crónicas torrichanas 7 el rey carlos iv pasa por carriches

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El rey Carlos IV pasa por Carriches

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El rey Carlos IV pasa El rey Carlos IV pasa El rey Carlos IV pasa por Carrichespor Carrichespor Carriches

Jesús Sánchez de HaroJesús Sánchez de HaroJesús Sánchez de Haro

Nº 7

Una recopilación de mis mejores artículos publicadosUna recopilación de mis mejores artículos publicados

Crónicas Torrichanas Crónicas Torrichanas

Se permite su reproducción parcial sin fines de lucro, toda vez se cite la fuente y se informe al autor.

© Jesús Sánchez de Haro 2014

Cuando en el año 1788 muere el rey Carlos III, hereda el trono su primogénito Carlos IV, monarca poco inteligente y benévolo que nunca había mostrado interés por los asuntos de gobierno. La única tarea que le preocupaba era la caza, además de los relojes, los zapatos y la lucha cuerpo a cuerpo, que practicaba con guardias, caballerizos y hasta con “don Francisco el de los toros”, como solía llamar familiarmente a Goya. También era un rey piadosísimo, excesivamente beato, muy preocupado por la salvación eterna.

Y como a tal rey, tal reina... María Luisa de Parma, su esposa, le dominaba totalmente, permitiéndole sólo disfrutar de sus “hobbies”. Tuvo numerosos amantes entre hombres ilustres, lacayos, escribanos, modistos, cocineros, etc. aunque su predilección sexual se inclinaba por los guardias de corps. Tal fue el escándalo que se formó en una ocasión, reinando Carlos III, que éste tuvo que expulsar a uno de sus guardias llamado Luís Godoy por servir de alcahuete entre María Luisa y un hermano menor de Luís, llamado Manuel.

El rey Carlos IV pasa por Carriches

Una gran historia relativa al paso del rey y su corte camino de Toledo. Artículo publicado en la Revista Cultural Adovea, en marzo de 2005.

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Manuel Godoy había nacido en Badajoz en el seno de una familia de hidalgos con escasa fortuna. Con 17 años entró a formar parte del cuerpo de guardias de corps. La suerte le cambió cuando acompañando a la familia real en La Granja su caballo se desbocó y cayó al suelo. La futura reina se interesó por el joven, y desde entonces se convirtió en su amante oficial. Su carrera política fue arrolladora. Asciende a teniente coronel de la guardia flamenca, a escolta de los reyes, recibe el ducado de Alcudia, se le concede el Toisón de Oro, y lo mejor, por una maniobra política es nombrado primer ministro. Pero vayamos con el tema que nos ocupa, la cacería que preparó en sus tierras de Velada el Conde de Miranda, a la que el rey Carlos IV no

tuvo el mínimo reparo en aceptar. Cerca de un centenar de personas formaron parte del cortejo que acompañó a Sus Majestades, sin contar la guardia personal, destacamentos militares en todo el recorrido y un nutrido grupo de intendencia y postas. El viaje lo hizo toda la familia real, excepto los infantes Isabel y Francisco de Paula, además acompañó al Príncipe de Asturias su joven esposa María Antonia de Nápoles. Las condiciones en que se hizo el viaje no fueron las más idóneas, en la segunda quincena de Diciembre y la primera semana de Enero, en un invierno muy frío y lluvioso, por unos caminos casi impracticables.

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La comitiva regia parte del Real Sitio de San Lorenzo el 19 de Diciembre de 1803 a la una y media del mediodía, y llegan a Velada el 21 de Diciembre de 1803, donde son recibidos por sus anfitriones los Condes de Miranda y el Obispo de Ávila, a las seis y media de la tarde. Durante tres días el rey estuvo de caza en el monte de Velada, mientras que la reina daba paseos por la Villa. El día 24 se trasladan a Talavera donde pasarán 10 días con las continuas visitas de todos los estamentos de la ciudad. El día 2 de Enero de 1804 regresan S.S.M.M hacia el Real Sitio de Aranjuez. El viaje de este día, aunque penoso “por los muchos barros, atolladeros, cuestas y arenales”, debía concluir en Torrijos, aunque les sorprendiera la noche en el camino.

Tomaron el camino de Madrid y, pasando el puente del Alberche, se desviaron hacia el camino de Toledo. Pasan a través del Soto del Cochino, dejando a la izquierda Montearagón, Aragoncillo y Mañosa. Cruzan la Villa de Cebolla y a la salida, en una cuesta del camino de Sanchón, los carruajes quedan atascados en un arenal. Lo superaron con más dificultades de lo previsto y siguieron, dejando los ricos olivares Cebollanos a ambos lados del camino, a la derecha el Lugar de Mesegar y más adelante, a la izquierda divisan el Lugar de Erustes. Pasan por medio de Carriches, pero parte del cortejo tiene que detenerse porque algunos carruajes han sufrido la dureza del camino y han de ser reparados. Aquí, el texto manuscrito nos viene

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a confirmar la secular tradición por la que se concedió el Privilegio de Villa a Carriches al haber ayudado a una persona de la Familia Real que había embarrancado en Adovea con su carruaje: “No es decible lo malo del camino en este día: todos tuvieron sus trabajos en los atolladeros. Los príncipes se atascaron cuatro veces y en todas tuvieron que apearse, estando detenidos en Carmena cerca de media hora”. Pero aquí hay una contradicción: no coinciden los años; el privilegio se concede en 1749 y este hecho acontece en 1804. ¿Cómo se relacionan ambos acontecimientos?

Comenta el cronista con una peculiar ironía que “el más lucido número de señores y damas hicieron noche en Carriches, pueblo reducido, en donde el cura párroco, más político que filósofo, dio la mejor acogida que le fue posible a SS.EE., generosidad que premió S.M. con un canonicato de Murcia”. Los reyes, el Príncipe de Asturias y demás personas importantes de su Corte siguieron camino hacia Torrijos, donde llegaron a las nueve menos cuarto de la noche. El famoso cura de Carriches se llamaba D. Ángel Lorenzo y Fernández, y le fue concedido el Canonicato de la Catedral de Murcia el 17 de Enero de 1804.

Jesús Sánchez de Haro Cronista Oficial de Carriches

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