césar milstein
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Conociendo a nuestros científicos
1ª edición
ISBN: en trámite
© Universidad de La Punta, 2012
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723
Libro de edición argentina
No se permite la reproducción parcial o total, el
almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la
transformación de este libro, en cualquier forma o por
cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante
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previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las
leyes 11.723 y 25.446
Coordinación General
Hernán Martens - Secretaría Ciencia y Técnica ULP
Contenido
Paula Bombara
Corrección de estilo
Paula Bombara
Colaboración
Federico Abrile - Secretaría Ciencia y Técnica ULP
Ediciones ULP
Coordinación General
Néstor Arellano
Coordinación de Contenido
Melina Manzur
Coordinación de Diseño
Natalia Perinetti
Diseño
Rocío Juárez, Ana Laura Tripi
Edición
Darío Calderón
Agradecimientos: Al doctor Alfredo Miroli, al señor Ignacio Peluffo, al Lic. Carlos Borches, a los fotógrafos Germán González, Domingo Zenteno, Augusto Arturi y Foto Braschi; todos ellos colaboraron con imágenes que ilustran este libro.
Introducción
Capítulo 1: Un nuevo cazador de microbios
Capítulo 2:La vida universitaria
Capítulo 3: Su lugar en el mundo
Capítulo 4:Nuestro sistema inmunológico
Capítulo 5:La investigación que mereció el Premio Nobel
Capítulo 6: Los debates que lo tuvieron como protagonista
Capítulo 7: El final de su vida
EpílogoCronologíaFuentesNotas
Conociendo a nuestros científicos
¿Quiénes pueden ganar un Premio Nobel? ¿Acaso se necesita estar tocado por una varita mágica? ¿O ser un genio desde la cuna? ¿O provenir de una familia de científicos? ¿O tener la mejor educación posible? ¿Será que si alguien se propone descubrir algo para ganar un premio como el Nobel, lo logra? ¿Cuán importante es el reconocimiento y el apoyo de las autoridades de un país al trabajo de los científicos? ¿Cuán
importante es la institución que le da un lugar? ¿Cuán importante, el grupo de investigadores que lo rodea?
Todas estas preguntas y muchísimas otras comenzaron a hacerse los periodistas, los políticos y la comunidad científica de nuestro país cuando, en 1984, un investigador argentino llamado César Milstein ganó el premio Nobel de Medicina y Fisiología por trabajos que realizaba en Inglaterra.
La historia del Dr. Milstein es digna de ser contada no sólo por el reconocimiento y la trascendencia que
han tenido sus investigaciones, sino porque, en muchos
aspectos, la suya se parece a la vida de todos nosotros. Entonces... tal vez... ¿el próximo Premio
Nobel de Argentina será para... ti?
Los padres de César Milstein, Lázaro Milstein y Máxima Vapniarsky, eran de origen ruso. Lázaro había llegado al país procedente de una aldea, Shiskovitz, que hoy se encuentra en Ucrania. Máxima era parte de la colonia de inmigrantes rusos que estaba en el pueblo Colonia Clara, en la provincia de Entre Ríos. Se conocieron en Bahía Blanca, una ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires, en la cual ella era maestra de una escuela primaria, y él viajante de comercio. Allí se instalaron luego de casarse.
El 8 de octubre de 1927 nació César, el segundo hijo de la pareja. Los tres hermanos, Oscar, César y Ernesto, crecieron en el barrio Villa Mitre de la ciudad y fueron a la escuela primaria donde su mamá trabajaba. Les gustaba andar en bicicleta por las callecitas de su barrio y jugar al fútbol en los potreros. Los Milstein eran una familia común, que valoraba enormemente la educación pero también el esparcimiento. César no era un alumno destacado, era bueno pero tanto como muchos otros de sus compañeros. Cuentan que disfrutaba mucho
Introducción Capítulo 1: Un nuevo cazador de microbios
A los 10 años, en la puerta de su casa en Bahía Blanca.
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las visitas de una prima mayor,
bioquímica. No es para menos: la prima trabajaba en el Instituto Malbrán de la ciudad de Buenos Aires con ¡serpientes!, quitándoles el veneno para producir suero antiofídico (es decir, el antídoto para las mordeduras de estos animales).
Al cumplir los doce años, César pidió a sus papás que le regalaran un libro llamado Los cazadores de microbios, de Paul de Kruif (publicado por primera vez en 1926). Era un libro de biografías de grandes hombres de la historia de las ciencias como el holandés Antonie van Leeuwenhoek (inventor del microscopio), el químico francés Louis Pasteur (creador de la primera vacuna contra la rabia, entre otros magníficos descubrimientos), y el médico Paul Ehrlich (quien ganó el premio Nobel de Medicina en 1908 junto al médico ruso Ilya Ilyich Mechnikov, por sus avances en el estudio de nuestros mecanismos de defensa), entre otros científicos.1
Al leer el libro, quiso ser uno de esos hombres y, con sólo 12 años, César definió que dedicaría su vida profesional a las ciencias naturales. Pero para concretar esta decisión, antes tenía que hacer la secundaria, que cursó en el Colegio Nacional de
: Su padre y hermano en la casa paterna, Bahía Blanca, 1984.
Bahía Blanca hasta cuarto año. Al llegar a quinto año, sus padres le plantearon la posibilidad de ir a estudiar a Buenos Aires, donde ya estaba radicado su hermano mayor, Oscar, estudiando ingeniería. El desafío era que tendría que cursar, al mismo tiempo, el ingreso a la universidad y el quinto año de la secundaria. El propio César cuenta que esta fue una decisión difícil de tomar porque no sólo implicaba un esfuerzo grande de su parte sino también de sus padres, que lo mantendrían económicamente para que él pudiera estudiar. Finalmente, aceptó la propuesta y así fue como, en 1944, terminó la secundaria en un colegio privado de la ciudad de Buenos Aires llamado Instituto Maipú, al tiempo que lograba ingresar a la facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
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Entre 1945 y 1952 se vio a César Milstein por los claustros de la facultad de Química de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Además de cursar sus materias, tenía que trabajar para mantenerse económicamente. En un primer momento lo hizo en una fábrica textil; luego, pasó a ser técnico de un laboratorio de análisis clínicos. Pero esta formación no estaba completa sin las actividades del centro de estudiantes de la facultad, en las que participó activamente, ya fueran huelgas estudiantiles o gestiones para reincorporar profesores; con compromiso y aceptación del resto de sus compañeros llegó a ser presidente del Centro de Estudiantes de Ciencias Exactas y delegado ante la Federación
Universitaria de Buenos Aires. En esos pasillos fue donde conoció a su compañera de toda la vida, Celia Prilleltensky, estudiante de química como él.
Cuando César y Celia se graduaron, en 1952, decidieron casarse y tomarse un año para viajar. El propio Milstein dijo en su autobiografía: “Luego de la graduación, nos casamos, y dedicamos un año entero a la más inusual y romántica luna de miel, haciendo auto-stop en nuestro camino por la mayoría de los países de Europa, incluyendo un par de meses de trabajo en los kibbutz de Israel”2. Una experiencia así modifica la visión del mundo de cualquier persona y el matrimonio Milstein no fue la excepción.
Al regresar al país, César y Celia decidieron hacer el doctorado en química, pero las cosas no
Capítulo 2: La vida universitaria2
César Milstein, cuando cursaba en la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales.
Con Celia Prilleltensky en los primeros años de matrimonio.
fueron tan sencillas: ninguno de los dos lograba reinsertarse en la facultad y tuvieron que seguir trabajando en el laboratorio de análisis clínicos que empleaba a César desde sus años de estudiante. En una entrevista, Celia contó que, en lugar de elegir un tema de investigación, César averiguó quienes eran los mejores investigadores y así conoció a Luis F. Leloir (otro científico argentino galardonado con el Premio Nobel)3.
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Capítulo 3: Su lugar en el mundo
Como las autoridades del Malbrán estaban interesadas en que Milstein continuara su formación, accedieron a darle una licencia sin goce de sueldo mientras estuviera estudiando en la Universidad de Cambridge, con el compromiso de que se incorporara al Instituto Malbrán cuando regresase al país. De hecho, tanto César como Celia mantuvieron una correspondencia fluida con los científicos del Malbrán mientras residían en Cambridge, pues querían mantenerse al tanto de los cambios que iba sufriendo el Instituto.
El matrimonio llegó a Cambridge en 1958. El flamante Dr. Milstein comenzó enseguida a trabajar en el Departamento de Bioquímica de la Universidad, bajo la dirección de Malcolm Dixon, un bioquímico inglés especializado en cinética enzimática. Hizo un buen trabajo allí, estudiando otro grupo de enzimas llamadas
Como Leloir no tenía espacio en su instituto para agregar más investigadores a su grupo, lo mandó a hablar con el director del Instituto de Química Biológica de la Facultad de Medicina, un bioquímico de gran prestigio llamado Andrés Stoppani4. Con Stoppani como director, Milstein logró hacer su doctorado en cinética enzimática5 (recibió el título en 1957) y tener un cargo docente como ayudante en la cátedra de su director.
Siendo docente y doctor, se presentó a un concurso por un cargo en el Instituto Malbrán (aquel donde trabajaba su prima) y, simultáneamente, a una beca del Consejo Británico. Era muy difícil que los dos trabajos se dieran pero, ¡obtuvo los dos puestos! ¿Y ahora? ¿Qué camino seguiría?
3
1)- Instituto de Microbiología Dr. Carlos G. Malbrán, fundado el 14 de julio de 1916.
2)- Universidad de Cambridge.
3)- En el Medical Research Council trabajaba César Milstein cuando ganó el Nobel de Medicina en 1984. Lo hizo hasta su muerte en 2002.
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3“fosfo-glucomutasas”; pero lo más importante fue que conoció a un gran científico, dos veces ganador del Premio Nobel de química: el doctor Frederick Sanger6. En aquella época, el joven Dr. Sanger estaba dedicado al estudio de otra proteína muy importante llamada insulina. Lo que él intentaba descubrir era cómo estaba formada esa proteína, qué sustancias, qué moléculas, la componían. Con Sanger, entre otros, estaba comenzando el estudio de la biología a nivel molecular. El modo de trabajo de Sanger y la idea de estudiar a ese nivel las proteínas interesaron profundamente a César
Milstein. Con el tiempo, Milstein y Sanger fueron cultivando una amistad.
Ya en 1961, con su título post-doctoral por el trabajo hecho con Dixon, cumpliendo lo acordado con Ignacio Pirosky, el por entonces director del Instituto Malbrán, regresó junto a su esposa a nuestro país. Allí, con sólo 34 años, César inauguró un departamento de Biología Molecular: quería formar científicos jóvenes en este nuevo enfoque de investigación y el Dr. Pirosky le dio todo su apoyo y los materiales necesarios para que lo hiciera. Los avances
Con su padre en Cambridge, 1984.
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3fueron espectaculares: los resultados de sus investigaciones eran los más adelantados del mundo, marcando una época de gloria en el Instituto. Lamentablemente, apenas un año después, un golpe de Estado en el país afectó nuevamente a todas las personas: el director del Instituto7, Ignacio Pirosky, fue suspendido de su cargo y Milstein renunció al suyo como forma de protesta. Cuentan que el propio Luis Leloir pidió a Tiburcio Padilla, ministro de Salud Pública puesto por los militares, que no dejaran ir a César Milstein, dada la espectacularidad de los resultados de sus investigaciones, pero no sólo no tuvo éxito sino que Padilla le sugirió que los investigadores tenían que irse pues acá no se puede hacer nada.
Con una tremenda desilusión, bronca y gran congoja, el matrimonio Milstein dejó nuevamente el país con la decisión de no volver; se sentían expulsados y, de hecho, así era. Junto a Milstein, muchos otros investigadores
partieron a trabajar a otros países. Es que toda la comunidad científica se sintió maltratada y poco reconocida: en muchísimos casos estaban realizando investigaciones de vanguardia, aún más avanzadas que grupos de universidades de Estados Unidos y de Europa. A esos sitios partieron y allí fueron recibidos con honores y, lo más importante, con un puesto de trabajo donde continuar sus investigaciones. A César y a Celia los estaban esperando en la Universidad de Cambridge. Frederick Sanger acogió a César como investigador senior, avanzado, en su grupo de trabajo y así fue como Milstein se enfocó, definitivamente, en el camino que lo llevó al Premio Nobel: el estudio de las proteínas de nuestro sistema de defensa. Cambridge fue, desde entonces, el hogar del matrimonio Milstein.
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4 Capítulo 4: Nuestro sistema inmunológico
Antes de seguir avanzando en la biografía de César Milstein, hay que detenerse a aprender un poco acerca de nuestro sistema inmunológico o sistema de defensas. Con ese nombre llamamos al conjunto de células y sustancias que actúan, protegiéndonos, dándonos inmunidad, cuando un ser o una sustancia extraña entra a nuestro cuerpo.
Históricamente se utiliza la imagen de un ejército para explicar las funciones de los distintos componentes del sistema inmunológico. Los soldados de este ejército son unas células que circulan como barcos navegando en la sangre que va por nuestras venas y nuestras arterias; comúnmente se las agrupa bajo un mismo nombre: glóbulos blancos. Hay glóbulos blancos de diferentes clases, algunos especializados en protegernos de sustancias extrañas que pueden causarnos alergias, y otros más eficaces en defendernos de seres extraños como hongos, parásitos, virus o bacterias que intentan instalarse en nuestros cuerpos. Desde el momento de nacer, los animales contamos con una inmunidad básica o innata. Mientras crecemos, esas defensas van aumentando, pero... ¿cómo?
Siguiendo con la imagen del sistema inmunológico como un ejército, hay otros dos componentes importantes: las barricadas, es decir las células más superficiales de la piel o de otros
órganos, que son las primeras en resistir la entrada de extraños; y el armamento con el que cuentan los soldados: una serie de sustancias químicas, proteínas en su mayoría, que son liberadas por los glóbulos blancos. Entre estas proteínas, todas ellas importantísimas, se encuentra un grupo llamado inmunoglobulinas o, más comúnmente, anticuerpos.
Los anticuerpos son producidos por una clase particular de glóbulos blancos llamada Linfocitos B. Estos glóbulos blancos especializados conocen absolutamente todas las proteínas que tenemos en el cuerpo, ¡son millones! Pero tienen toda la información en su ADN. Entonces, si un linfocito detecta en la sangre una proteína con sustancias que no conoce -los científicos llaman antígenos a estas sustancias extrañas-, el linfocito B produce y libera anticuerpos que se unen a ellas y las inactivan. Al hacer eso, además, nuestras células soldados adquieren información de esa sustancia: si la encuentran otra vez, ¡la inactivarán mucho más rápido! Gracias a esta memoria, se adquieren nuevas defensas, más potentes y específicas.
El sistema inmunológico actúa los 7 días de la semana, las 24 horas de cada día, con una eficiencia altísima, protegiéndonos de muchísimos cuerpos extraños sin que ni siquiera lo notemos. Cuando una enfermedad se instala, este sistema sigue actuando, pero notamos que ya no es
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FIG.1 Un virus invade el cuerpo
FIG. 2 El macrófago se “come”al virus
FIG. 3El macrófago muestran los antígenos del virus en su superficie para alertar y activar las otras células
FIG. 4La célula T - ayudante detecta y reconoce los antígenos
FIG. 5La célula T - ayudante es activada y genera la respuesta del sistema inmunológico, enviando mesajes para activar a las células B
FIG. 6Las células B , a su vez, detectan los
antígenos en el macrófago
FIG. 7Las células B comienzan a producir anticuerpos
FIG. 8 El anticuerpo agarra al virus
FIG. 9El anticuerpo manda mensajes a los macrófagos
FIG. 10Los macrófagos se comen al virus y al anticuerpo
FIG. 11La célula T-supresora desactiva las demás células
Antígeno (parte del virus)
MACRÓFAGO
MACRÓFAGOTengo algo para ti
ANTÍCUERPOS
Hijos mios.¡ A LA LUCHA!
¡ Ajá,
te agarré!
¡Ya lo veo!
Muy buen trabajo,
tomen un descanso
Hola mi amor, necesito que estudies unos antígenos
VIRUS
VIRU
SMACRÓFAGO
¡Delicioso!
CÉLU
LAT
MACRÓFAGO
CÉLU
LABCÉ
LULAT
CÉLU
LAB
CÉLU
LAB
¡Cómanme!
CÉLULA
TSUPRESORA
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tan eficiente pues el cuerpo revela síntomas como fiebre, inflamación, cansancio. En la actualidad los médicos ayudan al sistema inmunológico recetando medicamentos diseñados específicamente para cada malestar.
¿Y dónde se origina la ayuda? Precisamente en los laboratorios, en las mesadas de investigadores como César Milstein y tantos otros que, primero, estudiaron lo más profundamente posible el complejo mecanismo de acción del sistema de defensas para, luego, conducir investigaciones que llevaron al desarrollo de muchos medicamentos.
La ciencia que estudia el funcionamiento y los componentes del sistema inmunológico, junto a todas las aplicaciones médicas de los mismos, se llama “Inmunología”. Otra manera de definir esta disciplina es considerando que estudia los mecanismos por los cuales los animales somos capaces de distinguir lo propio de lo ajeno, reaccionar ante lo extraño y memorizarlo para el futuro.
4 5Capítulo 5: La investigación que mereció el Premio Nobel
Muchos inmunólogos anteriores al Dr. Milstein se habían hecho preguntas que originaron un
montón de investigaciones: ¿cómo era que un anticuerpo resultaba un arma mortal
para el invasor y no afectaba para nada al propio organismo?; ¿cuántos anticuerpos
diferentes pueden producirse en un individuo, existe un límite?; ¿qué son y
en qué consisten los anticuerpos?
A mediados del siglo XX lo que se sabía era que no sólo
no había un límite sino que los individuos somos
capaces de ir mejorando nuestros anticuerpos mientras
siguen en contacto con los antígenos8. Y, respecto a qué son
los anticuerpos, se sabía que eran proteínas, todas muy parecidas, que los científicos denominaron inmunoglobulinas.
Al instalarse en Cambridge bajo la dirección del Dr. , en 1963, César Milstein comenzó a estudiar la estructura de las inmunoglobulinas o anticuerpos, y descubrió que la información para formar estas proteínas tan especiales estaba contenida en diferentes sectores del ADN. Ahora, el principal problema en los años ‘70 era saber si todos los anticuerpos eran variaciones de una sola proteína 1
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5“original” (provenían de una única secuencia de ADN) o si el origen era una mezcla más compleja de proteínas. Ya desde 1960 se aceptaba que cada linfocito B producía un tipo de anticuerpo9.
En palabras de César Milstein: “Hemos visto que los anticuerpos son como llaves que reconocen cerraduras específicas. El animal es como un cerrajero capaz de fabricar una llave mirando una cerradura que no vio nunca y sin tener una llave para poder copiar. La instrucción para hacer una proteína está inscripta en el ADN celular que se hereda de nuestros padres y madres, pero la instrucción para hacer un anticuerpo es más compleja. (…) los 200 fragmentos heredados por un recién nacido dan lugar, en teoría, a un número absurdamente grande, superior a 1000 millones de estructuras. Por lo tanto, cuando una sustancia extraña, bacteria, virus, toxina, entra en el organismo, se encuentra enfrentada con millones de linfocitos B que llevan en sus superficies esas moléculas. Cada célula con una molécula diferente. Aquellas células que por casualidad contienen en su superficie moléculas complementarias al antígeno reconocen la interacción y se multiplican. Pero además de multiplicarse ponen en funcionamiento un nuevo mecanismo molecular que les permite
alterar ligeramente su ADN para producir nuevas versiones del anticuerpo que difieren ligeramente de la original10”.
Al sumergirse en el mundo de las inmunoglobulinas y de las células que las producen, los linfocitos B, el Dr. Milstein comenzó a investigar cómo se podía hacer para que, fuera de cualquier organismo, se pudieran producir linfocitos B (y, por lo tanto, anticuerpos) según la necesidad del investigador.
¿Cómo es esto? Digamos que a la sangre de un ratón entra un cuerpo extraño, llamémoslo X. Lo que se sabía era que, luego de un tiempo corto, los linfocitos B de ese ratón iban a producir una inmunoglobulina que inactivaría a X, es decir, una proteína anti-X. Ahora, teniendo la información para producir esa inmunoglobulina anti-X en los linfocitos B del ratón, ¿no se podía inventar un método para producir, por ejemplo, gran cantidad de proteína anti-X fuera del ratón, que sirviera para muchos otros organismos? Resultaba difícil, pues los linfocitos B morían rápidamente fuera de los organismos. Entonces, ¿cómo hacer para que estas células no se murieran, cómo transformarlas en células
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y otra vez sin un límite aparente: son las que pueden encontrarse en los tumores13. Y existe una clase de tumores, llamados mielomas, en los cuales las células inmortales son ¡linfocitos! Entonces, si lograran mezclar un linfocito B que produce el anticuerpo que el científico desea con un linfocito de mieloma... lo que se obtendría sería una célula con las dos características: produciría el anticuerpo deseado y sería inmortal. Los científicos empezaron a probar cómo lograr eso y, luego de unos meses de experimentos, ¡lo lograron! A la célula nueva que produjeron la llamaron hibridoma y, al proceso de clonarla (copiarla de manera idéntica) millones y millones de veces, cultivo celular (cultivo, como si la primera célula fuera la semilla y las millones obtenidas, las hojas de la planta ya crecida). Este hibridoma producía un solo tipo de anticuerpos, los presentes en el linfocito B del cual partieron. Para que el nombre del anticuerpo tuviera relación tanto con que es un solo tipo como que proviene de clonar sólo una clase de linfocitos B, los llamaron anticuerpos monoclonales (“mono” significa “uno”).
En 1999, César Milstein contó que el cultivo del primer hibridoma estaba aún en su freezer, a punto de cumplir 25 años. ¿Continuará allí? También dijo: “Pero volvamos a la importancia de la observación de que es posible preparar anticuerpos específicos contra cualquier antígeno. Piensen ustedes en la potencialidad de esa
inmortales que los investigadores pudiéramos hacer crecer todo lo que necesitáramos?
Desde 1973 Milstein dirigía a un becario post doctoral alemán llamado Georges Köhler11 que había conocido en un viaje de trabajo al Instituto de Inmunobiología de Basilea. La relación entre el maestro y el discípulo era estrecha y pronto se extendió fuera del laboratorio: los matrimonios formaron una sólida amistad. Los trabajos que Köhler y Milstein fueron publicando se complementaron con los del danés Niels K. Jerne12. Juntos arribaron a una técnica que hizo posible lo que parecía ciencia ficción y terminó marcando un antes y un después en la historia de la inmunología.
Lo que Milstein y Köhler pensaron es que existen en la naturaleza unas células que se dividen una
El Dr. César Milstein y el Dr. Georges Köhler ganadores del Premio Nobel.
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observación. Imaginemos una gran mezcla de sustancias químicas entre las cuales nos interesa sólo una de ellas. Una sustancia entre millones y millones. Es como una aguja en un pajar. Si tenemos un anticuerpo específico contra esa sustancia, ese anticuerpo puede funcionar como un imán capaz de ignorar la existencia del pajar y reconocer exclusivamente la aguja. A los ojos de un anticuerpo, el pajar no existe. Este simple concepto dio lugar a lo que se dio en llamar “inmunoensayos”.
Los inmunoensayos, en poco tiempo, se transformaron en una herramienta fundamental en la detección de embarazos y enfermedades, en el diseño de nuevos medicamentos y en investigaciones de biología molecular que no tienen que ver con la inmunología, pero sí con el estudio de proteínas, entre otras cientos de aplicaciones al día de hoy (seguramente serán más en el futuro).
Capítulo 6: Los debates que lo tuvieron como protagonista
Ni había terminado la ceremonia de entrega de los premios Nobel de 1984 cuando comenzó la polémica. El detonante fue que, cuando se anunciaron los ganadores del Premio Nobel de Medicina o Fisiología, no sonó el himno de Argentina al presentar al Dr. César Milstein, sonó el himno británico. ¿Cómo se explicaba esta acción? ¿Quién había dispuesto qué himno lo acompañaría a recibir su premio? ¿Había sido el propio Milstein?
Para entender lo sucedido hay varias cosas a tener en cuenta. Por un lado, el matrimonio Milstein obtuvo la ciudadanía británica poco antes de la entrega del premio Nobel y, como no existe ningún tratado internacional entre los dos países que permita tener la doble nacionalidad, los Milstein tuvieron que renunciar a la ciudadanía argentina para adoptar la británica. Es decir, legalmente, al momento de la entrega del premio, César Milstein era ciudadano británico. Pero, por el otro lado, la formación académica de este gran científico fue en su país de origen, Argentina, puesto que se fue de aquí, exilado, a los 35 años; aquí cursó sus estudios primarios, secundarios, universitarios y aquí hizo, además, su doctorado de Química dirigido por otro científico argentino de reconocimiento internacional, Andrés Stoppani.
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Considerando ambos motivos, más tarde se acordó que el logro de Milstein lo compartirían las dos naciones.
Las discusiones no se acabaron allí, puesto que, en nuestro país, comenzaron a discutirse los motivos por los cuales los científicos y las científicas más notables se habían marchado y estaban triunfando fuera del país. El doctor Manuel Sadosky, por entonces secretario de Ciencia y Técnica de nuestro país, había invitado a Milstein a dar una serie de charlas pocos meses antes de ganar el premio Nobel y luego lo invitó a retornar al país, pero el científico y su esposa
ya habían formado un hogar en Cambridge y no tuvieron ganas de volver, algo completamente comprensible, dada la manera en que se fueron de aquí. A partir de este suceso los gobiernos de nuestro país comenzaron a pensar más seriamente en la repatriación de los científicos argentinos.
También “el caso Milstein”, como lo llamaron los periodistas en su momento, dio lugar a otros debates acerca del rol que tenía que asumir el Estado para estimular y proteger a sus científicos y científicas, o de la aplicabilidad de las investigaciones científicas en las industrias. La investigación de Milstein era básica: buscaba entender sin pensar en si la respuesta que hallara tendría una aplicación concreta. A partir de lo que él descubrió no sólo se diseñaron muchísimos productos farmacéuticos sino también gran cantidad de herramientas para realizar otras investigaciones en el campo de la inmunología. Entonces, ¿qué conviene en un país que se está desarrollando? ¿Estimular las investigaciones básicas o destinar más recursos a las aplicaciones que derivan de ellas?
Estas preguntas no tienen una sola respuesta, lo ideal sería poder estimular ambos tipos de investigaciones porque todas nos enriquecen, todas nos llevan a conocer más acerca del mundo y de nosotros mismos. El propio Milstein
Reunido con el Dr. Alfonsín, presidente de la Nación, 1984. Foto: Bugge.
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lo dijo: “...como la ciencia nacional no hace grandes aportes a la riqueza del país, no vale la pena apoyarla. Y como no se la apoya en forma sostenida, no tiene posibilidades de levantar cabeza y abrir oportunidades de crear riqueza. ¿Y qué pasa con los talentos potenciales que no tienen apoyo? Pues simplemente se van. Y así es cómo la Argentina, junto con su trigo y su carne, exporta otro producto, también abundante pero potencialmente más valioso: exporta talento”14.
Dr. Andrés Stoppani
Capítulo 7: Su trascendenciaLa vida en Cambridge no volvió a ser exactamente igual luego del Nobel, pero los Milstein intentaron que así fuera. Durante los siguientes 20 años, el Dr. Milstein siguió investigando en el campo de la inmunología en su laboratorio de la Universidad de Cambridge,
Ingresando a la Escuela Nº 3 en Bahía Blanca 1987. Foto: Braschi.
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continuó viajando frecuentemente a la Argentina y brindando charlas en todas partes del mundo.
Mientras tanto, con el paso del tiempo, su corazón empezó a fallar y estuvo bajo tratamiento hasta que a los 75 años, el 24 de marzo de 2002, falleció de un infarto de miocardio. En el año 1999 viajó a nuestro país, invitado por la revista política 3 Puntos, para dar una conferencia. La conferencia fue luego transformada en un libro informativo llamado “Los anticuerpos monoclonales. La curiosidad como fuente de riqueza”.
César y Celia Milstein a su llegada a Bahía Blanca, 1984. Foto: Abeltrame. (Izq.)
En Tafí del Valle, Tucumán, 1991, participó del Congreso de Inmunología. La familia del Dr. Alfredo Miroli, el Dr. Spitz y su señora Lidia. Sentados Celia y César. (Der.)
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Él comienza a describir las múltiples aplicaciones de sus descubrimientos de la siguiente manera: “Esta capacidad para producir cantidades indefinidas de un anticuerpo específico tuvo un efecto inmediato en la industria farmacéutica en el área de los análisis clínicos. El ejemplo más interesante fue el desarrollo
del diagnóstico precoz y casero del embarazo que, me imagino, todos ustedes conocen y muchas de las damas presentes en algún momento u otro habrán usado en la intimidad de sus casas ”15.
¡El test rápido de embarazo que se vende en todas las farmacias! ¡Y sólo para
comenzar! La realidad es que hoy gran porcentaje de los test rápidos que se usan en laboratorios bioquímicos y farmacológicos se basa, en mayor o menor medida, en el concepto de anticuerpo monoclonal que Milstein, Jerne y Kohler definieron en sus investigaciones.
Conferencia dictada el 17/04/1984. Foto: Augusto Arturi.
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Monumento: 9 de octubre de 2008, inauguración
En la intersección de calles Cuyo y Rosario quedó inaugurado, esa fecha, el memorial al Premio Nobel de Medicina que recibió el bahiense César Milstein (1927-2002), en coincidencia con el 81 aniversario de su natalicio.La obra fue diseñada por el arquitecto Horacio Miglierina, del área de Planeamiento Urbano Municipal, y es una metáfora que busca relacionar una herramienta emblemática del científico, como era el microscopio, llevada a una escala macro con una especie de mirador hacia el cielo.
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Como deseaba de niño, César Milstein se convirtió en uno de esos hombres cazadores de microbios que llenaban las páginas de su libro preferido de la infancia. Pero, sobre todo, se convirtió en un impulsor del desarrollo científico, destacando siempre la importancia de las investigaciones como un trabajo capaz de generar valiosos recursos
para los países. Algo que se debe considerar sobre todo en países en vías de desarrollo.
Él dijo: “Pero no se trata solamente de dinero. La atmósfera y la calidad científica también tienen un papel fundamental. Los futuros científicos necesitan buenas escuelas y buenos lugares de trabajo para su formación. Pero eso requiere apoyo sostenido a la excelencia. Un apoyo que no puede depender solamente de un gobierno u otro, un apoyo que debe trascender la lucha política. Para iniciar una cadena no son necesarios ni muchos individuos ni muchos equipos, lo importante es la calidad. Los grandes talentos son, por definición, pocos y deben ser protegidos y alentados. La lección de Houssay, Leloir y otros, es una indicación de lo posible. Lo trágico es cuando la cadena se rompe y los eslabones se dispersan”.16
César Milstein fue un eslabón argentino en Gran Bretaña. Que sus palabras queden resonando para que en el siglo XXI la cadena no se rompa y nuestros científicos siempre tengan mucho trabajo para hacer aquí, entre nosotros, en casa.
Epílogo
1952Egresa de la facultad con el título de Licenciado en Ciencias Químicas.
Se casa con Celia Prilleltensky.
1958-1960 Gracias a una beca del British Council realiza su postdoctorado en el Departamento de Bioquímica de la Universidad de Cambridge bajo la supervisión del bioquímico inglés Malcolm Dixon.
1952-1953El matrimonio Milstein viaja por toda Europa.
1961-1962Inaugura y dirige el Departamento de Biología Molecular del Instituto Malbrán con el apoyo de su director, Ignacio Pirosky.
1963 – Se instala definitivamente en Cambridge. Comienza a trabajar bajo la dirección del dr. Frederick Sanger en el laboratorio de Biología Molecular. Es en este sitio donde realiza sus mayores descubrimientos.
1953-1957Realiza el doctorado en el Instituto de Química Biológica de la Facultad de Medicina, bajo la dirección del bioquímico argentino Andrés Stoppani.
Cronología
1920 1930 1940 1950 1960
8/10/1927 Nacimiento de César Milstein en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires.
1934-1944 Cursa sus estudios primarios y secundarios en Bahía Blanca.
1945Ingresa en la carrera de Química de la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
1973Comienza a trabajar junto a Georges Köhler en la obtención de anticuerpos monoclonales. Al año siguiente se publica el primer paper que refiere a este tema.
1981Es designado Miembro extranjero de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
1984Recibe el Premio Nobel de Medicina y el premio Lasker de Investigación Médica Básica.
1987Es declarado Ciudadano Ilustre de la ciudad de Bahía Blanca. La Universidad del Sur le otorga el título de Doctor Honoris Causa.
1993 Recibe los premios Konex de platino y de brillante por su destacada labor en el campo de la Inmunología .
1983Pasa a ser el Presidente de la División de Proteínas y Química de los Ácidos Nucleicos de la Universidad de Cambridge. Es Miembro Fundador Asociado de la Third World Academy of Ciences.
1975Es nombrado Miembro de la Royal Society de Gran Bretaña (institución privada e independiente cuyo nombre completo -en castellano- es Real Sociedad de Londres para el avance de la ciencia natural).
2000El Medical Research Coucil le otorga una Millennium Medal. Es nombrado Miembro Externo de la Academia de Ciencias de América Latina.
1980Recibe el Premio de la Fundación Wolf, por su tarea de investigación en Medicina.
24/03/2002 César Milstein fallece a los 75 años, por una afección cardíaca, en su casa de Cambridge.
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ReferenciasrCésar Milstein (1999). Los anticuerpos monoclonales. La curiosidad como
fuente de riqueza. Conferencia dictada en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el 15 de diciembre. Documento descargado de http://www.educ.ar.
Documental Un fueguito. La historia de César Milstein (2009). Dirección y producción de Ana Fraile. Guión de Ana Fraile y Lucas Scavino. Edición de Lucas Scavino. Locución de Juan Leyrado. Una película de Pulpofilms, Argentina.
César Lorenzano (2002). César Milstein. Premio Nobel de Medicina 1984. En P. Lorenzano, T. Molina (eds.) Filosofía e historia de la ciencia en el Cono Sur, Universidad Nacional de Quilmes, pp. 499-511.
Alfredo G. Kohn Loncarica y Norma Isabel Sánchez (2002). César Milstein: paradigma de la diáspora científica argentina. Revista Todo es Historia, N° 425, pp. 6-18.
Carlos Borches (2009). La historia de un presidente del centro de estudiantes. Revista La ménsula, Año 3 N° 9, pp. 2-8.
Christiane Dosne de Pasqualini (2008). Entretelones del invento de los anticuerpos monoclonales. Revista Medicina (Buenos Aires),
Vol. 68, N° 6. Versión online, ISSN 1669-9106 en http://www.scielo.org.ar.
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Ivan Roitt. Inmunología. Fundamentos. Editorial Médica Panamericana, Madrid, 1994, 7ma. Edición. Complementado con la actualización presente en http://www.roitt.com.
http://www.historiamilstein.com
http://nobelprize.org/nobel_prizes/medicine/laureates/1984/milstein-autobio.html
http://www.mincyt.gov.ar/milstein.htm
http://www.edicionesmedicas.com.ar/Miscelaneas/Biografias_de_medicos/Dr._Cesar_Milstein
http://www.historiadelamedicina.org./
http://es.wikipedia.org
http://www.cienciaenlavidriera.com.ar
http://www.fundacionkonex.com.ar/premios/curriculum.asp?ID=764
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Notas
1 - El título original del libro es Microbe Hunters, y los retratados por Paul de Kruif son Anton van Leeuwenhoek (1632-1723), Lazzaro Spallanzani (1729-1799), Robert Koch (1843-1910), Louis Pasteur (182-95), Emile Roux (1853-1933), Emil von Behring (1854 -1917), Elie Metchnikoff (1845-1916), Theobald Smith (1859-1934), David Bruce (1855-1931), Ronald Ross (1857-1932) and Battista Grassi (1854-1925), Walter Reed (1851-1902), y Paul Ehrlich (1854-1915).
2- Extraído de http://nobelprize.org/nobel_prizes/medicine/laureates/1984/milstein-autobio.html Los kibbutz son comunidades agrícolas socialistas de origen israelí cuyos principios incluyen la propiedad colectiva, el trabajo propio, las decisiones democráticas, los salarios igualitarios, la rotación en los puestos de trabajo y la transmisión de la cultura judía no religiosa.
3 - La historia de un presidente del centro de estudiantes, Carlos Borches, revista La ménsula, Año 3 N° 9 (2009).
4- Andrés O. M. Stoppani (1915-2003) fue uno de los investigadores argentinos más destacados de la primera mitad del siglo XX en nuestro país. Graduado en medicina y en química en la UBA, doctorado en Cambridge, trabajó con el Dr. Houssay en su Instituto de Fisiología. Fue profesor titular de las Universidades de Buenos Aires y de La Plata, fundó y dirigió el Instituto de Química Biológica y llegó a ser presidente de la Sociedad Científica Argentina, de la Academia Nacional de Medicina y de Ciencias Exactas y Naturales. Fue investigador activo del CONICET hasta su fallecimiento.
5 - Las enzimas son una clase de proteínas que tienen la función de acelerar reacciones químicas vitales para los seres vivos. El estudio de cómo y por qué se llevan a cabo estos cambios en las velocidades se llama cinética enzimática. En este caso, Milstein estudió cómo unas sustancias llamadas “dinitrofenoles”, modificaban la función de unas enzimas llamadas “aldehido deshidrogenasas”. Lo que descubrió fue que los dinitrofenoles causaban una disminución en la velocidad de la reacción química, es decir, afectaban negativamente -inhibían- la función de estas enzimas.
6- Frederick Sanger (1918) nació en Gloucestershire, Reino Unido. Este bioquímico inglés fue la cuarta personalidad del mundo entero en recibir dos veces el Premio Nobel, el primero por sus investigaciones sobre la proteína conocida como insulina, en 1958; y el segundo, por sus investigaciones sobre la composición y secuencia de la molécula de ADN, en 1980. Es miembro de la Royal Sociaty y ha recibido la Orden de Mérito del Reino Unido.
7 - En marzo de 1962 un golpe militar encabezado por el general Raúl Poggi derrocó al presidente
radical Arturo Frondizi y puso en funciones al abogado José María Guido, quien se comprometió
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por escrito a ejecutar todas las medidas políticas ordenadas por las Fuerzas Armadas. Este gobierno duró un año.
8- Esto fue descubierto por un científico alemán llamado Rudolf Kraus, que fue muy importante en la historia de la inmunología argentina por haber sido el primer director del Instituto Malbrán.
9 - Este descubrimiento le valió el Premio Nobel de 1960 a Frank McFarlane Burnet (1899-1985), bioquímico australiano, ya que una de las consecuencias del mismo lo condujo a entender la tolerancia del cuerpo a determinados implantes.
10 - César Milstein. Los anticuerpos monoclonales. La curiosidad como fuente de riqueza. Conferen-cia dictada en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el 15 de diciembre de 1999. Documento descargado de http://www.educ.ar.
11 - Georges Köhler (1946-1995) fue un biólogo alemán que se doctoró en Basilea, Suiza, y luego trabajó en Cambridge. Parte de las investigaciones acerca del sistema inmunológico las desarrolló en el Instituto de Inmunobiología de Basilea.
12 - Niels K. Jerne (1911-1994) fue un inmunólogo danés formado en Holanda y Dinamarca. Trabajó alternativamente en Estados Unidos, en Dinamarca y en Suiza, donde dirigió el Instituto de Inmunobiología de Basilea entre 1969 y 1980.
13 - Un tumor es una agrupación de células que crecen de manera anormal dentro del cuerpo. Hay
tumores benignos y tumores malignos. Llamamos cáncer a la enfermedad que se caracteriza por la aparición de tumores.
14 - César Milstein. Los anticuerpos monoclonales. La curiosidad como fuente de riqueza. Conferen-cia dictada en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el 15 de diciembre de 1999. Documento descargado de http://www.educ.ar.
15 - César Milstein. Los anticuerpos monoclonales. La curiosidad como fuente de riqueza. Conferen-cia dictada en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el 15 de diciembre de 1999. Documento descargado de http://www.educ.ar.
16 - César Milstein. Los anticuerpos monoclonales. La curiosidad como fuente de riqueza. Conferen-cia dictada en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el 15 de diciembre de 1999. Documento descargado de http://www.educ.ar.