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de la Fundación Carlos Pereyra octubre de 2000-marzo de 2001 Revista trimestral Núm. 3-4 Rolando Cordera Campos Maya Lorena Pérez Ruiz Federico Novelo U. Francisco Javier Alejo resentación os “hombre verdaderos” en el Desierto de la Soledad a política comercial de Estados Unidos y sus efectos en México l reto del equilibrio regional emocracia política y aspiraciones incumplidas eforma del Estado y democracia a propuesta de la Cocopa erecho y justicia. Entrevista con José Ramón Cossío emocracia eficaz or qué reinventar el desarrollo rural P L L E D R L D D P 3 6 19 32 46 59 62 66 72 75 CON FIGURA CION ES ECONOMÍA POLÍTICA DE LA DEMOCRACIA SOCIAL ARGU MENTOS Fernando J. Cardim de Carvalho David Ibarra Arturo Warman Antonella Attili y Luis Salazar Rosa Elena Montes de Oca Luján

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Page 1: CON FIGURA CION - IETD · La dictadura de la política económica de estabilización y control financiero sobre las dimensiones sociales del desarrollo se mantiene incólume, mientras

de la Fundación Carlos Pereyra octubre de 2000-marzo de 2001

Revista trimestral Núm. 3-4

Rolando Cordera Campos

Maya Lorena Pérez Ruiz

Federico Novelo U.

Francisco Javier Alejo

resentación

os “hombre verdaderos” en el Desierto de la Soledad

a política comercial de Estados Unidos y sus efectos en México

l reto del equilibrio regional

emocracia política y aspiraciones incumplidas

eforma del Estado y democracia

a propuesta de la Cocopa

erecho y justicia. Entrevista con José Ramón Cossío

emocracia eficaz

or qué reinventar el desarrollo rural

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66

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CONFIGURACIONES

ECONOMÍA POLÍTICA DE LADEMOCRACIA SOCIAL

ARGUMENTOS

Fernando J. Cardim de Carvalho

David Ibarra

Arturo Warman

Antonella Attili y Luis Salazar

Rosa Elena Montes de Oca Luján

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INTERLINEA

uerras étnicas y nuevo desorden mundial

os tiempos de la política global

a memoria en una época de transición

ibros recientes

l aprendiz

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José Carlos Castañeda

Ana Galván Chávez

José Woldenberg K.

Jorge Fernández Granados

Gilberto Rincón Gallardo: Una agenda socialdemócrata para México 97

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DOCUMENTOS

Director: Rolando Cordera Campos • Subdirectora editorial: Eugenia Huerta • Secretaria de redac-ción: Ana Galván

Consejo editorial: Antonella Attili • Bernardo Barranco • Ma. Amparo Casar • José Carlos Castañeda• Anamari Gomís • Blanca Heredia • Teresa Incháustegui • Marta Lamas • Julio López G. • RafaelLópez Castro • Rafael Pérez Pascual • María Teresa Priego • Teresa Rojas • Nora Rabotnikoff •Carlos Roces • Jesús Rodríguez Zepeda • Adolfo Sánchez Rebolledo • Carlos Tello Díaz

Configuraciones. Revista trimestral, número doble, octubre de 2000-marzo de 2001. Director y edi-tor responsable: Rolando Cordera Campos. Número de certificado de reserva de derechos al uso ex-clusivo del título 04-2000-022917312900-102. Certificado de licitud de título (en trámite). Domicilio:Cuautla 10, Col. Condesa, 06140 México, D.F. Impreso en Offset Rebosán, S.A. de C.V., Acueducto115, 14370 México, D.F. Distribución: nosotros mismos.

Diseño original: Rafael López Castro • Tipografía y formación: Redacta, S.A. de C.V.

ISSN 1405-8847

Los artículos son responsabilidad de los autores. Tiraje 1 000 ejemplares.

CONFIGURACIONES

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Presentación

a tercera entrega de Configuraciones ofrece un abanico más variado quelas anteriores. Poco a poco, nuestra revista encuentra pistas y veredas pa-ra explorar sus hipótesis fundadoras y, sin sacrificar sus compromisos con

el rigor y la mirada de largo plazo y de conjunto, seadentra en los territorios de la coyuntura.

El 2 julio la legislación electoral y sus órganosprincipales, el IFE y el Trife, pasaron airosos su prime-ra gran prueba. Pero, sobre todo, los que volvieron a

estar a la altura de las exigencias del cambio político fueron los ciudadanos. Nopodemos decir lo mismo, sin embargo, del sistema de partidos que no produjodiscursos y propuestas significativos ni para la coyuntura ni para la perspectivapolíticas, y sí propició la reproducción de un nefasto rentismo parasitario encar-nado en grupos que han hecho de la política electoral un pingüe negocio.

Vicente Fox tomó posesión el 1 de diciembre e intentó plasmar en sus discur-sos tesis y argumentos para un programa; sin embargo, lo que se ha impuesto enla retórica del régimen son las inercias de la campaña, sin que podamos a la fechahablar de que este nuevo gobierno quiere trazar un curso diferente para México.

La transición ha terminado, pero la democracia alcanzada no produce losfrutos esperados. No se trata, por cierto, de lamentar la ausencia de las panaceasde bienestar para todos que tanto se prometió de modo irresponsable en la cam-paña. Lo que se echa de menos es una capacidad productiva en el terreno insti-tucional que es donde la democracia debe probar, en primer término, su superio-ridad sobre el autoritarismo. En esta materia, el país sigue a la espera de que losactores por excelencia del drama democrático, los partidos, el gobierno, el Con-greso y los medios de información masiva, propicien un verdadero concierto yuna armonía audible, que guíen la reforma del Estado y abran paso a las mudan-zas de fondo que requiere el sistema político emergente para consolidarse y pro-piciar el surgimiento de un nuevo régimen.

Desde esta perspectiva, puede decirse que la democracia se desenvuelve enun peligroso vacío institucional, no tanto por la ausencia de leyes sino porque elorden que éstas deberían normar y modular apenas se asoma, sin que pueda de-cirse que sea identificado y acreditado por la ciudadanía que con sus votos pre-cipitó la alternancia. Por otro lado, y tal vez más importante desde la plataformade ideas de esta revista, el cambio de gobierno no trajo consigo ni siquiera elanuncio de que las vertientes fundamentales de la estrategia de desarrollo seríanpuestas a revisión y crítica.

La dictadura de la política económica de estabilización y control financierosobre las dimensiones sociales del desarrollo se mantiene incólume, mientras de

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modo equívoco y hasta disparatado se introducen en la agenda social básica te-mas y asuntos que podrían llevar a un desmantelamiento inaceptable de lo pocoque queda de compromiso estatal, público, con la equidad y el bienestar de la po-blación. La discusión sobre la cuestión social sigue la suerte de la obsesión con lacoyuntura más inmediata, que da lugar a “prontos” inmediatistas desde el Estadoy sus cúpulas, mientras las élites económicas se las arreglan para esquivar las mí-nimas responsabilidades que el cambio político haría esperar que asumiesen.

Este panorama debe cambiar pronto, si es que el mal llamado “bono” demo-crático va a rendir ganancias para el conjunto nacional y no sólo para los gruposque han llegado al poder y para los que los apoyaron y ahora parecen no pensaren otra cosa que en cobrar dichos apoyos.

La necesidad de un nuevo curso es postulada por todos o casi todos los pro-tagonistas del giro hacia la democracia, pero la costumbre presidencialista se man-tiene en las mentalidades y conductas de todos ellos. En la práctica y en el mis-mo discurso, este imperio del presidencialismo que fue derrotado en las urnas, setraduce en una casi total ausencia de iniciativas para debatir y desplegar políticaspúblicas pertinentes, que puedan a la vez inscribirse en visiones más complejasde futuro y estrategias económicas y sociales. La crítica del pasado autoritario sehace de modo cada vez más rutinario, pero para los principales jugadores pareceser suficiente.

Contribuir a una reflexión de mayor alcance y plazo, que sirva para delinearuna crítica y una plataforma de renovación de la política, así como de los desem-peños del Estado democrático que hay que construir, es la misión que articulanuestro empeño editorial. Inscribir este esfuerzo en una elaboración que nos con-duzca a ampliar e innovar las fórmulas reconocidas como socialdemócratas es, ala vez, el cemento de nuestro compromiso intelectual con una manera y unos cri-terios para hacer y evaluar la y las políticas.

Los materiales que ofrecemos esta vez nos sirven para renovar estos conve-nios y nos llevan a arriesgar en una problemática que, en sus términos más estric-tos, no admite soluciones fáciles, mucho menos instantáneas. Presentamos dosimportantes textos sobre la cuestión indígena, centrada en esta ocasión en el de-bate sobre el zapatismo y completada por unos argumentos críticos sobre la le-gislación sobre derechos y cultura indígena. Junto con esto, está una evaluacióndel curso y los ritmos del TLC, hecha en el contexto de la política comercial esta-dunidense que hoy por hoy domina la evolución del Tratado. En el mismo mar-co, proponemos unas consideraciones sobre los desequilibrios regionales que elcambio económico parece haber agudizado y nos preguntamos sobre la carga po-tencial y real de decepción y frustración que ha acompañado a las transiciones de-mocráticas en casi toda la región latinoamericana.

Mantenemos y ampliamos la exploración iniciada en el primer número de larevista sobre el sentido de la transición a la democracia en nuestro país, y añadi-mos una interesante y rica conversación sobre el derecho y la justicia. Asimismo,ofrecemos una primera incursión en el casi siempre soslayado asunto del desarro-llo rural, buscando miradores conceptuales y de política que se hagan cargo de

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los enormes deslizamientos ocurridos en las últimas décadas en la sociedad ruralmexicana. Nuestras secciones Interlínea y Libros mantienen su rumbo ascenden-te, en textos y diversidad.

Por último, pero no al último: renovamos nuestro compromiso con la litera-tura gracias a la generosidad del joven escritor Jorge Fernández Granados, PremioNacional de Poesía Aguascalientes, cuyo poema El aprendiz, del libro Los hábitosde la ceniza, enriquece nuestras páginas. Francisco Mata Rosas, fotógrafo mexi-cano que pertenece a una brillante y madura generación de reporteros gráficos,acompaña este número con imágenes cubanas que forman parte de su serie Lito-rales; para él también nuestro reconocimiento.

Este tercer número de Configuraciones debe su aparición al aporte de mu-chos y bien dispuestos benefactores, cuyos nombres incluimos casi como colofónde esta entrega. Reiteramos nuestro agradecimiento a Rosa Elena Montes de Ocay a Antonio Bolívar, cuyas contribuciones fueron decisivas para que pudiéramosestar de nuevo en circulación.

Al final, y al despegar en este vuelo de la alternancia democrática, deseamosa lectores y colaboradores un buen año y un mejor nuevo milenio.

ROLANDO CORDERA CAMPOS

Director

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Los “hombres verdaderos”

en el Desierto de la SoledadContradicciones y retos

del zapatismo chiapaneco

Maya Lorena Pérez Ruiz*

Posmodernidad y mitología en Las Cañadas de la Selva Lacandona

a insurgencia de los indígenas, acuñada en Las Caña-das, ha conmovido al mundo porque en el imaginario que rodea al zapatismo seconsidera que emerge de uno de los rincones más aislados del planeta y es vozde los hombres más pequeños, más humildes, más olvidados, más marginales ymás tradicionales de México. En ellos, se dice, converge la mitología de Votán-Za-pata con las reivindicaciones más recientes de la humanidad, lo que lo forja co-mo un movimiento posmoderno y ejemplo de lo que serán los movimientos so-ciales del nuevo milenio: movimientos en los que coinciden las demandas localescon las universales; que buscan una nueva manera de hacer política recuperandola ética y lo humano; que plantean un ideal de democracia universal incluyentede la diversidad y la diferencia, y que emprenden una lucha frontal contra la glo-balización neoliberal con una internacionalización de la esperanza como arma pa-ra construir una nueva y alternativa comunidad planetaria.

La utopía zapatista, sustentada en la democracia, la justicia y la dignidad, con-voca a miles y miles de personas de todo el mundo porque les permite imaginaruna modernidad alternativa, en la que cada actor deposita sus propias expectativaspara construir un futuro con identidad, enraizado en su pasado histórico y cultural.Un futuro que parece posible cuando se creían acabadas todas las utopías y se vis-lumbraba como futuro sólo aquel proyectado por la barbarie del capitalismo neo-liberal. En el mañana al que convoca el zapatismo es posible imaginar una nuevarelación entre gobernantes y gobernados, una coherencia ética entre los fines y losmedios de la política, una creciente participación de la sociedad en las decisionessobre su mundo, la emergencia de nuevas formas para el ejercicio del poder, así co-mo nuevas maneras de establecer un control social sobre aquellos que lo ejercen.

Mucha de la contundente atracción hacia el EZLN se basa en su discurso dehumildad que, según sus propios miembros, nace de la sencillez de los más des-

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* Doctora en antropología. Investigadora de la Dirección de Etnología y Antropología Socialdel Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Correo electrónico: [email protected]

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poseídos y, al mismo tiempo, los más antiguos habitantes del continente america-no: los indios zapatistas que, por lo demás, se niegan como vanguardia, se dicenajenos a toda intención de tomar el poder del Estado y de ubicarse por encima dela sociedad. Que estos hombres y mujeres, antiguos y pobres, se levanten en ar-mas en favor de la humanidad y contra el neoliberalismo, sin más interés que sucontienda por la dignidad y la justicia, se presenta ante la sociedad mundial co-mo una epopeya reivindicativa de los valores humanos universales que recuerdanel sacrificio de Cristo por la salvación del hombre.

El zapatismo, que se nutre de los sueños recuperados de los más disímbolossectores de la sociedad así como del sacrificio de los zapatistas, ha buscado cons-tituirse a su vez en el mito fundante de una nueva utopía que aglutine a la socie-dad civil opuesta al neoliberalismo para forjar el devenir del nuevo milenio. A di-cho proyecto contribuye el discurso zapatista, a la vez telúrico y moderno, religiosoy secular, humanista y liberal, democrático y radical, poscomunista y comunitario,así como la percepción que tienen de sí mismos los zapatistas de ser “los hombresverdaderos”, que poseen una “palabra y una historia verdaderas”, y que están dis-puestos a dar su sangre para fundar un futuro alternativo para la humanidad.

A la construcción, mantenimiento y proyección futura del mito fundacionalzapatista contribuyen muchas concepciones idealizadas acerca de la historia delos habitantes de Las Cañadas, sobre el origen del EZLN y sobre su práctica military política.1 Representaciones sociales que no siempre corresponden a una realidadempíricamente comprobable, pero que encuentran un campo fértil en un contex-to ideológico y político en el que la legitimidad social se ha colocado del lado delos rebeldes zapatistas, y el descrédito y la desconfianza se ubican del lado del go-bierno mexicano.

Entre las concepciones idealizadas más comunes sobresalen: la de que losindios zapatistas de Las Cañadas son los más tradicionales, aislados, marginales ypobres de México; la de que el EZLN es la única opción organizativa y política dela región; el convencimiento de que el zapatismo chiapaneco ha sido el único mo-vimiento que vincula las demandas indígenas locales con la lucha nacional por lademocracia y la justicia; la certeza de que, por lo anterior, el EZLN representa a to-dos los pueblos indígenas de México, y de que por su humildad, su falta de inte-rés en el poder y por su amplio sentido incluyente y democrático, es ejemplar ycasi la única opción de cambio radical de México y del mundo.

Dicha perspectiva idealizada crece y se alimenta de lo que muchos otros,simpatizantes mexicanos y extranjeros, piensan, dicen, escriben y difunden sobrelos indígenas zapatistas, pero tiene como sustento principal la percepción que tie-nen de sí mismos los zapatistas como “los hombres verdaderos”. La cual, por lodemás, se ha convertido en una dificultad y en un obstáculo en su proceso de ne-gociación para alcanzar la paz “con justicia y dignidad”.

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1 Juan Pedro Viqueira analiza las principales ficciones que se tratan hoy como verdades sobreChiapas en “Los peligros del Chiapas imaginario”, Letras Libres, año 1, núm. 1, 1999, México, pp. 20-28/96-97.

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De esta manera, si bien en esa perspectiva idealizada de lo que ha sido y esel proyecto zapatista radica mucha de su fuerza aglutinadora y convocante, en ellaestá también una de sus más grandes debilidades, pues sin una perspectiva críti-ca y realista que obligue al zapatismo a reconstruirse sobre la base de enmendarerrores y resolver contradicciones, éste y su convocatoria para cambiar el mundoquedarán sólo como uno más de los sueños de fin de siglo.

Origen e identidad de los “hombres verdaderos”Contrario a lo que comúnmente se cree, los indígenas zapatistas de Las Cañadasno son ni los más aislados, ni los más tradicionales, ni los más atrasados política-mente, ni los más pobres indígenas de México. Son, por el contrario, producto dela modernidad construida en México sobre la dominación y la explotación de cier-tos sectores sociales, entre ellos gruesas capas de población indígenas, pero influi-da también por la lucha de estos sectores por la reivindicación de sus derechos.De esta manera, los habitantes de Las Cañadas, lejos de provenir de comunidadesindígenas tradicionales, aisladas de todo contacto con la modernidad, provienenmayoritariamente de los cientos de ex peones acasillados que en el pasado recien-te fueron expulsados de las fincas y haciendas, precisamente a causa de su mo-dernización productiva, y que encuentran en la Selva una opción de vida, promo-vida incluso por el gobierno mexicano.

Los ex peones acasillados en el momento de su llegada a la Selva, si bien po-seen una identidad originaria como tzotziles, tzeltales, choles y tojolabales, care-cen de los referentes comunitarios de los pueblos de Los Altos de Chiapas. Poseen,por el contrario, una identidad grupal y cultural limitada al grupo familiar y cir-cunscrita al espacio social de las fincas cafetaleras y ganaderas en las que interac-túan, por una parte, con sus patrones no indígenas y, por otro, con los demás expeones acasillados con los que comparten el uso de su lengua y ciertos patronesculturales similares. Poseen, además de su identidad originaria, la identidad comoindios o indígenas que se les ha impuesto desde la Colonia y que ha servido porgeneraciones para justificar política, cultural y económicamente su posición su-bordinada frente a sus patrones blancos, no indígenas.

En su difícil tránsito de peones a colonos sólo los acompaña a la Selva laIglesia católica que impulsa, mediante la Pastoral Indígena y la Opción por losPobres, un proyecto para unificar a los cientos de familias dispersas física y cul-turalmente, en comunidades cristianas. En ese proceso la Iglesia combate muchade la memoria cultural y mítica que ha sobrevivido en los indígenas, y mucho delo que los ex peones viven en ese momento como tradición es combatido median-te la cruzada evangelizadora contra la brujería, la poligamia y las viejas formas deenfermarse y de curarse cosas como el “mal de ojo” y la “pérdida del alma” y de“la sombra”. A cambio, la Iglesia, mediante la Catequesis del Exodo, contribuyea hacer de la identidad indígena, negativa y colonial, un elemento de unificación,de identidad positiva para construir un proyecto que se propone luchar por la li-beración indígena. Recupera, sobre todo de los tojolabales, la autopercepción ori-ginaria como “hombres verdaderos”, para extenderla hacia los colonos de la Sel-

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va, étnicamente diversos, y para que se constituya en el elemento aglutinador delser indio.

La labor de la Iglesia católica es, entonces, fundamental para la construcciónde esa identidad indígena, transétnica y multicultural de los habitantes de Las Ca-ñadas, pues contribuye a incorporar a su proyecto de vida la lucha por la digni-dad y la justicia. De modo que si antes —como peones— su identidad indígena,negativa y colonial les daba la justificación de su subordinación a los patrones,luego del éxodo a la Tierra Prometida, es la identidad indígena revalorada la queles permite construir el vínculo de identificación y unidad para emprender su pro-yecto de futuro. Muchos rasgos característicos de la identidad forjada en Las Ca-ñadas, como el de asumirse como los “hombres verdaderos”2 capaces de luchary resistir mediante su fe y su sacrificio para conseguir sus ideales, se explica porla influencia de la Pastoral Indígena y la Teología de la Liberación que ha movili-zado al indígena mediante la reivindicación idealizada de su pasado, de su cultu-ra y de su identidad frente a la opresión colonial de los blancos o caxlanes. En laproducción de esta nueva identidad, sin embargo, subsiste una visión bipolar delas relaciones sociales, en la que se subraya la confrontación entre indígenas y noindígenas, y en la que persisten, además, ciertos elementos derivados del sentidocomún y de la memoria histórica que contribuyen a que los habitantes de Las Ca-ñadas mantengan y reproduzcan ciertas relaciones de paternalismo y subordina-ción: por ejemplo, la dependencia hacia intermediarios externos (no indios) y laidea de que deben ser compensados por tantos años de sufrimiento.

Pronto, la Iglesia católica y los habitantes de Las Cañadas se topan con lasdificultades de emprender un proyecto de liberación indígena, en un contexto defuertes luchas por la posesión de la tierra y frente a un proyecto modernizador delEstado mexicano que defiende los intereses de los hacendados y las compañíasmadereras. Encuentran sitio, entonces, los asesores externos que llegan a la Sel-va Lacandona: se trata principalmente de activistas universitarios que luchan porel socialismo, y que se vuelcan a las áreas rurales, después de la masacre estu-diantil de 1968, en la Ciudad de México.

De esta forma, la perspectiva nacional de la identidad de los indígenas y desus reivindicaciones proviene de su lucha por la tierra y de su inserción en la vi-da institucional y política de Chiapas y de México. Es decir, para enfrentarse co-hesionada y legítimamente a los decretos nacionales y estatales que en diferentesmomentos han pretendido anularles sus derechos sobre la tierra colonizada y susrecursos, requieren reconocerse como indígenas chiapanecos y mexicanos ade-más de ser choles, tojolabales y tzeltales. De los asesores y técnicos de izquierdaanteriores al EZLN aprenden también la historia de México, el simbolismo patrio ya reconocerse dentro de la gran corriente histórica internacional de lucha contra

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2 Hay que recordar que, en general, los pueblos indígenas se consideran a sí mismos como“los hombres” o “los hombres verdaderos”, como referente de identidad para diferenciarse de losotros. Los zapatistas retoman el apelativo del tojolabal, pero antes, la Iglesia había contribuido a surevaloración como medio de concientización y liberación.

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la opresión: con su apoyo identifican sus causas, comienzan a conocer las luchasinternacionales por el socialismo, y junto a ellos fortalecen su identidad y su lu-cha nacional contra la injusticia y la explotación. Bajo el nuevo lenguaje de la lu-cha contra la opresión subsiste, empero, una visión bipolar de las relaciones so-ciales, que al igual que la que divide al mundo en indios y no indios, divide a lasociedad en oprimidos y explotadores.

Así, de la articulación de la Iglesia católica local y regional con el maoísmoviene mucho de lo que hoy se considera la tradición organizativa de los habitan-tes de Las Cañadas: el papel de las asambleas comunitarias para la toma de deci-siones, el consenso y la gran capacidad de comunicación, movilización y actua-ción inter e intracomunitaria. Mucha de la politización y la radicalización de loshabitantes de esta región se sustenta en su experiencia de más de treinta años denegociaciones y confrontaciones con los poderes locales, estatales y nacionales,primero para lograr los derechos sobre su tierra, y luego para conseguir mejoresapoyos para la producción y comercialización de sus productos: ganado y café,sobre todo. Un tipo de producción, paradójicamente no tradicional, heredada yaprendida de la producción mercantil de las haciendas.

En este caso, la falta de caminos, de servicios e incluso de apoyos a la pro-ducción no es producto del aislamiento o la marginación de los indígenas de LasCañadas respecto del sistema económico y de gobierno imperante en México, si-no producto de su pertenencia a ese sistema que establece una injusta división deltrabajo, que privilegia el desarrollo de unos pocos a cuenta de la pobreza, la ex-plotación y la descapitalización de muchos otros, así como de su integración a unsistema político que privilegia la lealtad corporativa y castiga la disidencia y la or-ganización independiente. De igual manera, su espíritu combativo, su capacidadde resistencia, así como su apego a lo que ahora constituye su tradición y su iden-tidad no son producto del aislamiento ni de su pertenencia a comunidades ances-trales y prehispánicas, sino de lo que estos pobladores han hecho para reconstruirsus vidas, adaptándose a nuevas condiciones; luchando por conseguir aquelloque supuestamente les ofrece la nación y la modernidad; apropiándose para ellode lo que consideran útil, e incorporándolo todo en un proyecto de bienestar que,ciertamente, establece la legitimidad de sus derechos en una identidad indígenay originaria. Identidad que en ese proceso se ha reformulado y, como en todoslos procesos de creación y actualización de las identidades, ha recreado el pasa-do en función del presente y de un futuro mejor.

A principios de los años ochenta, los miembros de las Fuerzas de LiberaciónNacional (FLN) arriban a Chiapas (por segunda vez), y se presentan ante los indí-genas de Las Cañadas como una nueva opción política frente a las limitacionesmostradas por los proyectos de organización emanados del apoyo de la Iglesia ca-tólica y los asesores maoístas. Las FLN son una organización político-militar quedesarrolla trabajo clandestino en varios frentes en todo el país. El frente chiapa-neco lleva por nombre Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y crecesobre todo entre las bases altamente politizadas y organizadas de Las Cañadas.Por su clandestinidad, el proyecto político-militar del EZLN nunca se discute am-

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plia y públicamente, como sí sucede con los anteriores, y su crecimiento se damediante el reclutamiento clandestino de los indígenas para quienes, durante al-gún tiempo, el proyecto armado no se contrapone con su anterior proyecto orga-nizativo legal, impulsado por la Iglesia y los maoístas, y que lucha de maneraabierta por la tierra y por mejorar la producción.

La aportación principal del EZLN a los hombres y mujeres de Las Cañadas hasido, en ese contexto, su entrenamiento para la autodefensa y su articulación a unproyecto militar orientado hacia el socialismo que implica necesariamente la libe-ración nacional, y que les ofrece el cambio radical, mediante las armas, como úni-ca opción para conseguir sus viejas demandas, escatimadas durante tantos añospor el gobierno mexicano.

La expansión regional del proyecto zapatista encuentra, sin embargo, límitesderivados de su concepción izquierdista de la lucha de clases y de la organizaciónpolítica, y debe adecuar su lenguaje y simbolismo al imperante en Las Cañadas, yaunque no modifica su estructura jerárquica militar, tiende lazos de comunicaciónnovedosos con las comunidades indígenas, sobre todo cuando ya se acerca el mo-mento del levantamiento armado. El Comité Clandestino Indígena, que garantizala comunicación del EZLN con las comunidades, es producto de esa relación.

Después del levantamiento del 1 de enero de 1994, el EZLN fortalece su ima-gen como movimiento indígena y transforma sus demandas por el socialismo ha-cia las de la lucha por la democracia, ante las presiones de amplias capas de la so-ciedad que se oponen a la guerra como opción para el cambio social. Es entoncescuando los zapatistas proyectan hacia la sociedad nacional mucho de lo que hanaprendido de las comunidades indígenas, en cuanto a formas de gobierno, tomade decisiones y ejercicio del poder: el “mandar obedeciendo”, los acuerdos porconsenso y las formas de democracia y de participación directa, son algunas de lasaportaciones que, en nombre de los indígenas, los zapatistas brindan a la luchademocrática nacional. Otra de sus aportaciones es vincular la lucha nacional porlos derechos indígenas y la democracia en una perspectiva que trasciende las fron-teras nacionales hasta alcanzar la lucha mundial por la humanidad y contra el neo-liberalismo y que emplea los más modernos medios de comunicación para ello.

Pero el proyecto del EZLN, como se ha dicho, no era, no es, el único impe-rante en Las Cañadas, de modo que el gobierno zapatista ejercido dentro de lascomunidades así como la declaración de guerra al gobierno mexicano, son ava-lados sólo por una parte de la población, y han contribuido a dividir y a polari-zar a sus habitantes, ya confrontados por diferencias generacionales, de género,religiosas, y por pugnas de poder y liderazgo.

El EZLN en el Desierto de la SoledadEl EZLN, como lo reconoce Marcos, es producto de varias rupturas y varios renaci-mientos. El primer gran cambio del zapatismo surge cuando la organización mili-tar, que llega de la ciudad a la Selva, se confronta con las comunidades indígenasde Chiapas: es el momento en que sus promotores se encuentran con una reali-dad no comprendida por el marxismo-leninismo que los orienta. De esta primera

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confrontación entre guerrilleros urbanos, líderes indígenas altamente politizadosy un movimiento social indígena que lucha por sus recursos, surge la primeraamalgama zapatista. Mucho del lenguaje zapatista y del énfasis moral, y hasta fun-damentalista de su discurso y sus acciones, se gesta en esta mezcla. Mucho de laprofunda convicción de las comunidades y líderes de constituir “los hombres y lasmujeres verdaderos”, de poseer “la verdad de la palabra”, de estar del lado correc-to de la historia, de emprender la heroica lucha del bien contra el mal y de resis-tir, casi como mártires, los efectos de la guerra y del cerco antizapatista, viene deesas comunidades indígenas —conversas por una Iglesia de los Pobres, por unaPastoral Indígena— que han hecho de la búsqueda de la dignidad, la libertad yla justicia, la bandera fundamental de su lucha. Discurso que, con otros términos,coincide con el sentido profundo de la lucha de los guerrilleros urbanos: aqueldestinado históricamente a salvar a los sectores oprimidos de la sociedad de la in-justicia y la explotación del capitalismo.3

El segundo cambio se presenta cuando —una vez que se ha declarado laguerra al gobierno en 1994— el proyecto zapatista de tomar la capital del país porla vía armada se encuentra con la resistencia de la sociedad civil que ordena el al-to al fuego. En ese momento crítico, el EZLN cambia su discurso sobre la toma delpoder y la dictadura del proletariado por el de la democracia. Es el momento enque los zapatistas rompen el aislamiento alimentado por la clandestinidad y porla cerrazón de su proyecto armado. Es cuando el entrenamiento de diez años pa-ra la guerra se constata obsoleto,4 y deben aprender y actualizarse mediante sucontacto con la amplia gama de sectores sociales que se acercan a ellos: apren-den del movimiento indígena nacional, del movimiento campesino, del movi-miento urbano-popular, de los sindicatos, de los intelectuales, de los artistas, delas feministas, de las organizaciones no gubernamentales.

Y el tercer cambio se suscita cuando los zapatistas aceptan incorporarse a lavertiente de la transformación nacional mediante la reforma del Estado, caminoque se inicia con la Convención Nacional Democrática y tiene su momento este-lar en el Foro Especial para la Reforma del Estado. Es cuando todo parece apun-tar a la transformación definitiva del EZLN en fuerza política legal, en obediencia almandato que la sociedad civil le dio en la Consulta Nacional por la Democracia.

Este último paso, sin embargo, no se concreta y con él queda pendiente hastahoy la transformación o desaparición definitiva del EZLN. Las razones explícitas sonlas anunciadas por los zapatistas cuando se retiran del diálogo con el gobierno: el in-

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3 “El zapatismo no era marxismo-leninismo, pero también era el marxismo-leninismo, no erael marxismo universitario, no era el marxismo de análisis concreto, no era la historia de México, noera el pensamiento indígena fundamentalista y milenarista, y no era la resistencia indígena: era unamezcla de todo esto, un coctel que se mezcla en la montaña y que cristaliza en la fuerza comba-tiente del EZLN, es decir, en la tropa regular” (Subcomandante Marcos, en Le Bot, 1997, p. 199).

4 Ejemplo de esa dificultad de los zapatistas para hacer política es la declaración del coman-dante Tacho: “Nos preparamos para pelear, para defender, para morir o matar. Pero nunca había-mos pensado que lo que se necesitaba era la política, porque de haberlo pensado, hubiéramos he-cho otra cosa, pues” (en Le Bot, 1997, p. 236).

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cumplimiento de los primeros acuerdos sobre derechos indígenas y la falta de garan-tías para la transformación pacífica y digna del zapatismo armado en zapatismo civil.

Existen, sin embargo, otras razones que dificultan que el zapatismo puedatransformarse en movimiento civil. Una de ellas surge precisamente de los diezaños de su entrenamiento para la guerra y no para la paz: cientos de jóvenes,hombres y mujeres, alejados de la educación para la producción, tienen la certe-za de que el poder de las armas es la única garantía para el cambio social a su fa-vor. Además, la constitución del EZLN como organización político-militar generamuchas de las contradicciones que enfrentan los zapatistas y les imposibilitan pa-ra un ejercicio pleno de la democracia —dentro y fuera de sus zonas de influen-cia— en su convivencia con otras fuerzas políticas. El propio subcomandanteMarcos asume esas limitaciones cuando reconoce el poder de las armas del EZLN

en la toma de decisiones de las comunidades zapatistas; cuando autocritica el to-no imperativo, y hasta autoritario, del EZLN hacia la sociedad civil y los partidosde oposición aliados; cuando emprende unilateralmente acciones que debieranser acordadas y discutidas en conjunto, y cuando reconoce que existe una impa-ciencia radical de los zapatistas ante una sociedad civil que no reacciona con losritmos y la obediencia con que se mueve una organización militar.5

Derivado de lo anterior, otra dificultad zapatista para transitar por las vías de-mocráticas estriba en los objetivos mismos que como organización político-militarse ha propuesto: la transformación radical no sólo de su ámbito regional, no sólode México, sino del mundo, y de lograrlo bajo su perspectiva de lo que debe serel proceso y de cuál debe ser el sentido orientador del cambio,6 aunque reiterada-mente afirmen lo contrario. Y en esa intransigencia desempeña un papel impor-tante la autopercepción de los zapatistas como “hombres verdaderos” que hablan“con la palabra verdadera”, representación social que se alimenta no sólo del dis-curso religioso previo de muchos de sus miembros, sino también del aportado porel radicalismo y la bipolaridad del discurso izquierdista del marxismo-lenismo.

Efectivamente, al analizar la práctica política de los zapatistas puede verseque la propuesta de instaurar en México un gobierno de transición, un nuevoConstituyente y una nueva Constitución, significan una mediación respecto a susobjetivos a largo plazo de acabar con el neoliberalismo a nivel mundial; pero sehan vuelto una atadura y un impedimento para que los zapatistas puedan concre-tar sus alianzas políticas con otros sectores sociales, y aun para transformarse enfuerza política legal, puesto que tales objetivos no han alcanzado el consenso ne-cesario dentro de la sociedad civil y política del país, y puesto que los zapatistaspermanentemente expresan su desconfianza hacia otras formas de transitar haciala democracia. Es decir, se debaten entre el camino y las formas democráticas, queincluyen el acuerdo con otras fuerzas políticas sobre las normas para la contien-

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5 Véase la última parte de la entrevista de Le Bot al subcomandante Marcos (Le Bot, 1997).6 El zapatismo se define a sí mismo como “una utopía radical”. Véase “Qué política necesita-

mos”, en Crónicas intergalácticas. EZLN. Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad yContra el Neoliberalismo, México, Planeta Tierra, Montañas del Sureste Mexicano, 1996, p. 52.

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da política, para la disidencia, para los desacuerdos, para la negociación, y queimplican un paso lento y gradual de cambio, y la forma rápida, dirigida y pensadapor ellos en su proyecto militar original, en un ambiente que somete la economía,la política y la vida a un ritmo de guerra. Lo que al final implica preguntarse acer-ca de las dificultades que tiene una organización que desde su nacimiento seplantea como radical, armada y antagónica, para transformarse en una organiza-ción política que debe ajustarse a las normas establecidas y negociadas por unconjunto de fuerzas políticas, entre las cuales ella es sólo una.

En sus alianzas, en sus éxitos y en sus rupturas con otras fuerzas políticas seexpresa, pues, esa fuerte contradicción del zapatismo que nace de autonegarse co-mo vanguardia y de autolimitarse como líder cuando impulsa un proyecto que, porsu naturaleza militar, radical y antagónica, requiere de la autoafirmación de los za-patistas como “hombres verdaderos”, como los que poseen la “palabra verdadera”.Percepción de sí mismos —cargada de autosacrificio y de la fuerza de poseer laverdad— que, por lo demás, les es indispensable para sostener su resistencia y susupervivencia frente a un cerco militar, paramilitar, político y económico, impues-to por el gobierno federal como parte de la guerra contra el EZLN. Esta contradic-ción se ha expresado en muchos momentos culminantes en los que los zapatistashan logrado reunir a cientos y cientos de personas y organizaciones alrededor desu proyecto de cambio, y que luego derivan en movilizaciones que no concretanéxitos ante la falta de dirección, ante las pugnas entre personas y organizacionesque se disputan el liderazgo que rechaza el EZLN, y que entonces son capitalizadospor ciertos sectores políticos que después se deslindan de los zapatistas.

Por ello, el EZLN avanza en sus alianzas con organizaciones y movimientospolíticos y reivindicativos (partidos políticos, sindicatos, organizaciones civiles, or-ganizaciones indígenas, entre otras), pero pronto entra en conflicto con ellos:cuando no aciertan a cristalizar las intuiciones del EZLN y/o cuando en los hechosno acatan su liderazgo, sus directrices, sus ritmos y, por supuesto, cuando desdeel punto de vista zapatista, se quedan a la mitad del camino y traicionan lo quedebe ser el camino verdadero, para “transar” y acomodarse al “juego político delos poderosos”. Es decir, rompe o se aleja de ellos cuando, por ejemplo, las orga-nizaciones indígenas reivindicativas se concentran en negociar tierra, salud, ali-mentación y vivienda, y cuando las organizaciones políticas se conforman con lo-grar reformas constitucionales (como la reforma electoral o la del artículo 4o.), sinpoder, o sin querer, seguir el ritmo de cambio con el que sueña el EZLN.

La posición respecto al poder es otro asunto que no ha podido resolver elEZLN, y que crea confusión entre sus aliados y amigos. Insistentemente planteaque su lucha nacional no implica su deseo de tomar el poder. En cambio, dicenlos zapatistas, implica luchar por el cambio a un sistema democrático, por tenerigualdad en la lucha política y por abrir espacios para la lucha civil y pacífica. Poreso hablan, en esos momentos, no de la toma del poder, sino de derrocar al dic-tador, de abrir un espacio político nuevo, ajeno al control del partido de Estado,y que sea el Congreso nacional el que nombre a un gobierno de transición paraorganizar nuevamente el sistema político.

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Esta posición, que coloca al EZLN más allá de las disputas por conseguir elcontrol del Estado, es lo que le ha conseguido buena parte de las simpatías mun-diales, ya que habla de un movimiento más preocupado por recuperar la digni-dad humana y la ética en la vida pública que por alcanzar beneficios para ellosmismos. Sin embargo, hay ambigüedades respecto a la forma como los zapatistasdefinen el poder y se ubican ante él; esto no les permite entender y expresar conclaridad que en su contienda contra el gobierno, el EZLN, más que ubicarse ajenoal poder, está en una lucha por socavar las actuales relaciones de poder, paratransformar la sociedad y para establecer, mediante la alianza con otras fuerzas so-ciales y políticas, nuevas formas para el ejercicio del poder, en las que se regresea la sociedad el control del poder público. Pero además, en su lucha contra el po-der y contra todo aquel que lo asume o lo busca, ha chocado frontalmente no só-lo con los partidos políticos con los que se ha aliado (sobre todo con el PRD), si-no incluso con las organizaciones indígenas cuyas batallas de muchos años hansido, precisamente, por adquirir el control del gobierno y los puestos públicos desus comunidades y regiones.

La definición zapatista de poder, que lo reduce sólo al control de los apara-tos del Estado, no permite comprender, por lo demás, que el zapatismo desde sugestación, en su expansión en Chiapas así como en su expansión nacional e in-ternacional, ha estado involucrado en contiendas por el poder, puesto que así escomo el EZLN ha definido sus posiciones dentro de las relaciones de poder vigen-tes, y que incluso ha ejercido el poder en todas aquellas comunidades donde ac-túa como gobierno desde 1994: un poder que implica mantener y reproducir elcontrol material y simbólico de los recursos estratégicos —humanos, naturales,ideológicos y simbólicos— en diferentes niveles de la organización social de lospueblos. Así, en lo que al parecer son contradicciones en su discurso, el subco-mandante Marcos, al mismo tiempo que niega cualquier aspiración zapatista alpoder, ha reconocido disputas de poder del EZLN con la Iglesia católica y con laARIC en Las Cañadas, y aun dentro de la estructura de las FLN, cuando el EZLN in-siste en que se reconozca el poder de las comunidades dentro de su estructura.Su discurso antipoder, antiliderazgo y antivanguardista le ha impedido inclusoidentificar con claridad —y resolver autocríticamente— muchas de las dificultadesque ha tenido en sus alianzas con las organizaciones políticas y reivindicativas,con las cuales en los hechos ha ejercido y ha buscado mantener su poder y su li-derazgo, con lo que ha propiciado el sectarismo.

De esta manera, las fisuras del proyecto zapatista se presentan también enámbitos cercanos, en sus relaciones con las comunidades indígenas de las que sealimenta. En el nivel comunitario enfrenta sombrías contradicciones entre su dis-curso y su utopía democrática, y la imposibilidad de concretar esos ideales limita-dos por una estructura jerárquico-militar cuya fuerza, concretada en las armas, seextiende primero hacia sus bases, como un poder que homogeneiza las decisio-nes y que inhibe la oposición y la disidencia, y luego se extiende, intolerante, ha-cia los que no son zapatistas. Su incapacidad democrática se ha presentado cuan-do se asume como gobierno en el territorio controlado por los zapatistas después

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de enero de 1994. Allí, durante todo el primer año de su gobierno, se evidencia laviolación de los derechos humanos hacia los no zapatistas “por intolerancia de losmandos medios y bajos de la estructura civil del Comité Clandestino Revoluciona-rio”, explica Marcos. Pero de alguna manera, como lo reconoce el subcomandan-te, allí afloran problemas que son “producto de una estructura organizativa que ha-bía aprendido a gobernar en resistencia, pero no era una verdadera alternativa degobierno. El zapatismo no acaba de transformarse en gobierno realmente plural.Es decir, dejar de ser zapatista y hacerse gobierno en las comunidades”.7

Después de enero de 1994, en su sinuoso tránsito hacia la paz y hacia sutransformación en organización política legal, muchas de las acciones del EZLN sehan encaminado a organizar a la sociedad civil para que sea capaz de enfrentarla desorganización social, la crisis, la debacle del sistema que, según su análisis,no tiene más salida que el descontento masivo y la insurgencia civil. Así creyó quesucedería si ganaba el PRI en 1994; lo creyó una vez más ante las inminentes to-mas de posesión de Eduardo Robledo Rincón en Chiapas, como gobernador, y deErnesto Zedillo, como presidente de la República, y lo volvió a creer antes de laselecciones de 1997. Siempre ha percibido la posibilidad de la guerra tras el des-contento social, tal vez como resabio de su formación ideológica original, tal vezcomo una manera de resolver su contradicción interna como organización arma-da que, circunstancialmente, se ha involucrado en procesos políticos y democrá-ticos hasta el punto en que busca actuar como organización política, pero paraapoyar o encabezar, a fin de cuentas, la insurgencia civil, la revolución social.

No obstante, todas las predicciones de revuelta, de insurgencia civil masivale han fallado al EZLN, y tampoco han encontrado eco sus propuestas de transfe-rir su liderazgo a una organización o a una personalidad civil, para aglutinar, pa-ra organizar el descontento social y superar así las limitaciones que tiene como or-ganización militar. La Convención Nacional Democrática naufraga en disputasinternas; el Frente Zapatista sin el EZLN no consigue el liderazgo planeado, y con-cretamente Cuauhtémoc Cárdenas no acepta el reto de deslindarse de su propiaorganización (el PRD) para encabezar un gran movimiento de liberación nacionalo un gran frente opositor.

El EZLN periódicamente vive todas esas dificultades como momentos de ais-lamiento, de gran soledad, en los que se ha sentido abandonado por todos aqué-llos a quienes ha decidido salvar y por quienes se ha dispuesto a luchar. Ha sen-tido el vacío con las deserciones masivas de sus filas después del enfrentamientode Corralchén en 1993; más adelante, se ha sentido solo cuando el descontentosocial de 1994 no devino en revuelta masiva; se repite el sentimiento de soledadantes y después de las elecciones de 1997, cuando se siente abandonado por todaslas fuerzas políticas que asistieron a su Foro Especial sobre la Reforma del Esta-

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7 Sobre las limitaciones democráticas del EZLN Marcos dice: “A la hora en que los zapatistasdiscuten políticamente con otros grupos políticos dentro de las comunidades, sí se puede ser tole-rante y todo eso, pero el arma tiene un peso. Ser una organización armada es una contradicción enla que nosotros hemos insistido, el zapatismo armado no puede ser una alternativa de gobierno sise plantea la democracia” (Le Bot, 1997, pp. 271-272).

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do, y posiblemente esa sensación de aislamiento sea la que lo condujo al silenciode 1998. Una soledad, cuyo origen sin duda está en la raíz de su proyecto políti-co que emerge y trata de concretarse cuando el resto de las fuerzas sociales y po-líticas de México caminan, con sus propios pasos, a sus propios ritmos, por rum-bos que parecen similares, pero que no son exactamente los mismos.

Salir del Desierto de la Soledad —como símbolo de su aislamiento mientrasgestó su proyecto armado precisamente en esa parte de la Selva Lacandona, y co-mo símbolo de la soledad que lo rodea cuando choca, cuando no puede concre-tar sus alianzas con otras fuerzas políticas—, le significa al EZLN repensarse y re-componerse para poder resolver las contradicciones de su proyecto y su prácticapolítica. Sólo de una nueva transformación podrá emerger el zapatismo capaz deactuar como fuerza política en el nuevo milenio. Ello requiere una refundacióndel zapatismo, en la que el EZLN respete lo demandado por la sociedad civil en suConsulta Nacional sobre su futuro político; asuma con objetividad los alcances ylos límites de su liderazgo; comprenda y respete los objetivos, tiempos y ritmosde la sociedad nacional, y recomponga sobre ello su política de alianzas y las re-construya sobre bases realmente incluyentes, respetuosas, tolerantes, participati-vas y democráticas.

Los habitantes de Las Cañadas, que por su historia han debido tornarse corpo-rativos e intolerantes ante la disidencia, se enfrentan hoy unos contra otros, azuza-dos por el gobierno y por los grupos de poder locales, y están cercados por el Ejér-cito mexicano y por los grupos paramilitares que intentan ahogar no sólo al proyectozapatista, sino a cualquier otro medianamente democrático y autogestionario.

En ese contexto, en la actualidad los “hombres y mujeres verdaderos” de LasCañadas de la Selva Lacandona deben afrontar, como tarea histórica, hacer un ba-lance de sus proyectos, de sus maneras de autopercibirse y de actuar, de sus alian-zas, de sus logros y limitaciones, para emprender un nuevo proyecto que contri-buya a la reconciliación y a la unidad entre comunidades y dentro de éstas, sobrelos principios universales, tan difundidos por el zapatismo, del respeto, la inclu-sión, los derechos humanos, los derechos de las minorías y la democracia•

Septiembre-octubre de 2000

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La política comercial de

Estados Unidos y sus efectos

en MéxicoFederico Novelo U.*

Introducciónn un rango que, vale la pena reconocerlo, ha resulta-

do mucho menos significativo que los avances en materia de comercio global y,dentro de éste, intraindustrial, el Tratado de Libre Comercio de América del Nor-te (TLCAN, TLC) adolece de un cuerpo de previsibles complicaciones que deriva, deun lado, de la permanencia de una suerte de inercia proteccionista, apreciable enla letra de la norma y en la práctica de la política comercial de Estados Unidos y,de otro, en la perpetración de formas diversas de piratería en México que, en elrenglón de inversión, agreden los derechos de propiedad intelectual, preocupa-ción cierta de los países productores de tecnología; proteccionismo, piratería yotros elementos formales, cobijados por el propio instrumento, como la perma-nencia del Acuerdo Multifibras y las Reglas de Origen de la Industria Automotriz,tienden a producir mucha mayor desviación que creación de comercio y, en cir-cunstancias de mayor competencia comercial entre bloques, podrían originar uninadecuado cuerpo de agrandadas complicaciones, entre otras cosas, por la soli-dez y magnitud de la política comercial estadunidense y, en el caso mexicano, porla extraordinaria válvula de escape que, para la combinación perversa de desem-pleo y demografía, ha significado la informalidad y, dentro de ella y conviviendocon otras formas de ilegalidad, la piratería.

Como puede apreciarse, el asunto rebasa la tranquilizante observación deSidney Weintraub, en el sentido de que lo sorprendente, en este caso, sería queno hubiera problemas.1 La exclusión deliberada del factor fuerza de trabajo en elcuerpo del tratado, la recurrencia y profundidad de las crisis del sistema econó-mico mexicano y, en el momento del crecimiento de la inversión, el reflejo mu-cho menos que proporcional en la ocupación, son elementos en los que se haapoyado una cierta indulgencia del gobierno mexicano, amén de las clientelas po-líticas tradicionales, hacia el fenómeno de la informalidad y del amplio espectrode prácticas ilegales que cobija. Al lado de la migración ilegal, el problema se en-cuentra definitivamente alejado de cualquier solución plausible.

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* Profesor-investigador de la UAM-Xochimilco.1 Sidney Weintraub, El TLC cumple tres años, México, ITAM/FCE, 1997, p. 56.

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El presente trabajo se inicia con el examen de la evolución histórica recien-te de la política comercial de Estados Unidos, analizando las características de lasnormas vigentes y del debate en curso en aquel país, así como las implicacionesque han tenido para México. En esta parte, se destaca la añeja contradicción querepresenta la convivencia de un sólido discurso librecambista con una práctica,más sólida aún, de corte proteccionista; se analiza el efecto distorsionador de cos-tos y generador de más desviación que de creación de comercio, que producenel Acuerdo Multifibras y las reglas de origen de la industria automotriz, tal comohan sido incorporadas al TLC. Se continúa con el examen de los más significativosefectos que dicha normatividad tiende a producir en la economía y la sociedadmexicanas. Por último, se intenta construir un cuerpo de conclusiones prelimina-res, en virtud de las dificultades, cercanas a la imposibilidad, de que un instru-mento de libre comercio, como el TLCAN, logre modificar las inercias de la políti-ca comercial estadunidense o los problemas estructurales y, dentro de ellos, losrezagos sociales de México.

La política comercial de Estados UnidosEn las siguientes páginas se hace una presentación, ciertamente esquemática, delas principales características que han acompañado a la evolución histórica de lalegislación comercial estadunidense, que arranca con los elementos relativos a lasola negociación tarifaria; de ahí, se sigue una breve explicación de los momen-tos estelares de esa normatividad.

Referentes fundamentalesPara una mejor comprensión del cuadro anterior, se describe el sentido de las di-versas normas comerciales, en el entendido de que las cuatro primeras sólo se re-fieren a las funciones del Poder Ejecutivo en la determinación de las tarifas de im-portación.

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Evolución histórica de la legislación comercial de Estados Unidos

Año Aspecto destacado Observaciones1913 Tasa tarifaria de 15% Negociación tarifaria1922 Tasa tarifaria de 40% Ídem.1932 Tasa tarifaria de 60% Ídem.1934 Acuerdo de Comercio Recíproco Función delegada en el Ejecutivo1962 Acuerdo de Expansión Comercial Sección 252 faculta al Ejecutivo

para restringir las importaciones apartir de consideraciones deseguridad nacional

1974 Sistema General de Preferencias Sección 3011979 Acta de Acuerdos Comerciales Inclusión del fast track1984 Acuerdo de Libre Comercio con Israel Inclusión de servicios e inversión1988 Omnibus Trade and Competitiveness Act Super 301 y 301 especial1992-1993 TLCAN Recoge toda la legislación previa

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1. La sección 252 de 1962 fue el antecedente de la sección 301.2. La sección 301 de 1974 constituyó la base de la legislación comercial de

Estados Unidos y su objetivo fundamental fue el control de las políticas comercia-les de los otros países, a partir de la decisión unilateral de tener influencia en elcomercio que pudiera afectar a la planta productiva estadunidense.

3. El mecanismo de la vía expedita (fast track) fue diseñado para acelerar yaprobar los resultados de las negociaciones en el Congreso e introdujo modifica-ciones sustanciales en materia de antidumping y derechos compensatorios a par-tir de los cuales el presidente podía tomar decisiones acordes con la ley domésti-ca aunque se contrapusieran a los acuerdos multilaterales.

4. La misma legislación de 1979 incorporó la prueba de daño en materia dederechos compensatorios y adoptó el mecanismo de undertaking, por el que losexportadores podían evadir los procedimientos que se les iniciaban por dumpingy derechos compensatorios si aumentaban unilateralmente sus precios. En el ca-so de los subsidios también era posible suspender la demanda si el exportadoraceptaba limitaciones cuantitativas (restricciones voluntarias) a sus ventas en elmercado estadunidense.

5. En la legislación de 1984 se avanzó en una interpretación unilateral de loque el sistema internacional de comercio debía ser, y se definieron los términosde no razonable, injustificable y discriminatorio. Por no razonable se entiendenaquellos actos que violan o son incompatibles con los derechos internacionalesde Estados Unidos; injustificables son todas aquellas políticas que limitan los de-rechos legales de Estados Unidos en cuanto a obtener el trato de nación más fa-vorecida, trato nacional, derecho de establecimiento o protección de la propiedadintelectual; son discriminatorios todos aquellos actos, políticas o prácticas que leniegan a los estadunidenses un trato de nación más favorecida para sus bienes,servicios o inversión.

6. La misma legislación abordó la materia de los subsidios, incluyendo losdaños probados, el concepto de amenaza de daño y el de daño acumulado. Así,las compras de determinados bienes pueden limitarse con la mera “amenaza” dedaño a un sector y sin que se haya llegado a la prueba de daño, además de quetodas las exportaciones de un determinado producto son sumadas para calcularel daño total, aun cuando las exportaciones de ciertos países sólo representen unapequeña proporción. En este cuerpo normativo, también, se dio cobijo a los in-tereses que representan algunos congresistas, vinculados a los productores deacero, calzado, ferroaleaciones, vino, textiles y derivados de la leche, entre otros.2

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2 Al respecto, James K. Galbraith afirma: “Así, hasta principios del decenio de 1970, la extrac-ción petrolera nacional estuvo protegida por las cuotas que se fijaban para la importación de pe-tróleo; desde 1962, la industria textil se encuentra bajo el amparo del Acuerdo Multifibras, que es-tableció cuotas con las que se pretendía reducir la penetración de los mercados de Estados Unidospor telas y prendas extranjeras económicas; durante el decenio de 1970, la administración del pre-sidente Carter, en fin, intervino varias veces para impedir, mediante la ayuda al comercio, el inmi-nente derrumbe y la reestructuración de la fundamental producción de acero estadunidense. Inclu-so han sido aplicadas restricciones aún más extremas, aunque con algunas omisiones, a los

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7. La legislación de 1988 es la más extensa en materia comercial en toda la his-toria de Estados Unidos, la más detallada política proteccionista, edificada bajo el co-bijo del más audaz discurso librecambista;3 esta acta incluyó, además de cuestionescomerciales, disposiciones de política financiera internacional, prácticas extranjerascorruptas, competitividad, tecnología, educación y capacitación. La reglamentacióninterna de esta ley se enfocó hacia un aumento de la competitividad del país, mien-tras que en el ámbito internacional promovió la igualdad en materia de competenciainternacional. La sección 301 se modificó para disminuir los poderes discrecionalesdel presidente y transferirlos a la Oficina del Representante Comercial (USTR, por sussiglas en inglés), haciendo más específicos y delimitados los aspectos que no eranrazonables, no justificables y discriminatorios. El acta incluyó la disposición por me-dio de la cual el representante debería identificar acciones prioritarias en materia deliberalización comercial que tendrían un impacto significativo para aumentar las ex-portaciones estadunidenses. Más temprano que tarde, la comunidad internacionalseñaló estas acciones como propias de un agresivo unilateralismo.4

8. Este mismo cuerpo normativo originó la super 301 y la 301 especial quecrearon las disposiciones para proteger la propiedad intelectual. Los derechoscompensatorios y el antidumping son dos de los mecanismos más complejos dela protección comercial; los países que recurren a ellos de manera regular son, enprimer sitio, los Estados Unidos, seguidos de los que componen la Unión Euro-pea, Canadá y Australia. En el primero de ellos, de 90% de los casos en que se hainvocado la existencia de dumping o subsidios, sólo en 30% se ha comprobadodaño a la industria local; sin embargo, en muchos de estos casos se han llegadoa establecer impuestos compensatorios ante la sola amenaza de daño. Con la 301especial se introdujo la diferencia entre países que están en lista de observacióny aquellos que están en lista prioritaria; al lado de Portugal y Malasia, México hasido eliminado de ambas listas, aunque la mayoría de los países consideran estasección proteccionista e injusta.

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productos lácteos (feudo político de Wisconsin), al azúcar (feudo político de Louisiana) y a los cí-tricos (feudo político de Florida). Una disposición bien conocida restringe el uso de barcos cons-truidos en el extranjero para el comercio y la pesca de cabotaje”. Cfr. J.K. Galbraith, “Panorámicade las políticas sectoriales en Estados Unidos”, en Fernando Clavijo y José Casar (comps.), La in-dustria mexicana en el mercado mundial, México, Lecturas de El Trimestre Económico, núm. 80,FCE, 1994, p. 101.

3 “La política comercial estadunidense se tornó fuertemente proteccionista durante los añosdel presidente Reagan. Es más, todas las nuevas restricciones comerciales fueron iniciadas o apro-badas por su administración, a pesar de que en su retórica pública daba un respaldo generalizadoal libre comercio”. William Niskanen, “U.S. Trade Policy”, Regulation, núm. 3, 1988, p. 34.

4 Resulta conveniente reproducir la opinión de dos destacados economistas estadunidensessobre esta acta: “El Congreso aprobó hace poco la más importante de las leyes proteccionistas, laOmnibus Trade and Competitiveness Act de 1988, que endurece significativamente la política comer-cial estadunidense. A pesar de la oposición de la mayoría de los economistas al proteccionismo, és-te sigue siendo tan fuerte como siempre, así que parece una posibilidad real que en los próximosaños los Estados Unidos cambien bruscamente su largo compromiso de cuatro décadas con los prin-cipios del libre comercio”. Paul R. Krugman y Maurice Obstfeld, Economía internacional. Teoría ypolítica, Madrid, McGraw-Hill, 1994, p. 6.

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9. El alcance extraterritorial de la legislación estadunidense, por sus conse-cuencias palpables y por sus amenazas ciertas, aparece como el elemento de másurgente reforma, en el ánimo de otorgar un ambiente justo y limpio al libre co-mercio globalizado.

Este cuerpo de referentes en muy buena parte explica el papel definitivo quela política comercial ha tenido en el desarrollo de la competitividad de las empre-sas de Estados Unidos; es a partir de la insuficiencia de tales normas, reconocidaexplícitamente por el presidente Clinton y el vicepresidente Gore,5 que se impul-sa la concepción del llamado comercio estratégico, en el que la función desarro-llada por la política comercial se habrá de complementar con políticas efectivassobre la tecnología y la competitividad nacionales, así como con una coordinaciónmás estrecha entre las dependencias gubernamentales que intervienen en el co-mercio y las que intervienen en otros campos.

Dos importantes estudios, de 1992 y 1993, destinados al análisis de casos re-lativos a negociaciones sobre la tecnología de punta, han fortalecido la influenciaextraordinaria de esta novedosa concepción.6 A pesar de su influencia, especial-mente en el propio círculo del poder político de Estados Unidos, la concepcióndel internacionalismo competitivo que está en el corazón de las elaboraciones deTyson, ha recibido una fuerte crítica académica, proveniente de Paul Krugman, ala luz de dos consideraciones fundamentales; respecto al hecho de que la econo-mía de una nación no es igual a la de una corporación y al pobre efecto que unserio impulso a las empresas de alta tecnología habría de tener en el ingreso na-cional. Krugman concluye la crítica al libro de Tyson de la siguiente forma: “Asíque uno se preocupa acerca del efecto final de Who’s bashing whom? ¿Ayudará allevar a Estados Unidos a una sofisticada estrategia comercial? ¿O terminará dán-dole brillo intelectual a una política crudamente beligerante, una política formu-lada por gente que no sólo no ha superado la sabiduría convencional sobre el co-mercio internacional sino que literalmente no tiene la menor idea acerca de él?”.7

Ente los mecanismos que producen más desviación que creación de comer-cio, destacan el Acuerdo Multifibras y las Reglas de Origen de la Industria Auto-motriz, cuyas características se analizan a continuación:

• Entre las industrias que más frecuente y mayor grado de conflicto han en-frentado en la historia del comercio internacional, se encuentra la textil que, tantopor su carácter fundador del sistema mundial, cuanto por las tradicionales aficio-nes proteccionistas de las economías más avanzadas, se cuenta entre las que ma-yor protección han recibido.

• El proteccionismo en esta industria se alimenta, también, por el papel queocupa en las economías desarrolladas como sector importante de la producción

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5 William J., Clinton y Albert Gore, Technology for America’s economic growth, Washington,The White House, 1993, p. 31.

6 Cfr. Laura D’Andrea Tyson, Who’s bashing whom? Trade conflict in high technology industry,Washington, Institute for International Economics, 1992, y Council of Competitiveness, Roadmap forresults: Trade policy, technology and American competitiveness, Washington, 1993.

7 Paul R. Krugman, Internacionalismo pop, Bogotá, Editorial Norma, 1999, pp. 131-143.

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y como fuente de empleo. Las medidas proteccionistas afectan frecuentemente alas economías exportadoras de productos textiles, generalmente en vías de desa-rrollo, que gozan de importantes ventajas comparativas, tanto en la producción deinsumos como en los bajos salarios.

• Ante esta situación, el gobierno de Estados Unidos comenzó a promoveracuerdos de ordenación del mercado mundial de textiles, tras el fin de la segun-da guerra mundial, especialmente durante los años sesenta. En 1974 se firmó elAcuerdo Multifibras (AMF), renovado en 1977, 1981, 1986, 1991 y, en la conclusiónde la Ronda de Uruguay del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio)se le extendió la vigencia por cinco años más.

• El AMF estableció mecanismos para asegurar la reducción de barreras al co-mercio de textiles y así lograr una liberalización gradual y ordenada del mercado.El mecanismo consiste en la firma de acuerdos bilaterales entre los países impor-tadores y los exportadores que establecen cuotas a la exportación de textiles, demanera que no distorsionen el mercado interno de los importadores.

• El AMF regula alrededor de 66% del comercio internacional de textiles, quellegó a 196 mil millones de dólares en 1990. México participó con 0.7% de ese to-tal, mientras los Estados Unidos lo hicieron con 20%. El AMF, suscrito por 41 paí-ses, opera mediante la imposición de cuotas a las exportaciones de textiles a lospaíses desarrollados, especialmente a Estados Unidos, de manera que éstas nocrezcan más allá de 6% anual. Su vigencia constituye un punto de tensión en elcomercio internacional, por cuanto la imposición de cuotas contraría las normasdel GATT y porque los países exportadores demandan el desmantelamiento delAMF, mientras los importadores, hasta ahora con éxito, solicitan su prolongación.La existencia de este acuerdo, frente a la normatividad del GATT y a la que previ-siblemente adopte la OMC (Organismo Mundial de Comercio), ha constituido yconstituirá un excepción en la libertad del comercio internacional.8

• La inclusión de la industria textil en el Tratado Trilateral de Libre Comer-cio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) está subordinada, mien-tras se prolongue su vigencia, al AMF.

En lo referente a las reglas de origen, la historia del TLC resalta en la formacomo los tres países signatarios establecieron tales instrumentos, en muchos ca-sos con un carácter francamente proteccionista. A las industrias consideradas vul-nerables se les impusieron restricciones especiales, como es el caso de algunosproductos lácteos, azúcar, cacahuates, frutas, legumbres, calzado, textiles y pren-das de vestir, bienes automotrices y algunos componentes electrónicos. Estas reglasson extremadamente complejas y se estableció una regla de origen para cada pro-ducto, con lo que se definieron diversos grados de protección para los sectoresproductivos. De esta forma, las reglas de origen no sólo persiguen la definición yacotamiento de los bienes originarios de la región, sino que también se han con-vertido en instrumentos de política industrial.

En el caso específico de la industria automotriz, además de aplicar el méto-

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8 Cfr. Nafin, Mercado de Valores, núm. 4, México, 15 de febrero de 1992, p. VIII.

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do de clasificación arancelaria,9 se estableció la norma de aplicar una de las op-ciones del método de contenido de valor regional.10 El cálculo de tal valor en es-ta industria es de los más complejos y favorece especialmente a Estados Unidos,ya que en lugar del método de acumulación se acordó un rastreo11 de cada unade las etapas del proceso, elevando el contenido regional a un porcentaje mayor(entre 60 y 62.5%, según el tipo de vehículo) al del promedio general de bienes.

En el tratamiento que da el TLC a las reglas de origen de la industria automo-triz, se aplica el método de cambio de clasificación arancelaria y el método decosto neto, de acuerdo con el artículo 403 de ese instrumento. Por lo que hace alcálculo de valor de contenido regional, los productos automotrices se agrupan endos grandes apartados, de acuerdo con el anexo 403, capítulo 87 del TLC:

a) Categoría A: automóviles, camiones ligeros y las partes de estos vehículosque figuren en el anexo 403.1 del tratado. Dentro de esta categoría exis-ten dos posibilidades para determinar si un bien es originario:a.1) si el bien puede dar el salto arancelario, de acuerdo con lo estableci-

do en el anexo 401, capítulo 87 del TLC, será considerado como origi-nario;

a.2) si el anexo 401, capítulo 87 del tratado especifica que el bien está suje-to al requisito de valor agregado, entonces el productor deberá sumarel valor de transacción de los materiales no originarios incorporadosen la producción del bien en cuestión, siempre que los materiales nooriginarios figuren en la lista del mismo anexo y capítulo.

b) Categoría B: camiones pesados, autobuses, tractocamiones, camiones es-peciales y los motores y transmisiones de estos vehículos. De acuerdo conesta categoría, existen dos posibilidades para determinar si el bien es ori-ginario:b.1) para los materiales que integran los motores y transmisiones de este

grupo de vehículos, listados en el anexo 403.2 del TLC, se requiere

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9 Corresponde al Sistema Armonizado de Clasificación Arancelaria (SACA) que fue creado porel Consejo de Cooperación Aduanera de Bruselas. El SACA clasifica los bienes por secciones, capítu-los, partidas, subpartidas y fracciones. Esta clasificación se realiza mediante un código de ocho dí-gitos. Los dos primeros corresponden al capítulo, los dos siguientes a la partida, los que siguen a lasubpartida y los dos últimos a las clasificaciones específicas de cada país; sólo los seis primeros dí-gitos son comunes a todos los países.

10 Con arreglo a este criterio, se considera un bien como originario de un país o región si suvalor agregado nacional o regional es superior a un porcentaje predeterminado del valor total delproducto. El valor agregado consiste en el porcentaje del valor total de dicho producto que repre-sentan los insumos nacionales o regionales incorporados a la producción y el costo de fabricaciónrealizado en el país o en la región. Existen dos métodos para el cálculo de contenido nacional o re-gional: el del valor de transacción y el de costo neto. El exportador podrá elegir el método que másle convenga; sin embargo, en el caso de algunos bienes se exigirá la aplicación del método de cos-to neto en tanto permite mayor precisión en el cálculo.

11 Por rastreo se entiende la ubicación precisa, a lo largo de la cadena productiva, de los bie-nes no originarios. Rastreando paso a paso hacia atrás el proceso productivo, las partes importadase incorporadas en la producción de los vehículos, se elimina la posibilidad de calificar como con-tenido regional a un bien mediante la simple agregación.

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calcular el valor del material no originario o el valor de los materia-les no originarios utilizados en la producción del bien en cuestión;

b.2) si el bien es no originario y no aparece en el anexo precitado, se de-berá calcular su valor de acuerdo con el método de costo neto.12

Este aspecto del TLC, en el que la economía mejor integrada obtiene ventajasinalcanzables para Canadá y México, no es más que una herencia del Acuerdo deLibre Comercio entre Canadá y Estados Unidos de 1990, en el que el primero encon-tró un manejo recurrentemente arbitrario del segundo. Llama la atención el hechode que la complejidad del tratamiento de estas reglas de origen corresponda a lo quese ha ido convirtiendo en la industria de Norteamérica, la automotriz, misma en laque se verifica el más importante comercio intraindustrial y en la que, con notoriadesventaja para México, se espera generar la más alta especialización productiva.

México alcanza los resultados menos plausibles en este proceso, a los efec-tos del horizonte tecnológico de los eslabones de la cadena productiva en la quese ocupa la fuerza de trabajo nacional y, también, a los efectos de los niveles deproductividad resultantes de ese horizonte.

Algunas implicaciones para MéxicoEl amplio espectro de efectos que la normatividad comercial estadunidense tienepara México van desde la asimetría jurídica hasta los más detallados impactos sec-toriales. En el presente apartado se enumeran y analizan algunas, las más relevan-tes, de esas implicaciones.

a) En materia jurídica se observa una importante asimetría entre ambas na-ciones, toda vez que mientras para México la figura de tratado, negociado y pro-puesto por el Poder Ejecutivo y aprobado por la Cámara de Senadores, tiene elrango de ley suprema, comparable a las leyes reglamentarias de los artículos cons-titucionales, superior a cualquier otra ley aprobada por el Congreso de la Unión,y superior, también, a las constituciones de los estados de la Federación, con apli-cación inmediata en toda la nación, para Estados Unidos es un instrumento regla-mentado por una ley de implementación, sin obligatoriedad en ciertos ítems, comolas compras gubernamentales, para los gobiernos de los estados federados o, enel caso de Canadá, para las provincias.

b) En materia comercial resulta que de las 7 300 partidas arancelarias que li-beró Estados Unidos para México el 1 de enero de 1994, 4 200 corresponden a laconsolidación del libre ingreso del Sistema General de Preferencias (SGP), queconstituye el único reconocimiento, en todo el cuerpo del tratado, a la condiciónde economía no desarrollada que caracteriza a México; de otro lado, el elevadoporcentaje de componentes regionales, en insumos y/o valor agregado, estable-cido en las reglas de origen del TLC, cercano a 50% promedio, se coloca muy porencima del 32% con el que se benefician otros países no desarrollados con el SGP,

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12 Noemí Hernández R., “Reglas de origen en el TLC”, en María Elena Cardero (comp.), Quéganamos y qué perdimos con el TLC, México, Siglo XXI Editores/Colegio de Ciencias y Humanidades(UNAM), 1996, pp. 93-120.

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como es el caso de la mayoría de los del Caribe, mismos que, hasta la fecha, nohan signado ningún instrumento de libre comercio con Estados Unidos.

c) Existe otra asimetría, relativa al tiempo de desgravación arancelaria que,para los casos de Canadá y Estados Unidos, arranca en 1947, con la creación delGATT, mientras México ingresa a ese organismo multilateral en el año de 1986, sinantecedentes documentables de desgravación arancelaria, mucho menos visiblesa la sombra de la estrategia de sustitución de importaciones, orientada a crear unenorme manto proteccionista, del que se benefició, incluso, una porción conside-rable de la ineficacia productiva.

d) Las exigencias de requerimientos de cambios de clasificación arancelariay de alto contenido de valor regional, así como la clasificación de no originario aun bien aun cuando cumpla con el cambio de clasificación arancelaria hasta el ni-vel de cuatro dígitos, y el establecimiento de excepciones para los bienes de lasindustrias que se desea proteger, se ha traducido en distorsiones de costos y pre-cios en los distintos eslabones de la cadena productiva, con un daño mucho ma-yor para el caso de las economías menos integradas, como le acontece al sistemaeconómico mexicano; entre los saldos más visibles de la apertura económica y co-mercial que ha experimentado México, resalta la desintegración de cadenas pro-ductivas, con cargo a la compra preferente de bienes intermedios y de capital pro-venientes del extranjero, especialmente de Estados Unidos.

e) Por lo que hace al sector agropecuario, a pesar de que en los tres paísesestá protegido, existen asimetrías de un peso extraordinario, explicables a la luzde distintos procesos históricos de cambio estructural, visible y exitoso en Canadáy Estados Unidos y fallido en México, y explicables, también, por lo que se refierea población ocupada, tamaño del producto respectivo y mecanismos de subsidioy fomento. “Hay ahora mucho más trabajadores agrícolas en México que en Esta-dos Unidos, produciendo un volumen total menor. Por otra parte, 80% de la fuer-za de trabajo agrícola en California es de origen mexicano. Aunque la participa-ción de la agricultura en el empleo total ha bajado en ambos países, el número depersonas dependientes del ingreso agrícola se ha duplicado en México desde laRevolución, en tanto que en Estados Unidos ha disminuido. Mientras se expandeel tamaño medio de los predios agrícolas en Estados Unidos, el de los predios me-xicanos se contrae. Las obras de riego y la revolución de las semillas y los fertili-zantes han transformado sólo una área limitada de la agricultura mexicana, sobretodo en el noroeste y las regiones costeras, mientras que las áreas de temporalmás densamente pobladas producen para subsistencia. Al norte de la frontera, encambio, el crecimiento de la productividad ha transformado desde los años trein-ta gran parte de la agricultura norteamericana”.13

Por otro lado, M.E. Cardero nos recuerda que: “El valor del producto agro-pecuario estadunidense es superior a los 80 millones de dólares, lo que equivale

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13 Bruce F. Johnston, Cassio Luiselli y Clark Reynolds, “Una visión panorámica: asimetría e in-terdependencia”, en B.F. Johnston, C. Luiselli, C. Cartas Contreras y R.D. Norton, Las relaciones Mé-xico-Estados Unidos. La agricultura y el desarrollo rural, México, Lecturas de El Trimestre Económi-co, núm. 63, FCE, 1988, p. 6.

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al 40% del PIB de México. Casi la cuarta parte de la PEA mexicana (23%) está de-dicada a actividades agropecuarias mientras que en Estados Unidos se dedica aesta actividad sólo el 2.8% y en Canadá el 3.3%. La participación de los subsidioscomo porcentaje del producto agropecuario de la Unión Americana equivale al30% y en México es de sólo el 2.9 por ciento”.14 En el texto del tratado, Méxicono consiguió que se reconociera su condición de país en desarrollo, no se acep-tó que el porcentaje de apoyo para que las exportaciones mexicanas estuvieranexentas de arancel o medidas compensatorias fuera de 30%; se quedó sólo en 5%.Tampoco se le permitió otorgar subsidios a los productores de cultivos de narcó-ticos ilícitos para promover su retiro, ni subsidios a los insumos agrícolas para losproductores más pobres, ni se le permitió otorgar apoyos para la comercializacióny el transporte de los productos de exportación. En la calificada opinión de Pa-trick Low, “Las concesiones otorgadas por México en el sector agrícola resultansorprendentes. La apertura agropecuaria con respecto a su principal socio comer-cial, al que se destinan cerca del 95% de las exportaciones agropecuarias, será totalen el año decimoquinto del TLC. Las pocas ventajas obtenidas en las negociacio-nes, en el azúcar y el jugo de naranja, fueron modificadas y postergadas a últimahora. Este sector, que sólo representa entre el 3 y el 3.5% del PIB de las otras dosnaciones, en México significa entre el 7 y el 9% de su PIB. Y lo más importante:alrededor de 25 millones de mexicanos viven del campo, de modo que el impac-to social y económico de estos cambios tendrá vastos alcances… Las políticas defomento son muy limitadas para revertir las condiciones de postración en las quese encuentra la agricultura mexicana, justamente cuando se firma un acuerdo deapertura total del sector con dos países que mantienen políticas permanentes y deamplio apoyo para su sector agrícola, en el cual vive un porcentaje muy reduci-do de su población”.15

Se ha insistido en la posibilidad de que, al calor de la apertura, se origineuna reestructuración de la producción agropecuaria en América del Norte, de ma-nera que Canadá y Estados Unidos exporten granos y leche a México, mientras és-te habrá de exportar frutas y legumbres a sus socios del norte; las repercusionesproductivas en México, con arreglo a este supuesto, serían de gran efecto, ya quelas zonas productoras de hortalizas se encuentran en las regiones del norte mien-tras que las productoras de maíz están en el centro y en el sur. La reconversiónde la producción de estas últimas resultaría altamente improbable, ya que en sumayor parte son tierras de temporal que carecen de infraestructura para modifi-car el tipo de cultivos, por lo que cabría esperar que la apertura a las importacio-nes de los bienes de consumo básico ocasione un gran desplazamiento de la po-blación campesina hacia otras regiones e, incluso, hacia Estados Unidos.

f) Por lo que toca a la inversión, que significa el más notorio avance en la for-malización de los instrumentos de libre comercio, la asimetría apreciable es que

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14 María Elena Cardero, “Proteccionismo, subsidios y política económica en los países del TLC”,en María Elena Cardero (comp.), Qué ganamos…, op. cit., p. 54.

15 Patrick Low, “Prólogo”, en María Elena Cardero, ibid., pp. 12-13.

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mientras para los dos socios del norte, con el antecedente de su previo acuerdo,no representó ningún cambio en sus respectivas normatividades, para México haimplicado un cuerpo de modificaciones radicales en la legislación relativa a la in-versión extranjera que, entre otros aspectos, significa el abandono de la cláusulaCalvo, específicamente a partir del capítulo XI del TLC, y que desde la Constituciónde 1857 y hasta la Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la InversiónExtranjera de 1973,16 estuvo presente en la legislación mexicana sobre el tema.Ninguna otra nación ha podido compararse con México en la frecuencia y eleva-do rango otorgado a la cláusula Calvo dentro de su propia normatividad económi-ca, comercial y de inversión; esta norma sugiere que en la relación entre una naciónpoderosa y una débil, los inversionistas de la primera en la segunda acostumbraninvocar el poder político y militar de su nación de origen para obtener beneficiossuperiores a los de los inversionistas locales y establece que no debe permitirse se-mejante privilegio, por lo que obliga a que las demandas de los primeros se reali-cen en tribunales de los segundos y de acuerdo con las leyes locales.

En el texto del tratado, la inversión extranjera estará sujeta a trato nacional,trato de nación más favorecida, nivel de trato (supone que siempre se debe otor-gar el mejor entre trato nacional y nación más favorecida), nivel mínimo de trato(conforme, por lo menos, a lo establecido por el derecho internacional). La aper-tura a la inversión extranjera equivale a lo que se establece en el ámbito de losbienes e incluye el rubro de los servicios, muy por encima de lo que se estable-ció en el GATT al respecto, con la sola excepción de aquellos servicios que, pordistintas razones, ya se encontraban protegidos antes de la firma del instrumento,según la lógica de la llamada cláusula de precedencia.

“Las opiniones de las autoridades mexicanas acerca de la conveniencia de lainversión extranjera han diferido en el tiempo. En los decenios de 1960 y 1970,cantidades importantes de inversión extranjera directa ingresaron al país, relacio-nadas en parte con el establecimiento del sistema de maquiladoras, en 1965. Alcomenzar la crisis de la deuda, la inversión extranjera se redujo considerablemen-te. El gobierno liberalizó la ley de inversiones extranjeras en 1984. Con las nor-mas promulgadas en ese año se introdujo una interpretación liberal de la ley de1973 sobre inversiones extranjeras. Las directrices promulgadas en 1989 liberali-zaron todavía más los procedimientos y reforzaron el carácter automático de laconcesión de aprobaciones; se abrieron nuevas áreas de la economía interna a losinversionistas foráneos, como las inversiones en los bancos comerciales, compa-ñías de seguros y algunos tipos de productos petroquímicos; además, fueron de-rogadas todas las restricciones sobre permisos de tecnología. Finalmente, la ley de1973 fue modificada en diciembre de 1993 en el contexto del Tratado de Libre Co-mercio de América del Norte”.17

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16 Se sugiere revisar el Pacto Andino para valorar la importancia de esta norma a la luz de ins-trumentos semejantes.

17 Fernando Clavijo y Susana Valdivieso, “La política industrial de México, 1988-1994”, en Fer-nando Clavijo y José Casar, La industria…, op. cit., p. 62.

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Adicionalmente, se crearon nuevas normas, como las relativas a la regulaciónde la transferencia de tecnología (1990), las reglamentaciones en materia de pro-piedad intelectual (1991), la Ley Federal de Competencia Económica (1993), nor-mas sobre metrología y normalización (1990), desmantelamiento de la mayoría delos controles de precios (medida aún en curso), además de otras modificacionesreglamentarias, relativas a sectores concretos del sistema económico nacional.

ConclusionesEl listado de los efectos de la letra y la operación del TLC, además de los ya con-signados, incluye aquellos que se verifican en las compras gubernamentales, lapropiedad intelectual y en el sector financiero; sin embargo, de acuerdo con la cir-cunstancia mexicana, los aquí analizados, desde mi punto de vista, conforman elcuerpo de efectos más directamente derivados de la continuidad de significativasexpresiones proteccionistas, en la ley y en los hechos, de los gobiernos de Esta-dos Unidos.

La eventual modificación del texto del TLC, en su caso, habrá de exigir unamayor flexibilidad estadunidense, de manera que aquellas normas contrarias a lavigencia plena del libre comercio, que facultan un comportamiento unilateral yventajoso de esa economía, o bien desaparezcan de la escena dominante, o bienpuedan ocupar el lugar secundario que les corresponde. Desde la perspectiva me-xicana, como aquí se ha intentado señalar, se incurrió en muy profundas y muygrandes concesiones que, con las brújulas dominantes de la política económica yde los intereses más claramente representados, parecen de muy difícil enmienda.

Los rezagos económicos y sociales de este país, el efecto concentrador de lariqueza y promotor de mayor desigualdad que, ahora nadie lo discute, ha provo-cado la apertura indiscriminada del sistema económico, pudieran convertirse, a lano muy larga, en las mejores razones para repensar y, en la medida de las posi-bilidades, reformar la letra de este trascendental instrumento•

Referencias

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El reto del equilibrio regional

Francisco Javier Alejo*

Introducciónno de los fenómenos centrales que caracterizan elpanorama contemporáneo del desarrollo económico delpaís es el de la iniquidad en todas sus expresiones, el

de la falta de equilibrio en todo México. Una de las prin-cipales manifestaciones de esa falta de equilibrio, a la vez

causa y efecto de los otros componentes de la iniquidad, es el grave y creciente de-sequilibrio en el nivel de desarrollo de las diversas regiones del país.

El desequilibrio regional ha estado presente prácticamente a lo largo de todala historia de la nación. Visto el fenómeno desde una perspectiva actual, presentatintes de mayor gravedad simplemente porque ahora todos los actores están cons-cientes del mismo, pero, sobre todo, porque el retraso de las regiones rezagadasconstituye un freno para el conjunto nacional y un lastre moral para el mismo.

Los agudos rezagos existentes son resultado de la historia del país y de ca-da región en particular en sus aspectos étnico, demográfico, religioso, institucio-nal, político y aun de desarrollo de la infraestructura. Es un hecho histórico quetanto por razones de su conformación geofísica como por el tipo y distribuciónde los asentamientos humanos que se registraron a lo largo del tiempo, el desa-rrollo del país manifestara siempre una aguda concentración regional.

Durante los cinco siglos transcurridos desde la conquista española ha habi-do sólo cuatro grandes momentos de difusión del cambio y el “desarrollo” a lo lar-go del territorio nacional: primero, el esfuerzo español por encontrar fuentes deexplotación minera y de dominación y ocupación del territorio durante el siglo XVI

y la primera mitad del XVII; segundo, la construcción de la red ferrocarrilera; ter-cero, la reforma agraria y el desarrollo de los distritos de riego, y cuarto, la cons-trucción de la red carretera y la difusión de la alfabetización y la educación prima-ria. En tiempos recientes entraron en juego también la construcción de las redesnacionales aeroportuaria y de telecomunicaciones.

Con todo y ello, el desarrollo del país, desde un punto de vista territorial,siempre se basó en unos cuantos puntos nodales asociados al asiento de los po-deres, la concentración demográfica, la presencia de recursos naturales fácilmen-te explotables y la relación con otros países. El resto del país estuvo siempre, yestá al día de hoy, pobre y deficientemente comunicado —en todos los aspectosdel término— y, por consiguiente, expuesto o sometido a una configuración eco-

* Economista y consultor.

U

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nómica cerrada, autocontenida y estática, y a relaciones expoliatorias con los po-los desarrollados.

Las regiones tropicales, desérticas y montañosas del territorio nacional reú-nen todas las características y experiencias negativas señaladas antes. Todas ellasalejadas de los principales centros donde se configuró y concentró el desarrollonacional. Algunas, deshabitadas (las desérticas y montañosas) y con sólo algunoslugares interesantes para la explotación minera, poco atractivas o prioritarias pa-ra ser comunicadas como no fuese con una finalidad extractiva; otras, inhóspitas(las tropicales), asiento de viejas culturas prehispánicas, y propicias para esque-mas de explotación extrema de la naturaleza e inicua de los seres humanos. Asíse configuró la geografía del desarrollo del país.

La geografía del atraso y la pobrezaLa geografía del atraso y la pobreza en el país está constituida, en la actualidad,por las regiones sur y sureste del país, que comprenden los estados de Guerrero,Oaxaca y Chiapas, la primera, y Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quin-tana Roo, la segunda (si bien Tabasco, Campeche y Quintana Roo se encuentranen una situación mejor). A ello habría que agregar gran parte de Michoacán, casitodo el estado de Hidalgo, norte y sur de Puebla, la Sierra Gorda (con partes deGuanajuato, Querétaro y San Luis Potosí), la mayor parte de la Huasteca, casi to-do Zacatecas, Coahuila, Durango y San Luis Potosí y la sierra de Chihuahua. Nose puede olvidar, además, a los marginales de las principales zonas urbanas delpaís.

Las causas y raíces del atraso y la pobrezaEn todas las regiones atrasadas y pobres del país, y en particular las que nos ocu-pan, se manifiestan varias características que les son comunes:

Hipertrofia demográfica del ecosistemaEn prácticamente todos los casos de las regiones más pobres del país se trata deecosistemas frágiles cuyo equilibrio depende de ser sometidos a una explotacióndirecta de sus recursos naturales de baja intensidad; de otra suerte, cuando la ex-plotación supera la tasa o coeficiente de fluencia o reposición del recurso éste em-pieza a decaer con tendencia a agotarse. El ecosistema tiende a reconfigurarse conuna capacidad menor de sustentación de especies biológicas mayores.

En casi todas ellas, durante muchos años, en realidad durante siglos, los gru-pos humanos asentados eran pequeños, en equilibrio demográfico estático (conmuy elevadas tasas de mortalidad general e infantil) y habían llegado a desarro-llar una relación de equilibrio, también estático (con tecnología de explotación delmedio fija o estática) con el ecosistema. Durante la era prehispánica el asenta-miento de grupos humanos en ecosistemas ricos dio lugar a un acelerado creci-miento demográfico que a la postre, y a causa de la falta de cambio tecnológico,dio lugar a la caída y desaparición de las civilizaciones correspondientes: los ca-sos ya documentados de Teotihuacan, Xochicalco y las diversas civilizaciones ma-

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yas son una clara ilustración de este fenómeno. En el caso maya, la degeneraciónbiológica por subalimentación alcanzó incluso a las clases sacerdotales.

En casi todas las regiones y zonas del país que hoy padecen de pobreza ex-trema se produjo una ruptura del equilibrio demográfico (como ocurriera en todoel país) a resultas de la reforma agraria, primero, y después de los programas na-cionales de salud y alimentación, y consecuentemente una ruptura de la relaciónde los asentamientos humanos con cada uno de los ecosistemas en particular, larelación se hipertrofió. La hipertrofia se agudizó en las zonas montañosas, desér-ticas y selváticas, todas ellas particularmente frágiles como ecosistemas. En el ca-so de Los Altos de Chiapas, por ejemplo, el fenómeno se retrasó hasta la décadade los setentas a causa del aislamiento y la prevalencia de las instituciones ruralesdel siglo XIX. A partir de entonces, durante los últimos treinta años, esa región haexperimentado una de las explosiones demográficas más agudas de la historia na-cional. En algunos casos, como Zacatecas, Oaxaca, Guanajuato, Michoacán y SanLuis Potosí, la hipertrofia ha sido en alguna medida mitigada por la migración.

Aislamiento absoluto y relativoPrácticamente todas las regiones atrasadas del país, y de manera más aguda la sury la sureste, padecen de aislamiento absoluto o relativo respecto al resto del país,como resultado de una dotación de infraestructura de comunicaciones y transpor-tes muy inferior —en muchos casos incluso nula— a la de las demás regiones eincluso respecto a las subregiones más desarrolladas dentro de su propia región.Este fenómeno —junto con otros— se traduce en costos relativos de transaccióntan elevados que la decisión más racional para las comunidades involucradas esaislarse aún más, sustraerse a la economía de mercado. En síntesis, todas las re-giones atrasadas padecen de agudísima subdotación de capital físico o sea de in-fraestructura básica, lo cual se traduce en que todo les resulte más caro en térmi-nos relativos y aún absolutos.

El aislamiento se manifiesta en prácticamente todos los aspectos de la vida,el peor de todos es el cultural, pues sintetiza y potencia a todos los demás. Altiempo que la distancia cultural se amplía, se refuerzan los factores que vigorizanel aislamiento autoimpuesto, en defensa de valores e instituciones (como la fami-lia nuclear y autoritaria, el mayorazgo, el machismo, entre otras) contrarias al cam-bio y la dinamización. Prevalecen los factores determinantes de la preservación deidentidad del colectivo.

Las necesidades fundamentales en esta materia son caminos permanentes ytelecomunicaciones más todo un conjunto de factores que guardan relación conlos costos de transacción y la postración cultural. Todas deben ser abordadas si-multáneamente, pues de otra suerte se generan resistencias locales al cambio.

Escasa dotación de capital humanoLa dotación de capital humano (alimentación, salud y educación) en todas las re-giones atrasadas del país es muy inferior al promedio nacional y mucho más enrelación con las regiones más avanzadas. Este factor, combinado con la hipertro-

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fia demográfica, se traduce en la sobreexplotación del ecosistema a causa de lafalta de cambio tecnológico y la incapacidad de organización social productivaapropiada a las circunstancias. La alimentación y la salud deficientes hacen casiimposible una educación adecuada, aun en el supuesto de que la oferta del ser-vicio exista, lo cual en pocos casos sucede. La baja dotación de capital humano,por un lado dificulta la migración que ayuda a reducir la hipertrofia ecosistémica,y por otro, agudiza las fuerzas del aislamiento y la preservación de las institucio-nes culturales tradicionales contrarias a la modernización. La atención parcial delas necesidades de capital humano se traduce en empobrecimiento adicional alpropiciar la migración parcial sin cambio interno.

Al contar con tan bajas dotaciones de capital humano básico, los habitantesde las regiones atrasadas carecen de capacidades para aprovechar las oportuni-dades que se generan en el ambiente nacional; quedan así en desventaja frente alresto de la población del país, incapacitados para participar en la competencia ge-neral en condiciones de equidad y también para participar o propiciar procesosendógenos de desarrollo en su propia región. En ausencia de programas correc-tivos por parte del gobierno de suficiente amplitud, profundidad y duración, co-mo ha sido el caso de las regiones sur y sureste, se ponen en marcha procesos deacumulación transgeneracional de la pobreza, con lo que ésta se perpetúa. Sólolos migrantes logran alguna mejoría relativa y no en todos los casos.

Economía extractiva y enclavesLa historia económica de prácticamente todas las regiones pobres del país se hacaracterizado por estar basada en actividades extractivas, explotadoras de recur-sos naturales y/o del ecosistema, con demasiada frecuencia a través de enclavesextractores del excedente económico generado, en niveles muy bajos o nulos deinternalización de dicho excedente hacia la propia economía regional. La relaciónde precios del intercambio con el resto de la economía es casi siempre desfavo-rable. Esto, junto con la concepción casi siempre extractiva de la poca infraestruc-tura básica existente, los altos costos relativos de transacción y otros factores, ha-ce prácticamente imposible la emergencia espontánea de procesos endógenos dedesarrollo.

Lo anterior es válido tanto en el caso de las actividades tradicionales comode las modernas, como puede constatarse con la industria petrolera en Veracruz,Tabasco, Chiapas y Campeche, la industria eléctrica en Guerrero, Veracruz, Tabas-co y Chiapas, o de los puertos de Veracruz, Coatzacoalcos, Acapulco y Dos Bocas.Dos ejemplos de actividades tradicionales fundadas en la exacción son las plan-taciones azucareras y la explotación forestal.

Falta de polos dinámicos y desintegración territorialLa propia historia económica de las regiones atrasadas, la falta de integración te-rritorial y el alto grado de ruralidad que caracteriza a la mayor parte ha dado lu-gar a la carencia de polos dinámicos de desarrollo que funcionen como centrosgravitacionales, difusores del desarrollo y acumuladores y recanalizadores del ex-

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cedente generado. Aun centros urbanos con la importancia demográfica de Aca-pulco, Veracruz, Villahermosa, Oaxaca y Tuxtla Gutiérrez no cumplen a plenitud,por una razón u otra, dichas funciones. La situación parece haber empezado acambiar positivamente en los casos de Veracruz, Villahermosa, Mérida y Cancún.

Además, la falta de centros gravitacionales dinámicos impide que la migra-ción rural permanezca dentro de la región (especialmente los habitantes con máseducación y espíritu de empresa) e impide una reducción rápida de la hipertrofiademográfica de los ecosistemas rurales. Una experiencia positiva en este sentidoha sido el desarrollo de Cancún que ayudó a reducir la carga demográfica delcampo yucateco.

Falta de clases empresarialesTodos los factores anteriores dan lugar a la ausencia de clases empresariales abo-cadas a organizar la actividad económica moderna, lo que además cierra definiti-vamente el círculo del atraso. A ello hay que agregar la prevalencia del minifun-dio en la mayor parte de las zonas rurales, sin que se hayan puesto en juegoformas de organización de los productores que sirviesen de base a un desarrollode tipo empresarial en esas áreas. En situación similar se encuentran los numero-sos artesanos así como los micro y pequeños empresarios.

Falta de capacidad para el desarrollo endógenoLa combinación de los factores mencionados da lugar a que la mayor parte de lasregiones atrasadas del país, en especial las del sur y sureste, carezcan de capaci-dad para poner en marcha procesos endógenos de desarrollo. Carecen del capitalsocial básico y humano y de fuerzas productivas necesarias para ese propósito.Una situación de este tipo demanda la puesta en juego de programas guberna-mentales especialmente diseñados para dotar a dichas regiones de los factores ne-cesarios para poner en marcha una dinámica endógena de desarrollo. Programaspara dotarlas de integración territorial plena y con los centros desarrollados delpaís, de capital social básico, de capital humano similar o mejor al de esos cen-tros, de fuerzas productivas modernas y dinámicas, de arreglos institucionales pro-piciadores del crecimiento económico, de reducciones permanentes en los costosrelativos de transacción, de relaciones equilibradas entre los ecosistemas, su car-ga demográfica y las tecnologías de explotación y aprovechamiento de los mis-mos, de factores que den por terminado el aislamiento y rompan los círculos vi-ciosos del atraso.

Panorama del atraso: sur y suresteComo puede apreciarse en los cuadros anexos (1 a 3) las dos regiones que nosocupan, la sur (Chiapas, Guerrero y Oaxaca) y la sureste (Campeche, QuintanaRoo, Veracruz, Tabasco y Yucatán) presentan indicadores demográficos, económi-cos, sociales y específicos de marginación, que las colocan a la retaguardia del de-sarrollo nacional, si bien nunca está de más insistir en que existen otras zonas (no-tablemente el sur y el norte de Puebla, la Huasteca en su conjunto, el resto del

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estado de Hidalgo, la Sierra Gorda —Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí—las zonas semidesérticas de San Luis Potosí, Zacatecas, Durango y Coahuila, la sie-rra de Chihuahua y gran parte de los estados de Nayarit y Michoacán) que mues-tran indicadores de atraso similares y aun peores. Sin embargo, no hay duda deque ninguna macro región del país es tan representativa y emblemática de la pro-blemática del atraso y la pobreza extrema como la constituida por la agregaciónde las regiones sur y sureste.

Como puede apreciarse también en los cuadros la región sur es la que pre-senta de manera más clara los extremos del atraso y la pobreza. La región sures-te, a pesar de que aparece apreciablemente mejor que la sur en numerosos indi-cadores, ello se debe a la influencia de los enclaves generadores de altos nivelesde valor agregado y altos niveles de urbanización en los estados de Campeche,Tabasco y Quintana Roo. Se trata de la presencia de la industria petrolera en losdos primeros y del fenómeno turístico-urbano de Cancún en Quintana Roo. El ca-so de Veracruz de alguna manera contribuye a elevar algunos indicadores (espe-cialmente los de inversión pública y valor agregado) por las mismas razones: lapresencia de los enclaves de las industrias petrolera y eléctrica y del puerto de Ve-

Regiones sur y sureste: demografía

Concepto Sur1 Michoacán Sureste2 Subtotal Resto del país4 Nacional

PoblaciónTotal (miles)

1990 8 850 3 458 9 022 18 972 58 729 81 2501999 10 673 4 180 12 101 22 774 71 178 98 132TMCA (%) 2.13 2.1 2.13 2.1 2.2 2.1

Porcentaje nacional1990 10.9 4.4 12.5 23.4 72.3 1001999 10.9 4.3 12.3 23.2 72.5 100

Urbana/Rural, 1999 (%)Urbana 50.13 66.9 70.63 57.5 81.1 75Rural 49.93 33.1 29.43 42.4 18.9 25

Grupos de edad, 1999 (%)

0-14 38.73 37.0 34.23 36.2 33.0 33.915-64 56.93 57.8 61.73 59.3 62.4 61.565 y más 4.43 5.2 4.13 4.5 4.7 4.7

Mortalidad (por 1 000) 4.13 4.1 3.93 4.0 4.0 4.2Analfabetas

(15 y más) (%) 23.03 14.7 12.53 18.3 7.1 10Escolaridad promedio

(años) 5.53 6.5 7.33 6.5 8.1 7.71 Región sur: Chiapas, Guerrero y Oaxaca.2 Región sureste: Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán.3 Promedio aritmético simple.4 Sin el estado de Michoacán.FUENTE: Conapo.

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racruz. En todo caso, este último estado presenta indicadores inferiores a los detoda la región sureste, de modo que si se les sustrae de ésta y se le suma con lasur, los indicadores del sureste mejoran significativamente y la diferencia entreambas se amplía. Algo similar ocurre con el estado de Michoacán que al conside-rarlo parte de la región sur mejora ligeramente (si bien en pocos casos los empeo-ra) los indicadores de ésta. En todo caso, el estado de Veracruz ocupa el cuartolugar nacional en marginalidad y Michoacán en cambio el onceavo y no cuentacon ninguna localidad entre las cien principales del país con mayor grado de mar-

Regiones sur y sureste: indicadores económicos

RestoConcepto/Región Sur1 Michoacán Sureste2 Subtotal del país4 Nacional

PIB: millones de pesos de 1993

1993 61 503 27 015 111 125 172 628 955 489 1 155 1321997 64 294 32 088 121 873 186 167 1 052 316 1 270 570TMCA (%) 1.03 4.4 2.53 1.9 2.4 2.4

Porcentaje nacional1993 5.4 2.3 9.7 15.1 82.7 1001997 5.0 2.5 9.7 14.7 82.8 100

Per cápita (pesos de 1993)1997 6 2423 7 915 14 5903 8 406 154 267

PEA: tasa de participación (%) 59.43 54.4 56.23 58 56.7 56.9

Población ocupada que trabajó menos de 35 horas/semana (%) 27.93 28.8 25.73 26.5 28.7 27.7

Asegurados/PEA

ocupada (%) 14.43 19.3 34.83 21.7 40.4 35.2

Crédito (% del total nacional) 0.83 0.8 3.23 4 95.2 100

Ahorro (% del total nacional) 2.4 2.0 3.7 6.1 92 100

Inversión pública federal (1995)

% del total nacional 13.6 2.3 20.7 34.3 63.4 100Pesos por habitante 1 348 713 3 503 1 925 1 140 1 304Gasto público en educación% del total nacional 11.2 3.7 11.7 22.9 73.4 100Pesos por habitante 1 717 1 440 1 584 1 646 1 691 1 6701 Región sur: Chiapas, Guerrero y Oaxaca.2 Región sureste: Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán.3 Promedio aritmético simple.4 Sin el estado de Michoacán.FUENTE: Conapo.

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ginalidad; y la región sureste en su conjunto presenta niveles “altos” y “muy altos”de marginalidad, con la excepción de Quintana Roo cuyo nivel es “medio”.

Al comparar los indicadores de las regiones sur y sureste con los de la re-gión “resto del país” (sin incluir en ella a Michoacán) las diferencias son mayo-res que si se les compara con la media nacional. Es el caso de los indicadoresde grado de ruralidad de la población, coeficiente de dependencia, analfabetis-mo, escolaridad, participación en el PIB nacional, ingreso per cápita, proporciónde la PEA asegurada, porcentaje del crédito nacional recibido, participación enel ahorro nacional y de todos los indicadores de marginación, con excepción,en este último caso, de los relativos a hacinamiento que presentan niveles igual-mente malos en todo el país, al ser observados como promedios estatales o re-gionales. La única buena noticia es la relativa a los indicadores de inversión pú-blica y gasto en educación por habitante que son superiores a los registrados

Regiones sur y sureste: marginalidad (porcentajes)

RestoConcepto/Región Sur1 Michoacán Sureste2 Subtotal del país4 Nacional

Población analfabeta (15 años y más) 24.43 15.5 13.23 15.3 8 10.9

Población sin primaria completa 30.33 27.7 28.63 29.7 21.1 23.3

Viviendas sin servicio sanitario 32.73 12.8 22.43 23.4 9.1 12.5

Viviendas sin electricidad 16.93 6.5 10.13 15.1 4.6 7.1Viviendas sin agua

entubada 34.13 13.4 23.93 32.7 9.9 15.3Viviendas con

hacinamiento 79.13 65.8 70.53 73.6 61.7 64.8Viviendas con piso

de tierra 42.13 22.9 19.13 32.73 12.1 17.3Población en localidades

de más de 5 000 hab. 60.73 43.4 393 52.4 24.8 32PEA que gana menos

de dos salarios mínimos 79.23 73 70.43 76.5 59.2 63.8Índice de marginación 2.043 0.39 2.633 1.44 – 0.57 – 0.06Grado de marginación Muy Alto Muy alto Muy alto Bajo Medio

alto a altoLocalidades con mayor

marginación 67 0 13 80 20 100Lugar nacional en

marginación 1 a 3 11 4 a 17 – – –1 Región sur: Chiapas, Guerrero y Oaxaca.2 Región sureste: Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán.3 Promedio aritmético simple.4 Sin el estado de Michoacán.FUENTE: Conapo.

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para el “resto del país”. Esto revela el cambio de énfasis regional de los años re-cientes, pero también, en el caso de la inversión pública federal, la influencia delas inversiones en los enclaves eléctricos y petroleros.

En términos generales, en las dos regiones (independientemente de que seincluya o no a Michoacán y de cómo se clasifique a Veracruz y Quintana Roo) sepresentan las siguientes características causales y definitorias del atraso:

1) Una alta tasa de crecimiento demográfico —muy parecida, sin embargo,a la nacional— que en términos biológicos es superior a la censal a causa de unalto nivel de expulsión de población juvenil y adulta vía migración. Casi todos losestados de las regiones, con excepción de Campeche, Quintana Roo y Tabasco,registran migración neta negativa elevada.

2) Un muy elevado nivel de ruralidad de los asentamientos humanos en elterritorio de las dos regiones. En el caso de la sureste, la ruralidad aparece menoren el promedio a causa de la influencia de Campeche, Quintana Roo y Yucatán.Destacan, sin embargo, los elevadísimos niveles de ruralidad de los estados deChiapas, Guerrero y Oaxaca (alrededor de 50%) y el de Michoacán (43%).

3) Migración neta negativa, o sea pérdida de población juvenil y adulta, locual se evidencia por la combinación de una población más juvenil y un creci-miento demográfico neto inferior al del “resto del país” que es reflejo de falta deoportunidades de empleo para los mejor educados e indica pérdida continúa decapital humano.

4) Aislamiento absoluto y relativo en relación con los centros dinámicos delpaís y en el interior de las regiones mismas. La combinación de lejanía absoluta,respecto a los centros dinámicos del país, y de carencia de infraestructura eficien-te de transporte y comunicación con dichos centros, así como de una red de in-fraestructura eficiente de transporte y comunicación en el interior de la propia re-gión, más la ausencia de polos dinámicos de desarrollo internos, da lugar a costosabsolutos y relativos de transacción muy superiores a los del resto del país, lo queproduce, como consecuencia, en las comunidades rurales, un incentivo muy altopara sustraerse a la economía de mercado como decisión racional.

5) Ausencia de polos de desarrollo con dinámica endógena de crecimientoeconómico. Este caso se da prácticamente en la totalidad de las dos regiones, si

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bien el puerto de Veracruz, Villahermosa, Mérida y Cancún empiezan a contar conla masa económica suficiente para cumplir ese papel, aun cuando hasta ahorafuncionan como enclaves, entre otras razones, a causa de la estructura económi-ca polarizada y la ausencia de comunicaciones suficientes en cada región. La com-binación de lejanía respecto a los principales centros dinámicos nacionales y decarencia de auténticos polos de desarrollo dinámicos regionales da lugar a des-ventajas de costo absolutas y relativas inhibidoras de la actividad económica mo-derna. Chiapas, Guerrero y Oaxaca carecen por completo de polos de desarrollocon capacidad de crecimiento endógeno. La costa de Chiapas tiene cierta voca-ción en ese sentido, pero su aislamiento es monumental.

6) Falta de integración territorial interna. En la totalidad de los casos quenos ocupan se presenta una absoluta carencia de infraestructura física y de tele-comunicaciones que admita una expedita y eficiente comunicación interna quepropicie el desarrollo de una actividad económica local con bajos costos absolu-tos y relativos de transacción. Casos extremos son los estados de Chiapas, Gue-rrero, Oaxaca y Veracruz. Este último constituye un verdadero archipiélago, y losotros tres son simplemente una yuxtaposición de microrregiones. Este fenómenollega al extremo de que en varios casos los estados no constituyen verdaderas uni-dades económicas y sociopolíticas: notablemente Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Mi-choacán y Veracruz.

7) Régimen agrario contrario a las tradiciones culturales y al ecosistema. Estefactor unido al exceso de carga demográfica da lugar a una relación precaria y em-pobrecida entre la capacidad de sustentación de los ecosistemas y la necesidad deequilibrio dinámico de los mismos, lo cual junto con la lógica de los costos eleva-dos de transacción y el aislamiento propicia una cultura resistente al cambio tecno-lógico y una dinámica en relación con los ecosistemas contraria a la sustentabilidad.

8) Paupérrimas dotaciones de capital humano, en todos los aspectos del tér-mino: nutrición, salud y educación. El extremo más grave en esta materia se ma-nifiesta en los estados de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Veracruz. Laatención parcial de la carencia se traduce en migración parcial que, por un ladoreduce posibilidades de desarrollo por falta de capital humano desarrollado, y porello, en el reforzamiento de la hipertrofia demográfica del ecosistema y de las ins-tituciones culturales contrarias al cambio.

9) Falta de fuerza endógena para el desarrollo moderno. Con excepción deTabasco, Yucatán y Veracruz, en una modesta medida, los demás estados integran-tes de las dos regiones carecen de una dinámica endógena de desarrollo regional.Dependen de factores externos cuyos efectos dinámicos no se internalizan comoconsecuencia de todas las carencias reseñadas antes. Tal vez con excepción de Ta-basco y Yucatán, y de las zonas cafetaleras de Chiapas y Veracruz, se registra unaaguda carencia de clases empresariales en la casi totalidad de las dos regiones. Lainternalización del excedente económico generado es muy reducida y se destinaa inversiones tradicionales, por lo que los escasos cuadros profesionales desarro-llados internamente tienen un fuerte incentivo para migrar a otras regiones.

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Estrategia para el cambioLa dimensión y naturaleza del fenómeno del atraso en las regiones sur y sureste delpaís, y el hecho mismo de que ambas carezcan de capacidad endógena para el de-sarrollo moderno, hace inevitable y obligatorio la puesta en marcha de una estra-tegia nacional gubernamental con el propósito de dotar a las dos regiones de ca-pacidad propia para desarrollarse y poner en marcha los procesos económicos,tecnológicos y sociales conducentes al desarrollo autogenerado y autosostenido.

La estrategia nacional para el desarrollo de las regiones sur (incluido Mi-choacán) y sureste (incluido Veracruz) debería fundarse en una ley del Congresoexpresamente promulgada para dicho propósito y basada en una visión de largoplazo (por ejemplo 25 años), de modo tal que fuera posible, sin tropiezos ni in-terrupciones, organizar y canalizar el esfuerzo y los recursos nacionales en pos delpropósito en cuestión. Una ley federal para el desarrollo de las regiones atrasadas,en la que se tendría que considerar también a las demás regiones y subregionesdel territorio nacional que presentan características similares a las regiones sur ysureste. Idealmente, sería conveniente que la ley en cuestión diese lugar a la crea-ción de sendas comisiones nacionales abocadas precisamente a la tarea de poneren marcha y dar seguimiento a la estrategia nacional para el desarrollo equilibra-do hasta su conclusión satisfactoria.

La estrategia nacional para el desarrollo regional equilibrado debería aten-der mínimamente a los siguientes objetivos y acciones básicas:

1o. Desterrar del país el fenómeno de la pobreza extrema en un plazo no ma-yor de diez años.

2o. Elevar el ingreso per cápita de la población de las regiones rezagadas, enun plazo máximo de 25 años, a un nivel mínimo de entre 10 y 20% inferior a lamedia nacional, sin tomar en cuenta —para la comparación— el ingreso genera-do por enclaves como las industrias petrolera y eléctrica.

3o. Superar el aislamiento absoluto y relativo de las regiones atrasadas. Es-to implica un programa de construcción de vías de comunicación y la puestaen marcha de sistemas de transporte, de modo tal que las regiones involucradasse integren, con costos y tiempos de transporte en que deban incurrir sus habi-tantes y actividades económicas que sean similares a los del resto del país. Enmateria de caminos se deberá procurar que toda comunidad con más de cienhabitantes cuente con caminos funcionales durante todo el año, que la totalidadde los territorios subregionales queden eficazmente comunicados con sus res-pectivos polos de desarrollo y que éstos queden eficaz y económicamente co-municados entre sí, así como que cada región quede comunicada con el restodel país en los mismos términos. Las telecomunicaciones modernas podrán ha-cer una gran contribución a la cancelación del aislamiento. Los estados de laPenínsula de Yucatán, Chiapas y Oaxaca se encontrarán, en todo caso, a unadistancia desventajosa de los principales centros dinámicos del país, por lo cualdeberá buscarse la superación del problema vía transporte marítimo y aéreo.Este programa tendría que culminarse en un plazo máximo de diez años.

4o. Dotación de capital físico en niveles similares a los del resto del país en

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todos los renglones adicionales a la infraestructura de comunicaciones y transpor-tes, especialmente en lo que se refiere al equipamiento urbano, a la electrifica-ción, las instalaciones escolares y hospitalarias y de telecomunicaciones. Este pro-grama tendría que culminarse en un plazo máximo de diez años. El programa deequipamiento urbano y el de caminos tendrían que otorgarle alta prioridad al de-sarrollo de conglomerados rurales (“ciudades rurales”) que faciliten la expansiónde los servicios públicos y otras políticas públicas tendientes a la superación dela pobreza y la endogenización del desarrollo.

5o. Dotación de capital humano mediante programas de alta prioridad queeleven las condiciones de alimentación, salud y educación de las regiones reza-gadas al mismo nivel de la media del resto del país en un plazo de seis años. Loscasos de alimentación y salud deben tratarse como prerrogativas y el de la edu-cación hasta nueve años es en todo caso una obligación constitucional. Los pro-gramas tendrían que incluir uno especial para la rápida superación del rezagoeducativo de la población mayor de 15 años de edad. Se trata de cambiar, ele-vándolo, el perfil educativo y de capacitación de la fuerza de trabajo actual de lasregiones rezagadas, con lo cual, además de aumentar su potencial de desarrollointerno, se contribuiría a reducir rápidamente el agudo desnivel de calificacionesde la fuerza de trabajo nacional y los efectos perversos sobre la diferenciación delos salarios nominales que genera la competencia externa en condiciones de eco-nomía abierta.

En esta materia, se requiere también completar la “línea de ensamble” de for-mación de capital humano en la región más allá del ciclo básico de nueve años, consistemas de educación y formación media superior y superior equiparables al restodel país. En el caso del sistema medio-superior es necesario dotarlo de un caráctermás terminal y orientado al mercado de trabajo y restarle el carácter propedéuticopara el sistema superior. En el caso de este último se requiere desarrollar una redde universidades y tecnológicos regionales de tamaño óptimo y altos requerimien-tos de calidad académica. En ambos casos se debe aspirar a absorber, por lo me-nos, entre 20 y 25% de cada cohorte de edad en un plazo de 25 años.

6o. Promoción de polos dinámicos de desarrollo en escala regional y subre-gional. Esto implica poner en marcha programas especiales orientados hacia lamodernización de las principales ciudades existentes en cada región y en cada es-tado, tendiente a ampliar y modernizar la oferta de servicios y su capacidad deoferta de empleos modernos, así como crear la infraestructura de comunicación ytransporte necesaria con su entorno para aumentar su fuerza gravitacional y su ca-pacidad de organización y difusión de la actividad económica en su “hinterland”.En el caso de la región sur deberán aplicarse tales programas a las ciudades mi-choacanas de Morelia, Uruapan, Ciudad Hidalgo, Maravatío, La Piedad, Zamora,Apatzingán y Lázaro Cárdenas; Iguala, Chilpancingo, Ciudad Altamirano, Acapul-co e Ixtapa, en Guerrero; Huajuapan de León, Oaxaca, Tehuantepec, Tuxtepec,Juchitán, Huatulco y Salina Cruz, en Oaxaca; Tuxtla Gutiérrez, Comitán, San Cris-tóbal de las Casas, Tapachula y Arriaga, en Chiapas.

En el caso de la región sureste debe hacerse lo propio con las ciudades de Pá-

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nuco, Tuxpan, Poza Rica, Xalapa, Córdoba-Orizaba, Veracruz, los Tuxtlas y Coat-zacoalcos-Minatitlán, en Veracruz; Villahermosa, Cárdenas y puerto Dos Bocas, enTabasco; Campeche y Champotón, en Campeche; Mérida, Progreso y Carrillo Puer-to, en Yucatán, y Chetumal, Puerto Morelos y Cancún, en Quintana Roo.

Lo anterior debe ser complementado con una política de promoción de“conglomerados rurales” o “ciudades rurales” que funcionen como áreas de con-centración de servicios públicos y de transformación de la vida económica y so-cial rural, como escalas primarias de urbanización de la población rural.

7o. Restablecer el equilibrio de los ecosistemas en busca de la sustentabilidad,implica en primer término reducir la carga demográfica actualmente excesiva eintroducir cambios tecnológicos en la explotación del ecosistema, tanto desde elpunto de vista organizacional de la producción (menos explotación individual ymás colectiva) como de las técnicas de explotación y la variedad de formasexplotativas de relación con el ecosistema.

Un elemento fundamental es darle y extraerle valor a los abundantísimos re-cursos hidrológicos y al régimen pluviométrico de las dos regiones mediante larealización de macro y micro inversiones hidráulicas, públicas y comunales, encaptación, almacenamiento, distribución y uso del agua, y mediante la difusión deuna cultura tecnológica, tradicional y moderna, de uso, conservación y aprove-chamiento de la misma. Se trataría de aspirar a que buena parte de la región vivadel agua en lugar de sufrirla, logrando así un nuevo tipo de equilibrio en los eco-sistemas.

8o. Superación de la cultura del minifundio como factor fundamental paraelevar la productividad, la producción y el ingreso, diversificar la economía ruraly restablecer el equilibrio de los ecosistemas. En la mayor parte de las dos regio-nes, especialmente en sus áreas rurales más pobres, prevalece todavía la culturacomunal tradicional la cual puede redireccionarse hacia la organización, produc-tiva y económica en general, de tipo social o colectiva. Con ello se lograrían redu-cir los requerimientos de mano de obra directa para la producción y generar di-versas ocupaciones nuevas asociadas a todos los demás aspectos de la economíaagropecuaria, así como propiciar la descarga demográfica de los ecosistemas sinempobrecer la economía local. Al mismo tiempo se pondrían en marcha fenóme-nos de tipo empresarial desde la base rural; esto, sin embargo, requiere la plenadespolitización de las organizaciones económicas de base.

9o. Reducción drástica de los costos de transacción para equipararlos a losdel resto de la economía nacional (de suyo elevados) no sólo en el campo de lascomunicaciones y transportes, sino también mediante la eliminación de trabas le-gales, reglamentarias y burocráticas y de toda una gama de fenómenos de inter-mediarismo y abuso del poder, público y privado. Un elemento transformador enesta materia es la capacitación para actuar en los mercados y en los ambientes ins-titucionales.

Adicionalmente se debe buscar la eliminación de factores no económicos de-terminantes de relaciones de precios de intercambio desfavorables.

10o. Fomento de la capacidad empresarial radicada en las regiones atrasadas,

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no sólo a través de la atracción de empresarios externos sino, fundamentalmente,mediante políticas específicas dirigidas al desarrollo de capacidad empresarial na-tiva. Esto tiene que ver con el fomento a las formas cooperativas de organizaciónrural, y a la micro, pequeña y mediana empresas en las ciudades; con la capaci-tación empresarial, la difusión de información tecnológica y de mercados regio-nales, nacionales e internacionales; con el incremento de la oferta de financia-miento bancario y extrabancario y de sistemas de inversión de capital de riesgocon asistencia técnica y gerencial, y con la eliminación de trámites innecesarios yonerosos para la apertura, expansión, fusión y liquidación de empresas.

11o. El incremento de la internalización del excedente económico generadoen cada región será factible en la medida en que se encuentren presentes todoslos factores mencionados y además se propicie la difusión y consolidación de for-mas cooperativas de ahorro y préstamo, para inversión y consumo, tanto en lasciudades como en el medio rural.

ConclusiónComo puede apreciarse en el texto, la esencia de la acción para superar el dra-mático desequilibrio regional que padece el país radica en romper y superar losfenómenos y factores determinantes de los círculos perversos de preservación delatraso, mediante programas gubernamentales tendientes a eliminar la hipertrofiademográfica de los ecosistemas rurales, terminar el aislamiento absoluto y relati-vo, incrementar los incentivos y las capacidades para competir en los mercados,eliminar las desventajas competitivas, incrementar las dotaciones de capital socialbásico y humano y, en suma, incrementar y dinamizar las capacidades y fuerzasproductivas a un grado tal que las regiones atrasadas adquieran capacidad paragenerar procesos endógenos de desarrollo económico y social.

Es una tarea que sólo puede realizar el Estado, y que le corresponde, y quepara tener éxito debe emprenderse de manera integral y durante por lo menosuna generación en forma ininterrumpida•

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1. Introducciónos últimos veinte años hemos sido

testigos de grandes transformaciones en la políticalatinoamericana. Como se ha señalado frecuente-mente, los regímenes políticos autoritarios eran lanorma antes de los años ochenta; para finales de si-glo todos se habían transformado en sistemas demo-cráticos. La democracia todavía muestra bastantesimperfecciones importantes en muchos países, prue-ba de ello es el sistema “dual” en Chile, donde hayun país para los civiles y otro, más poderoso, paralos militares, o como también lo muestran las recien-tes recaídas autoritarias en Perú, pero prácticamentesólo Cuba permanece como el único país que se dis-tingue de esta tendencia.

No hay duda de que todo esto representó unaimportante transformación. Las libertades básicas, co-mo la libertad de expresión, así como el sentimientode seguridad personal y la garantía del respeto hacialos derechos humanos que trae consigo la democra-cia, aunque todavía tienen mucho camino por recorrerpara una gran parte de la población, son especial-mente valorados por aquellos que tienen el recuerdode haber vivido bajo dictaduras militares (o, menos amenudo, civiles).

Aun así, cerca de diez a quince años después deque los regímenes políticos se han abierto, es cadavez más perceptible una sensación de descontentocreciente entre la población de estos países. La revis-ta The Economist informó recientemente los resulta-dos de una encuesta de opinión realizada en muchospaíses latinoamericanos, los cuales revelaron queuna gran parte de la población no veía con buenosojos a los regímenes políticos democráticos. La ma-yoría de las personas desilusionadas con la democra-cia se encuentra en Brasil, pero prácticamente laproporción es alta en todos los países, incluso en va-rias ocasiones por encima de un tercio de la pobla-ción. Parece haber un sentimiento de decepción conel proceso político y de escepticismo hacia la demo-cracia misma. La corrupción ampliamente generaliza-da ha contribuido a la opinión de que todo sea unjuego, después de todo, en el cual el único cambio

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ECONOMÍA POLÍTICA DE LADEMOCRACIA

SOCIAL

LDemocracia política

y aspiraciones incumplidas¿La democracia ha decepcionado

a la gente en América latina?*

Fernando J. Cardim de Carvalho**

* Traducción del inglés de Fabricio Ortiz.** Profesor de economía del Instituto de Economía de la

Universidad Federal de Río de Janeiro, y consultor delIBASE. e-mail: [email protected]. El estímulo para larealización de este escrito se debe a la insistencia y comen-tarios de Julio López. Algunas sugerencias y correccionesfueron de Fernanda Carvalho.

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real que ha traído la democracia es rotar a los bene-ficiarios de vez en cuando.

La corrupción es un tema importante pero la de-cepción con la democracia parece tener raíces másprofundas. La democracia fue aclamada no sólo porla libertad política que debe garantizar, sino tambiénporque la mayoría de la gente confió en que mejora-ría sus condiciones de vida. Ha sido la manifiesta in-capacidad de los regímenes democráticos en AméricaLatina para satisfacer realmente las aspiraciones de lapoblación de una mejor distribución del ingreso y demayor riqueza, de promover el pleno empleo, de re-cuperar la capacidad de crecimiento, etc., la que pa-rece ser la causa principal del descontento y de la di-sociación.

Sobre esta decepción, muchos analistas progre-sistas y de izquierda han concluido que el problemapuede ser la democracia misma. El énfasis en la de-mocracia formal (como se le nombra algunas veces)y en los derechos legales estaría mal colocado. Lasnuevas formas de la democracia deberían ser identi-ficadas y los nuevos campos de la vida social debe-rían estar sujetos a las formas democráticas de deci-sión. Este argumento bien puede ser cierto, aunquela historia ha mostrado que siempre es peligrosoagregar demasiados calificativos al término “demo-cracia” (permítannos recordar las “democracias po-pulares” de la Europa Oriental).

En este trabajo, sin embargo, nos proponemospresentar otra hipótesis. Deseamos someter a consi-deración la idea de que el problema central con losactuales regímenes democráticos no es que la demo-cracia política no sea suficiente, sino que la elabora-ción de la política económica ha sido gradualmenteexcluida del control político democrático. El poderde decisión sobre los asuntos económicos que ata-ñen a la sociedad como un todo ha sido arrebatadoen muchos países por la integración financiera (o laglobalización financiera) y, en algunos casos, por laconsiguiente necesidad de acatar los programas deajuste prescritos por las instituciones como el FMI o elBanco Mundial.

La integración financiera, sin embargo, no es laúnica fuente de limitantes en la decisión democráti-ca. Tanto los países desarrollados como los que seencuentran en vías de desarrollo se unen cada vezmás a un cierto punto de vista sobre la política eco-nómica, en el que los procesos políticos son vistoscomo el único factor que obstaculiza el buen funcio-namiento de la economía. En consecuencia, deberíanestablecerse arreglos institucionales eficaces que aís-

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len la elaboración de la política económica de la de-cisión política. La autonomía de los bancos centrales,los mecanismos que atan las manos para la elabora-ción de las políticas fiscales, la liberalización de losmercados de mercancías y de fuerza de trabajo, to-dos estos factores implican que el acceso a los pode-res del Estado ya no conlleva el poder de influir enlas políticas económicas. La democracia, así, da vozpero realmente no faculta a la gente para influir enla forma como la economía trabaja.

Si esta hipótesis es defendible, la solución no esnecesariamente cambiar el concepto de la democracia,sino que los poderes políticos legítimos recuperen elcontrol sobre la política económica. Para discutir es-ta propuesta, este documento se encuentra organiza-do en cinco secciones además de esta introducción.En la sección 2 exploramos el significado de la demo-cracia política; en la sección 3, el descontento haciala democracia que ha sido observado en este conti-nente; en la 4 y la 5 examinamos las maneras median-te las cuales la elaboración de la política económicaha sido removida del control de las instituciones de-mocráticas; en la sección 6 presentamos un bosque-jo de una alternativa, basado en las ideas de Keynesy de Kalecki.

2. El significado de la democraciaLos grupos progresistas y de izquierda latinoamerica-nos mantuvieron una actitud incierta hacia la demo-cracia por mucho tiempo. La democracia política fueconcebida también como democracia burguesa o de-mocracia formal, ya sea para acentuar su carácter de“clase” o su alcance limitado. Por democracia bur-guesa se entendía que era sólo una cubierta para laopresión de las clases, que daba la impresión a losoprimidos de que tenían una voz en la situación. Lademocracia formal no era más que un conjunto dereglas que permitían a la gente tomar decisiones me-nores, pues se suponía que nada que fuera de impor-tancia se decidía por este método. Paradójicamente,sin embargo, la democracia política fue consideradacomo un posible “instrumento” del cambio social,como un medio para alcanzar el poder, después delcual sería suprimida y remplazada por formas de go-bierno que se decía o pensaba que eran más demo-cráticas (o que realmente lo eran).

Esta posición fue sometida a un profundo procesode crítica a finales de los años setenta y en los ochen-ta. Esta revisión ocurrió, de hecho, no solamente enAmérica Latina, sino también entre pensadores de iz-quierda y militantes políticos de todo el mundo. Una

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aparente minoría mantuvo puntos de vista “inaltera-bles”. Una fracción mucho mayor, incluyendo a losmilitantes de movimientos políticos radicales, sí reco-noció que la democracia política era ciertamente másque una simple cubierta para la opresión de clase oun instrumento para que la revolución social fuera de-sechada cuando hubiera agotado su utilidad. Para mu-chos, si no es que necesariamente para todos los queparticiparon en este proceso, no fue sólo una cuestiónde reconocer que las rupturas en el proceso democrá-tico de hecho dañaban las oportunidades para volvera considerar la injusticia social. Representó en realidaduna aceptación verdadera del pluralismo y del dere-cho a disentir, de la ley de la mayoría y de la impor-tancia de la persuasión, en vez de la imposición, co-mo un método para alcanzar lograr la mayoría.

Por supuesto, este naciente amor por la democra-cia no nos dice mucho si no explicamos claramente loque entendemos por democracia. Hay siempre unatentación de construir nociones complejas de la demo-cracia, que analizan y exponen las complejidades delos mecanismos de dominación usados por las clasesdominantes para preservar su poder. En estos acerca-mientos, la democracia tiene que ver con el contenidoy la meta es poder cambiar las estructuras (políticas,económicas, culturales, ideológicas, etc.) que protegena las clases privilegiadas. Todo esto puede ser muycierto, pero esta noción no encaja con su amplia acep-tación. El valor de la democracia no hubiera sido reco-nocido por tantos si éste dependiera de la aceptaciónde métodos particulares de análisis sociales o políticos.La gran aceptación de las virtudes de la democraciademanda un concepto mucho menos ambiguo.

No es sorprendente que un científico y jurista po-lítico italiano, Norberto Bobbio, adquiriera gran in-fluencia en este periodo de búsqueda de un conceptosignificativo de democracia, aunque él hubiera esta-do escribiendo sobre el tema por mucho tiempo. So-bre todo, Bobbio argumentaba que la democracia nodebería ser vista, de hecho, como un “valor absolu-to”, como es el caso de la justicia, la felicidad o la li-bertad; la democracia es sólo un método, pero es, dehecho, “hasta ahora, el único método inventado yaplaudido para obtener el acuerdo en una sociedadde seres diversos, dominada por las pasiones, los ins-tintos asociativos y los intereses egoístas, y para al-canzar un máximo de justicia, de libertad y de felici-dad para la humanidad”.1

Bobbio no está minimizando la importancia de la

democracia cuando argumenta que no es en sí mis-ma un valor fundamental, sino que, al contrario, es-tá destacando la importancia de aquellos métodos dedecisión capaces de enfrentarse con la diferencia,cuando prevalece la diferencia. Como él afirma, lademocracia combina el consenso y el desacuerdo; eltotalitarismo no acepta la disensión porque se pre-senta a sí mismo como el consenso de todos (Bob-bio, 1988). Así, para Bobbio, la democracia es un ins-trumento, pero es de hecho el único instrumentoconocido que compatibiliza las diferencias, porquese encuentra diseñado para expresar las diferencias.

Un resultado de la influencia de Bobbio en el de-bate político fue dejar de lado el enfoque esencialmarxista tradicional sobre lo “que se encuentra de-trás” de la democracia y en cambio centrarse en losmismos procesos de elección. Como Bobbio insistió alo largo de los años, “lo que distingue un sistema de-mocrático de los sistemas no democráticos es unconjunto de reglas del juego”.2 La democracia, por lotanto, es un conjunto de procedimientos que garanti-zan el predominio de la voluntad de la mayoría, altiempo que se protegen los derechos de las minorías,en particular su derecho a convertirse eventualmen-te en la mayoría. Así, la alternancia en el poder esuna característica fundamental de un sistema demo-crático.3

Es evidente que el enfoque de Bobbio asumebien la noción de la democracia política. Para mu-chos, la democracia política por sí misma, aunque notan intrascendente como fue juzgada en el pasado,no va lo suficientemente lejos. La discusión se centraen la legitimidad de introducir nuevos métodos de-mocráticos de toma de decisiones en otras esferas dela vida social, en especial en la vida empresarial. Pa-ra algunos, la democracia tendría que ser ampliadapara poder ser más eficaz. Sin embargo, asumiendoque así sea, incluso aquéllos para quienes la demo-cracia política no es suficiente, aún la defienden co-mo la condición indispensable para que los métodosdemocráticos de decisión se extiendan a otras esfe-ras. La búsqueda de la democracia política es ahorauna característica común de prácticamente cualquierplataforma de un grupo progresista.

La transformación de los regímenes políticos ensistemas democráticos en América Latina (así como,

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1 Bobbio (1988), p. 133.

2 Bobbio (1987 a), p. 65. Véase también Bobbio (1987b)y (1988).

3 Una lista más detallada de las “reglas del juego” demo-cráticas se encuentra en Bobbio (1987b), p. 56.

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de hecho, en otras áreas del mundo) en los añosochenta y en los noventa es sorprendente. Las elec-ciones libres, la libertad de prensa, la autonomía delas cortes de justicia respecto al Poder Ejecutivo, la li-bertad de asociarse y el retorno de los militares a suscuarteles (con la notable excepción de Chile) son to-das insólitas y fuertes características de países que vi-vieron bajo la ley autoritaria hasta hace poco.

Para la gente de estos países, la democratizaciónpolítica no sólo significó libertad, seguridad personalcontra los poderes dictatoriales y el poder de influiren la toma de decisiones políticas, también trajo con-sigo expectativas de “una vida mejor”, especialmentepara aquellos excluidos de los beneficios asignadospor los gobernantes anteriores. Para la mayoría de lapoblación la democracia significó revertir (si no esque terminar con) los privilegios, distribuir la rique-za y el ingreso, garantizar el pleno empleo, reanudarel desarrollo, etc. En cierto sentido, estas expectati-vas sobrecargaron el sistema político. La democraciaera buena en sí misma, pero al dar voz a fraccionesmás grandes de la sociedad podría conducirlas úni-camente a expresar sus demandas. Lo que a cambiose ha alcanzado realmente, sin embargo, es muchomenos de lo que se esperaba. El fracaso para mejo-rar los estándares de la vida parece encontrarse en laraíz de la decepción con la democracia mostrada porla encuesta de The Economist.

3. La decepción con la democraciaNo puede haber duda de que la democracia ha es-parcido sus raíces en la tierra latinoamericana duran-te los últimos veinte años, incluso si en algunos ca-sos éstas siguen quedándose cortas. El progreso queesto ha representado no puede (y no debe) ser su-bestimado. Hay, sin embargo, hoy día una sensaciónpeligrosa de que la democracia ha decepcionado a lagente. La democracia ha sido eficaz al permitir queincluso aquellos que habían sido tradicionalmenteexcluidos expresen sus demandas, pero se ha queda-do corta para dar lugar al tipo de cambio que espera-ban se produjera en las condiciones económicas enque viven. Muy pocas personas anhelan el retornode los regímenes dictatoriales, pero tampoco muchagente parece motivada por los logros democráticos.

El asombroso avance que estos países han atesti-guado en la construcción de la democracia políticaha sido eclipsado por el lento paso del progreso so-cial. El ingreso y la riqueza permanecen altamenteconcentrados, a pesar de los logros obtenidos cuan-do se abatió la alta inflación en países como Brasil y

Argentina. El empleo se ha estancado y los “buenostrabajos”, aquellos que traen consigo salarios mayores,contratos formales y derechos laborales, han estadodesapareciendo. En lugar de los derechos laborales,ahora se habla de flexibilidad laboral; el crecimientoha sido mucho menor que los promedios históricos;las redes de seguridad social son obviamente defi-cientes en su cobertura y efectividad; las economíasdel continente se encuentran sujetas a repetidos ata-ques de inestabilidad que amenazan con destruircualquier progreso mediocre que se haya alcanzado.Pero por encima de todo, tanto la corrupción políti-ca como la económica están muy extendidas. Cierta-mente no es que las democracias sean más corruptasque las dictaduras, pero la corrupción se volvió másvisible una vez que la censura de la prensa fue elimi-nada.

Bobbio, en los trabajos citados en la sección an-terior, observó que, de hecho, la democracia signifi-ca la adopción de métodos de selección de un cier-to tipo y la existencia de alternativas efectivas paraescoger entre ellas. En otras palabras, la democracia,para ser más que una formalidad, es un método deselección entre alternativas significativas. Hoy díacrece la percepción de que lo que es importante yano es el objeto de la elección democrática o de quelas opciones que actualmente se ofrecen no repre-sentan realmente alternativas efectivas.

En cualquier caso, la gente no se siente facultadapara realmente hacerse cargo de sus vidas. La demo-cracia no otorgó los medios para alcanzar una vidamejor. Parece ser que una de las suposiciones másabrigadas que fortalecía a los movimientos de demo-cratización en el pasado reciente probó ser falsa: unEstado democrático no es más permeable a las de-mandas populares y no es particularmente sensible alas necesidades de la persona común. ¿Qué salió mal?

4. La confiscación del control sobre las políticaseconómicas: la liberalización financiera y la integraciónLa hipótesis central de este trabajo es que la decep-ción actual con la democracia surge de la incapacidadpara traducir el acceso al poder político en la ansia-da mejora en las condiciones de vida. La elaboraciónde la política económica es percibida como algo queestá más allá del control democrático. La sociedadobserva a diferentes gobiernos encabezados por di-versos partidos, que al parecer ofrecen diferentesplataformas, relevarse uno a otro en el gobierno só-lo para terminar por instrumentar el mismo conjunto

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de políticas que el gobierno anterior tuvo que seguir.El ejemplo más reciente de este fenómeno es Argen-tina, donde supuestamente una coalición más pro-gresista fue elegida en 1999, pero que sólo ha conti-nuado llevando a la práctica las mismas políticas queel gobierno anterior y ha enfrentado los mismos pro-blemas, incluyendo la necesidad de engatusar a lospolíticos para que aceptaran la profundización de es-tas políticas.

Al final, tanto los gobiernos nominalmente pro-gresistas como los nominalmente conservadores, pa-recen suscribir las mismas políticas una vez que alcan-zan el poder. Estas políticas son definidas sobre todopor una reducción del poder del Estado para interve-nir en la economía, dejando a los “mercados libres”el poder para meter en cintura al gobierno decidien-do cuáles políticas son “sanas”. Las políticas sanasson recompensadas por los “mercados”, en contras-te con las políticas “populistas” que se enfrentan alriesgo de ofender al “mercado” y de sufrir las conse-cuencias.

Esta sensación de impotencia de la política paraencarar eficazmente al “mercado” es particularmenteaguda cuando uno tiene en mente que el Estado sí tu-vo el poder, hasta hace no mucho, para fijar las con-diciones dentro de las cuales trabajaban los “merca-dos”, y no al contrario, como sucede ahora. El Estadokeynesiano en los países desarrollados y los estados“desarrollistas” en las economías subdesarrolladas síasumieron la responsabilidad de promover el plenoempleo y el crecimiento en sus economías. Las polí-ticas activas de control de la demanda sostuvieron elpleno empleo durante mucho tiempo y los paísesque formularon e instrumentaron políticas industria-les de sustitución de importaciones o de expansiónde las exportaciones fueron muy exitosos durantevarios años. El crecimiento y la prosperidad eranrealmente mucho más fuertes entonces que cual-quier cosa observada en los últimos quince o veinteaños.

Así pues, ¿qué sucedió? La actual condición deimpotencia y pasividad es resultado de una comple-ja red de procesos simultáneos. Un primer conjuntode factores tiene que ver con el cambio ideológicoprofundo presenciado en todas partes del mundo aprincipios de los años ochenta. Básicamente, la preo-cupación por las “fallas del mercado” fue sustituidapor el enfoque en las “fallas del gobierno”. Se habíaconvertido en lugar común de la economía del sigloXX afirmar que los mercados no eran capaces de fun-cionar perfectamente en ausencia de algunas condi-

ciones demasiado demandantes. Los monopolios, lainherente incertidumbre, las asimetrías en la informa-ción, los retornos crecientes en la producción, las ex-ternalidades, etc., todos estos factores inhabilitabanla posibilidad de que los mercados pudieran, por símismos, maximizar el bienestar social. La incapaci-dad para sostener el pleno empleo fue vista como laprincipal falla del mercado en las economías capita-listas desde los tiempos de Keynes y Kalecki.

Las tendencias ideológicas dominantes en losaños ochenta no negaron necesariamente la impor-tancia de las fallas del mercado, aunque algunos de-votos de hecho sí las negaron. Lo que todas ellas hi-cieron fue proponer que cualesquiera que fueran lasfallas que uno pudiera identificar en la libre opera-ción de los mercados, éstas eran mucho menos dañi-nas que la causada por la intervención del Estado pa-ra intentar ayudar. Desde Hayek, los liberales hanafirmado que los gobiernos no tienen nunca la infor-mación necesaria para promover una intervencióneficaz. El Estado sólo podía ocuparse de las preferen-cias de los consumidores suprimiendo su diversidad.Los teóricos de la elección pública agregaron másadelante que, de hecho, no existe el Estado, lo querealmente existe son los burócratas tratando de me-jorar su propia situación mediante la manipulacióndel poder político. No existe un interés público, to-dos los intereses son privados.

En cuanto a los países en vías de desarrollo, es-tas ideas se aplicaron desde el inicio de los ochentay están sintetizadas en “el consenso de Washington”,utilizando la famosa frase de John Williamson. Elcambio no estuvo limitado al campo de la ideología,sino que inhibió la acción del Estado en el campoeconómico. Sobre todo para los países en vías de de-sarrollo, la situación realmente cambió con el movi-miento hacia la liberalización de la movilidad del ca-pital iniciada a finales de los años ochenta y queganó ímpetu en los noventa.

El desmantelamiento de los controles sobre el ca-pital tuvo lugar en un ambiente internacional de ex-ceso de liquidez. Como resultado, los flujos de capitalentre los países crecieron rápidamente, incluyendo elintento de los flujos de capital a corto plazo poraprovechar las ganancias posibles con el arbitraje en-tre distintas tasas de interés y otras oportunidadestemporales que pudieran generar un retorno rápidoy permitirles buscar ganancias en otros mercados.

Los flujos de capital privados se mostraron comoun instrumento totalmente nuevo, y muy poderoso,de la “disciplina del mercado”. Las facilidades para la

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salida permiten ahora que los inversionistas financie-ros (incluyendo a los residentes que deciden qué ha-cer con los recursos que controlan) “voten” sobre laspolíticas nacionales con sus pies. Las políticas queofenden sus intereses o que no les dan la prioridaddebida hacen que se retiren masivamente. Una crisisexterna sobreviene y el país, voluntariamente o fus-tigado por el FMI, tendrá que adherirse o convertirseen un marginado.4 Si un país desea continuar jugan-do bajo las reglas del mercado, tendrá que seguir po-líticas “sanas”, no porque sean favorables al país porsí mismas o porque la población esté convencida desu bondad, sino porque se diseñan para suavizar el“sentimiento del mercado”, utilizando una expresiónpopularizada por el anterior director del FMI MichaelCamdessus.

En los países en vías de desarrollo integrados fi-nancieramente, esto es aquellos que abren suscuentas de capital permitiendo la libre circulacióndel capital, las políticas tienen que ser diseñadas conuna meta principal en mente: ganar la confianza delos “mercados”. Los mercados, en este contexto, sig-nifican los inversionistas financieros, tanto extranje-ros como nacionales, puesto que no hay diferenciaentre la fuga del capital inducida por uno u otro. Es-tos flujos son relativamente grandes en comparacióncon el tamaño de estas economías y debido a estolos inversionistas financieros adquieren un poder deveto sobre las políticas nacionales de los países envías de desarrollo que probablemente no tienen enel caso de los países desarrollados.5 Es la necesidadde diseñar políticas para complacer a los inversionis-tas financieros en vez de perseguir objetivos nacio-nales lo que explica por qué el cambio en el gobier-no de Argentina en 1999 fue inocuo, o que paísescomo Brasil adoptaran políticas similares a las delFMI mucho antes de que el gobierno brasileño tuvie-

ra que someterse a la orientación del Fondo. Cuan-do una crisis brota realmente, el Fondo se convierteen el portavoz del mercado, tomando el papel deorientar a los países afectados hacia la adopción depolíticas “sanas”.

Incluso los críticos conservadores del FMI se die-ron cuenta de que su intervención mina los procesospolíticos, aunque no se percatan por igual de que in-cluso sin la intervención del Fondo la liberación delas cuentas de capital conduciría al mismo resultado.6

Las demandas internas, en particular aquellas quepuedan afectar a los inversionistas, como una políti-ca de bajas tasas de interés o de recaudación fiscalprogresiva diseñada para distribuir la riqueza y el in-greso de manera más justa, tienen que ser ignoradas.Realmente no importa qué tipo de gobierno sea ele-gido, lo que importa es que no se desvíen del buencamino. Como se sugiere en un documento de traba-jo del Banco Mundial, incluso puede ser mejor si unacoalición progresista o de centro-izquierda adquierepoder político, puesto que entonces la población nodesconfiaría de que las políticas “correctas” fueranadoptadas debido a intereses especiales.7, 8

En suma, la integración financiera es una primeracausa importante de la pérdida de control sobre lapolítica económica, cedido por el poder político a losinversionistas financieros, extranjeros y nacionales.

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4 Puede que no importe realmente si el país adopta untipo de cambio fijo o flexible. Por supuesto, con un tipo decambio fijo los riesgos son más evidentes; una vez que elpaís agota sus reservas, el régimen necesariamente se de-rrumbará a menos que sea apoyado por el extranjero. Peroaun con tipo de cambio flexible el espacio para maniobrares pequeño y la salida del capital rápidamente devaluará lamoneda local, ya sea porque cause pánico o porque gene-re presiones inflacionarias, las autoridades monetarias severán forzadas a actuar, ya sea para intervenir o para esta-blecer controles de capital.

5 De hecho, quizá lo tengan sobre las economías másgrandes pero en circunstancias excepcionales, como fue elcaso del Reino Unido e Italia durante la crisis del sistemamonetario europeo en 1992.

6 Esta imputación, de hecho, es expresada en el famosoReporte Meltzer que evalúa la operación de las institucionesfinancieras internacionales, como el FMI y el Banco Mundial.

7 “Uno puede inferir que lo más probable es que los tí-picos defensores del libre mercado lleven a cabo reformasafables. Sin embargo, Cukierman y Tommasi sugieren quees más probable que las políticas sean exitosas si son pro-puestas por individuos ‘disímiles’. Si los votantes no estáncompletamente informados sobre la forma en que las polí-ticas se asocian con los resultados, la capacidad de un go-bierno ‘populista’ para instrumentar una reforma con costosen el corto plazo es mayor que la de un reformista ‘ideoló-gico’. La razón es que si un gobierno ‘populista’ proponeuna reforma, el público tiene menos motivos para sospe-char que la reforma fue iniciada debido a tendencias ideo-lógicas más que a motivos que realcen la eficacia, y por lotanto puede apoyarla más fuertemente”. Dollar y Svensson(1998), p. 9.

8 Véase, de nuevo, el caso de Argentina o Chile, dondelos grupos de centro-izquierda son aplaudidos por su buentino para elegir las políticas económicas. También es muycomún en Brasil el intento hasta ahora sin éxito de los fun-cionarios del actual gobierno de comprometer previamen-te a los posibles gobiernos futuros de partidos izquierdistascon las políticas “sanas”, con el fin de suavizar las expecta-tivas de los mercados financieros.

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5. La confiscación del control sobre las políticas económicas: la autonomización de la política económicaLa liberalización de las cuentas de capital es un ele-mento que explica la pérdida de la influencia demo-crática en la política económica que es particularmen-te importante para las economías en desarrollo. Peroesta influencia sobre la política económica se ha per-dido también en las economías avanzadas, por razo-nes algo distintas que son, sin embargo, también vá-lidas para los países en vías de desarrollo.

Cada vez más, la responsabilidad de la elabora-ción de la política económica ha sido otorgada a ins-tituciones autónomas que operan dentro del Estadomás allá del control de los funcionarios elegidos. Lapolítica monetaria se deja a bancos centrales inde-pendientes en un número cada vez mayor de países.La política fiscal debería seguir pronto el mismo ca-mino. Mientras que esto no sea posible, las enmien-das para balancear el presupuesto o las iniciativas co-mo el Pacto de Estabilidad y Crecimiento en el áreadel euro sirven para reducir el rango de alternativasde las políticas fiscales. Los programas de ajuste delFMI han impuesto leyes de responsabilidad fiscal a al-gunos de sus clientes, como Argentina y Brasil.

Las políticas de control de la demanda no son losúnicos objetivos de la reducción del activismo del Es-tado. Las políticas industriales activas son por lo ge-neral condenadas por los “mercados” y los gobiernosliberales, pues consideran que no son más que unaforma disfrazada de distribuir los privilegios. La polí-tica industrial se convierte así en una característica delo que al FMI le gusta denominar “capitalismo cómpli-ce”. La misma actitud está presente, de hecho, res-pecto de cualquier política intervencionista.

La teoría macroeconómica ortodoxa que ha sidodesarrollada desde los años ochenta, conocida comola nueva economía clásica, ha estado vendiendo laidea de que la elaboración de la política económicaes, en primer lugar, esencialmente una cuestión téc-nica, más allá del dominio de los políticos, no sóloen términos de su actual puesta en práctica sino tam-bién en relación con la fijación de metas; en segun-da instancia, se considera que la política económicaes algo que debe ser tratado por los especialistas enambientes aislados de las presiones políticas que pu-dieran alterar sus decisiones. Se postula que los po-líticos se preocupan únicamente por las consecuen-cias a corto plazo de sus decisiones (la próximaelección es su horizonte de decisión), así que no va-cilan en adoptar políticas que pueden causar daño

en el largo plazo, si con ellas ofrecen ganancias in-mediatas que puedan persuadir a los votantes paraapoyarlos. También se cree que la población será fa-talmente engañada por esos políticos sin escrúpulos,eligiendo a los candidatos que les ofrecen las mejo-res ventajas a corto plazo.9

Estos argumentos se desarrollan mejor en relacióncon la política monetaria. El ganador del premio No-bel Robert Lucas Jr., miembro connotado de la nue-va escuela clásica, ha establecido lo que se conocecomo el “teorema de la irrelevancia de la política”,según el cual ninguna política monetaria puede tenerimpacto alguno sobre la economía real. Los nuevoseconomistas clásicos asumen que una economía demercado está siempre en su posición “natural”, estoes, que la configuración de las actividades que co-rresponden al máximo nivel de satisfacción puedenderivar de la operación de la economía, dada la in-formación que poseen. El desempleo observado esconocido por esta escuela como la tasa “natural” dedesempleo y está conformado por aquellas personasque no piensan que los salarios existentes justifiquensu esfuerzo laboral o que disfrutan del ocio en elpresente porque esperan que los salarios reales seanmás altos en el futuro. Puesto que la situación exis-tente es la preferida por los agentes económicos, na-da de lo que haga el banco central puede cambiarla.Por lo tanto, si el banco central adopta cualquier po-lítica, esto es, cualquier serie de pasos coherentes yreconocibles, para aumentar el empleo por ejemplo,más allá de la tasa “natural” de desempleo, esto re-sultará en inflación, porque la población sabe que laspolíticas expansivas no pueden conducir a un pro-ducto mayor. Por lo que la política monetaria activaes una pérdida de tiempo.

Se supone que sucede lo mismo con las políticasfiscales, de acuerdo con otro postulado de la nueva

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9 Es interesante notar que éstos son los mismos econo-mistas que por lo general asumen el predominio de la hipó-tesis de las expectativas racionales según la cual uno nopuede ser engañado sistemáticamente por los hacedores dela política. Pero uno no puede comerse la torta y quedárse-la. La hipótesis de las expectativas racionales es empleadapara sustentar la propuesta de que las políticas son inefica-ces debido a que la gente siempre sabe lo que quiere y nopuede ser engañada para actuar según se requiera. Si éstees el caso, uno no se debe preocupar de que la poblacióntome decisiones políticas equivocadas. Un banco central“dependiente” se mantendrá en línea gracias a una pobla-cion bien informada, no importa si el banco central es in-dependiente o no. La consistencia lógica, sin embargo,nunca ha sido el punto fuerte de la economía neoclásica.

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economía clásica, la tesis de “equivalencia ricardia-na”. Según esta “tesis” la población puede ver tam-bién a través de las políticas fiscales, y se da cuentade que una política fiscal expansionista, es decir, lageneración de déficit fiscales para estimular la de-manda agregada, implicará impuestos mayores en elfuturo, cuando la deuda pública tenga que ser salda-da, por lo que el gasto mayor del gobierno se supo-ne que se compensa por la disminución en el gastoprivado de los que ahora están ahorrando para pagarimpuestos más altos posteriormente.10

El tema subyacente en este y otros argumentos si-milares es que las economías de mercado encontra-rán su camino por sí mismas y no hay nada que pue-da hacer el gobierno. Un gobierno no puede moverla economía a una posición que no es deseada porlos mismos agentes privados pero puede desbaratarla economía si de todos modos lo intenta. Los go-biernos pueden intentar sorprender a los agentes pri-vados y, mientras estos últimos intentan averiguar losucedido, puede impulsar una cierta expansión eco-nómica “artificial”. Pero cualquier cambio será debreve duración, la economía volverá a su posición“natural” y todos los restos que quedarán de las ini-ciativas del gobierno serán desagradables residuosbajo la forma de inflación, deuda pública y pérdidade bienestar para aquellos que, sin importar porcuanto tiempo, fueron engañados por una políticaque tardaron cierto tiempo en conocer.

Según estos radicales del “libre mercado”, la úni-ca manera de evitar todo esto es depositando el po-der de la toma de decisiones sobre estas políticasmás allá del control, o incluso la influencia, de losfuncionarios elegidos. Ese poder debería darse a“técnicos” políticamente neutros que encarnaríancierto estándar abstracto de razonamiento, buscandono favorecer a nadie en particular, excepto a la socie-dad misma, y que no negociarían cualquier gananciasostenible a largo plazo a cambio de beneficios debreve duración.11

Hoy día, la política monetaria ya se encuentramás allá de control democrático en todos los paísesdesarrollados y en la mayoría de los países en víasde desarrollo más avanzados. Esto significa que ladecisión sobre las variables estratégicas de las políti-cas como las tasas de interés, que afectan la distribu-ción del ingreso, el empleo, el crecimiento, etc., sedeja a instituciones “independientes”, como el bancocentral, las cuales se asume que son neutras y quesólo son motivadas por un sentido abstracto del biencomún. Es interesante observar que ni siquiera Mil-ton Friedman parecía creerse este cuento de hadas,cuando expresó su oposición a la tesis de la autono-mía argumentando que los bancos centrales inde-pendientes serían excesivamente sensibles a las de-mandas de los banqueros privados.12

Es más o menos obvio que la política fiscal seráel próximo objetivo de esta nueva orientación. Dehecho, ya se argumenta que las políticas de ingresosy egresos son en su mayoría asuntos técnicos, que esmejor confiar a técnicos especializados que a los ins-tintos caprichosos y oportunistas de los funcionarioselegidos, siempre predispuestos en favor del gastodeficitario. Los aspectos políticos son, cuando mu-cho, secundarios en este asunto.13

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10 Que estas ideas puedan sonar extrañas incluso paralos mismos economistas neoclásicos es demostrado por lapusilánime respuesta de Lucas a las severas críticas de To-bin sobre las prescripciones de política hechas por su es-cuela. Véase Lucas (1981).

11 Este tipo de literatura, como los textos que defiendenla autonomía de los bancos centrales, parece aceptar unpunto de vista asombrosamente ingenuo sobre las inclina-ciones “naturales” de los banqueros centrales y de otros bu-rócratas. Economistas como Alex Cukierman, el defensormás notorio de la autonomía de los bancos centrales, asu-

men que, libres de la influencia de aquellos políticos per-versos, los banqueros centrales actuarían según estos altosestándares sociales, beneficiando a todos. ¡Los banqueroscentrales, en contraste con los políticos sin escrúpulos ycon los votantes torpes que los eligen son, por naturaleza,virtuosos!

12 Uno debe tener presente que Friedman no favorecíalas políticas monetarias activas. Él sólo afirmaba que hayotros medios, mejores, para asegurarse de que los hacedo-res de la política monetaria no perseguirían políticas acti-vas, consistentes en la adopción de las reglas anunciadascon anticipación para el crecimiento en la cantidad de dine-ro. Esto predeterminaría automáticamente las tasas de cre-cimiento de la oferta de dinero, reduciendo al mínimo ladiscrecionalidad de las autoridades monetarias. Los econo-mistas como Lucas también preferirían este tipo de arreglo.La mayoría de los seguidores del neoclasicismo, sin embar-go, parecen verse inclinados en favor de la tesis de la auto-nomía. Uno debe hacer notar que, en ambos casos, reglaso autonomía, lo que importa es que la política es excluidade la elaboración de la política económica.

13 Un ejemplo de esta postura puede ser ilustrativo. Elpresidente Cardoso de Brasil, elegido por una coalición en-cabezada por el Partido Brasileño Social-Demócrata, al cualpertenece, ha propuesto recientemente la adopción de unatasa de impuestos sobre la renta pareja de 7.7%. La adop-ción de tasas impositivas progresivas para promover la re-distribución de ingresos ha sido la característica más impor-tante de todos los movimientos políticos socialdemócratasdurante el siglo XX. Hoy los demócratas sociales, si es que

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En suma, la ampliación de los métodos democráti-cos de gobierno ha ocurrido en un ambiente marcadopor la sustracción de las decisiones sobre la políticaeconómica a aquella porción del Estado compuestapor los funcionarios elegidos. La responsabilidad deestas decisiones fue transferida a cuerpos autónomosdentro del Estado que supuestamente les dan el tra-tamiento “técnico” que requieren. Por lo tanto, nueva-mente, poder influir sobre el proceso político, graciasa la ampliación de la democracia, no se ha traducidoen control sobre las políticas económicas. Las espe-ranzas y las expectativas que llevaron a muchos a lu-char, o al menos a aspirar, por la democracia fueroncercenadas por el aislamiento del aparato de elabo-ración de la política económica. La libertad y la par-ticipación políticas no implicaron, como se esperaba,la participación en la elaboración de la política eco-nómica. De hecho, aquellos que asumieron que lademocracia significaba voz y mando están descu-briendo, para su sorpresa y frustración, que la actualdemocracia ofrece lo primero, mientras que cadavez más niega lo segundo. Quienquiera que tengainfluencia sobre las decisiones de los banqueros cen-trales o de los tesoreros, definitivamente no es la po-blación en general.

6. Recuperar el control sobre la política económica: una alternativa del ala izquierda keynesianaHe argumentado hasta ahora que mucha gente estádesconsolada por los pobres resultados, en términosde mejorar las condiciones de vida, que ha alcanza-do la democracia. Había grandes expectativas de quecon la democracia habría gobiernos más sensibles alas demandas de pleno empleo, de reanudación delcrecimiento y de distribución del ingreso, pero estasexpectativas fueron ampliamente frustradas. De he-cho, sacar a los gobiernos ineficaces con el voto hasido inútil, puesto que los nuevos gobiernos elegidostienden a repetir las mismas políticas y a utilizar lamisma retórica que los gobiernos derrotados.

Tanto la regla de los inversionistas financieros,arraigada en la liberalización de la movilidad del ca-pital, como la pérdida del control democrático sobrela elaboración de la política económica, causada porla transferencia de la responsabilidad sobre las polí-

ticas económicas a las áreas “técnicas” del poder que,aunque permanecen dentro del Estado, de todas for-mas se encuentran aisladas de los procesos políticos,han contribuido a generar una sensación de frustra-ción sobre la conveniencia de la democracia.

Uno debe destacar, sin embargo, que ambos ade-lantos, la liberalización de la cuenta de capitales y laautonomía de entidades como el banco central, seencuentran apoyados en argumentos teóricos y em-píricos débiles.14 Uno no necesita saber demasiadopara ver lo ingenua que es la noción de que los ban-queros centrales tienen una capacidad superior paraactuar en interés de la población, que ella misma oincluso que el político promedio. La incompetencia,la predisposición hacia los grupos de interés (comoel de los banqueros privados) e incluso la simple co-rrupción son tan frecuentes entre los banqueros cen-trales como entre cualquier otro grupo de gente. Porotra parte, suponer que los inversionistas financieros,que de hecho hablan por el “mercado”, actúan paradisciplinar la conducta del gobierno para beneficiar ala sociedad en general parece ir un poco más allá dela versión de La riqueza de las naciones de AdamSmith, ¡producida en el País de las Maravillas!

Como Bobbio ha señalado, la democracia signifi-ca la capacidad de elegir y la existencia de alternati-vas reales para escoger entre ellas. Los acontecimien-tos recientes menoscaban ambas. El derecho de lagente para elegir es negado cuando la preservacióndel “sentimiento del mercado” es la consideraciónque predomina. También se le niega el derecho aelegir cuando las esferas importantes de la políticapública son sustraídas del control democrático y sesitúan en un limbo institucional donde sólo puedenser alcanzadas por grupos de interés especiales. Fi-nalmente, no se ofrece ninguna alternativa real cuan-do la retórica económica se utiliza para persuadir a lapoblación de que sólo hay un camino adelante, y deque todo lo demás son pensamientos esperanzadoso ignorancia total de lo que la “buena teoría” enseña.

La democracia no es necesariamente inocua, pe-ro para darle un contenido eficaz es necesario recu-perar el control sobre las esferas del Estado a las quese les concedió autonomía: la política monetaria y

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el señor Cardoso puede ser seriamente considerado uno deellos, abordan la cuestión de las tasas impositivas como sifueran contadores y recaudadores de impuestos (para loscuales, ciertamente, sería mucho más fácil trabajar con unatasa pareja), ¡no como si fueran políticos!

14 Éste no es lugar para discutir apropiadamente estostemas. El lector puede consultar Carvalho (2000), para unadiscusión sobre la liberalización de la cuenta de capitales,y Carvalho (1995-1996), en relación con las críticas de laspropuestas para hacer autónomos a los bancos centrales.Una dura crítica a la liberalización de la cuenta de capitalestambién se encuentra en Rodrik (1998).

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fiscal son responsabilidad del Estado; mantener elpleno empleo es responsabilidad del Estado tam-bién; promover el crecimiento y buscar maneras dereducir la concentración de la riqueza y del ingresoson tareas del Estado, no de individuos o empresasprivadas, ni del “mercado”. Esto es necesario no só-lo para salvar a la democracia sino también porquelos argumentos en favor de las posturas actuales sebasan en simplificaciones ideológicas que difícilmen-te serían tomadas en consideración por estudiososconservadores, pero serios.15

También debe quedar claro, por otra parte, querecuperar el control democrático sobre la políticaeconómica no significa simplemente regresar a losarreglos institucionales prevalecientes antes de la olaliberal de los años ochenta. Es innegable que en mu-chos casos se seguían caminos insostenibles puestoque las políticas fiscales y monetarias no eran siem-pre concebidas o instrumentadas de la manera mássensata. En particular, aunque el calificativo keynesia-no fue usado indistintamente en esos años tanto porlos seguidores como por los críticos, para caracterizara casi cualquier política que involucrara al Estado enla operación de la economía, el mismo Keynes nun-ca estuvo en favor de los procesos anárquicos de in-tervención, como se observó varias veces duranteesos años.

Un enfoque keynesiano de la política económicasubraya la necesidad de una planeación y de una to-ma de decisiones adecuadas, así como la preserva-ción de un equilibrio delicado de las actividades quecaracterizan a una economía de mercado. ComoKeynes mencionó en su último escrito, la meta eraalcanzar las ganancias soñadas por Adam Smith, noeliminarlas. Para hacerlo, sin embargo, era necesarioreconocer que las economías de mercado han mos-trado defectos importantes. El papel del gobierno de-be ser compensar esas fallas.

En las circunstancias descritas aquí, el primer pa-so para recuperar el control democrático sobre la po-lítica económica sería la imposición de controles sobreel capital, sobre todo sobre los flujos a corto plazo ysobre las inversiones en el extranjero de los residen-tes. Esto debe eliminar el poder de veto que los in-versionistas financieros actualmente poseen sobre laspolíticas nacionales. Como el mismo subdirector delFMI Stanley Fischer ha reconocido, no hay evidencia

de que la liberalización del capital sirva para promo-ver el crecimiento y el desarrollo.16 La movilidad in-ternacional del capital crea importantes externalida-des negativas en economías en desarrollo a cambiode nada, excepto la libertad de hacer algunas tran-sacciones financieras fuera del país. Keynes y muchagente más se dieron cuenta a finales de los años cua-renta que la movilidad del capital podría causar másproblemas que ventajas, y por consiguiente los artí-culos de convenio del FMI preparados en la conferen-cia de Bretton Woods contenían una recomendaciónexplícita de que los países debían defenderse a símismos contra los movimientos de capital mediantela adopción de controles sobre el capital.

Los controles sobre el capital, sin embargo, sonsolamente una condición para la autonomía en laelaboración de la política nacional. Crean espaciospara la elaboración de la política, pero las políticasadecuadas aún tienen que ser diseñadas para bene-ficiarse de ellas. Así, el segundo paso es rediseñar laspolíticas económicas nacionales, comenzando porrestituir el control democrático a todas las institucio-nes estatales. La política monetaria es un instrumen-to del gobierno, tanto como lo es la política de saludo de educación. No debe permitirse que los bancoscentrales, ni Hacienda o cualquier otra rama del go-bierno, constituyan un poder aparte. Los keynesia-nos creen que las políticas económicas son más efi-caces cuando se diseñan de manera coordinada paraalcanzar metas coherentes. Diversos instrumentos ac-túan a través de diferentes canales y tienen impactosespecíficos sobre algunas variables. Los instrumentosde política no deben estar subordinados a otros ins-trumentos (como políticas monetarias subordinadasa las políticas fiscales y viceversa). Deben combinar-se para alcanzar los objetivos deseados.17

Según Keynes, un sistema capitalista enfrenta dosgrandes problemas: 1) normalmente se encuentramarcado por un excesivo grado de concentración dela riqueza y del ingreso, y 2) la demanda efectiva pue-de ser insuficiente para asegurar el pleno empleo dela fuerza de trabajo. Keynes creía que el primer pro-blema podría ser tratado más fácilmente, mediante eldiseño apropiado del sistema fiscal. En opinión deKeynes, cierto grado de desigualdad en el ingreso y lariqueza es inherente a la operación de una economía

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15 Un ejemplo bien conocido de una crítica conservado-ra de los puntos de vista que aquí se han cuestionado seencuentra en Gray (1998).

16 Véase Fischer (1999).17 Esta discusión es un resumen de Carvalho (1997),

donde los argumentos teóricos se desarrollan detallada-mente y se proporcionan más referencias bibliográficas.

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con iniciativa empresarial. El problema que enfrenta-ban las sociedades modernas era que la concentra-ción iba más allá de lo necesario para recompensar elespíritu emprendedor. El principal culpable era el de-recho a la herencia, que transmitía la riqueza de quie-nes la habían acumulado a aquellos que simplementetuvieron la fortuna de nacer ricos. La medida correc-tiva era gravar las herencias. De hecho, Keynes siem-pre defendió la imposición de gravámenes al capitalpara financiar las iniciativas políticas, particularmenteaquéllas con un carácter redistributivo.

El tema de una demanda efectiva insuficiente eramucho más difícil porque se encontraba arraigada enlas características sistemáticas de una economía capi-talista. En pocas palabras, para Keynes la dinámica deuna economía monetaria (es decir, una economía delibre empresa) depende de la habilidad de los empre-sarios individuales para tomar decisiones sobre la pro-ducción e inversión, las cuales generarán el ingresopara que los consumidores tomen sus decisiones so-bre el consumo y para que los gobiernos financien susgastos. Todo comienza con el empresario que cosechalas ganancias por sus decisiones correctas, pero quetambién paga el precio por sus errores cometidos. Es-tas decisiones se encuentran rodeadas de incertidum-bre; los empresarios intentan controlarlas mediante lasuscripción de contratos a futuro denominados en di-nero, es decir, obteniendo compromisos previos desus proveedores y, si es posible, de los compradoresde sus mercancías, para reducir el riesgo de tomar de-cisiones incorrectas e ir a la quiebra como resultadode esto. A partir de estos compromisos contractuales,se genera un flujo de gastos monetarios para llevarsea cabo en el futuro. Si todo va bien, el trabajo y lasmaterias primas estarán disponibles según lo espera-do, la producción será realizada, los bienes serán ven-didos, habrá un flujo de ingresos, se harán los pagoscorrespondientes y se obtendrán ganancias. Si algo vamal, sin embargo, puede ser que los empresarios nopuedan pagar las deudas contraídas, y los trabajadoresno podrán recibir sus salarios y comprar bienes deconsumo. En tal ambiente, es natural que surjan cier-tas preferencias para acumular activos líquidos. Estaren el control de la liquidez significa poder pagar lasdeudas cuando éstas se venzan, por lo que las expec-tativas erróneas y las decisiones incorrectas no nece-sariamente terminarán en la bancarrota.

En otras palabras, los activos remunerativos, peroriesgosos, pueden ser una fuente de ganancias, peroel tener dinero da seguridad. El problema para laeconomía surge cuando alguien utiliza su ingreso pa-

ra demandar activos líquidos, como el dinero mismo,y este mero hecho reduce la demanda por bienes yservicios. Es decir, si los empresarios guardan su di-nero, entonces no lo utilizan para emplear trabajado-res o para comprar materias primas o, finalmente, pa-ra comprar bienes de inversión. Si los consumidoresretienen su ingreso al atesorar dinero, entonces redu-cen la demanda de casas y de otros activos producti-vos. Cuando esto sucede, se dice que la demandaefectiva es insuficiente, o sea, incapaz de garantizarel trabajo de aquellos que producen las materias pri-mas, los bienes de inversión o la construcción de ca-sas para las cuales no existe demanda ahora.

Keynes creía que la insuficiencia de la demandaefectiva era un problema más serio que la excesivaconcentración del ingreso puesto que ésta se debíaal hecho de que el dinero tiene una naturaleza espe-cial y realiza un determinado papel en una economíamonetaria. De hecho, Keynes prefería referirse a laseconomías monetarias en vez de economías capita-listas para señalar que el dinero hace la diferencia. Yel dinero es especial porque es la manera más segu-ra de afrontar la incertidumbre que circunda a cual-quier decisión privada en una economía moderna.

La incertidumbre surge de dos maneras. Podemosllamar a la primera microeconómica, y es la relacio-nada con el hecho de que en una economía de mer-cado es responsabilidad del empresario individualelegir qué mercancías producir, cómo producirlas,con cuál tecnología, cómo emplear los factores de laproducción, etc. Estas decisiones están rodeadas porla incertidumbre, por supuesto, pero dejar que seanlos empresarios individuales los que las tomen es labase de una economía de libre empresa. Aquellosque toman las decisiones correctas se ven recompen-sados con ganancias, los que no, fracasarán.

Hay una segunda fuente de incertidumbre, sin em-bargo, que no puede ser encarada por los empresariosindividuales. Es la incertidumbre macroeconómicacausada por el hecho de que incluso los empresariosmás eficientes y creativos pueden ir a la quiebra si laeconomía esta atravesando una recesión. El empresa-rio, en otras palabras, puede fracasar debido a los de-sequilibrios agregados que afectan a la economía ensu conjunto. De hecho, la posibilidad de ir a la quie-bra debido a acontecimientos más allá del control delindividuo puede ser suficiente como para asustar a losproductores y a los inversionistas y hacer que acumu-len riquezas en vez de bienes productivos que gene-ren trabajo. La incertidumbre macroeconómica es elblanco principal de las políticas keynesianas.

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Para combatir estas incertidumbres, Keynes creíaque era necesario instrumentar un conjunto integra-do de políticas de manejo de la demanda agregada,cada una de las cuales atacaría un lado del problema.La política fiscal debería diseñarse de manera que es-timulara el gasto privado, en el mejor escenario, oque tomara su lugar en el peor de los casos. El pre-supuesto público debería dividirse en dos partes: elordinario y el presupuesto de inversión. El primeroincluiría todos los gastos normales del Estado y siem-pre debería estar en equilibrio. El presupuesto de in-versión debe verse como un instrumento que seráactivado en caso de contingencia, si la demandaagregada privada se muestra insuficiente para garan-tizar el pleno empleo. En otras palabras, la políticafiscal serviría al propósito de señalar a los agentesprivados que el gobierno está preparado para actuarsi la demanda privada es insuficiente. Esto deberíabastar para eliminar la incertidumbre macroeconómi-ca y para estimular a los inversionistas privados paratomar riesgos microeconómicos. Una política keyne-siana exitosa, en cierto forma paradójica, estaría ca-racterizada por presupuestos equilibrados, no debidoa disposiciones para equilibrar el presupuesto y otraslimitantes, sino porque los agentes privados se da-rían cuenta de que el gobierno está preparado paraactuar si y cuando se requiera. Los déficit presupues-tales definirían una segunda mejor situación en lacual, por alguna razón, los inversionistas privados nose sienten los suficientemente estimulados como pa-ra instrumentar planes de inversión por lo que el go-bierno tendría que activar su presupuesto de inver-sión para sostener la economía, empleando el déficitpara compensar la falta de demanda privada.

Keynes reconoció que mantener el pleno empleoimplica el riesgo de crear problemas inflacionarios.Como Kalecki señalaba, el sostenimiento del plenoempleo deterioraría la disciplina de los trabajadores ypodría inducirlos a demandar salarios mayores. Kalec-ki parece asumir que una recesión sería inevitable pa-ra poder restablecer el desempleo y, así, “dar a los tra-bajadores una lección”. Keynes era un poco másoptimista, él reconocía que esto era un problema po-lítico más que económico y que por tanto se debíatratar según el caso. Para muchos keynesianos moder-nos, esto significa apelar a las políticas de ingreso pa-ra mantener a los salarios monetarios en línea con laproductividad, desactivando así las presiones inflacio-narias. Esto no significa que la distribución del ingre-so no pueda cambiarse nunca; sí significa, sin embar-go, que se deben emplear instrumentos más eficaces

de redistribución como, por ejemplo, el sistema fiscal.Si la política fiscal es exitosa para mantener en

equilibrio a la oferta y la demanda agregadas y si nohay costos por la inflación (debido a la instrumenta-ción de políticas de ingresos), la demanda de dinerosolamente crecerá ya sea por un crecimiento real dela producción, por lo que habría que realizar mástransacciones, o porque la gente podría ser más cau-telosa de vez en cuando y demandar mayor liquidezpara atesorar. En ambos casos, el punto de vista key-nesiano es que la política monetaria debería ser flexi-ble para prevenir incrementos en las tasas de interésy evitar que la inversión privada fuera desplazada.

Estas políticas están diseñadas para defender ymantener el pleno empleo. Las economías en desa-rrollo, sin embargo, requieren aún mayores esfuerzospara sostener el pleno empleo. Es crucialmente im-portante poder crecer a tasas compatibles con la eli-minación de la pobreza y con la absorción de cadavez más gente joven lista para trabajar. La historia hamostrado que para alcanzar el crecimiento, se debeninstrumentar cierto tipo de políticas industriales paraevitar desperdiciar recursos escasos en actividadesque no tengan un impacto favorable sobre la econo-mía en su conjunto.18 Las políticas industriales tradi-cionales del tipo escoge-al-ganador pueden ya no serfactibles. Esto no significa que los “mercados libres”podrán sustituirlas, significa solamente que los hace-dores de la política tendrán que trabajar en la instau-ración y construcción de nuevos instrumentos.

Finalmente, uno no puede perder de vista que to-das estas políticas tienen que ser delineadas en fun-ción de una meta central: cambiar los perfiles de ladistribución del ingreso y de la riqueza, así comopermitir que las condiciones de vida sean mejoradas.Los sistemas fiscales progresivos y el gasto públicobien planeado son claves para alcanzar estas metas.

El punto principal es que la alternativa keynesia-na no es una licencia para crear caos o para que losgobiernos populistas gasten sin pensar en las conse-cuencias. Es en cambio una estructura que no renun-cia a la democracia misma. Los gobiernos que vivenen el déficit permanente o que provocan hiperinfla-ción no son keynesianos, son simplemente irrespon-sables y uno debe confiar en que la sociedad se da-rá cuenta de ello.

Contrario a lo que Bobbio propuso, hemosaprendido que la democracia es un valor en sí mis-mo, incluso si sólo significa la preservación de las re-

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18 Véase UNCTAD (2000).

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glas justas del juego. Pero el juego se perderá si lademocracia no se convierte también en un instru-mento para que la gente mejore su nivel de vida. Lademocracia no es una panacea, un remedio para to-dos los males, es un instrumento de gran alcance pa-ra expresar las demandas. Las demandas pueden serexpresadas a través del “mercado” o de las institucio-nes políticas. De hecho, no hay necesidad de elegirentre ellas, con excepción de lo que piensan losideológos radicales para quienes los mercados o losgobiernos son instrumentos de maldad pura. Keynescreía que los mercados desempeñan un papel impor-tante en la asignación de recursos y que los gobier-nos tienen la función de garantizar que todos los re-cursos disponibles sean empleados realmente. Loskeynesianos no creen que se tenga que renunciar alos mercados para que las democracias trabajen, ni alrevés. Pero para que esto sea verdad, la democraciatiene que recuperar la dimensión perdida del poder,e incluir nuevamente lo que le ha sido ha amputadoen las dos últimas décadas•BibliografíaBobbio, N. (1987a), O futuro da democracia, Río de Janei-

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en un régimen democrático. Pero eso no es todo, elejercicio democrático ha de asentarse en la crítica alos mecanismos de dominación y buscar el ensan-chamiento de los espacios de la vida social regidosdemocráticamente.

Sin duda, la democracia formal puede convivircon diferentes arreglos políticos e incluso inhibir losvalores de la justicia social. Así ocurre cuando se de-sequilibra la agenda de la acción pública; cuando nose respeta a las minorías; cuando riqueza e ingresose concentran; cuando no se tolera la disensión reli-giosa; cuando las reformas socioeconómicas alientanno la integración, sino la exclusión social; cuando losprocesos de transición se orientan más a la adapta-ción del país a las reglas y paradigmas universalesque a reducir sus costos entre los ciudadanos y pro-ductores nacionales.

En nuestro caso resulta sorprendente observar, deun lado, los enormes progresos en la integración delpaís a los centros universales de producción y los nomenos significativos en edificar instituciones parade-mocráticas y, de otro, la marginación masiva delgrueso de la población. Sin duda se han dado pasos

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a democracia viste los más diver-sos ropajes y se le atribuyen los más distintos signi-ficados y alcances. En un sentido, se le identifica conuna serie de criterios procesales: el sufragio univer-sal, la organización transparente de elecciones y delos sistemas electorales, la presencia de partidos po-líticos competitivos o de una oposición legítima y efi-caz. En otra vertiente, se le vincula a la crítica delejercicio arbitrario del poder. En una tercera acep-ción, se le concibe como la vía para articular legíti-mamente las demandas de la mayoría de la pobla-ción o se le asocia con la satisfacción de objetivosbásicos de justicia social.

Como se ve, el contenido de la democracia varíadesde igualarla con una serie de reglas formales has-ta asignarle un papel sustantivo, sea en la supresiónde la opresión política o como mecanismo construc-tor de las relaciones sociales y ordenador del ejerci-cio del poder. En realidad, la democracia cubre o de-biera cubrir todos esos aspectos. Lo que distingue alos sistemas democráticos de los que no lo son, esque parten de un conjunto de normas procesales,elevadas a la jerarquía constitucional. Las reglas delas elecciones, de la toma de decisiones por mayoríason, incuestionablemente, elementos imprescindibles

Reforma del Estado y democracia

David Ibarra*L

ARGU-MENTOS

* Economista.

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importantísimos en crear reglas e instituciones elec-torales autónomas, en desterrar el manipuleo y elfraude en los comicios, tanto como en el fortaleci-miento real de los partidos políticos. Se han puestolos cimientos de la modernización política, pero haytodavía una enorme tarea por llenar democrática-mente. Así lo atestiguan por lo menos 40 millones depobres, 20 millones de indigentes y más de 50% dela fuerza de trabajo ubicada en el sector informal, esdecir, fuera del segmento moderno de la economía yfuera de las redes de la seguridad social.

Así las cosas, hay riesgo vivo de que los avancespolíticos naufraguen en el descontento de la sociedadcivil. La alternancia en el poder puede convertirse enexpediente gatopardista para desvanecer artificiosa ytransitoriamente las tensiones reales, sin atender lasdemandas del electorado. En tal sentido, el derechode los votantes insatisfechos con el partido en el go-bierno, se limitaría a cambiarlo en la siguiente elec-ción, sin que las políticas medulares sufran alteraciónsustantiva.

De ese modo, puede surgir un juego perverso delegitimaciones. La democracia sirve porque confierelegitimidad a los arreglos y reformas socioeconómi-cas. La función instrumental de la democracia resideen constituirse en el mecanismo de validación de lasmetas sociales y de las políticas que hacen posiblesatisfacerlas. Por eso, cuando unas y otras se decidenpor vías o arreglos distintos —independientementede que estén respaldadas o no por normas jurídi-cas—, cuando no conducen a la justicia social ni asuprimir el autoritarismo, la democracia se convierteen mascarada y pierde, a su vez legitimidad, esto es,capacidad de resolver civilizadamente los conflictossociales.

Nuestro largo proceso de modernización políticatiene un origen sui generis, fue impulsado desdearriba, desde gobiernos más o menos autoritariosque dieron el voto a la mujer, erigieron la instituciónde los legisladores de partido, impulsaron la autono-mía de los organismos electorales o multiplicaronhasta concretar las posibilidades de la alternancia enel poder. Justo es notar que también cuentan algunasluchas partidarias genuinas que han desbrozado elcampo a paso y medida que la libertad política na-cional se fortalecía.

El otro antecedente está dado por exigencias dela globalización que intensifican o fuerzan mudanzaspor caminos frecuentemente divergentes de la justiciasocial. La combinación de la liberación de mercadosy de la democracia formal, ha tenido como conse-

cuencia dejar de lado muchos de los viejos objetivosdel desarrollo y del reparto de sus frutos. El resulta-do ha sido un acomodo asimétrico, eficaz en cuantoa la incorporación a los mercados universales, peroineficaz en el cuidado de productores y trabajadoresnacionales. Adviértase cómo se han reducido a la mi-tad las tasas de crecimiento del producto nacional(de compararse el promedio de los últimos veinteaños con las cuatro décadas precedentes), debilitan-do la capacidad de generación de empleos, esto es,la capacidad de contener la marginación social.

Sin que medie compensación, el grueso de las re-formas que se han instrumentado refuerzan el sesgoconcentrador de las cargas de los acomodos econó-micos sobre los grupos más débiles de la población.Se trata de acciones que podrían calificarse de valio-sas o necesarias vistas de manera aislada, pero que,en conjunto, refuerzan enormemente las asimetríasdistributivas. La libertad financiera y de mercadoshan causado estragos en la pequeña y mediana in-dustria por falta de políticas eficaces de reconversiónproductiva. En el mismo sentido gravita el debilita-miento deliberado de la banca de desarrollo, la reduc-ción de la progresividad de los impuestos directos yla elevación de los indirectos, el alza inmoderada delas tasas de interés, el financiamiento de las cargascreadas por el Fobaproa-IPAB, las iniciativas legislati-vas asociadas a la propiedad industrial o ejidal, lasnuevas normas de protección a los acreedores, lasque liberalizan la inversión extranjera o norman alSistema de Ahorro para el Retiro y tantas otras medi-das que sería largo mencionar.

En contraste, las políticas de signo inverso —pro-tectoras de la población y de los productores— sonescasas y, desde luego, insuficientes para el propósi-to de equilibrar el reparto de costos y beneficios delcambio. De todas maneras, destacan algunas; valgamencionar a la Comisión Nacional de Derechos Hu-manos, la Ley Federal de Protección al Consumidor,los programas de combate a la pobreza o los apoyosa la agricultura de subsistencia. Pero se ha avanzadopoco en crear derechos sociales exigibles como edu-cación y atención médica universal, seguro del des-empleo, etc. (que absorben por ejemplo 50% del pre-supuesto norteamericano) o en diseñar políticas deprevención de la difusión de la pobreza, en vez demedidas que apenas procuran hacerla más llevadera.

De aquí la importancia de influir sobre la agendade gobierno y la agenda legislativa. Hasta hace poco,las facultades metaconstitucionales del presidencia-lismo se fundían en una, imprimiéndole sesgos afines

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a las preferencias de las élites burocrático-políticas.Entonces, el Poder Ejecutivo tenía y podía ejercer lafunción de gran equilibrador social de los diversosintereses nacionales. Con la alternancia política y elcambio de modelo económico se rompen las anti-guas fidelidades de los agentes productivos y de mu-chos legisladores a los lineamientos presidenciales.Ahora hay que conciliar democráticamente a las fuer-zas de la sociedad civil y mercantil entre sí y con res-pecto a las normas de la globalización. Cobra, portanto, importancia capital el trabajo legislativo inde-pendiente como fuente de reglas e instituciones quenormen la acción individual y colectiva. En conse-cuencia, diversificar las fuentes de las iniciativas le-gislativas junto al debate abierto de las prelacionesnacionales desempeñaría un papel democratizadorde primera importancia, y, al mismo tiempo, contri-buiría a llenar constructivamente el notorio vacío depoder, consecuencia del proceso adaptativo de tran-sición a la alternancia política.

Hoy por hoy, subsiste un déficit del poder estataldedicado a la solución de los problemas de interéscolectivo. Lo que equivale a decir que el proceso deprivatización de las responsabilidades públicas avan-za peligrosamente, va mucho más allá de la desincor-poración de las empresas gubernamentales. En loshechos, no hay soberanía popular por cuanto éstasólo se hace verdad cuando las políticas sociales res-ponden a las preferencias sustantivas del electorado.

Como lo demuestran esos hechos y el recientepronunciamiento de la legislatura del estado de Gua-najuato sobre la penalización del aborto, el juego de-mocrático puede prestarse a establecer o imprimircontinuidad a normas contrarias a la vigencia de losderechos humanos o incluso respaldar revanchismoshistóricos. Por consiguiente, el reto principal resideen democratizar los aspectos fundamentales de la vi-da comunitaria, orientando los esfuerzos en el senti-do de suprimir deliberadamente privilegios o normasopresoras y de buscar, también deliberadamente, lajusticia social.

Hay urgencia por cerrar la brecha que se ahondaentre el Estado y la sociedad civil. Los resultados delmaridaje entre modernización política formal y libe-ración de mercados, muestran que las asignaturaspendientes siguen siendo la eliminación de las insti-tuciones jerárquicas de la dominación, tanto como laconducción de la transición socioeconómica por ca-minos compatibles con el bienestar ciudadano.

Es inescapable elegir y luchar por un tipo de de-mocracia bien acoplada a nuestras circunstancias que

no sea copia extralógica de modelos foráneos. Elpresidencialismo autoritario en retirada necesita unsustituto democrático, nuevos mecanismos de forma-ción de consensos que complementen los resultadosdel debate legislativo. Entonces, importa alentar laformación de organismos empresariales y sindicalesindependientes, con voz propia, que sean capacesde armonizar intereses encontrados, comprometersey corresponsabilizarse con el gobierno en el diseñoy la conducción de las políticas económicas. Poreso, afirmar el control democrático sobre el procesode toma de decisiones depende del flujo transparen-te de información, de la participación abierta de losintereses afectados, del reordenamiento de la agendade trabajo del Estado.

Valga señalar un caso ilustrativo de reformas con-trarias a la democratización de las políticas económi-cas. La Ley Orgánica del Banco de México de 1993 lotransformó en un organismo autónomo respecto delPoder Ejecutivo y con insuficientes obligaciones fren-te al Legislativo. En el nuevo paquete de iniciativaspuesto a consideración del Congreso de la Unión sepropone redondear esa autonomía —que no cuadrabien con nuestro régimen constitucional—, otorgán-dole las facultades de concebir e instrumentar la po-lítica cambiaria y de supervisar a la Comisión Nacio-nal Bancaria y de Seguros. En torno a esta cuestióncabe advertir varios hechos.

El artículo 28 constitucional asigna al Banco deMéxico el objetivo único de combatir la inflación. Adiferencia de otros bancos centrales, el nuestro pue-de despreocuparse del crecimiento, el empleo o lasuerte de los productores nacionales. Además, con-forme a la iniciativa de marras, el secretario de Ha-cienda asistiría, con voz pero sin voto, a las sesionesde la Junta de Gobierno de la institución. Y las deli-beraciones de la misma mantendrían una silenciosadiscreción que no trascendería al resto de la socie-dad ni se abriría al debate con representantes de losprincipales agentes productivos.

Al abandonar la política fiscal sus funciones com-pensatorias de los ciclos de prosperidad o depresiónpara cederlas a las políticas monetarias y cambiarias,el manejo macroeconómico pasaría a depender casipor entero de las acciones del Banco de México. Pa-radójicamente, la marcha de la economía seguiríasiendo responsabilidad de un Poder Ejecutivo despo-jado de los instrumentos indispensables de acción.

La propuesta de reformas refleja temor a demo-cratizar las decisiones económicas fundamentales ydesconfianza intrínseca en los gobiernos cualquiera

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que sea su signo. En contraste, la alternancia en elpoder requiere del remplazo del presidencialismopor fórmulas políticas modernas, es decir, de la abo-lición del secreto y abrir al debate público las deci-siones. Ya no es admisible una democracia limitadaa no interferir en las estrategias tecnocráticas del ma-nejo económico.

Bien visto, ninguna práctica social queda másallá de la política. Las fronteras entre lo público y loprivado se deslindan políticamente (por eso cambiancon el tiempo y las circunstancias). El propio merca-do es también una construcción política que crean ysostienen los estados. Por consiguiente es válido bus-car el tipo de democracia que mejor facilite la solu-ción de los grandes dilemas nacionales. La respuestano es difícil, aunque la instrumentación lo sea, sobretodo en materia de construcción y deconstruccióninstitucional. En esencia, habría que completar losavances de modernización política formal con plan-teamientos sustantivos, dirigidos a desmantelar lasinstituciones del autoritarismo, a democratizar ex

profeso las decisiones en los campos donde se danlos mayores rezagos participativos y a equilibrar lossesgos distorsionadores de las reformas ya instru-mentadas.

Complemento de lo anterior sería el estableci-miento de las reglas e instituciones del escrutinio de-mocrático de los resultados del ejercicio del poder.Aparte de comprobar el apego a la ley y el manejohonesto de los servidores públicos, se buscaría eva-luar el apego —y eficacia— de las políticas a las exi-gencias del avance democrático sustantivo en quedescansa el principio de la soberanía popular.

La democracia tiene la función fundamental deponer coto a los efectos concentradores de ingreso yriqueza del juego libérrimo de los mercados, pero sedesvanece cuando no logra un grado importante deigualdad política, económica y social, cuando se per-mite que el poder económico devenga en autoritaris-mo social•

6 de septiembre de 2000

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La propuesta de la Cocopa*Arturo Warman**

l presidente Vicente Fox envió alCongreso de la Unión para su dictamen y aprobaciónen su caso la iniciativa de reforma constitucional enmateria indígena elaborada por la Comisión de Con-cordia y Pacificación del propio Congreso, Cocopa.Ahora corresponde a las cámaras del Congreso de laUnión decidir sobre esa iniciativa. Por eso me dirijoa los legisladores con una atenta solicitud: no aprue-ben dicha iniciativa en sus términos. Sustento mi pe-tición en un único argumento: se trata de una pro-puesta confusa, ambigua y sujeta a infinitas interpre-taciones, que no consagra derechos efectivos sinoabstracciones remotas que originan frustración, con-flicto y retroceso. Es una mala propuesta de la quesólo puede emanar una mala ley.

Antes de sustentar mi argumento se requiere deuna aclaración. Mi pronunciamiento negativo sobrela iniciativa de la Cocopa no prejuzga sobre losAcuerdos de San Andrés Larráinzar entre el gobiernofederal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.Aunque los Acuerdos de San Andrés y la iniciativa dela Cocopa se han confundido como si fueran una y

la misma cosa, la verdad es que son dos documentostotalmente diferentes. Cuatro densos documentos re-cogen los Acuerdos de San Andrés con una exten-sión de 20 cuartillas a renglón seguido. Son docu-mentos complejos, redactados por muchas plumas,que contienen conceptos y palabras comunes a lasque se otorgan significados ligera o claramente dife-rentes por quienes intervinieron en la redacción. Eltexto de los Acuerdos no está libre de contradiccio-nes aunque son más frecuentes los desencuentros enque las partes se refieren a cosas diferentes con lasmismas palabras. Los Acuerdos son una declaraciónpolítica importante, una expresión de voluntad quecontiene grandes coincidencias, contradicciones ydiferencias menores o no tanto. Son la materia primapara elaborar reformas legales.

La iniciativa de la Cocopa, con una extensión deapenas la décima parte de los Acuerdos, fue redacta-

E

* Texto publicado el 12 de diciembre de 2000 en el dia-rio La Crónica de Hoy.

** Doctor en antropología. Investigador del Instituto deInvestigaciones Sociales de la UNAM.

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da nueve meses después de que se firmaron y tresmeses después de suspendido el diálogo. La elabora-ron los diputados y senadores de todos los partidoscon representación en el Congreso de la Unión queformaban parte de la Comisión. Es una interpreta-ción unilateral de los acuerdos políticos que intentasu reflejo jurídico preciso y unívoco. No lo logró. Poreso la rechazó el gobierno federal mientras que elEZLN la aceptó.

Sustento a continuación mi rechazo a la iniciativade la Cocopa. Selecciono sólo las que me parecen lasdeficiencias más importantes y notables aunque nosean todas las que contiene. Comienzo por el princi-pio:

1. La iniciativa de la Cocopa empieza con esta for-mulación: “… Artículo 4o. La nación mexicana tieneuna composición pluricultural sustentada originalmen-te en sus pueblos indígenas, que son aquellos quedescienden de poblaciones que habitaban en el paísal iniciarse la colonización y antes de que se estable-cieran las fronteras de los Estados Unidos Mexicanos,y que cualquiera que sea su situación jurídica, conser-van sus propias instituciones sociales, económicas,culturales o políticas, o parte de ellas. Los pueblos in-dígenas tienen el derecho a la libre determinación y,como expresión de ésta, a la autonomía como partedel Estado mexicano…”. Definición confusa que ad-mite demasiadas interpretaciones, algunas aberrantes.Por ejemplo: los indígenas norteamericanos de Arizo-na o Nuevo México cumplen con todos los requisitosseñalados para acogerse a esta definición como partedel Estado mexicano. Si la propuesta se aceptara esta-ríamos legislando más allá de nuestras fronteras ynuestra soberanía. México se ha opuesto con razón ypermanentemente a leyes extraterritoriales promulga-das por otros países, mal nos veríamos contradiciendonuestra tradición en materia de política exterior. Encambio los kikapú de Coahuila, que migraron a Méxi-co en el siglo XIX por invitación del presidente BenitoJuárez, o los hijos mexicanos de indígenas guatemal-tecos refugiados en el siglo XX, no recibirían el am-paro de la ley. Peor todavía, quedaría en duda si losindígenas chiapanecos estarían incluidos en esa defi-nición ya que Chiapas no fue signataria del Acta Cons-titutiva de la Federación de enero de 1824, que podríaconsiderarse como el documento que establece lasfronteras de los Estados Unidos Mexicanos.

Los autores de la iniciativa trataron de incorporaral texto constitucional la definición de pueblos indí-genas del “Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas yTribales en Países Independientes” de la Organización

Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas,por lo que la modificaron, acaso con la intención demejorarla. Lo hicieron con descuido y lograron queperdiera claridad, que se confundieran los sujetosgramaticales y los tiempos históricos. Además, esa in-tención era redundante en la medida en que el Con-venio 169 fue firmado por México con la aprobaciónde la Cámara de Senadores, por lo que su definiciónbien redactada de pueblos indígenas ya forma partede la legislación mexicana.

La iniciativa de la Cocopa nos propone una defi-nición que confunde, genera dudas y contradicenuestra política exterior. Abre un debate inútil e im-productivo; a cambio no soluciona nada. Vale la pe-na preguntarse sobre el sentido o el beneficio quetendría incorporar esa definición al texto de nuestraConstitución.

2. En el mismo artículo 4o., fracción II, la Cocopapropone la siguiente redacción: “[los pueblos indíge-nas tienen el derecho a]… aplicar sus sistemas norma-tivos en la regulación y solución de conflictos internos,respetando las garantías individuales, los derechoshumanos y en particular, la dignidad e integridad delas mujeres; sus procedimientos, juicios y decisionesserán convalidados por las autoridades jurisdicciona-les del Estado…”. Una buena intención destruida poruna redacción deficiente.

“Serán convalidados” implicaría un imperativo,una obligación ineludible consagrada por la Consti-tución en su capítulo sobre las garantías individuales.El problema de ese imperativo es que vulnera la se-paración de poderes, su independencia y autonomía.En nuestra tradición jurídica las leyes las elabora el Po-der Legislativo. Los usos y costumbres, forma con-vencional de referirse a las prácticas jurídicas tradi-cionales e informales, son, entre otras, fuentes delegalidad. Pero en el texto no se habla de usos y cos-tumbres sino de sistemas normativos elaborados poruna entidad confusa y elusiva: los pueblos indígenas.La propuesta de la Cocopa transfiere la facultad deaprobar leyes del Poder Legislativo a una entelequia.Peor, obliga al Poder Judicial, las autoridades juris-diccionales del Estado, a convalidar esas normas demanera automática. Si se aprobara la iniciativa de laCocopa se crearían fueros, derechos o privilegios ex-clusivos para un grupo de la población, pese a queen los Acuerdos de San Andrés se rechaza explícita-mente esa posibilidad.

3. Todavía en el artículo 4o., fracción III, la Cocopapropone la siguiente redacción: “[los pueblos indíge-nas tienen derecho a]… elegir a sus autoridades y ejer-

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cer sus formas de gobierno interno de acuerdo a susnormas en sus ámbitos de su autonomía, garantizan-do la participación de las mujeres en condiciones deequidad…”. Un acuerdo firme entre las partes de losAcuerdos de San Andrés destruido por la gramática eneste caso. El presidente de la República y los goberna-dores de los estados, entre otros, son autoridades delos indígenas en tanto ciudadanos mexicanos; senado-res, diputados federales y locales, también son repre-sentantes populares de los indígenas. Esas autoridadesy representantes se eligen exclusivamente por el votouniversal, libre y secreto de los ciudadanos. La malaredacción podría permitir que aduciendo sus normas,algunos mexicanos realizaran elecciones para esoscargos de manera diferente a los que establecen las le-yes y procedimientos, destruyendo el sistema electoralque tanto nos ha costado edificar. Estoy seguro quelos legisladores que redactaron la iniciativa de la Co-copa nunca se propusieron eso, pero la gramática lostraicionó. Poner “internas” en lugar de “interno” paraque el femenino plural incluyera a autoridades y for-mas de gobierno resolvería el problema, pero la Coco-pa presentó su propuesta como definitiva, inmodifica-ble. El EZLN respaldó esa intransigencia y se negó acualquier modificación: “ni una coma, ni un acento”sentenció uno de sus portavoces.

4. La Cocopa propone, para el artículo 4o., la si-guiente formulación: “… Las autoridades educativasfederales, estatales y municipales, en consulta conlos pueblos indígenas, definirán y desarrollarán pro-gramas educativos de contenido regional, en los quereconocerán su herencia cultural…”. Gramaticalmen-te se propone que se reconozca la herencia culturalde las autoridades, el sujeto de la oración. Pecadovenial. Más grave es que esta redacción otorgue a lasautoridades educativas estatales y municipales la fa-cultad de definir programas educativos, que actual-mente está reservada exclusivamente al Ejecutivo fe-deral en la fracción III del artículo 3o. constitucional.No creo que la Cocopa se propusiera reformar indi-rectamente el artículo 3o. de nuestra Constitución.

5. Para el artículo 18 la Cocopa propone la si-guiente adición: “… Los indígenas podrán compur-gar sus penas preferentemente en los establecimien-tos más cercanos a su domicilio, de modo que sepropicie su reintegración a la comunidad como me-canismo esencial de readaptación social…”. Declara-ción sonora, sólo que “podrán” es potestativo y “pre-ferentemente” es discrecional. Se propone reformarla Constitución para que no pase nada diferente a loque pasa en la actualidad.

6. La Cocopa propone reformar la fracción V delartículo 115 para facultar a los municipios para for-mular y administrar planes de desarrollo municipal yurbano con la participación ciudadana. Los indígenasno se mencionan ni queda claro cómo se beneficia-rían con la propuesta. La idea podría tener algún mé-rito pero no está contenida en los Acuerdos de SanAndrés ni tiene que ver con el tema de los mismos:derechos y cultura indígena.

7. Otra vez en el artículo 4o., fracción VII, la Co-copa propone: “[los pueblos indígenas tienen dere-cho a]… Adquirir, operar y administrar sus propiosmedios de comunicación…”. Ese derecho abstractoya lo tenían como todos los mexicanos, el problemaradica en cómo tener acceso a su disfrute, cuestiónque la propuesta omite a cambio de una declaraciónaltisonante. Adicionalmente la formulación tiene unproblema técnico jurídico: establece un derechoconstitucional directo, por encima del régimen deconcesión y permiso al que deben sujetarse el restode los mexicanos; estrictamente otro fuero.

8. Para la fracción V del artículo 4o. la Cocopapropone: [los pueblos indígenas tienen derecho a]…Acceder de manera colectiva al uso y disfrute de losrecursos naturales de sus tierras y territorios, entendi-dos éstos como la totalidad del hábitat que los pue-blos indígenas usan y ocupan, salvo aquellos cuyodominio directo corresponda a la nación…”. Muchasabstracciones imprecisas en una oración. “Recursosnaturales” es un concepto muy amplio que la pro-puesta sólo acota para excluir el petróleo, los mine-rales del subsuelo y las aguas superficiales y subterrá-neas que corresponden al dominio de la nación. Silos legisladores se refieren a los recursos comunes alos que todos tenemos acceso: aire, lluvia, energía so-lar, viento, su propuesta es inocua. Pero si se refierea recursos como el suelo y las plantas silvestres o in-ducidas, que tienen dueños, su propuesta es explosi-va. El término “colectivo” no es menos amplio ni am-biguo. Es fuente de conflictos si no existe claridadsobre sus sujetos y sus derechos. “Pueblos indígenas”es un concepto histórico totalmente inadecuado paraestablecer derechos colectivos sobre recursos limita-dos y perfectamente localizados, como una parcelapor ejemplo. La propuesta no ofrece derechos realespara las personas o las comunidades concretas, alcontrario, amenaza con una declaración abstracta. Lainiciativa puede sembrar conflictos agrarios, abrir otravez luchas superadas, convocar al despojo al másfuerte o más audaz, al más aventurero, provocar elenfrentamiento étnico, llamar al encono y al rencor.

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Como consecuencia de una constelación de mo-vimientos sociales que reconocemos como Revolu-ción mexicana, nuestro país realizó una profunda re-forma agraria, imperfecta como todos los procesossociales de gran envergadura pero de gran alientojusticiero. El reparto de la tierra concluyó, alcanzósus límites jurídicos y cumplió hasta donde pudo consus propósitos para la justicia social. Los mexicanosindígenas fueron parte de ese gran proceso de redis-tribución de la propiedad rústica. Como comuneros,ejidatarios, pequeños propietarios, posesionarios ynacionaleros ganaron la tierra y tienen derechos de-finitivos sobre ella. El problema no está en la tierrasino en la pobreza que la fragmentación excesiva dela propiedad no puede resolver. Convocar a los indí-genas a una nueva lucha por la tierra con una vagapromesa irrealizable es irresponsable.

9. En el artículo 115, fracción IX, la Cocopa pro-pone: “… Se respetará el ejercicio de la libre determi-nación de los pueblos indígenas en cada uno de losámbitos y niveles en que hagan valer su autonomía,pudiendo abarcar a uno o más pueblos indígenas, deacuerdo a las circunstancias particulares y específicasde cada entidad federativa…”. La verdad es que nocomprendo qué significa esa declaración confusa.Llama la atención que se proponga que en la Cons-titución se establezca el derecho a “hacer valer”. Lossignificados más frecuentes para esos términos sonlos de imponer, prevalecer, lograr reconocimiento,casi defenderse con sus propias uñas. Se les conce-de el derecho a intentar y lograr lo que puedan consus fuerzas. Ese derecho ya lo tienen, lo tenemos to-dos, pero así enunciado equivale a una invitaciónconstitucional a la confrontación.

10. Para el artículo 26 constitucional la Cocopapropone: “[a las comunidades y pueblos indígenas]… El Estado les garantizará su acceso equitativo a ladistribución de la riqueza nacional…”. Sonoro yenérgico mandato imperativo que carece de conteni-do, salió vano. El término “equitativo” tiene un con-tenido ético importante, pero referido a garantizar ladistribución de la riqueza nacional admite muchasinterpretaciones. Puede entenderse como igualdadabsoluta, como una proporción que corresponda asu tamaño en la población o a su aportación en elproducto, puede significar una aportación compen-satoria por parte del Estado para superar carencias ydesigualdades, puede significar casi cualquier cosa.“Acceso” viene a oscurecer más la oferta. La Acade-mia de la Lengua lo define como “acción de llegar oacercarse”. El Estado no se obliga a nada preciso pa-

ra garantizar ese derecho. Pero en las personas y co-munidades esa declaración despierta expectativas,genera peticiones y exigencias derivadas de su com-prensión de esa propuesta abstracta y produce frus-tración cuando sus demandas no se cumplen.

Si cada una de las deficiencias o debilidades se-ñaladas o las que no se mencionan en la iniciativa dela Cocopa puede tener consecuencias contrarias alpropósito de consagrar los derechos indígenas, su-madas y combinadas tienen un efecto devastador.Crean fueros que contradicen el principio de igual-dad frente a la ley. Producen confusión y puedenpromover enfrentamientos. Ofrecen expectativasirrealizables. Separan y confrontan a las personas y alas comunidades, sobre todo a las indígenas. Atentancontra el Estado de derecho y las instituciones demo-cráticas, vulneran principios constitucionales. Invitana la confrontación. Ni siquiera se corresponden conlos Acuerdos de San Andrés, los rebasan sin sentidoni dirección claros. Si el esfuerzo de la Cocopa sejustificó para alcanzar la paz en Chiapas, su propues-ta no contribuye a lograrla. Por el contrario, amplíael enfrentamiento y lo prolonga. La iniciativa de laCocopa no resuelve ningún problema, por el contra-rio, los crea.

Las deficiencias y debilidades de la propuesta dela Cocopa acaso pueden explicarse por el momentoy el contexto en que se elaboró en el mes de no-viembre de 1996. Esas deficiencias dieron origen aotras tres iniciativas de reforma constitucional en ma-teria de derechos y cultura indígenas: la del PartidoAcción Nacional del 12 de marzo de 1998, la del pre-sidente de la República del 15 del mismo mes y ladel Partido Verde Ecologista del día 28, que se pro-ponían corregir los excesos de la iniciativa de la Co-copa. Desafortunadamente esas tres iniciativas sonreactivas, corrigen y mejoran algunas de las pro-puestas de la Cocopa, pero siguen su lógica y se-cuencia y dejan la impresión errónea de que intentancontener y reprimir una propuesta muy avanzada. Lainiciativa de la Cocopa no es avanzada, es confusa.Sus declaraciones abstractas no constituyen una pro-puesta consistente ni viable. Revivir la iniciativa de laCocopa a cuatro años de distancia como ponenciaprincipal e hilo conductor del debate y decisión en elCongreso de la Unión sobre la materia de derechosy cultura indígenas es volver atrás.

Para legislar sobre derechos indígenas, cuestiónque conserva su importancia y urgencia, hay quevolver a las fuentes: la reforma constitucional de1992 y las consultas que se realizaron para elaborar-

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la, los Acuerdos de San Andrés de manera destacada,las consultas y debates que surgieron de los mismos,la iniciativa de la Cocopa y las tres iniciativas quereaccionaron frente a ella y todas aquellas que los le-gisladores como representantes populares puedanaportar. Con esos elementos hay que volver a las

preguntas olvidadas: ¿Qué derechos se deben consa-grar en la Constitución, con qué propósitos y cómose puede garantizar su cumplimiento? Tengo la im-presión de que eso esperan los mexicanos, los indí-genas y también los que no lo son•

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Derecho y justicia. Retos de la política democrática

Entrevista con José Ramón Cossío*

por Antonella Attili y Luis Salazar**

os grandes retos para la construc-ción de un Estado de derecho se encuentran vincu-lados a la problemática de la función del Poder Judi-cial y de la administración de justicia a su cargo. Porello remiten en varios sentidos al tema constitucionaly a la concepción de país y de justicia plasmadas enla Constitución.

Antonella Attili: La ausencia de un eficaz Estadode derecho en México desvirtúa y vacía de conteni-do las atribuciones que configuran los deberes delPoder Judicial, la autoridad jurídica en la administra-ción de justicia. Entre ellas están las importantes ta-reas de defender la Constitución, velar por las garan-tías individuales y dirimir los conflictos que interesanal sistema federal. ¿Cómo plantearías, desde tu pers-pectiva, la situación?

José Ramón Cossío: Es una situación caracteri-zada por muchos problemas que asumen distintasformas. Uno de ellos se originó porque la SupremaCorte de Justicia tenía fundamentalmente competen-cia para resolver juicios de amparo. Como los efectosde éste eran individuales, realmente la Suprema Corteno participaba de un modo directo en la construc-ción de políticas públicas, como lo hacen los tribuna-les constitucionales o las supremas cortes práctica-mente en todo el mundo. Eso llevó, me parece, aque la Corte tuviera una posición secundaria y, al nopoder definir de una manera rigurosa, sistemática,amplia, una gran cantidad de contenidos de la Cons-titución, la Corte se separó del proceso fundamentalde la construcción normativa.

Un segundo asunto a señalar es que la propiaCorte —desde mi punto de vista— interpretó de ma-nera muy estrecha las garantías individuales y, sien-do éstas la puerta de entrada al juicio de amparo,

ocasionó que sólo muy pocos actos de autoridadfueran declarados o pudieran ser considerados como“inconstitucionales”. Entonces la Corte intervenía enmuy pocos casos en materia de garantías, de ampa-ro y, consecuentemente, no afectaba los grandesprocesos políticos que se desarrollaban.

Otra cuestión importante es que muchos de losconflictos políticos en el pasado, que hoy serían con-flictos jurídicos, se resolvían en otras instancias. Hayvarios ejemplos: conflictos del federalismo que en-contraban su resolución en la Secretaría de Goberna-ción; otros que se resolvían en el interior del partidoen el poder. De manera tal que también esos asun-tos, que pudieron haber llegado a la Corte, se veíanen realidad como conflictos entre personajes en si-tuaciones concretas, y no como problemas de reglasde derecho.

Si uno revisa los conflictos entre los estados, en-tre éstos y los municipios o entre la Federación y losestados, es claro que muy pocos llegaron a plantear-se jurídicamente lo que significa que no existían con-diciones jurídicas y que los conflictos se resolvíanpor la vía política.

Todo esto dio lugar a que tuviéramos una Cons-titución “secundaria”, ya que la carta magna tenía unsentido menor para la defensa de las garantías; y,respecto a la parte orgánica, las construcciones eranprácticamente las que iban haciendo los propios po-

L

* Doctor en derecho. Jefe del Departamento de Dere-cho del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).La entrevista fue realizada el 5 de julio de 2000.

** Antonella Attili es profesora de filosofía en la Facultadde Filosofía y Letras de la UNAM. Luis Salazar es profesor defilosofía de la UAM-I y presidente del Instituto de Estudiospara la Transición Democrática, A.C.

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deres públicos, de manera que la Corte no tenía unaparticipación relevante en ese tipo de procesos. Elloredundó en que si la Corte no planteó una Constitu-ción importante, relevante, tampoco encontró losfundamentos de construcción del Estado de derecho.

Luis Salazar: Me parece que tanto las garantíasindividuales como los llamados derechos sociales,parecen haber derivado en un “negociacionismo”fuera de los circuitos legales.

JRC: Por supuesto. Al respecto hay que decir quenosotros tenemos derechos sociales “de dos tiem-pos”. Los primeros son derechos sociales en donderealmente el Estado no se comprometía a llevar a ca-bo políticas redistributivas. Ciertamente, algo teníaque hacer por la educación primaria obligatoria, pe-ro no por el resto de los derechos sociales. Ese pri-mer Estado social en realidad suponía restricciones aunos particulares que se consideraban muy podero-sos, para favorecer a otros que se consideraban me-nos poderosos. Entonces se dijo que no cabía el jui-cio de amparo para exigir esos derechos, porque enrealidad se trataba de controles entre particulares yque lo que se tenía que dar era un control, primero,de legalidad y, sólo cuando se diera una violación degarantías individuales, cabía la posibilidad de de-mandarlo.

A partir de los años setenta hay una segunda ge-neración de derechos sociales, como el de la vivien-da o el de la salud, donde en principio parecía quedebía haber un ejercicio de intervención del Estado,e incluso un ejercicio redistributivo. Sin embargo, co-mo ya de antemano se había dicho que los derechossociales no podían ser perseguidos o ejercidos direc-tamente mediante el amparo, cuando llegó esta se-gunda generación de derechos redistributivos simple-mente se aplicaron las tesis ordinarias y se dijo queno podía exigirse de manera directa la prestación deun derecho a la salud, a la vivienda o al trabajo. Enconsecuencia, esos derechos nunca tuvieron eficacia.

AA: ¿Cómo se podrían convertir estos derechossociales e individuales, tratados tradicionalmente co-mo instrumentos de control o concesión, en verda-deros derechos individuales y sociales de un Estadosocial democrático?

JRC: Creo que se trata de un problema de inter-pretación por parte de la Suprema Corte, porque lossistemas modernos —el mexicano no es la excep-ción— están diseñados para que quien interpreta enúltima instancia la Constitución y particularmente to-do lo relacionado con garantías individuales o dere-chos individuales, sea la Suprema Corte de Justicia.

Entonces creo que la Corte, resolviendo amparos,puede generar una interpretación más rica y exhaus-tiva de los propios contenidos de los derechos socia-les y, al expandir de este modo el contenido de losderechos individuales, un mayor número de actos deautoridad tendrían que pasar por el filtro de esos de-rechos. En la medida en que se van extendiendoesos derechos, un mayor número de actos de autori-dad se detienen, porque estas nuevas definicionesson —digamos— un criterio de validez de las actua-ciones de las autoridades.

Un ejemplo bien interesante es el del artículo 9o.constitucional. Durante los siglos XIX y XX se dijo queel derecho de asociación significaba solamente la po-sibilidad de formar un grupo, pero desde 1994 la Cor-te afirmó que tenía tres dimensiones: una, efectiva-mente, la de reunirse o asociarse con otras personas;otra, la de no verse obligado a participar contra la vo-luntad propia en una asociación, y la tercera, de po-der excluirse de esa asociación. Este segundo criterio(el de participar o no en una asociación) permitió,por ejemplo, empezar a romper el corporativismo.Los primeros casos fueron los de miembros de la Cá-mara de Hospitales del estado de Durango que, cuan-do se les obligó a afiliarse a la Cámara de Hospitales,plantearon un amparo y la Corte les concedió esa po-sibilidad con lo que cayó la Ley de Cámaras. Luegohubo un amparo de los trabajadores del estado de Ja-lisco y otros del estado de Oaxaca, donde lograronque no se les obligara a afiliarse a un sindicato únicode burócratas que existía en cada uno de esos esta-dos; esto significó un cambio completo en las circu-laciones de ejercicio político debido a un ensancha-miento de las garantías individuales. La cláusula deadmisión y exclusión —hasta donde yo sé— no ha si-do todavía planteada en amparo, pero, de llegarse aplantear, probablemente se tendría que declarar “in-constitucional”. Ahí es donde está la parte más rica deesos derechos y ésa es la vía en que se pueden resta-blecer o empezar a ser objeto de un trabajo serio.

AA: ¿De qué manera se ha transformado a lo largode su historia el Poder Judicial y cómo se han refleja-do dichas reformas en el orden jurídico mexicano?

JRC: Hay cuatro momentos fundamentales de or-ganización del Poder Judicial. Primero, la discusióndel Constituyente de 1917 que tuvo dos líneas. Elproyecto de Carranza de reformas a la Constituciónque, me parece, era un proyecto de corte estricta-mente liberal que puede definirse como “clásico”,donde afirmaba que bastaba con que las garantías in-dividuales se respetaran y se sancionara la violación

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de éstas o actos de autoridad indebidos, para que elEstado liberal prevaleciera; ello porque las garantíasindividuales estarían sujetas al principio de divisiónde poderes y a la lógica de protección de los ciuda-danos. En el Constituyente se plantean varias opcio-nes del Poder Judicial, una era si la Corte debía que-dar o no vinculada al sentido revolucionario (paraeso, por ejemplo, una de las tesis fue que los minis-tros fueran elegidos). Otra, el tipo de asuntos en quedebían o no participar los ministros (políticos o jurí-dicos). Otra de las tesis trataba la cuestión de si losministros debían tener una representación o algún ti-po de vinculación social a través de las designacio-nes de las legislaturas de los estados o ser sujetoscon grandes capacidades técnicas, situación que seplantea un poco en relación con lo que ocurre conlas elecciones: ¿queremos sujetos que sean muycompetentes en derecho o, por el contrario, sujetosque tengan una gran sensibilidad social? Creo que enesa discusión prevaleció el diseño en el sentido deministros competentes en derecho.

Luego, en 1922, tuvo lugar un cambio fundamen-tal y se estableció la inamovilidad de los ministros. Lainiciativa de reformas fue presentada por Obregóncuando ni siquiera era presidente de la República ytrataba de ajustar el Poder Judicial a su propio pro-yecto político.

La siguiente reforma —y a mi parecer la más in-teresante— es la de Cárdenas, donde se suprime atodos los ministros. Éste es un caso importante, yaque a pesar de que el cardenismo es uno de los pe-riodos más estudiados de la historia de México, no sehace referencia en ningún libro a qué pasó con laCorte: puedes saber por qué corrieron a los genera-les o al primer gabinete, pero no se sabe por qué co-rrieron a los ministros. Yo me di cuenta del asunto—y es algo que no deja de ser pintoresco— viendoel archivo fotográfico Casasola, cuando un día ho-jeándolo vi que decía “Nuevos ministros de la Corte”y así me enteré que habían despedido a todos losministros de la Corte y a todos los del Tribunal Supe-rior del Distrito Federal. Según Cárdenas los minis-tros eran sujetos conservadores y tenían poco espíri-tu revolucionario; así, propicia una discusión entre laBarra de Abogados (que se forma en esos años, e in-tegrada por abogados conservadores) y la Liga deAbogados del Distrito Federal, con una tendencia deizquierda. Cada uno presenta su lista de candidatos ysalen elegidos todos los de la Liga de Abogados. En-tonces, Cárdenas entendió que podía utilizar a laCorte como un instrumento de transformación del

derecho; de hecho, por eso crea la Cuarta Sala, la Sa-la Laboral, y los ministros, efectivamente, son enfáti-camente agraristas, laboralistas, imprimiendo así ungran sentido a la Constitución en ese aspecto.

Sin embargo, Cárdenas también dijo que los mi-nistros iban a durar sólo seis años, y en 1940 esosministros tienen que salir, así que se presenta otroproblema muy interesante: Ávila Camacho promueveunas reformas constitucionales para volver a darlesinamovilidad, pero no altera la forma de designaciónde los ministros de la Suprema Corte sino que éstaempieza a seguir los propios ritmos del sexenio, desuerte que el Presidente propone y el Senado aprue-ba (con mayoría simple), de manera tal que ya nohay reestructuración que permita apoderarse de laCorte, sino que ésta sigue los propios mecanismossexenales. Si revisamos cuántos ministros eran remo-vidos en los sexenios, veremos casos, como el de Mi-guel Alemán, en que se movió a 19% de ellos.

Luego vino un segundo periodo, ya en los añoscincuenta, donde dentro de la lógica de sustitución delos ministros, la Corte se enfrentó con problemas derezago debido a que las decisiones de todos los jue-ces de distrito más las decisiones de los tribunales su-periores de los estados llegaban a la Corte. Para 1950la Corte tenía algo así como 35 000 asuntos rezagados,por lo que se crearon los tribunales colegiados y unasala auxiliar para atender los rezagos. Luego hubo va-rias reformas, en 1968 y en 1982, para tratar de elimi-nar este problema. Sin embargo, si bien se reducía elrezago se seguía sustituyendo a los ministros median-te los mecanismos políticos tradicionales.

En 1982 se incorporó una tesis interesante: laCorte no debía ser sólo un tribunal que resolvieraproblemas, sino uno que le diera sentido a la Cons-titución. Sin embargo, se presentó un desfase, ya queorgánicamente se le dieron competencias a la Corte,pero la comprensión que teníamos entonces de laConstitución (los juristas mexicanos, los constitucio-nalistas y los propios ministros), era completamenteajena a ese modelo. Teníamos un órgano que debíaresolver conflictos de tipo normativo, y una com-prensión puramente política y muy instrumental dela Constitución.

Luego, con la reforma constitucional de 1994, setrató de empatar el asunto cuando se sustituyó a to-dos los ministros, entonces se comenzó a equilibrarla forma de entender la Constitución con las compe-tencias de la Corte; y ese nuevo entendimiento esta-bleció que la Corte podía resolver los conflictos de-rivados de la división de poderes o del sistema

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federal mediante las acciones de inconstitucionali-dad. Además, tenían como propósito permitir que lasminorías (del 33 %) le preguntaran a la Suprema Cor-te si la ley, aprobada por la mayoría, era o no cons-titucional. Ésta es la etapa en la que estamos: en laque la Corte pretende cumplir funciones de carácterconstitucional o de tribunal constitucional, y creoque en términos generales tiene las competencias su-ficientes para ello.

LS: Es muy preocupante la interpretación de laConstitución como proyecto de un grupo, como ex-presión de la voluntad de una facción, ya que sugierela necesidad de recrear la Constitución en otros térmi-nos, es decir, con la participación de las otras fuerzas.¿Cómo verías este problema, ante el ruido en torno alas propuestas de una nueva Constitución o por lo me-nos de una revisión de fondo? ¿Cuál sería tu postura?

JRC: Señalaría dos niveles. Uno es el de los librosde texto, las formas de reproducción del conoci-miento, y ahí estamos anclados en posiciones muytradicionales. Otro es que la propia dinámica políti-ca, que concluye en la Corte para la resolución deconflictos o la dinámica política que se da entre lospartidos tiene su propia lógica. El asunto central es-tá en hacerles entender a los miembros de la Corte,a los abogados y a los miembros de la profesión, quela Constitución no es ni una representación uniformeni excluyente, sino que es una forma genérica deconvivencia entre distintos grupos.

Me parece que si combináramos esos dos asuntosempezaríamos a entender que la Constitución es unanorma jurídica que admite una pluralidad de senti-dos interpretativos; que hay que dar razones de losmétodos de interpretación que se utilizan, de los re-sultados; hay que entender que las posiciones estánen competencia y pueden ganar o perder. Por esohablo de dos niveles en los que estamos discutiendo:uno es el de los abogados, de los jueces, y otro es elde la vida cotidiana.

En el Constituyente del 1917 hay un fenómenoque puede ejemplificar bien lo anterior. Desde mipunto de vista, el grupo que trabajaba con Carranza(gente como Palavicini, Rojas) pretendía estableceruna Constitución simplemente liberal, clásica, comoes la de 1857. En cambio, el grupo que estaba máscercano a Obregón (como Mújica o Jara) querían lle-var una serie de reivindicaciones sociales a la propiaConstitución. La defensa del grupo carrancista con-sistía en cuestionar que las constituciones admitieranla clase de contenidos sociales que los otros decíandebía admitir. La respuesta del otro lado era cuestio-

nar la existencia de un deber ser, un modelo perfec-to e incuestionable de Constitución.

Toda proporción guardada, creo que actualmentenos encontramos en una situación semejante. Los abo-gados defendemos un concepto de Constitución muyparticular y algunos partidos políticos quieren que seintroduzca en la Constitución otro tipo de contenidos.Nos estamos defendiendo con una serie de ideas querealmente son muy poco útiles frente a esta presiónen torno al propio entendimiento constitucional.

Al leer los libros de derecho constitucional de es-te país, vemos como la explicación e interpretacio-nes de la Corte son realmente decimonónicas y difí-cilmente reflejan la conflictividad social. Además, nocreo que tenga que ver sólo con la representación dela Constitución, sino más bien de todo el derecho.Como esa representación del derecho emanaba deuna voluntad general, el derecho servía para estable-cer o imponer grados importantes de homogeneidad.Creo que el asunto es más interesante si entendemosque el derecho no impone grados de homogeneidadsino que resuelve conflictos.

Por ejemplo, si hay que asignar la propiedad deuna casa, una parte va a quedarse con la casa y laotra se va a quedar sin ella. En otro caso, un partidopolítico quiere que haya aborto y otro no, se planteauna demanda y la Corte se debe basar en la Consti-tución para alegar si el aborto es permitido o no (deacuerdo con ciertos artículos, interpretados de ciertamanera). Hay necesidad de llevar a cabo una asigna-ción de bienes o, en su caso, una asignación de re-sultados, que se dan a partir de un conflicto social.Una buena manera de cambiar esta modalidad es en-tender justamente que la Constitución está tratandode resolver conflictos y no de imponer regularidades,homogeneidad o uniformidades.

Éste es un tema muy importante. Creo que conello los ministros, los jueces, los abogados, la socie-dad, e incluso los propios partidos, se tomarían másen serio el asunto del Estado de derecho. Si porejemplo determinado candidato que durante toda sucampaña ha postulado un tema —vamos a poner unasunto muy complejo: la posibilidad del aborto— yla Corte, basándose en determinados artículos, lo re-chaza, pues así sea la principal oferta electoral o setenga mayoría en la representación popular, no serápermitido el aborto, y lo mismo pasaría con algunapropuesta o política social.

Planteado así el asunto, los actores políticos em-pezarían a tomar en serio a la Constitución, y enton-ces tal y como pasa en otras sociedades, las grandes

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disputas se resolverían en los tribunales, y no se bus-carían mecanismos paralelos (normalmente de tipopolítico o social).

AA: Al tratar en tu análisis de teoría constitucio-nal, los valores y sentidos que se concentran en laConstitución, señalas el problema del conflicto quesurge entre los diferentes intereses y perspectivas. Alestar caracterizada la Constitución mexicana por lapresencia de múltiples sentidos y forjada por visio-nes instrumentalistas, ¿cuál sería la reforma que po-dríamos esperar?

JRC: Es un tema muy complicado. Podríamos de-cir, por ejemplo, que hay que empezar a cambiar larepresentación, pero a lo mejor cuando lo logremosya aparecieron los golpes. Pienso que nos tendremosque poner de acuerdo politólogos, filósofos y aboga-dos: en lugar de plantear una gran cantidad de temas,deberíamos lograr entre todos establecer mínimosacuerdos de qué se puede y qué no. Por ejemplo,¿podemos eliminar a los chiapanecos porque sondistintos? He escuchado decir a gente que trabaja lacuestión indígena que para la filosofía política o laética existen muchos problemas, cuestiones que lasresuelve el derecho; y en el derecho decimos exac-tamente lo contrario: carecemos de categorías pararesolver algunos conflictos porque el derecho estáhecho para situaciones de cierta normalidad y no pa-ra enfrentar excepciones o situaciones complejas.Así que justamente donde los filósofos políticos su-ponen que termina su trabajo, empieza el derecho.Es un ejercicio colectivo complicado y bien impor-tante. Lo digo claramente: cuando tratamos temas defrontera, complejos, quizá hasta de ingeniería consti-tucional y social, una sola parte no puede resolverlos problemas. Es necesario un trabajo colectivo.

LS: Hablas de un fenómeno cultural que quizá notenemos claro. La mencionada politización de la jus-ticia también ha llevado a una especie de politiza-ción de las ideas que las vuelve puramente instru-mentales de acuerdo con perspectivas particulares,casuísticas, que no permiten la generación de un ho-rizonte compartido de principios básicos. Lo que asu vez retroalimenta un espíritu político de las elitespolíticas poco propicio para, ya ni siquiera —diga-mos— llegar a un horizonte compartido, sino ni si-quiera planteárselo. Sobre todo entre los abogados yespecialistas, ¿hay por lo menos cierta sensación dela necesidad de salir de esta tradición instrumentalis-ta y de esta visión particularista, incluso excluyentede otras opiniones?

JRC: En este sentido conviene citar dos fenóme-

nos importantes: el del TLC y el de los indígenas; delo global a lo particular. Cada uno a su modo pusoen crisis el modelo y apenas estamos comenzando areaccionar.

En lo correspondiente al aspecto indígena me pa-rece que el gremio de los abogados hicimos un pa-pelón social durante toda la etapa posterior al estalla-miento del conflicto en Chiapas, porque lo único queatinamos a decir fue que los zapatistas estaban en lailegalidad cuando el Congreso ya había aprobado le-yes y creado órganos particulares para atender elconflicto; estábamos en una situación en donde sereconoció al movimiento y, sin embargo, seguíamosdiciendo cosas que no concordaban. No creo que sedebiera a la ignorancia de las leyes que emitió elCongreso sino, de una manera más trágica, a que noteníamos categorías para comprender lo que estabapasando: no podíamos entender que alguien se salie-ra del orden jurídico y reivindicara aspectos que es-taban fuera de la Constitución.

Con el TLC sucedió algo similar: primero, partía-mos de que nuestro orden jurídico estaba cerrado,no se admitía un orden jurídico que pudiera ser per-meable fácilmente con un orden internacional. Y se-gundo, cuando empezaron a venir los juicios y lasdemandas, nos dimos cuenta que no teníamos nin-guna forma de entender el derecho en cuestión. Yno obstante lo avanzado, me parece que jurídica-mente hemos tratado más la parte relativa al TLC (lasprácticas que se introdujeron, las formas de desaho-go de los juicios, las formas de estudiar el derecho)que la de los indígenas.

Lo anterior generó una importante crisis y me pa-rece que a partir de ahí se ha afirmado la idea de quees necesario modificar las prácticas educativas, yaque la mayor parte de los libros con los que se sigueestudiando son textos de los años cincuenta y sesen-ta, tenemos, pues, un asunto importante de desac-tualización del conocimiento jurídico.

Otra cuestión que también me parece central esla atomización del gremio, su imposibilidad de rei-vindicaciones ante la autoridad del poder público.Asimismo, la hiperconcentración que significó laUNAM en la preparación de los abogados y en su ocu-pación, hoy está en crisis debido a los problemasque enfrenta la Universidad. No sé qué tanto se per-ciba, entre el gremio, la crisis en las formas de repro-ducción del conocimiento. Creo que, en la medidaen que se agudice la crisis de la UNAM, vamos a en-contrar mayores problemas porque se irá perdiendoel monopolio que tuvo la Universidad Nacional. De

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suerte que si no somos capaces de formar a los estu-diantes en una comprensión más integral del dere-cho (no sólo con conocimientos actualizados sinoque se haga cargo de la nueva pluralidad políticamexicana), tanto indígena, de un lado, como relativaal TLC, por el otro —para poner sólo los dos extre-mos—, cada vez tendremos más egresados que noencontrarán ubicación en el mercado laboral.

LS: En este contexto, ¿dónde se ubican las comi-siones de derechos humanos?

JRC: Ése es otro punto muy importante. Las co-misiones de derechos humanos, que en principiofueron vistas con enorme reticencia, tienen variosméritos: además de las acciones concretas para resol-ver los conflictos individuales, introdujeron la discu-sión sobre el respeto a los derechos humanos, que sibien están establecidos sobre todo en los tratados in-ternacionales, no son ajenos al derecho mexicano.

Esto ha tenido varias consecuencias: desde la firmade nuevos tratados y la aceptación de la jurisdiccióndel tribunal de Costa Rica (muy importante porque lasautoridades nacionales se subordinan a decisiones deautoridades internacionales), hasta que el Poder Judi-cial acepte, presionado por la CNDH, que los derechoshumanos no son una entelequia ni una discusión mo-ral, sino que poseen un sentido jurídico.

En octubre de 1999 la Corte trató de dar una nue-va interpretación a los tratados internacionales parafijar su jerarquía como inmediatamente inferior a laConstitución y sobre leyes federales y locales. La so-lución, personalmente, no me gusta mucho, peronos percatamos de que los miembros de la Corte es-tán buscando caminos para tratar de integrar dere-cho. Los derechos humanos han significado un cam-bio, y han obligado a muchas escuelas a modificarsus programas de estudio y entender que por encimadel derecho nacional hay otras cosas y que no pode-mos cerrar el orden jurídico con la Constitución.

AA: Esta judicialización o juridificación de los

conflictos estimularía en fuerte sentido la práctica ju-rídica y la confluencia de la resolución de los conflic-tos hacia el derecho, contribuyendo a resolverlos or-denada, legal y pacíficamente, pero también puede“institucionalizar” el litigio. ¿Cómo lograr que el con-flicto se resuelva institucionalmente, pero sin institu-cionalizar el litigio, como en los casos de enmiendasconstitucionales, de definición de lo qué es derechoo aun de problemas federales?

JRC: Se resuelve con la propia práctica. En unprincipio se plantean una gran cantidad de deman-das y hay una gran efervescencia; si los tribunalesson consecuentes y sistemáticos en la aplicación desus criterios, rápidamente hacen que todos aquellosque planteaban una serie de frivolidades se desistan.Un ejemplo de esto se encuentra en el tribunal elec-toral. Al principio el PRD impugnaba absolutamentetodo (las casillas, los votos, el padrón), todo estabamal. Claro, el primer año el Tribunal Electoral la pa-só muy mal, resolviendo una serie de cosas y el PRD

prácticamente no ganó nada. El segundo ejerciciodisminuyó y el PRD ahora se ha educado —digámos-lo así— para litigar. En el caso de Acción Nacional yel PRI desde un principio litigaron de un modo muyracional; apuntaban lo que les parecía era razonable,con una mejor composición de abogados. Ahora elPRD ya no institucionaliza el conflicto, ya sabe quehay cosas que proceden y otras que no; además, sa-be que en la medida en que “vaya por todas”, él mis-mo pierde credibilidad en los tribunales y con ello sujuego pierde efectividad. Esa me parece que es unaforma de racionalización de los conflictos para noinstitucionalizarlos completamente, y creo que se hadado en otro tipo de casos.

Lo que evita el conflicto es la seriedad del órga-no que resuelve: si es consistente con los criterioscrea jurisprudencia, institucionaliza su respuesta y enun determinado momento inhibe que las partes plan-teen cosas exageradas•

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vo del gobierno”. Destacó, asimismo, el plantea-miento sobre la necesidad de reivindicar y restable-cer la dimensión ética de la acción política.

Como estudiosa de la realidad política nacional ycomo ciudadana, dijo, “no puedo sino congratular-me de que un nuevo partido como Democracia So-cial presente una visión sobre la democracia que, ala vez que tiene el acierto de valorar en sus justostérminos los avances políticos del México actual,también rebasa la concepción estrecha de democra-cia electoral en la que, en ocasiones, parecemos es-tar estancados”.

La concepción de DS, dijo, abarca no sólo el pro-blema de cómo se constituye el o los poderes públi-cos, sino también su ejercicio y el aspecto de la ren-dición de cuentas.

Subrayó el compromiso político de DemocraciaSocial con los ideales democráticos al traducir sus as-piraciones y principios en propuestas concretas decambio que, apuntó, “de llevarse a cabo mediante laformación de agendas y del trabajo legislativo de susrepresentantes, transformarían el quehacer políticoen México”. Tanto su concepción integral, de lo quees un sistema democrático, como en sus propuestasconcretas para alcanzar este tipo de sistema, losplanteamientos de Democracia Social, acotó la espe-cialista, contienen dos ingredientes poco comunestanto en las plataformas de los partidos como en losdiscursos de los candidatos.

En este sentido destacó, en primer lugar, que laspropuestas de DS vinculan ideales y normas, propó-sitos y propuestas, “conjugando el arte de lo desea-ble y lo posible”; en segundo lugar, apuntó lo que ensu opinión constituye una novedad saludable: el tra-tamiento que se le da al problema del poder político(en todos los niveles) considerando, al mismo tiem-po, las reformas necesarias, “lo que constituye unamanera integral e interrelacionada”.

Vincular el origen del poder político con su ejer-cicio y responsabilidad, insistió, demuestra que losplanteamientos de DS “apuntan a una democracia enla que tanto el origen de los poderes representativos(regido por el principio de la soberanía electoral),

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ntre febrero y junio de 2000, laFundación Carlos Pereyra realizóen varias entidades de la Repúbli-ca ocho foros que buscaron de-

batir, buscando un nivel más reflexivo dentro delproceso electoral federal, los compromisos que De-mocracia Social estableció en su plataforma políticaelectoral.

Se trató de reuniones amplias y plurales donde, apartir de que un miembro de DS expuso los argu-mentos centrales en relación con el tema específico,los invitados bordaron en torno a las propuestas queDemocracia Social proponía a la sociedad mexicana.

En este número, Configuraciones ofrece tres as-pectos puntuales que se trataron en el foro “Compro-miso con una democracia eficaz”. Se trata de temascentrales que, ciertamente, aspiran a hacer de la me-xicana una democracia gobernable y que tienen quever con las reformas necesarias y posibles, el respe-to y la observancia estrictos del Estado de derecho, yel logro de consensos que apuntalen cambios en lacultura política, asumiendo a la democracia como su-ma y no como resta (o aniquilación) de los actorespolíticos.

En este sentido, pareciera claro que la llegada deun partido de oposición al Poder Ejecutivo federallejos de “agotar” o cancelar la hasta ahora pospues-ta discusión en relación con la urgente y necesariagobernabilidad democrática, requiere ir más allá delos lugares comunes, buscando alcanzar grandesacuerdos nacionales que vayan acotando y precisan-do temas.

El foro “Compromiso con una democracia eficaz”contó con las participaciones de Gilberto Rincón Ga-llardo, como ponente, y con los comentarios suge-rentes y generosos de María Amparo Casar, CarlosCastillo Peraza, Luis Salazar, Jorge Javier Romero yMarco Casillas.

Reformas necesarias y posiblesMaría Amparo Casar afirmó estar fundamentalmentede acuerdo con el diagnóstico, el proyecto y las pro-puestas de DS. “Debo manifestar, apuntó, mi comu-nión con ideas tales como la superioridad de la demo-cracia como forma de gobierno abierta a la opinión,participación y escrutinio de los ciudadanos (donde)el espacio público no es ni debe ser ámbito exclusi-

Democracia eficaz*E

* Relatoría redactada por Ana Galván Chávez del foro“Compromiso con una democracia eficaz”, realizado en Za-catecas, Zac. el 24 de febrero de 2000.

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como el ejercicio del poder presidencial, estén efec-tivamente controlados por la acción de otros centrosde poder autónomos (ya sean políticos o sociales),de suerte que cada uno tenga los recursos necesariosy la autoridad suficientes para desempeñar sus ta-reas, y que al mismo tiempo sea gobernable”.

En sus planteamientos anotó, “Democracia Socialno se olvida que en un esquema de división de po-deres, deben crearse las instituciones y los incentivospara que, a la vez que los poderes se equilibren,también haya incentivos para la cooperación”.

De entre la serie de reformas propuestas por De-mocracia Social, María Amparo Casar destacó las si-guientes: la aprobación de presupuestos multianuales;la creación de un órgano colegiado con miembros delos tres poderes para fortalecer sus vínculos y rela-ciones interinstitucionales; la autonomía de ciertosórganos o dependencias como el SAT y el INEGI; y lacreación de un instituto de estudios sociales. Estaspropuestas, dijo, dan cuenta de un conjunto de prin-cipios que deberían regir el quehacer político.

En su opinión, las propuestas de Democracia So-cial “no han sido escogidas al azar ni tampoco pormera identificación o gusto personal. Me parece queson dignas de resaltar porque denotan un conjuntode principios que deberían estar presentes en aque-llos que, aseguró, se han fijado como meta accederal poder y que han hecho de su actividad principalla política”. Por eso, afirmó, las propuestas de DS de-notan que sus líderes piensan que las reglas institu-cionales deben diseñarse conociendo las reglas deacceso al poder pero no sus resultados; que la gober-nabilidad requiere de relaciones de cooperación entrelos órdenes de gobierno y entre éstos y la ciudada-nía, así como de que el espacio público no es sinó-nimo de ámbito de gobierno.

“En esta época, terminó diciendo, en la que sepregona el fin de las ideologías y la uniformidad deideas, Democracia Social ha acertado a ofrecer a laciudadanía una oferta política que ha logrado no sólodiferenciarse del resto de las propuestas, sino tam-bién incursionar en áreas centrales de la vida políti-ca mexicana que hasta el momento habían permane-cido en el olvido”.

Vigencia del Estado de derechoCarlos Castillo Peraza, por su parte, resaltó la impor-tancia que reviste el hecho de que Democracia Socialinsista en el respeto y la observancia del Estado dederecho, condición sine qua non para la vigenciaefectiva de la democracia.

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Si bien uno de los datos más significativos quemuestra el avance democrático mexicano, es que enel Congreso de la Unión ya no hay una mayoríapriísta, no deja de ser frustrante la improductividad,en materia legislativa, que ha tenido este órgano, si-tuación que además de frustrante, apuntó, puede sig-nificar una tentación para regresar a la vieja mayoría,incluso por la vía del voto.

“La vigencia del Estado de derecho debe ser nosólo congruente con la productividad legislativa, sinoparte fundamental del quehacer de todos los actorespolíticos”; punto en el que criticó acremente el he-cho de que, en términos generales, los partidos sehayan convertido en espectadores de la no vigenciadel Estado de derecho, y en ocasiones, incluso usu-fructuarios. En este contexto dijo “[en ocasiones] asis-timos a hechos como los registrados en Chiapas, laUNAM, la protección de los que no pagan, la impuni-dad del inquilino que no cubre su renta; en suma, aque la cultura del incumplimiento de los deberes cí-vicos establecidos por la propia ley se generalice loque es muy lamentable y, sobre todo, riesgoso”.

El primer deber del Estado, aseguró, es observary cumplir la ley y, en este sentido, los planteamien-tos de Democracia Social asumen expresamente estaobligación estatal. Por eso, recordó, “tanto el dere-cho como la democracia tienen una característica he-redada de los planteamientos roussonianos —deRousseau—, según los cuales el pueblo es al mismotiempo soberano y súbdito, pero cuando una partedel pueblo se atribuye la soberanía, actúa como sifuese la totalidad y pretende imponer su ley privadao privilegio al resto del pueblo, al que trata comosúbdito, entonces es cuando el derecho contribuye aque el individuo o los grupos de individuos en situa-ción de súbditos no queden vulnerables frente aaquellos que se arrogan la capacidad o el derecho deejercer la soberanía”.

En este sentido, acotó, es importantísimo para lademocracia la existencia del derecho y su vigencia,de suerte que los individuos se protejan de los exce-sos de un grupo que se atribuye la soberanía.

Otro elemento contemplado por DS que CastilloPeraza destacó es el compromiso por dejar atrás elfervor que calificó de anti regulación. En su opinión,“la regulación lejos de ser un tema secundario o pa-sado de moda, debe ocupar un lugar importante má-xime en un tiempo en que los países se relacionancada vez más”. En la medida, aseguró, en que crecela interrelación en el mundo, entre países, entre ins-tituciones, entre todo lo que significa el fenómeno de

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la globalización, “la regulación es central para que larelación entre diferentes esté sometida a un derechoante el cual los diferentes tienen protección porqueson considerados iguales”.

Una democracia eficaz, como a la que aspira De-mocracia Social, necesita medios de informaciónbuenos, profesionales y éticos (en este punto, consi-deró que las referencias al tema en los documentosde DS deberían ampliarse). “Los medios deben favo-recer a la democracia tanto en su aspecto ético comode eficiencia, en tanto medios que respalden los va-lores y las actitudes favorables para tener una demo-cracia eficaz”.

Para que una democracia sea legislativamenteproductiva se necesitan acuerdos, consensos, y si losmedios siguen premiando el desacuerdo o la ruptu-ra, difícilmente la democracia podrá avanzar en susaspectos de productividad legislativa, de gobernabi-lidad y de observancia de la vigencia del Estado dederecho.

“El camino escogido por Democracia Social, pun-tualizó Castillo Peraza, le ofrece al país una opciónsocialista, democrática, moderna y leal a la democra-cia y al Estado de derecho”.

Debilidad democráticaPor su parte, Luis Salazar se refirió a la debilidad dela democracia mexicana, una que, dijo, todavía notiene futuro. Si bien, apuntó, “nuestra democracia esresultado de esfuerzos varios, también lo es de unaserie de crisis y de adversidades que han marcadoprofundamente el ambiente público nacional y quehan llevado a que nuestra democracia se haya cons-truido sin proyecto y sin verdaderos demócratas”.

La democracia mexicana se ha construido a pesarde, no en favor de, por eso pareciera, dijo, predomi-nar un negativismo político donde cada partido, ca-da candidato, apuestan a explotar el resentimiento yel malestar; donde los candidatos pretenden ganar elvoto, no en favor de una propuesta sino en contra deaquellos que se han merecido el odio popular. En es-te sentido, “la democracia que tenemos está marcada

por el resentimiento, el odio, por el pasado, por laausencia de un futuro deseable para los mexicanos”;por eso, dijo, es importante insistir en que la únicaforma de devolver a la democracia y a la política unadignidad ética, una decencia y la capacidad para al-canzar acuerdos y consensos nacionales, es precisa-mente la vía que marca Democracia Social, que seconcreta en la búsqueda de acuerdos y consensos delargo plazo que, en primer lugar, tienen que ver conun tránsito del que se ha hablado poco el del Estadorevolucionario que devino en patrimonialista, co-rrupto, corporativo y autoritario, a un Estado socialde derecho, fuerte, que deje de verse como el ogrofilantrópico del que hablaba Octavio Paz, para con-vertirse en el eje de una idea nueva de nación.

En opinión de Salazar, “se requiere empezar porasumir que la democracia tiene que enfrentar deci-siones y problemas difíciles, que no puede ni debeser un concurso de popularidades ni de ocurrenciasque, por el contrario, se tienen que asumir seria y ex-presamente, sobre todo en un país como el nuestro,los rezagos y los desafíos”. La democracia, por lotanto, significa tener un Estado que, necesariamente,requiere del acuerdo entre las fuerzas sociales y po-líticas para encarar los problemas derivados de tradi-ciones nefastas en nuestras organizaciones (sindica-les, empresariales, educativas).

En este sentido, concluyó, “las propuestas de De-mocracia Social tienen el mérito de replantear losasuntos nacionales desde una visión amplia”, quebusca reflexionar en torno al país que queremos, delcual podamos sentirnos orgullosos no por un pasadosino por un futuro deseable. Por eso, “proponerse al-canzar una democracia eficaz requiere fortalecer alEstado como pieza central para reconstruir un pro-yecto nacional, incluyente y pluralista, que desechelas tradiciones que han desvirtuado a la política alidentificarla e igualarla con actividades totalmenteajenas a la moral. Una democracia eficaz requiereprofundos compromisos, superar la visión que con-cibe a la política como guerra y entenderla comoacuerdo y compromiso”•

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México, por sus características climáticas y fisio-gráficas, es particularmente vulnerable a los incen-dios forestales. Éstos casi en su totalidad obedecen acausas humanas y de ellos cerca de la mitad tienensu origen en el descontrol en el uso del fuego con fi-nes agropecuarios o silvícolas.

Por otra parte, hay una mala distribución naturalterritorial del agua, lo que ha producido una fuertecompetencia por su uso, la contaminación del recur-so y la sobreexplotación de los acuíferos. Pero, tam-bién, aproximadamente 76% del agua que se consu-me en México, se usa para riego de cultivos, conmétodos —generalmente por gravedad— que signi-fican un gran desperdicio de entre 35 y 50%. Deigual manera, la infraestructura hidroagrícola enfren-ta problemas como la falta de conservación y mante-nimiento de las obras, escasez de obras complemen-tarias y baja suficiencia en el bombeo, además deenfrentar factores externos como las lluvias extraor-dinarias que afectan o destruyen los canales.

Sin duda, estos procesos de deterioro han estadodeterminados por causas estructurales, pero tambiénhan contribuido a ello limitaciones institucionales yacciones desarrolladas sin tomar en cuenta los aspec-tos ambientales. No fue sino hasta hace muy pocotiempo, durante el gobierno que acaba de terminar,que la problemática ambiental ha empezado a ocu-par un lugar relevante en la agenda de la administra-ción pública. Las políticas agropecuarias no fueron laexcepción. Asimismo, la carencia de mecanismos deevaluación sin duda también ha contribuido al dete-rioro mencionado.

Las décadas de impulso a la expansión de la pro-ducción agropecuaria, a costa de los recursos natura-les, se expresa ahora dramáticamente en la persisten-cia de la pobreza rural y en la intensificación de losimpactos de los desastres naturales, en todas sus va-riantes, sobre las personas y sus bienes.

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ay una gran urgencia porreplantear las políticas por y para la sociedad rural.En el marco de un desarrollo equitativo y sustenta-ble, tenemos que prestar atención especial a la po-blación rural por sí misma —ya no por la importan-cia de lo que produce, como se argumentaba en losaños setenta y ochenta— sino porque ahí está bue-na parte de los pobres y porque la mayor parte de lapoblación rural es pobre.

Son ampliamente conocidas ciertas característicasdel campo, su heterogeneidad estructural, su vincu-lación con mercados plagados de intermediaciónineficaz, la ausencia de mecanismos de crédito ade-cuados y funcionales a las características locales, re-gionales o a la composición de la producción, etc.Ello ha redundado en obstáculos casi insalvables pa-ra que los pobres del campo remonten la pobreza.

Pero señalar lo anterior ya no es suficiente. El di-seño de políticas debe tener muy claros dos fenóme-nos que se han venido agudizando: el deterioro delos recursos naturales y la disminución de la impor-tancia de los ingresos provenientes de las actividadesagropecuarias en el total de los que percibe la fami-lia rural.

El desarrollo rural o es sustentable ambiental-mente o no es desarrollo, sino un acelerado procesode empobrecimiento, ya sea que se invierta o deje deinvertirse en él.

En el ámbito rural, contrario a nuestras fantasíasbucólicas, se generan amenazas de trascendencia pa-ra el desarrollo sustentable. Es fácil apreciar que lossuelos, que son la base fundamental que permite elfuncionamiento de los ecosistemas, se han degrada-do por procesos que generalmente se inician con lapérdida de la cubierta vegetal y la deforestación, y seacentúan en la medida en que se desarrollan activi-dades productivas que no contemplan un adecuadomanejo del recurso. Así, en los suelos agrícolas en-contramos erosión, agotamiento de nutrientes, salini-zación y compactación. Ésta es una de las principa-les amenazas para el desarrollo de México, al influiren el conjunto de los procesos productivos y socio-económicos del medio rural y en la pérdida de la sin-gular riqueza biológica del país.

Por qué reinventar el desarrollo rural*

Rosa Elena Montes de Oca Luján**H

* Comentario en el Foro “Compromiso con un desarro-llo incluyente y sustentable”, organizado por la FundaciónCarlos Pereyra en Ciudad del Carmen, Camp. el 14 de abrilde 2000.

** Economista especializada en temas de desarrollo agrí-cola y rural y en política social.

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Resolver la tensión entre población y tierra, entrepoblación, producción y recursos naturales, sólo po-drá hacerse valorando de manera adecuada los activosy las funciones que representa el medio ambiente,así como acotando la explotación de esos recursos asus posibilidades de renovación.

La problemática ambiental actual es potencial-mente más aguda en el campo pobre, sobre todo enel sur, donde por fortuna aún se conserva parte im-portante de la biodiversidad que enriquece a nuestropaís, pero también donde la lucha por sobrevivir encondiciones de extrema pobreza ejerce una gran pre-sión sobre los frágiles activos naturales.

Junto con la presión sobre los recursos naturalesque en muchos casos llega a su erradicación y su re-sultado, la profundización de la pobreza extrema, enlas zonas rurales más pobres se está presentando otroproceso creciente de erosión: el del abandono de latierra por los más capacitados. Esto se debe a que lasactividades agrícolas y pecuarias tradicionales, son ca-da vez menos rentables y representan una parte cadavez menor de los ingresos de las familias del campo.1

En promedio, estas dos actividades juntas aportan44% de los ingresos totales del conjunto de familiasrurales. En el caso de las familias con parcelas más pe-queñas, la mayor parte de los ingresos de origen agro-pecuario, sólo representan 9% de sus ingresos totales.2

Otras actividades, sobre todo las relacionadas con losnúcleos urbanos cercanos o no, generan proporcionesmás significativas del ingreso de esas familias.

Los varones con algo de educación y capacitaciónemigran y, por ello, ha aumentado el número de ho-gares encabezados por mujeres, aunque también escreciente la emigración de mujeres jóvenes, general-mente en condiciones más desventajosas que los varo-nes, ya que ellas tienen menos acceso a la educación,más problemas para emigrar y para obtener empleosmejor pagados que en sus lugares de origen. Tenemosasí una feminización del campo… y de la pobreza.

Todo lo anterior exige hacer a un lado de mane-ra tajante las tradicionales políticas de fomento agro-pecuario indiferenciadas para todo el campo. Prime-ro, hay que subrayar que muy pocos componentesde las políticas pueden ser generalizados y, después,que rural y agropecuario no son lo mismo. Me expli-

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co. Hay sectores de agricultores medios (en cuanto aingresos y acceso a recursos), del sector social y delprivado, para quienes las políticas de fomento a suproducción podrían elevar mucho su nivel de eficien-cia, haciendo un diseño más específico por región,tipo de producto o eslabonamiento en la cadenaagroindustrial, y, desde luego, reduciendo burocra-cia, es decir, eliminando trámites y definiendo res-ponsabilidades. La mayor parte de estos productorestienen un nivel de organización que les permite unaactiva participación en la definición de sus proyec-tos. La mayor participación también eliminaría costosde transacción y les haría posible una mejor inser-ción en los mercados. Pero ellos son un sector mino-ritario de los productores.

La mayor parte, como mencionamos y como hasido ampliamente documentado, enfrenta problemasestructurales que no les permite tener una actividadagropecuaria rentable; por ello, si bien es cierto quela vida rural ha transcurrido alrededor de esta activi-dad, ahora esto empieza a serlo sólo de manera sim-bólica, porque ya no es realmente importante en losingresos. En la actualidad, las poblaciones que se en-cuentran cerca de actividades agropecuarias próspe-ras son ciudades pequeñas o medianas. Por el con-trario, las poblaciones de agricultores de subsistenciason rancherías y villorrios pobres, pequeños y dis-persos. Fomentar ahí preferentemente la producciónagropecuaria tradicional, sería condenar a sus pobla-dores a la pobreza perenne. Sí existen alternativas,pero quien las plantee es probable que no recibaaplausos, debido al tradicionalismo de quienes insis-ten en verse a sí mismos como agricultores, y de susorganizaciones, más o menos representativas, lascuales tendrían que cambiar de estructura y de mé-todos para incluir a productores rurales no agrope-cuarios entre sus miembros.

El simplismo de las consignas —provenientes detodos los partidos políticos— que insisten en “másrecursos para el campo” ignora que la transferencianeta de recursos hacia el sector adquirió gran impor-tancia en los años setenta y ochenta, pero esas trans-ferencias resultaron poco eficaces y de bajo impactoproductivo, contribuyendo así a aumentar la desi-gualdad en la distribución del ingreso porque se ca-nalizaron a productores con mayor capacidad demovilizar a su favor la renta institucional,3 lo cual fue1 Véase Salomón Saucedo, Impactos diferenciados de

las reformas sobre el agro mexicano, CEPAL, Serie DesarrolloProductivo, 1999.

2 Fernando Rello, Efectos sociales de la globalización so-bre la economía campesina. Reflexiones a partir de México,Honduras y Nicaragua, CEPAL, 1999.

3 Véase Alejandro Mohar, La nueva institucionalidadrural. El caso de México, México, FAO/Centro de Estudiospara la Reforma del Estado.

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producto en muy buena medida de la pretensión deinstrumentar políticas iguales para productores muydesiguales.4 Los recursos canalizados no se traduje-ron en la formación de capital, y la productividadsectorial ha seguido cayendo.

Centrar nuestra reflexión en el desarrollo ruralcon énfasis en el combate a la pobreza, muestra evi-dentemente que no estamos pensando en ese peque-ño pero importante grupo de productores medios ygrandes que produce excedentes, sino en los demás.

En el diseño de políticas y después en su promo-ción se debe partir de reconocer dos hechos: que launidad productora es la familia rural ampliada, y so-bre todo que esta unidad de producción rural esmultiactiva.5 Esto último —que sí ha sido estudiadoen investigaciones académicas, pero que no ha sidorealmente tomado en cuenta en el diseño de políti-cas—, resulta de la mayor importancia para que ha-ya mecanismos de inducción a los productores, detal forma que, al hacer su combinación de activida-des, inviertan en la más rentable y con una visión demás largo plazo, preservando y manejando sustenta-blemente los recursos naturales. En este camino esurgente dejar atrás las inercias de los programas tra-dicionales, para que mediante programas de manejode esos recursos naturales, sobre todo forestales, deinformación sobre oportunidades de mercado, etc.,sea más rentable aprovecharlos de manera sustenta-ble y recuperarlos, que destruirlos.

Lo anterior supone una muy amplia y decididaparticipación de los beneficiarios en el diseño y lagestión de las políticas y de los proyectos concretosen que se plasmen. Ello significa asumir riesgos, tan-to por parte de los organismos de gobierno como delos beneficiarios. Los aparatos estatales, paraestatalesy organizaciones no gubernamentales tienen que in-troducir en su funcionamiento los cambios que insti-tucionalicen esa participación —que no sea casuísti-ca o discrecional— con organizaciones homogéneasy representativas en los niveles locales —no cúpulas

nacionales o regionales—, y deberán canalizar recur-sos para dotar a las organizaciones de beneficiariosde equipamiento y capacitación (estableciendo, cla-ro ésta, compromisos claros y cuantificables).

Reexaminar los problemas del desarrollo ruralsupone insertarlos en el marco del desarrollo de laseconomías locales, es decir, hacer hincapié en las ar-ticulaciones entre el núcleo urbano y su entornoagrícola, analizando cómo se entrelazan a esa escalalos distintos mercados, fragmentados o no. Sólo asípodrán abordarse los temas antes referidos con la es-pecificidad necesaria. Ello remite a la siempre plantea-da descentralización, sobre la cual es más fácil diser-tar y prometer que llevar a cabo. En lo que se refiereal aparato público, una forma de realmente iniciarlasería asegurar las condiciones para hacer posible elsostenimiento de ese proceso de descentralizaciónde la gestión pública, de desconcentración de los re-cursos, de integración en el nivel local de las funcio-nes que exhiben potenciales sinergias y de capacita-ción de los funcionarios locales.

La existencia de autoridades elegidas democrática-mente, de una sociedad civil con organizaciones re-presentativas y de condiciones de transparencia en lagestión pública son requisitos para la descentraliza-ción y desconcentración. Esta última no es un fin ensí mismo, es un mecanismo para asegurar la participa-ción de los beneficiarios, la toma de decisiones máscercana a los hechos, así como para ampliar la trans-parencia e impedir el clientelismo y la corrupción. Depaso, también hay que tomar en cuenta que ciertaspolíticas y decisiones no se pueden descentralizar, so-bre todo en lo relativo a los recursos naturales.

El fortalecimiento de la capacidad de gestión enel nivel local no es un proceso unilineal. Tiene queacompañarse de una más eficaz vinculación entre losniveles centrales y locales para que las acciones yproyectos puedan aprovechar economías de escala yoportunidades de mercado.

Por otra parte, hasta ahora los interlocutores funda-mentales de los programas de desarrollo rural siguensiendo los varones, lo cual, además de injusto, hace aestos programas poco eficaces. Es necesario reconocerno sólo retóricamente, sino en los mecanismos con-cretos que integren los programas, el creciente papelde las mujeres como jefas de hogar en el sector rural.Ello tiene que tomarse en cuenta en los programas decrédito y en sus características, en los programas decapacitación, en el tipo de proyectos, etcétera.

Sólo así podrá plantearse una política realista yviable hacia el campo, que ponga en el centro a las

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4 Sí ha habido esfuerzos para llevar a la práctica polí-ticas diferenciadas para productores diferentes, como fueel caso de Crédito a la Palabra del Programa Nacional deSolidaridad, a diferencia de los créditos de Banrural paraproductores medios, que no estuvieron suficientementebien delineados. En la misma época, las políticas puestasen práctica por Sagar no hicieron ningún esfuerzo diferen-ciador.

5 Véase FAO, Reforma para las instituciones de desarro-llo rural, 26a. Conferencia Regional para América Latina yel Caribe, México, 2000.

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familias rurales y su bienestar, en lugar de volúmenesde producción agropecuaria.6 Privilegiar los volúme-nes de producción no sólo nos está llevando a unacrisis en cuanto al uso de los recursos naturales, sinoque nunca ha permitido a la población rural salir dela miseria.

En este contexto, el de poner en el centro a la po-blación rural y no a la producción agropecuaria, esindispensable y urgente apoyar a los grupos de pro-ductoras y productores rurales “con trajes a la medi-da”, es decir, con proyectos propios, fortaleciendo losmecanismos existentes en función de su multiactivi-dad: respaldo a los sistemas de crédito y ahorro pro-pios, fomento y apoyo a pequeñas manufacturas yservicios, incluyendo en forma preferente la venta deservicios ambientales y el ecoturismo, y también, porsupuesto, el apoyo a aquellos cultivos en los que setienen ventajas: café orgánico, frutas tropicales, espe-cias, plantas de ornato, etcétera.

Probablemente tan importante o más que el fi-nanciamiento a esas actividades productivas es des-tinar recursos a la capacitación y a la informacióndestinadas a quienes practican la multiactividad.

Indispensable para que cualquier actividad rural,sea ésta de productores medios o pobres, es apoyarfinancieramente una vinculación virtuosa de elloscon los servicios y la agroindustria. Esto se ha plan-teado desde hace años, pero no ha habido financia-miento para hacerlo o se ha pretendido remediar elproblema con grandes empresas paraestatales, todascortadas con el mismo patrón, lo cual no ha funcio-nado. Cada grupo de productores o productoras, se-gún las características de su región, de la cadena in-dustrial o comercial de su producto y de susmercados, tendrá que plantearse esa forma de parti-cipar en otros eslabones de la cadena, asociándosecon contratos, por ejemplo.

Combatir la pobreza rural, superar las condicio-nes en que ésta se reproduce, requiere aumentar, noinventar,7 los activos de los pobres transfiriéndolesrecursos financieros y frenando la devastación de losnaturales. El financiamiento a microempresas, urba-nas o rurales, como ha señalado una muy autorizadavoz financiera insospechable de populismo, CarlosGómez y Gómez, ex presidente de la Asociación deBanqueros de México, requiere subsidios. Si estamosde acuerdo en que el problema no es la existenciade subsidios, sino que éstos cumplan con su cometi-do, evitando que sean generalizados y permanentes,qué mejor forma de utilizarlos que destinarlos a pro-yectos productivos específicos de los más pobres•Referencias bibliográficas

Carabias, Julia y Enrique Provencio, Retos ambientales, en-

trevistas realizadas por Antonella Attili, México, Institu-

to de Estudios para la Transición Democrática, 2000.

FAO, Reforma para las instituciones de desarrollo rural, 26a.

Conferencia Regional para América Latina y el Caribe,

México, 2000.

Mohar, Alejandro, La nueva institucionalidad rural. El caso

de México, México, FAO/Centro de Estudios para la Re-

forma del Estado.

Montes de Oca Luján, Rosa Elena, “Características de una

política de apoyo a las empresas productivas de los

marginados para superar la pobreza”, Examen, enero

de 1999.

Rello, Fernando, Efectos sociales de la globalización sobre la

economía campesina. Reflexiones a partir de México,

Honduras y Nicaragua, CEPAL, 1999.

Salcedo, Salomón, Impactos diferenciados de las reformas

sobre el agro mexicano, CEPAL, Serie Desarrollo Produc-

tivo, 1999.

Semarnap, La gestión ambiental en México, México, 2000.

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6 Cierta producción de autoconsumo siempre perduraráen el campo; es un mecanismo de supervivencia, pero nopermite remontar y ni siquiera frenar la depauperización.

7 En la euforia por los “microcréditos” como alternativasal empleo formal, el economista peruano Hernando de So-

to, ahora con gran publicidad como asesor de nuestro fla-mante Presidente, afirma que los pobres están sentados so-bre una gran riqueza, y que para hacerla efectiva sólo esnecesario que se les acepten sus herramientas de trabajo engarantía para otorgarles créditos bancarios.

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Guerras étnicas y

nuevo desorden mundial

José Carlos Castañeda*

eráclito pensaba que la guerra era el princi-pio de todas las cosas. Hegel recordaba que el conflicto era el movimiento del de-venir del espíritu. Para Hobbes, el estado de naturaleza humano sólo podía seruna guerra de todos contra todos. Este trío sospechaba del sentimiento de frater-nidad y del amor al prójimo. Nunca hubiera confiado en la esperanza de extin-guir la violencia de la sociedad. Ellos advertían que el amor tiene una pareja in-separable: el odio. ¿Acaso hay algo más humano que la guerra?

Hans Magnus Enzensberger acotó, con una mirada digna de naturalista, unpequeño comentario a esta radiografía escéptica de la condición humana: “Losanimales luchan entre sí, pero no hacen la guerra. El ser humano es el único pri-mate que se dedica a matar a sus congéneres de forma sistemática, a gran escalay con entusiasmo”. En esta definición humanísima de la guerra sorprende unacualidad desconcertante: el entusiasmo por la guerra. ¿Por qué suscita entusiasmola guerra? ¿De dónde proviene esa emoción que se complace en aniquilar al ene-migo?

El miedo y la iraEl siglo XXI se inicia sin respuestas para una pregunta urgente: ¿cómo moderar laspasiones guerreras? Durante siglos se creyó que la educación era el modo de erra-dicar la violencia y el fanatismo. Para los pensadores de la Ilustración del sigloXVIII, la razón de la injusticia, la opresión y la miseria se encontraba en la igno-

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INTERLINEA’

* Escritor. Colaborador de Nexos, Etcétera y La Crónica de Hoy.

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rancia. Hoy se reconoce que la educación no es suficiente. El holocausto y lasguerras étnicas en la antigua Yugoslavia son un ejemplo de que no imaginamoscómo lograr mitigar la ira humana.

“¿Con qué nos enfrentamos? ¿Qué está pasando para que el mundo parezcatan peligroso y caótico? ¿Quiénes son los nuevos arquitectos de la guerra posmo-derna, paramilitares, guerrillas, milicias y señores de la guerra que están desga-rrando los estados malogrados de la década de los noventa? La guerra solían per-petrarla los soldados regulares; ahora la hacen soldados no regulares. Ésta puedeser la razón de por qué resultan tan salvajes las contiendas posmodernas, de porqué los crímenes de guerra y las atrocidades son actualmente intrínsecas al pro-pio desarrollo bélico”. Con estas incógnitas, en su libro El honor del guerrero, Mi-chael Ignatieff abre un debate sobre los nuevos dominios de la guerra.

Después de la guerra fría, la noticia geopolítica mundial es la globalización.Muchas páginas se han escrito sobre este nuevo concierto (desorden) mundial. Sehabla de la pérdida de la soberanía y del colapso del ideal moderno de Estado-nación. Algunos dicen que el riesgo está en un capitalismo desbocado, otros es-tudian la ofensiva de los fundamentalismos religiosos. Tras la caída del muro deBerlín y el ocaso de los combates ideológicos, ningún conflicto internacional esmás despiadado y urgente que la guerra étnica. El problema ya no es la tensiónentre creencias o ideologías hegemónicas, tampoco el advenimiento de una cru-zada religiosa, lo que está en camino es la descomposición de los estados. “Noexiste mayor amenaza para la seguridad del mundo posterior a la guerra fría quela destrucción de los estados y, en consecuencia, de la capacidad de sus respec-tivas poblaciones civiles para alimentarse y protegerse, tanto del hambre como delos conflictos interétnicos”. La guerra civil es la noticia que se reanima a la vueltadel siglo. Y la única forma de detener este riesgo estriba en imaginar una convi-vencia plural.

El tema del siglo XXI será el pluralismo y la invención de la tolerancia. ¿Có-mo aprender a vivir con la pluralidad del mundo? Para decirlo con otra pregunta,la nueva querella radica en pensar ¿cómo convivir entre diferentes? La cuestión esel otro: diversidad y alteridad. Preguntar por la pluralidad significa cuestionarse auno mismo, como escribió Umberto Eco, “es la mirada del otro la que nos definey forma. Nosotros —así como no logramos vivir sin comer o sin dormir— no lo-gramos entender quiénes somos sin la mirada y la respuesta del otro”.

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Entre 1993 y 1997 Michael Ignatieff viajó a lo que llama la zona caliente delmundo posterior a la guerra fría. Su itinerario fue Serbia, Croacia, Bosnia, Ango-la, Burundi, Afganistán y Ruanda. El honor del guerrero es el relato de una epo-peya dramática en las fronteras de la nueva aldea global. ¿Qué ha sucedido en esaperiferia del planeta durante el proceso de globalización? ¿Cuál es la génesis delodio entre los nuevos guerreros? ¿Por qué la violencia ha alcanzado esos gradosde barbarie y crueldad? En el principio es la descomposición de la política. Ésa esla señal de alarma. Después de la fragmentación del Estado viene el odio entre losgrupos étnicos. Ignatieff esbozó su diagnóstico del proceso de desintegración dela vida pública, antes de caer en la espiral de la venganza y la guerra. “Nótese elorden causal: primero cae el Estado, que está por encima de las partes; luego apa-rece el miedo hobbesiano; en un segundo momento, la paranoia nacionalista y,en seguida, la guerra. La desintegración del Estado es lo primero; la paranoia na-cionalista viene después. El nacionalismo de la gente común es una consecuen-cia secundaria de la desintegración política, una respuesta a la destrucción del or-den de convivencia entre las etnias que aquél hizo posible. El nacionalismo creacomunidades del miedo, grupos convencidos de que sólo están seguros si semantienen juntos, porque los seres humanos se hacen ‘nacionalistas’ cuando te-men algo, cuando a la pregunta: ‘¿y quién me protege ahora?’ sólo saben respon-der: ‘los míos’”. En las zonas calientes donde hay guerras étnicas, el miedo es eldetonador del odio. Pero el temor y el odio son resultado del colapso de las ins-tituciones políticas que permitieron hasta entonces la creación de identidades cí-vicas tan firmes como para contrarrestar sus proclividades étnicas. La pérdida delorden político desemboca en el miedo social, y ese temor común es el atajo pa-ra llegar a las hostilidades.

“Cuando los individuos viven en estados consolidados —aunque sean po-bres— no necesitan acudir a la protección del grupo. La desintegración de los es-tados, y el miedo hobbesiano resultante, es lo que produce la fragmentación ét-nica y la guerra”. Hasta ahora la guerra era asunto de Estado, pero ya no más; lasarmas están en todas partes. El negocio del armamento es tan desproporcionadoy se encuentran armas tan baratas que no hay autoridad capaz de contener la vio-lencia. El Estado perdió el control de la guerra, y “como ha ocurrido en tantas zo-nas del mundo donde continuamente estallan insurgencias y rebeliones —cuan-do la guerra se convierte en un coto vedado de ejércitos privados, gángsters yparamilitares—, la distinción entre enfrentamiento bélico y barbarie carece de sen-tido”. El desmoronamiento del Estado es el umbral de la insurrección guerrera. Sinembargo, la medicina ya no es sólo más Estado; hoy se requieren nuevas prácti-cas políticas y, sobre todo, falta aprender a convertir la tolerancia en una formapolítica, en una institución social.

Cultivar la toleranciaA comienzos del siglo XXI, tal vez deberíamos reconocer que el ideal de la univer-salidad humana no radica en la esperanza sino en el temor. Se ha erosionado eloptimismo moderno y la confianza en las pasiones y las capacidades humanas; se

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sospecha de la voluntad del bien. Sólo queda esa sensación ambigua entre la an-gustia y la desesperanza al constatar la capacidad humana para engendrar el maly la violencia. Cada día más, el ser humano se describe como un enemigo de lanaturaleza y de su propia especie, y menos como el creador de una civilizaciónmás humana y libre. Esta mirada pesimista tiene su revés. La cultura de los dere-chos humanos ha transformado nuestra concepción de los valores morales desdeel final de la segunda guerra mundial, y nos ha puesto ante una interrogante ra-dical: ¿por qué motivo concreto algunos individuos se sienten responsables depersonas desconocidas? Para pensar la pluralidad falta vivir la tolerancia, pero pa-ra ser tolerante habrá que construir las leyes y las instituciones que defiendan alindividuo y sus derechos. Contra los comunitaristas se debe anotar que la toleran-cia se fundamenta en el individualismo. Sin tolerancia no hay diversidad, hay mar-ginación, exclusión, guetos, pero no convivencia. No es preciso amar al vecino.Basta con tolerar; como enseña Günter Grass, “no es necesario quererse los unosa los otros, pero sí tolerarse. Cuando se habla de amor también se habla de odio,las dos cosas van juntas… Yo prefiero algo más aburrido: vivir al margen del amory del odio”. La tolerancia es una virtud de la razón práctica, pero su valor radicaen una debilidad teórica, nuestra incapacidad para alcanzar lo absoluto, como ex-plicó André Comte-Sponville siguiendo los pasos de Voltaire. Para reivindicar lamentalidad y la práctica de una vida tolerante falta reconocer aquel boceto de lacondición humana que Voltaire solía repetir, cuando la intolerancia se armaba conel escudo de las religiones: “Debemos tolerarnos mutuamente, porque todos so-mos débiles, inconsecuentes, sujetos a mutabilidad y error”. Ser tolerante no pue-de ser un ideal. No es un máximo, es un mínimo que permite construir el ordende una sociedad plural.

Contra el racismo, una de las formas que adopta la intolerancia para destruirla convivencia en común, Fernando Savater propuso una refutación que invita ala hospitalidad en un alegato en favor de la identidad humana, entendida comoreconocimiento de la condición de huésped, que todo individuo comparte porigual. “Contra el racismo, recordemos que todos los humanos somos por igual ex-tranjeros porque todos venimos de donde no sabemos y vamos hacia lo descono-cido. Todos somos por tanto huéspedes los unos de los otros durante la vida quecompartimos y nos debemos la ley de la hospitalidad que es la base de cualquiercivilización digna de ese nombre. Identidades culturales hay muchas, pero la úni-ca identidad civilizada que de veras cuenta es la identidad humana. Y nuestra hu-manidad la descubrimos precisamente en el otro, en el que más necesita nuestroabrazo y nuestra bienvenida. Lo que nos hace humanos es el trato humano queofrecemos al que llega de lejos. Vivir civilizadamente es convivir con los diferen-tes”. Aprender y preservar la humanidad significa comprometerse con una éticade la hospitalidad, contraria a toda voluntad de exclusión y aislamiento de grupo.

Para pensar la tolerancia hace falta comprender los imperativos y los furoresdel intolerante. Entre las estrategias de identificación social que explican el deto-nador de la ira, Ignatieff ha encontrado una paradoja de la intolerancia. El intole-rante establece por costumbre las diferencias de grupo pero no reconoce las de

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los individuos. “En todas las formas que adopta la intolerancia se ignora la indi-vidualidad de la persona despreciada. No es que los intolerantes únicamente sedesinteresen por los individuos que componen los grupos despreciados, es queliteralmente, no los ven como individuos; lo único que importa es la oposiciónprimaria entre ‘ellos’ y ‘nosotros’. La individualidad complica en exceso la cues-tión y obstaculiza la defensa del prejuicio, porque la empatía, que actúa en el pla-no individual, puede subvertir la oposición grupal. Si los grupos intolerantes semuestran incapaces de percibir como individuos a las personas que desprecian hade ser porque o no saben o no quieren percibirse a sí mismos como tales”. La to-lerancia comienza en el reconocimiento y el apego a los derechos individuales.Depende de la prioridad de la diferencia individual sobre la diferencia colectiva.La intolerancia —argumenta Ignatieff, luego de su estancia en el reino de la ira—es una conciencia escindida en la que el odio abstracto, conceptual e ideológicoderrota una y otra vez a los momentos reales y concretos de identificación.

En su Pequeño tratado de las grandes virtudes, André Comte-Sponville ha in-sistido en una disyunción básica para abordar la cuestión de la tolerancia: distin-guir entre la verdad y los valores, una basada en el conocimiento, y los otros enel deseo. La tolerancia no dirime el campo de la verdad, permite discutir las opi-niones que siempre son relativas y parciales. Aun cuando la verdad absoluta fue-ra accesible, no podría obligarse a todas las personas a adoptar nuestros valoresni vivir de la misma manera. La tolerancia es preferible porque la certeza no esnorma del comportamiento, la moral no se conduce según el orden de la certi-dumbre, su ámbito linda con la entraña irracional e incierta de las pasiones. Cuan-do hablo de tolerar las opiniones divergentes, recuerdo la respuesta del filósofoAlain a la pregunta ¿qué es la tolerancia?: “Una clase de sabiduría que supera elfanatismo, ese temible amor de la verdad”. Pero hay un inconveniente en la tole-rancia: ¿qué hacer con los intolerantes? Karl Popper ha llamado a este dilema laparadoja de la tolerancia. Su conclusión es razonable: “Si somos absolutamente to-lerantes, incluso con los intolerantes, y no defendemos la sociedad tolerante con-tra sus asaltos, los tolerantes serán aniquilados”•

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Los tiempos de la política

globalAna Galván Chávez*

i los hombres, como especie, cambiamos lentamente(no es arriesgado afirmar que desde el paleolíticonuestras actitudes básicas —instintos, emociones, pa-siones— son casi las mismas), no es el caso de las socie-

dades, donde las ideas, las técnicas y las instituciones es-tán en permanente transformación. La historia es cambio y,

por consiguiente, las sociedades son el sujeto y el objeto donde estos cambios secondensan y concretan. En este sentido, el siglo XX, como antes otras épocas his-tóricas, ha sido testigo de pilares ideológicos que se han sustentado en sistemas po-líticos, pretendiendo dar sentido y pertinencia al desarrollo social. El final del “so-cialismo real” y la entronización del mercado como abanderado de una nueva, aúnno concretada, forma del mundo, ha llevado a que el Estado-nación (gran creaciónde la modernidad) revele hoy por hoy límites e insuficiencias. En el interior, tieneque hacer frente al regreso a la escena de las pequeñas naciones; en el exterior, re-conocer la nueva realidad: la emergencia de una sui generis comunidad global.

¿La comunidad internacional a la deriva?A partir de la analogía de un barco (que da título al ensayo) con la comunidad in-ternacional, el filósofo alemán Peter Sloterdijk reflexiona en torno de los cambios—políticos, económicos, financieros, sociales, culturales y medio ambientales—así como de los desconciertos y desatinos presentes en las sociedades de hoy. Sila posmodernidad es la época “después de Dios” y después de los imperios clá-sicos y de todas las sucursales locales, es del todo insuficiente, nos advierte el au-tor, saber que las apocalizaciones que tienen éxito resultan ser principios políti-cos porque reinterpretan el estatus de las cosas, ya que declarar muerto a Dios enuna cultura condicionada por el monoteísmo implica una dislocación de todos losreferentes y el anuncio de un nuevo mundo, todavía sin forma, y de una socie-dad sin identidad, características ante las cuales lo único claro es el grito sordo an-te la pérdida de la forma política.

De acuerdo con Sloterdijk, frente a la creciente globalización y la ausenciade fundamentos (que alcanzan todos los ámbitos de la vida en las sociedades,sean éstas desarrolladas o no), las estructuras de apariencia sólida y los vínculossociales giran en el vacío. Vivimos, nos dice, “en la época sin síntesis” de la queRobert Musil había ya dado cuenta.

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* Socióloga.

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Tiempo sin forma e indiferente, el nuestro emerge como un mundo dondela conformidad y la pasividad conviven con el egoísmo y el individualismo. Aligual que la técnica ha uniformado gustos y costumbres (contribuyendo a ensan-char las desigualdades sociales), se alientan las rivalidades y el desprecio por losotros, por los no iguales (aunque semejantes). La política (como el arte de lo po-sible, de acuerdo con la concepción bismarckiana) anda a tientas; para nadie esun secreto que la clase política, lo mismo en Europa que en Estados Unidos yAmérica Latina vive días difíciles y confusos. La imagen de los políticos y de lospartidos está empañada, y los medios de comunicación masiva, esa especie deMesías de la era global, más que contribuir a aclarar la imagen, luchan por ocu-par un lugar que, hoy, no acaba de estar definido del todo. En medio de todas lasconfusiones, de la caída de sistemas ideológicos, emerge una certeza: la historiano es más la depositaria de una mítica trascendencia orientada hacia el futuro. Vi-vimos algo semejante, aunque en otra escala, a lo que sucedió en el siglo XIX enrelación con la filosofía de la naturaleza.

De cara a estos vacíos, a estas no formas, Sloterdijk nos propone repensar elmundo en nuevos formatos, delinear nuevas construcciones del tejido social, im-plantar una política para los tiempos de la ausencia de imperios. “Lo que en lo po-lítico es la ausencia de imperio —afirma el autor— en lo lógico se presenta comouna ausencia de fundamento y en lo antropológico como crisis de la paternidady del principio genealógico”.

La primera política para los últimos hombresLa inestabilidad, así, se presenta como uno de los estigmas de nuestro tiempo. Vi-vimos un interregno, caminamos por zonas donde el suelo no es sólido. Salir delpantano implica, como apuntaba Kant, trazar puentes entre la reflexión filosóficay el saber científico. Frente a esto Sloterdijk propone la hiperpolítica, “la primerapolítica para los últimos hombres… La sociedad hiperpolítica es una sociedad deapuestas, que en el futuro jugará también a mejorar el mundo; lo que tiene queaprender es un procedimiento para obtener sus ganancias de un modo que, des-pués de ella, también puedan darse ganadores”. Y en esta sociedad de apuestaspor mejorar el mundo surge, paulatina pero fuertemente, una conciencia ecológi-ca; poco a poco se comprende, afirma nuestro autor, que el actual way of life y ellargo plazo son, en estricto sentido, dos magnitudes que se excluyen mutuamen-te. “El debate auspiciado por los economistas-ecologistas prueba que la inteligen-cia del subsistema dominante ha llegado tarde, por detrás del rasgo fundamentalmás peligroso del industrialismo: se admite, todavía con una cuidadosa dosifica-ción, que se sabe que el entero sistema está enraizado en la ideología de una pro-ductividad no reproductiva —lo que viene a ser una variante económica del diag-nóstico de nihilismo. El proceso industrial a gran escala destruye más ‘reservas’humanas y naturales de las que él mismo puede producir o regenerar”. En efec-to, la naturaleza ha empezado a cobrar los agravios infligidos en su contra.

Si en la Antigüedad la naturaleza estaba poblada por dioses (las fuentes, lascolinas, los bosques), el arribo del cristianismo le retiró a la naturaleza su aureo-

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la divina. La era moderna, entonces, desacralizó a la naturaleza transformándolaen un campo de experimentación. En este sentido, la creencia en el progreso seha fundado en la idea de la dominación de la naturaleza, y apenas ahora “descu-brimos” que los recursos del planeta son finitos; que el “progreso” —entendidocomo dominación— tiene un límite, que hemos puesto en peligro el equilibrioecológico y, por ende, el centro mismo de la vida de la especie.

Por la reconciliación entre la igualdad y la democracia, entre el hombre y la naturalezaLa apuesta a la que convoca Peter Sloterdijk implica, sin duda, una tarea titánicapero impostergable; abrir espacios para dar lugar a reflexiones serenas y propo-sitivas en medio del bullicioso transcurrir político-social, como la única vía transi-table para la sociedad humana, “la sociedad actual, en medio de la terrible crisisde sus clases políticas, no puede hacer nada mejor que darse una pausa para lareflexión sobre cuestiones fundamentales. Hay que ganar tiempo para un debateconstitucional que proceda a una indagación de la forma del mundo”.

Si esta invitación a un nuevo pensamiento político-social nos conduce a lareconciliación entre la igualdad y la democracia, entre el hombre y la naturaleza,a la reconquista de aquello que debiera ser irreductible a los sistemas y a las bu-rocracias: el hombre, sus pasiones y sus visiones, entonces la humanidad recupe-rará su alma, su esencia. La razón será, entonces, un camino hacia el conocimien-to y el reconocimiento de la sociedad global•

Peter Sloterdijk, En el mismo barco. Ensayo sobre la hiperpolítica, trad. de ManuelFontán del Junco, Madrid, Siruela, Biblioteca de Ensayo, 1994.

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La memoria en una época de transición*

José Woldenberg K.**

l número 14 de la Revista Internacional de Filosofía Política es-tá dedicado a la memoria y la política, la relación en-tre el pasado, su estela, sus tragedias, los recuerdosyuxtapuestos que guarda una sociedad y la construc-ción de su futuro. En otras palabras: la forma comoel pasado gravita en el presente y modela el futuro.

Es un tema clásico de la filosofía y de la política. Como lo recuerda José Fer-nández Vega, las tensiones entre el olvido, la memoria y la política del presentehan tenido lugar en casi todos los estados, desde el ateniense, 400 años antes deCristo, hasta el Imperio romano, pasando por el largo gobierno de la monarquíafrancesa, hasta nuestra era, la época de las transiciones a la democracia.

Maquiavelo subrayaba la dimensión instrumental de la cuestión: “El príncipeno puede contentarse con la memoria del pueblo a riesgo de que el Estado nopueda proponerse nuevos fines, más elevados…, la memoria tiene que ser cam-biada, sobre todo, pensando en la lucha y el futuro”. Quizá por eso, Milán Kun-dera, en El libro de la risa y del olvido escribió que “el poder es una lucha perma-nente contra la memoria”.

Así pues, mi primera observación es ésta: después de siglos de experiencia,de centenares de dilemas históricos, de episodios trágicos y emblemáticos, hayque admitir que el problema entre la política y la memoria, ahí donde existen epi-sodios traumáticos que han escindido a las sociedades, no es una cuestión resuel-ta, no admite recetas, ni salidas fáciles, mucho menos “modelos” a seguir. Porqueen resumidas cuentas, esos dilemas nos remiten a uno de los problemas centra-les de la política: cómo abrir paso a un nuevo orden dentro de sociedades quecontienen sectores agraviados, lastimados, heridos en distintos grados por críme-nes que fueron perpetrados por otros sectores o grupos de la misma sociedad.

El meollo del asunto es que desde una perspectiva ética no debemos, ni po-demos olvidar. Los cínicos o los pragmáticos quisieran enfrentar una sociedad así:una sociedad sin memoria, sin recuerdos, cuya política se reduce a la declaracióno el espectáculo del día y la cual celebra sus rituales políticos con personajes“adánicos”, nuevos, sin historia ni pasado y, por tanto, sin cuentas que rendir.

Pero tampoco podemos petrificarnos en el recuerdo, evocando las hazañas

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* Leído en la presentación del número 14 de la Revista Internacional de Filosofía Política, el18 de enero de 2001.

** Consejero presidente del Instituto Federal Electoral.

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o las miserias que ocurrieron ayer. La sociedad no puede estar condenada al re-cuento permanente de las glorias antiguas o de los agravios cometidos, so penade quedar enredada, estancada, anclada en el pasado, sin un proyecto de futurocompartido.

Es un problema verdadero, auténtico. Ninguna sociedad es capaz de vivir sinmemoria, aunque ciertamente ninguna comunidad puede sobrevivir a partir desus puros recuerdos, agravios o nostalgias. La construcción del futuro es un dile-ma que gira entre la memoria y el olvido, las dosis de una y del otro, su conjuga-ción, sus tensiones y sus pactos.

Es esto lo que está expresado —y cuantificado por una encuesta— en el tex-to de Emilio Crenzel, a propósito del voto del general Bussi en la provincia de Tu-cumán, en Argentina.

Un reconocido torturador, beneficiario de las nuevas reglas democráticas,participa en las elecciones en Tucumán y resulta elegido. ¿Cómo fue posible?,¿qué es lo que siente, piensa, recuerda, la sociedad argentina? Y al revés, ¿qué eslo que quiere dejar de sentir, dejar de pensar y olvidar? Son mucho más que pre-guntas filosóficas o éticas. Una lectura facilona, podría culpar de cinismo a los de-cenas de miles de votantes, pero el hecho, acaso, nos informe de un dato toda-vía más inquietante: que la sociedad tucumana tiene una lectura contradictoria desu pasado, que de hecho hay varias memorias, en plural. Para el amplio sectorque votó por Bussi, cito “los desaparecidos estaban pertrechados con armas defuego, eran guerrilleros, capaces de poder dar muerte…”. Las desapariciones y lasviolaciones a los derechos humanos se deben “al estado de guerra”; lo que vivíaArgentina era “una confrontación entre dos bandos armados… los militares y lossubversivos”, por lo tanto “no puede hablarse de víctimas”.

En el otro campo, los miles de argentinos que se negaron a votar por Bussi,confieren al desaparecido la condición de “luchador social, político, sindical, es-tudiantil. Su identidad refiere a alguien que lucha, armado, por la convicción desus ideas”. Para ellos, el negro episodio del pasado se debió a un “Estado quesembró el terror, ejerciendo una guerra sucia, de desaparición sistemática de susopositores”.

Son dos miradas del pasado, absolutamente contradictorias, pero que viveny se reproducen de mil maneras, en la misma sociedad. Esas distintas visiones delpasado determinan las conductas en el presente, introducen tensiones y planteandilemas muy serios a la convivencia colectiva.

Es un tema que desafía las visiones simples y cómodas de la política, las quecreen tener la verdad de antemano. Recordemos el caso uruguayo que resulta to-davía más elocuente: una sociedad que echa mano de un método democrático, elreferendúm, para asumir socialmente y formalizar jurídicamente su propia amne-sia colectiva. Una operación tajante para establecer la línea gruesa entre el pasa-do político y el futuro de ese país.

Los uruguayos creyeron necesitar eso que el filósofo búlgaro, Tzvetan Todo-rov, llama “el derecho al olvido”, su particular “derecho al olvido”.

Todo esto conmueve muchos de nuestros cimientos éticos, de nuestras no-

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ciones jurídicas y de nuestras concepciones políticas. Al leer el primer ensayo, elde Helmut Dubiel sobre las funciones políticas de la culpa, recordé otro —esca-lofriante y desconcertante— episodio sudamericano: el caso del capitán AdolfoScilingo. En 1995, ante las pantallas de la televisión, confesó cómo durante la dic-tadura, había lanzado presos políticos vivos al océano desde su avión. El conte-nido de su confesión ya era perturbador, aunque teníamos noticia de ese tipo deinfamias cometidas por la Junta Militar. Pero también resultaba perturbadora suvoz metálica, casi neutra, exenta de cualquier dramatismo, indiferente al horrorque causaba.

El episodio se tornó todavía más grotesco cuando el afán sensacionalista dela televisión atiborró los noticiarios argentinos de viejos represores que estuvierondispuestos a narrar sus propios horrores cometidos, con jugosa suma mediante,pagada por los patrocinadores.

Lo que más asombra es que Scilingo acabó preso, pero no por sus crímenesy violaciones a los más elementales derechos humanos, sino por haber emitidocheques sin fondo contra un banco de Buenos Aires, y su figura fue digerida porel tiempo y por el olvido colectivo.

Es el momento de plantear mi segunda observación: el último cuarto del si-glo XX es una época especial de cambio político en el mundo, como nos lo re-cuerda Paloma Aguilar. En esta época se han escenificado decenas de procesosque hemos llamado “transiciones a la democracia”, inauguradas, siguiendo a Hun-tington, el 25 de abril de 1974, en Portugal. Independientemente de su originali-dad, de su duración y de su complejidad, las transiciones a la democracia acabanenfrentándose a un mismo dilema: qué hacer con su pasado, cómo saldar cuen-tas con el antiguo régimen, con esa coalición que se quiere superar y que ha si-do interlocutor y parte inevitable de las negociaciones y los pactos que conducena la democracia.

Vivimos una época en la que el cambio político no significa “revolución”,cambio repentino y taumatúrgico; al contrario, significa tránsito pacífico y nego-ciado. La gente, lo mismo en Brasil que en Polonia, en Sudáfrica o en Chile, noha experimentado lo que Timothy Garton Ash ha llamado “catarsis revoluciona-ria”; por eso, los problemas con el pasado son más ambiguos, más borrosos ycomplejos. No hay ganadores absolutos ni derrotados definitivos, y muchos de losque formaban parte del antiguo régimen se reciclan y adquieren un lugar en elnuevo escenario democrático. Para los políticos y para el ciudadano es más difí-cil establecer las fronteras entre lo que pasó y la nueva vida democrática.

Todo este proceso complica las cuentas con el pasado, la administración yel cauce de los agravios. Cada país ha ensayado una vía distinta: los alemanes in-tentaron arreglar sus cuentas de una manera amplia: juicios, purgas incluso, unacomisión parlamentaria y la apertura pública a las archivos de la Staasi.

En la República Checa ensayaron un proceso llamado “lustración”, que con-sistía en una revisión casi administrativa de los funcionarios del gobierno y delPartido Comunista. En Polonia, Tadeusz Mazowiecki, el primer ministro posterioral gobierno comunista, insistió enfáticamente en trazar una “línea gruesa” entre el

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pasado y el presente. La España de Adolfo Suárez hizo lo mismo. Bolivia integróuna comisión especial que presentaría un informe sobre los derechos humanosdurante el gobierno militar. Por no citar los ejemplos de Uruguay con su referén-dum y de Argentina con sus juicios a los militares al lado de la promulgación dela ley punto final y de obediencia debida.

La transición chilena también llegó a pactos muy peculiares con las FuerzasArmadas, lo que implicó equilibrios sutiles con el pasado: abrió las puertas a unavida democrática verdadera, que ha posibilitado incluso el retorno de un presi-dente socialista al palacio de La Moneda pero en cohabitación con ciertas “injer-tos autoritarios” como los que encarnan los senadores vitalicios.

Quiero decir: las soluciones, los pactos entre el pasado y el presente, no de-penden de ningún guión transicional preestablecido en manual alguno. Depen-den de la correlación de fuerzas y del talante y el talento de los actores implica-dos. En las distintas transiciones, el saldo de cuentas con el pasado adquiere lasmás diversas formas: Grecia está en un extremo, con el juicio a los militares queformaron parte de la dictadura militar, hasta Uruguay, que por la vía democráticaprefirió cerrar el capítulo autoritario, dejando su pasado completamente… en elpasado.

No hay modelos, prescripciones ni recetas. Lo que tenemos pues, es una abi-garrada colección de experiencias históricas.

Dicho esto, entro de lleno a mi tercera observación: el ajuste de cuentas conel pasado cursa por cuatro exigencias:

— la necesidad de conocer la verdad sobre lo que sucedió;— la exigencia de hacer justicia y castigar a los culpables de los crímenes;— la debida atención a las víctimas de esos crímenes, y finalmente— la búsqueda de reconciliación entre los sectores sociales involucrados.Los cuatro ensayos de la revista no guardan una posición homogénea sobre

estos cuatro elementos, pero una cosa sí queda clara: no hay una armonía fácilentre ellos. Dicho de otra manera: no conforman un continuo, no embonan natu-ralmente entre sí, políticamente constituyen objetivos diferentes y a veces alta-mente tensionados.

Por ejemplo, en su novela-testimonio El expediente y en su Historia del pre-sente, Garton Ash propone una combinación especial para los países de Europacentral: recurrir a una comisión de la verdad aunque sin involucrarla en los cir-cuitos de los tribunales y sin consecuencias judiciales. Dice nuestro autor: “Unacomisión de la verdad conlleva tanto un mayor conocimiento público de los de-litos del pasado, como un reconocimiento formal, casi ceremonial, a las víctimas.Simbólicamente dibuja una línea sobre el pasado, sin solicitar el olvido, ni nece-sariamente el perdón”. Es una solución que a algunos les parecerá demasiado ra-dical, porque vuelve a rascar en las heridas del pasado para hacerlas supurar; pe-ro para otros parecerá demasiado débil, una mera catarsis sin consecuencias, losculpables se habrán quedado sin castigo y el nuevo régimen se habrá mostradoincapaz de propagar un efecto ejemplar hacia toda la sociedad.

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Estamos ante un problema histórico, en el sentido más profundo: en algún mo-mento de su desarrollo casi todas las sociedades han enfrentado escisiones y di-lemas de este tipo. No es un problema nuevo, y sigue siendo tan difícil de resol-ver hoy como ayer.

En la actualidad, el problema ha encontrado soluciones diversas, tan distin-tas como las sociedades en las cuales se presentan. Grecia, Sudáfrica, Europa delEste, el Cono Sur, España o Portugal han seguido múltiples caminos, que son eldesenlace de su propia trama. Ante asuntos tan delicados, nada resulta más inge-nuo que proponer una receta académica o intentar copiar un libreto ensayado enotras latitudes. Todo depende de la relación de fuerzas y de lo que la sociedadquiera y esté dispuesta a pagar.

La verdad, la justicia, la atención a las víctimas y la reconciliación nacionalson objetivos distintos y de no siempre fácil conjunción. La política consiste endarle la justa prioridad a cada uno de ellos, y de esa sensibilidad y talento, depen-de la salida y el ajuste de cuentas con el pasado.

Finalmente, quizá deba hacer explícita mi apuesta y mi percepción personal:creo que la verdad puede abrirse paso por varias vías, por medio del oficio delhistoriador, del periodismo, de los testimonios documentados, la reconstrucciónescrita de lo que dicen y afirman los involucrados. Más allá de la vía judicial, quedebe estar abierta para ajustar cuentas con el pasado, y más allá de un justo cas-tigo a la violación de los derechos humanos, las sociedades cuentan con el recur-so de la crítica, los reportajes, las entrevistas, los programas de televisión, pelícu-las, filmaciones, libros y un largo etcétera que de hecho han logrado mantener lamemoria y en muchos casos también, conocer la verdad. Y creo que la atencióna las víctimas de crímenes políticos es la absoluta prioridad y que la reconciliacióntardará tanto como tardemos en elaborar una visión del pasado pluralista perocompartida.

Creo que una de las tareas intelectuales más importantes es proporcionar ala sociedad y a sus fuerzas políticas una visión, una interpretación de lo que ocu-rrió y cómo ocurrió. No podemos cambiar lo que ha sido, pero sí podemos cam-biar el modo de mirar lo que fue. Necesitamos establecer una idea común del pro-ceso de cambio —que tiene muchos méritos— para poder compartir una idea delfuturo, sin falsificaciones ni exclusiones.

Soy partidario inequívoco de la memoria. Propongo un tipo de memoria queno quiera ser mera referencia; sino una que multiplique sus alcances y sentidos.Álvaro Abós, el escritor español, ha puesto el ejemplo de David Rousset, un so-breviviente del horror nazi en el campo de concentración de Buchenwald. SiRousset hubiese privilegiado la memoria literal hubiera pasado el resto de su vi-da inmerso en su propio pasado, alimentando su queja y su resentimiento contraaquellos que le infligieron una ofensa, ciertamente imborrable. En lugar de eso,tan pronto acabó la guerra, lanzó un llamado a todos los sobrevivientes de loscampos nazis para denunciar el Gulag. Todo lo cual le valió serias enemistades

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con sus compañeros comunistas. Pero la suya no era una memoria anclada sinouna memoria activa, productora de nuevas causas.

Propongo no olvidar. Pero no mediante una memoria hincada en sus lamen-tos, sino una memoria útil para actuar en el presente y para abrir las puertas delfuturo. Quiero decir, con Michael Ignatieff: no podemos devolver la vida ni la in-tegridad a las víctimas, pero sí podemos lograr que ese tipo de crímenes no vuel-van a repetirse: nunca más. Esto, creo, es uno de los objetivos políticos supremosde la democracia y de su proceso de transición, la garantía última de reconcilia-ción. Pues como bien dijo el antiguo Plutarco, que conocía bien de estas cosas:“la política es el arte de quitarle al odio su carácter de eterno”•

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Dios nos salve

Roberto Blancarte (comp.)Laicidad y valores en un Estado democrático, México, El Colegio de México/Secretaría de Gobernación, 2000.

e manera recurrente, la vida de la naciónmexicana se ha visto alterada por deba-tes en la opinión pública que parecieran

confundir los límites entre las leyes divinas y te-rrenas. Y, en buena medida, lo que subyace enel fondo es una lucha de intereses (de todo ti-po) que busca mover (en su favor) la línea quesepara lo público de lo privado, de forma queel carácter laico del Estado mexicano se ha que-rido entender, en algunos sectores, como anti-clericalismo o como violación de los derechos ylas libertades.

Sin embargo, conviene tener presente queun Estado laico es aquel que no adopta ningúncredo religioso, que no se concibe a sí mismocomo un sujeto creyente, que mantiene absolu-ta autonomía respecto a las iglesias y que ga-

El PRI: del caudillo a la institución

Miguel González Compeán y Leonardo Lomelí (coords.)El partido de la Revolución. Institución y conflicto (1928-1999), México, Fondo de Cultura Económica, 2000.

l partido de la Revolución es un texto quebusca comprender, y explicar, la maneracomo el PRI se constituyó y desarrolló.

Miguel González Compeán y Leonardo Lomelí,coordinadores y autores del libro, quienes con-taron con la colaboración de Pedro SalmerónSanginés, a lo largo de 678 páginas van inter-pretando cómo evolucionó la institución encar-gada de resolver los conflictos políticos nacio-nales y proporcionarle al Estado mexicano lasarmas ideológicas y los cuadros políticos que lepermitieran enfrentar los retos.

Los autores dan cuenta del desarrollo delPartido Revolucionario Institucional desde susorígenes, una historia no carente de tensionesy contradicciones que se fueron incrementan-do (sin encontrar salidas positivas) y que en-cuentran momentos clave en diferentes épocashasta llegar a la crisis económica que empiezaa fines de los años setenta y estalla en losochenta, donde el PRI empieza a enfrentarse aescenarios muy diferentes a los que había co-nocido. Así, al desgaste natural derivado de lalarga permanencia en el poder se suman la cri-sis económica, los costos sociales derivados delos sucesivos ajustes económicos, y contextosinternacionales más complejos que obligabana replanteamientos que, una y otra vez, fueronposponiéndose sin que el PRI pudiera articularun discurso que renovara expectativas y quevinculara la acción de gobierno con la luchapolítica.

El partido de la Revolución es un libro quebusca desmenuzar los cambios internos de esaorganización, se trata de un esfuerzo serio (ymuy actual) por presentar la historia de unpartido político que, guste o no, refleja necesa-riamente la historia reciente de la nación mexi-cana.

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LIBROSRECIENTES

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rantiza a todos los ciudadanos un trato igual,sin distinción de credos. Desde esta perspecti-va, el Estado laico supone, necesariamente, to-lerancia y pluralidad.

En este sentido, Laicidad y valores en un Es-tado democrático que contiene textos de AndrésLira, Miguel Limón Rojas, Pablo Latapí Sarre,Juan Guillermo Figueroa, Yuriria A. RodríguezMartínez, Manuel Ceballos, Jean Meyer y Dió-doro Carrasco Altamirano, resulta ser un librono sólo interesante sino de gran actualidad an-te los nuevos tiempos de México donde, lo he-mos visto recientemente en relación con elaborto, la trasnochada idea de la vigencia de unEstado confesional sigue presente en la mentede algunos grupos.

Materiales para la discusión

Rafael Pérez Pascual y José SarukhánEl futuro de la UNAM, México, Instituto de Estudios para la Transición Democrática, Colección Posiciones. Materiales para la discusión, 2000.

entro de la colección “Posiciones: mate-riales para la discusión”, el Instituto deEstudios para la Transición Democrática

(IETD) recientemente puso en circulación elcuadernillo El futuro de la UNAM.

En El futuro de la UNAM tanto el maestro e in-vestigador universitario Rafael Pérez Pascual,como el catedrático y ex rector de la máximacasa de estudios José Sarukhán, examinan —enentrevistas— la situación de la Universidad Na-cional de cara al conflicto que enfrentó la insti-tución a raíz de la huelga que paralizó variosmeses a la UNAM.

Para los entrevistados, la huelga puso enevidencia no sólo la crisis en la Universidad Na-cional sino de la educación pública en su con-junto, por lo que, en su opinión, alcanzar unanormalidad académica requiere una reflexión yun debate de largo aliento que se orienten a re-definir la idea misma de la Universidad y de laeducación públicas, esfuerzo que exige dejaratrás las descalificaciones sumarias, las consig-nas simplistas y los intereses particulares.

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EL APRENDIZ

Jorge Fernández Granados

A través del párpado de esa ventanaun desbocado resplandores el único huésped de la casa.

El sol sobre las cosases el de entonces, el de antes:el de siempre.Y un poco de vientoarrastra una babel de aromas,mínimos mundos: el encimado incienso del orégano,el alborozo curvo de un frasco de castañas,el agua en la ducha del verano.

Los lugares del alma —sus lugares comunes— me visitany a veces me trastornan(calles o rostros o ciudadesde un mapa en que las líneas se borran sin leerlas),historias en la orilla de las cosasa donde ya no pueden llegarmis queridas, demasiado abstractas palabras.

E imperfectamente, tan de buscar, hoy estoy solo:criatura de mi propio laberinto de ironíasy esclavo de este acojinado purgatorio.

El tiempo, que es de arena y resbalasuavemente de los dedos o el cristal,se ríe de mis tempranas certezas.Únicamente el dolor y el deseo sobreviven.No había ninguna isla para mí,sólo el mar o las voces, sólo la noche.

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Cuerpos, ángeles o demonios,duendes y monstruos y malentendidoso espejos o espectros o animales, pero al finsólo gente. Misteriosa gente.Los muertos que construyen a los vivos.Los vivos que conversan con los muertos.Tal vez la flexible dulzura de su formafinalmente se ha fundido, para mí,a la quieta emoción de la maderaen que tallé, con más entusiasmo que destreza,mi amor por su querida compañía.

Hoy, como ayer, a través del párpado de esa ventanaun desbocado resplandores el único huésped de la casa.

Acaso aquí está mi único sitio verdadero.Nada está oculto.La niebla es un asunto de los ojos.Hablar cansa.Pensar duele.Y lo que amo nace y se apagacomo esta luz de la tarde.

Qué lejos hay que irpara encontrar la llavede nuestra propia casa.

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taño hacía circular la izquierda revolucionaria. La úni-ca posibilidad de mantener el carácter ilustrado y ra-cionalista de la izquierda reside en su identidad global,pero, al mismo tiempo, la posibilidad de convertirseen un sujeto político eficaz reside en su capacidad pa-ra hacerse cargo de los problemas locales, comunita-rios y regionales de la nación y orientar sus soluciones.

Este debate sobre la construcción de una opciónsocialdemócrata no es nuevo en el ámbito internacio-nal. Los temas del socialismo liberal defendido porNorberto Bobbio, la “tercera vía” preconizada porAnthony Giddens y formulada como estrategia de go-bierno por Tony Blair o la aceptación de las realida-des del mercado por partidos socialistas como el es-pañol o el chileno, son apenas muestras sueltas deun entramado discursivo e institucional cuya primeray más importante evidencia es que la socialdemocra-cia del siglo XXI no puede seguir siendo subsidiariade los argumentos revolucionarios o estatistas conque gran parte de la izquierda se ligó en el siglo XX.

Pese a la fluidez que ha caracterizado la formula-ción de tareas para la modernidad y a la imposibili-dad de establecer de una vez por todas un paradigma

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Introducciónno de los problemas recurrentes en

el debate político contemporáneo, tanto en el nivelnacional como en el internacional, es el de determi-nar los valores, desafíos, tareas generales y proyectosespecíficos de la socialdemocracia.

Las nuevas condiciones de la vida social actual,marcadas por un proceso creciente de globalización,una consecuente modificación del papel de las “tra-diciones” y el declinamiento de los sujetos políticoshasta hace poco convencionales, como la “clase so-cial” o los partidos de masas, junto con la emergen-cia de nuevos sujetos como los definidos en términosde las “políticas de la identidad”, que buscan trans-parentar sus rutas y objetivos, así como por los desa-fíos levantados por los fundamentalismos de distintotipo, hacen imprescindible la evaluación de lo que,en general, ha de ser característico de un proyectosocialdemócrata para un país como México.

Enfrentadas a un proceso conjunto de mundializa-ción comunicativa, humanística y valorativa y de glo-balización económica, las tareas de la socialdemocra-cia no podrían ser reducidas al horizonte y fronterasde una nación específica, pero tampoco deberían des-vanecerse en enunciados generales como las que an-

Una agenda socialdemócratapara México

Gilberto Rincón Gallardo*U

DOCUMENTOS

* Presidente de Democracia Social.

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de la socialdemocracia, queda claro que los compro-misos con la equidad económica, las libertades públi-cas, el respeto a las diferencias, la solidaridad social,la defensa del Estado laico, el ambientalismo y el Es-tado de derecho con señas de identidad socialdemó-crata que pueden y deben distinguirse de las políticasextremistas tanto conservadoras como socialistas, eincluso de la políticas moderadas de la derecha.

En México hacen falta instituciones y grupos polí-ticos que animen la discusión sobre los temas propiosde una identidad socialdemócrata. Una corriente polí-tica socialdemócrata debe tener, como prioridad fun-damental, la definición precisa de su identidad a partirde los temas y demandas sociales y culturales que hande funcionar como su eje de convocatoria y cohesión.

Por ello, la discusión de los temas de la nueva iz-quierda democrática tiene que darse a caballo entrela academia y la política, para evitar tanto el riesgodel antintelectualismo que ha minado las posibilida-des de avance teórico, como el del sectarismo quenos ha alejado de las demandas y preocupaciones delos grandes grupos de ciudadanos y electores.

Los consensos fundamentales de una sociedaddemocrático-representativa, a los que por coherenciay no sólo por conveniencia debe integrarse todaagrupación política moderna, no pueden ocultar lasdiferencias ideológicas e identitarias que una social-democracia mexicana tiene hoy con las visiones tec-nocráticas de corte neoliberal o con las tradicionespopulistas y corporativas de la izquierda latinoame-ricana tradicional en general y mexicana en particu-lar. Estas diferencias tienen que hacerse claras en elnivel fundamental de la identidad partidista para ha-cer entendible que, aunque la democracia como sis-tema de competencia convoca a la pluralidad políticaen torno de valores como la legalidad o la soluciónpacífica y gradual de los conflictos, no define de an-temano los contenidos de bienestar y de libertadespúblicas que han de darse como resultado de la ac-ción de las instituciones democráticas, ni mucho me-nos predefine lo que estas instituciones han de ser.

Lo original de la propuesta que ahora avanzamosreside en su propósito de identificar y sistematizar losprincipales temas que han de constituirse en un discur-so que, al reconocerse como socialdemócrata, tiene laobligación de formular en positivo sus valores y tareas.

En efecto, el discurso de la moderna socialdemo-cracia mexicana debe abandonar el carácter negativode muchas de sus definiciones y estrategias políticas(el discurso antiglobalizador, las generalizaciones con-tra el mercado, el estatismo defensivo, los resabios de

la retórica confrontacionista estratégica amigo-enemi-go, etc.), para dar paso a la enunciación positiva ymatizada de sus metas. La incertidumbre relativa acer-ca de estas metas cruciales para la socialdemocraciaen el siglo XXI puede ser paliada por la seguridad deque las alternativas revolucionarias, estatistas o popu-listas no sólo están siendo desmentidas por la prácti-ca social, sino también por la creciente evidencia deque su aceptación es cada vez más difícil por parte deciudadanos urbanos y educados.

Así, el conjunto de temas de la socialdemocraciamexicana es, a la vez, un catálogo intelectual (y eneste sentido un compromiso con la tradición raciona-lista) y un programa estratégico que establece lasprioridades características de una sociedad de liber-tades públicas y de bienestar social.

Se trata de avanzar en la construcción de un dis-curso simultáneamente normativo y estratégico, ca-paz de dar cuenta de sí mismo en un espacio públi-co democrático, en el que la pluralidad de puntos devista es un supuesto elemental. Si una lección debe-mos tener presente quienes buscamos la apertura deun espacio socialdemócrata en nuestro país, es la deldescomunal tiempo perdido tanto en la escolásticamarxista como en la repetición ritual de los princi-pios del nacionalismo revolucionario que han termi-nado convertidos en “categorías zombies”, es decir,en principios que, no obstante estar muertos social-mente, mantienen su presencia en el discurso guber-namental y en el de la izquierda revolucionaria. Lafamosa “rectoría económica del Estado” es, hoy porhoy, una de esas “categorías zombies”.

Por ello, cada una de las definiciones de la social-democracia tiene que darse en contraste crítico nosólo con un desorden social al que pretende refor-mar, sino también con las respuestas rituales de unviejo discurso oficial y una vieja izquierda que, aun-que puede todavía mantener cierta eficacia política,empieza a ver desvanecida su capacidad normativa ysus posibilidades de convocar a los ciudadanos cadavez más informados, aunque cada vez menos “ilusio-nados”, de las sociedades modernas.

El discurso socialdemócrata en México tiene queevitar los extremos igualmente perniciosos de la re-petición acrítica de los debates de la izquierda inter-nacional y la concentración miope en las realidadesy respuestas políticas nacionales ya ensayadas y quehan mostrado gravísimas limitaciones. El discurso so-cialdemócrata tiene que alimentarse de los debatescontemporáneos acerca de los nuevos temas delpensamiento liberal, radical, ambientalista, de los de-

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rechos de las minorías, la equidad de género y la lu-cha contra la discriminación y, en equilibrio con es-to, formular sus propuestas de manera tal que seanviables institucionalmente y fructíferas en términoselectorales y políticos en contextos específicos.

En este sentido, una nueva identidad socialdemó-crata no tendría que estar en conflicto con su “funcio-nalidad” en una sociedad moderna en la que, junto alas libertades públicas y los esquemas de regulacióny orden gubernamentales, existen de manera exten-sa relaciones de mercado que, aunque acotables, nopueden ni deben ser exterminadas. En suma, la so-cialdemocracia mexicana no puede pretender la re-fundación de la sociedad sino su reforma paulatina,razonable, voluntaria y pacífica.

Cierto es que todavía algunos discursos de la vie-ja política dogmática se niegan a aceptar la autocon-tención impuesta por la asunción plena del principioreformista como guía para la transformación social.Sin embargo, el reformismo explícito es, hoy, la úni-ca ruta transitable para la construcción de una políti-ca socialdemócrata eficaz y éticamente defendible.

La renuncia a los viejos discursos totalizantes noconlleva la renuncia a una política guiada por valoresde corte ilustrado, laico y racionalista y que puedenproporcionar identidad a los proyectos socialdemócra-tas. Los valores propios de la democracia, tal como losespecificó Norberto Bobbio, deben ser valores sustan-tivos para la identidad socialdemócrata. En efecto, “latolerancia, la no violencia, la renovación gradual de lasociedad mediante el libre debate de las ideas y elcambio de la mentalidad y la manera de vivir, y elideal de la fraternidad”, deben ser elementos constitu-tivos de una identidad socialdemócrata. Sin embargo,son valores necesarios pero no suficientes para laconstrucción de una sociedad justa. Este elenco de va-lores debe completarse con los valores de la igualdadsocial, la reciprocidad económica, la prioridad de laslibertades de la persona, la defensa de las identidadescomunitarias que se avienen con un orden constitu-cional legítimo, la equidad de las mujeres, los recla-mos ambientalistas, la lucha contra la discriminacióny, con ello, la tutela de los derechos de las minorías,la procuración de una inserción global equilibrada delos estados nacionales, la generación de derechos o ti-tularidades de bienestar para todos los ciudadanos yla defensa internacional de los derechos humanos.

La construcción colectiva de referentes intelectualesy políticos de la socialdemocracia es una manera de-mocrática de enfrentar el arribo al gobierno federalmexicano de una coalición de derecha que, más allá

de su legitimidad democrática, plantea una ruta nacio-nal que difícilmente reducirá la desigualdad y margina-ción, además de que puede fomentar la beligeranciade grupos intolerantes, integristas y opuestos a los va-lores del laicismo. Pero esta construcción socialdemó-crata no debe significar en modo alguno la revalida-ción de los valores, prácticas y formas organizativas delautoritarismo priista; la oxigenación de este autoritaris-mo no es una ruta transitable para la socialdemocracia.

Considerando lo anterior, lo que aquí se proponees formular las prioridades discursivas y políticas de lasocialdemocracia desde el contexto de una democra-cia electoral relativamente funcional en términos decompetencia política, pero frágil y escasamente pro-ductiva en términos sociales y de eficacia institucional.

La igualdadEl valor histórico fundamental de la izquierda es elde la igualdad. Por ello, la izquierda socialdemócra-ta tiene que precisar el concepto de igualdad que hade ser la base fundamental de su identidad política.Ninguna forma de realismo político puede hacer quela izquierda socialdemócrata renuncie a este valorfundamental de la vida colectiva. Lo que debe que-dar claro es que la socialdemocracia debe estar so-portada por una idea moderna de igualdad, es decir,por una visión compleja de la noción de igualdad enla que a la reciprocidad económica se sume la igual-dad en los derechos de ciudadanía, la protección delEstado de derecho y el disfrute de los mexicanos decompensación social (como los sistemas fiscales pro-gresivos o las políticas de acción afirmativa) que ca-racterizan a una sociedad justa.

La socialdemocracia tiene que definir qué entien-de por una sociedad igualitaria teniendo en cuentatanto las tragedias derivadas de la colectivización co-munista como los fracasos económicos y sociales dela llamada “socialización de los medios de produc-ción”. En este sentido, debe reconocerse que laigualdad social identificada de manera mecánica conla estatización de la economía es un resultado defor-mado e indeseable de la búsqueda de la igualdad.Incluso los problemas de ineficacia, burocratizacióny exceso deficitario fiscal, que han acompañado lasactividades de las formas convencionales del Estadode bienestar, deben ser tomados en cuenta como ex-periencias negativas en esta búsqueda de una mo-derna igualdad democrática.

Pero esta noción de igualdad moderna y comple-ja tampoco puede reducirse a la idea abstracta deigualdad de oportunidades, propia del neoliberalis-

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mo, que se desentiende de las diferencias en los pun-tos sociales de partida que condicionan a cada indi-viduo. Una genuina igualdad de oportunidades es laque reposa sobre un sistema amplio y generalizadode compensaciones sociales que resarce a las perso-nas y a los grupos sociales por las desventajas inme-recidas y los agravios socioeconómicos comparativos.

La igualdad económica puede ser pensada, en elcontexto actual, con el criterio de la “reciprocidadeconómica”, que supone la existencia de una seriede instituciones distributivas como parte de la estruc-tura básica de la sociedad y como una acotación po-lítica de los circuitos del mercado.

Una asociación que es crucial no perder de vista esla interacción entre orden democrático y superaciónde la pobreza tal como la ha argumentado AmartyaSen. El argumento, aunque simple, es poderoso: la su-peración de la desigualdad extrema sólo puede darseen el marco de un régimen democrático de libertades.

En este terreno, la socialdemocracia debe cons-truir un pensamiento político estratégico contra lapobreza, en el que los modelos de política económi-ca y política social vayan rigurosamente vinculados;un esquema capaz de superar tanto las simplificacio-nes del populismo, el clientelismo y el corporativis-mo que han predominado durante décadas en Méxi-co como las orientaciones pseudocientíficas de tiponeoliberal de los últimos sexenios en México.

Sin este compromiso con una idea moderna deigualdad no habrá futuro político para la socialdemo-cracia en México. Si algún grupo o partido confundeesta noción de igualdad con la añoranza ahora en bo-ga por el estatismo, el corporativismo y el clientelismopropios del nacionalismo revolucionario, terminarápor situarse en la orilla opuesta a la de la moderna so-cialdemocracia que está gestando su espacio en la po-lítica mexicana, es decir, regresaría a la política pater-nalista, populista y autoritaria que tanto se conoce enMéxico.

Esta idea moderna de igualdad debe colocarsecomo la base ideológica de una socialdemocracia ca-paz de diferenciarse de las izquierdas revolucionaria,populista y estatista que todavía existen en México.Sobre esta base se hace posible decir algo acerca delas principales tareas que tiene por delante la izquier-da socialdemócrata en México.

Los temas necesarios de la socialdemocracia en México o “doce tesis para una democracia en construcción”El primer gran tema de la moderna socialdemocracia

mexicana en el marco de una democracia vulnerablecomo la que tenemos en nuestro país debe ser el desu definición frente a la violencia y la revolución.Aunque este tema ni siquiera aparece como priorita-rio en los debates europeos sobre las tareas socialde-mócratas, en los países latinoamericanos no puedeconcebirse una reforma profunda de las identidadespolíticas si éstas no resuelven antes su actitud frenteal uso de la violencia y las presiones extralegales pa-ra alcanzar objetivos políticos. En este sentido, el vie-jo debate de los años veinte en la literatura socialis-ta europea entre “reforma y revolución”, debe seractualizado para establecer un nuevo horizonte éti-co-político para el pensamiento estratégico en unademocracia frágil como la mexicana.

Un segundo gran tema, derivado del anterior, esel del compromiso con el orden legal y, más especí-ficamente, con la idea de un Estado social y demo-crático de derecho capaz de encuadrar la convivenciay procesar los conflictos de una sociedad compleja.En este contexto, el discurso de la socialdemocraciatiene que explorar y aprovechar los debates acercadel constitucionalismo y el Estado de derecho quemarcan la actualidad en la teoría política contempo-ránea y que se presentan como el criterio de legitimi-dad de las democracias liberales de nuestra época.

El tercer gran tema socialdemócrata debe ser elde las libertades públicas. Éste incluye a su vez algu-nos de los principales temas de la modernidad polí-tica: la protección de las libertades individuales fren-te a los abusos de las comunidades, los particulareso el Estado mismo, y el aliento de los “nuevos dere-chos civiles”, es decir, la lucha por la protección con-tra las diversas formas de discriminación (por géne-ro, por orientación sexual, por pertenencia étnica,por discapacidad, etc.) que marcan la vida cotidianade una sociedad como la nuestra. El tema de las li-bertades públicas no puede ser visto como un asun-to meramente jurídico. Aunque la meta deseada es laconstitucionalización y tutela legal efectiva de los de-rechos inalienables de la persona, la lucha por las li-bertades públicas y los nuevos derechos civiles debeser vista como una tarea eminentemente política cu-yo terreno natural de expresión será el espacio públi-co. Esta lucha por las libertades fundamentales de lapersona se convierte lógicamente, en una sociedadcon escaso nivel de institucionalización, en una de-fensa de los derechos de las minorías.

El cuarto gran tema de la socialdemocracia, deri-vado del anterior, ha de ser la defensa de los dere-chos de las mujeres. Aunque la lucha por la equidad

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social entre los sexos puede verse como un caso par-ticular dentro de la lucha por las libertades públicas,lo cierto es que se trata de una demanda que tieneentidad y fuerza histórica propias. Uno de los gran-des avances del siglo XX ha sido la integración de lasmujeres a los procesos laborales, sociales y políticos,es decir, su salida relativa de la esfera doméstica y suaparición como sujetos de la vida pública. Sin embar-go, ni la integración económica ni los avances edu-cativos de las mujeres pueden ser vistos como solu-ción al problema de la discriminación por motivosde sexo que prevalece en prácticamente todas las so-ciedades y que es muy aguda en la mexicana. La delas mujeres ha sido una integración en condicionesde desventaja y que ha dado origen a problemas iné-ditos de violencia y acoso sexuales y a un trato desi-gual en el terreno de las remuneraciones y del movi-miento dentro de las trayectorias profesionales. Elcaso de las mujeres es el mejor ejemplo de la nece-sidad de políticas de compensación social, de “ac-ción afirmativa”, que permitan no sólo equilibrar eldesnivel de los puntos sociales de partida de hom-bres y mujeres, sino también de promover una cultu-ra de la igualdad de derechos que modifique el ima-ginario social de los sexos. En esta línea la lucha porla despenalización de la interrupción voluntaria delembarazo es uno de los emblemas de una corrientesocialdemócrata comprometida con los derechos y laautonomía de las mujeres.

El quinto gran tema de la socialdemocracia mexi-cana debe consistir en un reencuentro con el mundodel trabajo. Aunque hoy día el supuesto de la existen-cia de un sujeto laboral generador del cambio socialya no puede sostenerse, lo cierto es que no puedeconcebirse un proyecto socialdemócrata sin compro-miso con los trabajadores. Su gran reto es reconstruirsus pactos históricos con los movimientos laboralessin dejar de reconocer la naturaleza pluriclasista decualquier orden social justo y estable. En el contextode relaciones laborales cada vez más flexibles y flui-das, y de un proceso de globalización económicaque desdibuja los nichos productivos tradicionales, lasocialdemocracia mexicana debe buscar un nuevoacuerdo político con los sindicatos que suponga, en-tre otras cosas, el compromiso de éstos con la produc-tividad y su instalación como sujetos negociadoresde los grandes acuerdos sociales que son deseablesen una sociedad democrática.

El sexto gran tema debe ser la defensa militantedel Estado laico. Es necesario reivindicar un nuevomodelo de tolerancia de acuerdo con los tiempos ac-

tuales de una pluralidad religiosa, ideológica y moralirreductible pero legítima. Una izquierda modernadebe concebir al Estado laico no como el resultadode los valores promedio de las religiones que en élconcurren, sino como el portador de un conjunto devalores positivos como la tolerancia activa, la libertadde conciencia y la educación crítica, ilustrada y cien-tíficamente orientada. Los valores laicos no son prin-cipios residuales frente a los grandes valores identi-tarios de la moral y la religión. Son valores públicosque generan una identidad ciudadana capaz de tras-cender las diferencias de visión del mundo y poneren contacto políticamente a los ciudadanos. Los va-lores del laicismo son los valores políticos de la plu-ralidad ideológica, moral y cultural de una sociedadcompleja. Son valores que constituyen un patrimoniopolítico de la moderna socialdemocracia mexicana.

El séptimo gran tema debe ser la defensa de laeducación pública. La educación es el mecanismo denivelación social por antonomasia. Permite la capila-ridad social y la nivelación relativa de los rangos so-ciales mediante la generación de oportunidadesequitativas para los ciudadanos y la compensaciónde desventajas provenientes del ámbito familiar, gru-pal o comunitario. En el siglo XXI, el ámbito educati-vo será el gran terreno de disputa ideológica entrelas visiones conservadoras de la sociedad y las visio-nes progresistas. La defensa de una educación públi-ca sin resabios populistas y con altos niveles de exis-tencia intelectual es la única conducta consecuenteen el marco de una sociedad como la mexicana ca-racterizada por una creciente fragmentación social yun proceso de elitización cuyo motor es la separa-ción entre los ámbitos de la educación pública y laeducación privada. La prioridad de una política so-cialdemócrata está, sin duda, en la educación.

El octavo gran tema debe ser la reivindicación dela autonomía cultural y organizativa de los grupos in-dígenas, siempre y cuando ésta no entre en conflictocon los principios universales de igualdad de la perso-na y derechos humanos fundamentales. El equilibrioentre las demandas étnicas y los principios constitu-cionales modernos no será un resultado espontáneode la buena voluntad, sino el producto de un arduoproceso de educación, desarrollo social, generaciónde oportunidades y fomento de vías pacíficas para lasolución de conflictos. La socialdemocracia debe des-confiar de la defensa de los usos y costumbres tradi-cionales que sólo apela al argumento de que éstos sontradicionales. El gran riesgo es acabar asumiendo, ennombre de la justicia para las comunidades indígenas,

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un paternalismo étnico que niega la condición de ciu-dadanos autónomos a quienes integran estas comuni-dades. El racismo implícito en este paternalismo, aun-que menos destructivo que el de caciques yautoridades tradicionales, no puede convertirse en unvalor socialdemócrata. Experiencias en otras nacioneshan mostrado que es posible armonizar los derechosy responsabilidades de las comunidades étnicas conlos principios liberales y sociales de un Estado demo-crático. En este sentido, la socialdemocracia debe bus-car alcanzar este equilibrio.

El noveno gran tema debe consistir en la defensadel medio ambiente. Durante mucho tiempo se pri-vilegiaron las estrategias productivistas y se minimi-zaron las preocupaciones ambientalistas. Actualmen-te, la socialdemocracia debe poseer una “agendapolítica verde”, capaz de proponer un modelo de de-sarrollo sustentable que permita la combinación dela productividad y el empleo con la conservación delmedio ambiente y la recuperación de los daños eco-lógicos ya causados. La “agenda verde” de la social-democracia debe ser contemplada como parte delcompromiso moral con las generaciones veniderasque una política responsable debe mantener.

El décimo gran tema debe ser el de la rendiciónde cuentas. Durante mucho tiempo, la defensa de unsistema de atribuciones amplias para el Estado no seacompañó de una exigencia equivalente de rendi-ción de cuentas para éste. Para la socialdemocraciamexicana, el tamaño y las atribuciones del Estadodeben estar justificados en las necesidades sociales alas que responden. Por ello, las instituciones del Es-tado —que van desde el gobierno hasta los partidospolíticos, pasando por el Congreso y el Poder Judi-cial— deben no sólo ser responsables en el ejerciciode sus obligaciones, sino también “responsivas” porellas ante la sociedad. La pérdida de control legal yciudadano sobre las instituciones estatales es un ca-mino hacia el autoritarismo y la elitización. Las exi-gencias de profesionalismo, honradez y eficacia enlas tareas estatales es en México un reclamo progre-sista y no un argumento conservador. La corrupciónde los funcionarios públicos, que no puede ser acep-tada en ninguna sociedad democrática, se convierteen un crimen de enorme gravedad en una sociedadcon las desigualdades y carencias como la nuestra.

El undécimo gran tema es el reclamo de una in-serción global equilibrada de nuestro país. Hasta aho-ra, lo que hemos vivido es una integración internacio-nal ausente de controles y límites democráticos. En elnivel internacional, el capitalismo se convierte rápida-

mente en un canibalismo que daña a las comunida-des nacionales más débiles y, dentro de ellas, a losgrupos sociales más vulnerables. Una política social-demócrata tiene que aceptar que la globalizacióneconómica es un proceso al que tenemos que inte-grarnos, pero debe pugnar porque esta integración sedé bajo las condiciones más equitativas que sean po-sibles para nuestro país. La izquierda moderna, paraserlo, tiene que volver a ser internacionalista, pero yano en el sentido de una alineación acrítica con lo queera sólo un reparto geopolítico del mundo entre dospotencias, sino ahora bajo el supuesto de que losgrandes problemas sociales poseen una dimensiónglobal y que, aun así, sus consecuencias más negati-vas se sufren localmente. Una integración económicaequilibrada de nuestra nación es una tarea necesaria,pero igualmente necesaria es la globalización denuestra defensa de los derechos humanos y de la de-mocracia. La socialdemocracia moderna tiene que re-visar profundamente su noción de “soberanía nacio-nal” para evitar que, bajo su invocación, se acabenjustificando la antidemocracia y las violaciones de losderechos humanos en otros países y en el nuestro.“Actuar localmente y pensar globalmente” deberá seruna divisa para la política progresista del siglo XXI.

El duodécimo gran tema de la socialdemocraciamexicana (el último de esta lista, pero nunca el últi-mo en importancia) es, precisamente, el de la revi-sión de la “forma partido” que hemos aceptado comola manera lógica de promover proyectos de cambiosocial. Debe ser precisamente una socialdemocraciamoderna la que avance en la vía de la desconcentra-ción de las decisiones política y la recuperación de lainiciativa ciudadana para el cambio social. No se tra-ta, por supuesto, de rechazar que, hoy por hoy, lademocracia política funciona sobre la base privilegia-da de un sistema de partidos, sino de abrir los parti-dos a una serie de redes sociales que, sin dependerjerárquicamente de estas organizaciones, puedan ali-mentar sus demandas y dar fuerza a sus actividadespúblicas. La naciente socialdemocracia mexicana de-be alimentarse de las organizaciones civiles y presen-tarse como el puente natural para la representacióny articulación de sus intereses en la esfera pública.Aunque sabemos que el ideal de un partido integra-do sólo por ciudadanos independientes es en sí mis-mo inalcanzable, lo que planteamos como necesarioes una vinculación del partido socialdemócrata conlas organizaciones sociales sin trazas del clientelismoy el corporativismo que caracterizaron la política me-xicana del siglo XX•

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Héctor Aguilar CamínLuis Miguel Aguilar CamínFrancisco Javier AlejoFernando ArrutiAntonella AttiliJosé Ayala EspinoArturo BalderasMacedonio BarreraRicardo BecerraJosé Blanco MejíaAntonio BolívarFermín BurzacoRosaura CadenaJulia CarabiasJorge CarpizoRosalba CarrascoJosé Carreño CarlónJosé Ignacio CasarHéctor CerveraJosé Ramón Cossío DíazAna Cristina CovarrubiasJesús de HoyosLuis de la Barreda SolórzanoSalvador de LaraJosé Andrés de OteyzaAntonio del RíoJuan Diez-Canedo R.Carlos EnríquezRoberto EscuderoAlfonso Fernández CrucesRoberto Fernández SepúlvedaEnrique FlorescanoJuan Carlos FoncerradaLuis Miguel GalindoRenward García MedranoBlanca Lilia GarcíaAntonio GazolFrancisco Gómez RuizAnamari GomísPepita GomísMauricio GonzálezGermán GonzálezGustavo Gordillo de AndaJonathan HeathAndrea Huerta

David HuertaDavid IbarraIván LombardoLeonardo LomelíJulio LópezRafael López CastroCarlos MárquezSergio MartínJuan M. MartínezManuel MartínezCarlos Martínez-UlloaÁngeles MastrettaFrancisco Mata RosasMiguel Molina F.Rosa Elena Montes de Oca LujánEliezer Morales AragónRodrigo MoralesAlejandra Moreno ToscanoCiro MurayamaLuis NavaFederico Novelo UrdaniviaEmilio Ocampo ArenalEduardo Pascual MoncayoJacqueline PeschardMiguel Ángel PorrúaEnrique ProvencioCarlos RocesArgentina RodríguezTeresa RojasLuis SalazarSantiago Sánchez HerreroJorge SánchezElena SandovalHortensia SantiagoTeresa SantiagoJosé Sarukhán KérmezJosé María SbertJaime Sepúlveda AmorFernando Serrano MigallónRicardo SolísRamón Carlos Torres FloresRaúl Trejo DelarbreJuventino Trejo MedinaAlejandro ZenzesAlicia Ziccardi

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El Instituto de Estudios para la Transición Democrática, A.C., tie-ne mucho en común con Configuraciones. Varios de sus miem-bros destacados forman parte del comité editorial de la revista des-de el inicio y otros más han contribuido con trabajos en suspáginas. Hay, desde el arranque del proyecto, afinidad de ideas einocultables coincidencias de propósitos con el Instituto.

Por eso, nos complace hacer del conocimiento de lectores yamigos que el Instituto de Estudios para la Transición Democráti-ca acordó en su 12a. Asamblea Anual Ordinaria, realizada enfebrero de 2001, sumarse formalmente al esfuerzo de publicar ydifundir Configuraciones. A partir de ahora, el Instituto colabora-rá con la Fundación Carlos Pereyra compartiendo recursos huma-nos y materiales para este esfuerzo editorial. Esta alianza implica,naturalmente, que el IETD asume a la revista como órgano propiopara la difusión de sus actividades y de las discusiones que se rea-lizan en su seno. Será sin duda para bien.

Luis Emilio Giménez-CachoPresidente del IETD