Primera Comunión 2013

Canto de entrada:

Acogida (Catequista)

En nombre de todos los que os acompañamos os saludo y os

felicito en este día de la primera comunión... Es un día especial y

basta ver cómo vamos vestidos los que nos hemos congregado...

Es día de fiesta. Quizás lo que vamos a hacer (y vosotros por

primera vez), no lo entendemos del todo...

La cosas importantes se entienden poco a poco. A veces, hasta

dejan de entenderse por un tiempo.... Hace falta mucho tiempo

para entender bien lo que significa para los cristianos comulgar...

Pero como os deseamos que viváis mucho, tendréis tiempo de ir

aprendiendo lo grande que es nuestro Dios, lo mucho que nos

quiere y lo mucho que tenemos que darnos. Hoy es el principio de

algo bonito y que es tan rico que nunca se agota...

Saludo del Presidente

Todos los que nos hemos reunido hoy tenemos a “alguien” que

nos convoca: un niño, una niña. Posiblemente no comulguemos

justamente con lo que ellos van a realizar... Pero estamos aquí, y

no sobramos. Aquí nadie sobra.

Ya que hemos venido y tenemos a alguien querido, sí que les

podemos regalar una compostura propia de lo que vamos a

celebrar. Es un regalo que no cuesta dinero y que puede hacer de

este momento un momento bello para que ellos lo recuerden.

En el nombre del Dios que nos congrega, a los que creéis y a los

que vivís con sinceridad y verdad las opciones religiosas que

habéis tomado en la vida; a los que os resbala un poco el tema

religioso; a todos y para todos estas palabras de saludo:

¡Que la paz del Señor esté con vosotros!

Presentación de los Niños (Un niño)

Nosotros: (Cada niño dice su nombre...) estamos muy contentos.

Hoy vamos a recibir por primera vez a Jesús. Deseamos que hoy

y siempre todos podamos sentir su presencia en nuestras vidas.

También estamos muy contentos de que hayáis venido a

acompañarnos y celebrar con nosotros nuestra Primera

Comunión...

Petición de perdón

Presidente: Comenzamos esta celebración pidiendo perdón los

grandes y los pequeños… Sí vosotros, aunque sois pequeños, ya

os dais cuenta lo que está bien y lo que está mal…

- Por las veces que hacemos sufrir a nuestros padres,

hermanos y amigos. SEÑOR, TEN PIEDAD…

- Por las veces que me olvido de tantos niños que no tienen

todo lo que yo tengo. CRISTO TEN PIEDAD…

- Por ser egoístas y no compartir mis cosas con los demás.

SEÑOR, TEN PIEDAD…

Gloria:

Estando todos felices y contentos, ¿qué podemos hacer mejor que

cantar y alabar al Señor? Él es el que nos ha reunido, él es el que

nos invita, porque nos quiere con locura. Alabemos pues a Dios

con nuestro canto....

Oración colecta

Señor, Padre nuestro, te pedimos que al bendecirnos con estos

pequeños que van a participar por primera vez de tu Eucaristía,

nos des fuerza para ser cada vez mejores signos de tu amor en

medio de todos los hombres. Te lo pedimos por Jesucristo,

nuestro Señor...

Escuchamos la Palabra

Monición

Para comulgar con Jesús, es necesario conocer sus palabras, sus

sentimientos, y también aquello que espera de nosotros. Sentados

junto a él, escuchemos con gozo sus palabras.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios

Hermanos: Yo he recibido una tradición que procede del Señor y

que a mi vez os he transmitido:

Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó

un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:

- “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. haced esto en

memoria mía”.

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:

- “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced

esto, cada vez que lo bebáis, en memoria mía”.

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz,

proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios

SALMO…

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del Reino de

Dios y curó a los que lo necesitaban.

Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:

- Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de

alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos

en descampado.

Él les contestó:

- Dadles vosotros de comer.

Ellos replicaron:

- No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que

vayamos a comprar de comer para todo este gentío (Porque

eran unos cinco mil)

Jesús dijo a sus discípulos:

- Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.

Lo hicieron así, y todos se echaron.

Él tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al

cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los

dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente.

Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce

cestos.

Palabra del Señor

Homilías Nos reunimos para celebrar la comunión de estos pequeños, lo

que es sin duda un motivo de alegría para todos los que nos

congregamos aquí... Y un motivo para darle gracias a Dios... Pero

no por ello podemos dejar de reconocer que lo que estamos

realizando aquí tiene no pocas sombras que deben hacernos

reflexionar...

La atmósfera consumista que se da en torno a las comuniones

parece sofocar lo que realmente estamos celebrando...

Ciertamente que los niños y las niñas son las “víctimas” de todo

un montaje profano que se prepara en torno a la celebración de la

primera comunión...

Por eso deseo compartir siete breves pensamientos, que quizá nos

pueden ayudar a redituar lo que aquí estamos haciendo...

1.- El mejor regalo de hoy queridos niños es JESÚS. ningún otro

de los regalos que os han hecho se le puede comparar...

2.- El mejor traje, lo lleváis por dentro...El mejor traje no es con

el que habéis venido hoy a la Iglesia, vestidos de marineritos o de

novias...

El mejor traje lo lleváis dentro, desde el día en que Dios os hizo

hijos e hijas suyas en el Bautismo...

3.- La mejor fiesta de hoy no la ofrece ninguno de los restaurantes

donde vais a ir a comer, la mejor fiesta la da Jesús y es gratis, y la

da aquí en la Eucaristía...

4.- Los mejores invitados no son los de la lista que habéis hecho...

los mejores invitados son los que cada día están a vuestro lado,

familiares, amigos, compañeros...

5.- Las mejores fotos y videos no son los del álbum, las mejores

fotos son las que quedarán grabadas en vuestro sencillo corazón, y

también en el corazón de vuestros padres, y cómo no, en el

corazón de Dios. Dios recordará que os tiene ya a partir de ahora

como invitados a su mesa, y todos los domingos os ofrecerá lo

mejor que tiene a cada uno.

6.- La mejor preparación y catequesis no termina en lo que estos

pequeños han hecho y recibido a lo largo de este tiempo de los

catequistas... Vosotros padres, sois los primeros y los mejores

catequistas de vuestros hijos, vuestra casa y vuestro hogar es un

lugar que nadie puede sustituir si queréis que estos pequeños sean

de verdad cristianos.

7.- Lo mejor de esta primera comunión, es que no sea la única...

Que a esta sigan otras, que acompañéis a estos pequeños de

corazón, que aprovechéis las oportunidades que se os ofrezcan

para impulsar la vida cristiana de estos pequeños, que los sigáis

enviando a la catequesis... En esta tarea no estáis solos, estamos

con vosotros, de modo que ánimo...

La primera comunión, no es presentar al niño o a la niña a

Alguien con el que después no se va a volver a ver... La primera

comunión no es llevar al niño o niña a una casa donde yo padre o

madre no voy y decirle que allí está Jesús cuando nosotros no

creemos en eso.

Ojalá seamos capaces de superar las costumbres y tradiciones y

empecemos a entrar de verdad en lo que significa este

sacramento...

Recibir y acoger a Jesús significa, entre otras cosas: voy a

recordar lo que Jesús hizo y dijo para que no se me olvide vivir

como él vivió...

Por eso a vosotros os digo, pequeños, ¡felicidades!, no porque

estemos de fiesta, sino, porque aunque ahora no lo entiendas muy

bien, una voz debe resonar dentro de vosotros, para deciros algo

importante: me tengo que alimentar de Dios, si quiero vivir como

hijo suyo...

(B) Queridos _______________________

En la vida, no todos los días son iguales. Hay días que dejan

huella y se recuerdan siempre.

Para los cristianos los días que dejan huella son: El día del

Bautismo, el día de la Primera Comunión, el día de la

Confirmación, el día de la Boda, el día de la Ordenación

sacerdotal.

Vosotros ya tenéis un día señalado: El día de tu Bautismo y vas a

marcar con color distinto el día ____ de mayo.

Es un día que dejará en vosotros muchos recuerdos. Hacer la

Primera Comunión, tiene algo especial. Para los que creemos en

Jesús es creernos que tenemos un Dios que se deja comer; más

aún: es creer que sólo podemos estar bien alimentados por dentro,

si Dios nos alimenta o si nos alimentamos de Dios. No somos

solamente tripas y carne. Somos más que eso. Tenemos “algo”

que se alimenta con sonrisa, con palabras, con amistad, con la

vida de otro. Si no tuvieras la presencia de tus padres, te faltaría

algo. Para los creyentes, “comer a Dios, comulgar” es reconocer

que nuestra vida sin Dios carece de algo esencial.

Hay que saber qué significa “comer a Dios”. Significa

sencillamente que “lo que Dios dice en la Biblia” es alimento

nuestro, pero sobre todo, que la persona de Jesús el Hijo de Dios,

es nuestro alimento y que lo que dice Jesús en el Evangelio es

alimento de nuestra manera de vivir, de pensar, de hacer las cosas.

Vosotros sabéis muy bien que no basta que vuestros padres os den

un beso un día. Seguro que os gusta que os besen todos los días,

porque hacen falta muchos besos para decirnos que nos queremos

y que nos necesitamos unos a otros. Los besos son como

“empujones de cariño para crecer felices”. Hoy por hoy necesitáis

de tus padres y necesitáis su presencia, sus besos, sus “azotes”

cuando son necesarios. Así es como vais haciéndoos grandes. Lo

mismo pasa con Dios.

Hay cosas que no se entienden a la primera, ni a la segunda. Hay

cosas que es muy difícil entenderlas en un momento de vuestra

vida. Hay cosas que sólo se entienden después de mucho tiempo.

Lo de “comer a Dios” se entiende poco a poco. Haces la Primera

Comunión y no lo entiendes del todo, ni mucho menos. Por eso

hay que seguir insistiendo.

Dios no es difícil, pero no es tan fácil que lo podamos “desarmar”

como se desarma un juguete. Dios es como un mar, que te pones a

contar sus gotas y no acabas; te haces viejo y estarías casi

empezando. ¡Dios es mucho Dios!

__________________________, no sé lo que será de vosotros en

la vida. No me lo puedo imaginar. No sé por dónde andaréis, en

qué trabajaréis, qué decisiones tomaréis. Dentro de poco, la vida

será lo que vosotros vayáis eligiendo y haciendo. Dentro de poco

empezaréis a decir que os dejen hacer lo que a vosotros os gusta y

elegir lo que vosotros queréis. Dentro de poco, nadie os tendrá

que mandar. Vosotros tendréis que obedecer a vuestro corazón, a

lo que vuestro corazón os grite para ser lo que realmente estáis

llamados a ser. Y sólo así seréis felices.

Bueno, queridos pequeños, pase lo que pase en vuestra vida, que

sepáis una cosa: Aunque se os olvide “comer a Dios”, aunque se

os olvide su nombre o todo lo de Dios lo echéis por la ventana,

DIOS NO SE OLVIDARÁ DE VOSOTROS JAMÁS.

Dios estará siempre ahí para ser vuestro alimento. Dios os

esperará siempre con los brazos abiertos, como un padre espera al

hijo que quiere.

No intento que entendáis ahora todo esto. Hoy, sólo quiero

decíroslo y quizás un día, lo podáis entender. Nada más.

Os deseo lo mejor en la vida y deseo que la vida os enseñe las

cosas que sólo se aprenden viviendo bien. Creo que vuestros

padres son una buena referencia para que vayáis construyendo

vuestro futuro.

Reflexión

¿QUÉ HEMOS HECHO DE AQUEL NIÑO

O DE AQUELLA NIÑA?

De todos los recuerdos de mi infancia uno de los más importantes

es, sin duda alguna, el de un lejano día del Corpus, hace ya 46

años. Siempre se ha dicho que el día más feliz de la vida es el de

la primera comunión. Y yo sé que hay muchos que sonríen ante

esa frase, porque esa jornada no significa apenas nada para ellos.

Muchos, incluso buenos creyentes, sólo recuerdan de ese día el

traje de primera comunión o quizá, como máximo, los regalos o la

pequeña fiesta en un restaurante o en casa.

Yo tengo la fortuna de tener aquel día muchísimo más vivo. Y

más que el traje blanco recuerdo que aquel día tomé la decisión o

formulé la promesa de ser el sacerdote que ahora soy por gracia

de Dios y dicha mía. Recuerdo también que el crío que yo era

tomó muy en serio eso de que aquel día empezaba a tomar el

cristianismo por donde quema y sé que, por muchos años que

hayan pasado desde aquel día, aún hoy me siento vinculado,

gozosamente vinculado, por las promesas que aquel día hizo el

crío que yo era.

Años más tarde leería en Bernanos una frase que me explicaba el

porqué de este vínculo. Dice el escritor francés que el día de

nuestra muerte no hará ni siquiera falta que baje a juzgamos el

propio Dios. Bastará con que nos pongan delante de nosotros al

niño de primera comunión que nosotros fuimos; con que ese niño

se quede mirando a los ojos del adulto en el que le hemos y nos

hemos convertido y nos pregunte: Tú ¿qué has hecho de lo que yo

prometí aquel día?

Ésta es, amigos míos, la más grande y dolorosa de las preguntas

que existen y yo quisiera planteármela hoy aquí con todos

vosotros: ¿Qué hemos hecho del niño o de la niña que nosotros

fuimos? ¿Qué se hizo de nuestra alma? ¿Dónde y a qué precio la

malvendimos? ¿Por qué y cómo fueron traicionadas nuestras

mejores promesas?

Los hombres decimos que progresamos, que maduramos con el

paso de los años. Pero no es verdad: sólo progresamos hacia

abajo, hacia la muerte, hacia el envejecimiento. Lo mejor de

nosotros fue nuestra infancia y nuestra juventud. Luego hemos

ido pactando con tantas cosas, vendiendo tantos trozos de alma,

repartiendo tantas de nuestras antiguas esperanzas,

autoconvenciéndonos de que es mejor la mediocridad que la lucha

por lo mejor.

¡Y en el mismo campo de la fe, cuántos compromisos, cuántas

zarandajas! Bloy decía que en la vida de un cristiano sólo hay un

día triste: aquél en el que por fin nos resignamos a no ser santos,

aquél en el que nos decimos a nosotros mismos: yo seré una

buena persona, pero santo, lo que se dice santo, eso ya no lo seré.

Y sin embargo, el niño de primera comunión que fuimos estaba

dispuesto a serlo, creía aún posible llegar a serlo. Sólo el paso de

los años y de los desengaños nos fue empujando a esa renuncia, a

ese suicidio espiritual.

Pero... la infancia es terca. La infancia que hubo y hay dentro de

nosotros no se resigna a ser estrangulada, no quiere morir. Y grita

desde nuestro interior que ¡quién sabe!, que ¡aún es posible!, que

«todavía hay fuerza y esperanza».

Yo vuelvo a oír esos gritos del niño que yo fui cada fiesta del

Corpus. Seguramente lo sienten ustedes también.

Por eso yo quisiera pedirles que busquen ustedes en sus cajones

su vieja foto de primera comunión, que vuelvan a mirar a los ojos

del niño o la niña que ustedes fueron y que se hagan esa terrible

pregunta que ese niño les hará el día del juicio: ¿Qué has hecho de

las promesas que formulaste aquel día ante Jesús? ¿Cómo has

devaluado el amor que juraste entonces? Es muy importante saber

responder a estas preguntas. Porque el Señor dijo que «de los

niños es el reino de los cielos». Y no entrarán en él quienes no

hayan conservado vivo al niño que ellos fueron y que aún vive

dentro de cada uno de nosotros.

Mi segunda primera comunión

Tengo

cincuenta y cuatro años y hace ahora

cuarenta y seis desde la mañana

en que, por vez primera, yo recibí tu Cuerpo.

¿Dónde queda el niño que yo era?

¿Qué se hizo de aquellos labios míos de chiquillo

que temblando se abrieron para tomar tu cuerpo?

Vestíamos de blanco, lo recuerdo.

Vestíamos de sueños y de gozo,

inaugurábamos el continente de tu amor,

por vez primera pisábamos conscientes

la tierra firme de tu santa Iglesia.

Tú entrabas en nosotros, poseías

aquellas almas limpias e inocentes

que te juraban un amor eterno

y, con ingenua lengua, te decían:

«No pecaremos nunca».

¿Dónde quedan hoy tales promesas?

¿Qué se hizo de aquel vestido blanco

y de aquella alma blanca?

¿Dónde enterraron al niño

que fuimos en el día de la primera comunión?

Hoy vuelvo hasta tus plantas con el alma cansada,

mas con el mismo hambre de aquel día.

Ya no me atrevo a prometerte nada,

pero sí a decirte que te sigo hambreando.

Repetiré más fuerte que nunca el «no soy digno»,

mas te diré también que no he hallado en el mundo

otro alimento igual que el de aquella mañana.

Y te diré que vengo,

que hoy venimos muchos

a mendigar tu cuerpo,

porque tu pan sostiene lo mejor de mi alma,

porque tu pan construye

la más intensa de las fraternidades que quedan en la tierra,

porque tú eres la fuerza que levanta mi vida

e ilumina mi muerte,

porque Tú eres lo único que no me falló nunca.

¿Sabrás resucitar dentro de mí aquel niño?

Tú eres experto en resurrecciones,

Tú tienes que saber borrarme mis arrugas,

esas cien mil arrugas que el tiempo

y el pecado hicieron en mi alma.

Déjame que hoy comulgue

como si fuera el mismo chaval de ocho años

que te juró aquel día una amistad eterna.

Déjame que hoy reciba

-ya que no con idéntica pureza,

con la misma pasión que entonces tuve-

mi segunda primera comunión.

Renovación de las promesas bautismales

Queridos niños: Con gusto y alegría esta comunidad os acepta

hoy a vosotros dentro de ella. Sois nuestros hermanos más

pequeños y más queridos. Desde hoy iniciáis vuestra vida

cristiana madura y consciente. Aquella vida que la Iglesia os

comunicó en el bautismo cuando erais pequeños, hoy sois

vosotros los que vais a renovar vuestro compromiso...

Por eso, ahora, vuestros papás os entregan la vela encendida en el

Cirio que representa a Cristo, como diciéndoos que aunque

seguirán caminando con vosotros y ayudándoos, es a vosotros a

partir de este momento a quienes os corresponde hacer brillar la

luz de este amigo que es Jesús, por todos los rincones....

- ¿Prometéis en este día solemne, ser siempre buenos hijos de

Dios y amarle como a vuestro Padre?

- ¿Prometéis vivir toda vuestra vida como buenos hermanos y

amigos de Jesús?

- ¿Prometéis amar de todo corazón a todos los hombres, como

Jesús nos manda en el Evangelio y seguir los impulsos del

Espíritu?

- ¿Creéis en Dios, Padre, Creador del cielo y de la tierra?

- ¿Creéis en Jesús su Hijo, Señor nuestro, que nació de María,

murió y resucitó y está sentado a la derecha de Dios?

- ¿Creéis en el Espíritu Santo que nos da la gracia y la fuerza

para vivir como amigos de Jesús?

Esta es nuestra fe. Que el Señor nos ayude a mantenerla en

nosotros y a difundirla a los demás con alegría. Amén.

Oración de los fieles

Con un solo corazón, que hoy quiere latir al ritmo del de estos

niños, te presentamos, Padre, nuestras peticiones:

- Para que hagamos lo posible por acabar con las guerras y el

hambre, y todos podamos vivir en paz, para que nosotros

seamos buenos y no riñamos. ROGUEMOS AL SEÑOR...

- Para que nos preocupemos por ser comprensivos, no racistas

y no despreciemos a nadie. ROGUEMOS AL SEÑOR...

- Por los niños abandonados y los que no tienen lo necesario,

para que encuentren en nosotros cariño, amor y ayuda

eficaz. ROGUEMOS AL SEÑOR...

- Para que los niños y niñas que hacen hoy la Primera

Comunión sean amigos verdaderos de Jesús y vivan con él

una amistad que dure para siempre. ROGUEMOS AL

SEÑOR...

- Para que sus padres y familiares sepan ayudarles a ser cada

vez más mejores cristianos, siendo un ejemplo para ellos.

ROGUEMOS AL SEÑOR...

- Por los catequistas y todos los que os hemos ayudado a

crecer en la fe, para que sigamos haciendo nuestra labor con

fidelidad y amor. ROGUEMOS AL SEÑOR...

- Para que todos los que estamos en esta celebración vivamos

con alegría y acción de gracias esta fiesta. ROGUEMOS AL

SEÑOR...

Ayúdanos, Padre, a realizar cuanto te hemos pedido. Por

Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Ofrendas

Monición (padres)

Hasta este momento, en la celebración, hemos escuchado la

Palabra de Dios y hemos orado por nuestro hijos y por todas

las personas. Ahora vamos a preparar la mesa para celebrar la

Eucaristía. Y para ello, unos niños van a acercar al altar el pan

y el vino que comulgarán, unas velas y unas flores. Y también

un dinero, como signo del deseo de compartir nuestros bienes

con los más necesitados. Esta mesa será así el símbolo de la

gran mesa del mundo, en la que Dios quiere que se puedan

sentar todos y no sólo los ricos.

Presentamos el vino y el pan: Jesús lo compartió con sus

amigos, y hoy lo compartirá también con nosotros. Es su

Cuerpo y su Sangre, que nos da fuerza y nos ayuda a ser cada

día más amigos suyos.

Acercamos al altar unas flores para adornarlo, son el signo de

nuestra alegría y de que estamos de fiesta. Hoy Jesús está más

cerca de nosotros y queremos celebrarlo. También unas velas

encendidas, para que iluminen el altar y también nuestras

vidas, porque Jesús es la luz de nuestras vidas.

También traemos dinero para compartirlo con los más pobres.

Hoy es un día muy feliz para nosotros y queremos que nuestra

alegría llegue a otras personas. Además sabemos que no podemos

amar a Jesús si no ayudamos a aquellos que más lo necesitan. Y

no sólo hoy, sino todos los días.

Texto para acompañar la entrega de la colecta

Una procesión de dones.

No es una procesión de regalos,

estamos en Eucaristía,

y hemos aprendido

que el mejor regalo

es lo que damos,

lo que nos damos...

¿Cuánto vale una sonrisa?

¿Cuánto vale la compañía?

¿Cuánto vale abrazar al hijo enfermo

o castigarle

o decirle una palabra

o abrirle los ojos a su egoísmo

o educarle pacientemente

y darle ejemplo

o dedicarle horas y días

o atender sus preguntas?

¿Cuánto vale el trabajo bien hecho

o la necesidad atendida

o la honradez cumplida?

Lo que más vale en la vida

no se toca, no se paga.

Se da. Se siente.

Se simboliza.

Oración sobre las ofrendas

Jesús, tú amas y bendices a los niños. Tú amas la vida y todo lo

que crece. Nos presentamos como ofrenda para ti y para el

mundo. Acéptanos en la sencillez del pan y del vino, en le

calor del amor y de la familia, en la alegría de sentirnos tus

amigos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Plegaria Eucarística

Te damos gracias, Señor,

porque nos has creado por amor

y para que nos amemos unos a otros.

Tú quieres que nos miremos cara a cara,

arreglemos nuestros problemas por las buenas

y todos podamos vivir en paz.

Hoy nos sentimos felices y contentos

por este grupo de amigos y familiares

y porque tú eres un amigo más bueno que el pan.

Nos unimos a nuestra Comunidad Cristiana de N____,

a la alegría de estos niños y niñas

que te van a recibir hoy por primera vez,

a los creyentes del mundo entero,

a los ángeles y santos del cielo,

a toda la Creación

para entonar, llenos de alegría,

una canción que nos sale del corazón.

Santo, Santo, Santo...

Eres Santo, Señor

y eres bueno con todos.

Tú viniste al mundo porque los hombres

se habían separado de ti

y no daban con el camino que lleva al cielo.

Pero tú siempre estás con nosotros

para que podamos seguir el buen camino.

Ahora queremos recordar

el gesto más grande que nos dejó Jesús.

Él siempre fue amigo de los grandes y pequeños

y nos dijo que el amor era su mandamiento.

Él quiso que compartiéramos este pan y vino

frutos de la tierra

y del trabajo de los hombres y mujeres.

La víspera de su muerte en la Cruz,

reunido con sus amigos más íntimos,

celebró la cena pascual.

Fue una cena de fiesta y de despedida.

Mientras cenaba con sus amigos

tomó pan en sus manos,

invocó al Espíritu Santo,

bendijo el pan y se lo repartió diciendo:

Tomad y comed...

Y lo mismo hizo con la copa de vino.

Al terminar de cenar,

brindó por el triunfo final

y se la pasó a los suyos diciendo:

Tomad y bebed...

Al día siguiente, Jesús murió en la cruz.

Pero confesamos que está vivo,

resucitado de entre los muertos,

y que vive para siempre.

Por eso nos reunimos aquí

y recordamos su muerte y resurrección.

Padre, que tu Espíritu

nos mantenga siempre en comunión con Jesús

y que al compartir este Pan y Vino

nos llenemos de la vida nueva

que Él nos anunció.

Sabemos que no caminamos solos.

Nos sentimos unidos al Papa y a los obispos,

especialmente a nuestro obispo N___

y a todos los que te buscan con sincero corazón.

Acuérdate, Padre de los que queremos

y ya no están con nosotros (nombrar)

Acuérdate de estos niños y niñas (nombrar)

y de sus familias.

Que te busquen siempre como Pan de Vida

a lo largo de su existencia.

Con María y quienes vivieron siendo amigos tuyos

a lo largo de toda la historia

queremos proclamar:

Por Cristo, con Él y en Él...

Padrenuestro.

(Se acercan los padres a los niños y juntos rezamos...)

Una madre: Muchas veces, queridos pequeños, hemos rezado con

vosotros el padrenuestro. Hoy lo vamos a hacer con un

sentimiento especial, porque vais a participar por primera vez del

Pan de Dios como hijos suyos.

Nos damos la paz

Niño 1.- Que entre vosotros, padres, no haya enfados ni peleas,

porque os queréis muchos.

Niño 2. Que nuestras familias sean familias muy unidas, donde no

haya odios ni rencores.

Niño 3. Que el mundo en el que vivimos sea un mundo de paz,

porque los cristianos vamos sembrando amor en todo lo que

hacemos.

Niño 4. Que en nuestros pueblos reine el perdón, para que haya

una buena convivencia entre todos los vecinos.

Ahora, antes de participar de la Mesa de Jesús, vamos a darnos

todos la paz, en señal de que queremos comprometernos con estos

deseos que los niños han manifestado...

Comunión. (Después de darse la paz, los padres permanecen

detrás de sus hijos. Son los testigos principales de este momento.

Se quedan ahí hasta que se les dé de comulgar a todos los niños.

Entonces bajan a sus puestos y se acercan a comulgar, si lo

desean, cuando mejor les parezca. Conviene que la parte frontal

del presbiterio quede despejada, para que la comunión de los

niños pueda ser presenciada por todos).

Queridos niños y niñas: llegó el momento esperado: Jesús

comparte con vosotros su pan y su vino, su Cuerpo y su Sangre.

Es el amigo que entra dentro de cada uno y le llena con su vida, la

vida de Dios, y con su amor, el amor de Dios. ¿Sabéis para qué?

Para que nosotros vivamos esa misma vida de Dios amándonos

unos a otros como él nos amó. Dadle un abrazo fuerte, fuerte, y

decidle que no vais a soltarlo nunca. Dichosos los invitados a la

mesa del Señor...

(El sacerdote pasa y les da la comunión bajo las dos especies.

Conviene que, mientras se distribuye la comunión a la asamblea,

las catequistas estén cerca de los niños, invitándoles a la acción de

gracias y sugiriéndoles alguna idea que les ayude a permanecer

concentrados).

Comunión de todos:

Por favor, mantengamos ahora el respeto y el silencio en este

momento especial de la comunión. Un buen regalo que podemos

hacer a estos niños y niñas es orar con ellos, dar gracias a Dios y

tomar el compromiso de ayudarles para que así lo puedan hacer

durante toda su vida.

Oración de los niños y niñas

Jesús, tú estás en mi corazón

y me ves tal como soy

por dentro y por fuera.

No necesito decirte muchas cosas,

porque me conoces de memoria.

Quisiera que mi corazón

fuese como el tuyo:

grande y generoso.

Te necesito.

Necesito alimentarme de ti.

Necesito que me ayudes

a ser como tú eres. Amén.

Monición final:

La primera comunión es una gran ilusión para los pequeños y una

gran responsabilidad para los mayores, especialmente para los

padres. Por eso ellos, los padres, van a dar gracias a Dios

públicamente por esta comunión primera de sus hijos, y a pedirle

su ayuda para educarlos cristianamente.

(Oración hecha por uno de los padres)

Dios, Padre nuestro,

en el día de la primera comunión de nuestros hijos

queremos pedirte por ellos.

Un día nuestro amor hizo florecer estas vidas.

Sabemos que su historia está ya marcada

por nuestra historia.

Sin querer hemos grabado en sus vidas

nuestra huella para siempre.

Sólo podemos decirte, Señor,

que hemos hecho lo que sabíamos y podíamos.

Nuestras manos hoy y siempre les dan la mano

hasta que su mano busque otra mano...

Hoy, Señor, nuestros hijos hacen la primera comunión.

Señor, les ponemos en tus manos de Padre,

manos que llegan

más allá de nuestras manos.

Señor, cuida siempre de ellos,

ahora que son niños

y mañana, cuando crezcan

y luchen por ser

lo que tienen que ser.

Señor, tú que eres Padre

entiendes muy bien nuestra súplica de padres.

Queremos lo mejor para ellos: que se sientan siempre queridos por ti.

Agradecimiento (Un niño o niña)

En nombre de todos los que acabamos de hacer la primera

comunión, me toca daros las gracias por estar aquí, por

acompañarnos y sobre todo por querernos. Nos gusta que nos

queráis, que para eso somos pequeños... y aprenderemos a querer,

si nos dais buenas lecciones de cariño.

Bueno, muchas gracias. Y un beso muy fuerte para todos.

SALUDO DE UN NIÑO O NIÑA

Pero queremos dar las gracias muy especialmente a

___________________ por habernos acompañado a lo largo de

estos años, hasta llegar a este día...

Gracias por todo lo que nos habéis enseñado, por vuestra

paciencia y cariño... Y como signo de gratitud queremos

entregaros una flor, con nuestros besos...

(Entrega de la flor y gesto del beso...)

Bendición y aplauso a los niños

Que el Señor os ayude a cumplir lo que acabáis de prometer y os

conceda vivir siempre en su amistad, para ejemplo de todos.

La enhorabuena de Dios llega a los niños y os llega a todos

vosotros con la “Bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y

Espíritu Santo, descienda sobre vosotros”. R/ Amén.

Y nuestra enhorabuena a los protagonistas de la fiesta, les tiene

que llegar en forma de un fuerte aplauso de felicitación

(Aplauso)...

Despedida

Que paséis un feliz día. Podéis ir en paz...