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Contextos y texto de una crónica Libro tercero de la historia religiosa de la Provincia de México de la Orden de Santo Domingo de fray Hernando Ojea, O. P. José Rubén Romero Galván (editor) México Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Históricas 2007 238 p. (Serie Teoría e Historia de la Historiografía, 6) ISBN 978-970-32-4868-1 Formato: PDF Publicado en línea: 19 de octubre de 2016 Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros /contextos/texto.html DR © 2016, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas. Se autoriza la reproducción sin fines lucrativos, siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completa y su dirección electrónica. De otra forma, se requiere permiso previo por escrito de la institución. Dirección: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510. Ciudad de México

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Contextos y texto de una crónica Libro tercero de la historia religiosa de la Provincia de México de la Orden de Santo Domingo de fray Hernando Ojea, O. P. José Rubén Romero Galván (editor)

México

Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Históricas

2007

238 p.

(Serie Teoría e Historia de la Historiografía, 6)

ISBN 978-970-32-4868-1

Formato: PDF

Publicado en línea: 19 de octubre de 2016

Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/contextos/texto.html

DR © 2016, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas. Se autoriza la reproducción sin fines lucrativos, siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completa y su dirección electrónica. De otra forma, se requiere permiso previo por escrito de la institución. Dirección: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510. Ciudad de México

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LIBRO TERCERO 129

En lo que toca al gobierno, cada pueblo de consideración, como sea cabecera o independiente de otro, tiene su gobernador, alcaldes y regidores con muy limitada autoridad; y todos ellos sujetos al co-rregidor español.

El hábito de las indias es un faldellín de lana o algodón a que llaman naguas, de varios colores y labores que ciñen por la cintura y llega hasta el empeine o garganta del pie, y una ropa rozagante que llaman hueypilli,20 al modo de un saco cosido por las tres partes y tan ancho cuanto lo es cada una extendidos los brazos de muñeca a mu-ñeca. Por cuyas puntas altas (que están abiertas) sacan solas las ma-nos, porque no tienen mangas ni tampoco cuello; pero en lugar de él usan de una abertura de alto a bajo, llana, derecha y sin artificio, que comienza cuatro o seis dedos sobre las espaldas y viene a parar otros tantos sobre el pecho, por la cual sacan la cabeza. El hueypilli llega de ordinario a la media pierna poco más o menos, y de estos y de las naguas multiplican cuantos quieren para abrigarse, porque no traen camisa, ni jubón, ni toca. Zapatos o jervillas, algunas pocas; el cabello largo y cogido con poco o ningún artificio y todas, en lugar de manto un paño o lienzo blanco de cuatro puntas como un bufete,21 y largo cuanto quieren; pero lo ordinario les llega hasta la media pierna.

capítulo 2

de la descrIpcIón de la IglesIa y convento de santo domIngo de méxIco

El convento de Santo Domingo de México ocupa tres cuadras de las que dijimos, con espacios de las dos calles intermedias, y así tiene mayor y mejor sitio que ninguno otro de la ciudad; todo él cercado de altas paredes de cal y canto. Por parte del norte corre de oriente a po-niente por medio de la calle, arrimado a la cerca de él, una de las ace-quias que dijimos de agua de la laguna, de la cual se hace un portezuelo de hasta veinte o veinticinco varas de largo y otras tantas en ancho, dentro del sitio en un gran corral que está detrás de la ca-pilla mayor de la iglesia, y tendrá en largo casi cien varas y poco menos de ancho, por el cual en canoas, y por una gran puerta, que por la parte oriental sale a la calle, y corre de norte a sur, entra en el

20 Hueypilli, trátase de una mala grafía del sustantivo náhuatl huipilli.21 Bufete, término cuyo significado nada tiene que ver con prendas de ropa, el

autor lo emplea seguramente en lugar de bófeta, que es una tela de algodón delgada y tiesa.

C. preced. nu. 10. Sitio del convento

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CONTEXTOS Y TEXTO DE UNA CRÓNICA130

convento, por agua y tierra, toda la provisión necesaria para él. A la parte del mediodía y en lo oriental de ella, tiene delante una placeta como la que dijimos del marqués del Valle, cerrada de casas princi-pales y de buenos edificios, cuya parte occidental está llena de por-tales y tiendas. Corre la iglesia arrimada a la calle oriental de él, del sur o mediodía al norte, ante cuya puerta principal está un atrio o patio de hasta 35 ó 40 varas en largo y otras tantas en ancho, cercado de altas paredes, con dos puertas: una que sale a la placeta de medio-día y otra a la calle oriental que corre del sur al norte. La iglesia es el edificio más oriental del convento, y la portada de ella de la misma manera que la del famoso convento e iglesia de San Lorenzo el Real del Escorial, de la cual sale una gran pared toda de piedra de sillería, casi tan alta como la misma iglesia y portada, que ocupa todo aquel lienzo del atrio o patio y lo autoriza mucho; en fin del cual está el zaguán o entrada de la portería, y en el espacio que hay entre él y la igle-sia está la capilla del Rosario, cuya portada y reja sale a la misma iglesia debajo del coro, y encima de ella la gran sala que llamamos de dómina 22 y de Nuestra Señora, de que luego trataremos. Y el lado occidental del mismo patio ocupa una gran sala de la Cofradía del Entierro de Cristo Nuestro Señor, que está arrimada a la casa de no-vicios, sobre la cual se han de hacer otros edificios. La iglesia es al modo de la de Nuestra Señora de Atocha de Madrid; por la parte de dentro, de piedra de sillería blanca, y por la de fuera de la piedra pómez colorada que dijimos. Es de una sola nave o cañón que tiene de ancho dieciocho varas menos una tercia, que son cincuenta y tres pies; de alto la proporción que pide el arquitectura y algo más; y de largo ochenta y ocho varas que hacen doscientos y sesenta y cuatro pies de a tercia, repartidos en esta forma. El cuerpo de la iglesia has-ta el primer arco toral de la capilla mayor a donde está la reja princi-pal tiene ciento y setenta y tres pies; el corazón del crucero, que es cuadrado y se levanta sobre cuatro arcos torales muy altos y suntuo-sos, cincuenta y tres; la pieza adonde está el altar mayor, treinta, y ocho que dejan de vacío el grueso de los dos arcos torales que forman el crucero y tiene cada uno cuatro pies de grueso. Tiene también la iglesia ocho capillas de cada parte, todas de igual anchura, que son veinte pies, y las seis del cuerpo de la iglesia casi otros tanto de largo; las colaterales del crucero correspondientes a él, de cincuenta y tres pies, y las colaterales del altar mayor de treinta correspondientes a la pie-za adonde él está: y así las portadas y rejas de ellos salen a la misma

22 Así era llamada la sala donde se rezaba el oficio de Nuestra Señora, antes de los maitines.

C. preced. nu. 11

Iglesia de él

C. preced. nu. 4

Capillas

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LIBRO TERCERO 131

pieza del altar mayor. Sírvenle de capilla mayor las cuatro piezas mayores que están de la reja adentro; conviene a saber, la cuadrada que se le sigue inmediatamente con las dos grandes colaterales que forman el crucero y le sirven de brazos y la otra adonde está el altar mayor. De modo que el ancho de lo que llamamos capilla mayor o crucero, es de ciento y un pies, según las medidas arriba puestas, y ochenta y tres de largo de la reja al retablo mayor. Todas las cuales capillas, que son de bóveda y arco redondo perfecto, están ricamen-te aderezadas con lindísimos retablos, vestidas las paredes de mu-chas, de azulejos y estos y las que no los tiene de varias y curiosísimas pinturas de historias de santos, jeroglíficos de ellos y de otros mis-terios divinos, de los cuales están también pintados y adornados los cimborrios de algunas y los de otras de artesones y lazos dorados y de varias pinturas, y todas con rejas curiosas de cedro coloradas y azules de muy vivos colores, dorados los extremos y todo lo que es molduras.

El cimborrio del cuerpo de la iglesia parece un cielo estrellado, es de madera de cedro, de caballete, armadura o de tijera que llaman los arquitectos, y el cóncavo, de cazoletas o artesones dorados y azu-les y de otros varios colores, de diferentes maneras a tercios, unos más ricos que otros, y para su firmeza se traba de una parte a otra con nueve tirantes dobladas, obradas curiosamente de lazos y ellas dora-das y pintadas. Y de la misma manera están los cimborrios de las dos capillas grandes colaterales del crucero. El cimborrio de éste es más alto que todo el cuerpo de la iglesia, ochavado y en forma de media naranja cuyas traviesas de los ángulos cargan sobre cuatro veneras doradas y pintadas de azul y blanco, y la media naranja de lazos más curiosos que los demás cimborrios. Cubierto todo ello de plomo en lugar de teja. El coro ocupa más del tercio del cuerpo de la iglesia, está sobre la puerta principal y arrimado a la pared de ella en tan buena proporción y distancia del altar mayor, que se entienden muy bien de una parte a otra, lo que no fuera si la iglesia fuera más larga. Hay en él ciento y ocho sillas altas y bajas de cedro blanco labradas con mucha curiosidad; y de la misma manera es la coronación de ellas. Tiene dos órganos, el uno mayor que el otro, en sus tribunas voladas al cuerpo de la iglesia, que salen del mismo coro arrimadas a las pa-redes, a que se entra por sendos arcos. Y lo bajo de este coro y tribu-nas está también fabricado de otra manera de artesones y talla dorada y pintada con mucha curiosidad. La reja que divide la capilla mayor del cuerpo de la iglesia es muy grande y tiene tres órdenes de balaustres, uno abajo de hasta vara y media en alto, el segundo de cua-tro o cinco varas en alto y hasta aquí alcanza también la puerta, y a

Cimborrio de la iglesia

Coro

Reja

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los lados dos ventanas cuadradas correspondientes a los púlpitos que abren cuando se predica; el tercero y más alto es como el primero o poco menos, sobre el cual está la coronación con los escudos de las armas reales y otros cartones curiosos y dorados. Y aunque todo ello es de madera de cedro y ayaquahuitl,23 es la obra más curiosa de este género que hay en esta tierra.

El retablo mayor tiene cinco órdenes de tableros de alto a bajo y por lo ancho nueve; los cuatro de pincel y los demás de talla toda ella y las guarniciones doradas, en que están los principales misterios de nuestro remedio y muchos santos. Y en cada una de las dos capillas colaterales mayores, otro también grande, el de la derecha que es la del evangelio, todo de los misterios de la pasión del Redentor en que hay un devotísimo Cristo de talla, y el de la izquierda, de Nuestra Señora en que hay también otra devotísima imagen suya de plata. La iglesia tiene mucha luz, porque demás de una gran claraboya que está sobre la portada y otras dos en las paredes colaterales con que se da luz al coro, cada una de las capillas menores tiene otra a cada una de las cuales y encima de ellas corresponde otra muy grande en las pa-redes de la iglesia con que ella y las capillas quedan muy claras, ex-cepto una debajo del coro que por respecto de la escalera que sube a él no se le pudo dar ventanas. Cada una de las dos capillas colaterales mayores tiene dos y encima de ellas, en lo que corresponde a la media naranja del crucero otras dos, y otra muy grande a cada uno de los lados del altar mayor sobre las capillas que allí hay. La torre es más alta que el cuerpo de la iglesia y de razonable altura, maciza hasta la mitad y de allí arriba hueca, está de la parte del convento, de la cual se descubre sólo la mitad, y la linterna y capitel de ella es la de mejor arquitectura y más curiosa que hay en México. Tiene solas cuatro campanas de razonable grandeza, como lo pide la iglesia conventual, una que sirve al reloj, otra para las fiestas principales y otras dos menores para las que no lo son tanto y entre semana.

La sacristía, aunque no es muy grande, es curiosísima y de gran-de cumplimiento y servicio; está fabricada a las espaldas de la capilla mayor y corre también del sur al norte en esta forma, que a la pared occidental del cuerpo de la iglesia se sigue y corresponde la oriental de la misma sacristía, y la otra occidental que le corresponde dista de ella diez varas que es lo que tiene de ancho la sacristía, y diez y seis de largo. Tiene para su servicio dos grandes oficinas o aposentos, uno bajo y otro alto, que están arrimados a la espalda de la capilla mayor tan largos como lo es la misma capilla por la parte de fuera, y luego

23 Vid. la nota 9.

Retablos

Luces

Torre

Sacristía

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un corral o patio (a que se sale por el aposento bajo) que se cierra con una pared que corre dende la cabeza de la misma sacristía por la parte oriental hasta la cerca de la calle. Y así por de dentro y por de fuera hace muy buena correspondencia y sin alguna fealdad. A la parte occidental tiene la misma sacristía dos principales capillas (cu-yas portadas con sus rejas salen a ella) un poco más largas que las de la iglesia hasta encontrar con la pared del dormitorio mayor que por allí pasa, que todo ello junto la adorna mucho y la hace muy capaz; la altura de ella es proporcionada según buena arquitectura al largo y ancho que tiene, y no se le dio más, porque la vista gozase de las ricas pinturas y obras del cimborrio.24 Este es de tijera, armadura o caballete como el de la iglesia de tres ochavos.

Y para proporcionarlos en lo que toca a la enmaderación y media naranja del cimborrio, suben de los cuatro ángulos de las paredes cuatro varas y media hasta la primera solera y traviesas de ellos, unas veneras doradas y pintadas de azul y blanco como las del crucero de la iglesia. Sobre éstas y en el lugar de la solera se forma un friso de has-ta media vara de ancho con sus molduras doradas y entre medias un romano blanco sobre prieto, del cual penden hacia bajo por lo enca-lado de las paredes unos almaizales pintados de diversos colores asidos de mascarones y argollas doradas. Y sobre éste, que corre por toda la redonda, asientan doce tablones de a cuatro varas de alto y tres de ancho poco más o menos cada uno que ciñen los dos ochavos bajos del cimborrio todos ellos en la pintura en forma de tarjas o cartones, uno aovado y otro en cuadro, pintados los remates y extre-mos de ellos de blanco y pardo sobre oro, y las pinturas de dentro al óleo y riquísimamente de figuras mayores y enteras, representativas de los seis principales misterios de nuestro remedio. En los seis ta-blones la figura del viejo testamento; y en los otros seis lo figurado de ellos, como se escribe en el evangelio. De modo, que la figura precede a lo figurado: en el primero, que está sobre la venera del lado siniestro, en la frente de la puerta de la sacristía y al lado de la epís-tola, está retratada la visión en que vio Moisés a Dios sobre la zarza ardiendo, y a éste se le sigue volviendo por el mismo lado hacia la puerta, el nacimiento de Cristo, que le corresponde; luego en el ter-cero, cuando Abraham echó de su casa a Ismael y a su madre Agar, que representan la gentilidad; y en el cuarto, el de la epifanía y ado-ración de los reyes cuando Dios la volvió a recoger a su iglesia. Y también se puede acomodar la figura al repudio que hizo de la sina-

24 En el año 1579 Francisco de Zumaya, dorador, y Simón Pereyns, pintor, traba-jaron en la sacristía de la iglesia vieja de Santo Domingo.

Pinturas del cimborrio de ella

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CONTEXTOS Y TEXTO DE UNA CRÓNICA134

goga y elección de la iglesia en lugar de ella, cuya mayor parte ha sido siempre y es de gentiles convertidos a la fe. En el quinto, la data de la ley de Moisés, con grande estruendo de truenos y relámpagos; y en el sexto, cuando Cristo promulgó y dio a sus discípulos la evan-gélica en el monte. En el séptimo, cuando Moisés con sus cuernos o rayos de resplandor en la cabeza la dio al pueblo; y en el octavo la transfiguración del Redentor con la asistencia de Moisés y Elías, que fueron los grandes profetas y mayores celadores de la vieja ley, para dar a entender al mundo que aquella nueva ley que le daba era el cumplimiento de la vieja, la que ella misma figuraba, y la que nece-sariamente se le había de seguir como el uno de ellos confesaba en ella, y entrambos de conformidad testificaban con su gran celo. En el noveno, la postura y adoración de la serpiente en el madero de la cruz, y en el décimo un Cristo crucificado. En el undécimo, la exal-tación y triunfo de José en Egipto; y en el duodécimo, que cae sobre el altar y frontispicio de la sacristía, un Cristo resucitado y glorioso. Divídese un tablón de otro con una moldura dorada de cuatro o seis dedos de ancho. El ochavo superior del cimborrio, que sirve de cielo, es de artesones pequeños y florones de oro sobre negro, y todo ello cubierto por la parte de afuera de teja doblada, trabada, con un betu-men o argamasa tan fuerte que nunca se ha llovido ni maleado. No tiene tirante ninguna el hueco de la sacristía, y para su luz tiene dos grandes ventanas a la parte del oriente, y otra menor al mediodía sobre la puerta principal, y cada una de las dos capillas que salen a ella, tiene a los lados otras dos para su luz, demás de la que participan de la sacristía, que es mucha. No tiene otro retablo que un Cristo crucificado, de pincel, con la virgen Nuestra Señora y san Juan a los lados, y la Magdalena al pie de la cruz abrazada con ella y suelto el cabello para muestra de mayor dolor; todo ello de figura entera de lindísima pintura y devotísimo, en un rico tabernáculo todo dorado, de curiosa talla y columnas estriadas, y éste puesto en un nicho o encasamento de la pared, pintado de fino azul llano, para que salga más lo dorado y la lindeza de las pinturas del tabernáculo. Y así tiene también para su adorno otras muchas y muy ricas imágenes portáti-les, grandes y pequeñas; entre las cuales hay todos los santos de nuestra orden canonizados y de algunos otros beatificados. Éntrese a ella por un zaguán de trece varas de largo y seis y una tercia de ancho, con una ventana al occidente que le da luz demás de la que le entra por la puerta, que es muy grande, cubierto de buena y curiosa enmaderación de cedro. De aquí se sale por el lado siniestro a la capi-lla colateral del altar mayor y a la misma capilla mayor; por la puerta principal del que está enfrente de la sacristía a una capilla abierta y

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LIBRO TERCERO 135

al claustro menor, y por otra pequeña que está en el lado derecho, a otro medio claustro pequeño que se hace entre el mismo zaguán y el dormitorio mayor. De allí al lavatorio que está debajo de la escalera principal del convento, y de allí a la sala mayor de él. De modo, que aunque este lavatorio o la pieza de él sirve de paso de la sala para la sacristía, él está siempre cerrado con dos puertas de llave común. En el sagrario de la sacristía hay muchas y muy principales reliquias, ricos ornamentos en curiosos cajones de cedro, guarnecidos de mol-duras de nogal, y así está muy cumplido todo el servicio de los altares para fiestas y entre semana.

A la parte occidental de la iglesia y desviado de ella cuanto diez y seis varas, poco más o menos, corre de norte a sur un gran dormi-torio, con dos grandes ventanas rasgadas de alto a bajo, con sus rejas de hierro en los extremos o cabezas de él, que ocupan casi toda la frente del ambulatorio, y tiene de largo por lo hueco de ventana a ventana seiscientos y un pies, que hacen doscientas varas poco más o menos, y de ancho quince. La primera parte de él, que comienza dende la portería por espacio de trescientos y setenta y tres pies, es de un solo orden de celdas que caen al oriente, en que hay solas trece, y entre ellas tres dobladas que son las del provincial, prior y otra, sin otros cuatro espacios grandes que quedan en vacío para el servicio de dos escaleras y otros propósitos. En la segunda y última parte del que llaman el cuarto real (por haberse edificado como la iglesia, a costa del rey don Felipe el segundo de España, señor nuestro de glo-riosa memoria), que es de cuatro fuertes paredes, hay dos órdenes de celdas, diez de cada parte, que son veinte en número con las puertas y ventanas, todas de cantería, en muy buena proporción. Éste es uno de los mejores y más bien edificados dormitorios que tiene ninguna religión. Porque demás de ser muy fuerte, y estar muy bien repartido todo lo alto y bajo de él, como luego diremos, las dos paredes de medio que forman el ambulatorio y en que están las puertas de las celdas, suben una vara más que las de fuera, y en esta demasía o al-tura que tienen más, hay a trechos unas ventanas pequeñas que están siempre abiertas, por donde entra la claridad, el sol y el aire que es menester para orearle, aunque estén cerradas las ventanas grandes de los extremos de él.

De la primera parte de este dormitorio que corre de norte a sur, y de los dos últimos tercios de ella, salen para el occidente otros dos, distantes el uno del otro ciento y treinta y dos pies, que hacen cua-renta y una varas, y corren otros doscientos hasta dar consigo en el dormitorio de la enfermería; en cada uno de los cuales hay trece cel-das, cuyas ventanas caen al patio de los generales, que se forma entre

Dormitorio

n. 23

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CONTEXTOS Y TEXTO DE UNA CRÓNICA136

ellas. Y al principio del primer tercio, que es de la banda del sur, corre otra pared sencilla también para el occidente, distante del dor-mitorio que le corresponde otros ciento y treinta y dos pies, en cuyo espacio se forma el claustro principal y mayor que es cuadrado y de iguales lados, el cual se cierra por el occidente con otro pequeño dormitorio en que hay solas seis celdas, cuyas ventanas caen al occi-dente a otro patio menor que hay entre éste y el de la enfermería. Tiene este claustro, que es alto y bajo, cuatro lienzos de arcos, y en cada uno nueve arcos, los siete que sirven a lo claro, y los dos últimos al ambulatorio de él. La obra de todo él es mixta o compuesta, que llaman los arquitectos, llana, y de la misma manera que el principal del insigne monasterio de San Lorenzo del Escorial, de muy buena cantería blanca. Las columnas cuadradas, de algo más que tres cuar-tas en ancho o grueso, con sus basas y capiteles, todo muy bien labra-do. En medio de cada lienzo de los altos, tiene una puerta grande, correspondientes las tres al medio de los tres dormitorios del conven-to que le ciñen, y la del sur o mediodía a la cabeza o ambulatorio del dormitorio oriental, de tres que tiene la casa de novicios.

De lo último del dormitorio occidental del claustro que va a parar a la pared sencilla de casa de novicios, corre también al occidente, arrimado a ella la librería, que tiene ciento y cuatro pies de largo y treinta y cuatro de ancho, más alta que ninguna otra pieza del con-vento, con nueve claraboyas en lo alto, repartidas por todas partes, por donde le entra mucha claridad. Y aunque en ella hay muchos y muy buenos libros de todas facultades, no tiene los que ha menester ni los que pueden caber en ella por su gran capacidad. Delante de ésta, está una buena sala que ocupa todo lo ancho del dormitorio, que lo es de veinte y cinco pies y de largo cincuenta y cinco, que es el espacio de más de tres celdas que aquí se pierden. Y por un pasadizo cubierto, que va arrimado a la librería por de fuera y por la parte del norte de ella, se entra a las secretas principales del convento,25 que están a las espaldas de la misma librería, cuya entrada está descubier-ta al cielo, y ellas con dos ventanas grandes de norte a sur. Y sin éstas tiene el convento otras secretas al fin del dormitorio mayor que co-rresponde a la parte del norte.

El cuarto de la enfermería es también muy grande, está a la par-te occidental del convento, con que se cierran por aquella parte todos los edificios de él; corre de norte a sur y ocupa todo del espacio del patio de los generales del claustro y de los dormitorios que los for-man. Éste se levanta sobre cuatro fuertes paredes, y así tiene en sólo

25 Se llamaba “secretas” al sitio donde se encontraban las letrinas.

Librería

Secretos

Enfermería

Claustro mayor

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LIBRO TERCERO 137

la parte que corresponde al patio de los generales, diez y siete celdas de una parte y otra al oriente y poniente, con una gran ventana a la parte del norte que baña el ambulatorio de él. Y en lo restante de él, un oratorio y botica y todas las demás oficinas necesarias para la enfermería; como son: ropería, cocina, refectorio, despensas, secretas, otras piezas para menudencias, y corral para aves; todo ello tan a mano y con la mejor traza y proporción que se sabe de enfermería de convento. Y así mismo está en el mismo cuarto a la entrada de él, a la parte que corresponde al dormitorio pequeño y occidental del claus-tro, un gran hospicio que ocupa lo mismo que él, en que hay una sala de cuarenta pies de largo, y otros dos aposentos más adentro en que se aposenta un personaje de mucha autoridad, como virrey, obispo, etcétera, cuando gusta de estar algunos días en el convento.

La casa de novicios, que es el edificio más meridional de todo el convento, tiene tres cuartos: el oriental que dijimos corre de norte a sur de la puerta meridional del claustro y se acaba doce o catorce varas antes de llegar a la cerca principal del convento; otro de orien-te a poniente en la misma distancia de la cerca, y otro del sur al norte, que es el occidental de la casa de novicios y se va a encontrar con el de la enfermería como si fueran uno mismo; y así entrambos cierran todo el edificio del convento por la parte occidental. Todos los cuales tres dormitorios, que son como un convento entero, y la pared senci-lla que dijimos del claustro, forman un gran patio que tendrá sesenta varas en largo y cincuenta en ancho. Todos tres se edificaron con intento de doblarlos para que hubiese un dormitorio sobre otro, y por estorbos que se han ofrecido, no se ha doblado sino sólo el oriental, que corresponde a la puerta del claustro, para que hiciese obra y buena correspondencia a lo restante del convento que todo él está acabado. Este cuarto y el otro meridional que corre de oriente a po-niente se fundan sobre tres paredes, y cada uno de ellos no tiene más de un orden de celdas, cuyas ventanas salen todas al patio que forman entre sí. El de poniente, que cierra la casa de novicios y va a encontrar con la enfermería, está fundado sobre cuatro paredes como ella, y así tiene dos órdenes de celdas, que son diez y ocho en número; unas que salen al mismo patio que está al oriente, y otras al poniente; el cual sirve de noviciado, y al fin de él, entre él y la enfermería, tiene un grande y hermoso oratorio que ocupa, atravesado, todo el hueco de las cuatro paredes, o por mejor decir, de las dos de afuera, porque las dos de adentro se acaban en la pared meridional del mismo oratorio, cuya anchura es proporcionada al largo que tiene, en el cual hay un devotísimo y antiguo crucifijo de bulto, en cuya presencia se han vis-to y experimentado las muchas maravillas que el arzobispo de Santo

Casa de novicios

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CONTEXTOS Y TEXTO DE UNA CRÓNICA138

Domingo cuenta en los libros precedentes,26 y en lo restante de las paredes, muchas pinturas devotísimas de los misterios de nuestro remedio y de algunos santos. Y así tiene la casa de novicios ropería, secretas de por sí, y todas las demás oficinas muy cumplidas y cua-renta y cuatro celdas en los cuatro dormitorios que hasta ahora están hechos en ella; y cuando se acaben los dos que restan, tendrá setenta.

Entre el dormitorio alto de ella y el grande y principal del con-vento, que corre de norte a sur, está una sala arrimada a la pared del claustro y pertenece a la misma casa de novicios, a donde se juntan los hermanos para ir al coro y rezar en ella el oficio de Nuestra Seño-ra 27 cuando no es de obligación, que tiene cuarenta y dos pies de largo y veinte y siete de ancho. Cuya puerta sale al fin o principio del mismo dormitorio grande y a otra sala que se hace de él y del vacío de dos celdas, que está delante de la celda del provincial. Y de allí inmediatamente a otra sala mayor que llaman de Nuestra Señora, a donde todo el convento reza el oficio menor suyo los días feriales y de menor solemnidad. Ésta tiene de ancho veinte y cinco pies, y de largo ciento y cuatro, que es lo que hay de la pared occidental del dormitorio mayor del convento hasta la occidental, también de la iglesia, junto a la cual está fijo sobre un altar un tabernáculo de talla, todo dorado y pintado con mucha curiosidad, en que está una devo-tísima imagen de Nuestra Señora con su hijo precioso en los brazos cercada de ángeles, y todo ello atajado con una curiosa reja de made-ra dorada y pintada de colorado muy vivo, con tres órdenes de ba-laustres, y su coronación. Tiene la sala por la parte de mediodía, que cae al patio y entrada de la iglesia cuatro ventanas bien repartidas, las tres de buen tamaño, del medio de la pared para arriba, y la cuar-ta, que está al fin de ella, rasgada de alto a bajo con su reja de hierro y tan ancha o casi como lo es el ambulatorio del dormitorio mayor que viene a fenecer en ella. De modo que sirve a la sala y al dormito-rio con mucha gracia y proporción. Y así lo está también la sala para lo que está dedicada, que es, demás de tránsito para el coro, rezar en ella los maitines del oficio menor de Nuestra Señora 28 porque rezán-dose aquí se cumple con nuestro ordinario,29 que manda se recen en

26 Se refiere a la obra de fray Agustín Dávila Padilla.27 También llamado oficio parvo o menor, el oficio de Nuestra Señora fue estable-

cido por la Iglesia para alabanza de la Virgen; era semejante al oficio divino de los eclesiásticos y su obligatoriedad fue suprimida por Pío X.

28 Es uno de los oficios llamados adicionales, el cual se tiene que rezar en deter-minadas circunstancias previstas por la rúbrica, además del oficio ordinario.

29 En las comunidades religiosas se llama ordinario al ceremonial que contiene las ceremonias religiosas de todo el año.

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el dormitorio, el cual viene a parar en la sala. Ella es parte de él, y él de ella, en cuyas paredes de una parte y otra están pintados los misterios de la infancia de Cristo Nuestro Señor, la vida y milagros del glorioso san Jacinto, y otros muchos santos, así de la orden como de los mayores, a quien tenemos mucha devoción. Con todo lo cual queda la sala muy adornada y curiosa que provoca a gran devoción.

De esta sala, y por junto a la reja de la capilla de ella, se entra a mano izquierda por un grande arco a un aposento de pintado y cu-rioso cimborrio, de veinte pies en cuadro, en que están los libros de canto por buen orden, y la escalera del coro enfrente, que es muy llana y fácil, en que hay doce escalones en tres paradas y dos mesas de descanso en ella; en la segunda de las cuales está la puerta de la torre, a mano izquierda. Entre este aposento y el dormitorio mayor del convento, está otra gran pieza de veinte o veinte y cuatro pies de ancho y de largo al doble, arrimada a la sala de dómina, de la cual se divide con una sola pared, cubierta de un rico y bien aderezado cim-borrio de artesones pintados y dorados como los de la iglesia, aunque no de tanto oro, la cual sirve de caja de una hermosa escalera de pie-dra, cuya puerta baja sale arrimada a la iglesia, al claustro menor o medio claustro que llaman de los confesionarios, por un lienzo del cual se va derecho a la sacristía, y a mano izquierda por otro a la sala de la portería. Esta escalera sube de abajo con dos vueltas hasta la mi-tad de la pieza, y de allí se divide en dos, la una a mano izquierda que va al coro, y la otra a mano derecha a la sala que está delante de la celda del provincial y de la puerta de casa de novicios, que es el prin-cipio del dormitorio mayor del convento.

El suelo de estos dormitorios es llano y uniforme, de tal manera que no se sube ni baja de uno para otro un solo escalón, excepto en la punta del mayor que se sube por tres a la sala de Nuestra Señora que está a la entrada del coro y por otros dos a la casa de novicios. Cada uno de los cuales tiene en los extremos dos grandes ventanas, rasgadas de alto a bajo, con sus rejas de hierro, de casi tanto ancho como el ambulatorio de ellos; porque el extremo del uno que se junta con el extremo o medio del otro, rompe por él y pasa adelante en la misma proporción hasta la ventana, y así tienen a trechos otras venta-nas grandes que caen a los patios y otras partes descubiertas por don-de les entra mucha luz, excepto el que sirve de noviciado, que por ser de dos órdenes de celdas y encontrarse con el oratorio que tiene en frente, y éste con la enfermería, no tiene en aquella parte ventana, pero tiénela al principio del que corresponde al mediodía, como las que dijimos, por donde le entra suficiente luz. Ninguna de las cuales sale a la calle, porque ninguno de ellos se arrima ni toca a las paredes

Entrada y escalera del coro

Correspondencia de los dormitorios

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de ella. Todos estos dormitorios, así los de casa de novicios, como los del convento, corresponden al mayor que dijimos, y por todos ellos de unos en otros se va al coro por debajo de cubierta, y por la caja de ellos sin tocar en claustro ni en otra parte descubierta por donde le pueda entrar sereno ni otra inclemencia del cielo, que es de grande importancia para la salud de los religiosos; y todo ello para que se siga el coro de día y de noche, y para la observancia de todo lo demás de su regla, como se hace con gran puntualidad. Todos son de cal y canto, encalados de blanco por de dentro y sin alguna pintu-ra, cubiertos de madera, por la mayor parte de cedro, llana y fuerte, y así no tiene tejados, como ningún edificio de la ciudad, excepto algunas iglesias y cual o cual pieza. Mas en lugar de ellos tiene terra-dos enladrillados, por encima de los cuales se anda como por la calle, y dispuestos con tal modo, que corre por ellos el agua con mucha facilidad a sus caños por donde desagua.

Hasta aquí habemos hablado de la traza del convento en común y de sólo el alto de él; digamos ahora de lo bajo y de cómo está repar-tido, que es en esta forma. La portería está al mediodía, en el mismo lado y lienzo que la puerta principal de la iglesia, distante de ella cuanto treinta varas, debajo del principio del dormitorio mayor del convento. Éntrase dende el patio por un grande arco a un zaguán abierto, que está antes de ella, de veinte y cuatro pies de largo y trein-ta y dos de ancho, que es lo que tiene de ancho este dormitorio por lo bajo. Luego se le sigue una sala del mismo ancho y de cincuenta pies de largo, la cual y el zaguán está todo pintado sobre lienzo, el zaguán con la imagen y milagros del rosario de la Virgen Nuestra Señora y la sala de los santos y varones ilustres de la orden, con par-ticular modo y traza cada género o especie de ellos; y para servicio y oficina de ella se aprovecha de lo bajo de la sala, a donde se recogen los de casa de novicios para ir al coro, que tiene de largo 42 pies y de ancho 27 como dijimos. La pared frontera de la portería que forma la sala de ella, es la de las espaldas del capítulo; por los extremos de la cual y antes de llegar a ella, se sale por dos puertas grandes muy autorizadas: por la izquierda, al claustro mayor que dijimos, y por la derecha, a otro medio claustro de la misma hechura y obra, que lla-man menor, y también de los confesionarios, que está entre la iglesia y el mismo dormitorio, con tres lienzos de arcos, porque no tiene ningunos arrimados al dormitorio, el cual, así como por la portería, se comunica con el mayor, y se encuentran un lienzo con otro como si fueran uno mismo y una misma obra, así por la otra parte contraria se comunican de la misma manera por otras dos grandes puertas semejantes a las primeras, y parecen entrambos claustros uno solo,

Bajos del convento

n°. 13

Correspondencia de los claustros

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no obstante que corre el dormitorio por medio de ellos. En esta parte y tránsito se corresponden cuatro puertas; las dos que dijimos salen a los claustros de un mismo tamaño y hechura, que es de arco, por los cuales y el lienzo o lienzos de ellos se entra en la capilla mayor de la iglesia por la segunda puerta que llaman de las gracias, por junto a la cual se entra también a la sacristía o a una capilla bien labrada, pintada y dorada, que está antes del zaguán de ella. Las otras dos puertas que están en el tránsito que dijimos, enfrente la una de la otra, son de diferente obra, cuadradas y sin arco, con mucha curiosidad y con toda la proporción que pide el arte. La una sirve al capítulo, que corre dende aquí de norte a sur por espacio de noventa y cuatro pies, que hacen treinta y una varas, poco más o menos, hasta encontrar con las paredes que le divide de la sala de la portería. A la cual puerta acompañan dos grandes ventanas que tiene a sus lados con sus rejas de hierro; por las cuales que están siempre abiertas, y la puerta cerra-da, se ve todo lo que hay en el capítulo. Éste tiene en el lado izquier-do, como entramos, al oriente, dos grandes ventanas por donde le entra toda la claridad que ha menester, y en el frontispicio un rico y curiosísimo retablo que le ocupa todo, cuya armadura es de talla do-rada, en que hay tres grandes arcos asentados sobre columnas de lo mismo. En el del medio está un Cristo crucificado de bulto y figura mayor, muy devoto; y en los colaterales sendos tablones de pincel que ocupan todo el hueco de ellos. En el de mano derecha, que es la del evangelio, está el descendimiento de la cruz, cuando habiendo bajado de ella al Redentor le pusieron en los brazos y regazo de la Virgen, a donde acude la Magdalena a besarle los pies; san Juan está al lado de la misma Virgen y Nicudemus y José que le están mirando.30 Y en el de la epístola la Virgen Nuestra Señora hincada de rodillas, descubier-to todo el rostro y de frente, los ojos levantados al cielo como elevada, cercada de resplandor y de ángeles, unos de sólo rostro y alas, de que está cercado el resplandor, y otros de figura entera y mayor que tienen en las manos con mucha reverencia todos los instrumentos de la pa-sión del Redentor, y un Dios Padre encima de todo. Debajo del tablón o arco de en medio está un altar muy aderezado, y a los lados de él debajo de los otros arcos, dos sepulcros dorados, de obra particular, cuadrados por arriba y redondos por abajo, como barcos o cunas de niños, sobre unas curiosas peañas también doradas y pintadas. Cuyas cubiertas están levantadas de ellos cuanto media vara, cada una sobre cuatro ángeles, que tiene en las esquinas y le sirven de pilares. En el

30 Nicodemo y José de Arimatea son dos personajes que aparecen en el relato de la pasión de Cristo en el evangelio de san Juan (19. 38-40).

Capítulo

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derecho está el cuerpo de Cristo Nuestro Redentor como amortajado cubierto con una sábana, la cabeza y la barba con sudario o barbillera y descubierto el rostro; cerrado el vacío, que hay entre el sepulcro y la cubierta, con un delicado velo que da lugar a que los ojos vean y con-templen lo que hay dentro, y estorba las moscas y el polvo que no entren a dañarlo. En el izquierdo está el de la Virgen Nuestra Señora de la misma manera, y encima de todo el retablo un dosel de tafetán carmesí y unas cortinas de lo mismo para cerrarle. Todo lo cual está juntamente curioso y devotísimo sobre manera.

En el suelo tiene diez órdenes de sepulturas y en cada orden nueve de ellas, comenzándolos a contar a ellos y a ellas de la parte derecha del altar que es la del evangelio, los órdenes de alto a bajo y las sepulturas al través con el mismo modo que contamos y leemos los renglones y letras de esta página. De manera que son por todos noventa sepulturas. Todas las cuales están divididas, señaladas y cubiertas con gruesos tablones de madera, encajados en maderos o vigas largas, que les sirven de marco. Y éstas sin otras dos órdenes que se pueden hacer de ellos, el uno en la peaña del altar y el otro a la entrada del capítulo que están enlosados y sin división de sepul-turas. No tiene el capítulo otra pintura alguna sino las paredes blan-cas; y arrimados a ellas, unos poyos en forma de escaños, con asientos y espaldares de madera adonde se asientan los religiosos cuando se juntan allí. Es ésta la mejor pieza en todo que se puede desear para el fin a que se ordena.

Por la otra puerta que está enfrente de la del capítulo se entra a la sala mayor del convento que está antes de entrar al refectorio. En-cima de la cual y en el friso de ella está parte de una sentencia del glorioso apóstol san Pablo, en la epístola que escribió a los filipen­ses, que dice Mihi vivere Xps. est y sobre la del capítulo lo restante de ella que dice, et morilucrum (Philip. 2).31 Tiene la sala de largo ciento y setenta y seis pies, y el mismo ancho que la portería y capítulo, que es de treinta y dos; la cual es también blanca y sin otra pintura que en el frontispicio de ella un cuadro de pincel, que ocupa la mayor parte de él en que está un Cristo vivo y en pie, con una oveja ceñida al cuello sobre los hombros, y otras muchas abajo, unas paciendo y otras mirando al pastor y a la compañera que tiene al hombro, que significa aquella parábola de la oveja perdida que trata Cristo Nues-

31 El texto original en la epístola de san Pablo a los filipenses dice: mihi enim vive-re Christus est et mori lucrum, lo que significa “para mí la vida es Cristo y la muerte, ganancia” (Filipenses 1. 21).

Sala mayor

Luc. 15 et Math. 18

Sepulturas del cap. y su orden

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tro Redentor por san Lucas,32 y a los lados de ellas dos grandes mas-tines remendados de blanco y prieto, con sendas hachas encendidas en las bocas.33 Encima de ellos están dos tarjas o escudos jeroglífi­cos, en el primero, del lado derecho, la cruz de la orden con una letra en el remate bajo, que dice: Animam suam dat pro ovibus suis (Juan 10);34 y en el izquierdo, un brazo con una serpiente revuelta a él, que se traga la cola con la boca, y en la mano un cetro de oro levantado con un ramo de oliva y encima del cetro un ojo humano abierto, y en el remate bajo del escudo una letra que dice: Et humilia respicit in coelo et in terra (Sal. 112).35 Y a la redonda de este cuadro están como por guarnición y en forma de romano todos los instrumentos de la pasión del Redentor. Tiene esta sala para su luz tres grandes ventanas al oriente, y al occidente otras dos, con una puerta en medio de ellas, por donde se sale a un gran patio de doscientos pies en largo y el cuarto menos en ancho, que llaman de los generales, por salir aquí las puertas de dos grandes que hay de-bajo del dormitorio que le divide del claustro y va a la enfermería. El uno, de teología, que tiene cien pies de largo y veinte y ocho en ancho, con una cátedra de cedro muy bien labrada, y de la misma manera los escaños y bancos sobre que se escribe; y el otro, de artes, que tiene el mismo ancho y cuarenta y cuatro en largo. En medio del patio está una fuente o pila de agua, y en la frente de él, al occidente, la enfermería, debajo de la cual está la hospedería que tiene catorce o quince celdas; y por el ángulo siniestro de él se sube también a la enfermería.

Al principio de la sala grande, que acabamos de referir, y luego como entramos por ella a mano derecha, está la caja de la escalera principal del convento por donde se sube al dormitorio mayor, que está fuera del cuerpo de él, entre él y la iglesia, y algo más alta que él, cubierta de bóveda de arista, por cuyos lomos corren de pintura unas sartas de ramos y frutas enlazadas que salen de unos festones que están en las repisas y rematan en un círculo que está en medio de la bóveda, en que hay otro hieroglífico casi semejante al segundo del cuadro de la sala mayor. Tiene la escalera dos órdenes de escalones, con sola una mesa, como la del colegio de San Gregorio de Valladolid,

32 San Lucas, 15. 4-7.33 Referencia al sueño de la madre de santo Domingo en el cual un perro con una

tea que llevaba en el hocico encendía al mundo. Además, la orden tenía como uno de sus emblemas dicho perro pues se consideraban los Domine cane, los perros del señor, lo que constituía un ingenioso juego de palabras.

34 En el evangelio según san Juan (10. 11) se lee: ego sum pastor bonus bonus pastor animan suam dat pro ovibus que significa “yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas”.

35 Significa “y se abaja para ver los cielos y la tierra” (Salmo 112. 6).

Escalera principal

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aunque más ancha, con tres grandes ventanas al oriente, norte y sur; y debajo de ella está como dijimos el lavatorio de manos con dos puertas, una que sale a la misma sala y otra a la sacristía, que están siempre cerradas con llave común.

Al fin de la sala, sobre mano izquierda, se entra al refectorio, que corre de oriente a poniente, y tiene doscientos pies de largo y treinta y tres de ancho, y ocho ventanas grandes de una y otra parte. En cuya frente está un gran cuadro de lienzo que casi le ocupa todo, y en él la cena del Redentor, de pincel, de curiosa y excelente pintura, con su marco y guarniciones doradas. Y por las paredes de los costados bajan de las soleras unas tarjas bien formadas de colores, y en cada una de ellas, del medio cuerpo para arriba, la imagen de un santo así de los de la orden como de los otros principales de la Iglesia. Cada una de las cuales tiene dos ángeles a los lados, como en el aire, que traban de ella con la una mano, y con la otra tocan una trompeta o clarín, de cuya boca sale un rótulo con una letra divina al propósito del santo. Dista la una tarja de la otra más de tres varas, y en medio de ellas están unos mascarones de cuyas bocas salen, bajan y se traban flojamente en forma de arco unos almaizales de colores. Y así tiene también para su servicio una gran oficina o despensa y patio para tinajas en el ángulo del norte, que hacen el mismo refectorio y el cuarto real a la parte de la huerta y cocina.

Por la parte siniestra del cuadro y pintura de la sala mayor, se entra abajo del cuarto real, que inmediatamente se le sigue; el cual tiene tres divisiones correspondientes a los dos órdenes de celdas y ambulatorio de arriba; la de medio, sirve también de ambulatorio, y en las colaterales están todas las otras oficinas del convento. Cocina que sale a la entrada del refectorio y se comunica con él por dos ven-tanas, con dos o tres despensas y dos corrales que se siguen el uno al otro a la parte de la huerta. Dos procuraciones:36 una particular para él y muy grande, y otra de provincia. Barbería, ropería y otras piezas que sirven para otros fines.

Todo este gran edificio está en cuadra con la iglesia y trabado y acompañado lo uno con lo otro, excepto el cuarto real que sale de él, de por sí y exento, hacia el norte, en cuyo remate tiene como dijimos unas secretas para su servicio. Y todo lo demás de este edificio por la parte occidental sirve de huerta, excepto lo que corresponde a casa de novicios, que es un gran corral de cien varas en cuadro, poco más o menos, que sirve de lavatorio y tendedero para la ropa del conven-

36 Trátase de la dependencia del convento donde el procurador, encargado de la administración, lleva a cabo sus labores.

Lavatorio de manos

Refectorio

Oficinas del convento

Huerta y lavatorio de ropa

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to. En la huerta hay algunos árboles frutales y en especial higueras y parras, que son las que mejor se dan en este sitio; porque por estar el agua muy cerca de la superficie de la tierra, ser salobre y llena de salitre, en dando las raíces en ella, se seca el árbol, y éstos se conservan más porque tienen menos raíces y no profundan mucho. Lo demás de la huerta sirve para hortaliza.

Hay de ordinario en este convento más de cien frailes, cuarenta sacerdotes, cincuenta o sesenta de casa de novicios, y doce o quince legos.37 Y este año, 1607, en que esto se escribe, hay 120 sin los muchos huéspedes que cada día ocurren. Y así hay también en él estudio general de artes y teología, con todos los lectores y oficiales necesarios para él.

capítulo 3

de la consagracIón de la IglesIa de santo domIngo de méxIco y campanas de ella, de su gran vIrtud para

contra los nublados y tempestades, vIrtud de los exorcIsmos de la IglesIa y cosas notables acerca de esto

Sólo le faltaba a esta iglesia para llegar a un punto de excelente gran-deza, el estar consagrada.38Y aunque para consagrarla se habían ofre-cido muchas ocasiones, nunca los religiosos vinieron en ello muchos años, así por no ser precisamente necesario para que una iglesia se llame tal, y en ella se celebren los oficios divinos, como por los muchos cuidados que trae el mirar por la conservación de la consagrada y peligros que en razón de ello se suelen ofrecer, para los cuales era y es muy ocasionado el mal sitio, y de tan poca firmeza en que ella y esta insigne ciudad están fundadas como dijimos. Pero no obstante esto, viendo que al fin se conservan en ella los edificios por muy grandes que sean, y que la consagración, demás de no ser superflua en las iglesias, se les añade con ella un cierto grado de santidad, de mayor

37 Los frailes legos eran religiosos que no accedían al sacerdocio, pero que hacían los votos de castidad, pobreza y obediencia que los vinculaba con la orden. En la Orden de Predicadores, los religiosos legos eran aquellos que no podían cumplir con la misión específica de este instituto, que era la predicación, por no saber latín, por algún impe-dimento —por ejemplo, haber sido médicos o astrónomos en la vida secular—, o bien, por humildad. Se dedicaban sobre todo a las tareas burocráticas, técnicas y manuales. Cfr. Pita Moreda, Los predicadores novohispanos del siglo xvi, Salamanca, Editorial San Esteban, 1992, p. 27.

38 Ágreda no pudo desatar esta abreviatura, que seguramente el original presen-taba. Conservamos el signo de admiración que él colocó en su edición del texto.

1607

Consagración de las iglesias pa qué¡38

c. 1 n.2

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