cerletti y kohan. los -orígenes- de la filosofía

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Capítulo 3 ü a. I^a int erpretación tradicional En este mundo de imágenes y pensamientos lManos, mundo aleiado hasta el límite de pretensiones críücas o ft¡ndacionales, es con- veniente preguntarnos y rastrear posibles orígenes para una forma de pensar diferente como la que oftece la filosofía entendida como crítica iadical. En obas palabras y bio la forma de un interrogante: ¿qué nos ller¡a a la filosofía en este mundo posmodernamente hostil a ella? Los "orígenes" de la filosofía Es oprtuno creer que nuestro tiempo, también é1, rechaza al fí16sr:rfo en sí mismo y que una vez más Ia filosofía no es mós que nubes' Pues lílosofar es busco r e ímplica que hay cosas para uer y Wra decír. Ahora bien, hoy en día casí no se busco' Merleau-Ponty, M., Elogio de la lilosr.Íía

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Capítulo 3ü

a. I^a int erpretación tradicional

En este mundo de imágenes y pensamientos lManos, mundo

aleiado hasta el límite de pretensiones críücas o ft¡ndacionales, es con-

veniente preguntarnos y rastrear posibles orígenes para una forma de

pensar diferente como la que oftece la filosofía entendida como crítica

iadical. En obas palabras y bio la forma de un interrogante: ¿qué nos

ller¡a a la filosofía en este mundo posmodernamente hostil a ella?

Los "orígenes" dela filosofía

Es oprtuno creer que nuestro tiempo, también é1,

rechaza al fí16sr:rfo en sí mismo y que una vez más

Ia filosofía no es mós que nubes' Pues lílosofares busco r e ímplica que hay cosas para uer y

Wra decír. Ahora bien, hoy en día casí no se busco'

Merleau-Ponty, M., Elogio de la lilosr.Íía

58 La filosofía en Ia escuela / A. Cerletti - W. Kohan

i. Sobre el asombro

Si recurrimos a los libros o a los claustros, se nos dirá, porejemplo, que el asombro es el sentimiento que da origen a la filosofía,aquello que nos mueve a filosofar. Se insistirá en que la filosofía vienede una cierta sensación de maravilla que produce el espectáculo delmundo. La idea no es nuetüa. Cuando se buscan antecedentes históri-cos para ella se puede llegar tan lejos como el Teeteto de Platón o laMetafísica de Aristóteles.

Que ila filosofíal no es productiua resulta euidente a partírde los que prímero filosofaron. Pues los hombres, tanto ahora comoal comienzo, empezaron a fílosofar por el asombrarse. Al comien-zo los asombraron las cosos más simples entre las extraños y pocoa poco se problematizaron acerca de las mós complejas, como losesúodos de la Luna, el Sol, Ias estrellas y la generacíón del uníuer-so. Y si olgu íen se problematiza y asombra es porqtue cree queignora algo (por eso el fílómito es en cíerto modo filósofo. pues elmito se compone de cosos asombrosos.) De modo que si fílosofaronpsra escapar de Ia ígnorancia, es euídente que buscaban el saberpor el saber y no por una utílidad fuera de é1. y esto mísmo Ioatestigua Io sucedido. Pues cuando estaban satisfechos cosi todasIas necesídades y había recreación y confort fue cuando comenzó abuscarse un conocimiento semejante. Así pues, es euidente que nobuscamos Io /ilosofía por nínguna otra uentaja, síno que así como,afirmamos, el hombre es líbre en tanto existe para sí mismo y noparq otra cosa, así tambíén Ia filosofía es la úníca líbre entre lossaberes. Porque es la única que exíste para sí mismo.

(Aristóteles, Metat'ísica A2, 982bL1-18,s. IV a.C., trad. cast. propra)

Aristóteles afirma que la filosofía surge cuando algunas perso-nas tenían $rs necesidades satisfechas y elüempo libre suficiente paradedicarlo a la contemplación. En estos hombres (varones, casi seni-les) el asombro se suma a la ausencia de necesidades materiales. Porasombro y por ocio comenzaÍon a filosofar los hombres, dice Aristó-teles -también Platón y los griegos en general-. Desde el asombrosurgió la pregunta problematizadora y de ésta la investigación que

Los "orígenes" de la filosofía 59

lleva al conocimiento. Fse camino era recorrido por los filósofos, sa-

bios u hombres de ciencia, indistinguibles por el momento.

Pr oba parte, los griegos no creían que las ideas o las verda-

des fuvieran historia. Concebían la verdad como algo absoluto, comoalgo que no depende de factores como el tiempo, el espacio o lahistoria. De ahí que trasladaron rápidamente esta hipótesis sobre el

origen de la filosofía en Jonia a toda otra filosofía. Creyeron no sóloque el origen (histórico) de la filosofía jonia había sido el asombro,sino que el asombro es el verdadero y único motor de la filosofía, entodo tiempo y lugar. Y ese es el ofigen legado de la filosofía griega.

Los filósofos griegos han encantado a toda la filosofía poste-

rior. Supieron aprovechar los beneficios de toda fundación: nombra-ron la actividad, bautizaron sus conceptos, delimitaron un campo deproblemas, fijaron un origen. Concebidos como fuente o reservoriopriülegiado del saber filosófico, se reiteran $rs verdades en todo tiem-po y lugar, como si esas verdades no fuvieran relación con el momen-to histórico que las vio nacer. Es el caso del asombro. Como si sóloimportara cómo los griegos pensaron el impulso de un Tales a filoso-far, la filosofía posterior anquilosó ese origen noble, patéüco, ideali-

zado, aristocráüco de la filosofía. Bajo ese paraguas del asombro que-

daron oculto todos los otros intereses y motivos que pudiera abrigar el

nacimiento de la práctica filosófica en Grecia.Aún hoy, muchos manuales e introducciones a la filosofía repi-

ten esta misma idea sobre el origen de la filosofía, sin someter a discu-

sión la "autoridad" de los griegos. A pesar de que unas cuantas cosas

han cambiado desde el tiempo de la filosofía griega, es común que se

siga sosteniendo que la filosofía nace del asombro. Pero el mundoeconómico, socialy político ha cambiado. Hemos pasado de una Ate-nas imperialista y esclavista, en la que esclavos y colonizados soste-

nían materialm ente el surgimiento de una democracia que se conce-

bía a sí misma como la totalidad del mundo, hasta este presente de

mercado global, donde las democracias se sostienen negociando conel capital multinacional. También el carácler excluyentemente sexista

de la filosofía ha empezado a cambiar. las mujeres han conseguido

formar parte, progresivamente, del universo filosófico. Y no sólo las

mujeres sino también los chicos estan empezando a entrar a é1. Se ha

comenzado a diversificar el sexo, la edad y la posición social de quie-

nes participan de la filosofía, si bien todavía quedan importantes sec-

La fllorcffo en la e*uelo / A. Cerleüi - W. Kohan

tores socialmente excluidos de-ra cult'ra, g por ro tanto, der quehacerfilosófico. Del mismo modo, firósofos v írá*ts -menos aún profeso-res de filosofía- ya no somos, en general, aristócratas varones connecesidades cubiertas y üempo ¡ib¿. La fiosofn o "uJio modusuíuendí' El mundo nos ha cambiado y nuestras condiciones de vidahan cambiado.

En este rElrco' la baslación acrítica a nuestro presente de cate-gorías como el asombro resulta, cuando menos, problemáüca. Er asom-bro griego es un producto social complejo,

-,-

"orr""pto ligado a unsistema político y económico esclavista e imperialista, *ul"presen-

tación de la inutilidad práctica de algunos hombr", -** -upro ochicos- en un sistema simbólica y materialmente excluyente. En otrostérminos' es una categoría deudora de la función soc¡i que la filosofíay los filósofos desempeñaron en Grecia crásica. No se hata aquí deit¡zgar ese lugar sino de reconocer el rnarco histórico de un conceptoo una categoría que nos interesa pensar.

No se hace nada positíw, pero nada tampoco en er terrenode la crítíca ní de la hístoría, cuando nos limi tamos o' "igri^i,uíejos conceptos estereotípados como esqueretos desüinodos o coar-tar toda creacíón, sfn uer que los uíejo, ¡ito*¡o, de qurines loshemos tomado-prestados ya hacían to'quá se fiata de ímpedir quehagan los modernos: creabon sus concep tos, y no se contentofun

con limpior, roer huesos, como el crfficol a t ¡rtoriodor de nuestroépoca' Hasta la htstorta de ta filosofío carece det todo de ínterés síno se prcwne despertor un concepto adormecldo, repre*ntarlootra uez sobre un escenarlo nuew, aun a costa de wluerlo contrasf mlsmo.

(Deleuze, G.- Guattari,F., ¿eué es la filosofío? (1991),had. cast., Madrkl: Anagrama, 1993, p. gS)

En la actrnlidad, el asombro estimulado y rarorado sociarmenteha adquirido una fisonomía bastante menos pi"t"*i*o. tos mediosde comunicación son un escenario paradigmáüco. F"xponen el asom-bro improductivo del espectador sentado frente al ¿bvisor, q,r" *maravilla frente a un récorddeportivo o un novedoso proauJl i""r,*lógico. se bata de un asombro que mueve a ra pasividad maraüilada.Bta ac{itrd pasi'a dista enorrnemente de prout, aqueüa inquieh.d

60 Los "orlgenes" de la filosofía 61

indagadora que moüó a los griegos ar pensamiento. se trata, másbien, de una curiosidad débil que reclama ser rápidamente satisfechaen forma sencilla, pero sobre todo terminante. Incluso en el caminodel as<fibro contemporáneo st¡ele darse un paso mas. El bombardeoy la sobresafuración de eventos "maravillosos", de espectaJos cadafía mas impresionantes, combinado con el vertiginoso avance tecno-lfuico y la posibilidad de tener a diario

"., ,ruot o hogares los -suce-

sos" del planeta, van tarsformando el asombro en n¡tina. c,ada vezes nrás diftcil asombrarse y la sorpresa termina volviéndose indiferen-cia y aburrimiento.

De modo tal que el arcmbro griego es doblemente inadecuado99mo concepto fundamental para explicar los orígenes actuales delfilosofar. Por los cambios de la filosofia y los filosolos v p";b, cam-bios en el propio asombro. [a filosofn se ha attendkl" ¿Lr hga, don-de h contemplación y el ocio son un r¡aror sociar. Ho pu"u¿"iLuitu,r¡n mundo donde el asombro predominante se ha u¡elto también es-clavo del mercado y el consumo. De él deptúe. El üpo de*mbroque movió a algunos griegos a la filosofía soto ptrede ul*r,2¿, a élitesque diffcilmente se interesen por desarrollar rü posibilidades críücasy bansforrnadoras.

¡i- sobre la duda y las sitr¡aciones límites

Tradicionalmente se señala un segundo origen de la filosofía: la{ú,. arraigada en el recurso metodológico de Descartes. [a falibili-dad de todo conocimiento y la consecuente desconfianza ante todosaber daría lugar a la duda productira del filósofo.

B preciso contextt¡alizar también este segundo origen del filo-sofar. [a duda cartesiana es una duda moderna. unu dud; q.- ul*n-zaba a toda forma de conocer y que sólo enconbó su límite en lacerteza del propio pensar, en er cogito; a parti r de él proclamó laexistencia indudable de la subjetividad y se larzó al contcimiento ydominio de lo otro que es el mundo. una dtrda que se enriqueció conla viep logica aristotélica, la viela geometría euclidiano y tu nue\rafisica newtoniana. Ean tiempos

"n qo la duda era elcomierzo de un

camino que pretendía apropiarse del mundo.Actualmente, la duda, incluso como herramienta metódica, no

gozade un gran prestigio. [a duda se ha homologado a la'acilación,

62 La fllosofla en Ia escuela / A'Cerletti - W' Kohan

a la indecisión o a la ineficiencia. Dudar puede hacer perder trn buen

negocio, se afirma desde tos "rt

¡¿ios de iormación empresarial o "la

duda es la tacta;i" J" b, intelechrales", repiten algunos reaccionarios'

Cuando * -o.itiotu ,- problema (o se engendra la duda) debe res-

ponderse ¿" *""i" ,aptiu V gficiente. ['os problemas son encarados

baio la óptica U'"""¡t¡cto *obre todo, laboral o social-' con la conse-

ctrente perdida á" ti"-po, de prJ,r""iOn, de ganancias. En virh¡d de

esto, los problemas deben ser tup¡¿u-"nte.delados de lado o disueltos

o resueltos pragmáücamente en virtud de fines inmediatos' pero raftl

vez *rán u¿iáiruJos o reelaborados con mayor profunddSd;

En suma, queda muy poco espacio en nuestras sociedades para

la duda creativa y disparadora del fil,csofar' En r¡n mundo donde todas

las respuestas están dadas v ú; los problemas pre-resueltos (se

trata sólo de saber situarse p";; enfrentarlos), la duda ha perdido su

lugar. Dudar puede Ser un lulo o una petulancia, un gesto excéntrico o

irreverente'ounadebilidadimproductiva..Un terci;ñ áel filásofar se identifica, desde corrientes

existencialistas, con-las llamadas sifuaciones límites' El ser humano

puesto frente á aconte ceres tales como la enfermedad o la muerte,

esto es, enfrentado a momentos e*ttemos de la existencia' se volcaría

al filosofar. serían, acotándolo históricamente, las sifuaciones límites

del existencialismo de entre;;, de la .búsoueda

individual de la

cerfezaperdida, de la -"anluud ágrietada por los crímenes de la

humanidu¿ "áLlSo mirr'u. Estas situaciones que limitan la expan-

sión del hombre y que to "ontttinln

despiadadamente a su finittrd' lo

exponen ante-áíÍri"uro absoluto. Fsta conciencia de estar perdido

abre la posibilidad del reencuentro del hombre consigo mismo y con

el mundo, a través del filosofar'

Pareceriaque el último medio siglo ha ido disolviendo esta fuente

originaria del pensamignto, traduciéndola en un romántico recuerdo

desesperu*uáo. por el .ont u¡o, nlv día, balo la presión de la efi-

ciencia, las ofertas del "sentirre bLn", los conseios de autoayuda o el

cuidado del individuo, las situaciones límites son completamente

reinterpretadas e inscriptas en otro contexto' [a publicidad ofrece un

sujeto ,"gurol-"*ito, ,'ág11, rápidamente adaptable a los cambios y,

por sobre to¿*io. "o*rlfuertemente

opuestb a h desesperanzay al

fracaso. Sin embargo, esta imagen casi cáricaturesca del hombre biun-

fadordeegtosdlassehainstaladocomounasuertedeideareguladora

Los "orígenes" de la filosofía 63

de los deseos y las ambiciones personales de la mayoría. [-a realidad

cotidiana suele contraponer brutalmente la ob.a cara del espectáculo'

Pero ef conflicto, l"io. de disparar una inquietud crítica y reflexiva'

termina conduciendo a la desesperanza improductiln o a la pasividad

escéptica.En una realidad tan compleja -y en muchos aspectos novedosa-

como la nuesha, habrá que reperisar' entonces, aquel asombro griego

que surg e dela contemplación ociosa, como originario del impulso a

filosofai En la misma dirección habrá también que replantear el sen-

üdo de la üeja duda cartesiana y las existenciales situaciones límites.

En un texto que reproducimos enhe las lecfuras de este capífulo (texto

11), K. Jaspers há sentado las bases sobre las que se erigen la gran

mayoría de las versiones escolares que señalan estos t.es orígenes de

la filosofía. En nuestro caso, nos repreguntaremos qué nos empuja

aquí y ahora a la filosofía.

IpcturasTexto 11

Jaspers, K., La fitosofía(1949), trad. cast., Buenos Aíres: FCE, 1978, p' 15-7'

La historia de la filosofía como pensar metÓdico tiene sus comienzos

hace dos mil quinientos años, pero como pensar mítico mucho antes'

sin embargo, comíenzo no es lo mismo que origen' El comienzo es

histórico y acaffea para los que vienen después un conjunto creciente de

supuestos sentados por el trabajo mental ya efectuado' Origen es' en cam-

bio, la fuente de la que mana en todo tiempo el impulso que mueve a filosofar'

únicamente gracias a él resulta esencial la fílosofía actual en cada momento

y comprendida la filosofía anterior.

Este origen es múltiple. Del asombro sale la pregunta y el conocimien-

to, de la dudaacerca de lo conocido el examen crítico y la clara certeza, de la

conmocíón det hombrey de la conciencia de estar perdído la cuestión de sí

propio. Representémonos ante todo estos tres motivos.

II

Los "orígenes" de la filosofía 69

b. Un panorama actualfiToda filosofía reconoce, en su punto de partida, una experien-

cia y un campo de situaciones, un estado de cosas, un ser en el mun-do. La filosofía se escenifica en el teabo del mundo. [.os tiempos handiversificado la naturaleza de esr-, teatro, por lo tanto, han modificadola fuente y las condiciones que dan origen a la filosoffa.

Este teatro ofrecn, actualmente un espectáculo al que asistimosentre atónitos y desengañados, enhe fascinados e incrédulos. Perogsta realidad a la que asistimos como, espeqtadores no termina_de

S slpo que-s,uele. instalqr,por lo menqs, glg-gegpggbg. Enbe la sorpresa y el es.epücismo sedesliza un descontento o una molestia que abre interrogantes. ,Se ori-gila una perhrbación que genera cr¡riosidad (¿pgf@."tt"Z). te-flg.sofía, e! tanto perrgar crítico.fadical. aparecg-en estos días como fruto¿"t *""n""i-iS"to de e"ta ir+{gf?cciór .

Este molestar ftente al orden de las cosas (o al estado de cosas),

el intenogante molesto sobre aquello qtre conforma y enmarca a laexperiencia cotidiana, se muestran hoy en el origen del filosofar der¡anera acenfuada. [a percepción de qtre el orden y las interpretacio-nes predominantes del mundo tienen fisuras profundas que¡lstemáücamente se elude significar es la sensación primera de nues-tra filosofia. [-a filosofía como crítica radical es la superación de lalnmoülidad a que conduce la aceptación acriüca de esas percepcio-nes e interpretaciones, la contemplación pasiva del estado de las co-ms. Es la puesta en cuestión de los supuestos y fundamentos de estosordenamientos, removiéndolos, moviliándolos, mostrando su con-tlngencia y arbituariedad.

Esta incomodidad segt¡ramente ha estado en otros tiempos y¡n otras filosofías. [a percibimos claramente, por ejemplo, en, elSócrates de los diálogos primeros o en el Foucault de las enbevistas;¡n el Platón de La República o en los aforismos de Nietzsche; en loslragmentos de Heráclito o en los que fuvieron que hacer escuelarxlllados de Francfort. La diferencia de diagnósticos y resptrestas no&b€ ocultar la similitud del origen: algo anda rnal en la pólis. Enquéllas y en ésta, en toda pólis. Algo propio del üvir en una p6lís,no lmporta cuáI. Algo propio de nuestra condición de seres sociales y

I

70 La lilosofía en la escuela / A. Cerletti _ W. Kohan

de la imposibilidad de satisfacción o completifud que conll eva el esta-bleclmlento de un cierto orden. rydr q" "" r*¿" *r¡,

mientotilosóticoTEüaso de los griegos es significativo por er origen apropiado.[a reacción de un Herácrito, un sócrates o un pratón frente a rasfileís de su tiempo muestran a fas claras que, a pe,ur det origenlegado, no sólo por asombro han firosofado igrr'o, griegos. Asomé-monos fugazmente al caso de sócrates. ["eamt, h ÁpJogío. ¿euéoba cosa sino molestia e insatisfacción dan origen a esa tarea ..divi-na" de interrogar sin cesar a políticos, poetas y artesanos para mos_trar la fragilidad de su saber (zLb ss.)? ¿eué otra cosa da origen alcatácter irrenunciable de su filosofar entendido como la tarea de mos-har a sus ciudadanos el orden degradante de su escala de varores(29d-30c; 31b-c), aun bajo el riesgo de ..morir

varias veces,, (30c)?¿Qué otra cosa origina su dícfum "una vida sin examen no mereceser üüda", como respuesta a la posibilidad de aceptar con calma ysilencio el orden de lo dado (3ga)? [-a filosofia de sócrates, resultanotorio, surge y se nutre fundamentalmente de la molesta insatisfac-ción que le provoca el estado de las cosas imperante en la Atenas desu tiempo- Hay, entonces, algún trazo común en nuestro origen. ytambián algo diferente. .

Este carácter común en el origen de la filosofía puede com_prenderse mejor atendiendo al carácter fundamentalmente "político,,,en su sentido eümológico, de toda experiencia humana. "político,, esun adjetivo que deriva der griego pólis. cuando decimos pólis, deci_mos comunidad o marco social dador de sentido. pero también deci-mos posibilidad de comprensión de la realidad, horizonte de significa-ciones y límite del pensa r y el hacer. En tanto el ser humano

"Jr,.o.,-cebible sin una pólis, sin un marco comunitario o social -así tambiénlo creían los antiguos griegos-, o sin un horizonte dador de sentido,toda filosofía es, en esta acepción específica, filosofía ,,poiiti.u',.

Armenos' toda la filosofía de Ia historia occidental ha sido política en

::t". sentido. -u fu de unfleraclito, un Sócrates o un Foucault_

otffi

Los "orígenes" de la filosofía

cosasdador,dgminante.potenqialmerrteinalterúle.EstainquietuclGsenti# radical, porque no se rehere a este o aquel estado de cosas, nisiquiera simplemente a la sifuación de un eventual sistema políüco oun Estado, sino que plantea la provisoriedad de cualquier estado decosas, de todos ellos, ya sea en la políüca, en la ciencia, en el arte o encualquiera de las consfur¡cciones sociales y culfurales. [a filosofta comopensamiento crítico radical asurne una función destotalizadora delestado de las cosas, cuestiona la hjeza de lo dado y, a la vez, potencianuevos sentidos. El disparador o el impulso a filosofar es consecuentecon esta desconfian?ñ, o disconformidad "-atlral" frente a lo dado.

Ahora bien, esta insaüsfacción que está en el origen de la filo-sofía y que surge de una sifuación incómoda frente a los marcos dereferencia- puede situorse ante cualquier estado de cosas, desde latotalidad de la realidad, o el ser a, será entonces metaffsica-, hasta unámbito parcial (por ejemplo, los medios masivos de comunicación ola insüfución educativa) a seÉ trna forrna de filosofía social- promo-viendo la reflexión sistemática y r¡na actifud crítica y creativa. Pero, entodos los casos, la filosoÍia, en tanto pensar crítico radical, reconoceun origen común en la sospecha y en la disconformidad productiyaque despierta nuestra o<periencia en un orden social compartido.

En zuma, importa reconocer la diversidad en el origen. si lafilosofía emerge de un contexto social, el origen cambia cuando semodifica ese contexto. Entre los griegos predominó la percepión delorigen en el asombro; herdero de la modernidad, fue posible Íecc-nocer otro origen de la filosoffa, la duda; la Europa de enbe sJuerraspotenció las sifuaciones límites. En la acfualidad, es posible extendery concenfuar los orígenes del filosofar en la insatisfacción y el descon-tento frente a lo dado. Sin embargo, no pensamos en estos factorescomo un origen inédito -ni los transformamos en excluyentes-:Sócrates, como hemos visto, y otros filósofos, también originaron zufilosofar en la insaüsfacción frente al estado de cosas de su época.Cualquier aparente "origen" no es, obüamente, una condición sufi-ciente para la filosofia o el filosofar, pero marca los detonantes de untiempo y un lugar.

Desde zus inicios el pensamiento se ha nufuido de interrogantesque expresan asombro y duda (¿es posible?, ¿qué es?, ¿cómo?), perotambién insaüsfacción y rebeldía frente a las explicaciones e interpre-

7l

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72 La ftlosofía en Ia escuela / A. Cerletti - W. Kohan

taciones imperantes de ro que hay y de ro que es posibre (¿por qué?).si bien estos interrogantes son en gran medida compartidos con ra

fl|f$1::]{F, el.úlüm? d: T?nerg preponderante expande lasposibilidades del cuesüonamiento filosófiá- g.;ñ;l*=ü?"L.t

re-oregun4f.rjenannente Lpor gué? confirnfi. l- o-^-^^::._ r- --_nsaFiento y qpa actitud rá¿icat.

üg eIptpstgrr_d" .l\ ,:::*' ¿l;u"sti"n;ffito firosófico está dado no tanto por

J ¡EJ-

iS ifl|.|?-t " F ,y -Fo de preguntar y repregunrar se

Tff $ n¡oOu-nte ta filosofía. hcü h;ñilffi;#;üffi;";=,ff;#

Por cíerto que ras parobras que constituyen Io pregunta ¿quées la fílosofía?,..esas cuairo parobros, no enc¡'erran en símismos unsentido fílosófíco. euízó sea ésto una de las pregunfos que estácon más frecuencia en boca der profani.- crondo er profano pre-gunto équé es lo fílosofía?, es pregunta no tíene sentído fitosofico.Adquiere un sentido lílosofico cutando un nre,o signifícado enri_quece su contenido. y -tgl sígníficado se nos reueti eÁ el tipo derespuesta que espera er hombre que se interroga. Ái;'r;r;; -a míjuicio- Ia esencía der sígníficado dL ,no ir"á,unto, er signíficado deuna pregunta radica en el tipo de nrpr"{to que espera quien seinterroga. veamos qué tipo d" ,"rpuesta espera er hómbre'común,el profono, cuando se ínterroga sobre ra'esencía de ra fitorcfía.Fócíl es aduertir que su pregunta no

-tiene sígníficacíón fitorcfícawrque él no espera una respuest3 fjrosofica.'éQué eswra un pro-fano cuando se pregunta qié es Ia ii;;ff"l'Erp"ro sencíyamenteque notutros exhi4^y: ra firosofía "o^ó

se puede exhibírun 'osoy digamos: ésta es la filosofía.

(Frondizi, R., .¿eué es la filosoffa?" (Lg4T,

en Ensoyos fílosófico.s, México: FCE, 19g6,-p.4T.l

114

-ilruLa filosofía en Ia escuela / A""Cerletti - W. Kohan

Lecturas

Texto 28

Garcfa venturini, J. L., "La firosof fa. ¿paraqué sirve?,,, en ucurturao, La Na_ción, Buenos Aires, g de fulio de 1972, p. 3.

Parece claro que uno de los problemas más arduos que debe afrontarla firosoffa es saber qué es ra firosofía misma. y esto, desde ros griegos. Tancuriosa -o no tanto- necesidad de interrogarse a sf misma, esa suerte deautognosis en que se diferencia de cualquier otra disciplina, no sólo es unviejo problema que hace a la índole misma der filosofar sino que conformauno de los interrogantes más apasionantes y, por ro demás, ineludibre paracualquiera que se ocupe de la filosoffa con un mfnimo de rigor. y hasta esta-mos convencidos de que si la filosofía no fuera, en riltima instancia, muchomás que eso, es decir, una inacababre pregunta acerca de sf misma, tar comoun dragÓn que procura infructuosamente morderse su propia cola, estaría-mos de todos modos -y a pesar de ra murtitud de distrardos que en mejor detos casos apenas rozan la periferia del saber-, ante el más atrapante de losjuegos intelectuales, ante una de las más incitantes aventuras del espfritu.Pero, en los Últimos tiempos, especialmente en ciertos ambientes noestrictamente filosóficos, y frecuentemente con expresión periodfstica, la gra-ve y antigua pregunta ha sido reem plazada por otra obviamente menos gra_ve, casifrfvora, no perse quizá, pero sí por et modo y el contexto en que sueleformulársela: ¿para qué sirve la fílosofía? A veces se completa este interro-gante con este otro: ¿qué papel cumple la filosofía en los países en desarro-llo? ¿Qué utiridad tiene ra firosoffa en er progreso de ros puebros?

La dirección de ra pregunta dificurta, sin duda, ra precísión de ra res_puesta. Y no fartan quienes contestan, a veces ros mismos firósofos, procu_rando satisfacer ar interrocutor, que ra firosoffa sirye, por ejempro, para desen_trañar el "ser nacionar", o para dar una ,,imagen prospectiva,, der procesopolítico' esto es, alíneándose o queriendo hacerlo con sociólogos, politicólogos,historiadores, a fin de dar sentido de utilidad y de "actualidad a la vieja sabi-duría de Minerva".

Y por lo general, quienes lanzaron la pregunta se sienten bastante satis-fechos con la respuesta y parecen dispuestos a otorgar a la filosoffa el pasaporteque le permita seguir circulando entre las cosas ritiles y de indudable actualidad.

Filosofía ¿para qué?

Pero el triunfo logrado es, inevitablemente, un triunfo a lo Pirro, pofgt¡tpretender contestar positivamente a la mencionada pregunta equivale a hdfde nperte a la filosoffa. i

En rigor, ante el insólito interrogante, sólo habrla una respuesta ad}cuada. ¿Para que sirve? -Pues, para nada. Esto es lo que habrían contestado

Platón y Aristóteles y toda la tradición occidental. La filosotla -y de modo

eminente la metafísica- no sirve para nada, no porque sea inútil, sino porquo

es supraúffl porque está más allá de toda utilidad y por encima de cualquier

servidumbre. Porque la filosofía es un específico e ineludible modo de interro-

gar a la realidad; no el único, por supuesto, pero sí el modo más radical y

omnicomprensivo, el más fundamental y totalizador, que no se detiene en

instancias inmediatas y ni siquiera penúltimas, sino que le es inherente la más

índeclinable vocación de ultimidad. Y esas verdades últimas, que pueden

funcionalizarse y de hecho se funcion alizan en diversos niveles ontológicos,gnoseológicos y epistemológicos, no son verdades que "sirvan", sino -como

diría Maritain- verdades a las cuales "debemos servir", lo cual es otra cosa.

De ahí que la radical no-utilidad de la filosofía no sea in-utilidad, sino constitu-

tiva supra-utilidad.

En tiempos como el nuestro en que todas las cosas progresan y son

útiles -a riesgo de perecer-, la filosofía parece no exhibir progreso ni utilidad

algunos. Pero la idea de que la filosofía estancada en relación al vertíginoso

avance de las ciencias (partículares) no responde a una perspectiva menos

falsa que la que hace a su supuesta falta de utilidad. No solamente la fílosofía

también progresa, sino que siempre está a la vanguardia del pensamiento,

explorando y problematizando inéditas regiones, un poco adelante de los

demás saberes, detalle éste que fuera expresado muy claramente por B.

Russell cuando dijera que respecto del pensamiento filosófico "toda realidad

es anacrónica". Y si, como se objeta también, es cierto que hay discrepan-

cias entre los filósofos (recordemos que también las hay entre los científicosparticulares), ninguno ha renunciado ni podría renunciar -sin dejar de ser

filósofo- a pretender para sus afirmaciones validez universal -y en esto van

incluidos aun los escépticos, aun los relativistas-. Después de todo, la filoso-

fía es algo que los hombres no han podido dejar de hacer desde que acce-

dieron a la edad de la raz6n, ni parece probable que puedan dejar de hacerlo

en un futuro inmediato.

Estas reflexiones no pretenden esclarecer la índole del saber filosófi-

co, amplio y fecundo territorio cada día más transitado, donde la filosoffa

116 Lo fllosoffa en la escuela / A. Cerletil - W. Kohan

trabaia frente, en especial, al neopositivismo (de suyo, una filosoffa también)por reivindicar su lenguaje, sus métodos, su objeto; pero sf procuran salir alpaso de opiniones tan curiosas como las expuestas más arriba. pensar que lafilosofla tiene por objeto estudiar "er ser nacional" (...) o proyectar esquemasÚtiles al "desarrollo del pafs", no sólo significa amputarla, sino desvirtuarla ensu más peculiar consistencia. Otras son las metas y la misión del filosofar.Bien distintas -aunque todas igualmente respetables- a las de las cienciasparticulares, y, claro está, a las de las diversas formas del quehacer tecnoló-gico. No hay equivalencias posibles. De ahf la dificultad, tan frecuente, deprecisar la naturaleza de la filosoffa y de saber dónde están los ¡lósofos. Aveces están donde menos se piensa, y muchas veces no se los ve, justamen-te por la extemporaneidad y supra-utilidad que t¡pif¡can su faena.

Cuando no se advierten el verdadero sentido y alcance de la filosoffa,se le buscan objetos substitutos; y cuando se cree -de ese modo- cumplida latarea de rescate es precisamente, cuando aquélla ha quedado herida mortal-mente. En afán de no declararla no ritil -que para quienes asl proceden escomo decir in-útil-, la declaran, sin quererlo, superflua, prescindible. por eso,la única manera de justificar a la filosofla es contestando adecuadamente a lapregunta por sf misma. No hay otra alternativa.

Texto 24

savater, F., "urgencia y presencia de ra firosofla", en "cultura,, La Nación,Buenos Aires, 29 de octubre de 199S, p. 1-2.

¿se saca algo en limpio de la filosofla? pues sí, al menos algo muyimportante: las preguntas mismas. Los filósofos se contradicen en las res-puestas, pero se confirman unos a otros en las preguntas. En filosofía lasrespuestas varlan y se enredan unas con otras, pero las preguntas vuelvenuna y otra vez, quizás planteadas en un modo'algo más rico o sutil. Son laspreguntas de nuestra vida, el catálogo esencial de nuestros "¿por qué?, En elcentro, las que las condensa todas, las que nadie humano -es decir, cons-ciente y racional- puede dejar de hacerse: ¿qué significa todo esto (la vida, lamuerte, lo que nos pasa, los demás, las cosas, eltiempo, elmiedo, el gozo, lapena...)?'

Nadie se dedica fulltime a estos interrogantes radicales porque nadiefilosofa dla y noche. Pero todo er mundo, antes o después, empujado por

Filosoffa ¿para qué? rt7

albricias o desgracias, filosofa alguna vez en su vida, es decir, se hace a lfrr

modo las grandes preguntas. Y es que vivir resulta una tarea fundamental-mente intrigante. A las cosas de la vida nunca se acostumbra uno del todo:para bi# o para mal, siempre nos resulta lo que nos pasa, lo que nos ocurreo lo que se nos ocurre, un poco raro. Por eso Aristóteles indicó que elcomien-zo de la actividad filosófica -es decir de la manía interrogativa- consiste enasombrarse.

Lo que vemos a nuestro alrededor, lo que sentimos en nuestro interior,

lo que oímos que los demás aseguran muy serios, todo puede suscitar asom-

bro cuando uno lo considera ingenuamente, es decir: con libertad y sin prelu

cíos.

Pero, ¿pa'a qué sirve hacerse unas preguntas a las que nadie por lc

visto logra dar respuesta definitiva? A esta pregunta que por cierto tambiénes filosófica, se le pueden dar como réplica nuevas preguntas: ¿por qué tododebe servir para algo? ¿Tenemos que servir para algo cada uno de nosotros,

es decir, es obligatorio que seamos ciervos o criados de algo o de alguien?

¿Acaso somos empleados de nosotros mismos? A lo mejor hacerse las gran-

des preguntas sírve precisamente para eso: para demostrar que no siempre

estamos de servicio, que también alguna vez podemos pensar como si fué-

semos amos y señores.

Supongo que algo así es lo que querla señalar Sócrates cuando dijoque "una vida sin indagación no merece la pena ser vivída". Al repetir lasgrandes preguntas intentamos hacernos dueños de nuestra vida, tan inciertay fugitíva; preguntarse es dejar de trajinar como animales, automáticamenteprogramados por los instintos, y erguírse, sacándose el sudor, para decir:

Aquí estamos los humanos. ¿Qué hay de lo nuestro?

Aunque lo verdaderamente irrenunciable sean las preguntas, tampo-co las respuestas que proponen los filósofos (o cualquiera de nosotros, cuan-

do hacemos de filósofos) resultan desdeñables. Esas contestaciones filosófi-

cas se distinguen porque nunca tapan del todo la pregunta que las suscita y

síempre dejan algún hueco por el que se cuelan los nuevos interrogantes,para que el juego -el humano juego de la vida- siga abierto.

Las respuestas filosóficas suelen ser un cóctel racional con dos ingre-

dientes básicos: escepticismo e imaginación. Lo primero, escepticismo, por-

que quien se lo cree todo nunca piensa nada.

Para empezar a pensar hay que perder la fe: la fe en las apariencias,

en las rutinas, en los dogmas, en los hábitos de la tribu, en la 'normalidad"indiscutíble de lo que nos rodea. Pensar no es verlo todo clarísimo, sino co-

1¡iIil

fll

118 La filosrrfla en Ia e*uela / A. Ceiletti - W. Kohan

menzar a no ver nada claro lo que antes tenfamos por evidente. El escepticis-

mo acompaña siempre a la filosoffa, la flexibiliza, le da sensatez, sólo los tontos

no dudan nunca de lo que oyen y sólo los chalados no dudan nunca de lo que

creen. Pero además la filosoffa está también hecha de imaginación. ¡Oio, no de

fantasfas o deliriosl No hay nadie menos imaginativo que los que ven fantas-

mas, bruierfas, adivinanzas, extratenestres y milagros por todas partes.

Quien carece de imaginación siempre está dispuesto a dar crédito a

realidades nuevas y desconocidas, mientras que quien tiene imaginación busca

lo nuevo a part¡r de la realidad tal como la conocemos.

Con escepticismo e imaginación van tramando los filósofos sus res-

puestas a las grandes preguntas: conviene recordarlas, desde aquellas pri-

meras e inolvidables de los griegos, hasta las de Unamuno o Albert Camus.

En conjunto forman el curriculum vitae delarazÓn occidental. Más preguntas:

pero, ¿de veras que nos hace falta la filosoffa? ¿No es meior confiar en la

ciencia, que es la hija moderna y elicazde la filosoffa, con un sentido práctico

mucho mayor que el de la mamá? Por supuesto, entre la ciencia y la filosoffa

no hay que elegir una sola, rechazando la otra: lo meior es quedarnos con las

dos.Pero son distintas, porque a la ciencia le interesa ante todo la eficacia

de las respuestas que propone y a la filosoffa lo radical de las preguntas que

plantea.

La ciencia pretende captar cÓmo funciona lo que hay, sean los áto-

mos, losplanetas, el aparato digestivo o las sociedades humanas; la filosoffa

se preocupa más bien por lo que significa para cada hombre, para usted o

para ml, existir entre átomos y planetas, tener sistema digestivo o vivir en

sociedad.

t...1Los saberes cientfficos fragmentan la realidad para estudiar mejor cada

uno de sus aspectos y resolver problemas concretos, mientras que la filosofla

pretende una y otra vez no perder de vista lo que relaciona a las partes del

conjunto, la vida humana con realidad inquietante global. Cada una de las

ciencias, antes o después, acaba por plantearse en su campo alguno de

esos interrogantes absolutos que rompen las costuras de cualquier bata de

laboratorio, del mismo rnodo que los adultos más atareados y pragmáticos,

en el arrullo del sueño nocturno paladeamos otra vez el sabor de la leche

materna que nos hizo empezar a crecer.

En el mundo siempre están pasando cosas, modas, Catástrofes, ha-

llazgos revolucionarios y pérdidas irreparables: cada semana tienen lugar

Filosofía ¿para qué? 119

dos o tres acontecimiento "históricos" y no hay mes en que no se celebre la

boda "del siglo", por no hablar de las rebaias de los grandes almacenes, que

siempre\on "colosales'. Está más que visto que todos los dlas tiene que

ocurrir lo nunca visto. Lo dicen las televisiones, las radios, las revistas y perió-

dicos... de modo que bien está.

Entre tantos que se ocupan de las cosas que pasan, ¿no habrá al-

guien que se ocupe un poco de las que rp pasan? Entre tantas voces que

proclaman novedades, ¿nadie se acordará de vez en cuando de lo de siem-

prd? Si no me equivoco, tal podrfa ser una de las tareas de la filosofía, es

decir, de ustedes y mfa cuando nos da por repetir las grandes preguntas, por

intentar con escepticismo e imaginación darles nuestras pequeñas respues-

tas. Actitud por cierto bien diferente de esa otra fÓrmula pedantesca de filo-

soffa que cada trimestre proclama "el tema de nuestro tiempo': un año será la

posmodernidad, luego el neobarroco, después la muerte del suieto y seis

meses más tarde la recuperación del sujeto, despreciando en todo caso la

pregunta que nace libre (es decir, ingenua en el sentido etimológico de la

palabra) porque no se somete a los manierismos culturales del momento.

No, lo que filosÓficamente cuenta es lo de siempre, lo gue nunca pasa

de moda: la conciencia humana de saberse vivo y mortal, aqul y ahora' Es

curioso: lO que nunca pasa eS preCisamente el mOmento presente. "Para mf

cada instante es una eternidad", decfa Heine, que fue poeta y filÓsofo. La

vida es siempre el presente y una de las peores supersticiones consiste en

denigrar el instante eterno que habitamos como el imposibilitador de la vida.

Según los supersticiosos, la vida verdaderamente humana fue posible

ayer, quizá vuelva a serlo mañana o al otro, pero desde luego no lo es hoy:

algún acontecimiento fatal (Auswichtz, el Gulag, la Guerra del Golfo, la inven-

ción de la telebasura, lo que sea...) separa irrevocablemente nuestro "ahora"

de cuanto valió la pena o valdrá la pena, Y sin embargo, es ahora mismo

cuando hay que vivir, es ahora cuando está vigente todo lo bueno y todo lo

malo, como siempre ha sucedido.

' La plen¡ud del presente no admite requisitos: el momento de las pre-

guntas y del presente no admite requisitos: el momento de las preguntas y

del desconcierto, de la lucha y del gozo, el momento de la humanidad es a la

vez incesantemente pasajero y eterno. La filosofía ayuda a vivir humanamen-

te porque no predica la buena nueva niel apocalipsis, sino que defiende con

escepticismo e imaginaciÓn el presente Jo de siempre, lo que nunca pasa-

contra modas y suPersticiones.

88 La fílosofía en Ia escuela ,/, A. Cerletti - W. Kohan

En el desarrollo de la cultura europea la especulación, iniciada por laobra genial de los griegos, se extiende a través de veinticinco siglos. Nacecuando el mito religioso empieza a perder su dominio exclusivo, a fin de subs-tituir las ficciones poéticas de la imaginación y por una solución racional de losproblemas humanos. Abarcó entonces, y por mucho tiempo, la totalidad delsaber teórico sin distinguir entre el conocim¡ento emplrico y el especulativo, nientre las nociones reales y las construcciones formales. En la antigüedad em-pezaron a separarse algunas disciplinas especializadas -matemática, astrono-mía, derecho-, pero la Edad Media, aunque de mala manera, sólo distingulaentre ciencia sagrada y ciencia profana, esto es, entre teología y filosofía. Des-de el siglo )0/ll comienzan a diferenciarse los integrantes del conglomeradofilosófico; las ciencias de la naturaleza asumen su autonomla, dividen entre sí laexploración de la realidad objetiva y crean al efecto sus métodos propios. Este

acontecimiento, el más importante de la cultura moderna, restringe poco apoco la esfera de la filosofla y la limita, en lo esencial, al estudio de la actividadpslquice'lógica, teoría del conocimiento, psicologla, ética, estética, pero le su-pone la misíón de unificar la totalidad del saber en una concepción metafísica,llamada a despejar las últimas incógnitas. Esta soldadura de dos tareas muydistintas aún subsiste; todavía hay quienes identífican la filosofía con la metafí-sica, el examen de una realidad empírica, subjetiva u objetiva, con la ilaciónaventurada de una realidad que no nos es dada en experiencia alguna. Con-vendría distinguir lo uno de lo otro. La diferencia no es baladí. Como la filosofíase apartó de la teología y como las ciencías exactas se separaron de la filoso-fía, convendla desligarla también de la metafísica. Así se deslindarían tres do-minios bien circunscriptos: la ciencia, la filosofía y la metaffsica. Por fin termina-ría una confusión, explicable por su génesis histórica, pero reñida con el estadoactual de las cosas. Habrá ocasión r¡ás adelante de volver sobre este tema.Entretanto tropezamos aquí, en la definición misma de la filosofía, con la impre-cisión y la vaguedad de los términos.

Texto 18

Savater, F., "Urgencia y presencia de la filosoffa', en "Cultura". Le Nación,Buenos Aires, 29 de octubre de 1995, p. 1.

Desde hace varios meses con motivo de amenazadoras reformas enlos planes de estudio de bachillerato, se habla en España de filosofla. Es un

¿Qué es la filosofía? 89

poco triste que la filosofla sólo logre ser noticia como asignatura, pero buena

será esta ocasión para plantearnos unas cuantas cosas acerca de esta vieia

destreza intelectual. La cuestión de cómo ha de enseñarse la filosoffa no creotqü pueOa separarse de algo previo: qué es para nosotros la filosofla y por

qué consideramos que debe figurar de algrin modo en los planes de estudio

de todos los adolescentes, tanto los que van a estudiar letras como los que

se preparan para abordar carreras cientfficas.porque es evidente que hay por lo menos dos modos de acercarnos a

una disciplina que tiene una larga tradición y que también se sigue practican-

do en nuestro dlas. Tomemos, por eiemplo, elcaso del arte. Si queremos que

se inicie a los bachilleres en este tema, podemos incluir una asignatura de

histo¡a del arte entre sus asignaturas, en la que se estudien los grandes

maestros del pasado, sus obras más notables y la sucesiÓn de los estilos

hasta el presente. Pero también podrfamos optar por darles una formación

elemental aunque sustantiva en alguna de las artes (pintura, música, cine...)

que les permitiera comenzar a desarrollar su talento artfstico. Por lo general

se prefiere la primera de estas soluciones, deiando el segundo tipo de forma-

ción como algo optativo y complementario, entend¡endo que toda persona

culta debe conocer la tradición artística, pero no todo el mundo ha nacido

para pintor o para músico.pues bien, en elterreno filosófico también se nos presentan estas dos

opciones. Con la importante dilerencia que uno puede comprender la historia

de la pintura o de la arquitectura sin practicarlas, pero no se puede entender

el sentido de la tradición filosófica sin practicar al mismo tiempo un poco la

tarea de filosofar. Y otra diferencia: como el tema de la filosofla es el arte de

pensar y es el pensamiento racional lo que los humanos tenemos en común,

nadie puede declararse radicalmente exento de vocaciÓn filosófica. Las artes

plásticas son manifestaciones insoslayables de la creatividad humana, pero

cabe disfrutarlas como simple espectador.

La filosofía se refiere a la actividad centra! de los humanos en cuanto

tales y por tanto ninguna educación puede soslayarla, ni siquiera enseñarla

como una tarea emprendida por otros y que puede ser admirada sin partici-

pación activa del educando. La historia de la filosofla es ya filosoffa, actividad

filosófica, o resulta incomprensible; pero la filosoffa no puede provenir de la

mera historia sino que tiene que convertirse en biografla de quien se acerca a

ella so pena de reducirse a pedanterfa ociosa y artificiosa, es decir, repertorio

de venerables tecnicismos. Es por cierto tal pedanteríala culpable en buena

medida del relegamiento actual de la asignatura filosófica en los planes de

90 La filosofía en la escuela / A. Cerletti _ W. Kohan ¿Qué es la filosofía?

Frangois cháteret era un profesor. Arguien que reparte ro que creesaber, arguien que tiene, sí no ra certeza, ar menos ra conciencia segura deposeer eso que cree saber en el momento en que hace el reparto, en elmomento en el que no sÓlo hay intercambio sino práctica compartida. En estesentido' era un hombre de comunicación en el sentido profundo de la palabra;era un hombre acogedor' un hombre dador de sentido. No era un guardlánceloso de ro que creía saber. Esto se trasrucra en su aspecto, en su modo deser. La estatura de Frangois cháteret, su pose corporar, era ra de un hombretranquilizador' se presentaba en el mundo como testimonio de una regíón detranquilidad. En todo caso yo, que soy muy chiquito y ér muy grande, tenfatendencia a sentirme protegido cuando estaba cerca de ér.

-Yo tengo er recuerdo de una generosídad enorme.Era a ravez generosidad y más que generosidad. su generosidad sefundaba en er hecho de que no podía definirse ni aceptarse como un pensa-

dor solítario' La comunicación te era substancialmente inmanente, para decir-lo de algún modo.

-En la historía de ta filosofía, ¿hay otros ejemplos de esta figura fitosó-fica?

sócrates, sin duda, era de este modo. pero estoy seguro de que todoslos fílÓsofos experimentaron en algún momento.de sus vidas esta exigenciade reparto, esta bÚsqueda de reparto. No todos la satisficieron, pero todos lasintieron, todos buscaron reasegurar su palabra en la parabra del otro.

-¿La diferencia en Frangois chátetet era que su generosidad estabaatenta a la pregunta det otro?

consistía en reasegurarse, ar respond er a ra pregunta der otro, de roque él mismo proyectaba como trabajo para la verdad. Frangoís chátelet eraun trabajador de lo verdadero. si no se tiene el proyecto de reasegurarse encuanto ar sentído de ro que se díce, no hay trabajo posibre der pensamiento,Aun cuando no se sepa ro que quiere decir .ser verdadero,,, permanece raexigencia de alcanzar la posesión de un sentido comunicable, repetible, sus-ceptible de ser prorongado ante er otro. pues ro que se dice, se díce siempreante el otro, aun cuando se habre en totar soredad, aun cuando se esté reyen-do un texto' Lo ya pensado es necesario comunicárselo a sl mismo como aun otro' Estamos siempre en esta situación. Frangois chátelet habfa entendl-do esto por abundancia naturat, por así decirro. Es esto ro que re da peso enla historia de la filosofía.

9r

estudio"' lntentemos ahora con toda ingenuidad esbozar las urgencias bio-gráficas que hacen ímprescindible la presencia hístórica de la filosofía en laenseñanza.

Hace tiempo, en el coloquio tras la charla que acababa de pronunciaruna muy ínteligente antropóloga argentina amiga mía, un oyente juvenil excla-mÓ estrepitosamente: "¡Pero no me negará usted que esta vida es un asco!,,ymi amiga repuso sin ínmutarse: "¿comparada con qué?,, Esa pregunta, utiriza_da como respuesta, me parece un estupendo ejemplo de manifestacíón filosó-fica' Para empezar, tiene un benéfico efecto curativo: sirve para librarnos de untópico fantasmar, de un farso dogma acongojante, de un brindis a ra sombradepresivo y quizámañana represivo. Pero, además plantea una ínquietud muylegítima, un probrema que no parece tener nínguna utíridad inmediata, peroque' sín embargo, está tleno de sentido, un interrogante que no se resuelve conuna simple contestación síno que nos remite a muchas otras cuestiones: ¿po-demos juzgar si ra vida vare o no ra pena? ¿Tiene ra vida tuya y mía un varordeterminado o todos los valores los determina la vida? ¿Hay formas de vivirmejores y peores? ¿por qué? ¿Nos preocupa ro que ra vida es, ro que podría sero lo que debería ser? ¿eué podría ser ra vida y aún no es o ya no es? ¿euésignifica decir que ra vida no es ro que debería ser? Etcétera, etcétera...

Al conjunto de preguntas como éstas o, aún mejor, ar aÍánde preguntarcosas así es a lo que llamamos fitosofía. son preguntas enormes, radícales,absolutas' como las que plantean los níños antes oe que los domestiquen en elcolegio o ras de ros borrachos a ras cuatro de ra madrugada. son preguntasimposibles, como las que se hace uno en el entíerro de un ser querido o las quesusurran los enamorados, mirándose a los ojos: ,,¿me quieres?,, Las grandespreguntas de la vida y de la muerte, los interrog"nt". de la violencia yát amor.A lo largo de los siglos los filósofos han vuelto a plantearlas una y otra vez,ofrecíendo cada uno sus respuestas peculíares y contradíciéndose unos a otros.Ante el desbarajuste de tanta díversidad, algunos pueden pensar que la filoso-fía es un garimatías der que no hay forma de sacar nada en rimpio.

Texto 19

Desanti, J.-T., "un filósofo es un apostador,,, entrevista con Frangois Eward,en Magazíne títtéraire, No. 339, enero de 1996, p.44-6,trad. cast. propía.

'Hace diez años desaparecía unafigura importante de ta filosofía france-sa, Frangois Chátetet.