conÉctate 172: sencillez

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LA SENCILLEZ ¿Dónde está tu tesoro? Nueve remedios para males económicos Soluciones a tu alcance La alegría no va incluida No hay tienda que la venda CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

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LA SENCILLEZ ¿Dónde está tu tesoro? Nueve remedios para males económicos Soluciones a tu alcance La alegría no va incluida No hay tienda que la venda

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Page 1: CONÉCTATE 172:  Sencillez

LA SENCILLEZ¿Dónde está tu tesoro?

Nueve remedios para males económicosSoluciones a tu alcance

La alegría no va incluidaNo hay tienda que la venda

C A MB I A TU MUNDO C A MB I A NDO TU V I DA

Page 2: CONÉCTATE 172:  Sencillez

1. V. Proverbios 10:22 y Filipenses 4:19

2. V. Mateo 19:24

3. 1 Timoteo 6:8,7 (NTV)

4. P. ej., Eugenio Proto, Aldo Rustichini,http://www.lagranepoca.com/30195-hombre-

promedio-es-mas-feliz-hasta-ganar-36-mil-dolares-luego-decae-dicen-economistas

5. V. Filipenses 4:12

6. Lucas 12:21 (NTV)

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D Gabriel García V.D Gentian SuçiP Samuel Keating

© Activated, 2015

Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd.

A menos que se indique otra cosa, los versículos citados

provienen de la versión RV, revisión de 1960, © 1960

Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado

1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.

Año 16, número 2

A N U E S T RO S A M IG O S

¿ C o n c uá n t o b a s ta ?

Dios es consciente de que tenemos necesidades materia-les. Su Palabra ofrece incontables promesas de provisión, incluso de abundante suministro de bienes1. No obstante, Jesús también nos advirtió que un vano afán de riquezas puede ser una piedra de tropiezo en nuestro caminar por la senda del cristianismo2. La naturaleza humana muchas veces también nos empaña la vista y

nos impide evaluar correctamente nuestras necesidades reales. Benjamin Franklin observó: «Cuanto más [dinero] tiene un hombre, más quiere. En vez de llenar un vacío, lo produce».

¿Con cuánto basta, entonces?El apóstol Pablo abordó ese complejo tema en su carta a Timoteo. Su conclusión

sorprende por su minimalismo: «Si tenemos suiciente alimento y ropa, estemos contentos. Después de todo, no trajimos nada cuando vinimos a este mundo ni tampoco podremos llevarnos nada cuando lo dejemos»3. No es que el apóstol censure que uno tenga más que lo mínimo; lo que quiere dejar claro es que el verdadero contentamiento no está ligado a la prosperidad material.

Diversos estudios han arrojado que, más allá de cierto nivel, el incremento de la riqueza se traduce cada vez menos en felicidad y calidad de vida4. Tiene lógica: todos necesitamos dinero para nuestro propio sustento o para mantener una familia; pero una vez satisfechas nuestras necesidades y aspiraciones básicas, el afán de obtener riqueza por lo general choca con la búsqueda de la felicidad.

En conclusión, diríase que mucho depende de nuestra actitud y de lo que Dios esté obrando en nosotros en determinado momento de nuestra vida. Por sobre todo, tanto si en este momento gozamos de abundancia como si andamos escasos5, nos conviene recordar que el verdadero éxito en la vida está en el conocimiento del Padre celestial y en la cercanía con Él. «El que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios, es un necio»6.

Gabriel García V.Director

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En años recientes me he dedicado a cuidar de personas a las que quiero mucho. He atendido a amigos que padecían enfermedades graves e hice de enfermera para mi madre hasta que falleció de cáncer en 2009.

En el tiempo que estuve cuidando a mi madre recibí una pensión por atenderla. El estipendio me servía para pagar las cuentas y me dejaba algo para gastos personales, aunque en ningún momento gocé de holgura económica. Vivir con ingresos ijos limitados tiene sus inconvenientes, aunque nunca me ha molestado demasiado. Mis gustos son sencillos: disfruto nadando, caminando y paseando en bicicleta. De vez en cuando voy a ver una película o salgo a comer, y me encanta visitar a mis amigos y charlar mientras disfrutamos de una copa de vino o de un asado con una cerveza, o

contemplar una puesta de sol sobre el mar.

Vivo en un lugar estupendo, a veinte minutos de la ciudad y a solo tres cuadras de la playa, donde tengo acceso a ciclovías y senderos para caminar que se extienden por varios kilómetros. La estación ferroviaria se encuentra a cinco minutos andando, lo mismo que la calle principal con sus tiendas, supermercados, biblioteca, centro comunitario, merenderos, el muelle y acogedoras coniterías donde sirven excelente café o té chai y tarta de queso. Es el lugar ideal para este tramo de mi vida, y siento que Dios me ha bendecido trayéndome aquí.

En la tarea de cuidar de mis seres queridos me he enfrentado a muchos retos, y ha habido momentos en que emocionalmente me he sentido exigida al máximo. En otros me hubiera venido bien contar con

MI experiencia

como cuidadora

algunos recursos más. Sin embargo, en los años en que he estado en esta situación francamente nunca me ha faltado nada. Vivir de unos ingresos ijos me hizo analizar lo que de verdad necesito. Al in y al cabo, ¿cuántos pares de zapatos puede uno ponerse? Y aunque la casa donde vivo no es mía, pago un alquiler módico y no tengo deudas.

En mi experiencia como cuida-dora descubrí que la paz interior es mucho más valiosa que una vida con la billetera llena y sin sobresaltos. El dinero simplemente no se compara con la satisfacción de haber estado donde debía estar, haciendo lo que debía hacer; sé que hice todo lo que pude por los demás, y no tengo remordimientos.

Louisa Rose Watson es docen-

te de enseñanza pr eescolar.

Vive en Austr alia. ■

Louisa Rose Watson

3

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Nuestros auténticos teso-ros no son el dinero ni los bienes materiales; son el reino de Dios, Su amor, Su relación con nosotros, nues-tra salvación, la divina providencia, la atención que nos prodiga Dios y las recompensas que nos aguardan. El tener eso claro nos permite abordar con el enfoque correcto la cuestión de nuestros recursos económicos y el in que les damos.

En el Salmo 24, David exclama: «Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan»1. Dios mismo se considera dueño de toda la creación: «Mía es

toda la tierra»2, «Todo lo que hay debajo del cielo es Mío»3, «“Mía es la plata, y Mío es el oro”, dice el Señor»4. De ello se iniere que todo lo que poseemos en realidad es de nuestro Creador, incluidos no solo nuestros bienes, sino también nuestra persona misma. Somos simples admi-nistradores o curadores de lo que Dios ha puesto a nuestro cuidado.

Si bien es cierto que todo le per-tenece a Dios, Él quiere que seamos felices y gocemos de lo que Él nos ha dado. Así lo expresa 1 Timoteo 6:17: «Dios […] nos provee de todo en abundancia para que lo disfru-temos»5. Como custodios de los recursos divinos —especíicamente de nuestras posesiones y, en general, de los recursos de la Tierra— pode-mos aprovecharlos en beneicio propio y de nuestros seres queridos, para vivir y disfrutar de lo que Dios

nos ha encargado. El tener una actitud adecuada frente a nuestros bienes, dinero y fortuna es de vital importancia para nuestra relación con Dios.

Conviene, pues, tener bien claros los principios de propiedad —que Dios es dueño de todo— y de buena administración —que debemos utilizar lo que Él nos ha coniado de una forma que esté en armonía con Su voluntad y Su Palabra— y la necesidad de cultivar una sana visión de nuestros recursos y bienes materiales. Así se nos hace más fácil ajustar nuestra actitud y comporta-miento frente a lo que controlamos, ya sea tangible o intangible.

¿Sabes cuál es una llave para tener la actitud correcta? La senci-llez, entendida como un medio de liberarse de ataduras innecesarias a las cosas de esta vida, como una

LA SENCILLEZ

1. Salmo 24:1 (BAD)

2. Éxodo 19:5

3. Job 41:11

4. Hageo 2:8

5. (NVI)

6. V. Colosenses 3:2

Adaptación de un artículo de

Peter Amsterdam

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Para vivir con sencillez• Adquiere cosas en función de su utilidad y no de su valor

como símbolo de estatus. Al momento de hacer compras, no pienses en lo que puede impresionar a los demás; piensa en lo que necesitas.

• Simpliica tu vida cultivando el hábito de deshacerte de cosas que ya no usas ni necesitas. Procura regalarlas y líbrate así de tener que guardarlas.

• Cuídate de dejarte seducir por la propaganda publicitaria y las tendencias sociales. El objetivo del marketing es convencerte de que jubiles un artí-culo o aparato que satisface bien tus necesidades para adquirir el último modelo, más rápido y más potente. Aprovecha lo que tienes hasta que sea claramente necesario sustituirlo.

• Abstente de hacer compras impulsivas. No adquieras algo que no necesitas.• Aprende a disfrutar de cosas que no son de tu propiedad. Ve a una

biblioteca, utiliza el transporte público, disfruta de una playa o un parque abierto al público.

A daptación de una lista publicada por R ichar d Foster en

Celebr ación de l a disciplina (Peniel, 2009). ■

El dinero no puede comprarme amorKeith Phillips

Con el éxito alcanzado en los años 60 por la canción Can’t Buy Me

Love (El dinero no puede comprarme amor), los Beatles capitalizaron una verdad sencilla y antigua. La letra muy bien podría haber dicho: «El dinero no puede comprarme la verdad, ni la felicidad, ni la paz interior». Esos valores tampoco estaban a la venta entonces, ni lo estarán nunca. Pese a ser una verdad muy simple, no es fácil vivirla.

Cuesta mucho vivir con sencillez si se considera que, donde sea que miremos, hay algún producto o personaje nuevo que exige nuestra atención o reclama parte de nuestro sueldo, prometiéndonos huecamente que se trata de la panacea, la clave de la felicidad. Tampoco se puede culpar a los vendedores. En nuestro mundo movido por el vil metal todos tienen que vender algo para sobrevivir, ya sea una canción, un producto, un servicio o —Dios no lo quiera— su propia alma.

En medio de todo ese barullo una pequeña voz interior nos sopla una y otra vez que la vida no puede consistir en eso y nada más. Lo que el mundo nos ofrece puede proporcionarnos comodidades y placeres momentáneos, pero es del todo incapaz de satisfacernos interiormente. Solo Dios puede hacer eso mediante Su amor, y además quiere hacerlo. Solo nos pide que acudamos a Él.

Keith Phillips fue jefe de redacción de la revista Activated, la ver-

sión en inglés de Conéctate, durante 14 años, entre 1999 y 2013. Hoy

él y su esposa Caryn ayudan a personas sin hogar en los EE. UU. ■

ayuda para poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la Tierra6.

Jesús nos enseñó que donde está nuestro tesoro está nuestro corazón; por ende, conviene que nos autoexa-minemos para determinar cuál es nuestro verdadero tesoro. Debemos tener una actitud sana frente a nuestros bienes materiales y recono-cer el daño que puede causarnos una visión trastornada. La sencillez nos lleva a no concentrarnos tanto en nosotros mismos y nuestras posesio-nes, y a ijar más bien la atención en nuestro verdadero tesoro, nuestro amoroso Dios que nos ha dado lo más valioso que podríamos tener: Su amor y salvación.

Peter A mster da m y su esposa,

M ar ía Fontaine, dir igen el

movimiento cr istiano La

Fa milia Inter nacional. ■

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Conocí a Iván en 1995 mientras acopiaba ayuda humanitaria en Italia para los campamentos de refugia-dos de Croacia y Bosnia. Recuerdo su sonrisa y cálido apretón de manos.

Pasaron varios años hasta que lo volvimos a ver. Nos llamó para ofrecernos unas cajas de ropa que había reunido. Fuimos a su casa a recogerlas y allí conocimos a su mujer, Francesca, y sus dos hijos. Desde entonces nos hemos mantenido en contacto y todos hemos aprendido mucho de nuestra relación y amistad.

Iván y Francesca expresaban con frecuencia el desencanto que les ocasionaba tratar de amoldarse a una sociedad que estaba perdiendo sus valores. Deseaban adoptar otra forma de vida, pero no sabían cómo. Pero en una de mis últimas visitas enseguida se hizo patente que algo había cambiado. Para empezar, en el comedor había más mesas, que rápidamente se llenaron con una riada de niños del barrio llenos de energía. Iván estaba ocupado sirviendo y me presentó a Claudio y Manuela, otra pareja que vive en el mismo pueblo y tiene ideales similares.

Más tarde conocí a otras familias que también forman parte de una red denominada Gruppi di Acquisto Solidale (Grupos de compras solidarias). El objetivo es cooperar, a

«Si queremos que se oiga un mensaje

de amor, es preciso que nosotros

lo enviemos. Si queremos que una

lámpara continúe ardiendo, es preciso

que la alimentemos de aceite».

in de adquirir alimentos y otros artículos de uso corriente directamente de los productores o minoristas a precios rebajados, haciendo hincapié al mismo tiempo en el consumo de productos locales, reciclables o ecológicos, y su comercialización a tarifas justas. Iván y Francesca —que ya tienen tres hijos— están entre los fundadores del grupo de su localidad. Huelga decir que siempre se las han arreglado para encontrar formas de expresar cariño y prestar atención tanto a vecinos como a extraños.

Hace unos meses organizaron un almuerzo para un grupo de familias de escasos recursos que llevamos a su hogar. No escatimaron esfuerzos para que los dieciséis nos sintiéramos bien recibidos, y nos sirvieron los más deliciosos platos caseros. Después de la comida, entre-garon a cada uno una botella de aceite de oliva (ver foto)extraído por ellos mismos de las aceitunas recolectadas en su jardín.

Con el paso del tiempo ha quedado claro que lo que fue una vez un experimento ha derivado en un estilo de vida alternativo de probada eicacia.

A nna Per lini es cofundador a de Per un

Mondo Miglior e1, organización humanitar ia

que desde 1995 lleva a cabo labor es en la ex

Yugoslavia. ■

Una ALTERNATIVA viabLeAnna Perlini

1. http://www.perunmondomigliore.org/

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Page 7: CONÉCTATE 172:  Sencillez

RESERVAS

INAGOTABLESRoald Watterson

Recuerdo que en mi niñez el dinero escaseaba. Nunca pasé verdadera necesidad, pero tampoco tenía tanto como para poder regalar una suma sin notarlo.

En cierta ocasión, un indigente se me acercó a pedirme limosna. En aquel entonces yo tenía 17 años. Desde muy joven mis padres me habían enseñado que la generosidad nos es recompensada. De modo que mentalmente hice el cálculo de cuánto dinero necesitaría para volver a casa en tren y le di lo que me sobraba, equivalente a unos 7 dólares. Me duele admitirlo, pero me costó mucho regalarle el poco dinero de bolsillo que tenía. Si bien no podría decir que obtuve tantos dólares por haber dado aquellos 7, sé que a lo largo de los años he recibido mucho a cambio, suiciente como para creer irmemente en la ley de la retribución.

Jesús la expresó de la siguiente manera: «Den, y reci-birán. Lo que den a otros les será devuelto por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbor-dante y derramado sobre el regazo. La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio»1.

Cabe notar que no dice que la cantidad que se reciba a cambio vaya a ser la misma que se entregó. Dice que esta determinará la cantidad que se reciba. La verdad es que

con frecuencia lo que recibimos es más que lo que hemos dado, como en el caso del niño que entregó a Jesús su almuerzo2. Había una necesidad —5.000 personas con hambre— y había un jovencito con una ofrenda de cinco panes y dos peces. Lo que él aportó no era gran cosa; ¡pero hay que ver lo que hizo Jesús con ello!

A mi sobrino de dos añitos le encanta regalarme su comida. Coma lo que coma, le guste o no le guste, siem-pre insiste en que yo lo pruebe, hasta las papas fritas, que le fascinan, o su helado favorito. Su aparente conianza en que siempre podrá tener más se lo hace fácil. Los adultos, en cambio, sabemos que las cosas se acaban; por eso se nos hace más difícil practicar la generosidad.

Precisamente en esos momentos en que pensamos que no nos queda ni una migaja de bondad, de compasión, de tiempo o de lo que sea, conviene que recordemos que Dios tiene abundantes reservas y que a Él no le preocupa que se vayan a acabar.

Roald Watterson es autor a de contenido de

My Wonder Studio3, un sitio web cr istiano

or ientado a la for mación de la niñez. ■

1. Lucas 6:38 (NTV)

2. V. Juan 6:5–15

3. http://www.mywonderstudio.com/

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Si siendo aún mortales nos diéramos cuenta de que día a día construimos para la eternidad, ¡qué diferente sería nuestra vida en muchos aspectos! Cada palabra amable, cada pensamiento gene-roso, cada obra desinteresada se convertirá en un pilar de belleza eterna en la vida venidera. No podemos ser egoístas y ásperos en una vida, y generosos y amorosos en la otra. Las dos vidas están estrechamente entrelazadas: una es la continuación de la otra. Rebecca Springer (1832–1904)1

San Francisco de Asís airmó: «Todo lo que obtienes te separa de los demás; todo lo que das te une a ellos». El alma del desinterés es la generosidad. No solo une al equipo; también contribuye a que avance. John Maxwell (n. 1947)

Los seres humanos que no dejan un legado de grandes realizaciones, sino tan solo una sucesión de pequeños gestos de bondad, no han malgastado su vida. Charlotte Gray

Reflexiones

VIVIR, AMAR, DAR

La mayoría probablemente espe-ramos ser objeto de atenciones especiales en el día de nuestro cumpleaños y en otras ocasiones destacadas. Pero ¿no te sientes muy, muy querido cuando alguien, insospechadamente, tiene contigo un lindo gesto por puro amor?

¿Por qué no hacer lo mismo por los demás? Si nos detuviéramos un momento a relexionar, nos sorpren-dería cuántos detalles podríamos tener con nuestros semejantes que no nos costarían prácticamente nada y nos tomarían muy poco tiempo. ¿Quieres transformar tus relacio-nes con tus familiares, amigos y compañeros de trabajo? Especialízate en favores de cinco minutos. Shannon Shaylor2

No pienses que el amor, para ser genuino, tiene que ser extraordi-nario. Lo que necesitamos es amar sin cansarnos. Sé iel en las cosas pequeñas, porque en ellas reside tu fuerza. Madre Teresa (1910–1997)

Gratuitamente han recibido, gratui-tamente deben dar. Mateo 10:8 (BNP)

1. En las Puertas del Cielo, 1922

2. Las muchas caras del

amor (Aurora Production, 2010)

3. No te ahogues en un vaso de

agua por el trabajo (Alamah,

2003)

El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado. Proverbios 11:25 (NVI)

Recuerda que no hay acto de bondad intrascendente. Todo acto tiene un efecto. Scott Adams (n. 1957)

Debes dedicar algo de tiempo a tu prójimo. Aunque sea algo pequeño, haz algo por los demás; algo por lo que no recibas nada en pago salvo el privilegio de hacerlo. Albert Schweitzer (1875–1965)

Yo soy solo uno, pero eso no quita que sea alguien. No puedo hacerlo todo, pero puedo hacer algo; y porque no puedo hacerlo todo, no me negaré a hacer algo que puedo hacer. Edward Everett Hale (1822–1909)

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Una de las compensaciones más gratiicantes de la vida es que no es posible tratar de ayudar sincera-mente a alguien sin ayudarse uno a sí mismo. Ralph Waldo Emerson (1803–1882)

En un día cualquiera tienes muchí-simas oportunidades de practicar la paciencia, de realizar actos de bon-dad y de perdonar. Tienes tiempo para albergar pensamientos amoro-sos, sonreír, dar abrazos y cultivar la gratitud. Puedes proponerte prestar más atención cuando te hablan. Puedes tratar de ser compasivo, en particular con las personas difíciles o ásperas. Puedes practicar tu espiri-tualidad en casi todo lo que hagas. Richard Carlson (1961–2006)3 

Cuando relexiones sobre tu vida verás que los momentos realmente vividos fueron aquellos en que actuaste en un espíritu de amor. Henry Drummond (1851–1897)

¿Te han tratado con amor?Pásalo.No te guardes el favor.Pásalo.Que se propague mes tras mes,que alivie llanto y estrésy hasta el Cielo llegue después.Pásalo.Henry Burton (1578–1648)

Si nos proponemos vivir con compa-sión y amor incondicional, el mundo se convertirá en un jardín en el que se den todo tipo de lores. Elisabeth Kübler-Ross (1926–2004)

La calidad moral es la mejor lápida. Las personas que te han amado y a las que has ayudado te seguirán recordando cuando los nomeolvides se marchiten. Graba tu nombre en los corazones, no en el mármol. Charles Spurgeon (1834–1892)

No pretendo darte esa suma; solo te la presto. Cuando […] conozcas a una persona honrada que se encuen-tre en un aprieto parecido, debes pagarme prestándole esta misma cantidad y encargándole que salde su deuda mediante una operación simi-lar, cuando pueda y se le presente la oportunidad. Mi esperanza es que así pase por muchas manos. […] Es mi truco para hacer mucho bien con poco dinero. Benjamin Franklin (1706–1790),

Carta a Benjamin Webb

No hay acto de bondad que no tenga un efecto posterior. Un gesto amable conduce a otro. El buen ejemplo se imita. Un solo acto de bondad echa raíces en muchas direcciones, y esas raíces brotan y dan lugar a nuevos árboles. El efecto más poderoso de la bondad es que vuelve buenos a los demás. Amelia Earhart (1897–1937

[desaparecida]) ■

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Uno de mis relatos bíblicos preferidos ha sido para mí un faro desde que empecé a trabajar de volunta-ria en el extranjero allá por 1978. Desde entonces me ha servido de promesa en la que apoyarme y de recordatorio del que no puedo hacer caso omiso.

El relato reiere que Dios envió una sequía para castigar la maldad de Israel. Cuando el arroyo junto al que acam-paba el profeta Elías se secó y el hombre se quedó sin provisiones, Dios le dijo que se dirigiera a un pueblo llamado Sarepta, donde encontraría a una viuda de buen corazón y fe en Dios que proveería para sus necesidades mientras él continuaba con su labor.

Al acercarse a la entrada de aquel pueblo, Elías encontró a una mujer recolectando ramas y sintió que era la persona de la que Dios le había hablado. Cansado y hambriento le pidió un poco de agua y un trozo de pan.

Ella lo miró atónita y le explicó que no tenía pan, y que apenas le quedaba suiciente harina y aceite para hacer un último pan para ella y su hijo. Calculaba que esa sería su última comida antes de morir de inanición.

Elías entonces le pidió un favor imposible: «Haz primero un pan para mí, y luego uno para ti y para tu hijo». Le aseguró que Dios bendeciría aquel acto de generosidad y desinterés: «Siempre habrá harina y aceite de oliva en tus recipientes, ¡hasta que el Señor mande lluvia y vuelvan a crecer los cultivos!»1 La viuda accedió al pedido de Elías, y así fue. La Biblia dice que desde aquel momento nunca se quedó sin harina ni sin aceite, y tuvo sui-ciente comida para ella y para su hijo durante la hambruna. Dios cumplió Su promesa2.

LA TINAJA DE ACEITE Y EL TANQUE DE COMBUSTIBLE

1. 1 Reyes 17:14 (NTV)

2. V. 1 Reyes 17:7–16

Iris Richard

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Page 11: CONÉCTATE 172:  Sencillez

Todos podemos ser importantes […],

porque todos tenemos la capacidad de

servir. No es necesario un título univer-

sitario para prestar servicio al prójimo.

No es preciso tener un excelente domi-

nio de la gramática. Basta con tener el

corazón lleno de la gracia de Dios, y

el alma motivada por el amor. Martin

Luther King, Jr. (1929–1968)

INTERÉS DIARIOAnónimo

—Llévale esto a la pobre viuda que vive en las afueras del pueblo —dijo el viejo zapatero alemán a su aprendiz mientras le entregaba una cesta con hortalizas frescas.

El zapatero trabajaba arduamente en su oicio y culti-vaba su huerto para reducir gastos. Sin embargo, parecía que siempre regalaba lo poco que tenía.

—¿Cómo puedes darte el lujo de regalar tanto? —le preguntaron.

—En realidad no regalo nada —respondió—. Se lo presto al Señor, y Él me lo devuelve con creces. Me aver-güenza que la gente piense que soy generoso cuando recibo tanto a cambio. Hace mucho tiempo, siendo yo muy pobre, conocí a alguien más pobre que yo. Quería darle algo, pero no veía cómo podía permitírmelo. Pese a ello, lo hice, y el buen Señor me ayudó. Siempre he tenido trabajo, y mi huerto produce bastante. Desde entonces, nunca titubeo cuando sé de alguien que está pasando necesidad. Aunque regalara todo lo que tengo, el Señor no me dejaría morir de hambre. Es como tener dinero en el banco, solo que en este caso el banco —el Banco del Cielo— nunca quiebra, y cobro intereses todos los días. ■

Al relexionar sobre los muchos años en que me he desempeñado como volun-taria con un presupuesto muy reducido, me doy cuenta de que podría contar algo muy similar. Da la impresión de que recibimos pedidos de ayuda casi todos los días. A veces se trata de una madre soltera desempleada, o de un grupo de ancianos pobres con el que nos topamos en el curso de un viaje misionero a una zona rural, o de un desconocido al que robaron y que quedó abandonado a su suerte, o de huérfanos hambrientos que sobreviven a duras penas en una institución de escasos recursos, o de un vecino que se quedó sin algún artículo de primera necesidad. La lista es interminable.

En Kenia, la decisión de dar o retener se presenta muchas veces al día, aun cuando nosotros mismos estamos raspando el fondo de la olla. Con siete hijos que criar, muchas veces consideraba perfectamente justiicado no dar nada. Pero entonces sentía a Dios jalándome el corazón y terminaba haciendo algo por satisfacer la necesidad.

Hasta el día de hoy, después de más de 35 años de prodigalidad, todavía tenemos suiciente. Nuestra alacena es como la vasija de harina de aquella viuda: nunca ha quedado vacía; y al igual que su tinaja de aceite, el tanque de nuestro jeep nunca se ha quedado sin combustible. De forma cíclica, nuestra generosidad es premiada y nuestras reservas se llenan hasta rebosar. Entonces seguimos dando y nuevamente somos reabastecidos por la bondad de Dios.

Ir is R ichar d es consejer a. Vive en

K enia, donde ha participado acti-

va mente en labor es comunitar ias

y de voluntar iado desde 1995. ■

11

Page 12: CONÉCTATE 172:  Sencillez

NUEVE REMEDIOS PARA MALES ECONÓMICOSAlejandro Pérez Confiar

en Dios. Él desea proporcionarnos todo

lo que necesitamos. «Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en

gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19).

¿Te sientes ahogado eco-nómicamente? ¿Pasas apuros para pagar las cuentas? Aquí tienes nueve remedios que pueden darte el empujoncito que necesitas para salir a lote:

Conducirse recta-

mente, tanto en el terreno personal como en el laboral y pro-

fesional. Las bendiciones de Dios son condicionales. «Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y Él les dará todo lo que necesi-ten» (Mateo 6:33, ntv). «Vendrán sobre ti

todas estas bendiciones, y te alcanza-rán, si oyeres la voz del Señor tu

Dios» (Deuteronomio 28:2).

Practicar la

generosidad. Eso incluye aportar para la obra de Dios y

ser justo y generoso con las personas que dependen de uno. «Dé cada uno según le dicte su conciencia, pero no a regañadientes o por compromiso,

pues Dios ama a quien da con alegría» (2 Corintios 9:7,

blph).

Agradecer lo que ya se tiene.

«Ofrezcamos siempre a Dios sacriicio de alabanza, es decir, fruto de labios que

coniesan Su nombre» (Hebreos 13:15).

Administrar prudentemente los bienes

que uno tiene y planiicar. Dios espera que seamos buenos custodios de lo que nos ha encomendado. «Los

planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad» (Proverbios 21:5,

ntv). «Aprende una lección de las hormigas. […] Se esfuerzan todo el verano, juntando alimento para el

invierno» (Proverbios 6:6,8, ntv).

Economizar

y no malgastar. «La vida del hombre

no consiste en la abun-dancia de los bienes que posee» (Lucas

12:15).

Ajustarse a un

presupuesto, no gastar dinero que no se tiene en cosas

atractivas pero no indispensables. Contraer deudas pensando solo en el presente, con la esperanza de que

mañana logremos pagar lo adeudado, puede llevarnos a la ruina. «El que

toma prestado es siervo del que presta» (Proverbios 22:7).

Hacer lo que

se puede y coniar en que Dios hará lo demás.

«La mano negligente empo-brece; mas la mano de los

diligentes enriquece» (Proverbios 10:4).

Persistir en oración. A veces Dios permite que

pasemos aprietos económicos para que nos acerquemos a Él, lo incluyamos más en nuestras actividades cotidianas y aprendamos a depender más de Él. Dicha dependencia se traduce en oraciones fer-

vientes. Si rogamos de todo corazón, Dios promete actuar en nuestro favor. «Me buscaréis y me hallaréis, porque me

buscaréis de todo vuestro cora-zón» (Jeremías 29:13). ■

12

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VIVIR NUESTRO

SUEÑOKoos Stenger

1. Filipenses 4:12 (CST-IBS)

—¡Necesito dinero, mucho dinero! —suspiró profundamente mi amigo mien-tras revolvía su café en el comedor de diario de nuestra cocina.

—¿Para qué? —le pregunté algo sorprendido.

Mi amigo no es pobre, y uno diría que cuenta con todo lo necesario para ser razonablemente feliz.

Me miró un poco confundido.—Tengo sueños, hombre. Ya sabes… una

casa más grande, un auto nuevo. ¡Mi vida es tan aburrida! Pero no tengo recursos para cambiarla.

La verdad es que se lo veía muy desdichado.El apóstol Pablo dio en el clavo

cuando dijo: «He aprendido a sentirme satisfecho, lo mismo con el estómago lleno que vacío, teniendo de sobra o pasando necesidad»1. La

clave es sentirse satisfecho. Eso puede ser complicado —no lo niego—, toda vez que se nos bombardea incesantemente con el mensaje de que el único camino para alcanzar la felicidad es adquirir mucho más de todo lo que ya tenemos. Así las cosas, la vida puede resultar desalentadora.

El millonario inglés Jon Pedley también tenía grandes sueños y, a diferencia de mi amigo, logró plasmarlos. Plata, fama, respeto… lo tenía todo. Hasta había salido en portadas de revistas.

Sin embargo, por dentro sufría. Detrás de toda esa fachada, en algún rincón de su conciencia, una vocecita insistente le decía que no todo era como que parecía ser, que la vida no consistía en acumular riquezas materiales. Él detestaba aquella voz y trataba de apagarla con alcohol. Un día bebió demasiado y tuvo un accidente con el auto. Terminó en coma durante seis semanas.

Pero la historia no termina ahí.Cuando inalmente despertó, dijo: «Basta». Se dio cuenta de que

tenía que cambiar. Y efectivamente lo hizo. Entregó su corazón a Dios y donó la mayor parte de su dinero a instituciones benéicas. Luego se fue a Uganda a vivir entre los pobres en una choza de barro y fundó un orfanato para niños perdidos.

Aunque no todos nos sentimos llamados a vender nuestras posesiones materiales y vivir en condiciones precarias, la historia de Jon Pedley es ilustrativa de cómo la felicidad duradera no se encuentra acumulando dinero y bienes materiales.

Koos Stenger es escritor independiente. Vive en los Países Bajos. ■

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Los avisos publicitarios suelen presentar más que el artí-culo que pretenden vender. Una propaganda de una piscina inlable bien puede mostrar una familia feliz chapoteando en ella. ¿Acaso la piscina te garantiza que tendrás una familia feliz?

Cuando me disponía a conseguir una para mis hijos tuve que explicar-les que no todo es tan lindo como parece a primera vista. Por ejemplo, después de un día de esparcimiento en la piscina, el agua se pone fría y sucia. Limpiarla es una tarea nada fácil. Si no la desinlamos después de bañarnos en ella, el pasto de abajo se seca y a la larga puede llegar a oler mal. Les advertí que podrían disfru-tar de la piscina en la medida en que estuvieran dispuestos a mantenerla limpia, a esperar a que hiciera buen

Las floLa alegría NO va INCLUidaChalsey Dooley

tiempo y a tener paciencia mientras la inlábamos y la llenábamos.

Lo mismo sucede con los legos. Cuando mis hijos ven avisos de los bloquecitos de colores brillantes, enseguida se ilusionan con armar un transbordador espacial o un avión. Pero por muy bonitas que se vean las imágenes y por mucho que los niños de la foto parezcan divertirse, la felicidad no proviene del juego de legos; es algo que los que juegan tienen que aportar.

Cuando sus creaciones se desarman —como termina ocurriendo con todo lo que se construye con legos—, mis hijos necesitan optimismo y alegría para no desanimarse, y perseverancia para volver a empezar. Esas cualidades no vienen incluidas en el juego de legos; pero sin ellas, en lugar de tener sonrisas, todo son decepciones.

Las cosas, el estatus social o pro-fesional y los bienes materiales por

sí mismos no pueden dar felicidad. No hay tienda que venda alegría. Eso viene de dentro, de una vida de entrega y afecto, y de Jesús, la fuente del amor. Él puede ayudarnos a pensar más en los demás que en nosotros mismos. «Me mostrarás la senda de la vida; en Tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a Tu diestra para siempre»1.

Disfruta de la piscina si tienes una, pero no te dejes deslumbrar por el aviso publicitario. La vida es lo que nosotros hacemos de ella. Con alegría en el corazón, lo demás es de propina.

Chalsey Dooley vive en

Australia. Escribe textos

motivacionales para niños y

educadores y se dedica de lleno

a la formación de sus hijos.

Este es su sitio web: www.

nurture-inspire-teach.com. ■1. Salmo 16:11

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No debiera sorprendernos que la Biblia haya inspirado a incon-tables pintores; el texto abunda en expresivas imágenes. Por ejemplo, el siguiente pasaje: «Han sembrado mucho pero cosechado poco; comen pero no quedan satisfechos; beben pero aún tienen sed; se abrigan pero todavía tienen frío. Sus salarios desaparecen, ¡como si los echaran en bolsillos llenos de agujeros!»1 Después de dos mil años, podemos visualizar fácilmente a qué se refería el profeta Hageo: insatisfacción laboral, diicultades para llegar a in de mes, los vanos intentos de seguir los dictados de la moda, la desvalorización de la moneda.

Echemos ahora un vistazo a Eclesiastés: «Es mejor tener un puñado con tranquilidad que tener dos puñados con mucho esfuerzo y perseguir el viento»2. Esta es sin duda una imagen dinámica. Imaginémonos que tenemos una mano llena de deliciosos bocados, frutos secos, trozos de fruta o choco-late: podemos merendar contentos. Ahora imaginémonos que tenemos ambas manos llenas de monedas que no queremos que se nos caigan al suelo mientras intentamos asir la escota para ajustar la vela de nuestro velero.

Si bien necesitamos trabajar para tener «alimento y ropa»3, y es un don de la Providencia poder comer, beber y disfrutar de los frutos de nuestra labor4, «perseguir el viento» ya es otra cosa. La satisfacción viene cuando aprendemos a darle gracias a Dios tanto por lo que tenemos como por lo que no tenemos. He ahí el secreto del contentamiento5.

«El contentamiento es una de las lores del Cielo, y para tenerlo es preciso cultivarlo. […] Pablo dice: “He aprendido a contentarme”6, lo que nos da a entender que hubo un tiempo en que no sabía hacerlo. Le costó algunos dolores alcanzar a comprender el misterio de esa gran verdad». Charles Spurgeon (1834–1892)

Jesús, Tú lo has hecho todo her-moso en su tiempo7. Dame alegría para vivir este momento, agrade-ciéndote que además de cubrir mis necesidades materiales me hayas dado el amor y la fe que ofreces a quienes acuden a Ti. Ayúdame a interiorizar esta promesa Tuya: «Bástate Mi gracia»8. Sé Tú mi centro y mi foco de atención, para que mi corazón tenga paz.

Abi May es docente y

escritora. Vive en el Reino

Unido. ■

Las flores del Cielo Momentos de sosiego

Abi May

1. Hageo 1:6 (NTV)

2. Eclesiastés 4:6 (NTV)

3. 1 Timoteo 6:8 (PDT)

4. V. Eclesiastés 3:13

5. V. Proverbios 13:25 y 1 Timoteo 6:6

6. Filipenses 4:11

7. V. Eclesiastés 3:11

8. 2 Corintios 12:9

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1. Marcos 10:27

2. Filipenses 4:19

3. Marcos 11:24

4. Mateo 6:33

el factor DIOSCasi todas las personas del mundo pasan apuros económicos en uno u otro momento. Algunas, sin embargo, lidian mejor con ellos que otras. Las circunstancias no suelen ser el factor determinante; la cuestión de fondo es más bien a quién recurren. El secreto para superar las penurias económicas es en realidad el mismo que para superar cualquier otra diicultad: hacer lo que está dentro de tus posibilidades, y luego coniar en Dios.

Hace siglos dije a Mis discípulos: «Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios»1. ¡El factor Dios puede cambiar todo el panorama! Cuando se aplica el factor Dios, lo imposible resulta posible, ya que la fe en Dios y en Sus promesas anula toda imposibilidad.

He aquí algunas promesas en las que puedes depositar tu conianza: «Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria»2. «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá»3. «Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas»4.

Todo lo que tiene el Padre es Mío también. Eso signiica que todas las riquezas del universo están a Mi disposición. Te quiero mucho, y me preocupan tu felicidad y tu bienestar. Empieza por hacer lo que puedes y aplica luego el factor Dios, pidiéndome que intervenga y haga lo que a ti te resulta imposible.

De Jesús, con cariño