contactados - enrique castillo rincon r-006 mon nº020 - mas alla de la ciencia - vicufo2

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Un ingeniero habla con "EIIos" ffim&§cffifficnilrtÓr PoTJAVItrB. §IERAA El ingeniero de Telecornunicaciones colombiano Enrique Castillo Rincón asegura que en 1973 estuvo con unos seres que decían venir de las Pléyades, tras haber concertado con él lugar, fecha y hora. Su descripción, sirnilar a la relatada por otros rnuchos antes que é1, ha obligado a buen número de ufólogos a cuestionarse por primera vez cuál es la verdadera naturaleza del fenó¡Treno contacto. ONOCía Enrique Cas- tillo Rincón en Mayo de 1991 en Tucson (Ari- zona). Allí conversamos con cierta intensidad sobre sus experiencias de contacto y quedamos en volver a re- petir el encuentro tan pronto como nos fuera posible. Y eso sucedió en Abril de 1996 en San José de Costa Rica. Ambos encuentros marcaron para él sus enésimas entrevistas con un in- vestigador de OVNls. Debía referir a alguien, de nuevo, los detalles de su experiencia, porque sentía -aún lo siente hoy- que así debía hacerlo; y bien que lo agradecí. Y es que, mucho antes que yo, otros investigadores co- mo Jacques Vallée, Joseph A. Hy- nek, J. J. Benítez, Salvador Freixe- do o Andreas Faber-Kaiser habían ya interrogado a este particularísimo contactado. Y no en vano. A fin de cuentas Enrique es hoy un respetado ingeniero de Telecomunicaciones co- lombiano, afincado en Costa Rica, que aporla a la descripción de su con- tacto algo que es difícil de encontrar en relatos de esta clase: ecuanimidad y precisión. UN II(DIVIBRE ff GONTR(,LADO" Para Enrique todo comenzó en 1963. Aquel año había marcado la vi- da de la ciudad de San José al haber entrado en erup- ción elvolcán lra- zú. A diario, las cenizas de este monstruo de la naturaleza cubrí- an las calles de las localidades cercanas, obli- gando a las auto- ridades a situar un puesto de ob- servación perma- nente en las in- mediaciones del cráter. Y Enrique, en su condición de empleado del lnstituto Costarricense de Electricidad, de- bía llevar la ener- gía eléctrica hasta ese puesto y co- municarlo con la capital. Fue así cómo, mientras inspeccio- naba el terreno en compañía de otros dos ingenieros, pudo contemplar la evolución de dos objetos discoidales dotados de una cúpula en su parte superior, que maniobraban muy cerca de donde se encontraban. Es más: los tres pudieron escuchar, inequívoca- mente, una suerte de penetrante zum- bido que desapareció al desvanecer- se aquellas dos aeronaves. Aquel avistamiento fue sólo el ini- cio. En los días siguientes Enrique vol- vió a escuchar aquel zumbido, que describirá como un "enjambre de abe- jas luchando encarnizadamente dentro de mi cerebro", y que en alguna oca- sión llegará a escuchar incluso su es- posa. Los zumbidos se sucedieron durante días y terminaron cambiando incluso el carácter del propio Enrique: comenzó a coleccionar recortes de prensa que hablaban de OVNls, desa- rrolló una capacidad poética hasta en- tonces insospechada y pronto se vio interrogando a otros testigos de OV- Nls para satisfacer su nueva e inago- table curiosidad por ese fenómeno. Durante los siguientes diez años, el interés de Enrique fue creciendo a marchas forzadas. lmpartió conferen- cias sobre OVNIs ante auditorios cada vez más numerosos y pronto se inte- gró en pequeños grupos de interesa- dos por los "platillos volantes" tanto en Costa Rica como en Venezuela y Colombia, según a dónde le llevara su trabajo como ingeniero. ENTRE TLAIYIADA Y IL¡1IYIADA Pese a su vivo interés por los OV- Nls, a mediados de 1973 recibe una llamada telefónica que le pone en guardia. Una mujer que decía llamarse Karen y que acababa de llegar de México D.F. le dice que unos "marcia- nos" le han dado sus señas para que se encontraran inmediatamente en al- gún lugar de Bogotá. Enrique accede a sostener esa extraña entrevista, en el curso de la cual Karen le dice que ha viajado hasta Colombia para pre- pararle "con ciertos ejercicios de con- centración telepática" una comunica- ción directa con los extraterrestres.

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Page 1: Contactados - Enrique Castillo Rincon R-006 Mon Nº020 - Mas Alla de La Ciencia - Vicufo2

Un ingeniero habla con "EIIos"

ffim&§cffifficnilrtÓrPoTJAVItrB. §IERAA

El ingeniero deTelecornunicacionescolombiano EnriqueCastillo Rincónasegura que en 1973estuvo con unos seresque decían venir de lasPléyades, tras haberconcertado con éllugar, fecha y hora. Sudescripción, sirnilar ala relatada por otrosrnuchos antes que é1,ha obligado a buennúmero de ufólogos acuestionarse porprimera vez cuál es laverdadera naturalezadel fenó¡Trenocontacto.

ONOCía Enrique Cas-tillo Rincón en Mayode 1991 en Tucson (Ari-zona). Allí conversamoscon cierta intensidadsobre sus experiencias

de contacto y quedamos en volver a re-petir el encuentro tan pronto como nosfuera posible. Y eso sucedió en Abril de1996 en San José de Costa Rica.

Ambos encuentros marcaron paraél sus enésimas entrevistas con un in-vestigador de OVNls. Debía referir aalguien, de nuevo, los detalles de suexperiencia, porque sentía -aún losiente hoy- que así debía hacerlo; ybien que lo agradecí. Y es que, muchoantes que yo, otros investigadores co-mo Jacques Vallée, Joseph A. Hy-nek, J. J. Benítez, Salvador Freixe-do o Andreas Faber-Kaiser habíanya interrogado a este particularísimocontactado. Y no en vano. A fin decuentas Enrique es hoy un respetadoingeniero de Telecomunicaciones co-lombiano, afincado en Costa Rica,que aporla a la descripción de su con-tacto algo que es difícil de encontraren relatos de esta clase: ecuanimidady precisión.

UN II(DIVIBREff GONTR(,LADO"

Para Enrique todo comenzó en1963. Aquel año había marcado la vi-da de la ciudad de San José al haber

entrado en erup-ción elvolcán lra-zú. A diario, lascenizas de estemonstruo de lanaturaleza cubrí-an las calles delas localidadescercanas, obli-gando a las auto-ridades a situarun puesto de ob-servación perma-nente en las in-mediaciones delcráter. Y Enrique,en su condiciónde empleado dellnstitutoCostarricense deElectricidad, de-bía llevar la ener-

gía eléctrica hasta ese puesto y co-municarlo con la capital.

Fue así cómo, mientras inspeccio-naba el terreno en compañía de otrosdos ingenieros, pudo contemplar laevolución de dos objetos discoidalesdotados de una cúpula en su partesuperior, que maniobraban muy cercade donde se encontraban. Es más: lostres pudieron escuchar, inequívoca-mente, una suerte de penetrante zum-bido que desapareció al desvanecer-se aquellas dos aeronaves.

Aquel avistamiento fue sólo el ini-cio. En los días siguientes Enrique vol-vió a escuchar aquel zumbido, quedescribirá como un "enjambre de abe-jas luchando encarnizadamente dentrode mi cerebro", y que en alguna oca-sión llegará a escuchar incluso su es-posa. Los zumbidos se sucedierondurante días y terminaron cambiandoincluso el carácter del propio Enrique:comenzó a coleccionar recortes deprensa que hablaban de OVNls, desa-rrolló una capacidad poética hasta en-tonces insospechada y pronto se viointerrogando a otros testigos de OV-Nls para satisfacer su nueva e inago-table curiosidad por ese fenómeno.

Durante los siguientes diez años, elinterés de Enrique fue creciendo amarchas forzadas. lmpartió conferen-cias sobre OVNIs ante auditorios cadavez más numerosos y pronto se inte-gró en pequeños grupos de interesa-dos por los "platillos volantes" tantoen Costa Rica como en Venezuela yColombia, según a dónde le llevara sutrabajo como ingeniero.

ENTRE TLAIYIADAY IL¡1IYIADA

Pese a su vivo interés por los OV-Nls, a mediados de 1973 recibe unallamada telefónica que le pone enguardia. Una mujer que decía llamarseKaren y que acababa de llegar deMéxico D.F. le dice que unos "marcia-nos" le han dado sus señas para quese encontraran inmediatamente en al-gún lugar de Bogotá. Enrique accedea sostener esa extraña entrevista, enel curso de la cual Karen le dice queha viajado hasta Colombia para pre-pararle "con ciertos ejercicios de con-centración telepática" una comunica-ción directa con los extraterrestres.

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Nuestro protagonista no consiguesaber mucho más de aquella mujer.Tan solo que dice ser discípula deuna coniactada mexicana llamadaMarla y que tiene la intención de im-partir en la ciudad unos cursos paraaprender a comunicarse con los"maestros cósmicos".

Los cursos se imparten finalmenteen un domicilio parlicular de Bogotá, yen ellos citan al grupo a un contactofísico el 11 de Octubre de 1973. El en-cuentro no sólo no tiene lugar, sinoque una patrulla militar que estaba enla zona persiguiendo "un extraño heli-cóptero visto por los campesinos" lesdetiene. El susto, no obstante, no im-pedirá que menos de 24 horas des-pués Enrique vuelva a escuchar el

.mismo "zumbido de abejas" que si-guió a su avistamiento de 1963 y quecomience a recibir mensajes medianteescritura automática. "Sornos emisa-rios de las Pléyades, los mismos que/es dimos instrucciones y conocimien-fos a /os incas y otras razas", aseguranen aquellos primeros mensajes los co-municantes de Enrique.

Los textos "automáticos", unidos auna serie de trances del propio Casti-llo, le llevarán a un primer contacto fí-sico con seres supuestamente veni-dos de las Pléyades, el 3 de Noviem-bre de 1973. El encuentro tiene lugar aunos 150 kilómetros de Bogotá, y enél los pleyadianos le refieren cómoson capaces de vencer las grandesdisiancias cósmicas que nos separan,cómo se alimentan de clorofila queextraen de nuestros bosques, e inclu-so, en qué pañes se encuentra equi-vocada la Teoría de la Relatividad deAlbed Einstein. De hecho, su dominiodel tiempo les lleva a anunciar al ató-nito Enrique una serie de aconteci-mientos por venir en las décadas si-guientes, y que comprenden desde laaparición del Sida (que Castillo anun-cia públicamente en 1979), la Guerradel Golfo y hasta una aún por venirTercera Guerra Mundial. Los vaticinioslos dividen en "nueve tiempos" o eta-pas, que comprenden hasta el año

Enriq*e Cestilio Ríncón y su esposr Anr:rsnyersfin ecn Jovier Sierra en Costa Rie*

sobre lus expe¡iencios de eonÉ*cto deambos y r<ir¡¡a éstos hon cfectcdc o !a

vida de toda su fnmilia.

2008, y que -asegura Castillo siem-pre- "no tienen por qué cumplirse si lahu manidad desea evitarlo".

G()NTAGT(D C(lN TIN

Lo que siempre me llamó más laatención de Enrique Castillo fue suaparente sinceridad y sencillez. Para élsu "aventura" con los extraterrestresterminó -al menos en cuanto a los en-cuentros físicos- el 17 de Febrero de.1976, cuando una nueva llamada tele-fónica le anunció el fin de los encuen-tros. A diferencia de otros contactados,Enrique "encajó" el silencio de sus con-tactadores, no fundó ninguna secta ogrupo de adeptos, ni se rodeó de unaaureola de elegido. Pero eso sí: sus ex-periencias físicas, unidas a sus encuen-tros con "humanos especiales" comoKaren, o un suizo llamado CyrilWeissy que conoció a finales de los sesenta,Ie harán creer que los extraterrestres nosólo están infiltrados entre nosotrosdesde hace tiempo, sino que nos con-trolan desde hace muchos siglos.

Hoy Enrique vive entregado a la di-fusión de su verdad: que los extrate-rrestres han tomado contacto ya conmuchos seres humanos. Ha bautizadoa uno de sus hijos con el mismo nom-bre de uno de los presuntos extrate-rrestres de las Pléyades que le contac-taron en 1973, y está desposado enterceras nupcias con Ana Gertrudis,una mujer treinta años más joven queél y cuyos contactos con extraterres-tres se remontan a su más tierna infan-cia. Pero eso es, por derecho propio,parte de otra historia que algún día po-dré describir extensamente. á

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"MÁS ALLÁ DE LA CIENCIA"es una publicación de J. C.

FI]ICIONES. S. A.Prohibida la reproducción total

o oarcial de los textos emágenes sin autorización

expresa Por escnto.Precio:600 ptas. (lVA incluido)

,eñSAIÁ DE LAOEIOA,está contohda porh O.J. D'

ffid in Sa¡ -lOril de 1997 - D. L.: M.3.482-1989.

CONTACTADOSONSIDERADOS producto de mitos y leyendas sin funda-mento por los historiadores clás¡cos, hoy pocas personasmedianamente racionales y no cond¡cionadas por sus cre-enc¡as religiosas dudan de que los dioses de las ant¡guasmitologías*existieron realmente. Dioses que.hace *jl9:.d.'

años se pasearon [or todo el mundo y cuyos nombres, hechos históri-cos y portentosas iacultades Se rcferencian en multitud de tradiciones.Hindúés, japoneses, ch¡nos, malayos, sumer¡os, celtas, gr¡egos, ¡udíos,romanoé, e'gipcios, incas, mayas, aztecas... nos rccuerdan a los diosesque vin¡eroñ á U Tierra desde el Cosmos. Miles de dioses. Hasta tribusáfr¡canas actuales como las de los dogones de Malí recuedan aún a Sus

dioses procedentes de Sirio. Otros hablan de las Pléyades, de Orión, deotros planetas de nuestro prop¡o Sistema Solar... ¿Alguien p¡ensa en Ser¡oque tódos esos puebtos se inventaron las historias que narran? ¿O, másbien, se equivocaron sólo en una cosa: en cneer que aquellqs Seres, taniupériores'a ellos, eran n'd¡oses"? Esta hipótesis, durante décadas moti-vo de rechifla, es hoy, S¡n embargo, la única rac¡onalmente coherente.Cualquler otra explicác¡ón es infinitamente más fantasiosa, desde la afir-macién de que son personaies imaginar¡os hasta que se t[1tó de algunacuttura de d propiaiierra que, aisláda del resto de las civilizaciones delplaneta -teoria intraterrestré incluida-, se desarrolló tanto que las demásbonsideraron a Sus habitantes Seles "no humanos" (¿de qué otra mane-ra expl¡car que los tomasen por "dioses"?).

Nó. ttoy'sabemos que la Tierra no es el centro del universo y queéste no gií.a a Su alred'edor, que el hombre no ha sido creado "a ima-gen y simejanza de Dios" porque la idea de un Dios antropomorfoéstá-definitivamente supeiada, que Ia humanidad no procede deunos únicos padres -Adán y Eva- y que en modo-alguno estamosSolos en la inmensidad del c-osmos. E! sentido común -ya Sabe' am¡-go lector, el menos común de |os sent¡dos- Sug¡ere qu-e debe haberñl¡llones y millones de civilizaciones en las m¡les de millones de ga-laxias exístentes de quién Sabe cuántos universos d¡St¡ntos, unasávolutivamente máS avanzadas que la nuestra' otras más atrasadas.Y, siendo esto asín ¿qué ¡mp¡de que a¡gunas de esas civilizacionesnbs hayan visitado én el pasado y nos estén visitando en el presen-le? ¿y qué impide que algunos dé esos seres se estén comun¡candocon-terr;stres telepaticañrente, incluso desde sus propios planetas?Absolutamente nada.

Otra cosa eS, sin embargo, la veracidad de las historias que cuentanquienes hoy +omo igualmente ocurrió en el pasado- d.icen contactarcon extratérrestres. -Porque, entre ellos, hay aprovechados, sinver-güenzas, fantoches e incíuso enfermos mentales de todo tipo. Perolambién personas honestas y d¡gnas de crédito. Confiamos en que subuen criierio, al leer este monog-ráfico, le ayude a Separar el grano deta paia. En cuanto a nuestra op¡nión, la refleiamos alfinaldel mismo.

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