corocoras para mamá

Upload: polillon77

Post on 23-Feb-2018

218 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/24/2019 Corocoras para mam

    1/4

  • 7/24/2019 Corocoras para mam

    2/4

    lo tratabas. Tena un carisma especial que te envolva sin que te dieses cuenta y del que no

    podas escapar; casi que te seduca. Quince das exactos despus del entierro, recib el paquete

    en mi apartamento. El empleado de la empresa de correspondencias me entreg en las manos

    un tubo plstico como de un metro de largo. El remitente era una hermana de l. En el interior

    del tubo vena enrollado el lienzo, y con la pintura una nota brevsima: Quera que t la

    conservaras. Como podrs ver, an est sin terminar. Tal vez puedas encontrar a alguien queimite el estilo y pueda concluirla. Saludos. Pareca un telegrama, esa fue la impresin que me

    produjo. Saqu la tela y la extend sobre la mesa del comedor. Era un paisaje amplio, de espacios

    abiertos. La llanura inmensa. En primer plano, en un pozo de aguas cristalinas, varias corocoras

    buscaban alimento y se hurgaban las plumas; las garzas las rodeaban con movimientos elegantes

    y armoniosos. Me atrajo en seguida el escarlata de las corocoras y la quietud de las garzas. Por

    un segundo cre comprender la seduccin que mi madre senta por estos animales. S, el cuadro

    estaba sin terminar; el espacio destinado al cielo mostraba el lienzo desnudo, y las rocas junto

    al charco solo estaban esbozadas. En seguida supe que sera un sacrilegio buscar a alguien para

    que lo finalizara. Se me perdonar la frase hecha, pero las partes que estaban a medio terminar

    eran majestuosas. No tena firma, ni fecha, ni ttulo. Me sedujo la idea de quedarme con lapintura, despus de todo, mi madre ignoraba que era para ella. Pero inmediatamente me

    remordi aquel deseo. Consider que era mejor entregrsela, para que ella lo conservara. Quise

    aliviarme con la posibilidad de que el regalo la consolara por la prdida reciente. Dej la tela

    sobre la mesa hasta la misma maana en que fui al terminal y tom el bus que tras cuatro horas

    de viaje me llevara a Barinas. All busqu una marquetera en la que pudiesen colocar el lienzo

    en algn soporte, o un marco, y poder entregrselo a mi madre. Encontr un sitio modesto en

    el que le pusieron un marco sencillo que no opacaba la belleza de la pintura. Tom una

    camioneta y recorr dos horas ms de carretera. A media tarde logr ver, a lo lejos, la entrada

    de la hacienda. Mientras iba caminando una larga cuadra llanera, y con cierto dejo de nostalgia,

    record que en una tarde similar haba venido con mi amigo de visita. De regreso, me dijo que

    le haba gustado el lugar. Todava guardo la expresin transformada de su rostro cuando me lo

    deca. Fue esa la primera vez que vio a mam; aunque ya llevaban cerca de tres aos tratndose

    por telfono y a travs de cartas. Dos hileras de teca rodean a quien llega a la hacienda, por toda

    una cuadra. La camisa que llevaba puesta se adhera a mi piel; iba baado por el sudor que se

    deslizaba por mi espalda y el pecho, hasta por las piernas. Si me hubiese sido posible, habra

    enviado el cuadro por correo, pero en estas tierras casi no exista la comunicacin; y era poco

    menos que imposible que algo llegase a su destino, a no ser que el destinatario fuese hasta la

    ciudad a buscarlo. Frente a la entrada, alc la mirada y vi el letrero en lo alto del portn:

    Hacienda El Masparro. En ese preciso instante en que me detuve, experiment la sensacin

    de que l me acompaaba. Volte a la izquierda para ver si iba conmigo, pero no; estaba solo.

    El sofocante sol me ahogaba. No s si fue peor verme as de solo o haber visto el espectro de mi

    amigo, su figura baada por la transparencia fantasmal y aquella expresin sosegada que

    mostraba cuando estaba serio. Me invadi el vaco de la soledad. Continu caminando y me

    acerqu a la casa. Vi que los tres nios jugaban en el jardn mientras mam los vigilaba, recostada

    en una hamaca, desde el pasillo. La casa y los nios fueron creciendo a medida que me acercaba.

    Reconocieron mi figura entre la hierba y el calor de la tarde, detuvieron el juego y vinieron a mi

    encuentro. Mam no me haba visto y solo not mi presencia cuando los nios me abrazaron.

    Ella se levant de la hamaca y apenas dio unos pasos. Estaba vestida de luto, y me abraz como

    si el muerto hubiese sido yo. Me condujo a la cocina y me sirvi de la comida que haba quedado

    del almuerzo. Vi que el dolor no le haba dado tregua a pesar de los das. Tena en el rostro la

    misma expresin de tristeza que tres semanas atrs, cuando vine a darle la noticia. Un viajeinnecesario, ahora que lo pienso mejor; hubiese bastado con una llamada y me habra ahorrado

  • 7/24/2019 Corocoras para mam

    3/4

    todo el aparatoso trayecto. Pude ver que contena el llanto mientras me serva el plato con arroz

    y carne guisada. Tard demasiado en preguntarme la razn de mi visita. Ella saba que no me

    gustaba venir muy seguido por lo tortuoso del viaje y el camino y por el clima implacable que

    haca all todo el ao. Trat de evadir la respuesta preguntando por su jefe. Se fue esta maana

    a Caracas: tiene que resolver algunos asuntos de la hacienda y otras diligencias pendientes. Me

    dej a los nios porque dijo que sera un viaje rpido. Tambin quiere hacer las gestiones paratraerse a la mam de los muchachos, que est enterrada en Caracas. Com todo el plato de

    comida y ella volvi a servirme, traa un hambre atroz. Mientras tanto continuaba contndome

    cosas de la hacienda y de los muchachos. Del exterior nos llegaba el vapor a bocanadas, a travs

    de la puerta y las ventanas; y las voces de los nios que continuaban jugando en el jardn. Me

    senta incmodo; se notaba que ambos hacamos un esfuerzo tremendo para no hablar de l. A

    la vez, yo buscaba la manera de decirle el motivo de mi viaje. Termin el segundo plato y me iba

    a levantar de la mesa; ella me volvi a preguntar. Y todava no me has dicho por qu viniste.

    T nuevamente por aqu es muy raro. Creo que es la primera vez que vienes tan seguido. Dos

    veces en menos de un mes... Qudate tranquila. Mejor te digo ms tardey me fui al patio,

    en direccin de la vaquera. Comenzaba a preparar la mesa para ella y los tres nios. Estuve enla vaquera conversando con algunos obreros que vivan all mismo y que en la madrugada se

    encargaban del ordeo de las vacas y de hacer el queso. A veces me levantaba temprano y me

    iba a trabajar con ellos, por eso los conoca a todos. A mi regreso a la casa ya los nios estaban

    en sus cuartos y acostados en sus camas. An no dorman porque se les oa hablar en voz baja.

    Deban ser cerca de las nueve de la noche. Cada vez que iba a visitar a mam dorma en su mismo

    cuarto, en una cama que est al lado de la suya. La encontr recostada y leyendo un libro. Me

    esperaba. Llegu y comenc a desvestirme para ir al bao y darme una ducha. Ella se incorpor

    apenas me vio entrar. Not que sobre mi cama estaba el morralmi nico equipajey el cuadro

    embalado en papel para envolver. Vi que ya no poda evadirla. Se qued mirndome, pero esta

    vez sin decir palabra; hubo una larga pausa. Vine a traerte estocomenc a romper el papel

    que cubra el cuadro. Lo recib hace una semana. Me lo mand una hermana suya... En agosto,

    aquella vez que estuve en su casa de vacaciones, acordamos que te hara este cuadro para tu

    cumpleaos...no pude decir ms. Mam se deshizo en lgrimas. Toda ella pareca lquida; cre

    que si segua llorando de ese modo tendra que recogerla del piso con la mopa del coleto. Apenas

    toc el lienzo y estuvo a punto de desmayarse. Por fortuna pude sostenerla y recostarla

    nuevamente en la cama. Quise sacar el cuadro de la habitacin; ella se rehus. Por un momento

    se calm y me pidi que lo colgara frente a su cama. Se qued contemplndolo un rato, a travs

    del cristal de las lgrimas. Al fin se qued dormida. Apagu la luz y me recost. Pens irme al da

    siguiente apenas diesen las cuatro de la maana con el cuadro que tanto haba afectado a mam.

    Me ira sin despedirme; as no tendra oportunidad de oponerse a que me llevara la pintura.

    Deshacerme de ella era lo mejor; desde que mam actu de aquel modo un sentimiento

    perturbador se aloj en m, por eso cre que no era conveniente conservar el cuadro. Pensaba

    todas estas cosas y me pareca que mam lloraba an en el sueo. Pas largo rato esperando a

    que callara; y cuando lo hizo pude or el sonido de los grillos y los sapos que vena desde afuera,

    ese rumor que marcaba la lentitud de las horas. Despert a las tres y media. Me vest y busqu

    mis cosas en la oscuridad, estaba acostumbrado a hacerlo desde muchos aos atrs. Encend la

    luz del bao, que apenas iluminaba el cuarto. Descubr que mam no estaba en su cama,

    tampoco en el bao. Tal vez sospechaba que tratara de huir con el cuadro y se me adelant.

    Pero no, no era posible, porque la pintura estaba en el mismo lugar en que la dej la noche

    anterior. Sal de la habitacin y recorr los pasillos; abr las puertas de los cuartos de los nios,

    tampoco estaba con ellos; fui a la cocina y a los jardines. Tuve miedo de que hubiese pasado lopeor. El error estaba en haberme quedado dormido. Regres al cuarto y encend la luz. La cama

  • 7/24/2019 Corocoras para mam

    4/4

    estaba descompuesta, como que se hubiese despertado a media madrugada, pero sus pantuflas

    estaban en el piso. Volv nuevamente al bao, y nada. La paciencia era una virtud de la cual no

    gozaba; soy impaciente casi hasta la desesperacin. Parado en la puerta del bao pude ver que

    la pintura tena algo distinto: un detalle junto a las corocoras haba aparecido de la nada. Me

    acerqu extraado, los cuadros no cambian de la noche a la maana mientras todos duermen.

    Entonces la vi: era ella, all, en el cuadro, junto a las corocoras; les daba de comer de su mano.La figura estaba apenas esbozada, pero el rostro era, sin dudas, el de mam. Estaba medio

    pintada, es probable que con carboncillo o con tiza pastel negra. No tiene colores, est toda

    hecha de negro, apenas un boceto. Da de comer a las corocoras y mira al espectador del cuadro

    con sus grandes ojos negros. A m: es a m a quien mira. Lleva puesta la bata con que se acost

    y est descalza. Me consuela saber que tiene una expresin vivaz y muy diferente a la triste de

    unas horas antes. Tomo el morral y me debato por unos minutos entre dos posibilidades:

    llevarme el cuadro o dejarlo. La indecisin me hace perder tiempo. Si lo dejo, al menos tendr

    la oportunidad de regresar. Pero cuando atravieso el portn de la entrada abandono la idea de

    volver. Y me voy caminando a travs de los altos rboles de teca, recordando a mam descalza,

    dando de comer a las corocoras.