composion del evangelio
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etapas de composicion del evangelioTRANSCRIPT
Etapa 1: El ministerio de Jesús
Tradiciones que se remontan a las palabras y acciones de Jesús durante su ministerio
a finales de los años veintes [por ejemplo, en Juan 9 Jesús aparece como alguien que
hace milagros de sanación].
Etapa 2: La predicación de los apóstoles después de la resurrección
Convicciones sobre Jesús que nacieron después de la resurrección, especialmente que
él era el “Señor” y el “Hijo de Dios” [Por ejemplo cuando el ciego alaba a Jesús, Juan
9:38].
Etapa 3: La composición escrita de los Evangelios
Textos sobre Jesús influenciados por las situaciones, preocupaciones y convicciones de
los mismos evangelistas [por ejemplo, los padres del hombre ciego temen a “los
judíos” como si estos fueran un grupo diferente, Juan 9:22].
Algunas claves sobre las tres etapas
Los evangelistas no escribieron los Evangelios como “historias” en el sentido
estricto de la palabra. Ellos escribieron para que quienes los leyeran “creyeran
que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios” (Juan 20:31).
Por consiguiente, para la fe cristiana la etapa número 3 es la más importante.
Nos da las reflexiones inspiradas de los evangelistas sobre Jesús. Este curso se
centrará en las convicciones de los evangelistas surgidas en la etapa 3.
Hacer preguntas históricas o preguntas correspondientes a la etapa 1 es perder
de vista su propósito principal. Sin embargo, los lectores modernos hacen
dichas preguntas. Así, aunque este curso resaltará las perspectivas de los
evangelistas, cada escena de la narrativa de la pasión estará acompañada de
una breve reconstrucción histórica.
Una manera efectiva de percibir las perspectivas de cada uno de los
evangelistas es comparar las similitudes y las diferencias de los cuatro
Evangelios. Tal será el procedimiento que seguiremos en este curso.
Pontificia Comisión Bíblica, “Instrucción sobre Biblia y Cristología”La Pontificia Comisión Bíblica destacó el valor de dichos contrastes en un estudio
realizado en 1984: "Biblia y Cristología":
“Las tradiciones evangélicas fueron reunidas y gradualmente escritas a la luz de los
eventos Pascuales hasta que tomaron en su totalidad la forma de cuatro breves libros.
Estos libros no sólo contienen las cosas “que Jesús comenzó a hacer y enseñar”
(Hechos 1:1), sino que también ofrecen interpretaciones teológicas de dichos eventos.
Por lo tanto, en estas narrativas uno tiene que reconocer la cristología de cada
evangelista. Esto se aplica especialmente a Juan, quien en la época patrística recibiría
el título de “teólogo”. Otros evangelistas interpretaron las acciones y palabras de Jesús
de diversas maneras y más aún su muerte y resurrección… Los autores del Nuevo
Testamento, precisamente como pastores y maestros, son testigos del mismo Cristo
pero con voces que difieren como la harmonía de una pieza musical” [2.2.2].
Algunas preocupaciones polémicas y apologéticas de los Evangelios
Los autores de los Evangelios tenían varias motivaciones. Algunas fueron de
carácter polémico (argumentos nacidos en debates), otras fueron apologéticas
(esfuerzos para defenderse de ataques o para apaciguar las autoridades). He
áquí algunos de sus preocupaciones:
Que el cristianismo pudiera ser considerado una religión legal en el imperio
romano.
Argumentar las raíces judías de la Iglesia después de la destrucción del Templo
por los romanos en el año 70.
Explicar las razones por las cuales el Templo fue destruido.
Demostrar que la convicción que el Crucificado había resucitado era consistente
con las Escrituras del antiguo Israel.
Justificar el llevar el Evangelio a los pueblos no judíos.
En el caso de las narrativas de la Pasión, todas ellas tienen la tendencia a
reducir la responsabilidad de los romanos y resaltar el papel de personajes
judíos.
La sociedad de Jerusalén en el tiempo de Jesús
Las sociedades antiguas no hacían distinción entre religión, política o economía.
La “religión” hacía parte de la política y la economía en las instituciones sociales
tales como la familia, la comunidad local y las estructuras de autoridad. El
Templo, por ejemplo, era al mismo tiempo un centro religioso, una fortaleza
militar y el núcleo económico de Jerusalén.
La Pascua en Jerusalén podía ser un tiempo bastante tenso. La celebración de la
libertad del yugo dominador por parte de un pueblo extranjero con frecuencia
inspiraba rebeliones contra el poder romano.
Bajo estas circunstancias, la predicación continua de Jesús sobre la venida del
Reino de Dios y su conducta en el Templo después de haber llegado a la ciudad
pudieron haber alarmado al prefecto romano y a los líderes del Templo.