Me quiere, no me quiere. Autopsia de una flor.

Causa probable de muerte: desmembramiento parcial del tallo

inferior con síntomas de una posible tortura bajo

interrogatorio a cada pétalo mutilado, huellas evidentes de

marchitamiento crónico. El cadáver yacía en medio del trigo

que reposaba devuelto por las tierras y dorado por el sol,

curiosa forma de enramares pali-verdes que procuraba

atención; permaneciendo paralizada de anhelo en sequía de un

prurito de ambición, deformada obsesión de una planta que

ahora es corazón. En puro cuello y forma un torcido fruto de

una flor, con altura y peso de un tronco muerto sin sangre y

pulsación.

Guiñol

De dos hilos izan mis ganas de explorar tu boca,

de violentar el vencejo que me mantiene en celo,

de dos partes cuelgo, de un soporte rojo tripa, rojo

corazón;

de un gesto sin ser capaz de ser palabra.

Estirpes de sonidos agudos me siguen a todos lados,

me alejan de mí para pensar en ti.

Ocupas en mí.

Me tienes a mí.

Dos hilos zurcidos en tu boca chupada,

y apretada en humo a mi pensamiento estacionario.

Midiendo la esfera del

mundo, con la orilla

de la mirada y el final

del ojo; así, parando el

vuelo de las moscas,

las que con sus patas

cuentan nuestras

arrugas.

Peleando con lo

ingrávido del vuelo

sin ideas, atrapando

con pestañas el peso

de las piedras.

Escupiendo al frente,

craqueando el viento

para imitar las nubes