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Consejos para vivir bien: una perspectiva histórica sobre los diferentes usos del bejuco yoco, Amazonia N oroccidental E. Eduardo Bolívar l Resumen El bejuco conocido como yoco (Paullinia yoco y otras) se encuentra en una doble situación entre el uso indígena en la Amazonia Noroccidental y la extracción comercial para la industria de suplementos dietéticos. El presente artículo es un acercamiento hacia una mejor comprensión del contexto cultural en donde ocurre el uso tradicional de esta planta y su relación con valores de salud, belleza y vivir bien como construcciones culturales e históricas. Abstract The use of the liana known as yoco (Paullinia yoco and others) is found in a twofold situation: The indigenous utilization in the northwestern Amazonia, and its commercial extraction for the dietetic-supplements- industry. This paper aims to contribute to a better understanding of the cultural context where the traditional use takes place, and its relationship with values of health, beauty, and good living, as cultural and historical constructions. Introducción Consejos para vivir bien los encontramos cotidianamente en todos los pues- tos de revistas o en la sección de salud de los noticieros del medio día. En esta misma línea, una profusión de consejos para adelgazar, nuevas dietas y aparatos de todo tipo circulan a través de la televisión las, revistas e Internet. En esta avidez por la belleza y la salud, la ciencia, la tecnología y las redes comerciales de la globalización, combinadas, nos llevan al punto de partida del presente artículo: la historia de un producto natural para adelgazar o, mejor, de una de las plantas más interesantes y menos conocidas de la Amazonia Noroccidental. La planta, actor principal de esta historia, es un bejuco conocido como yoco, o yocó, por varios grupos étnicos en la Amazonia colombiana, peruana y ecuatoriana, y fue descrita botánicamente como Paullinia yoco por Schultes y Killip (Schultes, 1942). El reciente comercio como un adelgazante natural en Colombia, Estados Unidos y otros países es el hilo que conecta directamente el mundo urbano, de supermercado, tienda naturista, gimnasio y compras 1 Ingeniero Químico, Magíster en Estudios Amazónicos.

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Consejos para vivir bien: una perspectiva histórica sobre los diferentes usos del bejuco yoco,

Amazonia N oroccidental E. Eduardo Bolívarl

Resumen

El bejuco conocido como yoco (Paullinia yoco y otras) se encuentra en una doble situación entre el uso indígena en la Amazonia Noroccidental y la extracción comercial para la industria de suplementos dietéticos. El presente artículo es un acercamiento hacia una mejor comprensión del contexto cultural en donde ocurre el uso tradicional de esta planta y su relación con valores de salud, belleza y vivir bien como construcciones culturales e históricas.

Abstract

The use of the liana known as yoco (Paullinia yoco and others) is found in a twofold situation: The indigenous utilization in the northwestern Amazonia, and its commercial extraction for the dietetic-supplements­industry. This paper aims to contribute to a better understanding of the cultural context where the traditional use takes place, and its relationship with values of health, beauty, and good living, as cultural and historical constructions.

Introducción

Consejos para vivir bien los encontramos cotidianamente en todos los pues­tos de revistas o en la sección de salud de los noticieros del medio día. En esta misma línea, una profusión de consejos para adelgazar, nuevas dietas y aparatos de todo tipo circulan a través de la televisión las, revistas e Internet. En esta avidez por la belleza y la salud, la ciencia, la tecnología y las redes comerciales de la globalización, combinadas, nos llevan al punto de partida del presente artículo: la historia de un producto natural para adelgazar o, mejor, de una de las plantas más interesantes y menos conocidas de la Amazonia Noroccidental.

La planta, actor principal de esta historia, es un bejuco conocido como yoco, o yocó, por varios grupos étnicos en la Amazonia colombiana, peruana y ecuatoriana, y fue descrita botánicamente como Paullinia yoco por Schultes y Killip (Schultes, 1942). El reciente comercio como un adelgazante natural en Colombia, Estados Unidos y otros países es el hilo que conecta directamente el mundo urbano, de supermercado, tienda naturista, gimnasio y compras

1 Ingeniero Químico, Magíster en Estudios Amazónicos.

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con tarjeta de crédito a través de Internet, con el mundo cotidiano de un conjunto de grupos indígenas de la Amazonia noroccidental. Mientras la planta viaja del interior de la selva amazónica a las tiendas especializadas y es dis­tribuida por la red, también atraviesa una frontera entre diferentes concep­tos del vivir bien, la salud y la belleza.

Propongo que las propiedades que actualmente se le atribuyen al yoco son en parte resultado de la actividad biológica de los compuestos que ella contenga, pero también, reflejo de las respectivas perspectivas culturales de quienes a través del tiempo se han dado a la labor de estudiarla (misioneros, diplomáticos, exploradores, botánicos o antropólogos).

Siendo una planta con interesantes propiedades y objeto de comercio, un mejor conocimiento de la dimensión histórica y cultural en donde el yoco ha transitado es un paso importante para promover formas de uso más justas y equitativas con relación a aquellos para quienes esta planta ha sido parte importante de su cultura y tradición2. De ahí que mi intención en este artículo es acercar al lector a descubrir de dónde proviene el uso tradicional del yoco, a qué gente se refiere y qué lugar ocupa en su cultura3. Para ello me baso en diferentes fuentes documentales publicadas y mi experiencia de campo entre los airo pai o secoya del Putumayo, excepcionales personas con las que tuve la oportunidad de convivir, tornar yoco y aprender un poco de su mundo du­rante la segunda mitad del año 2003.

Pero entremos en materia comenzando por presentar un panorama de la literatura que anteriormente ha tocado el terna del yoco y su uso.

Revisión de literatura

A pesar de su importancia, tanto tradicional como por su uso comercial, el yoco, hasta hace muy poco, no había recibido mayor atención en medios académicos. El principal aporte al conocimiento tanto sobre sus aspectos taxonómicos como sobre su uso tradicional se debe al famoso etnobotánico Richard Evans Schultes quien en sus exploraciones por el Putumayo entre 1940 y 1942 se había empeñado en describir botánicamente esta interesante planta, matriculándola así en el haber de las ciencias naturales (Davis, 2001).

2 El uso contemporáneo como inhibidor del apetito implica grandes cuestionamientos en la medida en que 1) la demanda es suplida a partir de la extracción de recursos silvestres y 2) no existe un debido reconocimiento y adecuada participación en los beneficios de este comercio para quienes esta planta ha sido parte importante de su cultura y tradición. Para ampliar detalles de los cambios locales que ha generado el comercio ver Bolivar (2005).

3 Esta aproximación, ciertamente, pretende sumarse a los múltiples esfuerzos a favor del reco­nocimiento, consulta y participación de las sociedades tradicionales, en el uso comercial que terceros hacen de biodiversidad y conocimiento local. Estas posiciones, fundamentadas, entre otras, en el artículo Sj del Convenio de Diversidad Biológica, se colocan en oposición a grandes intereses privados que conciben en la biodiversidad biológica, química y genética una fuente "libre" de materias primas con potencialidades comerciales a detectar y aprovechara través de la investigación y el desarrollo tecnológico.

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Schultes hace numerosas colecciones botánicas y apoyándose en ejempla­res colectados desde 1931 por precedentes exploradores botánicos como Guillermo Klug, Rafael Zerda Bayón, Florent Claes, entre qtros4, finalmente y luego de una sufrida búsqueda de algún ejemplar fértil, logra clasificar botánicamente, por primera vez, a este bejuco como Paullinia yoco, pertene­ciente a la familia Sapindaceae. Schultes decide conservar el epíteto "yoco" como una forma de hacer referencia al nombre que le daban los indígenas que lo utilizaban tradicionalmente (Schultes, 1942; Davis, 2001)5. Con esta información, más los aportes de varios de los religiosos de la misión capuchi­na de Mocoa refiere la tradición de yoco a las culturas Inga, Cofán, Siona­Secoya y Coreguaje principalmente en la Amazonia colombiana y ecuatoriana. Schultes dice al respecto:

"hasta donde yo he podido averiguar, las únicas tribus que beben yoco son los Ingas de Mocoa, Umbría, Puerto Limón y otras localidades del Putumayo; los Sionas del Putumayo; los Kofanes de San Antonio, Guamués, Puerto Conejo, Santa Rosa y Puerto Ospina en el Putumayo y Aguarico en el Ecuador, y los Coreguajes del Caquetá" (Schultes, 1943: 74).

En cuanto a la discusión sobre el origen del yoco, como también lo ha señalado Zuluaga (2004), Schultes se equivocaba cuando señalaba que el nom­bre "yoco" era de origen ingano y que los otros pueblos no tenían una pala­bra para denotar este bejuco (Schultes, 1942, 1943). El origen de esta apreciación se basó en la gran cantidad de nombres que encontró que los inganos daban al yoco, basado tanto en las colecciones botánicas en el Putumayo colombia­no desde el lapso entre 1930 y 1940, como en sus propias observaciones en sus viajes al Putumayo entre 1941 y 1942, Y posteriormente en 1953.

El argumento de Schultes no es muy fuerte; por un lado se basa en obser­vaciones y datos puntuales que en buena medida son el resultado simple­mente de una mayor frecuencia de investigación botánica en el área cercana al piE~demonte colombiano y particularmente cercana a Mocoa, con relación a

4 Ver detalles sobre las colecciones botánicas en diferentes herbarios del mundo en Bolívar et al. (2004)

S Schultes (1942: 303-307, 1943: 63-64) describe con estos términos la especie Paullinia yoco: "Bejuco leñoso de gran desarrollo. Tallo robusto, de hasta 12 cm. de diámetro en la base, con zumo blanco lechoso, astringente. Ramitas subcilíndricas, obtusamente angulosas, estriadas, ferrugínosas, finamente puberulentas, volviéndose casi lampiñas, provistas de zarcillos arro­llados que se lignifican. Hojas generalmente S-foliadas; raquis robusto, con cuatro surcos, sin alas, ferruginoso, ligeramente puberulento. Foliolas elípticas (la superior trasovada, obtusa mente acuminada, las inferiores redondeadas) , lS-2Scm de longitud, 8-11cm de ancho, enteras, coriáceomembranosas, lampiñas, reticulado-nervosas, con 7-9 nervios. Inflorescencias axilares, racemiformes, multifloras, arrolladas. Pedicelos finamente pelositos, con bracteitas muy pequeñas, lingüiformes acuminadas o triangulares aleznadas. Cinco sépalos; los dos exteriores stlbcoriaceos, por fuera tomentulosos, interiormente lampiños, casi ovales, redon­deados en el ápice, con margen velloso ciliado; los tres internos mayores, membranáceos, redondeados, interiormente lampiños. Cuatro pétalos semimembranaceos, enteros, trasovados, interiormente cortamente pelosos. Ocho estambres, exertos, con filamentos muy aplanados cubiertos de un indumento blanco, lanoso. Ovario lampiño, globuloso, con estilo grueso y estigma trífido. Fruto subdrupáceo, rojo en la madurez, oblicuamente ovoideo, picudo".

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otras zonas como los territorios de cofanes y coreguajes en Colombia así como en general en otras zonas de Ecuador y Perú donde el yoco es usado. Adicionalmente, Schultes no contó con información de siglos anteriores (XVIII, XIX) que hacen pensar más en un origen Tucano Occidental, como se mostra­rá más adelante.

El nombre yoco, además, es engañoso. A pesar de sus esfuerzos, ni Schultes ni posteriores exploradores botánicos han logrado entender las razones por las cuales los indígenas nombraban hasta 14 variedades diferentes6 (Schultes, 1942, 1986; Beck, 1991), ya que por características morfológicas no era posible diferenciarlas de Paullinia yoco. Schultes mencionaba que en algunos casos se podría tratar de especies diferentes (Schultes, 1942, 1943, 1986), información que se ha venido afianzando con recientes revisiones (Vickers y Plowman, 1984; Beck, 1991; Zuluaga, 2004; Bolívar et al., 2004; López, 2005). En suma, el nombre "yoco" parecería más bien ser una categoría indígena que contiene a la especie Paullinia yoco, pero que la desborda.

Schultes, basado en sus observaciones y el uso tradicional, afirma que el yoco tiene propiedades estimulantes, es inhibidor del apetito, además de emético, vermífugo, febrífugo, antimalárico y antibilioso. Esto, sumado a las observaciones anteriores que hablaban del yoco como usado tradicionalmen­te contra el hambre y la fatiga, fue paulatina y paralelamente aumentando el interés científico y económico sobre esta planta.

Desde 1942, cuando Schultes publica su monografía sobre el yoco, quien habría de hacer otro sustancial aporte al conocimiento de esta planta sería el padre capuchino Marcelino de Castellví, entonces director del Centro de In­vestigaciones Lingüísticas y Etnográficas de la Amazonía Colombiana, aun­que murió sin terminar su artículo. En 1953 fue publicado un número póstumo de la revista conteniendo el artículo incompleto "La famosa 'planta de la vida' (Paullinia yoco)" con fragmentos de las fuentes que el religioso había recopilado sobre el tema (Castellví, 1953).

En adelante, por el lado de la botánica, sin demeritar trabajos importantes como los de Víctor Manuel Patiño (1967), Enrique Pérez Arbeláez (1996 [1947]), Hernando García Barriga (1992), James A. Duke y Rodolfo Vázquez (1994), poco de nuevo se había agregado. Desde la antropología, el aporte más rele­vante para entender el yoco desde su uso tradicional lo hace Jean Langdon en su trabajo sobre el sistema de medicina de los Siona del Putumayo (Langdon, 1974). Sólo escasas menciones al yoco aparecen en los trabajos clásicos sobre las estrategias de adaptación de los Siona-Secoya ecuatorianos de Wiliam Vickers (1989), mitología y literatura oral de Susana Cipolleti (1988), Fernando Payaguaje (1990) o Ruth Moya (1992).

6 Verde yoca, Blanco yoco, Huarmi yoco, Taruca yoco, Yagé yoco, Canangucho yoco, Huarmi yoco, Taruco yoco, Yoco colorado, Yoco Tigre, Yoco blanco, Yoco de Brujo, Yoco Negro Yoco de agua. (Schultes, 1986; Beck, 1991)

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Recientemente, sin embargo, se han publicado interesantes trabajos que aportan elementos para un entendimiento más integral del papel del yoco desde su uso tradicional, como es el trabajo de Luisa Elvira Belaunde (2001), con los airo pai o secoya del Perú, así como los trabajos del médico Germán Zuluaga (Zuluaga y Amaya, 1991; Zuluaga, 2004) quien explora el papel del yoco desde la medicina tradicional en el piedemonte amazónico colombiano.

Durante el año 2003 tuve la oportunidad de participar en un trabajo con­junt07, en el cual se documentaron algunos aspectos sociales, botánicos y de manejo de esta especie entre varias comunidades secoya del Putumayo en donde había ocurrido extracción comercial (Bolívar et al., 2004). En mi tesis de maestría (Bolívar, 2005) profundizo en el análisis de esta doble situación entre el uso tradicional y el comercial, con énfasis en las discusiones de carác­ter político relacionadas con biodiversidad y conocimientos tradicionales. Una vez presentado este panorama de la bibliografía, entremos a explorar el mapa étnico en donde el uso de esta planta ha tenido lugar.

La gente de yoco

Denoto como "gente de yoco"8 a secoyas, sionas, coreguajes, ingas y cofa­nes, quienes se han señalado como usuarios frecuentes de esta planta, y que a su vez comparten un territorio comprendido entre el alto Caquetá, el río Putumayo y los ríos Aguarico y Napo, en donde este bejuco se encuentra en estado silvestre (Schultes, 1986; Beck, 1991; Bolívar et al 2004). Hago, sin embargo, a lo largo del texto, especial énfasis en los airo pai o secoyas (Tucano Occidental) que habitan en Perú, en la cuenca del río Putumayo, fronterizo con Colombia, entre quienes realicé el trabajo de campo de la investigación y que además eran los menos reconocidos por el uso de esta planta. En el mapa 1 aparece la distribución aproximada de los grupos que diferentes misioneros y exploradores relacionaron con el uso del yoco entre los siglos XVIII Y XIX9. En el mapa 2 se muestra la distribución natural de la especie Paullinia yoco y los grupos indígenas sobrevivientes, luego de un largo proceso de contacto

7 Investigación del IMANI bajo convenio con UNAP Iquito~ financiada por CaE Italia, en la que participé en compañía de Wilson López, Lina Gallego y Angela Huérfano bajo la dirección de Juan Alvaro Echeverri (Ph.D.).

8 La designación de "gente de yoco" propone preliminarmente la existencia de un conjunto cultural alrededor del uso de esta planta por parte de grupos de diferentes filiaciones lingüísticas (Tucano Occidental, Kichua y Cofán). Un acercamiento similar ha sido antes usado por Vieco, Franky y Echeverri (2000) para denotar los conjuntos culturales basándose en el uso de las plantas en los aspectos lingüísticos como en el caso de la "gente de tabaco de oler", "gente de ambil ", y "gente de huito y achiote". Germán Zuluaga (2004), igualmente, se refiere a la existencia de un conjunto cultural en el piedemonte amazónico colombo-ecuatoriano al que nombra como gente de "yajé y yoco" . Conciente de que esto merecería un trabajo y una discusión mucho más detallada, evito entrar en los terrenos del yajé, basado también en que su uso por parte de los airo pai ha sido cada vez más relegado, caso contrario del piedemonte colombiano en donde hace parte importante de la cotidianidad, de la medicina, así como de sus reivindicaciones culturales y políticas.

9 Para una discusión detallada sobre el proceso histórico de la gente de yoco, ver Bolívar (2005).

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Ubicación General de los grupos asociados al yoco. S. XVII y S. XVIII.

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Mapa 1. Gente de yoco. Siglos XVII-XIX.

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Mapa 2. Grupos Indígenas y colecciones botánicas de Paullinia yoco lO

10 Mapa publicado en Bolívar et al. (2004). Fuentes: Datos de Campo 2003; Schultes (1942, 1943), (Zuluaga, 2004), Mapa Étnico Colombia, Ecuador, Perú, www.ethnologue.com.

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con enfermedades, misioneros, soldados, patrones caucheros, patrones de pieles, y más recientemente extracción de petróleo, cocaína y conflicto arma­do en Colombia y sus fronteras.

Los airo pai del Putumayo

Airo pai (o aido pai, "gente de monte") es la autodenominación usada por los más ampliamente conocidos como "Secoya" del Perú. El nombre "secoya" proviene de la denominación "siecoya", que se puede traducir como "río de colores de arco iris". Belaunde (2001) reproduce la explicación al respec­to de estos dos nombres que hace el Jefe de la Comunidad Vencedor Huajoya (Napa-Perú):

"Nosotros somos gente. Pai, así decimos. Somos gente de este monte. Airo-Pai, Monte-Gente. Así decimos nosotros. ( ... ) Ese nombre que ustedes dicen Secoya, es una palabra de nuestro idioma. Nosotros de­cimos 'siecoya', río (ya) pintado de líneas de color de arco iris (sieco). Nosotros pensamos ¿por qué nos llaman así? ¿acaso somos un río? ¡no­sotros somos gente! Así, nosotros pensamos." (Belaunde, 2001: 31-32)

El nombre Secoya es, sin embargo, la denominación con que se les conoce en el Perú, y es el nombre que ellos mismos utilizan al hablar en castellano, para sus relaciones con el Estado y en sus organizaciones indígenas. Los airo pai o secoya actuales, descendientes de los antiguos encabelladosll, habitan en los ríos Yaricaya, Angusillas y Yubineto, afluentes del Río Putumayo y en los Ríos Santa María y Huajoya, afluentes del Napa en Perú. Hay también algunos asentamientos secoya en Ecuador, en las riberas de los ríos Eno, Napa Aguarico y Cuyabeno, en la provincia de Napa.

Según Roger Rojas, director de la escuela de Bellavista, la composición de los secoya actuales proviene de dos ramas: Los Piehuaje, castellanizado como "Piojé", o "Piaguaje", también nombrados como "sa? niwui piii" o "gente de arriba", cuyo lugar de origen se encuentra en la quebrada siecoya, afluente del Santa María que desemboca en el Napa; la segunda rama corresponde a los akotere o Angoteros, denominados como "okwa pai" o "gente de abajo"12. Estos dos grupos, alguna vez muy numerosos, se han fusionado a raíz de, primero, la actividad misionera y luego por el trabajo bajo régimen de los "patrones" dedicados a la extracción de caucho, palo de rosa, y luego pieles.

11 Con el nombre de "EncabeJIados" fueron conocidos en el inicio del período misional, grupos indígenas del Putumayo, Aguarico y Napo "debido a la costumbre que tenían de dejar crecer los cabeJIos hasta los hombros, especialmente los ancutenas (angoteros) del Napo quienes cuidaban el cabello con mucho aseo y se peinaban todas las tardes" (Chantre y Herrera, 1901: 62-63, citado por Casanova, 1980: 77).

12 Según la investigación de Casanova (1980: 101), los sa?niwi pai comprendían los clanes que se ubicaban en los afluentes del Aguarico, Cuyabeno, Napo, Yanayacu, Coca ya, etc., y los afluentes del Alto Napo: Uajoya, Siecoya, etc. Los okwa pai abarcaban las poblaciones de los afluentes del Putumayo: Campuya, Yubineto, Angusilla, Yaricaya, etc.

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Se calcula que la actual población identificada como secoya en Perú es de aproximadamente 450 habitantes13. Este es entonces el panorama en donde un día cualquiera, un cacharrero del Putumayo (comerciante fluvial) apareció encargando yoco a cambio de alguna ropa vieja, azúcar, aceite y jabón: "están comprando yoco para hacer pastillas para adelgazar gordos" . ¿Cómo entra­ría el yoco a hacer parte del mundo de las mercancías? Tratemos de seguirle la pista.

Del descubrimiento al comercio de yoco

Regresando a comienzos del s. XX, recordemos que las bonanzas de quina y caucho habían creado la imagen de una selva que escondía buenos negocios en la maraña de plantas aún no conocidas por la ciencia. En esta época se intensifican las expediciones científicas enfocadas hacia el conocimiento de los recursos vegetales que podrían constituirse en productos de exportación14.

Los antecedentes del comercio de yoco, entonces, se pueden remontar a las noticias de influyentes exploradores y botánicos en la primera mitad del s. XX, los cuales tuvieron la oportunidad de toparse con esta planta y fueron llamando la atención sobre sus interesantes propiedades estimulantes. Tal vez el primero que concretamente presagió su potencial uso comercial fue el explorador Rafael Zerda Bayón quien en su exploración de las selvas del Caquetá en 1905- 1906 centró su atención con especial detalle en el yajé y el yoco. En su informe, Zerda (1906) termina diciendo:

"Yo recomiendo a todos el uso del yocoó en ayunas, sea como lo usan los salvajes o en cualquiera otra preparación más decente y de acuerdo a la ciencia" (Zerda, 1906: 5).

Este reporte de Zerda Bayón se convirtió en referencia importante en ámbitos científicos al punto que es citado por el explorador botánico belga Florent Claes, quien en 1927 viajó en compañía del Padre Capuchino Gaspar de Pinell (entusiasta de la ciencia, el progreso, y particularmente, de la inves­tigación científica sobre el yoco) en uno de sus recorridos evangélicos con los indios coreguaje de Caquetá, con el determinado fin de colectar, identificar botánicamente y analizar químicamente al yoco y el yajé (Pinell, 1928; Claes, 1931, citado por Shultes, 1943). Aunque a Claes no le fue posible colectar ejemplares fértiles que le permitieran identificar botánicamente yoco y yajé, el material colectado y sin identificar permitió realizar en Europa los prime­ros análisis químicos que reportaron una concentración máxima de cafeína de 2,73% (Guinard, 1927; Michiels y Denis, 1926; Rouhier y Perot, 1926, citados

13 Las tres comunidades censadas por Ángela Huérfano y Lina Gallego (Bellavista, Mashunta y Zambelín), con 242 habitantes en total, representan así más del 50% de la población secoya del Perú (Bolívar et al., 2004).

14 Este tipo de exploraciones en busca de productos "que podrían ser artículos de exportación" fue una empresa estratégica de los Imperios y élites del nuevo mundo (Nieto, 2002), contiene los elementos de lo que ahora se conoce como bioprospección.

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por Schultes, 1943). En estos documentos se cita exclusivamente como prece­dente, el informe de Rafael Zerda, en cuanto a su uso indígena.

Luego sería Schultes, hacia los años 1941 y 1942, quien finalmente lograría colectar un individuo fértil e identificarlo como Paullinia yoco (Schultes, 1942; Davis, 2001). Las publicaciones de Schultes, en 1942 para la Universidad de Harvard "Plantae Colombianae JI. Yoco: a stimulant of southern Colombia" y en 1943 por la Facultad Nacional de Agronomía en Medellín 15 "Plantae Colombianae IV. Una planta estimulante del Putumayo", se convirtieron en refe­rencia obligada y casi exclusiva a esta planta, desde entonces. Unos años más tarde, Enrique Pérez Arbeláez (cofundador con el Dr. César Uribe Piedrahita del Herbario Nacional de Colombia) en su obra Plantas Útiles de Colombia agrega:

"en el yoccó se esconden maravillosas propiedades industriales de un valor económico inmenso. Solo con un remedio que le facilitara el no comer a las personas demasiado gordas, el inventor haría una fortuna y un gran servicio a la humanidad" (Pérez, 1996 [1947]: 685).

Estas publicaciones irían aumentando poco a poco el interés comercial por esta planta, al punto que, tras un informe de Schultes para el Smithnosnian Institute, se genera en el periódico El Colombiano, en 1950, una llamativa (e imprecisa) nota con el título "Descubierta una bebida contra el hambre y fatiga"16, contestada por otro titular de prensa titulado "No existe la Planta de la Vida"17, escrito por un despistado agrónomo brasilero que no había oído nunca ha­blar del yac o y que seguramente pensó que si hablaban del Amazonas se estaban refiriendo a Brasil.

Pese a que paulatinamente el yoco iba siendo más conocido por fuera de su contexto de uso indígena, el comercio de yoco permanecía hasta finales de los años noventa restringido a la zona del alto Putumayo colombiano, asocia­do al comercio popular de plantas medicinales practicado por los grupos inganos y kamentsá del Valle del Sibundoy. Se trata de un comercio a menor escala alrededor de Mocoa, el Valle del Sibundoy y Pasto, muy asociado en Colombia a los taitas curanderos que practican la medicina del yajé y que administran también otras plantas medicinales.

Recientemente se ha dado otro tipo de extracción comercial ligada a la incorporación del yoco en el mercado de los productos naturales en Colom­bia, vendiéndose en forma de cápsulas como un producto inhibidor del ape­tito. En este caso se trata de un comercio mucho más intensivo en donde la materia prima proviene de la extracción de plantas silvestres, suministradas por recolectores locales a través de comerciantes intermediarios en ciudades como Leticia, Puerto Leguízamo, Mocoa y Florencia entre otras, a los labora-

15 Actual Facultad de Agronomía, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. 16 El Colombiano [Medellín] Mar. 21, 1950, p. 7. 17 El Colombiano [Medellín] Mar. 25, 1950.

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torios que se encargan de procesarlo en ciudades andinas. A través de estas, se envía a laboratorios en Estados Unidos quienes distribuyen a través del Internet. Una empresa norteamericana que comercializa un producto adelgazante cuyo principal ingrediente es yoco, lo señala como:

"Esta fórmula especial le va a inhibir el apetito, aumentar el metabolis­mo, y darle más vitalidad sexual. Los deseos de comer dulces van a disminuir o desaparecer" "es el producto más excitante y prometedor del nuevo siglo. No sola­

mente se va a poner en forma, sino también un tremenda oportunidad de negocios"18

Los productos dietéticos a base de yoco crecientemente han ido ganando reconocimiento en mercados nacionales e incluso internacionales. Es impor­tante resaltar que existe un gran mercado para los productos adelgazan tes y mayor aún si se relaciona con productos afrodisíacos, para los cuales el Internet se ha convertido en una potente herramienta de promoción y comercializa­ción de los productos. Incluso sueños de "embotellar" y vender a gran escala yoco han aparecido recientemente en la película "gringa" de 2002 Medicine Man del director J ohn McTiernan, protagonizada por Sean Connery y en un artículo del investigador peruano Ricardo Tello (2003).

En cuanto al comercio real actual, más allá de si esta planta sea efectiva o no para controlar el apetito (hecho que no ha sido probado), el "transpor­te" o extrapolación de esta propiedad desde un contexto cultural especifico de su utilización tradicional a una red de comercio global produce como efecto no sólo un producto cargado de significados que aumentan su poten­cial de éxito frente a productos similares (producto natural, usado ancestralmente por indígenas amazónicos), sino una fuerte demanda que de hecho se ha mostrado que ha afectado tanto a las poblaciones naturales de la especie, como también, la disponibilidad para los tomadores de yoco (Bolívar, 2005).

De otro lado, tratándose del mercado de productos naturales, cabe con­templar que los productos que al contrario de los "productos terapéuticos", donde es muy importante la acumulación de información científica que de­muestre a los médicos su efectividad (para que ellos lo recomienden a sus pacientes), en el caso de los "suplementos dietéticos" como el yoco es menos importante la efectividad del producto que la capacidad de convencer a un cliente, que no está dispuesto a hacer grandes esfuerzos por cambiar su ritmo de vida. El yac o como producto natural, inhibidor del apetito, estimulante y para el vigor sexual, asociado con un uso milenario por indígenas amazónicos, "pinta" muy interesante desde un contexto urbano. La efectividad entonces no es lo primordial, pero sí la publicidad; esta publicidad promete milagros de belleza y buena vida en forma de pastillas, extractos de una selva y una

18 http://uqis.com/tailean/spanish/product.htrnl

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Consejos para vivir bien: una perspectiva histórica sobre los diferentes 1163 usos del bejuco yoco, Amazonia Noroccidental / E. Eduardo Bolívar

tradición incomprendidas. Entremos entonces a examinar con una mirada más abierta el yoco en su contexto local.

Usos y propiedades del yoco

Existen diferentes escritos que han hecho mención al uso tradicional del yoco, a través de la historia. Sin embargo, en estas observaciones, difícilmen­te se intentan comprender algunos de los elementos que son más relevantes desde la perspectiva indígena. Por un lado estamos cruzados (como occiden­tales o modernos) por formas de entender el cuerpo y el mundo que son diferentes . Lo físico y lo espiritual, el cuerpo y la mente, lo humano y lo natural aparecen como entidades separadas. Mientras para unos los procesos enfermedad y salud sí tienen sentido en una compleja red de asuntos mora­les, espirituales y de comportamiento, para otros se explica en procesos de causa y efecto, en últimas reductibles a procesos de carácter bioquímico. Con­sidero más interesante intentar abordar el tema de los usos y propiedades atribuidas al yoco más allá de una lógica reduccionista que procuraría su traducción en indicios de sustancias químicas, de una forma más amplia, es decir, como haciendo parte de un sistema de salud y comprensión del mundo diferente al moderno, pero reconocido y validado desde una percepción no mecanicista de la naturaleza.

Abordo en este capítulo los diferentes usos del yoco a partir de una re­flexión tanto de las menciones en las fuentes históricas como de las entrevis­tas y observación participante entre las comunidades Secoya del Putumayo. Estas ideas dialogan a su vez con las de diferentes antropólogos y biólogos que han hecho mención sobre el yoco.

Yoco y chambira para los airo pai

Al llegar por primera vez a la comunidad secoya de Zambelín de Yaricaya, luego de un largo viaje a bordo de un bote "cacharrero", fuimos recibidos19

por el cacique de la comunidad, Seferino Leví, quien nos indicó en dónde podíamos guindar la hamaca y descansar. Comenzamos a explicarles la idea que nos llevó allá, la curiosidad por conocer el yoco, del cual hasta ese mo­mento solo había leído en algunos textos de misioneros, antropólogos y bo­tánicos que había logrado recopilar. Luego de conversar un buen rato, nos dijo que él tomaba yoco todas las madrugadas y que si queríamos, podíamos ir a su casa en la mañana para tomar un poco y seguir conversando.

El uso del yoco acontece en la madrugada, varias horas antes del ama­necer. Cuando logré habituarme a este ritmo, comprobé que entre las dos y tres de la mañana, una comunidad secoya ya había comenzado su rutina diaria . Las casas donde había un hombre mayor se distinguían a esa hora

19 Viajaba en compañía de Wilson López, Ingeniero forestal con quien participé en el proyecto "uso y manejo de Paullinia yoco"·

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porque entre las paredes de tabla o de yaripa se fugaba la luz de un mecherito de gasolina. Al acercarse era posible contemplar la escena del hombre secoya, con su cushma colorida torciendo en silencio las fibras de chambira.

En muchas ocasiones esta labor era compartida por su mujer y al acercarse el amanecer, también se le sumaban algunos de los hijos. En el frío, en la oscuridad y en el silencio de la madrugada, se realiza esta laboriosa activi­dad de "trabajar chambira", en buena medida posibilitada por la agradable sensación estimulante producida por el yoco.

Recuerdo que especialmente en el primer viaje, estando en Belén (Río Yubineto), algo me despertó en la madrugada. Algo me sacó del sueño y abrí los ojos: lo primero que observé fue a Luciano con una totuma de yoco acer­cándose a mí, listo para ofrecerme. Me incorporé y la recibí con agrado. Tomé algunos sorbos, se la devolví y me volví a recostar todavía soñoliento y con un sabor amargo en la boca. Inmediatamente el sabor comenzó a cambiar transformándose en un sabor dulce y agradable, mis ojos estaban abiertos de par en par y mi sueño había desaparecido. Él se había sentado ya cerca al mechero y trabajaba en silencio, junto con su mujer. Me acerqué a ellos, tomé unas fibras de chambira e hice mi mejor esfuerzo por entorcharlas, torpeza tal que les causó risa e intentaron enseñarme con la paciencia que lo harían a un niño. Conversamos algunas horas y al asomar el amanecer se dio por terminado el trabajo; Luciano preparó otro tanto de yoco, tomamos todos nuevamente y ya con la madeja de fibras entorchadas, se dirigió hacia donde tenía la urdimbre de su hamaca; tejió por algunas horas más mientras uno de sus hijos iba a pescar. A las nueve de la mañana desayunamos un delicioso caldo de pescado con casabe y me di cuenta que no había sentido hambre durante todo este tiempo.

Esta labor "nocturna" de "trabajar chambira" está condicionada a la dis­ponibilidad de yoco. Si no hay yoco, esta actividad no se realiza; los secoyas dicen: "da frío, sueño, pereza". La evidente propiedad estimulante del yoco, al igual que a nosotros, ha llamado la atención de algunos misioneros y ex­ploradores que han entrado en contacto con la "gente de yoco", y la han descrito en los siguientes términos:

"Dicen ellos que les fortifica el cuerpo y que les infunde ánimo. Yo lo que experimenté es que quita el cansancio y el molimiento del cuerpo, y que al mismo tiempo refresca. No es mala bebida" (Santa Gertrudis, 1970 [1768]). "bebida refrescante y antisoporífera" (Simson, 1993 [1886]: 190). "Lo toman para adquirir fuerza, vigor y agilidad en sus largas fati­gas como bogas, en la caza yen sus penosas correrías por las monta­ñas y para no sentir hambre ( ... ) Tomé tan rústico brebaje pareciéndome de un sabor dulce al principio y luego amargo; es ver­dad que no sentí hambre ese día. Luego lo seguí usando con frecuencia. (Zerda, 1906).

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Consejos para vivir bien: una perspectiva histórica sobre los diferentes 1165 usos del bejuco yoco, Amazonia Noroccidental / E. Eduardo Bolívar

"lo beben todos los indios en ayunas ordinariamente, y aún entre día en los trabajos más duros cuando sienten hambre pues les apaga esta y les da fuerzas" . (Las Corts, 1934 en Castelvi, 1951).

"Los cofanes para sus largos viajes utilizan un bejuco llamado yoco, cuyas raspaduras puestas en agua por algunos minutos y revolviéndo­las, toman esa agua con lo que 'el hambre no se deja sentir', muchos días pueden resistir sin comer". (Granja, 1942 en Espinoza, 1955).

Particularmente relativizo el efecto de esta planta sobre el apetito en tanto que observé y escuché que a algunos hacía efecto mientras a otros no. En cuanto al apetito, hay que contemplar que en el contexto de su uso tradi­cional hay diferencias importantes de la periodicidad y cantidad de ali­mentos con respecto al contexto urbano del comprador de "pastillas de yoco". En el contexto de estos grupos amazónicos, cuanto hay comida se come en extremo abundantemente, siendo una ocasión festiva y alegre, pero cuando por algún motivo hay escasez, se puede pasar sin comer, sin que el ritmo de las "tres comidas" sea algo particularmente importante para ellos. Curiosamente, el efecto sobre el apetito al que se refieren constantemente las fuentes escritas, no era ni la idea más recurrente ni el uso mas importan­te en las comunidades secoya, mientras que sí se privilegiaban ideas asocia­das a actitudes morales positivas relacionadas con el trabajo, el comportamiento y la salud.

Particularmente, la importante relación entre el yoco y los trabajos con la fibra de chambira, la cual fue evidente durante mi trabajo de campo, ha llamado también la atención de diversos personajes en sus testimonios re­feridos a Encabellados y sus descendientes Secoyas. Por ejemplo, el padre misionero Castillo y sus compañeros, o el explorador inglés Simson entre Encabellados, o los investigadores King y Levey, entre secoyas del Napo en Perú.

" ... Pero lo más particular de ellas [las mujeres] es su singular honesti­dad; pues tejen curiosamente de palmicha torcida unos delantales tupi­dos y matizados con que cubren desde la cintura hasta la mitad del muslo ... Es particular de esta nación la bebida que llaman yoco. (Casti­llo et al., 1773) "sus plantaciones son grandes y bien cuidadas, aparte de lo cual suelen retorcer varias clases de fibras con las que fabrican gran cantidad de hamacas, y trabajan con frecuencia de noche. Para llevar mejor a cabo esta labor nocturna beben yoco" (Simson, 1993: 190). "utilizada cuando los secoyas trabajan sobre hamacas y hablan durante la media noche y cuando ellos realizan actividades que demandan gran esfuerzo físico". (King y Levey, 1980)

Particularmente, en cultura secoya o airo pai, la tradición cotidiana del yoco, estrechamente vinculada al trabajo matutino de la chambira, da lugar a un espacio y una condición propicia en la que se reproducen enseñanzas y

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consejos de disciplina corporal, comportamiento y trabajo que propenden por el bienestar de la comunidad, que expresan cómo "vivir bien, vivir tran­quilo". Tomar yoco implica ciertos comportamientos, como lo explica Silverio Cabrera, tal vez la máxima autoridad tradicional de los secoya del Putumayo.

"Puede tomar yoco cuando quiera, para enseñar. Primero es enseñar. Cuando hay este yoco, ¡no se juega! ... Cuando quiere aprender curar, pa' trabajar, pa' trabajar de noche, torcer chambira, pa' cultivar la chacra, la­var platos, de todo ... pa' acompañar, pa' ayudar a su mamá, a su papá, así hay que vivir esa vida. Así, cuando quiere aprender, puede tomar yoco, así enseñando, si ... Puede convidar, ahí viene pasando. Así convidado, vive tranquilo. Este nieto le he enseñado, tuerce chambira, vive, trabaja la chagra, vive bien". (Silverio Cabrera, comunicación personal, 2003)

El levantarse temprano, tomar yoco, torcer chambira y tejer hamacas a su vez definen el ser masculino airo pai. Luisa Elvira Belaunde (2001) ha mostra­do cómo el hombre airo pai es llamado también umusi, o cría de mochilero; en esta asociación, el hombre, al igual que esta hermosa ave, es un experto y laborioso tejedor de nidos que cuelgan de las ramas de sus casas, sus hamacas.

Para los airo pai, la cotidiana labor de torcer hilo, hacer hamacas y esperar despiertos el nuevo día trabajando concentradamente y conversando en fa­milia hace parte de las técnicas culturales enseñadas por su dios padre ñañe (luna), las cuales continúan vivas y nutriendo la esencia del ser airo paihasta hoy. Así relató Silverio Cabrera el origen y propósito del yoco, unido al trabajo de la gente verdadera.

"Dios ha sacado ... , se ha ido a mirar, mirando de otra parte, a otro mundo, se va Dios; mirando gente como nosotros, yoco pai ellos estaban tomando, trabajando, mirando se va pidiendo, trayendo semilla así, traído, ... ha traído pa que tome gente verdadera, para que tome, pa que puede trabajar chambira, sin pereza, y así que puedan trabajar en la madrugada y que vayan a la chagra y no se cansen. Puede trabajar. Así ha acordado el señor. Así ha formado yoco".

Así pues, podemos darnos cuenta del lugar central que ocupa el yoco en la cultura airo pai, unido a las ideas del trabajo, el vivir bien y la familia . Aun­que el amplio conocimiento indígena sobre el yoco podría presentar sustan­ciales diferencias entre los airo pai y los otros grupos que he designado como "gente de yoco", debido tanto a las disparidades culturales como a las distin­tas formas de preparación y los contextos de utilización que puedan existir entre ellas, a juzgar por los relatos ocupa un lugar central en prácticas de

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salud y bienestar como veremos más adelante. Para los airo pai o secoya del Putumayo es posible distinguir entre dos formas de uso: un "uso cotidiano" (al rededor del trabajo de la chambira) y un "uso especializado", más vincu­lado a los aspectos medicinales (Bolívar et aL, 2004). Por su parte, en una reciente y muy interesante publicación sobre el yoco entre ingas y cofanes del piedemonte colombiano (Zuluaga, 2004), se abordan aspectos de la etnomedicina que ayudan a entender mejor su uso e importancia entre estas culturas, lo que permite resaltar afinidades y diferencias. Resaltaré y haré un paralelo entre estas dos experiencias.

Tomando yoco

La primera mención al yoco de que se tiene noticia data de 1728-1729 en un manuscrito misionero sobre catequismo que incluye un vocabulario siona, lengua que en aquella época procuraron los franciscanos hacerla lengua gene­ral del Putumayo. En él se menciona el yoco simplemente así:

"Yoco: bebida del zumo de un bejuco iocomú2o: bejuco cuyo zumo se bebe"(Barrutieta, 1729)21.

En esta primera cita, se vincula el uso del yoco con la cultura siona a co­mienzos del s. XVIII en el Putumayo. Cabe anotar que bajo el nombre "siona"22 se engloban grupos afines lingüísticamente a lo que se ha denominado Tucano Occidental. La mezcla de culturas en las reducciones misioneras pudieron influir en la ampliación del uso de este bejuco a otros grupos que tal vez no lo utilizaban. Es llamativo por ejemplo que se le conozca con el mismo nombre "yoco" tanto por grupos Tucano Occidental, como Inga (Kichua) y Cofán (aislada) (Schultes, 1942; Espinoza, 1955). Sin embargo, sería necesaria una pesquisa mucho más profunda en los documentos de misiones, y un esfuerzo etnográfico mayor para lograr discernir sobre el origen del yoco. Por lo que se conoce, las primeras menciones hacen referencia a grupos Sionas del Putumayo, y Encabellados del Napo (Uriarte, 1986 [1753]). El P. Uriarte se refiere al yoco de la siguiente forma :

"yocó: bebida de una corteza de este nombre, simplemente exprimida y desleída en agua, la cual toman todas las mañanas como fortaleciente" (Uriarte MSS, 1753: 27-46, citado por Espinoza, 1955: 34).

Fray Juan de Santa Gertrudis se refiere al yoco como "bebida general de todos los indios del Putumayo", lo que da una idea de la gran extensión de su uso a la llegada de los misioneros. Así lo describe Santa Gertrudis:

20 "iocomú", o "yoco mú", en secoya hace referencia al grosor del bejuco. Yoco mé (yoco delgadito), Yoco mú (Yoco más grueso, de alrededor de 3 cm de diámetro). Luciano, comtmicación personal. 2003.

21 Este manuscrito es atribuido, según el CIELAC (en Castellvi, 1951), al P. Barrutieta quien fuera luego Comisario de la misión franciscana . Patiño (1967: 269) hace mención a que J. de la Espada (1904) atribuye este documento al Padre Larrea en el año 1751. Dado que consulté el documento original, considero que la afirmación de Patiño es imprecisa.

22 El nombre "siona", al parecer, proviene de la expresión sio na (hacia la chagra) .

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"es un bejuco del tamaño de una muñeca, y de él hacen bebida los indios de esta suerte: cogen trozos de este bejuco y se los llevan; cuando quieren, cogen un trozo y con una concha o con el filo del machete van raspando la corteza, que es de color atabacado. Todo lo raspado lo ponen en un mate o medio calabazo con agua, y a fuerza de refregones y de estrujarlo con las manos, le hacen largar toda la sustancia, que se vuelve el agua casi colorada, y este jugo se lo beben. Su sabor es algo áspero. Dicen ellos que les fortifica el cuerpo y que les infunde ánimo. Yo lo que experimenté es que quita el cansancio y el molimiento del cuerpo, y que al mismo tiempo refresca." (Santa Gertrudis, 1758 [1970]: 254).

A partir de estas citas se puede extraer que la forma de uso (estimulante, especialmente matutino) así como su forma de preparación parecen no haber cambiado sustancialmente. Por lo observado en el 2003, durante el trabajo de campo en las comunidades secoya del Putumayo, la preparación de la bebida de yoco ocurre de la siguiente forma: la bebida se prepara en una totuma que está especialmente destinada para este fin. Usualmente, antes de preparar la bebida, se lava la totuma y las manos con agua y hojas de guama o guava (Inga spp.) y se sirve en ella un poco de agua limpia.

Normalmente en la cocina se encuentran algunos trozos de yoco de entre 50 y 80 cm de longitud. Quien prepara la bebida, toma uno de estos trozos y con un cuchillo (destinado sólo para esta labor) se elimina la corteza externa (muerta) y se procede a raspar la corteza interna con movimientos rápidos de manera yue la "carne" del bejuco, atrapada en la palma de la mano, se deposita en la totuma con agua. Cuando se haya obtenido una cantidad sufi­ciente, se procede a exprimir con la mano (chapear) por dos O tres minutos la viruta hasta que -a juicio de quien la prepara- queda a punto. Se retira la totalidad de la corteza de la totuma, se exprime bien con ambas manos, se descarta la corteza y la bebida (blanquecina, café, naranja, rojiza o incluso negra) queda lista para ser tomada. (Bolívar et al., 2004).

El efecto estimulante del yoco (quitar el sueño y la fatiga) se vería explica­do científicamente por diferentes análisis químicos que han reportado la exis­tencia de cafeína en concentraciones variables "2,73% máximo" (Guinard, 1927: 3-5), "1,5 - 3,5%" (Mezey, 1944: 392), "3 a 4% y en ocasiones llega al 6%" (Hill, 1952: 483, citado por Zuluaga, 2004: 36), 0,5% (Weckerle, 2003).

En el primer trabajo exclusivamente dedicado al yoco, publicado por el botánico Richard Evans Schultes (1942), se describe al yoco como "la más importante planta no alimenticia de la economía de los nativos" y se resalta su propiedad estimulante con base en el análisis químico de Guinard: cafeína 2,73% (Schultes, 1942: 301). Sin embargo, la presencia de cafeína no es sufi­ciente para explicar directamente las otras propiedades que se le atribuyen a partir de la observación de su uso en la medicina indígena: estimulante, emé­tico, colagogo vermífugo y febrífugo. Examinémoslas desde el sistema indí­gena de medicina.

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Curando con yoco

Algunas referencias sugieren que el yoco también tiene propiedades me­dicinales; particularmente, el explorador Rafael Zerda Bayón, en 1906, dice al respecto de sus observaciones sobre la salud de los grupos indígenas que utilizan yoco:

"Es de notarse la robustez, vigor, energía, sanidad y longevidad de estas razas (que en mi concepto tienen más de amarilla que pura india), grande estatura y fuerte musculatura en muchos de ellos, sin embargo de la insuficiente y pésima alimentación de que hacen uso. La mayor parte de las enfermedades que nos afligen son desconocidas entre ellos; no vi ni un solo caso de anemia ni de paludismo y sí muchos muertos de estas enfermedades entre los blancos que llegan". (Zerda, 1906).

Estas observaciones concuerdan con las del médico Germán Zu1uaga, quien notó una considerable diferencia en la frecuencia en casos de paludismo en­tre la población indígena (0,9%), en relación con los colonos (25%), en la zona del río Orteguaza y Caquetá (Zuluaga, 2004).

Una posible explicación a estas observaciones se deriva de la utilización de sustancias purgantes, entre ellas el yoco. Durante las purgas, se eliminan muchas sustancias de desecho y productos tóxicos almacenados a través de la bilis. De modo que el purgarse y "mantener el cuerpo limpio" puede producir beneficios para la salud, e incluso prevenir enfermedades (Zuluaga, 2004: 87, 1991: 326). Existen en este sentido otras referencias como las del P. Capuchi­no Gaspar de Pinell, quien habla directamente del uso del yoco como vomiti­vo empleado contra fiebres palúdicas.

"hallándonos entre los enos23 ha enfermado gravemente uno de mis bogas y temo por su vida. Las fiebres de aquellos lugares son muy conocidas por sus estragos; los cofanes me han dicho que solo pueden ir al Cuyabeno con vomitivos de yoco, que deben usar diariamente, y junto a la laguna hemos rezado un padrenuestro sobre las tumbas de dos víctimas de esta enfermedad" (Pinell, 1928: 64).

"El yoco es otra planta de gran valor medicinal. Algunas tribus toman todas las mañanas el jugo de su segunda corteza exprimido en agua como antídoto excelente contra la bilis y la fiebre". (Pinell, 1928: 161).

César Uribe Piedrahita, médico, botánico y escritor, cofundador del Her-bario Nacional Colombiano, menciona al yoco en su novela "Toá", cuando el personaje de dicha obra (también médico) cae gravemente enfermo de palu­dismo en el Putumayo: "El bejuco estimulante [yocol y la corteza de quina eran los dos únicos remedios que tomaba el médico para calmar las fiebres crónicas que le devo­raban lentamente." (Uribe, 1992 [1933]: 142).

23 Probablemente el nombre "eno" hace referencia a los habitantes del río Eno, afluente del Aguarico en Ecuador, Territorio Tradicional de Encabellados.

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Es decir, el yoco, además de su agradable efecto estimulante, puede cau­sar también vómito o diarrea. Estos efectos son muchas veces intencionalmente buscados entre los secoya. Para esto se toma una mayor cantidad de la bebi­da usual de yoco en agua fría, o bien se prepara una bebida concentrada, cocinando corteza y hoja de yoco. Se trata no solamente de una práctica de salud usada en casos de fiebre o malestar físico, sino con otra connotación especial: "botar pereza". Es decir, la cura no solo acontece en el cuerpo físico sino que involucra un asunto moral o de comportamiento.

Este uso medicinal, que podría tener una explicación por los efectos fisioló­gicos positivos causados por el papel central de las "purgas" o "limpias" como sugiere el médico Germán Zuluaga, para los airo pai tiene otro significado:

Los airo pai, conciben el mundo en varios niveles. El mundo en que vivi­mos es tan solo uno entre otra serie de mundos en que habitan otros seres particulares. El mundo de las actividades cotidianas, el medio de la comuni­dad, la chagra, los bosques y la superficie de los ríos, constituye apenas un mundo intermedio y un lado de una múltiple visión de la realidad. Los mun­dos superiores son habitados por Ñañe (Luna, divinidad principal), y su es­posa Repao (dueña de los perfumes) en la parte superior. Debajo habitan Mujue (trueno), ñiñahui (ángeles pequeñitos), Intsí (Sol), las pléyades, las otras es­trellas y la "gente del cielo", seres con cuerpos perfectos, hermosos y eter­nos, no se reproducen sexualmente, no conocen de enfermedad, dolor, trabajo penoso, menstruación ni de la muerte. En los "mundos de abajo", por su parte, habitan los ancestros de los animales, en sus respectivas comunidades y malocas (Payaguaje, 1990; Moya, 1991; Belaunde, 2001).

En la tierra, a diferencia de los mundos celestiales, reina la muerte. Está habitada por humanos, animales y los huatí (habitan en el mundo intermedio e inframundo y se han traducido al castellano como "demonios") quienes son los agentes de los procesos de transformación temporal y orgánica. La rabia, los conflictos, los cambios orgánicos y la descomposición de la edad, así como todas las formas de suciedad como la menstruación y los flujos sexuales (mo­tivo de rabia divina), son atribuidos a la acción de los huatí en este mundo. (Belaunde, 2001: 70).

Limpiar el cuerpo es purificar de la acción corruptora de los huatí: la sucie­dad, la rabia, la descomposición, la enfermedad, la pereza. El yoco en su uso estimulante provee de una disposición al trabajo, a la concentración, al buen comportamiento, al consejo, a la salud y al vivir bien. Las purgas periódicas con yoco ayudan a expulsar, además de la bilis, todos los comportamientos y pensamientos negativos o antisociales, incluyendo la rabia y el chisme.

Tanto para los secoya como para los inganos, como probablemente para el conjunto de "gente de yoco", esta planta juega un importante papel como medicina que implica paralelamente actuar tanto en el plano físico, como en el espiritual y el social. Esta concepción, que a todas las luces es más amplia que una perspectiva determinista y objetiva de la ciencia, se refleja en múl-

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Consejos para vivir bien: una perspectiva histórica sobre los diferentes 1171 usos del bejuco yoco, Amazonia Noroccidental / E. Eduardo Bolívar

tiples formas a través de las prácticas "especializadas" de uso del yoco, reflejando una mayor permeabilidad en las fronteras entre este y otros mundos.

El yoco y otros mundos

El acceso a otros mundos, o al "otro lado" de la realidad, es posible du­rante los estados de ingestión ritualizada de yajé, pejí, ujajay o mento24 . Estas plantas producen un estado de mareación, durante el cual la visión del otro lado se produce y los sentidos se despiertan. Pero la entrada a otros mundos no solo se logra a través de plantas alucinógenas; puede ser durante el sueño, o con grandes movimientos de aire y tormentas o con olores repulsivos o perfumados, así como con algunas plantas purgantes25 . (Belaunde, 2001: 74-75; Payaguaje, 1990; Bolívar, 2005)

En el proceso de enseñanza de un joven, respecto de las labores propias de un hombre, aparece un uso importante del yoco; en ocasiones mezclado con otra planta importante en la medicina secoya [mañape], se usa para tener una fuerte limpia, "botar pereza" y "aprender a trabajar". En este caso no se trata solo de la acción fisiológica sino que el dueño mismo del yoco (gente de yac o del mundo superior) se presenta al joven aprendiz enseñándole y facili­tándole encontrar el bejuco en el monte. Así lo relataron Miguel y Seferino en Yaricaya (agosto, 2003):

Miguel "Se juntan las hojas de yoco y se cocina y se toma, y con eso es que, cuando se toma, se vomita así, una semana y pasando otra semana y comienza a tomar de nuevo, así de tanto tomar ya, el yoco ya presenta ya ... " Seferino: "A mí me pasó ... Cuando yo hace tiempo, mi papá finado se murió; ese día que enterraron yo tenía pena, triste, me fui caminando, llorando; tenía pena de mi papá, tristeza. Cuando iba, recién cruzando me gritó, ahí, gritando: jjjAuuuu!!! ¿Quién será, Dios mío?, yo pensaba. ¿Qué está sonando ahí? Otra vez, jjjuuuuuuu!!!, por ahí sonaba. Sigue cami­nando, cuando volteo a mirar, estaba, movía esa soga. Cuando veo, ahí estaba yoco, así grueso. Me estaba gritando. Sí, ése me gritaba. Tiene su espíritu".

Pero, también, gran parte de los tomadores de yoco cuentan cómo los seres espirituales del yoco se presentan a través de los sueños, hablando y hasta moviendo la hamaca para hacerlos despertar muy temprano en la ma­drugada y tomar yoco para disponerse a trabajar.

24 yajé (Banisteriopsis sp.); Pejí (Brugmansia sp); ujajay (Brunfelsia sp.); Mento (Nicotiana sp.) 25 Para los airo pai, los sueños contienen igualmente información importante proveniente del otro

lado. De ahí que la interpretación conjunta de los sueños permite predecir el éxito o los problemas relacionados a todo tipo de actividades cotidianas como la caza y la pesca, la construcción de una casa, la salud de uno o la visita de un pariente. (ob. cit., 75).

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"Usté no puede dormir de noche también. Cuando ya usté duerme, ya viene a mover esto: ¡Levántese!, ¡levántese!, y usté levanta, no hay nada. Dame yoco, tome yac o, ahí está. Mira así, no hay nada. Y usté puede levantar y estar tomando ahí toda la noche ... "

Silverio me explicó que se trataba de yoco pai, los seres espirituales que toman yoco en los mundos superiores, que en la madrugada llegan en los sueños para despertar a sus parientes, los airo pai de este mundo, para rega­ñarlos y enseñarles a trabajar sin pereza.

"Yoco pai, ese grupo cuando viene dice ... 'bueno, ya está madrugan­do, ¡levántese tío!, levántese pa' que tome yoco, pa' que pele su chambira!', ¿Quién está?, '¡aquí esta tu yoco, levántate!', quería tomar, miraba: no hay nada ... así ya despertando, así levantando, despertando, ahí mismo agarra yoco, raspando, tomando .... él mismo habla y así se viene enseñando, así se aprende. Parece como gente así. .. 'Tío o abuelo', así despertando .. . 'primo' también dice ... como familia. Cuando sueño mirando, ahí están todos, yoco trayendo, levantando ¿Dónde está el yoco?: no hay nadie [ríe]: está enseñando". (Silverio, comunicación personal 2004)

Podemos apreciar como la forma en que se revela el yoco dentro de las comunidades secoya está cargada de profundos significados, que dan cuenta de un importante papel dentro esta cultura, habitantes del amazonas en un mundo intermedio permeado y en cotidiano contacto con las gentes de otros mundos. Esta rica visión de la realidad, sin duda, ha sido proscrita como creen­cias de salvajes y cosas del demonio. Observemos lo que el caudillo de la civi­lización (léase comercio y esclavización) Rafael Reyes opinaba al respecto.

"No tienen otra religión que la adoración de los espíritus malos, con los que sus sacerdotes o Payes dicen que se ponen en comunicación, para lo cual se embriagan con el jugo de una planta narcótica que lla­man yoco". (Reyes, 1914: 8).

De hecho por algunos relatos y conversaciones parece que el yoco es un paso importante en el aprendizaje chamánico del yajé. Fernando Payaguaje (1990) cuenta que el aprendizaje con yoco es la antesala del yajé (y este a su vez del pejí): "tomábamos el yocó de las 2 a las 6 de la mañana y trabajábamos en los tejidos secoya. Es lo primero que se aprendía antes de iniciarse con el yajé". Tanto para sionas, como secoyas, y como presumiblemente es general para la "gen­te de yoco", una vez que un hombre se convierte en curandero después de aprender a usar el yajé, es capaz de utilizar yoco con el fin de contactarse con los espíritus y usar su visión y conocimiento con el fin de curar o transfor­marse en diferentes animales y seres espirituales. (Langdon, 1974; Payaguaje, 1990; Bolívar, 2005).

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Consejos para vivir bien: una perspectiva histórica sobre los diferentes 1173 usos del bejuco yoco, Amazonia Noroccidental / E. Eduardo Bolívar

Lo anterior da una idea mucho mayor del papel central del yoco en la cultura airo pai, no solo como estimulante cotidiano y más allá de los efectos medicinales asociados a las purgas, sino además, un papel importante en el contexto del aprendizaje chamánico. El "pensamiento de yoco" unido a una disciplina corporal, prácticas de salud y trabajo, haciendo parte fundamen­tal del legado de sus antepasados, sigue vigente hasta hoy alrededor del uso de esta planta, aunque las prácticas asociadas a los usos especializados se han venido dejando de lado (Bolívar, 2005). Terminemos esta sección con la reflexión de Miguel, joven airo pai, sobre los cambios en el uso de esta planta.

"Los viejos, los antiguos tenían hamacas guindadas. Los visitantes vie­nen y [les dice] 'siéntese ahí, converse'; y cuando llegaba otro amigo, otro vecino, de una vez se raspaba su yoco y tomar, a conversar sobre trabajo, cómo se puede trabajar ... Los viejos cuando tomaban era pa' que lo aconseje a los hijos, cómo se puede trabajar, y como se puede mantener, mejor dicho, de todo. Así, pues ahora, mejor dicho, duerme con los hijos y levanta con los hijos y ¿quien lo aconseja? ¡Nadie!, y ahora ya está cambiando todo la civilización". (Miguel, comunicación personal 2003).

Conclusión: los intercambios del comercio

La doble situación del yoco viajando desde el contexto local en donde se había situado su uso tradicional hacia redes de comercio global no ha sucedi­do sin dejar huellas. Para los airo pai, el comercio de yoco surgió en un contex­to en el cual el acceso al dinero y las mercancías es muy limitado y condicionado a la relación con los comerciantes fluviales (cacharreros) que visitan las co­munidades. Tras una corta pero intensiva extracción de plantas silvestres, los efectos se hicieron sentir al punto que existe una percepción generalizada de la escasez de yoco. Tanto por el volumen como por los bajos precios al cual lo compraban los intermediarios, algunas de las personas mayores en Zambelín y Bellavista comenzaron a tener desacuerdos sobre la forma en que se estaba produciendo este comercio.

"Mucho compraban yoco [ ... ] Acabaron yoco ... como yo así viejos to­man yoco, una de la mañana levanta, toman yoco, torciendo, tome yoco ... por eso gente dice, mucho mezquinando nosotros viejos, porque se va acabando, ¡se acaba!". (Yei camporatsa. Comunicación personal, 2003)

Sin embargo, el flujo de bejucos, su transformación en pastillas y su consu­mo para construir cuerpos esbeltos y saludables, sucedía a través de sutiles pero importantes filtros:

Recordemos de nuevo que la categoría indígena "yoco", además de la especie Paullinia yoco, puede incluir otras especies diferentes como han

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mostrado recientes revisiones26. Incluso dentro de las plantas que han sido clasificadas como P. yoco existe una gran variedad de nombres indígenas diferentes (Schultes, 1986; Beck, 1991; Bolívar et al., 2004).

El gran número de nombres para los tipos de yoco y la consistencia de este conocimiento "botánico" entre los airo pai son una muestra de la profun­da familiaridad con las plantas, resultado de un conocimiento centenario que guarda importantes connotaciones prácticas y simbólicas. Los diferentes nom­bres de "yoco" entre los airo pai se asocian a características sensibles27 y rela­ciones con otras plantas o animales28. Con respecto al consumo se dividen en "familia de yoco" (en donde se incluyen individuos con propiedades estimu­lantes o medicinales) y la categoría excluyente "yoco aparte" (que no se toma) . Incluso al interior de la "familia de yoco" existen diferencias importantes en cuanto a su uso y significado entre los airo pai. Mientras la "variedad" keje yocó es la preferida y más utilizada, la variedad má yocó siempre es usada con mucha precaución, menor frecuencia y cantidad. Curiosamente, se trata de la variedad más comúnmente comercializada tanto en las comunidades secoya, como en las del Inganas del Parque Natural Nacional La Paya. ¿Por qué?

Si bien, como antes expuse, el uso del "yoco" (keje yocó) tanto en sus prác­ticas cotidianas como especializadas revela en buena medida la esencia del ser airo pai, vinculado al trabajo, los tejidos, los comportamientos sociales adecuados y las prácticas de salud de gran importancia asociados a mantener el cuerpo "limpio". En el yoco de venado aparecen, en contraste, otro tipo de asociaciones.

El origen del venado en la mitología airo pai se asocia con una mujer menstruante que provocó la rabia del creador (Ñañe). Esta asociación entre la rabia, la menstruación y al venado es muy importante. La rabia, según Belaunde (2001), cuando no está manejada es la antípoda del pensamiento dirigido hacia un propósito social válido. La persona rabiosa es alguien que "no sabe pensar". Rabiar es en vano porque sea cual sea el motivo subyacen­te, su falta de control conduce a la destrucción del universo social. En cambio el pensar bien y el conversar sustentan las relaciones de parentesco de la comunidad.

Es así que el yoco, más comúnmente destinado al comercio y a hacer pastillas para" adelgazar gordos", lleva en sí las características del venado rojo, animal solitario y nocturno que es considerado repulsivo porque tiene

26 P. pterophylla, P. ingaefolia, P. nobiLis, P. braeteosa, P. aLsmithii, P. brentJzerlinei, P. obovata (Vickers & Plowman 1984; Schultes 1986, Beck 1991; Zuluaga 2004); P. ef. faginea P. ef. imberbis, P. ova Lis, P. rugosa, P. ef. nobiLis (López, 2005).

27 Entre ellas la apariencia y color de la corteza externa, el color de la corteza interna, la manera en que oxida, la abundancia de látex, el sabor, el olor, el tamaño de la planta, el sitio donde que se encuentra, y el color al preparar la bebida, las características morfológicas de la hoja (Bolívar et al., 2004).

28 Entre ellas, keje yoeó (yoco copal), tsetsé yocó (yoco de puerco), ñama yocó, o má yocó (yoco de venado o yoco rojo), komsá yocó (yoco de milpesos), azó yocó (yoco yuca). (Bolívar et al., 2004).

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espuma en la boca y porque "salta de un lado a otro y no va a ninguna parte". La asociación a las características nega ti vas del venado se utiliza hacia una persona que no tiene perseverancia en su relación con los demás y le falta dirección en la vida. (Belaunde, 2001: 52). El yoco asociado al buen pensamiento, el de la salud, el trabajo sin pereza, la vida en familia y el control de las emociones y comportamientos que desestabilizan la vida so­cial como la rabia y el chisme es el que los viejos extrañan en la mitad de la madrugada.

El yoco con significados contrastantes circula diferentemente hacia el con­texto local y el externo. Conceptos diferentes de belleza alientan su consumo en ambos mundos. Lo estético y lo moral aparecen de forma especial entre los airo pai: deo eme (buen hombre) o deo nomio (buena mujer) llevan en la expresión deo la connotación de lo bueno y lo hermoso simultáneamente. De otro lado, un modelo estético de belleza, un cuerpo delgado objeto de inver­sión y diseño, fluye a través de todas las formas de publicidad creando un gran apetito por lo que te quite el apetito.

Pero ,las pastillas de yoco no solo están cargadas de asuntos simbólicos. Además de la frecuencia de nombres indígenas con connotaciones culturales negativas (yoco veneno, yoco venado, entre otras), es conocido el hecho de que el género Paullinia contiene numerosos alcaloides derivados de la purina, muchos de ellos de gran toxicidad, con varios reportes de especies que han sido usadas tradicionalmente como barbascos, o venenos.

Sin comprender y respetar el contexto cultural y natural en que ha circu­lado por cientos de años esta planta es muy difícil que su esencia y sus enseñanzas trasciendan en los productos comerciales basados en yoco. Mas que "el nuevo producto que revolucionará el mercado", se trata de uno de los ejes principales que reúne los valores más preciados de los airo paí, ha­ciendo parte central de su patrimonio cultural, su historia, su presente y en futuro.

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