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CONOCIMIENTO EN PEDRO ABELARDO Y SAN AGUSTÍN
Este texto tiene como fin enlazar las ideas de San Agustín de Hipona y Pedro
Abelardo, quienes fueron grandes pensadores de la edad media. Por su parte
Pedro Abelardo fue un monje, filósofo que practicaba la dialéctica; su escritura y
enseñanza fueron prohibidas por el papa, debido a que sostuvo un romance con
Eloísa, sobrina de Fulbert con quien tenía un acuerdo en el que él prometió
alimentarlo y hacerse cargo de sus gastos a cambio de que le diera tutorías a su
sobrina. Asimismo San Agustín de Hipona nace en el año 354 y muere en el 430,
tuvo origen africano, nació propiamente en Tagaste. San Agustín llamado también
el padre de occidente fue profesor de retórica y orador del imperio, fue reconocido
y respetado por el constante interés y búsqueda por encontrar la verdad absoluta.
En el libro ‘’conócete a ti mismo’’ de Pedro Abelardo, se ve reflejada la distinción
entre el acto de pecar y el vicio del alma pues a los vicios del alma ya sean en
virtud de obrar bien o mal se les llama costumbres, que se adquieren propiamente
por el cuerpo, pues este es débil y por consiguiente hace pecar al hombre; el
pecar es toda acción que desagrade a Dios y que amerite un castigo aunque se
haga involuntariamente, dice Abelardo que donde hay deseo debe haber voluntad,
pero en esta primera parte del libro él resalta que si el pecado se hiciera de forma
voluntaria sería algo absurdo ya que significaría que el hombre quiere por su
cuenta desagradar a Dios, despreciarlo y ser reo de él. Siguiendo la idea de San
Agustín el hombre actuando mal voluntariamente estaría más alejado de la idea
del bien supremo, de hallar esa verdad absoluta que solo se encuentra en Dios,
obrando en contra de los designios de Dios estaría alejándose aún mas de esa
característica de perfección que solo se le puede atribuir a él. A pesar de que
según Agustín el mal no existe, se puede ver en Abelardo que los hombres que
pecan en ocasiones voluntariamente, se niegan a sí la posibilidad de conocer y
llegar a la verdad absoluta.
De igual importancia, cabe resaltar que Agustín de la manera en que comprendía
el conocer era como la capacidad de entendimiento, teniendo en cuenta que
primero habría que llevar un acercamiento con el mundo sensible, luego
estudiando las artes liberales como: la gramática, dialéctica, retórica y demás; y
dando esto por sentado pasaba al estudio del mundo espiritual (filosofía) o el
mundo estable, donde él consideraba estable todo cuanto fuera perfecto,
atemporal y completo en sí mismo, pero en este orden de ideas Dios habría sido el
único que podría llegar al camino de la verdad absoluta como se menciona
anteriormente, puesto que el ser no tiene estas características ya que el hombre
es corruptible, temporal e imperfecto y en este sentido no podría conocer la
verdad.
En ‘’el trinitate’’, San Agustín habla sobre las condiciones de la felicidad y dice que
una de ellas sería lo que hace feliz al hombre, vivir por el pacer, en este caso
complacer todos sus deseos y pasiones, siguiendo el deleite de Epicuro. Y en
contraste con Abelardo acá no se tienen en cuenta los vicios o pecados del alma
sino que simplemente el placer es su fin, se vive el placer por el placer mismo.
Por otra parte como segunda condición de la felicidad está la idea de Cicerón,
quien reprocha a los que piensan que está bien y es honrado vivir por lo que le
agrade o le antoje a la persona para ser feliz sin tener algún tipo de represión,
pues para él es mejor no escoger lo que no conviene para evitar desdichas. Por lo
contrario en esta posición se puede ver que concuerdan en la idea que tienen
Abelardo y Cicerón sobre los términos de vicio o pecado del alma, pues son los
que tienen algún tipo de castigo.
En este sentido las ideas de San Agustín y Abelardo se enlazan en la medida en
que el hombre al pecar y desagradar o despreciar a Dios, se aleja del camino de la
búsqueda de la verdad absoluta y del conocimiento pues Dios es quien puede
conocer y poseer la verdad. En contraste con Agustín en la búsqueda de la
felicidad, Abelardo se plantea tener en cuenta los pecados y los vicios del alma
mientras que Agustín coincide con el fin de Epicuro que es alcanzar el placer; sin
embargo se entiende una similitud en la idea que plantea San Agustín de Cicerón
en relación con la represión de los pecados.
Referencias
De Hipona, A (s.f), Tratado sobre la Santísima Trinidad,