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1 CJ CRISTIANISME, 1 JSTCIIA José l. González Faus

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1CJ CRISTIANISME, 1 JUISTCIIA

Jos l. Gonzlez Faus

La totalidad de este libro, tanto el contenido como el diseo estn sometidos bajo licencia que puede consultar a la red a

Edita CRISTIANISMO Y JUSTICIA Roger de Llria, 13 - 08010 Barcelona93 317 23 38 - [email protected] www.cristianismeijusticia.net ISSN: 2014-6485

Edicin: Santi Torres i RocaginRevisin del texto: Pilar de la Herrn Diseo cubierta: Jordi Pascual Morant Diseo y maquetacin interior: Pilar Rubio TugasMayo de 2018

http://es.creativecommons.org/blog/licencias/http://www.cristianismeijusticia.net

ECONOMISTAS PROFETAS BREVE ANTOLOGA ECONMICA

Seleccin y comentarios Jos Ignacio Gonzlez Faus

SUMARIO

05 INTRODUCCIN

07 POBREZA Y DIFERENCIAS ENTRE LOS SERES HUMANOS

11 CONSUMISMO

14 EL MITO DEL MERCADO LIBRE Y AUTORREGULADO

19 NUESTRO SISTEMA

26 FINANCIARIZACIN DE LA ECONOMA

29 LA ECONOMA QUE SE ENSEA

32 JUICIOS TICOS

37 APNDICE. REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

Jos Ignacio Gonzlez Faus

Miembro del rea Teolgica de Cristianisme i Justcia. Entre sus obras cabe destacar: Acceso a Jess (10 ed. 2018); Proyecto de hermano, Visin creyente del hombre (3 ed. 2000) y La humani-dad nueva. Ensayo de cristologa (10 ed. 2016). Sus ltimos libros son: Otro mundo es posible desde Jess (2009), Herejas del catolicismo actual (2013), Confo. Comentario al Credo cristiano (2014), El rostro humano de Dios (3 ed. 2015) y El capital contra el siglo XXI? Comentario teol-gico al libro de Thomas Piketty (2a ed. 2015). Escribe habitualmente en La Vanguardia. Es autor de numerosos cuadernos de Cristianisme i Justcia.

Para saber ms: enlace

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INTRODUCCIN

Esta antologa quiere ser, en primer lugar, una vindicacin de los economistas: se ha dicho en contra de ellos que solo sirven para explicar por qu fallaron las predicciones optimistas que haban hecho: recordemos el diagnstico de excelente salud en Lehman Brothers, dos das antes de su quiebra, que algu-nos sitan en el origen de la crisis del 2008. Y cuando leemos la Declaracin Universal de los Derechos del Hombre, da la sensacin de que los economistas profesan ms bien una declaracin universal de los derechos del dinero.

Pero esa caricatura no es toda la verdad. Es cierto que todo sistema de po-der tiene sus sacerdotes y que el sacerdocio es una de las fuentes mayores de corrupcin: por algo profesa el cristianismo que no hay ms que nico sacer-docio eterno y universal que es el de Jesucristo. Pero la realidad es que tambin hay grandes economistas enemigos del sistema, en los que se cumple tambin un dicho de Jess: que los profetas son mal recibidos en su propia tierra. Hay economistas que sostienen que la tarea de la economa es estudiar la causas y el remedio de las desigualdades entre los hombres. Alguno de los autores aqu citados es incluso defensor de nuestro sistema econmico como el menos malo; pero tiene la honradez de reconocer su enfermedad, nico camino de curarla si es que tiene cura.

En segundo lugar, esta antologa quiere ser un pequeo grito, dado desde mi fe cristiana. Como cristiano que intento ser, creo firmemente que las vctimas y los descartados de esta historia son los preferidos de Dios y que una vida cris-tiana solo es tal si se enfoca en servicio de esta preferencia. Dios no necesita de ningn otro culto nuestro. Y a Dios hay que servirle como l quiere ser servido, no como nos parezca a nosotros. Por eso, desde que comenc a ensear cristolo-ga he ido llegando a la conclusin de que aquello que Jess llamaba el reinado de Dios (y que es el reinado de la libertad de hijos y la igualdad de hermanos) tiene mucho que ver con la economa, porque tiene mucho que ver con la igualdad fraterna. Por tanto, la teologa debera hoy dialogar con la economa, tanto como en otras pocas ha dialogado con la filosofa y con lacultura en general.

La tesis que parece brotar de esta pequea antologa es que nuestro sistema econmico se funda en una opcin preferencial por los ricos, con algunas gotas de tranquilizador de conciencia de vez en cuando. Y eso choca frontal-mente con el dato de que los ricos (los supermillonarios, diramos hoy) son malditos segn el evangelio.

Pero cuando un profano habla de economa es muy sencilla la desauto-rizacin: t no sabes de eso, no eres economista, etc. Lo cual es una de esas

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medias verdades ms peligrosas que las mentiras totales. Hace ya aos, la Po-ltica de Aristteles, me ense una distincin fundamental entre economa y crematstica. La primera es el arte de administrar lo que hay (hacindolo crecer si es posible); la segunda es el arte de enriquecerse. Pues bien: no es nada irreve-rente suscitar la sospecha de que la mayora de los economistas ms oficiales no son economistas sino crematistas.

Por estas razones he intentado no hablar yo, sino de dar la palabra a una serie de enseanzas que no debemos olvidar, y que he clasificado segn un ndice de materias, un poco arbitrario pero creo que suficiente. Mi aportacin se reducir a un breve comentario a cada captulo de textos. Finalmente, creo necesario pedir al lector que no tenga prisa al leer este cuaderno. Hay textos que conviene releer y pensar. Para muchos lectores lo mejor creo que sera no pasar de un apartado por da.

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* Paridad de Poder Adqui-sitivo (con una misma cantidad, cunto se podra comprar de la cesta en distintos pases).

POBREZA Y DIFERENCIAS ENTRE LOS SERES HUMANOS

Las diferencias son cada vez mayores

1. El ms reciente Informe sobre el desarrollo humano, de la ONU seala quela riqueza global de los primeros 358 multimillonarios globales equivalea la suma de ingresos de los 2.300 millones de personas ms pobres Si (comodijo un crtico norteamericano) los 358 decidieran quedarse con cinco millo-nes de dlares cada uno para poder mantenerse, y regalaran el resto, casi dupli-caran los ingresos anuales de la mitad de la poblacin de la tierra (Bauman,95.96).

2. La ratio entre la retribucin de un director ejecutivo y la de un trabajadormedio en EE. UU. sola moverse en torno al 30-40/1, en la dcada de 1960-70.Desde principios de la dcada de 1980, ha aumentado a gran velocidad, alcan-zando el 100/1 a principios de la dcada de 1990 y el 300-400/1 en la dcadade 2000 El ao 2005, los directores ejecutivos de Suiza y Alemania cobrabanrespectivamente el 64% y el 55% de sus homlogos norteamericanos. A los sue-cos y los neerlandeses solo se les pagaba en torno al 44-40% de la retribucinde los estadounidenses, y a los japoneses un msero 25%. [Por otro lado] tantoen Japn como en Europa los salarios se encuentran esencialmente al mismonivel que en EE. UU. (Chang, 175.177.178).

Relacin entre riqueza y diferencias

3. La distribucin de los ingresos en EE. UU. [el pas ms rico] es la ms des-igual, con diferencia, de todos los pases ricos Pese a tener la tasa ms alta deingresos PPA*, EE. UU. solo figura en torno al puesto nmero 30 en estadsti-cas de salud como la esperanza de vida y la mortalidad infantil. La tasa de cri-minalidad, mucho ms alta en EE. UU. que en Europa (8 veces ms reclusos) yen Japn (12 veces ms), indica que en EE. UU. hay mucha ms marginalidad.La mayor capacidad adquisitiva de los ingresos medios de EE. UU. se consiguea costa de que muchos de sus habitantes ganen menos y trabajen en peorescondiciones (Chang, 133.134).

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4. J. K. Galbraith ha hablado de opulencia privada y miseria pblica. Es muysignificativo que se refiera a EE. UU. el pas ms rico del mundo Cmo pue-de haber miseria pblica en el pas ms rico y, en realidad, mucho ms an queen otros pases cuyo Producto Nacional Bruto por habitante es mucho ms pe-queo. Si el crecimiento econmico alcanzado en los EE. UU. ha sido incapazde eliminar la miseria pblica (puede ser que inclusive haya ido acompaadopor su aumento), cmo podra uno esperar con cierta seguridad que el creci-miento futuro la mitigara o anulara completamente? (Schumacher, 283).

5. La igualdad de oportunidades es el punto de partida de una sociedad justa,pero no basta. Por supuesto que a los individuos hay recompensarles si obtie-nen mejores resultados, pero la cuestin es si compiten de verdad en las mis-mas condiciones que sus competidores. Si un nio no rinde bien en el colegioporque tiene hambre y no puede concentrarse en clase, no se puede decir queno rinda por tener menos capacidades intrnsecas. Una competencia justa solose logra cuando a ese nio se le da bastante comida tanto en casa medianteprestaciones familiares como en el colegio mediante un programa de becas decomedor. Si no existe cierto grado de igualdad de resultados (que los ingresosde todos los padres superen un umbral determinado, por ejemplo, que permitaa sus hijos no pasar hambre) la igualdad de oportunidades (como la escolariza-cin gratuita) no tiene sentido Para beneficiarse de las oportunidades que sele brindan, la gente necesita poder utilizarlas Para que los nios pobres ten-gan como mnimo una oportunidad en la vida, debe existir cierta igualdad deresultados en cuanto a ingresos paternos, de lo contrario ni siquiera la gratui-dad de la escolarizacin, del comedor, de las vacunas, etc. podr traducirse enuna igualdad de oportunidades real. Cuando hay personas obligadas a correrlos cien metros lisos con sacos de arena en las piernas, el hecho de que no sepermita salir con ventaja no significa que sea una carrera justa. La igualdad deoportunidades es absolutamente necesaria pero no suficiente, para construiruna sociedad realmente justa y eficaz (Chang, 237-38.243.45.47).

La pobreza es intrnseca al sistema

6. No se puede curar la pobreza, porque no es un sntoma de capitalismoenfermo. Por el contrario: es seal de vigor y buena salud, de acicate para hacermayores esfuerzos en pos de la acumulacin Hasta los ms ricos del mundose quejan de las cosas de las que deben prescindir Hasta los ms privilegiadosestn obligados a padecer el ansia de adquirir (Jeremy Seabrook, The race forriches: the human cost of Wealth, pp. 15.19).

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7. Esa mano invisible del mercado no lleva normalmente al bien comn sinoal de aquellos que ms poder o ms dinero tienen. Esta suposicin de AdamSmith solamente se da si todos aquellos que buscan su inters particular estnen igualdad de condiciones [Por eso] a pesar de la gran riqueza que se hagenerado en las ltimas dcadas, sigue habiendo personas que pasan hambre,que no tienen suficiente para comer y que viven en condiciones de penuria exa-geradas Aunque hemos globalizado los derechos de propiedad intelectual,los derechos de los propietarios de capital financiero, no hemos globalizadolos derechos sociales de los trabajadores, o los derechos ambientales (LluchFrechina, 78.79).

8. Los extranjeros que visitan un pas casi nunca ven sus zonas pobres, de lasque existen ms en EE. UU. que en Europa (Chang, 130).

COMENTARIO

Las diferencias y su crecimiento son intrnsecas al sistema. No hace falta aadir mucho ms, pero s concretar esa formulacin abs-

tracta con los datos que conocemos por los informes constantes de la FAO, de Oxfam-Intermon, de Amnista Internacional y otras entidades similares.

Por ejemplo: ltimamente se ha repetido que 70 millones de personas (el 1% de la poblacin mundial) tienen casi tanta fortuna como el 99% restante; o que solo 8 seores tienen la misma fortuna que la mitad de la poblacin mspobre del mundo. O que los nios de esta Espaa que crece estn en el ante-penltimo lugar de la UE (tras Rumania y Grecia), en cuanto a pobreza y faltade futuro.

S que interesa destacar en cambio que esa pobreza suele ser invisible. To-dos nos resistimos a mirarla y preferimos mirar hacia otro lado. Y hace falta un esfuerzo expreso para acercarse a ella y tratar lentamente con ella. El problema de muchos tcnicos en economa es que tratan con cifras y estadsticas, pero no tratan con personas.

Pues bien: esto es intolerable. Humana y cristianamente intolerable. Pero es adems explosivo. Y el da que estalle, ser hipocresa por nuestra parte echar toda la culpa a los que hicieron explotar la bomba y no a los que la fue-ron fabricando.

Porque las diferencias no solo afectan a los ricos sino incluso a los muertos: que en un atentado terrorista mueran en Manchester ms de 30 personas es criminal y doloroso. Pero todava resulta ms inicuo y ms triste que la muerte de 50 subsaharianos en una patera en el mar de Alborn, tenga la mitad de

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resonancia pblica y nos cause la mitad de preocupacin que la anterior. Es que stos no eran hombres? habra que decir retomando el famoso sermn de Antonio de Montesinos en La Espaola. Pero as de inhumanos nos vuelve el Mercado.

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CONSUMISMO

9. La economa moderna tiene al consumo como nico fin y propsito de todaactividad econmica (Schumacher, 58).

10. Para abrirse paso hacia el candelero de la opinin pblica, los bienes,servicios y seales deben despertar el deseo; y para ello deben seducir a losconsumidores eventuales, superando a la competencia. Pero una vez logradosu objetivo, deben ceder rpidamente su lugar a otros objetos de deseo para nodetener esa bsqueda global de ganancias y ms ganancias, llamada hoy cre-cimiento econmico La formacin que brinda la sociedad contemporneaa sus miembros, est dictada ante todo por el deber de cumplir la funcin deconsumidor (Bauman, 105.106).

11. Se puede distinguir entre necesidades verdaderas y falsas. Falsas son aque-llas que intereses particulares imponen al individuo para su represin, las ne-cesidades que perpetan el esfuerzo, la miseria, la agresividad y la injusticia.Su satisfaccin puede ser de lo ms grata para el individuo, pero esta felicidadno es una condicin que deba ser mantenida y protegida si sirve para impedirel desarrollo de la capacidad (la suya propia y la de los otros) de reconocer laenfermedad del todo y de aprovechar las posibilidades de curarla. El resultadoes, en este caso, la euforia dentro de la infelicidad. La mayor parte de las ne-cesidades predominantes de descansar, divertirse, comportarse y consumir deacuerdo con los anuncios, de amar y odiar lo que otros odian y aman, pertene-ce a esa categora de falsas necesidades El desarrollo y la satisfaccin de esasnecesidades es heternomo El predominio de esas necesidades represivases un hecho cumplido, aceptado por ignorancia y por derrotismo, pero es unhecho que debe ser eliminado Las nicas necesidades que pueden inequvo-camente reclamar satisfaccin, son las necesidades vitales: alimento, vestidoy habitacin en el nivel de cultura que est al alcance. La satisfaccin de estasnecesidades es el requisito para la satisfaccin de todas las necesidades, tantode las sublimadas como de las no sublimadas (H. Marcuse, 35).

12. El rasgo decisivo de la sociedad industrial avanzada es la sofocacin efec-tiva de aquellas necesidades que requieren ser satisfechas mientras que sos-tiene y absuelve el poder represivo de la sociedad opulenta Los controlessociales exigen la abrumadora necesidad de producir y combatir el despilfarro,la necesidad de un trabajo embrutecedor cuando ha dejado de ser una verda-dera necesidad, la necesidad de modos de descanso que alivian y protegen ese

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embrutecimiento, la necesidad de mantener libertades engaosas tales como la libre competencia a precios polticos, una prensa libre que se autocensura, una eleccin libre entre marcas y gadgets (Marcuse, 37).

13. La presente sociedad de consumo es como un drogadicto que, a pesar de lomal que pueda sentirse, encuentra extremadamente difcil salir del atolladero(Schumacher, 162).

COMENTARIO

Este captulo me parece muy importante porque el consumo se convierte en una verdadera droga, que nos embrutece y obliga adems a producir no para aquellos que necesitan sino para aquellos que pueden pagar hasta lo que no necesitan.

Los cristianos, como mnimo, habran de declarar una decidida huelga de consumo a todas aquellas mercancas producidas en condiciones infames en el tercer mundo (como la fbrica de Bangladesh que se incendi hace pocos aos, con ms de mil muertos, y donde El Corte Ingls, entre otros, produca muchas de sus mercancas). Pero quizs esto sea insuficiente y, puestos a soar a lo Lu-ther King, quizs cabra esperar un da en que el papa y las autoridades de todas las iglesias cristianas propongan a los 2000 millones de cristianos abstenerse decididamente de todo consumo innecesario. Nuestro sistema econmico se paralizara, por supuesto. Pero quizs sa sera la nica manera de cambiarlo.

Por si fuera poco, el tema se complica con la publicidad que, adems de ser bastante hortera infinidad de veces, apela a nuestros instintos ms bajos: los ojos de todos estarn fijos en ti o un amor de madre se paga regalndole participar en una rifa de 17 millones de euros. Y se nos explica que si te toca la primitiva has de hacer lo siguiente: comprarte un yate, una avioneta particular, un coche deportivo ltimo modelo y una mansin, (o varias: una en Madrid, otra en Pars, otra).

Incluso en radios cuyos informativos y tertulias intentan transmitir unos valores ticos, stos quedan prcticamente contradichos cuando se dice aque-llo de: vamos a la publicidad que es casi como decir: no hagan caso de lo dicho que ahora les gritarn lo contrario. Puestos a soar tambin, espero el da en que la SER en lugar de presumir de ser la primera cadena de oyentes, presuma de ser la que tiene menos publicidad de este tipo Porque adems, la publicidad es uno de los principales actores de esa falsa globalizacin cultural que padecemos y en la que solo se han globalizado la cocacola, los mcdonalds,

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el rap, el dlar y otros productos que de ningn modo son los mejores en su gnero. Ya de nios aprendimos un refrn que rezaba: donde no hay publici-dad, resplandece la verdad. Hoy habra que aadir: donde no hay publicidad, se esconde la calidad.

En cualquier caso, si muchos nos decidiramos a consumir cristianamente, eso tendra una fuerza subversiva enorme. Si todas las instituciones eclesiales nos alentaran a ello, fraterna pero seriamente, algo podra cambiar en nuestro mundo.

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EL MITO DEL MERCADO LIBRE Y AUTORREGULADO

Descripcin del mercado

14. Una economa de mercado es un sistema econmico regido, regulado yorientado nicamente por los mercados. La tarea de asegurar el orden en la pro-duccin y la distribucin de bienes es confiada a ese mecanismo autorregulador.Lo que se espera es que los seres humanos se comporten de modo que pretendanganar el mximo dinero posible: tal es el origen de una economa de este tipo

La autorregulacin implica que toda la produccin [= no solo los bienes producidos] est destinada a la venta en el mercado y que todos los ingresos provienen de ella. Existen, en consecuencia, mercados para todos los elemen-tos de la industria, no solo para los bienes (entre los que figuran siempre los servicios), sino tambin para el trabajo, la tierra y el dinero [Pero] el trabajo no es ms que los propios seres humanos que forman la sociedad; y la tierra no es ms que el medio natural en el que cada sociedad existe. Incluir al trabajo y a la tierra entre los mecanismos del mercado supone subordinar a las leyes del mercado la sustancia misma de la sociedad (Polany, cap. 6, pp. 106, 126).

15. La economa de mercado implica una sociedad en la que las institucionesse subordinan a las exigencias del mecanismo del mercado.

En la medida en que un sistema depende enteramente de las funciones del mercado para salvaguardar sus necesidades vitales, si se quieren proteger los intereses comunes puestos en peligro por ese sistema, se ha de recurrir necesa-riamente a fuerzas exteriores al propio sistema de mercado.

La debilidad congnita de la sociedad del siglo xix no radica en que sta fuese industrial, sino en que era una sociedad de mercado. La civilizacin in-dustrial continuar existiendo cuando la experiencia utpica de un mercado autorregulador ya no sea ms que un recuerdo (Polany, cap. 21, p. 391).

Crticas

16. La ideologa del libre mercado [= si algo existe es porque es lo ms eficaz(Chang, 181)] que ha impregnado nuestras sociedades en las ltimas tresdcadas es tan poderosa que la gente vota a los polticos que les perjudican y

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en muchos casos elige a dirigentes an ms entregados a la ideologa de libre mercado que los que les mandaban antes de la crisis, como es probable que suceda en Espaa en las prximas elecciones El orden de libre mercado no tena nada de natural, la crisis del 2008 se poda haber evitado (Chang, 18)

Si el mercado libre actuara por su cuenta, acabara sustituyendo al 80 o 90% de los trabajadores autctonos por inmigrantes ms baratos y a menudo ms productivos (Chang, 29).

17. Separar el trabajo de las otras actividades de la vida y someterlo a las leyesdel mercado equivaldra a aniquilar todas las formas orgnicas de la existenciay a reemplazarlas por un tipo de organizacin diferente, atomizada e indivi-dual (Polany, cap. 14, p. 267).

18. La economa de mercado parte del supuesto de que todos los agentes eco-nmicos son egostas Lo bonito del sistema de mercado es que canaliza loque parece el peor aspecto de la naturaleza humana el inters o, si se prefiere,la codicia y lo convierte en algo productivo y socialmente beneficioso Lacuestin es que muchos actuamos honradamente incluso cuando no estamossujetos a mecanismos ocultos de castigo y recompensa: por qu no nos baja-mos de un taxi sin pagar (al menos los que tengan buenas piernas)? Como eltaxista no puede dejar abandonado al taxi mucho tiempo, tampoco podr se-guirnos muy lejos. Si vives en una gran ciudad prcticamente es imposible quecoincidas con el mismo taxista, o sea que ni siquiera hay que temer su futuravenganza (Chang, 68.73).

19. Desechar el mito de que nuestra economa se compone exclusivamente deegostas racionales que interactan siguiendo los mecanismos del mercadoAl observar con ms detenimiento las empresas, gobiernos y pases de ms xi-to, vemos que son los que adoptan este tipo de visin matizada del capitalismo,no la de libre mercado tan simplista (Chang, 277).

20. El problema es que, para empezar, no somos racionales; y si la premisa dela racionalidad no se sostiene, deberemos plantearnos los papeles del mercadoy del gobierno de forma muy distinta a como lo hace el marco del fallo delmercado, cuya premisa tambin es que somos racionales Si ganadores delNobel de economa, grandes banqueros, gestores de fondos de inversin, pres-tigiosas universidades y famosos de entre los ms inteligentes, han demostradono entender lo que hacen cmo vamos a aceptar unas teoras econmicas quesolo funcionan porque dan por supuesto que la gente es totalmente racional?(Chang, 196.199).

21. La idea de un mercado que se regula a si mismo era totalmente utpica.Una institucin como esta no poda existir de forma duradera sin aniquilar la

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sustancia humana y la naturaleza de la sociedad, sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en un desierto: del hombre (bajo el nombre de trabajo) y de la naturaleza (bajo el nombre de tierra) se hacan mercancas dis-ponibles, cosas listas para negociar, que podan ser compradas y vendidas en todas partes a un precio denominado salario, en el caso de la fuerza del trabajo, y a un precio denominado renta o arrendamiento, en lo que se refiere a la tierra (Polany, cap. 1, p. 16; cap. 11, p. 216).

22. El libre mercado, contrariamente a lo que sostenan sus defensores, ra-lentiza la economa, aumenta la desigualdad y la inseguridad, y lleva a cracseconmicos ms frecuentes, y a veces gigantescos (Chang, 279).

23. Para construir una sociedad justa habra que olvidarse del mito de que atodos nos pagan segn nuestro valor individual La economa de mercado nosdice que si algo cuesta ms que otro producto comparable, tiene que ser mejor; odicho de otro modo, que en los mercados libres los productos (incluida la manode obra) se pagan como merecen Esa idea tan extendida de que la nica ma-nera de que todas las personas reciban un salario correcto y, por lo tanto, justo,pasa por que los mercados sigan su curso es un mito del que habra que olvidarsecomprendiendo lo que tiene de poltico el mercado El lmite del mercado seestablece polticamente, y los economistas favorables al libre mercado son tanpolticos como los que quieren regular los mercados. (Chang, 49.55.52).

24. La economa trata con las mercancas de acuerdo a su valor de mercado yno de acuerdo a lo que ellas son intrnsecamente (Schumacher, 42).

Algunos ejemplos

25. (En frica) despus de casi 30 aos implantando polticas mejores (esdecir de libre mercado), la renta per cpita viene a estar al mismo nivel que en1980 (Chang, 144).

26. Salvo unas pocas excepciones todos los pases actualmente ricos, incluidosGran Bretaa y EE. UU. (supuestas patrias del libre comercio y del libre mer-cado), se enriquecieron gracias a mezclas de proteccionismo, subvenciones yotras polticas que hoy en da ellos mismos aconsejan no adoptar a los pasesen vas de desarrollo. De momento, las polticas de libre mercado han enrique-cido a pocos pases y a pocos enriquecern en el futuro EE. UU. fue el pasms proteccionista del mundo durante casi toda su fase ascendente (entre 1830y 1940). Gran Bretaa fue uno de los ms proteccionistas del mundo durantegran parte de su ascensin econmica (Chang, 88.95).

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27. En su reunin de septiembre de 1997, en Hong Kong, los directivos delFMI y el Banco Mundial, criticaron duramente los mtodos alemanes y fran-ceses de dar trabajo a ms personas. Tales esfuerzos eran contrarios a la flexi-bilidad del mercado laboral. Esta requiere la derogacin de leyes demasiadofavorables a la estabilidad y el salario, la desaparicin de todas las distorsio-nes que obstaculizan la competitividad pura, y quebrar la resistencia del mo-vimiento obrero a la prdida de su privilegios adquiridos (Bauman, 146).

28. A muchos pases pobres, sobre todo de frica y Latinoamrica se los haobligado a adoptar polticas de libre mercado para recibir prstamos de orga-nizaciones financieras internacionales afectas al libre mercado (como el FMI yel Banco Mundial) y de gobiernos de pases ricos que, en ltima instancia, sontambin los que controlan el FMI y el Banco Mundial (Chang, 288).

COMENTARIO

A partir de textos como stos ha surgido la distincin entre economa con mer-cado y economa de mercado. El mercado es necesario pero es solo un mbito parcial de las relaciones humanas. Cuando lo invade todo, la sociedad se con-vierte en un mero mercado y las relaciones humanas se mercantilizan. Pues no solo los productos de la produccin, sino los mismos medios de produccin pasan a ser objetos de mercado. Hablamos tranquilamente del mercado de tra-bajo sin darnos cuenta de que eso significa mercado de trabajadores, mercado de seres humanos. A su vez, la tierra convertida en materia de mercado lleva a la destruccin del planeta. Y el dinero convertido en materia de mercado se vuelve usura: pues el inters ya no es una justa compensacin sino una clara extorsin.

Cuando todas las relaciones humanas se han mercantilizado, se cumple el verso de A. Machado: solo los necios confunden valor y precio; pero con el agravante de que ahora todos somos necios: nuestra relacin con los dems se apoya en el precio (que puedan constarme o que pueda yo sacar de ellos).

En un marco as, grandes valores humanos, como la amistad o la gratui-dad, carecen de sentido. El amor hombre-mujer, en un marco as, acaba dege-nerando en agresiones sexuales o en violencia de gnero. Y el ltimo ejemplo podra ser ese desmadre escandaloso que presenciamos todos los veranos con el mercado de futbolistas, donde cientos de millones vuelan obscenamente para luego darnos la estpida satisfaccin de creer que mi ciudad es mejor, no porque tenga ms valor sino porque ha movido ms dinero con menos tica.

Por otro lado, expresiones justificadoras como la tan citada de Adam Smith sobre la mano invisible del mercado pueden valer para una economa con

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mercado, pero mienten si se aplican a una economa de mercado. Porque a lo que se refiere Smith en esa supuesta mano invisible, es al dilogo entre dos conocidos (el tendero y el comprador), donde el inters de ambos es que el otro quede contento. Tal relacin, en cambio, desaparece cuando el mercado es una entidad gigantesca y annima donde no hay interlocutores y donde muchas decisiones se toman a miles de kilmetros de distancia. La agudeza de El Roto public una vez un chiste titulado: la mano invisible del mercado. El dibujo mostraba una mujer con el bolso al hombro mientras por detrs se acerca una mano que va abrindole el bolso

Un indicio de que los polticos ya saben esto es que, cuando se acercan elecciones, todos hablan de favorecer a la pequea y mediana empresa, cosa que, por supuesto, nunca harn despus. Muchos economistas han asumido como ideal la expresin del canciller alemn L. Erhard: una economa social de mercado. Nada que objetar pero me queda la pregunta de si eso es posible en una economa de mercado y no en una sencilla economa con mercado. Porque, cuando toda la sociedad se ha mercantilizado, no puede quedar espa-cio para lo social.

Consecuencias de esta falsificacin de las relaciones humanas, irn apare-ciendo en el captulo siguiente.

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NUESTRO SISTEMA

La poltica sometida a la economa

29. Las democracias polticas que no democratizan su sistema econmicoson intrnsecamente inestables (Piketty, 564; es una cita de Bertrand Rusell).Sin verdadera transparencia contable y financiera, sin informacin comparti-da, no puede haber democracia econmica (Piketty, 641).

30. El liberalismo econmico, hablando con propiedad, es el principio direc-tor de una sociedad en la cual la industria est fundada sobre la institucin deun mercado autorregulador (Polany, cap 12, p. 243). En el siglo xix, Ricardoy Hegel descubrieron, desde posiciones opuestas, la existencia de una sociedadque no est sometida a las leyes del Estado sino que, ms bien por el contrario,somete al Estado a sus propias leyes (cap. 10, p. 187).

31. La sociedad econmica est sometida a leyes que no son leyes humanasEl control del sistema econmico por el mercado tiene irresistibles efectosen la organizacin de la sociedad en su conjunto: esto significa simplementeque la sociedad es gestionada en tanto que auxiliar del mercado. En lugar de quela economa se vea marcada por las relaciones sociales, son las relaciones so-ciales quienes se ven encasilladas en el interior del sistema econmico (Polany,cap. 10, p. 208; cap. 5, pp. 104-105).

32. En la medida en que la sociedad estaba conformada de modo que se adap-tase al mecanismo del mercado, las imperfecciones en el funcionamiento deeste ltimo creaban y acumulaban tensiones en el cuerpo social (Polany,cap.17, p. 321).

33. Los capitalistas convirtieron a la industria en una fortaleza desde la quegobernaban el pas Por ltimo, llego el momento en el que el sistema econ-mico y el poltico se vieron amenazados por una parlisis total. La poblacintena miedo y la funcin dirigente poda recaer en quienes ofrecan una salidafcil, fuese cual fuese el precio a pagar. Los tiempos estaban maduros para lasolucin fascista (Polany, cap. 19, pp. 369-370).

34. La teora econmica dominante no se da cuenta de que los intereses delempresariado pueden chocar con los del pas Si nos dejamos cegar por laideologa de los mercados para la que el nico sector que puede elegir con xitoa los ganadores es el privado, acabaremos por no tomar en cuenta el enorme

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abanico de posibilidades para el desarrollo econmico a travs de la inicia-tiva pblica, o de esfuerzos conjuntos entre lo pblico y lo privado (Chang, 158.161).

35. Uno de los ms funestos errores de nuestra poca es la creencia de que elproblema de la produccin se ha resuelto Sin ninguna duda el sistema esmalo en muchos aspectos y debe ser cambiado. Una de las principales razonespor las que el sistema es malo, y a pesar de ello sobrevive, es esta opinin err-nea de que el problema de la produccin se ha solucionado

Esta ilusin se debe principalmente a nuestra incapacidad para reconocer que el sistema industrial moderno, con toda su sofisticacin intelectual, consu-me las bases mismas sobre las cuales se ha levantado. Para usar el lenguaje de los economistas, el sistema vive de capital irreemplazable al que alegremente se considera una renta Nuestra ms importante tarea es salir de esa pendiente por la que nos deslizamos. Qu es lo que podemos hacer ahora si todava estamos insistiendo en la postura del cundo estuvimos mejor que ahora? (Schumacher, 11-12; 18-19).

Falsa globalizacin

36. A pesar de la creciente transnacionalizacin del capital, la mayora de lascompaas transnacionales siguen siendo empresas nacionales, con actividadinternacional, no empresas realmente aptridas A pesar de la retrica de laglobalizacin, la nacionalidad de una empresa sigue siendo clave para decidirdnde se ubicarn sus actividades de alto nivel, como la I + D y la estrategia(Chang, 99.112).

La teora del goteo como justificacin

37. A partir de los aos 80 hemos dado a los ricos una parte ms grande denuestro pastel, creyendo que generaran ms riqueza y haran que el pastel fue-se mayor de lo que sera posible a largo plazo mediante cualquier otro sistema;y s que se han llevado el trozo ms grande, pero reduciendo el ritmo al que cre-ce Esa idea que recibe el nombre de economa de la filtracin descendientetropieza en el primer obstculo de la carrera. Pese a la habitual dicotoma depoltica en favor de los ricos que estimula el crecimiento y poltica en favorde los pobres que reduce el crecimiento, la primera no ha logrado acelerar

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el crecimiento en las ltimas tres dcadas. Por tanto, el primer escaln de la teora la idea de que darles a los ricos un trozo ms grande del pastel vuelve ms grande el pastel no se sostiene. Tampoco lo hace la segunda parte de la argumentacin, es decir la idea de que una mayor riqueza creada en lo ms alto se acaba filtrando y beneficiando a los pobres (Chang, 170.162).

38. Esa opinin, que jams ha sido confirmada por los hechos, expresa unaconfianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder eco-nmico y en los mecanismos sacralizados del sistema econmico imperante(Francisco, Evangelii Gaudium. 54).

39. La hiptesis subyacente a esta conocidsima tesis del trickle down (segnla cual los ms pobres de la sociedad se benefician poco a poco de la riquezacada vez mayor de los ricos) esa hiptesis no es de recibo (Giraud, 136).

Resistencia a los impuestos directos

40. Tras la segunda guerra mundial se produjo un amplio incremento de losimpuestos progresivos y del estado del bienestar en la mayora de los pases ca-pitalistas ricos. A pesar de ello (o en parte a causa de ello) el perodo entre 1950y 1973 trajo consigo las mayores tasas de crecimiento en dichos pases, lo quese conoce como edad de oro del capitalismo. Antes de ella, la renta per cpitaen los pases capitalistas ricos sola creer al 1-15% anual. Durante la edad deoro, en cambio, lo hizo al 2-3% en EE. UU. y Gran Bretaa, al 4-5 en Euro-pa occidental y al 8% en Japn. Desde entonces, estos pases no han logradonunca creer ms de prisa Entre 1989 y 2006 el 10% ms rico de la poblacinestadounidense se apropi del 91% del crecimiento de los ingresos, mientrasque el 1% ms rico se qued con el 59% (Chang, 167.171).

41. (En el siglo xx) fueron las guerras las que hicieron tabla rasa del pasadoy no la apacible racionalidad democrtica o econmica Entre los factoresestructurales que pudieron limitar la concentracin de la riqueza a partir de lasegunda guerra mundial y que contribuyeron a impedir hasta ahora la re-construccin de una sociedad de rentistas, encontramos claramente la instau-racin de un sistema fiscal muy progresivo tanto sobre los ingresos como sobrelas riquezas y las sucesiones (Piketty, 300.304).

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Planificacin? Intervencin del Estado?

42. Privatizar todos los activos pblicos esa solucin evocada a veces con todala seriedad del mundo, tendra que ser rechazada de forma absoluta. (Piket-ty,607).43. Las economas capitalistas estn en gran medida planificadas. Los gobier-nos de las economas capitalistas tambin practican la planificacin, aunque noa tan gran escala como la planificacin central comunista. Todos financian unaparte significativa de las inversiones de I + D e infraestructuras. La mayora deellos planifican una porcin considerable de la economa mediante la progra-macin de las actividades de la empresa pblica Las economas capitalistasmodernas se componen de empresas grandemente jerarquizadas que planifi-can con gran detalle sus actividades, cruzando incluso las fronteras nacionales(Chang, 226.27).

44. Durante la segunda guerra mundial, sin ir ms lejos, todas las economasde los principales pases capitalistas beligerantes (EE. UU., Gran Bretaa, Ale-mania) tenan planificacin central en todo menos en el nombre Ciertas for-mas de planificacin no son incompatibles con el capitalismo y hasta puedenfomentar con gran acierto el desarrollo capitalista Creer que podemos vivirsolo con el mercado es como creer que podemos vivir comiendo solo sal, por-que la sal es vital para nuestra supervivencia (Chang, 231.232.236).

45. A pesar de la importancia del sector empresarial, dar el grado mximode libertad a la empresa puede ser perjudicial no solo para la economa de unpas sino para las propias empresas. En realidad, no todas las regulaciones sonmalas para los negocios. A veces, los intereses a largo plazo del mundo empre-sarial aconsejan restringir la libertad de empresas concretas para que no des-truyan las reservas comunes de recursos necesarios para todas ellas, como losrecursos naturales o la mano de obra. Las regulaciones tambin pueden ayudara las empresas obligndolas a hacer cosas que a corto plazo tal vez les resultencostosas pero que, a largo plazo, aumentarn su productividad colectiva, comodar formacin a los trabajadores. En ltima instancia lo que importa no es lacantidad de las regulaciones sino su calidad (Chang, 216-17).

46. Aunque una mayor precariedad puede hacer que se trabaje ms, tambinimplica que no se trabaje en los puestos indicados Personalmente creo quetan problemtica es la existencia de un gran nmero de pobres con trabajocomo en EE. UU., que las tasas de paro que vemos en Europa, por lo generalms elevadas (Chang, 254. 257).

47. Proteger al hombre, a la naturaleza y a la organizacin de la produccinera intervenir en los mercados del trabajo y de la tierra, as como en el del modo

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de intercambio, el dinero, y, por tanto, comprometer ipso facto la autorregu-lacin del sistema. Y, dado que el objetivo de la intervencin era restaurar la vida de los hombres y su entorno, darles una cierta seguridad a sus estilos de vida, dicha intervencin tenda necesariamente a reducir la flexibilidad de los salarios y la movilidad del trabajo, a proporcionar estabilidad a los ingresos, continuidad a la produccin, a favorecer la regulacin publica de los recursos naturales y la gestin de las monedas para evitar cambios inquietantes en el nivel de los precios

La separacin institucional de la esfera poltica y de la econmica era, sin embargo, un elemento constitutivo de la sociedad de mercado y, por tanto, de-ba de ser mantenida por muy fuertes que fuesen las tensiones (Polany, cap.18, pp. 343-44; 346).

48. El principio de la ganancia y del beneficio resulta pernicioso para la feli-cidad del individuo y para la felicidad pblica. De esta situacin se seguirngrandes males, a no ser que se consiga hacer fracasar las tendencias intrnsecasde las instituciones de mercado La Revolucin industrial estaba en vas deprovocar una conmocin social de proporciones aterradoras, y el problemade la pobreza no representaba ms que el aspecto econmico de este aconte-cimiento. Owen tena razn cuando afirmaba que, sin una intervencin y unaorientacin legislativa, se produciran males cada vez ms graves y permanen-tes. En esta poca no poda predecir que esta autodefensa de la sociedad, por laque l clamaba de todo corazn, resultara incompatible con el funcionamien-to mismo del sistema econmico (Polany, cap. 10, pp. 212-214).

49. La idea de la empresa privada se adecua exactamente a la idea del Mercadoal que en un captulo anterior denomin la institucin del individualismo yla irresponsabilidad porque a la empresa privada no le preocupa qu es loque produce sino cunto es lo que gana con la produccin (Schumacher, 266).Lo que est en juego no es ni la economa ni el nivel de vida, sino la cultura y lacalidad de vida (Schumacher, 271).

Una religin secular

50. Una sociedad regida principalmente por la idolatra del enriqueceos,que festeja a sus millonarios como a hroes (Schumacher, 265).

51. No tiene, pues, nada de extraordinario que el liberalismo econmico sehaya transformado en una religin secular desde el momento en que los gran-des peligros de esta aventura se hicieron evidentes. El laissez-faire no tena

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nada de natural; los mercados libres nunca se habran formado si no se hubiese permitido que las cosas funcionasen a su aire. Del mismo modo que las manu-facturas de algodn principal industria del librecambio fueron creadas con la ayuda de tarifas proteccionistas, primas a la exportacin y ayudas indirectas a los salarios, el propio laissez-faire fue impuesto por el Estado

Si no hubiese sido por la perseverancia obstinada e interesada de los porta-voces de la economa liberal en sus errores, los representantes de la raza huma-na, as como las masas de hombres libres, habran estado mejor pertrechados para afrontar la ordala de la poca, e incluso habran podido evitar esa espan-tosa guerra Sus defensores repiten con variaciones infinitas que, sin la inter-vencin de las polticas preconizadas por quienes lo criticaban, el liberalismo habra mantenido sus promesas, y que los responsables de nuestros males no son el sistema concurrencial y el mercado autorregulador, sino las injerencias en ese sistema y las intervenciones en el mercado (Polany, cap. 12, pp. 228-29; 234-35).

52. La religin de la economa tiene su propio cdigo de tica y el PrimerMandamiento es el comportarse econmicamente en cualquier circunstancia,cuando uno est produciendo, vendiendo o comprando (Schumacher, 44).

Juicios globales

53. Los errores ms llamativos de la sociedad econmica en que vivimos sonsu fracaso en tomar las medidas necesarias para el pleno empleo y su repartoarbitrario e injusto de la riqueza y de los ingresos (Keynes, 305).

54. Si no renunciamos desde este mismo instante a los principios que nos hanfallado y que siguen frenndonos, nos esperan nuevos desastres parecidos Eshora de incomodarse (Chang, 289).

COMENTARIO

El juicio final de Keynes (texto 53) resulta definitivo, precisamente porque es un economista del sistema. Un sistema que produce cada vez ms diferencias in-justas y cada vez menos y peor empleo no puede ser aceptado por un cristiano.

Y junto a ese juicio final, la primera cita de B. Rusell (texto 28). A la larga, la sociedad de mercado ha ido llevando a que la poltica quede sometida a la economa y a que nuestra aparente democracia poltica sea en realidad una

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dictadura econmica. Como declar una vez el expresidente de Brasil I. Lula: yo tengo el gobierno pero no tengo el poder.

En efecto: cada vez sucede ms que las elecciones no las ganan quienes mejor programa presentan sino quienes ms dinero tienen para hacer su pro-paganda.

Se nos dice que es necesario crecer para poder repartir, pero el sofisma latente est que en que el sistema solo crece a base de no repartir o de repartir lo mnimo posible; de ah los rechazos a la teora esa del trickle down. Segn una conocida parbola evanglica, no porque Epuln tenga ms, llegarn a la boca de Lzaro algunas pocas migajas.

La pseudoteologa con que se sustenta el sistema est llevando tambin a que la cultura sea cada vez ms una sierva de la economa (como antao se deca de la filosofa ancilla theologiae), y a eso contribuyen decisivamente la mayora de los medios de comunicacin que estn al servicio del sistema.

Surge entonces la pregunta de si el sistema ha de ser cambiado o reforma-do. Tal pregunta ha dado lugar a mil discusiones falsas porque parece claro que, aun en caso de cambiarlo, ese cambio no puede hacerse todo de golpe sino a base de pasos que vayan conduciendo a l. Marx ya avis de que es imposible la revolucin en un solo pas (y hoy todava menos que en su tiempo).

La pregunta renace entonces a propsito de si el sistema acepta en realidad ser reformado. Y da la sensacin de que no. La gran aportacin del comunismo result ser el miedo que infundi a nuestro sistema y que, al acabar la segunda guerra mundial, le llev a aceptar una serie de reformas, que caben en la re-nuncia a la bsqueda del mximo beneficio, la cual permita: poder sindical, impuestos muy fuertes, estado del bienestar Estas reformas dieron lugar a lo que muchos llaman la edad de oro del capitalismo. Pero, desde la cada del comunismo en 1989, va siendo cada vez ms claro que el sistema se niega a mantener aquellas reformas y hoy estamos asistiendo a su desmantelamiento lento pero sistemtico, siempre con el falso argumento de que solo se pretende reformarlas para que puedan subsistir.

En resumen, hay que tomar muy en serio el aviso de B. Rusell: sin demo-cracia econmica no podr haber democracia poltica. Polany tambin sugiere algo de eso cuando, en sus captulos finales, muestra al fascismo como una consecuencia lgica (no como una contradiccin) de nuestro sistema. Nuestro problema es que, si las cosas son as, cuando esa debacle llegue ya ser dema-siado tarde para poder luchar contra ella.

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* lo que se llama eufems-ticamente: flexibilizar el mercado laboral (Chang, 85).

FINANCIARIZACIN DE LA ECONOMA

55. Para despertar la confianza de los inversores y alentarlos a invertir, se re-quieren un control ms estricto del gasto pblico, una reduccin de la cargaimpositiva, una reforma del sistema de proteccin social y desmantelar lasrigideces del mercado laboral* (Hans Tietmeyer, presidente de Banco FederalAlemn; citado en Bauman, 136).

56. En los aos ochenta se encontr el Santo Grial: lo llamaron principio demaximizacin del valor del accionista. Para ello el primer paso era aumentaral mximo los beneficios, recortando gastos de forma inexorable: salarios in-versiones, directivos de nivel medio etc. Esta alianza contra natura entre losgestores profesionales y los accionistas se financi toda ella exprimiendo a lasotras partes interesadas en la empresa: se recortaron plantillas sin piedad, sedespidi a muchos empleados para volver a contratarlos como trabajadoresno sindicados, con menos sueldo y menores prestaciones y se eliminaron losaumentos salariales (a menudo por expedientes de deslocalizar la empresa oexternalizar la produccin a pases con sueldos bajos, como China y la Indiao amenazando con hacerlo). Tambin se exprimi a los proveedores y a susempleados, recortando constantemente los precios de compra, a la vez que sepresionaba al gobierno para que redujese los impuestos a las empresas Porsi la transformacin inmediata de los ingresos en beneficios no fuera bastantegrave, lo cierto es que el constante aumento de proporcin de los beneficiosen la renta nacional desde los aos 80, no se ha traducido en mayores inver-siones Basta ver cmo ha dilapidado General Motors su dominio absolu-to de la industria automovilstica mundial y cmo ha acabado por quebrar almismo tiempo que se mantena en primera lnea de la maximizacin del valordel accionista, reduciendo sus plantillas y evitando por sistema las inversiones(Chang, 41.42.43.46).

57. Se han diluido las fronteras entre el capital industrial y el capital financie-ro, y compaas como GM y GE han sacado ms beneficios en las finanzas queen la industria (Chang, 111).

58. Para evitar que el futuro traiga nuevas crisis financieras de este tipo, tene-mos que restringir severamente la libertad de accin en el mercado financiero.Mientras no entendamos a fondo el mecanismo de un instrumento financieroy sus efectos en el resto de sector financiero (y de la economa en general) hayque prohibirlo, lo cual entraar prohibir muchos de los complejos derivados

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financieros cuyos mecanismos y efectos han demostrado ser ininteligibles has-ta para los supuestos expertos (Chang, 203).

59. La mayor agilidad de las finanzas tambin ha desembocado en una ma-yor inestabilidad financiera y en una mayor precariedad laboral (conclusinnecesaria para repartir beneficios rpidos) Si no reducimos la diferencia develocidad entre las finanzas y la economa real, no fomentaremos la inversin alargo plazo ni el crecimiento real, porque las inversiones productivas a menu-do tardan mucho en dar sus frutos (Chang, 285).

60. Al ensalzar la bsqueda del inters material por parte de las personas yde las empresas, hemos creado un mundo donde el enriquecimiento materialabsuelve a ambas de cualquier otro compromiso con la sociedad y de paso he-mos dejado que nuestros banqueros y gestores de fondos destruyeran directao indirectamente puestos de trabajo, cerrasen fbricas, daasen nuestro medioambiente y echasen a perder el propio sistema financiero en su bsqueda delenriquecimiento individual Es necesario reformar el sistema financiero parareducir la influencia de los accionistas a corto plazo, a fin de que las empresaspuedan permitirse otros objetivos que la maximizacin del beneficio a cortoplazo (Chang, 281.282).

61. Cuando la tasa de rendimiento del capital supera de modo constante latasa de crecimiento de la produccin y del ingreso (lo que suceda hasta elsigloxix y amenaza con volverse la norma del siglo xxi), el capitalismo pro-duce mecnicamente desigualdades insostenibles, arbitrarias que cuestionande modo radical los valores en los que se fundamentan nuestras sociedadesdemocrticas (Piketty, 15).

62. No existe ninguna fuerza natural que necesariamente reduzca la impor-tancia del capital y de los ingresos resultantes de la propiedad del capital a lolargo de la historia Si verdaderamente se desea fundar un orden social msjusto y racional, basado en la utilidad comn, no basta con recurrir a los capri-chos de la tecnologa (Piketty, 257-58).

63. Sera ilusorio imaginar que, en la estructura del crecimiento moderno, oen las leyes de la economa de mercado, existen fuerzas de convergencia queconduzcan de forma natural a una reduccin de la desigualdad patrimonial oa una estabilidad armoniosa (Piketty, 414). A partir de cierto umbral, el capitaltiende a reproducirse solo y a acumularse ms all de todo lmite (Piketty, 435).

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COMENTARIO

Aqu vuelve a aparecer lo dicho al final del captulo 3 sobre el dinero como producto de mercado (y no como mero medio de produccin). Ello obliga a repensar muy seriamente la moralidad del inters desde el principio de que es legtimo un inters que sea compensacin por posibles riesgos o prdidas, pero no un inters como fuente de nuevos ingresos. Es decir: tratando de distinguir entre el inters y la usura. En este ltimo caso recobra toda su vigencia la dura crtica de Aristteles: es uno de los ms bajos vicios humanos comparable al proxenetismo, porque abusa de la necesidad de los dems para enriquecimien-to propio.

Junto a ello, y atendiendo sobre todo a la economa de servicios, la distin-cin entre accionistas y usuarios va marcando a las empresas que se inclinan cada vez ms por servir a aquellos antes que a stos. La tan cacareada com-petitividad del mercado no se da ahora para servir mejor al usuario sino para captar ms accionistas, los cuales son ms tiles para incrementar el capital. Y sin peligro de que el usuario acuda a otro lugar (caso de que esto fuera posible) porque tambin all se funcionar de la misma manera. Luego (y poniendo en juego aquello de que la hipocresa es un homenaje del vicio a la virtud), se alabar a la libertad diciendo aquello de: les agradecemos que hayan elegido nuestros servicios cuando, en el 90% de los casos, el usuario podra respon-der que no tena otra eleccin.

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LA ECONOMA QUE SE ENSEA

64. El asunto de la distribucin de la riqueza es demasiado importante comopara dejarlo en manos de los economistas (Piketty, 16).

65. La economa que se imparte en las aulas universitarias est demasiado ale-jada de la realidad para tener utilidad prctica J. K. Galbraith exager (qududa cabe) al decir que la economa es sumamente til para dar trabajo a loseconomistas, pero quiz no anduviera muy desencaminado. Es cierto que en elmundo real, la economa no parece muy relevante para la gestin econmica.En realidad es an peor: existen razones para pensar que las ciencias econmi-cas pueden ser perjudiciales para la economa (Chang, 271.272).

66. En trminos generales, [los economistas] han formulado teoras que jus-tificaban las polticas que han generado un crecimiento ms lento, una mayordesigualdad, unos puestos de trabajo menos seguros y unas crisis financierasms frecuentes. Encima, han presionado en favor de polticas que debilitabanla perspectiva de crecimiento a largo plazo en los pases en vas de desarrolloPor si esto fuera poco, han aportado argumentos que insisten en que todo loque a mucha gente le parece demasiado cuestionable dentro de la economamundial (como el aumento de la desigualdad, los sueldos astronmicos de losejecutivos, la pobreza extrema en los pases pobres) es absolutamente inevitablehabida cuenta de la naturaleza humana (egosta y racional) y de la necesidad derecompensar a las personas en funcin de sus aportaciones productivas Mu-chos de los actos que han salvado al mundo no eran vistos con buenos ojos porlos economistas de libre mercado, ni lo son por los de hoy (Chang, 274.275.276).

67. Fui educado en la creencia de que la postura de la iglesia medieval ante eltipo de inters era absurda por naturaleza, y de que las sutiles elucubracionessobre la diferencia ente el rendimiento del prstamo monetario y el beneficiode las inversiones activas eran simplemente intentos jesuticos de encontrarleuna salida prctica a una teora disparatada. Pero ahora leo aquello estudioscomo un honrado esfuerzo intelectual, por distinguir lo que la teora clsicahaba mezclado de forma bien confusa: el tipo de inters y la capacidad de rendi-miento marginal del capital; porque hoy se ve claro que las disquisiciones de losescolsticos buscaban una frmula de mantener alta la curva de eficiencia mar-ginal del capital, manteniendo bajos los tipos de inters (Keynes, 292-93).

68. Los mismos economistas, al igual que la mayora de los especialistas sufrennormalmente una suerte de ceguera metafsica, suponiendo que la suya es una

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ciencia de verdades absolutas e invariables, sin condicionamientos. Algunos van tan lejos que sostienen que las leyes de la economa son tan independien-tes de la metafsica o de los valores morales como la ley de la gravitacin (Schumacher, 54).

69. De la misma manera que la concentracin prioritaria de la ciencia del si-gloxix en los aspectos mecnicos de la realidad tuvo que abandonarse porquegran parte de la realidad no se adecuaba a ella, as la prioritaria concentracinde la vida de los negocios en el aspecto de los beneficios ha tenido que serabandonada porque fracasa en satisfacer las necesidades del hombre (Schuma-cher, 267).

70. La disciplina econmica no ha abandonado su pasin infantil por las ma-temticas y las especulaciones puramente tericas y a menudo muy ideolgicas,en detrimento de la investigacin histrica y de la reconciliacin con las demsciencias sociales. Con mucha frecuencia los economistas se preocupan antetodo por pequeos problemas matemticos que solo les interesan a ellos, lo queles permite darse, sin mucha dificultad, apariencias de cientificidad y les evitatener que contestar las preguntas mucho ms complicadas que les hace la genteque los rodea (Piketty, 47).

71. La vulgata que tradicionalmente se ensea en las business schools detodo el mundo sobre la eficacia de los mercados financieros es una mera f-bula. Dado que el valor fundamental de un activo financiero no tiene relacinintrnseca con su precio en el mercado, ello implica que las normas contablesinternacionales apenas tienen sentido econmico (Giraud, 61).

72. En el vocabulario condenatorio corriente, hay pocas palabras que sean tanconcluyentes como la palabra antieconmico. Si una actividad ha sido eti-quetada como antieconmica, su derecho a existir no es meramente cuestiona-do sino negado con energa [Pero] La economa opera legtima y tilmentedentro de un marco dado que est asentado fuera del clculo econmico. Po-dramos decir que la economa no se sostiene sobre sus propios pies, que es uncuerpo de pensamiento derivado de la metaeconoma. Si el economista dejade estudiar metaeconoma o, lo que es an peor, si permanece en la ignoran- cia de que hay lmites para la aplicabilidad del clculo econmico, es probableque caiga en una clase de error similar al de ciertos telogos medievales quetrataban de dilucidar problemas de la fsica por medio de citas bblicas. Todaciencia es beneficiosa dentro de sus propios lmites, pero tan pronto como lostransgrede se convierte en mala y destructiva (Schumacher, 40.45).

73. La economa se ensea sin prestar atencin al concepto de naturaleza hu-mana que subyace en la teora econmica actual. En realidad los mismos eco-

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nomistas parecen ignorar el hecho de que tal punto de vista est implcito en su enseanza y de que casi todas sus teoras deberan ser cambiadas si tal con-cepto lo hace (Schumacher, 97).

COMENTARIO

Dichas por economistas de primera clase, todas estas crticas repetidas son de una seriedad enorme. La economa que se ensea parte de un presupuesto fal-so: que el ser humano es un consumidor, racional y libre. Por fortuna los hu-manos somos (o podemos ser, al menos) algo ms que consumidores. Adems, corrigiendo a Aristteles, el hombre no es un animal racional sino un ani-mal que racionaliza sus pulsiones (sobre todo las econmicas) y finalmente, ante el consumo somos muy poco libres y la publicidad acaba de privarnos de la poca libertad que nos quedaba.

Sin embargo se ha hecho una especie de pensamiento nico impuesto inquisitorialmente, partiendo de ese presupuesto. Prueba de ello es la carta que hizo pblica un grupo de estudiantes de economa de diecinueve pases del mundo, en el ao 2000, pidiendo simplemente que en la docencia no se les en-sease solo una escuela econmica, sino todas, para poder comparar y elegir: Ya no queremos hacer como que estudiamos esa ciencia autista que se nos intenta imponer. No pedimos lo imposible sino solo lo que el sentido comn puede sugerir a cualquiera.

Pero esto resulta cada vez ms difcil cuando sabemos que profesores de economa de universidades tan acreditadas como Harvard y Columbia sucum-ben a la tentacin del dinero y se dejan corromper por multinacionales, bancos de inversin y dems, para ensear que la economa existente es la mejor y la nica posible. [NB: Pueden verse los testimonios en el texto de la pelcula Inside Job, reproducido en mi libro El amor en tiempos de clera econmica, apartado 4,3, p. 270-276].

Parece evidente que todos estos datos exigen, para terminar un serio juicio tico. En l daremos tambin la palabra a la enseanza de algunos papas.

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JUICIOS TICOS

74. Es bien sabido que la produccin actual es suficiente y, sin embargo, haymillones de personas que sufren y mueren de hambre; esto, queridos amigosconstituye un verdadero escndalo (Francisco a la FAO, en junio del 2013).

Falsificacin de la libertad

75. La separacin institucional de lo poltico y lo econmico, que se manifestcomo un peligro mortal para la sustancia de la sociedad, produjo casi automti-camente la libertad al precio de la justicia y de la seguridad Para el represen-tante del liberalismo econmico, la idea de libertad se traduce as en un puroy simple alegato de la libre empresa que en la actualidad se ve reducida a unaficcin por la dura realidad de los gigantescos trusts y del principesco poder delos monopolios La privacin total de libertad en el fascismo es, hablando conpropiedad, el resultado fatal de la filosofa liberal que pretende que el poder yla coaccin constituyen el mal, y la libertad exige que no tengan cabida en lacomunidad humana (Polany, cap. 21, pp. 400-401).

Felicidad ilusoria

76. Tenemos la tentacin de pensar que el tener, el dinero, el poder es lo queda la felicidad. Pero todos sabemos que no es as. El tener, el dinero, el poderpueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusin de ser felices, pero al finalnos dominan y nos llevan a querer tener cada vez ms, a no estar nunca satisfe-chos. Y terminamos empachados pero no alimentados; y es muy triste ver unajuventud empachada pero dbil (Francisco en la JMJ de Brasil, 25 de julio 2017).

Ataque a la dignidad

77. Donde no hay trabajo falta la dignidad. Y esto no es un problema solode Italia o de algunos pases de Europa; es la consecuencia de una eleccin

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mundial, de un sistema econmico que lleva a esta tragedia, un sistema econ-mico que tiene en el centro un dolo que se llama dinero He dicho trabajo digno y lo subrayo; porque lamentablemente, especialmente cuando hay crisis y la necesidad es fuerte, aumenta el trabajo inhumano, el trabajo esclavo sin la seguridad justa o bien sin el respeto a la creacin (Francisco en Cagliari, el 22 de septiembre de 2013).

78. En el entusiasmo producido por el descubrimiento de los poderes cien-tficos y tecnolgicos, el hombre moderno ha construido un sistema de pro-duccin que viola la naturaleza y un tipo de sociedad que mutila al hombre. Sepiensa que si tan solo hubiera ms y ms riqueza todo lo dems estara solu-cionado. Se considera al dinero todopoderoso; si no puede comprar valores in-materiales tales como la justicia, la armona, la belleza e incluso la salud, puedehacer olvidar la necesidad de ellos, o compensar su prdida (Schumacher, 305).

Responsabilidad de los polticos

79. La Iglesia insiste en que el bien comn no debe ser un simple aadido,una simple idea secundaria en un programa poltico. La Iglesia invita a losgobernantes a estar verdaderamente al servicio del bien comn de sus pueblos(Francisco a los embajadores, el 16 de mayo del 2013).

Pecado estructural

80. La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puedeesperar Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias, solo deberanpensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente losproblemas de los pobres renunciando a la autonoma absoluta de los merca-dos y de la especulacin financiera y atacando las causas estructurales de lainequidad, no se resolvern los problemas del mundo y en definitiva ningnproblema (Francisco, EG, 202).

81. El conflicto actual, altamente interdependiente, exige un marco financieromundial con propias reglas justas y claras, para conseguir un mundo ms equi-tativo y solidario, en el que sea posible derrotar al hambre, ofrecer a todos untrabajo digno, una vivienda decorosa y la asistencia sanitaria necesaria (Fran-cisco a V. Putin, el 4 de septiembre de 2013).

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Violencia injusta

82. Si el obrero, obligado por la necesidad o acosado por el miedo de un malmayor, acepta sin quererla, una condicin ms dura porque la impone el pa-trono, esto es sin duda soportar una violencia contra la cual reclama la justicia(Len XIII, Rerum novarum, 1891).

83. Resultaba irrelevante que el trabajador en paro no fuese responsable de susituacin. La cuestin no consista en saber si el trabajador haba conseguidotrabajo o no, en el caso de que lo hubiese verdaderamente buscado, sino enque, a menos que el trabajador tuviese opcin de elegir entre morir de hambreo ir a la aborrecida workhouse [casas para indigentes no aptos fsicamente parael trabajo], el sistema de salarios se vendra abajo sumiendo as a la sociedaden la miseria y en el caos. Se reconoca que esto equivala a penalizar a losinocentes. La perversin y la crueldad radicaban precisamente en emanciparal trabajador, con la explicita intencin de convertir en una amenaza real laposibilidad de morir de hambre. Esta manera de proceder permite compren-der ese sentimiento lgubre, de desolacin, que percibimos en las obras de loseconomistas clsicos (Polany, cap 19, p. 353).

Falsificacin del derecho de propiedad

84. Todo hombre tiene el derecho de encontrar en la tierra lo que necesitaTodos los dems derechos, sean los que sean, incluido el de propiedad y comer-cio libre, estn subordinados a se; no deben estorbar antes al contrario facilitarsu realizacin. Y es un deber grave y urgente hacerlos volver a su finalidad pri-mitiva. La propiedad no es para nadie un derecho incondicional y absolutoEl bien comn exige a veces la expropiacin. Por desgracias, en estas nuevascondiciones se ha construido un sistema que considera el provecho como mo-tor esencial del progreso econmico, la concurrencia como ley suprema de laeconoma, la propiedad privada de los medios de produccin como un derechoabsoluto sin lmites ni obligaciones sociales correspondientes. Ese liberalismosin freno que conduce a la dictadura fue denunciado por Po XI como imperia-lismo internacional del dinero (Paulo VI, Populorum progressio, 1967).

85. Lo suficiente es bueno y ms de lo suficiente, malo (Schumacher, 307).

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Las preguntas decisivas

86. Creemos profundamente que el otro es ante todo una amenaza para no-sotros, un rival, un competidor o, por el contrario y con independencia de lasvicisitudes de algunos, el otro es promesa de una vida feliz? La orientacin demi vida entera se halla en parte determinada por la respuesta eventualmenteimplcita, que sea capaz de formular por m mismo a esta cuestin existencial.Y esa misma respuesta informa igualmente la orientacin de nuestra sociedad(Giraud, 197).

87. Hacer odos sordos al clamor de los pobres, cuando nosotros somos losinstrumentos de Dios para escuchar al pobre, nos sita fuera de la voluntad delPadre (Francisco, La alegra del evangelio, 187).

88. [Un da] podremos regresar a los mejores principios de la religin: que laavaricia es un vicio, la usura un pecado y el amor al dinero detestable Peroojo!: esa hora todava no ha llegado y durante unos cien aos habremos depretender que lo sucio es noble y que lo noble es sucio: porque ahora lo sucioes rentable y lo noble no lo es; la avaricia, la usura y la desconfianza han de sernuestros dioses durante un tiempo porque solo as saldremos del tnel de lasnecesidades econmicas a la luz del da. Luego, cuando uno ya tenga aseguradasu existencia, se volver razonable preocuparse por la existencia de los otros(J.M. Keynes: Economic possibilities for our grand children).

COMENTARIO

La idolatra del dinero y del mximo beneficio no nos ha hecho ms felices, pero en cambio nos ha quitado libertad, ultraja nuestra dignidad y ejerce una autntica violencia contra muchos seres humanos. El texto final de Keynes es el mejor juico tico sobre nuestro sistema, precisamente porque viene de un partidario del mismo. Deslumbrado por la eficacia (criminal) del sistema, Key-nes crey que convena mantenerla un tiempo para despus regresar a la tica. Su texto es de 1930. Casi ya cumplidos esos cien aos, no hemos mejorado: seguimos necesitando llamar justo a lo injusto, y esa necesidad durar siempre porque es intrnseca al sistema. Algo de eso le ha ocurrido a Rajoy con nuestra reforma laboral: su presunta eficacia ha sido fruto de su profunda injusticia; y ahora que estamos creciendo econmicamente, se le recomienda por la misma UE y el FMI que la mantenga y que no afloje en ella.

Juan Pablo II acert pues plenamente cuando habl en Puebla de un sis-tema que produce ricos cada vez ms ricos a costa de pobres cada vez ms

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* Y si a alguien le parece exagerada esta afirma-cin, lea slo el artculo de Ignacio Ramonet El gran sueo africano en el nmero de julio (2017) de Le Monde Diplomatique, pp. 1 y 9.

pobres. Y si las cosas son as, un cristiano nunca podr ser defensor de ese sis-tema aunque, como antes dije, no sepamos bien cmo cambiarlo. Pero para en-contrar la solucin es imprescindible comenzar reconociendo la enfermedad.

En este sentido habl otra vez del SIDE (sndrome de inmunodeficiencia econmica) como caracterstica de nuestra hora actual. Cuando apareci el SIDA tampoco saba nadie como combatirlo. Pero, como la enfermedad afec-taba tambin a los ricos, se comenz a investigar y se ha llegado al menos a vacunas y paliativos. Muchos dicen que esos caminos de solucin los tenemos ya y apuntan, sobre todo, a acabar radicalmente con los parasos fiscales y a una fiscalidad seria y progresiva, a los que habra que aadir acabar con el negocio de las armas (y algo de la huelga de consumo de que antes hablamos). Segu-ramente tienen razn; pero es innegable que falta voluntad para ello. Y aqu es donde la radicalidad debera ser un imperativo moral para todo cristiano. Porque no solo nos jugamos la tica, sino que nos estamos jugando tambin el futuro de la tierra y de nuestra especie. Si seguimos as, la madre tierra acabar vengndose y castigndonos por todo el mal que hemos hecho a los miles de millones de hijos de la tierra.*

Termino pues repitiendo una vez ms el tpico de Ignacio Ellacura: nues-tro mundo tan amenazado solo puede tener solucin en una civilizacin de la sobriedad compartida. Quien tenga odos para or que oga.

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APNDICE. REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

Bauman, Zigmunt (20158). La globalizacin. Consecuencias humanas. Mxi-co:FCE.

Chang, Ha-Joon (2012). 23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo. Bar-celona: Debate.

Giraud, Gal (2013). La ilusin financiera. Maliao (Cantabria): Sal Terrae.

Lluch Frechina, Enrique (2015). Una economa que mata. Madrid: PPC.

Marcuse, Herbert (1993). El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideolo-ga de la sociedad industrial avanzada. Barcelona: Orbis.

Piketty, Thomas (2014). El capital en el siglo xxi. Mxico: FCE.

Polany, Karl (1989). La gran transformacin. Crtica del liberalismo econmi-co. Madrid: La Llevir-Virus.

Schumacher, Ernst (2011). Lo pequeo es hermoso. Economa como si la gente importara. Madrid: Akal.

PortadaCrditosSumarioAutorIntroduccinPobreza y diferencias entre los seres humanosLas diferencias son cada vez mayoresRelacin entre riqueza y diferenciasLa pobreza es intrnseca al sistemaComentario

ConsumismoComentario

El mito del mercado libre y autorreguladoDescripcin del mercadoCrticasAlgunos ejemplosComentario

Nuestro sistemaLa poltica sometida a la economaFalsa globalizacinLa teora del goteo como justificacinResistencia a los impuestos directosPlanificacin? Intervencin del Estado?Una religin secularJuicios globalesComentario

Financiarizacin de la economaComentario

La economa que se enseaComentario

Juicios ticosFalsificacin de la libertadFelicidad ilusoriaAtaque a la dignidadResponsabilidad de los polticos Pecado estructuralViolencia injustaFalsificacin del derecho de propiedadLas preguntas decisivasComentario

Apndice. Referencias bibliogrficas