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Consejería Matrimonial ESQUEMAS PSICOLÓGICOS Y VALORES NORMALES EN EL MATRIMONIO

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Consejería Matrimonial

ESQUEMAS PSICOLÓGICOS Y VALORES NORMALES EN

EL MATRIMONIO

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La descripción de los tipos de matrimonios psicopatológicos nos permite inferir cuáles son los valores normales en el matrimonio; a su vez, estos valores ponen de relieve los cambios necesarios para establecer un esquema matrimonial sano.

Los cuatro esquemas que describo a continuación son los que se encuentran más habitualmente durante el tratamiento de los problemas maritales.

Cuatro esquemas matrimoniales patológicos

1. La esposa «enamorada» y el marido «frío»

Este esquema —el de la esposa «histérica» y el marido «obsesivo»— es el problema psicoterapéutico más común y difícil de tratar.

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Las esposas. oLa esposa es la primera que acude en busca de tratamiento

porque sufre depresiones. oYa no puede manejar su hogar, cuidar de sus hijos o cumplir

con sus obligaciones sociales. oPadece una descompensación emocional y está al borde de

una regresión aún más grave. oTal vez hace años que toma tranquilizantes, bajo la supervisión

del médico de la familia. oDesde la primera entre vista con el psiquiatra, o, si es una

paciente deprimida, no bien se disipa su depresión, afirma que su enfermedad se debe pura y exclusivamente a la frialdad y crueldad de su marido.

oPosee una profunda capacidad de amar, pero que su esposo es frío, indiferente, cruel o psicótico.

oPara demostrar la gran insuficiencia emocional del marido, expone un sinnúmero de casos en los que él no hizo lo que, a su juicio, debería haber hecho; ella ve en esto una evidencia de su incapacidad de amar.

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oSe queja de la insuficiencia o exceso sexual de su esposo y lo culpa de su propia falta de sensibilidad sexual.

oDe estancarse su tratamiento, declara que su marido también debe someterse a terapia; de lo contrario, ella no sanará o tendrá que divorciarse.

oPara esta mujer, la única solución es que su esposo cambie.

oAfirma con vehemencia que él está más enfermo que ella, aunque no presente ningún síntoma.

oCon frecuencia, son casos difíciles de diagnosticar: las calificarán, acaso, de personalidades histéricas.

oSu relación con el marido es de tipo simbiótico y parasitario.

oSu autoestima es baja. No sienten que posean una personalidad propia, fija, firme y estable, que las distinga de los objetos destinados a satisfacer necesidades; en presencia de terceros, tienden a dejarse dirigir por los de más: buscan su aprobación y ayuda para establecer quiénes son y cuánto valen ellos mismos.

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oEstas esposas son una tierna trampa para los terapeutas de sexo masculino.

Los maridos.

Su cuadro clínico contrastaba notablemente con el de sus esposas. oEran hombres inteligentes y educados, que ocupaban

puestos de responsabilidad ; profesionalmente , eran por lo menos competentes y, en algunos casos, hasta brillantes.

oSe los respetaba en su trabajo y en su comunidad, no padecían descompensación emocional y no eran adictos a las drogas ni al alcohol.

oUna diferencia esencial con sus esposas era que no exteriorizaba n mucho sus emociones. Eran más intelectuales, lógicos y razonables que ellas en sus relaciones con los demás y en su modo de encarar los problemas.

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Durante el tratamiento, estos hombres presentaban un cuadro marcadamente distinto al de sus esposas:

oParecían individuos bien adaptados, con éxito en su trabajo y en sus relaciones sociales y que sabían actuar en situaciones de tensión.

oEsto sugería que poseían suficiente madurez emocional como para incluirlos en la amplia categoría de los llamados «adultos normales».

oEmpero, su tratamiento reveló que, bajo la superficie de sus actitudes y defensas características, subyacían feroces conflictos emocionales que, en algunos casos, igualaban a los de sus esposas.

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El esquema matrimonial.

En estos matrimonios se produce una inversión después de la ceremonia nupcial.

A comienzo de la vida conyugal, la esposa parece dominar: es bonita o vivaracha, en tanto que su marido es un hombre simple, tímido o apagado; ella es aparentemente excitante y divertida, o bien promete poseer unos conocimientos de música, artes y humanidades de los que él carece.

En los años siguientes, el marido continúa desarrollando su carácter, triunfa en su profesión o en sus negocios, mejora su relación con la gente, pierde su timidez y adquiere confianza en sí mismo. Es un trabajador

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Su esposa, en cambio, es una conversadora; pese a sus protestas in contrario sensu, no experimenta sentimientos maternales, las responsabilidades domésticas no son un motivo de gozo para ella y revolotea de un lugar a otro, incapaz de ocupar una posición estable fuera del hogar.

La dificultad en la relación marital reside en que los cónyuges, incapaces de desarrollar y conjugar pautas de intimidad viables, introducen en el matrimonio distorsiones y limitaciones de la experiencia que restringen, y hasta excluyen, la intimidad.

2. El marido «en busca de una madre»

En esta entidad clínica específica —la del marido «histérico» y la esposa «obsesiva»

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oEl hombre recurre a un terapeuta porque ha surgido una crisis en su matrimonio: mantiene relaciones con otra mujer, con la que piensa casarse, pero circunstancias externas a él han obstaculizado sus planes y precipitado su derrumbe.

oEl cuadro de los hombres con este tipo de problema se dividía en dos grupos: el de los activos dominadores (20%) y el de los pasivos o dependientes (80%).

Los activos dominadores

Individuos que triunfaban en todo cuanto hacían; eran oportunistas y mantenían relaciones poco profundas, que les permitían pasar de una situación cualquiera a otra más ventajosa. Les parecía inconcebible que pudiesen salir derrotados en su afán de casarse con sus amantes.

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oBuscaban una madre, no para dominarla, sino para que cuidara de ellos; esta era una manifestación de sus posiciones regresivas y exigentes, y una aceptación de su desenvolvimiento.

oEstos individuos buscaban amor y protección. oNo manejaban bien sus asuntos personales, competían mal

con los otros hombres y recurrían a las mujeres en procura de sostén y consuelo; bordeaban la impulsividad y la irresponsabilidad, eran caracteres orales con personalidades histéricas, y el alcoholismo era un síntoma común en ellos.

El grupo de los pasivos y dependientes

Las esposas. oSe caracterizan por ser madres excelentes, en cuanto a su

coherencia, seguridad y confiabilidad. Todas decían amar a sus maridos, mostrándose capaces de soportar experiencias conyugales traumáticas.

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oRara vez se divorciaban, porque solían aceptar al esposo que regresaba al hogar.

oAdvertían que su relación marital había cambiado cuando la llegada de los hijos les impedía dedicarse por entero a sus maridos, y estos buscaban esa dedicación exclusiva en otra parte.

oUna observación más detenida reveló que estas esposas sentían la necesidad de dirigir y controlar a los demás, y que, si bien les brindaban verdadera ayuda, tendían a dominarlos. Las «otras mujeres». oEran idóneas y competentes, muy parecidas a las esposas.oLas casadas eran madres y esposas capaces. oAdemás, ellos solían ser excelentes amantes, con una gran

capacidad para la intimidad física.

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oSin embargo, cuando había que tomar una decisión final, estas mujeres eran más realistas que los hombres.

oSi ya eran casadas, a menudo se negaban a divorciarse de sus maridos; para ellas, sus hijos importaban más que sus amantes.

oSi eran solteras o viudas, estaban dispuestas a casarse con sus amantes siempre que estos obtuvieran el divorcio.

El esquema matrimonial.

oEs bastante común. El hombre se casa joven, cuando todavía no ha terminado sus estudios o no es capaz de ganarse la vida; aparentemente , se casa por amor.

oLa esposa trabaja y lo ayuda en su carrera, hasta que llegan los hijos y las circunstancia s le impiden cuidar de él por entero.

oEl marido alcanza la autonomía económica y busca a otra mujer que esté libre para cuidar de él; esta mujer será, tal vez, más joven, bonita y sensual que su esposa.

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3. El matrimonio «de dos parásitos» oEstos matrimonios están constituidos por dos cónyuges

pasivo-dependientes —dos personas que, al no poder nadar, se aferran desesperadamente la una a la otra y se ahogan juntas—.

oEmocionalmente, eran incapaces de ser buenos progenitores y cada uno proyectaba hostilmente su ineptitud sobre el cónyuge; estaban llenos de angustias y presentaban síntomas neuróticos a modo de defensas.

oEn su convivencia no llegaban a constituir un solo yo, sino que formaban un dúo de cactus parásitos que no podían vivir juntos ni separados.

oCada uno esperaba que el otro cuidara de él, y cuando estas expectativas quedaban insatisfechas, respondía con reacciones primitivas de cólera o pánico acompañadas a menudo de formaciones fóbicas.

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El esquema matrimonial. oCada cónyuge espera que el otro asuma la responsabilidad

de hacer que el matrimonio funcione; ninguno es capaz de crecer, ni de satisfacer las necesidades del otro.

oLuego del casamiento, la dificultad emerge más rápidamente que en los esquemas matrimoniales anteriores: uno o ambos cónyuges presentan síntomas fóbicos, a veces durante la luna de miel y otras antes de la llegada de los hijos.

oLas parejas poseedoras de una fortuna heredada sufrían la traba adicional de unas expectativas familiares fundadas en su educación y posición social. 4. El matrimonio paranoide

Este tipo de matrimonio, menos extravagante y más frecuente que el anterior, trasforma la realidad valiéndose de nociones ilusorias. Los cónyuges sobrevaloran ciertas ideas o ideologías protectoras, tras las cuales se movilizan, se defienden a sí mismos y cambian el mundo mediante sus interpretaciones activas y sistemáticas.

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oEs un matrimonio enfermo, cuyos integrantes se traban y oenvuelven mutuamente, en un pacto contra el mundo.

Conviven en armonía porque comparten los mismos delirios e ilusiones y levantan un cerco en torno a la unidad familiar.

oEl miembro activo y dominante de la pareja exige al otro una forma de pensar tajante («estás conmigo o contra mí»).

oEstas parejas no solicitan la terapia. El terapeuta las ve cuando las ideas fantásticas del miembro dominante le causan problemas laborales con sus superiores.

oSi el cónyuge paranoide es la esposa, tiende a permanecer aislada en su casa; es incapaz de conservar un empleo; discute con sus amigos, vecinos y parientes, y con los maestros de sus hijos; sólo puede convivir con otros en su hogar, cuando su palabra no es cuestionada.

oSi el paranoide es el marido, tiene graves reyertas con sus jefes; trabajar para otro hombre equivale a una castración o, en un nivel inconciente, a una aniquilación.

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oCuando el cónyuge paranoide es el marido, la esposa pasiva es proclive a sufrir depresiones.

oLa excesiva preocupación del marido por su masculinidad genera en él celos y sospechas. Se rehúsa a toda intimidad con su esposa y teme el peligro que representaría , para él, la pérdida.

Un matrimonio sano.

oUn matrimonio sano es una unión entre dos personas capaces de valerse a sí mismas y de apoyar a otros, y que se comprometen a mantener dicha unión.

oLo ideal es que dentro del matrimonio haya una independencia equitativa, una dependencia mutua y una obligación recíproca; empero, a partir de este ideal se dan muchas variantes que entran en la categoría del matrimonio «normal».