serios y profundosChejov y Gorki, Leskov fue tomado comoreferencia absoluta en el ensayo de WalterBenjamin titulado «El narrador» (Ilumina-ciones IV). Dada la fortuna que tenemos decontar con este escrito mayor, no hay másque seguir sus pasos para leer con provechoLa pulga de acero: Leskov fue entre otrascosas un hombre religioso pero usó la leyen-da rusa para luchar contra la burocracia orto-doxa; Leskov se remitió además a la escuelafructífera y abierta de los antiguos, en espe-cial a la del antropólogo y narradorHeródoto, además de las leyendas propias;y, sobre todo, Leskov defendió claramentecon su mismo ejemplo esa «forma artesanalde la comunicación» que es la narración. Ensuma, él creyó o parece que creyó aún en elaspecto épico de la verdad.

El placer de narrar que esa literatura nosevoca está presente en todas las páginas deLa pulga de acero, cuya lectura completa laidea que se tiene habitualmente de un sigloXIX glorioso en las letras. De hecho estaobra es una pieza maestra, como fueronotras piezas, asimismo breves, de Gogol yAfanasiev (el que recogió la narrativapopular); pero el humor de Leskov resultanovedoso en medio de unas letras rusas detonos político-sentimentales, existencialeso espiritualistas; luego, en el siglo XX,habrá otro humorismo, además del liviano,como el de los mejores futuristas y otrosvanguardistas, que seguirán el ejemplo desu disparatado modo de representar «loruso». En Leskov hay una continua modifi-cación sarcástica del lenguaje, hay un juegoalocado, escindido, de la lengua, y asíañade novedad a todo lo que de tradicional

podamos captar en sus líneas. De hecho, latraducción del ruso de Sara Gutiérrez esbrillante, entre otros motivos, por la recrea-ción de sus numerosos neologismos, amenudo inquietantes: son verdaderos obje-tos verbales. Y en esos momentos explosi-vos, irónicos, la poesía salta por encima detodo realismo; intensifica nuestra relacióncon la realidad, más o menos superficial, ylo hace mediante una palabra reinventada,que es lo propio del arte.

M. Jalón

Pascal QUIGNARD, El lector, Valladolid,Cuatro ediciones, 2008, 142 pp.; ediciónde Julián Mateo Ballorca.

En el n.º 98 de esta revista apareció unfragmento de La lección de música, con eltítulo «El sonido ahogado». Su autor era (yes) un escritor solitario, Pascal Quignard,que nació en 1948. Él fue quien concibió elcélebre relato Todas las mañanas delmundo, luego convertido en película deéxito, y él fue asimismo el novedoso ensa-yista de El sexo y el espanto, que represen-ta una síntesis del pensamiento francéscontemporáneo; síntesis nada académica,pues está elaborada con un lenguaje marca-damente personal. Los tres títulos antedi-chos, traducidos al castellano, son bastanteconocidos ya. Y puesto que son dispares,además de originales y extraños, sirventambién para recordarnos que Quignard estan excelente narrador como profundo ela-borador de apólogos y de ensayos.

Lo precedente viene a cuento pararecordar la doble mirada tan propia de losescritos de Quignard, y porque el género deeste libro (casi intemporal) es bastanteincierto, afortunadamente para la literatura.

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Como no puede ser menos, esa voz que«intenta afirmarse» es clave en todos losepisodios de El lector. Lo intenta PascalQuignard de muchas maneras, una y otravez. Por ello, dados todos estos antece-dentes, el mismo Julián Mateo Ballorca,que es además el traductor, ha tenido quelidiar con un escrito que es prosa-poesía oque nos viene a relatar un ensayo en formade aforismos. Si lo pensamos bien, el modoelegido por el autor para expresarse es elmás adecuado; pues El Lector supuso ungiro decisivo para Quignard; más aún es elorigen mismo de su obra torrencial.

Con estos párrafos misteriosos, en efec-to, hizo su entrada definitiva en la literatu-ra. Que nos recuerde a los místicos, aBataille, a los escritores barrocos, todo esono es casual; ellos fueron maestros suyos,entre otros muchos. La literatura en estadonaciente es la más indeterminada, comosucede en este caso; y El lector representala literatura más enigmática porque esaexperiencia arriesgada, tan replegada, deescribirlo, esa inflexión en su vida no lecondujo al silencio.

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LIBROS DE LA A.E.N.

Estudios

1. M. GONZÁLEZ CHÁVEZ (ed.), La transformación de la asistencia psiquiátrica, 1980.2. A. PORTERA, F. BERMEJO (eds.), Demencias, 1980.3. S. MASCARELL (ed.), Aproximación a la histeria, 1980.4. T. SUÁREZ, C. F. ROJERO (eds.), Paradigma sistémico y terapia familiar, 1983.5. V. CORCÉS (ed.), Aproximación dinámica a las psicosis, 1983.6. J. ESPINOSA (ed.), Cronicidad en psiquiatría, 1986.7. J. L. PEDREIRA MASSA (ed.), Gravedad psíquica en la infancia, 1986.8. J. A. FERNÁNDEZ SANABRIA, J. MAURA ABRIL, A. RODRÍGUEZ GÓMEZ (eds.), I Jornadas de

la Sección de Psicoanálisis de la A.E.N., 1986.9. R. INGLOTT (ed.), El quehacer en salud mental, 1989.

10. C. CASTILLA DEL PINO (ed.), Criterios de objetivación en psicopatología, 1989.11. A. BAULEO, J. C. DURO, R. VIGNALE (eds.), La concepción operativa de grupo, 1990.12. R. FERNÁNDEZ, M. A. GARCÍA CARBAJOSA, J. L. PEDREIRA MASSA (eds.), La contención, 1990.13. M. DESVIAT (ed.), Epistemología y práctica psiquiátrica, 1990.14. A. INGALA, R. GÓMEZ, J. FRÈRE, A. GONZÁLEZ, II y III Jornadas de la Sección de

Psicoanálisis, «El malestar en la cultura», 1992.15. P. SANROMÁN VILLALÓN (ed.), Jornadas sobre salud mental y ley. Malos tratos a menores,

malos tratos a mujeres, separaciones y divorcios, 1993.16. C. F. ROJERO, T. SUÁREZ (eds.), Psicosis de la infancia y la adolescencia, 1993.17. V. APARICIO BASAURI (ed.), Evaluación de servicios en salud mental, 1993.18. J. MAS HESSE, A. TESORO AMATE (eds.), Mujer y salud mental. Mitos y realidades, 1993.19. A. FERNÁNDEZ LIRIA, M. HERNÁNDEZ MONSALVE, B. RODRÍGUEZ VEGA (eds.), Psicote-

rapias en el sector público: un marco para la integración, 1997.20. R. GÓMEZ ESTEBAN (ed.), Grupos terapéuticos y asistencia pública, 1997.21. J. LEAL RUBIO (ed.), Equipos e instituciones de salud (mental), salud (mental) de equipos

e instituciones, 1997.22. C. POLO, Crónica del manicomio, 1999.23. F. SANTANDER (ed.), Ética y praxis psiquiátrica, 2000.24. F. RIVAS (ed.), La psicosis en la comunidad, 2000.25. E. GONZÁLEZ, J. M. COMELLES (eds.), Psiquiatría transcultural, 2000.26. F. CARLES, I. MUÑOZ, C. LLOR, P. MARSET, Psicoanálisis en España (1893-1968), 2000.27. T. ANGOSTO, A. RODRÍGUEZ, D. SIMÓN (eds.), Setenta y cinco años de historia de la psi-

quiatría, 2001.28. C. GISBERT (ed.), Rehabilitación psicosocial y tratamiento integral del trastorno mental,

2003.29. A. ESPINO, B. OLABARRÍA (eds.), La formación de los profesionales de la salud mental en

España, 2003.30. M. HERNÁNDEZ MONSALVE, R. HERRERA VALENCIA, La atención a la salud mental de la

población reclusa, 2003.31. J. M. ÁLVAREZ, R. ESTEBAN (eds.), Crimen y locura, 2005.

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Como no puede ser menos, esa voz que«intenta afirmarse» es clave en todos losepisodios de El lector. Lo intenta PascalQuignard de muchas maneras, una y otravez. Por ello, dados todos estos antece-dentes, el mismo Julián Mateo Ballorca,que es además el traductor, ha tenido quelidiar con un escrito que es prosa-poesía oque nos viene a relatar un ensayo en formade aforismos. Si lo pensamos bien, el modoelegido por el autor para expresarse es elmás adecuado; pues El Lector supuso ungiro decisivo para Quignard; más aún es elorigen mismo de su obra torrencial.

Con estos párrafos misteriosos, en efec-to, hizo su entrada definitiva en la literatu-ra. Que nos recuerde a los místicos, aBataille, a los escritores barrocos, todo esono es casual; ellos fueron maestros suyos,entre otros muchos. La literatura en estadonaciente es la más indeterminada, comosucede en este caso; y El lector representala literatura más enigmática porque esaexperiencia arriesgada, tan replegada, deescribirlo, esa inflexión en su vida no lecondujo al silencio.

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LIBROS DE LA A.E.N.

Estudios

1. M. GONZÁLEZ CHÁVEZ (ed.), La transformación de la asistencia psiquiátrica, 1980.2. A. PORTERA, F. BERMEJO (eds.), Demencias, 1980.3. S. MASCARELL (ed.), Aproximación a la histeria, 1980.4. T. SUÁREZ, C. F. ROJERO (eds.), Paradigma sistémico y terapia familiar, 1983.5. V. CORCÉS (ed.), Aproximación dinámica a las psicosis, 1983.6. J. ESPINOSA (ed.), Cronicidad en psiquiatría, 1986.7. J. L. PEDREIRA MASSA (ed.), Gravedad psíquica en la infancia, 1986.8. J. A. FERNÁNDEZ SANABRIA, J. MAURA ABRIL, A. RODRÍGUEZ GÓMEZ (eds.), I Jornadas de

la Sección de Psicoanálisis de la A.E.N., 1986.9. R. INGLOTT (ed.), El quehacer en salud mental, 1989.

10. C. CASTILLA DEL PINO (ed.), Criterios de objetivación en psicopatología, 1989.11. A. BAULEO, J. C. DURO, R. VIGNALE (eds.), La concepción operativa de grupo, 1990.12. R. FERNÁNDEZ, M. A. GARCÍA CARBAJOSA, J. L. PEDREIRA MASSA (eds.), La contención, 1990.13. M. DESVIAT (ed.), Epistemología y práctica psiquiátrica, 1990.14. A. INGALA, R. GÓMEZ, J. FRÈRE, A. GONZÁLEZ, II y III Jornadas de la Sección de

Psicoanálisis, «El malestar en la cultura», 1992.15. P. SANROMÁN VILLALÓN (ed.), Jornadas sobre salud mental y ley. Malos tratos a menores,

malos tratos a mujeres, separaciones y divorcios, 1993.16. C. F. ROJERO, T. SUÁREZ (eds.), Psicosis de la infancia y la adolescencia, 1993.17. V. APARICIO BASAURI (ed.), Evaluación de servicios en salud mental, 1993.18. J. MAS HESSE, A. TESORO AMATE (eds.), Mujer y salud mental. Mitos y realidades, 1993.19. A. FERNÁNDEZ LIRIA, M. HERNÁNDEZ MONSALVE, B. RODRÍGUEZ VEGA (eds.), Psicote-

rapias en el sector público: un marco para la integración, 1997.20. R. GÓMEZ ESTEBAN (ed.), Grupos terapéuticos y asistencia pública, 1997.21. J. LEAL RUBIO (ed.), Equipos e instituciones de salud (mental), salud (mental) de equipos

e instituciones, 1997.22. C. POLO, Crónica del manicomio, 1999.23. F. SANTANDER (ed.), Ética y praxis psiquiátrica, 2000.24. F. RIVAS (ed.), La psicosis en la comunidad, 2000.25. E. GONZÁLEZ, J. M. COMELLES (eds.), Psiquiatría transcultural, 2000.26. F. CARLES, I. MUÑOZ, C. LLOR, P. MARSET, Psicoanálisis en España (1893-1968), 2000.27. T. ANGOSTO, A. RODRÍGUEZ, D. SIMÓN (eds.), Setenta y cinco años de historia de la psi-

quiatría, 2001.28. C. GISBERT (ed.), Rehabilitación psicosocial y tratamiento integral del trastorno mental,

2003.29. A. ESPINO, B. OLABARRÍA (eds.), La formación de los profesionales de la salud mental en

España, 2003.30. M. HERNÁNDEZ MONSALVE, R. HERRERA VALENCIA, La atención a la salud mental de la

población reclusa, 2003.31. J. M. ÁLVAREZ, R. ESTEBAN (eds.), Crimen y locura, 2005.

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CRITERIOS PARA LA ACEPTACIÓN DE ORIGINALES

1. Los trabajos que se remitan deberán ser inéditos. Se enviará el original a la Redacción de dosformas: en papel DIN A4 y por correo electrónico ([email protected]).

2. El texto estará compuesto en un programa Word para PC o para Mac. Tecléese el texto con lamáxima austeridad: a) no emplear nunca negritas, pues sólo se admiten redondas o cursivas; b)no utilizar letras de distintos tamaños; c) no imitar formatos de edición, como división de pala-bras al final de línea, dobles columnas, centrados, sangrados distintos al de un punto y aparte; d)no dejar líneas en blanco, excepto una sola para separar cada sección.

3. La primera página debe incluir el título y la autoría, así como un breve resumen de 20 palabrasacompañado de tres o cuatro palabras clave para índices: todo ello, en castellano e inglés.

En página final, se incluirá un asterisco seguido de los nombres y apellidos completos, profe-sión y lugar de trabajo de cada autor, correo electrónico al que dirigir la correspondencia sobreel original.

4. Cuando sea oportuno, el texto se adaptará a los apartados clásicos: introducción (incluyendo losobjetivos del artículo), métodos, resultados y discusión final.

5. Las citas se identificarán en el texto mediante el sistema de notas al final de documento, que faci-lita el programa Word, y se emplearán siempre números arábigos.

6. Para confeccionar la bibliografía, en caso de que apareciesen dos o tres autores, se escribiríanseparados cada uno de ellos mediante punto y coma. Si hubiese más de tres, sólo se escribiría elprimero, seguido de: y otros.

7. En el caso de los libros se especificará la autoría por este orden: apellido del autor, iniciales desu nombre, título (en cursiva), lugar de la edición (en castellano), editorial, año.

En el caso de las revistas, se especificará de este modo: apellido del autor, iniciales de su nom-bre, título del artículo (entrecomillado), nombre de la revista (en cursiva), año, volumen, núme-ro, páginas. Cada una de las especificaciones, en ambos casos, tienen que ir entre comas*.

8. Si hay tablas se señala su posición en el texto, aunque se agrupen al final del documento o en unarchivo distinto. Van numeradas consecutivamente. Las abreviaturas han de explicarse a pie degráfico.

9. El Consejo de Redacción se rige por las siguientes directrices:a) Se acusará recibo de todo artículo remitido a la Revista.b) Los manuscritos serán revisados anónimamente por expertos en el tema abordado, quienes

informarán sobre la conveniencia de introducir modificaciones en el artículo o sobre la posi-bilidad de publicarlo sin más.

c) Finalmente, la responsabilidad de la decisión de publicar o no un original ya evaluado —asícomo de determinar su fecha de aparición— corresponde al Consejo de Redacción y, en últi-ma instancia, al Director.

* Ejemplos: MORRIS, T. E.; HILER, A., What is Identity?, Nueva York, Columbia University, 1999.COLE, P., y otros, «El delirio», en ARJONA, L. (ed.), Las crisis, Sevilla, Disliber, 2006, pp. 213-219. PATRÁN, C., «Trastornos de identidad», Nueva Revista de Psiquiatría, 2004, XI, 23, pp. 194-206.

32. B. MORENO KÜSTNER, El registro de casos de esquizofrenia de Granada, 2005.33. A. REY, E. JORDÁ, F. DUALDE y J. M. BERTOLÍN (eds.), Tres siglos de psiquiatría en España

(1736-1975), 2006.34. R. GÓMEZ ESTEBAN, E. RIVAS PADILLA, La práctica analítica en las instituciones de Salud

Mental, 2005.35. J. LEAL RUBIO, A. ESCUDERO NARS (eds.), La continuidad de cuidados y el trabajo en red

en Salud Mental, 2006.36. F. PÉREZ (ed.), Dos décadas tras la reforma psiquiátrica, 2006.37. A. DÍEZ PATRICIO, R. LUQUE LUQUE (eds.), Psicopatología de los síntomas psicóticos,

2006.38. A. DÍEZ PATRICIO, Análisis del discurso psicótico, 2006.39. R. GÓMEZ ESTEBAN, E. RIVAS PADILLA (eds.), La integración del psicoanálisis en la socie-

dad de nuestro tiempo, 2007.

Historia

1. Jacques FERRAND, Melancolía erótica, 1996.2. Robert BURTON, Anatomía de la melancolía I, 1997.3. Anselm von FEUERBACH, Gaspar Hauser, 1997.4. Robert BURTON, Anatomía de la melancolía II, 1998.5. Robert GAUPP, El caso Wagner, 1998.6. Gerolamo CARDANO, El libro de los sueños, 1999.7. Emil KRAEPELIN, Cien años de Psiquiatría, 1999.8. Étienne ESQUIROL, Sobre las pasiones. Joseph DAQUIN, Filosofía de la locura, 2000.9. Tomaso GARZONI, El teatro de los cerebros. El hospital de los locos incurables, 2000.

10. Juana DE LOS ÁNGELES, Autobiografía, 2001.11. François LEURET, El tratamiento moral de la locura, 2001.12. Robert BURTON, Anatomía de la melancolía III, 2002.13. Laurent JOUBERT, Tratado de la risa, 2002.14. Samuel-Auguste TISSOT, El onanismo, 2003.15. Daniel Paul SCHREBER, Sucesos memorables de un enfermo de los nervios, 2003.16. Raymond QUENEAU, En los confines de las tinieblas. Los locos literarios, 2004.17. Timothy BRIGHT, Un tratado de melancolía, 2004.18. CICERÓN, Conversaciones en Túsculo, 2005.19. DIDEROT (ed.), Mente y cuerpo en la Enciclopedia, 2005.20. Marsilio FICINO, Tres libros sobre la vida. Luigi CORNARO, De la vida sobria, 2006.21. Patrick DECLERCK, Los náufragos, 2006.

22. Giovan Battista della PORTA, Fisiognomía I, 2007.

23. John DONNE, Biathanatos, 2007.

24. Giovan Battista della PORTA, Fisiognomía II, 2008.

Distribuye: LATORRE LITERARIA, Madrid, tel. 91 8719379.