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colección Nuevas teorías económicas dirigida por Julio C. Neffa y Héctor Cordone

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colecciónNuevas teorías económicasdirigida por Julio C. Neffa y Héctor Cordone

World copyright: © ECONOMICA, 2011 De la presente edición: © 2013, Universidad Nacional de Moreno © 2013, CEIL / CONICET © 2013, Asociación Trabajo y Sociedad © 2013, Miño y Dávila srl / Pedro Miño Título original: Les financiers détruiront-ils le capitalisme? Traducción: Irene Brousse Supervición técnica: Julio César Neffa Corrección: Graciela Torrecillas Diseño: Gerardo Miño

La Universidad Nacional de Moreno y el CEFID-AR Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina colaboraron con la edición

Edición en castellano: Primera. Marzo de 2013 Tirada: 1200 ejemplares

ISBN: 978-84-15295-36-5

Lugar de edición: Buenos Aires, Argentina

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Página web: www.minoydavila.com

Mail producción: [email protected] Mail administración: [email protected]

En España: P.I. Camporroso. Montevideo 5, nave 15 (28806) Alcalá de Henares, Madrid.

En Argentina: Miño y Dávila srl Av. Rivadavia 1977, 5to B (C1033ACC), Buenos Aires. tel-fax: (54 11) 3534-6430

R o b e R t b o y e R

Los financieros ¿destruirán el capitalismo?

Agradecimientos

La redacción de este libro, iniciada en el verano de 2008 en la Universidad de Yokohama, continuó en México a partir de una invitación de la UNAM hasta ju-nio de 2009 y luego en Copenhague en el momento en que se realizaba la cumbre por el cambio climático, antes de seguir en París, desde donde se observaron la crisis griega y la crecida de las amenazas al euro en 2010. La puesta a punto del manuscrito terminó en Berlín en la prima-vera de 2011. Experiencias contrastadas que sostienen uno de sus hilos directores: la crisis es indiscutiblemente mundial y estructural, pero manifiesta menos la con-vergencia que la permanencia de trayec-torias nacionales diferenciadas frente a una amenaza común: el poder sin control de las finanzas.

Diversas partes de este libro fue-ron presentadas en la Maison Franco-Japonaise (Tokyo), en la Universidad de Kyushu (Japanese Society for Poli-tical Economy, JSPE), en la Univer-sidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el Colegio de México, en

el Wissenschafts Zentrum de Berlín, en la conferencia anual de la SASE (París), en el Danish Institute for International Studies (DIIS, Copenhague), en el Centre for Business School (CBS, Copenhague). Al lector no se le escapará el uso fre-cuente de las notas de análisis de Patrick Artus que no cesa de escrutar la marcha de las economías nacionales en la crisis y los numerosos desequilibrios que quedan por superar.

Sin embargo, este libro nunca habría visto la luz sin la colaboración cotidiana y el aliento permanente de Jacqueline Jean. Sin ella, el autor habría sucumbido al mito de Sísifo, retrabajando incesan-temente la obra. No es sin embargo más que un análisis provisorio, ya que las cri-sis anteriores muestran cuán innovadoras son las maneras de superarlas… hasta el punto de no ser anticipadas por ningún analista, por más prudente que sea. El autor acepta con gusto aprender de sus errores y asume por lo tanto el riesgo de someter a la crítica de los lectores los análisis que siguen.

Índice

Introducción ..................................................................................... 71. El retorno de las crisis ...................................................................... 72. La política en el corazón de los capitalismos ................................... 93. Más que una “gran recesión” ............................................................ 114. Irreversibilidad y apertura a lo político ............................................ 125. Una crisis que viene de lejos ............................................................ 136. ¿Qué antídoto para el poder del sector financiero? ........................... 14

1/ Capitalismos transformados por la finanza ................................... 171. En los orígenes de la financiarización .............................................. 172. ¿Un crecimiento empujado por la finanza? Una peligrosa ilusión ... 333. 2008: la crisis estructural del capitalismo financiarizado ................. 394. Una gran bifurcación ........................................................................ 46

2/ Los poderes públicos desconcertados por la crisis abierta en 2008 .. 491. Una acumulación de innovaciones financieras desestabilizadoras ... 502. Más que una crisis inmobiliaria de gran amplitud ............................ 603. Las autoridades públicas frente a la gestión de la crisis ................... 674. ¡Los gobiernos aprenden poco de las crisis de otros! ....................... 745. El euro, una innovación política... fuente de burbujas especulativas! .. 776. Lentitud de las deliberaciones políticas, violencia del juicio de la

finanza ............................................................................................... 797. Superar una crisis financiera no es evitar su repetición .................... 818. Las grandes crisis se suceden pero no se parecen... ......................... 839. ...¿Por qué las estrategias públicas anticipadoras son tan pocas? ..... 87

3/ el poder de la finanza: lo político en el origen y las salidas de crisis . 891. La crisis de una financiarización sin reglas ...................................... 902. La hegemonía de la finanza lleva a su crisis ..................................... 933. La sorprendente resiliencia del poder financiero en Estados Unidos .. 974. En los orígenes del poder financiero ................................................. 1035. Las sociedades que resisten a la finanza ........................................... 1096. Los financieros salvados por los estados examinan su gestión ........ 1117. La política sigue expresándose en la escala nacional ....................... 115

4/ Los bloqueos políticos de un nuevo orden internacional ............. 1191. Un sistema internacional trabajado por la inestabilidad financiera .. 1192. La crisis reveladora de la diversidad de las configuraciones nacionales ......................................................................................... 1293. Más complementaridad que competencia ......................................... 1374. Reconstruir un sistema internacional más estable y equitativo…

¿pero cómo? ...................................................................................... 1425. ¿Qué motores para el crecimiento mundial? .................................... 149

5/ ¿Qué control social de la finanza? ............................................... 1571. Una necesidad ................................................................................... 1572. El retorno del Estado ........................................................................ 1583. Los costos excesivos de las crisis financieras ................................... 1594. La complejidad de los sistemas financieros contemporáneos .......... 1645. Eliminar los estímulos perversos ...................................................... 1696. Encuadrar la innovación financiera .................................................. 1727. Contener las externalidades negativas de la finanza ......................... 1808. Otra finanza al servicio de un modo de desarrollo sustentable ......... 1839. Superar la resistencia de la finanza mediante un debate argumentado .. 18810. Iniciar una mutación de los capitalismos por lo político .................. 192

Conclusión ........................................................................................ 2031. Un período bisagra en la historia de los capitalismos ...................... 2032. El neoliberalismo o cómo perder el poder en beneficio de la finanza ... 2053. Los gobiernos exploran tierras incógnitas ........................................ 2074. Una nueva gran transformación ........................................................ 2105. El devenir incierto de las relaciones internacionales ........................ 2126. El futuro de la democracia: ¿la pregunta del siglo XXI? ................. 213

bibliografía........................................................................................ 215

Glosario de abreviaturas ................................................................... 222

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Introducción

1. el retorno de las crisis

¿Cómo analizar los orígenes y las consecuencias del derrumbe financiero de 2008 a la luz de las teorías macroeconómicas contemporáneas? Si existen leyes económicas, o por lo menos grandes principios de

vocación universal ¿cómo explicar el curso de las diferentes economías naciona-les en la crisis mundial que sigue a la quiebra de Lehman Brothers? ¿Es posible contentarse con comparar el período actual con la Gran Depresión de los años treinta en Estados Unidos? ¿No se paga un precio considerable por el olvido de la historia y la teoría de las crisis? ¿Es legítimo continuar considerando que las intervenciones de los poderes públicos son por naturaleza ineficaces y que, de todas maneras, las instancias de regulación terminarán por ser capturadas por los grupos de interés que supuestamente deben controlar?

Es sin embargo lo que siguen postulando la mayor parte de los economistas contemporáneos que, con demasiadas pocas excepciones (Reinhart y Rogoff, 2000), no tomaron en cuenta la recurrencia de las crisis como rasgo esencial de la historia económica. En contraste, la teoría de la regulación se dedicó a expli-car por qué la gran crisis de 1929 no se reprodujo después de la segunda guerra mundial, y luego a detectar los primeros signos de un agotamiento y después de la entrada en crisis de este nuevo régimen de crecimiento. La desaceleración de la productividad y las tendencias a la aceleración de la inflación a fines de los años sesenta habían sido interpretadas no como la consecuencia de shocks des-favorables, sino como signo del fin del régimen de crecimiento tan particular, el fordismo, que se había establecido después de la segunda guerra mundial, tanto en Estados Unidos (Aglietta, 1978) como en Francia (Boyer y Mistral, 1978). Con el abandono de la paridad del dólar respecto del oro, luego la explosión del precio de las materias primas, se inició una serie de cuestionamientos del sistema de relaciones internacionales heredado de Bretton Woods.

8 Robert Boyer / LOS FINANCIEROS ¿DESTRUIRÁN EL CAPITALISMO?

La década de 2010 presenta tanto similitudes como diferencias fundamentales respecto de esta época. En la escala internacional se difunde la crisis de creci-miento estadounidense arrastrada por las finanzas, así como se habían propagado en los años setenta las repercusiones de la crisis del fordismo. La mayoría de los gobiernos están desconcertados, ya que el paradigma económico que les servía de brújula muestra sus límites: ayer la ortodoxia keynesiana, hoy la creencia en la eficiencia de los mercados. Tercera similitud, la finitud de los recursos naturales y del ecosistema que ya habían despertado los temores del Club de Roma a fines de los años setenta, vuelven con fuerza con las inquietudes tanto por un pico de la producción petrolera como por un calentamiento climático de grandes consecuencias para la mayoría de las economías, especialmente las más pobres. Finalmente, una vez más se trata de una refundación del sistema de rela-ciones internacionales: ayer el cuestionamiento de la hegemonía estadounidense por parte de algunos países europeos estaba en el centro del debate, hoy es el aumento de la potencia de China, India, Brasil lo que muestra la obsolescencia de la configuración heredada del período tan particular que fue la posguerra de la segunda guerra mundial.

Este marco analítico es el que no dejó de desarrollar y extender una red internacional de investigadores reunidos por el proyecto de un análisis de las transformaciones y la diversidad de los capitalismos (Boyer y Saillard, 2002).

En efecto, las investigaciones iniciales sobre el fordismo y su crisis no dejaron de extenderse y diversificarse gracias a la multiplicación de estudios históricos de largo período sobre los países europeos, Japón, los dragones asiáticos, los países latinoamericanos. Simultáneamente, comparaciones internacionales sis-temáticas sobre el período más contemporáneo destacaron la diversidad de las configuraciones institucionales: dentro del mismo régimen socioeconómico, el capitalismo, tienden a coexistir sus diversas formas. De esta manera se afinaron los conceptos y métodos de investigación que hoy pueden utilizarse para analizar la situación contemporánea (cuadro 1).

Introducción 9

Cuadro 1: Volver inteligible la crisis abierta en 2008

Hipótesis Implicaciones

1. Las instituciones, codificación de las relaciones sociales, son constitutivas del capitalismo

1. El mercado es también una construc-ción social cuya eficacia está condi-cionada por el respeto a las reglas

2. Resultan de los conflictos, de las luchas sociales y de las reacciones de la colectividad a las crisis

2. Una concepción puramente técnica y funcionalista de las instituciones del capitalismo es insuficiente

3. Lo político desempeña un papel de-terminante en la génesis de las formas institucionales de capitalismo (régimen monetario, competencia, relación salarial, régimen fiscal)

3. Las intervenciones públicas en re-spuesta a la crisis son de gran amplitud y múltiples

4. Un modo de regulación puede pilotear un régimen de acumulación, pero esta adecuación es limitada en el tiempo y el espacio

4. Disipar la ilusión de un régimen socioeconómico universal, atemporal y sin crisis

5. Las grandes crisis no son un ciclo económico típico, sino de mayor amplitud, ya que resultan de la llegada a los límites de un régimen socio-económico.

5. 2008 es más que una “Gran Recesión”, es una crisis estructural que marca una irreversibilidad en la historia de los capitalismos

6. La ruptura de los determinismos económicos y obstáculos a una autode-terminación de los actores: las grandes crisis están abiertas a lo político

6. Una reconfiguración de conjunto de las economías nacionales y de sus relaciones sin nada en común con el tiempo corto de las finanzas

2. La política en el corazón de los capitalismos

La primera enseñanza es que algunas instituciones de base son constitutivas del capitalismo, en el sentido en que la codificación de relaciones sociales como la relación con la moneda y el crédito, la relación de competencia y la organización de la relación capital/trabajo definen la posibilidad misma de semejante régimen. Sin estas formas de coordinación los mercados serían incapaces de funcionar, ya que suponen una unidad de cuenta, medios de pago, derecho de contratos, modalidades de regulación de las quiebras, etc. En esta óptica, todo mercado viable es una construcción social, enseñanza que se aplica especialmente a los

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mercados financieros. En ausencia de reglas de juego sólo pueden derrumbarse bajo el efecto de abusos de información privilegiada, asimetría de información y comportamientos oportunistas. La regulación de los mercados puede resultar difícil y a veces ineficaz ; no por eso es menos necesaria bajo una forma u otra.

Para el economista sería tranquilizador que todas estas instituciones obedecie-ran a un principio de eficacia en la asignación de recursos, competencias y capital. De alguna manera deberían ser la corrección de las fallas del mercado, propul-sando así a la economía hacia una organización cada vez más eficaz. De hecho, el anállisis histórico de la emergencia, así como de la maduración y de las crisis del capitalismo, muestra que estas instituciones fundadoras son generalmente el resultado de conflictos, de luchas sociales o inclusive de estrategias desplegadas para superar las crisis con las que el régimen capitalista pareció poner en peligro su viabilidad y su aceptabilidad. Hay que reconocer que las relaciones de crédito, como la relación salarial, son la expresión de relaciones de poder y que coinciden con el imperativo de eficacia, inclusive de optimalidad, sólo en circunstancias absolutamente excepcionales. Así se invalidan la mayoría de las soluciones que plantean los economistas en nombre del retorno a la optimalidad de la asignación de recursos. En este caso, es poco probable que la reconfiguración de los capita-lismos que surja de la crisis actual pueda extraerse de las ensañanzas del mejor de los manuales de economía, ni de las investigaciones más avanzadas. Como para la crisis de los años treinta, se requieren nuevas teorizaciones que tardan en aparecer, a pesar de la persistencia de los desequilibrios económicos, financieros y geopolíticos cargados de amenazas.

Es necesario entonces recusar el ideal de una economía pura totalmente des-conectada de las relaciones sociales y de la organización política. Sin Estado no hay moneda, ni sistema de crédito, es decir una seria hipoteca sobre la posibilidad misma de la producción y la acumulación de capital. Sin sistema jurídico que regule, por ejemplo, la competencia, el proceso mismo de selección de las empre-sas ¿no lleva al oligopolio o al monopolio ? En ausencia de una intervención de la comunidad sobre el acceso a la educación y la salud, ¿es posible concebir una economía dinámica? Según esta concepción, el carácter multiforme y omnipre-sente de las intervenciones públicas no es un accidente, sino la consecuencia misma de la paradoja que está en el corazón del capitalismo. Para ser viable, supone entidades exteriores que le impidan erosionar las bases mismas sobre las que prospera. Los capitalistas ¿trabajarían en contra del capitalismo (Rajan y Zingalès, 2003)? La notable recuperación de intervenciones públicas desde 2008 no es entonces un accidente, sino la reedición, con originalidades ciertas, de las secuencias observadas en las grandes crisis anteriores.

Introducción 11

3. Más que una “gran recesión”

Para muchos teóricos, las economías deberían ser estructuralmente estables gracias al despliegue de los principios de racionalidad y de la extensión de la lógica de los mercados a todos los ámbitos de la vida económica y social. De manera opuesta, la teoría marxista a menudo se percibió como construida sobre la idea de que el capitalismo está permanentemente en crisis, a menudo inclu-sive que está al borde del derrumbe. Ahora bien, hay que reconciliar estas dos posiciones con un hecho estilizado fundamental de la historia económica: a fases de crecimiento relativamente rápidas y sin desequilibrio mayor, les suceden epi-sodios generalmente más breves de recesión, de depresión o de deflación. El aporte de las investigaciones regulacionistas es haber mostrado cómo un modo de regulación puede favorecer primero el vigor de la acumulación, pero esta com-patibilidad se erosiona con el paso del tiempo hasta el punto de desembocar en una inestabilidad devenida estructural. Esto permitía, desde el origen del proceso de financiarización, anticipar que muy probablemente este régimen favorecería primero el crecimiento, antes de contribuir a su bloqueo con una crisis financiera mayor (Boyer, 2000). Detrás de la idea de una absoluta novedad del régimen de crecimiento financiarizado que debía abolir toda posibilidad de crisis, se encon-traba la ilusión “esta vez será diferente” (Reinhart y Rogoff, 2009). Para la teoría de la regulación, que puede concebirse como una historización de la economía política, la frecuentación de larga data de las crisis anteriores del capitalismo ya había permitido llegar a esta conclusión e inclusive proponer formalizaciones para ella (Lordon, 1997).

Se dispone así de un concepto riguroso de crisis, como episodio en el que se rompen las regularidades anteriores y se abre un período muy incierto de enfrentamiento, tanto de intereses como de visiones del mundo económico, social y político. A priori, es mucho más satisfactorio que la referencia usual a una caída excepcional de la producción y/o a la lentitud del proceso de recuperación de la economía, una vez superado el paroxismo de la crisis. El diagnóstico más común es el de una “gran recesión”, es decir un ciclo más marcado pero de igual naturaleza que en el pasado. Ahora bien, es posible detectar, casi en tiempo real, la entrada en una gran crisis. Basta con observar la conjunción de la ausencia de recuperación endógena de la acumulación, la multiplicación de las estrategias contradictorias que despliegan los diferentes actores y el predominio de una incertidumbre radical sobre las vías de salida de la crisis. Este criterio había per-mitido diagnosticar, desde mediados de los años setenta, la entrada en crisis del régimen de crecimiento fordista de la posguerra de la segunda guerra mundial. De septiembre de 2008 a marzo de 2009, estas tres características dominaron la actualidad económica y no son sólo planes de reactivación de una amplitud sin precedentes los que permitieron contrabalancear parcialmente el riesgo de depresión acumulativa. La recesión resultante desemboca en una recuperación

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a partir de marzo de 2009 pero al precio de un fuerte crecimiento del endeuda-miento público. En la primavera de 2010, las dudas de la finanza internacional sobre la sustentabilidad de la deuda griega desembocan en la puesta en peligro de la viabilidad del euro. Se prolonga por la inestabilidad de las tasas de cambio, la generalización de la desconfianza sobre la solvencia de Irlanda, Portugal y una explosión de los precios de los recursos naturales. En la primavera de 2011, la amenaza de un retorno de la inflación coloca a los bancos centrales en el centro de un dilema: ¿levantar las tasas de interés a riesgo de frenar una frágil recu-peración? Es un nuevo episodio de la crisis de los regímenes de acumulación financiarizada.

4. Irreversibilidad y apertura a lo político

Otra especificidad merece destacarse. Generalmente, el economista interpreta una crisis como una brecha inesperada e injustificada en un lento desplazamiento de un equilibrio, bajo el efecto de factores exógenos; le aconseja entonces al poder político que vuelva a respetar las grandes leyes de la economía. De alguna manera, se trata de reestablecer un determinismo económico por intermedio de lo político: ¡bella paradoja! Para los enfoques regulacionistas, estos determinis-mos están espacial y temporalmente delimitados y se rompen precisamente en las grandes crisis. En este contexto, la conjunción de las estrategias individuales puramente económicas de los actores resulta incapaz de restaurar un principio de orden que se impondría a cada uno de ellos y que superaría las contradicciones que atraviesan el sistema económico. Lejos de implicar un retorno a un equi-librio gracias a una completa reversibilidad de la economía, las grandes crisis ponen en evidencia irreversibilidades fundamentales: suponiendo inclusive que se inviertan todas las medidas de política económica, es imposible restaurar la configuración anterior (Boyer, Chavance y Godard, 1991). La acción colectiva es entonces el único medio para superar esta impasse. Ahora bien, ¿no es el Estado el que totaliza todas estas acciones colectivas? Las intervenciones de todo tipo de los gobiernos, desde septiembre de 2008, se inscriben en esta lógica.

El carácter masivo de estas intervenciones no es por eso garantía de éxito. En efecto, el surgimiento de nuevos modos de regulación, capaces de restaurar la coherencia de otro régimen de acumulación, no es para nada la consecuencia de la acción iluminada de un ingeniero-sistema dotado de la omnisciencia del demonio de Laplace. Las sociedades contemporáneas son demasiado complejas, contradic-torias y abiertas a la innovación para poder ser objeto de semejante coordinación bajo el impacto de un actor cualquiera, sea un gobierno, un gran grupo industrial o financiero, un sindicato, una organización no gubernamental… o inclusive una ideología! No hay que sorprenderse si la impaciencia de los financieros y los políticos es desmentida: tienden a considerar que un mejora bursátil significa el fin de la crisis, cuando implica un lento y costoso reajuste de las técnicas, las

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localizaciones, los modos de vida, los sistemas de valores y el orden geopolítico. Las grandes crisis duran. La abierta en 1920 finalmente fue superada después de 1954. Es más o menos la duración que es prudente anticipar para que surja una recomposición de los capitalismos y de sus relaciones en la escala mundial. Hay que abandonar la ilusión de una aceleración del curso de la historia. Las finanzas pueden operar ciertamente al ritmo de algunos nanosegundos; no es el caso de las transacciones económicas, menos aún de la inversión, del cambio técnico, de los modos de vida, de la conversión de las invenciones en innovaciones, de la búsqueda de nuevos recursos naturales y más aún de la demografía. Sin olvidar que las concepciones de la vida en sociedad tienen su propia escala de tiempo, que se cuenta en décadas más que en trimestres o años.

Esta es la problemática y el marco conceptual que subyacen en los siguientes análisis.

5. Una crisis que viene de lejos

Las investigaciones económicas contemporáneas se construyeron a partir de un procedimiento inductivo basado sobre las tres nociones de equilibrio, com-portamientos racionales y racionalidad de las anticipaciones. Bajo estas hipótesis, una crisis no puede interpretarse más que como la consecuencia de una pertur-bación proveniente del exterior o exógena respecto de la economía: error en la política seguida por los gobiernos, pérdida de ética de los actores del mercado financiero, afán desmido de lucro y luego pánico de los financieros! En una variante universitaria más sofisticada, se puede interpretar una crisis como el tránsito de un equilibrio alto a un equilibrio bajo en modelos que manifiestan no linealidades fuertes. En ambos casos la crisis es sólo la manifestación de la distancia entre un modelo de economía de mercados perfectos con información completa y economías concretas atravesadas por múltiples imperfecciones. Bas-taría con erradicarlas para eliminar todo riesgo de crisis y desempleo.

La presente publicación desarrolla una concepción completamente diferente. Las crisis resultan esencialmente de un proceso que se desarrolla en el tiempo y que termina por desequilibrar todo régimen de crecimiento, debido justamente a su éxito, y no sólo por sus debilidades estructurales. Es una invitación a revi-sitar tanto la historia de las crisis como la de la progresiva financiarización de las economías contemporáneas. También hay que cuestionar la hipótesis según la cual librados a sí mismos los mercados financieros son fundamentalmente estables. Se vuelve posible entonces concebir diversas estrategias para superar la crisis abierta en 2008. Finalmente y sobre todo, estas estrategias no son un ejercicio tecnocrático de macroeconomía aplicada, sino la expresión de políticas fuertemente arraigadas en una trayectoria nacional de la que es difícil evaluar las consecuencias de largo plazo.

14 Robert Boyer / LOS FINANCIEROS ¿DESTRUIRÁN EL CAPITALISMO?

El capitalismo es innovación permanente, por lo que no conserva su dina-mismo más que por medio de reconfiguraciones, permanentes o periódicas, sea bajo el efecto de alguna revolución industrial, organizacional o financiera, sea en períodos de grandes crisis en los que su supervivencia misma parece proble-mática. Es esencial entonces revisitar la historia económica desde la segunda guerra mundial para poner en perspectiva la crisis que estalló visiblemente con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008, pero de la que hay que buscar el origen lejano desde la crisis del régimen fordista. Apertura a la competencia internacional y erosión de los compromisos fundadores de la posguerra favorecen una progresivo dominio del sector financiero, que impulsa un nuevo régimen de crecimiento inicialmente potente pero rico en desequilibrios (capítulo 1).

Este análisis señala entonces dos cuestiones. La crisis ¿era altamente impro-bable ya que ningún signo anticipador habría permitido anticiparla? ¿Basta no repetir los errores responsables de la amplitud de la crisis de 1929 para promover una rápida recuperación de las economías nacionales y una consolidación del sistema actual de las relaciones internacionales? De hecho, a partir de los años ochenta, se suceden diferentes crisis sectoriales y parciales que aplican todos los mecanismos que se acumularán en la crisis desencadenada por la aceleración de los créditos llamados subprimes. Era ciertamente imposible datar con preci-sión el estallido de esta crisis, pero la probabilidad de un episodio especulativo fundamentalmente desequilibrado, y por lo tanto su brutal detención, no dejó de crecer de 2003 a 2008. Debido a esto, es una combinación sin precedentes de estas diversas fuentes de crisis que se manifiesta brutalmente cuando comienzan a caer los precios inmobiliarios en Estados. Así, no basta con asimilar la crisis de 2008 a la gran depresión de los años treinta o a la década perdida de Japón, ya que los diversos mecanismos que conducen a una crisis se combinan de manera diferente en el tiempo y el espacio. Así se explica que la movilización de todos los instrumentos anticrisis heredados del pasado haya sido insuficiente para detener la parálisis del sistema financiero y la caída libre de la economía estadounidense, pero no para reactivar un círculo virtuoso de crecimiento a mediano-largo plazo. Como el endeudamiento público reemplaza masivamente al privado, la crisis financiera asume una nueva forma: se alimenta de las dudas sobre la sustentabi-lidad de las finanzas públicas (capítulo 2).

6. ¿Qué antídoto para el poder del sector financiero?

El sector financiero parece así ejercer nuevamente su poder, a pesar de que podríamos haberlo creído bajo tutela de los gobiernos que no escatimaron para evitar su derrumbe. Uno de los aportes de este libro es recolocar la cuestión del poder en el corazón mismo de la economía y ya no sólo de lo político. Esta hipótesis es valiosa para interpretar las circunstancias que permitieron el esta-blecimiento de un crecimiento arrastrado por una innovación financiera perma-

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nente reactivando el crédito… y permitiendo que el sistema financiero almacene confortables ganancias. ¿De dónde viene el ascendiente del sistema financiero en tantas sociedades contemporáneas? Fundamentalmente, de la flexibilidad y el oportunismo y de las relaciones de poder que sus actores principales supieron establecer con los políticos, las administraciones públicas y la expertise acadé-mica. Eso explica la notable resiliencia del poder de Wall Street y de la City y su habilidad para moldear las estrategias de salida de crisis, caracterizadas en una primera fase por una ayuda masiva, indiferenciada y sin contrapartida al sector financiero. Pero este poder también se encuentra en el proceso complejo de elabo-ración de leyes y reglamentos susceptibles de encuadrar en el futuro la actividad financiera. Pero como el poder político se expresa esencialmente en el nivel del Estado nación, se comprende la diversidad de estrategias que desarrollaron los diferentes gobiernos en respuesta a una crisis devenida mundial (capítulo 3).

Sin embargo, esta crisis mundial muestra la necesidad de estrategias mone-taria, presupuestaria y reglamentaria que se expresen y se coordinen en este nivel. Tal principio cartesiano, a priori imparable, choca contra la extrema dife-renciación de las trayectorias de los capitalismos, cuya interacción determina la evolución de la economía mundial. Así, frente a una crisis de una mundializa-ción sin regla de juego coherente, cada gobierno está tentado de proponer una reconfiguración de su inserción internacional en conformidad con sus intereses bien comprendidos y el estilo de intervenciones públicas resultado de la historia propia de cada formación sociopolítica. Así se explica una aparente paradoja: la percepción de interdependencias sin precedentes no desemboca espontáneamente en un nuevo Bretton Woods, sino más bien en un clara tendencia a la renacio-nalización de las políticas económicas. A lo sumo se puede pensar que a una globalización anómica y total le suceden diversas iniciativas de constitución de zonas de integración económica regional (capítulo 4).

Frente a esta resistencia de las finanzas, ¿cómo reinstituir un mínimo de con-trol por parte de la colectividad, no sólo para evitar la repetición de esta crisis, sino también para canalizar la transformación de las instituciones y de las formas de organización en la dirección de otros modelos de desarrollo? En efecto, se abre un nuevo período, marcado por la ruptura de ciertos determinismos económicos anteriores en el contexto de una incoherencia manifiesta del modo de regulación heredado del pasado. La acción colectiva toma entonces el relevo y se manifiesta en el nivel del Estado y de sus gobiernos. Pero hay que distinguir claramente entre un enfoque restringido que apunta a reglamentar y encuadrar los mercados financieros –lo que corresponde al término inglés “regulation”– y la propuesta de una reconfiguración de conjunto de las formas institucionales susceptibles de encuadrar un nuevo régimen de crecimiento. Es reencontrar el corazón de la teoría de la regulación, elaborada para detectar los posibles sucesores al régimen de crecimiento de los “treinta años gloriosos”. Aquí se la extiende y generaliza al análisis de alternativas a un capitalismo dominado por las finanzas. Contra

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el determinismo de lo político por la economía, este análisis insiste en el papel determinante de los procesos políticos en las salidas de las grandes crisis. De hecho, la calidad del proceso democrático podría desempeñar un papel decisivo en la viabilidad de los modos de regulación emergentes (capítulo 5).

Se abre de hecho un largo e incierto período de reconfiguración, tanto de las sociedades como de su vinculación en la escala internacional. Mientras los gobiernos escudriñan las cotizaciones de la bolsa, el cambio de divisas y las primas de riesgo sobre la deuda pública para decidir su política, la historia eco-nómica y financiera sugiere que deberían atreverse a emprender estrategias que sólo darán frutos en una o varias décadas. ¿Lo permitirá la estructuración actual del campo político, tanto nacional como internacional?

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1/ Capitalismos transformados por la finanza

¿Cómo pasaron las economías de un régimen en el que las finanzas estaban fuertemente compartimentadas y reglamentadas a otro ali-mentado por el dinamismo de la innovación financiera como piedra

angular del régimen macroeconómico? ¿Cuáles fueron las consecuencias de este dominio de las finanzas sobre la configuración socioeconómica? ¿Por qué este régimen, que parecía haber eliminado la inestabilidad macroeconómica, entra en crisis?

La crisis que debuta con el trastocamiento de los precios inmobiliarios en Estados Unidos no nació de una burbuja financiera más, que vendría a perturbar una economía próspera. Manifiesta la llegada a sus límites de las diversas políti-cas intentadas por Estados Unidos para corregir sus perspectivas de crecimiento cuando se manifestó la crisis del fordismo, a partir de los años sesenta.

1. en los orígenes de la financiarización

La gran crisis de 1929, luego la segunda guerra mundial y la reconstrucción de las economías nacionales y del sistema internacional, habían inducido un cambio sin precedentes de las instituciones económicas, de las formas de organización y de las concepciones de Estado.

La edad de oro del fordismo y su crisis

Uno de los cambios cruciales se refiere al estatus de la finanza en la recon-figuración de las economías al terminar la guerra. En efecto, la amplitud de la especulación financiera y la inadecuación de las políticas públicas habían des-empeñado un papel determinante en la profundidad de la depresión observada de 1929 a 1932 en Estados Unidos. En otros países, el poder de las finanzas es disputado por las coaliciones políticas que se arman para organizar la recons-

18 Robert Boyer / LOS FINANCIEROS ¿DESTRUIRÁN EL CAPITALISMO?

trucción/modernización de economías devastadas por la guerra, tanto en Europa como en Japón. En consecuencia, la colectividad pública se arroga el derecho de organizar la asignación del capital mediante un control del crédito, ya sea por la reglamentación, o bien por la segmentación de las actividades bancarias, inclusive por una fuerte participación del presupuesto público en la formación de capital.

La casi totalidad de los gobiernos se convirtió al principio de una economía mixta que articulaba intervenciones de la colectividad e iniciativas privadas. Se otorga prioridad a la producción de los equipamientos e infraestructuras nece-sarios para la reconstrucción, antes de desembocar a partir de mediados de los años cincuenta en el desarrollo de un régimen centrado en la sincronización de la producción masiva y en el acceso al consumo de los bienes correspondientes para la mayoría de la población. Se puede calificar de fordista el régimen observado tanto en Estados Unidos como en Francia, ya que esta transformación en el orden productivo y la codificación de la relación salarial explican la rapidez y relativa estabilidad del crecimiento hasta comienzos de los años setenta. Este cambio se acompaña con el establecimiento de la macroeconomía, típicamente keynesiana en oposición a una renovación de la teoría marginalista, entonces limitada a las opciones microeconómicas. Una tercera transformación se refiere a la creación de una cobertura social, más o menos extendida, pero que tiene como características comunes implicar una socialización del financiamiento de los gastos de salud, de indemnizaciones por desempleo, de pago de jubilaciones, de acceso a la vivienda, sin olvidar la democratización del acceso a la educación.

El éxito de este régimen hace intervenir también otras dos transformaciones estructurales producidas por el fin de la segunda guerra mundial. Por un lado, las instituciones internacionales de Bretton Woods aseguran una amplia autonomía para las estrategias nacionales de crecimiento, favorecidas por la estrategia de Estados Unidos que apunta a evitar el retorno de los conflictos que llevaron al cataclismo de 1939-1945. Por otro lado, el dominio de los países de antigua industrialización en materia de producción manufacturera encuentra su com-plemento en un aprovisionamiento de materias primas a precios ventajosos, en países llamados periféricos, muchos de los cuales se liberaron de la colonización durante los años sesenta.

Se pudo calificar de edad de oro el período correspondiente… aun si para los europeos evocaba originalmente las décadas anteriores a la primera guerra mundial. En efecto, los conflictos en la distribución del ingreso estaban muy atenuados por el vigor de los incrementos de productividad que permitían finan-ciar simultáneamente el dinamismo de la inversión, el crecimiento del consumo privado y el auge de la cobertura social y de los gastos públicos. En este régimen no hay crisis financiera salvo los periódicos reajustes de las tasas de cambio fijas, decididas por el Estado para compensar una brecha de competitividad vinculada con una divergencia respecto de la inflación mundial (cuadro 2).

1/ Capitalismos transformados por la finanza 19

Cuadro 2: La primera edad de oro y su crisis 1945-1985

Era fordiana / keynesiana / welfarista 1945-1973

Su descomposición progresiva 1974-1985

1. Configuracióndelateoría económica

Separación de la macro keyne-siana y de la teoría micro

Reconquista de la macro por el monetarismo y la teoría walra-siana

2. Relaciones privado / públicoEconomía mixta: fuerte control público para estabilizar la eco-nomía

Dificultad de la sintonía fina de las políticas monetarias y presu-puestarias, ineficacia creciente de la intervención pública

3. Relación capital / trabajo / relación salarial

• Compromiso institucionali-zado de base: productividad contra salario

• Agotamiento de los incremen-tos de productividad

• Institucionalización de la co -ber tura social

• Déficits recurrentes de los di-versos regímenes de cobertura social

4. PapeldelasfinanzasCompartimentadas y encuadradas para evitar la repetición de la cri-sis de 1929

Progresiva autonomización res-pecto de las reglamentaciones domésticas gracias a la interna-cionalización

5. Naturalezadelasalianzaspolíticas

Bloc productivista …Su erosión progresiva

• De facto, compromiso entre empresarios y el núcleo de los trabajadores asalariados • Descomposición bajo el efecto

del desempleo y de la interna-cionalización • Los gobiernos: todos keyne-

sianos y/o socialdemócratas

6. Relaciones centro / periferia

• Dominio manufacturero de los países de vieja industrializa-ción, subdesarrollo de los pro-ductores de materias primas

• Coalición de los países petro-leros, lanzamiento de planes nacionales de desarrollo

7. Relaciones internacionales • Pax Americana : organización

jerárquica de las relaciones internacionales

• Abandono de los tipos de cambio fijos, reemergencia de Europa y Japón

¿Cómo explicar el progresivo freno de un régimen tan favorable? Hay que atribuirlo de hecho a su mismo éxito. Una vez generalizados los métodos de producción modernos, los incrementos de productividad tienden a agotarse, tanto bajo el efecto de restricciones propias de las tecnologías industriales como de

20 Robert Boyer / LOS FINANCIEROS ¿DESTRUIRÁN EL CAPITALISMO?

luchas sociales que cuestionan una organización del trabajo restrictiva. De la misma manera, el éxito en la reconstrucción de un mercado doméstico dinámico y de empresas de buen desempeño conduce al desarrollo de las exportaciones como medio para rodear un espacio nacional que se ha vuelto demasiado estre-cho. Gracias a este auge del comercio internacional, la finanza adquiere el poder de liberarse de las reglamentaciones nacionales estrictas creando mercados –por ejemplo el de los cambios, con los euros dólares– en los que se pueden expresar nuevas estrategias. Es el inicio del lento proceso de internacionalización finan-ciera que se escalona en más de dos décadas, pero que se afirma con fuerza a partir de los años noventa.

Bajo el efecto de estos cambios que se manifiestan en particular por una aceleración de la inflación, y luego con la aparición de la coexistencia de una fuerte inflación y una recesión en 1973-1974, la ortodoxia keynesiana que garan-tizaba una estabilización del ciclo económico comienza a ser cuestionada primero por los monetaristas y luego por economistas que se presentan como “nuevos clásicos” y que de hecho logran reintroducir la lógica walrasiana en la bús-queda de nuevos fundamentos de la macroeconomía. Este cambio en el campo económico tiene serias consecuencias, ya que es portador en germen de la idea de una superioridad intrínseca del mercado en contraste con la ineficacia de las intervenciones de la colectividad pública debido a su politización.

El abandono de hecho del sistema de Bretón Woods, el tránsito a los cambios flexibles, la organización de los países productores de materias primas –y en primera fila los países petroleros– y la reemergencia de Japón y de los países europeos como competidores de Estados Unidos terminan por destruir la esta-bilidad de las relaciones internacionales, que había permitido que se afirmaran estrategias de desarrollo autocentradas, tanto en los países europeos y Japón como en algunos países latinoamericanos. Se introducen entonces desequilibrios persistentes de las balanzas comerciales, que requieren un fuerte crecimiento de los flujos internacionales de capitales. Así aparecen las primeras crisis financieras internacionales, cuando los bancos de los países industrializados otorgan créditos generosos a países supuestamente prometedores, que a menudo empujan a la aceleración del crecimiento y luego a la crisis.

Internacionalización y financiarización: del boom a la crisis

A lo largo del tiempo, estos mecanismos, aparecidos como destructores del orden sociopolítico anterior, terminarán por definir un régimen económico muy diferente y dotado de cierta resiliencia, aunque como todos los anteriores terminó por entrar en una crisis aún más grave que la del fordismo.

La inserción internacional se vuelve entonces la restricción con relación a la cual se definen todas las políticas tanto coyunturales como de reformas institu-

1/ Capitalismos transformados por la finanza 21

cionales. En los años ochenta, es la preocupación por la competitividad, es decir la atractividad del territorio nacional y su capacidad para exportar lo suficiente como para financiar las importaciones necesarias al crecimiento. El problema golpea inclusive a Estados Unidos, que debe responder a la competencia japonesa y alemana. El resultado es un aumento de la incertidumbre sobre la evolución de las tasas de cambio y las políticas nacionales. Luego, en los años noventa, los flujos de capitales trasnacionales se desarrollan mucho más rápidamente que las inversiones directas y el comercio internacional. Organizan así una interdepen-dencia sin precedentes entre las economías nacionales.

En este contexto, expertos y organizaciones internacionales logran convencer a los gobiernos de que los méritos del librecambio pueden y deben extenderse desde las mercancías a los servicios, y luego de estos últimos a las finanzas. Por otra parte, en Estados Unidos y después en Inglaterra, las finanzas de mercado no dejan de subir de manera sostenida desde la ley ERISA de 1976 sobre las jubila-ciones por capitalización, hasta la multiplicación de nuevos productos financieros en un contexto de reglamentaciones públicas cada vez más leves (Montagne, 2006). Los financieros hacen valer que estos nuevos instrumentos difunden el riesgo y en consecuencia vuelven a las economías más resilientes y dinámicas, ya que favorecen un redespliegue de la inversión de los sectores maduros hacia los más prometedores. Habremos reconocido la coyuntura eufórica de la nueva economía y de las numerosas innovaciones financieras que la permiten: multi-plicación del capital de riesgo, creación de mercados financieros líquidos para la introducción en bolsa de nuevas empresas, deducción de los stock options de la evaluación de los costos de producción en las empresas en gestación. Este movimiento culmina con la invención de productos financieros cada vez más sofisticados y la explosión de la titulización, que juega a pleno para alimentar el boom inmobiliario de los años 2000.

Las investigaciones económicas acompañan este movimiento: triunfa una macroeconomía que hace del ciclo y de las crisis, por más graves que sean, el resultado óptimo de estrategias de agentes racionales que interactúan a través de mercados considerados perfectos (Sargent, 1973). Las políticas presupuestaria, fiscal, monetaria, se vuelven así ineficaces, ya que los agentes privados son los que deciden en última instancia el nivel de actividad económica. A lo sumo el Estado puede favorecer sistemas de estímulos que motiven el trabajo, la inno-vación, la propiedad intelectual, el ahorro. De manera completamente indepen-diente, los investigadores en finanzas cuantitativas entregan a los actores de los mercados métodos que permiten crear de la nada categorías de activos cada vez más complejos.

Así, mediante una serie de transformaciones aparentemente menores que se escalonan en casi dos décadas, se desprende una nueva configuración de la eco-nomía estadounidense, cuyos mecanismos están en las antípodas del régimen

22 Robert Boyer / LOS FINANCIEROS ¿DESTRUIRÁN EL CAPITALISMO?

fordista anterior, pero con la propiedad de sostener un régimen de crecimiento durante casi dos décadas (cuadro 3).

Cuadro 3: La segunda edad de oro y su crisis 1986-2008

Era de la internacionalizaciónydela financiarización1986-2008

Su descomposición / recomposición2009-

1. Configuración de la teoríaeconómica

Nueva teoría clásica del ciclo real (RBC) luego modelos estocásticos de equilibrio general (DSGE)

Inestabilidad de una economía dominada por las finanzas, reve-lada por la crisis abierta en sep-tiembre de 2008

Autonomización de la finanza de mercado

Errores manifiestos de los mode-los de evaluación de riesgo

2. Relaciones privado / público

Preponderancia de los estímu-los sobre las intervenciones públicas directas

Estímulos perversos, sobre todo en las finanzas y la desregulación precipitan la crisis

La innovación privada fuente de crecimiento y estabilidad

La innovación financiera (inclu-yendo la titulización) requiere intervenciones públicas sin pre-cedentes

3. Relación capital / tra-bajo / relación salarial

Desindustrialización, puesta en competencia de los asala-riados y balcanización de los contratos de trabajo

Retorno de un desempleo masivo y de larga duración inclusive en Estados Unidos

Privatización y financiari-zación (jubilaciones) de la cobertura social

Retorno de la intervención pública en materia de cobertura social

4.PapeldelasfinanzasDeterminante en la gober-nanza de las empresas y la política económica

Mayor en la génesis de una crisis económica mundial; de ahí un rereglamentación que recupera su legitimidad

5. Bloque patrimonial

… Brutal estallido y exclusión de los más desfavorecidos

De facto, entre financieros, empresarios y clases medias superiores

El Estado auxilia a la finanza a través de una intervención pública masiva

6. Relaciones centro / peri-feria

Amplia apertura al comercio, la inversión internacional y las finanzas

Ascenso de los Estados rentistas, China, India y Brasil

7. Relaciones internacio-nales

Nueva división del trabajo: intermediación financiera e innovación en el centro, pro-ducción manufacturera en la periferia

Anomia de la división del trabajo dentro de la finanza, sobrecapa-cidad manufacturera a escala mundial

1/ Capitalismos transformados por la finanza 23

Fue entonces una segunda edad de oro… por lo menos para la coalición de intereses de aquellos que se enriquecieron rápidamente a través de la extraordi-naria maleabilidad del capital financiero. Pero era ilusorio imaginar que este régi-men había vencido definitivamente los riesgos de crisis y depresión: la creencia en una nueva época de crecimiento ilimitado favoreció por el contrario una toma excesiva de riesgos que desembocó en el congelamiento del sistema financiero estadounidense después del 15 de septiembre de 2008. Sólo intervenciones públi-cas, de una amplitud sin precedentes logran frenar una depresión acumulativa, sin provocar por eso una recuperación duradera en cuanto se acaban los programas públicos de apoyo de la economía.

A la creencia en el carácter autoequilibrado de los mercados financieros suceden el pánico y la toma de conciencia de una inestabilidad intrínseca de las finanzas. El Estado, ayer no considerado, es llamado al rescate ya que es el único que no sigue la lógica de mercado y puede frenar el pánico restaurando la liquidez de ciertos mercados clave, como el del crédito interbancario. La inter-nacionalización de la finanza, lejos de estabilizar la economía mundial, precipita su crisis. Los fondos soberanos, ayer tan temidos, son primero cortejados para reintroducir dotaciones en capital, destruidas por el derrumbe de las cotizaciones bursátiles antes de que los propios estados aporten el capital necesario para la recapitalización de los bancos. El desempleo, que supuestamente reflejaba un arbitraje individual entre ocio y trabajo recupera la caracterización que tenía en la teoría keynesiana: es esencialmente involuntario ya que resulta de la incohe-rencia de la dinámica económica impulsada por el pesimismo de la finanza. Se derrumba también el mito de un seguro contra los riesgos de la vida por los mercados financieros: los hogares que ya no pueden pagar los costos de sus préstamos hipotecarios son expulsados de su vivienda, el freno al crédito hipoteca el acceso a los cuidados médicos, vuelve problemático el financiamiento de los estudios universitarios y se manifiesta la fragilidad de un sistema de jubilaciones construido sobre la base de la capitalización.

Estaríamos tentados de concluir que las economías capitalistas reiteran la crisis de los años treinta. Una profundización de la puesta en perspectiva histó-rica y una modelización muy simple de esta segunda edad de oro y su crisis no autorizan ese diagnóstico.

Una profunda transformación de las alianzas políticas

Retrospectivamente, el período 1945-1973 aparece como excepcional en la historia estadounidense. Al salir de la segunda guerra mundial, los dirigen-tes de las grandes empresas manufactureras de Estados Unidos establecen un compromiso con las organizaciones sindicales para promover el desarrollo del consumo masivo, convertido en condición de la producción a gran escala cuyo carácter desequilibrado había sido marcado por la crisis de 1929 (Sloan, 1963).

24 Robert Boyer / LOS FINANCIEROS ¿DESTRUIRÁN EL CAPITALISMO?

En esta época, el mercado financiero está fuertemente encuadrado ya que todos los actores recuerdan la devastación consecutiva al laisser-faire financiero de los años veinte. Por su parte, los gastos públicos favorecen el acceso a la educación, y el sistema fiscal dotado de una fuerte progresividad reduce fuertemente las desigualdades de ingresos (Piketty y Saez, 2000). Así, el compromiso fordista terminó realizando simultáneamente dos objetivos: asegurar las bases de un cre-cimiento fuerte y relativamente estable por una parte, reducir las desigualdades sociales para asegurar mejor un casi consenso político que se expresa, en ese momento, con el eslogan “somos todos keynesianos” por otra. Este compromiso institucionalizado en la base del fordismo es una ruptura respecto de la trayectoria de largo plazo del capitalismo estadounidense (gráfico 1).

Gráfico 1: El compromiso de hecho entre empresas y asalariados: los años ’60

Consumidores

AsalariadosAlianza

Grandes empresas

Mercado financiero paciente,fuertemente reglamentado

Régimen internacionalfavorable: Pax Americana

Sinergia

Este régimen, que resultaba satisfactorio tanto para los empresarios y los asa-égimen, que resultaba satisfactorio tanto para los empresarios y los asa-lariados como para los políticos, encuentra sus propios límites, ya que se secan los incrementos de productividad, se acelera la inflación y los conflictos por el reparto del ingreso se intensifican debido al sobreempleo. Los dos shocks petro-leros refuerzan las tensiones estanflacionistas y marcan el fin del régimen fordista y el comienzo de un largo período de incertidumbre y de conflictos en cuanto a sus posibles sucesores. De hecho, a partir de los años ochenta la estrategia de internacionalización de las grandes empresas gana e induce el cuestionamiento del compromiso asalariados/empresas: la competitividad de las empresas se vuelve el objetivo canónico, que exige moderación salarial e intensidad del trabajo para los asalariados pero en contrapartida los consumidores se benefician con aprovi-sionamiento en el mercado internacional a precios más bajos. Paralelamente, las empresas de Estados Unidos se liberan progresivamente de las reglamentaciones sobre el acceso al crédito, lo que en un segundo momento justifica una liberali-zación financiera del sistema financiero doméstico (gráfico 2).

1/ Capitalismos transformados por la finanza 25

Gráfico 2: La apertura internacional refuerza el poder de las empresas: los años ’80

Consumidores

Asalariados

Disciplina

Grandes empresas Mayor competencia internacional

Cuestionamiento decompromiso fordista

Ganancia asociada con elcomercio internacional

Se abre entonces un tercer período, el de los años noventa hasta 2007, durante el cual el sistema financiero se convierte en el actor determinante. A este respecto, las apariencias son engañosas, ya que la emergencia del imperativo de valor accionarial apunta a controlar a los altos dirigentes de las empresas no finan-cieras en beneficio de los financieros o de los modernos rentistas que son los fondos de pensión por capitalización. De hecho, la multiplicación de las formas de remuneración directamente indexadas sobre la evolución de las cotizaciones bursátiles, la explosión de la riqueza de los altos dirigentes y del sector financiero muestran una colusión de intereses de estos dos grupos sociales en detrimento de los asalariados.

En efecto, la situación de los asalariados evoluciona bajo el efecto de factores contradictorios. Por un lado, la búsqueda de una tasa de rendimiento estable del capital invertido implica un aumento de flexibilidad del empleo y de la remune-ración de los asalariados, a los que se invita así a sostener lo esencial, si no la totalidad, de los riesgos que tradicionalmente eran del empresario. Por otro lado, la remuneración de los asalariados utiliza cada vez más mecanismos de partici-pación en el rendimiento financiero de la empresa, mientras que paralelamente el desarrollo de los fondos de retiro (jubilación privada) por capitalización difunde la primacía de las finanzas dentro mismo del salariado (gráfico 3).

26 Robert Boyer / LOS FINANCIEROS ¿DESTRUIRÁN EL CAPITALISMO?

Gráfico 3: La alianza de facto entre financieros y dirigentes de las grandes empresas: los años ’90 y 2000.

Consumidores

Asalariados

Más riesgo

Grandes empresas

Transparencia

Valor accionarial

Mercado financieroprofundo y poderoso

Vínculo fuerte Vínculo débil Dirección de influencia

Financiarización del ingreso,las jubilaciones y la cobertura social

La explosión de la remuneración de los altos dirigentes de empresa y de los participantes del sistema financiero, en contraste con el casi estancamiento del ingreso real luego de los impuestos del asalariado promedio, muestran la com-pleta desaparición del compromiso fordiano inicial y de la entrada en un nuevo periodo de la historia económica estadounidense (Boyer, 2005).

El régimen de acumulación arrastrado por las finanzas

Tales son las bases sociales de lo que muchos analistas califican desde entonces como régimen de crecimiento arrastrado por la financiarización (Boyer, 2000 ; Aglietta y Rébérioux, 2004 ; Ertuk & al., 2008 ; Crotty y Epstein, 2008). Fundamentalmente, hace de la Bolsa la medida del desempeño de las empresas, el lugar en el que se forman los planes para el futuro y una de las referencias en la formación de la política monetaria. Este régimen no tiene precedentes: la creencia en un enriquecimiento futuro es lo que permite el acceso al crédito, favorece el consumo y estimula a cambio producción e inversiones de las empresas, lo que la siguiente sección desarrolla.

Sin embargo, es imposible comprender completamente sus debilidades sin tomar conciencia de que es el sucesor de un régimen de acumulación muy dife-égimen de acumulación muy dife-rente, que surgió de la dificultad para recuperar el camino hacia un crecimiento de la productividad. En una economía que es el equivalente de un juego de suma nula, las luchas por la distribución del ingreso se traducen en una acentuación de las desigualdades. Los mejor colocados en la competencia, inclusive la interna-cional, logran mantener el crecimiento de su ingreso. Del lado opuesto, aquellos cuyas competencias quedan obsoletas por el paso a una economía de la informa-ción y sobre todo la internacionalización de la producción, pueden por el contrario

1/ Capitalismos transformados por la finanza 27

registrar una disminución de su ingreso. Las desigualdades se agravan entonces en los dos extremos: ricos cada vez más ricos e influyentes, pobres que no logran salir de la trampa en la que los encierra su estatus de trabajadores poco o no calificados, que además participan poco en el proceso político. Debido a esto, la contrarrevolución conservadora puso el acento en la reducción del gasto público y el control de los gastos sociales, lo que limita el acceso de los más desfavorecidos a la educación, al sistema de salud y a la propiedad de la vivienda.

Es en estas necesidades insatisfechas que se precipita el sistema financiero, que descubre que es posible hacer beneficios prestándoles a los pobres para que sus hijos tengan acceso a la universidad, para que puedan atenderse, ya que en 2008 casi 46 millones de estadounidenses no tenían seguro de salud y muchos estaban cubiertos sólo muy parcialmente. La última etapa del proceso fue lanzada por el eslogan de la presidencia republicana de George Bush, que abogó por “el acceso a la vivienda para todos gracias al crédito”. En este sentido, el régimen de crecimiento arrastrado por las finanzas se inscribe en la trayectoria del régimen anterior que las investigaciones regulacionistas califican como extensivo con aumento de las desigualdades. En efecto, es lo que confirman todos los indica-dores estadísticos sobre el período 1980-1995: el agotamiento del progreso de la productividad total de los factores corresponde al estancamiento del ingreso real neto mediano. El alargamiento de la duración del tiempo de trabajo, la multipli-cación de las fuentes de ingreso por hogares debido a la extensión del trabajo femenino y de los adolescentes permiten sostener la búsqueda del aumento del consumo (Schor, 1992). Cuando estos mecanismos se agotan, el crédito toma el relevo. Constituye una solución transitoria a la contradicción entre estancamiento del ingreso y búsqueda del American way of life (Boyer y Juillard, 1995). Esta inscripción de la crisis de las subprimes en la historia larga estadounidense aporta una piedra extra a la hipótesis de una crisis estructural: en efecto, se cierra un período abierto a comienzos de los años setenta, con poca esperanza de un retorno a la configuración de los años noventa.

En esta interpretación, el episodio de la nueva economía de los años noventa es sólo un intermedio. Ciertamente la productividad se recupera, pero está muy desigualmente distribuida, ya que la individualización de los contratos de trabajo y de la remuneración de los asalariados contribuye a la prosecución del aumento de las disparidades salariales. Además, en términos estrictamente macroeconó-micos, la financiarización ejerce una influencia creciente en los años noventa y está en el origen de la burbuja de Internet. De alguna manera, es una etapa en la constitución del régimen financiero, cuya crisis estalla en 2008 (cuadro 4). Bajo el microprocesador ya asomaban las finanzas.

28 Robert Boyer / LOS FINANCIEROS ¿DESTRUIRÁN EL CAPITALISMO?

Cuadro 4: La financiarización prolonga un régimen extensivo y desigual

Régimen

Componentes

Extensivo en regulación competitiva

Intensivo sin consumo masivo

Intensivo con consumo masivo

Extensivo,

desigualArrastrado por lasfinanzas

Organización de la producción

La gran manufactura

Taylorismo después línea de montaje

Movilización de los rendimientos de escala

Agotamiento de los incrementos de productividad y terciarización

Deslocalización en busca del valor accionarial

Relación salarial Competitiva

Siempre competitiva a pesar del crecimiento del salariado

Codificación de la distribución de los incre-mentos de productividad

Descentralización, individualización y marchitamien-tode las formas colectivas

Flexibilización del empleo y la remuneración, financiarización de la cobertura social

Reparto del valor agregado

Regulado por el “ejército de reserva”

En beneficio de las ganancias

Estabilización ex ante del reparto salario / beneficio

Reducción de la parte salarial luego estabili-zación

Captación mayor de ganancias por parte de las finanzas

Composición de la demanda social

Campesinos, burguesía, gasto público

Parte creciente de la demanda de los asalariados

Papel motor de la demanda de los asalariados

Estratificada en función del ingreso, a su vez ligado a las competencias

Fuertemente condicionada por el acceso al crédito, inclusive para los más pobres

Períodohistórico

Segunda mitad del siglo XIXe

Entre las dos guerras

Después de la segunda gue-rra mundial

Años 1980 - mediados de los años 1990

Mediados de los años 1990-2007

La trayectoria estadounidense difiere de la de Europa continental o la de Japón. En efecto, en estos países la amplitud y la potencia de los mecanismos de cobertura social y/o el peso de las convenciones sociales que rigen la relación salarial habían impedido que se constituyera una capa de trabajadores pobres privados de acceso a los bienes públicos esenciales y a la vivienda. Es por eso que la crisis de las subprimes golpea muy especialmente a Estados Unidos y en menor medida al Reino Unido, ya que la financiarización fue el equivalente para los gobiernos conservadores de lo que habría debido ser una cobertura social correcta, organizada mediante transferencias de ingresos y recursos. Es un ele-mento importante de diferenciación de las trayectorias nacionales y de posibles conflictos de interés de los países de un lado y de otro del Atlántico respecto de las estrategias de salida de la crisis.

1/ Capitalismos transformados por la finanza 29

Las ilusiones de una erradicación de la pobreza gracias a las finanzas

Las perspectivas abiertas por grandes facilidades de acceso al crédito de los grupos más desfavorecidos eran tan seductoras que fueron retomadas por los programas de la mayor parte de los políticos, no solo conservadores. Ya que la expansión de la cobertura social pública está bloqueada por restricciones de financiamiento y/o el respeto de los criterios europeos, por qué no recurrir a la alquimia de las finanzas para encontrar una solución elegante y poco costosa para la mayoría de los problemas sociales (Shiller, 2003). De hecho, la finanza pudo integrar a los más pobres al sueño americano sólo transformándolos en especula-dores, ya que su ingreso seguía estancado y no podían esperar rembolsar el crédito más que gracias a la continuación del aumento de los precios inmobiliarios. Los datos individuales de los titulares de un crédito inmobiliario subprime confirman que la mayoría sufrió un estancamiento de su ingreso en los cinco años anteriores al otorgamiento del crédito (Warren y otros, 2008). De la misma manera, los datos sobre la misma población pero limitados al estado de Maryland muestran que el 54% de los propietarios afroamericanos tienen un préstamo subprime, mientras que esta proporción es de 47% para los hispanos y solamente de 18% para el resto de la población (citado por George Soros, 2008: 201).

Así, un nuevo proceso de pauperización se manifiesta luego del estallido de la crisis, ya que las finanzas habían terminado por regir el acceso de los más pobres a la mayoría de los bienes canónicos del American way of life. Que los más ricos registren una caída dramática de su patrimonio bursátil no es más que un débil consuelo para los ciudadanos estadounidenses que son expulsados de sus hogares y que pierden sus empleos debido a la amplitud de la caída de la producción arras-trada por la crisis financiera. Reducción por lo alto de las desigualdades debido al derrumbe de las acciones pero simétricamente, reducción del nivel de vida de las capas más desfavorecidas. Así culmina, de manera dramática para aquellos que creyeron en él, el proyecto de una erradicación de la pobreza acumulada desde la crisis del fordismo por la sola magia de la innovación financiera (gráfico 4).

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