“Historia de un Cementerio”

El cementerio general fue inaugurado el 19 de diciembre de 1821, por Bernardo O’Higgins. Y

posee alrededor de 86 hectáreas.

Caminar por los parajes principales del cementerio general nos provoca un gran misterio, especialmente, por las innumerables historias que lo envuelven.

Comenzaré por relatar la historia más conmovedora y popular de este lugar, ya que traspaso sus murallas y fronteras, hoy en día es conocida a nivel mundial.

Se trata de la llorona, una mujer que perdió a sus hijos en un accidente, producto de éste suceso la mujer quedó en estado de coma por dos años, al cabo de este tiempo, despertó y preguntó por sus hijos.

Al enterarse de lo sucedido, en un arranque de desesperación, fue hasta el Cementerio General – donde ellos estaban sepultados - y emprendió la búsqueda de las tumbas, pero como no las encontró, decidió suicidarse.

Y se dice que aun su alma vaga por el lugar preguntando “¿donde están mis hijos?”

Otra historia que aun no tiene explicación se denomina “la mujer de luto”

Se cuenta que un grupo de trabajadoras del cementerio cuando ya terminaban su turno, deciden retirarse del lugar tomando camino por avenida Recoleta

Cuando una de ellas se percato que se alejaría de su destino decide emprender rumbo sola a su hogar por Av. La Paz, a pesar de la insistencia de sus compañeras, de que no lo hiciera sola.

Ya tomando el camino en dirección a avenida la Paz, dentro del mismo cementerio, ya que se encontraba a la altura del Crematorio.

La trabajadora vio a una dama de luto por los pasillos, y le preguntó rápidamente: "Señora, ¿usted va por la Paz?". La mujer vestida de luto dio una respuesta afirmativa con su cabeza, y ambas siguieron el camino juntas.

El camino era largo y el silencio comenzó a ser molesto, por lo que la trabajadora del cementerio quiso iniciar una conversación, y preguntó: "Usted, ¿a quién viene a ver?" Pero la visitante de negro no respondió.

La señora, que había decidido no irse con sus amigas anteriormente, creyendo que la de negro no la escuchaba, se acercó más a ella, repitiendo la pregunta: "Usted ¿a quién viene a ver?"

En esos momentos, cuando el sol ya se ocultaba por el poniente y la luz natural a medias alumbraba.

Cual sería la sorpresa de la pobre trabajadora cuando la mujer de negro levantó su velo y dejo en evidencia que ya no pertenecía a este mundo.

La trabajadora quedó en segundos paralizada de la impresión, y cuando al fin reaccionó, corrió asustada hasta el Cristo de los Ricos, donde se arrodilló, y comenzó a rezar al oír las macabras carcajadas que se acercaban.

La mujer de luto desapareció, y se dice que todavía ronda cerca del crematorio sin

rumbo aparente.

Este lugar también recoge la historia de los jóvenes y los enamorados. Y que se representa con “la novia”

Trata de una mujer que estaba a punto de contraer matrimonio, pero su novio la dejó plantada en el altar lo que le provocó una gran pena que la llevo al peor de los sucesos su propia muerte.

Dicen que la madre de esta mujer iba todas las noches hasta su sepultura, sacaba el cuerpo, y la peinaba. Es por esto que se cuenta que la novia vaga por estos lugares, buscando al novio arrepentido

Una historia que destaca dentro del campo santo es la de Horacio y Cornelia.

Cada 8 de enero, desde 1994, Horacio pone una placa recordatoria con un poema en la sepultura de su fallecida esposa, que lleva por nombre Cornelia. Después de catorce años, el enamorado sigue regalándole versos a la pareja.

La tumba se ha transformado en uno de los sitios más visitados e incluso fue incluido en los tours nocturnos del camposanto, tornando la historia del matrimonio en el más dulce cuento sobre enamorados, incluso después de la muerte.

De los catorce años que han pasado desde su muerte, Horacio sólo falló una vez. Ese año los trabajadores y visitantes del cementerio especularon sobre la razón de su placa que no llegó. Incluso se pensó en su fallecimiento.

Pero al año siguiente volvió, pidiendo perdón por su ausencia y echando por tierra los rumores. "Flaquita: te fallé el dos mil cinco/ viví incompatibilidad/ no hay lugar para el olvido/ fue pura debilidad/ ya cumplí los ochenta/ estoy bastante bien/ bailo tango, como dieta/ espero llegar a los cien".

El 8 de enero de 2008 no hubo excepción. Acompañado de una sobrina fue a visitar a su esposa por el décimo cuarto aniversario de su deceso. Según rumores, Horacio ya tiene el epitafio listo para el 2009, quizás preparando la reunión con su amada Cornelia.

Pues como dice la placa instalada este año: "No quiero tu alma rondando/ sobre mis placas y tu lecho/ tu alma junto a mi alma/ hoy descansan en mi pecho"…

Sin duda, la mayor muestra de amor que se puede expresar a una persona que ya partió.

Todas las historias mencionadas anteriormente dan paso a que los terrenos del Cementerio General no sólo se destinen para sepultar o cremar difuntos, realizar una plegaria o dejar una ofrenda floral.

Desde hace unos años se ha trasformado en un parque que además acoge la visita de turistas y estudiantes para redescubrir el pasado mediante tours guiados, en los que se pueden admirar pomposos mausoleos.

Recorrer curiosas galerías, observar coloridos vitrales, contemplar el arte aplicado en la arquitectura y descubrir influyentes figuras políticas, artísticas e intelectuales.

La iniciativa de explorar turisticamente el camposanto, busca entre otras cosas, que los visitantes amplíen su cosmovisión sobre la muerte.

Admirando la arquitectura, historia y arte depositada al interior de uno de los cementerios públicos más antiguos de la capital.

“Cada vez que salgo a dar mis vueltas por aquí, veo los rostros de sorprendidos transeúntes y escucho balbuceos que comentan la variedad de tesoros ocultos que emergen abrupta e inesperadamente”.

Agradecimientos

Eliseo Molina (Remo)Andrea Iturra