celebraciones para la vida y la muerte

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Los pueblos negros de África yAmérica han celebrado a travésde su historia con júbilo y rego-cijo las ceremonias de la vida yde la muerte. En la separaciónimperceptible entre lo sacro ylo profano que caracterizó la vi-sión del mundo de estos gruposen el siglo XVII, es muy difícildeterminar cuándo una celebra-ción profana guardaba exclusi-vamente ese significado, porcuanto el sentimiento de lo sa-grado acompañaba gran partedel acontecer cotidiano, y, a suvez, toda celebración religiosatraía consigo la sacralización delos acontecimientos sociales yde la vida de los individuos. [...]

El gobierno colonial español auspició y legalizóla constitución de cabildos, especies de fraterni-dades donde se agrupaban personas originariasde una misma nación africana; sin embargo, tu-vieron siempre buen cuidado de que hubiese ca-bildos de varias etnias para que ninguno fuese losuficientemente poderoso o numeroso que opacasea los demás.1

Los cabildos permitieron la supervivencia de cier-tas manifestaciones culturales africanas, a pesarde las dificultades para evidenciarse con nitidez yexpresarse a través de prácticas religiosas y mági-cas tomadas de la tradición euro-cristiana. [...]

Según legislación de finales del siglo XIII, sepermitió a los esclavos juntarse para celebrar sus

bailes y fiestas los días feriados; con esto se consi-deraba que acudían más gustosos al trabajo y so-portaban mejor la condición de esclavitud; a unode los esclavos se le daba el título de mayoral yservía de intermediario entre los esclavos y susamos; además, colaboraba con los representantesde la autoridad en dirimir las rencillas.2 [...]

Según Roger Bastide, la política de permitir laconstitución de cabildos o cofradías, agrupados por«naciones», correspondía a una idea deliberada porparte de las autoridades con el fin de evitar la for-mación de una «conciencia de clase explotada».3 Estapolítica tuvo resultados favorables al sistemaimperante por cuanto impidió la respuesta colecti-va de confrontación beligerante, pero, a su vez, es-timuló el carácter de asociación, la celebración defestividades y el desarrollo de actividades de soco-rro; las cofradías fueron casi la única posibilidadde encuentro autorizado para los esclavos africa-nos. Desde otra perspectiva, las cofradías sirvieroncomo mecanismos de control ideológico y facilita-ron el camino de aceptación de los esclavos dentrode la sociedad mayor a través del cristianismo.

Celebraciones para la vida y la muerte ∗[carnestolengos en Cartagena de Indias]

María Cristina Navarrete**

∗ Apartes de un capítulo del libro Prácticas religiosas delos negros en la colonia; Cartagena siglo XVII. Cali: EditorialFacultad de Humanidades, Universidad del Valle, 1995, p.73-92. Cedido por su autora especialmente para Huellas.

** Profesora titular de la Universidad del Valle.

Foto de Vivian Saad

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquillap. 139-143: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537

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La formación de cabildos fue un fenómeno ur-bano. Cartagena, la ciudad más importante de laregión Caribe, no estuvo ausente del proceso deformación de estas fraternidades; además, su his-toria está relacionada con la configuración socialde la ciudad y con la variedad de «naciones» que lapoblaron durante el siglo XVII, la misma que co-rrespondió a la diversidad de grupos que entraronpor el puerto. En esta región, no se formaron gran-des concentraciones esclavas de africanos de unamisma etnia, esto es, pertenecientes a un origencomún y cultural. En ciudades como Cartagena,por su condición de puerto negrero, se fue consti-tuyendo un estamento social compuesto por es-clavos y libres de distintas etnias africanas, pornegros criollos, mulatos, zambos y otras castas.

La diversidad de etnias en Cartagena y la au-sencia de un grupo, suficientemente numeroso,como para constituir cabildos poderosos, impidie-ron que éstos se convirtieran en verdaderos cen-tros de continuidad y preservación de creenciasreligiosas africanas, como sí aconteció en Cuba yen Brasil respecto al ñañiguismo y al candomblé;además, en estos países la afluencia de africanosy la duración de la esclavitud se prolongaron pormás tiempo.

En relación con los cabildos de Cartagena, esmuy poca la información existente; según PosadaGutiérrez, había en Cartagena cabildos decarabalíes, mandingas y congos, cada uno con unrey, una reina y hasta príncipes.4 [...]

Las funciones concretas de los cabildos carta-generos son desconocidas; pero es una realidadque tuvieron una activa participación en las cele-braciones religiosas y seculares como la fiesta dela Virgen de la Candelaria y las carnestolendasque cronológicamente la seguían. [...]

Para las fiestas de la Candelaria y del Carna-val, los esclavos intensificaban la actividad de loscabildos; durante aquellos días sus amos y las au-toridades municipales les permitían congregarsey divertirse en los respectivos cabildos.5

LOS FESTEJOS DE LA VIDA

Las fiestas de carnaval y la celebración de laVirgen de la Candelaria que las precedía, fueronconsideradas por los pobladores de Cartagena comosus festividades más representativas.

El 2 de febrero se trasladaba prácticamente todoel pueblo cartagenero hasta el cerro de la Popa,6 alas nueve de la mañana para la misa, y en las no-ches para las diversiones profanas; los grupos demenor capacidad económica celebraban al aire li-bre, y quienes podían costearse los placeres y lostrajes de elegancia acorde con la ocasión, lo ha-cían en un gran salón construido para ese fin. Laparticipación en estas últimas era discriminatoria:primero el baile de las blancas, llamadas de Casti-lla, después el de las pardas y otras castas, y pos-teriormente el de las negras libres; por su parte, lagente pobre bailaba al descubierto al son de lostambores; formaba una gran rueda en la que hom-bres y mujeres daban vueltas alrededor de lostamborileros y marcaban el ritmo con palmadas;los hombres cortejaban su pareja entregándolesvelas y un pañuelo de color para cogerlas; los in-dios también participaban bailando sus ritmos yal son de la gaita.

El último día antes del Domingo de Carnaval,los cabildos de los esclavos bozales realizaban supropia celebración; a ésta se unían esclavos crio-llos, nacidos en la tierra; ese día, rememorandotradiciones africanas y vistiendo a la usanza desus pueblos de origen, partían en desfile para diri-girse cantando y bailando hasta la iglesia de laPopa; los tambores, panderetas y cascabeles acom-pañaban a los danzantes; los reyes y reinas de loscabildos y la gente de su corte llevaban trajes deacuerdo a su condición; después de la misa que-daban libres para enfiestarse en sus cabildos.7

Las celebraciones de carnaval se constituyeronen elemento determinante en la cronología de losacontecimientos de Cartagena: los mulatos y ne-gros cuando se referían a hechos ocurridos en laciudad los relacionaban con el domingo o el lunesde «carnestolengos».

Otras fiestas importantes en Cartagena, eranla Concepción, que se festejaba con toros, y la desan Pedro Nolasco, que celebraban los frailes de laMerced.8

El africano en suelo americano y sus descen-dientes desarrollaron fiestas procesionales de ori-gen ancestral que se entroncaban con las festivi-dades de tipo semejante que practicaba el pueblocatólico. Por lo tanto, al africano no le eran ajenaslas fiestas procesionales; en África las había cele-brado en diversas ocasiones: en tiempos de cose-cha, para los festejos de iniciación, prevención de

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daños, conjurar fuerzas sobrenaturales, etc.; lashabía públicas, secretas o colectivas, con la parti-cipación de todo el grupo y con delegación de gru-pos vecinos, en determinadas circunstancias.9

El cabildo municipal10 de Cartagena, por mediode ordenanzas, prohibió que los esclavos negrosse reunieran a cantar y bailar por las calles deCartagena acompañados de tambores; designó si-tios específicos en donde tenían licencia para bai-lar sólo hasta la puesta del sol. Pese a estas res-tricciones y a las rondas policivas que custodia-ban el orden, en las horas de la noche, los escla-vos y libres continuaron reuniéndose y celebran-do bailes acompañados de tambores; era frecuen-te que las mujeres, negras y mulatas, se entretu-vieran en bailes y juegos en la casa de alguna deellas o en espacios abiertos apartados; las autori-dades y otra gente lo interpretaron como «reunio-nes de brujas»; una noche, el mulato Diego Lópezfue a buscar a su amiga Juana de Ortencio, conquien «trataba deshonestamente» y encontró a va-rias mujeres, negras y mulatas, bailando y divir-tiéndose en el corral de la casa de Elena de Viloria;curioso por saber qué era aquello, lo invitaron aque fuese la noche del viernes a la ciénaga de losManzanillos, hacia las nueve de la noche, para queparticipara con ellas en el jolgorio.

Los negros y otras castas acudían también, alas estancias vecinas como Chambacú y en una«playeta» se pasaban todo el día «holgándose» ybailando; allí se reunían mujeres, negras y mu-latas, y toda suerte de gente, comocarniceros, ayudan-tes del pre-

sidio y otros más, para disfrutar de momentos dig-nos de ser recordados.11

En las juntas de «brujas» negras de Zaragoza,Tolú y Cartagena no faltaba el baile; formaban uncírculo, acompañadas por la música de tambor yacentuando el ritmo con «castañetas», palmas y cas-cabeles que llevaban en las piernas; en Cartagena,las mujeres portaban «candelillas» en las manos, ocolocadas, según otras versiones, sobre huesos.12

El padre Claver era uno de los principales ene-migos de las diversiones de los esclavos negros.Trataba por todos los medios de impedir los bailesque organizaban, así fuera en el interior de sushabitaciones; enterado de ellos, tenía por costum-bre aparecerse en forma intempestiva, los amena-zaba con el látigo dispersando a los concurrentesy confiscaba sus tambores. Inicialmente, los es-clavos le obedecían, pero poco a poco comenzarona resistirse; acostumbrados a reunirse al aire li-bre, optaron por sitios encubiertos, como el esta-blecimiento de una mujer negra que expendía gua-rapo13 y en donde se organizaban bailes públicos;allí, también acudió el padre Claver cuando losnegros estaban en pleno baile, y con las discipli-nas14 que lo acompañaban disolvió la fiesta, reco-gió los tambores, rompió las botijas de guarapo ysolicitó al gobernador castigara a la propietaria.15

Los tambores y la música en general desempe-ñaron un papel importante en el proceso de aco-modación del africano a las nuevas formas de vida

en el continente americano. Los instrumen-tos musicales facilitaron este ajuste y

preservaron la influencia afri-cana. El negro tuvo

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que reconstruir sus tambores, dada la imposibili-dad del transporte en los barcos negreros; esta re-construcción implicó la adopción de nuevos mate-riales y tecnologías y, por lo tanto, la desapariciónde algunos instrumentos africanos.

Los tambores fueron para los africanos unamanera de dominar los poderes mágicos de aque-llas fuerzas naturales que representaban. Igualfunción tenían los instrumentos pequeños comolas panderetas y cascabeles, medios sonorosinvocadores de divinidades.16

Los tambores se vendían por las calles de Car-tagena y la gente de castas los adquirían fácil-mente; cuando el padre Claver los confiscaba, so-lía depositarlos en tiendas para su venta o exigíadinero por el rescate que destinaba a los enfer-mos de lepra.

Como el padre Claver prohibía las fiestas de losesclavos, les organizaba otras en donde pudieranregocijarse de acuerdo con sus instrucciones. Elbaile comenzaba a las cinco de la tarde y los parti-cipantes llevaban trajes preparados bajo sus con-diciones, «engolados pero decentes», se bebía vinode palma y ron en cantidades mesuradas, porque«el licor excitaba las pasiones y hacía perder el jui-cio»; los requisitos para la danza estaban determi-nados; de un lado, las mujeres y del otro, los hom-bres; podían moverse con ritmo y suavidad sinacercarse demasiado unos a otros para «no perderel compás». Un esclavo intérprete cuidaba el or-den y a las nueve de la noche con la retirada de losmúsicos, la fiesta terminaba. Si alguno de los asis-tentes se ponía impertinente y quería continuar lafiesta, el padre irrumpía con disciplina en mano ylo obligaba a azotarse en público y a pedir perdónpor la desobediencia.17

Estos bailes eran permitidos para la celebra-ción de un matrimonio, al final de la pascua o conmotivo de la llegada de la flota; pero, estaban pro-hibidos cuando los esclavos querían celebrar conbaile y música la muerte de uno de los suyos.

A pesar de las represiones eclesiásticas, los bai-les o fandangos, que en Cartagena la gente de cas-tas llamaba bundes, se seguían celebrando de ma-nera regular entre la población de origen africano.La poca aceptación de los grupos altos y el recha-zo de las autoridades, especialmente las eclesiás-ticas, fue de tal magnitud que llegó hasta oídosdel monarca. En respuesta, el rey decidió solicitar

al gobernador de la provincia le informase sobretales diversiones y si en ellas había manifiesta des-honestidad. A esta petición, el gobernador contes-tó que en esos bundes no había intención descom-puesta, puesto que el hombre no tocaba a la mu-jer ni las coplas eran indecentes; se limitaban a laformación de una rueda, la mitad de hombres y laotra de mujeres a cuyo centro pasaba una parejaque se intercambiaba por otra, incorporándose laprimera al espacio dejado por la segunda y así su-cesivamente hasta el momento en que cesaba eltambor que los acompañaba. El gobernador ad-vertía lo difícil que sería reprimir esta costumbretan vieja y generalizada, puesto que eran muchaslas personas que la practicaban tanto en las villascomo en los campos. El gobernador y el obispoacordaron prohibir los fandangos por las nochesen las vísperas de fiestas; para evitar que los es-clavos se quedaran descansando durante el día yno asistieran a misa por la «mala noche» anteriorque habían pasado.18

A comienzos del siglo XVIII, mujeres y hombres,negros y mulatos, persistían en sus formas parti-culares de celebración religiosa. En las casas delos vecinos de Tolú, solían reunirse varias perso-nas alrededor de un altar hecho en casa, hastaaltas horas de la noche, para conmemorar el díade la Santa Cruz. Tenían la cruz adornada concintas, joyas, velas encendidas y el festejo incluíamúsica y cantos, al parecer en forma muy hetero-doxa, por cuanto provocó la ira de un sacerdote dela villa, quien irrumpió en el recinto al oír «vocesdescompuestas y cantares deshonestos», y pregun-tando a los asistentes «si era posible se hicieseaquello en tierra de cristianos», con gran cólera,tiró las velas y tomó la cruz para evitar aquellasirreverencias al Santo Cristo.19

Jorge Juan y Antonio Ulloa, en las descripcio-nes de su viaje a la América Meridional, se refe-rían a las fiestas de negros como «fandangos vul-gares del populacho», ocasiones para el desordeny la bebida, generalmente seguidos de riñas acalo-radas que en la mayoría de los casos terminabanen desgracia. Eran festejos abiertos para todos,que los forasteros ayudaban a animar y a costear;estas diversiones se celebraban los días santos yen las épocas de presencia de la flota y de los na-víos de otros reinos españoles que acudían a co-merciar en Cartagena.20

La pasión de los africanos y sus descendientescriollos por el baile es parte de la herencia africa-

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na. Viajeros europeos en elÁfrica de los siglos colonia-les están de acuerdo en que«cuando sale la luna toda elÁfrica baila»; Dapper el geó-grafo holandés que visitó elÁfrica en el siglo XVII, expli-caba que cuando las negrasoían el tañido de un tamborno podían mantener quietosu cuerpo a pesar de llevarun hijo en el vientre y otroen el pecho.21

Las fiestas y el sentido delo teatral han tenido siempreuna gran importancia para lamayoría de los habitantes delÁfrica Occidental; ambasmanifestaciones estabanasociadas al uso de las más-caras, tan extendido en es-tos pueblos. La música y ladanza ocupaban en el Áfricano sólo una gran parte del es-parcimiento, especialmentede los jóvenes, sino que in-tervenían en los ritos y a menudo en el trabajo, esdecir, eran muy pocas las acciones de la vida quepodían realizarse sin el apoyo del ritmo.22

Michelet se refirió a los esclavos negros antilla-nos y anotaba que después de un día de terriblecalor y a pesar de sus fatigas, caminaban seis le-guas hasta el lugar a donde se congregaban parabailar.23

Los africanos danzaban para expresar lo quellevaban dentro y para propiciar a los espíritus bue-nos y malos, convocar a las divinidades y fuerzasnaturales, acrecentar los frutos de la tierra; en lasceremonias de nacimiento, iniciación y muerte conun carácter religioso, era una forma de comunica-ción con Dios y una placentera actitud de regocijocolectivo.

El baile de las esclavas y esclavos negros de laregión, el que celebraban en las reuniones de ca-bildo, en las fiestas patronales y en las juntas de«brujas», se convirtió en una forma de expresar elsentido de congregación social y de reafirmar laidentidad; además, era un medio para preservarla relación con el pasado y construir nuevas ma-

nifestaciones culturales, expre-sando una vez más, su poten-cial creativo.

Notas

1 Manuel Moreno Fraginals. «Apor-tes Culturales y Deculturación». Áfri-ca en América Latina. Bogotá: Siglo XXI.1977, p. 16.

2 Diana Iznaga, en el prólogo dellibro de Fernando Ortiz, Los negroscurros. La Habana: Editorial de Cien-cias Sociales. 1986, p. XI.

3 Roger Bastide. Las Américas ne-gras, p. 15; Navarrete. Esclavitud ne-gra e inquisición. Los negros en Colom-bia. Tesis doctoral inédita. Madrid:Universidad Complutense, p. 427.

4 Joaquín Posada Gutiérrez. Memo-rias histórico-políticas. Bogotá: Impren-ta Nacional. 1929. T. II, p. 195 ss. Án-gel Valtierra (S.J.) El santo que libertóuna raza: san Pedro Claver, S.J., suvida y su época. Bogotá: Imprenta Na-cional. 1954, p. 403-404.

5 Valtierra. El santo... T. I, p. 404.6 En el cerro conocido como de la

Popa los padres agustinos construye-ron, a comienzos del siglo XVII, unaiglesia y convento en honor de la Vir-gen de la Candelaria. El origen de és-

tos parece proceder de la orden sobrenatural que recibió frayAlonso de la Cruz para que fundara una misión en una ciu-dad al borde del mar y sobre una colina.

7 Posada Gutiérrez, Joaquín. Memorias histórico-políticas.Bogotá: Imprenta Nacional. 1929, p. 195-209.

8 Archivo Histórico Nacional de Madrid (en adelante AHNM).Legajo 1600, folios. 29-32v. Leg. 1620, fls. 28-32.

9 Argeliers Leon. «Música Popular de Origen Africano enAmérica Latina”. Introducción a la cultura africana en AméricaLatina. París: Unesco. 1979, p. 119, 122.

10 Cabildo Municipal: Órgano de administración local parael gobierno de la ciudad en todos sus aspectos.

11 AHNM Leg. 1620 nº 7 fls. 4-7; Leg. 1620 nº 7 fls. 45v-51; Leg. 1620 nº 10 fls. 65-83.

12 AHNM Leg. 1620 fls. 19v-21; Libro 1020 fls. 344v-3347.13 Guarapo: Bebida fermentada que se prepara con el jugo

que se extrae de la caña.14 Disciplinas: Correas de castigo o azote.15 Valtierra, El santo... T. II, p. 217-218.16 León, «Música Popular...» p. 112, 116, 119.17 Luis Mejía Restrepo. Historias de san Pedro Claver.

Manizales: Biblioteca de Escritores Caldenses. 1951, p. 39.18 Valtierra, El santo... T. II, p. 218-219.19 AHNM Leg. 1623 fls. 20-24v.20 Jorge Juan y Antonio Ulloa, en Eduardo Gutiérrez de

Piñeres. Documentos para la historia del departamento de Bolí-var. Cartagena: Imprenta Departamental. 1924, p. 341.

21 Dapper, en Valtierra. El santo... T. II, p. 216.22 Michel Leiris y Jacqueline Delange. África Negra. Ma-

drid: Aguilar. 1967, p. 39, 142.23 Jules Michelet. Historia del satanismo y la brujería. Bue-

nos Aires: Editorial Dédalo, p. 105.

Archivo de la Casa del Carnaval, 2001