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CONTENIDO EDITORIAL 3 ESCRITURA DE CONTRATO PERTENECIENTE AL TENIENTE GENERAL DE PUERTO VIEJO DON JOSÉ BELÁZQUEZ DE NAVAS SOBRE LA DIRECCIÓN DEL NEGOCIO DE TABACO Jodison Javier García Alcíva 4 PORTOVIEJO EN LOS ALBORES DE LA CONQUISTA EUROPEA. LA EXPEDICIÓN DE LA ARMADA DEL SUR José Lorenzo Saá Bernstein 13 PORTOVIEJO EN 187 ANÁLISIS DEL EMPADRONAMIENTO Álvaro Renato Mejía Salazar 28 PODER/LITERATURA: ELOY ALFARO, MARTÍ, DARÍO Y VARGAS VILA Humberto E. Robles 38 ORÍGENES DE LOS ZEVALLOS EN EL ECUADOR Javier Gomezjurado Zevallos 49 EN LA TUMBA DE DON PEDRO FERMÍN CEVALLOS. 2012 Pedro Reino 55

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Contenido

editorial 3

esCritura de Contrato perteneCiente al teniente general de puerto Viejo don josé Belázquez de naVas soBre la direCCión del negoCio de taBaCoJodison Javier García Alcíva 4

portoViejoen los alBores de la Conquista europea.La expedición de La armada deL SurJosé Lorenzo Saá Bernstein 13

portoViejo en 187anáLiSiS deL empadronamientoÁlvaro Renato Mejía Salazar 28

poder/literatura:eloy alfaro, Martí, darío y Vargas VilaHumberto E. Robles 38

orígenes de los zeVallos en el eCuadorJavier Gomezjurado Zevallos 49

en la tuMBa de don pedro ferMín CeVallos. 2012Pedro Reino 55

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editorial

Para un manabita es cosa de ho-nor el nombre del General Alfa-ro. Idolatrado e indiscutido, su

nombre desfila en la memoria de todos nuestros comprovincianos sin máculas algunas y sin reproches posibles.

En algunas ocasiones, especial-mente cuando en otras latitudes, voces autorizadas nos quieren hacernos re-flexionar sobre temas en donde el Ge-neral pudo haber eludido responsabili-dades –temas como, reformas agrarias, tributarias o financieras–, sin dudar, emprendemos una especie de defensa a ultranza, muchas veces irrazonadas e imposibles.

Meditando seriamente, creemos que Alfaro, el Alfaro político, el huma-no, el poseedor de afectos y desafec-tos, debió tener errores. Debió haber tomado medidas equivocadas algunas veces y debió haber errado en juicios sobre situaciones y conductas. Debió haber cometido actos de injusticias también. Era un ser humano al fin y al cabo. Y debió haber sido así, porque si no ¿a qué circunstancias obedeció su muerte y por qué fueron tan impla-cables sus adversarios, detractores y enemigos?

Pero pensamos que una revolu-ción profunda aunque inacabada, la gestación de una obra magna de inte-gración, una visión de patria entera y renovada y un sacrificio inmarcesible, lo salva en un juicio definitivo.

Cuando Humberto Robles nos des-cubre la verdadera intención del gran poeta nicaragüense Rubén Darío de manchar la figura y la imagen de Alfa-ro no nos sorprende por dos razones: primero, porque siempre se supo que el creador del modernismo, poeta su-blime, si lo hay, practicaba el turbio y penoso ejercicio de alquilar su pluma y su prestigio. Solo así pudo pasar por “niño mimado” de tantos gobiernos centro y sudamericanos; y, segundo, porque desde la horrible muerte de Alfaro, sus asesinos, ricos y generosos, se dedicaron a comprar plumas nacio-nales e internacionales para justificar la atrocidad del magnicidio.

Pese a todo, seguiremos concep-tuando a Eloy Alfaro como uno de los mejores ecuatorianos; aunque solo sea para, a más de cien años, aquila-tar aún más su vida, su obra, su esca-lofriante fin y la verdadera catadura moral de sus asesinos.

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esCritura de Contrato perteneCiente al teniente general de puerto Viejo don josé

Belázquez de naVas soBre la direCCión del negoCio de taBaCo*

Jodison Javier García Alcíva1

Acuerdo del Cabildo De Puerto Viejo, sus vecinos principales y el teniente ge-neral don José Belázquez de Navas para llevar organizadas por la jurisdicción de la ciudad todas las cosechas de tabaco te-nidas en sus chacras y que hubieren de ser empetacadas y liadas en recuas de asnos hasta el puerto de Manta, por mutua dis-posición de las partes costando de su paga a cuatro reales y medio de plata por cada manojo - Escribanía de Andrés Márquez de Gaceta.2

En la Ciudad3 de San Gregorio de Puerto Viejo en beinte y nueve días del mes de noviembre de mil y seis-cientos y cinquenta y cinco años ante mí el Escribano Público y Testigos

* Archivo Histórico del Guayas (AHG) – Es-critura Pública / Protocolo 119: De los bienes, contratos y testamentos Del teniente general De puerto viejo Don josé belázquez De navas-es-cribanía De anDrés marqués De gazetta. Según consta en el Catálogo del Fondo Documen-tal de Manuscritos, tomo I (edición 2010). Página(s): 18. Este documento fue reduci-do, modificado y enviado para la revista Spondylus de la ciudad de San Gregorio de Puerto Viejo el 22.I.2013, con la autoría del Señor Jodison Javier García Alcívar ([email protected]).

1 (17.II.1991). Estudiante de la Licenciatura en Historia del Arte por la Universidad de Es-pecialidades Espíritu Santo (UEES) de Sam-borondón. Asistente de Gestión Cultural y Biblioteca, pasante laboral –modalidad tem-poral– en el Archivo Histórico del Guayas (AHG). Usuario redactor, colaborador mul-timedia e investigador experto en discusio-nes sobre Asuntos hispanófilos de América La-tina, el Caribe y las Filipinas, como referentes

de la temática: Imperio Español - [Sección Quitense] para la Fundación Internacional Wikimedia.

2 Inicio del folio 15 sobre papel sellado con el Escudo de Armas del Rey Don Felipe IV de España que tiene impresa la codificación: Sello tercero, un real de mil y SeiScientoS y cuarenta y ocho y cuarenta y nueve. Para los años de 1652 y de 1653.

3 Esta escritura superficialmente comprueba que Puerto Viejo como población legítima-mente constituida ya no ostentaba la menor categoría de Villa, sino que poseía el privile-gio de ser Muy Leal y Muy Noble Ciudad. Lo que no sabemos es cómo, cuándo o qué documento lo menciona y contiene. Hay suposiciones en años imprecisos de citar-los que propone la historiadora manabita Tatiana Hidrovo afirmando que “en el caso de Villa Nueva de San Gregorio de Puerto Viejo, se dice que esta población recibe pos-teriormente el título de Ciudad, entre 1540 y 1566” (Hidrovo Quiñónez, 2006, p. 57). Es decir, entre los años transitorios de Quito como Gobernación autónoma y como Real Audiencia dependiente de Virreinato, exac-tamente durante los reinados de Carlos V y Felipe II de España desde 1556. De hecho queda pendiente realizar esta diligencia, que compete a los historiadores dedicados a los asuntos coloniales, de seguir investigando

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de yuso escritos pareció el Sargento Mayor Joseph Belázquez de Navas4

Justicia Mayor de esta dicha Ciudad a quien doy fe que conozco y otorgaba y otorgó que dava e dio esta Escriptu-ra de Contrato; que quien con los Ve-cinos de esta dicha Ciudad la da por rrota y chancelada para que no vayan, (porque de ínterin) haya se agotaren en tiempo de yuso5 por lo que toca de dicho otorgante, dexando el derecho a salvo a los demás otorgantes y a su (modo otorgó y firmó de su letra) en la dicha Ciudad.

Sepan cuantos vieren esta Escrip-tura de bentaja sien(do) obligatorio como Nos; el Sargento Mayor Joseph Belázquez de Navas Residente en esta Ciudad de San Gregorio (de Puer-to Viejo) del Perú y los Vecinos de la dicha Ciudad es a saber; Bartholomé Pérez de Burgos y Tomás Çambrano, Alcaldes Ordinarios de ella; Garci Ló-pez Çambrano y Diego Cedeño, Re-gidores; el Thesorero, Diego Martín de Garay; Gerónimo Sánchez; Pedro Bravo de Brito; Bartholomé Zedeño, Alcalde de la Santa Hermandad; Joan de Arteaga; Francisco de Espinales; Joan Macías6 Cortés; Joan de Sornos-en lo tumultuoso de estos rompecabezas de

escrituras renacentistas y barrocas. Siendo ésta una incertidumbre motora que nos debe obligar a rebuscar nuevamente folios nacio-nales e internacionales que contuvieren este cimentador dato. En todo caso, aclaramos que Puerto Viejo era la ciudad principal de la jurisdicción porque otros folios nos hablan textualmente de: “En el pueblo de Picoazá, jurisdicción de la ciudad de Puerto Viejo”, “En el pueblo de San Esteban de Charapotó, jurisdicción de la ciudad de Puerto Viejo”, “En el puerto de Manta de esta jurisdicción de San Gregorio de Puerto Viejo”. Queda en-tonces despejada en algo esta duda, pero no lo suficientemente sustentada como debiéra-se cometer citando documentación primaria que corrobore los datos oficiales sobre los privilegios y tratamientos simbólicos obteni-dos por esta ciudad manabita.

4 Es coincidente que durante el ejercicio de don Manuel de la Torre y Berna como corre-gidor de Guayaquil –sin constar el señala-miento de este Teniente General en las Actas de Cabildo consultadas– haya nombrado a su representante directo en Puerto Viejo a Joseph Belásquez de Navas. Lo cierto es que muchos tenientes generales fueron restitui-dos en sus cargos por simpatía del Corregi-dor electro-entrante y moción permisiva del saliente. La instancia social de la amistad y de las conveniencias materiales fueron el vínculo directo entre una y otra autoridad, pues quienes eran representantes provisio-

nales legítimamente eran escogidos en el caso del Corregidor por el Virrey la Corona, y en el del Teniente por venia del Corregidor. No podemos determinar si el referido Joseph Belásquez de Navas había sido antes Tenien-te de Puerto Viejo o si lo sería después. En todo caso, subrayamos que los Cabildos de Guayaquil, en el tomo III, aparece que desde los desarrollados en el período de 5.VIII.1655 al 5.XII.1656 no consta la presencia del Corre-gidor en la ciudad; posiblemente, por encon-trarse en Puerto Viejo, siendo reemplazado por su teniente general en Guayaquil Fran-cisco Abad de Quiroga hasta el 28.VI.1657. En las Actas del Cabildo Colonial de Gua-yaquil consta disponible la participación del Teniente como Vecino principal de la ciudad en un Cabildo abierto “[…] el Señor General Corregidor mandó se abriese este Cabildo y a él fuesen llamados los más Vecinos que se hallaran, y fueron llamados […] el Sargento Mayor Jose-pe Velásquez […]” (Freile Granizo, 1974).

5 Suso. 6 Es confusa la interpretación litero-inicial de

la segunda sílaba en C como T, pues cam-bia totalmente de sentido al apellido por un nombre como Matías; por ello, incluso el resultado de la revisión mía se inclina por Macías, tal cual es repetible confiar en los folios posteriores.

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sa;7 Xrispoval8 del Salto; Diego López; Andrés de Argote Nabarrete; Miguel Pérez y el padre Martín Gonzales Vás-quez, Cura, Vicario y Comissario de la Santa Cruzada/9 de esta dicha Ciudad nos obligamos ttodos los de man co-mún y cada uno de Nos Yn Solidun por lo que nos toca en esta manera=

(En la Ciudad) de San (Gregorio de Puerto Viejo del Perú a .....10 días del mes de .....11 de mil seiscientos y cinquenta y cinco años ante mí el Es-cribano Público pareció el Comissario de la) Santa (Cruzada Padre Martín Gonzales Vásquez a quien doy fe que conozco, notificando que por cuanto

se cometiere señalar como acuerdo de las partes de mandar liar y empetacar el tabaco que) algunos (Vecinos de sus chacras lo cogieren para hacer la en-trega de las cargas) acepto ser infor-mado lo saquen12 (al Puerto de Manta, llevándoselos a cumplimiento con las recuas de asnos dispuestas a juntar-les según todas las dichas según lo propusiera este Cabildo y el Teniente General) de esta dicha Ciudad Don Joseph Belázquez de Nabas,13 (tratase lo siguiente=).

Ante mí, (f) Andrés Marques de Gasetta

Escribano Público y de Cabildo

Que Yo, el dicho Sarxento Maior Jo-seph Velázquez de Navas me obligo a comprar el tabaco que los Vecinos de susso referidos sigieren14 y confieren en las cosechas que cultivaren y (así se) beneficiasen por tiempo de cinco años

7 Es entendible también la denominación transcriptiva de Lornossa.

8 Cristóbal.9 Vuelta folio 15.10 No sabemos si esta iniciativa del Contrato

fue estipulada verdaderamente por el Co-misario de la Santa Cruzada, en todo caso, se completaron los espacios que yacen entre paréntesis para dar sentido completo al pá-rrafo que apenas de obtener unas cuantas palabras es irrecuperable e imposible de lo-grar su transcripción absoluta; incluso, algu-nas de las codificaciones referidas tienen in-terpretaciones a medias que sostengo deban ser revisadas por otro transcriptor a futuro, para que se compruebe si la versión presen-te está errada del contexto en que el docu-mento lo señala. Por tanto, para concordar cada letra se asumió que lo correspondido a la denominación oficial de SANTA está li-gado a quien ejercía la Comisaría de la Santa Cruzada, adjunto al Título de Cura y Vicario de la Ciudad asignado, en este caso según otras líneas del Protocolo, al padre Martín Gonzales Vásquez confiablemente, o, en segundo pla-no, objetivo afín a la unificación textual de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, pero en ambas situaciones son vinculantes con aquel ámbito. Lo que notifica el acuerdo de “liar y empetacar las hojas de Tabaco” es repetitivo, según la propuesta de Contrato

presentada por el sargento mayor don José Belásquez de Navas; tal como consta en el registro siguiente.

11 Es muy posible que esta petición se haya producido entre septiembre, octubre o no-viembre del año de 1655, tal como consta al inicio y al final de la Escritura de Contrato, inclusive, afortunadamente, es concordante con cada fecha de los folios que le preceden y le suceden.

12 Es también sugerente la interpretación de sea quien.

13 El nombre es legible, pero lo curioso es que parece estar incorporado o alineado a la unidad del escrito en el párrafo –aunque la ortografía fuere a modo de firma–; se proce-dió a interpretarla como cualquier nombre principal sin permitir o alterar los conteni-dos transmisores, aplicando esta certeza que hago conocerles en lo metódico y pausado de la transcripción ejecutada.

14 Sugieren o Siguieren.

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No. 35 • Un encuentro con la historia

que an15 de correr y se an de contar desde (el) primero de Henero del año (próximo pasado) que viene16 de mil y seiscientos y cinquenta y quatro,17 por precio y cantidad de veynte rreales de plata por cada cien manojos del dicho tabaco con cesión y calidad que los di-chos Vecinos de suso referidos, (han) de senbrar y beneficiar(se) (d)el dicho tabaco (arando las huertas) en tierras altas y no (en las) begas por ningún ac-cidente (suscitado); (o con lamentable dificultad) ni a(l) calsimiento que suse-da ni por ninguna caussa ni razón que sea de las quales chacaras18 que así (se) hicieren/19 no an de coxer más que la prime(ra), (la) deja(ren por? lo) princi-pal (revisada) y (habiéndola) cojido (la atadura) para cojer los manojos (que) dé m(andado) de avisar y llamar(me) a que lo sea p(or) mano (de sus cria-dos), (que cuidadosamente) se an (de) enpetacar y liar y no lo arán hasta que dicho sea avisado; así luego me obli-go de yr en persona dentro de un día de cómo me lo hagan saber (cuando lo dispusiere) a lo rresibir y ber o de ynbiar personas que por mí (autoriza-ción) lo haga(n) (revisar), que bastare para que dicho passe por lo que (a) tal

persona sig(u)iere y le sirviere, porque es condición que el dicho tabaco a de ser (empetacado y liado) a mi satisfac-ción y en casso que sobre (ello exista inquietud), (de) esto ay el litijio, con-tienda o duda de la bondad del dicho tabaco20 (se dará a menester la pes-quisa) y (Yo) el dicho Sarxento Maior Joseph/21 Velázquez de Navas e de nombrar una persona de mi parte que juzgue y declare la calidad y bondad y la parte (en) que (puesta cada atadura) lo a de entregar (con) otra (carga) (fue-re sustituida), y por lo que estas dotes? (lo señalan y a las) personas (que) dije-ren e nos de(s)pojaren22 así dicho que soy quien lo a de resebir y pagar como el que lo ubiere de entregar y bender y las petacas que se hizieren para el dicho tabaco an de llebar a quinientos manojos cada uno, que an de pesar a quatro rreales23 y medio cada manojo y enpetacados y liados al asno? de las dichas petacas an de pesar a seis arro-bas y media cada una y lo que más (de cantidad) pesare me obligo a lo pagar al rrespecto de los veynte rreales cada ciento prorratado, lo que más tubiere de las dichas seis arrobas y media pe-taca y costo; (cuando ocurrido) que la sementera (que) del/24 dicho tabaco se

15 Han.16 Por vino. Resulta mal conjugado y equivoca-

da de su ubicación el tiempo del verbo venir. 17 O ya estaba vigente el contrato desde el año

anterior en relación a la fecha de la docu-mentación, o se equivocó descaradamente el Escribano de colocar el número seis para el año de 1656.

18 Chacras.19 Inicio folio 16. 20 Se refiere a algún problema de tramitación

jurídica, pero habrá que indagar la proble-mática a futuro, ya que es muy escasa la documentación sobre Puerto Viejo y todo lo

relacionado de su administración edilicia en esta época.

21 Vuelta folio 16. 22 Es cuasi entendible la palabra dieren tam-

bién. 23 Esta cantidad de veinte reales están disponi-

bles en una confusión visible en la trascrip-ción en la relectura de la medición sobre las cantidades, entienda que están aplicados al transporte de las mulas por cada cien mano-jos que fueren cargados.

24 Inicio folio 17.

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pintare25 de manera que no es (concen-tir de lo) cojer ni benefisiarse (de) la co-vranza de él y que (ante esta razón ca-lamitosa, se analizare viendo que sí) el defecto sea tal que no se pueda coger (en lo posible nada); les doy permissos y facultad a los susodichos Vecinos (re)feridos y a qualquiera que (de quienes en) esto le susede26 para que corten aquella sementera, y dé las prendas?27 que el(lo) (de)manda(re), (en cuanto a) los hijos cojan la cosecha dejando per-der la primera por los defectos dichos y deban (en) lo contrario (volverla a hacer); (que) sea de entender siendo el año y temporal que no an de cojer más de la primera asta (una sola vez) como pueda dicho de la qual an de co-jer y beneficiar(se) (d)el tabaco que me hubieren de bender y entregar y hací legol(o)28? todo y empetacado lo an de poner en el puerto de Manta de esta jurisdision a su costa donde me obligo a lo rresevir dentro de veynte y quatro

oras de como llegue de tener persona que lo resiva dentro del dicho tiem-po, y (que) passado a de correr por cuenta y rriesgo (mío) trayendo rrasón de cómo lo tienen puesto en el dicho puerto de Manta y si por defecto de su bondad se confiere por las dichas personas que así nombraremos como de (lo) suso (pretendido) pueda acep-tarse; que no es de dar y rrecevir y tal como a mí (solamente) convenga(me), (sin que) qualquiera de los Vecinos de susso referidos que lo ubiere cojido no a de poder bender el dicho tabaco, que lo dejare con la condision (que) dicha a otra ninguna persona (natural) de la (ti)erra ni de fuera de ella,29 ni lo e30 de estar obligado a lo rresebir y casso que dicho tabaco después de conferido (su envío y) vintilada31 su bondad32 por las dichas personas que emos de nonbrar en casso de duda, declarando ser bue-

25 Se pudriere, quiere decir por las manchas que aparecieren en las hojas o en la calidad de su tratamiento de secado.

26 Suceda. 27 En el contexto de lo referido asúmase como

sinónimo de rechazos o despojos. Quizá en otro sentido contrario sea una simulación ortográfica de la palabra prebendas. También es cercano a un sinónimo de ganancia.

28 Interpretación que también podría ser dejolo. 29 Este párrafo quiere decir que, exclusivamen-

te, los Vecinos Principales o afincados serían los únicos proveedores legales que recibie-ren privilegios económicos con las ganancias producidas, y exclusive ninguna persona india, negra o algún mercader o español au-torizado que no fuere Vecino, estaba prohibi-do de cometer su inversión en este negocio. Por visibilidad circunstancial de la secuencia histórica para este tiempo, la corrupción en la burocracia indiana ya era una realidad

tan endémica y sobrepasaba las expectati-vas de lo anti-católico (considerado herejía en su momento) o cultural. La ruina ideoló-gica y monetaria de la monarquía española simbolizada por la Casa de Austria, la venta de oficios temporales (periódicos) y perma-nentes (vitalicios) o el arriendo de cobranzas tributarias como los Estancos, Almojarifaz-gos, Cámaras y Alcabalas, sustentaron por condición de manutención el decaimiento de la institución regia y el descontrol en la administración burocrática; todo aquello favorecido por el viento jerárquico (criterio gubernamental), garantía sostenible a largo plazo de posicionado efímero, según el mo-mento de incertidumbres políticas e intrigas-rivalidades nobiliarias de explícito equiva-lente cortesano.

30 Puede interpretarse como ha. 31 Ventilada como sinónimo de auxiliada, bene-

ficiada o librada. 32 Consumada la transacción monetaria en tér-

minos contemporáneos.

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nos y en estado de aclarassion; dicho (esto) no lo quisiere resevirme33 pueda obligar la Justicia de esta Ciudad a que lo resiba y pague por el balor de los dichos veynte reales/34 (de) cada cien manojos y executarme por ello como por escriptura fueren cifra de plaso cumplido y de sentencia de Juez com-petente por dada en cosa juzgada= Y la paga de lo que baliere el dicho tabaco que cojieren, beneficiaren, lia-ren, enpetacaren y entregaren con las condiciones referidas en cada un año de los cinco referidos me obligo a lo cojer y pagar al tiempo de la entrega sin dilación alguna siendo cumplido el plaço de la paga de ellos y me los an de pagar y (de)bolver en reales y para que ni yo, ni ninguno de los susso re-feridos Vecinos en ningún tiempo ale-guemos de nulidad, fraude o engaño, como (in)combenidos o (porque sí) faltáremos con alguna de las condicio-nes dichas en todo con parte fech(o) el trato cumplido y chancelado y de ningún efecto con el que hasí lo hicie-re con más (de) cien pessos de a ocho reales que a de pagar de pena (en me-dias partes) el que caiere (e incurriere) en ello faltando a lo aquí otorgado/35 y rreferido aplicados por la Real Cá-mara de Su Magestad y limosna para la fe36 de esta Santa Yglecia en que to-dos juntos de man común y cada uno

33 Recibirme. 34 Vuelta del folio 17. 35 Inicio folio 18. 36 Es entendible Fa. 37 Está incorrectamente conjugada la frase que

completa la palabra; pues referente del ver-bo, el Escribano olvidó redactarlo en modali-dad infinitiva como incumbir; o, en su relativa variación, podría aplicarse incumbencia, res-

pecto de la citación que en el texto se trata. Sinónimo equivalente a la palabra Tocante o Relacionado con alguien o grupo de personas.

38 Entendido. 39 Aceptaban. 40 Es implícito aquí el amparo de alguna com-

petencia-concordancia jurídica hallada en las Leyes de Indias.

41 Vuelta folio 18.

de Nos IN SOLIDUN por lo que n(os) toca, nos damos por yncunbo37 (en lo esto estipulado), y condenados desde luego que lo contrario hagamos y to-dos juntos los dichos Vecinos referidos en el principio de esta Escriptura de Contrato, Venta y Asiento; y (se) obli-garen del dicho tabaco aviendolo cydo y entendidido,38 dijeron que lo aseta-ban39 y asetaron y otorgaron y que no yrán ni bendrán contra él en todo ni en parte en manera alguna y el dicho Sarjento Mayor Joseph Velásquez de Navas por lo que le toca lo ace(p)tó y otorgó, y a su cumplimiento obligaron sus perssonas y bienes rraíces a e(l)e(c)ción y derechos avidos y por aver con sumisión y poderío (sean obedientes) a las Justicias y Jueces de Su Mages-tad de qualquiera parte que sean y en espesial a la de esta dicha Ciudad y al Corregidor de la de Guaiaquil y Alcaldes Ordinarios de ella, a cuio fuero se sometieron y rrenunsiaron el suio por domicilio y Vecindad y la ley SIT CONVENERIT DE JURISDIC-CIONEM OMNIUM JUDICUN para (la) qual lo que dicho es, les obliguen y apremien como por sentencia difini-tiva de fiar(les) competente, (aquello) passado en cossa juzgada y rrenuncia-ron todos con leies, fueros y derechos de su fabor que la general (ley),40 que las prohibe y así lo otorgaron/41 que

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fecha en esta dicha Ciudad de San Gre-gorio de Puerto Biejo en veynte y un días del mes de Septiembre de mil y seiscientos y cinquenta y (cinco42) años y los otorgantes a quien Yo el Escri-bano Público doy fee que conozco; lo otorgaron y firmaron de sus nombres los que supieron, escrivieron y los que sí, rogaron a un testigo lo firmase por ellos que lo fueren; el Capitán Joan de la Rocha; Bartolomé Zedeño, Procu-rador General de esta dicha Ciudad, Garci López Méndez Cavello,43 pre-sentes, de que doy fee (y lo) otorgo= lo damos conbenidos = no bale44= entre renglones = el asiento bale45? =

(f) Joseph Belásquez (de Navas). (f) Bartholomé de Burgos. (f) Thomás Çambrano. (f) Martín Gonzales Vás-quez, (f) Garci López Zambrano. (f)

42 Se estableció la misma enumeración de año compartida por los folios anteriores, ya que no es lógico que el tiempo se adelantara o tardara tanto respecto del año de 1655 para colocar una fecha explícita que en el docu-mento fuera ilegible, pero está parcialmente destruida la formación de la fecha exacta. Constando mutilado por ende el dato reque-rido y agregado por el transcriptor.

43 Lamentablemente el Escribano se equivoca por citar dos apellidos que no pertenecen a la persona posteriormente firmante en lo que respecta a “Mendez Cavello”, lo cual en esta Escritura Pública se refiere al “Bachi-ller Joan Méndez Cavello Comissario del Santo Oficio” en la Tenencia de Puerto Viejo. Nie-go que halla asistido a la sesión porque su firma no consta al final y, por lo tanto, fue una precipitación del Escribano confundirlo como apellidos de otra persona. Los folios sucesores nos hablan de lo fundamental que esta persona ejercería para hacer posible el traslado del tabaco hasta Manta.

44 Es interpretable a simple vista también como No sale.

45 Es tan confusa la letra asumida por el autor como S, que puede interpretarse conjugada como H y O reunidas parcialmente en H° o Hro como abreviatura correspondiendo su descifraje a la denominación de Henero en grafía de la época que trata este documento.

46 Quien firma dos veces en el mismo folio, una consta en la parte inferior derecha y otra en la izquierda, a continuación de su prime-ra firma, siendo la última de todos quienes firmaron este documento.

47 Andrés Marqués de Gazetta, o en otras grafías de su tiempo variando su segundo apellido: Gaseta o Gacetta, es conocido que fue Escri-bano Público, de Cabildo, Minas y Registros de la Ciudad de San Gregorio de Puerto Viejo, sus Términos y Jurisdicción en primera ins-tancia oficial; aquello sin que la proporción del dato se explique mejor (a motivo que haya sido muy posible haberse encontra-do su titulación fidedigna en los Libros de Cabildo de Puerto Viejo). Posteriormente hay indicios de suposición en el plano de la investigación sobre Asuntos Coloniales del Ecuador que corroboran le fuera concedida-confiada posiblemente o quizá (esto todavía no comprobable en historiografía manabita) la primera Notaría Pública en territorios de Puerto Viejo según consta en su título De notario público De las inDias Fechado a 20.viii.1670; dado en Madrid por la Reina doña Mariana de Austria quien por enton-ces ejercía la Regencia del Reino (17.IX.1665-6.XI.1675) y signado por su secretario don

Diego Sedeño. (f) Martín de Garay. (f) Francisco de Espinales. (f) Gerónimo Sánchez. (f) Bartholomé Cedeño. (f) Pedro Bravo de Brito. (f) Christoval del Salto. (f) Joan de Artiaga. (f) Mi-guel Pérez. (f) Joan Macías Cortéz. (f) Andrés de Argote.

A rruego y por testigos.(f) Juan de la Rrocha.46

Ante mí, (f) Andrés Marques de Gacetta47

Escribano Público y de Cavildo

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No. 35 • Un encuentro con la historia

Gabriel Bernardo de Quirós, incluso siendo algo sorprendente sin haberlo conseguido en por la intermediación del Consejo, tal cual como con muchos Escribanos había ocurrido. Con esta merced regia se faculta-ba a desempeñar funciones privilegiadas en la administración de todos los Archivos judiciales y Extrajudiciales, Comprobantes, Escrituras, etc., puestas a su cargo, además debiendo pasar por su firma y lectura todas las modalidades de documentos que a su criterio quizá tardíamente estaban siendo dirigidos a Guayaquil, y por la lejanía de ambas jurisdicciones dichas diligencias se podían ahora realizar sin ningún atraso en Puerto Viejo por instancia directa. En las Actas del Cabildo de Guayaquil tenemos algunas referencias cronológicamente en-contradas, de hecho en el tomo VI (Cabildo: 8.VI.1682 - Segundo Asunto); se acuerda per-mitir a Andrés Marqués de Gaseta use el oficio de Escribano en la Ciudad de manera pro-visoria argumentando la sesión Capitular que “En este Cabildo se propuso que no hay Escribanos (únicamente no), más que el Es-cribano de Cabildo y no se puede hacer con un Escribano solo todo lo que conviene a la República y por cuanto está en esta Ciudad Andrés Marqués de Gaseta, Escribano Real, a quien se le puede entregar las llaves del oficio de Escribano Público que fue de Juan Martínez de Miranda, quien tiene puesto el dicho oficio y van corriendo los pregones por orden de Su Alteza, para que con esto haya a quien dé el despacho necesario al

bien público. Y Sus Señorías acordaron que, por no saber si lo pueden hacer o no, se le permita por tiempo de tres meses con cargo de que, en el (en)tretanto que se le rematare el dicho oficio traiga aprobación del Gobier-no de la Ciudad de Quito dentro de tres me-ses, y donde no (pudiere ser autorizado), no use de ello por más tiempo, y con cargo de pagar la Media Anata que tocare a Su Ma-jestad del dicho tiempo y se le entreguen los papeles por inventario, y haga el juramento necesario; con lo cual se acabó este Cabildo , y mandaron se haga saber la Real Provisión a los Señores Jueces Oficiales Reales, y se in-serte en este Cabildo, y lo firmaron” (Freile Granizo, 1980).

Notificación paleográfica

(a): Texto adicional propuesto por el autor.

? : Palabra o letra de dudosa inter-pretación paleográfica.

..: Espacios incompletos de numera-ción y codificación que no se pueden des-cifrar por pérdida o desintegración del soporte documental material y gráfico.

(f): Firma o signado de un nombre propio.

Bibliografía

Bibliografía textual

Freile Granizo, Juan,

1972 Actas del Cabildo Colonial de Guayaquil, tomo I: 1634 a 1639 / De la Primera Época, versión de Juan Freile Granizo, basada en la transcripción original de José Gabriel Pino Roca, revisada por Rafael Euclides Silva, San-tiago de Guayaquil. Publicación del Archivo Histórico del Guayas bajo patrocinio de la Junta Cívica de Guayaquil (31.VIII.1972).

1973 Actas del Cabildo Colonial de Guayaquil, tomo III: 1650 a 1657 / De la Primera Época, versión de Juan Freile Granizo, basada en la transcripción original de José Gabriel Pino Roca, revisada por Rafael Euclides Silva, San-tiago de Guayaquil. Publicación del Archivo Histórico del Guayas bajo patrocinio de la Junta Cívica de Guayaquil y con auspicio del Banco de Guayaquil y el Banco del Pi-chincha (10.VII.1973).

1974 Actas del Cabildo Colonial de Guayaquil, tomo IV: 1660 a 1668 / De la Primera Época, versión de Juan Freile Granizo, basada en la trascripción original de José Gabriel Pino Roca y revisada por Rafael Euclides Silva, Santiago de Guayaquil. Publicaciones del Archivo Histórico del Guayas (AHG) bajo patrocinio de la Junta Cívica de Guayaquil.

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1980 Actas del Cabildo Colonial de Guayaquil, tomo V: 1682 a 1689 / De la Primera Época, versión de Juan Freile Granizo, basada en la trascripción original de José Gabriel Pino Roca y revisada por Rafael Euclides Silva, Santiago de Guayaquil. Publicaciones del Archivo Histórico del Guayas (AHG).

Garcés G., Jorge A,

1946 Colección de Cédulas Reales dirigidas a la Au-diencia de Quito 1601 – 1660, tomo segun-do, versión de Jorge A. Garcés G./Paleógra-fo, vol. XXI. Prólogo de J. Jijón y Caamaño alcalde de Quito, Quito. Publicaciones del Archivo Municipal de Quito, 31 de enero de 1946.

1960 Paleografía diplomática española y sus pecu-liaridades en América, 2a. ed, Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana (24.VI.1960).

Hidrovo Quiñónez, Tatiana, Paulina Terán Gonzáles, y otros investigadores,

2006 Vientos de Rí, Guayaquil, Banco Central del Ecuador / Museo Nahím Isaías, agosto de 2006.

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2010 Catálogo del Fondo Documental de Manus-critos del Archivo Histórico del Guayas, tomo I, Guayaquil, Talleres Gráficos del Archivo Histórico del Guayas, octubre de 2010.

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http://es.wikisource.org/wiki/Acta_del_Cabildo_de_Guayaquil_%286_de_Septiembre_de_1653%29 .

http://es.wikisource.org/wiki/C%C3%A9dula_Real_para_la_Audiencia_de_Quito_%2817_de_Noviembre_de_1602%29

http://es.wikisource.org/wiki/Acta_del_Cabildo_de_Guayaquil_(8_de_Enero_de_1661)

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… Debieron haber zarpado en día dos (02) de enero,1 pero el Tonatiuh2 sentía que “algo” no cuajaba, sensación que le obligó mandar venir a Juan3…

… Llegado que fuere este, en medio de una parafernalia de solemnidades, despedidas y bendiciones, encárgale oficialmente la investidura de Gober-nador de las firmes tierras –de las nun-ca antes como entonces–, Christianísi-mas tierras firmes4 de Guatemala…

Las carracas5 serían diez; los casi nobles barloventeros, en su mayoría jóvenes mancebos, guerreros de mar

portoViejoEn los albores de la conquista europea.

La expedición de La armada del SurJosé Lorenzo Saá Bernstein*

1 Dos (02) de enero.- Miércoles dos (02) de enero (1534), se conmemora el día de San Gregorio de Nacianceno.

2 Tonatiuh. (Id. Quitché/ Kitche). SOL.- Des-cendiente/favorito; amado-reconocido del/por el SOL. // México.- 5to. SOL.

3 Juan.- Se trata de Juan el hermano de Pe-dro”: “el Tonatiuh”.

4 “Tierras firmes”.- Entiéndase como “tierras firmes”, las que en ese, su momento, estu-vieron ya consolidadas en favor y beneficio –entre otros– de la Corona española y sus a láteres* (*la Iglesia ).- Incluye a Panamá (Santiago del Alanje).

5 Las carracas.- Embarcaciones entonces con-sideradas modernas, frente a las usuales NAOS de la época… Carraca, Embarcación y Nao, son para estos efectos palabras sinó-nimas.

* Escritor e historiador nacido en la ciudad de Ambato.

Tren Andino, Carracas en el Amay

Tren Andino, San Gregorio Nacianceno

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6 CONCHAÜITA, Conchagüita.- Puerto y astillero naval sobre el O. Pacífico.- Nica-ragua (lugar en el que Dn. Pedro mando construir algunas de las carracas; donde –además– naufragaron dos destas*); que constituirían parte integral de la/su “Ar-mada del Sur”).

7 Una “caja”.- Un tambor8 Kachnikel.- Así llamada la comarca donde

“recogió” la gente (indios cristianizados) Quitché, los que le “acompañarían” en la/su expedición…

9 Lanzar/ “echar noventa (90) de sus equi-nos por la borda”. AGI.- Comentario.- Ten-go por seguro que, antes de fondear en el entonces ya llamado “viejo” puerto, en el seno de la bahía de las carracas, lo hizo –previamente–, en el entonces también ya

conocido y “bautizado” “puerto” de San Matheo de las esmeraldas, desembarcando y dejando algo de gente, y los supuestos náufragos de fatal destino, declarados 90 equinos; muchos de los mismos que, por “pura casualidad”, reaparecerán más tarde en la encomienda (Hacienda) de.. un acau-dalado Dn. Francisco de Orellana, tenien-te de gobernador en tierras/comarcas del ¡Man a bí/ Ma na bí …! (¿Can ce bí?)(1537).

*a.- quel.- que el (del autor-para lugares/bie-nes/objetos, etc.; por abreviar, en beneficio de la fonía; y, p.q.m.d.l.g. (f. El Eco) (Igual para “destas”*).

y tierra, en bulto alcanzarían a ser doscientos (200)…; doscientos vein-te y tres (223) los corceles; con otros, que no hombres entre los de pieles cobrizas y negras, para la estadística sumarían quinientos (500), acaso seis cientos (600).

CONCHAÜITA6 los despide alrede-dor de los días 29-30 de enero de 1534; cuando se hacen a la mar; entonces, del galeón los brazos: trepidan; enormes cucharas en curtidas manos: apalancan. Una caja7 en la panza de las entrañas del armatoste acompasadamente: re-tumba; los del Kachnikel:8 maniobran; poco conocidas aguas en la plana, casi pacífica mar del Sur: espera… …Se hace pues a las velas la Armada de Sur.-

Treinta y tres (33) días de navega-ción –a fuer de remos y velas– alega ante Carlos Dn. Pedro, el Caballero de Santiago haber bregado, aun por so-bre seguro navegando en permanen-

te ruta de cabotaje; comparece e in-continente declara: “… haberse visto obligado a lanzar noventa (90) de sus equinos por la borda…”.9

En los albores de la conquista europea

… Por supuesto, el Gregorio del vie-jo puerto en la bahía de las carracas, no podía ser menos quel*a de la parti-da en Conchagüita; atracan pues sus naves entre los días dos y tres (02-03) de marzo, del mil quinientos treinta

Tren Andino, Carracas en el Amay

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sionar en esta Gobernación de Pizarro, pues una vez tomada por las naves la costa, se torna imposible navegar, por cuanto existen corrientes marinas, y cielos tormentosos, entonces queriendo seguir adelante (navegando) en estas condiciones me forzaron a trabajar mu-cho con los navíos, viéndome obligado echar* (*lanzar) noventa (90) caballos a la mar, quebrando [rompiendo/tro-zando] además antenas [mástiles?] y rompiendo aparejos, por manera que fue por necesidad que hube de tomar tierra, por la cual me interné para se-guir adelante en continuación de mi viaje. Fol. 5.- En la seguridad de que la gran clemencia de Vuestra Majestad hará que de mi perdida y grandes gas-tos, yo perciba larga (generosa-grande) remuneración como mis servicios lo merecen; en esta no diré más hasta que llegue a esos reinos, en donde vuestra Majestad por mi parte con mayor deta-lle será informado. Que Dios a Vuestra muy Cathólica Sacra Cesárea Majestad, guarde y prospere con el aumento de mayores reinos y señoríos, como todos lo deseamos. Desde el Puerto de San Miguel, en quince (15) de enero (1535).- Sacra Católica Cesárea Majestad, Me-nor y más humilde vasallo de Vuestra Majestad que sus pies y manos besa.*c

Ironías del destino …Desembarcan hato y garabato,10 entonces en día sábado nueve (09 -¿12?) de marzo (1534), y bajo la ad-vocación de San Gregorio de Nisa, por ser el día de su conmemoración,11 en

y cuatroavo (1.534avo. Año Juliano) año*b de la era Christiana… Don Pedro de Alvarado informa (fragmento):

He de hacer conocer a Vuestra Majes-tad, que yo partí del puerto de Gua-temala con diez (10) naves y seis cien-tos (600) hombres de mar [marineros] y tierra [combatientes], además con doscientos veinte y tres (223) caballos, para luego de treinta y tres (33) días de navegación y, habiendo tenido que soportar mares tempestuosas y vientos contrarios, estos me llevaran a incur-

*b.- Según el calendario Juliano (años: ¿Balse-ros: desde ilore tempo <1522-24-25?; Euro-peos desde 26-28-29-31-33…).

*c.- (A.G.I. Patronato, 192, N.1, R. 9.Transcrip-ción paleográfica completa de este docu-mento ver: < http://www.trenandino.com/laconquistaespanola2.php>).

10 Desembarcan hato y garabato.- Desembar-can ganado caballar y otros: armas, pólvo-ra, municiones, vestimenta, etc.

11 Ser el día de su conmemoración.- Día ca-lendario/almanaque (marzo 09), fecha en la que se conmemora a San Gregorio de Nisa (es posible, que acaso la fecha de fun-dación, se diera unos días a posteriori).

Tren Andino, San Gregorio Nisa

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la forma de una doctrinaria se fun-dan/asientan, estableciendo el obli-gado “Real”.12

… No podía faltar el inefable cura, poderoso traficante –entre otras– de celestiales influencias y beneficios; no, el indispensable plumario: “dador (¿hacedor?) de fe pública”…

El primigenio conocido lugar de abastecimiento* (*y acaso algún cala-fateo) de las embarcaciones, tornado

como/en un Asiento13 de la Doctrina de San Gregorio, en el ya entonces vie-jo puerto (“puerto viejo”) de las carra-cas,14 (¿Asiento tardíamente fundado?) por Dn. Pedro de Alvarado y Conteras, quien con la (su) “Armada del Sur, se Allega al sector, saltando a tierra firme” en los primeros días (02-03) calendario, del mes de marzo del año 1534, desem-barca su gente y caballos, descarga sus embarcaciones, “…y las manda (a) bar-loventear”,15 procediendo en día sábado 09 de marzo (1534), día en que se reme-mora a San Gregorio de Nisa a poner bajo la advocación y admonición de este San Gregorio de Nisa, el lugar y la comarca, en el que con su gente e indios,15a se es-tablece/asienta/ Funda16…

12 Estableciendo el obligado “Real”.- Un fuerte; pero también, un símbolo/ícono/divisa, de la presencia/dominio de Es-paña y el Rey, en las correspondientes comarcas/”países”, con que la fuerza ex-pedicionaria se hacía evidente.

13 Es tornado en/restablecido como un asiento.14 De las carracas. Básicamente descrito (que

no nombrado) el lugar así, por ser este –el de puerto– el papel que desempeñaba (“la vocación” que tenía); pero, principalmen-te, para diferenciar esta fundación de otras similares (Sic. fundaciones), que con/ bajo el patronímico de San Gregorio (Bajo la ad-vocación y/o admonición de San Gregorio), se establecieron antes, o más tarde (se) pudieren en otros lares establecer…

15 “…las manda a barloventear”.- Aunque, así lo declara paladinamente Alvarado, en carta autógrafa a S.M. el Rey *(AGI), al pa-recer en la práctica, lo que hacen sus pilotos, es navegar con curso Sur, hasta alcanzar el delta de “un río grande” ingresar en él; y en pleamar, cursar sus aguas arriba, hasta don-de la navegación lo permitía (posiblemente hasta el actual Babahoyo), llegando a las comarcas del Amay!, lugar al que aparente-mente, ya hubieron llegado las dos (02) em-barcaciones, que uno, acaso hasta dos (01, /02) (¿1531/1532?) año/s antes, hubo para explorar despachado.- A*

A*.- A.G.I, 1533.- Código de referencia: es.41091.agi/16416.5.16.8//patronato, 192, N.1, R.1 Alcance y contenido: “Adelantado Pedro de Alvarado: estado en que tenía una armada”.- “Carta original escrita a Su Majestad por el adelantado Pedro de Alvarado, sobre el esta-do en que tenía una armada: que había enviado una nave y un galeón a descubrir por el Mar del Sur y que, si venían con buenas noticias, saldría con su armada y gente a poblar…” (¿1531/32?).

15a Al parecer a los indios aun no se los consi-deraba gente en ese entonces

16 En que él, su/el de él fundillo sienta /pone, cimientos –bases/descansa.– f. El Eco.

Tren Andino, Dn. Pedro de Alvarado y Contreras

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Nadie fundó Portoviejo

Dn. Pedro de Alvarado y Contreras, el Caballero de la Orden de Santiago, sí fundó en el para ÉL, ya entonces (1534) viejo puerto de las carracas; y, lue-go de establecer un Real* (*una peque-ña fortificación): una Doctrinaria, bajo la admonición (¿advocación acaso?) de San Gregorio de Nisa…!… Nadie fundó Portoviejo; el lugar de “Indias”, del entonces ya (injustamente) denominado Continente Americano.- Ubicado sobre las costas allende las ma-res del SUR; en realidad es una Bahía, con la que se encontraron / descubrie-ron; y, de lo que se conoce, en curso de cabotaje, regularmente en sus embarca-ciones acudirían-recalarían, desdeel año de 1526 los expedicionarios conquista-dores europeos, en/con el fin de abaste-cer sus vitales necesidades de a bordo.17

Para estos efectos tenían necesidad de fondear, atracar, echar anclas en la costa en algún lugar topográficamente apto para estos menesteres; encontra-do el mismo, lo denominarían/lo cali-ficarían como un puerto…; en el que, aun estando el lugar habitado por Inti anos,18 Nunca en los primeros años los

conquistadores Formalmente se asenta-rían19 como una Doctrinaria, para con-vertir a sus “herejes” nativos en fieles Cristianos, cuál fue siempre la declara-da razón de su presencia, …y su “nunca fementida” piadosísima intención…! Con el paso de los años y el estable-cimiento de otros Puertos en el área, a este primigenio, en el imaginario co-lectivo y para diferenciarlo de los otros nuevos, se le calificó con el descriptivo de (el) puerto viejo, pues en la comarca y para fines de la conquista-coloniza-

16a Aprox. Un (1º) grado de latitud meridional y en dos (2º) grados de longitud occidental (*De Mercator.) *Un grado en el cuadrante del Mercator, equivale a aproximadamente –entre– diecisiete y diecisiete y medio (17 y 17.5) leguas castellanas.

17 … necesidades de a bordo.- Agua dulce, alimentos, combustible (“leña”), etc.

18 Inti anos.- Adoradores del SOL.19 Al parecer el primero en hacerlo oficialmen-

te, es Dn. Pedro de Alvarado.- Ver: “Carta de Alvarado al Rey”.- A.G.I. Patronato, 192, N.1, R.9 fol. 1 + 1534.- “Entre tanto, con el

fin de que el descubrimiento no se hiciese, tomaron la posesión de todo; 13* sin embar-go, de que (el descubrimiento) no corres-pondía a las tierras dentro de la Goberna-ción de Pizarro, puesto que hasta ahora a excepción de él (Alvarado), ningún navío avía llegado; por tanto a mí me correspon-de la conquista de lo de adelante (las tie-rras del río de Amay y las del quito), así por el descubrimiento como por las mu-chas costas y gastos que he hecho, como por la gente14* que he metido en la tierra, suplico a Vuestra Majestad no permita ni consienta, que se me haga tan grande agra-vio; y, me dé lugar, para que yo siga con mis descubrimientos, tal como yo los hube comenzado, porque nadie como yo en ello a Vuestra Majestad podía servir”.

Tren Andino, Dn. Pedro de Alvarado y Contreras

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ción (del área quiteña), Babahoyo,20 tomaría su lugar como embarcadero. Como “el puerto en la bahía de las carracas”; para estos y otros futuros navegantes21 ya entonces considerado “viejo”, en donde efectivamente se es-tablecerá –como– un “Real” de avan-zada, en espera de la llegada de sus cabalgantes compañeros, con lo que “de poráy hubierende conseguido”.22 …!

Como Villa, se reasenta San Gregorio

La –hoy– Ciudad; actualmente llama-da (de) Portoviejo, fue restablecida, con un Expreso Mandato de Pizarro (D. de Almagro, vía Pacheco), para recibir a los colonos y expedicionarios que llegaban/“bajaban” de Nueva Espa-ña/México; y, los que “subían” de Castilla /de San Miguel del Piura, para enviarlos de inmediato “pasar para

arriba”,23 lugar en el que al momento se encontraba el ya entonces Mariscal Dn. Diego de Almagro; siendo que fue restablecida, como estuvo permitido24 en esa época, con su original nombre

20 Puerto fluvial.- Entonces llamado Santiago del Amay, la futura ciudad de Guayaquil).

21 En este caso, para Alvarado y subsecuentes expedicionarios.

22 “De poráy hubieren de conseguido”.- Típica expresión castiza, empleada cuando se pro-gramaba salir para la práctica de actos de bandalaje, por parte de los jóvenes, en los barrios pobres de la España de entonces…! Ref. “La culata”, ver: <http://www.trenan-dino.com/guayaquil4.php>.

23 “Pasar para arriba”.- Pasar a las comarcas del altiplano del quito.

24 Como estuvo permitido que: “…asientos y doctrinas, que así establecidos, con el trans-curso del tiempo y mediando una ‘Real provisión’ (Cédula Real), se convertirían en Asientos –en sus inicios–, pudiendo más tarde obtener –Insisto: vía Real Provisión– la categoría de villas; y, acaso luego la de

ciudad/es, sin importar el sitio en el que se establecieran o restablecieran”; pues: “Les hera permitido a los habitantes del lugar [del asiento osriginal/Primigenio], Llevar Consigo el Nombre de la ‘Ciudad’ que hubierende fundado y de la que se mudaban”, ya que este (insisto: El nombre) Se reputaba de su propiedad…”. A*

A*.- NOTA 1.- Carlos V dicta el 04 de mayo de 1534, en Toledo, una Real Provisión fa-cultando al Gobernador Pizarro… “Por la presente doy licencia y faculto a vos, el dicho capitán Francisco Pizarro, para que cada vez y cuando os pareciere que convie-ne a nuestro servicio, mudarse algún pue-blo de los hubiesedes poblado o poblasedes en los límites de vuestra gobernación lo po-dáis mudar y mudéis en la parte y sitio que vos pareciere que convenga…” (Pares-min-cultura españa-. <http//pares.mcu.es>).

Tren Andino, fundación de Portoviejo

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No. 35 • Un encuentro con la historia

de “Pila”,25 pero en calidad de una nue-va Villa y no única y solamente, como en el viejo puerto: Asiento de una Doc-trinaria de la advocación de San Gre-gorio; para custodiar la frontera norte de la Gobernación de Pizarro; región conocida y llamada de “La culata”.26

… No tubo pues inicialmente la cate-goría de ciudad, ni siquiera la de villa ninguna de las fundaciones españolas, pues absolutamente todas –insisto: las fundaciones hispaniolas– se iniciaron como asientos, acaso por excepción alguna(s) como Asiento(s).- … Para abundar en el complejo tema de tratar de historiar sobre y alrede-dor de las fundaciones, en tierras que los conquistadores llamarían Amé-rica; y, como ejemplo, he de anotar que Ambato, Guayaquil, Portoviejo, Quito, Bahía de Caraques, Ibarra, Rio-bamba, etc. ¡…no!,…!no…! No son los nombres originales de las –hoy– ciu-dades por estos “nombres” conoci-das y reconocidas; pero, sí lo son los de: San Juan, Santiago, San Gregorio, San Francisco, San Pedro, San Jacinto, san… san… respectivamente. Estos personajes fueron y siguen siendo, en estos “nuestros” días, los patronos de los anotados lares.

(Nota) Francisco Pizarro González vs. Pedro de Alvarado y Contreras fueron considerados pares/iguales ante la Co-

rona, el primero como Gobernador y Capitán general del Perú* (*incluye las comarcas y territorios del actual Ecua-dor República), cuando por Goberna-dor de México y Guatemala el segundo.

Pizarro, hijo de familia de modesto origen, Alvarado de casa nobiliaria (de segundo orden).

Estos dos y únicamente ellos (even-tualmente sus delegados, con provisio-nes expresas), en esta parte de las Indias, estuvieron facultados entonces por sus respectivas capitulaciones, para en el nombre del Rey poblar- asentar-fundar- “meter gente”, en las comarcas sujetas al proceso de conquista-colonización…

25 “Pila”.- Con respecto a la pila/fuente de agua bautismal, sitio en el que se practica el rito del bautizo e impone el Nombre a las personas de confesión católica apostólica romana.

26 “La culata”.- El límite Norte de la Goberna-ción de Pizarro. Ver: <http://www.trenan-dino.com/laconquistaespanola4.php>.

Poma de Ayala, en la práctica reproduce un concepto, pues jamás transitó/visitó –todos–

los lugares que grafica/dibuja/reproduce en su obra; por lo tanto, la grafías no son

reproducciones/“planos” de lo que en 1615 o antes serían, lo que él en su época llama

“ciudades”.

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Carta autógrafa del Adelantado Pedro de Alvarado a S.M. el rey

… Entre tanto, con el fin de que el des-cubrimiento no se hiciese, tomaron la posesión de todo, sin embargo de que (el descubrimiento) no correspondía a las tierras dentro de la Gobernación de Pizarro, puesto que hasta ahora a excepción de él (Alvarado), ningún navío avía llegado;27 por tanto, a mí me corresponde la conquista de lo de adelan-te,28 así por el descubrimiento como por las muchas costas y gastos que he hecho, como por la gente que he metido en la tierra, suplico a Vuestra

Majestad no permita ni consienta, que se me haga tan grande agravio; y, me dé lugar, para que yo siga con mis des-cubrimientos, tal como yo los hube comenzado, porque nadie como yo en ello a Vuestra Majestad podía servir…

“Desde el Puerto de San Miguel, en quince (15) de enero” (1535).Por manera que, si realmente se dio una fundación en algún –ya desde hace mucho existente– puerto (de bal-seros nativos) en el sector de la Bahía donde se abastecían las carracas, esta se daría como tal personalmente por (el Gobernador) Pizarro, en alguna de sus travesías; acaso por Alvarado (el Gobernador) su igual/su par, cuando envió uno, quizá dos años antes de partir con su Armada, dos (02) naves a explorar la zona; alternativamente cuando más tarde ingresando (¿arbi-trariamente?) en tierras de la gober-nación del futuro Marqués, se “alle-gara” hasta la tierras comarcanas del quito*…

(*Nota) Al lado de Dn. P. de Alvarado llegaría y combatiría Diego Centeno: (Ciudad Rodrigo 1514 – Chuquisaca 1549), este personaje es uno de los que, en 1534, logró llegar a la plataforma andina de la Colta (Kulka) cucha (cerca de la actual ciudad de Riobamba; fue ballestero y arcabucero).*… Entre el Gobernador Pizarro y don Diego de Almagro concertaron, enton-ces, que por cuanto Hernando Pizarro hubo venido a Castilla (Perú), con mi-ras a solicitar una Gobernación de la parte de las tierras correspondientes a el Cuzco, a favor de Dn. Diego de Al-magro, desde luego las que él fuese a conquistar, se le proveyó de un capi-

27 … Ningún navío avía llegado… Hace refe-rencia al curso superior del Amay (actual Babahoyo).

28 Se refiere a las tierras (1er. Asiento de San-tiago) del río de Amay y las del altiplano del quito.- A.G.I. Fuente primaria: Archi-vos españoles.- Patronato, 192, N.1, R.9.- fol. 1 Pirú 1534.-

Tren Andino, Fundación de Portoviejo

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tán llamado Pacheco29 para la costa30 de Puerto Viejo*, con el fin de que la am-pare31 y, para que a toda la gente que viniese, la hiciese pasar para arriba,32 en seguimiento del anotado Mariscal Almagro.33(1536-37); y, que luego de varios desplazamientos/reasenta-mientos devendría en la Villa nueva de San Gregorio del/en el puerto vie-jo/viejo puerto de San Gregorio (Rela-ción del viaje a Perú de Pedro de Alvara-do.- A.G.I. Patronato, 28, R.57).

Actualmente, ya no se usa el patroními-co de San Gregorio (este sí, un nombre “de Pila”, a la usanza y tradición Christiana obligatorias en esa época), y se recono-ce oficialmente el –bello– lugar, por su antiguo (“nombre”) descriptivo-refe-rencial constreñido/apocopado, como Portoviejo34…!

(Nota) La Iglesia Jamás hubiera permi-tido como patronímico algo semejante como: Puerto Viejo, Portoviejo, Quito, Riobamba, Ibarra, Guayaquil, Ambato, como Nombre (Bis: Patronímico) de/para que se asiente una doctrinaria; pues es, como/en la forma de doctri-narias, que absolutamente todas las en

29 Se le proveyó de un capitán llamado Pache-co* (*durante el asedio del Cuzco.- Mayo 06 de 1536 - marzo 1537). Ver: <http://www.trenandino.com/laconquistaespanola8.php>.

30 Para la costa de Puerto Viejo* (*del/ cita/ubicada/correspondiente al puerto viejo) (* N. del A, que no, necesariamente para el Asiento/posible “arbitraria” “Villa” de San Gregorio, lugar en el que quedaban muy pocos, de los que Alvarado hubo “metido en tierra”/ “poblado”).

31 Ampare.- Proteja (en contra de un –muy posible– intento de incursión de Dn. Pedro de Alvarado (me recuerda a J.J. Flores.- f. El Eco).

32 Pasar para arriba.- Pasar a las comarcas del altiplano del quito.

33 En seguimiento del anotado Mariscal Al-magro (1536-1537). Notar que a Almagro ya se le llama Mariscal y no Adelantado.

34 Portoviejo. Eventualmente este “nombre” tomado por algún cronista o mapa de ori-gen y lengua lusitanos, posterior a 1534.

35 Gonzalo de Olmos.- Olmos fue hombre de Alvarado, esta la razón para que sea “mal visto”, por la gente de Pizarro.

36 Villanueva A* de Puerto Viejo.- Benalcázar fue hombre de los Pizarro, como tal preten-de reivindicar el “antiguo” Asiento; y, por tanto, la llama villa nueva del viejo puerto y no San Gregorio.

el futuro ciudades –inclusive las hoy desaparecidas–, pues en toda la desde entonces llamada América hispana, se fundaron/ asentaron como doctrinarias; y lo son, bajo el mote y en el nombre de la Christiandad, puesto que cristianizar a los herejes sería el leitmotif al amparo del que se dan las conquistas de estas tierras… (de ser leitmotiv, ¡Póngale Ud. la música!.- f. El Eco).

La conquista española

El anotado capitán Gonzalo de Olmos,35 vino y fundó un pueblo a una distancia de cuatro (04) leguas del mar, y lo llama Villanueva de Puerto Viejo.36 Estando

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37 Al que lo llamó Santiago.- No tenía ningu-na posibilidad de llamarlo de otra manera/ con otro nombre, pues el “derecho de prio-ritazgo” cedido por Alvarado a Pizarro, que lo hubo ya antes ejercido Alvarado, no permitía retroactividad!

A* .- Villanueva (de San Gregorio) de Por-toviejo* (*viene del primigenio/original –oficialmente–) desde 1526 fondeadero de embarcaciones españolas, a cuyos márge-nes se establecería el primer Asiento y doc-trinaria del ya para entonces (1534) puerto viejo (genérico descriptivo) de (de los bal-seros nativos ¿>1522,1524,1525?); 1526-1528, 29; 31,32,33…) las carracas; al parecer, oficialmente refundada/reasentada entre el 9 y 12 de marzo de 1535 al mando del capitán Francisco Pacheco, en un nuevo lu-gar al interior, cercano al originario; tanto por motivos de seguridad, cuanto y princi-palmente por y para desconocer el anotado primigenio Asiento, oficialmente estableci-do por Dn. Pedro de Alvarado…

* Villa nueva.- Necesariamente implica, que antes de Pacheco (Alr. de 1535-1536), Olmos (Alr. de 1537), sin –por el momento– descartar posibles posteriores “mudas” a

cargo de Puelles, acaso de Olmedo de: San Gregorio en el puerto de las carracas, ya se tomo, igual que en su momento lo hiciera San Juan de Hambato, donde ya se hubo tomado –de hecho– para sí, el carácter, pri-vilegios, inmunidades, etc., que le corres-ponden a una ¡villa!… (se acata pero no se cumple”, con las órdenes de España).

37 Para este caso posiblemente: se trata de una “muda”/mudanza de lugar; pues Santia-go, que es anterior (Santiago del Amay; y le corresponde a Dn. P. de Alvarado su pri-migenia fundación 1534).- Asentada como Santiago del Amay, posible lugar en alre-dedores de la actual ciudad de Babahoyo, por lo que a mí parecer se trataría de una “muda” (mudanza de lugar).

38 Una legua castellana, entre 5.573 y 5.914 metros actuales. *Una legua marina de entonces equivale a 5.555 metros actuales (tres millas náuticas). *Un grado del “cua-drante” del Mercator, equivale a aproxima-damente –entre– diecisiete y diecisiete y medio (17-17.5) leguas castellanas.

39 Habiendo dejado aqueste pueblo fundado.- “Metido gente española e indios propios”…

1*.- Para mayor exactitud el día 17 de octu-bre 1759, cuando la Cédula Real se registra (“inscribe”) en Madrid. Ver: <http://www.trenandino.com/hambato-la-villa.php>.

Fundación de San Gregorio en la doctrina-ria/de la doctrina del puerto viejo, en esta parte de “las” mares del Sur.- Aprox. Un (1º) grado de latitud meridional y en dos (2º)

las cosas así, Benalcázar quien a esta sazón se encontraba en Quito, vino y fundó otro pueblo junto al río de Amay, al que lo llamó Santiago,37 el que está situado a cuarenta y cinco (45) leguas38 del pueblo de Puerto Viejo, y a otras tantas de San Francisco del Quito, que siendo que se fuese Benalcázar, habien-do dejado aqueste pueblo fundado,39 vinieron los indios sobre él (sobre el pueblo) y mataron a la mayoría de los cristianos, salvo dos o tres que lograron escapar, quedado el pueblo despoblado.

(Nota) (Pequeña digresión/”murgo” para efectos didácticos).- San Juan de Hambato (la actual ciudad de Amba-to), luego de varios pedimentos (“Rue-gos”), recién fue elevada a la condición de Villa, en 21 de septiembre de 1759… Efectivamente, en fecha de 25 de Oc-

tubre del año 1756, se logró obtener la requerida Cédula Real, con la aproba-ción del Virrey, por parte de Santa Fe de Bogotá… S.M. la Reyna de España la descono-ce totalmente, declarándola nula, de ningún valor; a la vez que suscribe una nueva, elevando esta vez sí, de una manera “regular” y definitiva, el Asiento de Hambato, a ostentar ofi-cialmete el rango de villa… ¡el día 11 de octubre de 1759…!1*

(Nota) La posición de las coordenadas geográficas está dada en grados de

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No. 35 • Un encuentro con la historia

Mercator: en “un (1º) grado de latitud meridional y en dos (2º) grados de lon-gitud occidental…”.Durante el asedio del Cuzco (mayo 6 de 1536 a marzo de 1537)… Entonces escribió al capitán Alonso de Alvara-do quien se encontraba en Achapu-dias (¿Acchupallas?) a una distancia de cien leguas de allí, escribió también una misiva al capitán Gonzalo de Ol-mos quien se encontraba en la pro-vincia de Puerto Viejo (fol. 4), a una distancia de trescientas cincuenta le-guas, dándole cuenta de cómo estaba la tierra, y que se decía que todos los cristianos del Cuzco estarían muertos y que él tenía noticia que se venía (a Lima en contra de ellos) una guarni-ción de gentes, por lo que, pedía que todos desamparasen y despoblasen los pueblos y viniesen ante él, cada uno con la gente que con ellos se en-contrare…El capitán como el más cercano, de in-mediato despobló el pueblo que hubo ganado y fundado, luego con toda la gente con la que se hubo asentado se fue a la ciudad de los Reyes.Al capitán Benalcázar por estar en tierras de “muy adentro”, no le fue posible partir en socorro con persona alguna.- El capitán (Francisco) de Ol-mos, en conocimiento del mandato [“Provisiones”] del gobernador y no queriendo despoblar el pueblo que hubo fundado, dejó en él a su herma-no Juan de Olmos, para sostenerle, ya

que continuamente se debía ver por la paz de aquella provincia.Olmedo fundó Villanueva (del Puerto Viejo)… Luego llegó Hernando Piza-rro, quien partía para España (lleva además consigo una parte de los quin-tos reales del “rescate” de Atahualpa), y porque a la provincia de Puerto Vie-jo, a donde el gobernador (Pizarro) avía enviado al capitán Pacheco, Be-nalcázar por su parte enviaría a otro Capitán, que se llamaba Pedro de Pue-lles para que poblara (y viviese) allí, mas entre estos dos existían diferen-cias alrededor de quién de ellos debía residir allí, por lo que el gobernador Pizarro de inmediato despacho al ca-pitán Diego de Olmos para que fuere y pacificare aquella provincia y vivie-se en ella; entonces, los dos capitanes (Puelles y Pacheco) partieron de allí, se le recomendó con mucho énfasis ade-más a Olmos que trabajase en excavar (explotar) la mina de las esmeraldas, pues en esta provincia era donde estas se hallaban*. (Nota) Estimo se deberían hacer tra-bajos de prospección mineralógica, en los alrededores de: San Matheo (¿aca-so San Esteban?) de Charapotó.

grados de longitud occidental (del Merca-tor); no obstante que durante el mes de mar-zo de 1534, Dn. Pedro de Alvarado, entre algunos otros que –de lo que hoy se cono-ce–, desde aproximadamente diez (10-12), acaso doce años antes lo hicieran (“Balsas” de nativos 1524?/25?/Carracas de europeos 26/28, etc.), fondearía su flota (La Armada del

Sur) en el área (referente por Alvarado y sus nativos informantes, conocido “Puerto de origen y destino de los balseros”).

*Ver #1.- 1539 marzo 20. Carta del obispo del Cuzco Fr. Vicente de Valverde a S.M. sobre la existencia de esmeraldas en Puerto Viejo… AGI. ES.41091.AGI/16416.5.16.8//patronato, 192, N. 1, R.19

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Bibliografía

A.g.i. documentos de soporte (fuentes primarias)

1533.- Código de referencia:

ES.41091.AGI/16416.5.16.8//Patronato, 192, N. 1, R.1.

“Adelantado Pedro de Alvarado: estado en que tenía una armada”…

Alcance y contenido: 1533.- “Carta original escrita a Su Majestad por el adelantado Pedro de Alvarado, sobre el estado en que tenía una armada: que había enviado una nave y un galeón a descubrir por el Mar del Sur y que, si venían con buenas noticias, sal-dría con su armada y gente a poblar, en lo cual pensaba emplear sus días. Promete a Su Majestad que si vive dos (02) años será sabedor de la tierra y reinos del Estrecho de Magallanes hasta la China, teniendo para ello gruesas naos y 700 hombres de a pie y a caballo: que no tendría a mucho poner en la China las armas de Su Majestad o en otro lugar más rico y peligroso, pues se pro-metía tocar en la Especiería. Que el primer viaje pensaba hacerlo hacia el Estrecho (compromiso que no le fue posible cumplir, “donde que la gente del gobernador Piza-rro –Almagro– le obligara a venderles su Armada”), donde poblaría en nombre de Su Majestad, y que desde allí enviaría una nao con relación de lo que había. Dice además habérsele muerto su mujer, doña Francisca, con quien le había casado Su Majestad, y suplica que, supuesto no ser viejo, Su Ma-jestad le vuelva a casar con mujer que salga de su casa”.

1534.- Código de Referencia:

ES.41091.AGI/16416.5.16.1//Patronato,185,R.9

Alcance y contenido: Información recibida en la ciudad de San Miguel a petición del Mariscal don Diego de Almagro, sobre que el Adelantado Pedro de Alvarado se había introducido en la gobernación de Puerto

Viejo, propia de dicho Almagro, pues él la había pacificado, siendo la de Alvarado la provincia de Guatemala, pues éste con una armada que dispuso debía seguir sus rumbos hacia levante y no hacia poniente, como tenía capitulado con Su Majestad.

Nota. Al parecer D. de Almagro “olvida” en su misiva a S. M. el Rey, escribirle que para 1532 Alvarado ya hubo enviado dos (02) embarcaciones a explorar –y acaso “po-blar”– la zona…

1539.- Código de Referencia:

ES.41091.AGI/16416.3.12.9//Patronato, 96, R.6

Alcance y contenido: Información de los méritos y servicios de Juan Pacheco que se halló en la conquista de Quito con el ade-lantado don Pedro [¿de Alvarado?] de Be-lalcázar y de Puerto Viejo, Popayán y otros pueblos de Perú.

1539.- Código de Referencia:

ES.41091.AGI/16416.5.16.8//Patronato, 192, N. 1, R.24

Alcance y contenido: Recomendación que hace el cabildo de la villa de Puerto Viejo en favor de Gonzalo de Olmos, que pasa a pedir a Su Majestad, en su nombre, varias cosas de gobierno y justicia, refiriéndose a una información que no aparece.

1539.- Código de Referencia:

ES.41091.AGI/16416.5.16.8//Patronato,192, N. 1, R.19

Alcance y contenido: Dos cartas del obispo de Cuzco. 1.- 1539 marzo 20. Carta del obis-po del Cuzco Fr. Vicente de Valverde a S.M. sobre la existencia de esmeraldas en Puerto Viejo. Dice que la persona que debe gobernar aquella provincia es Gonzalo de Olmos.

2. 1539 marzo 20. Carta del obispo del Cuz-co Fr. Vicente Valverde. Contiene informa-ción detallada sobre todos los puntos de interés eclesiástico y civil del momento en el Perú. También dice dicho obispo lo mu-cho que trabajó para avenir* [*consensuar] a Pizarro y Almagro.

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1566-02-06 Puerto Viejo.- Código de referencia:

ES.41091.AGI/16403.12.5.24.1//Quito, 20B, N. 52

Alcance y contenido: Carta de los vecinos de la ciudad de Puerto Viejo al Rey, expo-niéndole los agravios que han recibido por haber enviado parte de los catorce vecinos a fundar en el puerto de San Pablo.

1622-01-21.- Código de Referencia:

ES.41091.AGI/16403.12.6.5.1//Quito, 55A, N. 32

Alcance y contenido: Expediente de Confir-mación de Encomienda de Conchipa y Toal en Puerto Viejo a Antonio Castro y Guzmán. Resuelto.

1622-03-22.- Madrid.- Código de Referencia:

ES.41091.AGI/16403.12.3.15//Quito,212, L.4, F. 165R-165V

Alcance y contenido: Real Cédula al Virrey del Perú, Marqués de Guadalcázar, para que informe de si la ciudad de San Gregorio de Puerto Viejo ha sido del corregimiento de Guayaquil, como dice Diego de Portugal, su corregidor; y, siendo así, no se la quiten ni envíen persona a regirla.

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Mareando rumbo al viejo Puerto de San Gregorio.

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Barloventeando

… Una tarde cualquiera por barlovento aparecieron, ellos con sus fantas-males gigantescas capas blancas ocultando el Sol, nosotros con unas muy pequeñas protegiendo el curi su descendiente…

… Los churos, magistrales copias del universo y sus hermanos menores; los churos dueños eternos de voces maravillosas; los churos parteros milagrosos, guarida de vientos los churos;… los churos nácar madre de los mullus… mulluc churu… avisa que ya están viniendo…!

RUCU yacchac(s) nos advirtieron, una era está por terminar, cansado de esperar el tiempo, se nos va para siempre, no regresara al churo, hospedará su furia en los huaycupus del trueno, en extraños seres de cuatro nan con oshotas de fierro…

… El viento lo compartíamos… siempre trabajó para todos; el agua grande con sus espumas, nos dio cabida, nuevamente sería motivo y causa de nuestro ya antiguo común origen, pero esta vez…

Tenía que ser a Poniente…

José Lorenzo Saá Bernstein

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portoViejo en 1871Análisis del Empadronamiento

Álvaro Renato Mejía Salazar*

I

El censo de García Moreno

En 1869, el presidente Gabriel Gar-cía Moreno impulsó la idea de reali-zar un censo a nivel nacional, a fin de conocer la realidad poblacional y uti-lizar los resultados como herramienta para continuar con la modernización organizada de la República. Cierta-mente los dotes de estadista de este presidente trajeron mucho progreso al país, particular que ni siquiera sus más duros detractores se atreven a contrariar. En efecto, el censo fue or-denado mediante Decreto Ejecutivo de fecha 7 de enero de 1871, publicado en el periódico oficial El Nacional, del 11 de enero del mismo año. El art. 1 del citado Decreto Ejecutivo dispuso:

Art. 1. Desde el 1 de mayo del presen-te año hasta el 8 inclusive del mismo mes, se formará en toda la República el censo general de su población por las autoridades y comisionados, y en la forma que designa este decreto.

Las autoridades que debían reali-zar y supervisar la ejecución del cen-so eran los jefes políticos, los tenientes políticos y los curas párrocos, todos

reunidos en una comisión. La infor-mación que debía constar en el censo fue ordenada por el art. 3 del Decreto Ejecutivo, el cual expresa:

Art. 3. En los días determinados en el art. 1, los comisionados formarán una lista de los que se hallen residiendo en su sección, expresando el nombre, sexo, edad, estado, ocupación si saben leer y escribir, con arreglo al modelo No. 1.

Como observamos, los datos que fueron averiguados en 1871 son los mismos que todo empadronamiento debe contener para ser utilizado como instrumento de planificación estatal. Pero además de este encomiable ob-jetivo nacional, el presidente García Moreno también aportó de forma sig-nificativa a la ciencia histórica, pues su censo comporta prácticamente una fotografía de la realidad ecuatoriana de finales del siglo XIX. Podría pare-cer que entre el año de realización del censo y nuestros días no existe una temporalidad dilatada. Sin embargo, no debemos olvidar que el siglo XX fue el que más cambios cualitativos y cuantitativos trajo a la humanidad; por tanto, el siglo XIX ciertamente es la puerta de ingreso a nuestro gran pasado.

* Abogado, historiador y docente universitario.

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No. 35 • Un encuentro con la historia

II

El censo de Portoviejo

Al igual que la mayoría de los ex-pedientes del Censo nacional de 1871, el que corresponde a Portoviejo se encuentra debidamente catalogado y guardado en el Archivo Nacional, ubi-cado en la ciudad de Quito. Consta de 58 páginas de gran formato (tamaño A2), escritas a mano y su estructura se ciñe rigurosamente a las instruccio-nes constantes en el Decreto Ejecutivo que ordenó su realización. Para efec-tos de este empadronamiento, Porto-viejo fue dividida en ocho secciones. La comisión del censo estuvo confor-mada por el jefe político, don Manuel Pinoargote, por el teniente político, don Subprivalo Macías, y por el señor cura comendador del monasterio de La Merced, el Rev. José María Viteri.

Fueron censadas 3.146 personas que se encontraban residiendo en la ciudad. Apenas 137 años más tarde, la población de Portoviejo se ha in-crementado muy considerablemente. Según datos proporcionados por el municipio,1 a la fecha se encontrarían residiendo en la zona urbana del can-tón alrededor de 185.976 personas. La explosión demográfica ha estado en el orden del 5.911,5%. Analizamos a continuación los resultados sociohis-tóricos que el censo nos proporciona.

III

Generalidades de Portoviejo y su población en 1871

Como se anotó, el censo divide a Portoviejo en ocho secciones. De és-tas, las tres primeras se identifican con el centro mismo de la ciudad. En ellas encontramos a la clase socioeconómi-ca portovejense más acomodada de la época, lo cual se traduce principal-mente en las profesiones, ocupaciones, nivel de instrucción y conformaciones familiares de la población. En efecto, en estas tres secciones encontramos al cura párroco, al escribano, a los aboga-dos, al preceptor, a los comerciantes, a los maestros artesanos como carpinte-ros, herreros, plateros, zapateros, tala-barteros, etc. De igual forma, en estos sectores moraban la mayor cantidad de adultos alfabetos de la ciudad. Las mujeres de estas tres zonas constan censadas como costureras, que, dicho sea de paso, es la ocupación que se acordaba para las amas de casa que se dedicaban principalmente al cuidado de sus hogares.

La cuarta sección puede ser defini-da como una de transición entre las tres primeras y las cuatro últimas. A partir de la sección quinta y hasta la octava, encontramos al grueso del pueblo lla-no portovejense de finales del XIX. Las ocupaciones se reducen prácticamente a dos, la de labrador y la de tejedora. Los profesionales desaparecen, los ar-tesanos menguan y hacia la séptima sección también desaparecen. El nivel de analfabetismo en los adultos es muy

1 Información constante en la web oficial: <www.portoviejo.gov.ec/servicios> (10-IV-2008).

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alto. Las necesidades económicas en estas cuatro últimas secciones se hacen evidentes; por ejemplo, las mujeres ya no pueden solo dedicarse al cuidado de la familia, deben realizar también una labor que trajera ingresos para la subsistencia, en la especie, el tejido de la paja toquilla. Por su parte, el hombre de estas zonas se halla desprovisto de formación en artes u oficios y encuen-tra el sostenimiento de los suyos como labrador.

Cabe resaltar esta marcada pola-ridad en Portoviejo de 1871. La clase socioeconómica más acomodada bor-deaba los 700 habitantes, mientras que una incipiente clase intermedia, junto con las amplias clases medias-bajas y bajas, llegaban a las 2.546 personas. En este punto es pertinente aclarar que nuestro concepto “clase socioeco-nómica acomodada” no pretende de-notar riqueza per se, sino más bien se identifica con el nivel de preparación académica y con las ocupaciones neta-mente liberales.2

IV

Datos estadísticos de la población de Portoviejo, 1871

De la información que el presiden-te García Moreno dispuso se averigüe en el censo, podemos extraer esta-dísticas científicas de la población de Portoviejo a la primera quincena del mes de mayo de 1871, así:a) Con relación a la proporción de los

géneros, el censo revela que existían

más mujeres que hombres residien-do en el cantón. Sin embargo, la re-lación apenas es de 1,08 mujeres por cada hombre, ya que se empadrona-ron 1.635 mujeres y 1.511 hombres.

b) Con relación a las edades, debemos señalar que existían más infantes que adultos. Se censaron 1.831 me-nores y 1.315 adultos.

c) El promedio de la edad adulta bor-dea los 50 años. Sin embargo, el segmento principal de la población está entre los 20 y 40 años.

d) La longevidad es escasa y es privi-legio casi exclusivo del sexo feme-nino. Apenas contamos a 40 perso-nas que rebasan los 70 años, siendo los portovejenses más ancianos: da. Baltazara Aragundi con 101 años, da. Jerónima Guillén con 100 años, da. Gertrudis Aragundi, da. María Antonia Guillén y da. Ángela Gui-llén con 90 años. Cabe señalar que las longevas se encontraban habi-tando principalmente en las tres primeras secciones del censo.

e) El número de personas casadas as-cendió a 539, mientras que solteras fueron 2.607. Es importante acotar que en las tres primeras secciones del censo, se perciben de manera más clara la formación de hogares con vínculo matrimonial de por medio. En las demás secciones ya se evidencian hogares vinculados por uniones de hecho y madres solteras.

2 Lo cual ciertamente es indicativo de bue-na posición económica, en aquella época al menos.

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No. 35 • Un encuentro con la historia

f) Los índices de analfabetismo eran altos, circunstancia normal en la época. 2.146 personas no sabían leer ni escribir y solo 1.000 perso-nas eran alfabetizadas.

V

Familias de Portoviejo, 1871

Del análisis de los apellidos que constan inscritos en el censo de 1871, llegamos a la conclusión de que casi todas las familias de Portoviejo –al igual que ocurre en el resto del país– se identifican con una procedencia ibérica. Esto lejos de representar pu-rezas raciales, evidencia nuestro mes-tizaje fruto de la unión de los padres conquistadores con las madres indias o negras. Claro está que el hecho de portar un apellido español no compor-ta por sí mismo ascendencia peninsu-lar directa, ya que existieron muchos casos en que los indígenas tomaron el apellido de sus patrones, sin existir vínculo sanguíneo entre ellos. Vale la pena mencionar que, como resultado de investigaciones realizadas por Pe-dro Robles Chambers, Fernando Ju-rado Noboa y varios miembros de la S.A.G,3 se han descubierto los troncos españoles de muchas familias de Por-toviejo. Con relación a la población

de apellido indígena, diremos que en Portoviejo encontramos pocas familias que mantenían sus apellidos ances-trales. Por otra parte, también encon-tramos gentes venidas desde Italia y Francia, siendo su número en extremo reducido.

Es relevante señalar que a diferen-cia de las profesiones o tipo de ocupa-ciones, los apellidos no estaban concen-trados en tal o cual sección del cantón. Esto significa que todos los apellidos que encontramos en Portoviejo se ha-llaban diseminados tanto en los secto-res socioeconómicos pudientes, cuanto en los más deprimidos. También signi-fica que no existían grupos familiares que se pudieran identificar como de clase alta o como de clase baja, exclusi-vamente. En consecuencia, y como ha ocurrido a lo largo de la historia, ciertas ramas de una misma familia prospera-ron, mientras que otras empobrecie-ron. Este ha sido el germen de distan-ciamientos familiares, en algunos casos tan profundos, que apenas al cabo de un par de generaciones los parentescos eran negados o desconocidos. A su vez, esto ha generado en nuestra población la difundida idea de que existieron varios troncos de un mismo apellido –como para establecer diferencias–, cuando la realidad, en muchos casos, es contraria.

V.I. Apellidos de origen español4

Constan inscritos en el empadro-namiento, materia de nuestro análi-sis, 232 apellidos de procedencia es-pañola, siendo los más difundidos:

3 Corporación Sociedad Amigos de la Ge-nealogía, principal institución dedicada al estudio de la historia social patria. En sus 25 años de trayectoria, posee alrededor de 200 títulos publicados.

4 La información sobre los troncos españoles de las familias que presentamos en esta sec-ción ha sido obtenida del archivo del Dr. Fer-

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• Los Macías. Este es el apellido que más veces se repite en el censo. Fueron inscritas 212 personas así apellidadas. Los Macías son de las familias más antiguas de Por-toviejo, la encontramos desde su fundación. Su tronco español es el gallego Alonso Macías y Salguero.5

• Los Mendoza. Para 1871 existían 167 personas que poseían este apelli-do. Los que en Portoviejo lo han heredaron de forma sanguínea descienden de Juan Lorenzo de Mendoza, venido en el siglo XVII desde Castilla la Vieja.6

• Los Zambrano. 165 personas así apellidadas constan en el empa-dronamiento. El origen de esta fa-milia es vasco, su tronco es García López de Zambrano, quien pasó en el siglo XVI.7

• Los Moreira. Otra de las familias muy antiguas de Portoviejo, su origen es gallego.8 En 1871 fue-ron censadas 155 personas de este apellido. Cabe señalar que para la época del empadronamiento, ésta era la familia genearca por vía fe-menina. En efecto, llama mucho la atención el elevado número de madres de familia apellidadas Mo-reira. Esto trae como consecuencia que en un alto porcentaje de los

portovejenses actuales –por no de-cir en casi todos– corre la sangre de los Moreira.

• Los Cedeño. Se trata de una de las familias de origen ibérico más an-tiguas en Portoviejo. Su tronco es Diego Cedeño, nacido en la ciudad de Toledo. Diego pasó a Indias en 1565 y se estableció en Lima, donde casó con María Manrique de Lara. Hijo de esta pareja fue Diego Cede-ño Manrique, quien pasó a Porto-viejo en 1592, fundando importan-te familia 110 personas declararon poseer este apellido en 1871.

• Los Cevallos. Constan inscritos 100 Cevallos en el censo. El tronco de esta familia provino de Santander y su nombre fue Miguel Cevallos y Velasco.10

• Los García. El origen común de esta familia en España radica en Galicia, existiendo también desde muy antiguo en Asturias y Burgos. Su presencia en Andalucía, tras la reconquista, es amplia.11 En Por-toviejo fueron empadronadas 95 personas de este apellido.

• Los Véliz (Vélez). Constan 88 perso-nas inscritas con el apellido Véliz. Consideramos que ésta fue la ma-nera en que el comisionado escri-bió el apellido, aun cuando la gen-te también lo escribía Vélez. Esta antigua familia tiene su origen más remoto en Cantabria.12nando Jurado Noboa, a quien agradecemos

sinceramente su apertura y generosidad.5 Arch. Fernando Jurado Noboa.6 Cabe la también la posibilidad de que Juan

Lorenzo haya pasado a Indias desde Sevi-lla. Arch. Fernando Jurado Noboa.

7 Arch. Fernando Jurado Noboa.8 Ibíd.

9 Ibíd.10 Ibíd.11 Arch. A.R. Mejía Salazar.12 Ibíd.

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No. 35 • Un encuentro con la historia

• Los Vinces. 87 personas así apelli-dadas fueron censadas. El origen de este apellido no es del todo cla-ro. Si bien puede estar en los vas-cos Beinza, también puede estar en un grupo indígena que haya to-mado como toponímico el nombre del cantón guayasense.13

• Los Molina. El tronco de esta fa-milia es Alonso de Molina, quien pasó a principios del XVIII, desde Guadalajara, España.14 En Porto-viejo fueron censados 87 Molinas.

• Los Mera. El tronco de esta familia pasó a América desde Valladolid. La familia a Portoviejo pasó desde Ambato y se trata de la misma a la que perteneció el escritor de la letra del himno patrio.15 En 1871 se cen-saron 65 personas de este apellido.

• Los Loor. Ser empadronaron 62 per-sonas apellidadas Loor. El tronco de este linaje vino desde Alicante, en el siglo XVIII, y su nombre fue Juan Ventura Loor.16

• Los Briones. Riojanos en su origen ibérico, pasaron a Portoviejo des-de Tumaco, por el 1700. Su tronco es Juan Simón de Briones.17 Para 1871, 56 personas apellidadas Brio-nes fueron censadas.

• Los Ponce. Declararon apellidarse Ponce 55 personas. Esta familia es Andaluza, venida primero a Gua-

yaquil, de donde pasó a Portoviejo a mediados del siglo XVIII.18

• Los Bravo. Provienen del portu-gués apellidado Bravo de Brito, quien pasó en el siglo XVIII.19 50 personas poseían este apellido en la Portoviejo de 1871.

• Los Alcívar. Son vascos pasados en el siglo XVII. Fueron censados 47 personas de esta familia.20

• Los Chávez. 47 personas apellida-das Chávez fueron empadronadas en 1871. Su origen es extremeño.21

• Los Cantos. Inscritos fueron 47 personas de este apellido. Si bien el origen de esta familia es extre-meño, también existieron indíge-nas de Jipijapa que adoptaron este apellido.22

• Los Aguayo. Fueron censados 47 personas que declararon poseer este apellido. Los Aguayo más re-motos son cántabros, pero al ser apellido antiguo se dispersó en toda la península, existiendo anti-guas casas en Navarra, Castilla y Andalucía.23

• Los Palma. Se inscribieron 45 per-sonas apellidadas Palma. Su ori-gen exacto nos es desconocido. En España encuentran su génesis más remota en Cantabria.24

• Los Pinoargote. Esta familia anda-luza llegó primeramente a Quito, de donde pasó a Portoviejo en el

13 Arch. Fernando Jurado Noboa.14 Ibíd.15 Ibíd.16 Ibíd.17 Ibíd.18 Ibíd.19 Ibíd.

20 Ibíd.21 Ibíd.22 Ibíd.23 Arch. A.R. Mejía Salazar.24 Arch. A.R. Mejía Salazar.

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siglo XVIII.25 Se trata de un ape-llido compuesto.26 En 1871 fueron empadronados 40 Pinoargotes.

• Los Quiroz. En Portoviejo se decla-raron Quiroz 40 personas. Se trata de una familia asturiana.27

• Los Guillén. Familia originalmente gallega, que pasó a Portoviejo des-de Chimbo.28 Fueron censados 40 personas de este apellido.

• Los Párraga. Originalmente galle-gos.29 En 1871 se empadronaron 37 Párragas.

• Los Mieles. 36 personas se inscri-bieron declarando poseer este ape-llido. El apellido existe en España; pero su origen, tanto en la penín-sula como en nuestro país, nos es desconocido.

• Los Menéndez. Descendientes del hidalgo Juan Antonio o Francisco Antonio Menéndez, quien pasó a fi-nales de la Colonia.30 33 personas de esta familia fueron empadronadas.

• Los Vera. En 1871 fueron censa-dos 32 personas de apellido Vera. Originarios de Logroño, pasaron a Portoviejo desde Guayaquil, a finales del siglo XVII.31

• Los Arteaga. En Portoviejo se em-padronaron 30 personas de apelli-do Arteaga. Pasados a principios del XVIII, su tronco es Juan Bautis-ta de Arteaga.32

• Los Navarrete. Andaluces pasados a finales de la Colonia. En 1871 se censaron 30.33

• Los Castro. Gallegos en su origen.34

Fueron empadronados 30 perso-nas de este apellido.

• Los Álava. Son vascos, pasaron pri-mero a Quito y de allí a Portoviejo alrededor de los 1700.35 En 1871 declararon poseer este apellido 25 personas.El resto de apellidos de origen es-

pañol no superan los 20 representan-tes; por este motivo, no consideramos necesario reseñarlos de forma amplia. Anotamos, eso sí, algunos de ellos a manera de ejemplos: Solórzano (10 personas), Sánchez (10 personas), Ibarra (12 personas), Mora (19 perso-nas), Holguín (12 personas), Fuentes (7 personas), Barreiro (20 personas), Gorozabel (10 personas), Roldán (9 personas), Aragundi (12 personas), Guerrero (15 personas), Guadamud (11 personas), Benítez (10 personas), Burgos (18 personas), Espinales (20 personas), Meza (13 personas), Sal-vatierra (9 personas), Herrera (9 per-sonas), Fernández (9 personas), Sosa (11 personas), Peralta (20 personas), Intriago (17 personas), Argandoña (13 personas) y Ávila (7 personas).

Entres los apellidos ibéricos que con menos representantes constan en

25 Arch. Fernando Jurado Noboa.26 Evidentemente, es la unión de los apellidos

Pino y Argote.27 Arch. Fernando Jurado Noboa.28 Ibíd.

29 Arch. A.R. Mejía Salazar.30 Arch. Fernando Jurado Noboa.31 Ibíd.32 Ibíd.33 Ibíd.34 Ibíd.35 Ibíd.

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No. 35 • Un encuentro con la historia

el censo están: Freire, Paredes, Pazmi-ño, Arboleda, Cáceres, Villacís, Nieto, Villacrés, Aguilera, Albán, Bermeo, Falconí, Cabezas, Calderón, Mejía, Crespo, Acosta, Melo, Rojas, Egas, Barriga y Pérez. Es interesante caer en cuenta que estos apellidos –que ape-nas tienen un solo representante en el censo– son comunes en la Sierra, mas no en la Costa. La explicación, enton-ces, se vuelve innecesaria.

V.2. Apellidos de origen autóctono

El número de apellidos indígenas en Portoviejo de 1871 es escaso, ape-nas contamos 16. Vale la pena resaltar el caso de los Chiquito, los Ligua y los Quijije, los cuales son apellidos de an-tiguas e importantes familias cacica-les.36 Como bien ha señalado Jurado Noboa, ya para inicios del siglo XVIII no importaba socialmente poseer un apellido que había pertenecido a un cacique. Sin embargo, no deja de lla-mar la atención su trascendencia en la zona hasta el siglo XIX, y aun hasta nuestros días, teniendo en cuenta el reducido número de sus poseedores.

V.3. Apellidos de origen extranjero

Con relación a los extranjeros en Portoviejo y en Manabí hemos es-cuchado varias historias, que suelen constituirse en hipótesis para tratar

de explicar los fenotipos que encon-tramos en esta provincia. Del censo de 1871 se desprende que tan solo existían 6 extranjeros, 3 italianos (Ta-lenti, Fersa y Fallarin) y 3 franceses (Becherel, Colmout y Vilon37). Como vemos, la presencia extranjera en este año es tan reducida que no podría ex-plicar sino poquísimos casos de feno-tipos europeos en la población actual.

V.4. Características de las familias portovejenses de finales del siglo XIX

El censo está lleno de estructuras familiares, padre, madre e hijos. Si bien existen muchos matrimonios, también existen uniones de hecho, con reconocimiento de los hijos por parte del padre en la mayoría de los casos. Las edades de las parejas están entre los 40 y 20 años. En promedio, cada hogar tenía entre 7 hijos; sin em-bargo, hay muchas familias donde los vástagos llegan fácilmente a 10. Expongo los casos de las parejas más prolíficas de Portoviejo de 1871:

Flia. Zambrano Briones, 15 hijos, el padre es labrador. Flia. Moreira Ála-va, 14 hijos, el padre es tejedor. Flia. Guillén Moreira, 13 hijos, el padre es labrador. Flia. Véliz Mieles, 11 hijos, el padre es labrador. Flia. Chávez Men-doza, 11 hijos, el padre es tejedor. Flia. García Arteaga, 11 hijos, el padre es tejedor. Flia. Molina Moreira, 11 hi-jos, el padre es tejedor. Flia. Sabando Moreira Álava, 10 hijos, el padre es comerciante. Flia. García Cedeño, 10 hijos, el padre es cantinero. Flia. Mie-les Macías, 10 hijos, el padre es labra-

36 Ibíd.37 Este apellido consta escrito en el censo con

una sola “L”; Vilon es un apellido francés. Pero cabe la posibilidad de que el comisio-nado lo haya escrito mal y que en realidad se trate del apellido autóctono Villón.

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dor. Flia. Espinales Mera, 10 hijos, el padre es labrador. Flia. Molina Moli-na, 9 hijos, el padre es labrador. Flia. Cedeño Zambrano, 9 hijos, el padre es labrador. Flia. Vinces Macías, 9 hi-jos, el padre es labrador. Flia. Barreiro Vera, 9 hijos, el padre es carpintero, entre otras.

Un dato interesante es que exis-ten pocas personas que en el censo pretendieron diferenciarse del resto con el uso de apellidos compuestos o con formas particulares de escri-birlos. Tales son los casos de los jóve-nes comerciantes Cevallos Mera, los cuales coloca sus dos apellidos en el empadronamiento. De igual manera da. Carmen Mendoza y Cerezo, que utiliza el pomposo “y” entre sus ape-llidos. Da Carmen se declara costu-rera, en consecuencia es de suponer que pertenecía a la clase acomodada. Finalmente, en una sola sección una familia escribe el apellido Cevallos con “Z” inicial, cuando en el resto del censo se lo escribe con “C”.

Vi

Ocupaciones en Portoviejo de 1871

Ya que hemos expuesto quiénes eran los portovejenses de 1871, nues-tro trabajo sería incompleto si no ana-lizáramos a qué se dedicaban. Según hemos anotado, la mayoría de la po-blación se encontraba situada en las clases socioeconómicas media y baja; ello explica que las principales ocu-paciones hayan sido la de tejedora de

paja toquilla, con 1.091 personas que se dedicaban a esto; y, la de labrador, con 515 representantes. La tejeduría era labor principalmente de mujeres y de menores de edad. Existen casos de hombres que se dedicaban también al tejido, pero su número es reducido. La labranza, como es de esperarse, es ocu-pación exclusiva del sexo masculino.

La labor que numéricamente conti-núa es la de costurera, con 120 mujeres inscritas en tal calidad. Los militares eran 32; de ellos, 22 moraban en el re-gimiento y eran claramente venidos de otras provincias. El resto constan empadronados en sus casas y son evi-dentemente naturales de Manabí. Car-pinteros existían 23. Sirvientes 17, entre quienes se cuentan algunos ayudantes de los maestros artesanos. 15 eran los comerciantes en Portoviejo. Los sastres eran 12. Escribientes 10 y estudiantes igual número. Constan 9 zapateros ins-critos. 9 lavanderas y 7 cocineras (uno era hombre), 4 panaderas, las cuales solo eran mujeres. Herreros y plateros eran 3, al igual que los empleados. 2 talabarteros y 2 tenderos. Un dato in-teresante es que 2 mujeres se inscriben como domésticas, lo cual significa que apenas dos familias tenían servicio doméstico así entendido y no simple-mente empleados o sirvientes rasos. Encontramos también un barbero, un cigarrero, un cantinero, un músico, un curtidor, un agricultor, un arriero, un panteonero y un carcelero. Solo una persona se declara albañil, lo cual de-nota que las construcciones de la época no requerían esta clase de oficio, pero sí la del carpintero que trabajaba con la maderas y las cañas. Una mujer, da.

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No. 35 • Un encuentro con la historia

Juana Dominga Macías, de 60 años, se declaró en el censo como partera.

El escribano era don Gabriel Ávila. Existían dos abogados, don Francisco Javier Parreño y don Leonardo Espinel. El preceptor era don Mariano Ubillús. El cura comendador del monasterio de La Merced era el Rev. José María Vite-ri, quien tenía 3 sacristanes: Gregorio Briones, Benito Cevallos y Daniel Pos-ligua, los cuales era mayores de edad y no vivían en casa del cura. Se debe relevar el hecho de que nadie en Porto-viejo se declara o consta inscrito como “hacendado” o “propietario”, esto nos hace pensar que los dueños de extensas tierras se encontraban en sus propieda-des o que vivían en otras jurisdicciones.

Vii

Conclusiones

Del análisis del censo podemos ex-traer dos grandes conclusiones. La pri-mera de ellas nos revela que Portoviejo en 1871 no era sino una gran familia. Apenas 3.146 personas que, en la mayo-ría de los casos, mantenían parentescos o vínculos de afinidad. Una sociedad formada por gente trabajadora, donde la mujer jugó un importante papel en la dinamia económica, aun cuando haya sido de manera informal. Una ciudad donde los valores familiares estaban vigentes, donde las migraciones exter-nas e internas pasaban desapercibidas y donde indiscutiblemente la vida coti-diana habría sido apacible.

Pero, al mismo tiempo y como se-gunda gran conclusión, encontramos

a una sociedad polarizada, donde la gran mayoría de las mujeres debían tejer sombreros para ayudar a la sub-sistencia del hogar –sin recibir un justo pago de los exportadores–, y donde los hombres eran labradores que solo con machete en mano podían ganarse el pan diario. Solo en Portoviejo urbano existían más de 2.000 personas pertene-cientes a las clases deprimidas, frente a apenas un centenar de familias me-dianamente acomodadas. Entonces, no nos llama la atención que en Manabí, Alfaro haya encontrado el semillero de sus montoneros.

Finalmente, de las informaciones ex-traídas del censo hemos podido recrear a la ciudad capital de la provinciade Manabí de finales del siglo XIX. Queda entonces ratificado lo que hemos anota-do al inicio del presente trabajo: el censo de García Moreno es un aporte funda-mental para la historia patria, ya que representa un fiel retrato social de una época.

Bibliografía

Archivo Nacional, Serie Empadronamientos, (Quito).

Archivo Dr. Fernando Jurado Noboa (Quito).

Archivo A.R. Mejía Salazar (Quito).

Página web: <www.portoviejo.gov.ec/servicios>.

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poder/literatura:Eloy Alfaro, Martí, Darío y Vargas Vila*

Humberto E. RoblesNorthwestern University

Difícil es contener el peso de las ideas.

Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras. No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mís-tica del juicio final, a un escuadrón de acorazados.

Las palabras son de Martí y proce-den de su memorable Nuestra América (1891).1

Eloy Alfaro (1842-1912) perdura hoy como la encarnación de ideas y causas programáticas fundacionales dentro del ámbito ecuatoriano. Tanto es así que ha llegado a representary re-sumir una buena parte (¡no toda!), de la identidad del Ecuador. Alfaro reúne en

sí las glorias del liberalismo nacional, las cualidades del visionario, del caudi-llo; Alfaro es el patriota y el héroe, es el indisputable “Viejo Luchador”.

Cómo y cuándo Alfaro se transfor-ma en el mito Alfaro, en el ícono de la modernidad ecuatoriana yace fue-ra del presente cometido. Pocos, sin embargo, cuestionarán la opinión de Alfredo Pareja Diezcanseco en cuanto a que el

adelanto social, el fervor democrático, [la] legislación protectora del trabajo [y] la decisión ecuatoriana por las for-mas libres de convivencia… posible fueron debido al triunfo del 5 de junio de 1895.2

En esa luz, y no para mermar ni la grandeza del héroe ni de su gloria, vale recordar que el “monumento” Alfaro no excluye (¡no debería de excluir!), el atributo de una personalidad contro-vertida, personalidad que por razones

1 José Martí, Nuestra América, prólogo de Juan Marinello, Selección y notas de Hugo Achu-gar, cronología de Cintio Vitier, Caracas, Bi-blioteca Ayacucho, 2a. ed., 1985, p. 26.

2 Historia del Ecuador, Quito, Editorial Colón, 1962, p. 313.

* Una primera versión de este trabajo, re-ducida, fue leída en el Congreso sobre “La Revolución Alfarista 1895-1995. Cien años de lucha por el cambio sociopolítico en el Ecuador”, celebrado del 17-21 de julio, 1995, en la Universidad Católica de San-tiago de Guayaquil. Publicado después en Gilda Holst, edit., La Revolución alfarista: 100 años de lucha por el cambio sociopolítico en el Ecuador, Guayaquil, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1996, pp. 82-98.

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No. 35 • Un encuentro con la historia

3 Entre los pocos que sí han tocado el asunto figuran: Emeterio S. Santovenia, Eloy Alfa-ro y Cuba, La Habana, Siglo XX, 1929, pp. 135-137, con referencias Martí y a Vargas Vila. Por otro lado, no obstante su gran au-toridad, Jorge Pérez Concha, “Eloy Alfaro y Cuba”, en Casa de las Américas, No. 127, julio-agosto, 1981, pp. 162-166, refunde ma-yormente lo ya dicho acerca de Martí y Al-faro por Santovenia. A su vez, Eugenio de Janón Alcívar, El viejo luchador. Su vida heroi-ca y magna obra. Compilacion de documentos histórico-gráfico-literarios, Quito, Empresa Editora, 1948, recoge, sin comentarios, un par de páginas de la obra de Vargas Vila, t. I, pp. 507-508. Abel Romeo Castillo, “Los amigos ecuatorianos de Rubén Darío: Mon-talvo, Proaño, Alfaro, y otros”, en Rubén Darío y Ecuador, Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1968, pp. 137-146, inventaría

las amistades que Darío tuvo, o pudo haber tenido, con ecuatorianos (finalmente, tengo noticia, si bien no la he leído, de una ponen-cia sobre Vargas Vila y Alfaro que Horacio Hidrovo Peñaherrera leyó recientemente en un congreso, celebrando la Revolución Li-beral, que tuvo lugar en Manabí, junio de 1995).

4 Esas luchas las ha precisado Ángel Rama, La ciudad letrada, Hanover, Ediciones del Norte, 1984, 105-135. Interesa en particular la encrucijada entre una pauta internacio-nalista y otra local a que hicieron frente los escritores de fines de siglo.

5 Pienso aquí en Michel Foucault, Power/Knowledge, New York, Pantheon Books, 1980, pp. 109-133, especialmente en sus jui-cios sobre la esencia y los modos de trans-formación en las relaciones de poder.

y circunstancias particulares, políticas y culturales, ocasionó reacciones de diversa índole en figuras de talla con-tinental como José Martí (1853-1895), Rubén Darío (1867-1916) y José María Vargas Vila (1860-1933); reacciones que, ya para beneficio o perjuicio del héroe, los historiadores, salvo conta-das excepciones, las han ignorado u omitido, las han dejado arrumadas, al margen de la biografía del héroe.3 De hecho, esas reacciones no cuentan en la impecable efigie colectiva de Alfaro que ha logrado propagarse e imponerse y que aún se conserva em-potrada en la imaginación popular, en la gran mayoría de la nacionalidad ecuatoriana.

Los juicios de uno y otro de los es-critores referidos proponen al menos tres vías de rescate histórico. En pri-mer lugar, la participación de Alfaro en los avatares de las luchas políticas

y culturales del continente.4 Segundo, dichas opiniones remiten también a los intereses personales tanto de líderes como de “letrados,” y a la participa-ción de los mismos en las promociones y transformaciones en las configura-ciones de poder.5 En los varios escritos a examinarse aquí, las manifestacio-nes del Poder, dígase Alfaro, se perfi-lan como plenamente conscientes del valor que pueden tener en las luchas políticas los intelectuales; estos, a su vez, de algún modo, se aprovechan de Alfaro, de su calidad de agente y estandarte, para promover proyectos políticos y culturales, y no hablar de causas particulares. Finalmente, ter-cero, reiterar con Ángel Rama y otros que el presunto apolitismo de la ge-neración modernista es infundado, aun en el caso de Rubén Darío, y esto a pesar de lo que pareciera sugerir el mismo Rama (109).

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***Sabido es que Alfaro se desplazó

por varios países centroamericanos y del continente. En Panamá llegó in-cluso a acumular en corto plazo una cuantiosa fortuna. Menos divulgada, sin embargo, es la noticia de que en 1894 se acercó hasta Nueva York y que allí coincidió, entre otros, con Martí y Vargas Vila. Este último dejará cons-tancia de ello en La muerte del cóndor (1914), suerte de tendenciosa biogra-fía a tono epopéyico sobre el caudillo ecuatoriano.6

Harta tinta ha corrido sobre la re-lación de Alfaro con Cuba, y con Mar-tí en particular. Digo harta porque la verdad del caso es que –a pesar de la amistad de Alfaro con Antonio Maceo y Máximo Gómez, próceres de conse-cuencia en las lides revolucionarias de Cuba– Martí se pronunció sobre Alfaro solo en dos ocasiones, y en una de ellas con cierta reticencia en cuan-to a las promesas de apoyo a la causa cubana por parte del manabita. Aquél entendía que éste se hallaba involu-

crado en causas ecuatorianas que le eran más inmediatas y que le concer-nían más que lo que ocurría en Cuba.

En una carta informe que Martí le escribió al general Máximo Gómez el 25 de junio de 1894, desde Kingston, Jamaica, aquél suscribe lo siguiente:

Hallé a Maceo engolosinado con un plan demasiado vasto y lento –con la ayuda de hoy, inquieta e insegura, de Eloy Alfaro empeñado en empresas que le son más cercanas, para desviar sobre Cuba un crecido contingente ni-caragüense y colombiano.7

Poco después, en la revista Patria, Nueva York, 8 de septiembre de 1894, en una nota escrita con motivo de la muerte, ocurrida en Guatemala el 22 de mayo de ese año, del periodista ecuatoriano Federico Proaño, se recu-pera el otro comentario de Martí: “El bravo Eloy Alfaro, que es de los pocos americanos de creación, lo nombró [a Proaño], cuando triunfó con él en el Ecuador la libertad, Ministro de Ha-cienda” (Martí, 1985, 258).8

6 J. M. Vargas Vila, La muerte del cóndor, Barce-lona, Casa Editorial Maucci, 1914. La misma obra, portando el subtítulo que dice “edición definitiva debidamente revisada y corregida por el autor”, apareció también en Barce-lona: Ramón Sopena, editor, 1921. Tengo entendido que, en 1995, la editorial Libresa reimprimió en Quito la obra de Vargas Vila. No tenemos noticia, sin embargo, sobre cuál de las dos ediciones se empleó.

7 Martí/Epistolario, en Obras completas, vol. 20, La Habana, Editorial Nacional de Cuba, 1963, p. 218.

8 Martí publicó la crónica en cuestión en 1894. La Revolución de Alfaro no logra su come-tido definitivo hasta el 5 de junio de 1895.

Es inevitable pensar que Martí se refería a algún otro triunfo de la libertad en el Ecua-dor. Abel Romeo Castillo –véase su artículo citado, nota 3, p. 141– nos da seguramente la pista al referirnos que “Proaño marcha al Ecuador en 1883, al triunfar Alfaro el 9 de julio en que el valeroso guerrillero toma Guayaquil y pone en fuga al dictador Veinti-milla. Regresa a Centroamérica con el encar-go de adquirir un buque para organizar una expedición de desembarco contra el régimen conservador. Y, en efecto, Proaño adquiere el “Alajuela” y, es más, obtiene ayuda econó-mica de los presidentes Zaldívar de El Salva-dor y Barrios de Guatemala para acabar de financiar la expedición alfarista que fracasa

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No. 35 • Un encuentro con la historia

***Ahora bien, son precisamente las

cualidades de autóctono y auténtico, pero filtradas y cuestionadas a través de la lente de un sentido de cosmo-politismo, modernización y progreso anclado y definido en Europa, las que en un texto de Rubén Darío trans-forman despectivamente al “bravo” Alfaro –de valiente y de uno “de los pocos americanos de creación”– en un bárbaro. Pero más que esa implíci-ta oposición entre internacionalismo y nativismo, y sus muchas variantes, que se plantea por todo el modernis-mo y aun hasta nuestros días, atañe historiar aquí el escrito de Darío te-niendo en cuenta las conexiones de éste con Alfaro y con al menos otra figura del poder liberal ecuatoriano, el general Leonidas Plaza Gutiérrez (1866-1932).

Hacia 1914, a punto de cumplir sus bodas de plata como colaborador de La Nación de Buenos Aires, Darío hizo público uno de sus Films de Pa-rís.9 El escrito consiste en dos partes, una titulada “Advertencia” y la otra “Eloy Alfaro”. Salvo por la referencia

Se infiere que Martí entendía bien que a él y a Alfaro los identificaban y unían causas continentales, causas que promovían una empresa común de liberación frente a poderes reac-cionarios opresivos; Martí, además, tenía plena conciencia de que la pri-mera obligación de Alfaro era la si-tuación política de su patria, como lo era también de la suya para el mismo Martí. Ello no impidió, sin embargo, que Martí reconociera en Alfaro la valentía al igual que la menos común capacidad de creación.

Martí identifica a Alfaro, cabe con-jeturar, como a uno de los verdaderos forjadores de la pauta hacia el buen go-bierno, en concordancia con la máxi-ma de que “gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador” y con la aserción de “que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación” (Martí, 1985, 28, 31). En ese contexto, y con las reservas del caso, Alfaro sería para Martí una clara expresión de lo autóctono y auténtico, de alguien que entendía las necesidades patentes de su patria y que por esa vía comprendía hacia donde se debía encaminar el es-píritu de América Latina.

en Jaramijó. Desengañado de tal descalabro, Proaño regresa a Centroamérica decidido a no retornar más al Ecuador, como efectiva-mente así sucede”.

9 Sabiendo que Darío inició su colaboración con La Nación de Buenos Aires en 1899, y puesto que Darío habla en Films de París, en cuestión de que iba a cumplir 25 años como corresponsal del diario bonaerense, y recor-dando, además, que Alfaro murió en febrero de 1912 y Darío, a su vez, en febrero de 1916,

optamos por revisar los años de 1912-1916 de La Nación. La búsqueda resultó infruc-tuosa. Por lo demás, ninguna de las biblio-grafías accesibles sobre Darío registran este artículo. Además, cuando la revista de van-guardia Cervantes, Madrid, abril 1918, 1-6, reprodujo el artículo, póstumamente, no indicó la fuente original. Por cierto, Arnold Arnaud del Greco, Repertorio bibliográfico del mundo de Rubén Darío, New York, Las Amé-ricas Publishing Co., 1969, no lo recoge. Re-sulta instructivo al respecto que del Greco no lo haya encontrado ni en Mundial ni en Cervantes, y esto a pesar de fichar ambas re-

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en una y otra sección a eso de “tie-rras cálidas” y “tierra caliente” –ex-presiones llevadas casi a un nivel de concepto en tanto se trata de algo de “por allá”, y en tanto remite a un es-tilo de vida que Darío, en el fondo, pronuncia despreciable–, no hay ma-yor conexión entre los dos apartados. Los comentarios que Alfaro incita en Darío y, también, las posibles razones que los motivan son ilustrativos.

Conviene recordar primero, sin embargo, que en enero de 1902, en la revista Hojas Sueltas de Barcelona, Da-río publicó una crónica laudatoria con motivo del reciente ascenso de Plaza al poder ejecutivo del Ecuador (1901). ¿Fue comisionado el artículo? No lo podríamos afirmar. Sea como fuere, el perfil que Darío entrega de Plaza, a quien aquél refiere haber conocido en Nicaragua hacía algunos años, es el de un militar distinguido, talentoso, un hombre de carácter admirable, civili-zado –todo lo opuesto a la reprensible “leyenda del cruel cacicazgo [identi-ficado] con las presidencias hispano-americanas” que Darío dice vituperar.

Para Darío, Plaza se constituye en una suerte de continuación del espíri-tu letrado que se asocia con la figura ilustre de un Francisco de Miranda (1750-1816). Más aún, Darío acredi-ta en buena parte sus juicios manco-munando a Plaza con Montalvo, con Proaño y con Alfaro. Plaza es la nega-ción del “despotismo primitivo” (dí-gase barbarie) tan manifiesto en los gobernantes hispanoamericanos; Pla-za apunta hacia “los nuevos rumbos” (entiéndase civilización) que habría que seguir en América Latina (898).

En el susodicho Films de París, sin embargo, ese mismo Alfaro que había servido de respaldo para enaltecer la figura de Plaza, y que solo un par de años antes Darío había identificado en otro escrito como uno de los dos “pro-hombres ecuatorianos”,10 se transfor-ma en manos del propio Darío en un “General –¡ay!– que tuvo el romanti-cismo de las tiranías”, en un “tiranue-lo”, en un “sátrapa”, en un “caudillo obtuso”, en un “politiquillo”, en un “calculador, calculador de gentes” que “hizo morir mucha gente. Hizo deste-rrar mucha gente. Y él mismo fue un eterno desterrado, hasta cuando ocupó la Presidencia de la República”(4-5).

Se trata, claro está, de un eviden-te proyecto para denigrar e injuriar a

vistas durante los años que interesan. El que no lo documente como un texto que apare-ció en Cervantes sí nos resulta extraño, espe-cialmente en vista de que tenemos a mano una fotocopia del artículo. Seguramente esto se deba a que del Greco, en lo que toca a las dos revistas en cuestión, pareciera re-petir lo que Carlos Lozano, Rubén Darío y el modernismo en España, 1888-1920, New York, Las Américas Publishing Co., 1968, ya había recopilado, y éste, sin duda, no tuvo acceso a la colección completa de Cervantes.

10 Este –recogido también por Abel Romeo Castillo, si bien éste parece confundir el año, dice 1914, ver nota 3– apareció originalmen-

te en el ensayo “Ecuador”, en Mundial París, marzo de 1912; después Darío incorporó ese texto como uno de los capítulos de su Prosa política (Las repúblicas americanas), t. XIII de sus Obras completas, Madrid, editorial Mun-do Latino, 1918, 161-169 (téngase en cuenta que hacia marzo de 1912 acababa de morir horrendamente asesinado Alfaro).

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a un “hombre anciano y fatal que no murió ni en la belleza de la idea ni en el batallón de su carrera” (3-4).

Solo después de haber estable-cido esas premisas (inclusive la re-ciente muerte de Alfaro), se procede a representar a Alfaro y a propinarle atributos y conexiones personales que rezuman una agenda política y cultu-ral por parte de Darío –agenda que responde a la específica circunstancia histórica ecuatoriana y que, de hecho, se explaya y remite al horizonte his-panoamericano.

Darío empieza por caricaturizar la figura física de Alfaro:

Un viejo, bajito, canoso, con una barbi-lla Napoleón III, tímido, ojos de ardi-lla, andaba por allí rodando y hacien-do revolución; pues ese desventurado político de nuestra criolla sociabilidad hispanoamericana, de “por allá”, era la encarnación de lo que dejó en litera-tura Montalvo.12

Más adelante comenta Darío, con evidentes rodeos, que se dice del “ob-tuso” Alfaro que éste “enviaba cheques de vida a Juan Montalvo a París” (5).

Darío pormenoriza que Alfaro

[t]uvo dos águilas encadenadas. Es decir, una, Montalvo, porque Vargas Vila desde el fondo exclusivo y egoísta de su genio, me dijo, y podría recordar

Alfaro, para contrarrestar su memoria y la consecuente amenaza que la mis-ma suponía en las luchas ideológicas del Ecuador. Mas la cuestión es cómo Darío lleva a cabo su objetivo y por qué sometió la autoridad de su plu-ma a la autoridad del poder Ejecutivo ecuatoriano, a la tarea de vilipendiar a Alfaro.

El procedimiento es algo similar al que se observa también en la silue-ta sobre Plaza, salvo que aquí resalta una patente actitud negativa. Darío recurre a la anécdota, en este caso a la referencia sobre cómo conoció a Alfa-ro en el sepelio de José María Castro (1818-1892), benemérito expresidente de Costa Rica. Antes de precisar de-talles sobre ese encuentro con Alfaro, Darío procede, sin embargo, a inter-pelar al lector dictándole un doble marco ideológico. En el primero avisa a su cosmopolita público de Buenos Aires que les va a relatar un inciden-te biográfico que le ocurrió a él en un mundo de “tierra caliente”, pero que para entenderlo importa tener “com-prensión del medio”; por eso amones-ta a sus lectores que tengan presente su “intelecto en ese medio”, el inte-lecto de Darío, se entiende, intelecto que él, Darío, auto proclama como “Prosas profanas en tiempo de Rozas (sic)”.11 El segundo marco ideológico resulta una suerte de prefacio para la anécdota sobre Alfaro que Darío va a relatar. A aquél lo conceptúa allí como

11 Juan Manuel Ortiz de Rosas (1793-1877), dictador, general y político argentino. Hasta los tiempos de Darío no era raro escribir el apellido del mismo con “z”, Rozas.

12 Esa alusión no podría ser más injuriosa–parece evidente que lo que pretendía Darío era fijar correspondencias entre Alfaro y los dictadores ecuatorianos a quienes Montalvo vituperó, especialmente a Veintimilla en Las catilinarias (1880-1882).

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hasta sus palabras, el desdén que le inspiraba su favorecedor, muy medio-cre de Roma. Por otra parte, cuando Vargas Vila revele cosas…(5).

La crónica se cierra exponiendo que Alfaro “era un anciano inquie-to, cuya presencia era un síntoma de nerviosidad en cualquiera de aquellas repúblicas pequeñas”. Darío se inte-rroga qué elogio podría hacerle él al caudillo ecuatoriano. A lo cual respon-de, y con no poco de escarnio, con lo que él dice ser una “oración fúnebre” in memorian, “oración fúnebre” que no es más que un dictamen que reduce a Alfaro a ni más ni menos que a “–¡Un gaucho en el Chimborazo!” (4-6).

El porqué Darío rindió su pluma para denigrar a Alfaro “podría” en-tendérselo en términos de su presunta identificación con un proyecto social continental que proponía la moder-nización y el cosmopolitismo frente a intereses locales y frente a caudillos vistos como primitivos y retrógrados. Y podría también añadirse, en benefi-cio y justificación de Darío, que la re-presentación que éste hizo de Alfaro respondía a un ideal americano con-tinental, ambiguo y paradógico, que se amparaba en el presunto valor po-sitivo del progreso, identificado éste con las pautas de lo que ese progreso significaba para la metrópoli.

Igualmente plausible, sin embar-go, y ya teniendo en cuenta las luchas ideológicas ecuatorianas y de allende, es que Darío haya sometido la auto-ridad de su pluma por razones pura-mente personales que a la larga sugie-ren, por contigüidad, que el letrado

está sujeto y se adhiere como cual-quier otro a intereses y complicidades del poder hegemónico. Uno de los ardides del intelectual de esa calaña sería también, y ello no constituye sor-presa alguna, la de legitimar el poder de un gobierno en vigencia. Y era Pla-za quien en aquel momento se hallaba en la silla presidencial ecuatoriana.

Largo sería entrar aquí en la “gue-rra civil” que se libró dentro del Par-tido Liberal ecuatoriano entre alfaris-tas y placistas. Mas no se descarte el poder subversivo que las ideas colec-tivas y el programa de gobierno que representaba la figura de Alfaro se-guían teniendo; aun muerto, aquéllas se mantenían en vigor y no dejaban de constituir una amenaza al sistema de poder instituido. Para entender bien la situación, no habría más que inventariar las muchas montoneras y levantamientos insurgentes que en nombre de “la alfarada” se propug-naron en contra del régimen que do-minaba en Quito (baste recordar los nombres de caudillos como Montero, Concha, Bowen, Serrano y Lastre, en-tre otros).

Darío se alineó implícitamente, por qué dudarlo, con Plaza. El precio no lo sabemos. Claro está, sin embargo, que en su anécdota sobre Alfaro, Darío tra-tó de protegerse de cualquier presunta o legítima acusación, arropándose con el manto del hombre culto y cosmopo-lita que defendía la “civilización” fren-te a la “barbarie”. Él, Darío, era “Prosas profanas en tiempos de Rozas”; Alfaro sería, siguiendo al revés esa analo-gía, un gaucho más como Rosas. “Un

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gaucho en el Chimborazo”. La corres-pondencia Rosas: Alfaro no podría ser más contundente. De ese modo, alusi-vamente, Darío identifica a Alfaro con los atributos del caudillo Juan Manuel de Rosas que Esteban Echeverría y D. F. Sarmiento, e.g., ya habían condena-do en “El matadero” y en Facundo, res-pectivamente (pero téngase en cuenta que por esa vía –quizá a despecho de Darío– y como para complicar su ubi-cación en el contexto de ese pasado histórico, Alfaro empalma también con la figura del Libertador. ¿Acaso Sarmiento, en la “Introducción” a su célebre obra, no identificó “al inmor-tal”, al “gran Bolívar”, dentro de esa tradición?).

En todo caso, insinuamos antes sobre “el precio” de los comentarios de Darío porque hay una serie de fac-tores insinuantes que probablemente alentaron, y precisamente en 1914, la publicación de Films de París en que figura Alfaro. Resulta que ese mismo año, y ello es al menos sugestivo –es-pecialmente a la luz de lo que dice Darío sobre Vargas Vila en el escrito en cuestión–, se anunciaba La muerte del cóndor, la apasionada y tendencio-sa biografía, a tono epopéyico, que es-cribió Vargas Vila sobre Alfaro.

O bien por vía directa, o gracias a quien se lo comunicare, Darío debía de estar al tanto de que el libro de Vargas Vila era un enaltecimiento del héroe y no, como él mismo maliciosamente lo insinuaba en el susodicho Films de París, un agravio que pondría de ma-nifiesto “el desdén que le inspiraba su favorecedor,” Alfaro, a Vargas Vila.

¡No hay tal cosa!Bien visto el asunto, pues, es lícito

conjeturar que Darío no se proponía otro objetivo que desvirtuar y des-prestigiar de antemano el libro que Vargas Vila venía anunciando. La po-litiquería que rezuma del discurso del célebre nicaragüense no podría ser más clara. Pero, otra vez en favor del magno Darío, no se olvide que en 1914 éste se hallaba ya en plena decadencia física; y sabido es, también, que vivía sus aristocráticos lujos gracias al apo-yo de reyes burgueses. ¿Y por qué no entre estos los afectos a Plaza?

***La muerte del cóndor es precisa-

mente eso, un elogio de Alfaro, un verdadero panegírico, rebombante de incontenida admiración conforme se lo aprecia en las siguientes frases de Vargas Vila:

Cuando esos pueblos, cercanos al tró-pico, sacudiendo sus cadenas, vuelvan a tener conciencia de sí mismos… mi-rarán la sombra augusta de ese Gran-de Hombre desaparecido, como el más alto Símbolo de Libertad, surgido bajo sus cielos, después de que los Héroes de la Independencia, se durmieron en sus tumbas; porque Eloy Alfaro, fue eso: el HOMBRE SÍMBOLO; el más alto y más genuino representante, del tipo heroico, más reflexivo, más puro, y más completo, que aquel que soñó el cerebro atormentado de Carlyle.Alfaro, fue el guerrero-apóstol; la en-carnación del héroe idealista, en su más prodigiosa y noble realización; solo tres hombres significativos, tres encarnaciones de pueblos, han surgi-do en América después de Bolívar.

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Benito Juárez. José Martí. y, Eloy Alfaro;y, a Alfaro, le tocó ser el último Liber-tador, en un mundo que ha apostatado tan cobardemente la Libertad; (1914, 43-44).

La diferencia con lo expresado por Darío no podría ser más patente. Pa-tente es también que por ningún lado de la obra de Vargas Vila se insinúa “desdén” alguno hacia Alfaro. Esto lo reservó, ¡y con creces!, para Leonidas Plaza, de quien dice Vargas Vila que si a algún grupo pertenece,

pertenece, a los rastreros, a los silen-ciosos, a los vertebrados inferiores; es de la raza de las víperas; Plaza es un asqueroso embrión … repugnante … larvado … Plaza, rompe con el molde de lo pequeño, para entrar en lo ínfi-mo … Plaza [es] decadencia, física, decadencia moral, atrofia intelectual; un residuo de raza en descomposición (1914, 125-27).

Todo el fanático e inflexible par-tidismo promulgado por alfaristas y placistas se pone allí de manifiesto. La diatriba es agente de la ideología. El servicio de la pluma de letrados a los intereses y manipulaciones de un sistema de poder son irrebatibles. Es el mismo Vargas Vila, sin embargo, quien en el prólogo a la segunda edi-ción de su libro, en 1921, se encarga de documentar hasta qué punto la letra participó en la encarnizada y fratricida lucha de los liberales ecua-torianos. Plaza, anuncia Vargas Vila, “había podido arrojar al Héroe fuera de la Vida, pero, no podía arrojarlo

fuera de la Historia; … había podi-do hacerlo entrar en la tumba, pero, no había podido hacerlo entrar en el Olvido” (1921, XI). Silenciar e injuriar la memoria de Alfaro era el objetivo. Por eso, cuando primero apareció La muerte del cóndor (1914), el poder ins-tituido, el Estado ecuatoriano –refiere Vargas Vila en el “Prefacio” a la “edi-ción revisada y corregida” de 1921– movilizó contra la edición príncipe del libro todos los medios de expre-sión a su alcance (1921, VII-XXV). ¿In-cluso la autoridad y el prestigio de la pluma de Rubén Darío?

Que la idea Alfaro no claudicó y que siguió siendo un vigente gri-to subversivo de lucha en el Ecua-dor lo comprueba la historia. Que se persistió en desacreditarlo, igual. La disputa sobre la memoria de Alfaro no oculta su verdadero cometido, la lucha por el poder. Una ilustración bi-bliográfica, parcial, la clarifica.

En 1912, Porfirio Bárbara Jacob dio a luz en Madrid su edición de los Siete tratados de Montalvo. La conexión Alfaro/Montalvo era archisabida y no podía ir sino en contra del grupo liberal identificado con Plaza. Asimis-mo, en 1916, Raúl Andrade publicó en Nueva York su Vida y muerte de Eloy Alfaro. En 1917, a su vez, Rufino Blan-co Fombona incluyó a Montalvo entre sus Grandes escritores de América, edi-tado en Madrid.

Dentro de ese ámbito, cabe pre-guntar, por ejemplo, si fue mera coin-cidencia que la revista de vanguardia madrileña Cervantes, a principios de 1918, reimprimiera póstumamente

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Films de París en que Darío había vi-lipendiado la figura de Alfaro. Segu-ramente no, especialmente si se tiene en cuenta que el crítico quiteño Cé-sar Arroyo –quien en ese entonces se desempeñaba desde ya hacía varios años como representante consular del gobierno ecuatoriano en España– era, junto con Rafael Cansinos-Asséns, co-director de Cervantes.

¿Quién se impuso en esa lucha de las palabras por la “esfera pública”? (valga la alusión a Habermas). Claro está que en el Ecuador, y más en la Costa y en Manabí, la figura de Alfaro ha logrado con el tiempo proporcio-nes míticas.

Ahora bien, de todo lo expuesto se deriva por vía directa que el poder do-minante y la cultura letrada instituida se corresponden, según y conforme a participación en una causa mutua, a intereses personales o a intereses ideológicos promoviendo un interés social. El presunto apolitismo de los modernistas, y de Darío en particular, es cuestionado aquí una vez más; y, como juicio lato, resulta equívoco. A su vez, las maquinaciones del poder hegemónico y de la representación de ese poder, el líder político, en su fun-ción de mecenas de intelectuales, caso Vargas Vila, es igualmente irrefutable.

Ni en el caso de Darío ni en el de Vargas Vila cabe hablar de un discurso contestatario, representativo de gru-pos emergentes, al margen del poder.

Lo que queda en claro es que si bien Alfaro se halla presente en los escritos de Martí, Darío y Vargas Vila, la actitud de cada cual difiere confor-

me a la causa política y cultural que auspicia el uno, y a los intereses per-sonales del otro. Los juicios en cada caso responden a una perspectiva de-terminada que exige ubicación dentro del contexto histórico.

Queda claro que, en los casos de Darío y Vargas Vila, la letra es un ins-trumento del poder; y, que lo que en el fondo rezuma de los varios escritos es la disputa por la esfera pública en que se mueven y desenvuelven las ideas que afectan la vida política de la ciuda-danía, disputa por la opinión pública que a la vez, por contigüidad, alude a una preocupación por el destino y la pauta a seguir de América Latina. Este último factor se lo evidencia y sintetiza por medio de múltiples disposiciones antitéticas: continentalismo/nativis-mo; arielismo/calibanismo; cosmopo-litismo/tierras calientes; y, poder/lite-ratura –en fin, la crisis que representa el paso a la modernidad.13

***Y para concluir con Martí, está

claro que una idea es difícil de atajar. La idea Alfaro perdura precisamen-te porque llegó a constituirse en una expresión indeleble de su tiempo. No así la anécdota de Darío. Y tampoco la de Vargas Vila. Tampoco la de Vargas Vila debido a la redundante exalta-

13 Además del citado libro de Ángel Rama, véanse sobre el tema los estudios de Aníbal González (La crónica modernista hispanoameri-cana, Madrid, José Porrúa Turranzas, 1983); y, de Julio Ramos (Desencuentros de la moder-nidad en América Latina. Literatura y política en el siglo XIX, México, DF, Fondo de Cultura Económica, 1989).

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ción del héroe y a la diatriba sin más de contrincantes que resulta hoy una extensión y un previsible instrumen-to más de los medios del poder. No obstante, Alfaro sigue vigente. Tanto es así que los ideales que él represen-ta permiten que aun en 1979/1981 se escriba con exaltación acerca de su inquebrantable identificación con la causa cubana de fines del siglo pasa-do y, por extensión, con la de la Cuba de solo quince años ha.14

Por eso y por muchas razones más, y en vista del centenario de la

14 Así el mencionado artículo de Jorge Pérez Concha, nota 3, que primero fue una “con-ferencia sustentada en la isla de la Juven-tud, por invitación del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), el 23 de enero de 1979”, p. 162.

Revolución Liberal de 1895 que el lí-der de Montecristi capitaneó, Alfaro exige una nueva lectura crítica. Hay que ver a Alfaro no solo para izar un estandarte provinciano de grandeza o de patriotismo local –manabita, cos-teño o ecuatoriano–, sino para volver a indagar y formular y recuperar su figura en tanto nos anima a realizar una visión del futuro que arranque, sí, de la suerte inmediata de estas tie-rras, pero que se proyecte hacia una visión iberoamericana y global.

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orígenes de los zeVallos en el eCuador Javier Gomezjurado Zevallos*

Advertencia al lector

En 1995 apareció la obra Zevallos en Portoviejo y Guayaquil, de Juan Zevalos Chevasco que recogió algunas líneas de este antiguo apellido diseminado en las actuales ciudades costeñas de Portoviejo y Manabí; trabajo que en varias líneas e información adicional fue completado por Fernando Zeva-llos Ross con otro similar, el mismo que se publicó en 1996. Ambos traba-jos recogen información interesante, aunque incompleta, sobre esta familia que se ha dispersado por los diversos rincones del país.

Ello nos ha motivado a preparar una obra de próxima aparición que se titulará “Los Zevallos en el Ecuador”, que recopila y actualiza una vasta in-formación histórica y genealógica del sinnúmero de miembros de este ape-llido. Sin embargo, en esta entrega ofrecemos una pequeña síntesis de lo que será nuestra obra.

Preliminar

El apellido Zevallos, con sus va-riaciones Zeballos, Cevallos o Ceba-llos, es uno de los más difundidos en Iberoamérica; y proviene de Castilla, de la merindad de Trasmiera (San-tander), desde donde se extendió por

toda la península y posteriormente a América. Se origina en época de la

Reconquista y la guerra contra los mo-ros, en que se decía que había que dar de darles de comer hasta el hartazgo

* Historiador, Doctor en Sociología y Ciencias Políticas y Magíster en Desarrollo. Docente Universitario. Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia, y de la Academia Nariñense de Historia. Autor de varios libros y artículos monográficos sobre temas históricos, genealógicos, sociológicos y costumbristas. ([email protected]).

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(a los musulmanes) para que les sea más difícil defenderse y así vencerlos con facilidad.1

Provendrían de Ossana, la hija de un antiguo rey visigodo, la cual nació por el año 660 y quien casó con Febo, hermano del duque Erducio.2 Sin em-bargo, su línea genealógica se remon-ta a Fernán García, Señor de Cevallos, quien vivió por el año 1097 y fue casa-do con Estefanía de Armengol. Su ta-taranieto Ruy González de Cevallos, nacido hacia 1195, fue el primero que firmó Cevallos; estuvo casado con Te-resa González Girón y Rodríguez de Lara y dan origen a los Cisneros y a los Cevallos.3 Solo a manera de curio-sidad, sus armas universales son: en campo de plata, tres fajas de sable; bordura jaquelada de oro y gules en

dos órdenes; con el lema en la parte inferior que dice: “Es ardid de caballe-ros, ceballos para vencellos”.

Los Zevallos en la antigua región de Quito

En el antiguo país y región de Qui-to, que abarcaba buena parte de nues-tro actual Ecuador, los Zevallos (Ce-vallos) aparecen desde mediados del siglo XVI, cuando Álvaro de Cevallos y Herrera, nacido por 1540 en el valle de Toranzo, en la región de Santander, e hijo de Suero de Cevallos y de doña María de Herrera, y casado con Cata-lina Silva y Ocaña (hija de Andrés de Ocaña y de Leonor de Silva), natural de Madrid, obtienen pasaporte el 18 de febrero de 1567 para pasar a Quito.4

Otros Cevallos en nuestro actual territorio son: Fernando de Cevallos y Velasco, a quien el 1 de enero de 1657, en Quito, se le entregó la vara y se prestó juramento como Alcalde la San-ta Hermandad.5 Asimismo, aparece en Otavalo un Manuel de Cevallos y Ve-lasco, casado con doña Mariana Rodrí-guez, quien fue escribano de Otavalo de 1689 a 1693; y escribano en Quito en diversos años entre 1693 y 1713.6 De igual manera, encontramos al capitán don José de Cevallos y Velasco, quien es electo en 1708 como Regidor del Cabildo de Quito; y a Nicolás de Ce-vallos y Velasco, alcalde ordinario del cabildo de Quito en 1709;7 entre otros que utilizaron el apellido Cevallos y Velasco.

De igual manera encontramos a don Miguel (nacido por 1711, pues

1 Cfr. <http://anecdotasmoleskine.blogspot.com/2007/06/de-donde-venimos-los-ze-ballos.html>.

2 Salvador de Moya, “Familias Reais”, en Anuario Genealógico Brasileiro, Río de Janei-ro, Edicao da Revista Genealógica Brasilei-ra, 1947, p. 6.

3 Fortunato Escribano de la Torre, Peñafiel, Notas históricas, Valladolid, Estudios Peña-fielenses, Castilla y León, 2a. ed., 1977, p. 180.

4 Archivo General de Indias (AGI), Sevilla, Signatura: Pasajeros, L. 5, E. 330.

5 Libro de Cabildos de la Ciudad de Quito: 1650-1657 (versión de Gustavo Chiriboga C.), Quito, Publicaciones del Archivo Munici-pal de Quito, Imprenta Municipal, 1969, pp. 447, 451-455.

6 Instituto Otavaleño de Antropología, Archi-vo, Sección Protocolos (1689-1693); y Archi-vo Nacional de Historia, Quito (ANH/Q), Fondo Notarial, Serie Protocolos (1693-1713).

7 Archivo Metropolitano de Historia, Quito (AMH), Actas del Cabildo, 1708-1709.

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en 1743 declaró tener 32 años), don Joaquín, don Ventura, doña Ana Ma-ría y doña Rosa Viterba de Zevallos y Velasco, todos hermanos e hijos legíti-mos de doña Jacinta Sosa, hija a su vez del capitán Francisco de Sosa, Regidor Perpetuo de la Villa de San Miguel de Ibarra.8 Finalmente, tenemos a un Mi-guel Antonio de Zevallos y Barroso, b. el 15 de noviembre de 1744, e hijo de don Miguel de Zevallos y de doña María Barroso;9 que eventualmente podría ser hijo de Miguel de Zevallos y Velasco y Sosa, aunque no se lo ha demostrado hasta la actualidad.

El tronco primigenio de los Zevallos en el actual Ecuador y su descendencia

Hasta el momento, y de forma do-cumentada, el tronco primigenio de los Zevallos en el actual Ecuador es el capitán Miguel de Zevallos y Velas-co, de quien desconocemos los nom-bres de sus padres. Hasta no hallar información totalmente verificada, no podemos aseverar que se trate del mismo Miguel Antonio de Zevallos y Barroso, antes citado. En este sentido comienza la genealogía de los Zeva-llos con:

ICap. Miguel Antonio Zevallos y Velas-

co, nació por 1722. Fue testigo en enero de 1759 del matrimonio de Juana Doro-

tea del Barco Lor, casada en Portoviejo con el gallego José Manuel Guerrero. Tuvo casa en Guayaquil, que la perdió en el incendio de 1764. Fue nombrado Teniente de Gobernador y Justicia Ma-yor de San Gregorio de Portoviejo, por título que se expidió en Santa FE (hoy Bogotá), el 22 de diciembre de 1764 por el Virrey de Nueva Granada. Se pose-sionó y juramentó el 5 de julio de 1765 en Guayaquil.10

El 15 de junio de 1765, Pedro Al-cántara de Lor, vecino de Portoviejo, le siguió querella civil y criminal por los excesos cometidos contra su persona; razón por la cual Zevallos debió aban-donar el lugar.11 En 1780, aparece como Teniente de Gobernador de Tumaco, donde el negro liberto Vicente Cruz le sigue causa criminal por la arbitraria privación de los bienes que éste los ob-tuvo con su trabajo.12 Esta causa segui-da en contra de Zevallos y sus abusos, continuará por algunos años, y el 7 de marzo de 1787 se desarrollará una re-lación del proceso que incluirá la tasa-ción de costas judiciales.13

Casó en Portoviejo hacia 1765 con doña Juana Dorotea del Barco y Lor (viuda de don José Manuel Guerrero). Doña Juana Dorotea había nacido por 1739, fue hija del capitán don Antonio del Barco y Ecay, n. de Bilbao por 1700 y de doña Rosa de Lor Macías, n. por

8 Archivo Pedro Robles Chambers, Guaya-quil (dato del Archivo del Arzobispado de Lima, Sección Apelaciones de Quito, 1743).

9 Archivo Ezio Garay Arellano, Guayaquil.

10 Fernando Zevallos Ross, “Los Zevallos de Manabí”, en Ecuador Raizal, Quito, SAG No. 86, 1996, p. 209.

11 ANH/Q, Fondo Corte Suprema, Serie Cri-minales, Caja 52, Exp. 10.

12 Ibíd., Caja 87, Exp. 1.13 Ibíd., Caja 126, Exp. 19.

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1705 y quien testó el 26 de septiembre de 1783. Nieta paterna de don Juan Ventura del Barco y de doña Ignacia de Ecay; nieta materna del capitán Juan de Lor, n. en Alicante y de doña María de Macías, n. e Portoviejo.14

Fueron sus hijos:1. Don José Mariano de Zevallos y

del Barco, que sigue en II A.2. Doña Dolores de Zevallos y del

Barco, n. por 1767.3. Doña Irene de Zevallos y del Bar-

co, n. por 1768.4. Doña Gertrudis de Zevallos y del

Barco, n. por 1769.5. Doña Rosa de Zevallos y del Bar-

co, n. por 1771. Casó con Paulino Peláez, con descendencia.

6. Doña Ramona de Zevallos y del Barco, n. por 1772. Casó con don Francisco de Mendoza, con des-cendencia.

7. Doña Jacinta de Zevallos y del Barco, n. por 1774. Casó con Pedro José Zedeño, con descendencia.

8. Don José de Zevallos y del Barco, que sigue en II B.

IIA. Don José Mariano Zevallos y del

Barco, nacido en Portoviejo hacia 1766. Estudió en Quito donde egresó de Derecho. Luego de cumplir servicio militares al Gobierno español, retornó

a su ciudad natal donde tuvo vivien-da, además de un valioso predio en el recinto “El Guabito”. Además, en la zona montañosa de Vuelta Larga, hoy jurisdicción de la parroquia Santa Ana, adquirió por posesión una exten-sa zona, formando una hacienda ga-nadera, con cultivos de café y cacao.15

En septiembre de 1818 aparece como Teniente de Dragones, y aso-ma como testigo en el juicio seguido contra José Manuel Nevárez por ha-ber dejado entrar a los sediciosos de Brown. Ese mismo año viajó desde Portoviejo a Montecristi con 25 hom-bres, en auxilio de este pueblo. Por esa época firmaba como “Ceballos”.16

El 1 de enero de 1822 es designado como escrutador cuando se nombró a los miembros del primer ayunta-miento de Portoviejo;17 época en la que además fue delegado ante el Co-legio Electoral de Guayaquil en 1822. Su nombre figura grabado en la Co-lumna de los Próceres al 9 de Octu-bre en el parque de El Centenario de Guayaquil.

Posteriormente, fue coorganizador del batallón Olmedo de Portoviejo. Vi-vió en Guayaquil, en 1832 en casa de Mercedes Sánz, que quedaba en la oc-tava manzana o también llamada “de Espantoso”, la misma que quedaba por detrás del San Juan de Dios. Para esa época ya firmaba como “Zevallos”.18 Hacia 1846 fue Presidente del Munici-pio de Portoviejo, y falleció en 1850.

14 Archivo Javier Gomezjurado Zevallos, Quito.15 Zevallos, op. cit., p. 210.16 Juan Chacón, transcriptor, “Sobre justifi-

car la entrada de enemigos en el pueblo de Montecristi”, en Revista del Archivo Históri-

co del Guayas, No. 9, Guayaquil, AHG, 1976, pp. 63-88.

17 Archivo Javier Gomezjurado Zevallos, Quito.18 Zevallos, op. cit., p. 210.

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No. 35 • Un encuentro con la historia

Casó primero con María Ramona Velásquez Zambrano, nacida en Pi-chota; hija legítima de José Filiberto Velásquez y María Luisa Zambrano, también naturales de Pichota. Al na-cer su primogénito, su esposa falleció de parto; y Mariano casó por segunda vez, por 1815, con doña Ascensión o Asunción Intriago Moreira, nacida por 1791, e hija de don Bautista Sánchez de Intriago y Loor y de doña Francis-ca Moreira y Burgos. Nieta paterna de Simón Sánchez de Intriago, natural de Asturias y de Verónica de Loor. Nieta materna de don José de Moreira y de doña María Magdalena de Burgos.19

Del único hijo de José Mariano Ze-vallos del Barco en su primer matrimo-nio, llamado José Miguel Zevallos Ve-lásquez, provienen buena parte de los Zevallos de Manabí, entre los que se cuentan los Zevallos Madroñero, Zeva-llos Farías, Zevallos Holguín, Zevallos Intriago, Zevallos Moreira, Zevallos Acosta, Zevallos Vera, Zevallos Marzu-millaga, Zevallos Mora, Zevallos Ross, Zevallos Mendoza, entre muchas más; así como el autor del presente artículo Javier Gomezjurado Zevallos.

Asimismo, de José Zevallos Intria-go, primer hijo del segundo matrimo-nio de José Mariano Zevallos del Bar-co, proviene otra línea de los Zevallos de Manabí, entre los que están las familias Zevallos Briones, Zevallos Aguirre, Zevallos Vera, y otras.

De Simón David Zevallos Intria-go, segundo hijo del segundo matri-monio de José Mariano Zevallos del Barco, proviene una buena parte de los Zevallos de Guayaquil, entre los

que se anotan los Zevallos Mendoza, Zevallos Zambrano, Egas Zevallos, Zevallos Menéndez, Zevallos Salazar, y otras familias.

De Mercedes Zevallos Intriago, también hija del segundo matrimonio de José Mariano Zevallos del Barco, provienen las familias Loor Zevallos, Loor Izaguirre, Vásquez Loor, Vera Loor, Loor Cevallos, y otras.

Finalmente, de Joaquín Zevallos Intriago, otro hijo del segundo matri-monio de José Mariano Zevallos del Barco, proviene otra línea de los Ze-vallos de Guayaquil, así como de Por-toviejo y Quito, entre ellos los que se cuentan los Zevallos Chiriboga, Coro-nel Zevallos, Zevallos Jijón, Zevallos Reyre, Schiacaluga Zevallos, Zevallos Pérez del Castillo, Alcívar Zevallos, Zevallos Vargas, Delgado Zevallos, Pesántez Delgado, y otras familias.

IIIB. Don José Zevallos y del Barco,

nacido en Portoviejo por 1776. Hizo sus estudios, como su hermano José Mariano, en las ciudades de Quito y Bogotá. Tuvo vivienda y hacienda en el recinto “El Guabito” de Portoviejo, y otro que heredó en Riochico. Fue ca-sado con Francisca Guillén, nacida en Portoviejo por 1790.20

De su primer hijo, Marcos Zeva-llos Guillén, provienen los Cevallos Vera de Guzmán, Cevallos Mieles, Cevallos Macías, Cevallos Mera, Ce-vallos Zubiaga, Mora Cevallos, Ce-

19 Archivo Pedro Robles Chambers, Guayaquil.20 Zevallos, op. cit., p. 240.

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vallos Santos, Balda Cevallos, Loor Cevallos, Cevallos Valencia, Cevallos Bowen, Cevallos de la Jara, Banegas Cevallos, Cucalón Banegas, y otras familias de Manabí que firmaron con “C” el original apellido.

De su segundo hijo, Miguel Ze-vallos Guillén, proceden los Cevallos Mora, Cevallos Intriago, Cevallos Villavicencio, Cevallos Muñoz, Ce-vallos Intriago, y otros que también firmaron el apellido con “C”.

De su tercer hijo, Mariano Zeva-llos Guillén, descienden los Ceva-llos Vera, Cevallos Ponce, Cevallos Sabando, Cevallos Farías, González Cevallos, Cevallos Peñafiel, Cevallos Morán, Cevallos Acuña, Cevallos Pe-ralta, Fernández Cevallos, Cevallos Barrezueta, Cevallos Giler, y otras fa-milias, que también firmaron el ape-llido con “C”.

Colofón

De este corto trabajo podemos ad-vertir que casi todos los Zevallos de Manabí, Guayas, El Oro y Quito; así como gran parte de los Cevallos que firman con “C” en Manabí, provienen del Cap. Miguel Antonio de Zevallos y Velasco, nacido en el primer cuar-to del siglo XVIII y casado con doña Juana Dorotea del Barco Lor. Miles, de descendientes de este matrimonio pueblan el Ecuador de hoy, y quizá solo unos pocos conozcan su remoto origen.

San Francisco de Quito, octubre de 2012

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en la tuMBa de don pedro ferMín CeVallos. 2012

Pedro ReinoDiscurso de homenaje

Ambato, lunes 30 de julio de 2012

Estar en una tumba, en su pro-pia tierra, después de haber sentido que los huesos no son

fetiches expuestos al morbo vacuo del tótem, debe ser como llegar al hogar a descansar en esa paz que late con una palpitación que se nutre del olvido. Todavía nuestra lucha lo vamos sin-tiendo como una obsesión dubitante por aferrarnos a los cadáveres, o por aferrarnos a las memorias, entendi-das como ejercicios renovables bajo el paradigma de las vidas. Ahora nos damos cuenta que aquí, también los cofres mortuorios se han estacionado en su viaje, en muchos casos, igual que sus intérpretes. Soy parte y tes-tigo oficial de controvertidos latidos sociales. Quisiera que todas las con-vergencias dieran con un crisol, pero esto también es un deseo innecesario pensando en que el ser humano y los estratos de clase y de cultura, que son los que hacen nuestra vida, bajan marcados a la tumba.

Hablar de quién fue, de quién es y de quién soy o somos en el aho-ra vigente de latidos; con aciertos y equivocaciones, son cosas tan distin-tas que pueden caer en parafraseolo-gías que llenan los espacios, más de

ruidos que de armonías. Hablo ahora sobre una tumba, y esto implica que algo sagrado debe acudir a mi me-moria para no perder el respeto a la muerte, que es la que se engulle todas nuestras trascendencias. Respetar el

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silencio de los muertos debe ser senti-do no solo como respetar a la palabra dormida, o contenida tras los labios, sino reprimida por la eternidad, con el peso de una tempestad truncada.

Don Pedro Fermín, en su tiempo y en su espacio, fue dejando sus ojos, sus pisadas y sus constancias en los libros de esta tierra. Dejó su cabalgadura y sus apuntes para que pasemos secreta-mente a buscar los datos en la constan-cia de su memoria. Y con su testimonio ha pasado a nuestro imaginario como el historiador, el lingüista, el jurista, el mecenas espiritual, a quién ahora lo rememoramos como fruto de la tierra, y quien sabe más, como semilla que vuelve a su suelo nutriente del que nos alimentamos. Nació en Ambato un 7 de julio de 1812, y murió en Qui-to el 21 de mayo de 1893. Nació, creció y participó en una época en la que los patriotismos y los nacionalismos ger-minaban enredados entre rifles y sota-nas. El membrete de las luchas, siem-pre se ha llamado “libertad”; y para la nuestra, cantaleteada de rememora-ciones, realmente es algo amorfo que escapa a nuestras enmarcaciones. Los que verdaderamente pugnaban por ella, es decir, los indios y los negros con sus correspondientes mestizos, cholos, mulatos, zambos y de otras categorías socialmente reprimidas, no tuvieron la fuerza ni los ideólogos que les enca-minaran con sus ansias, hacia el logro de un cambio de estructuras desde sus perspectivas de vida y de lo que se lla-ma felicidad.

Indudablemente que don Pedro Fermín debió haber “padecido” y to-

mado partido en la estructuración de estas desgarraduras que ahora se lla-man repúblicas. Ahora comentamos a destiempo cuando ya los huesos políticos se nos han calcificado y en-durecido con todas nuestras lesiones. Ecuador, como Estado, nació y creció con Pedro Fermín Cevallos, heredero de don Pedro Fernández de Ceva-llos que fue un administrador de la cosa pública al servicio de la Corona española; de don Mariano y de Vic-toria Villacreses. No debe haber sido fácil adoptar una conducta diferente, habiendo teniendo un notable ante-cesor “colonial”, el Justicia Mayor; y, de otra parte, un horizonte de “Inde-pendencia” administrable por el in-dianismo criollo, ansioso de poder y prejuiciado, quién sabe hasta hoy, de peninsulismo, como se evidencia en libros y en reseñas; es decir, en cons-tancias que pueden hacer sonreír a gente de formación. Lo que se hereda

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No. 35 • Un encuentro con la historia

no se hurta y lo que se piensa corre camino. Le tocó ser un eslabón del pa-sado con un presente inventado para las alucinógenas contiendas de nues-tra democracia. ¿Será por eso que nos enorgullecemos de nuestros escudos con cadenas y lo mostramos como nuestros símbolos? Y lo que es más, de esto nos legó constancia escrita en su Historia del Ecuador. Mirando aho-ra estas constancias, dice Ayala Mora que don Pedro Fermín le tocó ser el historiador “oficial” de los “Señores de la Tierra”, así como se lo puede juzgar al propio crítico que me parece está mirándose en el espejo ajeno. Na-die puede sustraerse a su estrato de clase para presentarse cándido ante lo que no le pertenece, a no ser que se trate de un enajenado.

Luisa Futoransky desde Francia nos dice, en 1995, que “el gran delito de nuestra época, porque no está co-dificado por las leyes teológicas o se-culares, es la omisión. Mentir es peca-do, a veces delito, pero omitir, callar, dejar de lado, culpablemente, no”. La sentencia puede salvarle al historia-dor, pero el caso es que ha existido otra historia, la que vamos eviden-ciando con la investigación contem-poránea, como correctivo ante los vacíos de la interpretación racional de los hechos. Hemos vivido de las omi-siones y hemos desembocado en los grafitis vergonzantes, a falta de con-ciencia generacional. La gente ahora pintarrajea paredes para evidenciar los desconciertos muralísticos que re-flejan el vacío por la constancia de sus historias. Pensando en el historiador

hay que detenerse a meditar sobre los justificativos que son necesarios para llegar a ser personajes de antología: justificativos políticos, empresariales, genealógicos, patológicos, etc. Usted que está tras la muerte, don Pedro Fermín, me corregirá si estoy aluci-nando desvaríos.

Ahora sabemos que son las oli-garquías las que fomentan los na-cionalismos. Son las mentalidades capitalistas las que nos reclaman con discursos futbolescos aquello de que “debemos ponernos las camisetas” para ver si sentimos hacia adentro lo que quiere algún director técnico que pelea en las contiendas lúdicas circen-ses y empresariales. Y en el Ecuador, la propia legislación ha impedido o permitido, según las circunstancias de los tiempos, que se haya practi-cado el “cambio de camiseta” o el “camisetazo” que evidencia que el único partido político serio sea el oportunismo. Indudablemente que esto es lo que tiene que objetivar un historiador. Desde luego que la tarea no va por caminos de flores, salvan-do a los reverenciadores de estatuas, más que de criterios y pensamientos con que proyectan el estatus quo de una época. Los nacionalismos han servido más para tener héroes, que representantes culturales y luchado-res por el humanismo. Y los héroes no son precisamente los que aportan con sangre, sino quienes manejan las estrategias. Nos pueden responder el soldado Pilco o cualquiera otro com-batiente caído en nuestras selvas. Los nacionalismos se fabrican con guerras

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en las que el Ecuador tiene dolorosos recorridos con experiencias frustran-tes para quienes sufrimos de patria, y hasta enfermamos de ecuatorianidad. Los garantes estoicos a quienes debe-mos la paz son sudarios de nuestras lágrimas, mientras los planificadores de nuestra identidad ponen bandera nacional en las tumbas y también en sus chequeras, pero solo hasta hacer el depósito en sitios incógnitos, don-de los dueños del mundo no necesi-tan sino del trabajo y de las luchas que se desarrollan en sus haciendas y parcelas repletas de civismos.

Esto lo supo don Pedro Fermín, cuando tuvo que asistir ante los que ahora son los abuelos de la patria. En eso estuvo en sus discusiones de la legislatura y de la Corte Suprema donde quedó su huella. Debió haber-lo sufrido pensando en estructurar un Ecuador nacido de las batallas inter-nas para hablar de libertad. ¿Qué es lo que realmente quería el político de su tiempo? Pues pongámonos a desen-trañar la herencia del historiador que hablaba de una libertad que significa-ba algo que se conseguía con armas y enfrentándose a los enemigos ex-ternos. Ahora las libertades son otra cosa. La subespecie que va a parar en una cárcel ni siquiera elucubra las nociones sobre la libertad que la lleva perdida, y esto qué importa entonces aunque estuviese fuera de unas rejas.

Es bueno rememorar ante la tumba de un historiador que vivió la transi-ción, que acá no estuvieron “españo-les”, enfrentándose contra criollos. Habían soldados que encarnaban al

criollismo sí, a favor de “nuestro ado-rado monarca Fernando VII”, peleán-dose con otros soldados que obedecían a Napoleón. Y hasta ahora, los “bene-ficiarios” de las contiendas vivimos cantaleteados de que, en el principio, luchamos contra los españoles, cuan-do en la propia España, diré que hasta ahora, no se ha constituido una espa-ñolidad ni siquiera en la historia pro-pia de su bandera que les rememora las luchas centenarias de las monarquías y de los fanatismos mesiánicos.

Converso en voz alta con la tierra que ahora cobija la vivencia de un hombre metódico e interesado en de-jarnos un sendero, por donde, intuyo, anhelaría que nos desenvolviéramos con estructuras jurídicas del respeto

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No. 35 • Un encuentro con la historia

mutuo. Converso con un hombre que fue tildado y estigmatizado de tener una vida desperdiciada, y que solo en su madurez sentó cabeza. Que haya sido como haya querido, pero a lo que ahora nos remitimos es a la herencia de su pluma testimoniadora. Tene-mos que expresar ante un patriarca de nuestra cultura, que el empeño prosi-gue como ejercicio de los caudillis-mos. Caso contrario, ¿por qué tene-mos tantas Constituciones? ¿Será que de tanta inteligencia política practica-da y demostrada, barajamos la estruc-tura de la patria según la jugada que calculamos? Digo esto porque Usted, don Pedro Fermín, no se interesaría mucho en su autobiografía, la que la vivió con el parto de la nación. Los herederos de sus genes no nos han entregado la continuación de sus me-morias y reflexiones. Las genealogías evidencian los distanciamientos con la genética. Ante sus cenizas hay que volver a encender los tizones de su ju-risprudencia para merecer su lumbre. Elogiar su dedicación ha de significar corresponder con creatividad, acorde a los nuevos tiempos, superando los pañales de la patria de su época, que se mezclaban con los rifles de las astu-cias en efervescencia.

Al margen de sus obligaciones profesionales, resaltamos ante su me-moria sus hitos vocacionales: el pe-riodismo, la historia y el apego a los manejos de la lengua. La estructura-ción de la Academia Ecuatoriana, de seguro fue un sueño para evidenciar que los ecuatorianos debíamos buscar solidaridades en los estudiosos y no

en los amiguetes, para proyectar con la palabra el torrente de nuestra cul-tura. Los esquemas no se han movido don Pedro Fermín, y todavía se cree en los aureolados normativos, antes que en los sociólogos del idioma que entienden el poder de las gramáticas, traspasen las puertas que su preocu-pación dejó fundadas en la Academia Ecuatoriana, que se creó después de la Colombiana. Nebrija lo dijo a la Reina de Castilla; y, Cevallos debió conocer las disputas que se daban en la vecina Colombia sobre el poder de la gramá-tica. Al Congreso iban los que sabía latín y retórica, Ahí está el Diccionario abreviado de galicismos, provincialismos y correcciones del lenguaje escrito por Rafael Uribe Uribe, a quien lo asesina-ron en 1914. En el Contrapeso conserva-dor estuvo don Miguel Antonio Caro. Cevallos también salió a la luz pública con Breve catálogo de errores en orden a la lengua y al lenguaje castellanos, con su catálogo de correcciones, en una patria analfabeta, plurilingüística e incipien-te. Hablando entre ambateños, nuestra preocupación idiomática ha sido uno de nuestros fuertes. Montalvo está a la cabeza con sus pulcritudes rivalizantes con Cervantes. Mera en cambio va por lo vernaculizante, interesándose por lo que ocurre con lo que ahora llamamos las interculturalidades. El catálogo de errores de don Pedro Fermín constitu-ye el ejercicio lexicográfico de moda en esas épocas. Pero es bueno decir que aquí mismo, hemos aportado con el Atlas lingüístico de Tungurahua. Estos recorridos no son productos del mila-gro, sino de las constantes del ejemplo.

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Escribamos Patria, patria grande y patria chica. No nos conformemos con los patriotismos que favorecen al poder. Somos tierra de libertarios y de libertades edificantes desde las economías. Escribamos en la tierra de nuestros padres que significa escribir sobre la tumba de nuestras heredades. Don Pedro Fermín Cevallos: Quere-mos adueñarnos de vuestro silencio para germinar en nuestras meditacio-

nes la sublimidad de contribuir con alguna raíz a nuestro colectivo que está hecho de inéditas historias. Va-mos a luchar contra los centralismos y las autonomías insignificantes. Tun-gurahua tiene madera para trascen-der. Si ha de volver un renacimiento del pensamiento renovador, hagamos votos porque lo sea desde estas ceni-zas donde duerme el ave Fénix y en donde renace Sísifo en los Andes.