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1 Catrina y un golpe mortal al Neoliberalismo Por Juan Ramón Jiménez de León Economista, Académico, Periodista La venta de la Louisiana en 1803 es el origen de nuestro Destino Manifiesto de perder grandes extensiones a manos del expansionismo de los Estados Unidos, antes Francia ya había cedido la Louisiana a España, pero se retractó en 1800 en los Tratados de San Idelfonso, pues Napoleón Bonaparte tenía la visión de construir en esa región un gran Imperio Francés de América con base en la Isla de la Española (Haití), sin embargo en 1801 una rebelión de los esclavos negros liderados por TOUSSAINT L'OUVERTURE tomó el control de Haití, Napoleón entonces envía tropas al mando de su cuñado Charles Leclerc que aunque triunfó militarmente, la fiebre amarilla del paludismo acabó con su fuerza militar y su control sobre Haití, entonces Napoleón es convencido por Talleyrand el Secretario de Relaciones Exteriores quien en platicas con James Monroe- el creador de la nefasta Doctrina Monroe-enviado del Presidente de los Estados Unidos Thomas Jefferson quien solo quería comprarle a Francia, la Florida, pero no tenían idea de comprar la Louisiana completa, Talleyrand no tiene la visión geopolítica pues la Louisiana era estratégica para el Quebec, ni Napoleón la fuerza militar de mantener la Louisiana y el Quebec como estado intermedio fuerte entre Inglaterra-Canadá, Estados Unidos, México y Rusia-Oregón, y necesitaba dinero para sus aventuras de conquista en Europa y sus Guerras Napoleónicas, por lo tanto vende a los Estados Unidos la Louisiana en 15 millones de dólares, de los cuales solo pago 11.250,000 y los demás se los cobró por “daños” franceses a los colonos americanos, la misma estrategia sucedió con los Tratados de Guadalupe Hidalgo en donde solo paga una cantidad en efectivo y la otra era por “daños”, un buen abogado francés o mexicano bien pudiera echar abajo esos tratados pues la Constitución de Estados Unidos no consideraba adquirir territorios mediante compras, pero no hay valientes en estos tiempos, así que la invasión de España con dinero americano por parte de Napoleón permite la Independencia de México que de repente se encuentra con grandes extensiones que controlar sin población, pues la viruela había acabado con las poblaciones autóctonas indígenas, la población auténticamente española era oligárquica y oscurantista, pues habían entregado sus políticas publicas a la fuerza moral de la Iglesia, Napoleón introduce el Estado laico en España con el Código Civil, ideas que son adoptadas por el coahuilense Miguel Ramos Arizpe, el impulsor de la primera Constitución de México, eso es lo positivo, lo negativo es que al vender las grandes extensiones de la Louisiana a los Estados Unidos, que se abrían como un embudo desde la ciudad conspiradora de Nueva Orleáns hasta la naciente creciente ciudad de Chicago, en Illinois, pasando por Missouri, Tenneesse, Iowa, etc y se extendía el poderío francés por toda la cuenca del Río Mississippi, al desaparecer Francia, las fronteras directas serían entre México y Estados Unidos, con un evidente choque entre ambos, mientras Rusia se debilita y se olvida del Oregón y Alaska, e Inglaterra se consolida con el Yukón canadiense llevo de recursos minerales. Bibliografía : Barry, James P., The Louisiana Purchase, April 1 803 (1973); Chidsey, Donald B., The Louisiana Purchase (1972); De Conde, Alexander, This Affair of Louisiana (1976); Lyon, Elijah Wilson, Louisiana in French Diplomacy (1934); Sprague, Marshall, So Vast So Beautiful a Land: Louisiana and the Purchase (1974); Whitaker, Arthur P., The Mississippi Question, 1795-1803 (1934; repr. 1962)

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Catrina y un golpe mortal al Neoliberalismo Por Juan Ramón Jiménez de León Economista, Académico, Periodista La venta de la Louisiana en 1803 es el origen de nuestro Destino Manifiesto de perder grandes extensiones a manos del expansionismo de los Estados Unidos, antes Francia ya había cedido la Louisiana a España, pero se retractó en 1800 en los Tratados de San Idelfonso, pues Napoleón Bonaparte tenía la visión de construir en esa región un gran Imperio Francés de América con base en la Isla de la Española (Haití), sin embargo en 1801 una rebelión de los esclavos negros liderados por TOUSSAINT L'OUVERTURE tomó el control de Haití, Napoleón entonces envía tropas al mando de su cuñado Charles Leclerc que aunque triunfó militarmente, la fiebre amarilla del paludismo acabó con su fuerza militar y su control sobre Haití, entonces Napoleón es convencido por Talleyrand el Secretario de Relaciones Exteriores quien en platicas con James Monroe- el creador de la nefasta Doctrina Monroe-enviado del Presidente de los Estados Unidos Thomas Jefferson quien solo quería comprarle a Francia, la Florida, pero no tenían idea de comprar la Louisiana completa, Talleyrand no tiene la visión geopolítica pues la Louisiana era estratégica para el Quebec, ni Napoleón la fuerza militar de mantener la Louisiana y el Quebec como estado intermedio fuerte entre Inglaterra-Canadá, Estados Unidos, México y Rusia-Oregón, y necesitaba dinero para sus aventuras de conquista en Europa y sus Guerras Napoleónicas, por lo tanto vende a los Estados Unidos la Louisiana en 15 millones de dólares, de los cuales solo pago 11.250,000 y los demás se los cobró por “daños” franceses a los colonos americanos, la misma estrategia sucedió con los Tratados de Guadalupe Hidalgo en donde solo paga una cantidad en efectivo y la otra era por “daños”, un buen abogado francés o mexicano bien pudiera echar abajo esos tratados pues la Constitución de Estados Unidos no consideraba adquirir territorios mediante compras, pero no hay valientes en estos tiempos, así que la invasión de España con dinero americano por parte de Napoleón permite la Independencia de México que de repente se encuentra con grandes extensiones que controlar sin población, pues la viruela había acabado con las poblaciones autóctonas indígenas, la población auténticamente española era oligárquica y oscurantista, pues habían entregado sus políticas publicas a la fuerza moral de la Iglesia, Napoleón introduce el Estado laico en España con el Código Civil, ideas que son adoptadas por el coahuilense Miguel Ramos Arizpe, el impulsor de la primera Constitución de México, eso es lo positivo, lo negativo es que al vender las grandes extensiones de la Louisiana a los Estados Unidos, que se abrían como un embudo desde la ciudad conspiradora de Nueva Orleáns hasta la naciente creciente ciudad de Chicago, en Illinois, pasando por Missouri, Tenneesse, Iowa, etc y se extendía el poderío francés por toda la cuenca del Río Mississippi, al desaparecer Francia, las fronteras directas serían entre México y Estados Unidos, con un evidente choque entre ambos, mientras Rusia se debilita y se olvida del Oregón y Alaska, e Inglaterra se consolida con el Yukón canadiense llevo de recursos minerales. Bibliografía : Barry, James P., The Louisiana Purchase, April 1 803 (1973); Chidsey, Donald B., The Louisiana Purchase (1972); De Conde, Alexander, This Affair of Louisiana (1976); Lyon, Elijah Wilson, Louisiana in French Diplomacy (1934); Sprague, Marshall, So Vast So Beautiful a Land: Louisiana and the Purchase (1974); Whitaker, Arthur P., The Mississippi Question, 1795-1803 (1934; repr. 1962)

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En la época presente, el Huracán Catrina viene a dar un golpe inesperado al neoliberalismo empujándolo de nuevo hacia la intervención del Estado al estilo de Franklin D. Roosevelt hacia la solución de la problemática social con políticas públicas no con acciones samaritanas del sector privado, no es el mercado, ni los rezos a los que se pronunció Bushito, lo que va a tratar de resolver la enorme crisis que se deja venir en los Estados Unidos, sino es la FEMA (Federal Emergency Management Agency) es un organismo publico ya muy disminuido por Bushito debido a sus atribuciones poderosas de controlar 22 agencias del Gobierno y que se quiso privatizar y ahora es el organismo clave para sacar a Estados Unidos de esta burbuja especulativa sobre los energéticos que puede estallar en cualquier momento.

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Veamos los efectos de Catrina (la muerte, en la Lotería Mexicana), en la zona que comprende la gran ciudad de Nueva Orleáns, que en su área metropolitana , suburbana y de influencia tiene unos 5 millones de habitantes que se encuentran sin luz eléctrica, agua potable, drenaje, teléfono, gas natural, escuelas, trabajo, comunicaciones, salud, correo electrónico, etc, lo que genera desesperación ,saqueos, robos residenciales

y de automotores, problemática que se extiende hasta la capital del estado de Louisiana, Baton Rouge, hacia Biloxi, Gulfport y Jackson Mississippi, Mobile, Alabama, Pensacola, Florida y Puerto Arturo, Texas, es decir el corazón petroquímico de los Estados Unidos que forma un anillo entre Houston y New Orleáns, la parte afectada de la Louisiana produce el 30% de la energía de esa nación, con 2 millones de barriles de petróleo por día –que se redujo 92 % y 10,000 millones de pies cúbicos de gas natural por día-que se redujo 83%, con 33,000 millas de oleoductos y gasoductos submarinos, con 4,000 plataformas petroleras en el Golfo de México de las cuales 645 se encuentran vacías, inundadas y afectadas, por su parte México sólo tiene 40 plataformas, muchas de ellas bajo sospecha de ser proveedoras de petróleo hacia las empresas del Clan Bush (Valero, Shamrock, Lewis, Enron), que perdieron 2 plataformas y se vieron afectadas en la Refinería de St. Charles (Norco, Louisiana), al igual que Connoco y su planta de Nueva Orleáns, esto está llevando los precios del petróleo hacia arriba de los 70 dólares el barril de 42 galones y hacia arriba de los 10 dólares el millar de pies cúbicos de gas natural, algo nunca antes visto en los mercados spot, el precio de la gasolina al consumidor final está llegando en el estado dorado (California) a los 3.00 dólares (hubo racionamiento en Georgia que hizo que el precio llegara a los 6 dólares el galón) por lo que ya se está previendo escasez de gasolina, el aumento de 1 centavo de dólar (usc) en la gasolina significa que los consumidores finales van a transferir de sus bolsillos 1,000 millones de dólares hacia las petroleras, en la era de Bush Junior, la sociedad consumidora de los Estados Unidos, ha transferido 500,000 millones de dólares hacia las petroleras mediante aumentos en las gasolinas solamente, faltaría aumentarle otros energéticos y lubricantes, el aumento en las tarifas del transporte urbano, marítimo, ferrocarrilero, aéreo, por lo que las cifras de ganancias para las petroleras son estratosfericas y alcanzan niveles sin precedentes, con la escasez y la especulación mas van a aumentar sus efectos perniciosos en la economía de EUA y la mundial,

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por eso a ese modelo bushiano le hemos llamado la PETROCRACIA que tiene de base el corredor petroquímico Galveston-Houston-Puerto Arturo-New Orleáns, que desde las histerias straussianas-bushianas ,este poder petrocratico quiso ser controlado por el Presidente Jimmy Carter que en su época le impuso a las enormes ganancias petroleras impuestos en cascada, al estilo muy mexicano de Venustiano Carranza, solo que para el primero significó su derrocamiento y el ascenso del Neoliberalismo de Ronald Reagan y la operación Irán-Contra que hora domina México con Vicente Fox y pronto lo hará con Roberto Madrazo y para Carranza significó su asesinato en 1920 y el diferimiento por décadas de darle valor agregado a nuestro petróleo, hasta la Administración de José López Portillo que impulsó los grandes complejos petroquímicos de Pajaritos-Cosaleacaque-Coatzacoalcos en Veracruz, los de Ciudad-Madero-Tampico-Altamira, Ciudad PEMEX-Villahermosa y los del Bajío; regresando a Catrina, Nueva Orleáns es también el puerto mas importante del Golfo de México, que mueve una gran cantidad de commodities agrícolas como el café y el camaron mexicano y energéticos como el Louisiana Hub en el gas natural, y el Louisiana Light Crude (LLC) en el petróleo; otro sector también muy afectado es el de las aerolíneas que muchas de ellas están apunto de quebrar y declarase bajo la protección del capitulo 11, entre ellas Delta, Northwest, American, United, Continental y Southwest, esto debido al incremento de las turbosinas, otro sector también muy afectado por el Huracán Catrina es el de las empresas aseguradoras como el gigante mundial numero uno en este campo AIG que sólo en un día perdió 500 Millones de dólares otra empresa Hartford perdió 150 millones de dólares, en términos globales en la región de Nueva Orleáns se estiman perdidas del 80% de las casas residenciales a los que habría que

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aumentarles las pérdidas en los negocios como los de

grandes malls, los centros comerciales, grandes unidades de almacenamiento, el Centro Histórico Francés, los grandes edificios del Downtown, o como el Metrodome que es el Centro Deportivo, se están movilizando 23,000 refugiados hasta el Astrodome de Houston, y 40,000 urbanitas están desesperados por salir del ya mayor desastre urbano de los tiempos modernos, la evacuación de una megalópolis , los ciudadanos estan siendo alojados en barcos, en tiendas de campaña, en ciudades aledañas a la megalopolis que esta bajo el agua porque se rompieron los diques que controlaban el Lago Pontchartrain , todo esto esta

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costando cerca de 150,000 millones de dólares, solo para comparar el efecto de la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York en el 2001 significó un costo de 20,000 millones de dólares en aseguranzas y un trillón de dólares en todos sus efectos colaterales, el Huracán Catrina fácilmente puede llegar a esas cifras dados sus efectos desvastadores y multiplicadores sobre toda la trayectoria del Huracán con millones de desempleados, desplazados, los efectos en el Medio Ambiente ahora la gran ciudad de Nueva Orleáns esta bajo el agua, lo que significa que se prevén epidemias por los desechos humanos, por cuerpos humanos y animales flotando en las calles, por miles de ratas, serpientes, y hasta cocodrilos de los pantanos cercanos en las calles, por desechos tóxicos provenientes de las petroquímicas entonces de estima que las burbujas energética e inmobiliaria van a tronar.

Los efectos de Catrina van a ser muy duros para México, deportación de mexicanos, aumento de los energéticos que México importa de los Estados Unidos como gas natural , gasolinas y lubricantes, alimentos, electrónicos, maquinaria, automotores, es decir vamos a importar un componente inflacionario muy poderoso que puede hacer quebrar la estabilidad del peso mexicano y les va a dar la razón a todos aquellos que desean la macro-devaluación del peso mexicano, algunos de buena fe como académicos como José Luis Calva del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, Premio Nacional de Periodismo del Club de Periodistas de México y columnista del periódico El Universal y otros de mala fe como los exportadores que siempre han vivido como parásitos de la política monetaria subvaluatoria del Banco de México ( para atraer oro y no papel moneda verde) y los especuladores de los contratos (500,000 MXP) de pesos mexicanos en los mercados de futuros de Chicago y de commodities estratégicos como el petróleo, el gas, el café, el azúcar, cacao, carnes, minerales como la plata, el cobre, el plomo, flourita, etc y el fuerte impacto en los consumidores finales ahora mas dependientes en su alimentación y hábitos consumistas de los consorcios como Wall Mart, Price, Sears, HEB, Sams, y sus contrapartes mexicanas como Soriana, Gigante, Comercial Mexicana, Chedraui, Liverpool, Palacio de Hierro, Sanborn´s, etc el efecto va a ser dramático y peligroso por la radicalización política de las masas depauperadas ( en ambos lados de la frontera) y la corrupción de las elites partidistas de la clase política y la ya anunciada exhumación del giga-yacimiento petrolero Cantarell y la falta de políticas publicas adecuadas en los grandes pozos gasiferos de Coahuila, con crecientes movimientos de consumidores a lo largo y lo

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ancho de la Nación que ya no pueden pagar sus consumos de luz eléctrica, gasolinas, lubricantes, teléfonos, hipotecas, el abandono de la petroquímica básica y la falta de fertilizantes baratos para la producción de alimentos, nos hacen predecir un panorama muy negro para el 2006 en donde el panismo ha hecho mas daño a la Nación que los 70 años de priismo, en donde independientemente de la corrupción si se tenía rumbo ideológico-nacionalismo revolucionario-, rumbo económico, intervención del Estado para generar empleos, salud, vivienda, educación, malos muchos de ellos, pero al final existían, cosa que hoy no existe y finalmente se tenía una posición digna frente a los Estados Unidos, principalmente frente a América Latina que nos veía como el hermano mayor, el freno al expansionismo americano, y nos daba estatura moral, hoy todo eso se ha perdido y por lo tanto o se reconstituye la Nación como un federalismo autentico y sólido, o se entrega totalmente a la ultra-derecha americana, religiosa, militarista, conspiradora, destructora de los valores económicos de las políticas publicas del Estado Benefactor, llena de criminales de cuello blanco en las áreas energéticas, industriales, bancarias, financieras, tecnológicas, de salud, Catrina es probablemente el inicio del fin de este modelo depredador y genocida del Neoliberalismo en su etapa Petrocratica, que esta entrando a una crisis social debido a los millones de desplazados, depauperados, sin techo, sin empleo, sin comida, posibles rebeliones en el Ejercito en Irak, rebelión de los consumidores , principalmente de gasolinas, electricidad, gas natural y LP, aumento de la inflación y de las tasas de interés que pueden desatar la explosión de la burbujas inmobiliaria, ahora si no fueron los fundamentalistas árabes los causantes de la tragedia, sino los fundamentalistas de la burocracia criminal mantenida por rezos y por una Iniciativa Privada y Samaritana que se vio privada de samaritanismo y de altruismo. SALVE CESAR BUSHITO

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Katrina y la Norteamérica oculta “Pereyra, míreme a la cara./ ¿Por qué este castigo, Eulogia? ¿Por qué tanta crueldá?”. (Roberto Fontanarosa) Por Vicky Pelaez del Diario de Nueva York El huracán Katrina ha revelado al mundo que la indolencia, la división de clases y el racismo siguen siendo parte implícita de la vida cotidiana de la única superpotencia del mundo, Norteamérica. Ha sucedido igual como en 1927 cuando la Gran Inundación de Missisippi azotó Nueva Orleans y fue cubierta por el agua. Los que tenían dinero abandonaron la ciudad con anticipación, mientras los desposeídos tuvieron que quedarse a merced de la naturaleza y recién, varios días después fueron trasladados a refugios miserables que carecían de toda infraestructura necesaria para una emergencia. John Barry en su libro Rising Tide, the Great Misisippi Flood of 1927 describió cómo más de 300,000 afro-americanos que lograron salvarse, fueron trasladados como ganado a los campos de refugiados mientras que los blancos, que eran la minoría de la población, fueron evacuados utilizando barcos a vapor a otros estados.

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Cada vez, cuando los barcos pasaban frente a uno de estos campos, los tripulantes y los evacuados entonaban por los altoparlantes la canción “Bye Bye Blackbird”. También cuenta Barry cómo las autoridades decidieron salvar los barrios pudientes rompiendo los diques que protegían los asentamientos pobres donde vivían los negros e hicieron inundar sus casas. En aquella época la pobreza entre los afroamericanos llegaba a un 80 por ciento. Pasados 77 años poco había cambiado en la capital del jazz y la joya turística donde nacieron Louis Amstrong y Truman Capote. El 67 por ciento de la población seguía siendo de origen afroamericano y el índice de la pobreza bajó a 40 por ciento, de los cuales un 28 por ciento viven debajo del nivel de la pobreza, es decir con menos de 10,000 dólares al año, y en una ciudad donde se tiene que pagar casi mil dólares por una humilde vivienda. En 1718 cuando fue fundada la ciudad, esta se encontraba al mismo nivel del río Mississippi, pues fue construida sobre sus sedimientos. Anualmente el río subía mientras que la ciudad se hundía 2.5 centímetros, así el Katrina los encontró a siete metros por debajo del nivel del río. Igual como en 1927 los residentes blancos seguían edificando sus casas en las zonas residenciales ubicadas en las partes altas de la ciudad, como por ejemplo Garden City, mientras que los afroamericanos e hispanos poblaban barrios de alto riesgo ubicados por debajo del nivel del río como, por ejemplo, Lower 9th Ward. El racismo a la vez, se hizo menos visible pero no desapareció. Bastaba visitar una de las más famosas calles de la ciudad de blues, la Borbon Street donde estaban ubicados los bares de moda, para darse cuenta que los clientes afroamericanos tenían que pagar más que los blancos y eran tratados con menos respeto. Así ha sido esta ciudad llamada el “diamante” de América con la marcada división entre “los que tenían dinero y los que no lo tenían o vivían al día” hasta que apareció el huracán Katrina que prácticamente sepultó la ciudad bajo 7 metros de agua. Desde el día 23 de Agosto cuando se supo que Katrina azotaría en 5 o 6 días Nueva Orleans, la mayoría de la población blanca empezó a abandonar la ciudad, esta vez, en sus carros, mientras que la mayoría de afroamericanos e hispanos sin disponer de movilidad propia o recursos suficientes tuvieron que permanecer en sus casas y resignarse. El gobierno federal, a pesar de las súplicas del alcalde Ray Nagin que clamaba ayuda, ya que más de 50,000 personas llevaban cinco días sin comer ni beber, no hizo nada para ayudar durante los tres días del azote del huracán, declarando “sálvense quien pueda”. Como resultado, se calcula que más de 10,000 personas en la mayoría pobres, ancianos, afroamericanos e hispanos perdieron la vida y el website del periódico local The Times – Picayune tiene más de 18,000 pedidos de búsqueda de personas desaparecidas. Hasta el momento, pese a que dijeron los habían evacuado nadie muestra lo que pasó a los presos en las cárceles de la zona devastada. Desde el día siguiente del huracán, desde México y Argentina pedían información al Diario La Prensa de Nueva York sobre presos que habían muerto encadenados en sus celdas. Ya el mundo se ha enterado lo sucedido en el estadio El Astrodome de Nueva Orleans donde la población fue ubicada para librarse del embate de Katrina.

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Allí, confundidos entre los muertos, fueron maltratados por la Guardia Nacional que los trató “como basura” o prisioneros, convirtiéndose la salvación en un campo de concentración donde hubo nacimientos, asesinatos, abortos y violaciones. Mientras tanto, los medios de comunicación a la vez siguieron su patrón racista: un hombre negro con un saco en sus brazos fue caracterizado como saqueador, mientras que el blanco, como un ser humano en búsqueda de la comida. La pregunta que flota en el aire es que si era inevitable esta catástrofe. Tiene una respuesta lógica de los ingenieros que consideran que fue previsible este desenlace después que en el 2003 el gobierno federal comenzó a desactivar el Proyecto de Control de las Inundaciones en el estado de Louisiana, aprobado por el congreso en 1995. La guerra en Irak y la lucha interna contra el terrorismo fueron los pretextos principales para reducir los fondos para fortalecer y aumentar los diques protectores de las inundaciones. En 2004 y 2005 el periódico local The Times – Pocayune advirtió que la ciudad estaba completamente desprotegida de las catástrofes naturales ya que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército tuvo que paralizar su labor de fortificación de diques del lago Ponchartrain y del río Mississippi debido a la recomendación del presidente Bush de desviar más del 80 por ciento de la suma asignada para la protección de Nueva Orleans a Irak. De acuerdo al especialista holandés en ingeniería civil Han Vrijling, esta decisión del gobierno de optar por la protección “débil” gastando el mínimo resultó en una tragedia. Explicó que Holanda tiene el 20 por ciento de su territorio bajo el nivel del mar y a pesar de que su territorio es minúsculo en comparación con Luisiana, gasta más dinero para aumentar los diques y construir grandes represas de protección que Estados Unidos. “Es la única forma de evitar las catástrofes”, concluyó. En realidad esta tragedia demostró que no solamente el gobierno falló en sus decisiones políticas para prevenir la tragedia sino todo el sistema de Defensa Civil del país era completamente inadecuado. La Guardia Nacional cuya misión principal era precisamente la defensa civil estaba completamente inepta para esta labor debido a la falta de entrenamiento y el envío de más de 3,000 mil de sus mejores efectivos a Irak con un 80 por ciento de la tecnología y maquinaria necesaria para las misiones de rescate. Y esto no solamente pasó en Luisiana sino también en Mississippi y Alabama que sufrieron el paso de Katrina. La guerra en Irak también produjo confusiones en la mentalidad de los militares de la Guardia Nacional para los cuales se borró la diferencia entre el enemigo externo y sus propios conciudadanos pobres y desesperados. Recibieron en Nueva Orleans la misma orden que en Irak y Bush lo dijo: “Tolerancia cero al saqueo” o “disparar para matar”. Es decir su propio pueblo se convirtió también en el enemigo, igual como ocurrió en los años 1970 en América Latina. Lo trágico de todo esto es la indiferencia y el abandono que mostró el gobierno federal y su líder, George Bush al pueblo golpeado y sufrido de Nueva Orleans. Este, recién se pronunció 48 horas después de ocurrir la peor desgracia en la historia de Estados Unidos. Posteriormente sobrevoló el territorio afectado en helicóptero presidencial sin atreverse de bajar en Nueva Orleans.

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También dio una propina de ayuda de unos 10 millones de dólares, mientras que se necesitan al menos 100 millones y la reconstrucción requerirá más de 100 mil millones de dólares. Su vicepresidente, Dick Cheney ni se molestó a interrumpir sus placenteras vacaciones. A su vez, cuando a todos los seres de conciencia se les hacia amargo llevarse un pedazo de pan a la boca o dormir en una cama, cuando miles languidecían en la zona afectada, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice fue vista en Nueva York por los periodistas, gastando unos 7,000 dólares en zapatos. Recién el domingo visitó una iglesia afroamericana. El asesor espiritual de Bush, el líder evangelista Pat Robertson quien pidió hace poco que asesinen Hugo Chávez y quien fue nombrado como un responsable del fondo para los damnificados por el presidente, ordenó a enviar biblias y latas de comida para el hambriento y desesperado pueblo de Nueva Orleans. Así funciona lo que Bush y sus seguidores llaman el “conservadurismo de compasión’: mucha solidaridad con los ricos y completa indiferencia hacia los pobres y peor aun si son negros o hispanos. Inmediatamente entran en los planes de gentrificación aislándolos cada día más en todos los pueblos que habitan y dejándolos desprotegidos durante los desastres nacionales. La naturaleza no lo perdona y carga su propio precio aunque a cuenta de los más pobres, ancianos y niños. Mientras en Irak cayeron más de 1800 soldados norteamericanos, aquí en la capital del jazz habrían perecido trágicamente más de 10,000 ciudadanos norteamericanos en su mayoría los afroamericanos e hispanos, víctimas del abandono, negligencia y el racismo. Sin embargo todo tiene sus consecuencias. La tragedia de 1927 aceleró la destrucción de la aristocracia de plantaciones, aceleró la inmigración de los afroamericanos al norte e hizo aumentar la intervención del gobierno que se convirtió en New Deal de Roosevelt que creó programas de apoyo a los desposeídos. Ahora el actual gobierno neoliberal, igual que sus súbditos están completamente lejanos al sentimiento de solidaridad y compasión y es difícil de predecir las consecuencias de efectos políticos de Katrina. Sin embargo, la madre naturaleza les ha dado un serio aviso sobre la necesidad urgente de un cambio de mentalidad y política. Y ya está en camino otro huracán bautizado Li para reforzar esta advertencia. [email protected]

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RELIGIOSIDAD CULPOSA Por Lilia Cisneros [email protected] Es cuando menos sorprendente –por no tachar de aberrante- la religiosidad en el discurso del presidente del país más poderoso cada vez que su torpeza aflora. Don Jorge (George Bush), ha bendecido antes de su muerte a los jóvenes combatientes en Irak, apeló a Dios para que el Congreso le aprobara aumento en los montos presupuestales para matar; y hoy luego de haber sido incapaz de interrumpir sus vacaciones, pide paciencia y bendice nuevamente a miles de víctimas de un desastre; que sin bien es cierto cae en el ámbito de lo natural, también implica una gran carga de culpa para los gobernantes de la gran potencia del planeta ¿Porque hasta hoy los grandes capitales transnacionales se suman a la condena popular contra un Estados Unidos reacio a suscribir todos los protocolos ambientales para evitar el calentamiento de la tierra? ¿Tendrá esto que ver con los muertos y los desesperados o con el monto de los seguros y reaseguros? ¿Son las cantidades exorbitantes que las aseguradoras deberán liquidar, la base de la molestia y la acelerada filtración de datos sobre negativas del gobierno de Bush para darle mantenimiento a los diques?

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El hecho derivado de esta religiosidad de apariencia es en sí mismo la reafirmación de los principios de la religión a la que se apela, en este caso la cristiana. Si en realidad el presidente de los Estados Unidos estuviera en el grupo de los escogidos y no en la multitud de los llamados, habría desempeñado su función ejercitando una de las responsabilidades esenciales que Dios le dio a su criatura: cuidar el planeta; dicho en términos bíblicos, ser un buen mayordomo de esta casa y de todo lo que ella contiene. En cambio este hombre ojijunto; además de darse golpes de pecho ignorando que no todo el que me diga Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, ha ocupado su tiempo en invadir los espacios de otros, robarles sus posesiones y cultura –con la cobardía adicional de enviar a otros a ejecutar su perversidad- y por supuesto desatender lo que es su responsabilidad primaria: el bienestar de su pueblo en donde la pobreza aumenta, la capacidad de discernir se extingue y la belicosidad es tan común como en los tiempos previos a la civilización.

En absoluto respeto a la creencia de cada quien, este tipo de apostatas han sido en la historia humana, el obstáculo más grande para religarse con el ser superior que de una forma u otra todos buscamos. Desde el paraíso original –contenido en las metáforas de prácticamente todas las religiones- hasta la concepción de la fuerza de Obi Wan, pasando por los sacrificios de propiciación judaicos o aztecas, la lucha entre opuestos es algo innegable en el universo; lo lamentable es que al liderazgo de los parias lleguen los mentirosos y cobardes quienes en su perversidad achacan las consecuencias de su incapacidad al destino manejado por el Supremo. Si vamos a llamar pan al pan, la intensidad de éste y otros muchos ciclones se debe el calentamiento del planeta y ello a su vez se vincula con las emisiones contaminantes producido en un gran volumen por los Estados Unidos. Son ellos, los dueños de las empresas enriquecidas con el trabajo y sudor de inmigrantes, quienes se han atrevido a cambiar el orden natural del planeta, a ciencia y paciencia de las estructuras gubernamentales; son ellos los que irresponsable y miopemente piensan que eso no podría haberles ocurrido, son ellos los que habrán de responder por la existencia cegada de millones de personas en el medio oriente, África y América Latina por una visión crematística de la vida, en la cual el dinero es mas importare que la propia vida.

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Son ellos quienes con todo su poder y su dinero tienen menos entendimiento que los muchos sojuzgados por su poder, son ellos los que cargarán con la culpa, a pesar de sus costosas campañas de imagen.

Derechos de propiedad, lo primero que resguardó Ante la tragedia Bush muestra lo peor de su rostro conservador JOHANN HARI THE INDEPENDENT - Martes 6 de septiembre de 2005 La inundación de Nueva Orleáns está convirtiéndose en la conciencia pública estadounidense, en el equivalente para George W. Bush de la crisis de los rehenes en Irán, en 1979: un repentino y desastroso hecho que pone al descubierto la incompetencia del presidente.

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Una imagen lo resume todo: mientras el presidente tocaba una guitarra ante una audiencia de megarricos que aportaron fondos para una causa republicana, a unos cientos de kilómetros de ahí, decenas de miles de personas -incluidos algunos de los más pobres de Estados Unidos- estaban atrapados en un desastre de película, debido a la falta de recursos para poder abandonar su lugar de residencia, antes del huracán. Es difícil describir a Bush como alguien que sigue una filosofía política. Es duro imaginarlo en un momento de lectura sobre las tesis de Milton Friedman y Freidrich Hayek. Vamos, no es fácil pensar que sea capaz de decir sus nombres. Pero en años recientes y en días posteriores al desastre, el presidente ha permanecido pegado a su guión ideológico tan estricto, que ha causado mayores desastres. La guía política de Bush fue puesta por escrito por un ideólogo de la derecha llamado Marvin Olasky, un hombre a quien el gobernante admira tanto, que hasta le escribió un elogioso prefacio a su libro Conservadurismo Compasivo. La filosofía de Olasky es simple: el gobierno debería hacer lo menos posible. El sector público es invariablemente ineficiente y, peor, moralmente corrupto. El gasto gubernamental sencillamente alienta a la gente a ser dependiente de los recursos oficiales, generando una especie de morfina para adictos a los subsidios, incapaces de confiar en sí mismos. Por eso el gasto en proyectos públicos debería ser llevado al mínimo. Una vez que eso suceda, la caridad privada y las empresas proveerán todos los servicios que el gobierno suele financiar, pero con "mayor eficiencia" y sin "problemas morales". Las únicas tareas del gobierno deben ser la seguridad en el exterior y los derechos de propiedad interna. Difícilmente Bush sigue esa filosofía cuando afecta a los ricos estadounidenses que cobran cuantiosas cantidades del presupuesto. Para mencionar sólo una: hay que recordar a la supercorporación Wal-Mart, que ha recibido mil millones de dólares en subsidios federales y estatales. Por el contrario, el presidente ha seguido devotamente esa filosofía cuando el gasto tiene que ver con la esfera pública. Esto puede ser visto en el largo camino de Katrina. Bush ignoró advertencias sobre la seguridad pública en Nueva Orleáns para cuidar los pasos de su guión prestablecido: recortes a la esfera pública. Congresistas de Luisiana trataron de conseguir más dinero para fortificar los diques de Nueva Orleáns contra las inundaciones, con base en informes que señalaban que el azote de los huracanes sobre la ciudad era una de las principales amenazas a la seguridad del país. El problema de esos congresistas fue que su argumento estaba en favor de un gobierno grande, sin beneficios inmediatos para las corporaciones, la antítesis de la filosofía que sigue Bush.

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Así es que, en vez de recibir más recursos, fue reducido 44 por ciento el presupuesto para financiar la construcción de los diques de Nueva Orleáns, a cargo del cuerpo de ingenieros del ejército. Además hubo otra parte de la "burocracia" que Bush decidió cortar para que el presidente pudiera reducir los impuestos de los más ricos. Se trata de la Agencia Federal para la Administración de Desastres (FEMA, por las siglas en inglés), la entidad diseñada para responder a desastres en el territorio continental estadounidense. El mandatario anunció que tareas centrales del FEMA debían ser canceladas para trasladarlas al sector privado. "Muchos están preocupados por la posibilidad de que la ayuda federal para desastres haya evolucionado hacia un programa sobredimensionado", afirmó alguna vez un vocero de Bush, en el más puro estilo de Olasky. Cuando el huracán estaba a 24 horas de impactar la costa del Golfo de México, Bush no abandonó sus dogmas. El procedimiento de evacuación fue privatizado. A la gente de la ciudad se le pidió sencillamente -por emisiones de radio- que saliera de la región, sin asistencia de la autoridad. Nada hizo el gobierno por ayudar a 150 mil personas tan quebradas económicamente que no podían agarrar sus cosas y abandonar Nueva Orleáns. Esto, presumiblemente, hubiera sido "moralmente corrupto". Cuando las aguas inundaron la ciudad del jazz y el blues, Bush no dio un paso atrás. Los derechos de propiedad fueron lo primero que protegió. Los saqueos fueron vistos como un peligro mayor que el aumento en el nivel del agua, las enfermedades y el hambre en el Superdome. La mirada de las tropas se desvió de las misiones de búsqueda y rescate de personas a impedir que gente hambrienta y sedienta irrumpiera en supermercados y tiendas de abarrotes. Esta imagen podrá pasar a la historia como un símbolo del conservadurismo gubernamental que pone a la propiedad por encima de las personas. La segunda respuesta fue de tipo ideológico: demandar la caridad del sector privado. En el momento en que la gente miró hacia la administración pública en espera de asistencia urgente, el presidente sugirió dar dinero a las entidades regionales caritativas. Pero no se trató de cualquier organización de ese tipo. El sitio en Internet de FEMA fue vinculado a la Cruz Roja y a la Operación Bendición del evangelista de ultraderecha Pat Robertson. Un gobierno pasivo que sirve sólo a los intereses de las corporaciones no puede resolver problemas. Esto es algo visto. En 1927 el Mississippi se desbordó y un millar de personas, sobre todo negros pobres, se ahogaron. El presidente Calvin Coolidge mostró una indiferencia casi total por Nueva Orleáns. El pueblo estadunidense se sorprendió de que el rescate quedara en manos de la Cruz Roja y que el gobierno no financiara el alivio de refugiados y la reconstrucción de viviendas. En 2001, un amigo y consejero de Bush, Grover Norquist, dijo que la fuerza del movimiento en favor del conservadurismo recortaría al gobierno hasta tal punto que la administración federal pudiera ser lanzada por el desagüe de una tina. Pero lo que sucedió fue que la bañera en Nueva Orleáns estaba llena de gente. Y puede ser que Bush y su filosofía también acaben ahogados. Traducción: Guillermo García

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Kevin Hassett Impacto de 'Katrina'

Colaborador Invitado. Los estadounidenses tienen mucha experiencia con los huracanes. "Katrina" fue el número 95 que se abatió sobre Estados Unidos desde 1947 Una de las cosas que esta experiencia nos ha enseñado es que a la devastación ha seguido con frecuencia una mayor actividad económica conforme las comunidades afectadas se reagrupan. Pero el caso de Katrina será distinto. Un huracán típico causa considerables daños cuando llega a tierra, y luego se disipa a medida que avanza hacia el interior. Cuando el huracán se va, la reconstrucción comienza casi de inmediato, y, paradójicamente, esto puede ser muy estimulante. Douglas Woodward, economista de la Universidad de Carolina del Sur que ha estudiado el efecto de los huracanes en las economías locales, llama a estos fenómenos meteorológicos "proyectos dados por Dios para hacer trabajar". Cuando la gente sale a reparar techos, construir nuevas viviendas, remover escombros y reemplazar artículos dañados, la economía se beneficia.

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Efecto paradójico Durante la Navidad posterior a la llegada del huracán "Andrew" al sur de Florida, en 1992, las ventas minoristas en el área del condado de Miami-Dade subieron 10 veces más rápido que las del país en su conjunto. Varias cadenas nacionales dijeron que sus tiendas del condado sureño Dade eran las de mejor desempeño del país, según el diario Miami Herald. Cuando los huracanes "Ivan" y "Frances" llegaron a la costa del Golfo en septiembre, el gasto en construcción bajó ligeramente un mes después, pero luego subió 1.4 por ciento y 4.5 por ciento en los dos meses siguientes. Este paradójico beneficio económico puede verse también a gran escala. Woodward halló que la campaña de reconstrucción de Carolina del Sur tras el huracán "Hugo" en 1989 demoró el inicio de la recesión de principios de los 90 para el estado. La Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos no calcula los efectos de un desastre en la economía nacional, pero mi propio análisis del producto interno bruto de 1947 al 2005 muestra que, con un retraso de dos trimestres, un huracán impulsa el crecimiento 0.3 puntos porcentuales. Similarmente, cuando una tormenta de la fuerza de un huracán llegó a Dinamarca en diciembre de 1999, causando extensos y severos daños, el ministerio danés de Finanzas calculó que el efecto de la tormenta impulsaría el PIB 0.8 por ciento en el 2000, y un 0.3 por ciento adicional en el 2001. Estimular el crecimiento Los economistas Mark Skidmore, de la Universidad de Wisconsin- Whitewater, e Hideki Toya, de Nagoya City University en Japón realizaron una comparación del crecimiento económico entre varios países de 1960 a 1990 para investigar el efecto a largo plazo de desastres climáticos como los huracanes. Hallaron que un incremento de una desviación estándar en estos sucesos aumenta el ritmo de crecimiento promedio anual alrededor de medio punto porcentual. Incluso cuando muchos otros factores que influyen en el crecimiento se incluyen en el análisis, la relación persiste. Esta experiencia quizá explique por qué los mercados se encogieron de hombros ante el terrible daño de la semana pasada. Pero "Katrina" será distinto por varias razones. Primero, "Katrina" afectó considerablemente la producción de petróleo, gas natural y electricidad. "Si la siguiente semana revela que las pérdidas son tan grandes como algunos temen, esta será una de las mayores crisis energéticas desde los 70, quizá incluso la mayor", escribió el experto en energía Daniel Yergin en el Wall Street Journal la semana pasada.

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Efectos crónicos En el pasado las crisis de suministro energético han sido asociadas con considerables desaceleraciones económicas. Es fácil prever escenarios de crisis de suministro bastante terribles. Si la gente cae presa del pánico y empieza a acumular gasolina, las existencias desaparecerán y los precios alcanzarán niveles todavía más elevados de los que hemos visto. El efecto en la economía podría ser doloroso. Y aunque la liberación de reservas estratégicas de petróleo ciertamente aliviará el efecto, los suministros mundiales son tan reducidos con respecto a la demanda que fuertes incrementos en los precios siguen siendo posibles. En segundo lugar "Katrina" llevó al cierre del puerto de Nueva Orleáns, y hasta el 2 de septiembre todavía no se sabía cuándo será reabierto. Ese puerto es quizá el más importante de Estados Unidos, y es un conducto clave para las exportaciones derivadas de la producción a lo largo del río Mississippi, desde el Golfo de México hasta Minnesota. Muchas compañías tendrán que encontrar otra forma de sacar sus productos. Este desvío inevitablemente aumentará los precios de las exportaciones estadounidenses y causará un daño real a los productores. Tercero, a diferencia de otros huracanes, "Katrina" todavía no desaparece. Aunque gran parte de Alabama y Mississippi ya pueden empezar sus tareas de reconstrucción, Nueva Orleáns sigue cubierta de agua. No podemos ver el "efecto Home Depot" porque las aguas seguirán inundando gran parte del área que debe ser reconstruida. Mientras esperamos, las empresas productivas privadas en el área de Nueva Orleáns han sido efectivamente paralizadas, costándole a Estados Unidos unos US$1.000 millones a la semana en PIB perdido. Aunque pasados huracanes generaron un incremento en la actividad económica tras un trimestre, la brecha entre huracán y tiempos mejores será mucho más prolongada esta vez. El efecto negativo de "Katrina" podrá sentirse hasta entrado el 2006. Kevin Hassett es director de estudios de política económica en American Enterprise Institute. Fue el principal asesor económico del senador republicano John McCain de Arizona durante las elecciones primarias del 2000. Las opiniones que aquí expresa son propias. Publicado en el Periódico Reforma de la Ciudad de México

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Encarece gas natural 106% en último año Fijan su precio en 9.87 dólares para septiembre del 2005 Por Karla Rodríguez Grupo Reforma Ciudad de México (3 septiembre 2005).- El precio de referencia del gas natural oficial para septiembre se fijó en 9.87 dólares por millón de BTUs, el más alto de la historia, informaron distribuidores del combustible y cifras de Pemex.

Hasta ayer, la Comisión Reguladora de Energía (CRE), encargada de difundir esa información, evitó dar a conocer el nuevo precio, que supera la marca de 9.57 dólares por unidad fijada como precio de referencia en enero del 2001. El nuevo precio, que es 106 por ciento más alto que el de septiembre del 2004 y 36 por ciento superior al de agosto pasado, genera ingresos directos a las arcas de Pemex y será cobrado en el rubro de "Precio de Adquisición" incluido en las facturas residenciales. "Este precio es verdaderamente insostenible para la planta productiva", advirtió Alberto Fernández Garza, presidente de la Cámara de la Industria de la Transformación de Nuevo León, Caintra. Este incremento en el precio del gas, resaltó, también afectará las tarifas eléctricas que pagan los industriales, comercios y hogares de alto consumo. "Lo estamos resintiendo doblemente, tanto por el incremento del precio del gas, como por el de la electricidad que también se verá severamente afectada.

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"Lamentablemente anticipamos pérdida de empleos antes de que termine el año sobre todo en industrias muy intensivas en uso de gas como el vidrio, cerámico, papel, fundición", advierte Fernández. En el caso de la Ciudad de México, considerando los factores de adquisición y distribución, entre otros, el aumento acumulado de septiembre de 2004 a septiembre del 2005 ha sido, para usuarios residenciales, de 48 por ciento, en un consumo promedio de 60 metros cúbicos mensuales. Asimismo, para los usuarios comerciales el alza ha sido de casi 70 por ciento, y para los industriales rebasó el 84 por ciento. Las alzas en el precio del combustible que cobra Pemex a los consumidores a través de las distribuidoras, responde en parte a que Pemex no eleva significativamente la producción nacional de gas natural, resalta Marcelo Chauvet. Ello provoca una escasez en Norteamérica, que ante eventualidades como el huracán Katrina, dispara el precio del combustible en Estados Unidos, mercado que México toma como referencia ante la inexistencia de uno nacional, añade el director de la consultora energética Emotion. Pero lejos de crearle un problema, los ingresos de la petrolera paraestatal crecen por esta causa. El monto de las ventas de Pemex Gas y Petroquímica Básica aumentó 7 por ciento entre el primer semestre de este año y el mismo lapso del año pasado. De enero a junio de 2005 sumaron 92 mil 865 millones de pesos, de los cuales, alrededor de 60 por ciento provienen de la venta de gas natural. Por otro lado, el director de Pemex Refinación, Juan bueno Torio, dijo que el abasto de de gasolina y diesel en el País está garantizado, pese a los efectos del huracán Katrina en EU, pues la planta de la empresa, ubicada en Deer Park, Texas, está lejos de la zona afectada. Por: Jonathan Ruiz, Alberto Barrientos y Silvia Olvera

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Nuestro Tsunami Se Llamó Katrina Comité de Acción Política Lyndon LaRouche P.O. BOX 6157 LEESBURG, VA 20178 800-929 7566 www.larouchepac.com Comunicado de prensa De circulación inmediata Contacto: Gretchen Small Tel: 1-800-929-7566 Nuestro Tsunami Se Llamó Katrina por Lyndon H. LaRouche 31 de agosto de 2005. El horror absoluto de esa catástrofe humana que estaba gestando la horrible negligencia continua de la camarilla de Bush y Cheney en las semanas previas, durante y después de la catástrofe natural del "tsunami americano" Katrina, ya ha desencadenado ondas de choque políticas con consecuencias humanas y materiales mucho mayores que las de los sucesos del 11 de septiembre de 2001.

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Las secuelas de lo que son ya los horrores inevitables que los próximos días deparan, habrán de medirse principalmente por sus consecuencias humanitarias, físicas y político-psicológicas, la combinación de las cuales será de la mayor importancia para el futuro del actual Gobierno de Estados Unidos de América, y también tendrá implicaciones ominosas para los gobiernos del mundo entero. El 2 de agosto fue emitida la advertencia general de que debíamos esperar que tormentas de envergadura azotaran las costas sureñas de EU en el período inmediato. Esa advertencia debió impulsar al Presidente de EUA a ordenarle a la Guardia Nacional, a la FEMA (Agencia Federal para el Manejo de Emergencias) y a otras instituciones pertinentes, que prepararan un plan operativo inmediato de medidas precautorias, preventivas y de emergencia para bregar con todas las contingencias obvias de un suceso probable "como el de Camille". Ahora vemos claramente que esos preparativos de emergencia con urgencia necesarios no se hicieron. Esta enorme catástrofe humana ocurrió, más que nada, porque el Gobierno de Bush y Cheney decidió, adrede, permitir que la advertencia clara de una mera catástrofe natural deviniese en la vasta catástrofe humana actual. Por desgracia, el Presidente estaba de vacaciones permanentes, según parece; lo malo es que el Vicepresidente no. Siguiendo el procedimiento típico, el Presidente de EUA hubiera puesto el 2 de agosto de 2005 o durante el informe matutino del día siguiente al general de tres o cuatro estrellas del caso, con una orden presidencial, a cargo de un equipo especial de emergencia con Cuerpos de Ingenieros y fuerzas de la Guardia Nacional reforzados, en cooperación con la FEMA, a fin de diseñar un plan de batalla inmediato, a la espera de que sobreviniera el peor de los casos en uno o varios sucesos "estilo Camille" en Florida y a lo largo de la costa del Caribe, para los meses de agosto y septiembre. A consecuencia de esta negligencia —a menos que haya una intervención con medidas de rescate milagrosas hoy improbables—, las vidas de mucho más de 100.000 estadounidenses peligran en lo inmediato, en los próximos días, por el progreso de efectos directos e indirectos combinados. Hasta ahora, la actual pose de afectación que adoptó el Gobierno de Bush y Cheney mientras los tiburones nadan entre los cuerpos que flotan en las calles de Nueva Orleans, servirá de poco para bregar con la catástrofe humana inminente que hay en las zonas directamente afectadas ahora. Los equipos de rescate que debieron desplegarse días antes en preparación para el azote de Katrina, estaban concentrados principalmente en las unidades de la Guardia Nacional apostadas, junto con sus capacidades de rescate por helicóptero, en Iraq. No obstante, la culpa del presidente Bush, cuya mente está de vaciones, y las inclinaciones hiperactivas del vicepresidente Cheney, quien se ha dado a la tarea de remplazar la mente en vacaciones perpetuas del Presidente, no es más que el aporte relativamente más reciente a la vasta catástrofe humana, económica y de otra índole que ahora supura hacia el norte desde las costas de Alabama, Misisipí y Luisiana. En este momento está destruyéndose una parte de EU que afecta directamente a millones de nuestros congéneres.

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Más allá del horror absoluto de lo que pudo haberse evitado, aun en el tiempo con el que contó el presidente George W. Bush hijo desde que Katrina dejó la península de Florida, por décadas ha habido una negligencia del Gobierno de EU y muchos otros, una negligencia que en gran medida deriva de un cambio de paradigma cultural en EUA que nos desvió de ser la principal economía física del mundo, a nuestra condición actual de una nación de chozas de virtual trabajo esclavo y enormes cassinos, en donde alguna vez moró una parte esencial de la otrora potencia agroindustrial más grande del mundo. En las varias décadas de viraje, desde aproximadamente 1967-68, de ser una economía orientada a la producción a una de "servicios", como la llaman, hemos permitido la destrucción de la calidad del empleo productivo y la vida comunitaria que fuera nuestra norma nacional de referencia para la aplicación de nuestro principio constitucional de fomento al bienestar general de la población de EUA y su posteridad. En nuestro ahínco por conseguir mano de obra cada vez más barata e impuestos más bajos, hemos destruido de manera continua las industrias, las granjas y la infraestructura económica básica de EUA, en un período de alrededor de treinta años. En ese proceso, como vemos en las condiciones tercermundistas que surgieron junto a los paraísos de apuestas de Luisiana y otros estados antes orgullosos, hemos acumulado una pauta de negligencia que permitió que un fenómeno natural como "al estilo del de Camille" redujera a toda una región de EU a lo largo de la costa caribeña, a un espectáculo como el que causó un tsunami mortal cuando azotó las regiones costeras de Indonesia, Tailandia, Sri Lanka, Bangladesh e India. Estos cambios de las últimas tres décadas y pico, combinados con el grado de indolencia del régimen de Bush y Cheney, equivalen a una crasa negligencia que basta para emprender un juicio de destitución; esta negligencia ha generado un margen de efectos que prometen ser peores que los del 11 de septiembre de 2001, a lo menos. La catástrofe natural, como decía Platón, rebasó la capacidad actual del hombre para evitarla; la catástrofe mayor fue obra de la conducta antinatural de la dirigencia representada por el Presidente y su patente jefe, el Vicepresidente.

Entre tanto, en Europa Al comparar los sucesos de los últimos días aquí en EUA con la situación corriente de formas similares de catástrofes en Asia, encaramos nuestra reminiscencia de la ventaja de la que llegó a gozar la civilización europea moderna sobre Asia, por ejemplo, a resultas de fundar la forma moderna del Estado nacional republicano soberano en el principio de la ley suprema del bien común. Éste es el principio de fomento a nuestro bienestar general y el de nuestra posteridad en la ley suprema de nuestra república:

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el preámbulo de nuestra Constitución federal. Este mismo principio penetra, por lo general con menor autoridad, aunque no obstante está presente, en todas las buenas naciones de la Europa moderna, en especial desde el Tratado de Westfalia de 1648. Este principio de ley natural también se conoce como el principio cristiano del bien común, como el principio supremo de la ley natural al que todo gobierno y todo pueblo debe obedecer. Este principio ha sido el secreto de todo logro económico y relacionado en el fomento al mejoramiento de las condiciones de vida y la libertad de los pueblos de la civilización europea, y de dondequiera que se comparta la admiración por este mismo principio, como entre los judíos y los musulmanes, así como entre los cristianos. En la actualidad lo que dizque es la ley superior de la codicia individual, algunas veces llamada "el valor del accionista", ha subvertido de forma sistemática nuestra Constitución federal, remplazando el derecho estadounidense con la doctrina jurídica lockeana que establece el preámbulo de la constitución de esa conspiración de los esclavistas conocida como los Estados Confederados de América. Al presente, tanto en las campañas políticas en Alemania y otras partes de Europa, como aquí en el propio EUA, ese gran principio moral de que han dependido todos los grandes logros de la civilización europea moderna en materia de derechos humanos y prosperidad, corre grave peligro. Impera la ley de la selva, como vemos en los peores casos de Estados en Asia y África, y como la misma ley de la selva destruye a troche y moche a América Central y del Sur. Es ese mismo instinto depredador, la ley de la selva socioeconómica, el que ha representado el corazón y el alma del Gobierno de Bush y Cheney, aun antes de las tentativas de Bush por violar el sistema del Seguro Social —el cual tiene como premisa el principio cristiano del bienestar general— en el 2005, la política de Bush que ha sido la verdadera inspiración espiritual de la negligencia catástrofica que su equipo con Cheney ha infligido: la catástrofe humana encima de la catástrofe natural ordinaria de Katrina. En cuanto a este asunto moral, como lo refleja la horrible negligencia del equipo de Bush y Cheney, toda la humanidad peligra, pues la mayor crisis financiera de la historia moderna se cierne ahora, no sólo sobre EUA, sino sobre el mundo entero. Paid for by the Lyndon LaRouche PAC and Not Authorized by Any Candidate or Candidate's Committee

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Insuficiencia de Transporte para evacuar New Orleans

Nueva Orleans, Estados Unidos (1 septiembre 2005).- "Para todos los intentos y los propósitos, Nueva Orleáns no existe", aseguró Walter Manssur, un funcionario de la ciudad de Baton Rouge. Por José Díaz Briseño/ corresponsal Grupo Reforma "En las próximas 24 horas Baton Rouge se convertirá en la ciudad de Nueva Orleans", agregó. Con la llegada de decenas de miles de refugiados de Nueva Orleans, la vida de esta pequeña capital sureña se ha transformado en menos de tres días en la vida de un gran dormitorio. El tráfico en las avenidas y calles de Baton Rouge delata que la mayoría de las 700 mil personas evacuadas de Nueva Orleans han encontrado en la capital de apenas 220 mil personas un especie de hogar temporal del desastre. Todo tipo de gente ha llegado a Baton Rouge, lo atestiguan los 22 refugios en escuelas y parroquias que la Cruz Roja ha establecido por toda la ciudad en beneficio quienes no tienen a donde ir tras la inundación del puerto. Moteles sin electricidad y hoteles de cinco estrellas están ocupados por igual por refugiados de Nueva Orleans que por los equipos de rescate, Policía y bomberos que han venido desde lugares como Washington y Florida

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"Los que no salieron de Nueva Orleans son la gente que por ser pobre no tiene a donde irse", apunta Margaret, una mujer de origen indonesio residente en Nueva Orleans desde 1959. "Hay gente que no tiene ni para el viaje". El mercado de rentas en esta capital de Baton Rouge se ha reactivado en los últimos días pues muchos residentes de Nueva Orleans han decidido explorar rentar mejor algo por tiempo prolongado, reportó un diario local. No sólo han sido personas, sino organizaciones enteras las que han tenido que reubicarse en Baton Rouge en tanto la Guardia Costera, la Marina, la Guardia Nacional de EU y otros cuerpos de rescate estabilizan Nueva Orleans. El equipo completo del periódico local, el Times-Picayune de Nueva Orleans, abandonó el lunes la ciudad para trasladarse a Baton Rouge desde donde en unas oficinas dentro de un centro comercial continúan con la edición. "No hemos dejado de publicar", comenta Manuel Torres, un editor de operaciones dentro del diario al tiempo que hacía los arreglos con una agencia de renta de autos para alquilar dieciocho vehículos. "Hemos sacado el periódico en edición digital en nuestro sitio de Internet", dijo orgulloso, al tiempo que recomendaba comprar un chaleco salvavidas para todo aquel que quisiera aproximarse a Nueva Orleans. Al igual que los autos de renta, otros bienes más básicos como botellas de agua son tan escasos en las tiendas de conveniencia que los dependientes no se atreven a decir una fecha de cuándo podrían surtirse. "Abunda la miseria", tituló The Advocate, el diario local de Baton Rouge, refiriéndose a Nueva Orleans pero que sintetiza también el sentimiento que cunde igual en las pláticas de cafetería que en las publicaciones. Por la carretera interestatal número diez, que conecta con Nuevo Orleans aún es frecuente ver circular carros repletos de familias que se dirigen a lugares tan lejanos como Memphis en Tennessee o Atlanta en Georgia. Coordina Pentágono respuesta El Pentágono preparó una misión de rescate y ayuda humanitaria posiblemente sin precedentes en la historia del país, que incluye desde barcos de la marina hasta helicópteros del Ejército y un buque hospital. Los militares aportan sobre todo ayuda en las búsquedas y rescates, asistencia médica y suministros para respaldar a la Agencia Federal de Administración de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) y las autoridades estatales de Louisiana, Misisipi y Alabama.

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Ayer por la mañana, cuatro barcos de la marina cargados de suministros como agua potable, alimentos, medicinas y jabón, se preparaban para partir desde Virginia. Además, el barco hospital USNS Comforf partió a la costa del Golfo de México y ocho equipos de comandos de la armada fueron despachados a Lafayette para ayudar a evacuar a los residentes de sus viviendas y vecindarios inundados.

Jorge Zepeda Patterson 04 de septiembre de 2005 Nueva Orleáns UN soldado afirma: "Esto no parece una ciudad de Estados Unidos", mientras contempla el panorama de desolación que ha dejado Katrina a su paso por Nueva Orleáns. Y se refiere no solamente a los edificios destruidos y las calles sumergidas en la inmundicia y el lodo, sino a la conducta salvaje y la descomposición social que refleja la reacción de muchos sobrevivientes. Al principio las actitudes desesperadas parecían justificarse. El pillaje se generalizó a lo largo de la semana, cuando los alimentos y el agua potable empezaron a escasear. Difícilmente podía cuestionarse que un padre tomase de una tienda lo necesario para sobrevivir luego de perder su casa. Pero pronto el fenómeno adquirió ribetes violentos y crueles más propios de una película "del día siguiente" o de Mad Max.

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El pillaje hormiga evolucionó pronto al robo por codicia, a la violencia gratuita, la destrucción deliberada y al abuso sobre el más débil. Algunas zonas de la ciudad fueron controladas por bandas armadas, que tiroteaban a los sobrevivientes y violaban a las mujeres. El miércoles el alcalde de la ciudad, Ray Naguin, tuvo que ordenar a la policía que suspendiera las tareas de búsqueda y de rescate, para que se dedicara a restablecer el orden. No lo consiguió. Un día después llegó un contingente militar procedente de Irak con órdenes de tirar a matar. Y sin embargo, la aparición de bandas criminales no es el peor dato en materia de conducta humana que deja esta tragedia. Es ampliamente conocida la marginalidad y la pobreza de esta zona, y la tradición de siglos que ha tenido la región de los pantanos para conservar conductas que bordean los márgenes de la ley. Algunos barrios de Nueva Orleáns son famosos por tener una vida nocturna controlada por distintos sindicatos del crimen. Lo peor no es pues la emergencia de estos delincuentes en busca de una oportunidad para imponer su voluntad. No, lo peor es la reacción de muchos individuos, comunes y corrientes, a quienes la situación límite ha convertido en verdugos de su prójimo. Aunque los medios de comunicación han dado más atención a los delitos de las bandas criminales, a lo largo de la información se advierte una cantidad de incidentes mucho más preocupantes. Un padre de familia que arrebata un automóvil a punta de pistola, ambulancias que son tiroteadas para usarlas como vehículos de escape, violaciones en los baños de los albergues, disparos a un policía que quiere poner orden en una cola de abastecimiento, intento de tomar por asalto las provisiones de un hospital. Todas estas no son acciones de bandas criminales, sino de ciudadanos que buscan sobrevivir sin importarles las consecuencias. Habría que preguntarse las razones por las cuales la tragedia ha dado lugar a un comportamiento tan egoísta en esta situación límite. Por lo general, los desastres naturales en nuestros países dan lugar a una solidaridad espontánea y generalizada. Recuerdo el temblor del 85 o la devastación de Gilberto en Quintana Roo, en que las víctimas se ayudaban unas a otras durante el siniestro o posteriormente en los albergues. Comportamiento similar han mostrado otras comunidades de América Latina en situaciones similares. Pero no ha sido el caso en Nueva Orleáns. Si bien no faltan ejemplos admirables de sacrificio personal, llama la atención la cantidad de individuos que se convirtieron en George Constanza (Seinfield) o Sawyer (Lost) en el marco de la crisis: personas capaces de pasar por encima de una anciana o despojar a un niño para asegurar su sobrevivencia. Lo que estamos viendo es el peor rostro de una sociedad que ha llevado al límite la noción de competencia, y ha convertido el éxito personal en objeto de adoración. Los estadounidenses han favorecido una visión que privilegia al individuo frente a la sociedad. La mentalidad de cowboy y la obsesión por poseer un arma, por ejemplo, son síntomas de una sociedad en la que las personas piensan primero en sí mismas y enfatizan las soluciones individuales. La cultura de negocios y los libros gerenciales premian a las actitudes "agresivas", a los ejecutivos calculadores y de pulso frío, a los tiburones de las tomas hostiles.

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Desde esa perspectiva, tendríamos que concluir que el hombre que utiliza una pistola para arrebatar el vehículo de otro con el fin de proteger a su familia está haciendo exactamente lo mismo que hizo Estados Unidos al invadir a Irak: utilizando su fuerza para imponer al más débil sus propios intereses. El gobierno ha mostrado a sus ciudadanos que es válido bombardear otras tierras y destruir un país distante porque se necesita controlar el petróleo y porque había que deshacerse de un gobierno desafecto. Con ese ejemplo, no es de extrañar que un ciudadano justifique despojar a otro de algo que considera imprescindible para su sobrevivencia. Ver por el interés propio e inmediato, a costa de los demás, es justamente lo que ha hecho Bush al negarse a firmar el Protocolo de Kioto (un acuerdo internacional para establecer normas para disminuir el cambio climático). A pesar de ser el principal contaminador, Estados Unidos rechaza suscribirlo porque ello disminuiría los márgenes de utilidad de los negocios. No deja de ser paradójico que ahora, con el golpe de Katrina, termina siendo víctima de su propio egoísmo. Hace un par de meses un artículo de Nacional Geographic afirmaba que en los últimos 10 años la intensidad y frecuencia de los huracanes casi se ha doblado. En la próxima década serán peores. La tragedia de Nueva Orleáns es una lección por partida doble de la forma en que el egoísmo termina por cobrar la factura. El soldado recién llegado de Irak contempla el panorama devastado de Louisiana y afirma que eso no se parece a Estados Unidos. Pero se equivoca: simplemente es la otra cara, el lado oscuro y destilado del american way of life. Economista y sociólogo. [email protected]

Isabel Turrent Katrina entre nosotros Reforma.com

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En unas horas, el huracán Katrina destruyó todo lo que encontró a su paso. Nueva Orleáns dejó de existir. Junto con ella, desaparecieron plataformas petroleras y varias refinerías sufrieron tales daños, que están cerradas. El precio del barril de petróleo se disparó hasta casi 70 dólares. Los daños que padeció Nueva Orleáns y el impacto del huracán en la producción de hidrocarburos, sobre los cuales descansa el funcionamiento de las sociedades industriales, han arrojado ya lecciones fundamentales. Como el tsunami que devastó hace meses el sudeste asiático, Katrina ha mostrado la debilidad de los cimientos que sostienen nuestra infundada creencia en el poder de la tecnología moderna. A la vez, lo sucedido en el sur de Estados Unidos ha evidenciado una vez más, el impacto negativo de políticas irracionales sobre el equilibrio ecológico del planeta. En Estados Unidos, la devastación provocada por Katrina ha dejado de manifiesto de nuevo, la ineficacia del gobierno de George W. Bush y el costo de elegir para un alto cargo público a un hombre ignorante, con base en variables ideológicas que nada tienen que ver con el talento político y la eficacia. En su primera respuesta a la tragedia, un comunicado televisivo tardío y superficial, el Presidente mostró, de acuerdo con el New York Times, una complacencia incomprensible que oculta su abismal ignorancia e incapacidad para lidiar con una tragedia humana y material del calibre de lo ocurrido en la región que alberga a Nueva Orleáns. Día a día, la prensa norteamericana ha descubierto los errores que permitieron que los daños del huracán se multiplicaran -como el descuido en el mantenimiento de los diques de Nueva Orleáns- y que obstaculizaron las labores de rescate -como el hecho de que el gobierno hubiera desplazado a un tercio de la Guardia Nacional de Louisiana a Iraq. Los daños ocasionados por el huracán ponen de manifiesto, además, el altísimo precio de colocar el equilibrio ecológico en el último escalafón de la agenda política. Bush ha puesto en duda el calentamiento del planeta y sus evidentes consecuencias, y se ha negado a firmar el protocolo de Kioto. Ha sustentado su conveniente ceguera ecológica, al servicio de los intereses de grupos industriales que apoyan al Partido Republicano, en la naturaleza irregular y a largo plazo del calentamiento terrestre. Quienes, como Bush, niegan el fenómeno, han señalado que la temperatura de la atmósfera del planeta es cambiante y que sube en algunos años y baja en otros. Lo que Bush y sus asesores en materia ecológica no han querido ver es que tras esos cambios existe, en efecto, una tendencia al alza de la temperatura atmosférica y que la única duda que abrigan quienes han observado esta tendencia es la cifra en que se elevará esa temperatura en el siglo XXI. Lo grave es que, aun si el calentamiento no rebasa el mínimo previsto por los científicos -1.5 grados-, los efectos sobre el planeta entero serán gravísimos. De acuerdo con estudiosos como Jared Diamond, esa elevación mínima sería suficiente para derretir gran parte de las nieves que cubren cadenas montañosas que proveen de agua a amplias regiones del mundo. En zonas que son ya áridas o calientes, este proceso agudizará la escasez de líquido. En las regiones costeras, el peligro será de la magnitud de lo ocurrido en Nueva Orleáns. Los mares contienen el 97 por ciento del total del agua de nuestro planeta; del 3 por ciento que es dulce, dos tercios está atrapada en los glaciares y en la nieve que cubre los polos. El calentamiento terrestre derretirá parte de ese líquido que se perderá en el mar.

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La elevación del nivel de los océanos pondría en peligro las regiones costeras bajas y los deltas de los ríos, donde viven millones de seres humanos. Holanda, Bangladesh, numerosas islas del Pacífico, grandes porciones del Este de los EEUU y las desembocaduras del Nilo y el Mekong, entre otros muchos deltas, padecerían inundaciones como la que asoló Nueva Orleáns. Katrina golpeó de frente el modo de gobernar de Bush cuyo objetivo fundamental es ganar elecciones. Washington relegó a la ecología bajo su propio riesgo: muchos expertos han advertido por años, que el calentamiento global tiende a elevar la intensidad de los huracanes. El calentamiento terrestre y sus consecuencias, no son fenómenos naturales inevitables: son resultado de la devastación ecológica que ha acompañado nuestra historia desde la aparición de comunidades humanas en el planeta. El deterioro se ha multiplicado con el explosivo crecimiento demográfico de las últimas centurias. A la deforestación acelerada, hay que sumar la emisión de gases que dañan la capa de ozono de la atmósfera o que absorben la luz solar generando un mayor calentamiento atmosférico, como el bióxido de carbono que libera la respiración de billones de seres humanos y animales, y la combustión. Las lecciones de Katrina nos tocan directamente. En México, el equilibrio del medio ambiente se maneja como una preocupación exótica y secundaria. El interés de la opinión pública y la dedicación de los políticos, se eleva cuando un medio prestigioso como Reforma descubre el resumidero de basura en que se ha convertido el cañón del Sumidero o la altísima contaminación de muchas playas en los principales centros turísticos del país. Si el asunto merece más de una mención en primera plana, lo que parecía imposible se logra: el cañón del Sumidero se limpia de basura. Y luego, el asunto se olvida. Sin embargo, el olvido y el descuido del medio ambiente han resultado ya muy costosos para el país: la basura, omnipresente en calles, carreteras, playas y montañas del país, es tan sólo el menor de los problemas ecológicos de México. Problema creciente, por cierto, porque se multiplicará conforme el modo de vida del primer mundo se contagie a más mexicanos, vía mayores ingresos o por medio del llamado "efecto demostración": los habitantes de los países desarrollados generan 32 veces más basura que los del Tercer Mundo. Los mexicanos hemos deforestado una buena parte de nuestro territorio; hemos contaminado nuestros ríos y nuestros mares; usado irracionalmente el agua, y explotado nuestra riqueza petrolera sin ninguna consideración ecológica. La capital del país es un desastre ambiental. Los índices de contaminación son altísimos y crecientes y con "soluciones" como los "segundos pisos", aumentará el número de automóviles sin resolver los nudos del tráfico. Como en Los Ángeles, donde se han multiplicado los segundos y los terceros pisos, las obras del Periférico serán rebasadas a muy corto plazo por el incremento de automóviles, y los sufridos ciudadanos del DF seguirán dedicando horas del día a circular a vuelta de rueda. En Los Ángeles, el ciudadano promedio pasa 368 horas al año lidiando con embotellamientos: ¿ha calculado usted cuantas horas inútiles ha pasado estacionado en el Periférico en los últimos tres años, gracias a las obras de López Obrador?

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Por último, el calentamiento de la atmósfera terrestre nos afectará directamente. Huracanes de mayor intensidad causarán aún más devastación en el sureste de México y las costas del país sufrirán erosión e inundaciones con la elevación del nivel del mar. Los destrozos en Nueva Orleáns son las barbas del vecino. La ecología debe ocupar un lugar prioritario en la agenda nacional. Correo electrónico: [email protected]

José Luis Lezama Nueva Orleáns Nueva Orleáns nos enseña que no basta con el desencadenamiento de las fuerzas de la naturaleza para hacer que un desastre natural ascienda al nivel de la tragedia. Para que ello ocurra deben estar presentes condiciones humanas y sociales específicas de vulnerabilidad. Lo ocurrido en esta ciudad tiene que ver con una trágica combinación de factores naturales y sociales propicios para desencadenar la catástrofe. Nueva Orleáns, ciudad fundada en 1718, hasta antes del arribo del huracán Katrina una de las zonas portuarias más importantes del mundo, con una población en su área metropolitana de más de 1.3 millones de habitantes, tiene, además, la característica de contar con un 67 por ciento de población negra y con un 28 por ciento de sus habitantes viviendo por debajo de la llamada línea de pobreza.

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Nueva Orleáns pareciera también comprobar la expresión de que nada puede contra la naturaleza, aun cuando este fenómeno meteorológico haya ocurrido en la nación más poderosa del planeta, si no se cuenta con una infraestructura y una efectiva organización institucional para enfrentar los riesgos generados por los llamados desastres naturales. La tragedia humana que se ha desatado sobre esta ciudad es verdaderamente conmovedora y ha puesto a su población en una preocupante situación de vulnerabilidad. La devastación sufrida tras el paso del huracán Katrina la ha reducido a algo muy parecido a la barbarie y la ha puesto, momentáneamente, bajo el imperio de la ilegalidad. Ello no sólo por la destrucción que ha sumergido a la ciudad en el agua, la oscuridad y la desolación, sino también por los saqueos a que ha sido sometida, tanto por quienes dependen para su sobrevivencia de una botella de agua y de cualquier porción de alimento, así como de un techo seguro para resguardarse de la intemperie y la catástrofe, como también por los grupos y bandas de saqueadores que aprovechan la situación para realizar diversos actos de sobrevivencia o de pillaje. Dos hechos recurrentes en situaciones similares sobresalen ante la situación provocada por este fenómeno meteorológico. La primera tiene que ver con la combinación de factores naturales y sociales que se conjugaron para magnificar los efectos materiales y humanos del huracán. Lo mismo que ha ocurrido en diversas partes del mundo, existen condiciones producto de decisiones humanas que hicieron a esta ciudad especialmente vulnerable. De acuerdo a un documento de la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles del año pasado, las obras realizadas para modificar el delta del río durante los últimos 50 años, lo cual incluyó la construcción de largas extensiones de diques que protegerían a las comunidades y ayudarían a la navegación, se hicieron a costa de las defensas naturales anteriormente existentes y que constituían protecciones efectivas contra huracanes y tormentas: extensas áreas de humedales fueron eliminadas en este proceso (The Guardian, 1/9/05). Estos mismos diques que protegerían contra las inundaciones, terminaron convirtiendo a la ciudad en una inmensa laguna anexándola, prácticamente, al Golfo de México. Por otra parte, diversos especialistas han señalado como otras de las causas que provocaron los efectos sin precedentes de este huracán en esta región de Estados Unidos, la política de la actual administración en materia de seguridad nacional, el énfasis puesto en la lucha contra el terrorismo y en la guerra en Iraq. De acuerdo a estos expertos, grandes cantidades de recursos destinados a proyectos para proteger a regiones del Golfo de México contra los huracanes fueron cancelados, tal fue el caso de la suspensión del proyecto para construir cerca de 120 kilómetros de defensas contra huracanes en el Sureste de Louisiana. La guerra de Iraq, por su parte, ha demandado la presencia de grandes contingentes de la Guardia Nacional que pudieron ser movilizados hacia las zonas de desastre. La segunda situación a destacar es que, como ocurre en la mayor parte de situaciones de desastre similares, los pobres, al final de cuentas, resultaron los más afectados, lo cual adquirirá mayor fuerza en el periodo posterior, una vez pasada la situación de urgencia y cuando sea necesario asumir los costos totales de los daños sufridos. El profesor Lloyd Dumas de la Universidad de Texas señaló la ausencia de planes para auxiliar a los más pobres y a la población de bajos ingresos en general.

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Aquellos que no poseían un automóvil, o que no contaban con recursos para pagar un hotel, fueron prácticamente abandonados a su suerte. Además de los saqueos a tiendas y almacenes, el robo de autos fue en gran medida llevado a cabo por aquellos que los requerían para evacuar la ciudad (The Guardian, 1/9/05).

Nueva Orleáns pareció en un primer momento haber salido casi ilesa del paso del huracán, de sus intensas lluvias y de los vientos de 225 kilómetros por hora con los que azotó a las costas de Louisiana. No obstante, la ruptura de los diques que contienen las aguas del Misisipi y del lago Pontchartrain puso a la ciudad bajo las aguas y a su población en una desesperada lucha por sobrevivir. De nada sirvió que la nación contara con las más importantes reservas de alimentos y de recursos energéticos en el mundo si éstos no pudieron ser llevados con la inmediatez que la situación requería. Hasta el momento actual, se habla de cientos o miles de muertos, 5 millones de personas sin electricidad en las distintas regiones afectadas, 400 mil evacuados de Nueva Orleáns, 40 mil refugiados en albergues de la Cruz Roja, 80 por ciento de la ciudad inundada hasta bajo 6 metros y pérdidas estimadas en alrededor de 26 mil millones de dólares, las más grandes en la historia de Estados Unidos en este tipo de desastres. La tragedia que viven actualmente los habitantes de Nueva Orleáns posee magnitudes pocas veces vistas. Queda claro que la ciudad de Nueva Orleáns poseía condiciones sociales de vulnerabilidad que facilitaron la tarea devastadora del huracán Katrina. No resulta ocioso el preguntarse cuál sería el resultado en términos de pérdidas materiales y de vidas humanas en un evento similar bajo la situación de precariedad y de falta de recursos y de medidas preventivas en un país como México.

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Las autoridades mexicanas tienen mucho que aprender de estos trágicos acontecimientos que hoy viven los habitantes de esta ciudad de Estados Unidos. Página de internet: www.jlezama.cjb.net

Domingo 4 de septiembre de 2005 Guillermo Almeyra Katrina, la izquierda y la ecología La especie humana, desde siempre, está modificando profundamente el ambiente natural. Ya en las culturas agrícolas precapitalistas (de la Mesopotamia o de Mesoamérica) los torpes drenajes de los pantanos y la deforestación para extender los cultivos produjeron desiertos, a pesar de que la densidad demográfica era baja, los instrumentos, primitivos, y, obviamente, se desconocían los agroquímicos actuales. En realidad, ya la agricultura en gran escala de los estados de la antigüedad constituyó una violación irreversible de la naturaleza (véase si no qué pasó allí donde funcionaron los latifundios cerealeros de los romanos). Antes del capitalismo, la producción de mercancías ya destruía el ambiente a medida que crecían los centros urbanos que había que alimentar y que eran importantes consumidores de agua y productores de desechos (el monte Testaccio, en Roma, por ejemplo, se formó con los pedazos de las cerámicas convertidas en basura).

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Si el desastre no fue aún mayor en el Medievo es porque las ciudades de la antigüedad clásica eran entonces sólo ruinas casi deshabitadas, como Roma, que pasó del millón de habitantes, en tiempos del emperador Adriano, a 12 mil en tiempos de Bonifacio VIII, o Atenas o Esparta con muy pocos habitantes. El capitalismo potenció después ese papel destructor trayendo aparejado, en los tres últimos siglos y en particular en la docena de lustros últimos, un enorme aumento de la población, un proceso brutal y veloz de urbanización y la depredación de los territorios para despojarlos de los productos mineros o para practicar una agricultura extractiva "minera" de virtual monocultivo, con gran incidencia de los agroquímicos de todo tipo y una bestial destrucción de la capa forestal protectora. Marx decía que el trabajo es el padre de la riqueza, pero la naturaleza es la madre. Como en la familia, el padre sometió a la madre y la mundialización actual, dirigida por el capital financiero, está cometiendo a la vez un parricidio y un matricidio al ofrecer cada vez más salarios y condiciones de trabajo incompatibles con la reproducción misma del trabajador y de la civilización, y al depredar el ambiente y los recursos naturales para obtener ganancias privadas a costa de la socialización de los daños y de las pérdidas, que corren a cargo de las clases explotadas y oprimidas, a las que se despoja del agua, de los alimentos terrestres, de los peces, del aire mismo, cada vez más irrespirable. El capital se ha adueñado literalmente del clima, al que modifica con las emisiones de gases industriales, que no quiere reducir porque eso afecta su ganancia. Y se ha adueñado del derecho a vivir, a disfrutar del agua, a respirar. Y es que aquí aplica la misma concepción propia de las primeras hordas según la cual los recursos naturales y las otras especies están ahí a disposición de la especie humana, para su uso indiscriminado y, dentro de nuestra especie, para la saciedad, la acumulación y el disfrute de los que mandan. Por la misma razón por la cual el gobierno de Washington declara al mundo en capilla con su teoría de la guerra preventiva contra el país que, en el futuro, pudiera amenazar la seguridad de Estados Unidos (léase, las ganancias de sus empresarios), ese mismo gobierno se niega a firmar el Protocolo de Kyoto sobre las emisiones de gases industriales y contribuye así, con 25 por ciento de la contaminación mundial, a crear los agujeros en la capa de ozono y el recalentamiento del globo terráqueo. Las ganancias de las empresas están por sobre los intereses colectivos más vitales. El resultado es que mientras Washington dedica más de 400 mil millones de dólares anuales a las fuerzas armadas, y en Irak ha gastado ya 240 mil millones en su campaña de muerte, las sumas para la protección ambiental y la protección civil en territorio estadunidense se reducen todos los días. Además, la desregulación ha eliminado miles de puestos de bomberos, enfermeros, asistentes sociales, ecólogos, urbanistas, y ha agravado así la fragilidad del territorio urbano y periurbano en el país más rico del mundo, el cual destruye también sus zonas pobres urbanas. La tragedia de Nueva Orleáns no se debe, por lo tanto, a un desastre natural, sino a las políticas que trastornan el ambiente en función del lucro privado, y que ahora se convierten en un bumerán para la Casa Blanca al elevar el precio del petróleo y al costar más de 100 mil millones de dólares, o sea, la mitad de la guerra de Irak, y cinco veces más en vidas.

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La inundación de Nueva Orleáns tendrá efectos políticos, como los tuvo el terremoto de México en 1985, porque pone al desnudo la impotencia e insensibilidad del gobierno y la inhumanidad del sistema. La izquierda tradicional, sin embargo, prestó y presta muy poca atención a la ecología y a la defensa del ambiente, el cual es la base para mantener nuestra civilización. Estamos a la puerta de que este modo de producción depredador provoque una aguda crisis en ésta y un nuevo Medioevo con tecnología de punta. El mundo marcha a una catástrofe si el capitalismo sigue destruyendo las bases para la vida humana y preparando así el fin de todos, victimarios y víctimas. El presidente argentino, Néstor Kirchner, ha exigido a "los países industrializados" (léase, Estados Unidos) que firmen el Protocolo de Kyoto y "paguen su deuda ambiental con la humanidad" reduciendo la emisión de gases. ¿Y la izquierda, qué dice? [email protected]

Domingo 4 de septiembre de 2005 Nueva Orleáns estará abandonada nueve meses; su población, dos años sin hogar Los daños por el meteoro, comparables a los de una bomba nuclear, admite Washington REUTERS, DPA, AFP Y THE INDEPENDENT Nueva Orleans, 3 de septiembre. Esta ciudad estará abandonada durante por lo menos nueve meses y su población sin hogar por dos años, mientras el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, comparó con una bomba nuclear los efectos del huracán Katrina en la costa del Golfo de México y la ribera del Mississippi. "Muchos de nuestros ciudadanos no están recibiendo la ayuda que necesitan, especialmente en Nueva Orleáns, y eso es inaceptable", dijo por su parte el presidente George W. Bush, quien planea regresar el lunes a la conmocionada región.

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El Pentágono señaló que enviará otros 10 mil soldados de la Guardia Nacional a los estados de Luisiana y Mississippi para ayudar en las tareas de rescate y asistencia en los próximos días, lo que elevará a 40 mil el número de tropas en la región. Hoy, los sobrevivientes trataban de abandonar la ciudad. Los cadáveres yacían en las calles, entre ellos el cuerpo de una mujer boca arriba en el Superdome, un estadio donde miles de personas soportaron pésimas condiciones tras buscar refugio. Asimismo, varios sobrevivientes fueron notificados en la noche que deberían abandonar el centro de convenciones, donde las heces y la orina impregnan los pasillos y hasta 22 cadáveres fueron colocados en una morgue improvisada. Todavía no había atención médica para los evacuados en el centro de convenciones, que desesperadamente esperaban por un autobús que los sacara de la ciudad. "Las mujeres no pueden ir al baño sin ser acompañadas por un hombre. Las violan y las degüellan. Nos siguen diciendo que los autobuses van a llegar pero nunca llegan", dijo África Brumfield, de 32 años. La miseria y la destrucción, combinada con la ola de saqueos, presentaba una imagen horrible de muerte y desolación en el país más rico y poderoso del planeta. Más de 10 mil sobrevivientes del meteoro fueron transportados este sábado por aire fuera de Nueva Orleáns, en la mayor evacuación aérea en la historia de Estados Unidos, indicó el secretario de Transporte, Norman Mineta. Unos 40 aviones civiles y militares están involucrados en el puente aéreo desde el aeropuerto Louis Armstrong, que trae víveres y saca refugiados. Además, el Departamento de Transporte anunció que envió un tren con 12 vagones desde Baton Rouge, capital de Luisiana, a Nueva Orleáns para llevar 600 pasajeros fuera de la ciudad. Un hombre efectuó un par de disparos este sábado en una autopista que pasa cerca del estadio cerrado de Nueva Orleáns, donde miles de sobrevivientes esperan los autobuses, informó el coronel Scott Elliott. "A medida que la situación empeora, los francotiradores van a ser más numerosos", advirtió. "Disparan a los buses, al centro de convenciones, a los soldados", agregó. El coordinador del rescate de víctimas, Michael Brown, advirtió a los saqueadores de Nueva Orleáns que se encontrarán cara a cara con militares entrenados. "Algunos de estos muchachos piensan que esto es un juego, poseen un arma y creen que es un juego", dijo Brown, jefe de la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias. Además, dos de los hospitales más saturados aquí fueron evacuados el viernes después que los médicos pasaron días realizando labores difíciles, al carecer de alimentos, agua y medicinas. Rescatistas, finalmente pudieron evacuar a por lo menos 2 mil 200 personas de los hospitales de la Universidad de Nueva Orléans y Charity.

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Asimismo, Texas abrió otros dos centros para recibir a refugiados después que el Astrodome llegó al tope de su capacidad. El alcalde de la ciudad, Bill White declaró que el centro de convenciones de Texas aceptará a más sobrevivientes. Al tiempo que los refugios en Houston, Dallas y San Antonio están llenos, la oficina del gobernador consiguió que estados vecinos recibieran a los refugiados. Utah, Virgina oeste, Wyoming y Michigan indicaron que acogerán a los sobrevivientes. Efectivos de la Guardia Nacional empezaron a recuperar los cuerpos de las víctimas en el estadio cerrado de Nueva Orleáns, mientras algunos sobrevivientes se negaban a abandonar lo que queda de sus hogares. Los sobrevivientes informaron de unas 14 muertes en el centro de convenciones por las pésimas condiciones de higiene y la falta de alimentos. Allí, los soldados empezaron los trabajos para recuperar los cuerpos y evacuar a miles de refugiados. "Tuvimos que envolver cadáveres en sábanas blancas y lanzarlos fuera mientras la policía no hacía nada", indicó Correll Williams, joven de 19 años, en el distrito de Crowder Road al este de Nueva Orleáns. "La policía que estaba en botes sólo nos observaba y se reían de nosotros. Cinco de ellos, sin que trataran de ayudar a alguien. Los helicópteros sólo nos veían. No hicieron nada por ayudarnos", declaró el joven. De hecho, las aguas comenzaron hoy a retroceder. En un momento, 80 por ciento de Nueva Orleáns estuvo anegada, pero el porcentaje baja, según los ingenieros militares que comenzaron el viernes a reparar los diques que no pudieron contener el agua en tres fuentes de la ciudad. Michael Chertoff, secretario de Seguridad Interior, indicó que Katrina produjo la peor catástrofe natural de la historia de Estados Unidos, y comparó sus efectos con los de una "bomba atómica". Sin embargo, Chertoff aseguró a los medios de comunicación que la situación de las víctimas mejora a medida que la operación de rescate se realiza, pero que aún queda mucho trabajo por delante. De hecho, la dimensión de los daños supera todo lo habido hasta ahora: la devastación tras la tormenta y la rotura de los diques se estima y en más de 100 mil millones de dólares, mucho más de lo causado por el huracán Andrew, en 1992. Según datos del Centro Nacional de Huracanes, Andrew provocó daños por alrededor de 26 mil 500 millones de dólares. La cifra de Katrina supera a las de los 12 huracanes más costosos juntos, según la dependencia.

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Domingo 4 de septiembre de 2005 Camille Paglia* Destruye Katrina la careta de la administración Bush Esta semana Estados Unidos despertó gradualmente a un cataclismo de la más grande escala, después del monstruoso huracán que inundó Nueva Orleáns y devastó la costa del Mississippi. Fue, como mencionaron varios funcionarios, nuestro tsunami. El pronóstico del tiempo es un teatro cotidiano representado por alegres presentadores de la televisión local o un tema que diseccionan meteorólogos gruñones en algún canal nacional de cable. Nuestra "temporada anual de huracanes", como se le llama coloquialmente, va de junio a noviembre. Estamos muy acostumbrados al suspenso que se va desarrollando durante una o dos semanas, en las que se registran tormentas tropicales sobre el Atlántico que luego toman vuelo y se transforman en huracán que recorre el Caribe o rebota en la costa atlántica. Las predicciones funestas con frecuencia se han desinflado, pues los huracanes suelen saltarse las áreas pobladas o debilitarse dramáticamente cuando tocan tierra. Pese a una serie de huracanes severamente destructivos en el estrecho de Florida, cada vez con más frecuencia son recibidas con burlas y sátiras las advertencias de meteorólogos celosos de su deber. Todo ello era la receta para un desastre. Según la mayoría de los reportes, 80 por ciento de residentes en Nueva Orleáns obedecieron la orden del alcalde de evacuar, lo que sin duda salvó incontables vidas. Pero a los medios nacionales les tomó varios días ajustarse a la desoladora y ahora grotesca realidad en el terreno. Al principio, las tersas y exquisitamente peinadas conductoras de noticiarios y los corresponsales en el lugar de los hechos, sin dejar de posar, obsequiaron a los televidentes tranquilizadoras y alegres noticias sobre cómo el huracán Katrina había pasado por alto a la pintoresca Nueva Orleáns. No obstante, cualquier observador racional pudo haber predicho los efectos del desbordamiento del lago Pontchartrain.

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Fue una vergonzosa repetición de la rezagada reacción de los medios estadounidenses ante el tsunami en el océano Indico de diciembre pasado, cuando todos los conductores estrella estaban de vacaciones y tuvieron que regresar apresuradamente, visiblemente fastidiados, a sus estudios. Matt Drudge, en cambio, alarmado por las dimensiones que se reportaron del terremoto submarino, de inmediato predijo la magnitud del evento y lo resaltó en su sitio online, The Drudge Report. Pero es inútil pedir capacidad de análisis científico o sociológico a nuestros loros emperifollados. Hace mucho terminó la época en que los medios noticiosos estadounidenses atraían los talentos de corresponsales en el extranjero que cultivaron sus habilidades durante la Segunda Guerra Mundial. Edward R. Murrow, Eric Sevareid, Howard K. Smith y Walter Cronkite tenían conciencia y determinación estoica, que parecen a millones de kilómetros de distancia de las sonrisas coquetas de muñecas de cabeza hueca y los niños bonitos esculpidos en gimnasios que ahora nos arengan desde las pantallas de televisión. El huracán Katrina simplemente es el último capítulo en la épica de los desastres naturales en Estados Unidos. Es un tema del que los europeos rara vez muestran comprensión en sus frecuentes comentarios despectivos hacia la cultura estadounidense. En mi último libro, Break, Blow, Burn, transcribí un poema poco conocido de Norman Russel llamado El Tornado. En él se describe cómo un hogar familiar es tragado por un rugiente remolino negro. Russel captura hábilmente la grandeza aterradora en una sublimación típica de la cultura de este país. A pesar de la resistente y cada vez mayor influencia del fundamentalismo cristiano aquí, la voluntad política se ve constantemente puesta a prueba y pulida ante los embates de ese caos pagano que es la brutalidad de la naturaleza. La historia estadounidense está repleta de historias sobre la fortaleza de cara a una geografía hostil y un clima que nos castiga, desde la lucha de los puritanos del Mayflower por sobrevivir su primer invierno en Nueva Inglaterra hasta la desesperada marcha de los pioneros que atravesaron el ardiente desierto del Valle de la Muerte durante la Fiebre del Oro de California, en 1849. Los libros y programas de televisión regularmente documentan la lista de nuestros peores desastres, como la gran tormenta de 1888, que hundió 200 barcos bajo metro y medio de nieve, o el huracán que en 1900 inundó Galveston, Texas, y mató a 6 mil personas. Existe un espíritu de fe cuando uno se empeña en lograr un objetivo y cree que puede vencer cualquier adversidad. Este puede detectarse, por ejemplo, en el optimismo imperturbable de la administración Bush y en su convicción de que la democracia constitucional al estilo occidental puede implantarse de la noche a la mañana en Medio Oriente.

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Lo que resulta muy sorprendente ahora es la desintegración de la máscara de competencia y seguridad de la administración, ahora que Nueva Orleáns se hunde día tras día en la miseria y el salvajismo, y en un trepidante panorama de sufrimiento humano inconsolable. * Profesora de humanidades y medios de la Universidad de las Artes de Filadelfia. Se especializa en sociología, cultura popular, arte y feminismo. © The Independent Traducción: Gabriela Fonseca

Domingo 4 de septiembre de 2005 BAJO LA LUPA Alfredo Jalife Rahme Primer "choque petrolero" de la "posglobalización" BABY BUSH YA pasó a la historia como el "presidente del caos", desde Irak hasta Nueva Orleáns.

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La impecable revista National Geographic ("Se los llevó el agua", X-04) había advertido exactamente con 11 meses de anticipación cómo la falta de previsión y el socavamiento deliberado de la infraestructura en la región de Nueva Orleáns por el gobierno bushiano eran susceptibles de generar una catástrofe ambiental. Mark Fischetti, de la prestigiada revista Scientific American, había alertado desde octubre de 2001 ("La inundación de Nueva Orleáns"), hace exactamente cuatro años, que Nueva Orleáns era un "desastre en espera de ocurrir". HAY TANTO QUE reclamar: Katrina es Irak en Nueva Orleáns, así como la venganza del "calentamiento global" por el desprecio anticientífico al protocolo ambiental de Kyoto, manifestaciones del sicótico unilateralismo bushiano que recibe el castigo de los requilibrios de la sagrada naturaleza que lo puede llevar a su defenestración. TAL PARECE QUE a los multimedia de la putrefacta globalización financiera feudal les preocupa más el devenir del petróleo que el del género humano, como signo irrefutable de la decadencia monetarista que padece Estados Unidos (EU). DOS DIAS ANTES del devastador huracán Katrina, Stephen Roach (SR), el muy solvente jefe de economistas de la correduría Morgan Stanley, había advertido el "primer choque petrolero de la globalización" (26 y 29-VIII-05). Muy sobrio ("El choque endógeno del petróleo", 2-IX-05), SR anticipa que Katrina no redundará en un "choque exógeno", cuyo "impacto es muy predecible en las economías estables" con una "reducción temporal de crecimiento seguida por el rebote de la recuperación". Al contrario, "el choque energético de 2005" es de carácter "endógeno": una "excrecencia desafortunada de los excesos que se han construido en el sistema macro desde mucho tiempo". Explica que, a diferencia de los choques exógenos, los "endógenos reflejan riesgos sistémicos en economías y que puede tomar bastante tiempo en purgar". Luego fustiga que la Reserva Federal en la etapa de Alan Greenspan ha sido la causal de haber "puesto la escena para el choque endógeno" (tesis en la que coincidió Bajo la Lupa del 31-VIII) y "Katrina puede pasar a la historia como el punto de inflexión de otra crisis energética". A un economista de la talla de SR no se le pasa por alto que el "precio del petróleo había perforado el umbral de 65 dólares antes que ocurriera el devastador desastre natural" debido a un "inusual equilibrio apretado entre un abastecimiento constreñido de hace tiempo y el surgimiento de una demanda energética sostenida por el gasto dispendioso de los excesos de la economía de activos". Es el despilfarro del consumidor estadunidense, alentado por las múltiples burbujas de Greenspan, la causal del "choque endógeno" y no el huracán Katrina, ya que "EU consume 25 por ciento de la demanda global de petróleo, tres veces más que la contribución de China". Al choque petrolero endógeno se han sumado el inminente estallido de la burbuja de los bienes raíces y la crisis de la cuenta corriente (y la crisis del dólar), producto de la economía de activos, "mucho más preocupantes que el choque petrolero", cuya "amenaza es inmediata para EU y la economía global". Lo relevante radica en la "duración del choque petrolero" y su "resultado podría tener importantes implicaciones en los mercados financieros, como la conclusión de la política de alza de las tasas de interés de la Reserva Federal con una elevación de los bonos y el decaimiento de las acciones por falta de ganancias corporativas".

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A NUESTRO JUICIO, como todas las catástrofes naturales, Katrina expuso a la luz del día la miseria ontológica de la globalización financiera feudal controlada por la plutocracia anglosajona. Katrina no es la causal, sino representa un factor adicional que, como catalizador, acelerará las tendencias irreversibles de la decadencia estadounidense degradada por el dolarcentrismo, el monetarismo centralbanquista y el unilateralismo bushiano. En este sentido compartimos plenamente los sabios asertos de SR, menos su marco de referencia contextual sobre la perdurabilidad de la globalización financiera feudal que da por hecho seguirá imperando, situación en la que nos colocamos desde hace cinco años en el punto opuesto en nuestro libro agotado (El lado oscuro de la globalización: de la balcanización a la post-globalización, Editorial Cadmo & Europa 2000), posición que ha adoptado en su reciente libro Colapso de la globalización, del enorme filósofo canadiense de corte humanista John Ralston Saul, uno de los mejores pensadores sólidos y estructurados del mundo, en contrapunto de los "pensadores chatarra" pasados de moda, como Francis Fukuyama, el iluso sepulturero de la historia. NO ES LO mismo un "choque energético" antes que durante la globalización, a juicio de SR, quien expone la alta vulnerabilidad de Asia en general y en particular de China e India, que recibirán un "doble golpe": uno "directo", por su dependencia importadora de petróleo (China más de 30 por ciento e India más de 70 por ciento), abultada por las necesidades de su espectacular crecimiento; y otro "indirecto", que debido a la relevancia del consumidor estadounidense como sostén de las exportaciones de Asia, en particular de China, tendrá profundas consecuencias en las "exportaciones, los flujos de capital, los precios de las acciones y las divisas" como consecuencia de la conectividad transfronteriza de la globalización. Japón que ha hecho enorme progreso en eficiencia tecnológica de consumo energético, a gran diferencia de los países en vías de desarrollo asiáticos, se verá afectada por la caída de las exportaciones de China. DURANTE SU CONFERENCIA de despedida en Jacksonhole (Wyoming), que será considerada su oración fúnebre, el mago malhadado y malvado Greenspan, "gobernador" (sic) de la Reserva Federal, se jactaba tres días antes de Katrina que la "eficiente" (sic) economía de EU, gracias a su "flexibilidad" (sic) había "asimilado sin mayores contratiempos el precio alto del petróleo" (AFP, 26-VIII-05). DIECINUEVE DIAS ANTES de la devastación por Katrina, mientras Baby Bush se paseaba en bicicleta en su rancho texano, Dominique de Villepin, el primer ministro francés con dotes de estadista, en una consulta con sus ministros y el sector industrial, se adelantaba en forma previsora a la crisis energética derivada de los "altos precios del petróleo destinados a perdurar por varios años" (Le Monde, 16, 26 y 27-VIII-05). Inmediatamente después de Katrina, De Villepin proclamó que el mundo "había entrado en la era del pospetróleo" (MSNBC, 1º-IX-05). SE TRATA DE una crisis "estructural" y no "coyuntural" -como los adictos al mercantilismo neoliberal no se cansan de expectorar (y equivocarse), basados en los simplistas auges y caídas de las mercancías del ciclo comercial en condiciones normales.

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El alza del petróleo, ya no se diga el gas natural, no es "transitoria", como han expectorado y hecho el ridículo los ineptos neoliberales mexicanos (Téllez Kuenzler, Jesús Reyes-Heroles González, Zedillo, Felipe Calderón, Alzati Araiza, Hurtado López, Agustín Carstens, Ortiz Martínez, Luis "Pesos" Pazos, Gil Díaz, Fox Quesada etcétera). Lo que es "transitorio" es su baja relativa, como la presente situación que lidia con la inundación del mercado por las reservas estratégicas liberadas que paradójica y curiosamente, en la fase de su descomunal acaparamiento por la administración Bush, contribuyeron en su alza brutal (Jerry Talylor y Meter Van Doten, The Heartland Institute, 1º-I-05). MARK TRAN (The Guardian, 1º-IX-05, rotativo cercano al premier Blair) comenta los asertos del gobernador del Banco de Inglaterra, Mervin King, sobre la "permanencia de precios altos del petróleo". King repite lo que su colega Greenspan de que los altos precios no inciden en crear inflación en las economías anglosajonas como en el pasado debido a una "utilización más eficiente de la energía" y a la disminución de la proporción del sector manufacturero que consume dispendiosamente energía. El Banco Central Europeo, tres días después de Katrina, ajustó su pronóstico en 12 dólares al alza del "oro negro", que promediará 62.8 dólares el barril el año entrante (muy similar al vaticinio de Goldman Sachs). Con o sin Katrina, con o sin la liberación de las reservas estratégicas de EU, "no habrá mucha diferencia" en los precios, ya que la crisis energética se debe "tanto a una disminución del abastecimiento de petróleo como a la merma en el sistema de refinación global", según la correduría Merrill Lynch, citada por Tran. El impacto de Katrina, que cerró 95 por ciento de la producción de petróleo y 83 por ciento del gas en la región del Golfo, se debe a la obliteración de la refinación del petróleo, más que a una carencia extractiva. ANTOINE HALFF, DIRECTOR de energía global del Grupo Eurasia, y anterior directivo de la Agencia Internacional de Energía, con sede en París (Financial Times, 1º-IX-05), fustiga todas las medidas paliativas que han sido tomadas (liberación de las reservas estratégicas de EU y la Agencia Internacional de Energía, etcétera) para lidiar con la crisis energética global en la fase de pos-Katrina y afirma en forma persuasiva que la única solución viable es la disminución del consumo. Halff aduce que el "aspecto más impactante de Katrina es la pérdida masiva de la extracción de gas natural", cuya carencia obviamente no será afectada por la liberación de las reservas estratégicas que llegaron a un récord de 700 millones de barriles en EU, que ha venido acumulando la administración bushiana desde hace cuatro años. LA VERDADERA NOTICIA es el alza fenomenal del precio del gas, que se disparó 23 por ciento el día de la devastación climática (Bloomberg, 29-VIII-05). Esta será la tónica del futuro respecto al gas, más que el petróleo, como desde hace mucho alertó Bajo la Lupa.

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Pablo Marentes González

06 de septiembre de 2005

Diluvio

LA ciudad de Nueva Orleáns tiene 500 mil habitantes y su traza urbana comprende una extensión de 350 kilómetros cuadrados. Son de tierra 180 de ellos y el resto es agua de río y lago. Se extiende del playón del Mississippi, en el sur, hacia la margen del lago Pontchartrain en el norte. La ciudad ocupa la superficie más baja del estado de Louisiana y una de las depresiones más pronunciadas del territorio continental de Estados Unidos: entre 30 centímetros y tres metros bajo el nivel del mar.

Vive amenazada por el agua de lluvia que tiene que ser bombeada hacia diques y desniveles para que se derrame en el lago. Cuando llueve más de dos centímetros cúbicos o cae una tormenta, surge de inmediato la amenaza de una inundación. La zona metropolitana alberga un millón 350 mil habitantes. Todos saben que la ciudad se inunda.

La principal tarea municipal es el desagüe pluvial y el control de las crecidas del Mississippi. La ciudad esta rodeada de terraplenes y malecones cuya altura fluctúa entre 10 metros sobre el bordo del río y cuatro sobre la margen del lago. La urbe esta protegida por 14 bombas con capacidad de extracción cada una de 800 metros cúbicos por segundo. Es uno de los sistemas de bombeo más grandes y tecnológicamente más complejos del mundo.

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En 1965 el huracán Betsy provocó la inundación de la parte baja de la ciudad. El Consejo de Aguas y Saneamiento diseñó y realizó obras que mantendrían a la ciudad a salvo de huracanes. Las autoridades citadinas y los burócratas y políticos de Louisiana y de Washington DC le otorgaron entonces a Nueva Orleáns la calificación de "Hurricane Safe". A lo largo de 210 kilómetros el poderoso Mississippi fue domeñado hace 40 años.

Los que no salieron de Nueva Orleáns el pasado 26 de agosto se quedaron porque hace 40 años la ciudad fue declarada a salvo de huracanes. En 1980 reiteraron: a Nueva Orleáns los huracanes le pelan los dientes. Desde el viernes 26 de agosto se sabía que en Florida el huracán había alcanzado 285 kilómetros por hora. El domingo el alcalde Nagin de Nueva Orleáns ordenó la evacuación forzosa. Miles de habitantes comenzaron a salir en tropel. En la tarde las autoridades admitieron que la carretera federal 10 estaba bloqueada por los autos, las casas móviles y los enormes "vehículos todo terreno" de las familias de altos ingresos. Los pobres, en su mayoría negros, ya no podrían irse. El huracán llegaría en la mañana.

El daño urbano fue mayúsculo porque hace 20 años las autoridades permitieron a los urbanizadores "ganar" reclamarle al río más de mil hectáreas de márgenes en donde abrieron los cuatro fraccionamientos residenciales más exclusivos de la ciudad.

El martes 2 el alcalde Nagin instauró el toque de queda, el régimen marcial y ordenó a los policías detener el rescate de personas. Se dedicarían a cuidar tiendas departamentales y supermercados, asaltados primero por personas que habían sentido hambre y luego por ciudadanos presa de un delirio que los llevaba también a saquear casas, oficinas y hospitales para apoderarse de cualquier objeto de valor.

Los efectos sociales y políticos inmediatos del desastre en el estado de Louisiana auguran cambios. La población estadounidense común y corriente ya se dio cuenta de que está sujeta a los mismos padecimientos y carencias que sufren los habitantes del tercer mundo. La corrupción de políticos y burócratas locales y federales fue evidente. En Louisiana sigue vigente el régimen de Huey Long. No hay solidaridad social. Los derechos de los demás se respetan únicamente en presencia de la policía o la Guardia Nacional o el ejército regular.

El altruismo está ausente cuando están ausentes las cámaras de televisión que dan a conocer los hechos "heroicos". Detrás de las cámaras, "cada quien para su santo".

El Estado estadounidense, desde hace 60 años, se convirtió en el verdadero ogro filantrópico: todo lo hace en beneficio de sus súbditos. Para que los estadounidenses disfruten el bienestar promulgado por el sueño americano, gobernantes, legisladores y jueces locales y federales harán lo necesario en cualquier lugar del mundo. Los ciudadanos estadounidenses ya no saben actuar solidariamente dentro de su territorio. Si no son obligados por las policías o por cualquier otro cuerpo represivo, eluden los problemas y esperan a que la administración estatal los atienda.

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La estadounidense es una población inmadura. No sabe posponer necesidades. La satisfacción de cualquier actitud, necesidad o deseo debe ser inmediata. Se ha convertido, como la describieron hace 15 años los japoneses, en una nación de niños consentidos, llorones y malcriados.

La reciedumbre humana, el espíritu de quienes fueron ingredientes del crisol de nacionalidades, se perdió desde que el estamento industrial, comercial y militar triunfó en la Segunda Guerra Mundial.

La nación fue suplantada por un grupo dirigente que surge de una intrincada combinación de intereses privados, apoyada en una organización política de control físico y religioso. Se le acumularon a Bush varios desastres que han conmovido a la sociedad que gobierna. El mundo espera la secuela de un amplísimo proceso de cambio social y económico que precipitó el diluvio de Katrina.

Profesor de la FCPyS de la UNAM

Se estima un efecto limitado en la inflación, ya que el mayor impacto en la inflación será por el alza del gas natural y de la electricidad

Por Grupo Reforma

Nueva York, Estados Unidos (7 septiembre 2005).- El alza en los precios internacionales de los energéticos aumentaría los ingresos de México por petróleo, pero habría efectos negativos en crecimiento, lo cual dependerá de la evolución de la manufactura en Estados Unidos, afirmó Alfredo Thorne.

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En el reporte semanal de mercados de JP Morgan, el economista en jefe para Latinoamérica estimó los posibles efectos del huracán "Katrina" en la economía mexicana.

La mezcla mexicana alcanzó los 58 dólares por barril (31 dólares mayor de lo asumido en el presupuesto del 2005), por lo que el aumento en los ingresos debería ser sustancial, sin embargo, los altos precios del petróleo son registrados en el presupuesto con 2 ó 3 meses de retraso.

Así, la mayor parte de la ganancia petrolera se contabilizará hasta el último trimestre del año. Si se asume que el precio promedio de la mezcla fue de 40 dólares por barril, la ganancia ascenderá a 9 mil millones, estimó el especialista.

Sin embargo, dijo, a pesar de las mayores ganancias por el petróleo y el mayor gasto público que se derive de esto, podría dominar el efecto negativo de las exportaciones no petroleras (86 por ciento del total de las exportaciones) que reflejarían el menor crecimiento de la manufactura en Estados Unidos.

Lo anterior, implicaría un riesgo a la baja para el PIB en México, a pesar de que hace un mes JP Morgan bajó su expectativa de crecimiento para México de 3.4 por ciento a 2.4 por ciento con base en el desempeño del sector manufacturero del País.

Por otra parte, se estima un efecto limitado en la inflación, ya que el mayor impacto en la inflación será por el alza del gas natural y de la electricidad. El Gobierno anunció un aumento de 0.8 por ciento en el gas natural con relación al mes anterior.

No obstante, dicho aumento es mucho menor que el incremento en los precios internacionales y tendrá un efecto limitado en el índice general de precios y no descarrilará la tendencia deflacionaria inducida por la menor actividad económica y la fortaleza cambiaria.

Recolección de los principales analistas mexicanos y de los estados unidos y de diversas fuentes de información.