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CONFLUENCIA DE LA IMAGEN Y LA PALABRA

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CONFLUENCIA DE LA IMAGEN Y LA PALABRA

UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

CONFLUENCIA DE LA IMAGEN Y LA PALABRA

José M. Morales Folguera, reyes escalera Pérez,

Francisco J. Talavera esTeso, eds.

© Los autores, 2015© De esta edición: Universitat de València, 2015

Coordinación editorial: Rafael García MahíquesDiseño y maquetación: Celso Hernández de la FigueraCubierta: Imagen: André Félibien, Tapisseries du Roy, Amsterdam, ca. 1700, emb. 39. Diseño y composición: Celso Hernández de la Figuera

ISBN: 978-84-370-9665-0Depósito legal: V-1787-2015

Impresión: Guada Impresores, S.L.

DIRECCIÓN

RAFAEL GARCÍA MAHÍQUES (UNIVERSITAT DE VALÈNCIA)

RAFAEL ZAFRA MOLINA (UNIVERSIDAD DE NAVARRA)

CONSEJO EDITORIAL

BEATRIZ ANTÓN MARTÍNEZ (UNIVERSIDAD DE VALLADOLID), ANTONIO BERNAT VISTARINI (UNI-

VERSITAT DE LES ILLES BALEARS), PEDRO CAMPA (UNIVERSITY OF TENNESEE AT CHATANOOGA), JAIME

CUADRIELLO (UNAM - MÉXICO), JOHN T. CULL (COLLEGE OF THE HOLY CROSS - WORCESTER), PEDRO

GERMANO LEAL (UNIVERSIDADE FEDERAL DO RIO GRANDE DO NORTE - NATAL), DAVID GRAHAM

(CONCORDIA UNIVERSITY - MONTREAL), VÍCTOR MÍNGUEZ CORNELLES (UNIVERSITAT JAUME I), JESÚS

UREÑA BRACERO (UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA).

SECRETARÍA

SERGI DOMÈNECH GARCÍA (UNIVERSITAT DE VALÈNCIA).

ASESORES CIENTÍFICOS

IGNACIO ARELLANO AYUSO (UNIVERSIDAD DE NAVARRA), CHRISTIAN BOUZY (UNIVERSITÉ BLAISE

PASCAL), CÉSAR CHAPARRO (UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA), PETER DALY (MCGILL UNIVERSITY),

AURORA EGIDO (UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA), JUAN FRANCISCO ESTEBAN LORENTE (UNIVERSIDAD

DE ZARAGOZA), JESÚS Mª GONZÁLEZ DE ZÁRATE (UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO), VÍCTOR INFANTES

DE MIGUEL (UNIVERSIDAD COMPLUTENSE), GIUSEPPINA LEDDA (UNIVERSITÀ DI CAGLIARI), SAGRARIO

LÓPEZ POZA (UNIVERSIDADE DE A CORUÑA), JOSÉ MANUEL LÓPEZ VÁZQUEZ (UNIVERSIDAD DE

SANTIAGO DE COMPOSTELA), ISABEL MATEO GÓMEZ (CSIC), JOSÉ MIGUEL MORALES FOLGUERA

(UNIVERSIDAD DE MÁLAGA), ALFREDO J. MORALES MARTÍNEZ (UNIVERSIDAD DE SEVILLA), PILAR

PEDRAZA (UNIVERSITAT DE VALÈNCIA), FERNANDO R. DE LA FLOR (UNIVERSIDAD DE SALAMANCA),

BÁRBARA SKINFILL (EL COLEGIO DE MICHOACÁN).

Índice

PresenTación ......................................................................................................7

Seducidos con la emblemática, Juan Francisco esTeban lorenTe ...........................9Charta Lusoria, vícTor inFanTes ............................................................................29La educación de la Virgen como modelo iconográfico y como modelo social,

anTonio aguayo cobo, María dolores corral Fernández ........................45El discurso retorico de Luz del Evangelio ante la sombra reformista,

MonserraT georgina aizPuru cruces .........................................................59Propuesta de identificación del túmulo de Felipe IV en Pamplona,

Mª adelaida allo Manero .............................................................................67Emblemática nas exéquias da infanta portuguesa Maria Francisca Dorotea no

Arraial De Minas de Paracatu, Brasil (1771), rubeM aMaral Jr. .....................77«Hieroglificos y empresas» en la Descripción de la traza y ornato de la Custodia

hispalense de Juan de Arfe, PaTricia andrés gonzález ..................................91Emblemática en el Sferisterio: tradición alegórico-emblemática del Pallone Col

Bracciale, José Javier azanza lóPez ........................................................ 103El cuerpo como emblema: ensayo de inventario a las formas no verbales de

comunicación, agusTí barceló corTés ....................................................... 119Joan Miró. Hermenéutica de un «Paisaje catalán», roberTa bogoni .................... 127Sirenas victorianas o la recreación de la iconografía clásica en la pintura de Sir

Edward Burne-Jones y John William Waterhouse, leTicia bravo banderas .... 137El tema del encuentro entre Abrán y Melquisedec, Francisco de Paula coTs

MoraTó ...................................................................................................... 153Historieta arcana. Huellas del pensamiento barroco español en las Empresas

Morales de Juan de Borja, Juan carlos cruz suárez .................................... 167Emblemática para los cautivos del corso. La fiesta pro-borbónica en el naci-

miento de Luis I, celebrada por cristianos cautivos en Mequínez, María

José cuesTa garcía de leonardo ............................................................... 177San Juan en Patmos y el barco como símbolo de la esperanza cercana en la

salvación, sergi doMénech garcía .............................................................. 187San Luis Obispo. Imágenes valencianas de un santo apropiado, andrés Felici

casTell ....................................................................................................... 199El Bautismo según el Pontifical de la curia romana y su representación icónica,

Pascual gallarT Pineda .............................................................................. 213

6

Índice

El símbolo del espejo en la obra de Saavedra Fajardo, Idea de un príncipe político christiano representada en cien empresas, María del carMen garcía esTradé .... 225

La adoración del Trono de Gracia, raFael garcía Mahíques ............................... 241Lujuria y venganza desesperada. Salomé y Electra, esTher garcía-PorTugués ..... 253Representaciones de Caín matando a Abel durante la edad moderna: aproxi-

mación a un tipo iconográfico, crisTina igual casTelló ............................. 269«Parida y donzella, ¿cómo pudo ser? El que nació de ella, bien lo pudo ha-

cer».Emblemas para glosar la maternidad virginal de María, carMe lóPez

calderón ................................................................................................... 279Dictionnaire des symboles, emblèmes & attributs (París, 1897) de Maurice Pillard

Verneuil: el simbolismo dispuesto a la ornamentación Art Nouveau, Fá-

TiMa lóPez Pérez ........................................................................................ 293El neoestoicismo como filosofía de vida para tiempos de tribulación: Goya, los

desastres de la guerra y el Theatro Moral de la Vida Humana, José Manuel

b. lóPez vázquez ......................................................................................... 305La empresa LX de las Empresas Morales. ¿Y por qué un caracol?, aleJandro

MarTínez sobrino ...................................................................................... 321Biblioteca selecta, pintura espiritual, dominio cultural: los libros de emblemas

y la pintura decorativa en las Misiones Jesuíticas de la américa portuguesa (siglos xvi-xviii), renaTa Maria de alMeida MarTins .................................. 329

La medalla expresionista alemana y... ¿la pervivencia de la tradición?, anTonio

Mechó gonzález ........................................................................................ 339«Con el buril y con la pluma»: a representação moral do pecado nos emblemas de

André Baião, FiliPa Medeiros ....................................................................... 353La sombra de Cristo. Corporalidad y sentidos en el ámbito celestial, Mª elvira

Mocholí MarTínez ..................................................................................... 363El texto y la ilustración: la emblemática en los libros nupciales boloñeses del

xvii, eMilia MonTaner ................................................................................ 375La pintura emblemática de la Divina Pastora en América, Francisco MonTes

gonzález .................................................................................................... 387El sol eclipsado. La imagen festiva de Carlos II en Italia, José Miguel Morales

Folguera .................................................................................................... 403«Juicio y sentencia de Cristo». Texto e imagen de una pintura devocional en

Écija, alFredo J. Morales ............................................................................ 429La entrada del rey en Portugal de Jacinto Cordeiro: entre la relación poética y la

literatura dramática, anTonio rivero Machina ............................................ 443«Cruzados del arco iris»: una suerte de emblema musical periodístico, luis

robledo esTaire ......................................................................................... 451El disparate del elefante: la sátira teriomórfica y la actualidad del Barroco, luis

vives-Ferrándiz sánchez ........................................................................... 459

167HISTORIETA ARCANA. HUELLAS DEL PENSAMIENTO BARROCO ESPAÑOL EN LAS EMPRESAS MORALES

DE JUAN DE BORJA

Juan Carlos Cruz suárez

Universidad de Aarhus

A la medida de un tiempo que se apresuraba hacia una vitalidad melancólica, la verdad tiende a plegarse en lo enigmático. Progresivamente la modalidad de

pensamiento hermético que se inserta en la fórmula emblemática se percibe como una más de esas máscaras que solapan significaciones precisas de un mundo que se elude y al que enigmáticamente se alude. Se presiente, así, la necesaria reinvención de canales de sentidos opacos, complejos, abruptos, que afloran –tras el ya conocido éxito de Alciato–1 con la firme voluntad de acercar un conocimiento profundo a una élite intelectual que tras la pujanza del Humanismo diseña su estatus social como grupo de prestigio. Ellos serán los tesoreros del enigma y de los códigos que permitirán abrir el «candado» que abre las puertas a una verdad trascendente.2 Todo el proyecto de codificación retórico-visual se encamina hacia los círculos del saber desde los que se autoriza una modalidad de pensamiento accionado para conocer la realidad de un mundo paulatinamente más simbólico, teatral o cifrado.

El pensamiento abrigado en tales artefactos se vuelve arcano. La distancia que se genera entre el referente y lo referido alude a una práctica expresiva compleja que asegura la emergencia de un saber recóndito y de difícil acceso. La representación completa –esa suerte de iconología– se acerca también a una modalidad de historieta que corre en paralelo a la historia general de todo un pensamiento de época. Pero

1. La introducción de Rafael Zafra a la cuidada edición de los emblemas de Alciato (concreta-mente hablamos de la traducción de Daza, 1549) da cuenta de las diferentes etapas que la obra inicial experimentó hasta completarse definitivamente. Este periplo es un claro indicador del éxito editorial de la obra, prueba efectiva, también, de la emergencia de una élite intelectual que había recuperado el gusto por el hermetismo y por las prácticas estéticas que exigían ciertos conoci-mientos para decodificador sentidos.2. «Candado» que da acceso a un secreto, como artilugio ingenioso que permea una metáfora adecuada para significar la operación de ocultación y la «dificultad calculada» a la que nos lleva la práctica de la emblemática. Para ahondar en ese asunto ver Azanza López, 2013: 163-179.

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se tratará, en todo caso, de una historieta elitista que se ofrece en una «vasta literatura de libros ilustrados» (Praz, 2005: 15) y que deriva del pensamiento y la voluntad de una mente atenta y ávida de penetrar en aquellas peculiaridades de lo humano que le parecen reseñables dentro de un determinado hábito o marco social. Se disuelve, así, toda la arquitectura de esta también episteme en este repertorio de imágenes no-minadas y resaltadas con escuetas referencias –incomprensibles para el profano– que redondean el sentido total de la pieza que se exhibe. Colecciones, por tanto, de pe-queñas historias o historietas que hablan de un tiempo y sus arrobos: manuales peda-gógicos, ejemplos de vida, testimonios de virtudes, demarcación de vicios, apelaciones morales, afecciones del alma, y todo un largo recetario que alude criptográficamente a una forma de vida y a una manera de comprenderla.

En esa dimensión pedagógico-intelectual se mueve un exponente español de refe-rencia ineludible: Juan de Borja. El programa educativo de la Compañía de Jesús –a la que él pertenecía– incorporaba el uso de la imagen conceptuosa como mecanismo de impresión y expresión de sentidos, de conocimiento, en definitiva.3 La máscara retóri-ca y la presencia de la imagen hacen efectivo el juego de ocultación e iluminación de una verdad preexistente y concebida como paradigma moral, estético, socio-cultural, religioso, político o histórico. En ese catálogo de actividades y conductas humanas se salvaguardan también aquellas cimas del pensamiento más vigorosamente caracteri-zador de una determinada cultura –cultura intelectual, como aquí mantengo–. Las estimadas Empresas morales de Juan de Borja contienen acertados despuntes de esa operatoria hispana en los cauces del conocimiento o del pensamiento. Muchos de los registros temáticos que en el Barroco se harán tópicos irrenunciables se adelantan en Juan de Borja casi como si de un programa previo de intuiciones se tratara. Su apa-rente falta de erudición –en cuanto a la escasa afluencia de autoridades en su obra– no es más que una escogida voluntad de autoconciencia creadora, de asunción de una responsabilidad total frente a la tarea emprendida: Juan de Borja inserta así su catálogo hermético en el seno de una completa filosofía moral diseñada para señalar aquellos vicios execrables y destacar toda virtud trascendente y ejemplar.4

Una somera aproximación como es esta pretende buscar e identificar rasgos ca-racterísticos del pensamiento español en las obras de todos aquellos productores de símbolos –en el más amplio sentido de la palabra– que imprimieron características históricas propias al Barroco español. En un trabajo ulterior se propondrá un marco general en el que se harán visibles –en distintas manifestaciones artístico-culturales– los temas y tópicos recurrentes que configuraron una suerte de huella digital propia

3. Se insinúa aquí, siguiendo a Rodríguez de la Flor (2011: 719-728), la entrada en juego de todo un programa iconográfico como sustrato, también, de un conocimiento y una forma de transferirlo. Hablamos, así, de esa «pantalla total» que es la casa de ejercicio espirituales de la orden jesuita, locus orientado, desde su balance netamente icónico, al diálogo vivo entre la exterioridad exhibida en la propia imagen y su correlato espiritual, frontera íntima, que reside en el interior –tanto físico, la propia casa como sujeto, como de sentido, es decir, la significación profunda a la que se alude–.4. Para profundizar en estas últimas apreciaciones ver Bravo-Villasante, 1981: XIII-XX.

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e intransferible de la cultura hispánica del momento. Para ello, habrá que resaltar –en una clara aproximación epistemológica y axiológica– el sentido de una facultad hu-mana universal como motor o centro de operaciones desde el que se rige o se provoca una determinada y precisa transmutación de la realidad en artefacto retórico, visual, o, como en este caso, ambas cosas a la vez. Me refiero, claro, al ingenium. Es este ingenio la matriz de una episteme hispana –modelo criticado principalmente a partir del sur-gimiento del empirismo y el racionalismo– que procura una forma de alumbramien-to –una verdad– de ese mismo mundo desde el que se provoca la mirada ingeniosa. Mi intención no es otra que la de señalar los valores indiscutibles de un pensamiento hispano que brota en un momento humanista y que se vincula, por tanto, al conoci-miento que emerge de la palabra y de la capacidad que tiene ésta para transfigurarse: dar una imagen –otra visión– de lo real. Esa transfiguración ingeniosa se produce aquí gracias a la voluntaria presencia de la imagen y el aparato retórico, conjunto que apunta hacia una semiótica distante –por su complejidad– y funcional –pues se concibe con fines intelectuales y pedagógicos–.5 Estas empresas –todas las empresas, en realidad, siguiendo a Julián Gállego– son «un arte de ingenio» (1996: 29). Su alto grado de codificación y la necesaria intervención de un receptor ilustrado convierte a estas producciones artístico-cognitivas en auténticas prendas abisales, es decir, atra-yentes y misteriosas a la vez, pero, además, siempre facultadas para alumbrar algún tipo de conocimiento o verdad que rigurosamente –y también de forma lúdica– ha sido ocultado.6 En un caso como el que aquí nos ocupa, queda claro, además, que ese inge-nio se dispone a cultivar la cifra con el fin de abrigar en su seno una lectura moral de la época. Conocido es el hecho de que muchos predicadores usaron este tipo de obras con fines didácticos y moralizantes, dando a esta suerte de artefacto una funcionalidad precisa dentro del ámbito de la sermonística.7 Más allá del espacio funcional de la ora-toria sagrada, la obra de Juan de Borja se adelanta a la de Juan de Horozco en aquella pulsión ético-moralista de corte religioso e íntimamente cristiano. En el caso del segundo, su ingenio le lleva no solo a la escenificación de esos vicios y virtudes que Juan de Borja consagra, sino que se prevé la filiación catequista-didáctica de todo su programa iconológico (Bouzy, 2010: 127-128). En ambos casos, asistimos a un nuevo abordaje del ingenio, una nueva penetración conceptual que se reivindica como uno de los motores del conocimiento humano.

5. De ahí también la necesaria mirada a Juan de Borja, quien, sin ser un autor entrado en la nómina del Barroco, sin embargo, como apunta Bravo-Villasante (1981: XXVI), «es el primero en publicar un libro de empresas cuando la ingeniosidad todavía no era el objetivo principal de la literatura».6. Se trata, como bien podemos afirmar, de un tipo de imagen que apunta hacia lo conceptual, no lo narrativo, algo que las hace más propensas a formar parte del repertorio de los juegos de ingenio. Para distinguir entre este tipo de imágenes conceptuales y narrativas, ver García Mahíques (2011: 65-86.7. En esa dirección resulta esclarecedor el artículo que sobre la obra de Alciato escribe J. J. Azanza López (2010: 71-100).

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Llevándolo al tema que nos ocupa pasaré ahora a comentar una serie de empresas que, confirmo, forman parte del ideario que nutre algunas de las líneas paradigmáticas esenciales del pensamiento hispá-nico del Barroco. Tal es el caso de «Res est magna tacere» [fig. 1] o «gran cosa es callar». Sentencia que habre-mos de relacionar con la virtud de la prudencia, la discreción e inclu-so la práctica del disimulo. Se apela aquí a un sujeto social que surfea en la corriente cívica con voluntad de presencia, pero presencia discreta. En ese gran teatro conformado en el ámbito social, se sabe que el silen-cio o la elisión voluntaria del sujeto le lleva a la marginación cívica. Pero, de igual manera, la excesiva manifestación de esa misma voluntad de ser condena al hombre, pues desprotegido del armazón que le propicia la prudencia y la discreción, emerge entonces sin matices, pleno, ofreciendo una manifestación del ego que no puede sobrevivir en un espacio en el que se exige una constante interactuación a través del uso –también– de máscaras retóricas que garantizan la pervivencia en la comunidad. Se trata, en todo caso, de una asociación cívica de subjetividades teatrales, no plenas, por tanto, sino circundadas por ese distanciamiento efectivo que la másca-ra propicia y que, a la postre, ofrece la única y posible garantía de pervivencia en el escenario social (Rodríguez de la Flor, 2005: 129-139). Silenciarse a sí mismo, pau-tadamente, bajo la observancia del cálculo discreto, sabiendo así proyectar un modelo de hombre que, precisamente por ser mera representación, emerge como paradigma encomiable. Juan de Borja nos adelanta aquí la fórmula previa que servirá más tarde para que el mayor talento del Barroco hispano, Baltasar Gracián, canalice esta idea en el interior de un sistema retórico decidido a intuir y plasmar un modelo de hombre y una forma de pensamiento discreto. Se abre el camino a un tiempo de representa-ciones –fachadas convenientes para mostrar– y de interiorizaciones –lugares de reco-gimiento del alma de un hombre que para serlo de forma total aceptará esa necesaria reclusión de su propia presencia–.

El servicio a Dios conlleva también una suerte de sacrificios personales que Juan de Borja nos recuerda al introducir otra empresa destacable: «Ferendo Vincam» [fig. 2] o «sufriendo venceré» en el que se percibe la instancia un momento estoico de lo hispano. Una renuncia a los placeres mundanos y una valoración positiva del tor-mento. Camino emprendido, además, por autores que son conscientes del valor de

Fig. 1. Juan de Borja, Empresas morales, «Res est magna taceret».

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Historieta arcana

esa entrega –que es física pero tam-bién espiritual– produciendo en su emergencia poética o incluso en su experiencia vital sujetos de re-ferencia como San Juan de Cruz, por ejemplo, en los que el camino de ascenso a Dios se traza –sin as-cetismo violento– a partir de una iluminación mística que no elude el sacrificio personal:

De verdad es mucho angosta, más que pensáis. Y también es de notar, que primero dice que es angosta la puerta, para dar a entender que para entrar el alma por esta puerta de Cristo, que es el principio del camino, primero se ha an-gostar y desnudar la voluntad en todas las cosas sensuales y temporales, amando a Dios sobre todas ellas […] (San Juan de la Cruz, 1944: 78).

Estrechez de un camino que apunta a dificultades preestablecidas como pruebas, también, de la fortaleza del alma cristiana. De ahí también el alborozo poético frente al tormento:

¡O cautiverio suave!¡O regalada llaga!¡O mano blanda! ¡O toque delicado,Que a vida eterna saveY toda deuda paga!,Matando muerte en vida la as trocado (San Juan de la Cruz, 2000: 263).

Se indica, con ello, el camino hacia una virtud que queda vinculada, así, con el espectro divino. El lema, en todo caso, es aplicable –se entiende– a todo esfuerzo rea-lizado por alcanzar algún tipo de bien. Habrá que suponer que hablamos de bienes a los que se les atribuye alguna virtud, y ésta, precisamente por serlo, habrá de verse instalada en los códigos morales autorizados por la cultura del momento.

Quevedo, años más tarde, recoge el testigo de esa tradición al situar el valor del sa-crificio personal en el terreno de una verdadera categoría del ser hispano del período. Estamos ante la emergencia del alma estoica que en tantos afligidos cuerpos se disuel-ve en el Barroco español. El desengañado Quevedo exhibe sin ambages ese sacrificio personal. Su obra se nutre de esa pulsión resistente, de ese sacrificio necesario para alcanzar el bien mayor de una posible victoria: triunfo, en todo caso, que se vislumbra

Fig. 2. Juan de Borja, Empresas morales, «Ferendo Vincam».

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fuera de los límites de la materia mutable y perecedera; fuera, también, del tiempo vital de los hombres y de sus medidas predecibles –de ahí la desmembración de toda dimensión temporal en Quevedo, su casi obligada desintegración en pos de alcanzar una plenitud no dimensionable o cuantificable–. Se pronostica con ello el adveni-miento de un tiempo sin tiempos, de una eternidad plena, gloria última imbricada en la cartografía sin fronteras de la esfera divina que muchas almas hispanas sueñan y ansían encontrar. He ahí también un triunfo verdadero después de ese paso necesario por una vida que se anuncia, desde la cuna, como patíbulo en el que el hombre pon-drá a prueba su fe. Se hace necesario, en definitiva, marcar ese compás monocorde que encierra al mortal en esa doble dimensión que lo constriñe y limita, que lo obliga a esa brega constante. La advertencia sobre esa vida y su correspondiente muerte cobra más sentido que nunca. Cierra Quevedo así uno de sus sonetos metafísicos:

A las promesas miro como a espías;morir al paso de la edad espero:pues me trujeron, llévenme los días (1996: 6).

Estamos, aquí, ante una virtud señera. El ser perseverante alcanzará la victoria; se reivindica y refuerzan los valores de la constancia, como deja claro Juan de Arguijo en un soneto memorable del que destaco aquí los dos últimos tercetos:

No desfallece ni se ve oprimidodel varón fuerte el corazón constante,que su mal como ageno considera.

I en la mayor adversidad sufrido,la airada suerte con igual semblantemira seguro i alentado espera (2009: 114).

Por otro lado, nos parece altamente productiva, desde la perspectiva que aquí ofrecemos, la presencia de otra empresa netamente vinculada a la actividad ingeniosa: «Frangat» [Fig. 3] o «pártala». Nos sugiere la idea del misterio encerrado, oculto, o mejor dicho, de una verdad eludida y por ello mismo, de una verdad cubierta de un cierto halo de misterio. La mejor fruta está en el interior. La penetración intelectual en ese espacio vedado nos llevará después a gozar del fruto –decodificar para alcanzar la verdad y así de paso cumplir con el precepto horaciano de delectare et prodesse–. Ese parece el motivo que mueve a un Carrillo y Sotomayor, por ejemplo, a escribir su famoso Libro de la erudición poética (1611), obra cumbre, junto con Las soledades (1613) de Góngora del culto a la dificultad poética. Se valora, aquí, no solo la potencia del ingenio como creador del artefacto, sino que, además, surge la figura del decodifica-dor que permitirá establecer el hilo de conocimiento cerrado que se bloquea, con la imagen y el órgano retórico, entre el referente y su representación. En ese desvelo, como ya se ha sugerido, se encuentra una forma de conocimiento validada por la tradición de la época y que, por ello mismo, tiene débitos evidentes con la tradición

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hermética de la que proviene. Se potencia en esta empresa el valor de lo enigmático, pero también de la necesaria atención a una realidad que parece operar en el interior de un sistema que solo ofrece la cora-za de esa realidad eludida. El mun-do –su verdad– queda inserto en el código al que solo el ingenio podrá acceder. Esta facultad intelectiva se sobrepone a cualquier otra fuerza que opera en el nivel de mecanismo o actividad cognitiva. De ahí que Juan de Borja nos lo recuerde con otra de sus empresas: «Ingenium vires superat» [fig. 4] o «el ingenio supe-ra a la fuerza». Comenta el propio Gracián años más tarde:

Más triunfos le consiguió a Hércules su discreción que su valor. Más plausible le hicieron las brillantes cadenillas de su boca que la formidable clava de su mano: con ésta remedia monstruos, con aquéllas aprisionaba entendidos, condenándolos a la dulce suspensión de su elocuencia; y al fin, más se le rindieron al talento discreto que valiente (1992: 71).

Talento discreto, señala el je-suita aragonés, para introducirse o penetrar en el espacio que se desea conquistar. Esa discreción que se menciona se hace efectiva en esas «cadenillas de su boca» con las que el héroe mítico aprisiona entendi-dos. Estamos ante la valoración po-sitiva del ardid retórico que surge de la práctica ingeniosa. La elocuencia se advierte aquí como una forma de acción de ese ingenio facultativo que sigue a la voluntad del hombre. Desde su práctica no solo se ad-quiere conocimiento de la realidad, sino que ese mismo conocimiento debe ser entendido como triun-fo o victoria frente a la ignorancia.

Fig. 3. Juan de Borja, Empresas morales, «Francat».

Fig. 4. Juan de Borja, Empresas morales, «Ingenium virus superat».

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Conocer ingeniosamente supera a otros esfuerzos establecidos para lograr determinados fines, ya sean estos sociales o políticos. Estamos ante una actividad trascendente que dota al hombre de conocimiento efectivo sobre sí mismo; se trata de una suerte de metafísica –de calado ingenioso– que anuncia la validez de un sistema de pensamiento, una también filosofía que prestigia el va-lor mostrativo del logos y que se des-liga del episodio racionalista que en breve inauguraría Descartes. De ahí que también debamos aludir a una última empresa: «Hominem te esse co-gita» [fig. 5] o «Piensa que eres hom-bre». Como el mismo Juan de Borja nos adelanta, estamos ante aquel re-cordatorio hecho a Felipe Rey de Macedonia tras su victoria sobre los atenienses en la batalla de Cheronea. El rey es obligado, frente a la posible arrogancia, a recordar el límite biológico en el que el hombre se halla inserto. Pero al margen de esa necesaria relación, estamos –a juicio mío– ante una cartografía precisa que nos permite navegar en el interior del espacio de una suerte de ontología hispánica, una metafísica, así, que organiza la existencia en torno a la temporalidad vital, limitando las líneas divisorias de ésta con respecto a la muerte. Como intuyera Rodríguez de la Flor (2002: 48-50), se sugiere una casi podemos decir pre-condición de lo hispano frente al surgimiento posterior de la duda cartesiana y su conocido lema de cogito ergo sum. Se vislumbra un pensamiento de raíz jesuita –vinculado a los propios Ejercicios Espirituales– que se presenta como modelo asimétrico de la fórmula cartesiana que emergiera más tarde (Ortiz, 2013: 412). El cariz racional con el que se infunda el nuevo pensamiento tiene como correlato el enroque ideológico al que el providencialismo ha llevado a la ma-nera de conocer el mundo para la cultura hispana del momento. Se habilitan y exaltan los valores culturales propios haciendo que éstos, en su condición de representativos de una modalidad de pensamiento, nos sirvan aún hoy día para perseguir las huellas de un imaginario colectivo nutrido de un alto grado de aparatosidad retórica y visual. Sin duda alguna, una de las características del modo de ser de toda esa cultura.

El acercamiento que hemos hecho a esa modalidad de pensamiento hispánico que posteriormente se acentúa durante el Barroco ha pretendido mostrar someramente cómo desde otras manifestaciones retórico-simbólicas se extiende también el vigor de una modalidad del ser social y cultural de la época. Los futuros análisis que se pre-tenden realizar (de otras obras y de autores) deberán mostrar la coherencia sistemática

Fig. 5. Juan de Borja, Empresas morales, «Hominem te ese cogita».

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Historieta arcana

de todo ese pensamiento y sus valores fundamentales. Como ya se ha sugerido, en el eje de tales operaciones de análisis se situará al ingenium como la facultad preeminente y gestora de las producciones que, al margen de ser representaciones topificadas en el imaginario colectivo, son, además, órganos funcionales de carácter epistémico y axiológico que validan una forma de conocer y todo el sistema de pensamiento (Cruz Suárez, 2014) sobre el que esos productos del ingenio se sustentan e imprimen los más destacados rasgos de toda una cultura.

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