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“Chanel hay una sola”
SU VIDA…
Como toda gran leyenda su historia está marcada por la pobreza, el
abandono, el amor, la genialidad y la fama.
Hija natural de un vendedor ambulante y de una dueña de casa de
escasos recursos, Gabrielle Chanel nació en un hospicio de Saumur, el 19 de
agosto de 1883. En permanente situación de escasez sobrellevó a duras penas
sus primeros años de infancia junto a sus cuatro hermanos.
A los seis, su madre murió víctima de tuberculosis y el padre se
desentendió de ellos, enviándolos al condado de Auvergene, al cuidado de dos
tías. Por eso, su partida de
nacimiento está registrada
ahí con fecha de 1893.
Con ellas aprendió a
coser y manejar el hilo y la
aguja con especial habilidad,
lo que hizo que, a los 17
años, las monjas del
orfanato de Aubazine le
consiguieran un empleo
como costurera.
De una gran personalidad, nada la detuvo cuando en 1905 resolvió
convertirse en cantante de un cabaret, oficio que desplegó por tres años y que
la introdujo en el mundo de divertimento y las relaciones amorosas pasajeras.
Su sobrenombre de “Coco”, diminutivo de mascota, se lo debe
precisamente a esas tías que la cuidaron, pero otros aseguran que surgió como
una suerte de nombre artístico, a partir de las melodías que entonaba.
De la mano de uno de sus primeros adinerados amantes partió a París, y
así en 1909 se instaló en un pequeño departamento en el Boulevard de
Malesherbes donde rápidamente abrió su primera tienda de sombreros, Modas
Chanel.
Siempre apoyada
económicamente por sus
compañeros de cama, unos
años más tarde se instaló
en las localidades que
frecuentaban los ricos de
Deauville, Normandía,
(1913) y Biarritz (1916).
Recién, en 1920, trasladó a
París, en la Rue Cambon,
su primera Casa Chanel.
Observadora innata,
la estricta moda aplicada sobre las mujeres -que usaban grandes sombreros
cargados de animales y flores, corsé y recargados diseños- la hizo desplegar
toda su imaginería hasta convertirse en una de las grandes diseñadoras del S
XX, tan trascendental como Christian Dior y otros grandes que la siguieron.
Guiada por su espíritu libertario no tuvo complicaciones para vincularse
con adinerados hombres de la sociedad europea ni con estrellas del cine
naciente u oficiales nazis o parientes
del zar.
Fue el playboy Etienne Balsan
quien la colocó con su tienda de
sombreros, pero su vínculo con el
amigo de éste, el socialité y jugador de
polo inglés Arthur “Boy” Capel, fue el
que posibilitó su despegue. La muerte
temprana de éste, quizás su amor más
importante, hizo que ningún otro llegará
a ocupar su lugar por un tiempo
prolongado.
Ambos la convirtieron en la gran
dama de la moda, una que rechazó una
propuesta de matrimonio, pero no las sábanas, del duque de Westminster. “Ha
habido muchas duquesas de Westminster, Chanel hay una sola”, fue su
explicación.
Se codeó con grandes
artistas y escritores
contemporáneos como Pablo
Picasso, Igor Stravinsky, el ruso
Diaghilev, Goerge Bernard Shaw y
Jean Cocteau. Todos vieron en ella
a una de las pioneras del
feminismo, dispuesta a romper
fórmulas y esquemas.
Pese a los años de recesión,
en 1931, el magnate
hollywoodense Samuel Goldwin la
contrató por un millón de dólares
para que vistiera a sus grandes
musas del celuloide como
Katherine Hepburn, Grace Nelly,
Elizabeth Taylor y Gloria Swanson.
Coco marcó la pauta de la moda durante los locos años ´20, pero ni
siquiera su pasado como enfermera durante la Primera Guerra Mundial,
pudieron impedir que su reputación cayera por los suelos durante la Segunda,
conflicto que la golpeó en todos sus frentes.
La caída de París en manos alemanas, la obligaron a cerrar sus tiendas
en 1939, pero el trasfondo estuvo en su supuesto antisemitismo y su amorío
con un miembro de la Gestapo (Hans Gunther von Dincklage), quien la llevó a
vivir al hotel Ritz y de ahí, un exilio, en Suiza, durante 15 años.
Recién en 1954 y con 71 años, reabrió su casa de moda, pero ya otros
diseñadores de renombre se habían instalado en su sitial. Se mantuvo al frente
de ella con un extraordinario dinamismo y adaptándose a las diversas
tendencias que recorrían el mundo.
Pero su vida terminó en forma tan impredecible como la vivió. El 10 de
febrero de 1971, sola en su departamento ubicado en el hotel Ritz, con vista a
la Place Vendome, y a los 87 años, la muerte la sorprendió de noche,
diseñando.
Aún así siguió siendo una mujer influyente y creativa, dispuesta a
mantener con todo su máxima: la libertad de movimiento. Su cuerpo yace en
Lausanne, Suiza, resguardo por cinco leones de piedra.
SU SELLO…
Libertad de movimiento___________________
Coco Chanel fue una visionaria. Logró interpretar a tiempo la opresión que
sentían las mujeres y estuvo ahí cuando estallaron los locos años ´20.
Cansadas de corsés y bustos entallados, de sombreros con plumas, pájaros y
tules, las mujeres gritaban al mundo la necesidad de un cambio que les
permitiera “libertad de movimiento” y Coco era la indicada.
De una vida personal nada de
conservadora ni reservada, creía
firmemente que la mujer podía
mostrase elegante sin tener que
cargar con todo el peso de una moda
que las retenía en la casa.
Es así como los primeros pasos de
esa liberación femenina la dio en el
campo de los sombreros, quitándoles
todos los adornos inútiles,
disminuyendo su tamaño e incluso
avanzando así una estilizada pero –
horror- masculina gorra o boina.
No faltaron quienes la acusaron de
profanadora y libertina, pero Chanel
no dio paso atrás e impuso sus
diseños sencillos de línea recta, pero
que nunca impedían el movimiento natural de las mujeres.
Ella fue la primera modelo de pasarela de sus diseños. Su estilo lo tomó de la
ropa de sus amantes que acostumbraba vestir y, por eso, causó gran
sensación cuando se apareció -por primera vez en público- en un hipódromo,
vestida con un elegante traje sastre y un discreto sombrero.
Su clásico Chanel, esa chaqueta y falda de
corte sencillo, en “tweed” fue la respuesta
que le dio a las mujeres que reclamaban
más libertad. Al tiempo sumó las blusas
blancas, los corbatines y los diseños con
corte militar y también naviero que patentó
luego de sus paseos en yate con el Duque
de Westminster.
También dejó su sello en esas cadenas que
utilizaba en el dobladillo de las chaquetas o
los chalecos adaptados y que la llevaron al traje de tres piezas para damas; en
los pullover de cuello tortuga y en los zapatos de punta negra que diseñó para
estilizar aún más las figuras delgadas.
No sólo transformó el tweed, tela destinada a los trajes de varones, en una
pieza de vestir femenina, si no que el “jersey”, esa lanilla que se usaba para la
ropa interior de los hombres, se convirtió en su mejor aliada. Su furró negro o
“littel black dress”, que estrenó en 1926, era un dos piezas de corte recto, sin
cintura, que no impedía la movilidad debido a la elasticidad de su material.
También avanzó en el campo de la joyería, dando paso a la bisutería. Sus
propias joyas, que recibió de sus amantes, las copió y luego vendió, y comenzó
a popularizar largas cadenas, collares de grandes perlas de fantasía y gruesos
pendientes.
Además, invadió el campo de las carteras con un diseño acolchado –quilted- al
cual le agregó una cadena para terminar así con esos incómodos bolsos que
no liberaban nunca las manos de las señoras.
Pese a la simpleza de sus modelos, no abandonó
algunas faldas ampliadas que no tenían tal carácter
gracias a las telas utilizadas y en los años ´30
retomó algunos diseños con plisados. Pero
siempre, se mantuvo alejada del “new look”
instaurado por su competidor Christian Dior, quien
con sus figurines entallados y ampliadas faldas
quiso devolver a la mujer el glamour que, según él,
Coco les había quitado.
Aunque una de sus máximas era que “para lograr
ser irremplazable, uno siempre debe ser diferente”, su estilo consagró los
colores negro, blanco y beige y durante sus años al frente de Casa Chanel no
los abandonó e incluso pudo sobrellevar con éxito el Art Decó y convertirse en
una de sus iconos.
Aunque nunca estuvo dispuesta a diseñar para las grandes masas y elevaba el
precio de sus creaciones –a las que ponía monedas con las dos CC en vez de
botones- porque sabía que con eso las haría exclusivas, estuvo dispuesta a
democratizar el lujo al crear en 1923 su perfume Chanel No. 5, que popularizó
Marilyn Monroe con su indiscreto comentario sobre como dormía.
En los años ´30 creó su primera línea de cosméticos -que a Chile trae Moure-
compuesto por un lápiz labial, polvos traslúcidos y colorete con los que
consiguió ubicarse en el mercado del maquillaje.
“El carisma es mejor que la
belleza. Dura más” dijo en una
oportunidad, clara de que el lujo
era una necesidad espiritual, pero
que en su caso tenía un
trasfondo en un pasado de
escasez.
El 2005, el Museo de Arte
Metropolitano de Nueva York
montó una retrospectiva con 63
trajes originales de la diseñadora
y quienes asistieron, vistieron los
últimos modelos de su sucesor,
Karl Lagerfeld.
Su impresionante vida fue llevada
a las tablas de Broadway, en 1969, en un musical que interpretó Katherine
Hepburn, oportunidad en la que pasó a llamarse simplemente “Coco”.
SU SUCESOR…
Karl Lagerfeld: El hombre que reconstruyó Chanel________________________________
No hay discusión: si Coco Chanel creó la casa de modas más importante
de la historia, Karl Lagerfeld terminó de consolidar su estilo. Con cara de pocos
amigos y perfeccionista a rabiar, este alemán va a cumplir 23 años al mando de
la marca más importante de Francia. Sin renegar de los tradicionales collares
de perlas y los trajecitos sastre, es el más vanguardista de los creadores de la
antigua escuela.
Juan Luis Salinas T.
Dictador. Caprichoso. Ultra
conservador. Deslenguado. Kayser.
Terminator. Son algunos de los
adjetivos o sobrenombres que la
prensa de modas acostumbra a
utilizar a la hora de describir la
personalidad de Karl Lagerfeld, uno
de los personajes más importantes del
negocio de la costura internacional.
Aunque el listado de calificativos
parece poco agradable, no resulta
errado. El costurero alemán, además
de todo eso, es el más multifacético
de los creadores de la vieja escuela.
A sus confesados 65 años (aunque
según el semanario alemán Bild am Sontag aseguró que su partida de
nacimiento delata que tiene 70), lleva más de la mitad de la vida dedicado a la
moda, y este año cumplió dos décadas al mando de la principal casa parisina:
Chanel. Todo un logro, porque cuando tomó su jefatura, las apuestas eran
bastante desconfiadas. Todos reconocían su inteligencia y creatividad, pero
también sabían de su carácter y arranques de divo. Temían que olvidara la
distinción que caracterizaba a la marca y se
dejara llevar por sus arrebatos estilísticos,
convirtiendo las solemnes presentaciones
de Coco en un infierno.
Durante estos 20 años, en vez de gritos de
espanto sólo ha ganado ovaciones. Incluso
sus ocurrencias más insensatas, como usar
botas de nieve con vestidos de alta costura
o hacer minifaldas de jeans con remaches
dorados para las ejecutivas, son
considerados verdaderos aciertos.
De inquietantes anteojos oscuros, pelo
tomado en una rígida y canosa cola de caballo, abanico a medio abrir en la
mano, rostro añoso con una mueca despectiva y rigurosamente vestido de
negro, su figura es inconfundible. Intimida con sólo verlo en fotografías. De ahí
el calificativo de Terminator y el resto de los adjetivos que los cronistas
especializados usan para describirlo. Calificativos que, como ha reconocido
más de una vez, "no me parecen tan desagradables y reflejan mucho de mi
personalidad". Si esa es su opinión, agreguemos más adjetivos para conocerlo.
La mejor prueba del talento de Lagerfeld
es la adoración y la amplitud de las
clientas que buscan sus diseños. Su
catálogo de seguidoras es tan variado
como las texturas con las que ha
recreado los infaltables dos piezas de sus
colecciones. Desde mujeres de la nobleza
o la aristocracia, como Carolina de
Mónaco y Bernardette Chirac; las que
brillan en la vida social, como Nan
Kemper o Susan Gutfreund; estrellas
hollywoodenses como Nicole Kidman,
Jennifer López y Selma Blair, hasta
cineastas como Pedro Almodóvar, quien
ha vestido a Victoria Abril o la travestida
Antonia San Juan con sus conservadores
trajecitos.
La admiración por su trabajo también cunde entre los creadores de moda.
Entre sus mejores amigos están el diseñador estadounidense Jeremy Scott
(famoso por su estilo medio punk y su locura por la ropa de las protagonistas
de Dinastía) y el británico Alexander McQueen, quien lo sienta en primera fila
en sus desfiles. Además, las modelos simpatizan con él: Kate Moss lo nombra
entre sus mejores amigos, la exótica Devon Aoki dice que no puede andar
tranquila si no lleva algo Chanel y Angela Lindvall asegura que le debe toda su
carrera.
Ambicioso. Para lograr su triunfo,
Lagerfeld sorteó numerosos
obstáculos y debió acostumbrarse
a su puesto de segundón luego
de Yves Saint Laurent. Partieron
juntos. Mientras un adolescente
Saint Laurent llegaba de Argelia a
París para probar suerte,
Lagerfeld dejaba su natal
Hamburgo con la misma
ambición. Cuando todavía no
cumplían la mayoría de edad, ambos compartieron el primer premio del
concurso de modas organizado por la industria de lana en 1954. Yves, con un
vestido de cóctel; Karl, con un abrigo. Ahí separaron sus caminos y comenzó
una odiosidad que rayó en la sicopatía: Algunas historias hablan del argelino, a
mediados de los '70, gritándole groserías en las afueras de su mansión, porque
le había arrebatado uno de sus amantes. Otras dicen que el germano aseguró
que el retiro de Saint Laurent de la moda hace dos años era producto de sus
excesos y alcoholismo.
Luego del concurso, Lagerfeld comenzó a trabajar con Pierre Balmain y más
tarde en el taller Jean Patou, donde afinó su gusto por los detalles y el corte
perfecto. Entonces colaboró en forma
independiente con otras casas, como Krizia y
Valentino. Aburrido y algo envidioso por el
éxito de Saint Laurent - quien se convertía en
legítimo heredero de Dior- , dejó la moda en
1964 y se trasladó a Italia para estudiar Arte.
El arrebato le duró tres años, cuando se unió
a las hermanas Fendi como diseñador de
apoyo y donde trabaja hasta hoy como
director creativo. Recuperó su fama, tomando
la dirección de Chloé (que abandonó en
1997, para darle paso a Stella McCartney). Trabajar aquí le significó el
reconocimiento de los medios por sus creaciones de aires juveniles. Su
mayores logros fueron el estilo flirt, con vestidos súper femeninos, simples y
livianos, además de la colección Deco, que mezcló estampados blanco y negro
en telas muy ligeras.
Consagrado, en 1975 lanzó su propia etiqueta
de moda, Lagerfeld Gallery, y su línea de
perfumes. Su estilo recibió muchos aplausos.
Los trajes combinados con cardigans fueron
catalogados como "intelectuales". Fue el
mejor de los piropos para un hombre
aficionado a las antigüedades, que vive en un
castillo con muebles Luis XVI y que habla
alemán, francés, inglés, italiano, portugués y
un poquito de "espaniol".
Soberbio. "Jamás trates de combinar el estilo
Lager con la tradición de Coco", fue lo primero
que Karl Lagerfeld se propuso cuando, en
1983, asumió la dirección creativa de esa
tradicional casa francesa. Se lo autoimpuso como norma inquebrantable y
durante estas dos últimas décadas lo ha cumplido con la rigidez germana que
corre por sus venas. Aunque nunca se ha olvidado de los detalles con que la
costurera parisina remeció la historia de la moda, en todas sus colecciones le
pone su propia marca a la sofisticada mujer Chanel.
Fiel al juego de blanco y negro, a las perlas, las camelias, los zapatos de
tacones cuadrados y el resto de las particularidades patentadas por
mademoiselle Chanel, reiventó su propuesta. La modernizó y la llevó al límite
de lo permitido, sin perder la aprobación de la
crítica especializada ni su prestigio. Podría
decirse que continuó la tarea que la transgresora
Coco había hecho en su búsqueda de la
elegancia y la libertad femeninas.
Soberbio, reconoce que sólo se ha limitado a
hacer su trabajo. El secreto ha sido combinar los
detalles más distintivos de la costurera francesa
con las tendencias contemporáneas.
Trabajólico. Además de crear las colección pret-á-porter de Chanel, también
diseña su propia colección y la línea italiana Fendi. También, maneja su
editorial, a la que bautizó L7, que sólo publica y vende lujosos libros de
ilustraciones y arte.
Desde 1987, se encarga de las fotografías publicitarias y los catálogos de
Chanel, de elegir a las modelos de sus campañas y hacer trabajos editoriales
para revistas (Vogue Francia, Numero o Interview), hace unos años lanzó una
edición únicamente con retratos e imágenes capturadas por su lente. También
creó una fotonovela sobre la versión moderna y maliciosa de Caperucita Roja
con Claudia Schiffer como la heroína infantil. Hace poco diseñó un piano en
honor a los 150 años de la tradicional marca Steinway.
Ondero. En 1997, se ganó los elogios de Anna Wintour, de Vogue, quien lo
nombró "el mejor intérprete de lo que está en onda y quien mejor sabe ponerlo
en la moda en momento justo". La editora neoyorquina tiene razón, durante los
últimos años Lagerfeld ha apostado por estilos bastante vanguardistas.
Recientemente asistió al lanzamiento musical del grupo electrónico Colette,
que también utilizó para su desfile en Chanel. Y además ha manifestado sus
deseos de vestir a Björk y está admirado con la belleza de Nicole Kidman, a
quien reclutó para convertir en su nueva musa.
Vanidoso. A fines de 1999, luego de contemplar las fotografías del cierre de su
colección estival para Chanel, se encontró gordo y viejo. Decidido, se propuso
tomar medidas.
Con la ayuda del nutriólogo Jean-Claude Houdret, siguió una estricta dieta y
editó un libro con los secretos que lo ayudaron a perder más 42 kilos en un
año. La bautizó como 3D: es una Dieta, fue escrita por un Diseñador y creada
por un Doctor. La receta, que consiste en una combinación de 40 por ciento de
carbohidratos, 40 de proteínas y 20 de grasas por cada comida, fue copiada
por su amigo Alexander McQueen.
Según la prensa sensacionalista, Lagerfeld comenzó su estricto régimen, luego
de iniciar su relación amorosa con Hedi Slimane, el diseñador de la colección
masculina de Dior, y famoso por sus esmoquin y pantalones ajustados. Los
mismos que ahora Lagerfeld lució orgulloso, hace dos semanas, cuando saludó
al público para cerrar la presentación primavera-verano 2004 que marcó sus
dos décadas en Chanel.
LIBROS…
“Chanel and her world”, de Edmonde Charles-Roux. Publicado por Vendome Press,
EE.UU. en 2005.
“Chanel”, de Harold Koda, Andrew Bolton y Rhonda Garelick y la colaboración de Karl
Lagerfeld; editado por el Museo Metropolitano de Nueva York, EE.UU. 2005.
“Coco Chanel, women in the arts” de Ann Gaines. Editado por Chelsea
House Publications, EE.UU. 2003.
“The world of Coco Chanel, friends, fashion, fame” de Edmonde
Charles-Roux. Editado por Gardners Books, EE.UU. en 2005.
“Coco Chanel, grandes biographies” de Henry Gidel. Editado por
Flammarion, Francia, en 2000.
“Coco Chanel Eleganz und erfolg ihres lebens” de Janet Wallach.
Editado por Kabel Verlag, Alemania, 1999.
“Chanel: the couturiere at work” de Amy de la Haye y Shelley Tobin. Editado
por Overlock, EE.UU. Última edición de 2006.
“Chanel: a woman of her own” de Axel Madsen. Editado por Owl
Books, en 1991.
“Coco Chanel, un parfum de mystere”, de Isabelle Fiemeyer. Editado por
Payot, Francia, en 1999.
PELÍCULAS…
La vida de Coco Chanel ha sido llevada al cine en dos grandes series de
televisión. Una de ellas, francesa, se titula "Une femme, une epoque" y fue
filmada en varios capítulos en 1978.
Ahí dos actrices la interpretaron en
diferentes momentos de su vida: Nada
Strancar y Clarie Dupray.
La otra serie, mucho más conocida
porque es una gran biografía de su
vida, fue filmada en 1981 bajo el título
de "Chanel solitaire" y en ella la actriz
Leila Frechet la personifica en su
juventud y Marie-France Pisier la
interpreta ya mayor.
Ahí, el famoso actor Timothy Dalton,
quien fue también James Bond 007,
personifica a Arthur Boy Capel, el
jugador de polo inglés con el que vivió uno de sus más largos romances y
Rutger Hauer hace de su primer amante, Balsan. Hablada en inglés las
locaciones fueron hechas en Inglaterra y Francia, los dos países que fueron
escenario de las aventuras de esta famosa diseñadora.
Marcó una época y las mujeres la siguieron porque les dio lo que ansiaban, libertad de movimiento. Fue vanguardia y
hoy, a 35 años de su muerte, el tiempo la ha convertido en un clásico.
CITAS…
Muchos aseguran que los creativos supieron captar y plasmar en el
cartel la esencia de Madame Chanel, revolucionaria diseñadora de modas,
fumadora empedernida, amante de los hábitos que iban en contra de los
convencionalismos de su época…
"El buen gusto estropea ciertos valores espirituales auténticos: como el propio gusto."
"Encontrar un hombre que te ame no te transforma en una cazadora de hombres, porque si lo cazaste, deja de ser un hombre para transformarse en un zorro y el día de mañana abrirá un agujero y se escapará".
"La moda reivindica el derecho individual de valorizar lo efímero." "La moda se pasa de moda, el estilo jamás." "Todo lo que es moda pasa de moda." "Una mujer puede darlo todo con una sonrisa y recuperarlo después con
una lágrima." "El perfume anuncia la llegada de una mujer y alarga su marcha." "No existen mujeres feas, sino mujeres vagas" o "No existen mujeres
feas, sólo mujeres que no saben arreglarse". "El lujo es una necesidad que empieza cuando acaba la necesidad". "Se triunfa con lo que se aprende". "Una mujer tiene la edad que se merece". "Una mujer sin perfume es una mujer sin futuro". "Las mujeres necesitamos la belleza para que los hombres nos amen, y
la estupidez para que nosotras amemos a los hombres." "Viste vulgar y solo verán el vestido, viste elegante y verán a la mujer". "Menos es Más”.