celtas e ilirios
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Celtas e Ilirios
Por P. BOSCH GIMP ERA.
Desde hace bas tantes aos hemos venido t rabajando en un ensayo de
reco nstru cci n de los mov imien tos clt icos en la Europa occ ide nta l . El
punto de pa r t i da fu e l es tud io de la cul tura de las urn as en Catalua
identificada con la de las urn as en Alemania y en Fra nci a y que hoy
sabemos que se extiende sin solucin de continuidadl y su fi l iacin como
cl t ica por la toponimia cl t ica en -dunum que en Catalua no pudo ser
int roducida ms tarde , pues no hubo nuevas invas iones cl t icas , no habiendo
llegado a el la la de los voleos y no exist iendo propiamente cultura de La
Tne en Catalua y slo una influencia reducida a ciertos t ipos.
La fi l iacim clt ica de la Cultura de las urnas ha venido siendo discutida
y son toda va mu chos los que si gu en cre yn do la "i l ir ia ", a lo> que ha
contr ibuido su re lacin con la cul tura de Lusacia en cuanto a la arqueolo
ga y la extens in por e l terr i tor io de la cul tura de las urnas de nombres
de lugar y de a lgunos tnicos " i l i r ios" . Se ha general izado incluso a veces
el nombre de "culturas de las urnas", incluiyendo en ellas la de las urnas
propiamente dicha, la de Lusacia y las danubianas . Todo e l lo contr ibuye a
cre ar u na c ierta confusin. Hemos cred o deb er insist ir en el carc ter
clt ico de la cultura de las urnas, y en ello nos ha confirmado el intento
de reco ns t i tu i r los movim ientos cl t icos hacia Espaa rea l izad o en Los
celtes y la cultura de las uirnas (Anuario del Cuerpo de Archvenos, Biblio
tecarios y Arquelogo s, Hoimena je a M'elida, vol. HI, p. 1-41, Madrid, 1935),
equivalente a
Les celtes de la civilisation des u^nes en Espag ns (Prhistoi
re , VIII, 1941, p. 121-157) y en Two Qeltic waves n Spain (Londres , Bri t i sh
Academy, 1942), as como nuestra revisin de los resultados de estos trabajos
en un marco ms ampl io : Mo uvements celtiques. Essai de reconstitution, en
prensa . Hemos ins is t ido tambin en nues t ros resul tados y hemos discut ido
Zephyrvs.-x
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la hip tesis "il iri a" en nuestra comunicacin
Autour
des
problmes de
toponymie celtique
al Congreso Internacional de Toponimia y Antroponi
mia de Bruselas, 1949, en prensa en las actas de dicho Congreso.
En
Mouvements celtiques
tratamos de condensar en unas conclusiones,
sucintamente, nuestra manera de concebir el problema ciertamente com
plicado y que ofrece facetas muy diversas. Creamos interesante presentar
aqu estas conclusiones, agradeciendo la hospitalidad amablemente ofrecida
por mi buen amigo el Prof. Maluquer en su revista ZEPHYRVS, para que
los colegas espaoles puedan seguir honrndome con su discusin. Algunos
lo han hecho ya con mis anteriores trabajos y celebrar que el presente,
en aquello que no les convenza, merezca su crtica. La Prehistoria no es
una ciencia exacta cul lo es?< ni las reconstrucciones, necesarias de
cuando en cuando, tienen carcter de dogma. En las nuestras hay, sin
duda, lagunas y errores que constantemente 'me he esforzado por llenar opor rectificar. Con la misma objetividad, cuando creo que responden a los
hechos, creo deber insistir en mis puntos de vista.
Me excuso de no poder ofrecer los materiales en que baso mi reconstruc
cin. Han sid o m encionados con Bibliografa com pleta en los trabajos
mencionados, as como en El poblamiento y la formacin de los pueblos
de Espaa (Mxico, 1945) y en Etnologa de la pennsula ibrica (Barce
lona, 1932). En estos ltimos libros as como en
Two Celtic waves in Spain,
hay igualmente suficiente ilustracin del material espaol, as como los
mapas necesarios para mejor comprensin de los movimientos.
I. En tre las familias de pueblos qu e en el
segundo milenario
la Edad
del Bronce parecen ya constituidas hay que contar la que corresponde a
la cultura de los tmulos (Hgelgrberkultur), que se extiende desde la
Francia central hasta Austria y Bohemia y desde Blgica y Westfalia hasta
las estribaciones de los Alpes con sus ncleos principales en la Alemania
meridional. Estos pueblos constituyen el
ncleo originario de los celtas
y
pueden ser calificados, sin duda, de protoceltas.
I I . Su cu ltura estuvo en constante
contacto
con la de los pueblos veci
nos, a saber: los de la
cultura nrdica
antepasados de los germanos,
los de la
cultura de Lusacia
y los de las
culturas danubianas
ambos grupos
ms difciles de relacionar con nom bres h istricos. La cu ltura de las
regiones danubianas fu la que entonces
ejerci una influencia
ms con
siderable sobre la de los tmulos de los protoceltas y la que se manifiesta
ms rica, hallndose relacionada tamb in estrechamente con la cultura de
Lusacia
y a travs de ella con la de los germanos nrdicos.
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I I I .
A f ines de la Edad del Bron ce, es de cir , hacia 20o a. de J. C , la
cultura de los tmulos acababa de tener s u etapa de expansin habiendo
alcanzado sus l imites mximo s en Checoe slovaquia y en Austria a expensas
de las cu l turas de t ipo danubiano, y al mismo tiempo la cultura de Lusacip
iniciaba su expansin que se rea l i z a con t inu ac i n , en e l s ig lo X I I .
IV . La expansin lusaciana hizo avanza r los grupos perifricos de sus
pueblos hacia los territorios vecinos en direccin al Harz y al Hanno ver
meridional hacia el norte de Bohem ia y Moravia sobre todo en Polonia
hacia el este y por el norte tie los Crpatos. Parece que grupos de lusacia
nos se infiltraron hacia el Oeste, perdind ose entre los pueblos de los
tmulos sobre todo en Tur ingia y en Hesse, as como, al Sur, a travs de
Moravia llegando muy lejos en las regiones danubianas. En stas, las
infiltraciones lusacianas provocaron desplazam ientos de pob lac in con los
que m arc ha ron acaso tam bin grupos de lusac ianos que repercu t ieron en
el nor te de I ta l ia , y a t ravs de los grupos de las cu l tura s es lav nicas y
e l Adr i t ico, en la I ta l ia cent ra l . La pres in provocada por los movimientos
lusacianos se transmit i tambin a los p-ueblos de los Bialcanes, de los cuales
c ier tos grup os pe r i fr icos pasaron a l As ia Men or .
V. La expansin lusaciana permane ciendo compa cta en los territo
rios vecinos de sus ncleos originarios no parece haberse realizado en
grandes masas en los territorios perifricos de la expansin. En las depe n
denc ias de l va l le medio de l Danubio se co lon izaron las reg iones mineras o
c ie rtas loca lidades impor tan tes para la re lac in com erc ia l , pe ro , cuando
los movim ientos se calmaron tiene lugar un reagrupamiento de las culturas
danubianas sobre bases indgenas preclusaci a as. En los territorios ms
alejados de los centros lusacianos las infiltraciones de los invasoren fueron
absorbidas por los pueblos que se de spla zaro n al m ism o t ie m po o por los
cel tas que formaban la masa indgena en medio de la cual se hab lan esta
b lec ido d ichas in f i l t rac iones.
V I . A l ca lma rse los mo vim iento s, y todava entre 200 y OOQ a. de J. C.
(per odo equiva lente a l Hal ls ta t t A de Reine cke) , mientras la cultura de
Lusaeia evoluciona dentro de las mismas lneas anteriores en sus territorios
originarios y en Po lon ia , las cu l turas danubianas mue st ran una pers ona l i
dad que se mant iene d is t in ta de la de las cu l turas lusac ianas. En Bohemia
del mestizaje de las in f i l t rac ion es lusacianas con las poblaciones en que
tenda a pre do m ina r la de los tmu los se formaba la cultura de Knoviz-
Milavec cuya influencia ^ -acom paa da de desplazam ientos en los ter r i to r ios
vec inos de la A lem ania m er id ion al y de Au st r ia transformaba la cultura
de los tmulos en la cultura de as urnas ( U r n e n f e l d e r k u l t u r ) . E s ta , c a
racte r izad a por t ipos muiy un i form es de cerarmela, co n ie nz a pro nto una
g ra n e xpan sin hacia el Oeste y unifica la cultura d e los pu eblos de la
cultura de los tfaiulos de la que, s in embargo, permanecen in tactos muchos
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de sus gru po s. Sus supervivencias se hallarn ms tarde en la base de
ciertos elementos de la cultura de las urnas durante el perodo equivalente
al Halls
:
att B de Reinecke y hasta en el propio Hallstatt C, en que en sus
territorios propios puede hablarse de un desarrollo nuevo, en realidad de
una nue.a cultura que ya no es la de las urnas que permanece intactn
slo en la periferia de la antigua expansin, de la que quedan supervi
vencias junto con las aludidas de la cultura de los tmulos. En la frontera
de Austria, los movimientos lusacianos, una vez formada la cultura de las
urnas,
provocaron la partida de bandas de sus gentes, que se perdieron
tmfiin entre los pueblos dan ubiano s occidentales o entre los pueblos
dinricos. Los elementos de estas infiltraciones de gentes de las urnas mez
cladas con otras infiltraciones lusacianas llegaron a Italia, en donde se
reconoce su rastro en el Lacio y en otros lugares en cermica que repro
duce tipos de las urnas y tipos lusacianos.
VII. Conviene limitar el nombre de "cultura de las urnas" y utilizarlo
en un sentido estricto, no extendindolo a la cultura lusaciana y menos
todava a la de los grupos danubianos reconstituidos.
Ap arte de sus dife
rencias esenciales, en el orden cultural, se trata de grupos de pueblos que
continan siendo de
naturaleza tnica distinta
y la gene ralizacin del
nombre de "cultura de las urnas" crea numerosas confusiones.
VIII.
La cultura de las urnas,
cuando sus tipos *han evolucion ado ya
aunque continan todava bastante puros,
lega en el Hallstatt
B de
Reinecke (100O-60O a. de J. C.)
al mxim um de su expansin territorial y
representa entonces la unidad de la familia tnica a que pertenece.
Si bien no es cierto que entonces llegase hasta las Islas Britnicas,
lleg
hasta el norte de Espaa, especialmente hasta Catalua, lo que permite su
filiacin
coimio
cltica.
IX. La
toponimia cltica en Catalua
con sus nombres en -dunum
(Beseldunum, Salardunum, Virodunum)
no puede haber entrado ms tarde.
Los pueblos de las urnas en C atalua
procedentes del movimiento cuyos
orgenes deben ser buscados en la Alemania meridional y llegado por el
camino del Rdano
serian, pues, celtas.
En consecuencia,
dada la uni-
ormidad de la cultura en todos sus territorios] europeos, toda ella debe ser
filiada como cltica.
Incluso
si
entre sus pueblos hubo
infiltraciones de los
pueblos vecinos lusacianos, estas infiltraciones no lograron desnaturalizar
el carcter cltico d e las gentes de las urna s.
X. Adem s, la evolucin de la org aniz aci n tr iba l cltica en la poca
de las urn as deba hallarse muy adslantada y
la mayora de os grupos
conocidos ms tarde histricamente existan ya, as como algunos haban
comenzado
a
dislocarse con los movimientos de las urnas.
Este sera el caso
de los
bibroci,
b ebriac es o be ribr ace s, que deben ser identificados con
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ciertos grupos tnicos mencionados por las fuentes histricas en el Roselln
V pn la zon a m onta osa del l i tora l valenciano en Espaa que se correspon
den con gr up os de la cul tura de las urn as . Otros gru po s de bibroci se
encont ra rn ms t a rde a r r inconados en Bre taa , en Ing la te r ra y en I r l anda .
Pueden recuperarse numero sos n ombres de tribus clticas existentes ya
en tiempos d'- la cultura de las urnas, sea po
r
que es tos nombres conoci
dos luego his tr icamente pertenecen a pueblos que no parecen haberse
movido, sea porque se t ra ta de unidades dis locadas a consecuencia de mo
vimientos ul ter iores y cuyos res tos se hal lan dispersos en las ext remidades
del mundo cl t ico. Cier tos nombres de t r ibus pueden ser refer idos a deter
minados movimientos en e l curso de las migraciones cl t icas , lo que permite
buscar su or ig en por lo menos h ipot t icam ente en las regio nes de
pa rt id a . E s te s r a , sob re to do , e l ca :o d ' los lemvices ->n la p rif er ia
de la cu'tura de las urnas hacia la l na del Elba, dislocados por los pri
meros empujes germnicos , de los cuales una par te se rep:gl hacia e l
Bl t ico y ot ra march a Francia, lo mismo que de los pelendones en la
frontera de B lgic a, Holanda y W estfalia, en do nd e feu cu ltur a conserv
fuertes supervivencias de la cermica excisa que se encontrar luego en
Espaa. Cabra pensar tambin en la dis locacin de los ambrones, que
ser an un pueblo de la cul tura de las urnas originar io de a lgn lugar
de Alemania de los cuales una par te pas a l sur de Francia , desde donde,
atravesando los Alpes, termin por infi l trarse en Ital ia entre los pueblos
l igu res , mie ntrac que ot ra rama se es tableci en los mercado s del m bar
en Jut landia .
X I. El conjunto de la cultura de Ufsacia perman ecera annimo . Los
lusacianos ha bra n cons t i tuido una gr an famil ia de pueb los indoeuropeos
que slo conservaron su cohesin en los territorios lusacianos propiamente
dichos y en Polonia . Es probable que, en e l terr i tor io lusaciano or iginar io,
se puedan reconocer c ier tos
puetlos particulares,
com o sera el caso de
los
vnetos dislocados en el mom ento de las migraciones lusacianas: un
grupo part iendo acaso de la vanguardia lusaciana en Hannover se in
filzo entre los celtas llegando a la Francia occidental, otro llg a l norte
de Italia y a las reg ion es vecina s del extrem o noroe ste de la Il i ria hst
rica y grupos importantes perman ecieron en Aleman ia y en Polonia, en
donde los mencionan las fuentes his tr icas de la poca romana y se con
vierten en los antepasados de ciertos pueblos conocidos ms tardi como
eslavos (los w eridios). Esto no autoriza a retrotraer la filiacin de los v
netos de Italia ni la de los wenos al conjunto de los lusacianos ni a creer
a stos lirios o eslavos, pues ot ros e lementos de poblacin contr ibuyeron
a formar los i l irios o los eslavos histricos, especialmente las poblaciones
de las cu l tura s d anu bian as "es lav nicas" pa ra los pr im eros y ot ras de
or igen no danubiano para l a s s egundas .
XII . La toponimia supuesta "iliria" q ue es comn a las regiones
danubiana, a los terr i tor ios de la cul tura de las urnas y ms rara en los
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terri torios occidentales de la Cultura lusaciana, as como excepcional en
Ital ia no sabra piobar una anidad tnica "liria" en tiempo de la cul
tura de las urnas, as como tampoco la pers is tencia de los vnetos lusacia-
nos en los wen dos eslavos , no sabr a hacer creer en la na tur ale za eslava
de to dos los lusaciano s y me nos todava de los "U rnen felder ", ent re los
cuales los vnetos se infi l traron tambin. La toponimia denominad a "ili-
ria" debe perman ecer annima y puede creerse que acaso pertenezca a
una etapa de los pueblos danubianos de la Edad del Bronce que correspon
dera a una etapa paralela de las poblaciones de los tmulos y hasta de
los lusacianos, cuyas relaciones mutuas haban sido intimas durante lar
gos siglos antes de la expansin de la cultura d e las urnas.
X:IU. La' expansin de la cultura de las urnas se debi verificar en una
etapa arcaica del desarro llo de las lenguas clticas anterior a a de los
cambios fonticos goidlicos. Esta etapa arcaica,
cuyas supervivencias so
han reconocido en la toponimia de la Europa central y en la de la periferia
de los pueblos clt icos (Pokorny-Tovar), no
es necesariamente no cltica.
Si
deriva de una poca de relaciones lingsticas con los puehlos danubianos,
a travs de stos pudieron llegar asimismo otras supervivencias de las
1 nguas danubiana s arcaicas a los pueblos lirios histricos. No es, pues
indispensable postular una unidad lingstica que incluya a la vez los
lirios histricos y a todos los di ms pu eblos cuyas culturas se basan en
elementos que
J
ellos mismos, han podido infiltrarse entre los antepasados
de los lirios histricos. Men os todava
es plausible
bautizar como lirios
a todos los pueblos en que se hallan los elementos lingsticos en cuestin.
La ascendencia prehistrica de los lirios,
lo mismo que la de los tracios y
y de los dems pueblos danubianos his tr icos , debe ser discutida indepen
dientemente del problema de la etnologa lusaciana o cltica.
XIV.
La cultura de las urnas evolucion en la Alemania meridional y
en Austria, yendo a parar al apogeo de la cultura hallstttica (Hallstatt C).
Para le lamente , en los territorios perifricos del Bafo Rhin y vecinos, dicha
cultura se mantena arcaizante
y las formas de su cerm ica de ge ner ab an.
XV. Al m ism o ti em po , entre los pueblos clt icos entre el Elba y el Rhin
pene t raban
infiltraciones germn icas.
Las pr im eras fueron las repres enta
das por la
cultura de Wessen stedt.
La presin ge rm n ica continut en
dist intas etapas despus de la formacin de la cultura da Harpstedt al sur
le Elba. Las primeras infi l traciones germnicas de la cultura de Wessens
t ed t dieron lugar a la formacin de una zona de pueblos y de culturas
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X V Los elemen tos de cultura semejan tes a aquellos de los pases orir
ginarios que se hallan en los lugares a donde han legado las migracion es
permiten establecer una estratificacin de las diferentes capas clticas en
las regiones perifricas,
sobre todo en la Pennsula Ibrica.
Al ser posible
tambin identificar estos elemen tos de cultura con ios antepasad os de
tribus clticas conocida s h istrcafnente
t
se llega a la reconstitucin de
las diferentes etapas de lat evolucin y de la dislocacin del mundo cltico.
Por la i presencia d3 tribus germ nicas entre los pu eblos clticos de la
Pennsula Ibrica y por su relacin con determinadas etapas de los movi
mientos clticos, se llega tambin a comprobar que las van gua rdias ger
mnicas que ejercan la presin sobre los celtas emigraban con ellos. De
esta manera se obtiene tambin al propio tiempo una primera reconstitucin
de la periferia del mundo germnico y de sus vicisitudes histricas.
XViII.
Los mov imientos clticos llegados a la Pennsu la Ibrica debe n
haberse realizado ya hacia 600 a. de J. C, pues la primera fuente explcita
v,riega que se refiere al litoral atlntico portugus, el Periplo massalota
conservado en el posma ds Avieno "Ora martima", los halla ya instalados
y estabilizados. El Periplo original remon ta a 570 a. de J. C. y, por lo
tanto, la fecha de 600 para el fin de dichas movimientos hacia la Pennsula
parece uri terminus ante quem prudencial .
XVIII. El primer empuje germnico representado por la cultura de
Wessenstedt (tribu llamada luego germani?) lleg al Bajo Rhin (Wessel)
hacia
y disloc los pueblos clticos entre Elba y Rhin. Los lemovices
fueron probablemente los que experimentaron primeramente el choque con
los germanos y de ellos un grupo se psrdi en las regiones blticas, en
donde permaneci germanizado hasta los tiempos de Tcito, mientras otro
grupo marchaba hacia el oeste de Francia junto con un grupo de vnefos.
Ciertos grupos de Holanda pasaron a Inglaterra (cultura de Wert-Deverel).
Los pelendones de la frontera belgo-'holandesa-alemana, con una cult ura
con superviviencias de la de los tmulos (cermica excisa), marchaban
hacia el occidente de Fra nci a, de donde m s tarde em igraro n hacia la
^snaa central. El conjunto de estos movimientos debera fecharse entre
mo y 700.
XIX.
Entre 700 y 650,
un movimiento germnico salido del Schleswig-
Holstein hizo marchar de all a los cimbrios junto con un grupo de ambro-
nes
clticos.
Cayeron sobre los cempsos
de Westfalia occidental y de lay
regiones vecinas de Holanda (cultura de Vledder^B onningh irdt, llevando
con ellos grupos de germani, desplazndo se hacia el oeste de Fra nci a, en
donde desalojaron a los pelendones hacia la Espaa central.
XX. Entre 650 y 600 marcharon grupos germnicos de la cultura de
Harpstedt del sur del E lba (potmani?). Empujaron a los eburones celto-
germnicos de la cultura de D strap de Westfalia. Las vanguardias de los
eburones se infiltraron en Blgica.
La presin ocasionad a por su paso ,
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por una pa r t e , h i zo desp laza r a Inglaterra a un gr up o (desde Holanda?)
que llev all la cultura de Scarborough y, por otra parte, oblig a emigrar
a los seles (o mejor sepes, he lenizac in de un nombre c l t ico s igni f icando
'c lan de la serpien te") Estos , que deban hab i ta r la reg in e nt re Colonia
y Coblenza, siguieron por el Mosella hacia el oeste y por f in l legaron al
l i tora l po r tu gu s , en donde son sealados por e l Per ip lo m assa l io ta a l
norte de los cempsos.
XXI. La presin de los germanos de la cul tura do Ha rpstedt se ejerci
tambin en direccin del sud este , en Turingia, de do nde partieron los
turones junto con otros grupos clticos entre el Hesse y el Main y del
Rhin al Mosella y al Sarre (santones, bolos, n&m etes, bituriges),
pene t rando
en Fra nci a por los cam ino s de Lorena y l levando por dela nte grup os de
senones
y d e
lingones.
Una pa rte de los pueblos de este con glo m era do se
qued en F ran cia en la reg in del Loire y sus dep end enc ias o ms al oeste
(los bi turiges cubi en Bourges, los bi turiges vivisci del Bajo Garona), los
turones de la Turena, los santones da la Saintonge, los boios del pas de
Buch en la Giron da, los l ingo nes en el vad o del C ar on a) . La l legada del
cong lome rado en la Gironda y en las Land as d io lugar a la
partida de los
cempsos hacia Espaa
y al
repliegue hacia el interior de las comarcas me
ridionales de Francia
de los pueblos pe r tenec ien tes a los movim ientos an
teriores. Este fu el caso probablemente de los
tarbelli
(ha cia Dax, en la
regin de Tarbes y en e l Lannemzan: cul tura de Avezac Pra t ) y de los
peledones,
de los que que da el recu erdo en el top n im o Belin en las Lan
des y de los que un gru po fu a pa ra r al Arlge (top n imo B ois de la
Belne y cultura de la necrpolis de Ayer). Entre los pueblos del conglo
merado se haban inf i l t rado c ier tos
elementos germnicos
de los que ha
ban dado lugar a la migrac in, como los
poemani
que se encont rarn
luego en Espaa entre aqullos.
XXII .
Entre los pueblos belgas se introdujeron nuevos movimientos
germnicos salidos de la cultura de Harpstedt,
l legando entonces a Holan
da y a Blgica . Fueron sobre todo los
nervios
y los
tungros.
Por una par te
e l io d io lugar a que a lgunos
fugitivos se refugiaran en Inglaterra (cultu
ra de All Cannings Cross en el Wiltshire) y por otr a los mediomtricos se
replegaron hac ia e l M arne (cultura de Les Jogasses). Pero la presin prin
cipal
ejercindose por Wessel-Maestricht-Bruselas hacia el Brabante y el
Hainaut , desplaz una parte de las tribus belgas di lo i ambi'anos que lue
go aparecen en Picarda , de los belovacos de la regin da Beauvais, de los
suessiones de la de S ois so ns , d2 los veliocasses del Sena infe rior y de los
autrigones de l Eure . Marcharon llevando consigo grupos de iungros y de
nervios germnicos, as como de eburones, de uno de cuyos grupo s que
acaso haba estado colocado en la vanguardia occ identa l de l movimiento
germnico dio e l impulso para la marcha de los aut r igones de l Eure .
XXIII .
La llegada de los belgas en la Francia occidental oblig a
emigrar un ?' parte de los pueblos del conglomerado anterior
de los sefos-
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nemetes - turones , e t c . , hac ia Espaa y pronto los propios belgas siguieron
el mismo camino. El movimiento belga y su legada a Espa a no debe ser
fechado lejos efe 600. All los pueblos del conglomerado se establecieran de
mom ento en la Meseta central, empujando los cempsos hacia el sudoeste
y obl igndoles a l legar por los caminos de Extremadura a l sur de Portugal
de su avance por el Tajo queda la necrpolis de Alpiara, con una cultura
que reproduce la de Vledder-Bonninghardt de los pases or iginar ios : y las
regiones al notte de Sierra Mo rena. Restos de los ambrones llegados con
los cempsos y los ci imbrios y luego
ispersaos
se reconocen a travs
de la toponimia dispersos en el centro y en el NO . de la Peninsula. Los
cempsos trataron tambin efe extenderse por Andaluca y e l recuerd o de
es ta expedicin entre los pueblos del grupo tar tes io queda cons ignado en
el Per iplo m assa liota al ha bl ar de la regi n de Huelva. Restos de los
cempsos y ha sta de los cimbrios parec en haberse perdido arrinconados
entre los pueblos tartesios,
as como el gru po germ nic o de los
germani
en
sent ido es t r ic to perteneciente a los germanos que
1
hab an inic iado las
pres iones hacia e l Rhin pas a la regin de los ore tamos indgenas en la
provincia de Ciudad Real.
XXIV.
A la llegada de los belgas, los pueblos del conglomerado se
replegaron hacia el noroeste (Astur ias , Gal ic ia , nor te de Po rtu ga l) , se in
filtraron entre los cempsos has ta Sierra Morena (un gr up o de turon es)
o
fueron empujados hacia el s
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P
.
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/o s principios de aqulla e
n
la Europa central beb eran fecharse en la
primera mitad del siglo VII,
pues hay que contar con un espacio de tiempo
considerable para su desarrollo en los pases de origen. As se obtendra
un punto de apoyo para la cronologia absoluta del principio del ltimo
periodo de la primera Edad del Hierro, concordante con el que da el Peri
plo massaiiota (570 a. de J. C.) para la etapa posterior a l apaciguamiento
de los movimientos y par a la estabilizac in de los pueblos clticos, ya que
I P ripio seala como pas ada s las ltima s repercusiones en las zonas
costeras del replegamiento de las diferentes capas clticas hacia el oeste
y con ello se obtiene tambin, por tanto, una fecha para la llegada de los
belgas a la Pennsula.
XXVII. Durante los siglos VI y V as p~esiort?s germnicas parecen
calmarse.
Durante la thalassocracia fcense se
intensifica el comercio
entre
los tartesios y hasta de los grieg os del sur de Espaa con la Bretaa
francesa y de los pueblos de sta con Irlanda. All, como en Inglaterra
ya se hallan estabilizados los grupos clticos procedentes de los movimien
tos de la primera Edad del Hierro. El comercio griego llega a los pueblos
clticos de la cultura hallstttica d la Francia oriental y del valle d^l
Rhin, partiendo de Marsella. Ms tarde, en el siglo V, los objetos griegos
parecen partir de la zona etnisca de Italia septentrional y llegar a Ale
m ania a trav s de los Alpes y de Su iza. La cultur a del Hallstatt D se
transforma en la cultura de La Tne (las "sepulturas de prncipes"). Por el
contrario, en la periferia del mundo cltico se continu en posesin de una
cultura arcaizante
que contina las tradiciones hallsttticas (persistencia
del
"Iron age A"
de Inglaterra ,
posthallstttico
del sur de Francia y de
Espaa).
Quisiramos aadir solamente algunos comentarios acerca de puntos eh
los que tiende a establecerse cierta confusin.
En cu ar to %1 prob lema iliri o, creemo s que nu estro cono cimien to defi
ciente del ilirio dentro de las lenguas indoeuropeas y la mayor densidad
de los nombres "lirios" en el te'rritorio ocupado histricamente por los
celtas y en los pases danubianos que en los de la cultura de Lusacia, de
ben inducir a la mxima cautela ante la antigua hiptesis que vea, como
Kossinna, en la cultura de Lusacia una Cultura iliria. Asimismo, hasta qu
punto tenemos la posibilidad de asegurar que un fenmeno lingstico es
verdaderamente ilirio. Cabe recordar una observacin de Vendryes a pro
psito precisamente de la hiptesis iliria para explicar ciertos fenmenos
lingsticos oscuros dispersos en territorio cltico; " quoi bon ranger
sous un nom de peuple
1
connu des variets linguistiques qui peuvent appar
tenir diffrents peuples pour expliquer ce qu'on ne comprend pas dans
la masse des faits celtiques?"
El posible enlace de los lusacianos con los ilirios histricos podra
hacerlo verosmil el nombre de los vnetos, de los cuales los de
1
Ital ia for-
-
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man el ala extrema de los ilirios hist rico s. Pero los vnetos de Italia
pueden ser un pueblo de otra naturaleza, "il irizados" al infil trarse entre
los ilirios, como los vnetos de Francia se celtizaron al infiltrarse entre
los celtas y los wendos de Alemania y da Polonia S eslavizaron al cons
tituirse la unidad de los eslavos occidentales. La tesis que hace descender
a los eslavos de los lusacianos con parecido fundamento que la que extien
de a todos los lusacianos el nom bre de los vneto-i lirios prop orcion a una
reductio
ad
abwrdum,
ya qu si toda la cultura de las urn as ss siguie
se considerando como parte de una gran unidad cultural junto con la Lu-
sacia como en la tesis de Pittioni por qu no con siderarla tam bin
como eslava porque en Lusacia el resultado final es un pueblo eslavo que
leva el nombra de pueblos relacionados con la periferia de la cultura d
u>s
urnas? Considerar a los celtas como una evolucin de los eslavos o
como un grupo suyo parecera sin duda demasiado aventurado. La nica
explicacin plausible es la de un pueblo vneto dentr o del gr up o de los
lusacianos, dislocado en otros grupos parciales, da los cuales uno fu a per
derse entre los celtas de Francia, celtizndose, otro, entre los ilirios del
noite del Adritico, ilirizndose, y otro, en fin, subsisti en los territorios
OT
f
ginarios, persistiendo a pesar de haber cruzado por ellos escitas y ger
manos y terminando eslavizado. La ms reciente teora de Lehr-Splavin>
ki (i) que cree que los eslavos hist rico s recog ieron elem ento s de los
pueblos de las culturas variadas que se sucedieron en sus territorios y que
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cris tal iz an a part ir de los l t imos siglo s antes de J. C. pod ra ofrecer
una explicacin sat isfactoria y a la ve 'z comprobar qu? no pued^ cal if icar
se de eslava la cultura de Lusacia y por analogia tampoco
di
i l i r ia , aun
que un desprendimiento de sus pueblos fuese absorbido ent re los i l i r ios .
EJ
proceso de la formacin de los pueblos histricos debe explicarse al
revs de cono lo hacan las viejas teoras genealgicas. No desciend3n en
l nea rec ta de un de term inad o gru po y , s in o t ro mo t ivo que e l nombre
his tr ico ta rd 'o de
1
uno de sus gru po s, no pueden S3r bau t izad os re t rospec
t ivamente con l todos los pueblos prehistricos que han estado en contac
to con los antepasados de aqul . Los pueblos histricos son una resultante
del cruce
1
y da la evolucin de factore s diversos y slo cua nd o hay una
cont inuidad de cul tura y no hay ingerencias ext raas es posible re t ro t raer
la na tura leza de dichos pueblos h is tr icos.
La infi l t racin de grupos germnicos (2) entre los cel tas, sera un hecho
pa rale lo de la infi l tracin an teri or de los lusaciano s en tre los mism os
celtas y entre los i l i r ios. Otros ejemplos bien conocidos pueden ser aduci
dos ; sabemos cmo se formaron los f rancos, germanos, recogiendo dis t in
tos grupos de la misma naturaleza y extendindose en lo que despus fu
Francia que por a lgunos s ig los fu c ie r tamente la t ie r ra de los Francos
y que de e llos hered: su nom bre , aunq ue era una t ie r ra pred om inante me n
te cl t ica y no por el lo tenemos derecho a creer que
1
toda Francia es la
cont inuacin tn ica de los Francos y menos a re t ro t raer e l nombre de
1
los
francos a los bt av os, a ge rm an os del Rhin y men os an a los be lgas o a
los dems pueblos ga los . En cambio, cuando hay una cont inuidad cul tura l
que en un c ier to momento va unida a un pueblo his tr ico de c ier ta na tu
raleza, hay motivos para aplicar el nombre de famil ia d? dicho pueblo al
grupo de que es una parte y tal es el caso de los pueblos de la cultura de
las ur na s a los que n icam ent e pue den referirse los no mb res de lugar
c l t icos indicando e l resul tado de una conquista que ha l lamos en Cata lua
y que , por lo tan to , de te rm inan la na tura leza c l t ica de l co nju nto .
Desearamo s ig ual m ent e que la confusin intro du cid a en la etn olog a
prehistrica con la teora i l i r ia se evitase con la que ha alcanzado un
cier to favor rec ientemente a propsi to de los l lamados ambro- l igur^s . Me-
nndez Pida l (3) descubr i topnimos dispersos en la Espaa cent ra l y
p
n
el NO. de la Pennsu la que hacen p ostular unos am bron es en Esp aa .
Alm agro (4) y Lam bog lia (5), por la ex istencia de am bro ne s entre los
(2) P. BOSH-GlIViPERA, "Ir filt ra cc es g er m an 'ca s en tre o
s
celtas peni'nsu'ares
("iRev sta de Cu 'm ara es ", Lft, 1950, p. 3 39- 34 9).
(3) R. M;NENDEZ PIDAL, "So bre el sub st ra e m ed ite rr r ro oc cid enta l" ("Ara-
Durias 1.1", 1940, p. 3-16).
(4) M. ALMAGRO,"Una necrpolis da campos d
e
urnas en Ampurias. El cemen
terio Par ralli" ("Archivo espao de Arqu eologa", num.. 78 , 1950, p. 39-7 1); dem,
"Ligures en Esp aa " ("Revue des tudes gu res ", XVI, Bordigihera, 1950, p. 36- 56) .
(5) N. LAHVI3CCLIA, "QuesL 'cni etn 'cc -lin 'gu isti ah e sulla valle del Ro dan o" ("R e
vue des tudes li gu re s" , XV,1, 1950, p. 57-72) y nota "O rig ine e proto storia dei
liguri", en "Revue de
s
tudes ligures, XVII, 1951, p. 57 y sig.)
-
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l igures his tr icos de I ta l ia , han cons t ruido un pueblo ambro-l igur que se
tiende a identificar con el que l lev a Catalua la cultura de las urnas y
ello ha hecho plantear de nuevo el problema l igur en Espaa. El problema
general de los l igures uno de los ms oscuros de la e tnologa pr imi t iva
europea. revive asimismo, y, de ser considerados primero como no indo
europeos, pasaron a ser indoeuropeos y ahora se t iende a creer que fueran
representantes de un subs t ra to medi terrneo sobre e l que se colocaran los
indoeuropeos ambrones (6) .
Tememos que e l lo nos l leve de nuevo a general izaciones precipi tadas y
a nuevas confu siones. Par a discu tir el prob lema obje tivam ente conviene
considerar separadamente sus e lementos y valorar cuidadosamete los
indic ios .
Por una par te hay que discut i r en qu cons is te la indoe urope izacin
de los l igures y has ta qu punto l leg. Po
r
ahora no pasa de a lgunos e le
mentos l ings t icos que se contraponen a ot ros c ier tamente no indoeuro
peos que s i per tenecen a un subs t ra to medi terrneo es tamos muy le jos de
poder reducir lo a una unidad y a e lementos arqueolgicos emparentados
con la cultura de las urnas en el N. de Ital ia, as como al desbordamiento
hacia el la de tribus clt icas de la Sabaya y de los Alp:s franceses. Entre
ellas pudieron estar los ambrones.
Es tos ,
a su vez, aparte de los de la Liguria y de los de Espaa descu
biertos por Menn dez Pi da l , son conocidos en Jutla nd ia al lado de los
cimbrios y de los teutones y con es tos l t imos marcharon hacia Occidente
en ?u migracin his tr ica . Los ambrones han podido ser cons iderados como
celtas y la expan sin de la cultu ra de las urn as ha sta la l nea del Elba y
las nt imas y ant iguas re laciones de cel tas y germanos que, como haca
Hubert , pueden referirse a un momento de fortaleza de los pueblos clt icos
que inf luyeron cons iderablemente has ta en la organizacin de los germa
nos
hacen plausible que los ambrones de Jutlandia sean una_ infi l tracin
cl t ica para e l comercio del mbar , como creemos nosotros .
De mo me nto nos a tenemo s a nues t ra hiptes is de un pueblo amb rn
clt ico que ya en t iempos de la cultura de las urnas se disloc, recono
rindose, como es f recuente en las t r ibus cl t icas dis locadas , sus grupos
en regiones muy di tantes unas de ot ras . Uno i r a a parar a l mercado del
mbar, otro, arrastrado hacia el sur de Francia se vertera a tavs de los
Alpes en la Liguria propiamente dicha y otro l legara al centro de Espaa
junto con otros pueblos clt icos y se disolvera entre el los. Veremos si
inves t igaciones ul ter iores confi rmarn o inval idarn es ta hiptes is .
No vamos a discut i r aqu e l problema l igur . En l hemos tomado una
posic in de escept ic ismo en cuanto a sus indic ios en Espaa (7) . Cier ta-
(6) F. RLBEZZO, "Lim ite geografich e
e
limite linguistico tra ligure ed etrusco-
p cen o" ("Atti del 1 Convegno preisto rico itailo-sivizzero", Como, 1949, p . 6 5- 64 );
IDEM "La Sicilia preistorica nei quadro dell 'unit linguistica m edite rran ea" ("Annali
della Facolt di Lettere di Palermo", I. 1950, p. 31-40) y la nota citada "Origine
e protostoria dei gur i " .
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mente no pretendemos haber dicho la l t ima palabra y ta les indic ios ofrecen
mucha mater ia de discus in todava . Acaso a lgn da puedan expl icarse ,
s in que tengamos que volver a un gran pueblo l igur ni en todo e l occidente
de Europa como en t iempos da Mllemhoff y de D'Arbois de Jubainvilfe
' 'hypothse l igure remontan t au roman p lu t t qu 'a l ' h i s to i re" (Vendryes j
ni en todo e l Med i terrneo a lo que parece tenderse ahora o a la in
vas in de la Edad del Bronce de Gmez Moreno. Mientras no tengamos una
expl icacin sat is factor ia de los diversos e lementos del subs t ra to medi terr
neo o del preclt ico de otros lugares de Europa como el de los Alpes o de
Fra nc ia , as como m ien tras no se hay a expl icado mejor e l proc eso de la
formacin de las cul turas prehis tr icas de I ta l ia con muchos puntos oscu
ros a pesar de los grandes progresos que han real izado los colegas i ta l ianos
y par t icula rm ente la se ora Laviosa Zam bot t i es tamo s le jos de pode r
intentar una recons t ruccin plaus ible ().
(8); La mejor sntesis del estado actual de ila prahistor'a italiana en relacin
con los problemas da la formacin de los pueblos en G. KAiSCHNlTZ-)WEINCERO "Italien
mit Sard inian, Sardinien und Ma lta", en el "Handlbuch der A rchaeolog ie", de
W. Otto y R. Herbig, vol. II, 2, M unich, 1950, con toda la bibliografa pe rtin en te.