cronicas de bustos domecq - jorge luis borges.pdf

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  • Un poco a la manera deCarlyle, cuyo SartorResartus (Sastre zurcido)expone la doctrina de unlsofo imaginario y lailustra con ejemplosapcrifos, H. BustosDomecq dedica estevolumen a la discusinimparcial de literatos, deescultores, de arquitectos,

  • de gastrnomos y depintores que, por elmomento, no existen, peroque son peligrosamenteposibles, dadas laspropensiones de la poca.El tono es humorstico,segn lo impone todoexamen severo de lasmanifestaciones msnovedosas del arte y delas letras durante los

  • ltimos sesenta aos.Veinte crnicas, casi todasde ndole narrativa,integran este libroamensimo, que satiriza louniversalmenteconsagrado, respetado,adulado y temido: es decir,lo moderno. En eldesorientado siglo quecorre, la ignorancia y lainepcia son

  • infatigablementeinventivas; nos consta queH. Bustos Domecq hadebido espolear a suPegaso para que larealidad no lo deje atrs.Segn lo seala el prlogoque avalora GervasioMontenegro, estasi m p a r e s Crnicasconstituyen el vademcumindispensable para el

  • curioso que quiera echaruna ojeada sobre elconjunto panormico de laesttica en boga. Suredaccin jocosa, apuntaagudamente ex cathedrael profesor adjuntoLongino, no excluye elpensamiento serio.

    Encarnados en la gura deun egosta, trnsfuga,

  • mentiroso, fanfarrn ycasanova barato, segnla descripcin de susilustres padres, Borges yBioy Casares crean enestas pginas unfascinante juego decciones y espejos quelleva la parodia hasta susltimas consecuencias.

  • Jorge Luis Borges -Adolfo Bioy Casares

  • Crnicas deBustos

    DomecqH. Bustos Domecq - 3

    ePub r1.0jugaor17.05.13

  • Ttulooriginal:CrnicasdeBustosDomecqJorgeLuisBorges-AdolfoBioyCasares,1967Ilustracin:SirJohnTenniel(1820-1914),paraAliciaenelpasdelasmaravillasDiseodeportada:Viruscat

    Editordigital:jugaorePubbaser1.0

  • Everyabsurdityhasnowachampion.

    OLIVERGOLDSMITH,1764

    Everydreamisaprophesy:everyjestisanearnestinthewomb

    ofTime.

    FATHERKEEGAN,1904

  • Aesostresgrandesolvidados.

    Picasso,Joyce,LeCorbusier.

  • PrlogoAbordo una vez ms, a

    instancias del amigoinveterado y del escritorestimable, los inherentesriesgos y sinsabores queacechan, pertinaces, alprologuista. stos no eludena mi lupa, por cierto. Nostoca navegar, como elhomrida, entre dos escollos

  • contrarios. Caribdis: fustigarla atencin de lectoresablicos y remisos con laFataMorgana de atraccionesque presto disipar elcorpusdel librejo. Escila: sofrenarnuestro brillo, para nooscurecer y aunanantir elmaterial subsiguiente.Ineluctablemente las reglasdel juego se imponen.Comoel vistoso tigre real de

  • Bengala que retiene la garraparanoborrardeunzarpazolas facciones de su trmulodomador, acataremos, sindeponerdeltodoelescalpelocrtico, lasexigenciasquedesuyo comporta el gnero.Seremosbuenosamigosdelaverdad,peromsdePlatn.

    Tales escrpulos,interpondr sin duda ellector,resultarnquimricos.

  • Nadie soar en comparar lasobria elegancia, la estocadaa fondo, la cosmovisinpanormica del escritor defuste, con la prosabonachona, desabrochada, untantoenpantoufles,delbuenhombre a carta cabal queentresiestaysiestadespacha,densos de polvo y tedioprovinciano, sus meritorioscronicones.

  • Ha bastado el rumor dequeun ateniense, unporteocuyo aclamado nombre elbuen gusto me veda revelar consolidara ya elanteproyecto de una novelaque se intitular, si nocambio de idea,LosMontenegro, para quenuestro popular BichoFeo[1], queotrora ensay elgneronarrativo,secorriese,

  • ni lerdo ni perezoso, a lacrtica. Reconozcamos queestalcidaaccindedarsesulugar ha tenido su premio.Descontadoms de un lunarinevitable, la obrillaexpositiva que nos toca hoyprologar ostenta suficientesquilates. La materia brutasuministra al curioso lectorelintersquenoleinsuflaranuncaelestilo.

  • En la hora catica quevivimos, la crtica negativaes a todas luces carente devigencia; trtase conpreponderancia de afirmar,allende nuestro gusto, odisgusto, los valoresnacionales, autctonos, quemarcan, siquiera de manerafugaz, la pauta del minuto.Enel casopresente, porotraparte, el prlogo al que

  • presto mi firma ha sidoimpetrado[2]porunodetalescamaradasaquiennosata lacostumbre. Enfoquemos,pues, los aportes. Desde laperspectiva que le brinda suWeimar litoral, nuestroGoethe de ropavejera[3] hapuestoenmarchaunregistrorealmente enciclopdico,donde toda nota modernahalla su vibracin. Quien

  • anhelase bucear enprofundidadlanovelstica,lalrica, la temtica, laarquitectura, la escultura, elteatro y los ms diversosmedios audiovisuales, quesignan el da de hoy, tendrmal de su grado queapechugar con estevademcum indispensable,verdadero hilo de Ariadnaque lo llevar de la mano

  • hastaelMinotauro.Levantarase acaso un

    corodevocesdenunciandolaausencia de alguna figuracimera, que conjuga ensntesis elegante el escpticoy elsportsman, el sumosacerdote de las letras y elgaran de alcoba, peroimputamos la omisin a lanaturalmodestiadelartesanoque conoce sus lmites, no a

  • la ms justificada de lasenvidias.

    Al recorrer condisplicencia las pginas deeste opsculo meritorio,sacude,momentnea,nuestramodorra una mencinocasional: la de LambkinFormento. Un inspiradorecelo nos acribilla. Existe,concretadoencarneyhueso,tal personaje? No tratarase

  • acaso de un familiar, osiquiera de un eco, de aquelLambkin, fantoche defantasa, que dio su augustonombre a una stira deBelloc? Fumisteras comosta merman los posiblesquilates de un repertorioinformativo, que no puedeaspirar a otro aval entindase bien que el delaprobidad,lisayllana.

  • No menos imperdonableeslaligerezaqueconsagraelautor al concepto degremialismo, al estudiarcierta bagatela en seisabrumadores volmenes quemanaron del incontenibleteclado del doctorBaralt. Sedemora, juguete de lassirenas de ese abogado, enmeras utopas combinatoriasy neglige el autntico

  • gremialismo, que es robustopilardelordenpresenteydelporvenirmsseguro.

    En resumen, una entregano indigna de nuestroespaldarazoindulgente.

    GERVASIOMONTENEGROBuenosAires,4dejuliode

    1966

  • HomenajeaCsarPaladinAlabar lo mltiple de la

    obra de Csar Paladin,ponderar la infatigablehospitalidad de su espritu,es,quin loduda,unode loslugarescomunesdelacrticacontempornea; pero noconviene olvidar que los

  • lugares comunes llevansiempre su carga de verdad.Asimismo resulta inevitablela referencia a Goethe, y noha faltado quien sugiera quetal referencia proviene delparecido fsico de los dosgrandes escritores y de lacircunstancia ms o menosfortuita de que comparten,por decirlo as, unEgmont.Goethe dijo que su espritu

  • estaba abierto a todos losvientos; Paladin prescindideestaafirmacin,yaquelamisma no figura en suEgmont, pero los onceproteicos volmenes que hadejado prueban que pudoprohijarlaconplenoderecho.Ambos, Goethe y nuestroPaladin,exhibieron lasaludy la robustez que son lamejor base para la ereccin

  • de la obra genial. Gallardoslabradores del arte, susmanos rigen el arado yrubricanlamelga!

    El pincel, el buril, elesfumino y la cmarafotogrfica han propagado laefigiedePaladin;quienesloconocimos personalmentequiz menospreciemos coninjusticia tan profusaiconografa, que no siempre

  • transmite la autoridad, lahombra de bien que elmaestro irradiaba como unaluzconstanteytranquila,quenoenceguece.

    En 1909, Csar Paladinejerca en Ginebra el cargode cnsul de la RepblicaArgentina; all public suprimer libro,Los parquesabandonados. La edicin,que hoy se disputan los

  • biblifilos, fue celosamentecorregida por el autor; laafean, sin embargo, las msdesaforadaserratas,yaqueeltipgrafo calvinista era unignoramus cabal en lo queconcierne a la lengua deSancho. Los golosos de lapetitehistoireagradecern lamencindeunepisodioasazingrato, que ya nadierecuerda, y cuyo nico

  • mrito es el depatentizardemodo palmario la casiescandalosa originalidad delconcepto estilsticopaladionano. En el otoo de1910, un crtico deconsiderable fuste cotejLosparques abandonados con laobra de igual ttulo de JulioHerrerayReissig,parallegara la conclusin de quePaladin cometiera risum

  • teneatis un plagio. Largosextractos de ambas obras,publicados en columnasparalelas, justificaban, segnl, la inslita acusacin. Lamisma,porlodems,cayenel vaco; ni los lectores latomaron en cuenta niPaladin se dign contestar.El panfletario, de cuyonombrenoquieroacordarme,no tard en comprender su

  • error y se llam a perpetuosilencio. Su pasmosacegueracrticahabaquedadoenevidencia!

    El periodo 1911-19corresponde, ya, a unafecundidad casisobrehumana: en raudasucesin aparecen:El libroextrao, la novelapedaggicaEmilio, Egmont,Thebussianas (segunda

  • ser ie) ,El sabueso de losBaskerville,De los Apeninosa los Andes, La cabaa delTo Tom , La provincia deBuenos Aires hasta ladefinicin de la cuestinCapital de la Repblica,Fabiola, Las gergicas(traduccin de Ochoa), y elDedivinatione (en latn). Lamuertelosorprendeenplenalabor;segneltestimoniode

  • sus ntimos, tena enavanzada preparacin elEvangelio segn San Lucas,obra de corte bblico, de laquenohaquedadoborradorycuya lectura hubiera sidointeresantsima[4].

    La metodologa dePaladin ha sido objeto detantasmonografas crticasytesis doctorales que resultacasi superfluo un nuevo

  • resumen. Bstenosbosquejarlaagrandesrasgos.La clave ha sido dada, unavez por todas, en el tratadoLa lnea Paladin-Pound-Eliot (Viuda de Ch. Bouret,Pars, 1937) de Farrel duBosc. Se trata, comodefinitivamentehadeclaradoFarrel du Bosc, citando aMyriam Allen de Ford, deuna ampliacin de

  • unidades. Antes y despusde nuestro Paladin, launidad literaria que losautores recogan del acervocomn era la palabra o, a losumo,lafrasehecha.Apenassi los centones del bizantinoo del monje medievalensanchanelcampoesttico,recogiendo versos enteros.Ennuestrapoca,uncopiosofragmento de laOdisea

  • inaugura uno de losCantosde Pound y es bien sabidoque la obra de T. S. Eliotconsiente versos deGoldsmith, de Baudelaire yde Verlaine. Paladin, en1909,yahabaidomslejos.Anex, por decirlo as, unopus completo,Los parquesabandonados, de Herrera yReissig. Una confidenciadivulgada por Maurice

  • Abramowicz nos revela losdelicados escrpulos y elinexorablerigorquePaladinllevsiemprealaarduatareade la creacin potica:preferaLos crepsculos deljardn de Lugones aLosparques abandonados, perono se juzgaba digno deasimilarlos; inversamente,reconoca que el libro deHerrera estaba dentro de sus

  • posibilidadesdeentonces,yaque sus pginas loexpresaban con plenitud.Paladinleotorgsunombrey lo pas a la imprenta, sinquitar ni agregar una solacoma, norma a la quesiemprefuefiel.Estamosasante el acontecimientoliterario ms importante denuestro siglo:Los parquesabandonados de Paladin.

  • Nada ms remoto,ciertamente, del librohomnimo de Herrera, queno repeta un libro anterior.Desde aquel momento,Paladin entra en la tarea,que nadie acometiera hastaentonces, de bucear en loprofundo de su alma y depublicar libros que laexpresaran,sinrecargarelyaa b r u m a d o rcorpus

  • bibliogrficoo incurrir en lafcil vanidad de escribir unasola lnea. Modestiainmarcesible la de estehombreque,anteelbanquetequelebrindanlasbibliotecasorientales y occidentales,renunciaalaDivinaComediay aLasMil yUnaNoches ycondesciende, humano yafable, aThebussianas(segundaserie)!

  • La evolucin mental dePaladinnoha sidodel todoaclarada; por ejemplo, nadieha explicado el misteriosopuente que va deThebussianas, etctera, alSabueso de los Baskerville.Por nuestra parte, notrepidamos en lanzar lahiptesis de que esatrayectoria esnormal,propiade un gran escritor que

  • supera la agitacinromntica, para coronarse ala postre con la nobleserenidaddeloclsico.

    Aclaremos que Paladin,fuera de algunareminiscencia escolar,ignorabalaslenguasmuertas.En1918,conunatimidezquehoy nos conmueve, publicLas gergicas, segn laversin espaola de Ochoa;

  • un ao despus, yaconsciente de su magnitudespiritual, dio a la imprentaelDedivinationeenlatn.Yqulatn!EldeCicern!

    Para algunos crticos,publicar un evangeliodespus de los textos deCicern y de Virgilio,importa una suerte deapostasa de los idealesclsicos;nosotrospreferimos

  • ver en este ltimo paso, queno tom, una renovacinespiritual. En suma, elmisterioso y claro caminoquevadelpaganismoalafe.

    Nadie ignora quePaladintuvoquecostear,depropio peculio, lapublicacin de sus libros yque las exiguas tiradas nosuperaron nunca la cifra detrescientos o cuatrocientos

  • ejemplares. Todos estnvirtualmente agotados y loslectores a quienes eldadivoso azar ha puesto enlas manosEl sabueso de losBaskerville aspiran, captadosporelestilopersonalsimo,asaborearLa cabaa del ToTom, acasointrouvable. Poreste motivo aplaudimos lainiciativa de un grupo dediputados de los ms

  • opuestos sectores, quepropugna la edicin oficialde las obras completas delms original y variado denuestroslitterati.

  • UnatardeconRamn

    BonavenaToda estadstica, toda

    labor meramente descriptivao informativa, presupone laesplndida y acaso insensataesperanzadeque en el vastoporvenir, hombres comonosotros, pero ms lcidos,

  • inferirndelosdatosquelesdejamos alguna conclusinprovechosa o algunageneralizacin admirable.Quienes hayan recorrido losseis volmenes deNor-noroestedeRamnBonavenahabrn intuido ms de unavezlaposibilidad,mejoranla necesidad, de unacolaboracin futura quevenga a coronar y a

  • complementar la obraofrecida por el maestro.Apresurmonos a advertirque estas reflexionescorresponden a una reaccinpersonal, ciertamente noautorizada por Bonavena.ste, la nica vez que hablcon l, rechaz toda idea deuna trascendencia esttica ocientficadelaobra,alaquehaba consagrado su vida.

  • Rememoremos, al cabo delosaos,aquellatarde.

    Hacia 1936 yo trabajabaenel suplemento literariodeltima Hora. Su director,hombre cuya despiertacuriosidad no exclua elfenmeno literario, meencomend, un tpicodomingo de invierno, lamisin de entrevistar al yaconocido, pero todava no

  • famoso, novelista, en suretirodeEzpeleta.

    La casa, que se conservaan,eradeunasolaplanta,sibien en la azotea ostentabados balconcitos conbalaustrada, en patticaprevisin de un piso alto. ElpropioBonavenanosabrilapuerta. Los anteojosahumados, que figuran en lams divulgada de sus

  • fotografas y quecorrespondieron, segnparece, a una dolenciapasajera, no exornaban,entonces, aquel rostro devastas mejillas blancas, enque los rasgos se perdan.Despus de tantos aos creorecordar un guardapolvo debrinypantuflasturcas.

    Su natural cortesadisimulaba mal cierta

  • reticencia; al principio pudeatribuirla a modestia, peropronto comprend que elhombresesentamuyseguroy aguardaba sin ansiedad lahora de la consagracinunnime. Empeado en sulaborexigenteycasiinfinita,era avaro de su tiempo ypoco o nada le importaba lapublicidad que yo lebrindaba.

  • En su despacho quetenaalgodelasaladeesperade un odontlogo de pueblo,con sus marinas en pastel ysus pastores y perros deporcelana haba pocoslibros, y los ms erandiccionarios de diversasdisciplinas y oficios. No mesorprendieron, por cierto, lapoderosa lupa de aumento yel metro de carpintero que

  • advert sobre el fieltro verdedel escritorio. Caf y tabacoestimularoneldilogo.

    Evidentemente, heledoyreledosuobra.Creo,sinembargo,queparaubicaral lector comn, al hombre-masa,enunplanoderelativacomprensin, convendra talvez que usted bosquejara, agrandesrasgosyconespritude sntesis, la gestacin de

  • Nor-noroeste, desde elprimer atisbo hasta laproduccin masiva. Loconmino:abovo,abovo!

    El rostro, casiinexpresivo y gris hastaentonces,seilumin.Apocollegaran las palabrasprecisas,enaluvin.

    Mis planes, alprincipio, no rebasaban elcampo de la literatura, ms

  • an,del realismo.Mianhelo(nada extraordinario, porcierto)eradarunanoveladela tierra, sencilla, conpersonajes humanos y laconsabida protesta contra ellatifundio.PensenEzpeleta,mipueblo.Elesteticismometena sin cuidado.Yo querarendiruntestimoniohonesto,sobreunsectorlimitadodelasociedad local. Las primeras

  • dificultades que medetuvieron fueron, acaso,nimias. Los nombres de lospersonajes, por ejemplo.Llamarlos como en realidadse llamaban era exponerse aun juicio por calumnias. Eldoctor Garmendia, que tienesu bufete a la vuelta, measegur, como quien se curaen salud, que el hombremedio de Ezpeleta es un

  • litigioso.Quedaba el recursode inventar nombres, peroeso hubiera sido abrir lapuertaalafantasa.Optporletrasmaysculasconpuntossuspensivos, solucinquenotermin de gustarme. Amedida queme internaba enel tema comprend que lamayordificultadnoestribabaen el nombre de lospersonajes; era de orden

  • psquico.Cmometermeenla cabeza de mi vecino?Cmo adivinar lo quepiensan otros, sin renunciaralrealismo?Larespuestaeraclara, pero al principio noquise verla. Encar entoncesla posibilidad de una noveladeanimalesdomsticos.Perocmo intuir los procesoscerebralesdeunperro,cmoentrar en un mundo acaso

  • menos visual que olfativo?Desorientado,merepleguenmmismoypensqueyanoquedaba otro recurso que laautobiografa. Tambin ahestaba el laberinto. Quinsoy yo? El de hoy,vertiginoso, el de ayer,olvidado, el de maana,imprevisible?Qucosamsimpalpable que el alma? Sime vigilo para escribir, la

  • vigilancia me modifica; sime abandono a la escrituraautomtica, me abandono alazar.Nossiustedrecuerdaaquelcaso,referido,creo,porCicern,deunamujerquevaa un templo en busca de unorculo y que sin darsecuenta pronuncia unaspalabras que contienen larespuesta esperada. A m,aquenEzpeleta,mesucedi

  • algo parecido. Menos porbuscar una solucin que porhacer algo, revis misapuntes.Ah estaba la clavequeyobuscaba.Estabaenlaspalabras un sectorlimitado.Cuandolasescribnohiceotra cosaque repetiruna metfora comn ycorriente;cuandolasrelemedeslumbr una especie derevelacin. Un sector

  • limitadoQusectormslimitado que el ngulo de lamesa de pinotea en que yotrabajaba? Decidconcretarme al ngulo, a loqueelngulopuedeproponera la observacin. Med conestemetrodecarpintero(queusted puede examinarapiacere)lapatadelamesadereferenciaycomprobquesehallaba a un metro quince

  • sobre el nivel del suelo,altura que juzgu adecuada.Ir indefinidamente msarriba hubiera sidoincursionar en el cielo raso,enlaazoteaymuyprontoenlaastronoma;irhaciaabajo,me hubiera sumido en elstano, en la llanurasubtropical, cuando no en elglobo terrqueo. El nguloelegido, por lo dems,

  • presentaba fenmenosinteresantes. El cenicero decobre,ellpizdedospuntas,una azul y otra colorada,etctera.

    Aqunopudecontenermeylointerrump:

    Ya s, ya s. Hablausted de los captulos dos ytres. Del cenicero sabemostodo: los matices del cobre,el peso especfico, el

  • dimetro, las diversasrelaciones entre el dimetro,el lpiz y lamesa, el diseodellogo,elpreciodefbrica,el precio de venta y tantosotros datos no menosrigurosos que oportunos. Encuanto al lpiz (todo unGoldfaber 873) qu dir?Usted lo ha comprimido,mediante el don de sntesis,en veintinueve pginasin

  • octavo, que nada dejan quedesear a la ms insaciablecuriosidad.

    Bonavenanose ruboriz.Retom, sin prisa y sinpausa, la conduccin deldilogo.

    Veo que la semilla nocay fuera del surco. Ustedestempapadoenmiobra.Attulo de premio, leobsequiar un apndice oral.

  • Se refiere, no a la obramisma,sinoa losescrpulosdelcreador.Unavezagotadoel trabajo de Hrcules deregistrar los objetos quehabitualmente ocupaban elngulo nor-noroeste delescritorio, empresa quedespach en doscientas oncepginas, me pregunt si eralcito renovar elstock, id estintroducir arbitrariamente

  • otraspiezas,deponerlasenelcampomagnticoyproceder,sinms,adescribirlas.Talesobjetos, inevitablementeelegidos para mi tareadescriptivaytradosdeotraslocalidadesdelahabitacinyaundelacasa,noalcanzaranla naturalidad, laespontaneidad, de la primeraserie. Sin embargo, una vezubicadosenelngulo,seran

  • parte de la realidad yreclamaran un tratamientoanlogo. Formidable cuerpoa cuerpo de la tica y de laesttica! A este nudogordiano lo desat laaparicindelrepartidordelapanadera, joven de todaconfianza, aunque falto.Zanichelli, el falto encuestin, vino a ser, comovulgarmentesedice,mideus

  • ex machina. Su mismaopacidad lo capacitaba paramis fines. Con temerosacuriosidad, como quiencomete una profanacin, leorden que pusiera algo,cualquier cosa, en el ngulo,ahora vacante. Puso la gomade borrar, una lapicera y, denuevo,elcenicero.

    La famosa serie beta!prorrump. Ahora

  • comprendo el enigmticoregreso del cenicero, que serepite casi con las mismaspalabras, salvo en algunasreferencias a la lapicera y lagoma. Ms de un crticosuperficial crey ver unaconfusin

    Bonavenaseincorpor.En mi obra no hay

    confusiones declar conjustificada solemnidad.

  • Las referencias a la lapiceraylagomasonunndicemsquesuficiente.Anteunlectorcomo usted, intilpormenorizar lasdeposiciones que ocurrierondespus. Baste decir que yocerraba los ojos, el faltocolocaba una cosa o cosas yluego manos a la obra! Enteora,milibroesinfinito,enla prctica reivindico mi

  • derechoaldescanso (llmeleun alto en el camino) trasevacuar la pgina 941 deltomoquinto[5].Porlodems,eldescripcionismocunde.EnBlgica se festeja laaparicin de la primeraentrega deAcuario, trabajoenquehecredoadvertirmsde una heterodoxia. EnBirmania, en el Brasil, enBurzaco emergen nuevos

  • ncleosactivos.De algnmodo sent que

    laentrevistayatocabasufin.Dije, para preparar ladespedida:

    Maestro,antesdeirme,quiero pedirle un ltimofavor. Podra ver alguno delos objetos que la obraregistra?

    NodijoBonavena.Nolosver.Cadacolocacin,

  • antesdeserreemplazadaporla siguiente, fuerigurosamentefotografiada.Obtuveasunabrillanteseriedenegativos.Sudestruccin,elda26deoctubrede1934,me produjo verdadero dolor.Ms me doli destruir losobjetosoriginales.

    Quedconsternado.Cmo? alcanc a

    balbucear. Usted se ha

  • atrevido a destruir el alfilnegrodeypsilony elmangodelmartillodegamma?

    Bonavena me mirtristemente.

    El sacrificio eranecesario explic. Laobra, como el hijomayor deedad, tiene que vivir por sucuenta. Conservar losoriginales la hubieraexpuesto a confrontaciones

  • impertinentes. La crtica sedejara arrastrar por latentacin de juzgarla segnsumayor omenor fidelidad.Caeramos as en el merocientificismo. A usted leconsta que yo niego a miobratodovalorcientfico.

    Me apresur aconfortarlo:

    Desde luego, desdeluego.Nor-noroeste es una

  • creacinestticaOtro error sentenci

    Bonavena.Niegoamiobratodo valor esttico. Ocupa,por decirlo as, un planopropio. Las emocionesdespertadas por ella, laslgrimas, los aplausos, lasmuecas, me tienen sincuidado.Nomehepropuestoensear, conmover nidivertir. La obra est ms

  • all.Aspiraalomshumildeyalomsalto:unlugareneluniverso.

    Empotrada en loshombros, laslidacabezanosemovi.Losojosyanomevean. Comprend que lavisita haba terminado. Salcomo pude.The rest issilence.

  • Enbsquedadelabsoluto

    Fuerza es admitir, pormsquenosduela,queelRode la Plata tiene los ojospuestosenEuropaydesdeao ignora sus autnticosvalores vernculos. El casoNierenstein Souza no dejadudas al respecto. Fernndez

  • Saldaa omite su nombre ene lDiccionario uruguayo debiografas; el propioMonteiroNovatosereducealas fechas 1897-1935 y a lanmina de sus trabajos, msd i v u l g a d o s :La pnicallanura (1897),Lastardesdetopacio (1908),Oeuvres etthories chez Stuart Merrill(1912), monografa sesudaquehamerecidoelelogiode

  • ms de un profesor adjuntode la Universidad deColumbia,Simbolismos enLa Recherche de lAbsolude Balzac (1914) y laambiciosanovelahistricaElfeudo de los Gomensoro(1919), repudiadain articulomortis por el autor. Intilrebuscar, en las lacnicasapuntaciones de Novato, lamenor referencia a los

  • cenculos franco-belgas delPars finisecular, queNierenstein Souzafrecuentara, siquiera comoespectadorsilencioso,nia lamiscelnea pstumaBric--brac, publicada hacia 1942por un grupo de amigos,capitaneados por H. B. D.Tampoco se descubre elmenorpropsitodevivenciarlas ponderables, aunque no

  • siempre fieles, traduccionesde Catulle Mends, deEphram Mikhal, de FranzWerfelydeHumbertWolfe.

    Su cultura, segn se ve,era cuantiosa. El ydishfamiliar le haba franqueadolas puertas de la literaturateutnica; el presbteroPlanes le comunic sinlgrimas el latn; el francslomamcon la cultura,y el

  • inglsfueunaherenciadesuto, regente del saladeroYoung, de Mercedes.Adivinaba el holands ysospechaba lalingua francadelafrontera.

    Ya en prensa la segundaedicin delFeudo de losGomensoro, Nierenstein seretir a Fray Bentos, donde,en la aeja casona familiarque le alquilaran los

  • Medeiro, pudo consagrarsede lleno a la escrupulosaredaccin de una obracapital,cuyosmanuscritossehan extraviado y cuyonombre mismo se ignora.All,enelcalurosoveranode1935, la tijera de troposvino a cortar la obstinadalaborylavidacasimonsticadelpoeta.

    Seis aos despus, el

  • director deltima Hora,hombre cuya despiertacuriosidad no exclua elfenmeno literario, se avinoa encomendarme la misin,entre detectivesca y piadosa,de investigarin situ losrestosdeesaobramagna.Elcajerodeldiario,trasalgunasnaturales hesitaciones, mesolvent los gastos del viajefluvial por el Uruguay, faz

  • de perlas. En Fray Bentos,la hospitalidad de unfarmacutico amigo, eldoctor Zivago, hara lodems. Esta excursin, miprimerasalidaalexterior,mecolmporqunodecirlo?delaconsabidainquietud.Si bien el examen delmapamundi no dej dealarmarme, las seguridades,dadas por un viajero, de que

  • los habitantes del Uruguaydominan nuestra lengua,termin por tranquilizarmenopoco.

    Desembarqu un 29 dediciembre en el pashermano; el 30, por lamaana, en compaa deZivagoyenelHotelCapurro,di cuenta de mi primer cafcon leche uruguayo. Unescribanotercieneldilogo

  • ychisteva,chistevieneme refiri el cuento, noignorado en los crculosjocosos de nuestra queridacalleCorrientes, del viajantede comercio y la oveja.Salimosalsolazodelacalle;todo vehculo resultinnecesario y, a la mediahora, tras admirar elacentuado progreso de lalocalidad, llegamos a la

  • mansindelpoeta.El propietario, don

    NicasioMedeiro,nosdebit,tras un breve guindado yunos bocadillos de queso, lasiempre novedosa y festivaancdotade la solteronayelloro.Asegur que la casona,gracias a Dios, haba sidoreparada por un mediacuchara, pero que labiblioteca del finado

  • Nierenstein se mantenaintacta, por carenciamomentnea de fondos paraemprender nuevas mejoras.En efecto, en estantes depinotea,divisamos lanutridaseriedelibros,enlamesadetrabajo, un tintero en el quepensaba un busto de Balzacy, en las paredes, unosretratos de familia y lafotografa, con autgrafo, de

  • GeorgeMoore.Callasgafasy somet a un examenimparciallosyapolvorientosvolmenes. Ah estaban,previsiblemente, los lomosamarillos delMercure deFrance, que tuvo su hora; loms granado de laproduccin simbolista depostrimera de siglo ytambin unos tomosdescabalados deLas Mil y

  • Una Noches de Burton, elHeptamern de la ReinaMargarita, elDecamern, elConde Lucanor, elLibro deCalilayDimnayloscuentosde Grimm. LasFbulas deEsopo, anotadas de propiamano de Nierenstein, noescaparonamiatencin.

    Medeiroconsintiqueyoexplorara los cajones de lamesa de trabajo. Dos tardes

  • dediqua la tarea.Pocodirde los manuscritos quetranscrib,yaquelaEditorialProbeta los concluye defacilitar al dominio pblico.El idilio rural de Golosa yPolichinela,lasvicisitudesdeMoscarda y las afliccionesdeldoctorOxenbsquedadelapiedra filosofal, ya sehanincorporado, indelebles, alcorpus ms actualizado de

  • lasletrasrioplatenses,sibienalgn Aristarco ha objetadoelpreciosismodelestiloyelexceso de acrsticos ydigresiones. Breves de suyo,estas obrillas, malgrado lasvirtudesque lams exigentecrtica de la revistaMarchales reconoci, no podanconstituir elmagnum opusque nuestra curiosidadindagaba.

  • Enlaltimapginadenos qu libro de Mallarm,top con esta acotacin deNierensteinSouza:

    Es curioso queMallarm, tandeseoso de loabsoluto, lo buscaraen lo ms incierto ycambiante, laspalabras. Nadie

  • ignora que susconnotaciones varany que el vocablo msprestigioso sertrivial o deleznablemaana.

    Pude igualmentetranscribir las tres versionessucesivas de un mismoalejandrino. En el borrador,Nierensteinhabaescrito:

  • Vivirparaelrecuerdoyolvidarcasitodo.

    E nLas Brisas de FrayBentos poco ms que unapublicacin de entre casaprefiri:

    MateriaslaMemoriaacopiaparaOlvido.

    El texto definitivo, que

  • aparecieraenlaAntologadeseispoetaslatinoamericanos,nosda:

    LaMemoriadepsitosparaelOlvidoeleva.

    Otro fructuoso ejemplonos proporciona elendecaslabo:

    Ysloenloperdido

  • perduramos

    que deviene en letras demolde:

    Persistirincrustadoenlofluyente.

    El ms distrado de loslectores observar que enambas instancias el textopublicadoesmenosdecorosoque el borrador. La cuestin

  • me intrig, pero algntiempo pasara antes de queyodesentraaraelbusilis.

    Con alguna desilusinemprend el regreso. Qudira la jefatura deltimaHora,quehabafinanciadoelviaje? No contribuyciertamente a la tonificacinde mi nimo la adhesivacompaa de NN, de FrayBentos, que comparti mi

  • camarote y me prodig unaretahla interminable decuentos, por dems soeces yhasta chocantes. Yo querapensarenelcasoNierenstein,pero el permanentecauseurno me otorg la menortregua. Hacia la madrugadameguarecenunoscabeceos,quevacilabanentreelmareo,elsueoyeltedio.

    Los reaccionarios

  • detractores de la modernasubconciencia se resistirn acreer que en la escalinata dela aduana de la Drsena Surdi con la solucin delenigma.FelicitaNNporsuextraordinariamemoriayahnomsleespet:

    De dnde saca tantoscuentos,amigo?

    Larespuestaconfirmmibruscasospecha.Medijoque

  • todos, o casi todos, se loshaba contado Nierenstein, ylos dems, NicasioMedeiro,que fue gran contertulio delfinado. Agreg que logracioso es que Nierensteinloscontabamuymalyquelagente de la zona losmejoraba. De golpe todo seaclar: el afn del poeta porlograrunaliteraturaabsoluta,su observacin escptica

  • sobre lo transitorio de laspalabras, la progresivadeterioracindelosversosdeun texto a otro y el doblecarcterde labiblioteca,quepas de las exquisiteces delsimbolismo a lasrecopilaciones de gneronarrativo. No nos asombreesta historia; Nierensteinretom la tradicin que,desdeHomerohastalacocina

  • de los peones y el club, secomplace en inventar y orsucedidos. Contaba mal susinvenciones, porque sabaque el Tiempo las pulira, sivalan la pena, como ya lohaba hecho con laOdisea yLasMilyUnaNoches.Comola literatura en su origen,Nierenstein se redujo a looral,porqueno ignorabaquelos aos acabaran por

  • escribirlotodo.

  • Naturalismoalda

    No sin aliviocomprobamos que lapolmica descripcionismo-descriptivismoya no detentala primera plana desuplementos literarios ydems boletines.A nadiedespus de las ponderadas

  • lecciones de Cipriano Cross(S. J.) le est permitidoignorarqueelprimerodelosprecitados vocablos logra sumsgenuinaaplicacinenelrea de la novelstica,quedando relegado elsegundo a toda unadiversidad de renglones queno excluyen, por cierto, lapoesa,lasartesplsticasylacrtica. No obstante, la

  • confusinperdurayde tardeentarde,anteelescndalodelosamadoresdelaverdad,seuncealnombredeBonavenael de Urbas. Quiz paradistraernos de tamaodislate, no faltan quienesperpetran este otro maridajeirrisorio: Hilario Lambkin-Csar Paladin. Admitamosque tales confusiones sebasamentan en ciertos

  • paralelos externos y enafinidades terminolgicas;con todo, para el lector biencalibrado, una pgina deBonavena ser siempre unapginadeBonavena,yunaentrega de Urbas unaentrega de Urbas. Hombresde pluma, es verdad queforneos, han soltado elinfundio de una escueladescriptivista argentina;

  • nosotros, sin ms autoridadquelaqueconfiereanuestramodestia el dilogo masivocon las luminarias de unaescuela presunta, afirmamosque no se trata de unmovimiento nucleado nimenos an de un cenculo,sino de iniciativasindividualesyconvergentes.

    Penetremos en elintrngulis. A la entrada de

  • este apasionante mundillodescriptivista, el primernombre que nos tiende lamanoes,lohabisadivinado,eldeLambkinFormento.

    El destino de HilarioLambkin Formento es hartocurioso. En la redaccin aque llevaba sus trabajos, engeneral muy breves y deescaso inters para el lectormedio,seloclasificabacomo

  • crtico objetivo, es decircomounhombrequeexcluyede su tarea de glosador todoelogio y toda censura. Susnotculas, que se reducannopocasvecesaclichsdelatapa o sobrecubierta de loslibros analizados, llegaronconeltiempoapuntualizarelformato, las dimensionescentimtricas, el pesoespecfico, la tipografa, la

  • calidad de la tinta y laporosidad y olor de papel.Desde 1924 hasta 1929,LambkinFormentocolabor,sin cosechar laureles niabrojos, en las pginastraseras de losAnales deBuenos Aires. En noviembredel ltimo ao renunci aesas labores, para dedicarsede lleno a un estudio crticosobre laDivinaComedia. La

  • muerte lo sorprendi sieteaos despus, cuando yahaba dado a la imprenta lostres volmenes que seran, yson,elpedestaldesufamayque respectivamente set i tulanInferno, Purgatorio,Paradiso. Ni el pblico, nimenos an sus colegas, locaptaron. Fue necesario unllamadoalorden,prestigiadopor las iniciales H. B. D.,

  • para que Buenos Aires,frotndose los ojosdespabilados, despertara desusueodogmtico.

    Segn la hiptesis,infinitamenteprobable,deH.B. D., Lambkin Formentohabrahojeado,enelquioscodel parque Chacabuco, esamosca blanca de labibliografa del sigloXVII:ViajesdeVaronesPrudentes .

  • Ellibrocuartoinforma:

    Enaquelimperio,el Arte de laCartografa logr talPerfeccin que elMapa de una solaProvincia ocupabatodaunaCiudad,yelMapa del Imperio,toda una Provincia.Con el tiempo estos

  • Mapas Desmesuradosno satisficieron y losColegios deCartgrafoslevantaron un MapadelImperio,quetenaeltamaodelImperioy coincidapuntualmente con l.Menos Adictas alEstudio de laCartografa, las

  • GeneracionesSiguientesentendieron que esedilatado Mapa eraIntil y no sinImpiedad loentregaron a lasInclemenciasdelSolyde los Inviernos. Enlos Desiertos delOeste perdurandespedazadas Ruinas

  • del Mapa, habitadaspor Animales y porMendigos; en todo elPas no hay otrareliquia de lasDisciplinasGeogrficas.

    Con su perspicaciahabitual, Lambkin observante un corro de amigos queel mapa de tamao natural

  • comportaba gravesdificultades, pero queanlogoprocedimientonoerainaplicable a otros ramos,verbigracia a la crtica.Levantar un mapa de laDivina Comedia fue, desdeaquel momento oportuno, larazn de su vida. Alprincipio, contentose conpublicar, en mnimos yd e f i c i e n t e sclichs, los

  • esquemas de los crculosinfernales, de la torre delpurgatorio y de los cielosconcntricos, que adornan laacreditada edicin de DioProvenzal. Su naturalexigente no se dio, sinembargo, por satisfecho. Elpoema dantesco se leescapaba! Una segundailuminacin, a la que muyprontosiguieraunalaboriosa

  • y larga paciencia, lo rescatde aquel transitoriomarasmo. El da 23 defebrerode1931intuyqueladescripcin del poema, paraser perfecta, deba coincidirpalabra por palabra con elpoema,deigualmodoqueelfamosomapacoincidapuntopor punto con el Imperio.Elimin, al cabodemadurasreflexiones, el prlogo, las

  • notas,elndiceyelnombreydomicilio del editor yentregalaimprentalaobrade Dante. As quedinaugurado, en nuestrametrpoli, el primermonumentodescriptivista!

    Ver para creer: nofaltaron ratas de bibliotecaque tomaron, o simularontomar, este novsimotourdeforce de la crtica, por una

  • edicin ms del difundidopoemadeAlighieriusndolocomo libro de lectura! Asse rinde falso culto al estropotico!Assesubestimalacrtica! El unnimebeneplcito fue generalcuandounseveroucasedelaCmara del Libro o, segnotros, de la AcademiaArgentina de Letras,prohibi, dentro del

  • permetro de la ciudad deBuenos Aires, este empleoabusivo de la mayor laborexegtica de nuestro medio.El dao, empero, estabahecho; la confusin, comoboladenieve,siguetomandocuerpo y hay tratadistas quese obstinan en asimilarproductos tan diferenciadoscomo los anlisis deLambkin y las escatologas

  • cristianas del florentino.Tampoco faltan quienes,encandilados por la meraFata Morgana de anlogossistemasdecalcos,hermananla obra lambkiana a lamatizada poligrafa dePaladin.

    AsazdiversoeselcasodeUrbas. Este joven poeta, quehoy accede a la nombrada,en septiembre de 1938 era

  • casi un incgnito. Surevelacin se debe a loscalificadoshombresdeletrasdel remarcable jurado quedirimi aquel ao elcertamen literario de laEditorialDestiempo.Eltemadel concurso, segn se sabe,fue el clsico y eterno de larosa. Polas y clamos seatarearon;pulul la firmadefuste; se admiraron tratados

  • de horticultura puestos enverso alejandrino, cuando noen dcima y ovillejos; perotodo palideci ante el huevode Coln de Urbas, queremiti, sencillo ytriunfador una rosa. Nohubounasoladisidencia; laspalabras, artificiosas hijasdel hombre, no pudieroncompetir con la espontnearosa,hijadeDios.Quinientos

  • milpesoscoronaronalpuntolaproezainequvoca.

    El radioescucha, elespectador y auditor detelevisin y hasta elamateurimpenitente y ocasional deperidicos matutinos y deautorizados y copiososanuarios mdicos, yaextraarn, sin duda, nuestrademoraentraeracolacinelcaso Colombres. Nos

  • atrevemos a insinuar, sinembargo, que la palpablenotoriedad de tal episodio,verdaderoniomimadodelaprensa amarilla, se debeacaso menos a los valoresintrnsecos que lo abonan,que a la oportunaintervencinde laAsistenciaPblica y al bistur deurgencia que esgrimiera lamano de oro del doctor

  • Gastambide. El hecho, quinseatreveaolvidarlo,subsisteen todas las memorias.Habase abierto, por aquelentonces (hablamos del 41)el Saln de Artes Plsticas.Se haban previsto premiosespeciales para trabajos queenfocaran la Antrtida o laPatagonia. Nada diremos dela interpretacin abstracta oconcreta de tmpanos, de

  • forma estilizada, quecoronaron la laureada frentede Hopkins, pero el puntoclave fue el patagnico.Colombres,fielhastaaquellafecha a las aberracionesmsextremas del neo-idealismoitaliano, remiti ese ao uncajn de madera bienacondicionado, que, al serdesclavado por lasautoridades, dej escapar un

  • vigoroso carnero, que hirien la ingle a ms de unmiembro del jurado y en laespalda al pintor-cabaeroCsar Kirn, pese a laagilidadmontarazconquesepuso a salvo. El ovino, lejosde ser unamachietta ms omenos apcrifa, result unmerinorambouillet de cepaaustraliana, no desprovistociertamente de su

  • cornamenta argentina, quedejara su impronta en lasrespectivas zonasinteresadas.Como la rosadeUrbas,sibiendeunamanerams contundente y msimpetuosa, el lanar dereferencia no era una finafantasa del arte; era unindudable y tozudoespcimenbiolgico.

    Por alguna razn que se

  • nos escapa, los lisiadoscomponentes del jurado enpleno, denegaron aColombreselgalardnquesuespritu artista ya acariciaracon ponderables ilusiones.Msequitativoymsampliose revel el jurado de laRural, que no trepid endeclarar campen a nuestrocarnero, que usufructu,desde ese incidente, la

  • simpata y el calor de losmejoresargentinos.

    El dilema suscitado esinteresante. Si la tendenciadescriptiva prosigue, el artese inmolaren lasarasde lanaturaleza; ya el doctor T.Browne dijo que lanaturalezaeselartedeDios.

  • CatlogoyanlisisdelosdiversoslibrosdeLoomis

    En cuanto a la obra deFederico Juan CarlosLoomis, grato es comprobarque el tiempo de las bromasfcilesydelaincomprensiva

  • facecia ha quedado relegadoal olvido. Nadie tampoco lave ahora en funcin de unapolmica circunstancial conLugones, hacia 1909, ni conlos corifeos del jovenultrasmo, despus. Hoy noses dada la fortuna decontemplar la poesa delmaestro en su desnudaplenitud. Dijrase queGracin la presinti al soltar

  • aquello, no pormuymanidomenoscabal,delobueno,sibreve, dos veces bueno o,segnlaleccindedonJulioCejador y Frauca, lo breve,sibreve,dosvecesbreve.

    Es indubitable, por lodems,queLoomisdescreysiempre de la virtudexpresiva de la metfora,exaltada, en la primeradcada de nuestro siglo, por

  • e lLunario sentimental, y enla tercera porPrisma, Proa,etctera. Desafiamos alcrtico ms garifo a quedeniche, si nos pasan elgalicismo,unasolametfora,en todo el mbito de laproduccin de Loomis,exceptuadas aquellas que laetimologacontiene.Quienesguardamos en la memoria,comoenunestucheprecioso,

  • las disertas y caudalosasveladas de la calle Parera,cuyo arco a veces abarcabalos dos crepsculos, el de latarde vespertina y el de lamaana lechal, noolvidaremos fcilmente lasburlonasdiatribasdeLoomis,causeur infatigable, contralos metaforistas que, parasignificar una cosa, laconvierten en otra. Tales

  • diatribas, por supuesto, nopropasaronnuncalaesferadelo oral, ya que la mismaseveridad de la obra lasrechazaba. No hay mayorvigor de evocacin en lapalabra luna solapreguntarqueenel tdelos ruiseores, como ladisfrazaraMaiakovski?

    Ms dado a laformulacindepreguntasque

  • a la recepcin de respuestas,inquira asimismo si unfragmento de Safo o unasentencia inagotable deHerclito no se dilatabamsenel tiempoque losmuchosvolmenes de Trollope, delos Goncourt y del Tostado,refractariosalamemoria.

    Asiduocontertuliode lossbados de Parera fueGervasio Montenegro, no

  • menos encantador comogentleman que como dueode un establecimiento enAvellaneda; por esamultitudinaria modalidad deBuenos Aires, donde nadieconoce a nadie, CsarPaladin,quesepamos,noseh i z onunca presente. Quinolvidablehubierasidoorlodepartir,manoamano,conelmaestro!

  • Una o dos veces Loomisnos anunci la publicacininminentedeuntrabajosuyoen las hospitalarias pginasd eNosotros; recuerdo laansiedad con que losdiscpulos, todos juventud yfervor, nos agolpbamos enla librera de Lajouane, parasaborear, primerizos, lafriandise que nos prometierael maestro. Siempre la

  • expectacin qued frustrada.Hubo quien arriesg lahiptesis de un seudnimo(la firmaEvaristo Carriegodespert ms de unasospecha); aquestemaliciabauna broma; estotro, unaartimaa para eludir nuestralegtima curiosidad o paraganar tiempo, y no faltalgnJudas,decuyonombreno quiero acordarme, que

  • sugiriera que Bianchi o queGiusti habran rechazado lacolaboracin. Loomis,empero, varn de acreditadaveracidad,semantenaensustrece; repeta, sonriente, queel trabajo haba sidopublicado sin que lopercibiramos; nuestrodesconciertollegaimaginarque la revista emitieranmeros esotricos, no

  • accesibles al vulgo desuscriptoresoalaturbamultaque infesta, vida de saber,bibliotecas, mostradores yquioscos.

    Todo se aclar en elotoo de 1911, cuando lasvidrieras de Mon dieron aconocer el despus llamadoOpus 1. Por qu nomencionar desde ahora eloportunoyclarottuloquesu

  • autorleimprimiera:Oso?Al principio no muchos

    aquilataron la mproba laborque haba precedido a suredaccin: el estudio deBuffon y de Cuvier, lasreiteradasyvigilantesvisitasanuestroJardnZoolgicodePalermo, las pintorescasentrevistas a piamonteses, elescalofriante y acasoapcrifo descenso a una

  • cavernadeArizona,dondeunosezno dorma su inviolablesueo invernal, laadquisicin de lminas deacero, litografas, fotografasyhastadeejemplaresadultosembalsamados.

    La preparacin de suOpus 2,Catre, lo llev a unexperimento curioso, noexento de incomodidades yriesgos: mes y medio de

  • rusticatio en un conventillode la calle Gorriti, cuyosinquilinos, por cierto, nollegaronjamsasospecharlaverdadera identidad delpolgrafo que, bajo elsupuesto nombre de LucDurtain, comparta suspenuriasyregocijos.

    Catre, ilustrado por ellpiz de Cao, apareci enoctubrede1914;loscrticos,

  • ensordecidos por la voz delcan,nopararonmientesenl. Lo propio ocurrira conBoina (1916), volumen queseresientedeciertafrialdad,atribuible acaso a las fatigasdel aprendizaje del idiomavascuence.

    Nata (1922) es la menospopulardesusobras,aunquelaEnciclopediaBompianihavisto en ella la culminacin

  • de lo que se ha dado enllamar el primer periodoloominiano. Una dolenciaduodenal pasajera sugiri oimpuso el sujeto del trabajosupracitado; la leche,remedio instintivo delulceroso, fue, segn lassesudas investigaciones deFarrel du Bosc, la casta yblancamusadeestamodernaGergica.

  • La instalacin de untelescopio en la azotea delcubculo de servicio y elestudio febril y desordenadode las obras ms divulgadasde Flammarion, preparan elsegundo periodo.Luna(1924) seala el logro mspotico del autor, el ssamoque le abre de par en par lapuertagrandedelParnaso.

    Luego, los aos de

  • silencio. Ya Loomis nofrecuenta los cenculos; yano es el bastonero jocundoque en el stano alfombradodelRoyalKeller llevalavozcantante. No sale, no, de lacalle Parera. En la azoteasolitaria se herrumbra elolvidado telescopio; noche anoche los infolios deFlammarionesperanenvano;Loomis, enclaustrado en la

  • biblioteca,vuelvelaspginasde laHistoria de lasfilosofas y religiones deGregorovius; las acribilla deinterrogaciones, marginaliasy notas; los discpulosquerramos publicarlas, peroello importara renegar de ladoctrina y del espritu delglosador. Lstima, pero qulevamosahacer.

    En 1931, la disentera

  • corona lo que haba iniciadoel estreimiento; Loomis,pese a las miserias delcuerpo, da cima a suopusmximo, que se publicarapstumamente y cuyaspruebas tuvimos elmelanclico privilegio decorregir. A quin no se lealcanza que aludimos alfamoso volumen que, conresignacinoirona,setitula

  • Talvez?En los libros de otros

    autores,fuerzaesadmitirunaescisin, una grieta entre elcontenido y el ttulo. LaspalabrasLa cabaa del ToTom no nos comunican,acaso, todas lascircunstancias delargumento; el articularDonSegundoSombra noeshaberexpresado cada uno de los

  • cuernos, testuces, patas,lomos, colas, rebenques,caronas, bastos, mandiles ycojinillos que integran,inextenso, el volumen.ChezLoomis, en cambio, el ttuloes la obra.El lector adviertemaravillado la coincidenciarigurosadeamboselementos.El texto deCatre, verbigratia, consiste nicamenteen la palabra Catre. La

  • fbula, el epteto, lametfora, los personajes, laexpectacin, la rima, laaliteracin, los alegatossociales,latorredemarfil,laliteratura comprometida, elrealismo, la originalidad, elremedoservildelosclsicos,la sintaxis misma, han sidoplenamente superados. Laobra de Loomis, segn elcmputo maligno de un

  • crtico, menos versado enliteratura que en aritmtica,consta de seis palabras:Oso, Catre, Boina,Nata, Luna, Tal vez.As ser, pero detrs de esaspalabras que el artficedestilara cuntasexperiencias, cunto afn,cuntaplenitud!

    No todos han sabidoescuchar esa alta leccin.

  • Caja de carpintero, libro deun sedicente discpulo, nohaceotracosaqueenumerar,con vuelo gallinceo, elescalpelo, el martillo, elserrucho,etctera.Hartomspeligrosa es la secta de losllamados cabalistas, queamalgaman las seis palabrasdelmaestroenunasolafraseenigmtica, turbia deperplejidades y de smbolos.

  • Discutible, pero bienintencionada, nos parece lalabor de Eduardo L. Planes,autor delGloglocioro,Hrobfroga,Qul.

    vidoseditoresquisierontraducir laobradeLoomis alosmsdiversos idiomas.Elautor, a despecho de subolsillo,rechaztalesofertascartaginesas, que hubieranllenado de oro sus arcas. En

  • esta poca de negativismorelativista, afirm, nuevoAdn,sufeenellenguaje,enlas sencillas y directaspalabrasqueestnalalcancede todos. Le bast escribirboina, para expresar esatpica prenda de vestir, contodas sus connotacionesraciales.

    Seguirsuhuellaluminosaesdifcil.Si,poruninstante,

  • los dioses nos depararan suelocuencia y talento,borraramos todo lo anteriory nos limitaramos aestampar este solo eimperecedero vocablo:Loomis.

  • Unarteabstracto

    A riesgo de lacerar lanoblesusceptibilidaddetodoargentino, sea cual fuere subandera peculiar o color,fuerzaesdeponerquenuestraciudad, insaciable imn deturistas,puedeen1964!vanagloriarse de un solo

  • tenebrarium y se, ubicadoen la confluencia deLapriday Mansilla. Trtase, por lodems, de un intento dignode encomio, de un genuinoboquete que se abre en lamuralla china de nuestraincuria. Ms de un esprituobservador y viajero nos hainsinuadoadnauseam,queeltenebrarium de marras estan muy lejos de codearse

  • consushermanosmayoresdemsterdam, de Basilea, dePars, de Denver (Colorado)y de Bruges la Morte. Sinentrar en tan enojosapolmica, saludamos porahora a Ubaldo Morpurgo,cuya voz clama en eldesierto, de veinte aveintitrsp.m.,todoslosdasmenoslunes,apuntalado,esos, por una selecta pea de

  • fieles que lealmente seturnan. Dos veces hemosasistidoatalescenculos;losentrevistos rostros, salvo elde Morpurgo, eran otros,pero el fervor comunicativoera elmismo. No se borrarde nuestra memoria lamsica metlica de loscubiertos y el estrpitoocasionaldealgnvasoroto.

    En tren de sealar

  • antecedentes, consignaremosqueestapetitehistoire,comotantasotras, comenzaraenPars. El precursor, elhombrefaroqueecharodarlabola,fue,segnsesabe,nootro que el flamenco uholands Frans Praetorius, aquiensubuenaestrellaarroja un determinadoconventculo simbolista quefrecuentaba, siquiera como

  • unavedepaso,eljustamenteperimido Viel-Griffin.Corra por entonces el 3 deenerode1884;lasentintadasmanos de la juventudliteraria sedisputaban,quinlo duda, el ltimo ejemplarde la revistatape, calentitodelhorno.EstamosenelcafProcope. Alguien, bajo laboina estudiantil, blande unanota agazapada en el

  • fascculo trasero de lapublicacin; otro, todopetulanciaymostacho,repiteque no dormir hasta saberquin es el autor; un terceroapuntaconlapipadeespumademaraunsujetodetmidasonrisa y de crneo glabro,queensimismadoensubarbarubia calla en un ngulo.Develemos la incgnita: elhombre sobre el cual

  • convergenojos,dedosycarasestupefactaseselflamencouholands Frans Praetorius,que ya trajimos a colacin.La nota es breve; el estiloresecoexhalatufodeprobetay retorta, pero cierto barnizautoritario que lo abonaprestocaptaadeptos.Nohayen la media pgina un solosmil de la mitologagrecorromana; el autor se

  • limita a formular conparquedadcientfica,quesoncuatro los saboresfundamentales:cido,salado,inspido,amargo.Ladoctrinaencrespa polmicas, perocada Aristarco tiene quehabrselasconmilcorazonesconquistados. En 1891Praetorius publica su hoyc l s i c oLes Saveurs;acotemos de paso que el

  • maestro, cediendo conimpecable bonhoma a unreclamo de corresponsalesannimos, agrega alprimitivo catlogo un quintosabor,eldelodulce,queporrazones que no es del casoinquirir haba burladolargamentesuperspicacia.

    El 92, uno de losasistentes de la tertulia dereferencia, Ismael Querido,

  • abre, o mejor dichoentreabre,laspuertasdelcasilegendario recinto Les CinqSaveurs, a espaldas mismasdel propio Panten. Elinmueble es acogedor ymodesto. El pago previo deuna mdica suma ofrececinco alternativas alconsumidor eventual: elterrn de azcar, el cubo deacbar, la oblea de algodn,

  • el casco de toronja y elgranumsalis.Tales artculosrevistan en un primer menque nos ha sido dadoconsultar en ciertocabinetbibliographique de la ciudady puerto de Burdeos. En uncomienzo, elegir uno eraprivarse del acceso a losotros; despus Queridoautoriz la sucesin, lorotativo y por fin la

  • amalgama. No contaba porcierto con los justificadosescrpulosdePraetorius;stedenunci, irrefutable, que elazcar, amn de dulce, tienegusto a azcar y que lainclusin de la toronjaconstitua a las claras unabuso. Un farmacuticoindustrial,elboticarioPayot,cort el nudo gordiano;suministr semanalmente a

  • Querido mil doscientaspirmides idnticas, de trescentmetros de elevacincada una, que brindaban alpaladarloscincoyafamosossabores: cido, inspido,salado, dulce, amargo. Unveterano de aquellaspatriadas nos asegura quetodas las pirmidesab initioeran grisceas y traslcidas;luego, para mayor

  • comodidad, se las dot decinco colores hoy conocidosenlafazdelatierra:blanco,negro, amarillo, rojo y azul.Quizs tentado por lasperspectivas de lucro que sele abran, o por la palabraagridulce, Querido dio enel error peligroso de lascombinaciones; losortodoxos an lo acusan dehaberpresentadoalagulano

  • menos de ciento veintepirmides mixtas,remarcablesporcientoveintematices. Tanta promiscuidadloindujoalaruina;elmismoao tuvoquevendersu localaotrochef,aunodelmontn,quemancillaqueltemplodelos sabores, despachandopavos rellenos para el gapenavideo.Praetoriuscomentfilosficamente:Cest la fin

  • dumonde[6].Siquiera figuradamente,

    lafraseresultprofticaparaambos precursores. Querido,que se haba especializado,senil,enlaventacallejeradepastillas de goma, pag subolo a Caronte en plenoesto de 1904; Praetorius,partido el corazn, losobrevivi catorce aos. Elproyecto de sendos

  • monumentosconmemorativoscontconelunnime apoyo de lasautoridades,delaopinin,dela banca, delturf, del clero,de losmsreputadoscentrosestticos y gastronmicos yde Paul luard. Los fondosrecaudadosnopermitieronlaereccin de dos bustos y elcincel hubode ceirse a unasola efigie que aglutina

  • artsticamente la vaporosabarba del uno, la nariz romade los dos, y la lacnicaestatura del otro. Cientoveintepirmidesexiguasdansunotadefrescuraaltributo.

    Despachados ambosidelogos,henosaquanteelsumo sacerdote de la cocinapura: Pierre Moulonguet. Suprimer manifiesto data de1915;elManuelRaisonn

  • tres volmenes en octavomayor, de 1929. Sutesitura doctrinaria es tanconocida que noslimitaremos,Deo volente, alms enjuto y descarnado delos resmenes. El abateBrmond intuy lasposibilidades de una poesaque fuera exclusivamentepotica. Abstractos yconcretos ambos vocablos

  • son, de toda evidencia,sinnimos pugnan porpintura pictrica, que no serebaja a la ancdota ni a laservil fotografa del mundoexterno. Pierre Moulonguetimpetraparejamente,consusargumentos de peso, por loqueldenominasinambagescocina culinaria. Trtase,comolapalabraloindica,deunacocinaquenodebenada

  • a las artes plsticas ni alpropsitoalimentario.Aburaloscolores,alasfuentes,aloque un prejuicio llamaraplatosbienpresentados;abura la crasamente pragmticaorquestacindeprotenas,devitaminasydeotras fculas.Los antiguos y ancestralessabores de la ternera, delsalmn, del pez, del cerdo,del venado, de la oveja, del

  • perejil, delomelettesurprise, y de la tapioca,desterrados por ese crueltirano, Praetorius, vuelven alosatnitospaladares,bajolaespecie nada de pactoscon la plstica! de unagriscea masa mucilaginosa,amedio licuar.El comensal,emancipado al fin de los tancacareados cinco sabores,puede encargar, segn su

  • arbitrio, una gallina enpepitoria o uncoq au vin,pero todo, ya se sabe,revestir la amorfacontextura de rigor. Hoycomo ayer, maana comohoy,ysiempreigual.Unsolodisconforme arroja susombra en el panorama:trtase del propio Praetoriusque, como tantos otrosprecursores, no admite el

  • menor paso ms all de lasendaabiertaporl,treintaytresaosha.

    La victoria, empero, nocareca de su taln deAquiles. Cualquier mano,media docena de dedos,sobran para contar los yaclsicoschefs Dupont deMontpellier, Julio Cejadorcapaces de reducir toda larica gama de comestibles al

  • invariable cogulo terrosoqueexiganloscnones.

    En 1932 ocurre elmilagro. Le da curso unfulano del montn. El lectorno ignora su nombre: JuanFrancisco Darracq. J. F. D.abre en Ginebra unrestaurantesemejanteatodoslosotros;sirveplatosqueennada se diferencian de losmsanticuados:lamayonesa

  • es amarilla, las verdurasverdes, la cassata un arcoiris, elroast-beef rojo. Yaestn por acusarlo dereaccionario. Darracq,entonces, pone el huevo deColn. Con la sonrisa a florde labio, sereno, con laseguridad que el geniootorga, ejecuta el actosomero que lo fijar parasiempreenlamsangulosay

  • altacspidede lahistoriadela cocina. Apaga la luz.Queda as inaugurado, enaquel instante, el primertenebrarium.

  • ElgremialistaDeploraramos que este

    ensayo, cuyo nico fin es lainformacin y el elogio,apenara al desprevenidolector. Sin embargo, segnreza el adagio en latn:Magna est veritas etprovalebit. Treparmonos,pues, para el rudo golpe[7].Atribyese a Newton la

  • adocenada historia de lamanzana, cuya cada lesugiriera el descubrimientode la ley de gravedad; aldoctor Baralt, el calzadoinvertido.Quiereelfabularioque nuestro hroe,impacientepororalaMoffoe nTraviatta, se indumentcon tanta prisa que calz elpie derecho en el zapatoizquierdoy,asimismo,elpie

  • izquierdo en el zapatoderecho: Esta distribucindolorosa, que le estorbgozar con plenitud laavasalladora magia de lamsicaydelavoz,lehabrarevelado, en la propiaambulanciaqueloalejaraporfin de la cazuela del Coln,su hoy famosa doctrina delgremialismo.Baralt,alsentireltraspi,habrapensadoque

  • en diversos puntos el mapaotros estaran padeciendoinconveniente anlogo. Laquisicosa, dice el vulgo, leinspir la teora. Pues bien,he aqu que nosotrosdepartisemos, en ocasinque no se repetira, con eldoctor en persona, en su yaclsico bufete de la callePasteur, y que ste disiparano sin hidalgua el popular

  • infundio, asegurndonos queel gremialismo era fruto deluenga meditacin sobre losaparentes azares de laestadstica y elArteCombinatoriodeRamnLully que l no sala nunca denoche, para capear mejor labronquitis. Tal es ladescarnada verdad. El acbaresamargo,peroinnegable.

    Los seis volmenes, que

  • bajo la rbricaGremialismo(1947-54), diera a la prensael doctor Baralt, comportanuna introduccin exhaustivaa la pertinente temtica;juntoalMesoneroRomanoya la novela polonesaQuovadis? de Ramn Novarro[8]figuran en toda bibliotecaque se precie de tal, pero seobserva que a la turbamultadecompradorescorresponde,

  • como cuociente, cero lector.Pese al estilo subyugante, alacopio de tablas y deapndices, y a la imantacinimplcita en el sujeto, losmssehanatenidoalvistazode la sobrecubierta y delndice,sininternarsecomoelDante en la selva oscura. Afuer de ejemplo, el propioCattaneo, en su laureadoAnlisis,nopasadelapgina

  • 9 delA modo de prlogo,confundiendoprogresivamente la obra concierta novelita pornogrficade Cottone. Por ende, noestimamos superfluo esteartculo breve, de pionero,queservirparasituacionaralos estudiosos. Las fuentespor lo dems son de primeragua;alexamenprolijodelamole, hemos preferido el

  • impacto conversacional, encarneviva, conel cuadodeBaralt, Gallach y Gasset,quienalavueltadenopocasdemoras allanose aadmitirnos en su ya clsicaescribana de la calleMatheu.

    Con una velocidadrealmente notable puso elgremialismo al alcance denuestros cortos medios. El

  • gnerohumano,meexplicit,consta, malgrado lasdiferencias climticas ypolticas, de un sinfn desociedades secretas, cuyosafiliados no se conocen,cambiandoen todomomentod estatus. Unas duran msque otras;verbigratia, la delos individuos que lucenapellido cataln o queempieza conG.Otras presto

  • se esfuman,verbi gratia, ladetodosquienesahora,enelBrasiloenfrica,aspiranelolordeunjazmnoleen,msaplicados, un boleto demicro. Otras permiten laramificacin en subgnerosque de suyo interesan;verbigratia,losatacadosdetosdeperro pueden calzar, en estepreciso instante, pantuflas odarse,raudos,alafugaensu

  • bicicleta o transbordar enTmperley. Otra rama laintegranlosquesemantienenajenos a esos tres rasgos tanhumanos,inclusivelatos.

    El gremialismo no sepetrifica, circula como saviacambiante, vivificante;nosotros mismos, quepugnamospormantenerbienalta una equidistancianeutral, hemos pertenecido

  • estatardealacofradadelosque suben en ascensor y,minutos luego, a la dequienes bajan al subsuelo oquedan atrancados conclaustrofobia entre boneteray menaje. El mnimo gesto,encender un fsforo oapagarlo, nos expele de ungrupo y nos alberga en otro.Tamaadiversidad comportauna preciosa disciplina para

  • el carcter: el que blandecuchara es el contrario delque maneja tenedor, pero apoco ambos a dos coincidenen el empleo de la servilletaparadiversificarsealinstanteen la peperina y el boldo.Todo esto, sin una palabrams alta queotra, sin que lairanosdeformelacara,quarmona!, qu leccininterminable de integracin!

  • Pienso que usted parece unatortuga y maana me tomanpor un galpago, etctera,etctera!

    Intil acallar que a esepanorama tan majestuoso loenturbian, siquieraperifricamente, lospalosdeciego de algunosAristarcos.Comosiempresuelepasar,laoposicin echa a rodar losmscontradictoriosperos.El

  • Canal 7 difunde quechocolate por la noticia, queBaralt no invent nada, yaque ah estn, desdeinaeternum, la C. G. T., losmanicomios, las sociedadesde socorros mutuos, losclubes de ajedrez, el lbumdeestampillas,elCementeriodelOeste,laMaffia,laManoNegra, el Congreso, laExposicin Rural, el Jardn

  • Botnico, el PEN Club, lasmurgas,lascasasdeartculosde pesca, los Boy Scouts, latmbola y otrasagrupaciones, no porconocidas menos tiles, quepertenecen al dominiopblico.Laradio,encambio,lanza a todo escape que elgremialismo, porinestabilidad en los gremios,resulta carente de

  • practicidad.Auno la idea leparece rara; otroya la saba.Elhechoirrefutablerestaqueel gremialismo es el primerintento planificado deaglutinar en defensa de lapersona todas las afinidadeslatentes, que hasta ahoracomo ros subterrneos hansurcado la historia.Estructurado cabalmente ydirigido por experto timn,

  • constituir la roca que seopongaaltorrentedelavadelaanarqua.Nocerremos losojos a los inevitables brotesde pugna que la benficadoctrina provocar: el quebaja del tren asestar unapualada al que sube, eldesprevenido comprador depastillas de goma querrestrangularal idneoque lasexpende.

  • Ajeno por igual adetractores y apologistas,prosigue su camino Baralt.Nos consta, por informacindel cuado, que tiene encompilacin una lista detodos los gremios posibles.Obstculos no faltan:pensemos,porejemplo,enelgremio actual de individuosque estn pensando enlaberintos,enlosquehaceun

  • minuto los olvidaron, en losquehacedos,enlosquehacetres, en los que hace cuatro,en los que hace cuatro ymedio, en los que hacecincoEnvezdelaberintos,pongamos lmparas. El casose complica. Nada se ganaconlangostasolapiceras.

    A manera de rbrica,deponemos a nuestraadhesin fantica. No

  • sospechamos cmo Baraltsortear el escollo; sabemos,con la tranquila ymisteriosaesperanzaquedalafe,queelMaestro no dejar desuministrar una listacompleta.

  • Elteatrouniversal

    Nada menos discutible,en este otoo, desde luegolluvioso, de 1965, es queMelpmene y Tala son lasmusasms jvenes.Tanto lamscarasonrientecomoladesu hermana que llora handebido salvar, segn

  • preconiza Myriam Allen duBosc, casi insuperablesobstculos. En primertrmino, el influjoavasalladordenombrescuyogeniono sediscute:Esquilo,Aristfanes, Plauto,Shakespeare, Caldern,Corneille, Goldoni, Schiller,Ibsen, Shaw, FlorencioSnchez.Ensegundo,lasmsingeniosas moles

  • arquitectnicas, desde lossencillos patios abiertos atodos los rigoresde la lluviay de la nevisca, en queHamlet dijera su monlogo,hasta los escenariosgiratorios de los modernostemplos de la pera, sinolvidar el antepalco, lacazuela y la concha delapuntador. En tercero, lavigorosa personalidad de los

  • mimos Zaconne, esegigante, etctera que seinterpone entre losespectadores y el Arte, pararecogersucosechapingedeaplausos.Encuartoyltimo,el cinema, la televisin y elradioteatro, que amplan ydivulgan el mal, mediantealardes puramentemecnicos.

    Quieneshanexplorado la

  • prehistoria del NovsimoTeatro blanden, a guisa deantecedente,dosprecursores:el drama de la Pasin, deOberammergau, actualizadopor labriegos bvaros, yaquellas representacionesmultitudinarias,autnticamentepopulares, deGuillermoTell,quesedilatanpor cantones y lagos, en elpropio lugar donde se

  • produjo lamanoseada fbulahistrica. Otros, an msanticuados, hanse remontadoalosgremiosque,enlaEdadMedia, exhiban en rsticoscarromatos la historiauniversal, encomendando elArca de No a la gente demar, y la preparacin de laltima Cena a los cocinerosde la poca. Todo ello,aunque verdico, no empaa

  • el ya venerado nombre deBluntschli.

    ste,hacia1909,ganenOuchy su consabida famadeexcntrico. Era el sujetoimpenitente que vuelca labandeja del mozo,empapndosenopocasvecesde Kmmel, cuando no dequeso rallado. Tpica, peroapcrifa, es la ancdota deque introdujera el brazo

  • derecho en la mangaizquierdadelagabardinaconforro escocs que en laescalinata del Hotel Gibbonpugnaba por abrocharse elbarn Engelhart; pero nadiehanegadoquepusoenfugaaese raudo aristcrata,mediante la ominosaamenaza de un descomunalSmith Wesson de chocolatecon almendras. Es cosa

  • comprobada que Bluntschli,en su bote con remos demadera, sola aventurarse enlas soledades del pintorescolago Lehmann donde, alamparo del crepsculo,masticaba un brevemonlogo o se permita unbostezo. Sonrea o sollozabaen el funicular; en cuanto alos tranvas, ms de untestigo jura que lo vio

  • pavonearse con el boletoinsertoentrelapajaylacintad e lcanotier, no sinpreguntar, a otro pasajerocomol,quhoramarcabasureloj. A partir de 1923,imbuidodelaimportanciadesu Arte, renunci a talesexperimentos. Anduvo porlas calles, incursion enoficinasytiendas,confiunamisiva al buzn, adquiri

  • tabaco y fumolo, hoje losmatutinos, comportose, enuna palabra, como el menosconspicuo ciudadano. En1925 ejecut lo que todosacabamos por ejecutar (cruzdiablo): falleci un jueves,bien entradas las veintidshoras. Su mensaje hubierasido enterrado con l, en elapacible cementerio deLausanne, a no ser por la

  • piadosa infidencia de suamigo de siempre, MaximePetitpain,quelohizopblicoenlaarengafnebrederigor,con palabras que ahora sonclsicas. Por increble queparezca, el dogmacomunicado por Petitpain yreproducido ntegramente enelPetitVaudois,nohallecohasta 1932, cuando, en unacoleccin del peridico, lo

  • descubrierayvaloraraelhoyreputado actor y empresarioMaximilien Longuet. Estejoven, que haba obtenido ladifcil beca Shortbread paraestudiar ajedrez en Bolivia,quem,comoHernnCorts,las piezas y el tablero y, sintrasponer tan siquiera eltradicional Rubicn entreLausanne yOuchy, se aboccuerpo a cuerpo a los

  • principios legados a laposteridad por Bluntschli.Congreg,enlatrastiendadesu panadera, a un selectopero reducido grupo deilluminati, que no sloconstituyeron a su modo losalbaceas pstumos de lo quese ha dado en llamar laponenda bluntschliana, sinoque la pusieron en prctica.Pincelemos con maysculas

  • de oro los nombres que anretiene nuestra memoria,siquiera trabucados oapcrifos;JeanPeesyCarloso Carlota Saint Pe. Esteaudaz conventculo, que sinduda haba escrito en subandera la advocacinGanemoslacalle!afrontnicortoniperezosotodoslosriesgos que comporta laindiferencia pblica. Sin

  • descender un solo momentoalartilugiopropagandsticooal carteln mural, se lanz,en nmero de cien, a laRueBeau Sjour. No emergierontodos, por cierto, de lapanaderademarras;aquestevenatranquilamentedelsur,estotrodelnoreste,eldemsallenbicicleta,nopocosentramway;algunoconcalzadoplantillado a mano. Nadie

  • sospech nada. La ciudadpopulosa los tom por otrostantos transentes. Losconspiradores, condisciplinaejemplar, ni siquiera sesaludaron ni canjearon unguio. X anduvo por lascalles. Y incursion enoficinas y tiendas. Z confiunamisivaalbuzn.Carlotao Carlos adquiri tabaco yfumolo. La leyenda quiere

  • queLonguetpermanecieraencasa, nervioso, comindoselas uas, todo l supeditadoaltelfonoquealascansadaslecomunicaraunodelosdoscuernos de la empresa: elsuccs destime o el msterminantedelosfracasos.Ellectorno ignorael resultado.Longuet haba asestado ungolpe demuerte al teatro deutilera y de parlamentos; el

  • teatronuevohabanacido;elms desprevenido, el msignaro,ustedmismo,yaesunactor;lavidaesellibreto.

  • Eclosionaunarte

    Increblemente, la frasearquitecturafuncional,quela gente del oficio no emitesinunasonrisapiadosa,sigueembelesandoalgranpblico.En laesperanzadeaclararelconcepto, trazaremos agrandes rasgos un apretado

  • panorama de las corrientesarquitectnicashoyenboga.

    Los orgenes, aunquenotablemente cercanos, sedesdibujan en la nubosidadpolmica. Dos nombresdisptanse la pedana: AdamQuincey,queen1937dieraalaestampa,enEdimburgo,elcurioso folleto caratuladoHacia una arquitectura sinconcesiones y el pisano

  • Alessandro Piranesi que,apenas un par de aosdespus,edificasucostaelprimerCaticodelahistoria,recientemente reconstituido.Turbasignaras,urgidasporelinsanopruritodepenetrarenl, le prendieron fuego msdeunavez,hasta reducirloatenueceniza,lanochedeSanJuan y San Pedro. Piranesifalleciera en el nterin, pero

  • fotografas y un planoposibilitaron la obrareconstructiva que hoy esdable admirar y que, segnparece, observa loslineamientosdeloriginal.

    Reledo a la fra luz delas actuales perspectivas, elbreve y mal impreso folletodeAdamQuinceysuministraunmagroalimentoalgolosodenovedades.Remarquemos,

  • sin embargo, algn prrafo.Enelincisopertinenteselee:Emerson, cuya memoriasolaserinventiva,atribuyeaGoetheelconceptodequelaarquitectura es msicacongelada. Este dictamen ynuestra insatisfaccinpersonal ante las obras deesta poca, nos ha llevadoalgunavezalensueodeunaarquitectura que fuera, como

  • la msica, un lenguajedirecto de las pasiones, nosujetoalasexigenciasdeunamorada o de un recinto dereunin. Ms adelanteleemos: Le Corbusierentiende que la casa es unamquina de vivir, definicinque parece aplicarse menosalTajMajalqueaunrobleoa un pez. Talesafirmaciones, axiomticas o

  • perogrullescas ahora,provocaronenlaoportunidadlasfulminacionesdeGropiusy de Wright, malheridos ensu ms ntima ciudadela,amn del estupor de nopocos.LorestantedelfolletotorpedeaLas siete lmparasdelaarquitecturadeRuskin,debate que hoy nos poneapticos.

    Nadaopoco importaque

  • Piranesi ignorara o no elfolleto de marras; el hechoindiscutible es que erigi enlos terrenos antes paldicosde la Va Pestfera, con elconcurso de albailes yancianosfanatizados,elGranCaticodeRoma.Estenobleedificio,queparaalgunoserauna bola, para otros unovoide,yparaelreaccionariouna masa informe, y cuyos

  • materiales amalgamaban lagama que va del mrmol alestircol, pasando por elguano, constabaesencialmente de escalerasde caracol que facilitaban elacceso a paredesimpenetrables, de puentestruncos,debalconesalosqueno era dable acceder, depuertas que franqueaban elpaso a pozos, cuando no a

  • estrechos y altos habitculosde cuyo cielo raso pendancmodas camas cameras ybutacas inversas.Nobrillabatampoco por su ausencia elespejocncavo.Enunprimerarranque de entusiasmo, larevistaThe Tattler lo saludcomo el primer ejemploconcreto de la nuevaconciencia arquitectnica.Quin dira entonces que el

  • Catico, en un porvenir nolejano, sera tildado deindecisoydepasatista!

    No malgastaremos, porcierto, una solagotade tintaniunsolominutodeltiempoen escribir, y denostar lasburdas imitaciones que seabrieron al pblico (!), en elLuna Park de la CiudadEterna y en las msacreditadas ferias francas de

  • laCiudad-Luz.Digno de inters, aunque

    eclctico, es el sincretismode Otto Julius Manntoifel,cuyo Santuario de lasMuchasMusas, en Postdam,conjugalacasa-habitacin,elescenario giratorio, labiblioteca circulante, eljardn de invierno, elimpecable grupo escultrico,la capilla evanglica, el

  • templeteotemplobudista,lapista de patinaje, el frescomural, el rgano polifnico,la casa de cambio, lavespasiana,elbaoturcoyelpastel de fuente. El onerosomantenimiento de esteedificio mltiple provoc suventa en remate y lademolicin de rigor, casi acontinuacin de los festejosque coronaron la jornada de

  • su debut. No olvidar lafecha! 23 24 de abril de1941!

    Ahora le llega el turnoineluctable a una figura dedesplazamiento an mayor,el maestro Verdussen, detrecht. Este prohombreconsularescribilahistoriayla hizo; en 1949 public elvolumen que intitularaOrganum Architecturae

  • Recentis; en 1952 inaugurbajo el patrocinio delprncipeBernardosuCasadelas Puertas y las Ventanas,como cariosamente labautizara lanacinenteradeHolanda. Resumamos latesis: muro, ventana, puerta,piso y tejado constituyen, ano dudarlo, los elementosbsicos del hbitat delhombre moderno. Ni la ms

  • frvolade lascondesasensuboudoir ni el desalmado queaguarda, en su calabozo, eladvenimientodelalbaqueloacomodar en la sillaelctrica pueden eludir estaley. Lapetite histoire noscuenta al odoquebastunasugestin de SuAlteza paraque Verdussen incorporaradoselementosms:umbralyescalera. El edificio que

  • ilustraestasnormasocupaunterreno rectangular, de seismetros de frente y algomenosdedieciochodefondo.Cada una de las seis puertasque agotan la fachada de laplantabajacomunica,alcabode noventa centmetros, conotrapuerta igualdeuna solahoja y as sucesivamente,hasta llegar al cabo dediecisiete puertas, al muro

  • del fondo. Sobrios tabiqueslaterales dividen los seissistemas paralelos, quesumanenconjuntocientodospuertas. Desde los balconesde la casa de enfrente, elestudioso puede atisbar queel primer piso abunda enescaleras de seis gradas queascienden y descienden enzigzag; el segundo constaexclusivamente de ventanas;

  • el tercero, de umbrales; elcuarto y ltimo, de pisos ytechos. El edificio es decristal, rasgo que desde lascasas vecinas, facilitadecididamente el examen.Tan perfecta es la joya, quenadie se ha atrevido aimitarla.

    Grosso modo hemospincelado hasta aqu eldesenvolvimiento

  • morfolgico de losinhabitables, densas yrefrescantes rfagas de arte,quenodoblegansucervizalmenor utilitarismo: nadiepenetra en ellos, nadie sealonga, nadie queda sentadoencuclillas;nadieseincrustaen las concavidades, nadiesaluda con lamano desde elimpracticable balcn, nadieagita el pauelo, nadie se

  • defenestra.L tout nestquordreetbeaut.

    P. S.: Ya corregidas lasgaleradas del panoramaanterior, el cable telegrficonos informa de que en lapropia Tasmania hay unnuevo brote. Hotchkis deEstephano, que semantuviese hasta la fechadentro de las corrientes ms

  • ortodoxas de laarquitectnica no habitable,ha lanzado unYo acuso , quenotrepidaenmoverleelpisoal otrora veneradoVerdussen. Aduce queparedes, pisos, techos,puertas,claraboyas,ventanas,por impracticables que sean,son elementos perimidos yfsilesdeun tradicionalismofuncional que se pretende

  • descartar y que se cuela porlaotrapuerta.Conbombosyplatillos anuncia un nuevoinhabitable,queprescindedetalesantiguallas,sinincurrir,por lo dems, en la meramole. Aguardamos con nodecadointerslasmaquetas,planos y fotografas de estaexpresinnovsima.

  • Gradusadparnasum

    A mi regreso de unasbreves, pero no inmerecidas,vacaciones por Cali yMedelln, me aguarda en elpintoresco bar de nuestroaerdromo de Ezeiza unanoticiaconribetesluctuosos.Dijrase que a cierta altura

  • de la vida, uno no acierta adarse vuelta sin que anuestras espaldas alguiencaiga redondo. Esta vez merefiero,claroest,aSantiagoGinzberg.

    Ahora y aqu mesobrepongo a la tristura queme infunde la desaparicindeese ntimo,para rectificarvalga la palabra lasinterpretacioneserrneasque

  • sehandeslizadoenlaprensa.Apresromeadetallarqueentales dislates no reina lamenor animadversin. Hijosson del apremio y de ladisculpable ignorancia.Pondrlascosasensupunto;esoestodo.

    Segn parecen olvidarciertoscrticos,consumsy su menos, el primer libroque estampara la pola de

  • Ginzberg fuese el poemariointituladoClaves para t yyo. Mi modesta bibliotecaparticular guarda, bajo llave,un ejemplar de la primeraedicin,non bis in idem, detan interesante fascculo.Sobria portada a todo color,reconstruccindel rostroporRojas, ttulo a mocin deSamet, tipografa de la casaBodoni, texto en general

  • desbrozado en fin, todo unacierto!

    La fecha, 30 de julio de1923 de nuestra era. Laresultante fue previsible:ataque frontal de losultrastas, bostezado desdndelaconsabidacrticaaluso,alguna gacetilla sin estela y,en definitiva, el gape derigor en el Hotel Marconi,del Once. Nadie atin a

  • observar en la secuelasonetstica de referenciadeterminadas novedades debulto, que calaban muyhondo y que, de tanto entanto, asomaban bajo ladesmayada trivialidad. Lasdestacoahora:

    Reunidosenlaesquinalosamigos

    Latardebocamangase

  • nosva.

    El P. Feijoo (Canal?)remarcara aos despus(Tratado del Epteto en laCuenca del Plata, 1941) elvocablo bocamanga, quejuzga inslito, sin pararmientes que ste figura enautenticadas ediciones delDiccionario de la RealAcademia.Lotildadeaudaz,

  • feliz, novedoso y propone lahiptesis horrescoreferensdequesetratadeunadjetivo.

    A fuer de ejemplo, otropantallazo:

    Labiosdeamor,queelbesojuntara,

    dijeron,comosiempre,nocomoco.

    Hidalgamente les

  • confiesoqueenunprincipio,lo de nocomoco se meescapaba.

    Vayaunamuestrams:

    Buzn!lanegligenciadelosastros

    abjuradeladoctaastrologa.

    A lo que sabemos, lapalabra inicial del hermoso

  • dstico, no suscit el menorsumario de la autoridadcompetente; lenidad que encierto modo se justifica yaque buzn, derivado dellatnbucco,bocagrande,luceenlapgina204delaedicindcima sexta del diccionarioprecitado.

    Para ponernos a cubiertode ulterioridades ingratas,juzgamos preventivo, en

  • aquel entonces, depositar enel Registro de la PropiedadIntelectual la hiptesis,otrora plausible, de que lapalabra buzn era unameraerrataydequeelversodebaleerse:

    Tritn!lanegligenciadelosastros

    o,sisequiere:

  • Ratn!lanegligenciadelosastros.

    Nadiemetildedetraidor;juguacartasvistas.Sesentadas luego de registrada laenmienda, despach untelegrama colacionado a miexcelente amigo,interiorizndolo, sin tantosambages, sobre el paso yadado. La respuesta nos

  • intrig; Ginzberg semanifestaba de acuerdo,siemprequeseadmitieraquelas tres variantes en debatepodan ser sinnimos. Quotroremediomequedaba,lesdigo, que doblar la cabeza?Manotn de ahogado, measesor con el P. Feijoo(Canal?), que se abocsesudo al problema, todoparareconocerquepesealos

  • vistosos atractivos queostentabanlastresversiones,ninguna lo colmaba a susanchas. A lo que se ve, elexpedientequedarchivado.

    Elsegundopoemario,quese subtitulaBouquet deestrellas perfumadas, revistapolvoriento en el stano deciertas libreras delambiente. Definitivo restardurante luengo tiempo el

  • artculo que le dedicaron laspginas deNosotros, bajo lafirma de Carlos AlbertoProsciuto,sibien,alapardems de otra pluma, elglosador de fuste no detectciertas curiosidadesidiomticas que constituyen,a su modo, el verdadero yponderablemeollo del tomo.Trtase por lo dems devocablosbreves,deesosque

  • suelen eludir, bajo el menordescuido, la vigilanciacrtica: Drj en la cuarteta-prlogo; ujb en un yaclsicosonetoquecampeaenmsdeunaantologaescolar;ll en el ovillejoa laAmada;hnzenunepitafioque rebosa de dolorcontenido; pero a quseguir? Es cansarse. Nadadiremos por ahora de lneas

  • ntegras; en las que no hayningunapalabraquefigureeneldiccionario!

    HljudedptjabunehJrfgrugn.

    El busilis hubieraquedadoenaguadeborrajas,anomediarelabajofirmanteque, entre gallos ymedianoche, en unblicamcepero en buen uso,

  • exhumunalibretadepuoyletra del propio Ginzberg,que los clarines de la famadesignarn, el da menospensado,Codex primus etultimus.Trtaseaojosvistasde untotum revolutum quecombina refranes quecautivaran al amador de lasletras (El que no llora nomama,Como pan que no sevende,Golpea que te van a

  • abrir, etctera, etctera,etctera), dibujitos de colorsubido, ensayos de rbrica,versos de un idealismo alcien por cien (El cigarro deFlorencio Balcarce,NeniadeGuido Spano,Nirvanacrepuscular de Herrera,EnNoche-BuenadeQuerol),unaseleccin incompleta denmeros de telfono y,notleast, la ms autorizada

  • explanacin de ciertosvocablos, tales comobocamanga, ll,nocomocoyjabuneh.

    Prosigamos con pie deplomo. Bocamanga, quenos llegara (?) de boca ymanga, quiere decir en eldiccionario: Parte de lamangaqueestmscercadela mueca, y especialmenteporlointerioroelforro.No

  • se aviene con eso Ginzberg.En la libreta de puo y letrapropone: Bocamanga, enmi verso, denota la emocinde una meloda que hemosescuchado una vez, quehemos olvidado y que a lavuelta de los aosrecuperamos.

    Tambin levanta el velode nocomoco.Afirma conexpresas palabras: Los

  • enamorados repiten que, sinsaberlo, han vividobuscndose, que ya seconocanantesdeverseyquesumismadicha es la pruebade que siempre estuvieronjuntos. Para ahorrar oabreviar tales retahlassugiero que articulennocomoco o, mseconmicos de tiempo,map o, simplemente,

  • p.Lstimagrandequelatirana del endecaslabo leimpusiera la voz menoseufnicadelastres.

    Tocante a buzn en sulocus classicus, les reservomagna sorpresa: noconfigura, como unadocenado podra soar, eltpico artefacto de tamaocilndrico y color colorado,queasimilaporelorificiolas

  • cartas; antes bien, la libretanos instruye que Ginzbergprefiri la acepcin decasual, fortuitamente, nocompatibleconuncosmos.

    En este tren, sin prisapero sin pausa, el extinto vadespachandolagranmayoradeincgnitasquemerecenlaatencindelocioso.As,paraajustarnosaunsoloejemplo,haremos la entrega de que

  • jabuneh denomina lamelanclica peregrinacin alugares otrora compartidoscon la infiel y quegrugn, tomado en susentido ms lato, vale porlanzar un suspiro, unairreprimible queja de amor.Como sobre ascuaspasaremos por ll, dondeel buen gusto de queGinzberghizobanderaparece

  • haberlo traicionado estavuelta.

    Elescrpulonosimpeleacopiar la notculasubsiguiente que tras tantojorobarconexplicacionesnosdeja en fojas uno: Mipropsitoeslacreacindeunlenguaje potico, integradopor trminos que no tienenexacta equivalencia en laslenguas comunes, pero que

  • denotan situaciones ysentimientos que son, yfueron siempre, el temafundamentalde la lrica.Lasdefinicionesqueheensayadode voces como jabuneh ohlj son, debe recordar ellector, aproximativas.Trtase, por lo dems, de unprimer intento. Miscontinuadores aportarnvariantes, metforas,

  • matices. Enriquecern, sinduda, mi modestovocabulariodeprecursor.Lespido que no incurran en elpurismo. Alteren ytransformen.

  • ElojoselectivoEl eco que hallara en la

    prensa amarilla cierta guerrade nervios llevada a tamborbatiente por la S. A. D. A.(Sociedad Argentina deArquitectos) incrementadapor oscuras maniobras queurdieseeldirectortcnicodela Plaza Garay, arroja comosaldounaluzcruda,sintamiz

  • nibiombochinesco, sobre lapostergada labor y laacreditada personalidad delmsinsobornabledenuestroscinceles:AntrtidoA.Garay.

    Todo ello retrotrae a lamemoria, tan propensa a laamnesia, relevantesrecuerdos de aquelinolvidable pejerrey conpapas,regadoporunvinodelRin,quedegustsemosenlos

  • antecomedores de Loomis,all por 1929. Lo mscampanudo de la carnadageneracional de aquelentonces hablo bajo elaspecto literario se habaconcitado esa noche en lacalle Parera, al conjuro delgape y de las musas. Elbrindis terminal, que fue deChampagne, estuvo a cargode la mano enguantada del

  • doctor Montenegro. Doquierchisporroteaba el epigrama,cuando no Franz y Fritz.Mivecinodemesa,enunngulode la misma, donde eseTntalo de gallego con fracnos dej sin postre, resultun joven provinciano, todomoderacinyprudencia,queno lleg una sola vez a lasvasdehecho,cuandoyomedespachaba lo ms orondo

  • sobre las artes plsticas.Reconozcamos que, esa veztansiquiera,elcontertuliosemantuvo a la altura de micopiosaperorata; conel cafconlechequeingerimosenelalmacn de las CincoEsquinas,cuasialfinaldemiditirambo analtico de lafuente de Lola Mora, mecomunic de que eraescultor, convidndome con

  • una tarjeta a la muestra desus obras a efectuarse, antefamiliares y ociosos, en elsalndeAmigosdelArte,exVan Riel. Antes de darle els, lo dej que solventara lacuenta, acto a que no sedecidihastahaberpasadoeltranvaobreronmero38

    La fecha inaugural, meaperson en acto depresencia. La primera tarde

  • la muestra funcion a todovapor,encalmndosedespuselmercado, sinque tampocose vendiera una sola pieza.Los cartelitos que rezabanAdquirido no engaaron anadie.Alrevs,lacrticadelperiodismodordentrodeloposible la pldora; aludi aHenryMooreypondertodoencomiable esfuerzo. Yomismo, para retribuir el

  • completo, publiqu en laRevue de lAmrique Latinemi notita encomistica,emboscado, eso s, bajo elseudnimodeEscorzo.

    Lamuestranorompilosviejos moldes; la integrabanmoles de yeso, de esos queinculca, en la InstruccinPrimaria, la seorita dedibujo,enfrentadosdedosendos o de tres en tres, con

  • figuras de hojas, de pies, defrutas. Antrtido A. Garaynos dio la llave de que nohabaquefijarseenlashojas,en los pies ni en las frutas;antesmsbien,enelespacioo aire que haba entre losmoldes y que vena a ser loque l llamaba, segn loaclar muy luego en lapublicacin en francs, laesculturacncava.

  • El suceso que la primeramuestra alcanzase serepitiera ms tarde con lanmerodos.staobrenunlocal del tpico barrio deCaballito, y constaba de unsolo ambiente, sin otromoblajealavistaquecuatroparedespeladas,unaqueotramoldura en el cielo raso y,sobre los tablones del piso,media docena de cascotes

  • desparramados. Todo esto,desde el quiosco-boleteradonde hicemi agosto a cerocuarenta y cinco la entradales pontificaba yo a losignaros, no vale lo msmnimo; lo esencial para elgusto refinado es el espaciocirculanteentre lasmoldurasy los cascotes. La crtica,que no ve ms all de lasnarices, no capt la

  • fehacienteevolucinoperadaen el nterin y se atuvo adeplorarlacarenciadehojas,de frutas y de pies. Lasresultasdeestacampaa,queno trepido en calificar deimprudente, no se dejaronesperar.Elpblico,bromistay bonachn al principio, fuejuntando presin y todos auna le prendieron fuego a lamuestralapropiavsperadel

  • cumpleaosdelescultor,quesufri notablesmagulladurasdebidas al impacto de loscascotes en la reginvulgarmente llamada gltea.En cuanto al boleteroesteservidor olfate lo que sevena, y cosa de no revolverelavispero,seretirantesdehora,salvandoenunavalijitadefibraelmontoabonado.

    Mi camino era claro:

  • buscar una guarida, un nido,un refugio de localizacindifcilparamantenermeenlasombra cuando al contuso ledieran de alta lospractiquinos del hospitalDurand. A instancias de uncocineronegro,meinstalenEl Nuevo Imparcial, hotel acuadra y media del Once,donderecogelmaterialparami estudio detectivesco La

  • vctima de TadeoLimardo[9] y donde no dejde hacerle unos pases a laJuanaMusante.

    Aos despus, en elWesternBar,frenteauncafcon leche con medias lunas,me sorprendi Antrtido A.ste, aunque ya repuesto desuslesiones,tuvolafinezadenoaludiralavalijitadefibraypronto reanudamosnuestra

  • inveterada amistad al calordeunsegundocafconleche,que asimismocosteara de supeculio.

    Pero a qu tantomemorizarelpasado,cuandoelpresenteentraenvigencia?Hablo, como el ms obtusoya capta, de la estupendamuestraaquehadadocima,en la Plaza Garay, laobstinada labor y el genio

  • creativo de nuestrozarandeado campen. Todose planesotto voce en elWestern Bar. El sapo decervezaalternabaconelcafcon leche; nosotros dos,ajenos a la consumicin delos mismos, departamosamigables.Ahmemusitsuanteproyecto, que bienmirado, no era ms que unletrero de chapa, con la

  • leyendaMuestra escultricade Antrtido A. Garay, queuna vez mantenido por dospostes de pinotea,plantaramos en lugaraparente, cosa que lo viesenlos provenientes de laAvenida Entre Ros. Yopugnabaalprincipioporletragtica, pero al fin transamospor letra blanca sobre fondocolorado. Sin el menor

  • permiso municipal, nosvalimos de la alta noche,cuando duerme el guardin,paraclavarbajolalluvia,quenosmoj las dos cabezas, elcarteln. Consumado el actonosdispersamosendireccindiversa, parano serpresadelos esbirros. Mi domicilioactualquedaalavuelta,enlacalle Pozos; el artista hubode patearla hasta la zona

  • residencial de la Plaza deFlores.

    La maana siguiente,esclavo de la pura codicia yparamadrugar al amigo,medescolgu con la rosadaauroraenelverderecintodela plaza, cuando yaescampaba sobre el cartel yme saludaron los pajarillos.Meinvestasuautoridadunagorra pl