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Centro de Desarrollo
en la Diversidad
CEDDIV
www.ceddiv.org
2014
Puntos…suspendidos
Ciudad del Illimani CEDDIV- Mayo - Junio de 2014 Año 1 – N° 4
Foto: Carolina Delgado Butrón San Javierito, Comunidad en el municipio de San Ignacio de Velasco, Santa Cruz-Bolivia
La experiencia de la maternidad como un acto político
UNAS TAREÍTAS
“…para cambiar la forma de nacer
hay que cambiar al mundo…”
Carolina Delgado Butrón
Ya decía Odent1 que “para cambiar el
mundo es necesario cambiar la forma de
nacer” si bien esto puede ser totalmente
válido, desde mi perspectiva de mujer,
madre y activista de los derechos de las
mujeres pienso, por el contrario, que para
cambiar la forma de nacer hay que
cambiar al mundo. En realidad considero
que la experiencia de la maternidad
1 Odent, Michel: “La primera hora siguiente al nacimiento”
Articulo. 2002
debería ser un acto más que puramente
natural, un acto político que reivindique lo
social, lo cultural, lo propio, la toma de
decisión, el sentido de la maternidad
desde la mirada y la voz de la mujer.
La experiencia de la maternidad desde una
mirada política debería comenzar por tener
la posibilidad de tomar la decisión de ser
madre, en qué momento y con quién serlo
(me refiero a la elección de quién traerá al
mundo a su hij@, aunque por supuesto
también quién será el padre).
Convengamos que en ningún caso se
debería excluir de estas decisiones a la
mujer ya que ella será quien gestará por
nueve meses a ese ser humano y luego
asumirá la maternidad responsable por
toda su vida. Ni el Estado, la iglesia y
mucho menos una sociedad machista
ignorante de la experiencia de la
maternidad deberían decidir por ella, por
esta mujer que al final y en la mayoría de
los casos, no recibirá del Estado, de la
iglesia y mucho menos de los vecinos
ayuda para criar, cuidar, y preparar a este
nuevo ser para la vida.
Fotografía: Mujer Chiquitana-Comunidad
en el Municipio de Concepción –
Chiquitanía, Bolivia
La experiencia de la maternidad como un acto político
UNAS TAREÍTAS
Es a partir de esta decisión que las
mujeres deberíamos plantearnos desde
una postura ideológica de poder y decisión
sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras
lógicas, nuestros deseos, todo el proceso
de la maternidad. Esta agenda política
que hoy está en manos de una sociedad
patriarcal y machista que regula y controla
la experiencia de la maternidad que
determina el espacio, las formas del parto,
que toma las decisiones sobre los cuerpos,
sobre lo natural y naturaliza la violencia y
la invisibilidad so pretexto de la
cientificidad, debería ser el campo de
batalla de las mujeres que exigimos un
parto digno y humano sin violencia.
Esto lo aprendí de muchas mujeres y
pocos hombres que hicieron un cambio en
mi vida, mujeres académicas, mujeres
profesionales, mujeres activistas, mujeres
sensibles a las injusticias y que luchan
desde sus trincheras, pero por sobre todo
lo entendí desde la voz de mujeres que
viven y vivieron violencia durante la
experiencia de la maternidad, mujeres que
viven en zonas rurales, que no cuentan
con servicios de salud y que si los tienen a
mano, o casi a mano, entran en terreno
hostil, el espacio del hospital.
“Queremos estar en el hospital y que nos atienda una partera, ella nos conoce
y sabe qué queremos” (Mujer indígena)
Fotografía: Mujeres parteras – San
Pablo de Guarayus – Santa Cruz,
Bolivia
La experiencia de la maternidad como un acto político
UNAS TAREÍTAS
Esta analogía con una batalla no es
casual, es lo que relatan las mujeres
cuando cuentan sus experiencias de
maltrato, dolor, violencia, desesperanza,
indefensión, soledad, entre muchos otros,
cual si estuvieren destinadas a una afronte
en condiciones totalmente desiguales y
con todas las de perder: “sentía miedo
porque no sabía qué me va pasar”2; “yo
me quería escapar, no sabía qué me
estaban haciendo, me decían que me
calle, que no grite, yo tenía miedo”;
“vienen y te hurgan ahí, son hartos, no es
2 Relatos recogidos de mujeres en comunidades
indígenas del Oriente Boliviano, por no contar con el consentimiento de uso de sus identidades es que no se pone los nombres de dichas mujeres.
uno nomás, duele y da vergüenza”; “sola
he tenido a mi bebe el doctor nunca
llegó… estaba chupando3”; “uno llega y la
echan a la cama fría de fierros, le pinchan,
le cortan y encima quieren que esté
callada, es mejor morirte en tu casa”.
Es mejor morirte en tu casa” es la frase
que representa a un mundo (personalizado
en un sistema público de salud)
totalmente inhumano, mecánico, violento,
lleno de protocolos pero con muy poca
sensibilidad, que se apropia del cuerpo y
de la vida de las mujeres y que basado en
su supuesta superioridad social y
académica actúa sin consideración sobre
él, medicalizando4 el parto (aunque esto
no sea necesario), realizando prácticas
invasivas sin razón alguna, en la mayoría
de los casos, convirtiendo un acto natural
en una patología, no permitiendo a la
mujer ni siquiera demostrar dolor, menos
aún tomar decisiones y peor aún que sea
parte activa de su propio parto.
Pero… ¿Cómo cambiar al mundo
para cambiar nuestra forma de
nacer?
3 Termino popular que hace referencia al consumo de
bebidas alcohólicas 4 Medicalización se define como un proceso por el que
problemas no médicos se tratan como problemas médicos, normalmente en términos de enfermedad o trastorno. Mintzes B. For and against: Direct to consumer advertising is medicalising normal human experience: For. BMJ. 2002;324(7342):908-9.
Fotografía: Carolina Delgado-Madre
Chiquitana – Comunidad 16 de agosto – San
Ignacio de Velasco-Santa Cruz, Bolivia
La experiencia de la maternidad como un acto político
UNAS TAREÍTAS
Fotografía: Carolina Delgado- Municipio El Puente –
Santa Cruz, Bolivia
Fotografía: Carolina Delgado-Mujer Chiquitana-Comunidad
San Josema-San Rafael de Velasco-Santa Cruz, Bolivia
Pues es fácil, debemos hacer de la
experiencia de la maternidad un acto
político y aunque esto suene utópico, esta
idea nace de una experiencia casi
espontanea de un grupo de mujeres,
indígenas y líderes de la Central de
mujeres Indígenas Guarayas (CEMIG) que
después de un proceso de reflexión
conjunta de sus experiencias de violencia
obstétrica, decidieron salir del ámbito
privado al ámbito público creando una
agenda política (sin querer queriendo)
sobre su experiencia de la maternidad, de
reivindicación sobre sus cuerpos, un acto
político por demás importante,
reconociendo su identidad cultural,
reconociendo sus prácticas, sus
terapeutas, sus herramientas, sus
elementos culturales del parto y lo
reclamaron dentro de un espacio
biomédico gritando a su entorno
“queremos estar en el hospital y que nos
atienda una partera, ella nos conoce y
sabe qué queremos”.
Solo este acto de rebeldía les sirvió para
conseguir ser escuchadas y lograr un
sala de parto con adecuación cultural
dentro del micro-hospital de San Pablo de
Guarayos, sala que será atendida por
parteras y enmarcada dentro de la política
de salud boliviana, este es un logro, sólo
uno, a partir de aquí quedan muchas
luchas para ellas, luchas de poder, de
apropiación y reapropiación de espacios,
luchas para que esta experiencia sea lo
que un día soñaron, lucha porque cada
niño que llegue a este mundo sea porque
su madre tomó decisiones y estas fueron
respetadas (por lo menos en San Pablo de
Guarayos).
Fotografía: Carolina Delgado-Partera Chiquitana-
Comunidad de San Juan de Lomerío- Municipio de San
Miguel de Velasco-Santa Cruz, Bolivia
Centro de Desarrollo en la Diversidad – www.ceddiv.org – ceddiv.hol.es – [email protected] La Paz-Bolivia