como la gallina protege a sus polluelos

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como la gallina protege a sus polluelos, él también tiene cuidado de sus hijos. Durante la etapa o proceso de la prueba, el siervo de Dios tiene que aprender a depender de la provisión divina, saber esperar, entender que la salvación viene de Jehová, que la murmuración, critica, ni el descontento servirán para madurar. Elías, sabía que Dios estaba con él, a pesar que el arroyo menguara de nivel y hasta secarse, él estaba confiando en Jehová, estaba seguro de que en quien había depositado su confianza lo iba a fallar, en él había puesto su confianza, entendía que Jehová es hacedor de maravillas, por eso aunque se traspasen los montes al corazón de la mar, aunque se arrecie la tormenta y las olas del mar embravezcan, el prometió que estaría con nosotros, hasta el fin del mundo, que no estamos solos que nuestro Dios hará cualquier cosa por nosotros, que acudiría a nuestro auxilio en el día de la angustia, porque cuando se secó el arroyo y los cuervos ya no le trajeron carne, Elías permaneció quieto y pudo ver la salvación de su Dios, por eso el Rey de reyes le dio la solución a su siervo: “Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente”. 1 Reyes 17:9. Elías no cuestiono, obedeció, quizás muchos hubieren dicho: “hasta cuando va a terminar esto”, “¿una mujer me va alimentar, prefiero morirme?”, “Señor Sarepta es tierra de hambre y desolación, de morirme allá, mejor prefiero morir a la mitad del camino”, el milagro se produce cuando en el hombre y la mujer hay: convicción, seguridad y fe en Dios, Cuando la viuda de Sarepta se preparaba para morir en compañía de su hijo, cuando el sol de su día se ocultaba y daba entrada a la oscuridad de la inseguridad del mañana, unos rayos de esperanza brillaban en la puerta de la ciudad con la llegada del siervo de Dios, se encontraban en la puerta de la ciudad la desesperanza con la esperanza, sumergida en la profundidad en sus pensamientos el profeta le ordena: “…te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba. Y yendo ella para traérsela, él la volvió a

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Page 1: Como La Gallina Protege a Sus Polluelos

como la gallina protege a sus polluelos, él también tiene cuidado de sus hijos. Durante la etapa o proceso de la prueba, el siervo de Dios tiene que aprender a depender de la provisión divina, saber esperar, entender que la salvación viene de Jehová, que la murmuración, critica, ni el descontento servirán para madurar. Elías, sabía que Dios estaba con él, a pesar que el arroyo menguara de nivel y hasta secarse, él estaba confiando en Jehová, estaba seguro de que en quien había depositado su confianza lo iba a fallar, en él había puesto su confianza, entendía que Jehová es hacedor de maravillas, por eso aunque se traspasen los montes al corazón de la mar, aunque se arrecie la tormenta y las olas del mar embravezcan, el prometió que estaría con nosotros, hasta el fin del mundo, que no estamos solos que nuestro Dios hará cualquier cosa por nosotros, que acudiría a nuestro auxilio en el día de la angustia, porque cuando se secó el arroyo y los cuervos ya no le trajeron carne, Elías permaneció quieto y pudo ver la salvación de su Dios, por eso el Rey de reyes le dio la solución a su siervo: “Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente”. 1 Reyes 17:9. Elías no cuestiono, obedeció, quizás muchos hubieren dicho: “hasta cuando va a terminar esto”, “¿una mujer me va alimentar, prefiero morirme?”, “Señor Sarepta es tierra de hambre y desolación, de morirme allá, mejor prefiero morir a la mitad del camino”, el milagro se produce cuando en el hombre y la mujer hay: convicción, seguridad y fe en Dios, Cuando la viuda de Sarepta se preparaba para morir en compañía de su hijo, cuando el sol de su día se ocultaba y daba entrada a la oscuridad de la inseguridad del mañana, unos rayos de esperanza brillaban en la puerta de la ciudad con la llegada del siervo de Dios, se encontraban en la puerta de la ciudad la desesperanza con la esperanza, sumergida en la profundidad en sus pensamientos el profeta le ordena: “…te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba. Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano” 1 Reyes 17:10-11. “…Vé, haz como has dicho; pero hazme a mí primero…” 1 Reyes 17:13. ¿Incongruencia?, pareciera egoísmo, una petición fuera del contexto, muchos dirían “prefiero darle a mi hijo y a mi familia antes que darle al siervo de Dios”, El profeta le dijo: “No tengas temor”, “renuncia a la inseguridad, hoy a llegado la salvación a tu casa”, de antemano ella había recibo la orden de sustentar al profetal; los cuestionamientos infantiles como ¿Cómo voy a ayudar al siervo de Dios, soy el o la mas pobre?, los ingredientes para que el milagro se produjera estaban en su fase terminal, se habían entremezclado la fe del profeta con la de la mujer, las voces de no poder estaban lejos, solo ella se concreto a creer y a confiar en lo que Dios haría a favor de ella y de su hijo, se apresuro a obedecer, “primero a él y luego yo”, al estar haciendo la torta con la

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harina esta no se terminaba, no menguaba, Dios había multiplicado la harina. La lógica humana no entenderá el propósito divino; Las palabras que pronunciara el Maestro: “Mas buscad primeramente el reino de Dios…”. Mateo 6:33.