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MUERTE EN LAS NUBES Agatha Christie

A Ormond Beadle

PASAJEROS DEL AVIN PROMETHEUS Asientos N. 2 4 5 6 8 9 10 12 13 16 17 Madame Giselle James Ryder Armand Dupont Jean Dupont Daniel Clancy Hrcules Poirot Doctor Bryant Norman Gale Condesa de Horbury Jane Grey Lady Venetia Kerr

Viajan tambin en el avin: Henry Mitchell, camarero Albert Davis, camarero ayudante Madeleine, doncella de lady Horbury.

1 DE PARS A CROYDONEl sol de septiembre caa a plomo sobre el aeropuerto de Le Bourget, mientras los pasajeros cruzaban la pista para subir al avin Prometheus, que iba a salir de inmediato hacia la ciudad de Croydon. Jane Grey fue de las ltimas en entrar y ocupar su asiento, el nmero 16. Varios pasajeros ya haban entrado por la puerta posterior y pasado por delante de la cocina y de los dos lavabos, de camino hacia la parte delantera de la cabina. La mayora de pasajeros ya estaban sentados. Del otro extremo del pasillo llegaba un murmullo de conversaciones dominado por una voz femenina chillona y penetrante. Jane frunci ligeramente los labios. Aquella voz le era vagamente familiar. Querida, es extraordinario. No tena la menor idea... Dnde dices? Jean les Pins...? Ah! No. Le Pinet... S, la gente de siempre... Pues claro que s, sentmonos juntas... Oh! No es posible? Quin...? Ah!, ya veo... Luego, oy la voz de un caballero extranjero y muy corts: ... con el mayor placer, madame. Jane ech una mirada por el rabillo del ojo. Un hombre menudo y maduro, de grandes bigotes y cabeza ovalada, abandonaba su asiento con sus pertenencias, para trasladarse a una plaza posterior. Jane gir un poco la cabeza y vio a las dos mujeres cuyo inesperado encuentro haba proporcionado al desconocido ocasin de mostrarse tan corts. El hecho de mencionar Le Pinet despert la curiosidad de Jane, que tambin haba estado all. Recordaba perfectamente a una de las mujeres por haberla visto apretar nerviosamente los puos en la mesa de bacarr y palidecer de un modo que dio a su maquillada faz la apariencia de una frgil porcelana de Dresde. Se dijo que no tendra que esforzarse mucho para recordar su nombre. Una amiga lo haba mencionado, aadiendo que no era aristcrata por nacimiento, sino que era una corista o algo por el estilo. Su amiga lo haba dicho con un profundo desdn. Sin duda haba sido Maisie, la que era tan buena masajista. La otra mujer, en opinin de Jane, era una autntica dama, de las que poseen caballos en su casa de campo. Pero pronto se despreocup de las dos mujeres para distraerse con la contemplacin del aeropuerto de Le Bourget, que poda observarse desde la ventanilla. Haba all otros aparatos, y le llam especialmente la atencin uno que pareca un ciempis metlico. Estaba decidida a no mirar al frente, al joven que se sentaba frente a ella, que llevaba un jersey de un azul intenso. Jane estaba resuelta a no levantar los ojos ms arriba del jersey para no tropezar con la mirada del muchacho. Eso nunca!

Los mecnicos gritaron algo en francs, los motores rugieron con un ruido espantoso que luego se mitig ligeramente. Retiraron los calzos y, finalmente, el avin empez a moverse. Jane contuvo el aliento. Solo era su segundo vuelo y an mantena despierta su capacidad de emocionarse. Por un instante, pens que iban a estrellarse contra las vallas de enfrente. Pero no: el avin se estaba elevando, giraba suavemente en el aire y Le Bourget iba quedando tras ellos. El vuelo del medioda rumbo a Croydon haba comenzado, transportando a veintin pasajeros: diez en el compartimiento anterior y once en el posterior. Llevaba adems dos pilotos y dos camareros. El ronquido de los motores quedaba bastante amortiguado y no era necesario taparse los odos con algodn. Con todo, el ruido era lo bastante intenso como para perturbar la charla e invitar a la meditacin. Mientras el avin ruga sobre las tierras de Francia rumbo al canal de la Mancha, los viajeros del compartimiento posterior se entregaban a sus pensamientos respectivos. Jane Grey se deca: No voy a mirarle. No quiero. Es mejor no hacerlo. Fingir mirar por la ventanilla y me concentrar en mis cosas. Elegir algo en qu pensar, esa es la mejor manera. Mantendr mi mente entretenida. Empezar por el principio y continuar hasta aqu. Con firme resolucin, hizo retroceder su memoria hasta el momento en que adquiri un billete de la lotera irlandesa. Haba sido una extravagancia, pero algo ciertamente muy emocionante. Provoc los comentarios burlones de sus compaeras de la peluquera en la que estaba empleada: Qu haras si te tocase, querida? Lo tengo muy claro. Castillos en el aire, un sinfn de proyectos. Bien, no le toc el primer premio, pero s cien libras. Cien libras! Gasta solo la mitad, querida, y guarda lo dems para cuando ests en apuros. Nunca se sabe lo que puede suceder. Yo me comprara un abrigo de pieles muy chic. Y por qu no haces un crucero? Jane se haba estremecido ante la sola idea de hacer un viaje por mar, pero se mantuvo fiel a su primera idea. Una semana en Le Pinet. La de clientas suyas que iban all! Cuntas veces se lo haban dicho, mientras sus manos acariciaban y arreglaban las ondas y su lengua pronunciaba maquinalmente las frases de rutina: Cundo se hizo la ltima permanente, madam?, Su cabello tiene un color poco comn, no?, Qu verano tan magnfico hemos tenido!, no cree?. Cuntas veces haba pensado: Por qu diablos no puedo ir yo a Le Pinet? Bien, ahora poda darse ese gusto. Por la ropa no haba que preocuparse. Jane, como la mayora de muchachas londinenses empleadas en establecimientos de belleza,

saba producir un milagroso efecto de ir a la moda con cuatro trapos. Las uas, el maquillaje y el peinado no dejaran nada que desear en ella. Jane fue a Le Pinet. Era posible que ahora, al recordarlo, aquellos diez das pasados en Le Pinet se vieran ensombrecidos por un incidente? Un incidente que tena su origen en la ruleta. Jane destinaba cada noche una determinada cantidad al placer del juego, decidida a no excederse ni en un cntimo. Contra la supersticin general, aceptada como norma, al principio Jane tuvo mala suerte. Todo sucedi en su cuarta velada y, precisamente, en la ltima apuesta. Hasta entonces haba jugado con prudencia a color o a una de las docenas. Gan algo, pero perdi an ms. Finalmente, se hallaba indecisa, con unas fichas en la mano. Nadie haba jugado an a dos nmeros: el cinco y el seis. Y si apostase a uno de aquellos dos nmeros? A cul de ellos? Al cinco o al seis? Por cul se inclinaba su instinto? Por el cinco, iba a salir el cinco. La bolita daba ya sus vueltas y Jane alarg la mano. No, al seis, apostara al seis. Lo hizo a tiempo. Ella y otro jugador haban apostado a la vez: ella al seis y l al cinco. Rien ne va plus anunci el crupier. La bola dio un ltimo saltito y se detuvo. Numero cinq, rouge, impar, manque. A Jane estuvo a punto de escaprsele una exclamacin de contrariedad. El crupier recogi las apuestas y pag. El jugador que Jane tena ante s pregunt: No recoge usted sus ganancias? Las mas? S. Si yo he apostado al seis! Se equivoca usted. Yo he apostado al seis y usted al cinco. La obsequi con una sonrisa muy atractiva, mostrando unos dientes cuya blancura destacaba en un rostro moreno de ojos azules y pelo corto y crespo. Sin acabar de crerselo, Jane recogi sus ganancias. Sera cierto? Se sinti confundida. Quiz en su atolondramiento haba apostado al cinco. Dirigi una mirada de duda al desconocido, que le correspondi con otra sonrisa. Cuidado le advirti l. Si no recoge pronto sus ganancias, se las llevar cualquier desaprensivo. Es un truco muy viejo. Luego, tras un saludo amistoso, se fue. Aquello tambin demostraba su delicadeza. De otro modo, le hubiera dejado suponer que le ceda sus propias ganancias como pretexto para conocerla. Pero no era de esos hombres, sino un chico encantador. Y ahora lo tena sentado frente a ella. Pero todo haba terminado. Ya no le quedaba dinero. Dos das en

Pars, dos das de desilusin y, ahora, el vuelo de vuelta a casita. Y luego qu? Alto ah, le rebati Jane a su mente. Qu te importa lo que venga despus? Pensar en eso no hara ms que ponerte nerviosa. Las dos mujeres se haban cansado de hablar. Mir hacia el otro lado del pasillo. La seora de cara de porcelana lanz una exclamacin petulante, examinndose una ua rota. Toc el timbre y, al acercarse el camarero con su chaqueta blanca, le orden: Avise a mi doncella. Est en el otro compartimiento. S, seora. El camarero, deferente y solcito, desapareci. Se present al poco una francesita de pelo castao, vestida de negro, llevando un pequeo joyero. Lady Horbury le habl en francs. Treme el neceser rojo de piel, Madeleine. La doncella se dirigi por el pasillo al fondo del avin, donde haba un montn de mantas y maletas y volvi con un neceser rojo. Cicely Horbury lo recogi y despidi a la doncella. Est bien, Madeleine. Djalo aqu. La doncella desapareci. Lady Horbury abri el neceser y, del interior, sac una lima de uas. Luego se observ detenida y pensativamente en un espejito, se pas la brocha de empolvar por el rostro y se retoc los labios. Jane torci los suyos en una mueca despectiva y dirigi su mirada ms all. Detrs de las dos seoras se sentaba el extranjero que haba cedido su asiento a una de ellas. Muy arrebujado en una bufanda innecesaria, pareca dormir profundamente, pero, como si le molestase la mirada de Jane, abri los ojos, la mir un momento y volvi a cerrarlos. A su lado, haba un tipo de rostro autoritario. Sobre sus piernas tena abierto el estuche de una flauta que limpiaba con mucho esmero. A Jane le produjo una impresin cmica, pues ms que msico pareca abogado o mdico. Detrs de ellos se sentaban dos franceses, barbudo uno de ellos y otro ms joven, tal vez su hijo, que hablaban muy excitados y con grandes ademanes. Ante ella solo estaba el joven del jersey azul, a quien, por motivos inexplicables, haba decidido no mirar. Qu ridculos estos nervios! Ni que tuviera diecisiete aos!, pens Jane molesta. Frente a ella, Norman Gale se deca: Es hermosa, realmente hermosa. Y se acuerda de m, seguro. Pareca tan decepcionada cuando recogieron su apuesta, que vala la pena darle el gusto de ganar. Y lo hice bastante bien. Es encantadora cuando sonre. Qu dientes, qu blancura! Diablos! Estoy demasiado excitado. Calma, chico.

Le dijo al camarero, que se inclinaba sobre l con el men: Tomar lengua fra. La condesa de Horbury pensaba: Dios mo! Qu puedo hacer? Estoy hecha una ruina, una ruina, s. No me queda ms que una salida. Si me atreviese... Por qu no? Pero cmo disimular lo que es tan evidente? Tengo los nervios alterados. Esa cocana. Por qu habr tomado yo cocana? Mi cara est espantosa, sencillamente horrorosa. Y esa arpa de Venetia Kerr lo empeora todo con su presencia. Siempre me mira por encima del hombro como a una basura. Pretende a Stephen. Bueno, pues no lo conseguir! Su rostro alargado me descompone. Parece un caballo. Detesto a estas provincianas. Dios mo! Qu podra hacer? He de tomar una decisin. Razn tena aquella bruja. Meti la mano en un lujoso bolso en busca de la pitillera e introdujo un cigarrillo en una larga boquilla. Sus manos temblaban levemente. Maldita zorra!, pensaba Lady Venetia Kerr. Tal vez sea tcnicamente virtuosa, pero es una zorra de pies a cabeza. Pobre Stephen. Si al menos pudiera librarse de ella. A su vez, sac su pitillera y acept un fsforo de Cicely Horbury. El camarero protest inmediatamente: Perdn, seoras: no fumen, por favor. Diablos! exclam Cicely Horbury. Es bonita esa jovencita, pens Hrcules Poirot. En su barbilla hay determinacin. Por qu estar tan preocupada? Por qu est tan decidida a no mirar al joven que tiene delante de ella. Ambos son muy conscientes de su mutua presencia. (El avin cay en un ligero bache.) Mon estomac!, se dijo Hrcules Poirot cerrando los ojos con determinacin. A su lado, el doctor Bryant, acariciaba amorosamente su flauta: No puedo decidirme, sencillamente, no puedo, pensaba. Este es el giro ms decisivo de mi carrera. Nerviosamente sac la flauta del estuche, cuidadosa, cariosamente. La msica... En la msica encontraba alivio a todos los contratiempos. Sonriendo, acerc la flauta a sus labios y luego la devolvi al estuche. A su lado, el hombrecillo de los bigotes dorma profundamente. Por un momento, al cruzar el avin unos baches de aire, le haba visto palidecer. El doctor Bryant se congratul de no marearse por tierra, mar o aire. Monsieur Dupont pre se revolvi agitadamente en su asiento, increpando a monsieur Dupont hijo, que tena a su lado. No cabe la menor duda. Todos estn equivocados: los alemanes, los norteamericanos, los ingleses! Se equivocan en la datacin de la cermica prehistrica. Si observamos la de Samara... Jean Dupont, alto, rubio, con una pose de indolencia, admiti: Hay que obtener todas las pruebas posibles. Ah tienes el Tall el Halaf y el Sakje Geuze... La discusin prosigui.

Armand Dupont abri atropelladamente un maletn muy gastado. Observa estas pipas kurdas, fjate cmo las hacen hoy. Los adornos son casi idnticos a los que se ven en la cermica de cinco mil aos antes de Cristo. Con un elocuente ademn, estuvo a punto de tirar la bandeja que un camarero dejaba delante suyo. El seor Clancy, autor de novelas policacas, se levant de su asiento, situado detrs de Norman Gale, y se dirigi al fondo del avin. All sac un libro del bolsillo de su gabardina y volvi con l para elaborar, por motivos profesionales, una difcil coartada. El seor Ryder, detrs de l, pensaba: Tendr que mantenerme firme hasta el final, pero no ser fcil. No s de dnde voy a sacar el dinero para el prximo dividendo. Si no repartimos dividendos, se va a armar la gorda. Maldita sea! Norman Gale se levant para ir al servicio. Apenas hubo desaparecido, Jane sac un espejito y escrut con ansia su rostro, al que aplic polvos y rouge. Un camarero le sirvi una taza de caf. Jane mir por la ventanilla. A sus pies brillaban las azules aguas del canal de la Mancha. Una avispa zumb en torno a la cabeza del seor Clancy, que se hallaba enfrascado en sus pensamientos y la espant distrado. La avispa se alej para investigar las tazas de los Dupont. El hijo, al darse cuenta, la mat. La placidez reinaba en el avin. Cesaron las charlas, aunque los pensamientos de cada cual siguieron su curso. Al fondo del compartimiento, en el asiento nmero 2, la cabeza de madame Giselle se inclin hacia delante. Se dira que acababa de dormirse. Pero no dorma, ni hablaba, ni pensaba. Madame Giselle haba muerto.

2 UN DESCUBRIMIENTOHenry Mitchell, el ms antiguo de los camareros, iba de un pasajero a otro recogiendo las cuentas. En media hora llegaran a Croydon. Recoga las cuentas y el dinero, se inclinaba y deca: Gracias, seor. Gracias, madam. Con los dos franceses tuvo que esperar un poco, pues estaban muy abstrados en sus discusiones, y no confiaba en recibir una buena propina. Dos de los viajeros dorman: el hombrecillo de los bigotes y la vieja del fondo. Siempre haba recibido de ella buenas propinas en sus frecuentes vuelos y, por lo tanto, se abstuvo de despertarla. El de los bigotes se despert por fin y pag la botellita de soda y las galletitas que haba pedido. Mitchell dej dormir a la pasajera hasta el ltimo momento. Cinco minutos antes de llegar a Croydon se le acerc y se inclin sobre ella. Pardon, madam, su cuenta. Le toc suavemente el hombro. Ella no se despert. Insisti, sacudindola un poco, pero el nico resultado que obtuvo fue un inesperado abatimiento del cuerpo hacia delante. Mitchell se inclin sobre ella, pero se irgui con una palidez cadavrica. Albert Davis, el segundo camarero, coment: No bromees! Te digo la verdad. Mitchell estaba plido y tembloroso. Ests seguro, Henry? Y tan seguro! Por lo menos se trata de un desmayo. Dentro de pocos instantes llegaremos a Croydon. Permanecieron indecisos. Luego, tomaron una decisin. Mitchell volvi al compartimiento de viajeros y, de uno en uno, se dedic a preguntarles en tono confidencial: Perdone, seor, no ser usted mdico, por casualidad? Norman Gale contest: Yo soy odontlogo, pero si puedo hacer algo... y ya se levantaba cuando el doctor Bryant exclam: Soy mdico. Qu ocurre? Hay una seora all, al fondo. No me gusta su aspecto. Bryant acompa al camarero. El hombrecillo de los bigotes les sigui sin que se fijaran en que lo haca. El doctor Bryant se inclin sobre el encogido cuerpo del asiento nmero 2. Era una seora corpulenta, de edad madura, vestida de negro. El examen del doctor fue breve. Est muerta. Qu le parece a usted que ha sucedido? pregunt Mitchell. Un sncope?

No lo puedo decir sin un detenido examen. Cundo la vio usted por ltima vez? Viva, quiero decir. Mitchell reflexion. Estaba perfectamente cuando le serv el caf. Cundo fue? Debe hacer unos tres cuartos de hora aproximadamente. Luego, cuando le present la cuenta, pens que dorma profundamente. Pues har una media hora que ha muerto. La consulta empezaba a despertar el inters general. Los pasajeros se volvan, observaban al grupo y aguzaban el odo. No le parece que puede haber sido un sncope? sugiri Mitchell esperanzado. Se agarraba a esta posibilidad. Su cuada los sufra. Los sncopes para l eran fenmenos domsticos, algo que todo el mundo poda comprender. El doctor Bryant no quera comprometerse y se limit a mover la cabeza con gesto ambiguo. Se volvi al or que alguien deca a su espalda: Tiene una seal en el cuello. Hablaba con humildad, como debe hablarse a un hombre cuya superioridad se reconoce. Cierto confirm el mdico. La cabeza de la mujer se inclinaba hacia un lado y, en el cuello, al lado de la garganta, se vea una punzada insignificante. Perdn dijeron los dos Dupont, unindose al grupo cuando oyeron las ltimas frases de la conversacin. Dicen ustedes que la seora est muerta y que tiene una seal en el cuello? Me permiten una observacin? agreg el hijo Jean. Por aqu volaba una avispa. Yo la mat. Y mostr el insecto que haba en el platillo del caf. No es posible que la seora haya muerto de una picada de avispa? Creo que este insecto puede producir la muerte. Es posible convino Bryant. He visto casos semejantes. S, sera una explicacin admisible, especialmente si la seora sufra una enfermedad cardaca. Puedo hacer alguna cosa, seor? pregunt el camarero. Dentro de unos instantes estaremos en Croydon. Nada, nada rechaz el mdico, apartndose un poco. No podemos hacer nada. El cadver tiene que permanecer donde est. S, seor. Comprendo perfectamente. El doctor Bryant, que se dispona a ocupar su asiento, mir sorprendido al hombrecillo abrigado que permaneca inmvil. Amigo mo, lo mejor ser que vuelva a su asiento. Llegaremos a Croydon inmediatamente. Tiene usted razn, seor aprob el camarero. Y levant la voz. Hagan el favor de sentarse. Pardon exclam el hombrecillo. Aqu hay algo... Algo?

Mais oui, algo que ha pasado desapercibido. Con la punta del zapato, indic el objeto al que aluda. El camarero y el doctor Bryant miraron hacia donde sealaba y distinguieron un objeto amarillo y negro, cubierto casi por completo por el borde de la negra falda. Otra avispa? exclam el mdico sorprendido. Hrcules Poirot se arrodill, sac unas pinzas de su bolsillo y las us con sumo cuidado. S inform levantndose con su presa, es muy parecido a una avispa, pero no lo es! Movi el objeto de un lado a otro para que el doctor y el camarero pudieran verlo bien: un pequeo copo de seda naranja y negra, sujeto a una pa de forma peculiar y punta descolorida. Vlgame Dios! Vlgame Dios! exclam el seor Clancy, que haba dejado su asiento y asomaba ansiosamente la cabeza por encima del hombro del camarero. Es curioso, realmente curioso, lo ms curioso que he visto en mi vida. Por Dios, nunca lo hubiera credo posible! No podra explicarse mejor, seor? pregunt Mitchell. Sabe usted qu es esto? Si s qu es? Pues claro que lo s! exclam el seor Clancy lleno de entusiasmo y de orgullo. Este objeto, seores, es un dardo que ciertas tribus disparan con sus cerbatanas. No puedo asegurar si este pertenece a las tribus del Amazonas o a los nativos de Borneo, pero no hay duda de que es la clase de dardo que se dispara con cerbatana, y tengo firmes sospechas de que la punta... Es el clsico dardo envenenado de los indios amaznicos acab Hrcules Poirot. Y aadi: Mais enfin! Est-ce que c'est possible? Realmente extraordinario afirm el seor Clancy sin salir de su asombrosa excitacin. Es de lo ms extraordinario. Yo soy autor de novelas policacas, pero encontrarme ahora algo as en la vida real... No encontraba las palabras adecuadas. El avin descenda suavemente y todos los que se haban levantado se tambalearon un poco. En su descenso, el aparato describa un amplio crculo sobre el aeropuerto de Croydon.

3 EN CROYDONEl camarero y el mdico dejaron de estar a cargo de la situacin, sustituidos por aquel hombrecillo ridculo envuelto en una bufanda. Hablaba con tanta autoridad y con tal convencimiento de que se le obedecera, que nadie se atrevi a discutrselo. Dijo algo al odo de Mitchell y este asinti con la cabeza. Abrindose paso entre los viajeros, fue a situarse ante los lavabos, en el pasillo de acceso a la parte delantera del aparato. El avin corra ya por la superficie de la pista y, cuando por fin se detuvo, Mitchell exclam en voz muy alta: He de rogarles, seoras y caballeros, que no abandonen el aparato y que permanezcan sentados hasta que las autoridades se hagan cargo de la situacin. Confo en que no se les retenga mucho tiempo. Casi todos aceptaron esta orden, que pareca razonable. Solo protest airadamente una persona, lady Horbury: Tonteras! Sabe usted quin soy? Insisto en que se me permita salir al momento. Lo siento mucho, seora. No puedo hacer excepciones. Pero esto es ridculo, completamente ridculo protest Cicely dando pataditas de enojo. Me quejar a la compaa. Es una infamia que nos tengan aqu encerrados con un cadver. Realmente, querida interrumpi Venetia Kerr con el tono de voz propio de una persona educada, es muy desagradable, pero creo que tendremos que resignarnos. Se sent y sac un cigarrillo, diciendo: Puedo fumar ahora, caballeros? El acosado Mitchell respondi: No creo que eso importe ya, seorita. Volvi la cabeza para observar a Davis, que diriga el desembarco de los viajeros del compartimiento delantero por la puerta de emergencia, y luego fue en busca de instrucciones. La espera no fue larga, pero a los viajeros les pareci que haba durado ms de media hora hasta el momento en que un caballero, tras cruzar la pista con paso marcial y acompaado de un polica uniformado, subi al avin por el acceso que Mitchell le franque. Vamos a ver empez el recin llegado en tono autoritario, qu ha sucedido aqu? Escuch a Mitchell y al doctor Bryant y, tras dedicar a la difunta una rpida mirada y de dar una orden al agente, se dirigi a los viajeros: Harn el favor de seguirme, seoras y caballeros? Les precedi en la salida del avin y al cruzar la pista hasta las instalaciones centrales, aunque no les llev a la usual sala de la aduana, sino a un saln privado. Confo en no retenerlos por ms tiempo que el absolutamente necesario.

Oiga, inspector protest el seor James Ryder, tengo en Londres una cita de negocios muy urgente. Lo siento, seor. Yo soy lady Horbury y me parece una ofensa imperdonable que se me retenga de esta manera! Lo siento en el alma, lady Horbury, pero comprender usted que se trata de algo muy serio. Parece un caso de asesinato. Un dardo envenenado de los indios amaznicos murmur el seor Clancy, delirante de alegra. El inspector le dirigi una mirada suspicaz. El arquelogo francs habl atropelladamente en su lengua, y el inspector le replic serena y lentamente en el mismo idioma. Todo esto resulta realmente fastidioso coment Venetia Kerr, pero supongo que usted ha de cumplir con su obligacin, seor inspector. Muchas gracias, seora replic este agradecido, y prosigui, dirigindose a todos en general: Tengan ustedes la bondad de aguardar aqu. Quisiera charlar unos instantes con el doctor... el doctor...? Bryant, para servirle. Gracias. Venga conmigo, doctor. Puedo asistir a su entrevista? pregunt el hombrecillo de los bigotes. El inspector se volvi hacia l con gesto avinagrado, pero su actitud cambi al momento. Perdone, monsieur Poirot. Va usted tan abrigado, que no le haba reconocido. Venga, no faltara ms. Abri la puerta para permitir el paso a los seores Bryant y Poirot, seguidos de las miradas suspicaces de los dems pasajeros. Por qu permite salir a este tipo y a nosotros nos retienen aqu? exclam Cicely Horbury. Venetia Kerr se sent resignadamente en un banco. Probablemente es de la polica francesa o un agente de aduanas secreto coment. Encendi un cigarrillo. Norman Gale abord con cierta timidez a Jane: Creo que la vi a usted en Le Pinet. Estuve all. Un lugar muy agradable coment Norman Gale. A m me entusiasman los pinos. S. Huelen tan bien! Guardaron silencio largo rato, sin saber qu ms aadir. Por fin, Gale se arriesg: Yo... yo la reconoc al momento. Jane se mostr sorprendida. De veras? Cree usted que esa pobre mujer ha sido asesinada?

Supongo que s admiti Jane. Y aunque resulte emocionante, no deja de ser muy desagradable aadi estremecindose. Norman Gale se le acerc en actitud protectora. Los Dupont charlaban en francs. El seor Ryder haca nmeros en una libreta de bolsillo y, de vez en cuando, consultaba la hora. Cicely Horbury daba pataditas de impaciencia en el suelo y encendi un cigarrillo con mano temblorosa. Contra la puerta se apoyaba un polica enorme, con un uniforme azul impecable, que observaba a todos con mirada impasible. Mientras, en el despacho contiguo, el inspector Japp hablaba con el doctor Bryant y Hrcules Poirot. Tiene usted el don de aparecer en los lugares ms inesperados, monsieur Poirot. No queda el aeropuerto de Croydon un tanto fuera de su competencia, amigo mo? Ah! Estaba esperando cazar un pjaro de cuidado en un asunto de contrabando. Ha sido una casualidad que me hallara en este lugar. Hace aos que no me las vea con un caso tan sorprendente. Vamos a ver si ponemos algo en claro. Ante todo, doctor, le agradecera que me diese su nombre y sus seas. Roger James Bryant, especialista en enfermedades de odo y garganta. Mi direccin es el 329 de Harley Street. Sentado junto a una mesita, un impasible agente anotaba las respuestas. Desde luego, el cadver lo examinar nuestro forense dijo Japp, pero le necesitaremos a usted en la encuesta judicial, doctor. Perfectamente. Puede darnos una idea de la hora en que muri? La mujer debi morir por lo menos media hora antes de examinarla yo. Lo hice unos cinco minutos antes de llegar a Croydon. No puedo fijar su muerte con ms exactitud, pero el camarero dice que haba hablado con ella una hora antes. Bueno, eso ya estrecha el perodo a todos los efectos prcticos. Me permite que le pregunte si observ algo sospechoso? El doctor mene la cabeza. Yo estaba durmiendo! exclam Poirot con amargura. Me descompongo casi tanto en el aire como en el mar. Por eso me abrigo bien y procuro dormir. Tiene alguna idea sobre la causa que produjo la muerte, doctor? No me gustara tener que opinar en este momento. Es un caso de autopsia. Japp asinti, comprensivo. Bien, doctor, no creo que haga falta retenerlo por ms tiempo. Temo que ms tarde habr que molestarlo para ciertas formalidades, como a todos los viajeros. No podemos hacer excepciones. El doctor Bryant sonri. Preferira que se cerciorase usted de que no llevo cerbatanas u

otras armas mortales. Rogers se encargar de eso contest Japp, haciendo una indicacin a su subordinado. Y a propsito, doctor, tiene alguna idea de lo que podra haber aqu? E indic el dardo descolorido, colocado en una cajita sobre la mesa. El doctor mene la cabeza. Es difcil saberlo sin un previo anlisis. El curare es un veneno que suelen emplear los indgenas, segn creo. Cree que puede haber sido utilizado en este caso? Es un veneno muy fuerte y de efectos rpidos. Pero no es fcil de obtener, verdad? No es fcil para un profano. Entonces, tendremos que registrarle a usted con sumo cuidado advirti Japp, que se complaca siempre con sus salidas. Rogers! Mdico y agente salieron juntos. Japp ech hacia atrs la silla para mirar inquisitivamente a Poirot. Extrao caso! Demasiado sensacional para ser real. Quiero decir que eso de las cerbatanas y las flechas envenenadas en un avin es un insulto a la inteligencia. Amigo mo, esa es una observacin muy profunda coment Poirot. Un par de hombres estn registrando ahora el avin. He conseguido un fotgrafo y un perito en huellas dactilares. Creo que ahora tendramos que interrogar a los camareros. Dirigindose a la puerta, dio una orden. Los dos camareros entraron. El ms joven haba recobrado la normalidad y solo se mostraba algo excitado. El otro todava se vea plido y tembloroso. Hola, muchachos los salud Japp. Sintense. Tienen los pasaportes? Bien. Los examin rpidamente. Ah! Aqu lo tenemos. Marie Morisot. Pasaporte francs. Saben algo de ella? La haba visto antes. Cruzaba el Canal con frecuencia explic Mitchell. Ah! Seguramente por negocios. No sabe usted a qu se dedicaba? Mitchell mene la cabeza. Yo tambin la recuerdo coment el camarero ms joven. Sola verla en el vuelo que sale a las ocho de Pars. Quin de ustedes la vio por ltima vez viva? l apunt el joven, indicando a su compaero. Es cierto admiti Mitchell. Cuando le serv el caf. Qu aspecto tena? No me fij. Le tend el azcar y le ofrec leche, pero la rehus. Qu hora era? No lo s exactamente. Volbamos entonces sobre el Canal. Sera poco ms o menos sobre las dos. Ms o menos confirm Albert Davis, el otro camarero.

Cundo la volvi a ver? Cuando recog las cuentas. A qu hora? Un cuarto de hora ms tarde. Imagin que dorma. Caramba! Ya deba de estar muerta! En la voz del camarero vibr el horror. No vio usted esto? pregunt Japp, indicando el dardo que poda confundirse con una avispa. No, seor, no me fij. Qu me dice usted, Davis? La ltima vez que la vi fue cuando serv las galletas para el queso. Estaba muy bien entonces. Qu sistema siguen para servir las comidas? pregunt Poirot. Se cuida cada uno de ustedes de un compartimiento? No, seor, lo hacemos los dos juntos. La sopa, luego la carne, la verdura y las ensaladas, despus los postres; por este orden. Generalmente servimos primero al compartimiento posterior y luego pasamos con nuevas fuentes al compartimiento delantero. Poirot asinti. En el avin, habl la seora Morisot con alguien, o dio muestras de reconocer a alguien? pregunt Japp. No me fij, seor. Y usted, Davis? Tampoco, seor. Dej ella su asiento durante el viaje? No lo creo, seor. Ninguno de ustedes puede aadir algo que arroje alguna luz sobre este caso? Los dos hombres, tras meditar unos instantes, lo negaron con sendos movimientos de la cabeza. Bien, ya basta por ahora. Luego volveremos a vernos. Henry Mitchell coment lacnico: Es un caso muy molesto, seor. No me gusta nada, teniendo en cuenta que yo era el responsable. Bien, no creo que pueda considerarse culpable en modo alguno reconoci Japp, pero admito que es un suceso enojoso. E hizo un ademn de despedida. Poirot se adelant. Permtame una pregunta. Hable usted, monsieur Poirot. Vieron ustedes volar una avispa por el avin? Los dos menearon la cabeza. Que yo sepa, no haba ninguna avispa seal Mitchell. Haba una avispa asegur Poirot. La vimos muerta en uno de los platos de los viajeros. Pues yo no la vi, seor rechaz Mitchell. Yo tampoco corrobor Davis. No importa.

Los camareros salieron de la habitacin y Japp examin los pasaportes. Veo que viajaba tambin una condesa. Debe de ser esa seora que se ha mostrado tan impaciente. Ser mejor que la entrevistemos la primera, antes de que se salga de sus casillas y presente una interpelacin a la Cmara de los Lores por los brutales mtodos que usa la polica. Supongo que querr usted registrar cuidadosamente las maletas y el equipaje de mano de los pasajeros del compartimiento posterior del avin. Japp pestae alegremente. Pues claro, qu imaginaba, monsieur Poirot? Tenemos que encontrar esa cerbatana, si realmente existe y no estamos soando! A m todo esto me parece una pesadilla. No se habr vuelto loco ese tipo escritor y se le ha ocurrido realizar uno de sus crmenes personalmente, en vez de ponerlo en el papel? Eso del dardo envenenado parece cosa suya. Poirot mene la cabeza dubitativamente. S continu Japp, todo el mundo tendr que ser registrado, aunque se enfaden. Hemos de revisar todos los maletines y bolsos de mano, desde luego. Habra que hacer una relacin minuciosa propuso Poirot, una relacin de los objetos que se hallen en poder de cada uno de los viajeros. Japp le dirigi una mirada de curiosidad. Podemos hacer eso, ya que usted lo sugiere, monsieur Poirot, pero no acabo de ver adonde quiere ir a parar. Ya sabemos lo que buscamos. Usted tal vez lo sepa, mon ami, pero yo no estoy tan seguro. Busco algo, pero no s exactamente el qu. Otra vez con las mismas, monsieur Poirot! Siempre le ha gustado complicar un poco las cosas, no? Vamos a ver qu dice su seora antes de que quiera sacarme los ojos. Pero lady Horbury dio muestras de una calma inesperada. Acept una silla y contest las preguntas de Japp sin la menor vacilacin. Se present como la esposa del conde de Horbury y dio sus seas en Horbury Chase, Sussex, y en el 315 de Grosvenor Square, Londres. Volva a Londres desde Le Pinet y Pars. La difunta le era totalmente desconocida. Durante el viaje no haba visto nada notable. En todo caso, iba sentada mirando en direccin opuesta, hacia la parte delantera del aparato, de modo que no poda haber visto nada de lo que ocurra detrs. No haba abandonado su asiento en todo el viaje. No recordaba haber visto entrar a nadie en el compartimiento ms que a los camareros. No hubiese podido asegurarlo, pero crea recordar que dos caballeros haban utilizado los servicios, aunque no estaba segura. No observ que nadie llevase nada parecido a una cerbatana.

No respondiendo a la pregunta de Poirot, no vi ninguna avispa en el avin. La declaracin de la seorita Kerr fue muy semejante a la de su amiga. Se llamaba Venetia Anne Kerr y viva en Little Paddocks, Horbury, Sussex. Regresaba del sur de Francia. No recordaba haber visto nunca a la vctima ni haba notado nada durante el viaje. S, haba visto que algunos pasajeros del compartimiento posterior ahuyentaban a una avispa. Crea recordar que uno de ellos la haba matado. Esto fue poco despus de que hubieran servido el almuerzo. La seorita Kerr sali. Parece que le interesa a usted mucho esa avispa, monsieur Poirot. No es tan interesante como sugerente, verdad? Si quiere usted saber mi opinin Japp cambi de tema, esos dos franceses son los que estn complicados en esto! Eran los ms prximos a la seora Morisot, justo al otro lado del pasillo. Parecen unos descamisados. Y sus gastadas maletas llevan enganchadas muchsimas etiquetas extranjeras. No me sorprendera que hubiesen estado en Borneo o en Amrica del Sur. No tenemos idea del motivo, claro est, pero nos lo averiguarn en Pars. Tendremos que pedir la colaboracin de la Sret. Este asunto es ms suyo que nuestro. Pero si quiere saber usted mi opinin, esos dos pjaros son nuestros nombres. Los ojos de Poirot brillaron ligeramente. Eso que usted dice es posible, pero se equivoca en un punto, amigo mo. Esos dos seores no son rufianes ni asesinos, como usted quiere dar a entender. Son, por el contrario, dos arquelogos muy distinguidos y doctos precisamente. Me est tomando el pelo? En absoluto. Conozco su reputacin. Son los Dupont, padre e hijo, que han vuelto hace poco de dirigir unas importantes excavaciones en Irn, no lejos de Susa. Venga ya! Japp le arrebat uno de los pasaportes. Tiene razn, monsieur Poirot. Pero convendr usted conmigo en que no parecen gran cosa. Los personajes ms clebres de este mundo rara vez lo parecen. Si incluso a m, moi, qui vous parle, me han tomado por un peluquero! No me diga exclam Japp con una sonrisa. Bueno, veamos a esos distinguidos arquelogos. Monsieur Dupont pre declar que la difunta le era totalmente desconocida. No se haba fijado en nada de lo que pasaba durante el viaje porque estuvo comentando con su hijo un tema apasionante. No se ausent para nada de su asiento. Efectivamente, despus del almuerzo los importun una avispa. Su hijo la mat. Jean Dupont confirm esta declaracin. No observ nada de lo que pas en el avin. Le molestaba la avispa y la mat. Que cul era el tema que comentaban con su padre? La cermica prehistrica de

Oriente Prximo. El seor Clancy, que entr a continuacin, pas un rato muy desagradable. Desde el punto de vista del inspector Japp, el novelista saba demasiado sobre cerbatanas y flechas envenenadas. Ha tenido usted una cerbatana alguna vez? Bien... yo... bueno, pues s. El inspector Japp se concentr en aquel punto. Vaya! El seor Clancy dio muestras de una leve agitacin. No vaya a malinterpretarlo. Mis intenciones eran de lo ms inocentes. Puedo explicrselo. S, seor. Tal vez ser mejor que me lo explique. Pues, mire usted: me hallaba escribiendo una novela en que se cometa un crimen por ese procedimiento. Vaya! De nuevo aquel tono amenazador. El seor Clancy aadi precipitadamente: Todo era cuestin de huellas dactilares. Supongo que me entiende. Haca falta una ilustracin que pusiera en claro este punto. Quiero decir las huellas y su posicin sobre la cerbatana. Tiene que comprenderlo. Vi uno de esos objetos, fue en Charing Cross, har un par de aos. As que compr la cerbatana y un amigo la dibuj con las huellas dactilares para ilustrar mi punto de vista. Puedo remitirle a mi libro El caso del ptalo escarlata; y tambin darle las seas de mi amigo. Guarda usted la cerbatana? S, s, creo que la guard. Dnde la tiene? Bueno, supongo que debo tenerla en alguna parte. Qu quiere decir usted con eso de alguna parte? Que no s concretamente dnde estar. No soy muy ordenado. No la llevar usted encima por casualidad? Nada de eso. Hace ms de seis meses que no he visto ese objeto. El inspector Japp le dirigi una mirada suspicaz antes de seguir con el interrogatorio: Abandon su asiento en el avin? No, ciertamente que no, al menos... bueno, s, lo dej. Ah, s? Y para ir adonde? A buscar la gua de ferrocarriles Bradshaw que llevaba en el bolsillo de mi gabardina, que se hallaba entre un montn de maletas y mantas, junto a la entrada posterior del avin. As pues, pasara usted cerca de la difunta. No... al menos... bueno, s, deb de pasar. Pero fue mucho antes de que sucediese. Creo que solo haba tomado la sopa. Al formularle nuevas preguntas, obtuvieron respuestas negativas. El seor Clancy no haba notado nada sospechoso, ocupado como estaba en perfeccionar una coartada a travs de Europa.

Una coartada, eh? observ el inspector siniestramente. Poirot intervino interesndose por lo de las avispas. S, el seor Clancy haba visto una avispa que le atac. Tena miedo de las avispas. Cundo? Poco despus de haberle servido el camarero el caf. La espant y el insecto se alej. Tras tomarle los datos, se le permiti marchar, cosa que hizo con muestras de gran alivio. A m me parece sospechoso coment Japp. Posee uno de esos objetos, y fjese en su actitud: parece hecho polvo. Eso se debe a la severidad oficial que ha usado usted en el interrogatorio, mi buen Japp. Nadie tiene nada que temer si dice la verdad sentenci el hombre de Scotland Yard lacnico. Poirot lo contempl con cierta lstima. En realidad, me parece que cree usted eso sinceramente. Por qu no he de creerlo, si es cierto? Pero veamos qu nos dice ese Norman Gale. Norman Gale dio sus seas de la Shepherd Avenue, nmero 14, Muswell Hill. Era odontlogo de profesin. Volva de unas vacaciones pasadas en Le Pinet, en la Costa Azul francesa. Se haba detenido un da en Pars para examinar nuevos modelos de instrumental profesional. Nunca antes haba visto a la difunta, ni not nada sospechoso durante el viaje. En todo caso, estaba de espaldas a su asiento, de cara hacia la parte delantera del avin. Solo abandon un momento su asiento para ir al servicio. Volvi enseguida a su sitio y no se acerc para nada a la parte trasera del avin. No vio ninguna avispa. Despus de l declar James Ryder, un tanto nervioso y brusco. Regresaba de una visita de negocios en Pars. No conoca a la difunta. S, ocup el asiento inmediato delante de ella, pero no poda verla sin levantarse y asomar la cabeza por encima del respaldo. No haba odo nada, ni grito ni exclamacin alguna. Nadie se haba acercado a aquella parte del aparato ms que los camareros. S, los dos franceses ocupaban asientos vecinos al suyo, al otro lado del pasillo. Estuvieron charlando durante todo el viaje. El ms joven mat una avispa poco despus de terminar el almuerzo. No, no se haba fijado antes en el insecto. No tena la menor idea de lo que era una cerbatana. Nunca haba visto ese artilugio, por lo que no poda asegurar haberlo visto durante el viaje. En aquel punto de la declaracin, llamaron a la puerta. Un agente entr con un gesto triunfal. El sargento acaba de encontrar esto, seor. Ha pensado que le gustara verlo enseguida. Deposit el objeto sobre la mesa y lo liber con mucho cuidado del pauelo con que estaba envuelto. No hay huellas dactilares, seor, segn dice el sargento, pero me ha pedido que tuviera usted mucho cuidado.

El objeto destapado result ser indudablemente una cerbatana de manufactura indgena. Japp contuvo el aliento. Dios mo! Entonces ser cierto? A fe ma que no lo crea posible! El seor Ryder estir el cuello para ver el objeto. Esto es lo que usan los nativos de Amrica del Sur? He ledo alguna cosa al respecto, pero nunca haba visto ninguna. Bueno, ahora puedo contestar a su pregunta. Jams vi a nadie manejar nada semejante. Dnde la encontr? pregunt Japp con vivo inters. Oculto debajo de los cojines de un asiento, seor. Qu asiento? El nmero nueve. Muy divertido coment Poirot. Japp se volvi hacia l. Qu es lo que le parece tan divertido? Pues que el nmero nueve era mi asiento precisamente. Hombre, qu casualidad que sea el suyo! coment el seor Ryder. Japp frunci el ceo. Gracias, seor Ryder, esto es todo. Cuando Ryder hubo desaparecido, se volvi a Poirot con una sonrisa. As que fue usted, viejo buitre? Mon ami contest Poirot con toda dignidad, cuando cometa un asesinato, no lo har con una de esos dardos envenenados de los indios americanos. Es algo demasiado elemental concedi Japp, aunque parece haber funcionado. Eso es lo que me desconcierta. Cualquiera que haya sido, ha debido de correr el ms increble de los riesgos. Dios! Sin duda se trata de un loco de atar. A quin nos falta preguntar? Solo queda una muchacha. Oigmosla y acabemos de una vez. Jane Grey. Parece el ttulo de una novela rosa. Es una joven muy bonita admiti Poirot resueltamente. De veras, viejo zorro? De modo que no ha pasado usted el vuelo durmiendo todo el tiempo, verdad? Es muy bonita y estaba algo nerviosa dijo Poirot. Nerviosa, eh? repiti Japp alerta. Por Dios, amigo mo! Cuando una muchacha est nerviosa suele significar que anda cerca un muchacho, no un crimen. Bueno, bueno, supongo que tiene usted razn. Aqu est. Jane contest a las preguntas que se le hicieron con bastante claridad. Se llamaba Jane Grey y estaba empleada en el establecimiento de peluquera para seoras de monsieur Antoine, en Bruton Street. Su domicilio era el 10 de Harrogate Street, N.W.5. Volva a Londres desde Le Pinet. Le Pinet, hum!

Nuevas preguntas le llevaron a contar la historia del billete de lotera. Esas loteras de Irlanda deberan declararse ilegales gru Japp. Yo creo que son maravillosas afirm Jane. No ha apostado usted nunca media corona a un caballo? Japp enrojeci muy confuso. Sigui el interrogatorio. Jane neg haber visto durante el vuelo la cerbatana que le mostraban ahora. No conoca a la difunta, pero se haba fijado en ella en Le Bourget. Por qu se fij especialmente en ella? Porque era muy fea contest Jane con toda sinceridad. Como no le sacaron nada que valiese la pena, dejaron que se fuera. Japp se ensimism contemplando la cerbatana. Esto puede conmigo profiri. Este caso es una intrincada novela policaca llevada a la realidad. Vamos a ver: a quin debemos buscar ahora? A un viajero que proceda del mismo lugar que este chisme? Y de dnde procede esto exactamente? Habra que ser un experto. Lo mismo puede ser malayo que sudamericano o africano. Si tuviramos que deducir su origen, tendra toda la razn indic Poirot. Pero si se fija usted bien, amigo mo, ver un pedacito de papel casi microscpico adherido a la boquilla. A m me parece que son los restos de una etiqueta. Me figuro que este chisme habr llegado de las selvas a una tienda de objetos raros. Tal vez este detalle facilite la investigacin. Permtame una sola pregunta. Adelante. Piensa usted mandar hacer esa relacin detallada de las pertenencias de cada pasajero? Ya no lo considero tan necesario, pero puede hacerse de todos modos. Tiene usted mucho inters en conseguirla? Mais oui. Estoy confundido, muy confundido. Si hallase algo que me ayudase... Japp no escuchaba. Estaba examinando el papel adherido a la cerbatana. Clancy confes que haba comprado una cerbatana. Esos autores de novelas policacas ridiculizan siempre a la polica y sus procedimientos. Si yo dijese a mis superiores lo que ellos ponen en boca de los inspectores, me vera expulsado inmediatamente del cuerpo sin contemplaciones. Esos escritores son unos ignorantes! Y nuestro caso parece uno de esos asesinatos estpidos que se inventan esos chupatintas creyendo que sern capaces de burlar a la polica.

4 LA ENCUESTA JUDICIALLa encuesta judicial sobre la muerte de Marie Morisot se celebr cuatro das despus. El mtodo empleado para el asesinato, tan sensacionalista, despert el inters del pblico y la sala del tribunal se hallaba atestada. En primer lugar se llam a declarar a un francs alto y maduro, de barba gris, monsieur Alexander Thibault. Habl en ingls, lento y preciso, con un ligero acento, aunque dominando los giros idiomticos. Despus de pedirle su nombre y sus seas, el juez de primera instancia le pregunt: Vio el cadver de la vctima. La reconoci usted? S, seor. Era una buena clienta ma: Marie Anglique Morisot. Ese es el nombre que figura en el pasaporte de la difunta. Se le conoca con algn otro nombre? S, seor, con el de madame Giselle. Se produjo en el auditorio un rumor sordo. Los periodistas trabajaban frenticamente con sus lpices. El juez prosigui: Puede usted decirnos con mayor precisin quin era madame Morisot o madame Giselle? Madame Giselle, para llamarla con el nombre que usaba en el mundo de los negocios, era una de las ms conocidas prestamistas de Pars. Desde dnde diriga su negocio? Desde la rue Joliette, nmero 3, que era tambin su domicilio. Creo que haca frecuentes viajes a Inglaterra. Extenda hasta este pas sus relaciones comerciales? S, seor. Tena muchos clientes ingleses. Era muy conocida entre cierto sector de la sociedad inglesa. Cmo definira usted con exactitud ese sector de la sociedad inglesa? Su clientela estaba compuesta en su mayor parte de aristcratas y profesionales liberales, personas a quienes interesaba mucho que mantuviera sus asuntos en la mayor discrecin. Tena fama de ser discreta? Extremadamente discreta. Me permite preguntarle si tena usted un ntimo conocimiento de las transacciones en que consistan sus negocios? No. Mi relacin con ella era puramente profesional, pero madame Giselle era una mujer de negocios de primera clase, capaz de atender por s sola a sus asuntos con la mayor competencia. Todo lo diriga ella personalmente. Si me permite, aadir que era una mujer con un carcter muy original y un personaje muy conocido por el pblico. Sabe usted si era rica cuando ocurri su muerte?

Extraordinariamente rica. Sabe si tena enemigos? Que yo sepa, no. Monsieur Thibault fue a sentarse y llamaron a Henry Mitchell. Se llama usted Henry Charles Mitchell y reside en Wandsworth, en el 11 de Shoeblack Lane? S, seor. Est usted empleado en la compaa Universal Airlines Ltd.? S, seor. Es usted el ms antiguo de los dos camareros del avin Prometheus? S, seor. El pasado martes, da dieciocho, estaba usted de servicio en el Prometheus durante el vuelo del medioda de Pars a Croydon, el vuelo que tom tambin la vctima. Haba visto usted antes a la difunta? S, seor. Seis meses antes yo haca el vuelo de las ocho cuarenta y cinco, y la vi en l dos o tres veces. Saba usted su nombre? Deba de figurar en la lista, seor, pero, a decir verdad, no me fij de un modo especial. Ha odo usted alguna vez el nombre de madame Giselle? No, seor. Haga el favor de contarnos a su modo lo que ocurri el pasado martes. Despus de servir el almuerzo, repart las cuentas. Cre que la difunta estaba durmiendo y decid no despertarla hasta que faltaran cinco minutos para llegar. Pero entonces descubr que haba muerto o que estaba gravemente enferma. Averig que llevbamos a bordo un mdico y l me dijo... El doctor Bryant declarar a continuacin. Tenga la bondad de examinar esto. Mitchell cogi cautelosamente la cerbatana que le alargaba. Haba visto usted eso alguna vez? No, seor. Est seguro de no haberlo visto en manos de algn pasajero? Seguro. Albert Davis. El ms joven de los camareros se acerc al estrado. Es usted Albert Davis, con domicilio en Croydon, el 23 de Barcome Street y est empleado en la Universal Airlines, Ltd.? S, seor. Estaba usted de servicio en el Prometheus como segundo camarero el pasado martes? S, seor. Cmo se enter usted de la tragedia? El seor Mitchell me explic su temor de que le hubiese ocurrido

algo grave a uno de los pasajeros. Haba visto usted esto antes? La cerbatana pas a manos de Davis. No, seor. No la vio usted en manos de algn pasajero? No, seor. Observ usted algo que pueda arrojar alguna luz sobre este asunto? No, seor. Est bien, puede usted retirarse. Doctor Roger Bryant. El doctor Bryant dio su nombre y direccin y se present a s mismo como especialista en enfermedades de garganta y odo. Puede usted, a su modo, contarnos lo que sucedi exactamente el pasado martes da dieciocho? Poco antes de llegar a Croydon, se me acerc el camarero y me pregunt si era mdico. Al contestarle afirmativamente, me dijo que una de las viajeras se hallaba indispuesta. Al ir a reconocerla, vi que la mujer en cuestin se hallaba cada en su asiento. Llevaba muerta algn tiempo. Cunto tiempo en su opinin, doctor Bryant? Dira que ms de media hora. Yo pondra entre media hora y una hora. Hizo usted alguna conjetura sobre la causa de su muerte? No. Hubiera sido imposible sin un detenido examen. Pero vio usted un pequeo pinchazo en el cuello? S, seor. Gracias, puede retirarse. Doctor James Whistler. El doctor Whistler era un hombre flacucho y menudo. Es usted el mdico forense de este distrito? S, seor. Tiene la bondad de declarar lo que crea pertinente? El martes, da dieciocho, poco despus de las tres, me llamaron del aeropuerto de Croydon, donde me mostraron el cadver de una mujer de mediana edad postrado en uno de los asientos del avin Prometheus. Su muerte haba ocurrido, segn mis clculos, una hora antes aproximadamente. Observ que tena una punzada a un lado del cuello, precisamente en la yugular. Aquella seal poda haber sido causada por el aguijn de una avispa o por la incisin de un dardo igual al que me mostraron. Orden el traslad del cadver al depsito, donde le hice un detenido examen. A qu conclusin lleg usted? Llegu a la conclusin de que la muerte se debi a la introduccin de una violenta toxina en la sangre. La muerte se produjo por una parlisis aguda del corazn y debi de ser prcticamente instantnea. Puede decirnos qu clase de toxina era? Una toxina que hasta entonces me era desconocida.

Los periodistas, que escuchaban atentamente, apuntaron: Veneno desconocido. Gracias, puede retirarse. El seor Winterspoon! El seor Winterspoon era un hombre alto, de rostro bondadoso. Pareca un buen tipo, aunque algo bobo. Caus inesperada sorpresa conocer que era el director del Laboratorio Oficial de Anlisis y una autoridad en venenos raros. El juez le alarg el dardo fatal y le pregunt si lo reconoca. S contest el seor Winterspoon. Me lo mandaron para su anlisis. Quiere decirnos el resultado del anlisis? Con mucho gusto. En mi opinin, la punta fue untada tiempo atrs con una preparacin de curare. Y este es el tipo de flecha envenenada que usan algunas tribus. Los periodistas anotaban todo aquello embelesados. Cree usted, pues, que la muerte se produjo por el curare? Oh, no! No quedaban ms que vestigios insignificantes del veneno original. Segn mi anlisis, la punta estaba impregnada con veneno de la Dispholidus typus, una serpiente conocida vulgarmente como boomslang o serpiente de rbol. Boomslang? Qu es esto? Una serpiente del sur de frica, una de las ms venenosas que existen. Sus efectos en las personas no son conocidos, pero si queremos tener una idea de su intensa virulencia, bastar con decir que se inyect el veneno a una hiena y esta muri antes de que se pudiera retirar la aguja hipodrmica. Un chacal muri como alcanzado por un disparo. El veneno produce una hemorragia aguda bajo la piel y ataca el corazn, paralizando su funcionamiento. Los periodistas escribieron: Crimen sensacional. Veneno de serpiente administrado en pleno vuelo. De efectos ms mortferos que el de la cobra. Sabe usted si se ha usado ese veneno en otro caso de envenenamiento intencionado? Nunca. Eso es lo ms interesante. Gracias, seor Winterspoon. El sargento de polica Wilson declar sobre el hallazgo de la cerbatana debajo de uno de los cojines de un asiento. No haba huellas dactilares. Se haban realizado experimentos con la flecha y el artilugio, comprobando que poda ser arrojada con eficacia hasta una distancia de unos diez metros. Monsieur Hrcules Poirot! Se produjo una ligera agitacin, aunque la declaracin de monsieur Poirot fue muy comedida. No haba observado nada extraordinario. l fue quien encontr la diminuta flecha en el piso del avin. El lugar en que se hall pareca indicar que pudo desprenderse del cuello de la mujer difunta. Condesa de Horbury!

Un reportero escribi: La esposa de un noble de Inglaterra presta declaracin en el misterioso crimen areo. Otro anot: ... en el misterio del veneno viperino. Entre los que escriban para la prensa del corazn, uno relat: Lady Horbury llevaba uno de esos sombreritos de estudiante que se han puesto de moda. Y otro: Lady Horbury, que es una de las ms elegantes damas de nuestra ciudad, vesta de negro con uno de esos sombreritos de colegiala. Y otro ms: Lady Horbury, de soltera seorita Cicely Brand, vesta de negro, muy elegante, con uno de esos nuevos sombreritos.... Todos destacaban la elegancia y hermosura de la joven dama, cuya declaracin fue de las ms breves. No haba observado nada y nunca haba visto a la difunta. Venetia Kerr, que declar despus, aport menos emocin an. Los infatigables proveedores de las revistas del corazn afirmaron: La hija de lord Cottesmore llevaba una chaqueta de magnfico corte y una falda a la ltima moda. Y como ttulo, la frase: Damas de la buena sociedad prestan declaracin. James Ryder! Es usted James Bell Ryder y vive en el 17 de Blainberry Avenue, N.W.? S, seor. Cul es su profesin? Soy director gerente de Ellis Vale Cement Co. Tiene la bondad de examinar esta cerbatana? La haba visto antes? No. Durante el vuelo en el Prometheus, no vio usted este objeto en manos de alguna persona? No. Ocupaba el nmero 4, delante de la vctima? Y qu pasa si as fuera? Haga el favor de no adoptar ese tono conmigo. Ocupaba usted el nmero 4. Desde su asiento poda usted ver casi todo lo que suceda en el compartimiento. No, seor. No poda ver nada, porque los respaldos son muy altos. Pero si alguien se levantara y se colocara en el pasillo en condiciones de poder disparar una cerbatana contra la interfecta, lo habra visto usted? Ciertamente. Y no vio usted tal cosa? No. Vio usted levantarse a alguno de los pasajeros que ocupaban asientos delante de usted? S, un pasajero que se sentaba dos filas ante m, que fue a los servicios. Alejndose de usted y de la difunta?

S. No se acerc para nada a la cola del avin? No, volvi a su asiento directamente. Llevaba algo en la mano? Nada. Est seguro? Completamente. No abandon su asiento nadie ms? El individuo que estaba delante de m. Pas por mi lado y se dirigi a la cola. Protesto! terci el seor Clancy, levantndose del asiento que ocupaba. Eso fue antes, mucho antes, a la una! Haga el favor de sentarse orden el juez. Luego podr hablar. Siga usted, seor Ryder. Not usted si ese caballero llevaba algo en la mano? Creo que llevaba una estilogrfica. Y cuando volvi, sujetaba un libro de color naranja. Y esa fue la nica persona que cruz el avin hacia la cola? Usted no se levant? S. Fui al servicio, pero no llevaba ninguna cerbatana en las manos. Adopta usted un tono poco apropiado. Sintese. El seor Norman Gale, dentista, prest declaracin en sentido negativo. Luego se acerc al estrado el indignado seor Clancy. El seor Clancy era para los periodistas un personaje de menor inters, inferior en varios grados a una aristcrata. Autor de novelas policacas presta declaracin. Clebre escritor confiesa la compra del arma mortal. Causa sensacin en el jurado. Pero lo de la sensacin quiz era un poco prematuro. S, seor declar el seor Clancy con voz estridente, compr una cerbatana y, es ms, la he trado hoy aqu. Protesto con toda mi alma contra la suposicin de que la cerbatana con que se cometi el crimen fuera la ma. Aqu est la que yo compr. Mostr la cerbatana con aire de triunfo. Los periodistas anotaron: Una segunda cerbatana en el tribunal. El juez se port severamente con el seor Clancy. Le dijo que estaba all para ayudar a la justicia y no para rebatir cargos imaginarios contra l. Luego le pregunt sobre lo ocurrido en el Prometheus durante el vuelo, pero con escasos resultados. El seor Clancy, segn explic l, con toda clase de pormenores innecesarios, haba estado demasiado enfrascado en un excntrico horario de trenes extranjeros y las dificultades que le presentaban los horarios en formato de veinticuatro horas, para fijarse en nada de lo que suceda a su alrededor. Aunque hubiesen atacado con dardos envenenados a todo el pasaje, maldito si se hubiera dado cuenta de lo que suceda. La seorita Jane Grey, oficiala de peluquera, no alter el ritmo de las plumas de los periodistas. Siguieron los franceses.

Monsieur Armand Dupont declar que viajaba a Londres para dar una conferencia en la Royal Asiatic Society. l y su hijo estaban absortos en una discusin tcnica y se haban fijado muy poco en lo que suceda a su alrededor. No haba advertido la presencia de la vctima hasta que atrajo su atencin el revuelo general que produjo el descubrimiento de su muerte. Conoca usted a madame Morisot o madame Giselle? No, monsieur, nunca la haba visto. Pero es un personaje muy conocido en Pars, verdad? No lo s. En cualquier caso, no he estado apenas en Pars ltimamente. Debo deducir que ha regresado usted de Asia recientemente? Exactamente, monsieur; de Irn. Han viajado mucho por esos mundos de Dios, usted y su hijo, verdad? Pardon? Han estado en pases exticos? As es, seor. Ha estado usted en alguna parte del mundo donde los nativos usen dardos envenenados con veneno de serpiente? Hizo falta que se lo tradujeran y, cuando entendi la pregunta, monsieur Dupont mene la cabeza enrgicamente. Nunca, nunca me he encontrado con nada parecido. Luego le toc el turno a su hijo, cuya declaracin se ajust en todo a la de monsieur Armand. No haba notado nada. Crey posible que la muerte de la seora se debiera a la picadura de una avispa, porque l mismo se vio molestado por una, a la que logr matar, por cierto. Los Dupont eran los ltimos testigos. El juez se aclar la garganta y se dirigi al jurado. Dijo que era el caso ms sorprendente e increble que se le haba presentado desde que presida aquel tribunal. Una mujer haba muerto (y poda descartarse la idea de suicidio o de accidente) en el aire, en un espacio muy reducido. Era inimaginable que el autor del crimen fuera alguien ajeno al avin. El asesino tena que ser necesariamente uno de los testigos que acababan de escuchar. No deban perder de vista aquel hecho, por terrible y espantoso que fuese. Una de las personas all presentes haba mentido descaradamente. Las circunstancias del crimen eran de una audacia incomparable. A la vista de los diez testigos, o doce contando a los camareros, el asesino se haba llevado la cerbatana a los labios y lanzado el dardo sin que nadie hubiera observado el hecho. Pareca francamente increble, pero exista la prueba de la cerbatana, del dardo hallado en el suelo, de la seal dejada en el cuello de la difunta y del dictamen del mdico, que demostraba que aquello, increble o no, haba sucedido. A falta de pruebas para acusar a una persona determinada, solo poda aconsejar al jurado que emitiese un veredicto de asesinato

cometido por una o varias personas desconocidas. Todos los presentes haban negado conocer a la vctima. A la polica le tocaba descubrir las ocultas relaciones entre los testigos y la vctima. Desconocindose el motivo del crimen, solo poda aconsejar el veredicto indicado. Uno de los miembros del jurado, de rostro anguloso y ojos suspicaces, se adelant, respirando fatigosamente. Se me permite una pregunta, seora? Claro, diga. Nos han dicho ustedes que la cerbatana se encontr bajo uno de los cojines de un asiento. Quin se sentaba en l? El juez consult sus notas. El sargento Wilson se acerc al miembro del jurado y explic: Ah, s! El asiento de que se trata era el nmero 9, ocupado por monsieur Hrcules Poirot. Monsieur Poirot es un detective privado muy conocido y respetable que ha colaborado muchas veces con Scotland Yard. El miembro del jurado dirigi su mirada a Hrcules Poirot y su rostro mostr la escasa aceptacin que los bigotes de este le producan. Extranjeros!, dijeron sus ojos. No hay que fiarse de los extranjeros, aunque sean colaboradores de la polica. Aadi en voz alta: No fue ese monsieur Poirot quien encontr el dardo? S. El jurado se retir a deliberar. Al cabo de poco tiempo volvi, y el presidente entreg una papeleta al juez. Pero qu es esto? murmur ceudo este al leerlo. Tonteras! No puedo aceptar un veredicto en estos trminos. Al poco rato, el veredicto volvi debidamente enmendado: Dictaminamos que la vctima muri envenenada, aunque no haya pruebas que demuestren de forma irrebatible quin administr el veneno.

5 DESPUS DE LA ENCUESTAAl salir del tribunal, una vez emitido el veredicto, Jane encontr a Norman Gale a su lado. Me gustara saber qu deca aquel papel que el juez no quiso aceptar bajo ningn concepto coment Gale. Creo que puedo satisfacer su deseo dijo una voz detrs de ellos. La pareja se volvi para encontrarse con la mirada vivaracha de monsieur Hrcules Poirot. Era un veredicto de culpabilidad de asesinato contra m. Oh! Es posible? exclam Jane. Poirot asinti satisfecho. Mais oui. Al salir he odo que un hombre le comentaba a otro: Ese extranjero, fjese bien en lo que le digo. Es el autor del crimen!. Los del jurado piensan lo mismo. Jane no saba si condolerse o echarse a rer. Se decidi por lo ltimo y Poirot ri tambin contagiado por su risa. Comprendern que debo ponerme a trabajar sin prdida de tiempo para probar mi inocencia. Se despidi con una inclinacin y una sonrisa. Jane y Norman siguieron con la mirada al extrao personaje que se alejaba. Qu tipo tan estrafalario! coment Gale. Se hace llamar detective. No s qu puede descubrir un hombre as. Cualquier delincuente lo reconocera a kilmetros de distancia. No comprendo cmo puede disfrazarse. No tiene usted una idea muy anticuada de los detectives? pregunt Jane. Las pelucas y barbas postizas ya no estn de moda. Hoy da, los detectives se sientan a una mesa y estudian los casos en su aspecto psicolgico. Mucho menos cansado. Tal vez en su aspecto fsico. Pero, de todos modos, necesitan un cerebro fro y calculador. Claro. Un atolondrado no dara pie con bola. Los dos rieron. Oiga... Gale tartamudeaba y se ruboriz ligeramente... le importara... quiero decir si sera usted tan amable... es un poco tarde, pero me acompaara a tomar el t? He pensado que, como compaeros de infortunio, podramos tambin... Contenindose, se dijo: Qu te pasa, tontaina? No puedes invitar a una muchacha sin tartamudear, enrojecer y hablar como un patn? Qu pensar de ti la chica? La confusin de Gale tuvo la virtud de acentuar la serenidad y el dominio de Jane. Muchas gracias contest. Me encantar aceptar ese t.

Entraron en un establecimiento y una camarera de modales desdeosos recibi sus peticiones con aire de duda, como si pensara: Perdonen si salen decepcionados. Dicen que aqu se sirve t, pero yo nunca he visto nada que se le parezca aqu. El establecimiento estaba casi desierto, pero esta falta de clientela enfatizaba la intimidad de aquel t. Jane se quit los guantes y dirigi una mirada a su compaero. Era muy atractivo, con aquellos ojos azules y aquella sonrisa. Muy agradable. Qu caso ms raro el de ese asesinato! coment Gale, apresurndose a entrar en conversacin. Todava no se haba librado por completo del ridculo sentimiento de embarazo. Lo s corrobor Jane, y me tiene preocupada desde el punto de vista de mi empleo. No s cmo se lo tomarn. Es cierto. No haba pensado en eso. Quiz a Antoine no le guste conservar a una empleada complicada en un caso de asesinato y que tiene que prestar declaracin y lo que eso supone. La gente es muy rara afirm Norman Gale pensativamente. La vida es... es tan injusta. Una cosa como esta en que, adems, no tiene culpa alguna Y frunci el ceo airado. Es indignante! Bueno, an no ha pasado nada le record Jane. Por qu inquietarse por algo que no ha sucedido todava? Despus de todo, podra tener un buen fundamento. Podra ser yo quien la hubiera asesinado! Y a un asesino se le supone capaz de matar a otros, y a nadie le gustara confiar su cabellera a alguien as. Basta con mirarla para saber que es usted incapaz de matar a nadie declar Norman mirndola con devocin. Yo no estara tan segura sobre eso advirti Jane. A veces, de buena gana matara a alguna de mis clientas si supiera que no me iban a descubrir. Especialmente, a una que tiene una agria voz de loro y que grue por todo. A veces pienso que matarla sera una buena accin y no un crimen. Ya ve pues que mentalmente soy una asesina. Quiz, pero no cometi usted ese asesinato. Lo jurara. Yo tambin jurara que no lo cometi usted asegur Jane. Pero de nada le servira que yo lo jurase, si sus pacientes se lo atribuyesen. Mis pacientes, s... Gale pareca pensativo. Supongo que tiene usted razn. No haba cado en eso. Un dentista con manas homicidas. Realmente, no es una propaganda muy atractiva. Como obedeciendo a un sbito impulso, aadi: No le disgusta saber que soy un dentista? Jane arque las cejas. Disgustarme? A m? Lo digo porque para la gente los dentistas son algo cmico. No es una profesin romntica, que digamos. A un mdico todo el mundo le toma en serio.

No se preocupe. Un dentista siempre estar a mayor nivel que una auxiliar de peluquera. Rieron ambos y Gale observ: Me parece que vamos a ser buenos amigos, verdad? S, eso creo. Querra usted cenar una noche conmigo? Luego podramos ir al teatro. S, claro. Tras una pausa, Gale pregunt: Lo pas usted bien en Le Pinet? Mucho. Haba estado ya all? No, ver usted... Sintindose de pronto comunicativa, Jane le cont la historia del billete de lotera. Ambos estuvieron de acuerdo en que los sorteos eran romnticos y agradables, y deploraron que el gobierno britnico fuera, en eso, tan poco comprensivo. Su charla fue interrumpida por un joven de traje castao que llevaba un buen rato remoloneando por aquel lugar sin que ellos lo notaran. Por fin se decidi a acercarse y, descubrindose, se dirigi a Jane con gran aplomo: Seorita Jane Grey? S. Represento al Weekly Howl, seorita Grey. Aceptara usted el encargo de escribirnos un artculo sobre ese asesinato areo que han vivido ustedes? Podra exponer el punto de vista de uno de los viajeros... Me temo que no, gracias. Oh! Vamos, seorita Grey! Se lo pagaramos estupendamente. Cunto? Cincuenta libras. Oh, bueno, tal vez algo ms. Pongamos sesenta. No. No creo que me fuera posible. No sabra qu contar. Est bien se apresur a decir el muchacho. No es necesario realmente que usted escriba el artculo. Uno de nuestros redactores la visitar para hacerle algunas preguntas y escribir el texto de acuerdo con sus respuestas. No tendr usted ni la ms mnima molestia. Da lo mismo respondi Jane. Prefiero no hacerlo. Qu le pareceran cien libras? Mire, estoy dispuesto a darle esas cien si nos facilita usted una fotografa suya. No, no me gusta la idea. Djelo ya! intervino Norman Gale. La seorita Grey no quiere que se la moleste ms. No, no me gusta la idea. El joven se dirigi a l esperanzado. No es usted el seor Gale? Oiga, por favor: ya que a la seorita Grey no acaba de gustarle la idea, qu le parece a usted? Quinientas

palabras y le ofrezco los mismos honorarios que a la seorita Grey. Es un trato excelente, pues el asesinato de una mujer contado por otra mujer tiene ms gancho para los lectores. Es una gran oportunidad lo que le ofrezco. No la acepto, ya ve usted. No escribir una palabra para su peridico. Dinero aparte, sera una buena propaganda para su consulta. Mejorara su situacin profesional. Todos sus clientes lo leeran. Eso es precisamente lo que ms temo afirm Norman Gale. Ya sabe usted que, en estos tiempos, no se puede hacer nada sin la publicidad. Es posible, pero todo depende de la clase de publicidad. Solo me queda la esperanza de que algunos de mis pacientes no lean la prensa y, por lo tanto, ignoren que estoy mezclado en un caso de asesinato. Bueno, ya le hemos contestado a usted los dos. Se va usted por las buenas o no? No he dicho nada para molestarles replic el reportero sin turbarse ante aquel tono violento. Buenas tardes. Pueden llamarme a la redaccin si cambian de parecer. Aqu tienen mi tarjeta. Sali alegremente del establecimiento, pensando para s: No me ha ido del todo mal. Ser una entrevista bastante decente. Efectivamente, la siguiente edicin del Weekly Howl dedicaba una columna a relatar el punto de vista de dos testigos presenciales del misterioso crimen del aire. La seorita Jane Grey declaraba que se senta demasiado apenada para hablar del asunto. Haba sido un golpe muy duro para ella y detestaba recordarlo. El seor Norman Gale se haba extendido en consideraciones sobre el efecto que producira en la carrera de un profesional verse mezclado en un asunto criminal, a pesar de ser inocente. El seor Gale haba expresado la esperanza de que algunos de sus clientes solo leyesen la seccin de modas y se sentaran en su silla de dentista sin la menor sospecha. Cuando el muchacho se hubo ido, Jane pregunt: Por qu no har esas proposiciones a personas ms importantes? Seguramente deja eso para reporteros ms cualificados contest Gale, ceudo. Tal vez lo ha intentado ya y le han mandado a paseo. Jane... Me permites que te tutee? Quin crees t que mat a esa mujer, a Giselle? No tengo ni la ms remota idea. Has pensado en eso? En eso precisamente? No, a decir verdad, en eso no haba pensado. Solo me preocupaba la idea de estar mezclada. Pero no se me haba ocurrido pensar seriamente que alguno de los dems tuvo que hacerlo. Hasta este momento no haba cado en la cuenta de que uno de ellos tuvo que ser forzosamente el autor. S, el juez lo expuso con toda claridad. S que no fui yo y s que no fuiste t, porque... bueno, porque te estuve contemplando casi todo

el tiempo que permanecimos en el aire. S admiti Jane. A m me consta que no fuiste t por la misma razn. Y desde luego, s que tampoco fui yo! De modo que debi ser alguno de los otros, pero no s quin fue. No tengo la menor idea. Y t? Pues no. Norman Gale pareca muy pensativo, como si quisiera llegar a una conclusin a toda costa. Jane prosigui: No s cmo vamos a adivinarlo. Por mi parte, al menos yo no vi nada. Notaste t alguna cosa? Gale mene la cabeza. Nada en absoluto. Eso es lo ms raro del caso. Me atrevera a jurar que no pudiste ver nada porque no estabas de cara a los hechos. Pero yo s estaba mirando precisamente all y hubiera debido ver... Jane se detuvo, ruborizndose. Recordaba que su mirada se haba mantenido fija en su jersey y que su mente, lejos de recoger las sensaciones externas, se haba cerrado a todo lo que no tuviese relacin directa con la persona que llevaba aquel dichoso pullover. Me gustara saber por qu se ruboriza as, se deca Norman Gale. Es encantadora. Voy a casarme con ella. S, me casar. Pero no hay que correr demasiado. Tengo que hallar algn pretexto para frecuentarla. Podra aprovechar este asunto del crimen. Funcionar tan bien como cualquier otra cosa. Adems, creo realmente que sera bueno hacer algo. Ese maldito reportero con su publicidad... Concentrmonos en eso expuso en voz alta. Quin la mat? Tengamos en cuenta a todos los que estaban all. Quiz uno de los camareros? No rechaz Jane. Conforme. Las seoras que estaban sentadas al otro lado del pasillo? No creo que una dama como lady Horbury haya matado a nadie. Y la otra, la seorita Kerr es demasiado seora. Jams matara a una anciana francesa, estoy segura. Me parece que no te equivocas, Jane. Tenemos a ese hombrecillo de los bigotes. Aunque, segn el jurado, sea el ms sospechoso, tenemos que descartarlo. Y el mdico? Tampoco parece muy probable que tenga nada que ver. Si la hubiese querido matar, lo hubiese hecho sin dejar huellas y nadie le hubiera descubierto. S, claro admiti Norman dubitativo. Esos venenos inodoros e inspidos que no dejan huellas son ms apropiados, aunque dudo de que existan. Qu te parece ese escritor, el que confes poseer una cerbatana? Es bastante sospechoso. Pero me parece buena persona y no necesitaba confesar que posea uno de esos chismes, de modo que no creo que fuese l.

As pues, nos queda Jameson. No, cmo se llama...? Ryder? S. Pudo ser l. Y los franceses? Son los ms probables. Han viajado a extraos lugares y pueden tener motivos que nosotros desconocemos por completo. El ms joven me parece una persona desdichada y preocupada. Tambin t estaras inquieta si hubieras cometido un crimen afirm Norman lgubre. Pareca muy agradable insisti Jane, y su padre un hombre encantador. Confo en que no sean ellos. No parece que progresemos mucho. No s cmo vamos a llegar a una conclusin, desconociendo tantas cosas acerca de la mujer asesinada: qu enemigos tena, quin la va a heredar y todo eso. Norman Gale terci esperanzado: T crees que esto es especular en vano? No lo es? pregunt ella sin sonrer. No del todo contest Gale, y aadi lentamente, despus de vacilar: Presiento que ser provechoso. Jane le dirigi una mirada interrogadora. Un asesinato puntualiz Normal Gale no concierne solo a la vctima y al autor. Tambin afecta al inocente. T y yo somos inocentes, pero nos envuelve la sombra del crimen y no sabemos cmo afectar esta sombra a nuestras vidas. Jane era una muchacha muy juiciosa, pero no pudo evitar un estremecimiento. No digas eso. Me da miedo. Y a m tambin reconoci Gale.

6 UNA CONSULTAHrcules Poirot visit a su amigo, el inspector Japp. Este le recibi con una sonrisa burlona. Hola, viejo amigo! Ha estado usted a punto de dar con sus huesos en la crcel. Me temo que, si llega a ocurrir semejante cosa, hubiera salido perjudicado profesionalmente. Tambin los detectives resultan, a veces, criminales en las novelas. Japp le indic un caballero con cara melanclica, pero inteligente. Tengo el gusto de presentarle a monsieur Fournier, de la Sret, que ha venido a colaborar con nosotros en este asunto. Creo que tuve el placer de conocerle hace aos, monsieur Poirot salud estrechndole la mano. Tambin me habl de usted monsieur Giraud. A Poirot le pareci sorprender en los labios del agente francs una leve sonrisa y se permiti replicar con una sonrisa discreta, imaginndose en qu trminos le habra hablado Giraud, de quien l, a su vez, acostumbraba a hablar en trminos desdeosos como el sabueso humano. Propongo ofreci Poirot que vengan a cenar conmigo. Ya he invitado a monsieur Thibault. Es decir, si usted y el amigo Japp no tienen inconveniente en aceptar mi colaboracin. Est bien, amigo mo acept Japp, dndole una palmada en el hombro. Ya veo que se ha metido usted a fondo en el caso. Nos consideraremos muy honrados murmur el francs por pura cortesa. Como acabo de decir a una seorita encantadora, anso que resplandezca mi inocencia. Al jurado no le gust su aspecto observ Japp, sonriendo otra vez . Fue lo ms gracioso que he odo nunca. De comn acuerdo, no se habl del caso durante la excelente comida con que el belga obsequi a sus amigos. Despus de todo, es posible comer bien en Inglaterra coment Fournier, mientras usaba con toda delicadeza el mondadientes. Una comida exquisita, monsieur Poirot reconoci Thibault. Un poco a la francesa, pero condenadamente buena convino Japp. La buena comida siempre ha de pesar poco en el estmago seal Poirot. No debe ser tan fuerte que paralice el funcionamiento del cerebro. No puedo decir que me haya molestado nunca el estmago advirti Japp, pero no se lo discutir. Prefiero que pasemos a tratar el asunto que nos ha reunido. Y como monsieur Thibault ha de ausentarse pronto, yo propondra que empezsemos por or todo lo

que pueda decirnos. Estoy a sus rdenes, caballeros. Desde luego que aqu puedo hablar ms libremente que ante el tribunal. Antes de empezar la encuesta judicial tuve una charla con el inspector Japp, quien me aconsej mucha reserva, y por eso procur contestar en trminos generales. Perfectamente acept Japp. No hay que gastar las municiones en salvas. Ahora puede decirnos todo lo que sepa de esa Giselle. A decir verdad, s muy poco de ella. La conoca, como todo el mundo, por su fama. De su vida privada s muy poco. Es probable que monsieur Fournier sepa ms que yo. Pero s les puedo asegurar que madame Giselle era lo que aqu llamamos todo un personaje. De sus antecedentes nada se sabe. Creo que en su juventud fue de muy buen ver y que la viruela acab con su belleza. Le gustaba mucho, me parece, el poder; y lo tena. Era una astuta mujer de negocios, de ese tipo de mujer francesa que tiene la cabeza muy bien puesta sobre los hombros y no permite que los sentimientos afecten para nada sus intereses, aunque tena fama de llevar sus negocios con escrupulosa honestidad. Se volvi hacia Fournier, como esperando su asentimiento, y este asinti melanclicamente. S. Era honesta a su manera. Aunque la ley la hubiera llamado al orden si se hubieran presentado ciertas pruebas, pero eso... se encogi de hombros con desaliento... eso es mucho pedir, corrompida como est la humanidad. Qu quiere decir? Chantaje. Practicaba el chantaje? pregunt Japp extraado. S, un chantaje de un tipo muy especial. Madame Giselle tena la costumbre de prestar dinero mediante un simple pagar. Era muy discreta en cuanto a la suma prestada y a los mtodos de pago, pero puedo asegurarles que tena su propio y eficaz sistema para hacerse pagar. Poirot se ech hacia delante con inters. Como monsieur Thibault ha dicho, madame Giselle reclutaba su clientela entre la clase elevada y las profesiones liberales. Esta gente es especialmente vulnerable al peso de la opinin pblica. Madame Giselle tena montado su propio servicio de informacin. Antes de prestar el dinero, si se trataba de una cantidad importante, sola recoger cuantos datos le era posible sobre su cliente, y sus medios de informacin eran extraordinarios. Estoy de acuerdo con lo que ha dicho nuestro amigo: a su manera, madame Giselle era de una escrupulosa honestidad. Se portaba bien con los que eran leales con ella. Creo sinceramente que no se sirvi de los secretos que saba para obtener dinero de nadie, a no ser que le debieran dinero. Quiere usted decir observ Poirot que el conocimiento de esos secretos era una especie de garanta. Exacto. Y cuando tena que servirse de ellos, lo haca con toda

rudeza y sorda a todo sentimiento. Y debo decirles, seores, que su sistema funcionaba. Rara vez se vio obligada a renunciar al cobro de una deuda. Un caballero o una dama de posicin elevada removeran cielo y tierra para evitar un escndalo. Como ustedes ven, conocamos sus actividades, pero de eso a perseguirla judicialmente... Volvi a encogerse de hombros. Es un asunto muy difcil. La naturaleza humana... es la naturaleza humana. Y en caso de tener que renunciar al cobro de alguna deuda, ya que, como usted ha insinuado, eso sucedi alguna vez, qu haca entonces? pregunt Poirot. En ese caso contest Fournier, haca pblicos los informes que tena o se los mandaba a la persona interesada. Hubo un momento de silencio. Luego Poirot pregunt: Y eso no la beneficiaba econmicamente? Econmicamente, no respondi Fournier, al menos no directamente. E indirectamente? S, porque haca que los dems pagasen, no es eso? intervino Japp. Eso mismo confirm Fournier. Equivala a lo que podramos llamar un efecto moral. Un efecto inmoral lo llamara yo exclam Japp. Y aadi, restregndose la nariz pensativamente: Bien, esto nos abre un abanico muy amplio de posibles motivos para el crimen. Ahora convendra saber quin entrar en posesin del dinero. Puede usted ayudarnos en este aspecto? pregunt, dirigindose a Thibault. Tena una hija contest el abogado, pero sta no viva con su madre. Casi me atrevera a afirmar que la madre no la vea desde que era muy pequea. Pero hace muchos aos hizo testamento dejndoselo todo a su hija Anne Morisot, a excepcin de un pequeo legado en favor de su doncella. Por lo que yo s, nunca ha hecho otro testamento. Y es grande su fortuna? pregunt Poirot. El abogado se encogi de hombros. Aproximadamente unos ocho o nueve millones de francos. Poirot frunci los labios, como en un silbido. Caramba! No lo pareca! exclam Japp. Veamos cunto es al cambio, pues debe ascender a ms de cien mil libras. Toma! Mademoiselle Anne Morisot ser una seorita muy rica coment Poirot. Por fortuna para ella, no se hallaba en el avin aadi Japp secamente. En otro caso, hubiera sido sospechosa de haber dado el pasaporte a su madre para heredar el dinero. Qu edad debe tener? No lo s con seguridad. Imagino que unos veinticuatro o veinticinco aos. Bien, por ahora no parece que tenga la menor relacin con el crimen. Tendremos que volver sobre eso de los chantajes. Todos los

viajeros niegan haber conocido a madame Giselle. Por lo menos uno de ellos miente. Es cuestin de saber quin. El examen de sus documentos privados quizs arroje alguna luz. No le parece, Fournier? Querido amigo respondi el francs, apenas nos lleg la noticia y, tras hablar por telfono con Scotland Yard, fui de inmediato a su casa. All haba una caja de caudales donde sola guardar sus papeles, pero los haban quemado todos. Quemados? Pero por qu? Quin? Madame Giselle tena una doncella de confianza llamada Elise; si le suceda algo a su seora, tena instrucciones de abrir la caja, cuya combinacin conoca, y quemar los papeles que contena. Cmo? Pero eso es asombroso! exclam Japp. Lo ve? seal Fournier. Madame Giselle tena su propio cdigo. Era leal con quienes se portaban lealmente con ella. A sus clientes les prometa juego limpio. Era despiadada, pero mujer de palabra. Japp asinti. Los cuatro permanecieron un rato en silencio, pensando en el carcter de aquella mujer poco comn. Thibault se levant. Debo dejarles, seores, pues ahora tengo una cita. Si necesitan alguna otra informacin, ya saben dnde encontrarme. Y tras estrecharles la mano ceremoniosamente, abandon la estancia.

7 PROBABILIDADESCuando se quedaron solos los tres, acercaron ms las sillas a la mesa. Vamos a ver si ahora podemos examinar a fondo el caso empez el inspector Japp, sacando el tapn de su estilogrfica. En el avin haba once pasajeros, mejor dicho, solo en el compartimiento de la cola. La otra parte no cuenta. Once pasajeros y dos camareros, que suman trece personas. Una de las doce mat a la anciana. Unos eran ingleses y otros franceses. Estos ltimos se los confiar a monsieur Fournier. De los ingleses me encargar yo. Hay que hacer investigaciones en Pars y eso queda tambin de su cuenta, Fournier. Y no solo en Pars advirti Fournier. Durante el verano, Giselle haca grandes negocios por las playas de Francia: Deauville, Le Pinet, Wimereux... Y tambin frecuentaba el sur: Antibes, Niza y todos esos lugares. Bien observado. Recuerdo que alguno de los viajeros del Prometheus mencion Le Pinet. Bien, ya es una pista. Veamos si nos es posible ahora localizar al asesino, si hay manera de demostrar, por su situacin en el compartimiento, quin estaba en condiciones de utilizar esa cerbatana Desenroll un croquis del interior del avin y lo extendi sobre la mesa. Procedamos por el mtodo de eliminacin. Para empezar, examinemos uno a uno a los viajeros y decidamos qu probabilidades y, lo que es todava ms importante, qu posibilidades tena cada uno de ellos. Para empezar, podemos eliminar a monsieur Poirot. Esto reducir el nmero a once. Poirot mene la cabeza tristemente. Es usted muy confiado, amigo mo. No hay que fiarse de nadie, de nadie. Bueno, le dejaremos tambin, si usted quiere convino Japp de buen humor. Adems, tenemos a los camareros, que me parecen muy poco sospechosos desde el punto de vista de las probabilidades. No es de suponer que hayan tomado prestadas grandes cantidades de dinero; ambos tienen una muy buena hoja de servicios, ambos son personas decentes y sobrias. Me sorprendera mucho que tuvieran algo que ver con esto. Por otra parte, desde el punto de vista de las posibilidades, hemos de incluirlos. Cruzaban el avin de una punta a otra, y podan utilizar la cerbatana. Desde el ngulo adecuado, quiero decir. Pero me niego a creer que en un avin lleno de gente un camarero pudiera disparar flechas con una cerbatana sin que nadie lo viese. Por experiencia s que las personas suelen ser ciegas como murcilagos, pero no llegaran a tanto. Claro que mi razonamiento se puede aplicar a todos los dems. Sera una locura, habra que estar loco de remate para cometer un crimen as. Apenas

hay una probabilidad entre cien de no ser detenido en el acto. Quien hizo esto tuvo una suerte de mil diablos. De todos los procedimientos demenciales para cometer un asesinato... Poirot, que escuchaba con los ojos entrecerrados y fumaba en silencio, le interrumpi para formular una pregunta: Cree usted de veras que fue un procedimiento demencial? Claro que s. Fue una locura. Pues tuvo xito. Aqu estamos los tres sentados hablando del crimen, sin saber an quin lo cometi. El xito es innegable! Pura suerte. El asesino se expuso a que lo vieran muchos ojos. Poirot mene la cabeza disgustado. Fournier se volvi a mirarlo con curiosidad. Qu piensa usted, monsieur Poirot? Mon ami, pienso que un asunto hay que juzgarlo por sus resultados, y este asunto ha sido llevado a cabo con pleno xito. Y no obstante observ el francs pensativamente, parece un milagro. Milagro o no, aqu est afirm Japp. Tenemos la declaracin mdica y tenemos el arma. Si semanas atrs alguien me hubiera dicho que iba a investigar un asesinato causado por medio de un dardo envenenado con veneno de serpiente, me hubiera redo ante sus narices. Es insultante! Este asesinato es un verdadero insulto! Inspir profundamente. Poirot sonri. Tal vez el autor del crimen sea una persona dotada de un perverso sentido del humor exclam Fournier pensativo. En estos casos, es muy importante tener una idea de la psicologa del criminal. Japp buf al or la palabra psicologa, que le disgustaba y en la que no crea. Eso es lo que le gusta or a monsieur Poirot. Me interesa mucho todo lo que ustedes dicen. Duda usted de que la matasen de esa manera? pregunt Japp, que tena sus sospechas. Ya conocemos lo tortuosas que son sus ideas. No, no, amigo mo. No tengo ninguna duda acerca de eso. El dardo envenenado que recog fue la que caus la muerte. Eso es seguro. Con todo, hay algunos puntos en este dichoso caso... Call, meneando la cabeza perplejo. Volviendo a nuestro lo prosigui Japp, no podemos descartar a los camareros en absoluto, pero me parece improbable que tengan nada que ver. Est usted de acuerdo, Poirot? Recuerde lo que le he dicho antes. No hay que descartar a nadie, a nadie en absoluto. Ni siquiera a m! Como usted quiera. Ahora, veamos a los pasajeros. Empecemos por la zona ms cercana a los lavabos. Asiento nmero 16 Seal el papel con la punta del lpiz. Aqu se sentaba la chica de la peluquera, Jane Grey. Gan la lotera irlandesa y se gast el premio en Le Pinet. Sabemos pues que la joven es una jugadora. Pudo

encontrarse en un apuro y pedirle dinero prestado a la vieja. No es probable que pidiera una cantidad importante, ni que Giselle obtuviese alguna garanta contra ella. Me parece un pez demasiado pequeo para lo que estamos considerando. Y no creo que una oficiala de peluquera tenga la ms remota oportunidad de conseguir veneno de serpiente. Eso no se usa para teir el pelo, ni como masaje facial. En cierto modo, usar veneno de serpiente fue un error, porque reduce el campo de la investigacin. Solo dos personas de cada cien podran poseer conocimientos sobre ese veneno y estar en condiciones de conseguirlo. Lo que nos aclara uno de los puntos de este asunto observ Poirot. Fournier le dirigi una mirada interrogadora, pero fue Japp quien prosigui con la exposicin de su idea. En mi opinin, el asesino pertenece a una de entre dos categoras: puede tratarse de un hombre que ha viajado por regiones salvajes y ha adquirido conocimientos sobre las especies de serpiente ms venenosas y las costumbres de las tribus indgenas que utilizan el veneno para matar a sus enemigos. Esta es la categora nmero uno. Y la otra? La cientfica, la del investigador. El boomslang es una sustancia con la que experimentan los grandes laboratorios. He hablado con Winterspoon acerca de esto. Parece que el veneno de serpiente, el de cobra para ser ms preciso, se usa a veces en medicina. Es eficaz en el tratamiento de la epilepsia. La investigacin cientfica ha hecho grandes adelantos en la lucha contra las mordeduras de serpiente. Muy interesante y sugestivo exclam Fournier. S, pero continuemos. Esa muchacha, la Grey, no encaja en ninguna de esas dos categoras. Sus motivos son inverosmiles, y las oportunidades para adquirir el veneno son ms que dudosas. Y ofrece ms dudas an la posibilidad de que utilizase la cerbatana. Es prcticamente imposible. Observen. Los tres se inclinaron sobre el plano. Aqu tenemos el asiento 16 seal Japp. Y aqu est el 2, en el que