cm...acuden las canciones memoriosas, el piano desafinado, la guitarra ya casi polvo, el violín...

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pág. 12 NÚMERO • ISSN: 1999-8090 • $1.00 • pág. 4-5 © rené masola EDITORIAL ESTIMADOS LECTORES: En este nú- mero recogemos las palabras de tres cubanos muy diferentes: el gran pe- lotero Orestes Kindelán, el pianis- ta y compositor Frank Fernández y incluye poemas de... josé emilio pacheco 3 la ubre en el medio de la calle 8-9 frank fernández música pág. 6 pág. 10 el investigador de las Ciencias Socia- les Jorge Hernández Martínez. Cada uno de ellos hablará de su trayectoria, de sus sueños y frustraciones profe- sionales, y el último, de su objeto de estudio cotidiano, las relaciones en- tre los Estados Unidos y Cuba. Pero el número se adereza además con los artículos de Santiago Alba Rico y de Jorge Wejebe Cobo, y la presen- cia, que empieza a ser reclamada por ustedes, de breves textos tomados de blogs cubanos, pinceladas de cotidia- nidad y de humor. El poeta elegido para esta ocasión es José Emilio Pa- checo, un mexicano ganador del Pre- mio Cervantes, y la propuesta culi- naria expone nuevamente algunas de las posibilidades de la cocina cu- bana, para el buen comer. Gracias, una vez más... CM © archivo © zardoyas © archivo santiago alba rico lecturas jorge hernández martínez gente «la esencia de la política yanqui es expansionista, decadente y parasitaria» orestes kindelán deporte que suene el tambor un cubano maestro del piano ¿quién pone en hora el reloj biológico? 48 • ABRIL 2012 •

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pág.

12

NÚMERO

• ISSN: 1999-8090 • $1.00 •

pág.

4-5© rené masola

EditOR i a lEstimados lEctorEs: En este nú-mero recogemos las palabras de tres cubanos muy diferentes: el gran pe-lotero Orestes Kindelán, el pianis-ta y compositor Frank Fernández y

incluye poemas de...josé emilio pacheco

3la ubreen el medio de la calle

8-9

frank fernándezmúsica

pág.

6pág.

10

el investigador de las Ciencias Socia-les Jorge Hernández Martínez. Cada uno de ellos hablará de su trayectoria, de sus sueños y frustraciones profe-sionales, y el último, de su objeto de

estudio cotidiano, las relaciones en-tre los Estados Unidos y Cuba. Pero el número se adereza además con los artículos de Santiago Alba Rico y de Jorge Wejebe Cobo, y la presen-cia, que empieza a ser reclamada por ustedes, de breves textos tomados de blogs cubanos, pinceladas de cotidia-

nidad y de humor. El poeta elegido para esta ocasión es José Emilio Pa-checo, un mexicano ganador del Pre-mio Cervantes, y la propuesta culi-naria expone nuevamente algunas de las posibilidades de la cocina cu-bana, para el buen comer. Gracias, una vez más... CM

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santiago alba ricolecturas

jorge hernández martínezgente

«la esencia de la política yanqui es expansionista, decadente y parasitaria»

orestes kindelándeporte

que sueneel tambor

un cubano maestro del piano

¿quién pone en hora el reloj biológico?

48• ABRIL 2012 •

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CRÓNiC

aS

LEYDI TORRES ARIAS Tomado de http://botellasalmar.wordpress.com

Los hombres de mi familia –excepto mi primo– son aveza-dos en temas beisboleros. Las mujeres –excepto yo–…, las mu-jeres son un dibujo.

Pero eso sí, a la hora de dis-poner de la TV cuando coinci-den novela y béisbol, en mi ca-sa nunca hay disputas. Hay que ver la pelota, claro…, el desba-lance es total: somos mi papá, mi hermano y yo, contra mi mamá. Y cuando están mis abuelos, mi abuelo se declara fanático del deporte nacional, mientras mi abuela es tan indi-ferente a la novela, que después de la votación mi mamá pierde sus capítulos por marcador fa-miliar de 5-1.

Pero cuando digo que son un dibujo me vienen a la mente los tablazos que –dice mi her-mano– podríamos grabar en mi casa.

Mi mamá no entiende nada de nada. Y por consiguiente, siempre que termina un inning pregunta si ya se terminó el juego. No, mami, tu tortura continúa. «¿Demora mucho?»

Ah, porque quiere hasta que uno prediga la duración de los partidos. «¿Cuántas veces tiene que batear un pelotero?»…¡Uf, mami!

También tengo una prima que va al mismísimo estadio Sandino a preguntarle al novio que si los villaclareños son los vestidos de anaranjados… Y es entonces cuando el muchacho se da cuenta de que ella fue a comer rositas de maíz.

Mi primo, cuando digo que no sabe, es que no sabe. Llegó un día muy contento anuncian-do que «hoy sí gana Villa Cla-ra». ¿Y eso por qué? «Ah, por-que Paret hoy está jugando con el Villa Clara»… Pobre, él solo lo había visto vestir el uniforme del equipo Cuba.

Mi abuela fue la última en aportar. Vio en la TV un juego de pelota entre Matanzas y Sancti Spíritus y le preguntó a mi hermano: «¿Y ese Sandino dónde es?» Dice mi hermano que, impresionado, hizo gala de su sapiencia para responder-le: «No, Mima, Sandino hay uno solo y es en Santa Clara, ese es el Victoria de Girón, y queda en Matanzas».

Tablazos beisboleros

GISELLE MORALESTomado de http://cubaprofunda.wordpress.com

esta sí es la última vez que ha-blo del avión, lo juro…

Subiendo el Escambray, con las lomas casi al alcance de la mano, recordé por enésima vez a mi mamá. Por mucho que me empeño, que trato de explicarle el embrujo de esas, las monta-ñas más altas de mi mundo co-nocido, ella no anda creyendo en semejantes visiones de ro-mánticos. Con lo que le fascina La Habana, siempre dice que mi deslumbramiento con el campo es únicamente para con-trariarla.

Pero esta tendencia mía al monte no es de ahora, que ten-go todo el «macizo de Guamu-haya» a la vuelta de un antojo, sino desde mucho antes, por aquellos todavía no tan lejanos años en que Anita y Jorge me llenaban de lazos, cogían un frasco con alcohol para mis mareos –los de verdad y los tea-trales, de niña era un poco dra-mática– y nos trepábamos en una de las cinco o seis guaguas que por ese entonces salían de Sagua rumbo a La Habana. Aquellos maravillosos 80…

Fue precisamente con tales ardides para burlar el mareo que Anita –sin proponérselo, por supuesto– me descubrió el campo: «Vamos a contar las va-quitas del camino…, mira esa casa con tres pañales en el por-tal…, el próximo varentierra que veas es tuyo…». Llegaba sin mareos a La Habana, es cierto, pero con los ojos llenos de la Cuba profunda.

Por eso ahora no entiende cómo yo puedo demorarme 40 minutos contándole por teléfo-no mis más recientes incursio-nes al Escambray en busca de un avión averiado, uno de esos

artefactos polacos que todavía funcionan en esta isla del Cari-be para bombardear la prensa. Casi 40 minutos para narrarle toda la peripecia: la voz de alar-ma en el periódico, la negativa de la fuente para permitirnos la foto –ah, la hidra del secre-tismo sacando una cabeza–, el caso omiso a disposición tan desfasada y obsoleta, y el viaje rumbo a Veguitas de Jibacoa, esa suerte de palangana dibuja-da por las lomas del Escambray gracias a la cual el piloto, el pri-mer oficial y el técnico de vuelo pudieron aterrizar sin un ras-guño ni un arañazo en la nave. Gracias también a la providen-cia, por supuesto, pero con se-mejante factor no cuentan los incrédulos.

Después de contarle con pe-los y señales el trayecto Sancti Spíritus-Autopista-Manicara-gua-Jibacoa y varios kilómetros más arriba; después de descri-birle las casas de tabla rústica y las mansiones de placa (que también las hay por esos lares), las palmas que parecen enanas allá abajo en el llano, y de los guajiros que no saben indicar direcciones sino valiéndose de guásimas y matas de mango jo-bo; después de eso no le queda-ron dudas: lo mío es una tenden-cia irreversible al subdesarrollo.

Y a mucha honra, le digo siempre, orgullosa como estoy de que me entusiasme más un viaje al Escambray de mis nos-talgias, a sus parajes bucólicos, sus saltos de agua intramonta-nos, sus helechos crecidos co-mo estalagmitas, que una cola en cualquier embajada.

En eso sí estamos de acuer-do: ni ella ni yo necesitamos más Alpes ni Pirineos que es-tas cumbres, mucho menos inaccesibles, del Escambray nuestro de cada día.

Las cumbres más altas de mi mundo conocido

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lECtuRaS

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ivo

· presencia ·

¿Qué va a quedar de mí cuando me muera sino esta llave ilesa de agonía, estas breves palabras con que el día regó ceniza entre la sombra fiera?

¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera esa daga final? Acaso mía será la noche fúnebre y vacía.No volverá a su luz la primavera.

No quedará el trabajo ni la pena de creer ni de amar. El tiempo abierto, semejante a los mares y al desierto,

ha de borrar de la confusa arena todo cuanto me salva o encadena.Y si alguien vive yo estaré despierto.

· la primera canción de agustín lara ·

La noche engendra música. A su imán acuden las canciones memoriosas, el piano desafinado, la guitarra ya casi polvo, el violín comido por los años, las maracas que suenan como huesos. Y los ancianos vamos a congregarnos en este círculo mágico. Nos verá la espalda el presente que nos asfixia, el agobio de estar vivos aquí y ahora. Sonará como entonces la blanda música. Nos recubre esa vida que fue la nuestra y mantiene a raya el sepulcro abierto.Muchacha que hoy serás como fue mi abuela, en esta noche tienes veinte años todavía.Cómo impedir una lágrima cursi o dar las gracias, pues me quedé con tu rostro del 29.Ahora, de pronto, casi en mi tumba, vuelvesen la canción tristísima. Por un momento somos de nuevo los hermosos amantes.

· antiguos compañeros se reúnen ·

Ya somos todo aquello contra lo que luchamos a los veinte años.

· envejecer ·

Sobre tu rostrocrecerá otra cara

de cada surco en que la edadmadura

y luego se consumey te enmascara

y hace que brote tu caricatura.

· contra los recitales ·

Si leo mis poemas en públicole quito su único sentido a la poesía:hacer que mis palabras sean tu voz,por un instante al menos.

· tierra ·

La honda tierra esla suma de los muertos.Carne unánime de las generaciones consumidas.

Pisamos huesos, sangre seca, restos, invisibles heridas.

El polvo que nos mancha la cara es el vestigio de un incesante crimen. CM

A.A.G.

La breve seLección de textos que aquí pro-ponemos pertenece al poeta mexicano José Emilio Pacheco (México, 1939). Con una sólida obra además como narrador y ensayista, José Emilio Pacheco es reconocido en la actualidad como uno de los más importantes escritores vi-vos de nuestro idioma. Sus libros, uno tras otro, han sido durante décadas un vívido testimonio de su país y de su tiempo, a la vez que han sig-nificado una rotunda prueba de su indeclina-ble vocación lírica y de su fe y maestría en el ejercicio de la palabra. Publicado por la edito-rial Casa de las Américas en 1987, ya el lector cubano tuvo ocasión de conocer su Fin de siglo y

otros poemas. Dentro de su vasta producción poética son igualmente notables los títulos No me preguntes cómo pasa el tiempo, con el que obtu-viera el Premio Nacional de Poesía (México, 1969), Los elementos de la noche, El reposo del fuego, Irás y no volverás, Islas a la deriva, El silencio de la Luna, Álbum de zoología, La arena errante, Aproxi-maciones y La edad de las tinieblas. Entre otros lauros obtenidos por su labor, se encuentran los premios de poesía Octavio Paz (México, 2003), Pablo Neruda (Chile, 2004), Ramón Ló-pez Velarde (Zacatecas, 2003), Alfonso Reyes (Monterrey, 2004), José Asunción Silva (Bogotá, 1996) y Federico García Lorca (Granada, Espa-ña, 2005). En 2009 fue reconocido con el Pre-mio Cervantes.

José Emilio Pacheco

INCLUYE POEMAS DE...

ENRIQUE MILANÉS LEÓNTomado de http://caimansinmuela.blogspot.com

mis héroes no son tipos muy afortunados que diga-mos. No son de la clase del chico que al final termina besando a la chica más ju-gosa. Los músculos no les van y sus destrezas son más cerebrales que físicas.

Mas no los cambio: me quedo con el Martí angus-tiado que en su lección más alta dijo un día: «Sé desapa-recer»… y desaparecido si-gue apareciendo. Me quedo con El Quijote, hidalgo cas-carrabias tan repetido aho-ra por los mismos molinos que enfrentara.

Quiero conmigo a Rul-fo, fatal farandulero, un es-critor amargo, sin «onda», sin poses, sin camas múlti-ples y casi hasta sin libros. Me llevo en mis afectos al Ghandi que me lleva, ni una piedra en su mano, ni llena la barriga ni el corazón con-tento.

Admiro sin cesares a Van Gogh, el gran cuerdo holandés que aseguró que en este ingrato mundo nun-ca nos falten girasoles. Me quedo con Mandela, tan ne-gro en un país que preten-dió blanquearlo en negra celda.

Otros héroes mayúscu-los son para mí el hombre que murió no se sabe cómo y está enterrado nadie sabe dónde, sin más flor que una gota emigrada de una nube; el padre anónimo que sabe besar a su hijo macho y ca-mino a sus canas no olvida la receta de cómo se cocina lágrima en cazuela, y el maestro que solo aspira a ser una letra pequeña en el abecedario loco de cual-quier muchachada.

Esos son algunos; hay más. Mis héroes se conocen entre sí y a menudo se sien-tan a una mesa a decidir ca-lladamente cómo seguir sal-vando el mundo, aunque muy pocos lo agradezcan. CM

Comando operativo

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ard

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MÚSiC

aONIS YISSEL RUIz

Hablar del piano en Cuba, de la música de concierto en Cu-ba, de la escuela cubana de piano, o de la enseñanza de ese instru-mento y de sus múltiples frutos y proyecciones a escala nacional e internacional, nos haría crear nuestro propio círculo de protago-nistas. Sin embargo, podría pre-guntar qué cubano no incluiría en él su nombre. Entonces, Frank Fernández resonaría nuevamen-te entre notas y arpegios pasando por sus manos, y tantos y perfectos sonidos musicales, cual mágica aureola, nos presentarían una vez más su maestría y su amor por el piano, por su país, o nos conta-rían de sus empeños por brindar-nos a todos, desde su visión, la mú-sica de Cuba y del mundo.

Un tiempo antes de realizarse esta entrevista, Frank Fernández había sido invitado al reestreno de la sala Bolshói, la gran sala del Conservatorio P. I. Tchaikovski de Moscú. De obligada mención en la historia del piano, esa sala no solo ha recibido en sus predios a los más grandes pianistas del mundo de todas las épocas, según palabras del propio maestro, sino que tam-bién está considerada entre las seis salas de concierto de mejor acústi-ca del mundo.

En esa ocasión, Frank Fernán-dez fue invitado por su profesor, el notable pianista Víctor Merzhá-nov –toda una institución de la es-cuela rusa de piano– a impartir clases magistrales en el mismo con-servatorio en el que, décadas ante-riores, cristalizó su formación co-mo pianista «de concierto». De esta forma, el pianista cubano se con-vertiría en el primer graduado del Tchaikovski de Latinoamérica al cual se le invita a dictar una clase magistral. Entonces, Frank Fer-nández regresó a Moscú.

Al comentarnos sobre la expe-riencia luego de haber alcanzado gran éxito con su interpretación del Concierto para piano No.2 en do menor del compositor ruso Ser-guéi V. Rachmáninov junto a la Or-questa Sinfónica de Moscú, y sobre el resultado excepcional que dejó en el Conservatorio su proyección en las clases magistrales, con la pe-tición de que regresara cada año a dictarlas en la escuela más fuerte de piano del mundo, el maestro mostraba su emoción y satisfac-ción. Su tono conversacional tenía el cuidado de cada detalle en su afán de hacer llegar al lector sus ideas con claridad, y ofrecer una visión integral de cada elemento, más allá del hecho en sí mismo.

Haber sido invitado a la sala Bolshói del Conservatorio Tchaikovski, en la cual ya he to-cado en seis ocasiones y con una tradición histórica de esa cate-goría, ya era una cosa extraordi-naria, pero lo que desde mi pun-to de vista –y el de muchos críti-cos y personas especializadas– constituye el homenaje más im-portante es la restauración que le acaban de hacer.

A mí me habían dicho ya que en la restauración se pro-ponían mejorar la acústica, yo

me emocioné, pero no lo creí en realidad, yo hoy te puedo asegu-rar que lo lograron. Las grandes acústicas –que, para los no en-tendidos, los no acostumbrados a estas palabras, se refiere a la respuesta sonora, a cómo res-ponde un local a la producción del sonido de una orquesta, de un piano, de un instrumento so-lista, de un vocalista, o de un co-ro– son algo muy cotizado, muy respetado y muy valorado. Hay mucha gente que dice que las salas suenan por sí mismas, yo creo que es cierto.

En este año que la acaban de restaurar, ellos decidieron invitar a los artistas que consi-deraban merecedores de ese honor, y yo fui seleccionado pa-ra la reapertura, hasta ahora el único latinoamericano que fue elegido. No te puedo asegurar si habrá otro durante este año. Han sido invitados la Filarmó-nica de Viena, la Filarmónica de Pekín, Daniel Barenboim, Gideon Kremer con Marta Ar-gerich, y otras personalidades de alto nivel.

Esta ha sido una experien-cia extraordinaria para mí, que considero un premio no sola-mente a mi persona, sino a la pianística cubana, a la escuela de piano cubana, joven, inci-piente, que a pesar de no ser comparable todavía con la es-

cuela rusa o la escuela france-sa, sí es un hecho indiscutible que tenemos que agradecer a tantos pianistas desde Ignacio Cervantes en el siglo xix, hasta los más contemporáneos.

¿Qué puede comentarnos acer-ca de las clases magistrales en el Conservatorio de Moscú?

El segundo elemento que ha hecho de esta presentación algo que no soñé que se pudie-ra dar, es que fui invitado a dic-tar una clase magistral por mi maestro Víctor Merzhánov, una leyenda viva de la escuela rusa de piano, gran pedagogo y pia-nista, al que acaban de otorgar una de las cátedras de piano del Conservatorio Tchaikovski.

Él propuso a la dirección del Conservatorio y al claustro de piano que yo dictase una clase magistral, y no solo fue aprobado, sino que excepcio-nalmente, además de conver-tirme en el primer graduado del Tchaikovski de Latinoamé-rica al cual se le invita a dictar una clase magistral, el tema me lo dieron libre. De alguna ma-nera pensé, quizás por comple-jo campesino, o por el colonia-lismo mental a que nos tienen acostumbrados a los latinoa-mericanos, que solamente les iba a interesar a los europeos, a la escuela rusa que es la más grande y más fuerte de piano,

el mundo de la música que pa-ra ellos es llamada exótica, el mundo que tiene que ver con los elementos nacionales de América Latina. Pero el profe-sor Sokolóv, rector del Conser-vatorio, al cual le envío un ex-traordinario saludo de agrade-cimiento y de cariño, dijo: «No, no, el maestro Frank Fernán-dez escoge el tema sobre la mú-sica que más le interese, y en ningún caso estamos esperan-do que sea música desconocida para nosotros, al contario, nos interesan sus versiones porque, si él ha logrado tocar la música rusa de un Rachmáninov y un Tchaikovski al mismo nivel de los mejores exponentes de la escuela rusa, a nosotros nos in-teresan sus puntos de vista».

Y yo escogí, ni corto ni pere-zoso, los cinco conciertos para piano de Ludwig van Beethoven.

Para la clase magistral se ha-ce un llamado a los alumnos, y de los que se matriculan se esco-gen los que más interés reporten a la audiencia. En este caso fue-ron seleccionados dos pianistas fortísimos, un alumno ruso del tercer año, ganador del primer premio del concurso del Conser-vatorio Tchaikovski del año ante-rior: Vladimir Sishkov, y un pia-nista recién graduado que ya tie-ne dos premios internacionales: Andrei Alexandrovich.

Uno de ellos escogió el se-gundo concierto de Beethoven y el otro escogió el quinto, «El em-perador». Lo más difícil para mí no sé si fue tener la presencia de mi maestro en primera fila, el tener ahí a ese hombre de tanta sabiduría, de tanto dominio, o el hecho de que yo había termina-do la noche anterior el concierto de Rachmáninov con la Orques-ta Sinfónica de Moscú sobre las diez de la noche; y la master class era a las dos de la tarde del día siguiente.

Al concluir la clase magistral de Frank Fernández, el maestro Víctor Merzhánov expresó sus im-presiones sobre el desempeño de su alumno cubano:

Víctor Merzhánov: «Me he sentido espléndido ante lo ex-traordinario. No siempre tene-mos la oportunidad de apreciar en un antiguo alumno, de otro país, de otra cultura, tantos años después, la fuerza con que se mantiene vivo el espíritu y el es-tilo de este Conservatorio. Com-probar en el tiempo la profunda y total comprensión de lo que entregué a mis alumnos y verlos devolviendo eso mismo a los jó-venes, con tantos detalles, con tanta pasión, es un privilegio que agradezco a Dios.

Frank no es solo un maes-tro en el piano, es también un

Frank FErnándEz un cubano maestro del piano

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MÚSiC

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Soy un amante de la música popular y la respeto, y de alguna manera to-co algunos géne-ros, y te digo que lo importante a fin de cuentas es ha-cerlo bien, y hacer-lo bien es muy di-fícil(...)La música clásica no es necesario co-nocerla para dis-frutarla, para la música clásica lo que se necesita es tener sensibilidad. Para escuchar mú-sica de concierto no es necesario ir a la universidad...

tonadas...

excelente pedagogo. No es ex-traño que él haya formado pa-ra Cuba a tantos pianistas lau-reados internacionalmente. Lo más importante para mí en es-te momento, a mis más de no-venta y dos años, es tener la cer-teza de que en la querida Cuba, en la isla de la libertad, siga vi-vo, a través de Frank, lo mejor del espíritu de la escuela rusa de música».

Es muy difícil decirte si lo más importante del viaje a Moscú es haber tenido que enfrentarme a dos pianistas fortísimos en el mundo beethoveniano sin ha-ber ni siquiera repasado un po-quito –aunque yo estaba traba-jando en Cuba los cinco con-ciertos de Beethoven porque a mi regreso de Moscú tenía que empezar a grabarlos con la Or-questa Sinfónica Nacional bajo la dirección del maestro Pérez Mesa–, o es que lo más impor-tante es el haber tocado el con-cierto más ruso de todos los conciertos, porque yo quiero que los lectores sepan que no es Tchaikovski el compositor que los rusos consideran más representativo de ellos, lo acla-ro porque yo pensaba que era así. Me sorprendí cuando supe que para los rusos el composi-tor que más expresa el alma ru-sa es Serguei Rachmáninov, en-tonces era no solo ir a bailar a casa del trompo, era ir a bailar a casa del trompo y el trompo que tenía que bailar era el del rey de los trompos. Fue muy hermosa la experiencia, y ver a mi maestro y escucharle decir esas cosas fue extraordinario.

Durante la entrevista, Frank Fernández compartió algunos de sus criterios sobre el desarrollo de la escuela cubana de piano en la actualidad. Además, analizó al-ternativas y acontecimientos que influyen en los procesos de forma-ción académica y desempeño pro-fesional de nuestros pianistas, y las formas en que estos inciden en la pianística cubana en general.

A mí me parece que la en-señanza artística en general siempre depende, en todos los países del mundo, de las situa-ciones económicas de esos paí-ses. Cuba está atravesando por una crisis económica que no cabe duda de que también le ha llegado a la parte, no tanto de la creatividad, que yo creo que se mantiene limpia, pura y fresca, sino de la realización y de la formación.

Tenemos extraordinarios alumnos y profesores, muchos han emigrado en busca de solu-ciones más que todo económi-cas, eso creo que ha resentido la formación, y además el he-cho de no tener buenos instru-mentos. En la época en que yo enseñaba, hace más de veinte años (soy fundador del Institu-to Superior de Arte), los pianos estaban en mejor estado que ahora, yo recuerdo que había pianos de cuarta y media cola Yamaha en casi todas las aulas del ISA, tengo entendido que ahora no es así.

Engañarnos con eso, decir que no hace daño, es mentir-nos, y no quiero mentirme a mí mismo, en primer lugar, y mu-cho menos a los demás. Yo creo que eso ha afectado; sin embar-go, creo que hay excelentes pro-fesores, que hay excelentes alumnos y lo que a mí me preocupa es qué va a ser del fu-turo. Porque lo que sucede es que mucha gente que descuella se dedica a otros géneros, que no son el de la música clásica, por razones económicas el 90%, a mí me lo han confesado talen-tos importantísimos de la pia-nística cubana, extraordinarios pianistas que podrían ser de los mejores en cualquier lugar del mundo.

Esto es fundamentalmente porque la música clásica sigue siendo la peor pagada, la peor estimulada. No cabe duda de que para dar un concierto de música clásica tienes que pa-sarte años trabajando, y en el mejor de los casos, cuando ya tienes repertorio, tienes que es-tar seis meses estudiando, y en la mayoría de los otros géneros en los que interviene el piano, si tienes talento y estás en capa-cidad de una técnica poderosa, puedes estar una semana sin estudiar seis horas seguidas y con un día o dos de entrena-miento tú puedes hacer una ac-tuación notable.

En eso influye que en los géneros de la música popular –que son los géneros que se di-ferencian de la llamada música clásica– se depende mucho de la improvisación. Es cierto que yo quisiera que la improvisa-ción se incorporara obligatoria-mente en la enseñanza regular de la música clásica; pero se ha perdido, y creo que en ese sen-tido nosotros tenemos que be-ber de los pianistas populares y asimilar muchísimo tanto del mundo sonero, de los jazzistas, como de cualquier género de la música popular, porque la im-provisación desarrolla la ima-ginación, la técnica, el espíritu, el conocimiento. Sin embargo, la realidad es que cuando uno está improvisando, si el pasaje te va saliendo bien con la idea que te dio tu talento, lo conti-núas, y si no, lo cambias. Cuan-do vas a tocar una sonata de Beethoven tienes que tocar y tienes que repetir las mismas notas que escribió Beethoven, ese es el código de la música clásica, no lo inventé yo, y es también una espada de Damo-cles, y algo terrible para la pre-paración, exige mayor rigor y más horas de estudio.

Soy un amante de la música popular y la respeto, y de algu-na manera toco algunos géne-ros, y te digo que lo importante a fin de cuentas es hacerlo bien, y hacerlo bien es muy difícil, hacerlo mal es muy fácil en cualquiera de los casos, pero yo me refiero a que la preparación física e intelectual en la música clásica es mucho más rigurosa.

La entrevista se desarrolló en el Estudio FF Sonido de Frank Fer-

nández, justamente a su regreso de una sesión de grabación en los es-tudios Abdala. Y es que precisa-mente en estos momentos, el maes-tro se encuentra realizando, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, dirigida por el maestro Enrique Pérez Mesa, un proyecto discográfico que, licenciado por el sello Colibrí, recogerá la interpre-tación de la integral de conciertos para piano de Beethoven.

De gran complacencia fue pre-senciar la ilusión del maestro Frank por el proyecto, y que nos co-mentara sobre la magnitud del es-fuerzo que ha demandado por par-te de músicos y colaboradores, mientras nos refería la idea origi-nal y algunos sucesos relacionados con su importancia para la histo-ria del disco y de la interpretación de la música de concierto en Cuba y en América Latina.

Hace casi cuarenta años, yo fui el primer pianista que hizo en Cuba, en dos días, la integral de conciertos para piano de Beethoven. Es importante acla-rar a los lectores que siempre se habían tocado los conciertos de Beethoven en nuestro país, no fui yo el primero que los to-có, pero hacer los cinco en cor-to tiempo era un reto no solo por la dificultad pianística, si-

Frank FErnándEz un cubano maestro del piano

no por la dificultad espiritual, psicológica, y por la resistencia física que eso requiere.

Los cinco conciertos de Bee-thoven son ejemplos maravillosos de lo más grande del clasicismo y del romanticismo. Beethoven es el último gran clásico y el primer gran romántico. Entonces, esto demanda no solo un gran pianis-ta, sino un estudio más profundo de la obra, si lo quieres hacer me-dianamente bien. Yo logré hacer eso en el Teatro Nacional, en la sa-la Covarrubias, y se quedaron quinientas personas fuera, a pe-sar de que aumentamos el precio de las entradas. Y subimos el pre-cio y se llenó.

Se le hizo muy buena divul-gación, tuve mucha ayuda de las revistas especializadas, de la prensa, la radio y la televi-sión. La promoción giraba en torno a una verdad indiscuti-ble: usted puede ver en dos días, que es muy poco tiempo, la evo-lución de un siglo a otro. Eso des-pertaba la curiosidad de los pú-blicos, y yo tuve esa dicha. Des-de ese momento soñé con po-der hacer la integral.

Es una tarea compleja, máxi-me cuando la Sinfónica Nacio-nal lleva mucho tiempo sin se-de, debido a la reparación del Teatro Amadeo Roldán. Esto ha hecho daño, pero yo creo que cada día, gracias al maestro Pé-rez Mesa, a la insistencia, a los grabadores Julio Pulido y Giral-do García, excelentes ingenieros de sonido, al equipo de produc-ción, a Maricel Viera y Grethel Tallés, se está empezando a lo-grar un clima de excelencia que espero termine así.

Estamos grabando la pri-mera parte en los estudios Ab-dala y haremos la segunda parte, las cadencias, las edicio-nes, las masterizaciones, aquí en mi estudio. Es una tarea de la cual no me gusta hablar de-masiado porque es un reto, no solo porque es la primera vez que se está haciendo en Cuba, sino porque en Latinoamérica no conozco la grabación de es-tos cinco conciertos por un mismo pianista con la produc-ción de disqueras nacionales. Pretendemos hacer CD-DVD, y les puedo decir que estoy po-niendo alma, corazón y vida, y un poco más en echarle ganas a esto.

Casi al final de nuestra entre-vista, el maestro Frank Fernández envió un mensaje a modo de invita-ción a los jóvenes lectores de LA CA-LLE DEL MEDIO.

Les puedo decir a los jóve-nes que leen esta revista que no se dejen engañar por lo que les cuenten, que se convenzan por ustedes mismos de todo. La música clásica no es necesario conocerla para disfrutarla, pa-ra la música clásica lo que se necesita es tener sensibilidad. Para escuchar música de con-cierto no es necesario ir a la universidad, yo los reto a que vayan a un concierto mío y lue-go se entrevisten conmigo o pu-bliquen aquí mismo sus expe-riencias.

Yo tengo la satisfacción de que va mucha gente joven a mis conciertos, no sé por qué me he ganado ese premio, no sé si lo merezco o no, pero lo disfruto muchísimo. Les puedo asegu-rar, y hay grabaciones que lo confirman, que yo he ido a Co-lombia a barrios marginales como el barrio de Agua Blanca en Cali –al que no puede entrar ni siquiera un camión, y el pia-no han tenido que llevarlo has-ta cierto lugar y luego cargarlo en andas–, y he tocado allí mú-sica de Franz Liszt, de Frédéric Chopin, he tocado algunos clá-sicos latinoamericanos como Luis A. Calvo y Carlos Guasta-vino, Ignacio Cervantes y Er-nesto Lecuona, por supuesto, y han quedado encantados, mu-chas de esas personas incluso siendo analfabetas.

Refiriéndome a personas no entrenadas, yo acabo de tener el placer extraordinario de haber sido invitado por Silvio Rodrí-guez a dos barrios llamados marginales, no sé si deba lla-marlos así, tal vez deba llamar-los marginados o muy popula-res, lo que te puedo garantizar es que son barrios de personas que no están habituadas a ir a las salas de concierto. Allí, por una parte a piano solo, y por otra parte con Niurka González, la excelente flautista nuestra, he-mos tocado Franz Schubert, Jo-hann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart, algo de Frank Fernández también y una can-ción de Gonzalo Roig, y fue de un éxito extraordinario en los barrios Atarés y Pogolotti.

Les quisiera trasmitir tam-bién que disfruten de todas las posibilidades de la música, que no se dejen engañar o confundir con lo que les impone la comer-cialidad, la guerra mediática.

A mí me preocupan muchí-simo las demostraciones del mal gusto en las que muchas esferas de la juventud está con-sumiendo la música. No hablo de ningún género en específi-co, sino de varios géneros, y creo que si algún valor tiene la música clásica es el de purificar el gusto, el de limpiar el alma. Usted puede oír un concierto de Beethoven o de Mozart, o de Bach, o de Chopin, y eso no le va a inhibir para después ir a bailar a La Tropical. Pero, por favor, si va a La Tropical, vaya a bailar con un grande de la mú-sica cubana.

Escojan, no se conviertan en robots, no se conviertan en repetidores de modas, sean se-res humanos individuales. Lo más lindo, lo más hermoso que tiene un joven, lo más hermoso que tiene un hombre o mujer es ser uno mismo, y para ser uno mismo lo primero que hay que hacer es pensar y sentir como uno mismo, no como siente el amigo, la amiga, o como lo que está de moda. Prueben, prue-ben, yo creo que Beethoven no pierde nada con que no lo con-suman las nuevas generacio-nes, las que pierden son las nuevas generaciones. CM

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y hora de nuestra muerte; pero había alguna sensatez en creer que, si no éramos nosotros los que la decidíamos, era Dios el que lo hacía. El capitalismo, que ha liberado fuerzas pro-ductivas sin precedentes y cu-yas tecnologías médicas pro-longan vidas insostenibles en sociedades anteriores, parece haber roto esta maldición mile-naria. Somos hasta tal punto dueños de nuestra existencia que no solo podemos decidir el sexo de nuestros hijos, sino también el día de nuestra muer-te. La industria farmacológica y las corporaciones médicas in-vierten todos los años millones de euros en producir cremas, pastillas y prótesis que garanti-zan una longevidad cada vez mayor; aun más, una reciente

investigación sobre las mitocondrias promete alterar las enzimas que producen el envejeci-miento de las células y prolongar la vida media hasta los 120 años de edad. Potencialmente, cada generación humana

podría abarcar el arco crono-lógico de un siglo entero.

Potencialmente. Porque los mismos periódicos que anun-cian la superación de nuevas barreras, un poco más abajo y de manera mucho más discreta declaran la permanencia de los viejos límites: «Los ricos viven treinta años más que los po-bres». Para que nos hagamos una idea, mientras que entre 1975 y 2005 la edad media de los ingleses aumentó en ocho años (hasta casi los 79), la espe-ranza de vida en el África subs-ahariana apenas se incrementó en cuatro meses (para llegar a los 46, 1 años). Estos datos de la revista The Lancet revelan asi-mismo que el corte no es nacio-nal sino económico-social, de manera que los ciudadanos más pobres de Glasgow, por

ejemplo, tienen una esperanza de vida de 54 años, inferior a la media de la India. ¿Quién deci-de sobre la vida y la muerte de los seres humanos? No la cien-cia, que podría fabricar más antibióticos y mejores hasta cu-brir el conjunto del mundo; ni la producción agrícola, que po-dría alimentar a tres planetas Tierra; ni la razón y la bondad humanas, que podrían regular y acariciar las relaciones huma-nas. Es el mercado –de mano de obra y de mercancías– el que, mientras produce las con-diciones materiales del máxi-mo bienestar y máxima la lon-gevidad, impide su aplicación y generalización. Dios, sin duda, era una ilusión más sensata.

Digamos que durante las últimas décadas podíamos creer que la «naturaleza» ingle-sa era más resistente que la frá-gil «naturaleza» africana. Pero ahora ya no es posible ocultar que se trata de una cuestión de clase. La guerra que llamamos «crisis» ha retirado algunas pu-dorosas cortinas ideológicas. Los tiempos demandan el re-greso a la eutanasia social tam-bién en Europa. La sociedad pretendidamente más avanza-da y libre de la historia tiene que comportarse como los fue-guinos, los bororos, los chuk-chis y los esquimales; no hay ninguna diferencia entre las decisiones del FMI y las cos-tumbres de los tasmanios. En su último informe, la institu-ción internacional declara: «Los riesgos asociados a un aumento de la expectativa de vida son muy altos: si hasta el año 2005 la vida

media creciese en tres años por encima de la media actual, aumentarían en un 50 % los ya elevados costes del Estado del Bienestar». ¿La solución? Ob-viamente vivir menos. ¿Y có-mo reducir la vida media de los europeos? Obviamente multiplicando las causas de mortalidad, es decir, la pobre-za. Los llamados «ajustes» de Rajoy en España, por ejemplo, con sus amputaciones en el presupuesto de educación y sanidad, no están destinados solo a alimentar a los bancos, sino –ahora lo sabemos– a re-ducir la esperanza de vida. La eutanasia social ha sido siem-pre la solución de los pueblos bárbaros y primitivos a los problemas estructurales.

Lo que también cuenta el informe de The Lancet (no el del FMI) es que el aumento de la longevidad está ligado no tanto a las tecnologías médi-cas, como al «estatus», en el sentido muy amplio de autogo-bierno, empoderamiento so-cial, recursos intelectuales y autoestima. Quizás por eso, con todo lo que aún puede me-jorar, la pequeña Cuba sigue siendo un milagro. Porque no es la eutanasia social del mer-cado sino la trabajosa y traba-jada naturaleza humana la que preside sus intercambios eco-nómicos y sociales. CM

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SANTIAGO ALBA RICOEspecial para LA CALLE DEL MEDIO

Hace mucHos días me im-presionó mucho la muerte de una mujer a la que apenas co-nocía; con discreción, sin dolor, sin lucha, a los 90 años volvió a la naturaleza sin haberse apar-tado nunca mucho de ella. Me impresionó asimismo la belle-za rotunda con que su hijo anunció la noticia: «se fue de-jando una huella ecológica mi-núscula y llevándose con ella todo el neolítico». Así imagina su muerte también la abuela Margarita, otra mujer de pue-blo enraizada contra el mundo que vivirá hasta los 100 años, habiendo conocido todos los dolores, salvo el del remordi-miento, y que se acostará por última vez sin ganas de un su-plemento celestial: «como la siesta de un árbol seco; pa’ la tierra y pa’l sol».

Si de algo no muere ya na-die, o casi nadie, es de «muerte natural». O, más exactamente, de muerte «biológica». El hecho de que la muerte se siga llevan-do un soporte físico –apenas cambiado desde hace un mi-llón de años– y deje un residuo material, induce la ilusión de un proceso espontáneo y fatal, regido solo por sus propias le-yes orgánicas. Esto es cada vez menos cierto en un mundo en el que es la tecnología la que, por ejemplo, cura cánceres que en algún sentido la propia tec-nología ha producido, de ma-nera que tanto la causa de la muerte como su aplazamiento tienen un origen humano. Bas-ta pensar, por ejemplo, en los 10 millones de personas que mue-ren todos los años, según la ONU, como consecuencia di-recta del cambio climático. So-bre las guerras y bombardeos nadie tiene la menor duda, pe-ro, ¿son naturales los tumores? ¿Las inundaciones? ¿Los terre-motos? ¿Los infartos?

En realidad la muerte nun-ca ha sido «natural». El llama-do «reloj biológico» de los hu-manos se ha visto siempre re-trasado o acelerado por el me-dio social y cultural vigente; di-gamos que ha estado «siempre en hora» con las condiciones materiales y espirituales aso-ciadas a la reproducción del conjunto. Solo como excepción –legendarios casos de longevi-dad asocial o irracional, como el del bíblico Matusalem– los seres humanos han vivido más de lo normal; es decir, más allá de la norma ecosistémica co-rrespondiente al desarrollo de las fuerzas productivas y a las jerarquías culturales, a veces

¿Quién pone en hora el reloj biológico?

infames, que las reflejaban o deformaban. Mientras soña-ban con la inmortalidad y ge-neraban mitos y cuentos so-bre edades de oro sin enfer-medad ni dolor, todos los pueblos del mundo, duran-te 15 000 años, han sucum-bido naturalmente a sus lí-mites sociales y algunos de ellos, conscientes de ellos, han tratado de controlarlos de forma artificial y a veces cruel. El amor a los niños no impedía el infanticidio, por ejemplo, para regular los equi-librios demográficos. Y el res-peto casi sagrado a los ancia-nos no impedía la eutanasia so-cial. Los tasmanios, los esqui-males o los fueguinos no duda-ban en abandonar o sacrificar al anciano que ya no servía pa-ra el trabajo; y entre los chuk-chis y los bororos, era el propio anciano el que se retiraba y se dejaba morir para no represen-tar un obstáculo. En condicio-nes muy duras, allí donde la media de vida era muy baja, la longevidad se convertía en una amenaza: pasar de una cierta edad convertía en sospechoso de brujería al agraciado, que era por eso mismo ejecutado.

En fin, teníamos un reloj y eran las condiciones sociales las que lo ponían en hora. Es casi una banalidad afirmar que no era uno mismo, pero tampo-co Dios, el que decidía la fecha

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JORGE WEJEBE COBO

se narra en las memorias adjudicadas a Nikita Jruschov que Stalin, en su casa de campo, acostumbraba a invitar a sus colaboradores más cercanos a cenas en las que abundaba el vodka, el pescado salado y en las que casi siempre el man-datario lo instigaba a bailar la típica danza rusa sobre las piernas flexiona-das, lo que hacía torpemente para delei-te del anfitrión y de los presentes.

Posiblemente esta anécdota la tuvie-ra presente Nikita Jrushov, años des-pués, cuando al frente del Estado sovié-tico en 1956 llegó al convencimiento y a la valiente decisión de denunciar las «graves violaciones de la legalidad y las desviaciones del culto a la personalidad cometidas por Stalin», durante el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS y que fueron recogidas en un in-forme secreto –lo fue por pocos meses– hasta que, según versiones, la inteligen-cia israelí lo obtuvo e hizo público.

Ese histórico congreso cambió la vi-da de miles de ciudadanos soviéticos que habían sido encarcelados y que su-frieron represiones por muchos años y a quienes se les rehabilitó.

Uno de ellos, el escritor, matemático e historiador Alexander Solzhenitsyn –quien cumplió ocho años de prisión– sobresaldría por iniciar una parábola en la vida intelectual y política del país, ca-racterizada por una mirada crítica al pa-sado –estimulada oficialmente– que ser-viría de tema a varios de sus libros en los que abordó las atrocidades de los centros de reclusión en los que estuvo. Pero sus ideas iban mucho más allá de los marcos de la crítica a Stalin.

Los máximos culpables: el Zar y HitlerEra partidario de demoler el socia-

lismo hasta los cimientos, asumió un na-cionalismo ruso extremo y consideró al zar Nicolás II el primer culpable de la desgracia de Rusia, ya que –según él– fue incapaz de aniquilar a los bolchevi-ques oportunamente e impedir que lle-garan al poder mediante la Revolución de 1917. Acusó a Lenin de genocidio jun-to con Stalin y de usar cámaras de gas para asesinar a prisioneros.

Solzhenitsyn combatió como capi-tán de artillería durante la Segunda Guerra Mundial, tomó parte en varias batallas y por enviar unas cartas criti-cando a Stalin fue condenado a ocho años de prisión en 1945 cuando todavía era militar.

La experiencia que adquirió en los campos de batalla y en la prisión le hizo encontrar a otro gran culpable –además del Zar– de la conservación del comu-nismo en su patria: la figura de Hitler, quien al margen de ideologías, anunció que Alemania se anexaría a Rusia y sus habitantes serían eliminados y los su-pervivientes servirían como esclavos del nuevo imperio. En la guerra, Hitler cum-plió con parte de su programa y tenía la idea de destruir Moscú y convertirla en un lago y desaparecer para siempre la nacionalidad rusa.

No obstante estos antecedentes his-tóricos, en 1990, en su obra El problema

ruso a finales del siglo XX, el escritor ruso escribió al referirse a la invasión alema-na que la gente se entregaba voluntaria-mente a los soldados alemanes y agregó: «(…) En los primeros meses de la guerra, el poder soviético podría haber sucum-bido fácilmente y habernos dejado li-bres de no haber sido por el empecina-miento y soberbia raciales de Hitler, que hicieron ver claro a nuestras sufridas gentes que el pueblo no podía esperar nada bueno de la invasión alemana. Es-ta era la única fuerza de Stalin».

Además, rindió homenaje a los so-viéticos que pelearon al lado de los ale-manes y consideró que ocuparán «una página insigne de valentía en la historia de Rusia».

Solzhenitsyn publicó su primera no-vela autobiográfica en 1962, Un día de Iván Desinovic, la cual tuvo gran éxito editorial en la URSS y en el extranjero y en la que narra la vida en un campo de reclusos durante la etapa de Stalin. Te-ma que fue recurrente en su otro libro, más ampliado, Archipiélago Gulag, basa-do en testimonios de cientos de ex reclu-sos, según explicó.

Cuando todavía residía en la URSS, separado de todas las instituciones cul-turales oficiales y vigilado por los servi-cios secretos, pero promovido por la prensa occidental y sus órganos de in-formación como el principal pivote de todo el movimiento intelectual disiden-te en ese país y en el entonces campo so-cialista, le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura en 1970. Las autoridades le retiraron la nacionalidad soviética en 1974 y lo expulsaron a Suiza. Posterior-mente se trasladó a los EE.UU., donde siguió escribiendo hasta completar alre-dedor de 20 libros y cientos de artículos. Regresó a su patria tras la caída del so-cialismo en 1994.

La mano extendida de Boris YeltsinPero al entonces presidente ruso Bo-

ris Yeltsin, que esperaba recibirlo en el Kremlin con toda pompa, le aguardaba una gran sorpresa. Solzhenitsyn lo dejó con la mano extendida y al llegar el es-critor sentenció: «en Rusia no hay demo-cracia», y se dedicó a viajar por todo el país para divulgar sus puntos de vista.

Inició una campaña para denunciar el estado de corrupción de los nuevos ri-cos y oligarcas rusos y la vinculación de estos con el gobierno. En sus artículos y conferencias acusó a los dirigentes ru-sos de desarmarse unilateralmente fren-te a los EE.UU., dejar de atender el nivel de vida de los militares y llevar a la mi-seria a la mayoría del pueblo ruso.

También atacó los cambios en la so-ciedad y dijo: «(…)Pero si alguien me pre-gunta si yo pondría a Occidente tal como es el día de hoy como ejemplo para mi país, francamente tendré que responder: no. Yo no puedo recomendar esta socie-dad en su presente estado como ideal pa-ra la transformación del nuestro».

Y agregó en otra ocasión: «No tengo ninguna esperanza en Occidente, y nin-gún ruso debería tenerla. La excesiva comodidad y prosperidad han debilita-do su voluntad y su razón». Proclamaba

que Occidente carecía de recursos mo-rales y espirituales para resistirse a su propia decadencia.

A pesar de estas declaraciones, Sol-zhenitsyn hasta el final de sus días man-tuvo contactos con el gobierno de EE.UU.

En un cable desclasificado por Wiki-Leaks el 4 de abril del 2008 y que refleja una entrevista del intelectual con el em-bajador estadounidense en Moscú, Wi-lliam J. Burns, se expresa: «Como hizo en una entrevista concedida a Der Spie-gel en el 2007, Solzhenitsyn contrastó de manera positiva los ocho años de go-bierno de Putin con los de Gorbachov y Yeltsin, de los que dijo que habían aña-dido al daño hecho al estado ruso por setenta años de mandato comunista». En otra parte del informe se explica que el escritor se opuso a los planes de Ucra-

nia de acercarse a la OTAN, estimulados por los norteamericanos, y expresó su preocupación sobre la pobreza y la cre-ciente desigualdad entre los ricos y los pobres en Rusia.

Pero, por supuesto, Solzhenitsyn no había cambiado para nada sus profun-das convicciones anticomunistas. Fue un analista objetivo y testigo del desas-tre que siguió a la caída del socialismo en la URSS, para lo cual luchó toda su vida; solo que, llegado el momento, sus sueños no se correspondieron con la du-ra realidad y tuvo la honestidad de de-nunciar los nuevos males que se entro-nizaban en su patria.

Solzhenitsyn murió el 4 de agosto de 2008 en Moscú a causa de un ataque cardíaco a los 89 años de edad, y le fue-ron rendidos altos honores por el Esta-do ruso. CM

La parábola de Solzhenitsyn

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Que suene el tambor

H. ROMO SIGLER

SemanaS atráS, Orestes Kin-delán aseguró a los colegas del se-manario Jit que Alfredo Despaig-ne superaría los 35 jonrones en la presente campaña. Justamente antes de partir hacia tierras azte-cas para brindar, junto a Jorge Fuentes y otros especialistas cuba-nos, ayuda técnica en el hermano país, «El Cañón de Dos Ríos» con-versó ampliamente con LA CALLE... A propósito de que en la noche del pasado 3 de abril se cumpliera la profecía del temible bateador in-dómito –cuando «el Alazán Ma-yor» despachó sobre las cercas del Latino dos pelotas, con lo que dejó en el camino el liderazgo de José Dariel Abreu de 33 cuadrangula-res conseguido la temporada an-terior–, reproducimos un resumen de dicho diálogo.

Lo busqué para conversar sobre jonrones y desde su primera res-puesta fue fácil percatarme de que el artillero de largo metraje más imponente en la historia del béis-bol cubano era un profundo cono-

cedor no solo del arte de despachar pelotas más allá de las cercas.

Nada en él es adulterado ni ar-tificial, y sus amigos no se equivo-can al afirmar que continúa son-riendo como cuando tiró la prime-ra piedra en Dos Ríos. Los que no lo han visto de cerca piensan encon-trar a un fisiculturista experto en incrementar las fibras de sus ante-brazos y hombros. Quizás algunos, de cierta manera, no entiendan bien, luego de que les firme un au-tógrafo, cómo desapareció tantas pelotas siendo un hombre normal. Si los tramposos del béisbol renta-do, que fabrican sus cuadrangula-res con inyecciones de esteroides, pasaran por su lado, incluso los más desvergonzados no resistirían la tentación de preguntarle de qué forma hizo viajar cientos de esféri-cas por los aires, sin usar productos de laboratorio y con pasmosa na-turalidad.

Un campesino señalaría que su fuerza es producto de haber co-mido bastante malanga y carne de puerco desde niño. Un licenciado en Cultura Física, por su parte, es-pecularía sobre el ancho de la es-

orESTES kindELán

Ningún pitcher que se le enfren-tó escapó de ver cómo la pelota, que segundos antes estaba en su guante, burlaba sin tapujos las bardas de to-dos los estadios de Cuba. No importa-ba si era de día o de noche, si hacía frío o calor; si la humedad relativa era alta o baja, o si el aire soplaba des-de el noroeste. Nada podía impedirlo. Cuando se paraba en home la pro-babilidad de que recorriera cami-nando las bases creció de tal manera que se hizo realidad 487 veces.

El hombre que tenía ante mí era el mismo que nueve años antes le de-dicaba una pelota a un pionero san-tiaguero enfermo de xerodecma pigmentosa, enfermedad conocida como XP, la cual le impedía expo-nerse a la luz solar. Aquel pequeño pidió ese obsequio y no hubo que hablar dos veces con Kindelán.

Eso recordé cuando me dijo que un día trabajaría con niños cerca de su casa en Vista Alegre. Nadie dude si solo de esa manera podremos ver a un émulo de sus hazañas.

¿Cuándo naciste?El primero de noviembre de 1964 en Palma Soriano, pero

desde pequeño fui para Dos Ríos.

¿Por qué te acercaste al béisbol?Me embullaron en el barrio.

Influyó igualmente un pariente materno y un tío que había sido pitcher y era director del INDER. Tenía ocho años cuando voy al terreno y me hacen varias prue-bas. Me colocaban en todas las posiciones, aunque obviamente prefería batear. Siempre le di duro a la pelota.

Pero tengo entendido que tu-viste que becarte.

En séptimo grado me voy para la escuela en el campo, en-tre Palma y Contramaestre, en un lugar llamado el Ramón, co-mo a 20 kilómetros de Aguaca-te. Estando allí me incluyeron en el equipo que iba a la com-petencia municipal. Realmente donde me inscribieron al inicio fue en voleibol. En ese torneo los entrenadores decidieron captarme para la EIDE «Ores-tes Acosta». Después continué estudios en la Escuela de Profe-sores de Educación Física (EPEF) donde me gradué. Es en este período como juvenil cuan-do asisto al Mundial de 1982. Aquella fue una competencia muy linda en la que nuestro equipo brilló. Recuerdo que a Linares y a Ovidio Hano les ce-lebramos los 15 en Venezuela.

¿Eras el cuarto bate? Sí, pero me gustaba que me

pusieran de quinto. Incluso lo planteé en los entrenamientos, pero determinaron no cambiar el orden de la alineación.

¿A qué pelotero admiraste de muchacho?

Me gustaba ver a Armando Capiró. Lo observaba detenida-mente en la televisión. No se me olvida cuando se enfrenta-ron en Dos Ríos Metropolita-nos y Mineros, que él estaba en el equipo. Ese día mi papá me llevó a verlo. También jugaron Hermes Kindelán y Figueredo.

¿Creyeron los técnicos, desde el comienzo, que serías un bateador exitoso?

Eso no me lo decían, pero no-taba que me prestaban gran aten-ción en las prácticas. El bateo era algo muy espontáneo en mí. No entrenaba tanto. Hacía lo normal y no faltaba, pero no me pasaba la vida repitiendo swines ni nada por el estilo. No era como Pache-co, que tenía una fuerza de vo-luntad tremenda, o como hace ahora Bell. En esa etapa ni soña-ba con las pesas.

Es que en tu época existían mu-chos prejuicios en relación con el empleo de las pesas en el diseño de la preparación.

Seguro, no había la mentali-dad actual ni mucho menos. Se nos decía que esos ejercicios te restaban rapidez a la hora de batear. La preparación física descansaba fundamentalmente en las carreras. No fue hasta que estuve en los juveniles, que un entrenador me sugirió ha-cer ejercicios con dumbells para fortalecer el hombro, la muñe-ca y el antebrazo. Estando en el 15-16 me habían captado para la categoría superior, pero ese año

palda o la presión en sus muñecas a la hora de empuñar la macana. Mi entrevistado, sin embargo, no aspira a dar argumentaciones ca-tedráticas ni pretende disertar so-bre su performance brillante. De hecho, desde que colgó los bates no ha salido a la grama a poner en ór-bita ninguna pelota. Esa es la ma-yor crítica que tenemos que hacer-le. Un hombre de su estatura no puede estar únicamente impar-tiendo indicaciones teóricas. Sus admiradores necesitamos que, guantilla en mano, nos demuestre en vivo cómo un objeto puede volar más de 400 pies sin ningún motor de autopropulsión.

¿Por qué hemos de privarnos de presenciar al «Tambor Mayor» ha-cer exhibiciones en el «Mártires de Barbados», en el «Julio Antonio Me-lla» o en el «Victoria de Girón»? ¿Cuántos padres llevarían a sus hijos al «Guillermón Moncada» o al Lati-noamericano, si se organizara un festival donde junto a él estén Lázaro Junco, Omar Linares, Antonio Mu-ñoz y Romelio Martínez, por citar so-lo a los cinco escopeteros más rele-vantes de los certámenes cubanos?

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no integré el equipo. No me des-motivé. Tiempo después en el Cuba de mayores se fue abrien-do paso la necesidad de emplear científicamente las pesas.

¿Qué te costó más trabajo cam-biar a tu paso a la Serie Nacional?

Era vago para hacer ejerci-cios en las prácticas, pero algo que me benefició en todo mo-mento era que mentalmente creía que yo podía. Debuté en la Serie 81-82 como receptor con Santiago. Al año siguiente me llevaron como inicialista. En la tercera temporada me in-cluyeron nuevamente calzando los arreos junto a Modesto Lar-duet y Jorge Stable. Jugué ade-más como right y left field.

¿En qué turno te colocaban?Al principio me ponían atrás,

hasta que Manuel Miyar me ubi-có de tercero, después de Jorge García y Pacheco. Con el difunto Pepín Carrillo no alineé mucho, pues me sentaba con frecuencia.

En definitiva el primer año no bateaste mal.

No pude concluir la Serie porque, como te conté, asistimos al Mundial Juvenil. Terminé con 287 de promedio y 6 jonrones.

Desde aquel momento fueron frecuentes tus cambios de la recep-toría a la primera base y otras po-siciones, ¿había algo más?

No me gustaba catchear y al tener que hacerlo en los entre-namientos me molestaba. Eso era lo esencial, porque real-mente no pedía mal, pues le ha-bía recibido a lanzadores expe-rimentados como Vinent y Al-fonso Ilivanes. Sabía mover la mascota y mantenía una armo-nía con los pitchers, complacién-dolos con la bola que preferían tirar; pero cuando algo no es de tu agrado no lo puedes ocultar.

¿Qué entrenadores de bateo te aconsejaron más a lo largo de tu carrera?

Eso no existía. La incorpo-ración en los equipos de adies-tradores de bateo es muy re-ciente. Antes lo único que te de-cían era que le dieras a la bola en el medio. No te corregían las deficiencias, solo te exigían em-basarte. Tengo presente lo que nos planteaba el padre de Ga-briel Pierre, que era el Comi-sionado Provincial, en relación con que los peloteros del equi-po Santiago de esa época nos habíamos ido por delante de los entrenadores.

¿Con qué directores jugabas sin preocupación?

Me llevaba bien con todos. Miyar nos dijo a Jorge, a Pacheco y a mí que el line-up lo cambiaría a partir del cuarto turno, así que hiciéramos las cosas correcta-mente porque nos mantendría en el terreno. Chávez, por su par-te, planteaba que si nos había-mos ganado la titularidad dando palos, él no tenía derecho a sen-tarnos. Cuando quería hacer al-gún cambio nos reunía para co-nocer nuestras opiniones. Higi-nio Vélez y Jorge Fuentes son ex-celentes directores.

¿Crees que debemos aplicar nuevos conceptos para descubrir peloteros talentos?

La Liga de Desarrollo es un escenario insustituible para no perder a jóvenes con posibili-dades que no están listos para desempeñarse en la Serie Na-cional. No olvides que en esas edades, si te sientes presionado, no logras demostrar tus verda-deras potencialidades. Tene-mos que ir más a la base. Hay adolescentes con reales condi-ciones que no reciben la orien-tación adecuada y después es muy difícil recuperar terreno. El deporte de alto rendimiento comienza cada vez más en eda-des tempranas.

Si te mandaran a buscar futu-ros jonroneros, ¿en qué te fijarías?

Pondría a los muchachos a batear y me detendría en los que golfean la bola y saben seleccio-nar los lanzamientos. Por su-puesto que a un nivel básico, por-que estas son habilidades im-prescindibles en los jonroneros que cuesta años perfeccionar. Hay bateadores muy fuertes que dan pocos cuadrangulares por-que no saben pegarle a la bola de abajo hacia arriba, que es el mo-vimiento clásico en el swing del golf. Si no haces esto la pelota puede salir muy duro pero por el piso. Otros dominan estos con-ceptos técnicos pero no discrimi-nan los envíos y por lo tanto su frecuencia también es baja.

¿Cuál es la diferencia a la hora del cuadrangular entre el alumi-nio y el bate de madera?

Con el aluminio le puedes dar a la pelota en cualquier par-te del bate. Si tienes fuerza prác-ticamente camina sola. La ma-dera es otra cosa. Estás obligado a hacer contacto en la botella, de lo contrario, por muy duro que le tires, no sale igual.

Como entrenador piensas que si un pelotero mejora la velocidad, ¿está contribuyendo a ser mejor ba-teador?

No soy un especialista en la materia pero estoy convencido de que cuando aumenta la velo-cidad, se obtienen números su-periores en el bateo. Si corres tramos con intensidad tus re-flejos mejoran. Lo noté cuando me hacían falta al final de mi actuación. En lo personal nun-ca me gustó desarrollar la re-sistencia, pero la velocidad sí.

A pesar de no ser un jugador me-nudo corrías muy bien las bases.

Es verdad, porque desde pe-queño aprendí bien la técnica de algo que no es sencillo. No me daban out debido a que llegaba a las almohadillas no corriendo a lo loco, sino con visión de campo. La clave está en saber observar. Yo, que no era robador, escucha-ba constantemente a los que lo hacían bien. De ellos aprendí que cuando vas a salir tienes que en-focarte en los pies del lanzador y no en los hombros. Él no puede tirar a la base sin mover los pies porque comete box. Los jugado-res de hoy, que cuentan con más conocimientos, no reparan en cuestiones decisivas del béisbol.

¿Qué tipo de lanzadores eran más enrevesados para ti?

Los que soltaban la pelota por el lado del brazo. No es el

ángulo al que te enfrentas dia-riamente. Un pitcher inteligente con este sistema complica a cualquier equipo.

¿A quiénes les bateabas con sol-tura?

Siempre hay una especie de duelo fraternal. Te dominan y tú le conectas, o a la inversa. La clave es que cada cual incline la balanza a su favor. Frente a Ma-rio Véliz y José Ramón Riscart era muy efectivo.

actuaban con mucha inteligen-cia cuando nos enfrentaban, trabajaban sobre nuestras de-bilidades. Si te hacía daño un lanzamiento te lo repetían sin tregua. No te dejaban descan-sar. Pienso que al final eso me ayudó en dos sentidos, por un lado me superé y por otra parte prácticamente bateaba avisado. Aprendí también a evaluar el pitcheo que le hacían a Pacheco y a Linares. Conmigo trataban de insistir de forma similar.

¿Qué pasó por tu mente cuando conectaste el jonrón en Winnipeg?

Un gran alivio, porque lle-vaba varios turnos sin darle bien a la pelota.

Tú eras un jugador calmado, ¿nunca sentiste presión?

Si se entiende la presión co-mo que me bloqueaba, te res-pondo que no. Para mí era vital mantenerme ecuánime. Hubo un año en el que estuve 24 tur-nos sin dar hit. Muchos se alar-maron porque me vieron sere-no. No empecé a buscarme de-fectos, ni a entrenar más para consolarme. Sí pensé en qué era lo que no estaba haciendo ade-cuadamente. Nunca me gustó quedarme en la superficie de los problemas. Si aspiras a resolver algo, tienes que ir a la raíz. Ese fue el hábito que me crearon.

¿Cuál ha sido tu mayor satis-facción como deportista?

Haberme mantenido tanto tiempo como atleta. Fui afortu-nado por la longevidad. Eso me permitió cumplir lo que anhe-laba de niño.

¿Cuáles consideras tus resulta-dos más destacados?

En Cuba cuando di 30 cua-drangulares en 1987, formando parte del primer Serranos, que dirigió Frangel Reinaldo. Inde-pendientemente de que había integrado la Selección Nacional desde 1985, sentí en ese momen-to que me consolidaba como pe-lotero. En el plano internacio-nal, cuando leí el juramento de los atletas de la delegación que asistió a los Juegos Centroame-ricanos de Santiago de los Caba-lleros en 1986. De igual forma, en 1990 cuando gané la triple co-rona en Cuba, en los Centroame-ricanos de México y en el Mun-dial de Edmonton. Creo que esos logros me condujeron a ser el abanderado de la delegación en los Juegos Panamericanos de la Habana, en 1991.

Todos recordamos la sorpresa del Comandante Chávez cuando te «descubrió» en primera, en aquel juego amistoso de los Barbudos frente a un equipo venezolano. In-cluso, posteriormente, el líder boli-variano ha hecho alusión a ti en varias ocasiones, ¿qué recuerdas de ese encuentro memorable orga-nizado por el Comandante en Jefe?

Aquel partido me produjo una gran alegría, especialmente porque el presidente Chávez ha-bía afirmado algo sobre mí an-tes de comenzar el encuentro: decía que iba a ganar sin creer en el Kindelán que conectaba los jonrones. ¡Qué sorpresa se llevó al encontrarme disfrazado en la inicial! La cuestión es que

tenía una barriga grande, bigote y patillas coloradas. Recuerdo que me dijo: «¡Usted es Kinde-lán. Parece que Fidel me está ha-ciendo trampa!» A lo que inme-diatamente respondí: «No presi-dente Chávez, esto lo preparó el Comandante para divertirnos un poco». En verdad, previo al intercambio, el Comandante en Jefe me había indicado que no bateara por el box, porque allí estaba Chávez y teníamos que cuidarlo. Me paré en el rectán-gulo de bateo, dispuesto a cum-plir esa tarea. Me propuse, y lo conseguí, dar un fly al primer lanzamiento. Al final ambos mandatarios fueron al banco de los venezolanos y les explicaron lo ocurrido, con el objetivo de que no se malinterpretara la broma. Fue un privilegio para mí participar en ese juego histó-rico junto a dos hombres excep-cionales de nuestro continente.

Me hablaste de los asiáticos, ¿qué aprendiste en Japón?

Muchas cosas en lo organi-zativo, especialmente a no per-der tiempo. Ellos nos tienen gran admiración. Dicen que so-mos sobrenaturales porque ha-cemos demasiado con muy po-cos recursos.

¿Por qué no intentaste llegar a 500 jonrones? Varios aficionados piensan que si regresas, lo logras.

Eso he oído decenas de ve-ces, pero no va a suceder. No quise continuar después del Mundial de Taipei, en el 2001. Me desmotivé. Conocía que me faltaban 13 jonrones. Mi último turno fue rolling al campo cor-to frente a Vladimir Hernán-dez, de Villa Clara.

¿Por qué jugabas con el 46?Mis inicios fueron con el 10.

El primer año que asistí a la preselección para el Mundial del 84, aunque no hice equipo, me dieron el 46 que era un nú-mero virgen. En 1985 ya era mío en el equipo de las cuatro letras y decidí ponérmelo en la Serie Nacional. Al año siguien-te se desató una fiebre y se hizo popular, pues varios jugadores de distintas provincias lo esco-gieron.

¿Qué crees sobre el arbitraje?Que no siempre contribuye

a elevar la calidad de nuestro béisbol. Los árbitros tienen una zona muy amplia y dispar que perjudica a los jugadores a la hora de competir fuera del país. No se ha logrado que se pongan de acuerdo, para que los técnicos no tengamos que cambiar tantas cuestiones, en apenas unos días, de cara a los eventos importantes.

¿Piensas que tu hijo Leonel lle-gará a ser un gran jonronero?

Eso no se puede asegurar todavía. Para mí lo decisivo es que sea feliz y que disfrute ca-da vez que se ponga los spikes.

¿Planes para el futuro?Enseñar a niños. Como en-

trenador en esas categorías se aprecia tu trabajo. Con ellos to-do es transparente. Eso no quita que esté dispuesto a laborar, co-mo haré ahora, con adultos en mi provincia o fuera de ella. CM

¿Algún envío preferido?En el primer año me fue

mal con el rompimiento, pero con el paso del tiempo se con-virtió en mi lanzamiento favo-rito. Me di cuenta de que si de-finía una zona adecuada era más fácil batear. Si te tiran a más de 95 millas es, de cual-quier manera, complejo. En to-das partes nadie escoge tener delante un pistolero. Al único que conocí que le gustaba los envíos de velocidad, porque su swing era recto, rápido y corto, era Lourdes Gourriel.

¿Qué ejercicios les orientas a tus alumnos para que mejoren la producción de cuadrangulares?

Les pongo diferentes ejem-plos de cómo trabajar con las muñecas y los coloco a batear con el objetivo de que la bola supere una línea que trazo en el parabán. Cuando lo logran, saben que esa conexión será un fly. Te repito que si no aprenden a bombear la pelota, nunca se llevarán la cerca. Después hay que trabajar la fuerza, pero de eso se encarga el preparador fí-sico.

¿A qué quinto bate te gustaba tener en tu equipo?

En el Cuba cuando empecé estaba Casanova que me daba una gran confianza. Él bateaba cualquier cosa. Te decía: «voy a dar jonrón», y olvídate, que la bola se iba. Contaba con una gran mecánica de bateo. Me de-mostró que lo que mejor hace a un jugador es la mente. Al que se prepara psicológicamente le salen las cosas.

¿Cómo lo hacías tú?Me dediqué a estudiar a los

contrarios. Los asiáticos, que

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viaje a la semilla...

Tenemos que ir más a la base.

Hay adolescentes con reales

condiciones que no reciben la orientación

adecuada y después

es muy difícil recuperar terreno. El deporte de alto

rendimiento comienza cada vez

más en edades tempranas

LA CALLEDEL MEDIOABRIL 2012

LA CALLEDEL MEDIOABRIL 2012

12 bunal Nacional de Sociología –lo presidió anteriormente– y del Gru-po de Trabajo de Estudios sobre Es-tados Unidos, del Consejo Latino-americano de Ciencias Sociales (CLACSO). Como Profesor e Inves-tigador Titular ha representado a nuestro país en decenas de congre-sos y eventos académicos.

Con su hablar pausado y ha-ciendo gala de una memoria pro-digiosa que le permitió dibujar con precisión acontecimientos ocurri-dos décadas atrás, respondió las interrogantes formuladas, horas después de su retorno de un ciclo de conferencias dictadas en las uni-versidades de Carolina del Sur, Luisiana y Alabama.

La última de ellas, justo después de que concluyera la presentación de su más reciente libro, titulado Miradas a los Estados Unidos. Historia y Contemporaneidad.

En uno de los salones de la her-mosa sede de la Asociación Cuba-na de Naciones Unidas (ACNU) en el Vedado capitalino, donde se pro-dujo la ceremonia, le comenté:

Profesor, percibí especial admira-ción en sus palabras cuando se refi-rió a la conducta intachable de nuestros Cinco Héroes, a quienes además dedica esta obra.

Existen acontecimientos –me contestó todavía visible-mente emocionado– que pro-vocan quebraduras sentimen-tales. Como apuntó mi hija Mi-lena, la terrible situación de esos muchachos me moviliza siempre del mismo modo. Es algo inevitable. Adicionalmen-te este libro tiene para mí una particular significación, vincu-lado a mis razones de ser: la en-señanza, el estudio, la Revolu-ción. No era una mañana cual-quiera, y por si fuera poco me llegaron profundamente las va-loraciones de los presentado-res. El alma humana no es aje-na a tal estremecimiento.

Creo conveniente solicitarle un ejercicio sintético, con respecto a una parte de los principales críme-nes cometidos por los gobiernos nor-teamericanos. ¿Cómo definiría la esencia del imperialismo yanqui?

Es expansionista, agresiva, explotadora, injusta, ajena al humanismo, reaccionaria, re-trógrada, despiadada, decaden-

JorgE HErnándEz MarTínEz«La esencia de la política yanqui es expansionista, decadente y parasitaria»

Generalísimo Máximo Gómez –tal vez cautivados por la pluma del in-signe Bernabé Boza describiendo la proeza mambí de «ocuparle al enemigo 140 máuseres, 35 réming-tons, 5 acémilas cargadas con ca-jas de municiones, el archivo y la bandera del batallón de Canarias»– doblegando el 15 de diciembre de 1895, precisamente en esa comarca, a las huestes españolas participantes en la Batalla de Mal Tiempo.

Al final, la fascinación históri-ca –inicialmente provocada por las narraciones épicas, y más tarde complementada con los análisis sociológicos y politológicos– se fue acendrando de tal manera que en Jorge Hernández Martínez ya no le resultó posible desvincularse de sus múltiples afluentes.

Dicho ímpetu lo llevó a conver-tir la Universidad de La Habana, desde 1972, en una prolongación de su hogar (en los comienzos to-mando como pivote la Facultad de Humanidades, apenas graduado como Licenciado en Sociología), a partir de la certeza de que nuestra primera institución docente repre-sentaba escenario idóneo para pro-mover valoraciones exhaustivas sobre el pasado que nos posibilita-ran, en la misma medida, fomen-tar interpretaciones contemporá-neas capaces de pertrecharnos pa-ra las deliberaciones futuras.

El tránsito ulterior condujo a Jorge Hernández a adentrarse en el campo de la cultura política y los procesos ideológicos en los Estados Unidos, así como en el de las relacio-nes interamericanas. En su condi-ción de Miembro del Grupo de Ex-pertos del Programa de Ciencia y Tecnología del CITMA denominado «Tendencias de la Economía Mun-dial y del Sistema de Relaciones In-ternacionales», y de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LA-SA, por sus siglas en inglés), imparte anualmente numerosos cursos en los centros de educación superior e instituciones de posgrado vincula-das con estas materias.

En la actualidad Jorge Her-nández Martínez es director del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), y de la Sección de Ciencias Sociales y Humanidades de la Comisión Na-cional de Grados Científicos; res-ponsabilidades que comparte con su condición de Miembro del Tri-

AHMED PÉREz MOREJÓN

en enero de 1949 la Casa Blan-ca dio a conocer un conjunto de pla-nes supuestamente concebidos pa-ra «socorrer» a las naciones del Tercer Mundo. Con el cinismo acos-tumbrado, la administración pu-blicitaba, específicamente en el de-nominado Punto IV, que ofrecería «ayuda técnico-financiera espe-cial cuando esta fuera necesaria y conveniente».

Era tal la hipocresía del gabi-nete –cuya ideología reaccionaria delineara el mandatario Harry Truman en su tristemente célebre intervención del 12 de marzo de 1947 al proclamar la «Doctrina de Contención al Comunismo»– que un laureado general como George Marshall, a la sazón Secretario de Estado, sentenció que los sangrien-tos sucesos ocurridos el 9 de de abril de 1948 –en los que quedaron tendidos en las avenidas de Bogotá más de tres mil cadáveres en una sola puesta de sol, luego del asesi-nato del extraordinario líder po-pular Jorge Eliécer Gaitán–, cons-tituían «obra de Moscú».

En realidad, mientras desata-ban la alharaca propagandística intentando erigirse como benefac-tores de los desposeídos, apoyaban en 1949, por solo citar dos ejemplos, el traspaso de poder, tras 16 años de desmanes, del dictador hondu-reño Tiburcio Carias Andino a su discípulo Juan Manuel Gálvez, y suscribían el 4 de abril –de conjun-to con sus aliados europeos– la alianza estratégica que desembo-caría en la fundación de la Orga-nización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), como maquinaria bélica imperial.

Nueve meses más tarde, exac-tamente el 11 de octubre –distante de las fastuosidades del Distrito de Columbia–, vino al mundo nuestro entrevistado en el pequeño pobla-do de Cruces; que si bien a la altura de la adolescencia no había defini-do su vocación profesional, era un amante de las tradiciones patrióti-cas contadas por sus maestros.

Evidentemente que en aquel te-rritorio villareño, perteneciente a Cienfuegos a partir de la División Político-Administrativa de 1976, los escolares experimentaban par-ticular emoción ante los relatos que exaltaban la heroicidad del

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te, parasitaria. La historia es la mejor fuente de documenta-ción y comprobación de esa esencia. La pregunta es muy amplia o genérica. Esos atribu-tos esenciales se manifiestan ante casos específicos, en unas y otras etapas. América Latina es uno de los mejores escena-rios; basta recordar solamente el conmovedor y convincente libro de Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina. En nuestros países son nume-rosos los ejemplos de despojos, invasiones, crímenes; pero tam-bién dentro de la propia nación estadounidense hay experien-cias doloras y traumáticas que lo evidencian. La matanza en Wounded Knee, en 1890, acto que selló el genocidio y arrin-conamiento de la población in-dia nativa. La ejecución de Sac-co y Vanzetti, en 1927, o la de Ethel y Julius Rosenberg, en 1953. Lo que han hecho con los Cinco, prolongando desde 1998 hasta nuestros días el cruel en-carcelamiento de nuestros com-pañeros, ratifica esas posicio-nes inescrupulosas.

No podemos comprender el comportamiento de la clase domi-nante actual estadounidense sin es-crutar, en retrospectiva, los cimien-tos de esa nación. En relación con ello ha planteado que «lo que ocurre en los Estados Unidos es aniquila-miento, exterminio o expulsión y confinación segregada de los pue-blos nativos. Los colonos anglosajo-nes no buscaron integrar a estos pueblos, no los hicieron parte de su proyecto social, el cual es un proyec-to de blancos y para blancos. Son esos ‘WASP’ (Blancos, Anglosajones, Protestantes, por sus siglas en in-gles) los que están en la raíz de la primera élite política estadouni-dense, de sus clases dominantes, la cual se ha mantenido arraigada a pesar de las posteriores oleadas mi-gratorias. Esa élite originaria ha se-guido siendo, en esencia, el núcleo dirigente, la clase gobernante de los Estados Unidos, a lo largo del siglo xx, hasta el presente». ¿Qué funda-mentos van a permanecer inamovi-bles dentro de la sociedad norte-americana y cuáles pueden remo-verse a partir, por ejemplo, del «ma-zazo» que está representando el mo-vimiento de los indignados de «Ocupa Wall Street»?

Se trata de una tendencia que reacciona contra el mundo corporativo, los bancos, las altas finanzas, aunque no posee una estructuración definida y sus objetivos son algo difusos. Oba-ma ha tratado incluso de apro-vechar esa circunstancia para confundir y hacerle juego a ese movimiento, aparentando que hasta podría simpatizar con el mismo. El Tea Party, por su par-te, sí se dirige frontalmente con-tra el gobierno y su presidente. Nació como una agrupación más bien social, pero se ha ido convirtiendo en una fuerza polí-tica conservadora, de extrema derecha, dentro y fuera del par-tido republicano, con una base populista, nativista, sumamente beligerante. En resumen, la so-ciedad estadounidense, basada

en las exclusiones y elitismos a que nos referimos en el texto que citas, seguirá girando alre-dedor del WASP, y en la medida en que no se defina un proyecto de nación alternativo al de los conservadores y al de los libera-les que se han ensayado antes en la historia de ese país, las op-ciones tienden a estrecharse.

La democracia representati-va resulta angosta. Las alterna-tivas, por tanto, oscilan entre su negación más abierta o encu-bierta. Nos inclinamos a pen-sar que la cultura política nor-teamericana seguirá movién-dose hacia la derecha, apelan-do las clases dominantes a re-cetas cada vez más autoritarias. Está claro que el sistema políti-co basado en la tradición demo-liberal no da espacios al fascis-mo como régimen, pero habla-mos de la ideología y de la cul-tura. Fidel en algún discurso de los años 80, refiriéndose a Reagan, decía que la mentali-dad de su camarilla era fascis-ta, y distinguía la aparente con-tradicción que ello podía signi-ficar, si se confundía el análisis de eso con el sistema político. En otras oportunidades ha in-sistido en esa idea, en el carác-ter democrático, aunque repre-sentativo, que dificultaría ima-ginar que en los Estados Uni-dos se suprimiera el sufragio, desapareciera el Congreso co-mo ente legislativo, se estable-ciera toque de queda y los mili-tares se apoderaran unilateral-mente de la rama ejecutiva. Co-mo siempre, el Comandante en Jefe es una fuente inagotable de sugerencias; su pensamiento es una clase magistral de sociolo-gía política y de historia de los Estados Unidos.

A partir de la aprobación dentro del Congreso, en 1947, de la Ley de Se-guridad Nacional comenzaron a im-plementarse, como práctica, las ca-careadas Estrategias de Seguridad Nacional, por las diferentes adminis-traciones. En ese sentido nos encon-tramos desde la «Doctrina Truman», con su idea obsesiva de frenar el co-munismo, hasta la «Disuasión Rea-lista» de Nixon, pasando por la «Re-presalia Masiva» de Eisenhower, o la «Reacción Flexible» de Kennedy. Todo este entramado se metamorfo-seó luego del 11 de septiembre del 2001, por lo que quisiera que deli-neara cuáles fueron los vectores re-sultantes que configuraron, con sus inevitables tonalidades, Bush y Obama, con el objetivo de reencon-trar los adversarios globales que justificaran sus desmanes.

Luego de que desapareció de la escena internacional la «amenaza comunista», la bús-queda de una nueva figura que simbolizara la percepción del enemigo terminó, después del 11 de septiembre, con la focali-zación en la «amenaza terroris-ta» como eje de las concepcio-nes y prácticas de la doctrina de seguridad nacional, una vez redefinida a través de los dis-cursos tempranos de W. Bush, de varios documentos, y de la continuidad que ello tendría en la administración Obama. Esas

nuevas codificaciones van acompañadas de una renova-ción conceptual: se habla de guerra preventiva, de cambio de régimen, de Estados villa-nos, Estados fallidos, declarán-dose una «guerra global contra el terrorismo». Eso denota al enemigo en términos de un en-frentamiento que resulta más confuso o difuso, lo cual eleva la capacidad intervencionista de los Estados Unidos en la búsqueda de los nuevos adver-sarios. Los documentos ya nombrados, las Estrategias de Seguridad Nacional, ilustran la continuidad básica entre W. Bush y Obama, por encima de sus retóricas y de sus afiliacio-nes republicana y demócrata, conservadora y ¿liberal? En po-cas palabras, en este terreno de la seguridad y defensa de la na-ción es donde se advierten las mayores continuidades; no ig-noramos las diferencias de en-foques, pero la esencia es bas-tante semejante, de modo que en aras de la brevedad, podrían dejarse a un lado los matices.

Con respecto a Cuba no pode-mos soslayar que el Plan Bush del 2004, del que curiosamente pocos hablan, sigue vigente como la pla-taforma programática para llevar adelante el trabajo de subversión dentro de nuestro país. ¿Cómo cree que actuará Obama en caso de una reelección?

La respuesta puede conce-birse en términos de que, ante una permanencia en la presi-dencia, Obama tendría dos grandes variantes: la de optar por echar abajo tanto ese plan como el conjunto de medidas que se derivan de la ley Helms-Burton, por ejemplo, en un ca-mino distensivo, hacia un me-joramiento de la relación bila-teral, aun y cuando no conlle-vase una normalización de la política. Este cambio estaría avalado por la intención, hipo-téticamente, de perdurar en la historia de las relaciones inte-ramericanas, como un presi-dente que cambió el curso esta-blecido durante medio siglo. La otra podría ser de signo contra-rio, en el sentido de mantener las presiones actuales, el juego con la extrema derecha de la comunidad cubana y los secto-res más conservadores de la política estadounidense, procu-rando mostrar una actitud in-doblegable, de confrontación con el «régimen cubano» y una voluntad de cambiarlo, aunque fuera a la fuerza. En verdad se dificulta el ejercicio imaginati-vo en este caso. Personalmente, pensamos que los Estados Uni-dos no modificarían su esque-ma. Aunque propugnan que quieren impulsar cambios y re-formas en Cuba, no desean una revolución reformada. Lo que quieren es una revolución arro-dillada, que pida perdón al mundo por el intento de edifi-car una sociedad nueva, justa, humanista, basada en las ideas martianas y marxistas. Las op-ciones de los Estados Unidos se definen por la contradicción in-

herente a las antinomias en que han basado sus decisiones de política exterior, las cuales os-cilan históricamente entre la ideología y el pragmatismo. En ocasiones han actuado en con-tra del beneficio que hubiesen logrado con acciones pragmáti-cas, apostando a que deben mantener sus «principios» ideo-lógicos. Dado el simbolismo de la revolución cubana, los secto-res que conforman la élite de poder no están dispuestos a ba-jar la cabeza y admitir que mo-dificarán su política tradicio-nal, a pesar (es nuestro criterio) de que los grupos que promue-ven los negocios y afirman las ventajas de un mejoramiento, o eventual normalización, pre-senten recomendaciones en otro sentido y hasta presionen.

En un recorrido por autores «disidentes» del consenso de domi-nación instaurados por Washing-ton, aparecen voces como la de Wi-lliam Blun, que abandonó el De-partamento de Estado en 1967 por oponerse a la guerra de Viet Nam; James Petras; Howard Zin, recien-temente fallecido, o James Cock-croft. Todos acumulan una profu-sa obra con títulos como Asesi-nando la Esperanza y Estado Villano, en el primer caso; Impe-rio v/s Resistencia, en el segundo; La Otra Historia de Estados Unidos, en el caso de Zinn; o Amé-rica Latina y Estados Unidos. Historia y Política país por país, salido de la estilográfica de Cockcroft. Amplíenos sobre la inte-lectualidad de izquierda en Nor-teamérica.

En buena medida, lo expre-sado anteriormente contextua-liza dónde se ubica la intelec-tualidad de izquierda, cuya voz contestataria, antisistémica o contrahegemónica se alza de manera persistente, con dife-rentes grados de resonancia. No perdamos de vista el efecto que poseen los poderosos me-dios de comunicación, que im-ponen en los Estados Unidos esa cultura del mainstream, que es la que se consume masiva-mente a través de la prensa, la televisión, el cine, las obras aca-démicas y la literatura en gene-ral. Es estimulante el prestigio y conocimiento de manifesta-ciones como las que promueve Robert Redford con el Sundan-ce Institute, y las películas del cine independiente; los ensayos y novelas de escritores de la ce-lebridad de un Gore Vidal, Wi-lliam Styron, Norman Mailer, Edward Said, Howard Zinn, algu-nos lamentablemente ya desapa-recidos; o el periodismo investi-gativo de Carl Bernstein y Bob Woodward. Existen, de igual forma, experiencias de vieja da-ta, como las de las revistas Mon-thly Review, Latin American Pers-pectives, e incluso determina-das columnas en rotativos co-mo el New York Times o el Was-hington Post, cuyos autores y auspiciadores son figuras con una militancia izquierdista, en ocasiones comprometidas con visiones marxistas, socialistas o trotkistas, que en la práctica

se identifican con posiciones políticas radicales, que desa-fían al sistema, enfrentando lo que consideran como la debili-dad e inconsecuencia de los li-berales y el extremismo dere-chista de los conservadores, que a menudo se emparenta con enfoques fascistas.

Ignacio Ramonet hace énfasis, en su libro Propagandas Silencio-sas, en los peligros que supone el po-derío mediático yanqui. Desafortu-nadamente, en todas las latitudes muchos no identifican esas amena-zas, lo que los convierte en consu-midores, y peor aún, en difusores de los productos seudoculturales sobre los que descansan dichas es-trategias neocolonizadoras. Para ellos Friends; Grey’s Anatomy; 24 Horas; CSI; Esposas Deses-peradas; Números, o Las Chi-cas Gilmore, por solo mencionar unas pocas series, son apenas in-ofensivos y entretenidos espacios televisivos. ¿Qué nos puede decir de estos asuntos?

Esta es una dimensión im-portantísima de la política esta-dounidense, y como señalas, a menudo se subestima su alcan-ce o significado. En verdad, se trata de un ámbito que siempre ha acompañado a esa política, lo que desde luego ha estado en dependencia del desarrollo tec-nológico. Desde los tiempos del expansionismo continental, la propia Doctrina Monroe (1823), el enfoque del Panamericanis-mo (1889-1890), desempeñaban un papel de acompañamiento en ese sentido. Los discursos de los presidentes a través de los años, la documentación que elaboran los llamados tanques pensantes, los medios de comu-nicación, la producción para el entretenimiento, incluidos los comics, muñequitos o historie-tas impresas, los seriales televi-sivos, las telenovelas, las pelícu-las. Sin desconocer determina-das excepciones, se trata, como bien los calificas siguiendo a Ramonet, de productos seudo-culturales. Son vehículos por-tadores de una influencia ideo-lógica que lleva consigo una cosmovisión clasista, un men-saje que con envolturas inofen-sivas y muy atractivas, difunde y generaliza patrones de con-sumo, modos de vida, que colo-ca como símbolos apetecibles tanto a la Coca Cola como al modelo representativo de de-mocracia.

Lo mismo bienes de consu-mo que valores culturales. Las series que mencionas expresan con sutileza, refinamiento y muy buena factura, la visión de la clase media, en lo fundamen-tal, como rasero para asumir la vida social. Generalmente los protagonistas pertenecen a ese sector, pocas veces son obreros, desempleados o marginales, o aristócratas o personas del mundo corporativo o de la oli-garquía financiera. Viven con confort, son gente más o menos sencillas, que se mantienen con su salario y esfuerzo personal, y así pueden alcanzar las metas del «sueño americano». CM

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Los Lectores opinanescríbanos a: Calle 21 no. 406, Vedado, La Habana, Cuba. cp 10400

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Estimados compañeros:Con cierta frecuencia leo este suplemento men-

sual, pero confieso que ahora ten-go más posibilidades de hojearlo y tener acceso garantizado a LA CALLE DEL MEDIO. En su contenido he dado seguimiento a varias opi-niones enviadas a la sección y me resultan interesantes, novedo-sas e instructivas. Es por ello que me sentí motivado para enviarles este escrito a la sección «Los Lec-tores Opinan». Su contenido, aun-

que otras veces tratado, sigue siendo de gran preocupación para todos los que, de una forma u otra, nos empeñamos en hacer de La Habana un destino exclusi-vo y convertirla en la capital más bella de América Latina. Espero que resulte un tema valioso, no solo para el debate, sino también para enriquecer con otras opiniones que puedan ayudar a devol-ver a la capital todo el arsenal de su pa-trimonio cultural.

la habana, destino exclusivo, para bien de todosLa Habana guarda muchos encan-

tos, con sus célebres rincones, reliquias arquitectónicas, museos, monumentos, iglesias coloniales, teatros, plazas, gale-rías, tiendas, viejas casonas, hostales, castillos de la época medieval, el barrio chino, parques, etc. En sus calles y ave-nidas habitan personas amistosas y hos-pitalarias que te reciben con una cálida sonrisa y con un alto nivel cultural, dán-dole un toque de distinción a la capital de todos los cubanos.

Mucho ha hecho la Oficina del His-toriador de la Ciudad para rescatar el patrimonio, así como valores socio-his-tóricos y culturales, en beneficio de to-dos los que tenemos el deber de conser-varla. Por eso, La Habana es insepara-blemente nuestra, de todos y para el bien de todos los cubanos. Sin embargo, muchos sufrimos el aspecto desmejora-do de algunas inmediaciones, al ver el maltrato que reciben. Esto demuestra insensibilidad y escaso sentido de perte-nencia de algunas personas, que con gran indiferencia e impunidad no hacen el más mínimo esfuerzo por cuidar lo que nos pertenece.

Ejemplos a mencionar son: Paseo del Prado, Parque de la Fraternidad y Par-que Central, en pleno corazón de nues-tra capital, donde miles de cubanos y tu-ristas acuden para disfrutar de su belle-za. Estas construcciones guardan una larga historia sociocultural, política y económica y todas han inspirado a mú-sicos, poetas y pintores afamados. Lo cierto es que, a pesar de los esfuerzos realizados, estos lugares no logran transformarse en un entorno realmente agradable y tranquilo, ni para la pobla-ción ni para sus asiduos visitantes.

Entonces, ¿hasta cuándo podemos permitir tanta despreocupación por los daños a los que la sometemos?, ¿a nadie le duele lo poco que la cuidamos, la for-ma en que la destruimos? Tanto en el Prado como en el Parque de la Fraterni-

dad y el Parque Central, el daño mate-rializado se observa en la pérdida de al-gunos de sus bancos, los cestos de basu-ra, en el deterioro de las áreas verdes y sobre todo en la falta de alumbrado eléc-trico. Poco a poco, con nuestro negligen-te accionar, vamos destruyendo lo que son sus memorias socio-naturales.

¿Qué podemos hacer para recuperar el ornato público?, ¿cómo es posible que estas instalaciones permanezcan sin el alumbrado público durante el horario nocturno?, ¿quién se beneficia con que estos lugares pierdan su atractivo socio-histórico natural para el cual fueron di-señados?, ¿por qué tanta dilación para dar solución a un problema que afecta a todos?

Estos espacios son para el sano es-parcimiento de la población, pero no les damos un uso adecuado. Al no recibir su posterior mantenimiento y permane-cer sin el correspondiente alumbrado público en horario nocturno, esto propi-cia indisciplinas y conductas antisocia-les. De estas circunstancias se aprove-chan los que no les importa preservar nuestra obra y raíces socioculturales. La gran afectada es la población, que ve su vida social limitada y usurpada.

Nada justifica que en estos lugares, donde se han invertido cuantiosos recur-sos, personas ajenas a nuestro proyecto social se apoderen y contaminen el en-torno con su comportamiento desmedi-do. Hay que buscar la solución y recupe-rar lo que nos pertenece, dar vida real al Paseo del Prado, al Parque de la Fraterni-dad y al Parque Central. No debe ser este un problema complejo a resolver. Pero lo cierto es que el tratamiento indebido an-te casos como estos, crea males mayores. Para nadie es un secreto que en estos lu-gares se han dado hechos vergonzosos y episodios impúdicos que golpean e im-pactan negativamente.

Sensibilicemos para recuperar una buena parte de los importantes atracti-vos de nuestra ciudad, para que estos exclusivos atractivos sigan conservando el contacto necesario de un pueblo con su historia y su cultura. En fin, una Ha-bana agradable y tranquila y que a su vez siga siendo fuente de inspiración pa-ra otros muchos poetas, pintores y com-positores.

JUAN POzO ÁLVAREzHabana del Este, La Habana

Un cordial saludo para Ud., H. Romo Sigler:Mi nombre es Julián

Elías Belis, soy profesor y laboro en la Secundaria Básica «Manuel Ascunce Domenech», en la ciu-dad de Guantánamo, donde vivo. El motivo de la presente es su-marme a la lista de aficionados cubanos al béisbol que sugieren

nuevas estructuras y sistemas de com-petencia a fin de encontrar la fórmula ideal para el desarrollo de nuestro de-porte nacional. Mis propuestas y mis argumentos son los siguientes:

I. Como casi todos, coincido en que no es elocuente que la cifra de equipos

participantes en la Serie Nacional de Béisbol sea un número impar, y como no deben ser 18, lo acertado es que sean 16. Soy un defensor de la presencia de los Metropolitanos por la conocida rela-ción población-equipos, la misma que me lleva a pensar que el conjunto que está de más es el de Isla de la Juventud, no solo por esta relación (recordar que son menos de 90 mil habitantes con los que cuenta este territorio), sino por el hecho de que la Isla no es una provincia, lo cual no le concede derecho a confor-mar un equipo en la Nacional; a esto se le suma su pobre desempeño en las últi-mas temporadas y basta un simple aná-lisis para percatarnos de que es el equi-po de menor perspectiva a mediano o largo plazo en la actualidad.

¿Qué sucedería entonces con los pe-loteros de este territorio? Al municipio especial lo integraríamos al campeona-to provincial de la capital del país, junto a los 15 municipios con los que cuenta La Habana. Serían 16 conjuntos para conformar dos selecciones, Industriales y Metropolitanos, pero con la condición de que los peloteros de la Isla solo pue-den integrar el equipo de los Metros, y desde luego, alrededor del 50% de los juegos como home club los efectuarían en la Isla. Este sería un elenco mucho más competitivo. También estaríamos fortaleciendo el campeonato provincial de la capital, que debe alcanzar una cali-dad propia de su condición.

Propongo otra variante muy similar para los defensores del equipo Isla de la Juventud, que consiste en eliminar a los Rojos de la capital, pero que un número importante de estos atletas pasen a con-formar al conjunto de la Isla y así poten-ciar a este elenco; y para que los capitali-nos adquieran este derecho, incluiría a los pineros en la Serie Provincial de La Habana de manera tal que ambas selec-ciones, Industriales e Isla de la Juventud puedan conformarse de forma manco-munada pero independiente. Ahora di-ríamos que una gran cantidad de los de-safíos como local serían en el «Santiago Mederos». Se ganaría lo mismo que con la variante anterior.

II. Es evidente que un campeonato de 90 juegos (como lo fue por años) y los play off es todo un éxito. Lo que no tiene por qué continuarse clasificando a la postemporada por zonas geográficas, cuando la competencia es un todos con-tra todos; lo ideal es que avancen los 8 primeros en la tabla de posiciones, y se enfrenten en octavos de final 1ro vs 8vo, 2do vs 7mo, 3ro vs 6to y 4to vs 5to. Ade-más, bien pudiera suceder que en un campeonato los 8 equipos de una zona tengan mejores resultados que los 8 equipos de la otra zona. ¿Sería racional que de los 8 equipos más ganadores so-lo 4 avancen, y los 4 restantes terminen por debajo de otros 4 conjuntos con un resultado inferior, cuando todos se en-frentaron entre sí en igualdad de ocasio-nes?

III. Todos sabemos que la mejor for-ma de elevar el techo del béisbol cubano es topando internacionalmente con pe-loteros de las más poderosas ligas del mundo (Grandes Ligas, de USA y de Ja-pón), pero ante esta imposibilidad, en mi opinión, nada mejor que retomar las

nombradas Series Selectivas. Claro está que sería ideal mantener la Nacional con sus 90 desafíos y luego la Selectiva con alrededor de 45 juegos. Si así no fue-re posible, por problemas económicos, habría que reducir a unos 60 partidos la Nacional para darle espacio a la Selecti-va.

Un simple análisis nos dice que en un campeonato de 90 partidos y 16 con-juntos se efectúan un total de 720 en-frentamientos, tomando solamente co-mo muestra la etapa clasificatoria. Si se reduce a 66 juegos entre los 16 equipos (series de 6 juegos contra los rivales de la misma zona y series de 3 juegos con-tra los de la zona contraria, lo cual justi-ficaría la clasificación por zonas), dismi-nuiría el total de encuentros a 528, o sea, serían 192 juegos de menos; todo lo cual se traduce en tiempo y recursos que se aprovecharían en la posterior Serie Se-lectiva. Entonces si la Selectiva contara con 60 partidos y 6 selecciones, tendría-mos un total de 180 juegos en este tor-neo en su etapa regular. En fin, si en una Nacional de 90 juegos se celebran 720 enfrentamientos, entre una Nacional y una Selectiva de 66 y 60 partidos respec-tivamente, se efectuarían un total de 708 encuentros.

También podría ser un calendario de 42 enfrentamientos entre 8 conjuntos, para un total de 168 desafíos, entonces se celebrarían en general durante la temporada 696 enfrentamientos. Como vemos, en ambos casos se efectuarían la Nacional y la Selectiva con una buena duración y serían menos los partidos a celebrar en el país. En el primero se re-duce en 12 el total de juegos a efectuar y los peloteros que transiten por ambos eventos jugarían 126 juegos regulares en la temporada; y en el segundo la dife-rencia sería de 24 partidos menos y los atletas participantes jugarían 108 juegos regulares en la temporada.

Mis propuestas de Serie Selectiva donde prime siempre la territorialidad, con 6 selecciones, dos por cada región del país, es un torneo de 45 o 60 juegos, en los que los dos primeros en la etapa eliminatoria se enfrenten en una serie final de 7 a ganar 4 por el título de cam-peón. Se me ocurre identificarlos e inte-grarlos partiendo de mi propuesta pri-mera por:1. Verdes del Occidente (conformado

por los peloteros de los equipos PRI, ART y MAY)

2. Azules del Occidente (IND, MET o IJV, y MTZ)

3. Anaranjados del Centro (VCL, CFG y algunos peloteros de la región oc-cidental)

4. Violetas del Centro (SSP, CAV y algu-nos peloteros de la región oriental)

5. Amarillos del Oriente (CMG, LTU y HOL)

6. Rojos del Oriente (GRA, SCU y GTM)Si son 8 los conjuntos, pienso en 42

juegos en un todos contra todos, donde clasifiquen los 4 primeros a las semifi-nales, y se enfrentarían 1ro vs. 4to y 2do vs. 3ro. Finalmente, los ganadores discu-tirían el título, en tolos los casos en se-ries de 7 a ganar 4. Ahora los nombro e integro como sigue:1. Verdes PA (integrado por peloteros

de los equipos PRI y ART)

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LA CALLEDEL MEDIOABRIL 2012

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Los Lectores opinan 2. Azules HI (IND, MET e IJV)3. Tintos MM (MAY y MTZ)4. Anaranjados VC (VCL y CFG)5. Marinos SC (SSP y CAV)6. Amarillos CT (CMG y LTU)7. Violetas HG (HOL y GRA)8. Rojos SG (SCU y GTM)

Claro está que los nombres de los equipos han de ser otros, mucho más atractivos, aunque estos bien pudieran ser sus colores distintivos.

Quiero agregar que no soy partidario de un torneo entre los conjuntos de mejor ubicación en la Nacional, reforzados con peloteros de los equipos rezagados, por una razón fundamental: no estarían to-dos los peloteros de buenas actuaciones en la Nacional y sí otros que ni siquiera fueron regulares en sus respectivos equi-pos. Mientras que si fueran selecciones por regiones, todos sus integrantes se-rían peloteros que fungieron como regu-lares en sus equipos durante la Nacional y por ende tendrían una banca bien fo-gueada y de mayor calidad. Verdadera-mente estarían los mejores.

Es muy probable que en un principio la afición no se identifique con estos equi-pos, pero con el transcurso del tiempo y el eficaz desempeño de los medios de di-fusión, quienes tendrán un papel funda-mental en la promoción y divulgación de dicho evento, tan necesario para elevar la calidad del béisbol cubano actual, estoy convencido de que tendrá la misma acep-tación que tuvieron los primeros torneos de esta índole, que tanta nostalgia les pro-duce a los fanáticos que hoy peinan ca-nas. Espero que su tiempo le haya alcan-zado para leer estas cuartillas y que com-prenda todo cuanto le he querido decir. Le confieso que me haría muy feliz si me tiene presente en la sección «Los Lectores Opinan».

Se despide de Ud., un loco más a la pelota.

JULIÁN ELÍAS BELIS

Increíble la decisión del ma-nager cienfueguero al dejar en la banca el último día de la

campaña regular a un pelotero (¿mo-lestias?) con posibilidades de ganar la añorada y dificilísima triple corona de bateo. ¿Acaso ese tipo de logro no for-ma también parte del espectáculo? Lo cierto es que la ausencia de Pito Abreu en el partido final lo privó de luchar por una de las hazañas más difíciles de conseguir, incluso, de haber logrado solamente las coronas de bateo y jonro-nes cediendo en el liderato de las im-pulsadas frente a Despaigne, hubie-ra logrado algo sin precedentes en nuestra pelota, simplemente haber si-do durante dos años consecutivos el

campeón de bateo y máximo jonrone-ro.

De haber alcanzado esto último les hubiera dado la posibilidad a algunos periodistas del patio –que ante cual-quier hecho doméstico relevante enfilan los cañones hacia el beéisbol de Gran-des Ligas para ver si hay antecedentes y entonces hacer las comparaciones– de jactarse con la proeza, que sin dudas lo hubiera sido.

En toda la historia de Grandes Li-gas solamente Ted Williams logró en dos temporadas consecutivas, 1941 y 1942, encabezar el bateo y los bambina-zos; en esta última sumó además el li-derato de los remolques y obtuvo así la primera de sus dos Triples Coronas. Desconozco si en otros torneos forá-neos en dos campañas consecutivas al-guien ha sido capaz de registrar esa proeza. Simplemente Iday Abreu privó a José Dariel de intentar ser el primer cubano en obtener ese logro en nuestros clásicos. Desafortunadamente decisio-nes como esas atentan contra las otras aristas del béisbol que lo hacen un deporte tan grande, apasionante y emo-cionante: los retos estadísticos.

MANUEL VEGA

Muchos son los indivi-duos que sin haber teni-do una formación de

academia demuestran magistral-mente su talento, adquirido como por don de la vida. En cuanto a este artículo me quiero referir es-pecíficamente a estos sucesos en el ámbito de las manifestaciones artísticas. Mayoritariamente los grandes hombres de la humani-dad, los genios, han sido incom-prendidos, ignorados por las per-sonas que creen que ellos son in-capaces y estos alcanzan notable valor casi siempre después de muertos. En Cuba existen perso-

nas que tienen oído musical o tocan es-pléndidamente un instrumento; se des-doblan en varios personajes mediante la actuación con una gran sensibilidad hu-mana; danzan sobre las tablas como dio-ses del Olimpo; traspasan los límites de la simple obra literaria en cuanto a la ex-presión oral y escrita; conforman obras plásticas, de artesanía o de orfebrería de forma genial; o, simplemente realizan audiovisuales como una nueva forma de comunicar, sin ser muchos de ellos egre-sados de escuelas de arte o talleres na-cionales. Ahí es donde quiero ahondar. Recientemente he leído que el movi-miento de aficionados al arte ha genera-do en Cuba, desde hace mucho tiempo, artistas de avalada calidad, pero, si esto

es así: ¿por qué las instituciones de cul-tura que pueden apoyar a estos aficio-nados no dan el apoyo necesario? Con esta reflexión no pretendo ofender a na-die, y mis respetos para aquellos que sí dedican esfuerzos al arte, venga de cual-quier formación. Considero que el apo-yo que se ha dado es insuficiente e insa-tisfactorio ya que muchos aficionados que son buenos en su quehacer son des-preciados en muchas ocasiones, y para qué hablar de las trabas burocráticas que sufren para mostrar su arte. Con es-te escrito, quiero que nuestras institu-ciones den mayores oportunidades a los aficionados, para que este movimiento no muera y siga aportando jóvenes ge-neraciones de creadores de la literatura, la dramaturgia, la plástica, la música, la danza y el cine, radio o televisión, que aunque los conocimientos de academia siempre sean necesarios, cuando se na-ce con talento para algo, esta cualidad es indiscutible ante cualquiera y donde quiera.

ANTONIO PERERA SERRAT Médico

Grandiosa ha sido la po-lémica, en todos los ám-bitos, desde el día 21 de

abril, con respecto a cómo nos ex-presamos los cubanos y si maltra-tamos o no nuestra lengua. Para comenzar, a Cuba, como país que fue colonia de España, le fue im-puesta la lengua de Miguel de Cervantes y Saavedra; pero sin ol-vidar vocablos oriundos. Unido a esto, la amalgama de lo africano, lo asiático y lo europeo fueron conformando nuestra cultura y nuestro lenguaje. Por supuesto que si el lenguaje surgió, fue para que el hombre se comunicara, pa-

ra que expresara sus emociones y senti-mientos a través de las palabras, y por esto, el mismo está en constantes cam-bios y transformaciones según región, cultura y otras características. Está cla-ro que el correcto empleo del idioma de-pende mucho de la personalidad y cul-tura del hablante, pero el mismo uso y evolución del idioma provoca que mu-chos cubanos digan «qué bolá» antes que «hola, ¿cómo estás?».

También está presente en nuestros días el dilema de (para mi criterio) mal llamadas «malas palabras», y considero absurdo (no porque yo me exprese siem-pre de esa forma) que las palabras estén catalogadas de malas o buenas, puesto que son palabras, vocablos del lenguaje, y lo que considero que las personas en-cuentran grosero en el uso de las «ma-las palabras» es el significado y hasta la

mala intención, dadas incorrectamente por los unos y los otros a estos vocablos que son tan impugnados constantemen-te y considerados impuros. Resumien-do: lo importante de comunicarse no es-tá en lo que se dice, sino en la intención con la que se quiere decir lo que se va a comunicar; o sea que el lenguaje nos ofrece la posibilidad de usar millones de palabras, de las cuales escogemos las más adecuadas que deseamos usar, les damos un matiz intencional y trasmiti-mos lo que queremos expresar. Es así, porque uno puede ser grosero sin usar esas palabras, y se nota por la intención con la cual nos comunicamos. En fin, no pretendo cambiar al mundo, solo que los lectores reflexionen un poco sobre lo que les digo. Trasmitir el mensaje de for-ma clara es lo primordial (siempre que sea correctamente), no interesa qué vo-cablo usemos, sino que este reafirme lo que deseamos comunicar, sin omitir le-tras como la s, o hacer uso incorrecto de los tiempos verbales al hablar, y dicien-do todo ampliamente, en todo el sentido de la palabra, de esta forma podemos contextualizar y mejorar nuestra lengua cubana actual.

JORGE LUIS RODRÍGUEzEstudiante, 11no, IPVCE «V. I. Lenin»)

saludos: Estimados compañeros, en su magistral revista mensual ilus-

trada. Por primera vez me dirijo a uste-des y pienso que no será la última, desde el No. 32 estoy por escribirles, ahora es que me decido, nunca es tarde, ¿verdad?

Luego entonces, mi primera interro-gante es que ya deben ir pensando en establecer una emulación por el ejem-plar más cotizado, visto y leído anual-mente, que por lo pronto ya este, el No. 45 de enero 2012 –último que ha llegado a Pinar del Río– está como para no olvi-dar y ganar la emulación, lo saboreé des-de la página 1 hasta la 16. Me impactó mucho el artículo de Paquita de Armas Fonseca en la página 2, titulado «Ope-rando el corazón: de piel a piel por una sonrisa», que para más fortuna el ciruja-no Paredes es coterráneo mío, o sea, pi-nareño; así como los artículos de las pá-ginas 4 y 5, «Cumanayagua de Cuba», y otro de los mejores también, fantástico, de H. Romo Sigler sobre Víctor Mesa, en fin…, y apruebo ciento por ciento la opi-nión de Carlos López González sobre el béisbol.

Por supuesto, disfruté este encuentro a plenitud, con el deseo de volvernos a encontrar y deseándoles lo mejor en este 2012 junto a sus familiares y amigos.

OMAR OTTÓN DE LA NUEz HERNÁNDEz San Juan y Martínez, Pinar del Río

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1 2 3 4 5 6Mami yo quiero castigarte duro hasta que salga el sol sin miedoGata vamos a cogerte rápido toda la noche sin anestesiaPerra voy a encenderte lento hasta el amanecer en el pisoZorra yo quiero darte suave hasta mañana contra la paredChica yo vengo a azotarte fuerte todo el día sin compromiso

CÓMO COMPONER UN REGUETÓNInstrucciones: Seleccione una palabra de cada una de las columnas, de izquierda a derecha y... ¡a perrear!

Nota: Para hacer el coro, repetir una palabra de la tercera columna tres veces, continuar con una frase de la quinta columna y terminar con una palabra de la cuarta columna.

COMER EN CASA

CD VEINTE PIANOS. ERNÁN LÓPEz-NUSSAintérpretes: JÓVENES PIANISTAS Producciones Colibrí, 2011

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propUestasmUsicaLes

LA CALLEDEL MEDIOABRIL 2012

A cargo de AILER PÉREz, IJORkI MORALES y CARMEN SOUTO

NOTA Y ANOTAautor: VICENTE ALEJANDRO TRIGOintérpretes: ENID ROSALES y DCORASONCD Tres pa’ Tres Centro Pablo de la Torriente Brau, 2011

CÓMO LE DIGO A MI CORAzÓNautor: JOEL DOMÍNGUEzintérprete: MÓNIkA MESACD Al finEGREM, 2011

BUSCANDO CUERDAS autor: JORGE LUIS VALDÉS CHICOY intérprete: GRUPO PERSPECTIVACD Jazz de CubaEGREM/ Universal, 2011

DE QUIEN APRENDÍautor: OSMANI ESPINOSAintérprete: VERÓNICACD De no ser por tiProducciones Erneston.com, 2011-2012

LA HABANA ES MÍAautores: YULIÉN OVIEDO, BLAD MC y LOS CUATROintérpretes: YULIÉN OVIEDO feat. LOS CUATRO CD La HistoriaAhí Namá Music, 2011

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DANzANDO ENTRE PUENTESintérprete: ALEJANDRO FALCÓN (invitado: Mayito rivera)dir.: david raveLO

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PEÑA DE ARGELIA FRAGOSO JUNTO A EMILIO MORALES Y SU GRUPO LOS NUEVOS AMIGOSTodos los sábados, 10:00 p.m. Café Jade (San Nicolás esquina a Cuchillo, Barrio Chino)

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48ABRIL2012

NÚMERO directorenrique ubieta gómez

diseño10kzardoyas

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fotografíasrené masolaalejandro montesinose.u.g.

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colaboradoresa.a.g.santiago alba ricoenrique milanés leónalejandro montesinos larrosagiselle moralesijorki moralesailer pérez

ahmed pérez morejónh. romo sigleronis yissel ruizcarmen souto anidoleydi torres ariasmadelaine vázquez gálvezjorge wejebe cobo

direccióncalle 21 no. 406, vedado, la habana, cuba. cp 10400.

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MADELAINE VÁzQUEz GÁLVEz y ALEJANDRO MONTESINOS LARROSA

la cocina cubana representa un con-junto de hábitos y preferencias alimenta-rias, circunscritas a factores biológicos, económicos y socio-histórico-culturales. En la actualidad, como parte de los pro-cesos de adaptación, se aprecian tenden-cias referidas a la incorporación de nue-vos alimentos y formas de cocción.

En la cocina cubana por lo regular predomina la freidura y la cocción combinada. El gusto por lo frito y los guisos (con predominio de salsas) mar-ca las formas de cocinar del cubano, como una expresión de la notable in-fluencia de la cocina española, y por la necesidad de buscar formas de cocinar que garantizaran el balance energético del organismo humano. Estas prepara-ciones son altamente energéticas por la presencia de grasas, lo que sustenta su predominio, junto a criterios determi-nantes que las consideran como comi-das altamente apetitosas. Sin embargo, resulta interesante que algunas fami-lias por razones de salud ya comienzan a incorporar la cocción al vapor.

La presencia de una agricultura de monocultivo, expresada en la produc-ción de azúcar a partir de la caña, marcó las preferencias por lo dulce, lo que se constata por el amplio recetario de pos-tres de la cocina cubana. La mayoría de los dulces nacionales exhiben un origen hispánico (arroz con leche, natillas, leche frita, buñuelos, empanadillas…), y su di-fusión y excelencia se debe fundamental-mente a los esclavos, que se convirtieron en grandes artífices en su elaboración.

Dentro del menú criollo se sigue un patrón bastante homogéneo, representa-do en los almuerzos y comidas por arro-ces, potajes, productos cárnicos, viandas, ensalada y postre. Es muy común la ofer-ta de café a toda hora, fundamentalmen-te en el horario de la mañana.

Actualmente, dentro de los grupos culinarios, se observan las incidencias siguientes: • Sopas: Existe preferencia por la sopa

de pollo con fideos y por la elabora-ción de caldosas. Pueden añadirse los condimentos crudos o en sofrito. Se consumen con asiduidad los potajes de frijoles o granos.

• Arroces: Predomina el arroz blanco, los moros y cristianos (con frijoles ne-gros), y el congrí (con frijoles colora-dos), así como los arroces compues-tos o combinados con embutidos, cer-do y vegetales como maíz, calabaza, habichuela, etcétera. El arroz gene-ralmente queda bien desgranado; cuando se elabora con otros produc-tos generalmente se colorea con bijol y constituye la comida principal del menú. Existe gran predilección por la paella, el arroz con pollo a la cho-rrera y el arroz imperial, como platos para ocasiones especiales.

• Plato principal: Generalmente se elabora una gama de ofertas, como bistec de cerdo, picadillos, croquetas, hamburguesas, huevos fritos, torti-

llas, revoltillos y pollo confeccionado en diversas formas (frito, fricasé, gui-sado, asado). En el caso de las carnes, por lo general se adoban con sal, ajo y un elemento ácido (vinagre o zumo de naranja agria). Es común que los pescados se aderecen con sal y zumo de limón, se enharinen y frían.

• Fritos: Resulta bastante habitual la presencia de fritos, como boniato, plátano maduro y papas fritas, tosto-nes, mariquitas, frituras, entre otros.

• Vegetales: Se presentan en forma de ensalada de estación, por lo general con productos convencionales: toma-te, col, pepino, habichuela, aguacate y lechuga. Se aprecia un mayor consu-mo de zanahoria, berenjena, rabanito y otros vegetales menos aceptados en la tradición culinaria, dada la preocu-pación por mejorar la salud. Algunos vegetales se consumen guisados.

• Meriendas: Predominan los empa-redados, es decir, panes acompaña-dos de embutidos, tortillas, croque-tas, etcétera. También los productos fritos y dulces se consumen con cier-ta regularidad entre las comidas.

• Otros platos tradicionales: En mu-chos hogares es común la preparación de tamales, papas rellenas, guisos de maíz, yuca con mojo, tambores de pa-pa, quimbombó con plátano, fufú de plátano, entre los más representativos.

• Postres: Se aprecia una observan-cia de la tradición, expresada en la elaboración de panetelas, pudines, flanes, natillas, arroz con leche, bo-niatillo, buñuelos, coquitos, turro-nes caseros y torrejas.

• Bebidas: Predominan los batidos, re-frescos y jugos, así como el café con leche en el desayuno. Desafortuna-damente crece la preferencia por los refrescos en sobre y enlatados. Las comidas de las festividades ge-

neralmente se caracterizan por la pre-sencia de lechón asado, moros y cris-tianos, yuca con mojo, tostones, ensala-das de vegetales y postres caseros.

En la religión afrocubana se obser-van muchos platos ceremoniales com-puestos por coco, maní, maíz, calaba-za, ñame, gofio hecho con miel de abe-jas, quimbombó, manteca de corojo, el calalú, la malanga y el fufú.

Cocinar a la cubana significa innovar y crear nuevos platos sobre la base de la más genuina tradición y el buen sabor. Por un lado la cocina doméstica, con su gran capacidad de adaptación, desarrolla múltiples iniciativas: algunas merecen especial atención; mientras que la cocina profesional bajo la autoría de los chefs cu-banos seduce por la asunción de estilos refinados que ensalzan las virtudes del yantar criollo. Cocineras y cocineros si-guen configurando su historia. CM

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CROQUETAS AL AJONJOLÍ

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A LA CUBANA (II)

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ajocebolla

aceitepicadillo de pollo

salsa de tomatecaldo de ave

nuez moscadasal

pimienta molidaharina de trigo

huevopan rallado

ajonjolíaceite para freír

4 dientes1 unidad mediana4 cucharadas

1 taza2 cucharadas2 tazas¼ cucharadita1 cucharada¼ cucharadita2 tazas 2 unidades2 tazas5 cucharadas

· e l a b o r a c i ó n ·Picar el ajo y la cebolla bien fino ¶ Sofreír el ajo y la cebolla en la mitad del aceite; añadir el pica-dillo y la salsa de tomate, y cocinar durante doce minutos más ¶ Reservar ¶ Aparte, en cazuela de fondo grueso, poner a hervir el caldo, agre-gar la nuez moscada, salpimentar y añadir la harina cuando el líquido comience a hervir ¶ Revolver con paleta de madera y adicionar el resto del aceite en las paredes del recipiente, pa-ra que se vaya conformando la masa ¶ Agregar el picadillo y continuar revolviendo hasta que la masa se despegue ¶ Refrescar la masa y for-mar las croquetas ¶ Pasarlas por huevo batido y pan rallado mezclado con el ajonjolí, previa-mente tostado ¶ Freír en grasa bien caliente.nota: Servir acompañadas de una ensalada.

· i n g r e d i e n t e s ·pa r a 5 0 c r o q u e t a s m e d i a n a s

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leche en polvohuevoaceite

sal

8 cucharadas2 unidades2 tacitas de café1 cucharadita

· e l a b o r a c i ó n ·Poner todos los ingredientes en la batidora ¶ Batir hasta obtener una crema homogé-nea ¶ Extraer la mezcla de la batidora y re-frigerar ¶ Servir sobre panecillos, decora-da preferiblemente con perejil picado fino.nota: Se puede elaborar menor cantidad, utilizan-

do la mitad de los ingredientes relacionados. También se puede verter el aceite a hilo, como una mayonesa. Se puede saborizar con un dien-te de ajo.

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a d o s b a r r i t a s

MANTEQUILLA DE LECHE EN POLVO