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POR JosÉ. H. Vn.\:-.toR PROFL'iOR m: F.\Cl LT.\D m. lll :\1.\:\'ID.\DE.s m . L\ S. \;'\ P.\BLO - CEl ' (11 lt 1 ll\ ,,, 1) l ]l( lll 1' 1 1 11\ lll \. > PI '\ \ 1 1 () 1•1 ..,

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POR

JosÉ. H. Vn.\:-.toR PROFL'iOR m: R~-:nAcnó:--.

F .\Cl LT.\D m . lll :\1.\:\'ID.\DE.s m . L\

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EDlJCAR P.í\RA HACER y

VER TELEVISION

En un día tan señalado como 1<1 festividad de San Fran­cisco de Sales. patrono de los periodistas. y tras la puesta en marcha este curso de la Licenciaturél en Comunicación Audiovisual por la racultad de Humanidades de la Universidad San Pablo CEU. queremos reflexionar sobre la influencia negatiV<-l que la televisión ejerce sobre la infancia y la juventud: un terna clcl que se lléü>la mucho. pero apenas se hace nada para encauzarlo. Lo hacemos con la intención de que estas generaciones que se van a formar con nosotros. y que (!entro de muy poco tiempo esta­rén corno profesionales en los medios audiovisuales. vayan di­ser1ando ya desde ahora una nueva carta etc navegación televisiva en la que estt~n bien marcados las valores dicos ). .. morales.

La '>\sociación Hispano-Europea para el Estudio y Promo­ciún de las Comunicaciones Sociales" lla formulado a la Confe­rencia General de la unesco de este año unas propuestas y consideraciones en las que se resalta que " las asociaciones de usuarios <ie Jos medios. sistemas e instn1rnenros ele comunica­ción -junto con las Facultades de Ciencias de la Información y las empresas de cornunie<:Kión- deben discl1ar programds para una pedagogía y didáctica activas que hagan posible una mejor selección y valoración crítica de los rnens"jes por parte de los

) ,,

públicos". Habría que af1adir también "por parte oc los emiso­res". es decir. de los periodistas.

Por lo tanto. educar para ver y hacer televisión. tiene plena vigencia y cada oía mayor urgencia. No tratamos aquí de dcrnonizar la televisión. sino de ver cómo se puede aprovechar ese invento maravilloso para que nos sirva de información . formación y. sobre todo. de entretenimiento y evitar de este modo que siga causando estragos en unos colectivos tan im­portantes como son el de la infancia y el ele la juventud. Hemos recogido testimonios de expertos. personalidades e instituciones que reivinclican desde hace mucho tiempo unos valores éticos en todas las emisiones televisivas y que. en muchos casos. pueden hacerse extensivos a los demás medios de comunica­ción. Y. sobre todo. hemos querido resaltar el sufrimiento que este medio esté'l causando en millones de personas por no saber o no querer seleccionar los programas que les convienen y rechazar la basura televisiva.

1 - C:orrupcí< )n de Id 11 Wtltc \ lo-'"> cor<tzo¡ws

Era me(Jiodía. hora de Texas. de un 23 de noviembre de 1 963. En una ventana del quinto piso del depósito de libros escolares. Osvval esperaba. entre cartones vacíos y libros amtmbados a que el presidente de Esta(Jos Unidos . .Jotm ritzgeral Kennedy. pasara por la curva de Main Strect. Fue entonces Cllan­do aquel marino fracasado. rnuy cerca de la paranoia aguda. apretó el gatillo de un fusil de precisión y acabó con la vida del presidente.

Kennedy fue el primer candidato que se apoyó en la imagen y en los nuevos medios de comunicación para difundir­

la. El prestigioso periódico Neu..! York Tirnes publicaba días des­pués un editorial en el que resaltaba que "esta tragedia es una de las consecuencias de la corrupción de la me11te y los cora­zones de la gente. a causa de la violencia televisiva. iEsto no puede continuar!"

Apenas había comenzado a rociar en serio lü televisión y aparecían ya las primeras sermles de alerta sobre el alimento de la violencia que podría generar. Era pronto. muy pronto para comentar otros aspectos corno la banalización del sexo. el culto

a los ídolos. la imposición de modas que conducen a muchos jóvenes a la tragedia o la grave distorsión que puede introducir en la vida familiar y sociaL Tristemente. casi cuatro décadas mús tarde. podemos constatm t(xfos esos males y otros corno la influencia negativa que puede tener en nir1os y jóvenes la por­

nografía y la ausencia en muchas emisiones de las normas rn~ls elementales ele ética.

:!· L<t rni-'">nia de la tdev-isiún

Tengo muy grabadas en el alma las palabras de un joven que lo había probado tocio, incluido la droga. En el mo-

. )

mento en que se le iba nublando el horizonte de su vida rnc dijo: "Cuando las cosds estéin mal y el mundo se te echa encimél

corno una manada de lobos hambrientos. el único lugar seguro esté:'l con tus padres; es d punto al que recurres cuando no tienes sitio alguno al que ir. cuémdo la p61a ya est<1 muerta. cuando se acaba la noche. cuando se acaban las peleas ... "

Curiosamente es la familia la institución que más sufre las consecuencias negativas ele la televisión. Por eso. además del necesario marco socioeconómico y lat)(>ral para el logro de una integraciún familiar y el desarrollo de sus valores. t1ay que tener en cuenta otra serie de factores que se han ido introduciendo en el hogar y que si no se les controla pueden resultar peligrosos.

Uno ele estos elementos. de gran trascendencia. es la televisión. Un n1al uso del mismo puede suponer un grave deterioro para est<~ institución.

Nadie pone en tela de juicio que el invento de la televi­sión ha sido maravilloso como ames lo habían sido la irnprcnta. el te!Nono o la radio por citar algunos. Pero. como todo. debe tener sus tiempos. espacios y límites perfectamente definidos de tal manera que no se convierta en centro de todas nuestras atenciones y nos inutilice para realizar nuestros cometidos. "La televisión. escribe Vicente Verdll (El Poís 30- 1 - 1 997) t1a dejado de ser un aparato; se ha convertido en un órgano dom(·stico y personal. cuando las emisoras de una y otra clase combaten para conquistar telespectadores y trab<-~an en una supuesta operación para ganar clientes. lo que en realiclacJ estün haciendo

es colectar pacientes".

El diario El País put)licaba ( 1-7-1 903¡ un monogrMico. Ternas de nucsrm épocu. dedicado a la Misrria de la telct 1isión .

En la introducción se resaltaba que "mús allá cie las viejas po­l(~micas y controvertidos estudios sobre la influencia de la tele­visión en el comportamiento de niños y adultos. en los últimos

(j

meses ha adquirido inusual virulencia un aspecto de esa com­plt~ja relación: la exhibición de la violencia. la miseria y el dolor humanos como espectáculo de la degradación. La atracción y el rechazo que esos programas generan. en Espaf1a y fuera de España. son un motivo de reflexión acerca de unas ceremonias televisivas celebradas en los ambiguos márgenes de la ficción y de la realidad"_

Las estadísticas son cada vez m<Js claras en el sentido de que las nuevas generaciones leen menos. Las personas ele menos ele treinta años. por ejemplo. compran menos periódicos que sus precedentes. Y son ya muchos los expertos que con­sideran. entre otras cosas. que es el exceso ele televisión el que provoca tales extremos. Esto quiere decir que cada vez es más corto el tiempo que dedicamos a la reflexión. Se está perdiendo ese rnaravilloso don de la lectura que -corno escribe Dúmaso Alonso- "modifica al hombre en su inteligencia. en sus afectos. en su voluntad: toda la esfera moral de nuestro ser ...

Por lo que se refiere a nuestro país. un estudio realizado por el Laboratorio de Lectura del Departamento de Psicología de la Universidad de C'.erona. señala (Lo Vanguordio 16-2-1997) que el 14% de los alumnos catalanes -la encuesta se puede perfec­tamente extrapolar al resto de España- termina el segundo curso de BUP y Formación Profesional leyendo igual a como lo hacía en cuarto de primaria. Y lo que es más grave. un 24% de los estudiantes de 1 5 años no ha asumido el proceso etc compren­sión lectora adecuado. El 33'J<, de los chicos y el 20'.Jt, de las chicas lee peor de lo que le correspondería a su edad y estu­dios; en las pruebas de rapidez de lectura. uno de cada tres chicos y una de cada cinco chicas Uega a segundo de BUP sin alcanzar a leer 169 palabras por minuto. cifra considerada como la medía para un joven de esa edad. Ramón Canals. director de la investigación. considera la televisión como un factor muy im­portante en este negmivo proceso.

7

La televisión desde hace unos años lo est<:í invadiendo todo de modo que ya ha desbancado al cine convencional en la industria del entretenimiento en Europa. Los datos no pueden ser mús elocuentes. Según el Anuario Estadístico 1996 del Ob­servatorio Europeo del Audiovisual. entre 1 98 1 y 1 99 1 se redu­jeron l<ts salas de cinc en un 2.S, 7'X, y d número de entradas vendidas ha caído él casi la mita<i. Por contra. lél venta de cintas de vídeo. grahadéls y vírgenes llél experimentado un crecimiento del :.Q7 'Yo. Entre 1 mm y 1 DD4 el núrncro global ele cadenas cie cobertura nacional casi se duplicó. Existen. <:Kiemcís. decenas cte canales regionales y centenares de Célt1élles locales.

La tendencia imparablc al consumo de im{tgcnes en lél pt'qud'la pantéllla se observa sobre todo en los nuevos sistemas de recepción televisiva V\BC f)-12·1 mHi). Especialmente notable es el crecimiento de los servicios de televisión de pago. En 1 on..¡.. en comparación con el año <mterior. la suscripción a las cadenas de pago registró un aumento cld 2.S%. El cable también ha crecido. Entre 19HH y 1 994. el ¡xm.Tnté~c ele abonados a este sistema pasó ele! 1 1 .4 al 2 1 ,G. Por lo que respecta a los apa­ratos de televisión ocupan actualrnente un lugar de privilegio en el 96% de los hogares europeos frente al 92% en 1985. Todos estos de-nos significan que la pequeña pantalla se ha convertido en la dueña del ocio en Europa.

Existe una gran preocupación entre psiquiatras y psicó­logos por el aumento continuado de los tclcadictos. Es decir. de los enfermos de televisión que se encuentran atrapados por ella y no pueden pasarse sin una ración ele largas horas de imáge­nes. Los españoles dedicarnos nada menos que tres horas y media diaria a ver la televisión. mientras que rnuy poco a la lectura.

La irrupción de la televisión en los l1og<-ucs es uno de los fenómenos que más han contribuido a cambiar los húbitos de los ciudadanos. Las discusiones familiares. las conversaciones. los gustos. las modas. las formas de comportarse. en general, tienen corno punto de referencia los ternas que aparecen en la pequeñél pantalla. Se trata. aci<~rnüs. <le algo que. como hcn 1os comprobado. estú al alcance de todos los espa!'1olcs. El D9'Yc, de los hogares tienen televisión y en rn<:'1s de la mitad hay dos aparatos o más. Las cifras indican que el consumo televisivo va en aumento; de los 184 minutos diarios de televisión en 1 mm. IK:mos pasado a 21 1 en 1093. ;\lo existe ningún otro medio que tenga la posibilidad de llegar a tanta gente i:1 la vez. No t1ay película de cinc que alcance a tantos espectadores. ni periódico o libro que llegue a tantos lectores.

La adicción a la televisión está causando rr1¿:1s riesgos de lo que a primera vista parece. Existen estudios muy serios de los trastornos que los excesos provocan en nir1os y mayores. Por eso se comenta con insistencia la necesidad <le introducir en las escuelas una asignatura para cnset1ar a ver la televisión desde la más temprana edad para no llegar a ser rn~1s tarde víctimas de algo que en sí mismo es bueno. El exponerse todos los días y largo tiempo ante un televisor. sornetictos a un bomhardeo constante ele imúgencs y anuncios. lleva al erntmJtccimiento y no deja lugar a la retlexiún. Incomunicación familiar. desavenen­cias. fracaso en los estudios pueden ser algunas ele las conse­cuencias.

Francisco Alonso-Femcíndez. en su libro Las otras dro­gas. apunta que ~a partir del mornento en que la contemplación de la televisión cleja de promocionarse en forma de un deseo para convertirse en una necesidad absoluta e imperiosa. puede darse por instaurada la teleadicción". Añade que la televisión "es

'J

el mús caliente de todos los medios inforrnativos. el que abrasa y devora las voluntades mediante una especie de alucinación plurisensorial masiva y gigantesca que penetra desde el exterior en nuestro recinto mental para fascinarnos y convertirnos en sqjctos inhibidos y medio hipnotizados.

En una encuesta infantil en la que han participado 206

colegios de la Cornuniclad de rvtaclrid y han intervenido J 1.2S7

niños. (El País 22-1 0-9G) los pequer1os reconocen que l<:l televi­sión es un<:t droga que engancha e influye en decisiones t<.m importantes < ·< >rno la profesión que les gustaríd elegir. Resulta curioso observar cómo a la pregunta ¿c..¿ué quieres ser ele ma­yor? los niños responden con sus dibujos de acuerdo con las series de moda en ese momento. El 60% de las nir1as quieren ser enfermeras y todas se dibujan con rninifülda y cotla. que ya no se usa en nuestros hospitales. pero que las actrices de las series norteamericanas como Hospitn/ y l :rgencias las siguen

llevando. Los nir1os. en cambio. prefieren ser m(~dicos. pero eso sí. se ¡Jintan en escenas de curación. jarnús en irnúgenes de prevención sanitaria. Otro de los dibqjos infantiles es sumamen­te esclarecedor: en una irnagen aparece pintado un niño viendo la televisión: en otra. transcurridas ya seis horas. ese mismo niño aparece despeinado. desarreglado y agota<lo sobre el sofá La opinión del dibujante coincide con la de los expertos: un exceso en el consumo de horas televisivas destroza a los pe­queños.

(). llldi<tci<'H 1 const<lllW d lc1 \ iolenci<l

Existen centenares de estudios que relacionan el consu­rno de fuertes dosis de violencia televisiva con el incremento de los comportamientos agresivos. El escritor Antonio Gala (El Poís

.Semona/ 22·9-199Gl se hace una serie de interrogantes sobre esta oleada de violencia en la pequeña pantalla. "El concepto ele

ht~r<x>. -dice Gala-. manejac1o e irnpuesto por el cine y la televi-

1 ~ 1

sión. lla concluido por reducirse él l<1 violenci<l: por ser un reflejo

de la que l<l sociedad cjC'rcc sobre los individl!OS. al sembrar en

sus almas !él inquietud de los ele seos provoc<:1dos y la fn lstraci<'>n

de las primeras ilusiones: al pléultC<Ir a los ciudadanos sus

rnoddos inasequibles y faltos dt' hurnanidad. ni siquiem desed­dos la mayor pélrt(' de las veces. sino embutidos él rndrtill<lzos

en la mente con ttTnicas de mercado". \' se prcgwltcl (iala

··¿c(mlo puede tal socicdt:l(! declararse irrcspon .. <;able y l1ahlc1r de

que se desencddena um1 ola de violencia') u:t'lrno pueden los

individuos. así sometidos él ortopedias y clcscncantos. qucj<lrsc

de su infelicidad'! El que escupe éll ciclo ·<Jtlé1dc el escritor- llil de

esperar dispuesto a que le tnojc la car<t su sali\'él. ..

En un informe de la /\socinciún Espar1ola de Pediatría se

dan unas cifms escalofriantes sobre los aspectos ncg<llivos que

la televisión pU<-·de ejercer sobre nitios y j(>vetws. Lél población

infantil contempla unos :200.000 actos de violcncid dntes de llegar a los 1 R af1os.

Bmn<lon Ccrtcnval. profesor ele la Escuela de Salud Pú·

blica y :\1cdicina Cornunitaria de Washington. asegura que lél

aparición de la televisión en los años cincuenta duplicú las tasas ele homicidios. En 1990 los nit1os norteamericanos entre dos y

cinco af1os veían una media de veintisiete horas de televisión a

la semana y las tempranas irnprcsioncs tomadas cic la telc les

mostraron la violencia como algo excitante. carism~itico y eficaz.

1.:1 periodo rn<·ls crítico lo sitúa Certer\val antes de los doce m1os. según un estudio realizado en Estados L;nidos y canad;'l. entre

la introducción de 1<-1 televisión y la duplicacíún de la tasa ele

homicidios suelen pasélr entre diez y quince oños y es entonces

cuando aquellos nir1os. que se han convertido en adullos. son

susceptibles de cometer un asesinato.

1 ¡

s · Solos tn'I He <~1 peligro

Las series infantiles suelen abundar en personajes insóli­tos y aventureros que transportan al niño a un mundo de ensue­ño y fantasía. completamente ajenos a su realidad de cada día. Sus héroes presentan una personalidad e irradian unas virtudes y categorías que escape-m a la norma. hecho que puede influir negativamente en su personalidad. Llevan a cabo una ingestión de imágenes que impregnan su fantasía de héroes invencibles y ven películas como frutos prohibidos mediante los que pueden aislarse en un mundo fuera de su realidad y que les absorbe.

Frente al televisor. el mundo se presenta unidimensional. se aprende sin crear imúgenes mentales propias ni hablar ni contrastar opiniones. El esfuerzo se limita a encender o apagar la televisión. Ante el televisor. el niño suele adoptar una actitud psicológica pasiva. que no sólo no rx>tcncia su creatividad sino que la atrofia. por lo que los pedagogos insisten en las conse­cuencias negativas que el exceso de televisión puede acarrear.

Si el pequeño está solo ante el televisor. acostumbra a estar inmóvil, sin pestañear. fascinado por las imúgenes qut> percibe. que se suceden ré'lpidamente y. comprenda o no el sentido de lo que ocurre. permanece ante él con la sensación de dominar el mundo con su mando. informúndose y distrayéndo­se sin esfuerzo. /\1 día siguiente en la escuela puede sentirse poco disrxmible para realizar el esfuerzo que representa apren­der. El hecho de estar sometidos al bombardeo cie repetidas imágenes violentas y horrorosas puede provocar en el niño una cierta insensibilidad en relación con la violencia y el sufrimiento como algo normal en la vida diaria. lo que no deja cie ser una imagen distorsionada .. Los pedagogos insisten en la necesidad imperiosa de que el pequeño se sienta capaz de analizar por sí mismo los espacios televLc.;ivos que recibe pasivamente en su casa.

1.2

La adicción. que lleva a los niños españoles a estar casi cuatro horas diarias frente al teltwisor. no sólo repercute en su visión del mundo y en su actitud ante él. sino que influye direc­tamente en el rechazo de otros entretenimientos que la pequeña pantalla ha rele~ado a la condición de aburridos o difíciles.

Un buen número de nuestros nir1os no ha leído en su vida un libro; si se les lleva al teatro lo más probable es que les resulte aburrido y que echen en falta los rápidos y trepidantes mecanismos de las teleseries y videojuegos que ven a diario. En Qué t •erde em mi uolle. la maravillosa cinta ele Forcl. existe esta entrañable secuencia: Waltcr Picigeon acude a consolar a un niúo

que no volverá a andar durante el resto de sus días. Le habla ele la fe. le comenta que despu('S del invierno volverí:l de nuevo la primavera y le regala un libro: Lo Jslu del Tesoro. "Toma -le dice-. a mí no me importaría leerlo otra vez". El pequef1o Rodcly McDO\val se queda en la compar1ía de Stevenson. En nuestros ciías. seguramente. hojearía con extrar1eza el viejo libro. se sor­prendería de la ausencia de imágenes y de la lentitud en la sucesión de episodios y tal vez le dijese al bueno de Pidgeon: "Esta no es lé:1 verda<jera Isla del Tesoro".

q. Ll nitl H'll d(' 1< h \ dlliddd<'S

Los niños ocupan cada vez mé~s espacios en periódicos. revistas. cine y televisión y no para cantar o contar los grandes valores que poseen. sino para explotarlos de manera miserable y hasta criminal en algunos casos. Los concursos de canciones

y ele belleza infantil. que proliferan por todas partes. son tanto una subcultura de dudoso gusto corno todo una industria. con sus promotores y patrocinadores. sus diseñadores de ropa y rnaquilladores. sus especialistas en cintgía estética. sus escuelas

de modelos y sus revistas especializadas. Exigen a las concur­santes que no tengan el aspecto físico propio de sus edades. sino el de deseables muchachas púberes. Es decir. que también

crean en el rnuncio de los pcquer1os ansias ele (·xito y aspirc-1cio­ncs impropias de su edad. Todo ello se \'C con la mayor na­turalidad y no sin cierta envidia por quienes tienen nil1as o nit1os pequeños. Sólo algún caso que otro. Cllando resultan espcluz­ll<1ntcs o macabros. cntrt'éÜ)ren Jos ojos del alma a los padres para poder contcrnplélr a los ni.-1os tal corno son.

Dos CélSOS éle<lcciclos a f1r1<llcs de 1 D9ü pueden resultar esclmecedorcs ele estos absurdos abusos. ele los trucos dramá ticos pma poder convertir él mt1dms nir1as en cstrcll<ls de cinc. Ul nir1<l \'ictoirc Tllivisol. con <lpcné\s cinco <-u1os. gan<lb<l el 7 de septiembre ele dicho élf1o el premio ele intcr¡m.·tctción fcrneni­rlo en 1<1 :\·!ostra de Vencci<l. :--:;.-Klic t<ul joven lléihía conseguido ;-mtcs un g<llardón (JC' 1<11 categoría. Su tr<ll)é~jo en 1<1 pclícul<~

Ponerte le tm exigido una intens<l labor dmrn<:ltica. En lél ficción. es tlllél huérfanél qttc no <ldrnitc la muerte de su me:Hlrc y <tyu­c!adél por otros nif1os inw·nt<l exorcismos par<1 resucitarle l. l }n papel que la expuso. a ta11 cort<l edad. al dolor. la soiC'ciC.ld y Id éll1gusti<l ele la muerte. El pcriúctico francc's Ul>erution. en u11 élrtículo titulado \'ictoirc. dtí rcincmís 7 . scflalél quC' "d !kllmarés de los grandes festivélles p<.lrccc querer perpetuar la tt_·ndencia de premiar el fen(m¡cno de la ferie_¡ m¡1s que la calidad de una

intcrpwt<lciún".

Otro CdSO. ele triste recuerdo. fue la tragedia de la nifkl nortcdrncricc_u¡a, JonBcnet Ransey. de la que dijo su abuela m<:l­

tcrna que "nunca conoció 1<1 fealdad": parecía una harbie. con los labios pintados y los rizos de ¡x~rrnanente: cr<-l la rcin<J de los concursos ele belleza infantil de los Estados t:nidos. Hcrnardino :\·1. Hcrnanclo (1-lurnonizar marzo-abril 1 997) comenta este suce­so )/ nu ahorr<l duros calificativos en su exposición: ·se llamaba

JonBenet Hanscy. ruc asesinada por estrangularniento después de sufrir toda clase de tormentos. Tenía seis ar1os. Ocurrió en Colorado, L.'S.r\. en la ;\;aviciad de 1 OD6.

l+

No se trata ele un crirncn vulgar. :'\'o es l<:i t·listoria feroz de un sádico asesino de niños. de un psicópata )' una nii1<-L Se trata de una pobre criatur<-1 que se llamaba JonBenet Hanscy y tuvo la desgracia de nacer en llll<:l farnilia cuya madre. obsesionada por los concursos de belleza. dedico su vida y la de su l1ija a ganar concursos de belleza. una manía como otra cualquiera si no escondiera negocios inconfesables. estupideces sin cuento y destn KTiones como lél que acabó con la vida ele JonBcnet.

Concluye Bcmardino :"\1. Hcrn<uHio con este tremendo apunte: "Lo fetja ele Jos t •unidudcs. llamó el britúnicu Tilackcray a su famosa no\ ·el él ( 1 H4H 1. Lu ho9U<'ru de lus l ~unidudes llam<"l

el norteamericano Tom Woltc a la suya casi siglo y medio rmb tarde ( 19H71. Falta la tercera y rn;::¡s terrible novela: El crinwn d<' Jus t •onidodes "

10- ~to<ldo<-, pélrél <Hiolcsccnws ,. j(l\·•·rw~

Toda la carga rwgativa que recae sobre Jos pequcr)os se tré:lSlad<l a la etapa de la adolcsccnciél y a la de juventud. 1\sí. el noventa por ciento de las nil1as y niños europeos sue{km con llegar a ser rop modd cuando sean mayores. según publicaba en mayo de 1997 uno de los núnwros de la revisté\ fr<-mcesa Puris :vturch. Tales inclinaciones y deseos no deben sorprender­nos que rnús tarde afloren en la juventud. :-.:os encontrarnos en u11a socierlad qtte i11culca en la juventud el culto a los modelos. L<1 palabra modelo en nuestros días tiene und referencia casi exclusiva a lo anatómico de la mujer y del hombre.

,'\ lél juventud se le insiste rnachaconamente en un pre­cepto que reza: al principio está el cuerpo. Estamos en la civi· lización de los ídolos: ídolos de los negocios: ídolos del cine: ídolos del espectáculo: ídolos del deporte. El novelista y drama-

turgo n1so. Alexei Slapovoski. resalta que "ante este panteón. los simples mortales no son m<::1s que una masa indifercnciada de consumidores idólatras". \' afJade que "adiestrarlos por la civili­

zación de los ídolos. rlespreciamos el cuer1:x> que Dios nos ha dado. Ahora somos incapaces de admirar la simple belleza natural. Ha de llamarse Cindy Cra\\1ord. Claudia Schiffcr o Miss l'vlundo. Sin embargo. él la pcquefkl María de la calle de al lado. que quizC:1 sea mjs guapa. siempre le faltará algo. Ese algo es l<l etiqueta que concede la civilización de Jos ídolos".

Basta con ver la televisión. escuchar la mciio o abrir algún periódico pma darse cuenta de la avalancha constante de co· rnentarios y anuncios de todo tipo que. de manera directa o

indirecta, identifican belleza. éxito y salud con estos personajes. l..<J sociedad adora a los Scl1\varzcnegger de turno y de ohí el auge que Cdda día adquiere la industria de la bellcz<c~. de la dicta. la cintgía esté~tic<-l y el gimnasio. David Tnwba. con muctkl ironía. escribe al respecto (La Heuistu-El .'\tundo 18·5-97) que ~los rné­

clicos modernos )'él hablan ele incluir la fealdad corno una enfer­medad rnús y elogian las virtudes del pl<-1stico en compmación con la piel humana".

La obsesión por la belleza. aunque sea de plt-'1stico. pue­de clcsembocar en la mayor cie las paranoias entre los jóvenes y no tan jóvenes. Cu<:mdo una idea torna cuerpo en la sociedad llay que revestirla de un cierto halo científico. Pues bien. con la belleza ya se han puesto manos a la obra. :-.:ewsweek. de 3 de junio de 1 990. dedicat>a su portada a los rostros de una mL~er

y un hombre jóvenes. considerados perfectos. con este llama· tivo título: Lo biología de Jo bdlezu. Comenta la revista que estar guapo t•s una obsesión humana universal. Y se pregunta ¿cómo percibimos la belleza física y por qué invertimos tanto en ella? Añade que los ~científicos cstéin tratando seriamente esta cues­

tiún y están obteniendo sorprendentes resultarlos". La publica­ción cuenta las exigencias de muchos hembras a la hora de

11>

decidirse por un macho y que van desde el tamaño o el color hasta la simetrí<:l, cualidad ésta preferida por la mosca escorpión. Y se interroga i.Es nuestro rincón del mundo animal diferente? Alguna de las conclusiones resultan. cuando menos. preocupantes. Los estudios. según la mencionada revista, reve­lan que los jóvenes considerados atractivos se llevan mejor con sus padres y profesores. hacen más amigos y m<:1s dinero y practican mejor sexo y con más parejas".

l 1 - llllpo~i( iúll d(' tlll 11 H >< idfl

Estos son Jos valores que se predican a los cuatro vien­tos. Las hembras y los machos perfectos del reino humano aparecen a diario en un pedestal donde son idolatrados por los medios de comunicación, en general. y por la televisión en par­tict!lar. Si é..l ello <uiadimos la cascada diaria de anuncios pul)JiCi­tarios en este sentic1o, tenernos un perfecto coctel explosivo capaz de herir las mentes m~1s débiles o mc"ls dcsprotegidas de cultura y reflexión.

La imposición cie un canon de belleza está mucho mc.1s gencmlizacjo de lo que a primera vista se puede pensar. La norma de la delgadez, exhibida en todo momento por los medios de comunicación. crea cada día nuevas personas enfermas. prin­cipalmente jóvenes. que. pese a sus esfuerzos y costosos gas­tos económicos. se ven impotentes de alcanzar el ideal que se les inculca.

El silogismo para convencer a la clientela es de lo rn~1s simple. como no podía ser de otra manera. y de los más directo y eficaz. La publicidad nos viene a decir que no todos reunirnos la características fisiológicas que pregonan como perfectas. ni la proporcionalidad de las medidas: pero tenemos la obligación de luchar. es decir, ele comprar productos considerados de belleza.

l -· i

de ('Onsurnir l1oms de gimnasio. ele hacer las mil y una filigrana para pmecemos por lo menos él esos íclolos.

Hosa Montero escribe (E/ Pw:-; .Semnno/ ~-R-1 HD7l que nos ha lx~cho mucl1o déu1o qut· en las t:tltimas <kcadas 11a":>'d cam-1 >iado el célnun de belleza desrle la normaliciacl t>iológic;t Id peso cquilihrac!o cstú muy por encirna de lo que diera la moda) a

esos organismos de atletas malnutridos que exhibe la publicidad por todéls p<lrtcs: nalgas de cducllo. élhdórncncs sin 1<1 rncnor gotc1 de gr<~sa. pieles corno cueros muy pulidos. '{ tengo para mí -c.n1adc l<l pcriodiSti:l y escritora· que esa irnposición de un rno· dclo ele bdl<:·zd patol<'>gicé.l no es casual. La industria ele los

cuerpos tiranizados mueve billones. entre cremas. geles. pasti­llas. tratamientos seudom{·<!icos. <tparatos ginm<-1sticos y clcm<:ls nkmdangéls. y al poner corno prototipo un cuerpo imposible nos ol>ligan a seguir y· seguir consumiendo indet1nicléHncnte".

1 :2 \!iliones de seres dcstroz¡¡dos

Ante t<mta insistenciél informativa sot>re cuerpos perfec­tos y ame tal <:.lval<md1<1 pulllicit<lri<l so))rc el mismo temd. rnu· chos jóvenes se deslumbran. sucumtwn <11 enccmto y llcgc.m o destrozar sus vidas y las ele sus famili<:.1S. En julio de 1 0U4. Wlé!S

impresionantes imágenes ele SéUnantlla Kcndall daban la vuelta <11 rnunc1o. Se trataba de una brit~mica de 20 ar1os que pcsab<1 :m kilos. L;n esqueleto andante. Malanclante. Apenas podí<:.1 arms­trarse con la ayuda de su madre. Pedía ayuda para no morir

como muri(> su hermana gemela. Mich<:1da. unos meses antes. Tenía la misma enfermedad: anorexia.

En abril de 1997. una niña. tarnbiól anoréxica .de 1 3 élfH>s. se suiciclaba en Italia al verse demasiado gorda. "Todavía

tengo q11e adelgazar un poco mús, sigo estando demasiéldo gorda. debo bqj<:ir di menos dos o tres kilos~. Estas palabras las clcjó escritas Laura en su diario.

IH

i'\o se tr<ll<l de escribir una púgind de sucesos. sino de alertar !lasta ckmdc puede llegar el fen<'>rneno nliiH(·tico de los

idolus que día trds dí<:l se prcscnt<lll él los j(>velll'S como dioses en las televisiones de tocio el rnunclo. En mayo de 1 m)7. dos nir1as. <le 1 2 y 13 <n1os se suicidélron en tll1<1 pcqttcfl<l localidad del norte de Francia porqt 1c profcs<Jban una ··ver K·raciún amoro· sa .. cll líder dd grupo Nirv<Ukl. Kun Col>ain que t<uni>k~n se había

quitado lé:l vidd tres afH>s <Hlles.

El escritor norteamericano. Jolm Updikc. afinrm (U tvtunclo 12-7-q7¡ que '"t>rl Estados L"nidos creen que la televisión es Id

redli<ldcf" y lldl>ríd que hacer extensivo este dserto al resto dd

mundo occidental.

Quiz<'ls nos quc(lC d consuelo de pcrls<:lr corno la llisto­ric~clord nortc<uneriCdlli:l. H.obcrt<t Poll¡¡cf¡ Scid: ··con suerte. el siglo que viene el ide<Jl fcrnl 'nirlo rccupl Tdr<i comomos mas nél­turalcs. voi\Tr~l d rcllcmlrlos ele carne y de vida. y liber~u·~¡ por lin a las mqjcres de la guerri:.l dd siglo x:x contrd su cuerpo"_ o como t<Hl Ji>ió 1 afirrm1 el nortc<:lll 1cricano Hicll< m 1 Kll'in. profesor de Literatura. que cu<:mdo "'Id gorclur<l vuelva. lus comentaristas cncontr<:tr<in. sin duela. motivos ingeniosos y ré.lzones irresistibles

par<l explicar que sólo es un cambio repentino del gusto que lldC<: que la gordura scet n<Hurdlrnentc llcrn1osd. télrl excitante y sexy. tan salvajemente elegante como la delgadez lo pé:trcn· al lord··_

1 3 \lt~rionc·tds de los ídolos de turne)

L<ls revistas eminentemente gr~tflcas. algunos periódicos scnsacionalistéls. pero sobre todo el cinc y Id televisión se enc<:lr­

gan a diario de recordar las excelencias cid cuerpo y los frutos que de tales esculturas se pueden derivar. En realidad conviertetl en marionetas 21 multitud de l1ombres y mujeres qtte se dejan

¡q

arrastrar por esos ídolos que. ademús. son cambiantes según sirvan o no a los intereses de quienes los propagan.

Lo que hasta hace un af1o era considerado como belleza, deja de serlo y se inventan otros perfiles para variar la atención de lectores y espectadores. Se trata de fomentar nuevas curio­sidades. de buscar nuevas emociones. Sale una modelo corno Claudia Schiffer y sus excelencias las conocen hasta en el últi· mo rincón de África. Depende de la empresa que tenga mayor fuerza en el mercado. unas veces es la pasarela la que impone sus cúnones y otras es el celuloide. A mediados de 1997 ya no reinaba la Schiffer ni la Hoberts. "La lúnguicla mirada de la que­bradiza Winona Ryder (E/ Mundo 1 1 ·5· 1 D97l. de 25 años de

edad. coforma el semblante de los noventa. Belleza frúgil y mis· teriosa convertida en declaración de principios en contra de las hembras recauchtltadas salidas de un calendario".

Pero los c~mones de belleza no rigen sólo para las mu­

jeres. se aplican igualmente a los hombres. El Magazine de La Vanguardia 120 ·9·98) dedicaba toda su portada a un rostro de hombre: Leonardo DiCaprio con este título: "hombres dulces"; y este sumario: "La ciencia descubre que las mujeres prefieren rasgos y valores femeninos a la hora de medir la belleza mas­

culina" cuando estos símbolos caen del pedestal. vienen las sobredosis de barbitúricos. o el suicidio. y el arrastre hacia similares conductas. hacia sirn.ilares delirios. de aquellos que han hecho de ellos un dios.

1 -+· . \ \'('!" ~<' <~pwndc

Todo el mundo est¡j de acuerdo en que existen una serie de programas televisivos que son una auténtica "basura", pero también es cierto que suelen tener una gran audiencia ¿Qué estú pasando entonces? ¿se han perdido los valores m;js elementa­

les del buen gusto, de la ética y hasta del ruboO i.Se han perdi·

2()

do los usos ·y costumbres tradicionalmente aceptados? ¿se 11a pasado de la excesiva dosificación al todo vale?

Rogcr Jiménez. <icfensor del lector de La Vanguardia, tras una reunión de los (iefcnsores de los lectores de todo el mundo qtte votaron las que consideraban noticias basura que habían sido sobredimensionadas en los medios de comunicación. escri­bía un precioso artículo titulado Las noticius basum y el corazón ele Jos Jectore.r.:; (Lc1 Vanguardia 24-1 1-1996) . Señala Roger Jiménez que "el capítulo tercero del serial de O.J. Simpson. las vac.as locas, el fenómeno Macarena. las peripecias c1e la familia real británica. Daniel Ducn1et (que fue marido de Estefanía de Móna­

co¡ jugueteémdo con unas miss Bélgica desnuda. el embarazo ele las celebridades. la película tndependence OU~J- las poco re­cornendalJies correrías de L:nahornber y los escúndalos alcaloides de Maradona. han sido las noticias a las que m<is atención se le ha prestado a lo largo de 1996. Pero no hay que concentrase

sólo en los personajes de filas delanteras. es decir. los que tienen un abono vitalicio en los periódicos. revistos y programas de televisión que suministran todos los días del ar1o y varias veces al dia la adecuada dosis <ie anestesia y narcótico en un incalculable empobrecimiento de la vida y el pensamiento de

nuestra colectividad. Muchos otros rostros -añade Roger Jiménez­que aparecen incansablemente en las pantallas o fotografías de prensa tampoco merecen objetivamente el menor interés. pero se convierten en los protagonistas indeseables de nuestra época y decoloran la imagen de aquellas personas que hacen algo

realmente valioso: desde los que arriesgan y crean riqueza sin recurrir a las malas artes del pelotazo fimmcicro. !lasta otros que son capaces de crear lo müs difícil como es la riqueza interior. imágenes y pensamientos auténticos. o que. simplemente. con su conducta decente. podrán ser ejemplo de esperanza e insu­

flar ánimos a nuestros contemporáneos en un mundo que es mucho más rico e interesante de lo que parece".

!.1

Ut influencia de la televisión en el público rncrecc lél nkt­

yor de lélS dtencioncs porqu<' su desconocimiento puede aca­rrear gr<tves conscn tcncias .1::1 periodista Xal>i< ·r Obacl1. ex direc­tor del progrdma inform<tti\'O Tc.--;ri~ JO dirccro. en stt libro E/ m u u­miento de /u iqfomluci<·>n !J otrus _f(íhulus Clfirn1<1. nada menos. que las televisiones comerciales "no tienen (tica ni ideología. sólo un b<:·llance de cuentas. L<t voluntéld ele 11<wcr negocio se

;mtcpone a la de crear modelos de comportamientos". Se siente igualmente preocupa(!<.> por la influencia que la pcquer1<1 pantalla ejerce sobre los niños y, jtmto con otros profesores. tri.lhaja pma cnscr1ar a los alumnos l<t forrnd corr<'Clél de ver programas. Hecalca que "los rn;-wstros csté.Hl preocupados (E/ ,\fundo H-1-

1 997) por l<l excesivd influct 1cict de la teln·isiún. i\ veces. cuan­do los conceptos que se ofrecen en lélS escudas entran en conflicto con lo que un alumno ha visto en telcvisi<'>n. (·stc opta por l<ts irnúgencs de TV".

El perk>dico La Vangumdié\. en ttnos de sus suplementos de comtu1iC<.tci(>n. confecciona! >a una especie ele dcci:'llogo. cs­pig<.tclo de l<1S recomendaciones de los expertos. par<t un uso correcto ')' hen<'ficioso de Id tek·,·isiún. que se concreta en lo siguiente: Realizar umt selección l)f{'\'ia de los programéis. tanto

individualmente corno en familia: utilizélr d vídeo como tll'IT<:t­micnta de selección de programas: no ver la televisión durante las comidas: no utilizar la tdevision corno canguro: no instal<lr un aparato de televisión en l<:t t1<.thitación de los lt!jos: presionar para que en las escuelas se incluyan programas de alfabctiz<l­ción élWiiovisual y no sacrificar por la tek·,·isión la realización de otras actividades como deportes. juegos y lecturas.

Cacla vez son rnc'~s los expertos que insisten en la nece­sidad de ensehar televisión desde el colegio. Pilar .-\guilar. autora del ·~1anual clcl espectador inteligente" ofirma (El País ]-G-19D71 que "somos analfabetos televisivos· y que ·a pesar (le la presen­cia tan fuerte que tiene este medio en un mundo en el que la

imagen prevalece sobre d resto ele lds cost1s no se conon· cúrno funciona su lengu<üe ni los CÓ(iigos de clahorackm de

imúgcnt~s. Por eso par<-1 <:1 gran ptJI)Iico la telcviskm es um1 pasión inséltisfccha". C:onsidcr<t Pilar .'\gtJilar que es rK·ccsdria "Uikl cierta fonnaciún audiovisu<ll par<l poder convivir con e lid ... Adcmús cor1\'ienc rccl1azm lo que tiene de vulgar pélrd poder disfnllar (Jc lo rnucl1o bueno que tiene. Entiende lél mt·ncionada

autor<l que es "un<l incongruenci<~ que el sistcm<1 educativo se dcsentiendél de w1 medio tan presente e importante en nuestras vidas y al que dedicarnos cc.1si cuatro horas di<:trias de rncdiét».

CONCLUSIÓN

Fernando savater escribía el pasado mes de septiembre (El País SemanaL 13-9-98) a propósito de las programaciones televisivas que el lema de las antiguas Olimpiadas erél citius. ultius. jonius. o seu, más rápido. más alto. más fuerte. referido, claro cst~l. a capacidacks atléticas. El del espectáculo televisivo actual (pero tambi(:n el ele buena parte cid cine y el de mucho periodismo escrito) es "m<:'ls escandaloso". "mcis estrepitoso". "más roro y más impúdico". Con tales mimbres -añade Savatcr­se considera que el cesto del espectáculo cst<~l asegurado. Que dicho cesto sólo esté lleno en el mejor de los casos ele aire y en el peor de mierda es cosa que. por lo visto. no debe preocu­parnosi A divertirse toca!

Ante este panorrna que acabamos dcdescribir cabe pre­guntarse: ¿Qué t1aceo ¿Es posible cambiar el curso de los uctua­les acontecimientos? d lay que fiarlo todo a un ciego destino ante el que la voluntad humana nada tiene que hace()

Y unas preguntas directas a profesores y alumnos de las Licenciaturas en Comunicación 1\udiovisual y en Periodismo i.Es verdad que el público pide esos contenidos·? De ser así ¿hay que ci~trsclos? i.Sc trata de un servicio periodístico o mús bien de un negocio que aviva los instintos mfts bajos con tal ele obtener pingües beneficios'> <.Debe el periodista suministrar todo ese material por el sirnple hecho de que el público lo pide'>

Creo sinceramente que la respuesta es no. Si no tuviésc­rnos la firme convicción de ser cluct1os de nuestros actos. de poder encauzar la voluntad. de tener la capacidad de hacer y

deshacer ele acuerdo con nuestra propi<-1 conciencia y nuestras creencias religiosas. de poder tr<msrnitir unos valores (!ctermina· dos a nuestros alumnos. no tendría rnucho sentido este solem­ne <teto que estarnos celebrando en t1onor de San Fr<mciso de Selles. patrono de los periodistas.

vargas Llosa escribe en un artículo titulado "Las nuevas inquisiciones" (El País-8-1 1- 1 908) que "el periodismo escandalo­so. amarillo. (SC refiere a los tal>loides ingleses) es un perverso hijastro de la cultura cte la libertad. No se lo puede suprimir sin infligir a ésta una herida acaso mortal. Corno el remedio sería peor que la enfermedad. hay que soportarlo. como soportan ciertos tumores sus víctimas. porque saben que si trataran de cstirparlos podrían perrler la vida. No hemos llegado a esta situa­ción ·ar1ade Vargas Llosa· por las maquinaciones tenebrosas de

unos propietarios de periódicos. <'widos cie ganar dinero. que explotan las bajas pasiones cie la gente con total irresponsablidad. Esto es la consecuencia. no la causa". Y añade: "La raiz del fenúrneno est<i en la b<malización lúdica de la cultura imperante. en la que el valor supremo es ahora divertirse. entretenerse. por encima ele cualquier otra forma de conocimiento o quehacer". La raiz esti'l "en la frivolidad. reina y señora de la civilización pos moderna".

Da la impresión de que nos encontramos <mtc tll1é\ irre­sistil)le fuerza que nos marca los cánones a Jos que debernos Cltencrnos sin pocier 11acer nada de nuestra parte. De aceptar estos postulados. fallaría por completo el concepto de formclCión que querernos y debemos délr a nuestor alumos de hoy· y que dentro de poco tien1po serún profesionales de la comunicación. Estarnos convencidos justamente de lo contrario. Tenemos ca­pacidad para éUléllizar la realidad téJI cu<d es y, desde nuestros propios I.Jrincipios, rnodillcarla cada uno desde el papel que le toque desempcr1ar en la socicd<KL Nosotros tenernos la obliga­ción de lograr um1 formación integral ele nuestros alumnos. cargada de un gran lltunc.mismo y funcl<tmentacl<l en Jos princi­pios dicos y morales. que sea capaz de irréldiar dichos princi­pios él sus receptores. es decir. él quienes escuchan lé.l radio. ven la telcvisón o Icen la prensa.

Corno 1·1ernos visto c.mteriormente, los expertos insisten en que es necesario educar pma ver 1<1 teldvisión. Pero yo aria­do: llay· que educar para ll<lccr y ver la televisión. Estos dos conceptos, "educar pard hacer y ver". tienen unr.\ gran importan­cia. como ser01alál klmos en la introducción. pare~ !él l}nivcrsiéld San Pablo CEU en lcl que se cst~m forrnando muchos jóvenes

que dedicarán su vida profesional al mundo de la comunica­ción. en general. y al de la televisión. en ¡Jarticular.

En este línea educativa tarnbit·n insiste ( iuti<'~rrez Martín (El País.l-7-1993) al significar que el mundo de lél televisión y sus productos sería un interesante punto de partida para elabo­rar estrategias de acercamiento a la realidad social con espíritu crítico. lo que nos capacitaría ¡Jélra vivir líbrcrnente en un mundo donde la cantidad y la calidad de contenidos es difícilmente controlable".

Hace ahora un año leía uno de los artículo mé)s dclicios< >S

en este sentido. escrito por un gmn rnaestro de periodistas y

que. si bien se refiere a la prensa. es totalmente aplicable a los medios audiovisuales. Pues bien. una tormenta de acusaciones se cernía entonces sobre los periodistas italianos y sobre el modo de ejercer la profesión .. Fue Guido Ccronctti. con un ar­tículo en La Stampa . quien lanz() un envenenado dardo capaz ele herir el corazón mús duro y el alma m<·ls escóptiCél al afirmar que los periodistas habían perdido el alm<-1. El periodista y maes­tro ele periodistas Eugenio Scalfari le constestó en 1..<1 Hcpubblica el 18 enero <le 1998. Scalfari echó mano de todos sus pertre­ctlos para responder. Alzó d argumento ele la idoneidad y no tuvo cmpad1o en (iecir. entre otras cosas. lo siguieme:

"Habiendo sido periodista durante cuarenta años y ha­biendo participado en la fundación de dos diarios que también ht~ dirigido. a<Jcrn~ls de escribir. hasta ahora me he abstenido <le intervenir en esta discusión, que rnc ha parecido sostenida. corno ctc costumbre. con argumentos débiles y poco apropiados al tema.

He leído en La Stamp<.l -añacie Scalfari- la enésima provo­cación antiperiodística escrita por Guido Ceronetti. Habéis perdi­

do el contacto con la población lectora. l1abéis perdido el alma. nos dice el critico de nuestra profesión: os hahós convertido en almas muertas. vosotros que hacéis y escribís en los ctiarios. justo en el momento en que vuestros lectores estc'm descubrien­do el alma y querrían que vosotros les diérais voz. expresión y representación. Vivís en un mundo al margen como el de los políticos. como el de los técnicos. y otras almas muertas que ocupan el planeta de los simulacros. Salid. nos crnpqja, de vuestra mortífera separación. buscari el alma de vuestros lectores; igual que De Gaulle dijo a los franceses de Argelia "yo os he compren­

dicto" así vosotros lanzáis la misma señaL compréndanlos y represéntcnlos. Sólo así saldréis del pantano. Si no. os ahoga­réis.

"Hemos. pues. perdido el alma de los lectores y, juntos, la nuestra: esta es la señal. el grito de alarma que nos h<:lce llegar Ceronctti. Pero aquí -significa Scalfari- se plantean un montón de preguntas que a mi me parecen esenciales. La prirnera es ('sta: (.Existe un alma en los lectores a la que se puede ir a t)uscar para entenderla. darle voz. o hay diferentes almas. diferentes maneras de sentir. a menudo contrapuestas'?

i.Quieres. querido Ccronctti, un ejemplo en el que el alma. un cierto alma. se manifestó con impetuosa ritualidéld no sólo en Italia sino en todo el planeta? Fue un dolor inmenso. unánirne. por la muerte de Diana. la rosa de Inglaterra. Pocos días des­pués murió la Madre Teresa ele Calcuta. pero el alma del mundo se quedó indiferente. Tu sabes que los diarios y· las televisiones ele tocio el mumlo encendieron los faros de que disponían cuan­clo tuvo lugar la primera rnuerte: las ventas y la audiencia au­mentaron notablemente: habíamos interceptado y dacio voz al alrna de los lectores. Hepetimos (ur1 poco hipónitarncnte. diga­rnos) la misma operación para la :\ladre Teresa. pero lél respues­ta no llegó.

Te pl<l!1teo un problema:¿\1crece siempre la pena ampliar y representar el alma de los lectores?<.O más bien alguna vez sería mejor no ir en su busca para no encontrarse entre las manos con un alrna de plústico? Me gustaría que me contesta­ras.

Y voy con otra pregunta, escrihe Eugenio Scalfari: tam­bién nosotros los periodistas (parece imposible) tenemos alma. ¿Qu(~ podríamos hacer, querido amigo al que tanto admiro y del que tanto aprendo, qué podemos hacer con nuestra alma?

Yo tengo bastante con la mía y no creo que sea d único de la profesión. Si mi alma no coincidiese con la de los lectores. ¿qué debería hacer'? ¿Tirar la mía a la basura y refugiarme en otra que no me pertenece?

Pero existe una manera de entender y de ejercitar esta profesión que es todo tu contrario. :--:o ir en búsqueda de otras almas sino fortalecer la propia y t1c1cer de ella un punto de referencia y de reunión ele todas las que le son similares y que en ella se reconocen y que. junto a ella. adquirir<'ln experiencia y aprenderán a distinguir el grano de la cizaña: se equivocarún juntas. se enmendarán juntas por las propias convicciones: sé tu alma y no la de los demás. Nosotros siempre entendimos así el

periodismo y su moralidacl".

CrPo que aquí esté'l la clave: que nuestros alumnos ten­gan -si me permiten la expresión- un dlrna ¡m lpia. un alma Cdr· gada de convicciones. de las convicciones de la Liniversidad San Pablo · CEL!. porque estoy seguro de que. si eso consegui­mos. cuando sean profesionales de la inform<lción. ele la comu­nicación, jaméis ir(\11 en busca de Climas de plústico. a las que alude Escalfari. ni serún emisores de frivolidad. reina y se(lurél de la civilización posrnoclcrna. que comenta Vargas Llosa.

Termino. Estarnos sumergidos en l<:l sociedad de Id irna· gen que. por otra parte. <:1¡wnas ha comenzado. Igual que apren· demos a leer y escribir tenemos que aprender a ver y hacer televisión. No se trata de eliminar sino ele seleccionar. para ello se necesita una fonnación que hahr<'l de crnpczar. y cut'.mto antes mejor. en las escuelas. en Jos colegios y estamos seguros que en esta L'nivcrsidéHl. Los eclucaclorcs. por tanto. tienen aquí un papel relevante. Que la televisión Célusa estragos en nii1os. jóvenes y adultos y. por em1e. en la familia y en la sociedad. es

un hecho constatado. corno hemos visto. Si queremos evitar que nos arrastre la basura hay que subirse a la barca de los valores éticos y morales. Sólo así podremos capcm los huracanados vientos del indiscriminado consurno de imágenes que tantas veces nos conducen al puerto del desasosiego. la fn.1stración. la depresión y la desesperan:~..a.