concepto y técnicas de la propaganda y su aplicación al nazismo. emma rodero antón

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  • 8/2/2019 Concepto y Tcnicas de la Propaganda y su Aplicacin al Nazismo. Emma Rodero Antn.

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    Concepto y tcnicas de la propaganda y su aplicacinal nazismo

    Emma Rodero AntnUniversidad Pontificia de Salamanca

    ndice

    1 Concepto de propaganda 12 Tcnicas de la propaganda. 63 Conclusiones 104 Notas bibliogrficas 124.1 Fuentes bibliogrficas. . . . . . 124.2 Fuentes Hemerogrficas. . . . . 13

    1 Concepto de propagandaLa propaganda aventajar,

    con su impetuoso avance, de muyde lejos a la organizacin, a fin deconquistar el material humano in-dispensable para esta ltima. Si-empre he sido enemigo de la or-ganizacin precipitada y pedante,que produce inertes y mecnicosresultados. Por esta razn, lo me-

    jor es dejar que una idea se di-funda desde un centro y por me-dio de la propaganda durante unespacio de tiempo dado, y luegoexplotar cuidadosamente en buscade dirigentes entre los seres huma-

    (Texto publicado en las Actas del III CongresoInternacional Cultura y Medios de Comunicacin, Pu-blicaciones Universidad Pontificia, Salamanca, 2000)

    nos que acudieron a la cita (Hi-tler, 1925: 279).

    Adolf Hitler haba comprobado los efec-tos que produjo el bombardeo propagands-tico durante la I Guerra Mundial. Ya duranteesos aos, mantena la firme conviccin deque la propaganda posea una enorme capa-cidad persuasiva y movilizadora. Hitler fueun amplio conocedor de unas tcnicas, que,

    por otra parte, se encontraban ya definidastericamente desde la primera gran guerra.Pero, no slo la emple como medio paraconseguir sus objetivos, an ms, bas todasu estrategia en la propaganda.

    Su primera accin consisti en modificarel sentido peyorativo que haba adquirido eltrmino en los aos posteriores a la I GuerraMundial, precisamente por el uso y abusode la mentira durante la contienda. Se pu-ede decir, en este sentido, que su primera ac-cin propagandstica consisti en imbuir enlas mentes alemanas un concepto positivo dela propaganda.

    El trmino propaganda procede del la-tn propagare. Como recuerda Brown, Alu-da a la prctica del jardinero de introdu-cir en la tierra los esquejes frescos de una

    planta para multiplicarla (1991:10). Por lotanto, se acentuaba la idea de una transfor-

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    macin mediante el empleo de tcnicas ar-tificiales. Hoy son muchas las definicionesexistentes sobre la propaganda. El dicciona-rio de la Real Academia Espaola la describecomo la accin o efecto de dar a conoceruna cosa con el fin de atraer adeptos o com-

    pradores. Sin embargo, adems de no re-ferirse a las caractersticas especficas de lapropaganda, la definicin se ajustara ms alo que entendemos por publicidad. Ms rigu-rosa, en cambio, resulta la acepcin de Kim-

    ball Young:

    La propaganda es el uso sis-temtico ms o menos delibera-damente planeado de smbolos,

    principalmente mediante sugestiny tcnicas psicolgicas similares,con la intencin de alterar y con-trolar opiniones, ideas, valores y,en ltima instancia, cambiar acci-ones pblicas con arreglo a unaslneas predeterminadas. Se mueveen una estructura determinada sinla cual no pueden comprendersesus aspectos psicolgicos y cultu-rales (cit. en Brown, 1991: 19).

    El autor resalta la importancia del marcosociocultural de actuacin de la propaganda,pero parece limitado reducir la propagandaa meros smbolos. Aunque es fundamental

    su empleo, Young olvida que una de las ar-mas ms importantes de la propaganda es denaturaleza verbal, es la fuerza de la palabra.As se pone de manifiesto cuando Hitler, re-firindose al asunto de la culpabilidad de laguerra, afirma:

    Comprobose all que la vio-lencia verbal era, adems de con-veniente, necesaria. (...) En honor

    a la verdad, sta es (la palabra),por razones de naturaleza psico-lgica, la nica capaz de producirrevoluciones realmente grandes enlos sentimientos (1925:221).

    Por su parte, Violet Edwards define la pro-paganda como la expresin de una opinino una accin por individuos o grupos deli-beradamente orientada a influir opiniones oacciones de otros individuos o grupos para

    unos fines determinados (1938:40). Sin em-bargo, resulta excesivamente pobre centrarla propaganda nicamente en una opinin ouna accin, no slo porque los mecanismosde accin son ms complejos, sino porqueel nazismo supuso la expresin de toda unaforma de vida, de un intrincado sistema queabarcaba todos los mbitos de movimientode los alemanes. Hablamos, por lo tanto, deuna doctrina: El segundo deber de la pro-

    paganda es el de derribar la situacin exis-tente por medio de la nueva doctrina (Hi-tler, 1925: 281).

    Leonard W. Doob define la propagandacomo el intento sistemtico de un indivi-duo o varios de controlar actitudes y, porconsiguiente, las acciones de grupos de in-dividuos mediante el empleo de la sugestin(1948: 240). Si bien es cierto que el propa-gandista intenta sistemticamente controlaractitudes, resulta ms clarificador para com-prender el trmino, atribuir la sistematicidadal uso reiterado del mensaje. Sin el empleode la redundancia es prcticamente imposi-ble que el discurso penetre en las mentes delos sujetos y, lo ms importante, que se man-tenga.

    En definitiva, y recogiendo los aspectosms sustanciales de las anteriores definicio-nes, se entiende por propaganda la accin

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    sistemtica reiterada, ejercida por mediosorales, escritos o icnicos, sobre la opinin

    pblica, con una finalidad persuasiva, prin-cipalmente mediante la sugestin y tcnicas

    psicolgicas similares, para imbuir una ide-ologa/ doctrina o incitar a la accin medi-ante la canalizacin de actitudes y opinio-nes, al presentarse la realidad tergiversada,seleccionada e interpretada con un reducci-onismo valorativo y una carga emocional.

    La propaganda se mueve en una estructura

    sociocultural determinada, sin la cual no pu-eden comprenderse sus repercusiones psico-lgicas y culturales.

    En esta definicin se recogen las lneas b-sicas en que se sustenta la propaganda. Enprimer lugar, la accin sistemtica y reite-rada consiste en la repeticin hasta la saci-edad del mensaje. De esta forma, no sloes necesario limitar la eleccin aludiendo aargumentos de una sola postura sino reite-

    rndolos constantemente. El ministro de lapropaganda, Joseph Goebbels, pronto tomaconciencia de la importancia de una tcnicaque haba descubierto en la Iglesia Catlica.Pero, adems, saba muy bien que esa repe-ticin haba de ser orquestada , ya que delo contrario poda derivar en monotona:

    Con una repeticin suficientey la comprensin psicolgica delas personas implicadas, no sera

    imposible probar que de hecho uncuadrado es un crculo. Despusde todo, qu son un cuadrado yun crculo? Son meras palabras,

    y las palabras pueden moldearsehasta disfrazar las ideas (cit. enPratkanis y Aronson, 1994: 77).

    Ms claro presenta Hitler este aspecto cu-ando escribe: el xito de un anuncio, as sea

    comercial o poltico, se debe a la persisten-cia y asiduidad con que se emplea (1925:94).

    En definitiva, la accin sistemtica com-prende tanto la reiteracin de un mensaje enel tiempo como la repeticin constante de unmismo contenido.

    En segundo lugar, son cuantiosos los me-dios que puede emplear la propaganda. Pero,ms que los escritos, no accesibles a lamayora de los ciudadanos, el rgimen nazi

    emple con mayor insistencia los orales ylos icnicos, la fuerza de la palabra querepitiera Hitler constantemente, la importan-cia de sus discursos orales, los mtines ma-sivos, los mensajes radiofnicos y todos lossmbolos icnicos desplegados por los nazis(la cruz gamada, uniformes, himnos patriti-cos o desfiles militares, entre otros). La pala-bra impresa, el control de la prensa, aunquetampoco escapaba a la actividad propagan-

    dstica, no era para Hitler tan importante, alser sus efectos ms limitados:

    La fuerza que dio al mar-xismo su asombroso poder sobrelas muchedumbres no consiste enla obra escrita y preparada por in-telectuales judos, sino en el formi-dable diluvio de propaganda oralque esta teora descarg sobre lamultitud (1925: 226).

    El siguiente paso consiste en descargartoda la accin sistemtica y organizada so-bre la muchedumbre, como gustaba Hitlerde denominarla. La propaganda es, en estesentido efectiva, ya que la gente es ms su-gestionable en multitud porque disminuye sucredulidad (Brown, 1991: 105). A este res-pecto, Le Bon aade:

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    Cualesquiera que sean los in-dividuos que la componen, seacual sea su modo de vida, sus ca-racteres o inteligencia, el hecho dehaberse convertido en multitud les

    pone en posesin de una especie demente colectiva que hace que pien-sen, sientan y acten de forma di-

    ferente a como pensara, sentira yactuara cada individuo en un es-tado de aislamiento, por la sensa-

    cin de poder invencible, por con-tagio e imitacin y por la extre-mada sugestionalidad de la multi-tud (cit. en Brown, 1991: 87).

    Naturalmente Hitler conoca el hipno-tismo generable en una masa enfervorizada:

    Las asambleas de grandesmuchedumbres son necesarias,

    pues cuando a ellas asiste elindividuo acometido del deseo dealistarse en un flamante movimi-ento y temeroso de encontrarsesolo, recibe all la primera impre-sin de una numerosa comunidad,lo cual ejerce un efecto vigoriza-dor y estimulante en la mayora delas personas. stas se someten ala mgica influencia de lo que lla-mamos sugestin de la multitud(1925: 228).

    Un aspecto esencial de la propaganda es lapersuasin: promover una dependencia in-teractiva emisor-receptor con el objetivo deinfluir sobre l. Por ello, una propaganda esun proceso de persuasin a su vez basado entcnicas psicolgicas y en la sugestin (Pi-zarroso, 1993: 27). A su vez, la sugestin

    consiste en inspirar a una persona palabraso actos involuntarios, dominando su volun-tad y llevndola a obrar en un determinadosentido sin proporcionar evidencia ni baselgica alguna para su aceptacin, exista ono dicha base (Brown, 1991: 24). El pro-pagandista rara vez argumenta, se limita a re-alizar afirmaciones en favor de su tesis ape-lando, para ello, a las emociones. En estesentido, los discursos de Hitler carecan deuna lgica rigurosa. Quiz esta es la razn

    por la que odiaba a catedrticos e intelectu-ales, porque ellos podran desmontar fcil-mente sus discursos.

    La propaganda, adems, presenta la reali-dad tergiversada. En el rgimen nazi el em-pleo de la mentira fue una constante. As,por ejemplo, se pona de manifiesto en larecomendacin hitleriana de la gran men-tira: El sentimiento exige verdades o men-tiras, ms no acepta jams medias verda-

    des ni mentiras a medias (1925: 93). Lamentira se convirti en todo un arte en ma-nos de Goebbels: toda falsedad es mscreble cuanto mayor sea. La propagandade Goebbels empleaba la falsedad constan-temente, meta deliberadamente -y era a me-nudo incongruente- hasta tal punto que algu-nos historiadores han llegado a cuestionar laveracidad de sus Diarios:

    Los diarios de Goebbels sonsuficientemente autnticos; pero,sin embargo, pueden tener algo de

    falsificacin tambin, ya que fue-ron escritos por un hombre cuyotrabajo era mentir. (...) Uno delos motivos que me inducen a du-dar del motivo por el que Goebbelsescribi este diario es que puntosque han quedado suficientemente

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    esclarecidos se pasan por alto ose niegan: Goebbels pretende que,en noviembre de 1938, la matanzade judos despert el entusiasmode la gente. Sin embargo, se-gn George Clare, en Berln sesintieron bastante avergonzados(Stone: 1992).

    La propaganda se sustenta en la cargaemocional, apela a los sentimientos provo-

    cando una autntica presin emocional. Sinembargo, es ms difcil que pueda crear afec-ciones inexistentes. La propaganda tan slolas evoca, estimula, explicita y radicaliza.Hitler no consigui que Alemania se convir-tiera en una nacin antisemita, porque la se-milla estaba ya, en cierta medida, sembrada.No crea el sentimiento de culpabilidad porla prdida de la guerra, estaba latente en-tre los ciudadanos alemanes. Por estas razo-

    nes, es esencial conectar con las emocionesy sentimientos de la multitud; despus, tanslo habr que encauzarlos conforme a losintereses del propagandista. En definitiva,la propaganda es efectiva cuando no suponeuna amenaza para las convicciones de la po-blacin receptora, cuando no choca frontal-mente con los intereses de la audiencia. Enunos casos se apelar al amor otros al miedo,la ira, la esperanza o la culpa. Hitler cono-ca a la perfeccin a la poblacin alemana yel sentimiento de culpabilidad imperante trasla derrota en la I Guerra Mundial. Tan slotuvo que convencerles de que la guerra nose haba perdido por su actuacin sino porla pualada en espalda de judos y comu-nistas. Con ello, devolvi al pueblo alemnla confianza y seguridad que haban perdido.El tema de la guerra fue desde un principioesencial para Hitler:

    Esta fue la razn por la cual,despus de mi primera alocucinsobre el Tratado de Versalles, quedirig a las tropas en mi carc-ter catedrtico hacia las mismas,introduje una modificacin y ha-bl acerca de los tratados de pazde Brest-Litovsk y Versalles. Por-que pronto comprend que el pu-eblo nada saba respecto del tra-tado de Brest-Litovsk pero que,

    merced al xito de la propagandade sus partidos, se figuraba queeste pacto constitua uno de losms vergonzosos actos de opresinde la tierra. La persistencia conque se mostraba esta impostura alos ojos del pblico fue la causa

    por la que millones de alemanessupusieran que el tratado no erasino la justa retribucin del crimen

    que habamos cometido en Brest-Litovsk. Considerbase, por tanto,injusto emprender contra la pazde Versalles una lucha de verdad,

    procedimiento que se estrellaba enmuchos casos contra una sinceraaversin moral. He aqu porque

    pudo hallar albergue en Alema-nia la desvergonzada y monstru-osa palabra reparaciones. Du-rante mis conferencias trac un

    paralelo entre los dos tratados, loscompar punto por punto y demos-tr lo leal e inmensamente humanodel uno con la inhumana crueldaddel otro (1925: 224).

    La importancia de la carga emocional delmensaje la pone de manifiesto Hitler en otro

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    pasaje, por otra parte, no exento de ma-chismo:

    La inmensa mayora de lagente es tan femenina en lo con-cerniente a su naturaleza y opini-ones, que su pensamiento y accio-nes se hallan gobernados por sen-saciones y sentimientos ms bienque por consideraciones razona-das. Este sentimiento, empero, noes complicado sino muy sencillo yconsistente. Apenas si sabe dife-renciar pero es uno de los dos, po-sitivo o negativo (1925: 93).

    Por ltimo, el mensaje propagandstico hade contener una sola idea suficientementeclara y comprensible para toda la poblacin:

    Toda propaganda debe serpopular, adaptando su nivel inte-lectual a la capacidad receptivadel menos inteligente de los indi-viduos a quienes se desea vaya di-rigida. De esta suerte es menesterque la elevacin mental sea tantomenor cuanto ms grande la mu-chedumbre que deba conquistar.

    La capacidad receptiva de las mul-titudes es limitada y su compren-sin escasa; por otra parte, tienenellas una gran facilidad para el ol-vido. As las cosas, fuerza ser quetoda propaganda, para que sea efi-caz, se limite a muy pocos puntos,

    presentndolos en forma de gri-tos de combate hasta que el ltimohombre haya interpretado en sig-nificado de cada uno (1925: 91).

    Y todo ello, conducente a un solo fin, con-seguir la aceptacin de una doctrina:

    Como director de la propaganda del par-tido, tuve buen cuidado de no limitarme a

    preparar el terreno para la futura grandezadel movimiento, sino que trabaj conforme a

    principios muy radicales, a fin de introduciren la organizacin a los mejores elementos(1925: 282).

    En definitiva, nada dejaba Hitler a la im-provisacin. Los aspectos esenciales en que

    debe incidir toda propaganda se encuentranplasmados tericamente en el Mein Kampf;tan slo restaba pues trasladarlos al campoprctico. La maquinara nazi se haba puestoen movimiento con una cuidadosa planifica-cin.

    2 Tcnicas de la propaganda.

    La mayor parte de las tcnicas que emplea

    la propaganda se sustentan en mecanismosmuy simples y comunes a la mente humana:

    La mayora de la gente quierecreer que los problemas son sencil-los en vez de complejos, quiere quese confirmen sus prejuicios, quieresentir que no est marginada, loque implica que los otros s lo es-tn, y necesitan sealar a un ene-

    migo que cargue con sus frustraci-ones(Brown, 1991: 25).

    Las tcnicas y principios de la propagandaquedaron ya formulados tericamente en losaos posteriores a la I Guerra Mundial, trassu utilizacin prctica en la contienda. Eneste sentido, Hitler no invent nada nuevo.Tan slo, a travs del estudio y observa-cin de las mismas, supo compendiarlas en

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    el Mein Kampf y plasmarlas posteriormenteen la prctica.

    P. Quentin fue el autor, que en 1943, re-copil los principios de la propaganda cien-tfica. En cambio, fue J.M. Domenach el en-cargado ms tarde de difundirlas en La pro-

    pagande politique.

    El primero de tales principios es la ley dela simplicidad. A fin de conseguir la mayorefectividad, el mensaje debe ser lo ms sen-

    cillo posible para que todos y cada uno de losindividuos sean capaces de comprenderlo,sin exigirles demasiado esfuerzo. Debe ser,adems, breve y claro, elaborado con frasessencillas y enunciaciones primarias. Con-viene, por lo tanto, reducirlo a slganes ysmbolos. Como ejemplo baste recordar elgrito de guerra del rgimen nazi: Heil Hi-tler(el trmino Heil significa salvacin perotambin es un adjetivo con el significado desano, indemne, ileso).

    En sus discursos, Hitler consegua atraer alas masas mediante juicios de una claridadpasmosa. Un ejemplo de ellos es el argu-mento con el que Hitler desecha a la Igle-sia: Si los rezos y oraciones del pueblo rusono evitaron que perdieran la guerra, enton-ces no sirven para nada. En otro pasaje Hi-tler ensalza esa sencillez de esta forma: Lamisma sencillez de las arengas, su estilo yel empleo de ejemplos simples y fcilmente

    comprensibles, son prueba de la descollantecapacidad poltica (1925: 228).

    El segundo principio de la propaganda esla ley de la espoleta. Consiste en atacar losespritus por la parte ms dbil e inesperada.El mensaje, con fuerte carga emocional, sedirige al aspecto ms vulnerable del indivi-duo. Se espolean las fobias comunes y tra-dicionales. Por ello, un asunto espinoso para

    el pueblo alemn como era la cuestin de laguerra, era clave para Hitler:

    Fundamentalmente equivo-cado fue el insinuar, cada vez quese discurra acerca de la culpabi-lidad de la guerra; que no podaculparse de la catstrofe a Ale-mania sola; lo acertado hubierasido hacer recaer sin cesar estaresponsabilidad sobre el enemigo

    nicamente, aun cuando esto nocoincidiera con la realidad de loshechos como era, no obstante, laverdad(1925: 92-93).

    El tercer principio de la propaganda es laley de la simpata. Las opiniones no se com-baten con opiniones ni los argumentos lgi-cos con argumentos, opiniones y argumentosse combaten con provocaciones dirigidas di-rectamente a los sentimientos:

    He aqu uno de los deberesdel movimiento nacionalsocialista.Este necesita ensear a nuestro

    pueblo a despreciar las fruslerasy dirigir los ojos hacia lo verda-deramente grande, a no dividirse

    y reir a consecuencia de cues-tiones secundarias y a no olvi-dar jams que el propsito por el

    cual ahora estamos luchando re-presenta la existencia misma denuestra nacin y que el nico ene-migo a quien debemos castigares a la fuerza que perpetuamente

    pretende sofocarnos(1925: 304-305).

    La ley de la sntesis es el cuarto principio.Puesto que la intuicin es ms poderosa que

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    la razn, la sntesis es ms importante queel anlisis. Los discursos de Hitler se des-van con frecuencia hacia particularidades,muestran grandes saltos en la concatenacinde ideas, carecen de una lgica rigurosa perosiempre finalizan con la demostracin de latesis que haba planteado en un comienzo.

    El quinto principio es la ley de la sorpresao evidencia de que la ms eficaz mentira esuna verdad a medias. No parece, si nos ate-nemos a sus palabras, que Hitler compartiera

    este principio. De hecho lo rechaza frontal-mente cuando afirma que el sentimiento noacepta jams medias verdades ni mentiras amedias. Este es un aspecto que Hitler pare-ca tener presente:

    Un error fundamental (du-rante la I Guerra Mundial) fueel de mostrar al adversario a laluz del ridculo, forma de propa-ganda a la que se consagraron

    con ahnco las revistas humorsti-cas de Austria y Alemania; y fueerrnea porque cuando daba re-almente en el blanco serva paraque nuestros hombres se forma-sen una impresin completamenteequivocada del enemigo; porqueel soldado alemn bajo la impre-sin directa de la capacidad deresistencia del adversario, com-

    probaba que haba sido engaadohasta aquel momento(1925: 91).

    La sexta ley es la de la repeticin. Sobrela importancia de la reiteracin extrema delmensaje para lograr su eficacia y retencin,ya se ha insistido anteriormente.

    La sptima ley es la de la saturacin y eldesgaste que, en buena parte, es consecuen-cia de las anteriores.

    El octavo principio es la ley de la dosi-ficacin. Se trata de mantener una presen-cia y una imagen constante en los medios.En este sentido, la imagen de Hitler, cuida-dosamente elaborada por Goebbels, presen-tndolo como el nuevo mesas germnico,como libertador de los sufrimientos de Ale-mania, fue constantemente reiterada en to-dos los medios posibles como una estrategiapropagandstica, ya desde los aos veinte.

    Por ltimo, la ley de la orquestacin. Ya

    nos hemos referido a la defensa que Goeb-bels haca de la reiteracin del mensaje, perode forma orquestada para que no derivara enun discurso montono. Por ello, es necesarioadecuar su estructura y presentacin al me-dio o canal por el que se pretenda difundir.

    Son, por lo tanto, nueve leyes que sinte-tizan las pautas propagandsticas que se em-plearon durante la I Guerra Mundial, leyesque Hitler supo aplicar con maestra. Pero

    junto a stas, la propaganda se vale de unaserie de tcnicas de las que tambin hizo usoel rgimen nazi (cfr. Brown, 1991: 25-35).

    La primera de estas tcnicas es el empleode estereotipos. Etiquetar a los individuossuele ser una costumbre entre los seres hu-manos. Formamos una determinada imagende una persona que con el paso del tiempose consolida y se presenta como real, aun-que inicialmente surja de la imaginacin ode unas primeras y ligeras impresiones. Deesta forma, la raza aria era considerada porHitler, por sus cualidades de inteligencia yorganizacin, como la raza fundadora de lacultura. Afirmaba que, incluso para la acti-tud del idealismo, propia de la raza aria, parala disposicin a la obediencia, existe una ex-presin en la lengua alemana Pfliche Orfuel-lung. El antpoda del ario es el judo, cuyacapacidad intelectual es el fruto de la educa-

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    cin recibida por los extranjeros; los judosse mueven nicamente, segn Hitler, por elpuro inters personal, son usureros por natu-raleza y portadores de todo tipo de enferme-dades 1.

    La segunda es la sustitucin de nombrespor otros con connotaciones emocionales.De esta forma, se reemplazan los trminosneutrales por otros favorables a los fines pro-pagandsticos. Precisamente, los juegos conel lenguaje eran habituales en el rgimen

    nazi. Ciertas palabras con sentido peyora-tivo como fantico o ciego adquirieron unsentido positivo, es ms, la palabra fanticoera una de las favoritas de Hitler. Ms sig-nificativo es el empleo de la palabra propa-ganda con valor positivo; hasta tal punto queel propio Goebbels intercalaba en sus discur-sos la frase: Por supuesto, todo esto es pro-

    paganda!.El lenguaje nazi estaba repleto de frmu-

    las imperativas, de superlativos y enfatizaci-ones (desdeHeil HitlerhastaMis jvenes ca-maradas). Se resucitaron trminos arcaicos,se intentaron modificar usos seculares, que,en algunos casos, no dieron resultado comoocurri con el intento de sustituir Euer Ho-chwohlgeroben (Su honorable seora) porEuer Deutschgeroben (Su seora alemana).

    La tergiversacin en las expresiones eratambin evidente, sobre todo en el transcurso

    de la guerra. Las dificultades eran descritascomo pausas momentneas y las retiradascomo avances elsticos de la retaguardia,los campos de exterminio eran campos detrabajo y las deportaciones reinstalacio-nes. Hitler no afirmaba que se construan

    1Como muestra de la persecucin y la descalifica-cin del rgimen nazi a los judos se puede recordarla pelcula El judo errante filmada en 1940.

    varios submarinos por semana sino que seconstruan submarinos en sucesin ininter-rumpida. Las abreviaturas y las siglas proli-feraron en el rgimen nazi. Desde el partidoNSDAP, las SS y las SA, la GE-STA-PO,hasta PKW para referirse a los automvilesparticulares o LKW para denominar a los ca-miones (cfr. Pizarroso, 1993: 347-348).

    La tercera tcnica es la de seleccin. Elpropagandista selecciona determinados he-chos de acuerdo a sus fines. La situacin in-

    ternacional, tras el Tratado de Versalles, seconvirti en objetivo claro del Partido Naci-onalsocialista alemn. Con ello, Hitler pre-tenda devolver al pueblo la confianza per-dida. Pero, adems, era muy frecuente en ltergiversar la historia con arreglo a sus in-tereses. As, se emplean las guerras en lasque particip Estados Unidos, comenzandopor la de Independencia, para descalificar aun pas que todo lo ha resuelto a golpes

    (cfr.VVAA, 1990: 164).La cuarta, la repeticin, se pone de ma-nifiesto en el frecuente empleo de slganescomo forma de retencin del mensaje: EinVolk, ein Reich, ein Fhrer (un pueblo, unimperio, un gua).

    Adems de la afirmacin o falta de argu-mentacin, otra tcnica consiste en sealarun enemigo. Esta es una de las ms fre-cuentes y esenciales en la propaganda, unatcnica que, por otro lado, ha sido utilizadadesde tiempos remotos (los romanos ya laempleaban). Con ella se consiguen dos efec-tos: el primero, desviar la atencin sobre losposibles errores de los propagandistas y elpartido y, en segundo lugar, y ms impor-tante, se fortalece la sensacin de integracingrupal. El enemigo ms claro del rgimennazi, y contra el cual se emplearon todo tipode agresiones, fue el judo. Y as la I Guerra

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    Mundial se haba perdido por las pualadasen la espalda de los judos. Pero ste era elenemigo interno (como el cristiano en el Im-perio Romano), el externo lo constituan lasnaciones aliadas. Todas, segn Hitler, ha-ban sido injustas con Alemania; los brit-nicos haban prorrogado el cerco de hambredurante meses tras la firma del armisticio, elTratado de Versalles era inhumano y habaincumplido las promesas americanas, Ale-mania haba sido despojada de sus colonias

    y se encontraba rodeada de enemigos por to-das partes. Hitler, adems, apel al orgullonacional, a la raza alemana como superior.Aseguraba que los logros de la nacin ale-mana no haban sido superados por ningunaotra y, por ello, franceses y britnicos les en-vidiaban.

    Por ltimo, la sexta tcnica es la alusina la autoridad. En el caso del rgimen nazi;Hitler era el hombre de Estado, la mxima

    y nica autoridad.A todas estas tcnicas expuestas, hemosde aadir la exageracin, la contrapropa-ganda, la idea/mito y el slogan; si bien laprimera de ellas se puede incluir dentro dela mentira. Es importante para todo propa-gandista conocer a fondo al enemigo paraplanificar la contrapropaganda y as atacarla,no frontalmente sino en cada uno de sus ele-mentos, uno por uno, sobre todo, los ms d-biles. De hecho, para algunos autores comoMcDonough (1992), ya desde antes de la lle-gada al poder de Hitler, exista una campaadel partido nazi, con el objetivo de influir enla prensa britnica. Desde 1937, Goebbelsemprende una poltica muy violenta contrasta.

    En cuanto al mito, como ya se ha expli-cado, fue Goebbels el encargado de elaborarla imagen de Hitler como el nuevo mesas

    germnico, nico en posesin de un plan ca-paz de reconstruir Alemania.

    Por ltimo, los slganes como forma noslo de intensificar el efecto del mensaje,sino como tcnica independiente de propa-ganda. Ya se han puesto de manifiesto al-gunos de los empleados por el rgimen nazi,pero para ilustrar an ms tanto esta tcnicacomo la del enemigo localizado aplicada eneste caso a la educacin, cabe resaltar el slo-gan que apareca en una libro infantil: Los

    judos son nuestra desgracia.Son todas ellas tcnicas que Hitler haba

    meditado y que, por lo tanto, no fueron em-pleadas por mera intuicin:

    Hoy me enorgullezco de ha-ber descubierto los mtodos quenos permitieron, no slo tornarineficaz la propaganda de nuestrosadversarios, sino, adems, apa-

    bullar con sus propias palabrasa quienes la concibieron (1925:223-224).

    3 Conclusiones

    En el caso del rgimen nazi, hablar de pro-paganda es hablar de la poltica en que sebas todo un sistema. La propaganda nosupuso tan slo un uso masivo, una accinsistemtica de mtodos y tcnicas, sino todauna estrategia poltica sobre la que se sus-tent todo el rgimen. Esta concepcin pudoser fruto de la actividad de Hitler como jefede la propaganda del partido, momento enel cual toma conciencia del poder persua-sivo y movilizador de un adecuado aparatopropagandstico. El conocimiento que Hi-tler tena de la propaganda no era intuitivo,como algn autor defiende. Algunos pasajes

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    del Mein Kampf demuestran que haba es-tudiado las estrategias propagandsticas alia-das y alemanas durante la I Guerra Mundial.Desde aquel momento, Hitler adquiere plenaconciencia de la importancia de la oratoria,de la fuerza de la palabra, de lo que, en de-finitiva, una propaganda bien planificada escapaz de conseguir. Cualquier propagandistapodra, incluso, guiarse tan slo por su obra,puesto en ella estn contenidos los principa-les secretos de la propaganda. Partiendo en-

    tonces de este conocimiento previo, el m-rito de Hitler consiste en su magistral apli-cacin, en haber sumido a la poblacin ale-mana en un mundo casi imaginario en el quenada se escapaba al control del Fhrer. Hi-tler no aporta ninguna idea novedosa sobrela propaganda, lo genuino est en su apli-cacin consecuente y a escala inmensa. Esun sistema donde la propaganda es conside-rada como una estrategia poltica, como l

    mismo afirm en el Congreso de Nurembergen 1936: La propaganda nos ha llevadohasta el poder, nos ha permitido desde en-tonces conservar el poder, tambin la propa-ganda nos conceder la posibilidad de con-quistar el mundo. De este pasaje como detantos otros se deduce el significado positivoque adquiri el trmino propaganda duranteel rgimen nazi. Tanto Hitler como su mi-nistro de la propaganda, Goebbels, no du-daban en referirse a l constantemente por-que, en definitiva, la propaganda haba con-seguido el engrandecimiento de Alemania.De esta forma, la sabia aplicacin de las tc-nicas propagandsticas llevadas a su extremomximo supusieron la aceptacin del rgi-men que ha cometido las mayores atrocida-des de la historia. La mitad del xito de lapropaganda estaba garantizado envolviendopor completo al pueblo alemn, aturdiendo

    los sentidos de la poblacin, coartando cadauna de las actividades de la vida cotidiana delos individuos, sumindolos, en definitiva, enun mundo irreal. El instrumento que utiliza-ban Hitler o Goebbels era el discurso, bienen mtines o bien en emisiones radiofnicas.Se convirti en el arma ms poderosa y deci-siva de la propaganda nazi. Hitler poda ha-blar en una ciudad u otra, a una poblacin deescpticos o convencidos; su discurso siem-pre obtena ms o menos los mismos resul-

    tados positivos. En todos lo lugares captabacon precisin el estado de nimo de las ma-sas. La importancia de la oratoria de Hitlery el estado de sugestin en que suma a lapoblacin fue clave en su ascenso y mante-nimiento en el poder.

    Pero sera injusto para la poblacin ale-mana obviar el papel coercitivo de una pro-paganda basada en el miedo y la represin.No todos los individuos siguieron a Hitler

    por convencimiento personal, ms bien, lamayora se vieron obligados a ello si queranconservar su vida. De esta forma, el puebloalemn no slo fue objeto de una continuaviolencia psquica sino, adems, fsica.

    Si la magistral aplicacin de la propa-ganda nazi supuso parte del xito del rgi-men, el otro aspecto clave fueron las pecu-liaridades propias de la poblacin alemana:no slo su personalidad, su carcter de sumi-sin ante la autoridad, cierto antisemitismo,sino tambin las corrientes de pensamientoalemn -que subrayaban la necesidad de laguerra y el espritu de lucha del pueblo o elodio a los judos-, las circunstancias polticas-una dbil Repblica de Weimar, una demo-cracia que no supo solucionar los principalesproblemas de la sociedad- el Tratado de Ver-salles y el sentimiento de culpabilidad tras laguerra, las circunstancias socio-econmicas,

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    las reparaciones de la guerra o la crisis de1929. Sin este cmulo de aspectos, la propa-ganda nazi es probable que no hubiera sur-tido su efecto.

    Es necesario que el prejuicio y el sentimi-ento existan para que la propaganda sea efec-tiva. Hitler ni siquiera tuvo que estudiar afondo a la poblacin alemana porque en supensamiento, en su ideologa, se encontra-ban ya todas esas caractersticas, aunque ra-dicalizadas. No le fue necesario crear prejui-

    cios nuevos, su maquinara propagandsticatan slo tuvo que bombardear a la poblacincon mensajes que exacerbaban esas emoci-ones: Si alguna vez decido atacar al ene-migo, no lo har a la manera de Mussolini.Yo no entrar en negociaciones ni me prepa-rar durante meses, sino har lo que siemprehe hecho en mi vida: caer sobre el adversa-rio como el rayo de la noche. As se expre-saba Hitler hacia 1935 y as es como verda-

    deramente cay la propaganda sobre los ale-manes, como el rayo de la noche.Hitler se encontr con un pueblo desori-

    entado, inseguro, frustrado. Les dio un ca-mino a seguir, una razn para la lucha, unaesperanza pero, sobre todo, devolvi al pue-blo alemn la seguridad y el orgullo nacionala travs de la sensacin de poder y autoridadde su persona: Las afirmaciones han de sersiempre en indicativo o imperativo, nunca encondicional, porque as se nutre la psicosisdel podero entre los amigos y de terror en-tre los enemigos. Los alemanes necesitabanen ese momento una autoridad superior a laque someterse, un movimiento de masas conun atractivo emocional como el nazismo. Aeste respecto, Kershaw (1995) seala la deci-siva influencia de la poblacin en el xito delrgimen nazi: Hitler era una persona me-diocre cuyo enorme impacto en la historia

    slo puede explicarse por factores externosa su persona y por la complicidad, la debi-lidad, la ambicin y la credulidad de otros.Sin embargo, la complicidad o la credulidadde la poblacin alemana no fue una actitudespontnea. Surgi del fruto de la fuerza deldiscurso hablado y escrito. Por lo tanto, laefectividad de la propaganda nazi se producepor ambos aspectos: una compleja maquina-ria propagandstica que afectaba a todos losmbitos de la vida de los alemanes, conveni-

    entemente planificada y con una aplicacinexhaustiva y, por otro lado, las caractersti-cas de una sociedad sumida en la culpabili-dad, desorientada y sin ilusin, que sucum-bi ante un mensaje de esperanza que col-maba sus aspiraciones mediante la demago-gia, identificando un enemigo comn, devol-viendo la unidad nacional y garantizando po-der y seguridad para los amigos y terror y vi-olencia para los enemigos.

    4 Notas bibliogrficas

    4.1 Fuentes bibliogrficas.BIAGI, Enzo: Nosotros estuvimos all. Cr-

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