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    ' ' . : ' ' ' ' - - ' ' ' : ' ' La espadade Castillai Bajo el resplandor de su leyenda, se oculta un hidalgo castellanotpico de su poca, con un talentomilitar fuera de lo comnJos-Luis MartnCatedrtico de Historia MedievalU N ED , MadridR ODRIGO DAZ, EL HIDALGO CASTELLANOnacido en Vivar hacia 1043 y muerto enValenc ia en 1099, prct icamente ha de-saparecido, ecl ipsado por la luz que lostextos l i terar ios arrojan sobre su cr iatura. En el CidCampeador se han simbolizado las grandezas y lasmiserias de Espaa, la s heroic idades y los desas-tres de Castilla. El noble castellano, que vive deacuerdo con su t iempo, ha sido t ransformado porsu s admiradores en el hroe nacional caste l lano-es-paol. En contraposicin, para sus detractores es elant ihroe por antonomasia, responsable de las des-gracias espaolas, que slo tendrn solucin cuan-do -en f rase de Joaqun Costa-, se eche doble lla-ve a su sepulcro para que no vuelva a cabalgar, aganar despus de muerto la batal la del conserva-durismo ms arcaizante. El personaje l i terar io ^ha eclipsado totalmente al noble castellano yha hecho olv idar la real idad en la que se mo-vi y su actuacin personal, sin cuyo cono-cimiento no es posible entender al persona-je l i terar io.

    \La Pennsula de las taifas

    Divididos y en guerra permanente entres, los reyes musulmane s -taifas- se mue-ven en un crculo vicioso: incapaces deunirse f rente a los cr ist ianos, para evitarsus ataques necesitan pagar la protec-cin de stos y renen el dinero median-te una mayor presin f iscal que,con fre-cuencia, da origen a motines y revuel-tas, que sern dominad as con la ayud ade t ropas cr is t ianas; e s decir, con el pa-go de nuevas parias -tributos- quepro-vocan a su vez nuevos levantamien-tos... Tales dineros sirven a reyes ycondes cr ist ianos para organizar su sdominios, pagar los servicios de los no-b les y preparar campaas de conquis-30 M

    ta, como la real izad a en 1085 por Al fonso VIde Len y Castilla contra Toledo.La impor tancia econmica de las p a r ia s ysu inters poltico -el que paga parias esvasal lo de quien las cobra y su reino seconv ier te en zona de futura conquistadel protector- explican los enfrenta-mientos e ntre cr istianos. En la zona oc-cidental de la Pennsula, chocan Leny Castilla hasta la uni f icac in de losreinos por Alfonso VI, en ela o 1072; en el Val lede l Ebro y en la cos-ta mediterrnea litigan cas-tel lanos, navarros, aragoneses ycatalanes.La ocupacin de Toledo y los xitosmi l i tares de Al fonso VI l levaron a lmonarca a incrementar la presineconmica y poltica sobre los rei-nos islmicos y stos solicitaron la

    intervencin de los musulmanesdel Norte de fr ica unificados porYusuf , emir de los almorv ides,

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    que derrot a Al fonso en Zalaca o Sagrajas en1086. Los almorvides te rminaron con los reyestaifas, acusndolos de incumplir los preceptos co-rnicos y de cobrar impuestos ilegales. En 1090,Ab d A l i a n de Granada era depuesto y desterrado alNorte de fr ica; un ao ms tarde, Yusuf ocupabaSev i l la , y en 1094 se apoderaba de Badajoz, a pe-sa r de los intentos de Al fonso VI por salvar ambastaifas. Slo resistieron por algn t iempo a los al-morvides Valenc ia -que sera ocupada en el 1102,tres aos despus de la muerte del Cid- y Zarago-za , incorporada al Imperio norteafricano ocho aosms tarde.El paladn de Sancho IINacido probablemente en el ao 1043, en elpueblecito burgals de Vivar, Rodrigo fue nieto deLan Nez e hijo de Diego Lanez. Como otros m u-chos jvenes de la nobleza, a los catorce aos pasa la Corte, al servic io de Sancho, primognito deFernando I y heredero de Casti l la. Al l adquirira lo sconocimientos propios de los hidalgos de la poca:entrenamiento mil i tar y, quizs, lectura y nocionesde escritura. Rodrigo saba escribir, entenda de le-

    E n la portadilla,estatua ecuestre delCid, en el Paseo delEspolnde Burgos(por Cristbal deJuan). Izquierda,representacin delCi d en el Libro deRetratos delAlczar de Segovia,realizado por Ordende Felipe U, 1594(M . Prado, Madrid).Arriba, Jura deAlfonso V I en SantaGadea(porHirndez Acosta,Palacio del Senado,Madrid).

    ye s y -segn los cron is tas musulmanes- mientrascoma se haca leer narraciones guerreras, hazaasde hroes cristianos y musulmanes, siguiendo qui-z la vieja costumbre de los godos de oir los cantospicos de sus antepasados.Co n apenas veinte aos, Rodrigo lucha en la ba-tal la que enfrenta a los reyes cristianos de Casti l lay de Aragn por el control de las parias de Zarago-za . Ramiro I de Aragn ataca, en 1063, a al-Muq-tadir de Zaragoza y se apodera de Graus, donde za -ragozanos y castellanos derrotan y dan muerte almonarca aragons, que, por cierto, era hermano delre y castel lano... Rodrigo parece haber intervenido alas rdenes directas de Sancho, que pagana susservic ios nombrndole alfrez real cuando, dosaos despus, accedi al trono de Casti l la a lamuerte de su padre Fernando I.Como al frez al servic io de Sancho II de Casti l lay como personaje importante de la corte castellana,interviene en los confl ictos fronterizos y en un nue-vo confl icto por el contro l de las parias zaragozanasque desemboca en la Guerra de los Tres Sanchos:Sancho II de Casti l la, Sancho IV de Navarra y San-ch o Ramrez de Aragn. Quiz correspondan a este

    ".' : " .31

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    El personaje histricoHacia 1043 Nace en Vivar.1063 Interviene en la tomade Graus.1065 Muere Fernando I.Sancho II de Castilla lenombra alfrez.1066 Suscribe un docu-mento cortesano.1067 Participa en el sitiode Zaragoza,1071 Alfonso y Sancho de-ciden repartirse la Gal ic iade Garca.1072 (Enero) bata l la deGolpejera entre Sancho II yAlfonso VI; ste se refugiaen Toledo. (Octubre) sitio deZamora: Bellido Dolfos mataa Sancho II . Jura de SantaGadea.1074 (19 julio) casa con Ji-mena Daz, hija del condede Oviedo y sobrina de l rey.1075 En Oviedo asiste a laapertura del arca de las reli-quias y es juez en un pleito.Nace su primer hijo, Diego,y obtiene del rey inmunidadpara su s heredades.

    1076 Participa en las cam-paas contra Navarra.1079 Embajador a Sevillapara cobrar parias. Choquecon Garca Ordez.1081 Desterrado, marcha aBarcelona, donde no le sonaceptados su s servicios EnZaragoza sirve a al-Muqtadiry a al-Mutamn.1082 Sitio de Almenara: elconde de Barcelona, prisio-nero. Alfonso V I, traicionadoen Rued a; fal l ida reconcil ia-cin con el Rey.1084 (14-18 agosto) bata-lla de Tortosa y sitio de Mo-rella.1085 Muere al-Mutamn.al-Mustain, rey de Zaragoza.Alfonso VI conquista Toledo(mayo). Silencio sobre la ac-tividad del Cid, que sigue enZaragoza.1086 Desembarco almoravi-de (junio). (23 octubre) de-rrota cristiana en Sagrajas,Zalaca.1087 (Pr imavera) se re

    concil ia en Toledo con el reyAlfonso. (21 julio) con laCorte, en Burgos.1088 Socorre a al-Qadir deValencia frente al rey de L-rida.1089 Levanta el cerco a Va-lencia de l conde de Barcelo-na . (Octubre) Alfonso VI lepide auxilio desde Aledo.Nuevo enfr iamiento; vuelvea actuar, ya por su propiacuenta, en Levante. Segnel Poema, boda de las hi jascon los infantes de Carr in yafrenta de Corpes.1090 (Mayo) victoria sobreBerenguer en Tvar. Graveenfermedad en Daroca.1091 Participa en la fraca-sada campaa de Granada.Ataca y arrasa La Rioja.1092 (1 noviembre) muereal-Qadir.1093 (Jul io) Valencia, tribu-tar ia del Cid. (Noviembre)nuevo cerco a la Valencia al-moravide.1094 (15 junio) toma pose-

    sin de Valencia. (25 octu-bre) batalla de Cuarte.1095 (Mayo-junio) procesocontra Ibn Yahhaf.1096 Cristianizacin de lamezquita mayor de Valencia.1097 (Enero) con Pedro Ide Aragn, victoria de Bai-rn sobre los almorvides.(Septiembre-octubre) derro-ta de Alcira. (15 agosto) de-sastre de Consuegra: mueresu nico hijo, Diego.1098 Efmera ocupacin deMurcia. Boda de las hijascon los infantes de Navarray Aragn. Toma de Murvie-dro (Sagunto).1099 (10 de junio) muereen Valencia Rodrigo Daz deVivar, el Cid Campeador.1102 (Abri l -mayo) los almo-rvides recuperan Valencia.J imena la abandona, llevn-dose el cadver del Cid.1104 Muere Jimena. Sucuerpo, depositado junto alde su esposo en el monaste-rio de Crdena.

    Fernando I, rey deLen y Castilla,1037-1065(miniatura de losTumbos deCompostela, sigloXH , catedral deSantiago deCompostela).

    perodo de su vida los combates con un musulmnde Medinaceli y con el caballero navarro JimenoGarcs, a los que se ref ieren la Historia Roderici yel Carmen Campidoctoris, poema al que debe Ro-drigo el comienzo de su fama y el sobrenombre deCampi Doctoro campeador.Afianzados la f rontera or ienta l y el control de lreino de Zaragoza, Sancho in ic ia la revisin de l tes-tamento de Fernando I, que haba lesionado susderechos de pr imogni to al f r agmenta r su reino. Asu segundo hijo, Al fons o , le haba hecho rey deLen y a otro hi jo, Garca, de Gal ic ia. En 1068 tie-ne lugac la batalla de, Llautada, qws, c de.a V K \acuercfo entre Afonso y Sanco para desposeer aGarca de su reino, lo que ocurri en 1071. Un aoms tarde resurgan las diferencias entre leonesesy castellanos y Alfonso, derrotado en Golpejera-con la colaborac in de l Cid- hubo de refugiarse enel reino musulmn de Toledo, dependiente de Le-n, segn el testamento de Fernando I.Combatiendo a Zamora, donde una de sus her-manas, la infanta Urra ca, se hizo fuerte, muriSancho, en 1072, a manos de Bell ido Dolfos, yaunque slo fuentes l i terarias posteriores hablandel juramento exigido por el Cid a Alfonso en San-ta Gadea de que no haba tenido parte en la muer-te de su hermano , parece lgico que los castel lanosexigieran alguna garanta antes de aceptar al nuevomonarca de Len y Casti l la , Al fonso V I. Intervinie-

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    a ., DoaUrraca, hija deFernando I y reinade Zamora(miniatura de losTumbos deCompostela, sigloXII, Catedral deSantiago deCompostela).Derecha, Sancho u,rey de Castilla(Libro de Retratosdel Alczar deSegovia, M . Prado,Madrid).

    Slo fuentes posteriores hablan deljuramento exigido aAlfonso de que nohaba tenido parteenla muertede suhermano, pero es lgico que se exigieraalguna garanta antes decoronarle rey

    ra o no en la exi-gencia del jura-mento, Rodrigo si-gui en la corte yfirm como testigoen algunas dona-ciones del monar-ca , pero su situa-cin ya no era lamisma que en po-ca de Sancho, puesla confianza y el fa-vor de Alfonso VI sededicaban a quie-ne s se haban cria-do con l y le ha-ban acompaadoen la corte de Leny en el destierro.Alfonso, sin embar-go, confiaba en suvasallo, al que en-comend en 1073la solucin de un pleito entre el monasterio de Cr-dena y los habitantes del valle de Orbaneja; un aoms tarde, Alfonso autoriz el matrimonio de Ro-drigo con Jimena, hija del conde de Oviedo -segnla Historia Roder/ci-y en 1075 le nombraba juezen un pleito entre el conde Vela Ovquiz y la igle-sia de Oviedo, en cuya catedral asisti, el 13 demarzo, a la apertura del arca que contena, segnlo s contemporneos, trozos de la Cruz en la quemuri Cristo, fragmentos del pan de la ltima Ce-na , frascos con sangre de Jess y con gotas de le-che de la Virgen Mara, reliquias de san Juan Bau-tista, de los Apstoles y de ms de sesenta santos...Sin duda, Rodrigo particip en las campaas de1076 contra Navarra, en las que Alfonso VI recu-per La Rioja y parte de las tierras de lava, Gui-pzcoa y Vizcaya. Se sabe, tambin, que form par-te de la nobleza que asisti, en 1080, en Burgos alconcilio por el que la iglesia castellana aceptaba,como prueba de la sumisin a Ro m a , la liturgia ro-mana en lugar de la mozrabe, hasta entonces vi-gente en Castilla y Len. Una prueba ms de laconfianza de Alfonso VI en Rodrigo es su envo aSevilla a recaudar las parias debidas por al-Muta-mid, probablemente en 1079. Quien recibe las pa-rias ha de proteger el reino y Rodrigo no dud enhacer frente a las tropas de Abd Alian de Granada,cuando stas, con el apoyo de los castellanos co-misionados para recibir los tributos del taifa grana-

    dio atacaron tierras sevillanas. En la batalla, fue-ron hechos prisioneros y privados de sus armas ycaballos el conde Garca Ordez y sus hombres,- elconde deba estar bien situado en la corte de Al-fonso VI y all exigi que se castigara a Rodrigo, ob-jetivo que logr poco despus.- Alfonso VI desterra Rodrigo en 1081, cuando ste atac a los mu-sulmanes de Toledo, protegidos de Alfonso VI.La amargura del destierroRodrigo se v io obligado a ganarse la vida y la dequienes dependan de l mediante el alquiler desus armas a cualquiera qu e estuviera dispuesto apagar sus servicios, ya fuera cristiano o musulmn,pues entre unos y otrosapenas haba dife-rencias, segn com-probacin personal.

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    Ha combatido en la guerra fratricida entre Fernan-do I de Casti l la y su hermano Ramiro de Aragn; enla Guerra de los Tres Sanchos; en las luchas entreSancho II y su hermanos Garca, Alfonso y Urraca;en las guerras entre granadinos y sevil lanos, y aho-ra ha sido desterrado de Casti l la por combatir a losmusulmanes de Toledo.. .Rodrigo es un hombre de su poca y slo se di-ferencia de sus contemporneos por su habil idadcomo jefe militar. Por ello, en el destierro, ofrecesu s servicios al conde de Barcelona y, al no ser

    Alfonso VI de Leny Castilla,conquistador deToledo, durantecuyo reinado sedesarrolla eldestierro del Cid ysu epopeya(miniatura de losTumbos deCompostela, sigloX H , catedral deSantiago deCompostela).

    aceptados, al rey musulmn de Zaragoza, que leacoge con la esperanza de librarse de la onerosa tu-tela de los reyes de Castilla, de Navarra y Aragn yde los condes de Urgel y de Barcelona. El monarcazaragozano prefera tener en su reino alguien capazde defenderlo, qu e depender de prncipes cristia-no s que cobran caros sus servicios, exigen el reco-nocimiento de su autoridad y retrasan la ayuda mi-l i tar o, incluso, atacan a su protegido para incre-mentar la cuanta de los tributos; un mercenarioer a un mal menor en aquel las circunstancias y asfue aceptada la espada de Rodrigo por al -Muqtadir ,poco antes de morir ste, en octubre de 1081.Tras la divisin de los dominios de al-Muqtadirentre sus hi jos, Rodrigo continu al servicio del

    raro amor de JimenaY:*.: : ... .. .. ..>. :;..!;.

    Para hacer frente al conde deBarcelona se aliaron Zaragoza yCastilla, lo que aproxim a AlfonsoVIy Rodrigo, al que se permiti volverdel destierro cuando, en el ao 1086,la derrota de Sagrajas oblig a unirsus esfuerzos

    nuevo rey de Zaragoza, a l -Mutamn , que se enfren-t a su hermano al -Hachib, rey de Lrida, Tortosa yDenia, y a los protectores cristianos de ste: el con-de de Barcelona y el rey de Aragn y Navarra, qu efueron vencidos en la batalla de Almenara. Fue ungran xito para Rodrigo, pues captur al conde, quecay, jun to con sus caba l leros , y que por su l iber-tad hubo de pagar rescate, del que una parte con-siderable sera para el cabal lero castel lano. Rodri-go Daz bati nuevamente a las tropas aragonesasen el ao 1084, por lo que se hizo im pres cindibleen Zaragoza: al morir al -Mutamn, su hi jo y sucesora l -M usta i n le mantuvo a su servicio hasta que se re-conci l i con su rey, Alfonso VI, en 1087.M odesto L a f u e n t e reproduce en su His to r ia Gen era l d e E s p a a una conoci-d a e infun dad a leyen da, segn la cual el anciano padre del Cid languidecade humillacin y pena a causa de la afrenta que le haba inferido el condede G o r m a z . "Rodrigo, sali a d e s a f i a r al conde , le mat, le cort la cabeza, y colgn-dola de la silla de su caballo fu e a presentrsela a su padre, en ocasin que este sehallaba sentado a la mesa sin tocar los manjares que delante tena. Entonc es el h i j ollam la atenc in d el padre hacia aquel sangriento t r o f e o , y le dijo: 'mirad la yerb aque os ha de volver el apetito: la lengua que os insult ya no hace oficio de lengua,ni la m ano que os afrent hace el o f i c i o de mano ' . ( . . . )" L o singular fue que la hija de l conde, enamorada de l Cid, se present en la cor-te de Le n, y puesta en h inojos ante el rey le pidi p or esposo a Ro drigo, po nind o-le en la alternativa o de concederle su mano o de quitarle la vida. Otorgada tan ex -t raa merced, y obtenida la mano de Ro drigo, este la llev a su casa, pero hizo voto

    de no conoce rk hasta hab er ganado cinco b atallas cam pales. D ise entonce s a co-r rer por las tierras comarcanas de los moros, e hizo en efecto cautivos cinco reyesmahometanos" .

    Seor de ValenciaSi el destierro de Rodrigo tuvo su origen en elataque a los subditos del rey a l - Qa d i r de Toledo,este personaje tambin jug un papel indirecto enla reconciliacin de Rodrigo co n Alfonso VI. Elmal gobierno y la presin fiscal de al-Qadir paraatender las exigencias del rey castel lano dieronlugar a sublevaciones que fueron sofocadas esta-bleciendo perma nenteme nte t ropas castel lan asen Toledo.El siguiente paso fue la ocupacin del reino deal-Qadi r , despus de l legar a un acuerdo para ayu-darle a tomar el reino de Valencia, tras la muertedel rey de aquel la taifa. Alfonso VI aspiraba a im-poner como rey al depuesto al-Qadir de Toledo,contra los intereses encontrados de los reyes mu-sulmanes de Lrida y Zaragoza apoyados, respecti-

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    ! C A S T I L L A /' " N A V A R R A ^ A R A G N r ~Lleon* Calahorra _ _ Tre . Urgel ^__ " CONDADOS!.Gerona

    vwLmites de la Reconquista en 1035^j Estados cristianos en1035

    Reconquista, 1035-1092:1.) Castellano-leonesaU N a v a r r o - l e o n e s aLJ Catalana~ r Primera expedicin almoravide~~"" Conquistas almorvides" " Imperio almoravide en 1110

    vamente, por el conde de Barcelona y por Rodrigo.La necesidad de hacer frente al conde barcelonsprovoc una alianza indirecta entre Zaragoza y Cas-tilla y, como consecuencia, una aproximacin entreAlfonso VI y Rodrigo, que fue admitido en Castillacuando, en el ao 1086, la victoria almoravide deZalaca (Sagrajas) obligue a unir esfuerzos. Rodrigo,ya en nombre de Alfonso VI, se t raslad a Valenciapara defender al rey vasa llo de Castilla, en cuya de-

    Evolucin de laPennsula entiempos del Cid (lasminiaturasproceden deTumbos, Beatos yM a q a m a l al-Hariri,siglos xn-xm).

    fensa hubo de enfrentarse a su antiguo seor, al- JMustain de Zaragoza. 1Es probable que ladefensa de Valencia absor- Ibiera tanto aRodrigo que descuid sus deberes ha- icia Alfonso VIo, al menos, as se nterpret el re-|traso deRodrigo enacudir endefensa delRey |cuando ste fue atacado por losalmorvides. Nue- jvamente desterrado, Rodrigo puso su destreza mil i - 1ta r alservicio de al-Qadir de Valencia, cuyo reino |El Cid y el leproso

    C uenta la leyenda que , y endo el Cid en peregrinacin a Santiago deCompostela, al llegar a u n vado , u n leproso le rog que le pasara alotro lado. Rodrigo tuvo compasin: le subi a su m ua y le llev co nl. Por la n o ch e le h iz o c om e r en su pro pia escudilla y luego se acost ju n-to a l, envu eltos am bos en la m isma capa. A med ia n o ch e , se apercibi d equ e el leproso haba desaparecido; e n esto q ue se le apareci un ho m brevestido de b lanco .-" Duerm es , Rod r igo? - l e p r egu n t .- No duerm o; pe ro qu in e res t que tanta c laridad difundes?- Soy San Lzaro , e l leproso quien has hecho tanto bien y en r e c om-pensa d e el lo c ada vez que sientas un soplo com o e l de e sta no che , sea se- al de que llevars a feliz rem ate las cosas que e m pren das. Ib f ama c r ece -r d e da en da, te teme rn m oros y cristianos, sers invencible y mo ri rscon hon r a " .Rub n Daro se hizo eco en sus versos de esta leyenda:

    " Rod r i g o d e V i v a r p a s a , m e d i t a b u n d o ,p o r u n a s e n d a e n d o n d e , bajo e l s o l g l o r io s o ,t e n d i n d o l e l a m a n o , l e d e t i e n e u n l e p r os o .

    ^- ' : " - . . . } , : . ! . . . .. = .,..,..-; . . . .,,,,,:f r en te a f r en te , e l s o b er b io p r n c ip e d e l e s t r a g oy la v ic to r ia , e l o v e n , b e l lo c o m o S a n t i a g o ,y e l h o n o r a n i m a d o , la v i v i e n t e c a r r o aqu e infecta lo s s u b u r b io s d e he do r y p o n z o a .Y a l C i d t ie n d e l a m a n o e l s in i e s t r o m en d ig oy s u es c a r c e la b u s c a y n o e n c u e n t r a R o d r i g o .' O h , C i d , un a l im o s n a " , d ic e e l p r e c i t o . ' H e rm a n o ,te ofrezco l a d e s n u d a l i mo s n a d e m i m a n o ' ,d i c e e l C i d ; y q u i t n d o s e s u f r r er o g u a n t e , e x t i e n d ela d ies t r a a l m is er a b le , q u e l lo r a y q u e c o m p r en d e . "

    ( . . . El Cid obtiene un a r ecompensa)"Yfue a l Ci d y k di jo: 'a lma d e a m o r y f u eg o ,p o r f l m e n a y p o r D i o s un r e g a l o te e n t r e g o ;es ta r o s a n a c ien te y e s t e f r e s c o la u r e l . 'Y e l C i d so b r e s u y e l m o la s f r es c a s hojas s i e n t e ;e n s u g u a n t e d e f ierro ha y u n a f l or n a c i e n t e ,y e n l o n t i mo d e l a lm a c o m o u n d u lz o r d e miel . "( Rub n Dar o , C o s a s d e l C i d )

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    defendi contra cristianos, musulmanes peninsula-res y norteafricanos, cuyos partidarios en el interiordel reino diero n mue rte, en 1092, a al-Qadir. Des-de entonces y hasta su muerte, en 1099, Rodrigoocup mil i tarmente la ciudad y actu en el la co nplenos poderes, despus de haber establecido un aalianza con el conde de Barcelona y con el rey cas-tel lano para hacer frente al pel igro almoravide.La exaltacin de l hroeEl contraste entre los xitos militares del Cid ylos fracasos de Alfonso VI ante los almorvides lla-m la atencin de los contemporneos, especial-mente de los castel lanos, que aos despus, al di-vidirse una vez ms los reinos de Len y Casti l la,hicieron del enfrentamiento entre Rodrigo Daz y elconde Garca Ordez de Njera el smbolo de laoposicin entre la pequea y la gran nobleza y vie-ron en el abandono de las hijas del Cid por los in-fantes de Carrin un a prueba de la r ival idad o dela s diferencias entre castel lanos y leoneses. A me-dida que los textos literarios y cronsticos se alejanen el t iempo, se di fum i na ms la imagen de Rodri -go, que pierde parte de su real idad para entrar enla s leyendas, bien o mal intencionadas.Para poetas y cronistas, Rodrigo es el mejorejemplo de cmo er a posible ascender socialmenteen Casti l la gracias al valor personal: co n apenasveinte aos, Rodrigo es, para el autor de la CrnicaGeneral , el hombre de conf ianza de Fernando I y elsmbolo de la superior idad de Casti l la sobre Len.La Crnica Najerense, al narrar los prolegmenosde la batalla de Golpejera, relata qu e Sancho deCastil la rene a sus nobles y los prepara para elcombate, asegurando que si los leoneses son msnumerosos, lo s castel lanos so n mejores y ms fuer-tes; su lanza es comparable a la de mil leoneses yla de Rodrigo, a cien. Ejemplo de mesura, el Cam-peador afirma que, con la ayuda de Dios, combati-r con un solo cabal lero y har lo que Dios dispon-ga . Palabras que no impedirn que en el combatese enfrente l solo a catorce leoneses -que habancapturado a Sancho de Castilla-, l ibere al monarcay, con su ayuda, destruya a los leoneses, de los queslo uno logr escapar gravemente herido.La lealtad, virtud castel lana y noble po r excelen-cia, es otra de las caractersticas de l hroe y por ser

    La estirpe del CidE l Cid t u v o un hijo llamado Diego Rodrguez, que fuem uerto po r los mo ros en Consuegra. De las dos hi-ja s de Rodrigo y d e Jimena, la m ayor, llam ada Cris-tina, cas co n R a m i r o , infante de N a v a r r a y seor de Mon -z n , de cuyo m atrim onio naci G arca Ram rez, el restau-rador de l reino de Navarra. La otra , nom brada M ara , tu-v o por esposo a Ramn Berenguer III, cond e de Barcelo-na, los cules hu bieron una h i j a que cas co n Bernard, l-t im o conde de Besal".

    (Modesto Laiente,Historia General de Espaa, 1877)

    Solar del Cid enBurgos. Monumentoerigido en 3784sobre el lugarquesupuestamenteocup la casa delCid (dibujo de LaIlustracinEspaola yAmericana, 1872,iluminado por E.Ortega).

    leal arrostr lo s mayores pel igros. La lealtad haciaSancho lleva a Rodrigo a hacerse portavoz del ma-lestar de Jos case))anos por }a muerte e su mo-narca: no tomaran como seor a Alfonso mientrasno jurase qu e nada haba tenido que ver en lamuerte de su hermano, pero nadie se atreve a exi-girle el j u ram ento salvo el Cid, que se niega a be-sarle la mano hasta qu e jure.La religin poco tiene que ver en las relacionescon los musulmanes, dictadas ms por razoneseconmicas qu e confesionales, pero Rodrigo serpresentado como el campen de la cr ist iandad pe -ninsular contra lo s almorv ides norteafr icanos y enlo s ltimos aos de su v ida se sucederan la s acti-tudes rel igiosas, la s visiones y sueos... que, con eltiempo, daran a Rodrigo fama de santo. Su religio-sidad llev a Rodrigo a convertir al cr ist ianismo aun al faqu -experto en rel igin y derecho islmico-que adopta el nombre de Gil y el apellido Daz co-mo hermano de religin de Rodrigo. Su muerte lees anunc i ada en sueos por san Pedro, qu e dulcif i -ca el anuncio comunicndole que sus tropas ven-ceran a los almorvides despus de su muerte, co nayuda del apstol Santiago.Enterrado en Crdena, segn estas leyendas sucuerpo se conserv como si estuviese vivo hasta elpunto de que, al cabo de siete aos, vindolo un ju-do decidi mesar la barba qu e nadie en v ida se ha-ba atrevido a tocar y observ horrorizado cmo lamano de l cadver se diriga a la espada y comen-zaba a extraer la de su vaina. El judo se convirt i,ocupndose en adelante, junto con Gil Daz, dehonrar los cadveres de Rodrigo y de su mujer Ji-mena, venerados en el monasterio de Crdena. Pa -ra lo s autores de la Crnica General y de Las Mo-cedades del Cid, Rodrigo ha pasado de ser auxi -l iar o protector de los musulmanes a convert i rse

    en campen del cr ist ianismo y en santo mi lagre-ro que, en vida, convierte a un alfaqu y despusde muerto, a un judo., . : . 36

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    DOSSIER

    E l seor d elos moros-..J:""- 1

    Rodrigo Daz deVivar (litografa dela Historia Generalde Valencia, de G.Escolano, Valencia,1878, coleccinparticvilar,Valencia).

    Entre la admiracin y elodio: la estela del Cid enla literatura musulmanava desde considerarle"milagro del Seor" a"infiel perro gallego"Paulina Lpez PitaProfesora t i tular de Historia MedievalUNED, Madrid

    R :;O D R I G O DAZ D E VIVAR H U B O D E B U S -carse el pan en otras t ierras, al servicio deotros seores, cuando Alfonso VI le deste-rr de Casti l la. Aun que su deseo fue seguir

    s i rv iendo a reyes cristianos, no encontr en Barce-lona la acogida que esperaba, ya que ni Ramn IIni Berenguer II aceptaron sus servicios, por lo quedecidi marchar a la corte tai fa de Zaragoza, dondereinaban los Banu Hud.El Cid sali de Casti l la en la primav era de 1081con sus mesnadas y numerosos vasallos, quienescumpliendo con su deber de vasallaje se expatr ia-ron con l para ayudarle a vivi r fuera de Casti l la. Ensu camino, tom Alcocer, donde se detuvo quincedas, que emple en pi l lar las t ierras de Ateca, Te-rrer, Caatayud, Daroca y Mo l i n a de Aragn, entreotras. Obtuvo un importante botn, que, en parte,envi al rey Alfonso V I sin , a pesar de ello, obtenersu perdn.Despus se dirigi a Zaragoza, donde el rey al-Muqtadir lo recibi con agrado y acept sus servi-cios militares a cambio de entregarle parias, proce-dimiento muy usual entre cr ist ianos y musulmanes.El propio Cid haba part icipado, en 1063, con last ropas castellanas en ayuda de al-Muqtadir; hubo,incluso, reyes crist ianos que, cuando fueron des-tronados, buscaron refugio y ayuda junto a algnre y musulmn, como Alfonso, rey de Len.Al-Muqtadir gobernaba, desde 1046, uno de losreinos musulmanes ms extensos y prsperos de laPennsula, y siempre haba contado para sus em-presas con soldados crist ianos o haba sido tributa-rio de algn prncipe cristiano. Por ello considerabasumamente beneficioso el servicio del Cid, que leevitara depender de otro rey crist iano; adems, es-te guerrero era excepcional, segn haba observadocuando combata junto al rey Sancho el Fuerte.Pocos meses despus de la l legada de Rodrigo aZaragoza, y despus de t reinta y seis aos de rei-nado mora, en octubre del ao 1081, al-Muqtadir.Su hi jo y heredero, a l -Mutamin, mantuvo al Cid asu serv ic io , pon indole al frente de su gobierno y

    - ? ; convirtindole en su principal consejero, ya que leconsideraba -segn ref iere la Historia Roderci-|protector de su reino. La alta consideracin que al-5 Mutamin tena del Cid se comprueba en lo escri to: 1 i ^ ' ' - ' HBj Mi '

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    por el-Tortos, contemporneo del Cam-peador, quien afirmaba que la fuerza de lEstado radicaba en las tropas que reci-ban soldada mensual; su opinin pare-ce tener m s fundamento que la de IbnJaldn, que escribi en el siglo XIV.Un a de las primeras actuaciones mili-tares del Cid al servicio del rey de Zara-goza, tuvo lugar en el contexto del en-frentamiento de ste con su hermano al -Mundir, a quien su padre haba dejadoLrida, Tortosa y Denia. Contaba al-Mun-dir con las alia nza s de Berenguer, condede Barcelona y del rey de Navarra y Ara-gn, Sancho Ramrez.El Cid inici la campaa con la tomade l castillo de Monzn, que no ofreciresistencia; luego ocup Tamarite, encuyas proximidades hubo de enfrentar-se, por sorpresa, cuando iba con muy

    pocos hombres, con un nmero elevadode enemigos. No obstante, les puso enfuga, capturando a siete de ellos con suscaballos; ante sus peticiones de clemen-cia, les dej marchar.Continuando su ofensiva, al-Mutamin y el Cid seadentraron en tierras ilerdenses y fortificaron el an-t iguo casti l lo de Almenara. ste fue sitiado, pocodespus, por el rey de Lrida, con la ayuda de loscondes de Barcelona, de Cerdaa y de Urgel. Avi-sado el Cid, que se hallaba en Escarp, pueblo ycastillo qu e acababa de ganar, acudi rpidamentea socorrerlo, al igual que desde Zaragoza lo hizo al-Mutamin.Aunque la idea de ste era atacar a los sitiado-res, sigui el consejo del Cid, que consideraba msconveniente llegar a un acuerdo mediante el pagode un censo por el castillo; pero los sitiadores, se-guros de que podran recobrar Almenara por la fuer-za, despreciaron la propuesta. El Cid entr en ba-talla -segn el Carmen Campdoctoris- armado de

    Alfonso VI enminiatura del Librode Retratos delAlczar de Segovia,realizado por ordende Felipe II, 1594(M . Prado, Madrid).

    El segundo destierro

    C u and o en 1090 Y u s s u f con sus Alm orvides y con los rabes andaluces f ue aatacar e l castillo d e Aledo, A l f o n s o avis a Rod r igo para qu e acudi e ra al soco -r ro de los sitiados. Po r un a fatal combinacin de circunstancias, y acaso m spo r culpa d e Alfonso q u e d e Rod r i g o , n o pudo st e i n co rpo ra rse opo r tunamen t e alejrcito cristiano. V aliro nse d e esta ocasin su s enemigos para acusar al Cid de trai-dor a su r ey , impu tando su retraso a intencin d e comp r ome t e r e l ejrcito de Castillay d e p ropo rc ionar u n triunfo a lo s sarracenos. Po r inverosmil e injustificable q u e f u e -se la acusacin , e l monarca , s iem pre p r eve n ido co n t ra Rodr igo D az , o d io o aparen -t dar c r d i to a l os denunciado res, r evoc e l de r ech o d e seo r o q ue l e hab a dadosobre las fortalezas qu e conquistara, le priv hasta de las posesiones de su propiedad,e hizo pone r en prisin a su esposa y sus hijos. Noticioso de tan du r as medidas, des-p a c h el Cid uno de sus caballeros para que l e justificara ante el rey A l f o n s o ofre-c iendo p rob ar su inocencia en due lo jud icial . De soy e l m o n a r c a la proposicin . D e-volvile, n o obstante, la esposa y los hi jos prisioneros, mas no satisfecho con esto e lCid, le envi cu atro justificacione s, cada una e n trminos diferentes: nada bast aablandar e l n imo d e l i n justam en t e eno jado m onarca" .(M ode sto laiiente. H i s t o r i a G e n e r a l d e E s p a a , 1877)

    tal guisa que pudiera compararse a ladescripcin homrica de Paris y Hctoren la Guerra de Troya: "viste su inmejo-rable loriga; cie la espada, damasqui-nada en oro por mano maestra; toma lalanza de fresno co n fuerte hierro; ajustasobre su cabeza el yelmo fulgente, cha-peado de plata y ornado en derredor conuna roja diadema de electro; toma en elbrazo izquierdo el escudo; todo estabalabrado co n oro, y tena en medio pinta-do un dragn en fiera actitud; monta so-bre un caballo que un sarraceno habatrado de l fr ica: no lo dara por mil suel-dos, pues corre ms que el viento y sal-ta mejor que un venado..." El Cid vencia al-Mundir y a sus aliados y apres alconde de Barcelona y a algunos de sushombres, a los que encerr en el castillode Tamarite; quedaran libres tras com-prometerse a pagar los correspondientesrescates.Tras esta gran victoria, el Cid fue recibi-do solemnemente en Zaragoza por lamulti tud all congregada, como sola ha -cerse con los vencedores, de tal forma que parecael seor de aquel reino. As lo refiere la Historia R o-derici: Quasi dominator totius regni. al -Mutamin,en agradecimiento a los servicios prestados, le en-treg importantes donativos y numerosos regalos deoro y plata, ya que nadie hasta el momento le ha-ba servido de tal manera. El Cid y sus hombresejercan -como afirma Menndez Pidal- un verda-

    dero protectorado, al que desde t iempo atrs ha-ban aspirado tanto los reyes de Navarra y de Cas-tilla como los condes de Barcelona.A pesar de la ayuda prestada al reino taifa, el Ciddeseaba atender los intereses del monarca castella-no. En 1082 tuvo lugar un suceso que estuvo a pun-to de reconciliar al Cid con el rey Alfonso VI. El mo-tivo fue la rebelin contra al-Mutamin de la villa deRueda, a 35 kilmetros de Zaragoza, promovida porsu alcalde, Abulfalac, y el ex-rey de Lrida, al-Mu-zaffar, prisionero en el casti l lo de este lugar. Los su-blevados solicitaron ayuda al rey castellano, quienacudi a socorrerles, pues desde haca tiempo de-seaba iniciar su expansin militar por esa zona.Mientras esto suceda, se produjo la inesperadamuerte de al-Muzaffar, por lo que el alcaide deRueda, ya sin motivo para mantener la rebelin,quiso volver al servicio de al-Mutamin. Para con-graciarse con l, tendi una trampa a Alfonso VI, aquien hizo entrar en el castillo con el pretexto deentregrselo, atacndole por sorpresa el 6 de enerode 1083. Cuando el Cid, que se encontraba en Tu-dela, supo lo que le haba sucedido a Alfonso, co-rri con sus gentes a socorrerle, aunque el rey deZaragoza pudiera irritarse por ello.Esto hizo -segn refiere Menndez Pidal- qu eAlfonso VI le propusiera regresar con l a Castilla,lo que el Cid, acept de buen grado, a pesar de laposicin de que disfrutaba en la corte de Zaragoza.No obstante, como poco t iempo despus el Cid ad-38

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    LAS AND ANZ AS DEL ClDLas andanzas del Cid f u e r o n m u c h a s , segn la leyenda. Cobr pariasen Sevilla y Toledo; peregrin a Santiago de Compostela y, enB a r c e l o n a , o f r e c i su espada a| Conde. E n este mapa se o f r e c e n lo s

    i t inera r ios h i s t r i c ame r i t e ms probables d e l destierro, la tierra de l Cid.

    i nace, all vive hastai destierro e n e l 1081 y

    est enterrado

    Monzn Zaragoza, el asilo duranteel primer destierro. Sirviseis aos a sus reyescomo jefe mercenario

    ToriosMorella /--

    Toledo, la gran conquistade Alfonso VI, 1085. All Segarbe

    Almenara/1082haba cobrado el CidBrajas (Zalaca)trrible derrota

    llana ante losdoravides, 1086.I Cid retorn delatierro

    parias y de all procedaAl-Qadir, taifa de Valencia

    Valencia culmina laepopeya del Cid. Onceaos de victorias,coronadas con la toma dela ciudad, 1094. All muereen el ao 1099

    Aledo: derrota deAlfonso VI. El Cid nollega en su socorro yse ve nuevamentedesterrado

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    MM I I ' . virt iera un cambio en la acti tud del monarca, deci-di no regresar a su tierra y volver a Zaragoza. Otrasfuentes refieren que, despus que Alfonso V I logrescapar de la emboscada que le haban tendido, norecibi con agrado al Cid cuando ste acudi antel para disculparse y hacerle saber que no habapart icipado en aquel la t ra ic in.Al servicio del rey de Zaragoza, el Cid emprendinuevas campaas por t ierras aragonesas. Por en-tonces, el rey de Aragn, Sancho Ramrez, habaampliado sus posesiones por la Marca Superior, pe-ro el Cid no intervino nunca directamente contra l ,salvo cuando apoyaba a al -Mundir , rey de Lrida.Eso ocurri, po r ejemplo, en 1084, cuando el Cidatac Morella, y como se negara a abandonar esastierras de al-Mundir, ste se al i co n Sancho Ram-rez. El 14 de agosto se libr una gran batalla, en laqu e Rodrigo hizo ms de dos mil prisioneros. Aligual que en otras ocasiones, los liber y slo retu-vo a diecisis notables, entre los que figuraban elobispo de Roda; Iigo Snchez, seor de Moncls;Blasco Garcs; los seores de Bui l y de Alquzar,etctera... con los que se dir igi a Zaragoza.El propio al -M utam n, acompaado de sus hi jos,los hombres m s notables y numerosos vecinos dela ciudad, sali hasta la villa de Fuentes al en-cuentro del Cid para rendirle una calurosa acogida.Co n este solemne recibimiento pona de relieve laimportancia qu e tenan la s huestes castellanas pa -ra la seguridad de su reino y just i f icaba, de paso, elelevado coste de su mantenimiento.Esta victoria es recordada po r Ibn Bassam comouna de las ms importantes del Campeador, en laqu e combati en inferioridad manif iesta. Ta l reco-nocimiento tiene gran valor, pues en otro lugar desu obra no duda en calificarle de perro gallego y endescribir le como un hombre codicioso y cruel.Segn la Historia Roderid, el Cid vivi en Za-ragoza hasta el 1085, ao de la muerte de al-M u t a m i n , y cont inu "con e l mximo honor y lam x i ma ve n e ra c i n " al s e rv i c i o de su hi jo y su-cesor, a l -Mus ta in I I . Pero la si tuacin iba a cam-biar i n me d i a ta me n te .

    La venganza del Cid " . S3 1 .E l Cid odiaba a Ibn Y a h h a f , el cad que haba destronado y ordenadola m ue rte de su amigo el rey t a i f a valenciano al-Qadir, apoderndo-se de sus riquezas y de ios bastim en tos que el ejrc ito castellano te-na en V a l e n c i a y sus alreded ores; q ue le haba cerrado la ciudad, neg n-dose a pagarle las parias; que se haba aliado con los almorvides y q u e ,finalmente, haba resistido su cerco durante casi 20 meses... Tomada Va-lencia, quiso, que le entregara los bienes de al-Qadir. La Historia de E s -p a a de M odesto Lam ente cuenta as la terrible veng anza:"Hzole poner una nota de todo lo que posea, y que jurase ante losprincipales m oros y cristianos no poseer otra cosa qu e lo que en la listacon staba, recon ociendo al Cid el derech o de cond enarle a mu erte si otrohabe r se le encontrara (.. .) . M a n d , pues, (Rodrigo) reconocer las casasde los amigos de Ben G e h a f (Ibn Y a h h a f ) im poniendo pena de la v i d a a losque ocultaran las riquez as que este les hub iera co nfiado: el m iedo hizo quetodos le f u e r a n entregando los tesoros que guardaban. H i z o plmente re -

    gistrar la casa de B en G e h a f , y por revelacin de un esclavo se hallaron enella inm ensas riquezas en oro y pedrera . ( . . . ) "" E n medio de la plaza hizo ahon dar (e l Cid) un hoyo , en e l cual dispu-s o f u e s e m etido e l antiguo cad de m odo que qu edaran solamente descu-biertas la cabeza y las manos . En de r redo r de esta f o s a se pusieron hacesde lea a los cules se les prendi f u e g o . Aquel desventurado mostr unaserenidad horriblemente h eroica (...) A fin de abreviar su suplicio con suprop ia m ano se aplicaba las ascuas y tizones encen didos, y as expir en-tre tormentos horrorosos. El Cid quera tambin quem ar a la f a m i l i a y pa-rientes de B en G e h a f , pero m usulman es y cristianos se interesaron e inter-cedieron por ellos y lograron, aunq ue con t r a b a j o , ablandar a R odrigo ysalvarlos de tan rud a sentencia. Sin em bargo , e f e c t u el mismo castigo enalguno s otros personajes. (...) Fue e l suplicio de Ben G e h a f en m a y o o prin-

    cipios de junio de 1095".(Modesto Lafuente, Historia General de Espaa, 1877)40

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    DOSSIER* ' ' 1B

    Con el pretexto de que no habaacudido a socorrerle en la batalla deAledo, en la que nuevamente fuederrotado por los almorvides, AlfonsoVI calific al Cid de "vasallo infiel" y ledesterr de nuevo

    A comienzos de aquel 1085, Alfonso VI se diri-gi a Zaragoza con el propsito de tomar la ciudad,por lo que el Cid, que no deseaba enfrentarse a surey, le ofreci sus servicios de igual forma que lohaba hecho en Rueda. Siempre dese recobrar elfavor de su soberano, pero no tuvo xito y siguidesterrado.Breve reconciliacinUn ao despus, el rey fue derrotado por los al-morvides en la batalla de Zalaca y ofreci su re-conci l iac in al Cid, le otorg su favor y le acogi enToledo como vasallo, concedindole "e n prestimo-nio u honor" varios poblados y casti llos.Poco t iempo dur la reconci l iacin entre el Cid yAlfonso VI, ya que el monarca, bajo el pretexto de

    Izquierda, armas ydefensas de lapoca del Cid(litografa de Serra,siglo XIX). Abajo, elCid en la batalla deAlcudia, librada enel curso de lasoperaciones delcerco y toma deValencia (grabadode La IlustracinEspao la yAmericana, 1870).

    que su vas allo -que se hallaba en Requena- no ha-b a acudido a socorrerle en Aledo, le ca l i f i c como"vasal lo infiel", por lo que incurra en la "malque-renc ia del rey". Ms an, se le acus de conspirarcontra el rey y fue desterrado, a pesar de haber lo -grado la sumisin de Albarracn , Valenc ia y Al-puente en nombre de Alfonso VI. El Campeador seencontr slo y rodeado de numerosos enemigos;incluso, po r f ide l idad al rey castellano, se habaenemistado con su antiguo patrn, el rey de Zara-goza. Por ello decidi marchar hacia Levante paraasegurar las recin sometidas t ierras y mantenerlasahora por su propia cuenta, sin ningn apoyo perotambin sin el compromiso de ser vasal lo de nadie.En 1089, desde Elche , el Cid com enz a gue-rrear contra su antiguo enemigo, el rey de Lrida, yatac el casti llo y la caverna de Polop, prximos aDenia, donde se hallaba aquel soberano musulmn.Restaur y fort i f ic el casti l lo de Ondara, desdedonde partiran sus algaradas, que pillaban desdeJt iva a Orihuela, obteniendo cuantioso botn.Aceptando la peticin de paz de al-Mundir, e l Cidabandon Denia.La espada de ValenciaAl tener noticias de este acuerdo, al -Qadir , re yde Valencia, solici t la amistad del Cid envindoleval iosos regalos, como hicieron, asimismo, los al-

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    La afrenta de Corpes

    Au n q u e no tenga base histrica alguna, una de las leyendas ms po -pulares de la saga cidiana es la d e los condes de Carrin o infantesde Carrin, n obles q u e , po r mediacin real, lograron casarse conlo s h i j a s d e l Cid, S o l y Elvira. D o s aos estuvieron jun to a l C i d e n Valencia

    y e n u na batalla parec e que no combatieron a satisfaccin de l Campeador,que de vuelta a palacio orde n a sus criados que soltaran un len p ara po -ner en evidencia la cobarda de los infan tes. Ridiculizado s estos, dice la le-yenda que se reivindicaron, me tindose en lo ms recio de otra confron ta-cin con los moros.. . Luego, egresaron a Castilla con sus esposas y con unhon do renco r hacia el Cid. Llegados al robledal de Corpes, acam paron consus esposas, haciendo seguir a su escolta. All las desnudaron y, atndolasa un rbol, las azotaron c on sus propias espuelas y despus prosiguieron

    s u camino, de jndolas abandon adas, con sus cuerpo s cub iertos de sangre.F l e z M uoz , sob r ino de l Cid, que figuraba en la escolta, parti en bus-ca de sus primas al ver q ue los condes regresaban solos. Las hall, cur,v i s t i y c o n d u j o a Valencia, dond e el Cid prepar su venganza. Primero, p i-di justicia a A l f o n s o V I , que reun i Cortes en Toledo convo cando a las dospartes. All pre sent el Cid su querella, reclam sus espadas -T izona y Co -l a d a - y la do te que haba e ntregado a sus yernos; conseguida la restitucinmaterial, p idi al Rey la restitucin de su hon or, en duelo a mu erte; cele-brse ste, y l o s campeones d e l Cid, s u s amigos y capitanes, M artn A n t o l -nez, M u o Gustios y Pero B erm dez, vencieron y mataron a los condes deCarrin. Cumplida la venganza, el Cid cas a sus hijas con los infantes deN a v a r r a y Aragn.

    caides de los casti l los que acudieron a l ofrecin-dole sus tributos y bienes. De esta forma, el Cid seconverta en protector y casi en seor de algunospequeos reinos musulmanes de l Levante, sustitu-yendo a sus anter iores protectores, Berenguer deBarcelona y Alfonso VI de Len y Casti l la.Po r entonces se dejaba sentir la presencia de losalmorvides, que sometieron en el ao 1091 a to-do el valle del Guadalquivir. Su avance slo habade ser detenido por el Cid, cuya influencia sobre elrey de Valencia era tan notoria que provoc ciertomalestar entre algunos musulmanes de la ciudad.stos observaban con desagrado la relacin que surey mantena con los cristianos y la intervencin delCid en cuestiones de la ciudad, por lo que consi-deraron positiva la llegada de los almorvides.Cuenta la Crnica Annima de los R e y e s de Tai-fas que, cuando al-Qadir tom posesin de Valen-

    Las hijas del Cid.Discoro de laPuebla, 1871,represent laafrenta del robledalde Corpes, dondelos infantes deCarrin azotaron asus esposas,abandonndolasdespus (M . delPrado, Madrid).

    cia, se gan muchas enemistades, pues introdujoen el la innovaciones reprobables, alter sentenciasy realiz m uchas a cciones v i tuperables. Era amigode Al fonso V I . .. com o consecuenc i a , la s gentes deValencia tuvieron miedo de que l cediese a aqulla posesin de la ciudad al igual que le haba en -tregado Toledo... y resolv ieron matar le.El ejrcito almoravide, en su cam i no hac i a V a-lencia, se apoder de Denia, Jtiva y Alcira. Anteeste avance, al-Qadir huy, pero fue localizado yasesinado. Enterado el Cid de lo sucedido, se irrit-segn cuenta Ibn al-Kardabus- porque se consi-deraba protector de Valencia, habida cuenta qu ereciba por ello un tributo anual de cien mil dina-res. Sali de Zaragoza, donde tena su base de ope-raciones contra La Rioja, y se dirigi a Valencia,asedindola durante veinte meses, hasta que se leabrieron las puertas a causa del hambre. Tanta fue

    m a n ais samie > < , . . - . : ; :42

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    DOSSIER

    sta que lleg a pagarse -segn al -Kardabus- undiar por una rata.En la Crnica Annima se describe co n ciertodetalle la toma de V a l e n c i a por el Cid: "Uno de loscondes crist ianos, a quien se le l lamaba a l - K a n -bayatur (e l Campeador) , cuyo signif icado es "e lseor del Campo, y cuyo nombre verdadero er aLudriq (Rodr igo) " , lanz una incursin contra elcad Ib n Yahhaf, que se haba apoderado de Va-lencia, despus qu e huy al-Qadr; entonces laopr imi co n intensa opresin y la somet i a fuer-te asedio. Le cort lo s aprovisionamientos, empla-z almajaneques y horad sus muros. Los habi-tantes, privados de vveres, comieron ratas, perrosy carroa; hasta el punto que la gente comi gen-te , pues a quien de entre ellos mora se lo com-an . Las gentes, en fin, llegaron a sufr imientos ta -les que no podan soportar" .Lo s historiadores rabes ha n destacado la dure-za del Cid contra el cad Ibn Yahhaf. Ibn Bassammenciona su crueldad con la mujer y las hijas deste, a las que estuvo a punto de quemar v ivas. Po rsu parte, Ibn Alqama, testigo de l asedio y la rendi-cin de V alencia, escr ib i una m inuciosa descr ip-cin de lo sucedido y cuenta cmo Rodrigo, ante lanegativa de Ibn Yahhaf a entregarle el tesoro quehaba pertenecido a al-Qadir, orden someterle atormento y despus le conden a una terrible muer-te: "aco pise entonces abu ndante lea y se hizo unagujero en el que Yahhaf fue metido; se dispuso lalea en torno suyo y se le dio de fuego".Ibn Alqama, al escribir su obra Elocuencia de lagran calamidad, pone de relieve, tambin, que elsufrim iento de Va lencia fue debido a la impiedadde sus gobernantes, quienes cobraron al pueblo tri-butos ilcitos, no prescritos en el Corn, y estable-cieron alian zas con un enem igo de la fe, como elCid, en lugar de aliarse con los almorvides.Conquistada Valencia, el Cid mantuvo a los mu-sulmanes en la propiedad de sus heredades, exi-gindoles nicamente el diezmo prescrito por elCorn, pero su posesin de la ciudad supuso ungran triunfo para los cristianos. No obstante, V a-lencia, con su huerta adyacente, constitua (R.Fletcher) un a isla en medio de territorio enemigo,de igual manera que, durante la Primera Cruzada,lo fueron Edesa, Antioqua y Jerusaln, despus deser conquistadas por los cruzados en 1098-1099.Po r su parte, al-Ka rdab us opina que la descom-posicin social que se produjo en al-Andalus enaquel t iempo fu e consecuencia de que muchos m u-sulmanes malvados, viles, perversos y corrompidos,-a los que se llam dawa'ir- siguieron al Cid y aotros jefes crist ianos, apostataron del Islam y re-chazaron la ley del Profeta.Los historiadores rabes, a pesar de que recono-can sus cualidades mil itares, no admiran al Cid;antes bien, le achacan mlt iples desmanes, por loque se refieren a l como "e l Campeador que Almaldiga" o "el infiel perro gallego". En 1844, elorientalista holands R. Dozy daba a conocer unpasaje de Ibn Bassam, en el que se refiere al Cidde esta manera: "ese desterrado que pas los me-

    La prdida de ValenciaT odava de s pu s de l a m u e r t e d e Ro d r i g o su esposa J imen a , d igna con sor te d etan g r a nde h r o e , c on t i n u d e f e n d i e n do a Valencia c on t r a lo s reiterados ata-que s de los Almorvides . M s d e d o s a o s sostuvo la ilustre viuda e l h o n o r d elas armas castellanas en aquella ciudad ya f amosa , hasta que en octubre de 1101 lepuso c e r c o e l ge n e r a l almorv ide Mazdal co n pod e ros simo e j rc i to . Aun as se sos-tuvieron f irm em ente los sitiados p o r espacio d e siete m eses, al c a bo de los cules , e n -v i J imena al obispo de la ciudad ( . . . ) a suplicar al rey de Castilla qu e acudiera en susocor ro . Hzolo as Alfonso VI, en t rando con su e j rcito en valencia sin qu e e l de losAlmorvides f u e r a capaz d e estorbrselo. M as c onoc i e n do Alfonso que s in e l b r a z o yla espada de l Cid sera difcil sostener u n a c iudad tan apartada d e l centro de sus Es-tados, d e t e rm i n a ba nd ona r l a, y de s pu s d e habe r la pu es to f u ego , sali co n t oda lagua rn ic in cristiana en proc es in solem ne , llevando J imen a con sigo e l c a d ve r de suilustre esposo . Ent r , pue s , Ma z da l con sus Almorvides en la c iudad e l 5 d e mayode 1102".

    (Modesto Lafuente, Historia General de Espaa, 1877)

    E l sepulcro deRodrigo Daz deVivar y de suesposaJimena en elmonasterio deCrdena (dibujo deLa IlustracinEspaola yAmericana, 1872).

    jores aos de su vida al serv icio de los reyes rabesde Zaragoza"; "ese Cid que asol de la manera mscruel una provincia de su patria; ese aventurero cu-yos soldados pertenecan en gran parte a la hez dela sociedad musulmana, y que combati como ver-dadero mercenario, ora por Cristo, ora por Mahoma,preocupado nicamente por el sueldo que haba depercibir y del botn qu e poda pillar".... Dozy dis-culpa la crueldad de l Cid, porque responda a labarbarie de la poca y ensalza sus virtudes guerre-ras, su mezcla de astucia y audacia, de prudenciae intrepidez, y recuerda que el propio Ibn Bassamconsidera al Cid "un milagro del Seor".La personalidad de Rodrigo Daz de Vivar ha si-do tema de estudio para un amplio grupo de inves-t igadores, cuyas opiniones -aqu se han recogidolas de algunos historiadores musulmanes- han sidosumamente dispares. Vase como muestra la opi-nin del historiador alemn Aschbach, quien, cre-yendo fabulosa la Historia Roderici , haba sosteni-do , hasta qu e conoci la obra de J. A. Conde, qu ela conquista de Valencia por el Cid no era sino unaficcin de los espaoles para competir con la con-quista de Jerusaln por Godofredo de Bouil lon.

    . m m gss m , . .

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    Nicasio Salvador MiguelCatedrtico de Literatura MedievalUniversidad Complutense de Madrid

    ESDE SU J U V E N T U D , LA V I D A D ERodrigo Daz de Vivar se vio ja lonadapo r un cmulo tan impresionante dexitos mil i tares y polticos, co n reper-cusin en los distintos Estados de la Pennsula Ib-r ica, que no extraa la atencin que a su f iguraotorgaron lo s escr i tores m s diversos en un procesoininterrumpido que, in ic iado en su propia poca, seprolonga a lo largo de toda la Edad Media.Incluso la historiografa rabe se ocup del Cid-episdicamente y sin excesivos detalles- porqueya el v a l e n c i a n o Ibn A l q a m a , que vivi el asedio desu ciudad, escribi haca 1100 un pormenor izadorelato de los sucesos ocurridos entre 1090 y 1094,que, aun cuando perdido, ha llegado a travs deIbn Idari y de algunas crnicas castel lanas. Tam-bin el portugus Ib n Bassam de Santarem (n .1147-1148) le dedic un breve pasaje en su Daji-ra , a propsito de la toma de Valencia, mientrasque, en poca ms tarda, se refieren a Rodrigo au-tores como Ibn a l -Kar dabus ( hac ia 1190), Ibn A l a -ba r (hacia 1239) o Ibn al-Jatib (hacia 1374).La conquista de Valencia dej en los rabes elm s abominable de los recuerdos; por ello resultalgico que sus historiadores coincidan en pintarlocomo "un enemigo aborrecido, al que colman defechor as, dignas de todas las maldic iones" (Ho-rrent), aun cuando Ibn Bassam se permita algunoselogios y lo presente interesado en la lectura y enel conocimiento de las gestas de antiguos hroes.Los textos hispanolatinosPor otro lado, con ms o menos cercana a lamuerte del Cid -ya que la controversia sobre las fe-chas impide excesivas precisiones- surgieron var iostextos en latn, cuyo objet ivo era el desarrol lo deuna l i teratura c idf i la, nacida probablemente entresus compaeros desterrados, para suplir el silencioin ic ia l de las crn icas m s cercanas al personaje(como sucede con la Chronica de Pelayo o con laHistoria Silensis).

    El ejemplo ms adelantado parece ser el incom-pleto Carmen Campidoctoris, en 129 versos sficosr tmicos organizados en estrofas, que abarca desdesu juvent ud a la batal la de Almenara (1082), es-cr i to con mucha probabi l idad por un monje de Ri-poll y que muchos-Cirot, Menndez Pidal , Kienest ,Horrent- creen compuesto en vida del mismo hroe(en torno a 1090), aunque no fal tan quienes lo juz-gan cincuenta o sesenta aos posterior (Ros, Mi l ,Curt ius, Smith, Wright). S in embargo, e l relato dealgunos hechos parece apoyarse, di rectamente, eninformaciones orales, lo que abogara por la fechatemprana, centrndose en una seleccin de suce-so s blicos, contados con el entusiasmo de quienpersigue un propsito propagandst ico, pero deacuerdo a unas normas retricas que e l autor cono-ce a la perfeccin, como mostr Curtius.Entre fechas tan dist intas y distantes como los44

    E l CidCampeador(por Vela Zanetti,DiputacindeBurgos).

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    alrededores de 1110 (Me nnde z Pidal) o los de1170 (Lang), pasando por una fec ha cercana a1150 (Dozy, Ubieto, Horre nt), se sita la Histor iaRoder ic i (o Gesta Roderid, segn la denominan losmanuscritos), la cual , co n argumentos diversos, seha atr ibuido a un autor aragons, cataln, navarro ocastel lano. En cualquier caso, se trata de una obraque, pese a acoger ya elementos legendarios y po-ticos, se halla por lo comn bien documentada,pues el autor insiste en la, certsima venate delo qu e narra. En su exposicin, se interesa casi ex-clusivamente por los hechos militares (con predo-minio de los acaecidos entre 1081-1084, 1089-1094 y 1097-1099) y no por los polticos ni los ju-rdicos. Es testimo nio excep ciona l en el siglo X II deun a crnica no centrada en un individuo de la rea-leza, en lo que su nico paralelo posible lo consti-tuye la Histor ia Compostelana.

    E l llamado "Cof r edel Cid",conservado en lacatedral de Burgos(dibujo de G,finales del sigloXIX, iluminado porE . Ortega).

    Asimismo, en el Poema de Almera, texto latinoque constituye la segunda parte de la ChronicaAdefonsi Imperatoris, fechable hacia 1148, se ha-l la una referenc ia a Meo Cidi, cuya gran impor-tancia se ver.La pica castellanaUna f igura como la de Rodrigo Daz de Vivar nopoda resultar ajena a la poesa pica, en cuanto elpropsito de los cantares de gesta consista en elensalzamiento poltico de personajes o hechos he-roicos que, en circunstancias cruciales, tuvieron uninters relevante para un grupo social amplio. As,el Cantar de Sancho I I (o Cantar del cerco de Za-mora), el Poema de m i C id y las Mocedades deRodrigo se ocuparon de l personaje desde esta pers-pectiva. Ahora bien, el Cantar de Sancho / / s l o no ses conocido por resmenes cronsticos que, debidoa su s diferencias, ha n llevado a varios crticos a su-gerir dos versiones: una, fechada entre el reinadode Alfonso VI y mediados de l siglo XII, representa-ra la exposicin incluida en la Chronica Najerensis-,

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    Cantar de Mi CidE l Cid se despide de V i v a r , de jando su casa arru inada:

    " D e lo s so s o j o s - ta n fuer temien tre l lorando,T or nava l a c a b e q a - e e s t v a lo s c a t a n d o .V io p u e r t a s abier tas - e u g o s s in c a a d o s ,A l c n d a r a s vaz as- s in p i e t t e s e s i n m a n t o s ,E s i n / a l e o n e s - e s i n a u t o r e s m u d a d o s .So sp ir mo Cid - ca mucho a v e grand es cu idad os .Pa bl m o Cid- b ien e t a n m e s u r a d o : G r a d o a t i , S e o r P a d r e - qu e es ts e n a l t o !Es to m e a n buol to-mos e n e m i g o s malos."

    E l Cid pasa po r Bu rgos y nadie se atreve a hablarle o a hospedarle po r miedoa las represalias del R e y . Slo una nia se dirige a l para rogarle que siga su

    ciclo sobre lo s condes de Castil la que con uno so-bre el Cid. Pero, en cualquier caso, como parte dela exaltacin de Castil la frente a Len, el Cid de-sempea un papel esencial, al negociar con Urracala toma de la ciudad de Zamora, perseguir a Belli-do Dolfos, recibir la recomendacin de Sancho IIantes de morir y ser el nico que se atreve a desa-

    camino :" M i Ci d N o y Daz, p o r B u r g o s e n t r o v e ,E n s ue c o m p a a s e s a e n t a p e n d o n e s ;Ex en lo veer muj ieres e v a r o n e s ,Burgeses e burgesas , p o r la s f m i e s t ra s so n ,P l o r a n d o d e l o s o j o s , t a n t o haben e l do la re .De l a s su s b o c a s t o d o s d e c a n u n a r a z o n e : D ios , qu b u e n v a s a l l o , s hobiese buen seare!Co n vida r le hen d e g r a d o , m a s n i n g u n o n o n o s a b a :E l rey do n A l f o n s o t a n t o habele g r a n d s a a .A n t e s d e l a n o c h e e n B u r g o s d ' el e n t r s u c a r t a ,Co n grand recabdo e fuer temien tre see l la da ,Q u e a m i C i d Ro y Daz que a d n o l ' d i e s e n p o s a d a ,E aquel que se la d iese sop iese ve ra pa labraQ ue p e r d e r e los haberes e ms los o j o s d e l a c a r a ,E a u n d e m s l o s c u e r p o s e l a s a l ma s .G r a n d e due lo haben la s gen tes c r is t ianas;A s c n d e n s e d e m i Cid , ca no l 'osan dec ir nad a .E l Ca mp ea do r a d e l i a s u p o s a d a ;A s como l leg a la p u o r t a ,fa l l la b ien cerrada,P o r m i e d o d e l re y A l f o n s , q ue a s l o p a r a r a n ;Q ue s i n o n l a quebran tas , q ue n o s e l a a b r i e s e n p o r n a d a .Lo s d e m i C i d a a l t a s v o c e s l l a ma n ,Lo s d e d e n t r o n o n l e s queren t o m a r p a l a b r aAguij m i Cid , a la p u e r t a se l legaba,Sac e l p i e d e l es tr ibera , un a f e r i a d ' d a b a ;N o n se abre la p u e r t a , c a b i e n e r a c e r r a d a .U n a n i a d e n u e f a o s a o jo s e p a r a b a : Y a Campeador, en buena c inx ies tes es pada!E l rey lo ha vedad o, ano ch' d ' l en tr su car ta ,Co n g r a n d r e c a b d o e fuer temien tre see l lada .N o n vo s osar emos abr ir n in co ger p o r n a d a ;Si n o n , p e rd e r e m o s hs haberes e l a s c a s a s ,E a un dems lo s o j o s d e l a s c a r a s .C i d , e n e l nues tro ma l vo s n o n g a n a d e s n a d a ;M a s e l Cr iador vo s va la c o n t o d a s s u s v e r t u d e s s a n t a s .Es to la n i a d i j o e t o rn o s ' p o ra su casa .

    la otra, de la primera mitad del siglo X I I I , sera larecogida por la Estona de Espaa de Alfonso X y laCrnica particular del Cid, a partir de las cuales J.Puyol y C. Reig intentaron incluso la reconstruccinhipottica de varios fragmentos.El contenido de las dos versiones, en el caso deaceptarlas como tales, difiere no poco, hasta elpunto de que la primera enlazara ms bien con un

    Arriba, estatua delCid (Alczar deSegovia). Derecha:LaJura de SantaGadea (litografasiglo X I X , coleccinparticular, Madrid).

    R u y D a z d c B u a r , l l a m a d o p o r e x c e l e n c i a e l C i d C a m -p e a d o r . V I d e r c e n d j e n f e d e L a i n C a l u o . I u e z d e Cani-n a . f t i e c a p i t a n f a m o o e n t o d o s l o s f l s l b s . y f t r a n t e -r r o r d l o s M o r o s . y g a n l e s a V a l e n c i a c o i f o t r o s m u -c h o s p u e b l o s . M u r i c u e l l a a.ll.de l u i o d e . i ( )9

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    Muerte y victoria

    Cuenta la leyenda que en la primavera de 1099 se acercaba a Valencia un n u evoejrcito almoravide y el Cid, cargado de aos y de achaques, se aprestaba acombatirlo , cuando un a noche se le apareci un resplandeciente personaje,

    san Pedro : "Vengo a anunciarte que no te restan sino treinta das de vida, pero es vo-luntad de Dios que tus gentes ven zan al rey Bu car , y que tu m ismo, despus d e m u e r -to, des el t r i u n f o en esta batalla. E l apstol Santiago te ayudar. . ." Repen tinamente elCid se encon tr m al, pe rd i el apetito y las f u e r z a s y se dedic a prepara su alma pa-ra la mue r t e y de jar instrucciones claras a sus capitanes p ara la batalla que se senta-ba. Tres das despus de su cristiana muerte y cuando todav a se le hacan al Cid losfunerales, acercse a Valencia e l ejrcito almoravide, m and ado por el rey Buca r (AbuBekr ) y otros 36 reyes, cuyas hue stes eran tan nume rosas que hub i e ron de acamparen 15.000 tiendas. D os das despus, el ej rcito cristiano dec idi salir de la ciudad ypresentar batalla. El cadver em balsam ado del Cid fue colocado sobre Babieca, su po-deroso caballo blanco , sujeto por un artilugio de made ra . D e lejos le vieron los mo -ros, enarbolando su refulgente espada, cubierto por su brillante casco, abiertos losojos y bien peinada la barba, y todos se llenaron de espanto... Continua la leyenda co -mentando lo s prolegmenos de la batalla, qu e abrieron doscientas am azon as neg rasju ramentadas co ntra los c ristiano s... Cuand o aque llas f ue ron ven cidas, el ejrc ito delC id atac a los almorvides, y si estos ya andaban m ed rosos por la presencia de lCid,se dispersaron definitivam ente cuando vieron bajar d el cielo a u n blanco blandiendouna espada que despeda fuego. . . Es decir, el triunfo cristiano no slo se debi a lapresencia de l Cid, em balsam ado, sino, tamb in, a la intervencin de Santiago.del caudillo histrico, cuya trayectoria pica seen tres cantos, que tienen como ncleoel destierro de Rodrigo, el primer matrimo-hijas con los infantes de Carrin y, porla victoria legal que,frente al proceder de susobtiene en las Cortes de Toledo, tras lassus hijas celebran un nuevo casamiento coninfantes de Navarra y Aragn.Tal eje temtico posibilita que el Poema gire enal engrandecimiento progresivo del hroede mero infanzn deshonrado a causa deldes-

    mediante su esfuerzo, una ascensinobra, el argumento se encamina a re- ,ese fin, a travs de un proceso en que se

    que tambin le procuran en-de los sucesivos matrimonios deper-n regio tras una reparacin jurdica que jde su respeto a las normas estableci-derecho.Para avalar ese ascenso continuado, se dibu-al Cid como espejo de las virtudes tpica-he-

    sobre todo, prudencia y mesura. Con certe-varias de esas cualidades cuadran poco condel Rodrigo histrico, mas el autor las acu-en el Poema para justificar su desarrollo y

    audiencia del protagonista, convertido en un

    Estatua de RodrigoDaz en su villanatal, Vivar.

    V

    Asimismo, para resaltar ms el valor del hroe-modelo, se insiste, por contraste y por simplificacinretrica, en los rasgos negativos: los "malos mestu-reros" que han provocado su expulsin de Castilla;los traidores y desleales infantes de Carrin; AnsurGonzlez, retado y vencido por Muo Gustioz. A unpropsito artstico responde tambin el diseo delrey Alfonso, cuyo comportamiento cambia desde laenvidia hasta el respeto al Cid,de modo que resultauna figura humana y no un simple arquetipo, si bien,para mantener la intensidad potica, se describe almonarca con una bondad relativa frente a la ejem-plaridad absoluta de Rodrigo, lo que contribuye aldramatismo y la tensin psicolgica.En suma, el Poema de mi Cid se convierte enuna obra de la clase media y guerrera por mediodel loor de un personaje que,en oposicin a la no-bleza de sangre, se encumbra por sus propios m-ritos hasta el rango ms alto de la caballera y queslo acepta por encima de l la prevalencia de laautoridad real.Ahora bien, adems de los textos mencionados,se vienen citando unos cuantos ms que,sumadosa los anteriores, constituyen el ciclo pico del Cid.As, Powell conjetur la existencia de un breve poe-ma pico, Destierro del Cid,que tratara de las cau-sas del destierro y sera anterior al texto de 1207.Algunos -Horrent, Chaln- han pensado en unpoe-ma sobre La Jura de Santa Gadea, que habra ser-vido de enlace entre el Cantar de Sancho II y elPoema de mi Cid,si bien, para otros, tan solo ha-bra constituido el final de una de las vers iones delCantar de Sancho II; tal opinan Menndez Pidal,Fraker y M. Vaquero, aunque con conclusiones biendiversas.Asimismo, un presunto cantar al que se ha de-nominado Fernando, par de emperador, fechndoloa fines del siglo XIII o principios del XIV, ha sido

    tA i considerado muchos como una conexin entre%;. la Gesta de las mocedades de Rodrigo y eli Cantar deSancho II, aunque sin pruebas con-v | cluyentes. Por fin, la alusin a un "Meo Cid; , (...) de quo cantatur" en el Poema de Al-

    : /* meria es muy probable que se refiera,; ; aunque caben otras interpretaciones, auno o varios poemas picos en castella-no sobre Rodrigo, anterior o anterioresal Poema de mi Cid, si bien no cabeasegurar nada sobre la extensin o las;, : > v posibles relaciones con el mismo.

    Otras derivaciones literarias:fi Diversas leyendas e innovaciones\'\| pseudohistricas que,sobre todo po rel xito del Poema de 1207, se fue-ron acumulando en torno al monas-terio de Crdena, donde se encontra-ban las tumbas de Rodrigo y Jimena,originaron hacia mediados de l siglo X I I Ila perdida Estoria de Crdena que dejsentir su influjo en la crnicas, las cua-les, a partir de la Estoria de Espaa alfons,BL concedieron al Cid un puesto relevante

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    \ i 1 : i M El Cid en Hollywood, un western del siglo XI

    L a sierra de G uadarram a, el castillo con quen se de Belmente, una Pe-scola todava libre del cinturn de cem ento que ahora la oprime yotros escenarios naturales, j u n t o a los mticos Estudios Chamartn- q u e dieron cobijo a una rplica de la catedral d e Burgos- f u e r o n a lo lar-g o de varios meses escenario de l r o d a j e de esta g ran superproducc in enSuper-Technirama 70 y tecnicolor, un l u j o absoluto que t u v o dos nom ina-ciones para los O s c a r s de aqu el ao, po r la esceno grafa y la partitura.A n t h on y M a n n , que por una temporada fue hollywoodiense marido dela racial Sara M o n e l , aplic sus grand es cono cimientos en la tcnica d elwes tern para dar form a visible al contenido del Cantar de M i Cid. Contantos medios materiales -ent re los que destacaron m uy en primer trmi-no unos Heston y una Loren ( p o r entonces, acreditada como Sophia), qu e

    aportaron sus generosos f s i c o s en los papeles protagonistas- el resultadof i n a l f u e realmente espectacular.Millares de extras f u e r o n empleados en las escenas de m ultitud, dan dorespaldo a la a v e n t u r a del hroe, m ezcla de cowboy y d e guerrero medie-v a l qu e vende sus servicios al m e j o r po stor. Pelcula de aventuras, de amor ,de traiciones (recordar una Doa Urraca mala-mala; un dbil y ambiguoA l f o n s o V I ) , e s tambin u n f il m e d e v i a j e s , e n l a m e j o r tradicin america-na de los r o a d mov ies . Desde Burgos a Valencia, secarrales y colinas sir-v e n de escenario a todo ese despliegue. Y , al final, la escena cum bre, cuan-do el cadver del hroe sale de la falsa Valencia, es decir, de Pescola, ysu presencia es s u f i c i e n t e para derrotar a los enemigos, que h u y e n despa-voridos mientras l penetra en los campos de la leyenda.mmmjm A u n q u e los crditos de la pelcula presuman gustosos de laparticipacin del egregio Menndez Pidal como asesor en ma -;; ;: tena histrica, nada m s alejado de la realidad de l siglo XI que

    " :, el producto final. N i los planteamientos histricos del perso-f' n a j e y su circunstancia, n i los lugares elegidos para el rodaje ,V , n i cuestiones tales como los decorados gticos o la vestimen-gjjQ^I ta de los personajes tenan nada que ver con la poca del Cid.Acab imponindose el ficticio efectismo hollyw oodiense queera, en d e f i n i t i v a , lo que por otra parte nadie haba pensadonunca poner en discusin.

    qu e algunas l levaron a la exagera-cin. Ello sucede, por caso, en laCrnica de 1344, en la que se acre-cienta el papel desempeado po rRodrigo en las transformacionespolticas y religiosas de l siglo X I.Po r otro lado, con el paso de ltiempo, las crnicas no castel lanasregistraron de manera diversa algu-no s hechos atinentes al Cid, de modoque, si la Historia Roderic i , confi rma-da por Ibn Bassam, presenta a Rodrigovictorioso frente a las tropas ler idanas yaragonesas en la batalla de Tortosa (14 deagosto de 1084), la Crnica navarro-aragonesa(hacia 1310) afirma que abandon el campo sinhonor y la Crnica de San Juan de la Pea aseguraque fue derrotado.El Romanc er o , po r f in, desde el siglo X V , contr i -buy a la difusin de las hazaas de Rodrigo, bienmediante romances conectados con los cantares degesta bien mediante otros independientes, al tiem-po que, desde la decimosexta centuria, su fama seextenda y perpetuaba a lo largo de todo el mundopor circuitos l i terarios muy distintos, ta l como haestudiado recientemente C. Rodick en su l ibro so-br e La recepcin internacional de l Cid.

    Arriba, fotograma dela pelcula E l Cid:torneo a los pies delcastillo deBelmente. Abajo,Ramn MenndezPidal, el graninvestigador de lafigura literaria ehistrica del Cid.

    Ficha tcnico-artsticaTtulo: El Cid, 1961. Produccin-. Samuel Brons-to n Productions. Direcc in: Anthony Mann.Guin: Fredric M. Frank, Philip Yordan y BenBarzman. Direccin fotografa: Robert Krasker.Msica: Miklos Rozsa. Intrpretes: Charlton Hes-ton, Sophia Loren, Raf Vallone, Genevive Page.

    Para saber msA L L A H , A. , El siglo XI en 1 a persona. Las "Memorias" de lltimo rey Zir de Granada, destronado por los almorvi-des (1090), trad. de Lvi-Provenc,al y E. Garca Gmez,Madrid, 1980.A N N I M O , Cantar de mi Cid, edicin de A L B E R T O M O N T A -N E R , Barcelona, 1993.B O S C H V I L , J., Los Almorvides, Granada, 1990.F L E T C H E R , R., El Cid, Madrid, 1989.G R A T E , J. M., Las huellas de l Cid, Burgos, 1986.G A R C A , G., La s rutas de l Cid, Madrid, 1988.Ibn al-Kardabus, est. trad. y notas de F. M A L L O S A L G A D O ,Madrid, 1993.L P E Z E S T R A D A , F., Panorama crtico sobre el "Poema de lCid", Madrid, 1982.M A R K I N A , L, El Camino de El Cid en bicic leta, Burgos,1998.M A R R E R O , J. A. Y F R A I L E , A., Por los caminos de El Cid,Burgos, 1995.M E N N D E Z P I D A L , R., El Cid Campeador, Madrid, 1968.M E N N D E Z P I D A L , R . , La Espaa de l Cid. Madrid, 1969.M O N Z N Y P O N Z , J., Aquel hombre a quien l lamaron El Cid,Burgos, 1987.O L A I Z O L A , J. L., El Cid, el ltimo hroe, Madrid, 1990.V I G U E R A , M. J. , Aragn musulmn, Zaragoza, 1981.I B I D . , Los reinos de taifas y las invasiones magrebes, Ma-drid, 1992.