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La Quinta MontaaPaulo CoelhoPaulo Coelho

La Quinta Montaa

Para A. M., guerrero de la luz

Nota del autorEn mi libro El Alquimista, la tesis central est en una frase que el rey Melquisedec dice al pastor Santiago: Cuando quieres alguna cosa, todo el Universo conspira para que la consigas.Creo absolutamente en esto. No obstante, el acto de vivir el propio destino incluye una serie de etapas que exceden en mucho a nuestra comprensin, y cuyo objetivo es siempre reconducirnos al camino de nuestra Leyenda Personal; o hacer que aprendamos las lecciones necesarias para cumplir el propio destino. Pienso que puedo ilustrar mejor lo que digo contando un episodio de mi vida.El da 12 de agosto de 1979 me fui a dormir con una nica certeza: a los treinta aos de edad estaba consiguiendo llegar a la cumbre de mi carrera como ejecutivo de una firma discogrfica. Trabajaba como director artstico de la CBS de Brasil, acababa de ser invitado a ir a los Estados Unidos a hablar con los dueos de la empresa discogrfica y, seguramente, ellos pensaban darme todas las posibilidades para realizar todo lo que deseaba hacer en mi rea. Claro que mi gran sueo ser un escritor haba sido dejado de lado, pero qu importaba eso? Al fin y al cabo, la vida real era muy diferente de lo que yo haba imaginado; no haba lugar para vivir de la literatura en el Brasil.Aquella noche tom una decisin, y abandon mi sueo: era preciso adaptarme a las circunstancias y aprovechar las oportunidades. Si mi corazn protestara, yo podra engaarlo, haciendo letras de canciones siempre que deseara y, de vez en cuando, escribiendo en algn peridico. Por otro lado, estaba convencido de que mi vida haba tomado un rumbo diferente, pero no por esto menos excitante: un futuro brillante me esperaba en las multinacionales de la msica.Cuando me despert, recib una llamada telefnica del presidente de la empresa discogrfica: acababa de ser despedido, sin mayores explicaciones. Aunque llam a varias puertas durante los dos aos siguientes, nunca ms consegu un empleo en ese campo.Al terminar de escribir La Quinta Montaa, me acord de este episodio, as como de otras manifestaciones de lo inevitable en mi vida. Siempre que me senta absolutamente dueo de la situacin, pasaba algo queme derribaba. Yo me preguntaba: por qu? Estar siempre condenado a acercarme, pero jams a cruzar la lnea de llegada? Ser que Dios es tan cruel como para hacerme ver las palmeras en el horizonte, slo para matarme de sed en medio del desierto?Tard mucho tiempo en entender que no era exactamente as. Hay cosas que son colocadas en nuestras vidas para reconducimos al verdadero camino de nuestra Leyenda Personal. Otras surgen para que podamos aplicar todo aquello que aprendimos. Y, finalmente, algunas llegan para ensearnos.En mi libro Diario de un mago procur mostrar que estas enseanzas no estn necesariamente unidas al dolor ni al sufrimiento; bastan disciplina y atencin. Aun cuando esta comprensin ha significado una importante bendicin en mi vida, me quedaron sin entender algunos momentos difciles por los que pas, incluso con la mayor disciplina y atencin.Uno de los ejemplos es el caso antes citado; yo era un buen profesional, me esforzaba al mximo para dar lo mejor de m, y tena ideas que hasta hoy considero buenas. Pero lo inevitable sucedi justamente en el momento en que yo me senta ms seguro y confiado. Pienso que no estoy solo en esta experiencia; lo inevitable ya roz la vida de todo ser humano en la faz de la Tierra. Algunos se recuperaron, otros cedieron, pero todos nosotros hemos experimentado el roce dc las alas de la tragedia.Por qu? Para responderme esta pregunta, dej que Elas me condujese por los das y noches de Akbar.

PAULO COELHO

Y prosigui: y puedo aseguraros que ningn profeta es bien recibido en su propia tierra.En verdad os digo que haba muchas viudas en Israel en tiempos de Elas, cuando el cielo se cerr por tres aos y seis meses, reinando la gran hambruna en toda la Tierra; y a ninguna de ellas fue Elas enviado, sino a una viuda de Sarepta, de Sidn.Lucas, 4, 24-26* * * * * * * * * *PrlogoA comienzos del ao 870 a. J.C., una nacin conocida como Fenicia a la que los israelitas llamaban Lbano conmemoraba casi tres siglos de paz. Sus habitantes podan enorgullecerse de sus logros; como no eran polticamente fuertes, se vieron obligados a desarrollar una envidiable capacidad de negociacin, nica manera de garantizar la supervivencia en un mundo asolado por constantes guerras. Una alianza hecha alrededor del ao 1000 a. J.C. con el rey Salomn de Israel haba permitido la modernizacin de su flota mercante y su expansin comercial. Desde entonces, Fenicia no haba dejado de crecer.Sus naves ya haban llegado a lugares tan distantes como Espaa y el ocano Atlntico, y hay teoras an no confirmadas de que habran dejado inscripciones en el nordeste y sur del Brasil. Transportaban vidrio, cedro, armas, hierro y marfil. Los habitantes de las grandes ciudades, como Sidn, Tiro y Biblos, conocan los nmeros, los clculos astronmicos, la fabricacin del vino, y usaban, desde casi doscientos aos atrs, un conjunto de caracteres para escribir que los griegos conocan como alfabeto.A comienzos del ao 870 a. J.C., un consejo de guerra reunase en un lugar distante, llamado Ninive. Un grupo de generales asirios haba decidido enviar sus tropas para conquistar las naciones situadas a lo largo dc la costa, en el mar Mediterrneo. Fue Fenicia el pas elegido para ser invadido en primer trmino.A comienzos del ao 870 a. J.C., dos hombres, escondidos en un establo de Gileade, en Israel, esperaban morir en las prximas horas.

Primera parteServ a un Seor que ahora me abandona en las manos de mis enemigos dijo Elas.Dios es Dios respondi el levita. l no le dijo a Moiss si era bueno o malo. Se limit a decir: Yo soy. Por lo tanto, l es todo lo que existe bajo el sol: el rayo que destruye la casa y la mano del hombre que la reconstruye.La conversacin era la nica manera de alejar el miedo; en cualquier momento, los soldados abriran la puerta del establo donde se encontraban, los descubriran y les ofreceran la nica eleccin posible: adorar a Baal el dios fenicio o ser ejecutados. Estaban registrando casa por casa, convirtiendo o ejecutando a los profetas.Tal vez el levita se convirtiese, escapando as de la muerte. Pero Elas no tena eleccin: todo estaba sucediendo por su culpa, y Jezabel quera su cabeza de cualquier forma.Fue un ngel del Seor quien me oblig a ir a hablar con el rey Ajab, y avisarle que no llovera mientras Baal fuese adorado en Israel dijo, casi pidiendo perdn por haber escuchado lo que le dijo el ngel. Pero Dios acta lentamente; cuando se dejen sentir los efectos de la sequa, la princesa Jezabel ya habr destruido a todos los que continuaron fieles al Seor.El levita no dijo nada. Estaba reflexionando si deba convertirse a Baal o morir en nombre del Seor.Quin es Dios? continu Elas, es l quien sostiene la espada del soldado que ejecuta a los que no traicionan la fe de nuestros patriarcas? Fue l quien coloc a una princesa extranjera en el trono de nuestro pas, de forma que todas estas desgracias pudiesen suceder en nuestra generacin? Es Dios quien mata a los fieles, los inocentes, los que siguen la ley de Moiss?El levita tom la decisin: prefera morir. Entonces comenz a rer, porque la idea de la muerte le haba dejado de asustar. Se gir hacia el joven profeta que estaba a su lado, y procur tranquilizarlo:Pregntaselo directamente a l, ya que dudas de Sus decisiones dijo. Yo ya acept mi destino.El Seor no puede desear que seamos cruelmente masacrados insisti Elas.-Dios todo lo puede. En el caso de que se limitase a hacer slo lo que llamamos Bien, no podramos llamarlo Todopoderoso; l dominara apenas una parte del Universo, y existira alguien ms poderoso que l vigilando y juzgando sus acciones. En este caso, yo adorara a este alguien ms poderoso.Si l todo lo puede, por qu no evita el sufrimiento de quienes lo aman? Por qu no nos salva en vez de dar poder y gloria a Sus enemigos?No lo s respondi el levita, pero tiene que existir una razn, y espero conocerla en breve.Entonces, no tienes respuesta para esta pregunta?No, no tengo.Los dos se quedaron en silencio. Elas tena un sudor fro.Ests aterrorizado, pero yo ya acept mi destino coment el levita. Voy a salir para acabar con esta agona. Cada vez que oigo un grito all fuera, sufro imaginando cmo ser cuando llegue mi hora. Mientras hemos estado encerrados aqu, ya he muerto un centenar de veces, cuando poda haber muerto slo una. Ya que voy a ser degollado, que sea lo ms rpido posible.l tena razn. Elas haba escuchado los mismos gritos, y ya haba sufrido ms all de su capacidad de resistencia.Me voy contigo. Estoy cansado de luchar por algunas horas ms de vida.Se levant y abri la puerta del establo, dejando que el sol entrase y mostrara a los dos hombres all escondidos.El levita lo tom por el brazo y comenzaron a caminar. Si no hubiese sido por algn que otro grito, aquello hubiera parecido un da normal en una ciudad como cualquier otra. Un sol que no quemaba mucho y la brisa que vena del ocano distante tornando la temperatura agradable, las calles polvorientas, las casas hechas de barro mezclado con paja.Nuestras almas estn presas por el terror a la muerte, pero el da est hermoso observ el levita. Muchas veces, cuando yo me senta en paz con Dios y con el mundo, la temperatura era insoportable, el viento del desierto llenaba de arena mis ojos y no me dejaba ver ni un palmo delante de m. No siempre los planes del Seor concuerdan con el lugar donde estamos o con lo que en ese momento sentimos, pero te garantizo que l tiene una razn para todo esto.Admiro tu fe.El levita mir hacia el cielo, como si reflexionase un poco. Despus se gir hacia Elas.Ni admires ni creas tanto: fue una apuesta que hice conmigo mismo. Apost que Dios existe.Eres un profeta contest Elas, tambin oyes voces y sabes que hay un mundo ms all de este.Puede ser mi imaginacin.T ya viste las seales de Dios insisti Elas, comenzando a preocuparse con los comentarios de su compaero.Puede ser mi imaginacin fue de nuevo la respuesta. En realidad, la nica cosa que tengo en concreto a mi favor es mi apuesta: me dije a m mismo que todo esto vena del Altsimo.La calle estaba desierta. Las personas, dentro de sus casas, aguardaban a que los soldados de Ajab completasen la tarea que la princesa extranjera haba exigido: ejecutar a los profetas de Israel. Elas caminaba con el levita, con la sensacin de que detrs de cada una de aquellas ventanas y puertas alguien lo observaba y lo culpaba por lo que estaba sucediendo.No ped ser profeta. Tal vez todo sea tambin fruto de mi imaginacin, reflexionaba Elas. Pero, despus de lo ocurrido en la carpintera, saba que no lo era.Desde su infancia, oa voces y conversaba con los ngeles. Sus padres le aconsejaron consultar a un sacerdote de Israel quien, despus de hacer muchas preguntas, lo identific como un nab, un profeta, un hombre del espritu, aquel que se exalta con la voz de Dios.Despus de hablar durante muchas horas seguidas con l, el sacerdote dijo a sus padres que todo lo que el nio dijese tena que ser tomado en serio.Cuando salieron de all, los padres exigieron a Elas que nunca ms contase a nadie lo que vea o escuchaba; ser un profeta significaba tener vnculos con el gobierno, y esto era siempre peligroso.De cualquier manera, Elas jams haba escuchado nada que pudiera interesar a los sacerdotes o a los reyes. Se limitaba a conversar con su ngel de la guarda y escuchaba consejos respecto a su propia vida; de vez en cuando tena visiones que no consegua comprender: ocanos distantes, montaas pobladas de seres extraos, ruedas con alas y ojos... Cuando las visiones desaparecan, l, obediente a sus padres, trataba de olvidarlas lo ms rpidamente posible.A causa de esto, las voces y las visiones fueron hacindose cada vez ms raras. Sus padres quedaron contentos y no mencionaron ms el asunto. Cuando lleg a tener edad para mantenerse a s mismo, le prestaron dinero para que abriese una pequea carpintera.Con frecuencia miraba con respeto a otros profetas, que caminaban por las calles de Gileade, usando mantos de piel y cintos de cuero, y decan que el Seor los haba designado para guiar al pueblo elegido. Realmente, aqul no era su destino; jams sera capaz de provocar un trance con danzas o autoflagelacin, una prctica normal entre los exaltados por la voz de Dios, porque tena miedo al dolor. Jams caminara por las calles de Gileade exhibiendo orgullosamente las cicatrices de las heridas conseguidas durante los estados de xtasis porque era demasiado tmido.Elas se consideraba una persona comn, que se vesta como los dems, y que torturaba solamente a su alma con los mismos temores y tentaciones de los simples mortales. A medida que progresaba su trabajo en la carpintera, las voces fueron cesando por completo, porque las personas adultas y trabajadoras no tienen tiempo para eso. Sus padres estaban contentos con el hijo, y la vida transcurra en armona y paz.La conversacin con el sacerdote cuando an era un nio pas a ser apenas un recuerdo remoto. Elas no poda creer que Dios Todopoderoso necesitara conversar con los hombres para hacer valer sus rdenes. Lo que haba sucedido en la infancia era slo la fantasa de un muchacho que no tena nada que hacer. En Gileade, su ciudad natal, existan algunas personas consideradas locas por sus habitantes. No conseguan decir cosas coherentes y eran incapaces de distinguir entre la voz del Seor y los delirios de la locura. Pasaban sus vidas en las calles, predicando el final del mundo y viviendo de la caridad ajena. A pesar de ello, ninguno de los sacerdotes los consideraba como exaltados por la voz de Dios.Elas lleg a la conclusin de que los sacerdotes jams estaban seguros de lo que decan. Los exaltados de Dios eran la consecuencia de un pas que no conoca su rumbo, donde los hermanos se peleaban entre s, y donde un nuevo gobierno surga a cada momento. Profetas y locos no se diferenciaban.Cuando se enter del casamiento de su rey con Jezabel, la princesa de Tiro, no le dio mucha importancia. Otros reyes de Israel ya haban hecho lo mismo, y el resultado haba sido una paz prolongada en la regin, con un comercio cada vez ms importante con el Lbano. Poco importaba a Elas que los habitantes del pas vecino creyesen en dioses inexistentes, o se dedicasen a cultos extraos, tales como adorar a animales y montaas; eran honestos en los negocios, y esto era lo que ms contaba.Elas continu comprando el cedro que traan y vendiendo los productos de su carpintera. Aunque fuesen un poco orgullosos y les gustara llamarse a s mismos fenicios (por causa del color diferente de su piel), ninguno de los comerciantes del Lbano jams haba intentado sacar provecho de la confusin que reinaba en Israel. Pagaban el precio justo por las mercaderas y no formulaban ningn comentario sobre las constantes guerras internas ni los problemas polticos que los israelitas vivan enfrentando.Despus de subir al trono, Jezabel pidi a Ajab que el culto del Seor fuese sustituido por el de los dioses del Lbano. Aquello ya haba sucedido antes, por lo que Elas, aun cuando estaba indignado por la aceptacin de Ajab, continu adorando al Dios de Israel y cumpliendo las leyes de Moiss. Ya pasar pensaba, Jezabel ha seducido a Ajab, pero no tendr la fuerza suficiente para convencer al pueblo.Pero Jezabel no era una mujer como las otras; crea que Baal la haba hecho venir al mundo para convertir a los pueblos y naciones. Con argucia y paciencia, comenz a otorgar recompensas a todos aquellos que abandonaban al Seor y aceptaban a las nuevas divinidades. Acab mandando erigir una casa para Baal en Samaria, y dentro construy un altar. Las peregrinaciones comenzaron, y el culto a los dioses del Lbano se difunda por todas partes.Ya pasar. Tal vez demore una generacin, pero pasar, continuaba pensando Elas.

Entonces sucedi lo inesperado. Cierta tarde, cuando terminaba de hacer una mesa en su carpintera, todo su entorno se oscureci, y millares de puntos blancos comenzaron a centellear a su alrededor. Su cabeza empez a dolerle como nunca; quiso sentarse, pero not que no consegua mover un solo msculo.No era fruto de su imaginacin. Estoy muerto pens en ese instante. Y ahora descubro adnde nos manda Dios despus de la muerte: hacia el medio del firmamento.Una de las luces brill con ms intensidad y, de repente, como venida de todos los lugares al mismo tiempo,Vnole la palabra del Seor, diciendo:Dile a Ajab que, tan cierto como vive el Seor, Dios de Israel, ante cuya presencia ests, ni roco ni lluvia habr en estos aos, segn mi palabra.Al momento siguiente, todo volvi a ser normal; la carpintera, la luz del atardecer, las voces de los nios jugando en la calle.Elas no haba dormido aquella noche. Por primera vez en muchos aos, las sensaciones de su infancia haban vuelto; y no era su ngel de la guarda quien estaba hablando, sino algo ms poderoso y ms fuerte que l. Tuvo miedo de que, si no cumpla la orden, todos sus negocios fueran maldecidos.A la maana siguiente, resolvi hacer lo que le haban pedido. A fin de cuentas, era apenas el mensajero de algo que no le incumba; una vez cumplida la tarea, las voces no volveran a molestarlo.No fue difcil conseguir una audiencia con el rey Ajab. Muchas generaciones atrs, con la subida del rey Samuel al trono, los profetas haban adquirido importancia en los negocios y en el gobierno de su pas. Podan casarse y tener hijos, pero deban estar siempre a disposicin del Seor, para que los gobernantes jams se alejaran del camino correcto. La tradicin deca que gracias a estos exaltados por Dios se haban ganado muchas batallas, e Israel sobreviva porque sus gobernantes, cuando se alejaban del camino correcto, tenan siempre un profeta cerca para hacerlos retornar a la senda del Seor.No bien lleg, avis al rey que una sequa asolara la regin hasta que el culto de los dioses fenicios fuera abandonado.El soberano no dio mucha importancia a sus palabras mas Jezabel, que estaba al lado de Ajab y escuchaba atentamente lo que Elas deca, comenz a hacer una serie de preguntas con respecto al mensaje. Elas le cont todo sobre su visin, el dolor de cabeza, la sensacin de que el tiempo se haba detenido mientras escuchaba al ngel. Mientras describa lo acontecido, pudo mirar de cerca a la princesa sobre la cual todos hablaban; era una de las mujeres ms bellas que hubiera visto, con sus largos cabellos negros descendiendo hasta la cintura de un cuerpo perfectamente torneado. Sus ojos verdes, que brillaban en el rostro moreno, se mantenan fijos en los ojos de Elas; l no consegua descifrar lo que queran decir, y no poda saber el impacto que sus palabras estaban causando.Sali de all convencido de que haba cumplido su misin y poda volver al trabajo en la carpintera. Durante el camino de regreso, dese a Jezabel con todo el ardor de sus veintitrs aos. Y pidi a Dios que, en el futuro, pudiese encontrar una mujer del Lbano, porque eran bellas, con la piel oscura y los ojos verdes llenos de misterio.

Trabaj durante el resto del da y durmi en paz. Al da siguiente, el levita lo despert antes de la aurora con la noticia; Jezabel haba convencido al rey de que los profetas eran una amenaza para el crecimiento y expansin de Israel. Los soldados de Ajab tenan rdenes de ejecutar a todos aquellos que rehusaran abandonar la tarea sagrada que Dios les haba conferido. A Elas, no obstante, no le haban dado el derecho a elegir; l deba morir.l y el levita pasaron dos das escondidos en el establo al sur de Gileade, durante los cuales cuatrocientos cincuenta nab fueron ejecutados. Entretanto, la mayor parte de los profetas que andaban por las calles autoflagelndose y predicando el final del mundo por causa dc la corrupcin y de la falta de fe haba aceptado convertirse a la nueva religin.Un ruido seco, seguido de un grito, interrumpi los pensamientos de Elas. Alarmado, se gir hacia su compaero:Qu es eso?Pero no obtuvo respuesta; el cuerpo del levita se desplom en el suelo, con una flecha atravesada en el centro del pecho.Delante de l, un soldado volva a colocar una nueva flecha en su arco. Elas mir a su alrededor: la calle con puertas y ventanas cerradas, el sol brillando en el cielo, la brisa que vena de un ocano del que tanto haba odo hablar, pero jams haba conocido. Pens en correr, pero saba que sera alcanzado antes de llegar a la prxima esquina.Si tengo que morir, que no sea de espaldas, pens.El soldado levant de nuevo el arco. Para su sorpresa, no senta miedo, ni instinto de conservacin, ni nada; era como si todo aquello ya estuviese definido desde mucho tiempo atrs, y los dos tanto l como el soldado cumpliesen papeles en un drama que no haba sido escrito por ellos. Se acord de la infancia, de las maanas y las tardes en Gileade, de los trabajos incompletos que iba a dejar en la carpintera. Pens en su madre y su padre, que nunca desearon un hijo profeta. Pens en los ojos de Jezabel y en la sonrisa del rey Ajab.Pens qu estpido era morir con slo veintitrs aos, sin haber conocido nunca el amor de una mujer.La mano solt la cuerda, la flecha cort el aire, pas zumbando junto a su odo derecho y qued tendida en el suelo polvoriento, detrs de l.El soldado, nuevamente, arm su arco y le apunt. Slo que, en vez de disparar, miraba fijamente a Elas.Soy el mejor de los arqueros de todos los ejrcitos de Ajab dijo. Hace siete aos que no yerro un solo tiro.Elas se gir hacia el cuerpo del levita.Esta flecha era para ti.El soldado mantena el arco tensado, y sus manos temblaban. Elas era el nico profeta que tena que morir; los otros podan escoger la fe en Baal.Entonces, termina tu trabajo.Estaba sorprendido por su propia tranquilidad. Haba imaginado la muerte tantas veces mientras estaba en el establo, y ahora vea que haba sufrido ms de lo necesario; en pocos segundos, todo habra terminado.No puedo dijo el soldado con las manos an temblando y el arco cambiando a cada momento dc direccin. Vete, sal de mi presencia, porque pienso que Dios desvi mis flechas, y me maldecira si yo consiguiera matarte.Fue entonces cuando, a medida que descubra que tena oportunidad de sobrevivir, el pavor de la muerte comenz a volver. An exista la posibilidad de conocer el ocano, encontrar una mujer, tener hijos y terminar sus trabajos en la carpintera.Acaba con esto yadijo. En este momento estoy tranquilo. Si tardas mucho, sufrir por todo lo que estar perdiendo.El soldado mir a su alrededor para asegurarse de que nadie haba presenciado la escena. Despus baj el arco, coloc la flecha en el bolso y desapareci por la esquina.Elas sinti que las piernas comenzaban a flaquear; el terror volva con toda su intensidad. Tena que huir inmediatamente, desaparecer de Cileade, nunca ms tener que estar frente a frente con un soldado con el arco tensado apuntando a su corazn. No haba escogido su destino, ni haba ido a buscar a Ajab para poder vanagloriarse con sus vecinos de que conversaba con el rey. No era responsable de la masacre dc los profetas; no era ni siquiera responsable por haber visto cierta tarde detenerse el tiempo en la carpintera y transformarse en un agujero negro, lleno de puntos luminosos.Repitiendo el gesto del soldado, mir a todos lados; la calle estaba desierta. Pens en comprobar si an poda salvar la vida del levita, pero pronto volvi el terror y, antes de que alguien apareciese, Elas huy.

Camin durante muchas horas, internndose por senderos abandonados desde mucho tiempo atrs, hasta llegar a las mrgenes de un riachuelo llamado Querite. Senta vergenza de su cobarda, pero se alegraba de estar vivo.Bebi un poco de agua, se sent, y slo entonces percibi la situacin en que se encontraba: al da siguiente necesitara alimentarse y no tendra cmo encontrar comida en el desierto.Se acord de la carpintera, dcl trabajo de tantos aos y al que ahora estaba obligado a abandonar. Algunos vecinos eran amigos suyos, pero no poda contar con ellos; la historia de su fuga ya se habra difundido por la ciudad, y todos lo odiaran por haber escapado, mientras enviaba a los verdaderos hombres de fe al martirio.Todo lo que haba hecho hasta entonces estaba perdido, slo porque haba credo cumplir la voluntad del Seor. Maana y en los prximos das, semanas y meses los comerciantes del Lbano seguiran golpeando a su puerta, y alguien les dira que el dueo haba huido, dejando tras dc s un rastro de muertes de profetas inocentes. Quizs dijesen tambin que l haba intentado destruir a los dioses que protegan la tierra y los cielos; la historia pronto cruzara las fronteras de Israel, y ya poda renunciar para siempre al casamiento con una mujer tan bella como las que vivan en el Lbano.Existen los barcos.Si, existan los barcos. Los criminales, los prisioneros de guerra, los fugitivos, solan ser aceptados como marineros, porque era una profesin ms peligrosa que el ejrcito. En la guerra, un soldado siempre tena alguna oportunidad de escapar con vida; pero los mares eran desconocidos, estaban poblados de monstruos y, cuando una tragedia ocurra, no quedaba nadie para contar la historia.Existan los barcos, pero eran controlados por los comerciantes fenicios. Elas no era un criminal, ni un prisionero, ni un fugitivo, pero haba osado levantar su voz en contra del dios Baal. Cuando lo descubrieran, lo mataran y lo tiraran al mar, porque los marineros crean que Baal y sus dioses controlaban las tempestades.No poda ir, por lo tanto, en direccin al ocano. No poda seguir para el norte, pues all estaba el Lbano. No poda ir hacia el oriente, donde algunas tribus israelitas mantenan guerras que ya duraban dos generaciones.Se acord de la tranquilidad que haba sentido delante del soldado; al fin y al cabo, qu era la muerte? La muerte era un instante, nada ms que eso. Aunque sintiese dolor, pasara en seguida, y entonces el Seor de los Ejrcitos lo recibira en su seno.Se acost en el suelo y se qued mucho tiempo mirando el cielo. Como el levita, procur hacer su apuesta. No era una apuesta sobre la existencia de Dios porque no tena dudas de eso, sino sobre la razn de su vida.Vio las montaas, la tierra que sera asolada por una larga sequa as se lo haba dicho el ngel del Seor pero que an conservaba la frescura de muchos aos de lluvias generosas. Vio el riachuelo Querite, cuyas aguas en breve dejaran de correr. Se despidi del mundo con fervor y respeto, y pidi al Seor que lo acogiese cuando llegase su hora.Pens en cul era el motivo de su existencia, y no obtuvo respuesta.Pens hacia dnde deba ir, y descubri que estaba cercado.Al da siguiente volvera y se entregara, a pesar de que el miedo a la muerte hubiese retornado.Intent alegrarse por saber que an continuara vivo algunas horas. Pero fue intil; acababa de descubrir que, en casi todos los das de su vida, el hombre no tiene el poder de tomar decisiones.

Elas se despert al da siguiente, y contempl nuevamente el Querite. Maana, o dentro de un ao, sera apenas un camino de arena fina y piedras redondas. Los antiguos habitantes continuaran refirindose al lugar como Querite, y tal vez indicasen la direccin a quien pasaba diciendo: tal lugar queda a orillas del ro que pasa por aqu cerca>. Los viajeros iran hasta all, veran las piedras redondas y la arena fina y se diran: aqu, en esta tierra, hubo un ro. Pero la nica cosa importante en un ro, su caudal de agua, ya no estara all para matar la sed.Tambin las almas como los ros y las plantas necesitaban un tipo diferente de lluvia: esperanza, fe, razn de vivir. Cuando esto no suceda, todo en aquella alma mora, aun cuando el cuerpo continuase vivo; y las personas podan decir que aqu, en este cuerpo, hubo un hombre.Pero no era el momento de estar pensando en eso. Nuevamente record la conversacin con el levita, poco antes de que salieran del establo: para qu estar muriendo tantas muertes, si bastaba apenas una? Todo lo que tena que hacer era quedarse esperando alas guardias de Jezabel. Ellos llegaran, sin duda alguna, pues no haba muchos lugares para escapar de Gileade; los criminales siempre iban al desierto donde eran encontrados muertos en cuestin de das o al Querite, donde terminaban siendo capturados.Por consiguiente, en breve los guardias estaran all. Y l se alegrara al verlos.Bebi un poco del agua cristalina que corra a su lado. Lav su rostro y busc una sombra donde pudiese esperar a sus perseguidores. Un hombre no puede luchar contra su destino: l ya lo intent, y haba perdido. A pesar de haber sido reconocido por los sacerdotes como un profeta, resolvi trabajar en una carpintera; pero el Seor lo haba reconducido a su camino.No haba sido el nico en intentar abandonar la vida que Dios haba escrito para cada persona en la Tierra. Tuvo un amigo con una excelente voz, a pesar de lo cual sus padres no aceptaron que se hiciera cantante, porque era una profesin que consideraban deshonrosa para la familia. Una de sus amigas de la infancia bailaba como nadie, y su familia le prohibi hacerlo, pues poda ser llamada por el rey, y nadie saba cunto tiempo poda durar un gobierno. Adems, el ambiente del palacio era considerado pecaminoso, hostil, y alejaba para siempre la posibilidad de un buen casamiento.El hombre naci para traicionar a su destino. Dios colocaba en los corazones tareas imposibles.Por qu?Quizs porque era necesario mantener la tradicin.Pero esa no era una buena respuesta.Los habitantes del Lbano son ms avanzados que nosotros porque no se limitaron a seguir la tradicin de los navegantes. Cuando todo el mundo usaba siempre el mismo tipo de barco, ellos resolvieron construir algo diferente. Muchos perdieron su vida en el mar, pero sus barcos fueron gradualmente perfeccionndose y ahora dominan el comercio del mundo. Pagaron un precio alto para adaptarse, pero vali la pena.Quizs el hombre traicionase a su destino porque Dios ya no estaba cerca. l haba colocado en los corazones los sueos de una poca en la que todo era posible, y despus se fue a ocuparse de asuntos nuevos. El mundo se transform, la vida se hizo ms difcil, pero el Seor nunca retorn para cambiarlos sueos de los hombres.Dios estaba distante. Pero si an enviaba a los ngeles para hablar con sus profetas, era porque an quedaba algo por hacer aqu. Entonces, cul sera la respuesta?Quizs porque nuestros padres se equivocaron y tengan miedo de que cometamos los mismos errores. O quizs nunca se equivocaron y, por lo tanto, no sabrn cmo ayudarnos cuando tengamos algn problema.Senta que se estaba acercando.El riachuelo corra a su lado, algunos cuervos revoloteaban en el cielo y las plantas insistan en vivir en el terreno arenoso y estril. Si hubieran escuchado a sus antepasados, qu habran odo?Riachuelo, busca un lugar mejor para hacer que tus aguas lmpidas reflejen la claridad del sol, ya que el desierto terminar por secarte, dira un dios de las aguas, en el caso de que existiese. Cuervos, hay ms alimento en los bosques que entre las rocas y la arena, dira el dios de los pjaros. Plantas, echad vuestras semillas lejos de aqu, porque el mundo est lleno de tierra frtil y hmeda y vosotras creceris ms bellas, habra dicho el dios de las flores.Pero tanto el Querite como las plantas, como los cuervos, uno de los cuales se haba posado cerca, tenan el coraje de hacerlo que otros ros, pjaros y flores juzgaban imposible.Elas clav su mirada en el cuervo.Estoy aprendiendo le dijo al pjaro, aunque sea un aprendizaje intil, porque estoy condenado a morir.Has descubierto lo fcil que es todo pareci responder el cuervo. Basta tener coraje.Elas se ri, porque estaba colocando palabras en la boca de un pjaro. Era un juego divertido, que haba aprendido con una mujer que haca pan, y decidi continuar. Hara las preguntas y se dara a s mismo una respuesta, como si fuese un verdadero sabio.El cuervo, no obstante, levant vuelo. Elas continu aguardando la llegada de los soldados de Jezabel, porque bastaba con morir una vez.El da pas sin que nada nuevo sucediera. Habran olvidado que el principal enemigo del dios Baal todava estaba vivo? Por qu Jezabel no lo persegua, si deba de saber dnde estaba?Porque vi sus ojos, y es una mujer sabia se dijo as mismo. Si yo muriera me transformara en un mrtir del Seor. Si yo soy considerado slo un fugitivo, ser apenas un cobarde que no crea en lo que estaba diciendo.S, seguramente sta era la estrategia de la princesa.Poco antes de caer la noche, un cuervo sera el mismo? volvi a posarse en la rama donde lo haba visto aquella maana. Traa en su pico un pequeo pedazo de carne que, inadvertidamente, dej caer.Para Elas fue un milagro. Corri hasta debajo del rbol, recogi el pedazo y lo comi. No saba de dnde proceda, ni le interesaba; lo importante era matar un poco su hambre.A pesar del movimiento brusco, el cuervo no se apart.Este pjaro sabe que me morir de hambre aqu pens Elas. Alimenta su caza para poder tener un banquete mejor.Jezabel tambin alimentaba la fe en Baal con la historia de la fuga de Elas.Durante algn tiempo quedaron hombre y pjaro contemplndose mutuamente. Elas se acord del juego que haba inventado esa maana.Me gustara hablar contigo, cuervo. Esta maana pensaba que las almas necesitan alimento. Si mi alma no muri de hambre, an tiene algo que decir.El ave continuaba inmvil.Y, si tiene algo que decir, debo escucharla. Porque no tengo a nadie ms con quien hablar continu Elas.Entonces, usando su imaginacin, se transform en el cuervo:Qu es lo que Dios espera de ti? se pregunt a s mismo, como si fuese el cuervo.Espera que yo sea un profeta.Fue esto lo que los sacerdotes dijeron; pero tal vez no sea esto lo que el Seor desee.S, es esto lo que l quiere, pues un ngel apareci en la carpintera y me pidi que hablase con Ajab. Las voces que yo oa en la infancia......que todo el mundo oye en la infancia interrumpi el cuervo.Pero no todo el mundo ve a un ngel dijo Elas.Esta vez, el cuervo no respondi nada. Despus de algn tiempo el ave o mejor dicho, su propia alma, que deliraba con el sol y la soledad del desierto quebr el silencio.Te acuerdas de la mujer que haca pan? se pregunt a s mismo.Elas se acordaba. Ella haba ido a pedirle que le hiciera algunas bandejas. Mientras Elas las haca, la oy decir que su trabajo era la manera de expresar la presencia de Dios.Por la manera en que haces estas bandejas, veo que tienes la misma sensacin haba proseguido ella. Porque sonres mientras trabajas.La mujer divida a los seres humanos en dos grupos: los que se alegraban y los que se quejaban de lo que hacan. Estos ltimos afirmaban que la maldicin lanzada por Dios a Adn era la nica verdad: maldita es la tierra por tu causa. Con fatiga obtendrs el sustento durante todos los das de tu vida. No encontraban placer en el trabajo, pero los fastidiaban los das santos, cuando estaban obligados a descansar. Usaban las palabras del Seor como una disculpa para sus vidas intiles, y se olvidaban de que l tambin haba dicho a Moiss:El Seor tu Dios te bendecir abundantemente en la tierra que te di en herencia para poseerla.S, me acuerdo de esta mujer. Ella tena razn; a m me gustaba el trabajo en la carpintera.Cada mesa que montaba, cada silla que tallaba le permitan entender y amar la vida, aun cuando slo ahora comprendiese eso. Ella me dijo que conversara con las cosas que haca, y me quedara asombrado al ver que las cosas eran capaces de responderme, porque yo pona all lo mejor de mi alma, y reciba a cambio la sabidura.Si no hubieses trabajado como carpintero tampoco habras sido capaz de colocar tu alma fuera de ti mismo, fingir que eres un cuervo que habla y entender que eres mejor y ms sabio de lo que pensabas fue la respuesta. Porque fue en la carpintera donde descubriste que lo sagrado est en todas partes.Siempre me gust simular que hablaba con las mesas y las sillas que construa; no era esto suficiente? La mujer tena razn: cuando conversaba con ellas acostumbraba descubrir pensamientos que nunca me haban pasado por la cabeza. Pero cuando estaba empezando a entender que poda servir a Dios de esta manera, apareci el ngel y... bien, ya conoces el resto de la historia.El ngel apareci porque t estabas preparado respondi el cuervo.Yo era un buen carpintero.Era parte de tu aprendizaje. Cuando un hombre camina en direccin a su destino, se ve forzado muchas veces a cambiar de rumbo. Otras veces, las circunstancias externas son ms fuertes, y se ve obligado a acobardarse y ceder. Todo esto forma parte del aprendizaje.Elas escuchaba con atencin lo que su alma deca.Pero nadie puede perder de vista lo que quiere. Aunque en algunos momentos piense que el mundo y los dems son ms fuertes. El secreto es ste: no desistir.Nunca pens ser profeta dijo Elas.S, pensaste. Pero te convencieron de que era imposible. O peligroso. O impensable.Elas se levant.Por qu me digo a m mismo cosas que no quiero or? grit.Asustado con el movimiento, el pjaro huy.

El cuervo volvi a la maana siguiente. En vez de repetir la conversacin, Elas se dedic a observarlo, pues el animal siempre consegua alimentarse, y siempre le traa algunos restos.Una misteriosa amistad fue creciendo entre los dos, y Elas empez a aprender del pjaro. Observndolo, vio cmo era capaz de encontrar comida en el desierto, y descubri que l podra sobrevivir algunos das ms si consiguiera hacer lo mismo. Cuando el vuelo del cuervo se haca circular, Elas saba que haba una presa cercana; corra hacia aquel lugar e intentaba capturarla. Al principio, muchos de los pequeos animales que all vivan conseguan escapar, pero poco a poco adquiri entrenamiento y habilidad para capturarlos. Usaba ramas como lanzas, cavaba trampas que disfrazaba con una fina capa de ramitas y arena. Cuando la presa caa, Elas comparta su alimento con el cuervo, y guardaba una parte para ocuparla como cebo.Pero la soledad en que se encontraba era terrible y opresora, de modo que resolvi volver a fingir que conversaba con el pjaro.Quin eres t? pregunt el cuervo.Soy un hombre que descubri la paz respondi Elas. Puedo vivir en el desierto, cuidar de m mismo y contemplar la infinita belleza de la creacin de Dios. He descubierto que mi alma es mejor de lo que pensaba.Los dos continuaron cazando juntos durante otra luna. Entonces, una noche en que su alma estaba poseda por la tristeza, resolvi preguntarse nuevamente:Quin eres t?No s.Otra luna muri y renaci en el cielo. Elas senta que su cuerpo estaba ms fuerte y su mente ms clara. Esa noche se dirigi al cuervo, que estaba posado en la misma rama de siempre, y respondi a la pregunta que hiciera algn tiempo atrs:Soy un profeta. Vi un ngel mientras trabajaba, y no puedo tener dudas de que soy capaz, aunque todos los hombres del mundo digan lo contrario. Provoqu una masacre en mi pas porque desafi a la bienamada de mi rey. Estoy en el desierto, como estuve antes en una carpintera, porque mi propia alma me dijo que un hombre debe pasar por diversas etapas antes de poder cumplir su destino.S, ahora ya sabes quin eres coment el cuervo.Aquella noche, cuando Elas volvi de la caza, quiso beber un poco de agua y vio que el Querite se haba secado. Pero estaba tan cansado que decidi dormir.En su sueo, el ngel de la guarda que no vena desde haca tiempo apareci.El ngel del Seor habl con tu alma dijo el ngel de la guarda. Y orden: Retrate de aqu, ve hacia el oriente y escndete junto al torrente del Querite, en la frontera del Jordn. Bebers del torrente; y orden a los cuervos que all mismo te sustenten.Mi alma te ha escuchado dijo Elas en el sueo.Entonces despierta, porque el ngel del Seor me pide que me aleje y quiere hablar contigo.Elas se levant de un salto, asustado. Qu haba pasado?Aunque era de noche, el lugar se llen de luz, y el ngel del Seor apareci.Qu te trajo aqu? pregunt el ngel.T me trajiste aqu.No. Jezabel y sus soldados te hicieron escapar. Nunca lo olvides, porque tu misin es vengar al Seor tu Dios.Soy un profeta, porque t ests en mi presencia y escucho tu vozdijo Elas. Cambi varias veces de rumbo, porque todos los hombres lo hacen. Pero estoy listo para ir a Samaria y destruir a Jezabel.Encontraste tu camino, pero no puedes destruir sin aprender a reconstruir. Yo te ordeno:Levntate y ve a Sarepta, que pertenece a Sidn, y qudate all, donde orden a una mujer viuda que te mantenga.A la maana siguiente, Elas busc al cuervo para despedirse. El pjaro, por primera vez desde que llegara a las mrgenes del Querite, no apareci.Elas viaj durante das hasta llegar al valle donde quedaba la ciudad de Sarepta, que sus habitantes conocan como Akbar. Cuando estaba ya casi sin fuerzas, vio a una mujer vestida de negro que recoga lea. La vegetacin del valle era rastrera, de modo que ella tena que contentarse con pequeas ramitas secas.Quin eres? pregunto.La mujer mir al extranjero sin entender bien lo que le deca.Treme una vasija de agua para beber dijo Elas. Treme tambin un poco de pan.La mujer dej la lea a un lado, pero continu sin decir nada.No tengas miedo insisti Elas. Estoy solo, con hambre y sed, y no tengo siquiera fuerzas para amenazar a nadie.T no eres de aqu dijo ella finalmente. Por la manera de hablar debes de ser del reino de Israel. Si me conocieras mejor, sabras que nada tengo.T eres viuda, as me lo dijo el Seor. Y yo tengo menos que t. Si no me das ahora de comer y de beber, morir.La mujer se asust. Cmo aquel extranjero Poda saber algo de su vida?Un hombre debe avergonzarse de pedir sustento a una mujerdijo, recuperndose.Haz lo que te pido, por favor insisti Elas, sabiendo que sus fuerzas comenzaban a faltarle. En cuanto mejore, trabajar para ti.La mujer se ri:Hace un momento dijiste una verdad: soy una viuda, que perdi a su marido en uno de los barcos de mi pas. Jams vi el ocano, pero s cmo es el desierto: mata a quien lo desafa... y continu... y ahora, me dices algo falso. Tan cierto como que Baal vive en la Quinta Montaa, es que yo no tengo nada cocido; slo tengo un puado de harina en una olla y un poco de aceite en una botija.Elas sinti que el horizonte giraba y comprendi que se iba a desmayar. Reuniendo la poca energa que an le quedaba, implor por ltima vez:No s si crees en los sueos, ni siquiera s si yo creo. Sin embargo, el Seor me dijo que yo llegara hasta aqu y te encontrara. l ya me ha hecho cosas que me han llevado a dudar de Su sabidura, pero jams de Su existencia. Y as el Dios de Israel me pidi que yo dijese a la mujer que encontrara en Sarepta:... la harina de tu olla no se acabar y el aceite de tu botija no faltar, hasta el da que el Seor haga llover otra vez sobre la tierra.Sin explicar cmo tal milagro podra acontecer, Elas se desmay.La mujer se qued contemplando al hombre cado a sus pies. Saba que el Dios de Israel era apenas una supersticin; los dioses fenicios eran ms poderosos y haban transformado a su pas en una de las naciones ms respetadas del mundo. Pero estaba contenta; generalmente viva pidiendo limosnas a los otros y hoy por primera vez en mucho tiempo un hombre la necesitaba. Esto hizo que se sintiera ms fuerte; a fin de cuentas, existan personas en peor situacin.Si alguien me pide un favor, es porque an tengo algn valor en esta tierra reflexiono. Har lo que me est pidiendo, slo para aliviar su sufrimiento. Yo tambin conoc el hambre, y s cmo destruye el alma.Fue hasta su casa y volvi con un pedazo de pan y una vasija de agua. Se arrodill, coloc la cabeza del extranjero en su regazo y comenz a mojar sus labios. Minutos despus, l haba recuperado el sentido.Ella le ofreci el pan y Elas lo comi en silencio, mirando el valle, los desfiladeros, las montaas que apuntaban silenciosamente hacia el cielo. Dominando el paisaje por el valle, Elas poda ver las murallas rojizas de la ciudad de Sarepta.Hospdame contigo, porque soy perseguido en mi pas dijo Elas.Qu crimen cometiste? pregunt ella.Soy un profeta del Seor. Jezabel mand matar a todos los que rehusaran adorar a los dioses fenicios.Qu edad tienes?Veintitrs aos respondi Elas.Ella contempl con piedad al joven. Tena los cabellos largos y sucios; llevaba una barba an rala, como si desease parecer mayor. Cmo un pobre desgraciado como aqul poda desafiar a la princesa ms poderosa del mundo?Si eres enemigo de Jezabel, tambin eres mi enemigo. Ella es una princesa de Sidn, cuya misin, al casarse con tu rey, fue convertir a tu pueblo a la verdadera fe, as dicen los que la conocieron.Y prosigui sealando a uno de los picos que enmarcaban el valle:Nuestros dioses habitan en lo alto de la Quinta Montaa desde hace muchas generaciones, y consiguen mantener la paz en nuestro pas. Israel, en cambio, vive en la guerra y el sufrimiento. Cmo podis seguir creyendo en el Dios nico? Dadle tiempo a Jezabel para realizar su trabajo y veris que la paz reinar tambin en vuestras ciudades.Yo ya escuch la voz del Seor respondi Elas. Vosotros, en cambio, nunca subisteis a la cima de la Quinta Montaa para saber que existe all.Quien suba all morir abrasado por el fuego de los cielos. A los dioses no les gustan los extraos.La mujer ces de hablar. Se acord de que aquella noche haba soado con una luz muy fuerte. Del centro de aquella luz sala una voz diciendo recibe al extranjero que te busque.Hospdame contigo porque no tengo dnde dormir insisti Elas.Ya te dije que soy pobre. Apenas me llega para m misma y mi hijo.El Seor pidi que dejaras que me quede. l nunca abandona a quien ama. Haz lo que te pido. Yo ser tu empleado. Soy carpintero, s trabajar el cedro, y no me faltar quehacer. As, el Seor usar mis manos para mantener Su promesa: la harina de tu olla no se acabar y el aceite de tu botija no faltar hasta el da en que el Seor haga llover otra vez sobre la tierra.Aunque quisiera, no tendra con qu pagarte.No es necesario. El Seor proveer. Confusa por el sueo de aquella noche, y a pesar de saber que el extranjero era enemigo de una princesa de Sidn, la mujer decidi obedecer.

La presencia de Elas fue pronto notada por los vecinos. Empezaron los comentarios: la viuda haba dado cobijo a un extranjero en su casa sin respetar la memoria de su marido, un hroe que haba muerto mientras procuraba ampliar las rutas comerciales de su pas.Cuando se enter de las murmuraciones, la viuda explic que se trataba de un profeta israelita, muerto de hambre y de sed. Y corri la noticia de que un profeta israelita, huyendo de Jezabel, estaba escondido en la ciudad. Una comisin fue a buscar al sacerdote.Traed el extranjero a mi presencia! orden. Y as se hizo. Aquella tarde, Elas fue conducido ante el hombre que, junto con el gobernador y el jefe militar, controlaba todo lo que suceda en Akbar.Qu has venido a hacer aqu? pregunt. No te das cuenta de que eres enemigo de nuestro pas?Durante aos negoci con el Lbano, y respeto a su pueblo y sus costumbres. Estoy aqu porque soy perseguido en Israel.Conozco la razn dijo el sacerdote. Fue una mujer quien te hizo huir?Esa mujer es la criatura ms bella que conoc en mi vida, aunque haya estado apenas unos minutos ante ella. Pero su corazn es de piedra y detrs de sus ojos verdes se esconde el enemigo que quiere destruir a mi pas. No he huido; slo espero el momento adecuado para volver.El sacerdote ri:Si esperas el momento adecuado para volver, entonces preprate para quedarte en Akbar el resto de tu vida. No estamos en guerra con tu pas; todo lo que deseamos es que la verdadera fe se difunda, por medios pacficos, en todo el mundo. No queremos repetir las atrocidades que vosotros cometisteis cuando os instalasteis en Canan.Asesinar a los profetas es un medio pacifico?Cortndole la cabeza al monstruo, deja de existir. Morirn unos cuantos, pero las guerras religiosas sern erradicadas para siempre. Y, segn me contaron los comerciantes, fue un profeta llamado Elas quien empez todo esto, y despus huy.El sacerdote lo mir fijamente antes de continuar:Un hombre que se pareca a ti.Soy yo respondi Elas.Muy bien, bienvenido a la ciudad de Akbar; cuando necesitemos alguna cosa de Jezabel, pagaremos con tu cabeza, la moneda ms importante que tenemos. Hasta entonces, busca un trabajo y aprende a mantenerte por ti mismo, porque aqu no hay sitio para profetas.Elas se preparaba para salir, cuando el sacerdote dijo:Parece que una joven de Sidn es ms poderosa que tu Dios nico. Ella consigui erigir un altar para Baal, y los antiguos sacerdotes ahora se arrodillan ante l.Todo suceder como fue escrito por el Seor respondi el profeta. Hay momentos en que las tribulaciones se presentan en nuestras vidas y no podemos evitarlas. Pero estn all por algn motivo.Qu motivo?Es una pregunta que no podemos responder antes ni durante las dificultades. Slo cuando ya las hemos superado entendemos por qu estaban all.En cuanto Elas sali, el sacerdote mand llamar a la comisin de ciudadanos que lo haba visitado aquella maana.No os preocupis por esto les dijo. La tradicin nos manda ofrecer abrigo a los extranjeros. Adems, aqu est bajo nuestro control y podremos vigilar sus pasos. La mejor manera de conocer y destruir a un enemigo es fingirse su amigo. Cuando llegue el momento lo entregaremos a Jezabel y nuestra ciudad recibir oro y recompensas. Hasta entonces, aprenderemos cmo destruir sus ideas; por ahora sabemos apenas cmo destruir su cuerpo.As, aun cuando Elas fuese un adorador del Dios nico y un potencial enemigo de la princesa, el sacerdote exigi que el derecho de asilo fuese respetado. Todos conocan la antigua tradicin: si una ciudad negase conceder refugio a un forastero, los hijos de sus habitantes pasaran por la misma dificultad. Como la mayor parte del pueblo de Akbar tena a sus descendientes diseminados por la gigantesca flota mercante del pas, nadie os desafiar la ley de la hospitalidad.Adems, no constitua esfuerzo alguno esperar el da en que la cabeza del profeta judo sirviera de moneda de cambio y se obtuvieran por ella grandes cantidades de oro.Aquella noche, Elas cen con la viuda y su hijo. Como el profeta israelita era ahora una valiosa mercadera, algunos comerciantes enviaron comida suficiente para que la familia se pudiera alimentar durante una semana.Parece que el Seor de Israel est cumpliendo su palabradijo la viuda. Desde que mi marido muri, mi mesa nunca estuvo tan provista como hoy.Elas fue poco a poco integrndose en la vida de Sarepta. Como todos sus habitantes, pas a llamarla Akbar. Conoci al gobernador, al comandante de la guarnicin, al sacerdote, a los maestros artesanos que hacan trabajos en vidrio y que eran admirados en toda la regin. Cuando le preguntaban qu estaba haciendo all, l responda la verdad: Jezabel estaba matando a todos los profetas de Israel.Eres un traidor en tu pas y un enemigo en Feniciadecan, pero somos una nacin de comerciantes y sabemos que cuanto ms peligroso es un hombre ms alto es el precio de su cabeza.Y as pasaron algunos meses.

En la entrada del valle, algunas patrullas asirias haban acampado, y parecan dispuestas a quedar-se. Era un pequeo grupo de soldados que no representaba ninguna amenaza. De cualquier manera, el comandante solicit al gobernador que tomase alguna medida.No nos han hecho nada dijo el gobernador. Deben de estar en misin comercial, buscando una ruta mejor para sus productos. Si deciden usar nuestros caminos, pagarn impuestos y nos haremos ms ricos an. Para qu provocarlos?Para agravar la situacin, el hijo de la viuda enferm sin motivo aparente. Los vecinos atribuyeron el hecho a la presencia del extranjero en su casa y la mujer pidi a Elas que se fuera. Pero l se neg: el Seor an no lo haba llamado. Empezaron a circular rumores de que aquel extranjero haba desencadenado con su presencia la ira de los dioses de la Quinta Montaa.Era posible controlar el ejrcito y calmar a la poblacin ante la presencia de las patrullas extranjeras. Pero, a causa de la enfermedad del hijo de la viuda, el gobernador empez a tener dificultades para tranquilizar a la poblacin ante la presencia de Elas.Una comisin de habitantes fue a hablar con l:Podemos construir una casa para el israelita del lado de afuera dc las murallas propusieron. De esta manera no violamos la ley de hospitalidad pero nos protegemos de la ira divina. Los dioses no estn contentos con la presencia de este hombre.Dejad que se quede donde est respondi el gobernador. No quiero crear problemas polticos con Israel.Cmo? preguntaron los habitantes. Jezabel est persiguiendo a todos los profetas que adoran al Dios nico porque quiere matarlos.Nuestra princesa es una mujer valiente y fiel a los dioses de la Quinta Montaa. Pero por mucho poder que tenga ahora, ella no es israelita. Maana puede caer en desgracia y tendremos que enfrentar la ira de nuestros vecinos. Si demostramos que tratamos bien a sus profetas, nos lo agradecern.Los habitantes salieron descontentos, porque el sacerdote haba dicho que un da Elas sera cambiado por oro y recompensas. Mientras tanto, aunque el gobernador no tuviese razn, ellos no podan hacer nada. La tradicin deca que la familia gobernante tena que ser respetada.

A lo lejos, en la entrada del valle, las tiendas de los guerreros asirios comenzaron a multiplicarse.El comandante se preocupaba, pero no contaba con el apoyo ni del sacerdote ni del gobernador. Procuraba mantener a sus guerreros en constante entrenamiento, aun sabiendo que ninguno de ellos ni siquiera sus abuelos haba tenido experiencias de combate. Las guerras eran cosa del pasado de Akbar, y todas las estrategias que conoca haban sido superadas por nuevas tcnicas y nuevas armas empleadas por los pases extranjeros.Akbar siempre negoci su paz deca el gobernador. No ser esta vez cuando seremos invadidos. Dejad que los pases extranjeros luchen entre s; nosotros tenemos un arma mucho ms poderosa que las de ellos: el dinero. Cuando ellos terminen de destruirse mutuamente, entraremos en sus ciudades y venderemos nuestros productos.As el gobernador consigui tranquilizar a la poblacin en relacin con la presencia de los asirios. Pero los rumores acerca de que el israelita haba trado la maldicin de los dioses a Akbar persistan, y el problema tornbase cada vez ms acuciante.Cierta tarde, el nio empeor mucho, y ya no consegua tenerse en pie ni reconocer a las personas que venan a visitarlo. Antes de que el sol descendiera en el horizonte, Elas y la mujer se arrodillaron al lado de su cama.Seor Todopoderoso, que desviaste las flechas del soldado y que me trajiste hasta aqu, haz que esta criatura se salve. Ella no hizo nada, es inocente de mis pecados y de los pecados de sus padres. Salvadla, Seor.El nio casi no se mova; sus labios estaban blancos y los ojos perdan rpidamente el brillo.Reza a tu Dios nico! peda la mujer, porque solamente una madre es capaz de saber cundo su hijo est partiendo.Elas tuvo ganas de apretar su mano, decirle que ella no estaba sola y que el Dios Todopoderoso lo escuchara. l era un profeta, haba aceptado eso en las mrgenes del Querite, y ahora los ngeles estaban a su lado.Ya no me quedan lgrimas prosigui ella. Si l no tiene compasin, si l necesita una vida, entonces pdele que lleve la ma, y deje a mi hijo caminar por el valle y por las calles de Akbar.Elas hizo lo posible para concentrarse en su oracin; pero el sufrimiento de aquella madre era tan intenso que pareca llenar el cuarto y penetrar en las paredes, las puertas, en todas partes.Toc el cuerpo del muchacho; la temperatura ya no estaba alta, como en das anteriores y esto era una mala seal.El sacerdote haba pasado por la casa aquella maana y, tal como vena haciendo las dos ltimas semanas, haba aplicado cataplasmas de hierbas en el rostro y en el pecho del nio. En das anteriores, las mujeres de Akbar haban trado recetas de remedios que se haban transmitido durante generaciones y cuyo poder de curacin haba sido comprobado en diversas ocasiones. Todas las tardes ellas se reunan al pie de la Quinta Montaa y hacan sacrificios para que el alma del nio no abandonara su cuerpo.Conmovido con lo que suceda en la ciudad, un mercader egipcio que estaba all en trnsito entreg, sin cobrar nada, un carsimo polvo rojo para ser mezclado con la comida del nio. Deca la leyenda que el secreto de la fabricacin de aquel polvo haba sido entregado a los mdicos egipcios por los propios dioses.Elas, durante todo ese tiempo, no haba dejado de rezar. Pero no haba servido de nada, absolutamente de nada.S por qu te dejan quedarte aqu continu la mujer, con la voz cada vez ms baja, porque llevaba muchos das sin dormir. S que han puesto un precio a tu cabeza, y que un da sers enviado a Israel y cambiado por oro. Si salvas a mi hijo, yo te juro por Baal y por los dioses de la Quinta Montaa que jams sers capturado. Conozco caminos de fuga que ya fueron olvidados por esta generacin, y te ensear cmo salir de Akbar sin ser visto.Elas no dijo nadaReza a tu Dios nico! repiti la mujer. Si l salva a mi hijo, juro que renegar de Baal y creer en l. Explica a tu Seor que te di abrigo cuando lo necesitaste, que hice exactamente lo que l haba mandado.Elas rez una vez ms e implor con todas sus fuerzas. En ese momento exacto, el nio se movi.Quiero salir de aqu dijo, con voz dbil.Los ojos de la madre brillaron de alegra y las lgrimas rodaron otra vez por sus mejillas.Ven, hijo mo. Vamos a donde t quieras, haz lo que t quieras.Elas hizo gesto de tomarlo en sus brazos, pero el nio le apart la mano.Quiero salir solo dijo.Se levant lentamente y comenz a caminar en direccin a la sala. Despus de dar algunos pasos, cay al suelo, como fulminado por un rayo.Elas y la viuda se aproximaron; el nio estaba muerto.Por un instante ninguno de los dos dijo nada. De repente, la mujer empez a gritar con todas sus fuerzas:Malditos sean los dioses, malditos sean aquellos que se llevaron el alma de mi hijo! Maldito sea el hombre que trajo la desgracia a mi casa!... Mi nico hijo! gritaba ella. Porque respet la voluntad de los cielos, porque fui generosa con un extranjero, mi hijo se ha muerto!Los vecinos escucharon los lamentos de la viuda y vieron a su hijo tendido en el suelo de la casa. La mujer continuaba gritando, golpeando al profeta israelita que de pie, a su lado, pareca haber perdido toda capacidad de reaccin, y no haca nada para defenderse. Mientras las mujeres procuraban calmar a la viuda, los hombres inmediatamente tomaron a Elas por los brazos y lo llevaron a la presencia del gobernador.Este hombre pag la generosidad con odio. Hechiz la casa de la viuda y su hijo ha terminado muriendo. Estamos dando hospitalidad a alguien que est maldito por los dioses.El israelita lloraba, preguntndose:Oh, Seor, Dios mo!, hasta a esta viuda, que fue generosa conmigo, T resolviste afligir? Si mataste a su hijo es porque no estoy cumpliendo la misin que me fue confiada, y merezco la muerte.Aquella misma tarde se reuni el consejo de la ciudad de Akbar, bajo la presidencia del sacerdote y del gobernador. Elas fue trado para ser juzgado.Decidiste retribuir el amor con el odio. Por eso yo te condeno a muerte dijo el gobernador.Aunque su cabeza valga un saco de oro no podemos despertar la ira de los dioses de la Quinta Montaa dijo el sacerdote porque despus, ni todo el oro del mundo podr devolver la paz a esta ciudad.Elas baj la cabeza. Mereca todo el sufrimiento que pudiese soportar, porque el Seor lo haba abandonado.Subirs a la Quinta Montaa dijo el sacerdote. Irs a pedir perdn a los dioses ofendidos. Ellos harn que el fuego descienda para matarte. En el caso de que no lo hicieran, ser porque desean que la justicia sea cumplida por nuestras propias manos. Te estaremos esperando al trmino del descenso, y sers ejecutado maana, segn el ritual.Elas conoca bien las ejecuciones sagradas: al condenado se le arrancaba el corazn del pecho y se le cortaba la cabeza. Segn la creencia, un hombre sin corazn no consegua entrar en el Paraso.Por qu me elegiste para esto, Seor? clamaba en voz alta, aun sabiendo que los hombres a su alrededor no entenderan de qu eleccin estaba hablando. No ves que soy incapaz de cumplir lo que exigiste?No oy ninguna respuesta.

Los hombres y las mujeres de Akbar siguieron en cortejo al grupo de guardias que llevaban al israelita hasta la Quinta Montaa. Gritaban palabras ofensivas y tiraban piedras. Slo con mucha dificultad los soldados lograron controlar la furia de la multitud. Despus de media hora de caminata, llegaron al pie de la montaa sagrada.El grupo se detuvo ante los altares de piedra donde el pueblo acostumbraba dejar sus ofrendas y sacrificios, sus pedidos y oraciones. Todos conocan las historias de gigantes que vivan en el lugar, y recordaban a las personas que desafiaron la prohibicin y fueron alcanzadas por el fuego del cielo. Los viajeros que pasaban de noche por el valle aseguraban haber escuchado las risas de los dioses y las diosas, divirtindose all arriba.Pero aun cuando no se tuviera certeza absoluta de todo esto, nadie se atreva a desafiar a los dioses.Vamos dijo un soldado, empujando a Elas con la punta de su lanza. Quien mat a un nio merece sufrir el peor de los castigos.Elas pis el terreno prohibido y comenz a subir la cuesta. Al cabo de algn tiempo de caminata, cuando ya no llegaban a sus odos los gritos de los habitantes de Akbar, se sent en una piedra y llor; desde aquella tarde en la carpintera en que haba visto la oscuridad iluminada por luces brillantes, no haba conseguido nada ms que traer la desgracia a otros.El Seor haba perdido sus voces en Israel y el culto a los dioses fenicios ahora deba de poseer mayor fuerza. En su primera noche al lado del ro Querite, Elas haba pensado que Dios lo haba escogido para ser un mrtir, como hiciera con tantos otros. Pero, en vez de esto, el Seor haba enviado a un cuervo pjaro agorero para que lo alimentara hasta que el Querite se secase. Por qu un cuervo, y no una paloma, o un ngel? No habra sido todo el delirio de alguien que quiere esconder su miedo, o que su cabeza ha estado demasiado tiempo expuesta al sol? Elas ahora ya no estaba seguro de nada: quizs el Mal haba encontrado su instrumento, y ese instrumento era l.Por qu en lugar de regresar y acabar con la princesa que tanto dao haca a su pueblo, Dios lo haba mandado hacia Akbar? Se haba sentido como un cobarde, pero haba cumplido la orden. Haba luchado para adaptarse a aquel pueblo extrao, amable, pero con una cultura completamente distinta. Y cuando estaba convencido de que estaba cumpliendo su destino, el hijo de la viuda haba muerto.Por qu?Se incorpor, camin un poco ms y termin entrando en la neblina que cubra la cumbre de la montaa. Poda aprovechar la falta de visibilidad para huir de sus perseguidores, pero qu importancia tena eso? Estaba cansado de huir, saba que nunca conseguira encontrar su lugar en el mundo. Adems, aunque consiguiese escapar ahora, llevara la maldicin que lo acompaaba a otra ciudad, y nuevas tragedias ocurriran. Cargara consigo, dondequiera que fuese, la sombra de aquellos muertos. Era preferible dejar que su corazn fuese arrancado del pecho y su cabeza cortada.Volvi a sentarse, esta vez en medio de la neblina. Estaba decidido a esperar un poco, para que la gente de all abajo creyera que haba subido hasta la cima de la montaa; despus retornara a Akbar, entregndose a sus captores.El fuego del cielo.Muchas personas ya haban muerto por l, aun cuando Elas dudase de que fuera enviado por el Seor. En las noches sin luna, su brillo cruzaba el firmamento, apareciendo y desapareciendo de repente. Tal vez quemase. Tal vez matase instantneamente, sin sufrimiento.Cay la noche, y la neblina se disip. Pudo ver el valle all abajo, las luces de Akbar y las hogueras del campamento asirio. Escuch los ladridos de los perros y el canto de los guerreros.Estoy preparado se dijo. Acept que era un profeta y actu lo mejor que pude... Pero fall, y ahora Dios necesita otro.En ese momento, una luz descendi hasta l...El fuego del cielo!, pens.La luz, sin embargo, se mantuvo frente a l. Y una voz dijo:Soy un ngel del Seor.Elas se arrodill y apoy su rostro en la tierra.Ya lo vi otras veces y siempre obedec al ngel del Seor respondi Elas sin levantar la cabeza, que slo me hace sembrar desgracias por donde paso.Pero el ngel continu:Cuando vuelvas a la ciudad, pide tres veces que el nio retorne a la vida. El Seor te escuchar la tercera vezPor qu debo hacer eso?Por la grandeza de Dios.Aunque eso suceda, ya dud de m mismo y no soy ms digno de mi tarea respondi Elas.Todo hombre tiene derecho a dudar de su tarea y a abandonarla de vez en cuando; lo nico que no puede hacer es olvidarla. Quien no duda de s mismo es indigno, porque confa ciegamente en su capacidad y peca por orgullo. Bendito sea aquel que pasa por momentos de indecisin.Hace un momento pudiste comprobar que ni siquiera estaba seguro de que fueses un emisario de Dios.Ve, y haz lo que te digo.Haba pasado mucho tiempo cuando Elas descendi de la montaa. Los guardias seguan esperando junto a los altares de sacrificio, pero la multitud ya haba retornado a Akbar.Estoy preparado para la muerte dijo l. Ped el perdn de los dioses de la Quinta Montaa y ellos ahora exigen que, antes de recibirla, yo pase por la casa de la viuda que me acogi y le pida que tenga piedad de mi alma.Los soldados lo llevaron de vuelta y fueron a consultar al sacerdote.Haremos lo que pides dijo el sacerdote al prisionero. Ya que pediste perdn a los dioses, debes hacerlo tambin a la viuda. Para que no intentes escapar, irs acompaado de cuatro soldados armados. Pero no pienses que conseguirs convencerla para pedir clemencia por tu vida; en cuanto amanezca, te ejecutaremos en el centro de la plaza.El sacerdote hubiera querido preguntar qu es lo que haba encontrado all arriba. Pero estaba en presencia de los soldados, y la respuesta hubiera podido ser embarazosa. Por eso resolvi quedarse callado, pero encontr que era buena idea que Elas pidiera perdn en pblico; as nadie ms tendra dudas sobre el poder de los dioses de la Quinta Montaa.Elas y los soldados fueron hasta el msero callejn donde haba vivido algunos meses. La casa de la viuda estaba con las ventanas y la puerta abiertas, de modo quesegn la tradicin el alma de su hijo pudiese salir para ir a habitar junto a los dioses. El cuerpo estaba en el centro de la pequea sala, velado por los vecinos.Cuando notaron la presencia del israelita, hombres y mujeres quedaron horrorizados.Sacadlo de aqu! gritaron a los guardias. No basta el mal que ya caus? Es tan perverso que los dioses de la Quinta Montaa no quisieron ensuciarse las manos con su sangre!Dejaron para nosotros la tarea de matarlo! grit otro. Y lo haremos ahora, sin esperar la ejecucin ritual!Enfrentando los empujones y los golpes, Elas se libr de las manos que lo sujetaban y corri hasta la viuda, que lloraba en un rincn.Puedo traerlo de regreso de los muertos. D-jame acercarme a tu hijodijo. Slo por un instante.La viuda ni siquiera levant la cabeza.Por favor insisti l. Aunque sea lo ltimo que hagas por m en esta vida, dame una ocasin de retribuir tu generosidad.Algunos hombres lo agarraron para alejarlo de all. Pero Elas se debata y luchaba con todas sus fuerzas, implorando para que le dejasen tocar al nio muerto. Aunque era jpven y fuerte, termin siendo empujado hasta la puerta de la casa.ngel del Seor, dnde ests! grit al cielo. En ese momento, todos permanecieron inmviles. La viuda se haba levantado y se diriga hacia l. Tomndolo de la mano, lo llev hasta donde estaba el cadver del hijo y apart la sbana que lo cubra:He aqu la sangre de mi sangre dijo. Que caiga sobre la cabeza de tu familia si no consigues lo que deseas.l se aproxim para tocarlo.Un momento! dijo la viuda. Antes, Pide a tu Dios que mi maldicin se cumpla.El corazn de Elas lata con fuerza, pero crea en las palabras del ngel:Que la sangre de este nio caiga sobre mis padres y hermanos, y sobre los hijos e hijas de mis hermanos, si yo no hiciera lo que dije!Entonces, con todas sus dudas, sus culpas y sus temores...... l lo tom de los brazos de ella y lo llev arriba, al cuarto donde l mismo habitaba. Entonces clam a los cielos, diciendo Oh, Seor, hasta a esta viuda con quien me hospedo afligiste, matando a su hijo! e, inclinndose tres veces sobre el nio, clam al Seor diciendo: Oh, Seor mi Dios, haz que el alma de esta criatura vuelva a entraren ella!.Por algunos instantes nada sucedi. Elas se vio de nuevo en Gileade, delante del soldado con el arco apuntando a su corazn, sabiendo que muchas veces el destino de un hombre no tiene nada que ver con lo que cree o teme. Sentase tranquilo y confiado como aquella tarde, sabiendo que, independientemente del resultado, haba una razn para que todo aquello sucediera. En la cima de la Quinta Montaa, el ngel haba llamado a esa razn grandeza de Dios; l esperaba entender algn da por qu el Creador necesitaba a sus criaturas para mostrar esta gloria.Fue entonces cuando el nio abri los ojos.Dnde est mi madre? pregunt.Abajo, esperando por ti respondi Elas, sonriendo.Tuve un extrao sueo. Viajaba por un agujero negro, a una velocidad mayor que el ms rpido caballo de carreras de Akbar. Vi a un hombre, que s que era mi padre, aunque nunca lo haya conocido. Entonces llegu a un lugar muy bonito, donde me hubiera gustado quedarme; pero otro hombre, que no conozco, aunque me pareciese alguien muy bueno y valiente, me pidi cariosamente que volviese de all. Yo quera seguir, pero t me despertaste.El nio pareca triste. El lugar donde casi entr deba de ser muy hermoso.No me dejes solo, porque t me hiciste volver de un lugar donde yo saba que estaba protegido.Vamos a bajardijo Elas; tu madre quiere verte.El chico intent levantarse, pero estaba demasiado dbil para andar. Elas lo tom en brazos y baj.Las personas en la sala de la planta baja parecan presas de un profundo terror.Por qu hay tanta gente aqu? pregunt el nio.Antes de que Elas pudiese responder, la viuda tom al hijo en brazos y comenz a besarlo, llorando.Qu te han hecho, madre? Por qu ests triste?No estoy triste, hijo mo respondi ella secndose las lgrimas. Nunca estuve tan alegre en mi vida.Y, diciendo esto, la viuda se arroj de rodillas y empez a gritar:Ahora s que eres hombre de Dios! La verdad del Seor sale de tus palabras!Elas la abraz, pidindole que se levantase.Suelten a este hombre! dijo ella a los soldados. Ha combatido el mal que se haba abatido sobre mi casa!Las personas que estaban all reunidas no podan creer lo que vean. Una joven de veinte aos, que trabajaba como pintora, se arrodill al lado de la viuda. Poco a poco, todos fueron imitando su gesto, inclusive los soldados encargados de conducir a Elas al cautiverio.Levantaos! pidi l y adorad al Seor. Yo soy apenas uno de sus siervos, quizs el menos capacitado.Pero todos continuaron arrodillados, con la cabeza baja.Has hablado con los dioses de la Quinta Montaa se oy decir a alguien y ahora puedes hacer milagros.No hay dioses all. Vi a un ngel del Seor, que me orden hacer esto.T estuviste con Baal y sus hermanos dijo otra persona.Elas se abri paso, empujando a las personas arrodilladas, y sali a la calle. Su corazn continuaba agitado, como si no hubiese cumplido correctamente la tarea que el ngel le haba enseado. ~De qu sirve resucitar a un muerto si nadie cree de dnde viene tanto poder? El ngel le haba indicado clamar tres veces el nombre del Seor, pero nada le haba dicho sobre cmo explicar el milagro a la multitud reunida en la planta baja. Podra ser que, como los antiguos profetas, lo que quise fue impresionar, para satisfacer mi vanidad?, se preguntaba a s mismo.Entonces escuch la voz de su ngel de la guarda, con quien conversaba desde la infancia.Hoy has estado con un ngel del Seor.S respondi Elas. Pero los ngeles del Seor no conversan con los hombres; se limitan a transmitir las rdenes que emanan de Dios.Usa tu poder dijo el ngel de la guarda.Elas no entendi qu quera decir con esto.No tengo ninguno. Slo el que me viene del Seor.Nadie tiene. Pero todo el mundo tiene el poder del Seor, y nadie lo usa.Y aadi el ngel:A partir de ahora y hasta el momento en que regreses a la tierra que dejaste, ningn otro milagro te ser permitido.Y cundo ser eso?El Seor te necesita para reconstruir Israel dijo el ngel. Pisars otra vez su suelo cuando aprendas a reconstruir.Y no dijo nada ms.

Segunda parteEl sacerdote rez sus oraciones al sol que naca y pidi al dios de la Tempestad ya la diosa de los Animales que tuviesen piedad de los ingenuos. Alguien le haba contado esa maana que Elas haba recuperado al hijo de la viuda del reino de los muertos.La ciudad se hallaba atemorizada y excitada al mismo tiempo. Todos crean que el israelita haba recibido su poder de los dioses en la Quinta Montaa, y ahora se haca mucho ms difcil acabar con l. Pero la hora adecuada llegar, se dijo a s mismo.Los dioses haran surgir otra oportunidad para acabar con l. Pero la clera divina tena otro motivo, y la presencia de los asirios en la entrada del valle era una seal. Por qu los centenares de aos de paz estaban a punto de terminar? l tena la respuesta: la invencin de Biblos. Su pas haba desarrollado una forma de escritura accesible a todos, incluso a aquellos que no estaban preparados para utilizarla. Cualquier persona poda aprenderla en poco tiempo y esto sera el fin de la civilizacin.El sacerdote saba que de todas las armas de destruccin que el hombre fue capaz de inventar, la ms terrible, la ms poderosa, era la palabra. Los puales y las lanzas dejaban vestigios de sangre; las flechas podan ser vistas a distancia, los venenos terminaban por ser detectados y evitados. Pero la palabra consegua destruir sin dejar rastro. Si los rituales sagrados pudiesen ser difundidos, mucha gente podra utilizarlos para intentar modificar el orden del universo, y eso confundira a los dioses.Hasta ese momento, slo la casta sacerdotal conoca la memoria de los antepasados, que era transmitida oralmente, y bajo juramento de que las informaciones seran mantenidas en secreto. Los caracteres que los egipcios haban divulgado por el mundo exigan prolongados aos de estudio, por lo que nicamente los que estaban muy preparados, como los escribas y sacerdotes, podan intercambiar informaciones. Otras culturas tenan sus formas rudimentarias de registro de la historia, pero eran tan complicadas que nadie se preocupaba de intentar aprenderlas fuera de las propias regiones donde eran usadas.La invencin de Biblos posea, en cambio, una cualidad extraordinaria: poda ser usada por cualquier pas, independientemente de, la lengua que hablasen. Hasta los propios griegos, que generalmente rechazaban todo lo que no naca en sus ciudades, ya haban adoptado la escritura de Biblos como prctica corriente en sus transacciones comerciales. Como eran especialistas en apropiarse de todo cuanto pudiera ser novedad, ya haban bautizado la invencin de Biblos con un nombre griego: alfabeto.Los secretos guardados celosamente durante siglos de civilizacin, corran el riesgo de ser expuestos a la luz. Comparado con esto, el sacrilegio cometido por Elas al traer a alguien desde la otra orilla del ro de la muerte, como los egipcios acostumbraban decir, careca de importancia.Estamos siendo castigados porque ya no somos capaces de preservar convenientemente las cosas sagradas pens. Los asirios estn a nuestras puertas, atravesarn el valle y destruirn la civilizacin de nuestros antepasados.Y acabaran con la escritura. El sacerdote saba que la presencia del enemigo no era una casualidad: era el precio a pagar. Los dioses haban planeado todo muy bien, de manera que nadie se diera cuenta de que eran ellos los responsables; haban colocado en el poder a un gobernador ms preocupado de los negocios que del ejrcito, haban alentado la codicia de los asirios, haban hecho que la lluvia escaseara cada vez ms y haban trado a un infiel para dividir a la ciudad. Pronto estallara la guerra.Akbar continuara existiendo, incluso despus de eso. Pero la amenaza de los caracteres de Biblos sera borrada para siempre de la faz de la Tierra. El sacerdote limpi con cuidado la piedra que sealaba el lugar donde, muchas generaciones atrs, el peregrino extranjero haba encontrado el lugar indicado por los cielos y fundado la ciudad. Qu bella es!, pens. Las piedras eran una imagen de los dioses: duras, resistentes, sobreviviendo en cualesquiera condiciones, sin tener que explicar por qu estaban all. La tradicin oral deca que el centro del mundo estaba marcado por una piedra, y en su infancia haba llegado a pensar en buscarla. Continu alimentando la idea hasta ese ao, pero la presencia de los asirios en el fondo del valle le hizo comprender que jams cumplira su sueo.No importa. Ha correspondido a mi generacin ser ofrecida en sacrifico por haber ofendido a los dioses. Hay cosas inevitables en la historia del mundo, y tenemos que aceptarlas.Se prometi a s mismo obedecer a los dioses: no procurara evitar la guerra.Quizs hayamos llegado al final de los tiempos. Ya no hay forma de eludir las crisis, que son cada vez ms frecuentes.El sacerdote tom su bastn y sali del pequeo templo; haba concertado una cita con el comandante de la guarnicin de Akbar.Estaba casi llegando a la muralla del sur cuando fue, abordado por Elas:El Seor trajo a un nio de regreso del mundo de los muertos dijo el israelita. La ciudad cree en mi poder.El nio no deba de estar muerto respondi el sacerdote. Ya ha pasado otras veces; el corazn se para y despus vuelve a latir. Hoy toda la ciudad est hablando de esto; maana se acordarn de que los dioses estn cerca y pueden escuchar lo que estn diciendo. Entonces sus bocas volvern a enmudecer. Ahora debo irme, porque los asirios se preparan para el combate.Escucha lo que tengo que decirte: despus del milagro de anoche, me fui a dormir afuera de las murallas, porque necesitaba un poco de tranquilidad. Entonces el mismo ngel que vi en lo alto de la Quinta Montaa se me apareci otra vez y me dijo: Akbar ser destruida por la guerra.Las ciudades no pueden ser destruidas dijo el sacerdote. Sern reconstruidas setenta veces siete porque los dioses saben dnde las colocaron, y las necesitan all.El gobernador se aproxim. Vena acompaado de un grupo de cortesanos, y pregunt:Qu es lo que dices?Que busquis la paz repiti Elas.Si tienes miedo, regresa al lugar de donde viniste repuso secamente el sacerdote.Jezabel y su rey estn, esperando a los profetas fugitivos para matarlos dijo el gobernador. Pero me gustara que me contaras cmo pudiste subir a la Quinta Montaa sin ser destruido por el fuego del cielo.El sacerdote necesitaba interrumpir aquella conversacin; el gobernador estaba pensando en negociar con los asirios y poda querer utilizar a Elas para sus propsitos.No lo escuches dijo. Ayer, cuando fue trado a mi presencia para ser juzgado, vi que lloraba de miedo.Mi llanto era por el mal que pensaba haber causado, pues slo tengo miedo de dos cosas: del Seor y de m mismo. No hu de Israel, y estoy listo para volver en cuanto el Seor lo permita. Acabar con su bella princesa y la fe de Israel sobrevivir a esta nueva amenazaHay que tener el corazn muy duro para resistirse a los encantos de Jezabel ironiz el gobernador. No obstante, si eso llegara a suceder, enviaramos a otra mujer ms hermosa an, como ya hicimos antes de ella.El sacerdote deca la verdad. Doscientos aos antes, una princesa de Sidn haba seducido al ms sabio de todos los gobernantes de Israel, el rey Salomn. Ella le pidi que construyera un altar en homenaje a la diosa Astart, y Salomn le obedeci. A causa de este sacrilegio, el Seor hizo que se sublevaran los ejrcitos vecinos, y Salomn fue maldecido por Dios.Lo mismo suceder con Ajab, el marido de Jezabel pens Elas. El Seor le hara cumplir su tarea cuando llegase la hora. Pero de qu serva intentar convencer a esos hombres que tena enfrente? Ellos eran como los que vio la noche anterior, arrodillados en el suelo de la casa de la viuda, alabando a los dioses de la Quinta Montaa: la tradicin jams los dejara pensar de manera diferente.Es una pena que tengamos que respetar la ley de hospitalidad dijo el gobernador, que aparentemente ya haba olvidado los comentarios de Elas acerca de la paz. Si no fuese as, ayudaramos a Jezabel en su tarea de acabar con los profetas.No es sta la razn por la que me conservis la vida. Sabis que soy una mercanca valiosa, queris dar a Jezabel el placer de matarme con sus propias manos. Sin embargo, desde ayer el pueblo me atribuye poderes mgicos. Piensan que encontr a los dioses en lo alto de la Quinta Montaa; en cuanto a vosotros, nada os importara ofender a los dioses, pero no deseis irritar a los habitantes de la ciudad.El gobernador y el sacerdote dejaron a Elas hablando solo y siguieron en direccin a las murallas. En aquel momento el sacerdote decidi que matara al profeta israelita en la primera oportunidad; lo que antes era una mercanca, ahora se haba transformado en una amenaza.Al verlos alejarse, Elas se desesper. Qu podra hacer para servir al Seor? Entonces comenz a gritar en medio de la plaza:Pueblo de Akbar! Anoche sub a la Quinta Montaa y convers con los dioses que all habitan! Cuando volv, fui capaz de traer a un nio del reino de los muertos!Las personas se agruparon a su alrededor; la historia ya era conocida por toda la ciudad. El gobernador y el sacerdote se detuvieron en medio del camino y volvieron para ver qu pasaba; el profeta israelita estaba diciendo que haba visto a los dioses de la Quinta Montaa adorando a un Dios superior.Ordenar que lo maten dijo el sacerdote.Y la poblacin se rebelar contra nosotros respondi el gobernador interesado en lo que el extranjero estaba diciendo. Es mejor esperar que corneta un error.Antes de bajar de la montaa, los dioses me encargaron ayudar al gobernador contra la amenaza de los asirios continu Elas. S que l es un hombre honrado, y quiere escucharme; pero existen personas interesadas en que estalle la guerra y no dejan que yo me aproxime a l.El israelita es un hombre santo dijo un viejo al gobernador. Nadie puede subir a la Quinta Montaa sin ser fulminado por el fuego del cielo. Pero este hombre lo consigui, y ahora resucita a los muertos.Tiro, Sidn y todas las ciudades fenicias tienen la tradicin de la paz dijo otro viejo; ya pasamos por otras amenazas peores y conseguimos superarlas.Algunos enfermos e invlidos empezaron a aproximarse, abrindose camino entre la multitud, tocando la ropa de Elas y pidiendo que les curase sus males.Antes de aconsejar al gobernador, cura a los enfermos dijo el sacerdote. Entonces creeremos que los dioses de la Quinta Montaa estn contigo.Elas record lo que el ngel le haba dicho la noche anterior: slo le seria permitida la fuerza de las personas comunes.Los enfermos piden ayuda insisti el sacerdote. Estamos esperando.Antes tenemos que ocuparnos de evitar la guerra. Habr ms enfermos y ms invlidos si no lo conseguimos.El gobernador interrumpi la conversacin:Elas vendr con nosotros. l ha sido tocado por la inspiracin divina.Aun cuando no creyese en la existencia de dioses en la Quinta Montaa, el gobernador necesitaba un aliado para ayudarlo a convencer al pueblo de que la paz con los asirios era la nica salida.Mientras caminaban al encuentro del comandante, el sacerdote coment con Elas:No crees en nada de lo que dije.Creo que la paz es la nica salida. Pero no creo que la cima de aquella montaa est habitada por dioses. Ya estuve all.Y que viste?Un ngel del Seor. Ya lo haba visto antes, en otros lugares por donde anduve respondi Elas. Y slo existe un Dios.El sacerdote ri.Es decir, que en tu opinin, el mismo dios que hizo la tempestad, hizo tambin el trigo, aunque sean cosas completamente diferentes.Ves la Quinta Montaa? pregunt Elas. De cada lado que mires te parecer diferente, aunque sea la misma montaa. As sucede con todo cuanto fue creado: muchas caras del mismo Dios.

Llegaron a lo alto de la montaa, desde donde se vea a la distancia el campamento enemigo. En el valle desrtico, las tiendas blancas resaltaban a la vista.Un tiempo atrs, cuando los centinelas haban notado la presencia de los asirios en una de las extremidades del valle, los espas capturados dijeron que estaban all en misin de reconocimiento. En esa ocasin, el comandante sugiri que fueran apresados y vendidos como esclavos. Pero el gobernador se decidi por otra estrategia: no hacer nada. Apostaba al hecho de que, estableciendo buenas relaciones con ellos, poda abrir un nuevo mercado para el comercio de vidrios fabricados en Akbar; adems, aunque estuviesen all para preparar una guerra, los asirios saban que las ciudades pequeas estn siempre del lado de los vencedores. En este caso, todo lo que los generales asirios deseaban era pasar por ellas sin encontrar resistencia en busca de Tiro y Sidn. stas, s, eran las ciudades que guardaban los tesoros y los conocimientos de su pueblo.La patrulla haba acampado a la entrada del valle y, poco a poco, se le haban ido sumando refuerzos. El sacerdote deca conocer la razn: la ciudad tena un pozo de agua, el nico pozo en varios das de caminata por el desierto. Si los asirios queran conquistar Tiro o Sidn, necesitaban aquella agua para abastecer a sus ejrcitos.Al finalizar el primer mes, an podan expulsarlos. Al final del segundo mes, an podan vencer con facilidad y negociar una retirada honrosa de los soldados asirios.Se quedaron esperando el combate, pero sus adversarios no atacaban. Al final del quinto mes, an podan ganar la batalla. Atacarn pronto porque deben de estar sufriendo sed, se deca el gobernador. Pidi al comandante que elaborase estrategias de defensa y mantuviese a sus hombres en entrenamiento constante para reaccionar ante un ataque sorpresa.Pero l se concentraba solamente en la preparacin de la paz.

Haba transcurrido ya medio ao y el ejrcito asirio continuaba acampado. La tensin en Akbar, creciente durante las primeras semanas de ocupacin, haba disminuido notoriamente. Las personas continuaban sus vidas: los agricultores volvan a ir a los campos, los artesanos fabricaban el vino, el vidrio y el jabn y los comerciantes seguan comprando y vendiendo sus mercancas. Todos pensaban que si Akbar no haba atacado al enemigo era porque la crisis sera resuelta en breve con negociaciones. Todos saban que el gobernador haba sido designado por los dioses y conoca siempre la mejor decisin que se deba adoptar.Cuando Elas lleg a la ciudad, el gobernador haba mandado difundir rumores sobre la maldicin que el extranjero traa consigo; as, si la amenaza de guerra se hiciera insoportable, siempre podra culpar a su presencia como la principal razn del desastre. Los habitantes de Akbar quedaran convencidos de que, con la muerte del israelita, el universo volvera a su lugar. El gobernador explicara entonces que ahora era demasiado tarde para exigir que los asirios se retiraran; mandara ejecutar a Elas y explicara a su pueblo que la paz era la mejor solucin. En su opinin, los mercaderes, que tambin deseaban la paz, forzaran a los otros a aceptar esta idea.Durante todos estos meses haba luchado contra la presin del sacerdote y del comandante, que exigan atacar de inmediato. Los dioses de la Quinta Montaa, sin embargo, nunca lo abandonaron; ahora, con el milagro de la resurreccin de la noche anterior, consideraba de capital importancia respetar la vida de Elas.Qu hace ese extranjero con vosotros? pregunt el comandante.Fue iluminado por los dioses respondi el gobernador y nos ayudar a descubrir la mejor salida.Rpidamente cambi de conversacin:Parece que el nmero de tiendas ha aumentado hoy.Y aumentar ms an maana dijo el comandante. Si hubiramos atacado cuando no formaban ms que una patrulla, posiblemente no habran vuelto.Te equivocas. Alguno de ellos terminara escapndose y volveran para vengarse.Cuando atrasamos la cosecha, los frutos se pudren insisti el comandante, pero cuando atrasamos los problemas, no paran de crecer.El gobernador explic que la paz reinaba en Fenicia desde haca casi tres siglos y eso era el gran orgullo de su pueblo. Qu diran las generaciones futuras si l interrumpiese esta prosperidad?Enva a un emisario para negociar con ellos dijo Elas. El mejor guerrero es aquel que consigue transformar al enemigo en amigo.No sabemos exactamente lo que quieren. Ignoramos incluso si desean conquistar nuestra ciudad. Cmo podemos negociar?Hay seales de amenaza. Un ejrcito no pierde su tiempo haciendo ejercicios militares lejos de su pas.Cada da llegaban ms soldados, y el gobernador se ocupaba de calcular la cantidad de agua que sera necesaria para todos aquellos hombres. En poco tiempo, la ciudad estara indefensa ante el ejrcito enemigo.Estamos en condiciones de atacar ahora? pregunt el sacerdote al comandante.S, podemos atacar. Perderemos muchos hombres, pero salvaremos la ciudad. No obstante, debemos adoptar una decisin ahora mismo.No debemos hacer eso, gobernador. Los dioses de la Quinta Montaa me dijeron que an tenemos tiempo de encontrar una solucin pacfica dijo Elas.Aunque haba escuchado la conversacin del sacerdote con el israelita, el gobernador fingi creerle. A l le daba exactamente igual que Sidn y Tiro fueran gobernadas por los fenicios, por los cananeos o por los asirios; lo importante era que la ciudad pudiese continuar comerciando sus productos.Ataquemos insisti el sacerdote.Esperemos un da ms pidi el gobernador. Puede ser que las cosas se resuelvan.Tena que decidir en seguida la mejor forma de enfrentarse a la amenaza de los asirios. Descendi de la muralla y se dirigi al palacio, pidiendo al israelita que lo acompaase.Por el camino observ al pueblo que lo circundaba: los pastores llevando a las ovejas a las montaas, los agricultores yendo a los campos, para intentar arrancar de la tierra seca un poco de sustento para ellos y sus familias. Vio a soldados que hacan ejercicios con sus lanzas, y a algunos mercaderes recin llegados que exponan sus productos en la plaza. Por increble que pudiese parecer, los asirios no haban cerrado el camino que atravesaba el valle en toda su extensin; los comerciantes continuaban circulando con sus mercancas, y pagando a la ciudad la tasa por el transporte.Ahora que han conseguido reunir una fuerza poderosa, por qu no cierran el camino? quiso saber Elas.El imperio asirio necesita los productos que llegan a los puertos de Sidn y Tiro respondi el gobernador. Silos comerciantes fueran amenazados, interrumpiran el flujo de abastecimiento y las consecuencias seran ms graves que una derrota militar. Debe de haber una manera de evitar la guerra.S dijo Elas. Si desean agua, podemos vendrsela.El gobernador no dijo nada. Pero percibi que poda usar al israelita como un