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Crónicas de Invierno

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Crónicas de Invierno

¿Qué es esto, cuentos acerca de los demás? – se pregunta Alex – No se si mi curiosidad de cómo para adentrarme en aquello que cuentan los demás.

Pero Alex – responde el Narrador – en un mundo de diversos universos, ¿cómo entender las batallas que tienen lugar en cada uno de estos? Solo viajando hasta las profundidades de este mar de experiencias enriquecemos nuestras vidas, y porque no, la de aquellos que nos rodean.

– Señor Narrador ¿Para que mirar la guerra de los demás, si con las mías tengo más que suficiente?

–Alex, lo que sucede es que hay situaciones que no deberíamos ponerle el pecho solos, recorremos un camino pensando que los paisajes que vemos nadie más los ha descubierto, nos deslumbramos tanto ante la inmensidad del abismo frente a nosotros, que no prestamos cuidado de que hay huellas que ya lo transitaron, huellas que encontraron un paso hacia el otro extremo.

–Pero soy único en este mundo señor Narrador, así como las situaciones que enmarcan mi vida, no encontraría en las historias de los demás la luz que mues-tre el siguiente tramo de mi caminar.

Prólogo

– ¡ Aja! Exactamente mi querido Alex – Responde el Narrador con aires de inge-nioso – esa es la magia de la diversidad, el que no seamos iguales le da sabo-res radicales a la vida, como cuando haces pizza por ejemplo, crees que el jamón y el queso son sublimes para la completitud de tu receta, pero cuando alguien le añade ese inconfundible toque dulce, que tiene una deliciosa piña en cuadritos, todo tu mundo se revoluciona de una forma que posiblemente jamás pensaste.

-Ok, ya me dio hambre, gracias por eso señor Narrador

–Alex esa es la excusa perfecta para ir a comer algo y dejar que te maraville con historias de vientos huracanados que suceden bajo un mismo techo, de guerras en las que los uniformes de los soldados llevan un escudo con un nombre alusivo a la “educación”, relatos de cómo una voz en el viento puede ser tu mejor amiga o tu enemigo mortal, de cómo un capitán, le declara la guerra a la tempestad y su extrema locura lo lleva a aguas inexploradas cuyas cuevas impenetrables encierran el tesoro que llamamos vida.

-¿Siempre habla así Señor Narrador?

-Por supuesto Alex – Dice el Señor Narrador después de una carcajada –si no, cómo sería un buen Narrador ingenioso

-Bueno, pero ¿suicidio, comunidad LGBTI?

-Claro, para tumbar el muro del imperio del tabú debemos usar la catapulta de hablar con libertad, destronando al rey de la ignorancia en estos temas, muchas vidas serán rescatadas.

-Bueno vamos, pero señor Narrador, hable más normal que no le entiendo.

-No prometo nada Alex, no prometo nada…

En un comedor iluminado con apenas los primeros rayos de luz del día, una pareja relativamente joven se apresuraba a realizar los preparativos para asis-tir a la iglesia. Esa pareja eran mis padres. -¡Hoy es domingo! ¡Muévanse niños!Nos decía mi madre mientras revolvía enérgicamente unos huevos en el sartén y con el rabillo del ojo esperaba que saltaran las tostadas. Su nombre era Esperanza, era una mujer de estatura media, esbelta y con un hermoso cabello castaño que llevaba corto sobre los hombros, su cara era re-donda y delgada con facciones muy finas y delicadas; en su adolescencia debió ser una chica muy hermosa, o eso al menos pensaba. Yo solía preguntar-me qué habría sido de su futuro si no hubiera tenido hijos tan pronto, y cada vez que lo hacía, me invadía un sentimiento de remordimiento y culpa. - Juan Felipe, póngase los zapatos que salimos en 15 minutos. Dijo mi madre mientras un hombre alto de pómulos rojos con una gran sonrisa entraba al comedor. Ese hombre era mi padre.

- Buenos días, amor. Huele delicioso.Dijo él mientras se acercaba a mi madre y tomándola de la cintura le daba un beso en la mejilla.

Un Chico Normal

Mi padre era un ingeniero de sistemas que trabajaba para una importante em-presa y después de 5 años de duro trabajo, logró que lo ascendieran a un mejor cargo. Desde ese momento nuestro padre solía llegar temprano a casa y compartía más tiempo con nosotros. Mi madre sirvió a cada uno un plato de huevos con tostadas, un vaso de jugo de limón y luego colocó sobre la mesa mi aderezo favorito, la crema de queso. -Juan nos puedes ayudar con la oración.Dijo mi padre mientras todos inclinaban sus cabezas y cerraban sus ojos en dis-posición para orar.Asentí con la cabeza levemente e hice lo mismo mientras comenzaba a decir mis oraciones.Tuvimos un acelerado, pero callado desayuno en familia hasta que mi hermani-ta menor rompió el silencio diciendo:- Juan los chicos de mi salón dicen que tú eres raro, eso no es cierto, ¿verdad hermanito?Preguntó mientras una sonrisa un poco triste se dibujaba en su rostro.La mire mientras sus tiernos ojos llenos de tristeza me hacían enmudecer.-Por supuesto que no, Marianita. Respondió mi padre rápidamente.

-Tu hermano es un hombre de dios, a él no le gusta dejarse llevar por las cosas del mundo, pero eso es algo que la mayoría de los chicos de su edad no van a entender, no te preocupes, hija. Tu hermano mayor es un hombre maduro y muy especial, estoy muy orgulloso de él.Terminó diciendo mientras me daba un par de palmaditas en la espalda.Yo apenado asentí con la cabeza y terminé mi desayuno lo más rápidamente posible.Cuando me levanté de la mesa vi que mi hermanita sin terminar su desayuno también se levantó rápidamente y caminó detrás mío, cuando llegamos al pasi-llo me tomo por la espalda y me dio un abrazo.

-Te quiero mucho hermanito.Dijo sollozando levemente.Cada domingo asistíamos a la iglesia en familia, y nos quedamos a las clases dominicales. Éramos una familia ejemplar, el día pasó sin más, como era de cos-tumbre.

Enredada entre tinta y hojas, Cuando pequeña leía y me imaginaba entre his-torias de amor perfectas, esas historias que te venden los grandes escritores, tan ideales e irreales que solo existen en la imaginación. A mis nueve años, yo, Eli, como me decían cariñosamente mis padres, era una niña muy feliz, llena de sueños y vida, amaba ir a la escuela y siempre tenía notas sobresalientes, pen-saba en asistir a una gran universidad y algún día, ser alguien importante en el mundo.

Mientras crecía, solía sentirme rara, pues a diferencia de mis amigas yo no me sentía atraída hacia los chicos de la escuela, a veces, mis amigas me decían que era una niña extraña, que no entendían por qué me gustaban tanto las his-torias de amor si no era capaz de fijarme en un hombre para vivir una, pero nin-guna sabía lo que pasaba por mi mente, ninguna sabía que mi historia de amor perfecta nunca fue con un chico, siempre fue con una chica, y últimamente, una chica recurrente en mis imaginarios de amor era mi mejor amiga, Sofía. La única persona que sabía exactamente lo que yo pensaba y sentía era mi vecina Catalina, siempre fuimos grandes amigas desde que me mudé al conjunto, ex-trañamente sentía una confianza muy grande hacia Catalina, tan grande que sentía que podía contarle todas las cosas que no me atrevía decirle a mi fami-lia o a Sofía, pues sabía que Catalina nunca me juzgaría y así era, ella siempre estaba para apoyarme y decirme siempre las mejores palabras.

Elí

Él estaba tan lindo como siempre, su cabello liso, negro y brillante y sus ojos cafes oscuros tan profundos que paralizaban con la mirada, por algo era el chico más lindo de la escuela. A mis 16 años cursaba el grado 11 y para mi or-gullo era una de las personas enmarcadas en el cuadro de honor de mi cole-gio por mi rendimiento académico, después de todo a qué chico no le gustan inteligentes. Siempre me esforcé por resaltar para que Alejandro se fijara en mí y cómo no hacerlo sí solo con verlo se me ponía la piel de gallina y se me iba el aliento.

Mi historia de amor inicio en décimo grado cuando Alejandro ingreso al cole-gio como un alumno nuevo, desde ese momento mi corazón quedo flechado. Nunca tuve el valor de acercarme a él para charlar, mis nervios al estar cerca eran evidentes y no quería que pensara mal de mi, así que decidí permanecer fuera de sus relaciones al menos mientras pensaba la manera correcta de lograr tener siquiera una conversación.

Durante todo el año espere el mes de Noviembre pues sabía que llegaba el baile de graduación y era la mejor oportunidad para conocer al chico de mis sueños de manera personal, quizás sostener una charla y ¿por qué no? que fuera mi pareja en el baile.

¿Y si...?

Mientras más avanzaba el año más era mi decision, Alejandro tenía que ser mi pareja en el baile de graduación y no había una cosa que quisiera más en el mundo. Mis amigas hablan de que lo mío era una obsesión, ellas no compen-dian el amor que sentía por Alejandro así que no les prestaba mucha atención, después de todo eran las únicas que no me hacían bullying además de cono-cer toda la verdad acerca de mi amor platónico.

Dentro de mis hobbies estaban las novelas de crimen, me encantaba la forma como el policía rudo siempre daba con algún asesino haciendo uso de su in-teligencia, sigilo y autodeterminación así que decidí hacer un plan muy al estilo de mis programas favoritos. Lo primero debía ser el vestuario, unos jeans ajusta-dos y una camisa un poco suelta para no lucir muy formal pero mantener un toque elegante y definitivamente debía ser de cuadros, a èl le encantan los cuadros. Lo siguiente sería el lugar, no debe ser un lugar muy público para evitar que él se sienta comprometido por la situación y llegar a incomodar, debe ser un lugar donde tengamos algo de privacidad para charlar y por último la hora y el día, debía ser pocos días antes del baile aunque no tan cer-cano para evitar que alguien más lo invitara primero, en cuanto a la hora, sería a las 10:30 am durante el primer descanso.

Ellos estaban siempre a la espera de que me fuera mal en algo para burlarse, se comparan conmigo todo el tiempo y trataban de hacerme el ridículo, tenía una presión constante tanto de estudiantes como de profesores que nos ponían trabajos a más no poder, y cada que fallaba en un examen los profe-sores se acercaban a preguntarme si estaba bien y la razón porque me había ido mal, mientras que los estudiantes se deleitaban en mi fracaso y no duda-ban en celebrarlo de las formas más dolorosas posibles. Todo esto me producía muchísima ansiedad, si bien equivocarse es algo humano y completamente normal con lo cual yo no tenía ningún problema, el conjunto de esta situación hacía que no me pudiera permitir darles gusto a estas personas que sin motivo aparente me molestaban. estaba siempre y cada vez más lleno de ansiedad y estrés, eso se fue acumulando hasta el punto que empecé a sentirme sofocado, toda esta presión sobre mí era algo que no podía soportar. - ¡Otra vez el sapo este! - Decía un compañero de clase mientras su fuerte voz me alejaba de mis pensamientos.El profesor Víctor era un hombre alto de cara delgada y severa con una mirada muy amable, él se daba ese aire de seriedad frente a la clase, pero en realidad era un profesor bastante comprensivo, Víctor dictaba la clase de ma-temáticas y se encontraba dando las notas del pasado examen.

El estudiante ideal

Yo había sido la mejor nota del examen de nuevo, por cuarta vez consecutiva en este mes y mis compañeros ofuscados pasaban por mi lado para recoger sus exámenes lanzándome miradas despectivas. Luego de que hubo terminado este desfile me habían dado dos o tres patadas en el asiento del pupitre y no recuerdo cuantos empujones disimulados había sentido detrás de mi hombro izquierdo. -Felicidades Juan Felipe- Empezó el profesor acercándose a mi puesto y colo-cando una hoja de examen con mi nombre sobre la mesa-Como siempre sigue así- Terminó diciendo con una sonrisa en su rostro mientras daba una vuelta y volvía a su lugar en frente de la clase. Este último año de clase había sido especialmente difícil para mí, no para el Juan Felipe que contesta los exámenes y era un estudiante modelo, sino para el Juan Felipe sin amigos, el que pasaba las horas de descanso en algún pasillo vacío sin más compañía que su lonchera y un celular en el que acostumbraba a buscar información sobre cualquier cosa que le generará curiosidad, el que llegaba a casa y se encerraba en el baño del último piso para que nadie lo escuchara llorar, el que pasaba las noches solitarias entre el computador y la música Pop que tanto me gustaba a todo volumen, el que veía como sus com-pañeros de clase se juntaban para salir los fines de semana dejándolo siempre de lado, el Juan Felipe que se ponía rojo y especialmente más tímido a la hora de la piscina y no porque me daba pena salir en pantaloneta delante de los demás, sino porque el torso desnudo de algunos compañeros que solían ejer-citarse me producían una sensación tan extraña, me parecían muy atractivos, la forma de sus pechos ligeramente musculados en combinación con su abdo-men plano hacían de esta una imagen digna de recordar en mis momentos más tristes.

-Bienvenido a casa Hijito. Saludó mi madre desde la cocina. - ¡Te preparé una Ensalada César! saqué la receta del libro que me regaló tu tía mercedes. Agregó mientras una sonrisa de lado a lado se apoderaba de su hermoso rostro. Mi madre pasaba horas en la cocina buscando recetas nuevas todos los días para no aburrirnos, la verdad es que ella era una mujer muy talentosa, había sido la mejor de su escuela e incluso había obtenido un título profesional en la misma universidad que mi padre, y que por los afanes de la juventud se había visto en la obligación de ser ama de casa, ahora se dedicaba a noso-tros de tiempo completo.¿pero acaso valía yo el tiempo de aquella maravillosa mujer? -Muchas gracias mami. Le respondí con sincero agradecimiento. Cenamos en familia después de que mi hermanita mariana ofreciera una ora-ción. satisfechos nos levantamos de la mesa y mis padres muy animados corrie-ron a la sala y encendieron la televisión para ver los “Reality Show” juntos como era de costumbre. Pedí permiso y diciendo que tenía mucho que estudiar me fui a mi habitación.

No entendía todo esto que pasaba por mi mente, yo solía observar fotos de chicas, modelos famosas y actrices de la televisión, me parecen muy lindas y atractivas, pero no me producían la misma sensación que al ver un chico, esto empezó a generar un poco de confusión en mi mente ya que yo no quería tener estos sentimientos, los odiaba con todo mi ser. Todos estos pensamientos se fueron acumulando hasta el punto que ya no so-portaba más la persona que era, me odiaba, empecé a sentir que mi existencia ya no era necesaria para el mundo y que solo le generaba problemas a mis compañeros, padres y a mi hermanita mariana, así que con un poco de investi-gación entre los libros de la biblioteca y búsqueda en internet comencé a pla-near mi propia muerte.

La amistad entre Sofía y yo era valiosa, lo hacíamos todo juntas, compartíamos todas las fiestas de cumpleaños, hasta celebramos nuestros quince años juntas y nos fuimos a un crucero por toda Europa, una noche, estábamos conversan-do en la habitación del hotel y Sofía me estaba contando sobre sus amoríos con un chico

- Ayer estuve hablando todo el día con José, ¡es tan lindo! – decía con emoción Sofía- sí, me imagino – dije en voz baja-¿Estás bien Eli?- Sí claro, no te preocupes-Dime la verdad, te conozco de toda la vida, y últimamente te noto decaída- no es nada Sofi, créeme

Sofía me insistió por casi media hora para que le contara lo que me pasaba, hasta que accedí a hablar

- ¿A veces, no sientes qué la vida no es como la sociedad te la muestra? – Dije con un tono melancólico- ¿A qué te refieres Eli?, no comprendo- Siempre nos ponen los prototipos de que las mujeres debemos enamorarnos de los hombres, y los hombres deben enamorarse de las mujeres, pero ¿qué pasa si no es así?

Nadie comprende

Mientras más avanzaba el año más era mi decision, Alejandro tenía que ser mi pareja en el baile de graduación y no había una cosa que quisiera más en el mundo. Mis amigas hablan de que lo mío era una obsesión, ellas no compen-dian el amor que sentía por Alejandro así que no les prestaba mucha atención, después de todo eran las únicas que no me hacían bullying además de cono-cer toda la verdad acerca de mi amor platónico.

Dentro de mis hobbies estaban las novelas de crimen, me encantaba la forma como el policía rudo siempre daba con algún asesino haciendo uso de su in-teligencia, sigilo y autodeterminación así que decidí hacer un plan muy al estilo de mis programas favoritos. Lo primero debía ser el vestuario, unos jeans ajusta-dos y una camisa un poco suelta para no lucir muy formal pero mantener un toque elegante y definitivamente debía ser de cuadros, a èl le encantan los cuadros. Lo siguiente sería el lugar, no debe ser un lugar muy público para evitar que él se sienta comprometido por la situación y llegar a incomodar, debe ser un lugar donde tengamos algo de privacidad para charlar y por último la hora y el día, debía ser pocos días antes del baile aunque no tan cer-cano para evitar que alguien más lo invitara primero, en cuanto a la hora, sería a las 10:30 am durante el primer descanso.

- Sigo sin entenderte Eli, me estás confundiendo- Olvídalo Sofi, todo está bien – sonreí fingidamente- ¡Ayyyyyy no seas así! – Exclamó Sofía, y comenzó a hacerme cosquillas.

Entre cosquillas y cosquillas, risas y muchos gritos, Sofía y yo quedamos a centí-metros una de la otra, se me detuvo la respiración, miré a los ojos a Sofía y dije: “a esto me refiero” mientras un segundo después me dispuse a besarla. Sofía bruscamente se apartó de mí y entre varios gritos y reclamos Sofía salió de la habitación mientras yo me hundía en un mar de lágrimas. Los dos días siguientes del viaje fueron bastante incómodos para las dos, y la verdad, yo solo espera-ba el momento de poder llegar a casa y encerrarme en mi cuarto, o tal vez ir a contarle a Catalina lo amargo de mi viaje de cumpleaños.

El día que llegué de mi viaje saludé rápidamente a mis padres y me fui corrien-do a la habitación, allí saqué mi celular, quería contactar a Catalina para con-tarle bien la historia, pues ya le había adelantado unos pocos detalles, al ver la bandeja de mensajes había un mensaje de Sofía

- No entiendo lo que hiciste, ni quiero entenderlo, tampoco quiero volver a verte, ¿Qué te pasa?

Fue eso, solo eso para que rompiera en llanto, desesperada, envié un mensaje a Catalina

- Hubiera querido contarte más de mi viaje, o de mi vida, me hubiera encanta-do fijarme antes en ti, como sé que tú lo hiciste en mí, perdóname, te querré siempre, Eli.

Los días pasaban y los nervios me consumían, no sabía si era lo correcto aunque era lo que quería con más fuerza y valía la pena tener la voluntad sufi-ciente de invitarlo a esa baile. Al llegar el día me bañé, me vestí como tantas veces lo había visualizado, ensayé una y otra vez las palabras que iba a decir-le y oré para relajarme un poco, necesitaba serenidad para lo que seguía. Al sonar la campana de las 10:30 am salimos al descanso, Alejandro como todo chico guapo siempre andaba con una que otra chica que quería llamar su atención así que debía hablar con él en el único sitio a donde iría solo, el baño. Al entrar al baño me apresure y tomé su mano con firmeza y delicadeza al mismo tiempo, lo mire a los ojos y al intentar decir las palabras que ensaye tantas veces se me fue el aire -cálmate y respira- pensé y dejé que mi corazón hablara por mí…-Alejandro solo quería decirte que eres el chico más lindo que he visto, que causas muchas cosas en mi, cosas lindas y solo queria preguntarte si ¿quieres ir al baile conmigo?- de repente Alejandro me agarró del cuello y no precisamente para besarme, me golpeó en la cara y seguido me lanzó insultos, debí preverlo.. a Alejandro no le gustan los hombres.

Fui sincero

Después de eso todo empeoro, Alejandro le contó a sus amigos la declara-ción que “el roscón” le habia hecho en el baño, estaba acostumbrado a escu-char ese tipo de apodos pero cuando era él quien los decía herían más pro-fundo mi alma. Decidí orar para que todo se solucionara sin embargo cuando mi madre moría en una cama de hospital hice lo mismo y no funciono, tal vez mi padre tenía razón..Dios no escucha a los maricas.

Las semanas siguientes pasaron rápido, y los exámenes venían anunciando el final del año escolar, luego de esto tendría que ir a la universidad como lo hi-cieron mis padres, tal vez formar una familia y tener hijos como ellos lo hicieron. Pero yo tenía planes muy diferentes. No ver el Reality show con mis padres se había vuelto ahora una costumbre, en este tiempo me dedicaba ahora a buscar todo tipo de información acerca de diferentes métodos y posibilidades, la verdad no me importaba mucho sentir dolor, después de todo esa era la idea, estaba listo para morir. -Hola Juan Felipe ¿Qué tal cómo vas?

Dijo una voz amable a mis espaldas. Al darme la vuelta me encontré con la figura de un chico rubio de pelo largo, un poco desaliñado, era alto un poco más que yo, y apariencia recordaba a la de una persona desnutrida. El era uno de los compañeros con los que conversaba algunas veces, me parecía un chico agradable y lo encontraba extrañamente atractivo.

-Hola Julian- Dije al reconocerlo.-¿Qué haces por aquí?... con alguien como yo - Añadí mientras tomaba asiento.-¿Como asi que alguien como yo?- Preguntó Julián un poco extrañado con mi pregunta.-Bueno ya sabes… no soy la persona más popular.-¡JAJAJAJAJA!- se rió Julián fuertemente mientras volteaba su cabeza hacia mí para mirarme de frente y añadía.

A mi manera

-Tu eres el mejor estudiante del colegio Juan Felipe, lo que los demás sienten es envidia ¡Todos queremos ser tan buenos como tu! incluso yo mismo te tengo envidia, pero envidia de la buena- Terminó diciendo con una peque-ña pero sincera sonrisa dibujada en su rostro.

-Pensándolo bien debe ser mucha presión para ti… ¡Pero bueno! venía a preguntarte si quieres pasarte hoy por mi casa, así hacer ese taller de Física que nos dejó el calvo y luego ver una película.

-No puedo- Dije nervioso-Ehh.. tengo que.. cuidar de mi hermanita- Añadí un poco más confiado, ya que esto último era verdad.-Que pena entonces será luego- Dijo Julián mientras desempaca un sandwich de pollo.

Terminamos de comer juntos, mientras hablábamos de lo que queríamos ser cuando termináramos el colegio. Fue un momento muy agradable.Al sonar la campana del segundo descanso Julián salió muy tranquilamente detrás mío, llegamos a las mismas sillas frente al laboratorio de química y nos sentamos a tomar el descanso y hablar de la universidad a la que asistiremos, hablamos de música, de nuestros gustos en general. Me sorprendió mucho saber que teníamos gustos similares en la música aunque él era un apasiona-do seguidor del fútbol cosa en la que yo no encontraba mucha gracia.

-Deberíamos irnos a vivir juntos cerca de la universidad- Empezó diciendo Julián en el primer descanso, un día justo después de los exámenes finales.-¿Como así Julián? a qué te refieres con eso- Pregunté un poco nervioso-¡Claro!- Dijo él.-Tú eres mi mejor amigo y ambos queremos estudiar en la misma universidad, entonces como tenemos que irnos a vivir a otra ciudad lo mejor sería que ¡vi-viéramos juntos! es una idea genial que opinas.Terminó diciéndome Julián con una gran sonrisa en su rostro.

Desde que habíamos empezado a compartir más tiempo juntos Julián había cambiado su puesto en el salon con otro chico para quedar junto a mi, inclu-so había venido de visita a mi casa para estudiar y jugar videojuegos, se había convertido en una persona muy importante y especial para mi, pero era la primera vez que me llama su “Mejor amigo”.

-Claro…Dije un poco nervioso al imaginarme toda la situación y pensar que esto nunca iba a suceder.-Suena bienAñadí. Mientras un recuerdo cruzó por mi mente y se instaló en lo más profun-do de mis preocupaciones, aun no le había contado a Julián que yo tenía pensado terminar con mi vida. aún no le había dicho que ya tenía un plan para que todo saliera a la perfección, aún no le había dicho que el día pla-neado era hoy mismo.

La campana sonó fuerte anunciando el término del descanso y la hora de nuestro regreso a clases.-Tengo que ir al baño… Nos vemos en el salón Julián.

Le dije Mientras salía corriendo hacia los baños al costado de las canchas de futbol.Entré a una de las cabinas del baño hasta que todos se habían ido a clases, me asomé por la entrada del baño y se escuchaba el murmullo de las clases que habían reanudado, me fui por el borde de la reja hacia la cancha de futbol para que nadie me viera, y justo allí entre unos arbustos había un agu-jero en la reja lo suficientemente grande para escaparme del colegio.Nuestro uniforme de diario era una camisa blanca con el escudo del colegio y un pantalón de lino negro, así que al salir de la reja hacia la calle lo primero que hice fue sacar una camisa azul que traía preparada en mi maleta de un estilo similar a la del uniforme y un abrigo negro de cuerina, en conjunto cam-biaban mi aspecto completamente. Salí a la avenida y tomé el bus que siem-pre me traía de regreso a casa.-Todo está listo, hoy será el día.Me repetía a mi mismo mientras el bus doblaba la esquina sobre una hermosa calle con andenes adoquinados. me levanté rápidamente para tocar el timbre del bus.Al bajarme del bus noté que traía la camiseta del colegio en la mano ¡no la había guardado en el maletín! vaya descuido tan grande, menos mal nadie parecía haberlo notado.Bajé rápidamente otras dos cuadras hacia los cerros y doble por la esquina a la izquierda, desde aquí podía ver mi casa.Llegado este punto ya no había vuelta atrás, todo estaba marchando a la perfección , mientras me hacía camino dentro de la casa empeze a pensar en las cosas que dejaría atrás y sentí un poco de remordimiento por no ha-berle contado a Julián mis intenciones.

Entré al cuarto de mis padres, ya que ellos tenían una alacena llena de medi-camentos, según vi en un artículo en internet y me pareció una forma muy bonita de morir, aunque un poco lenta y dolorosa.Tenía listo un vaso de agua y empecé a tomar todo tipo de pastas, fueron más de 100 pastillas de todo lo que iba encontrando en la alacena hasta que ya no pude más, de un momento perdí el conocimiento.

-¡Juan Felipe Por fin despertaste!- Dijo una voz amable que se me hizo muy fa-miliar, era la voz de Julian.Escuché como de un brinco llegó al lado de mi camilla, mientras mis ojos len-tamente se acostumbraban a la luz del sol.-¿Julián, eres tu? Pregunté con un hilo de voz apenas audible.-Si hombre nos tenías preocupados.Dijo Julián con voz llorosa, mis ojos ya se habían acostumbrado a la luz y podía ver a Julián con sus ojos llenos de lágrimas frente a mi.-No lo vuelvas a hacer… por favor.Terminó de decir mientras inclinaba su cabeza sobre mi almohada y rompía en llanto.

Luego de esto, me dirigí al baño y abrí la gaveta, allí, agarré un tarro de pasti-llas sin pensarlo, me dirigí a la cama y agarré un puñado de estas y con lágri-mas en los ojos, pero una gran decisión en mi mente, ingerí el montón de pasti-llas y quedé botada en la cama.

- ¡Abre los ojos Eli, por favor, no me dejes sola! – escuché a lo lejos, entre el ruido de la sirena de la ambulancia y el tráfico, era una voz tan parecida a la de Catalina

Días después desperté en el hospital, no entendía lo que sucedía, a mi lado una joven dormía, era Catalina, en la mesa de noche había una nota que decía:

- “Siempre estuve ahí para ti, ¿por qué no lo iba a estar ahora?, nunca estuviste sola, siempre supe a la perfección lo que sentías y muchas veces quise tomar las mismas decisiones que tú, pero no lo hice, pensaba en ti, en mi familia y en mi futuro, no te preocupes, cuando despiertes tu familia ya sabrá sobre tu orien-tación sexual y te apoyan, te apoyan tanto como yo, si no me hubieras envia-do el mensaje, tal vez la historia sería diferente, pero apenas lo leí, salí corrien-do a tu casa, sabía que podía darte una nueva esperanza de vida, como tú me la diste a mí.” Catalina

Esperanza

Yo no podía creer lo que estaba leyendo, se sentía, feliz, llena de vida, como una mujer nueva, al fin encontraba razones para vivir, para ser feliz para seguir adelante, luego de esto, un par de meses después de salir de la clínica, Catali-na y yo hicimos oficial nuestra relación y puedo decir que somos muy felices.

Cada dia era peor que el anterior, extrañaba a mi madre muerta, mi padre no toleraba la idea de que yo no fuera el varón que debería ser, Alejandro me miraba con repudio como sí lo único que tuviera hacia mi fuera asco y mis com-pañeros de colegio como de costumbre arremetían contra mi en cada oportu-nidad.

-Hey miren, ahí va el maricón- no se cual era la necesidad de mis compañeros de gritar este tipo de cosas, después de todo yo no andaba gritando -hey miren, ahí van los heterosexuales- sin embargo procuraba hacer caso omiso a sus comentarios, caso omiso como el que hicieron los profesores a las que busqué cuando necesite ayuda y quise parar el bullying hacia mí, pero ¿qué más podía hacer? el mundo es injusto para los que somos diferentes.

Al llegar a casa, que definitivamente no era ningún hogar para mi padre alco-holizado, me golpeó para “sacarme el machito que llevo dentro” o por lo menos eso decía. Cansado de decepcionarme cada vez más de mi vida decidí hacer todo lo que una persona en mi lugar haría, tomé una cuerda, la agarré de la viga que cruzaba mi cuarto y tras lo que creí que sería mi último y profundo respiro pensé: “Por qué voy a darle gusto a esos que precisamente quieren esto.” En la silla solo en mi habitación me di cuenta que mi soledad se debe a la locura que habita en mí, quizás ese sea el nuevo propósito que me mantenga con vida, encontrar ese lugar donde los “locos” como yo habitan.

Solo

-Si ves Alex, este mundo está lleno de matices y no alcanzaremos a conocerlas todas, es importante escuchar y no simplemente oír, porque en el escuchar lle-gamos a conocer y si ese conocimiento nos lleva a entender el sufrimiento de aquel que nos habla, realmente podremos tomar el color que su gris perspecti-va necesita.-Es verdad Señor Narrador, no puedo seguir permaneciendo aparte conside-rando solo mi propio ser, al mirar y prestar atención a aquellos que me rodean mi vida se enriquece y si…. la de los demás también, incluso al punto de tener la abundancia que llamamos vida.

Epílogo

AUTORES:

Juan Diego Peña Rodriguez cod:2550619. Viviana Guaque Serrano cod: 526499 Juan Sebastián Delgado Caicedo cod:2858130 Yuri Ballesteros Virgen cod: 523289María Alejandra Caro Reyes cod: 25151918

NOTA LEGAL:

Los contenidos aqui expuestos se basan en situaciones reales de la comunidad LGBTI y no implican una posición oficial de la Universidad Nacional de Colombia, ni de los miembros integran-tes de la Cátedra de sede Gabriel Garcia Márquez. Es un Mate-rial libre (CC) el cual puede ser usado con fines educativos, académicos o de investigación. Si alguno de los temas expues-tos son reconocidos en su familia o amigos, solicite ayuda profe-sional.

AGRADECIMIENTOS:Personas que compartieron con nosotros su testimonio y relatos de vida de forma anónima.