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  • 7/26/2019 Ciencia Siglo XIX Bruno

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    ARTCULOS

    Bruno, Paula (2015). Eduardo L. Holmberg en la escena cientficaargentina. Ideas y acciones entre la dcada de 1870 y el fin-de-siglo,Saber y Tiempo, 1(1), pp. 118-140.

    RESUMEN

    Desde 1870, Eduardo L. Holmberg (1852-1937) pens el rol de lasinstituciones y de los cientficos que ocupaban lugares centrales en la

    Argentina. empranamente, el Museo Pblico y Germn Burmeisterfueron parmetros para evaluar una realidad que transcenda a es-ta figura y a la institucin que comandaba. Desde la perspectiva deHolmberg, los hombres de ciencia que haban convocado los polticosen tiempos de la divisin entre la Confederacin y Buenos Aires para

    modernizar instituciones y lograr as dar despliegue y prestigio cientfi-co a la Argentina no siempre haban cumplido con este objetivo. Desdediferentes registros artculos cientficos, textos de ficcin e informespara censos y otros documentos oficiales esboz inquietudes y trat dedar respuesta a tres preguntas que lo inquietaban: 1. qu tipo de cient-fico se adaptaba mejor a las necesidades del pas en la era del progresomaterial; 2. cul era el mejor uso social de ciencia; y 3. cmo se podrapersuadir a los hombres polticos del necesario fomento de la cienciamantenindolos al margen de sus dinmicas ms especficas. El artcu-lo propone una aproximacin a las ideas y acciones de Holmberg en el

    marco de la escena cientfica argentina en el largo plazo; se analizan tresmomentos: la dcada de 1870, los aos de 1880 y el fin-de-siglo.

    Palabras clave:Eduardo L. Holmberg, Argentina, historia de la ciencia,progreso.

    ABSTRACT

    Since 1870, Eduardo L. Holmberg (1852-1937), analyzed the role ofthe major scientific institutions and the scientists in Argentina. In hisearly days, the Museo Pblico and German Burmeister were the para-meters to evaluate a reality more complex and beyond this institutionand this figure. According to Holmberg, the men of science arrivedto Argentina in times of the division between the Confederation andBuenos Aires, had had an erratic performance in his goals: moderni-ze the scientific institutions and improve the scientific prestige. Fromdifferent perspectives scientific articles, fiction, censuses records, andofficial documents-, Holmberg, according to his interests, tried to giveresponse to three major problems : 1. What kind of scientist was neces-

    sary for the needs and the material progress of the country? 2. Whatwas the better social application of the science?; and 3. How could it bepossible persuade the political elite about the necessary developmentof the science, keeping them out of the specific dynamics of the scien-tist field? Te article proposes an approximation to the Holmberg ideasand actions in the context of the argentine scientific scene in the longterm. It analyzes three moments: the 1870 decade; the 1880 years; andthe fin-de-siecle.

    Key words:Eduardo L. Holmberg, Argentina, history of science, progress.

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    SABER Y TIEMPO 1 (1):

    Eduardo L. Holmberg en laescena cientfica argentinaIdeas y acciones entre la dcada de 1870 y el

    fin-de-siglo

    porPaula Bruno1

    Introduccin

    Nacido en Buenos Aires en 1852, Eduardo L. Holmberg ingres ala Facultad de Medicina en la dcada de 1870 y, desde entonces, fuepartcipe de varios emprendimientos intelectuales ligados a la cienciay la literatura. Como naturalista, fue explorador y recorri numerosaszonas del pas, como Salta, Jujuy, Chaco, Misiones, Tierra del Fuego yotras comarcas, y en muchas de ellas descubri especies de arcnidos.Sus exploraciones cientficas financiadas por la Sociedad CientficaArgentina, el Consejo de Educacin, el gobierno nacional o el de laprovincia de Buenos Aires, o sostenidas con recursos propios dieroncomo fruto monografas, descripciones e informes sobre fauna y floraregionales. Fue miembro honorario y activo de sociedades cientficas

    nacionales, como la Academia de Ciencias de Crdoba, la SociedadCientfica Argentina y la Academia de Medicina, y particip en publi-caciones cientficas destacadas de su poca, comoAnales de la SociedadCientfica Argentina, Anales del Crculo Mdico Argentino, Boletn dela Academia Nacional de Crdoba (o Actas de la Academia Nacionalde Crdoba), Anales del Museo de Buenos Aires, Revista de la SociedadGeogrfica Argentinay Peridico Zoolgico. l mismo, adems, propulspublicaciones abocadas a las Ciencias Naturales, comoEl Naturalista

    Argentino, la Revista del Jardn ZoolgicoyApuntes de Historia Natural.

    1 CONICET/Instituto de Historia Argentina y Latinoamericana Dr. Emilio Ravignani, Facultad

    de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires.

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    En cuanto director del Jardn Zoolgico, impuls diversas actividadestendientes a convertir espacios botnicos y zoolgicos en lugares depromocin de la ciencia. Como docente, se desempe en varias ins-tituciones. Fue profesor de Historia Natural, Atmica y Fsica en laEscuela Nacional de Mujeres y en la Escuela Normal de Varones. Enla Escuela Normal de Profesores, propuls la creacin de uno de losprimeros laboratorios y gabinetes de Historia Natural instalado en unestablecimiento de enseanza secundaria. Desde la dcada de 1890,comenz a dedicarse a la enseanza universitaria en ctedras en laFacultad de Ciencias Fsico-Naturales, y fue especialmente reconoci-da su ctedra de Botnica.

    Mientras su perfil cientfico se consolidaba, se dedic tambin alas letras. Holmberg particip en asociaciones que procuraron dotarde organizacin a las incipientes actividades literarias del pas, comola Academia Argentina de Ciencias y Letras y el Crculo Cientfico yLiterario. Aunque no fue un columnista de coyuntura, los peridicos

    El Nacional, La Nacin y La Crnica publicaron sus intervenciones yconferencias. Entre sus piezas literarias, se destacan obras de juventud,como Dos partidos en lucha. Fantasa cientfica, Viaje maravilloso del Seor

    Nic-NacyEl tipo ms original, y escritos de la dcada de 1890, como Labolsa de huesos, La casa endiabladayNelly. Escribi, tambin, un poemade corte pico titulado Lin Calely una novela de publicacin pstuma,Olimpio Pitango de Monalia.

    Este desempeo sostenido en las esferas cientfica y literaria hasido estudiado durante dcadas de manera escindida. Mientras queen los estudios de historia de la ciencia se resaltan sus labores comogran naturalista: exploraciones al interior del pas, participacin en los

    Anales de Agricultura de la Repblica Argentinay el Peridico Zoolgico,fundacin deEl Naturalista Argentino(Babini, 1954; Camacho, 1971)y su funcin como director del Jardn Zoolgico de Buenos Aires,

    desde la crtica y la historia literaria, la atencin se centr en su perfilcomo introductor o iniciador de los gneros fantstico, policial y deciencia ficcin en la Argentina (Astiz, 1973; Bonnie, 1983; GonzlezRomero, 2002).

    Aunque por varios aos estos dos registros de recuperacin deHolmberg estuvieron disociados, en los ltimos veinte aos, se produ-jeron dilogos entre la historia de la ciencia y la crtica literaria o lahistoria de la literatura. Este hecho responde a la difusin de los es-tudios culturales y a la consolidacin de la historia social de la ciencia.

    Desde perspectivas menos compartimentadas, los focos ms atendidospor la bibliografa en las tres ltimas dcadas son dos. Por un lado, larenovacin de la historia de la ciencia ha pensado a Holmberg en una

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    etapa en la que la institucionalizacin de la ciencia en la Argentina erafloreciente y ha estudiado sus trabajos cientficos y literarios en relacina las preocupaciones comunes a otros naturalistas de su poca; princi-palmente, la teora de la evolucin (Montserrat, 1993). Por otra parte,los estudios cercanos a la crtica cultural han estudiado generalmentelas marcas de la ciencia en su literatura. De este modo se rastrean, entreotros, tpicos ligados a la criminologa, la frenologa, la lectura de tintecientificista sobre los gneros y las diferencias sociales (Corts Rocca,2003; Miranda, 2002; Marn, 1994; Salto, 1997).

    Atendiendo al dilogo entre las distintas franjas del accionar deHolmberg, este artculo da cuenta de tres momentos en los que despleg

    sus opiniones sobre el estado de la escena cientfica argentina. El primermomento se circunscribe a la dcada de 1870; el segundo, a la dcada de1880; y el tercero, al fin-de-siglo. Cada uno de estas estaciones tempo-rales se corresponde con los siguientes apartados.

    Hijos del pas versus cientficos extranjeros: la escenacientfica en disputa

    Cuando los jvenes como Holmberg comenzaban sus estudios, no en-contraban en Buenos Aires nada parecido a una escuela de naturalistas.2La mayora de los hombres de ciencia destacados en la Argentina eranextranjeros y haban obtenido sus credenciales en sus pases de origen.3Por su parte, varios cientficos contemporneos que adquirieron unrenombre, como Francisco Pascasio Moreno, Florentino Ameghino yJuan Ambrosseti, no contaron con formacin universitaria.

    En este escenario, Holmberg encar su carrera en la Facultad deMedicina durante la dcada de 1870, aunque en esa casa de estudios laenseanza estaba lejos de las prcticas de observacin y experimenta-

    cin, que era la que ms se acercaba a sus intereses. Como estudiante deMedicina, estuvo alejado de los problemas que preocuparon a sus condis-cpulos. Pese a ser amigo personal de jvenes disconformes y opuestos alestablishmentuniversitario, como Jos Mara Ramos Meja, no tuvo unaparticipacin como miembro activo en la creacin del Crculo MdicoArgentino (1875-1883), ni tampoco public textos en los Anales delCrculo Mdico Argentino, creados en 1877 (Bargero, 2002; Souza, 2007).

    2 La Facultad de Ciencias Fsico-Naturales se cre en 1875, pero no expidi ningn diploma.

    Sobre esta particular, puede verse Camacho, 1971: 77-94.3 Acerca de los cientficos extranjeros en el pas pueden verse: Babini, 1954; Mantegari, 2003;

    Podgorny, 2001.

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    Sin embargo, durante la dcada de 1870, Holmberg encontr espaciospropicios para desarrollar sus inquietudes ms all de los pasillos de lafacultad. Antes de graduarse, entre 1874 y 1879, se dedic a realizar unestudio sistemtico de las araas del pas con materiales propios y ajenos.Una parte considerable de los resultados de estas indagaciones fue publi-cada en losAnales de Agricultura de la Argentina, losAnales de la SociedadCientfica Argentina, el Peridico Zoolgicoy, posteriormente, reunida enun trabajo de mayor aliento,Arcnidos Argentinos(1876). Estas experien-cias marcaron a fuego su inters por la entomologa. Fueron las araas ylas abejas los insectos que mayor inters le generaron. Incursion tam-bin en el terreno de la flora, pero sobre todo en descripciones generales

    o sobre colecciones realizadas por otros. Dado el tiempo dedicado a estosintereses, su graduacin se demor respecto de la de sus contemporneos,pero se concret en 1880, con una tesis sobre el fosfeno cuyo padrinofue el Doctor Nicanor Albarellos. Ya graduado, Holmberg no practicla medicina de manera sostenida. Pese a ello, su paso por la facultad y elhecho de contar con conocimientos mdicos se convirtieron en materiaficcionalizable en varias de sus piezas literarias, entre las que se destacanFiligranas de cera(1884)y La bolsa de huesos (1896).

    Ms naturalista que mdico, entonces, ya su primer viaje a la Patagonia(1872) le haba mostrado su vocacin hereditaria y su impulso cong-nito por estar en contacto con la naturaleza. Aunque esta excursin laemprendi como simple curioso (Holmberg, 1884: 6), en los aos si-guientes, sucesivas travesas exploratorias reforzaron su inters como na-turalista. En estos aos, Holmberg reflexion sobre la importancia de laciencia para el pas y las funciones sociales del cientfico. Estas ideas en-contraron un clima propicio en el marco de crculos intelectuales en losque deposit expectativas durante la dcada de 1870, como la AcademiaArgentina de Ciencias y Letras y el Crculo Cientfico y Literario. En elmarco de estas sociabilidades intelectuales, reflexion ampliamente sobre

    la funcin de las academias, los crculos y otras muchas corporacionesanlogas [que] constituyen la apoteosis de la civilizacin de las naciones(Holmberg, 2001 [1878]: 66). Asumi a estas instancias como funda-mentales para la validacin de los conocimientos entre pares y las ensalzcomo centros de discusin y promocin de saberes.

    Sus observaciones sobre la ciencia y los hombres que la practi-caban quedaron esbozadas en sus ficciones de la dcada de 1870.Especialmente, en Dos partidos en lucha. Fantasa cientfica(1875), Viajemaravilloso del Seor Nic-Nac(1875),El tipo ms original (1878) y Olga

    (La Nacin, 1878). En estos escritos se plantean preguntas sobre el rol delos sabios en una sociedad como la argentina. Los mismos argumentosasumieron contundencia en la primera empresa editorial que fund con

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    Enrique Lynch Arriblzaga,4en 1878:El Naturalista Argentino. Aunquela publicacin emergi en un promisorio contexto de institucionaliza-cin cientfica, las preocupaciones que sus redactores expresaron sugie-ren que la nueva camada de naturalistas estaba en desacuerdo con lasformas en las que la ciencia se institucionalizaba. Ya en su presentacin,la publicacin anunci que llegaba para suplir una ausencia: la de un es-pacio de difusin de la ciencia para un pblico que excediera al mundillode los especialistas. Esta pretensin qued manifestada en su organiza-cin y su tono. A diferencia de otras publicaciones contemporneas5, en

    El Naturalista Argentino (en adelante: ENA) se publicaron estudios devariadas temticas escritos en registro ameno, didctico y en algunos ca-

    sos rozando el relato de aventuras6

    . Esa fue su marca distintiva duranteel nico ao de su existencia. Las preocupaciones de sus conductoresfueron manifiestas: las ciencias naturales, las ciencias de la observacin,deben considerarse como el fundamento del progreso moderno. [...]Ningn estudio moraliza tanto las sociedades como el de la Naturaleza(ENA, 1878, .oI, entrega 1: 1).

    Estas ideas tomaron forma ms acabada en diversos artculosde Holmberg. En uno de ellos, evalu el panorama cientfico de laArgentina por medio de una resea histrica del Museo Pblico deBuenos Aires. El escrito contiene crticas a la escasa atencin que losgobiernos prestaron a las instituciones cientficas desde la independen-cia misma. A la vez, juzg negativamente la omnipresencia de cientfi-cos y sabios extranjeros en roles centrales. En este ltimo sentido, si yaen algunas ficciones de Holmberg se pueden encontrar indicios de susapreciaciones sobre el director del Museo Pblico, expres ahora queGermn Burmeister condesaba los aspectos condenables de la genera-cin cientfica anterior:

    El Director tiene mucho que hacer; las publicaciones europeas consignan cada

    ao sus observaciones numerosas, y por lo tanto no puede ocuparse de ciertos

    detalles, que en realidad no corresponden a un Director del Museo; pero en-

    tretanto, el establecimiento no contiene objetos accesibles al pblico sino por

    4 La revista se presentaba en sociedad con los siguientes datos: El naturalista argentino.

    Revista de Historia Natural/Directores/Enrique Lynch Arriblzaga y Eduardo Ladislao Holmberg/

    Aparece el 1.ode cada mes/Enero 1.ode 1878/ Buenos Aires/Imprenta de Lynch y Saavedra,

    Calle de Maip, nmero 211/1878.

    5 Pinsese, por ejemplo, en el contemporneoBoletn de la Academia de Ciencias de Crdoba.

    Este contaba con secciones fijas que respondan a un claro orden vinculado con intereses

    institucionales. Organizndose en una Parte Oficial y una Parte Cientfica, aparecan en la primera

    de ellas las listas de publicaciones recibidas, las notas necrolgicas y los documentos oficiales

    y en la segunda los trabajos cientficos especficos, muchos de ellos en idiomas extranjeros.6 Sobre los relatos cientficos que en el siglo XIX asumieron formas narrativas cercanas a

    gneros de ficcin: Barber, 1980: 13-26.

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    la vista. Los Anales del Museo ya no se publican, y es necesario conocer las

    obras Europeas para saber lo que hay en el Museo de Buenos Aires. Sus es-

    tantes se encuentran llenos, en ms de un punto atestados. Tenemos un granmuseo, pero no lo aprovechamos, porque no hemos sabido organizarlo para la

    instruccin pblica, como fue la mente de Rivadavia, ese grande hombre que

    dict los aforismos del porvenir Argentino (...) El Museo de Buenos Aires est,

    pues, mal dotado y peor organizado (Ena, 1878, T.oI, entrega 2: 39).

    Holmberg realizaba as una denuncia: los cientficos extranjeros acargo de instituciones centrales apostaban a consolidar un perfil conaceptacin europea en detrimento de la institucionalizacin de la cien-cia en Argentina. Desde su perspectiva, el Museo Pblico de Buenos

    Aires haba sido escenario de algunos adelantos, pero se encontraba andesordenado. Desorganizacin de los materiales, escasez de personal,carencia de presupuesto para organizar expediciones y formar coleccio-nes eran males endilgados a una direccin personalista y despreocupadapor la suerte de la ciencia en Argentina. Burmeister era un representantede lo que Holmberg llamaba despectivamente una aristocracia inte-lectual, un sabio que se ocupaba de su carrera, produca conocimien-to para sus pares y no se ocupaba de difundir la ciencia. Estos hechosquedaban constatados en la recurrencia a publicar en otros idiomas, enla reticencia a participar en la esfera de la docencia y en la escasez demanuales de historia natural para la instruccin producida por los cien-tficos extranjeros.

    Los mismos rasgos atribuidos a Burmeister fueron atribuidos a unode sus personajes de ficcin, se trata del Burbullus de su obraEl tipo msoriginalobra compuesta de manera inconclusa en 1875 y publicadaen 1878 enEl lbum del Hogar. All Holmberg presenta una serie deencuentros entre un naturalista porteo (de rasgos claramente holmber-guianos) y un sabio que habita en Curlandia. Su nombre es Burbullusy es un excntrico. Habla todos los das de su vida un idioma diferente.

    iene un proyecto de obra monumental que no est an escrita, perocuenta ya con un depsito lleno de papel para imprimirla. Su forma-cin tcnica es la de un verdadero sabio, solo que todas esas caracters-ticas aparecen caricaturizadas. Sin dudas, Burbullus espeja a Burmeister(Gasparini y Romn, 2001). Como l, se encuentra encerrado en lasdinmicas de la ciencia cosificada y sin utilidad social.

    La presencia de personajes como el real Burmeister y el ficticioBurbullus era parangonable con la de un fantasma inhibitorio para eldespliegue cientfico (Holmberg, 1884b: 6). Las ansias de figuracin

    de los naturalistas extranjeros se tradujo a los ojos de Holmberg enuna preferencia: los coleccionistas venidos de lejos prefieren por locomn dedicar su actividad a seres de ms bulto y que, sin tener mayor

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    importancia, son de ms lucimiento (Ena, 1878, T.oI, entrega 2: 20).Tambin, en este punto, Burmeister y sus investigaciones sobre loscaballos fsiles eran parmetros de lo condenable (Burmeister, 1876).En el marco de esta declaracin, su especializacin en la entomolo-ga no parece casual; emerge como un gesto de diferenciacin de loscientficos forneos.

    Los mismos sabios extranjeros que generaban fascinacin en loselencos polticos dispuestos a financiar sus exploraciones y sus obras sinevaluar de manera consciente los beneficios de esta para el pas fueronconsiderados por Holmberg una pieza ociosa en el marco de un espaciocientfico que necesitaba convertirse en un foco promotor de conoci-

    miento e instruccin.A partir de estos diagnsticos, Holmberg manifest un anhelo.

    Sostuvo que el compromiso de los hombres de ciencia deba traducirseen la difusin de sus investigaciones al tiempo que los gobiernos debangarantizar el sostenimiento de empresas cientficas que generaran cono-cimientos tiles. El apoyo oficial resultaba fundamental para apuntalarel desarrollo de las instituciones cientficas:

    una vez desarrollado el gusto por tales estudios [naturales], la primera preocu-

    pacin y as sucede en los pases civilizados es enriquecer con todos los

    elementos posibles y por una especie de amor propio nacional, el ncleo de las

    riquezas naturales (). En tales circunstancias, los Gobiernos tomarn ms em-peo que el que han tomado hasta ahora, () harn de ello una preocupacin

    constante y agregarn a toda expedicin militar, trigonomtrica, exploradora,

    etc., uno o ms naturalistas que recojan aquello que pueda interesar al conoci-

    miento del pas (ENA, 1878, T.oI, entrega 2: 40).

    Dependencia y autonoma: la ciencia y los intereses delEstado

    El anhelo de Holmberg de que los gobiernos agregaran una comisincientfica a las campaas militares se vio concretado durante el ao si-guiente. La expedicin comandada por el general Julio A. Roca a RoNegro fue acompaada por una comisin cientfica formada por cuatrocientficos: Adolfo Doering (a cargo de los aspectos zoolgicos y geolgi-cos), Pablo Lorente (a cargo de la Botnica) y, como ayudantes, GustavoNiederlein y Federico Shultz. Al regreso de la expedicin, se convoc ahombres de ciencia para redactar los textos correspondientes sobre lasmuestras de fauna y flora recolectadas. Holmberg fue uno de ellos: redact

    los informes sobre arcnidos y realiz lminas para la seccin zoolgica.Entre descripciones de araas y litografas, Holmberg enunci algunosde los principios que consideraba fundamentales para que el trabajo del

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    naturalista llegara a buen puerto. Incluy, adems, no pocas insinuacionesacerca de las desprolijidades cometidas por Doering (a cargo de la cazade muestras in situ). El descontento por las formas en las que se llev acabo la recoleccin de las muestras aparece como un argumento reiterado.En ellas no solo encontr ejemplares ya descubiertos por l mismo y suamigo y socio intelectual, Enrique Lynch Arriblzaga, en zonas aledaasa Buenos Aires, sino que muchos de ellos ya haban sido descriptos en supionero trabajo monogrficoArcnidos argentinos(1876).

    Holmberg adjudic la relativa inutilidad de la expedicin al hechode que fue realizada en una poca poco propicia para la recoleccin deinsectos y muestras botnicas. Los tiempos de la ciencia no eran los de

    la epopeya militar. Pese a ello, la presencia de cientficos en la campaaencabezada por el general Roca era un primer paso que sentaba prece-dentes para que las comisiones cientficas se sumaran a estas empresas.

    Aunque durante la dcada de 1870 Holmberg haba sido OficialPrimero de la Oficina de Estadsticas de la provincia de Buenos Aires,fue luego de la participacin en la redaccin de este informe cuandose consolid como un experto en la naturaleza que poda prestar susservicios al Estado. Los eventos que apuntalaron su reputacin fueronla participacin en el informe del Censo General de la Provincia deBuenos Aires de 1881; la intervencin, junto con Domingo FaustinoSarmiento, en un homenaje a Charles Darwin en 1882, la publicacinde sus informes sobre la Sierra de Cura Malal y sus libros sobre andily Misiones (ver la lista de fuentes).

    En el Censo Provincial de 1881 colabor en la Comisin Directiva yestuvo a cargo de la Ojeada sobre la flora y la Ojeada sobre la fauna.Desde esas pginas, Holmberg se declar un entusiasta defensor de do-cumentos como el censo en tanto espacios privilegiados para la difusinde saberes. Seal que para la divulgacin de la ciencia no era necesariocontar con sabios hiperespecializados, sino ms bien con hombres de

    ciencia que tuvieran la capacidad de difundir contenidos cientficos demanera accesible.

    Dos aos despus de su participacin en el censo, su nombre tuvouna resonancia pblica notable. Adems de pasar a ser miembro de laAcademia Nacional de Ciencias de Crdoba, pronunci en el eatroNacional la ya mencionada conferencia sobre Charles Darwin, en elmarco de un homenaje en el que comparti escenario con DomingoFaustino Sarmiento. La conferencia luego publicada en folleto na-rraba la historia de la teora de la evolucin y se refera a las autori-

    dades mundiales del evolucionismo. Las alusiones a las oposiciones dela religin catlica contienen un tono que en la poca pudo haberseentendido como irnico. El ao 1882, fue particularmente sensible en

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    lo concerniente a enfrentamientos entre catlicos y secularizadores.Mientras tanto, las voces del catolicismo se sintieron asediadas y ataca-das. En este marco, participar en un homenaje a Charles Darwin orga-nizado por el Crculo Mdico Argentino y declararse a favor de la teorade la evolucin era una toma de posicin. As lo consider el AnuarioBibliogrfico, que sugiri que, pese a que el autor previene que no debenalarmarse los que abrigan sentimientos religiosos, afirmar la validezdel darwinismo implicaba posicionarse en las antpodas del catolicismo(Anuario Bibliogrfico, 1884: 214). Si la pieza literaria Dos partidos enlucha, que data de 1875, ya haba dejado en claro que las preferenciasde Holmberg en el debate entre darwinistas y defensores del fijismo se

    inclinaban por la primera opcin, esta conferencia y el folleto surgidode la misma fue su trabajo ms acabado en lo que concierne a sus apor-tes a la difusin del evolucionismo en Argentina (Montserrat, 1974;Chabran, 1987).

    Los peridicos de la poca destacaron en diversas columnas la elo-cuencia de Holmberg y su facilidad para exponer conocimientos com-plejos en trminos sencillos (El Nacional, 20 de mayo de 1882). Estosreconocimientos quizs generaron una escena propicia para que la vozde Holmberg se alzara y radicalizara a la hora de evaluar a Burmeister, ala sazn en contra del darwinismo:

    Burmeister solo sabe reconcentrarse, sacar el mayor provecho de los que saben

    menos que l, inspirarles el horror a la ciencia, ya que su ejemplo es tan adusto;

    -orden y enriqueci un museo, tuvo la idea de fundar una academia artificial,

    que no le ador como esperaba y que una nota del Gobierno Nacional puede

    disolver- es monopolizador (...) enriqueci su propio pas, y en general las revis-

    tas europeas con los materiales de toda especie que el pas de su residencia le

    brindaba bajo todas las formas. Invent el Boletn de la Academia Nacional de

    ciencias para ilustrar a gentes que no tenan suficiente preparacin, por lo cual

    peda disculpas a los sabios si entraba en detalles elementales, y para mayor

    ilustracin escriba en francs, cuando el idioma oficial de la Academia era el

    castellano, idioma admitido hoy entre los naturalistas (Holmberg, 1882: 92-93).

    Hacia mediados de la dcada de 1880, Holmberg explor Paran,Santa Fe y Misiones, mientras que en 1885 fue jefe de la ComisinCientfica auxiliar enviada por el ministro de Guerra y Marina al Chaco.Al encabezar la comisin cientfica de esta expedicin, asumi que cum-pla con un compromiso en tanto naturalista y argentino (Holmberg,1886: 38). Estos viajes le permitieron contar con diversos materiales pa-ra redactar publicaciones de corte cientfico. Su lugar como naturalista,

    se consolid y se mostr especialmente entusiasta ante lo que considera-ba una renovacin en el ambiente cientfico argentino. Su performanceas lo constataba:

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    Comienza a alborear en la Repblica Argentina la era cientfica. Estimables

    naturalistas extranjeros, algunos de ellos eminentes, han estudiado y estu-

    dian una parte de sus ricas comarcas. Millares de especies halladas en ellasfiguran en los distintos repertorios, y millares de otras esperan figurar. Pero

    hay un nuevo elemento que entra en accin, y entra con confianza, porque

    tiene conciencia de las responsabilidades que envuelve la tarea cientfica: es

    el elemento nacional, el elemento joven, que viene a lucha con el cerebro en

    la misma tierra en que sus padres lucharon con la espada o con la pluma fla-

    mgera para consolidar independencia, libertad, autonoma de la nacin y del

    pueblo (Holmberg, 1884b: 2).

    Este relevo de los estimables naturalistas extranjeros, identifica-dos como se seal, con una generacin anterior, por el elemento

    nacional, joven e impetuoso, fue observado por varios contempor-neos. En estos mismos aos, Estanislao Zeballos, siempre atento alpanorama cientfico, narr los derroteros de la ciencia y sostuvo quelos naturalistas extranjeros haban sido figuras tpicas de los tiemposde la Confederacin, que comenzaban a ser remplazados por cient-ficos nacionales:

    Vinieron en consecuencia a la Republica, Speluzzi, Puiggari, Rossetti, Montea,

    Ramorino, Manguin, Larguier, Torres, Jacques, Cosson, Weiss, Kyle, Berg y otros

    especialistas, nuestros bienhechores, cuyas lecciones recordamos con gratitud

    y con cario. Son ellos, bajo la iniciativa y con el concurso de algunos argentinosilustres, los fundadores definitivos, coronados por el xito de los estudios univer-

    sitarios superiores y han tenido la fortuna de verse reemplazados gradualmente

    por sus discpulos. Huergo, White, Lavalle, Arata, Viglione, Holmberg y otros,

    los primeros compatriotas ascendidos del pupitre de los alumnos a la grave-

    dad acadmica de las ctedras cientficas (Zeballos, en Anales de la Sociedad

    Cientfica Argentina, T. XXII, 1886: 26.).

    Para la dcada de 1880, Holmberg consideraba que la figura de hom-bre de ciencia vlida era la que responda a necesidades de la realidadnacional. Las crticas ya no estuvieron solo dirigidas a figuras como

    Germn Burmeister, sino tambin a otros exploradores y sabios extran-jeros que pasaron por al pas para luego publicar sus investigaciones enEuropa sin contar con la preparacin para captar las especificidades dela Argentina. Se refiri a estas figuras como golondrinas exticas quenos descubren en nuestras tolderas de estilo Corintio, o en nuestroswigwams tipo Renacimiento (Holmberg, 1887: 14).

    En estos aos, Holmberg comenz tambin a rescatar naturalis-tas como antecesores vlidos. Contra figuras como las de Burmeistery las golondrinas exticas, reivindic a figuras como Flix de Azara

    (Holmberg, 1887: 290; Holmberg 1926) y Aim Bonpland (Holmberg,1887: 166-168). Las evalu positivamente porque se haban afincado enlas tierras que investigaron y porque haban brindado servicios al pas. En

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    Eduardo L. Holmberg en la escena cientfica argentina. Ideas y acciones entre la dcada...

    el mismo sentido, reivindic a contemporneos como Pedro Scalabrini,Juan Ambrosetti, Florentino Ameghino, Fliz Lynch Arriblzaga (en-tre los ms mencionados), por sus investigaciones cientficas y por supreocupacin por la educacin. La utilidad que tenan hombres comoPedro Scalabrini, por ejemplo, se traduca en el despliegue de institu-ciones exitosas. Holmberg describi, de hecho, al Museo de Paran entrminos muy elogiosos y lo contrast con el Museo de Buenos Aires.Describi al museo sealando que constituye un timbre de honor parael Gobierno de esa Provincia y elogi al gobernador Eduardo Racedoporque percibi con claridad la importancia de este gnero de investi-gaciones [cientficas] con relacin al desenvolvimiento de las ideas libe-

    rales, al progreso de la educacin y, por lo mismo, al progreso mismo delpas (Holmberg, 1887: 26).

    La frmula que Holmberg propuso para resolver las limitacionesde la ciencia en Argentina fue fomentar instituciones cientficas ti-les para la sociedad. Consideraba fundamental articular la voluntadde hombres de ciencia con el apoyo de los hombres de la poltica. Laasociacin de investigacin y difusin de la ciencia deba estar apun-talada por el apoyo oficial (Holmberg, 1884b: 5). En este sentido, en1887, Holmberg no dud en hacer un llamado directo a la atencindel Presidente Miguel Jurez Celman para que apoyara la Academiade Ciencias:

    La Academia es, en su clase, el nico instituto oficial de ciencias que tene-

    mos, y, si se toma en cuenta la circulacin creciente de sus publicaciones en

    Europa, puede decirse que el Gobierno se encuentra ante un dilema: o suprime

    la Academia, o la coloca en condicin de hacer frente a la importancia de sus

    funcionales. Cuando el actual presidente de la Repblica no lo era todava, se

    mostr afecto a la institucin, y en ms de un caso, se asegura, apoy sus

    indicaciones (). Sacarla de donde est sera ocasionar su muerte y negarle

    los impulsos debidos es oponerse a un hecho de toda evidencia: el actual mo-

    vimiento cientfico en la Repblica Argentina. En verdad no podemos decir que

    sea imponente; pero, por algo se empieza (Holmberg, 1887: 11).

    Si el joven Holmberg haba depositado sus esperanzas en algunassociedades cientficas, ahora su mirada apuntaba a pensar en sabios ti-les para el pas que dirigieran instituciones con sostn oficial. Desde superspectiva, los museos, los jardines zoolgicos y botnicos y los esta-blecimientos de instruccin pblica las instituciones desde las cuales sedeba hacer ciencia para el pas. Los cientficos extranjeros deban serpaulatinamente reemplazados por argentinos dispuestos a cumplir con

    misiones de corte casi patritico. Para la dcada de 1880 l mismo erauna prueba viviente de esta renovacin y ya pareca consciente de encar-nar un tipo de personaje cientfico diferente a los existentes.

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    Holmberg frente al Jardn Zoolgico: logros y desencantos

    En varias piezas de ficcin, Holmberg narr situaciones en las que hom-bres de ciencia y curiosos visitan pases europeos. En todas ellas, losjardines zoolgicos y botnicos, los observatorios y los museos de cien-cias y otras instituciones ligadas a la naturaleza aparecen como espaciosdestacados para ser visitados y como parmetros de la civilizacin y lailustracin de las ciudades. Hacia fines de la dcada de 1880 en BuenosAires exista un jardn de fieras bastante rudimentario. En 1888 se resol-vi, por intermedio de la intendencia, la separacin del Jardn Zoolgicodel Parque 3 de febrero y la designacin de Holmberg como su direc-

    tor. Estuvo a su cargo el traslado al nuevo predio entre fines de 1888y principios de 1889 (Vitali, 1986). A partir de entonces, Holmbergsent posicin sobre un principio: aspir a que el zoolgico devinierauna institucin asociada al progreso cientfico del pas y adaptada a lasnecesidades de la educacin pblica:

    Un Jardn Zoolgico es una institucin cientfica. Por sus exterioridades, puede

    pasar desapercibido el carcter fundamental de su existencia para aquellos que

    acostumbran examinar solamente la superficie de las cosas, dejando que les

    gue un numen trivial (...). Un Jardn Zoolgico no es un lujo, no es una ostenta-

    cin vanidosa y superflua es un complemento amable y severo de las leyes na-

    cionales relativas a la instruccin pblica pudiendo afirmarse, que los estableci-mientos de su gnero son tan necesarios para un pueblo culto como los cuadros

    murales en las escuelas diferencindose de ellos por alguna ventaja (Revista

    del Jardn Zoolgico de Buenos Ayres, en adelante: RJZ, T.oI, 1893: 3-4).

    De este modo, aunque uno de sus propsitos era convertir la ins-titucin en un lugar de despliegue intelectual que ofreciera su ricomaterial los hombres de ciencia, como los Lynch Arriblzaga, losAmeghino, los Quiroga, los Arata, los Kyle, los Balbn, los RamosMexa, los Ambrosetti, los Baha, los Puiggari, los Speluzzi, los Rosetti,

    los Blazan, los Bertoni, los Wernicke, los Berg, los Spegazzini, los Kurtz,los Brackebusch, los Bodenbender, los Doering, los Aguirre, los Av-Lallemant y tantos otros (RJZ,.oI,1893: 3-4), la funcionalidad pblicadel parque deba marchar a la par. Con estos principios, durante los casiquince aos que estuvo al frente de la institucin Holmberg puso igualempeo en las dos facetas de su programa: convertir al Jardn Zoolgicoen una institucin cientfica a la vez que pblica.7As lo constat lafundacin de la Revista del Jardn Zoolgicode Buenos Aires, aparecida en

    7 Estas pretensiones estn expuestas en el reglamento que Holmberg redact para el parque:

    El Reglamento del Jardn Zoolgico, RJZ,T.oI, entrega 1, 1893: 3-4

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    enero de 1893.8La revista cumpli con las pretensiones cientficas. Ensus entregas, cuentan con un lugar considerable los estudios de hombresde ciencia de la camada de Holmberg, como Florentino Ameghino, JuanB. Ambrosetti, Carlos Spegazzini y Flix Lynch Arriblzaga. ambincumpli con las demandas ms generales del establecimiento: no solo sepublic all el reglamento general, el plano y parte sustancial de una guadel Jardn Zoolgico, sino tambin secciones breves con notas de intersaptas para un pblico curioso.

    Estas acciones alentaron la modernizacin del zoolgico. Pese a ello,la gestin de Holmberg estuvo acompasada por una constante queja.Durante una buena parte de los primeros aos de esta, el pas atraves

    un perodo de desbarajustes econmicos. En consecuencia, los fondosdestinados a instituciones cientficas y obras pblicas disminuyeron enrelacin a las dcadas anteriores. Aunque Holmberg tena confianza enel apoyo de los gobiernos, las respuestas que encontr en los hombrespolticos no fueron entusiastas.

    Las autoridades municipales no prestaron al Jardn Zoolgico laatencin anhelada por Holmberg. Varios intendentes se sucedieron du-rante su cargo. Fue con Adolfo Seeber (1889- 1890) con el que logrmayor entendimiento. El trato con otros intendentes fue ms bien ex-cepcional y se tradujo, para la gestin del establecimiento, en una su-cesin de proyectos truncos o incompletos. Holmberg interpret estoshechos casi como un complot en su contra: todos se quejan de la faltade rboles, y todos sacuden sus diatribas, como en cabeza de turco, sobreel Director, a quin, sin examen, culpan de todas las calamidades quepesan sobre el Jardn, como si tuviera en sus manos una lmpara mara-villosa o una omnipotenciafiat (RJZ,. I, 1893: 17). Sin embargo, msque un castigo, lo que se percibe en las respuestas al director del JardnZoolgico es cierto desinters de parte de los sucesivos intendentes. Sila falta de apoyo oficial fue un problema, el comportamiento de los visi-

    tantes no lo fue menos. El pblico no respetaba las indicaciones de losletreros, al tiempo que se multiplicaron hurtos y destrozos, facilitadospor la inexistencia de rejas y la escasez de personal para controlar todoel espacio (RJZ,. I, entrega 1, 1893: 228).

    La frustracin de Holmberg fue creciente. De acuerdo con su pro-pia evaluacin, solo cumpli con un objetivo: lograr que el Zoolgicotuviera funciones educativas (RJZ, .o I, entrega 1, 1893: 226-227).

    8 La revista se anunciaba en sociedad como una publicacin: dedicada las Ciencias

    Naturales y en particular los intereses del Jardn Zoolgico. Mensual. Publicada bajo losauspicios de la Intendencia Municipal de Buenos Ayres por el Director del Jardn Eduardo

    Ladislao Holmberg y sus colaboradores.

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    Numerosas ancdotas describen que Holmberg llevaba a sus alumnosa tomar clases en el Jardn Zoolgico para que estuvieran en contactocon la naturaleza y pudieran adquirir conocimientos de orden prctico(Camacho, 1971: 77-94). Con todo, pese a sus balances negativos sugestin fue altamente apreciada por los contemporneos. As lo sugiere,por ejemplo, una referencia escrita debajo de una caricatura de Cao enla que se lee A la Historia Natural/con talento excepcional/se dedicahoras enteras/resultando entre sus fieras/ otra fiera intelectual (Caras

    y Caretas, ao III, N 90: 23/06/1900.Mientras se desempe como director del Zoolgico, fue convocado

    por el gobierno de la nacin para escribir las secciones de la Fauna y la

    Flora de la Repblica Argentina en el Censo Nacional de 1895. Estatarea compens sus amarguras. Encontr satisfaccin en el hecho de quelos textos, pinceladas en un gran libro que es un monumento nacional,9fueran utilizados para la educacin.10uvieron, adems, repercusin ex-tendida en los mbitos cientficos. Pese al tono apesadumbrado de estosaos, public varias monografas y trabajos cientficos en las entregassucesivas de la Revista del Jardn Zoolgicoy en otras publicaciones derenombre o como folletos de conferencias. Pese a estos indicadores,los aos de gestin del Jardn Zoolgico fueron ledos por el mismoHolmberg como una poca de numerosos obstculos para los objetivosque pretendi alcanzar.11

    Siquiera el punto final de su gestin fue memorable: lo exoneraron desu cargo en 1903. Las versiones sobre esta destitucin apuntan a un con-flicto de Holmberg con el Intendente Adolfo J. Bullrich.12Otras voces

    9Segundo Censo Nacional de Poblacin, 1898: 386.

    10 Ambas ojeadas fueron publicados en varias ediciones y sirvieron como textos de lectura

    escolar.

    11 En una de sus piezas de correspondencia se puede leer: me es doloroso pensar que, al

    hacer un resumen de mi obra, se presenta ella ms en forma de manuscritos inditos quepublicados, porque pensando hacer un servicio a mi pas con una larga dedicacin al Jardn

    Zoolgico para representar la obra viva y parlante de mis escritos, encuentro que los mejores

    catorce aos de mi vida se han malgastado en tarea tan grande e ingrata, para verla condenada

    por la injusticia y el desconocimiento del esfuerzo, ya que nunca fue justificada por ser obra ms

    propia del Ministerio de Instruccin Pblica que de la Municipalidad; Carta citada en Holmberg,

    Luis,1852: 87.

    12 Algunos autores refieren a un conflicto entre Bullrich y Holmberg generado por la existencia

    de un friso colocado en la entrada del Jardn Zoolgico, obra de Lucio Correa Morales

    (destacado escultor y familiar del director del establecimiento), que en 1890 haba sido

    designado administrador del Zoolgico y haba instalado un taller dentro del mismo. Bullrich

    habra considerado que un friso que mostraba a un domador de caballos no corresponda

    temticamente al zoolgico y Holmberg le habra respondido: la obra que usted considera

    propia de un circo es del escultor Lucio Correa Morales y plasma la frase de Bufn, la ms

    noble conquista que ha hecho el hombre es el caballo. Carta de Holmberg a Bullrich,citada en Vitali, 1986: 42. Sin embargo, Bullrich apoy viajes de exploracin de Holmberg. Ver

    Troncoso, 2004: 51-58.

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    subrayan un supuesto altercado entre Holmberg y Julio Roca en tantovisitante del Zoolgico.13Un tercer argumento que suele citarse tieneque ver con un accidente provocado por un desmn generado por loselefantes. Lo cierto es que, ms all de estas ancdotas, Holmberg fueexonerado por incompetencia. As, su experiencia frente al Zoolgico,que haba sido pensado como una maqueta dinmica para poner enmarcha sus proyectos, se cerr de una forma muy poco feliz.

    Consideraciones finales

    Entre la dcada de 1870 y los aos en los que Holmberg dirigi el JardnZoolgico de Buenos Aires, sus miradas y acciones en la escena cient-fica estuvieron atravesadas por una serie de contraposiciones que orde-naron su ideario, a saber: cientficos extranjeros/cientficos argentinos,ciencia para los pares/ciencia para la sociedad, ciencia autnoma/cienciadependiente de las intervenciones estatales, entre otros puntos.

    Las preocupaciones expresadas en la dcada de 1870 fueron acompa-adas por una lectura de carcter optimista. Holmberg postul una po-sible regeneracin del ambiente cientfico argentino propulsada por sa-bios alejados de la vanidad intelectual y dispuestos a divulgar la ciencia yconducir a la Argentina por el camino del progreso. Su perfil de expertoal servicio de la administracin estatal contaba con algn antecedente enla dcada de 1870, pero se reafirm cuando se convirti en un referenteen el mbito de los naturalistas. Mientras que hasta fines del siglo XIXla mayora de los colaboradores cientficos de los informes de censos ylas expediciones fueron miembros de una camada de hombres de cienciaextranjeros que haban llegado desde los tiempos de la Confederacin,Holmberg pas a ser reclamado para cumplir con servicios para el pasya desde comienzos de la dcada de 1880. Sus participaciones en in-

    formes y censos, documentos tendientes a construir una imagen sobrela nacin, articulan parte de su trayectoria pblica. Sin embargo, en sustextos no se puede rastrear una voz condescendiente frente al Estado.En cambio, se puede ver que su idea sobre la participacin del Estado enla escena cientfica se basaba en un principio: los gobiernos provinciales

    13 En cierta ocasin, Holmberg supo que Julio Roca haba recorrido el parque en su Mylord y,

    segn narra su hijo: llam al carpintero. Llam al pintor. Hizo colocar un slido molinete en la

    entrada y un tablero blanco con letras negras, muy grandes, que indicaban: El Jardn Zoolgico

    es un paseo pblico, pero no ha sido formado para solaz de los funcionarios pblicos. Cuando

    Roca regres al Jardn Zoolgico, a los pocos das, vio el letrero, pero no reaccion mal, segn

    sealan quienes narran el episodio. En el momento de encontrarse con el cartel, Roca ibaacompaado por el intendente Alberto Casares quien, posteriormente, design una comisin

    consultiva para intervenir la gestin del Jardn Zoolgico. Del Pino: 1979: 51.

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    y nacionales deban apoyar la ciencia y dar un espacio a los cientficosen sus campaas y expediciones, pero esto no deba traducirse en unapostura acrtica frente a las decisiones polticas.

    La preocupacin de Holmberg por la divulgacin de la ciencia, defuerte tono sarmientino, incentiv sus participaciones en la redaccin dedocumentos oficiales: el hecho de que contaran con una amplia difusinlos volvi suficientemente atractivos como para desperdiciarlos. S fueInspector de Enseanza Secundaria en colegios porteos y del interioren el cambio de siglo y su obra El joven coleccionista de Historia Natural enla Repblica Argentinafue publicada con subvencin oficial ministerial.

    El perfil de Holmberg fue el de un hombre de ciencia consolidado ya

    hacia fines del siglo XIX. Pese a que su desempeo como entomlogofue fundamental, asumi que un cientfico poda avanzar sobre otrasramas, pese a no ser un especialista en todos los temas por los que dejabacircular su pluma. Breg, de este modo, por la superacin de la hperes-pecializacin, considerando que los cientficos que la superaran podanser altamente ventajosos para el pas.

    El nombramiento como director del Jardn Zoolgico, a fines de ladcada de 1880, apareci como un coronamiento de las actividades queHolmberg haba desarrollado durante las dcadas anteriores. La opor-tunidad de capitanear l mismo una institucin ligada a la ciencia lepermitira poner en prctica su pretensin de convertir al Zoolgico enuna institucin cientfica modernizadora y a la vez pblica. Pese a susexpectativas en el apoyo oficial, no encontr las respuestas esperadas.Rpidamente, pero no sin desasosiego, parece haber entendido que el rolque l le atribua al parque zoolgico lejos estaba de ser el que los hom-bres pblicos tenan reservado para el mismo. De este modo, aunque elnombramiento de Holmberg frente al Zoolgico fue el coronamientode su carrera como naturalista, la gestin del establecimiento fue casiuna trgica experiencia de laboratorio. Si su anhelo era que los museos,

    los jardines y, obviamente, en el nivel ms necesario e inmediato lasescuelas, fueran bisagras de la articulacin entre los saberes cientficosy la sociedad, pudo percatarse que algunas realidades objetivas no ava-laban sus anhelos de contar con un soporte oficial para desplegar unainstitucin cientfica. Pese a las adversidades, sin embargo, se ocup deconcentrar todo su empeo en conseguir que el zoolgico de BuenosAires estuviera a la altura de los ms modernos establecimientos de sutipo y tuviera una utilidad cientfica y pblica.

    Aunque los resultados de su gestin no fueron del todo satisfactorios

    para l mismo, los logros objetivos fueron valiosos para la posteridad;pinsese que el diseo general del parque de fieras y su ordenamiento sedeben casi en su totalidad ya sea por su realizacin o su proyeccin a

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    la gestin de Holmberg. As se constata en el actual plano del zool-gico, que es prcticamente una rplica modernizada y aggiornada delplano que l leg. El emprendimiento de la Revista del Jardn Zoolgico,por su parte, dio continuidad a aqul proyecto juvenil que fue El

    Naturalista Argentino. Una sucesin de decepciones articula las miradasde Holmberg legadas en las pginas de la Revista del Jardn Zoolgico;aun as, conviene subrayar que sta fue una empresa destacable entre laspublicaciones cientficas de la poca.

    La figura de Holmberg como hombre de ciencia permite pensar enalgunas particularidades de la escena cientfica argentina de las ltimasdcadas del sigloXIXy los inicios delXX(Bruno, 2011). Pese a la tem-

    prana confianza de Holmberg en las asociaciones y los crculos cient-ficos, desde la dcada de 1880 no estuvo ligado a las instituciones quegeneraron camarillas de referencia o grupos de trabajo conjunto, comoel Museo Pblico de Buenos Aires, el Museo de La Plata o la AcademiaNacional de Ciencias de Crdoba. Sus relaciones con los naturalistas dela poca, por su parte, fueron un tanto laxas.

    Holmberg presenta tambin algunas peculiaridades en lo referido asus obras cientficas. Sus producciones se diferencian de las de hom-bres de ciencia que, abocados exclusivamente a la escritura cientfica,legaron obras monumentales. As, pese a su concentracin en una ramaespecfica (la Entomologa) no produjo nada parecido a las obras desus referentes, como el Flix de AzaradeApuntamientos para la historianatural de los pxaros del Paragay y Ro de la Plata. Esta diferencia tam-bin es evidente al comparar sus obras con las de figuras descollantesde la generacin anterior, como Descripcin geogrfica y estadstica de laConfederacin Argentinade Martin de Moussy, o Los caballos fsiles de laPampa Argentina de Germn Burmeister.

    En lo que concierne a sus producciones cientficas, y pese a ser unerudito difusor del evolucionismo, Holmberg se mantuvo alejado del

    ensayo positivista-cientificista. De hecho, aunque en algunas de susimpresiones sobre la sociedad plural argentina aparecen referencias alas multitudes, las mezclas raciales y cuestiones afines, stas no estnencorsetadas de manera rgida por matrices comteanas, darwinianasrecurdese que fue un difusor del darwinismo en el pas, spencerianaso lebonianas. De este modo, no se puede comparar su performance conla de cientficos afectos a transitar por carriles apartados de la mono-grafa especializada o a la conferencia divulgativa y decididos a brin-dar lecturas sobre aspectos de la Argentina, como el Jos Ingenieros de

    La formacin de la raza argentina, el Lucas Ayarragaray de La anar-qua argentina y el caudillismo, por no mencionar al clebre Jos MaraRamos Meja de Las multitudes argentinas. Se diferenci tambin de los

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    mdicos-escritores como Manuel Podest y Antonio Argerich, ya queno utiliz sus saberes mdicos para escribir ficciones sobre la nacincomo organismo y sus descalabros como enfermedades, ni utiliz suspginas para pensar en el control social, el ordenamiento del cuerponacional o tpicos afines.

    En suma, el itinerario holmberguiano como hombre de ciencia estu-vo acompasado por su participacin en instancias oficiales y avaladas porel Estado, aunque no mantuvo ante l una actitud complaciente y sumi-sa, lejos estuvo de pensar que la ciencia era solo una legitimadora de lasmedidas tomadas por la poltica o una herramienta de disciplinamientosocial. Las ideas y las acciones revisadas en este artculo permiten ver

    cmo intent alcanzar su propio ideal de cientfico til para la nacin:aquel que se encargaba de la investigacin, pero tambin de la difusin,alejndose as del modelo de los sabios extranjeros, pero tambin delas figuras de cientficos que, con la intencin de salir de su rol amateurse volcaron en el cambio de siglo a la especializacin. Desde su pers-pectiva, era necesaria la regeneracin del ambiente cientfico argentinoy los responsables de la misma eran los hombres de ciencia alejados dela vanidad intelectual y dispuestos a divulgar la ciencia y conducir a laArgentina por el camino del progreso.

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