como es tu casita

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Cuento para trabajar la actitud hacia la perspectiva resiliente

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Erase una vez que se era un pajarito juguetón llamado Cuco. Y digo bien,

juguetón, porque se pasaba toooooooodo el día juega que te juega. Jugaba con todo lo que tenía alrededor y cada día se inventaba juegos nuevos. Así que cuando terminaba el día dormía como un lirón.

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Como toda su familia, Cuco vivía en el bosque Delicioso, uno de los más grandes y conocidos del lugar, donde se sentía tranquilo y feliz, porque conocía todos los rincones y a todos los habitantes, por pequeños que fueran. Bueno, o al menos eso pensaba hasta que la abuela vaca le contó por primera vez la historia del Fondobosque...

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“Muuu. Cuentan los más ancianos del lugar- comenzó abuela vaca- que al final del bosque, donde las enormes hayas apenas dejan pasar la luz, existe un mágico lugar repleto de vida, pero que sólo unos pocos afortunados pueden ver. Los habitantes del Fondobosque son muy diminutos, y sus casas no son visibles para los ojos, sólo para aquellos que lleven puestas las relentesresilientes”.

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Claro, y después de semejante historia, a Cuco no le quedaba otra cosa que hacer la pregunta que tú te estás haciendo:

¿... qué es eso de las relentesresilientes?.

Y la abuela vaca, que tenía respuestas para todo, le explicó:

“ Muuu, Mira, pequeño, esas relentes son una especie de gafas con las que todo lo que tienes alrededor parece cobrar vida. Espera, puede que tenga alguna por aquí...”

Cuco no podía creerlo. Si lo de las relentes era verdad, no se lo pensaría dos veces antes de adentrarse en el bosque en busca de esos seres y sus casitas.

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“Si, aquí están”. Y la abuela vaca, que conocía a Cuco y sabía lo que haría en

cuanto le diera las gafas le recordó: “Toma, pero sé cuidadoso con los seres del bosque y muy prudente, pues en ese lugar duerme el dragón Riesgón. Buena suerte, Cuco”.

Y así, imagínando cómo sería ese dragón tan terrible, se despidió y se fue a

prepararse para el viaje.

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Con sus relentes resilientes bien limpias y algo para merendar, emprendió el camino hacia el Fondobosque. Pero...!un momento¡-pensó- ¡Si yo no sé lo que es una casa!.

Claro, con la emoción no se acordó de preguntarle a la abuela vaca, así que antes de comenzar el viaje se acercaría a la granja para que sus amigos le contaran cómo eran las casas que debía buscar.

- “Oink, oink. Una casa tiene una puerta grande por donde entras a comer”- dijo el cerdo.

- “Cuac, cuac. Tu siempre con lo mismo”-replicó mamá oca- “también tienen ventanas para que entren los que saben volar”.

- “Hihoo,Pero que forma de liar al muchacho. Una casa es algo pequeño y con muchas cosas dentro, tantas que a veces se salen por el tejado...

Bueno, ya era suficiente. Le dio las gracias a sus amigos y ahora sí, se adentró en el bosque en busca de las casitas.

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El camino del bosque era muy muy largo, así que tuvo mucho mucho tiempo para pensar cómo acercarse a las casitas sin asustar a los pequeños seres, y qué hacer cuando los encontrase.

- miraré por las ventanas para ver todo lo que tienen dentro, y poder aprender cómo viven antes de hablar con alguno de ellos. Así nos será más fácil entendernos . Después...

Y así siguió caminando y pensando durante todo el día y toda la noche.

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Y llegó al Fondobosque. Pero no había nada, sólo árboles y más árboles y... Uy, pero si no se había puesto las relentes, qué despiste. A ver ahora.....

¡¡¡¡siiiiiiiiiiii!!!!!

Ahí estaban las casitas y sus moradores. Casitas de todos los tamaños y colores, con puertas chiquitas o con portones, con ventanas y con balcones. Algunos, muy juguetones, le hacían cosquillas en los talones. Otros miraban hipnotizados por la ventana en sus sillones. Y Cuco reía, y cantaba, y a todo el mundo saludaba, feliz de haber encontrado lo que tanto soñaba:

Un lugar donde jugar y reír, donde sentirse útil ayudando a arreglar alguna casa o limpiando algún desván, construyendo la suya propia y aprendiendo de los demás.

Y colorín colorado, este cuento apenas ha comenzado.

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Y tú, ¿ya sabes cómo es tu casita?

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Dibuja aquí tu casita