che herrera y yo

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Título: Che Herrera y yoAutor: Cecilio Zubillaga PereraCasa Editora: Fundación Casa Nacional de las Letras Andrés BelloGénero: EnsayoDepósito Legal: lf 60520128003717ISBN: 978-980-214-292-7Págs.: 29Tiraje:Esta es una confidencia que se mantuvo silenciada durante muchos olvidos, la cual viera la luz con motivo del bicentenario de la muerte de su actor principal, don José Herrera Oropeza, fundador y director de El Diario de Carora, el periódico que fuera conciencia de los caroreños y de toda su región, a más de escuela de la cultura y del libre ejercicio del pensamiento y de las ideas.Trata del testimonio que escribiera Cecilio Zubillaga Perera, Don Chío, como lo conoce la eternidad, sobre su amistad y complicidad literaria y humana con Herrera Oropeza.La reedición que hoy ofrecemos en el marco de la Bienal Nacional Literaria Antonio Crespo Meléndez busca divulgar ese vínculo envidiable que uniera a dos de las grandes figuras del gentilicio caroreño y tórrense, y por ende nacional.Che Herrera y yo ilustra hasta dónde es posible avivar en el espíritu del hombre el afán de servir a un pueblo a través de la lectura pública de un periódico cuyo verdadero inventor es el país que tiene por región lo universal.http://casabello.gob.ve/portfolio/che-herrera-y-yo/

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  • Fundacin Casa Nacional de las Letras Andrs BelloMercedes a Luneta-Parroquia AltagraciaApto. 134. Caracas. 1010. VenezuelaTelfs: 0212-562.73.00 / 564.58.30www.casabello.gob.ve

    PresidenteLuis Alberto Crespo

    Che Herrera y yoCecilio Zubillaga Perera2da edicin Caracas-Venezuela 2012

    ColeccinDel tiempo y su sombra

    Portada y diagramacinnghela Mendoza

    Diseo de Coleccin nghela Mendoza

    Correccin de textosAlejandro Silva

    Depsito Legal: lf60520128003717ISBN: 978-980-214-292-7

  • Che Herrera y yo Che Herrera y yo Cecilio Zubillaga Perera

  • Sin el hombre, su inventor, el tiempo no sabra nada, no sera, nunca habra sido. Sin el hombre, su destructor, el olvido, su sombra, sera tiempo nulo, devenir vaco, por-que el tiempo, que lo contiene, lo desdira, no tendra nombre humano, como el cosmos despus del cosmos.

    El tiempo que es, as, creacin nuestra (porque nos sabemos mortales, porque somos, heiddegerianamen-te, ser y tiempo) es esa forma del idioma con la que el hombre da materialidad al destino, o para decirlo sim-plemente, al hilo de la vida.

    Esta coleccin de la Fundacin Casa Nacional de las Le-tras Andrs Bello busca detener nuestro tiempo, nuestro tiempo personal, el de nuestra historia, el de los lugares y sus seres, el de la casa ngrima, la casa reunida, la casa de todos, la de la colina, la del valle, la de la costa, la de la sabana y la de la espesura, en tanto que existencia sola y colectiva, que pueblo y nacin, y en tanto que pensa-miento, que huella, esto es sombra, ese ayer que an no ha sido, dira Quevedo, porque espera su maana que aqu es rastro de la escritura, la ms humana, la que no puede destruir el olvido.

    Coleccin Del tiempo y su sombra

  • EL CIUDADANO Gobernador del Estado, nuestro coterr-neo y amigo, doctor Domingo Perera Riera, ha dispuesto que se conmemore oficialmente el cincuagsimo aniversa-rio de la muerte de don Jos Herrera Oropeza, fundador de El Diario de Carora, y con ese fin design una Comisin integrada por Jos Numa Rojas, Jos ngel canto, Fausto lzcaray, Jos Indave Melndez, Elsa Ramrez Depablos, Luis Oropeza Vsquez, Tedulo Lpez Melndez, Daniel Andue-za Castillo, Ana Teresa Sequera de Ovalles, Francisco Cai-zales Verde y quien esto escribe.

    Esta iniciativa del mandatario regional es un verda-dero acierto, encuadrado en la inaplazable necesidad de rescatar nuestros valores, cuya sumatoria constitu-ye parte fundamental de nuestra cultura nacional.

    PrlogoPrlogo

  • Don Jos Herrera Oropeza es una de las cifras es-telares del periodismo venezolano. A raz de su sbita muerte, el ilustre merideo Tulio Febres Cordero escri-bi:

    El brillo de la inteligencia, los tesoros de la ilustracin y los esfuerzos de perseverante actividad son cierta-mente indispensables en toda empresa periodstica. Pero no bastan por s solos estos elementos para cumplir la augusta misin de la prensa. Requirese tambin genial aptitud, mucha discrecin y nobleza de sentimientos. Estas bellas cualidades concurran en don Jos Herrera Oropeza, quien en todo tiempo supo comunicar en su peridico El Diario cierto po-der atrayente, el mgico poder de la simpata, que es donde est la clave del xito. No nos referimos al xito econmico de la prensa como empresa lucra-tiva, sino al xito espiritual, o sea, al justo renombre que alcanza el peridico entre la gente sensata por su patritico celo de difundir los sanos principios y procurar el bienestar comn en todo orden de cosas. Don Jos Herrera Oropeza ocupa por ello puesto de honor en la luminosa falange de periodistas venezo-lanos.

    R. D. Silva Uzctegui apunta en su Enciclopedia La-rense, tomo II, que don Jos fue el prototipo de un ca-ballero a la antigua usanza. Caroreo por nacimiento y miembro de una familia honorable, supo hacer honor a su abolengo. Noble, austero, recto, dispuesto siempre a obrar por el bien comn, sin omitir esfuerzos ni sa-crificios. Y stas caractersticas de su propia psicologa, las instituy como normas de su Diario. Por su parte, el doctor Ambrosio Perera, en el segundo tomo de su Historial genealgico de familias caroreas, al referirse a Jos Herrera Oropeza, dice: Fue un notable periodista

  • y persona preocupada por todo lo que significaba el pro-greso de su ciudad natal. Posea un espritu cultivado y generoso que le conquist slido prestigio en la sociedad carorea.

    Don Jos Herrera Oropeza naci en Carora el 27 de fe-brero de 1885 y muri el 17 de diciembre de 1935, cuando llevaba diecisis aos de circulacin El Diario, la empresa cultural de sus afanes, fundada por l el primero de sep-tiembre de 1919, para llenar el enorme vaco dejado por El Impulso, al mudarse el peridico de don Federico Car-mona para Barquisimeto, luego de ms de quince aos de circulacin en Carora, desde el histrico primero de enero de 1904 en que vio la luz. El Diario, la obra cumbre de don Jos, cumpli ya 66 aos de existencia y ha sabido conquistar presencia propia en la historia del periodismo nacional.

    Antes de emprender la fundacin del vocero cotidia-no, Herrera Oropeza haba colaborado en diferentes pe-ridicos y fundado y dirigido, con la estrecha colaboracin de Cecilio Zubillaga Perera, los semanarios Labor, que cir-cul de 1912 a 1919 y del cual fue tambin redactor el poeta tocuyano Alcides Lozada, y Ensayos, que tuvo una vigencia de dos aos, a partir de 1907 y en el que escri-ban adems de don Jos y don Cho, el humorista Ramn Gutirrez (Luis Chaparro) y los poetas Dimas Franco Sosa y Marco Aurelio Rojas.

    El fallecimiento del notable periodista se produjo a causa del corazn, cuando se encontraba en el Teatro Salamanca, hablando en una velada consagrada al Pa-dre Pedro Felipe Montes de Oca, con motivo de celebrar ste las Bodas de Plata sacerdotales. Al decir de Cho Zubillaga, Carora se encontraba agitada por las noticias

  • que llegaban. Se deca que el Dictador Juan Vicente G-mez se hallaba moribundo, que volaban aviones sobre Barquisimeto, que vendra Eustoquio Gmez, etc. El da fatal, don Jos haba escrito en la Casa del Naranjo como se conoce a la vieja sede de El Diario una carta al doctor J. J. Lpez Morandi, domiciliado en Barquisimeto. Despus se fue a conversar con Hernndez Betancourt, que acababa de llegar de la capital larense y traa noticias frescas sobre la situacin poltica. Antes de irse a su casa, de donde saldra para el Teatro a la fiesta donde muri, pas nuevamente por el peridico a escribir una nota social.

    El Padre Pedro Felipe Montes de Oca, al agradecer en El Diario del 28 de diciembre de 1935 los reconocimientos que le tributara la sociedad carorea, deca: Vaya para la tumba de Cho, Presidente de la Junta y alma de estos homenajes, stas frases de un clebre poeta latino: La vida que nos da la Naturaleza es corta; pero la que le de-volvemos con honor es inmortal.

    La Junta encargada de la conmemoracin de los cin-cuenta aos de la muerte de don Jos Herrera Oropeza, dispuso la publicacin del presente volumen, contentivo de un trabajo periodstico de don Cecilio Zubillaga Perera, titulado Jos Herrera y yo, aparecido en El Diario el pri-mero de septiembre de 1944, con motivo de los 25 aos de la fundacin del peridico caroreo. En el valioso tex-to, don Cho relata las magnficas batallas libradas junto a quien fuera su amigo ntimo.

    Don Jos era llamado el Vate por sus compaeros de ge-neracin. Zubillaga Perera apenas dos aos menor que Herrera Oropeza confiesa que los muchachos de su to-ada le otorgaban tal ttulo no solamente porque escriba

  • versos, sino como un reconocimiento a su superioridad. Y describe que mientras la parvada de entonces haca las tra-vesuras propias de los tempranos aos, Jos Herrera Orope-za se codeaba con los mayores de edad, saber y gobierno o con los artistas teatrales o circenses que visitaban Carora, lo vean en casa de los Carmona conversando sobre temas que para los muchachos de su tiempo resultaban estratosfricos, era la delicia de los salones recitando versos de otros o de su propia cosecha y consegua que don Federico Carmona le abriera las pginas de El Impulso para publicar poemas.

    En Jos Herrera y yo, Zubillaga Perera revela que an cuando fueron condiscpulos en los bancos escolares, su estrecha amistad con don Jos tuvo un origen lite-rario, precisamente la primera creacin intelectual de don Cho. Era una pgina buclica que su autor ley a varios amigos y uno de stos se lo cont a Herrera Oro-peza, quien lo busc una noche.

    Me inst cuenta Cho a que le diera lo escrito. Se lo negu. No por mezquindad ni por segundas inten-ciones sino porque como ya considerbamos a Jos Herrera seor entre letrados, mi balbuceante acen-to de primerizo ante l me pareca vergonzoso. Pero me inst y me forz en forma tan apremiante que no puedo decir sino que me despoj del articulejo por la fuerza. Lo ayudaron en el saqueo a la blusa otros compaeros que estaban presentes. Al otro da an-daba por las calles mi nombre como escritor que me afamaba Jos Herrera Oropeza.

    En la seguridad de que esta publicacin contribuir a un mayor conocimiento de la personalidad de don Jos Herre-ra Oropeza, la ponemos en manos del pblico lector.

    Rafael Montes de Oca Martnez

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    EL QUE ESTABA destinado por los designios de la vida para ser el Fundador de El Diario, lo considerbamos en plano de superioridad los muchachos de su toada.

    Jos Herrera era grave, serio, casi solitario, un poco o mucho antisocial, segn el criterio de los que debe-ramos ser sus camaradas. Se cri en casa de su padrino don Miguel Mara Gonzlez, que viva en la Plaza Bolvar, sitio ciertamente no apropiado para la formacin de re-laciones con la parvada infantil, sino que las casas de la Plaza Bolvar, entonces resultaban como apartamentos de un sistema de fortaleza invulnerable a lo menudo po-pular. All y sus contornos imperaba el seoro que vena de atrs con sus nfulas consiguientes. Jos Herrera sola traficar solamente, por lo general, entre la casa de su in-comparable padrino y la de sus magnficos progenitores que era la casa de balcn de la Calle San Juan, con poco

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    o ningn contacto con los que de la misma camada de la vida lo estimbamos por sobre el valor de nuestras cifras y por sobre la altura de nuestras cabezas. Lo lla-mbamos el Vate. Y barrunto que el ttulo que muchos le hemos conservado por sobre los aos y la muerte, no se lo dbamos noms porque haca versos, sino porque con l creamos confirmar nuestra sujecin al concepto de que el Vate era superior a nosotros, o por lo menos distinto de nosotros. Pues mientras nosotros vivamos vida traviesa muy semejante, por supuesto, de las tra-vesuras de los muchachos modernos que estn hechos a base de ejemplos en el cine, rodando en automvil y enfriadas con cerveza mientras nosotros nos agru-pbamos en el busto de Pedro Len Torres, cuando la Plaza Bolvar era un vasto terreno cubierto de abrojo, con una mata de Ceiba y tres de acacia, por todo bagaje forestal, o en las esquinas de don Nicho o de Chochn o de don Po o en la propia casa de don ngel Santeliz o en algn otro sitio para ir a atacar a pedradas a las gentes de los barrios, o a elevar papagallos en la playa de las Cuerdas, o para ir a echar repatazos en el Ro Bajo o en el paso de Los Sauces, o ms arriba, en la Garvana. Mientras montbamos, como un trofeo conseguido con la generosidad del sirviente de la casa, en el anca de los burros que cargaban el agua para cada hogar, hacin-dolos correr en maratn jalndoles el pelito. Mientras nos engavillbamos en grupos ms o menos de tipos en condiciones pariguales para salir a comer lefarias a los cerrados y cercanos cardonales de entonces. Cuando hacamos todo cuanto eran diabluras segn el sentir de los graves rectores de nuestras existencias, Jos Herre-ra andaba con los mayores de edad, saber y gobierno. Lo veamos con los cmicos de las Compaas, o con los

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    maromeros, buenos o malos, pero que eran frecuentes en visitarnos. Hasta lo veamos subir a las tablas del es-cenario teatral haciendo lcidos papeles galantes1, para lo que tuvo una tremenda propensin durante toda su existencia, a punto de que (y esto podr estimarse como un signo significativo de su destino) se sali de la vida cayendo fulminado por la muerte sobre el tablado de un escenario de teatro. Lo veamos con los polticos, apasionado liberal amarillo como era, y expulsado de Carora por un Jefe Civil por causa de su participacin, engorrosa para ese Jefe, en la poltica. Lo veamos en la casa de los Carmona parlamentando sobre asuntos que para nosotros eran estratosfricos, antes y despus de la fundacin de El Impulso. Total: Jos Herrera Oropeza no fue muchacho nunca. Sino un hombre desde cuan-do los hombres no lo son todava, sino que gozan de ese estado de irresponsabilidad en que la conciencia est sometida al azar de los instintos.

    Entre las cosas graves a que Jos Herrera estaba pro-penso, resaltaban las que tocaban con la imprenta y de

    1 En la edicin de El Impulso correspondiente al 14 de mayo de 1910, se publica un aviso en el que se lee: Programa para la Velada Artstica de Representaciones Teatrales en beneficio del hospicio en construccin, que tendr lugar el domingo prximo (15 del presente), casa del seor Isidro Eles... Empezar a las 8 menos cuarto: Omara o Patriotismo Excelso, pequeo ensa-yo dramtico por Cecilio Zubillaga Perera, presentado por la seorita Rufa Gutirrez y los jvenes Jos Herrera Oropeza y Miguel ngel Gonzlez.