castillo, josé maría - las tres preocupaciones de jesús

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Las tres preocupaciones de Jesús 21.04.15 Con frecuencia ocurre que los especialistas y estudiosos de los evangeliosafinan tanto en el análisis de los textos, que bien puede ocurrir - y ocurre - que se cumple aquello de que “el árbol tapa el bosque”. Quiero decir, sucede muchas veces que los detalles y discusiones en torno a un episodio, una palabra, la raíz original de un nombre, pueden acaparar la atención de un comentario hasta el extremo de que nos centramos y nos limitamos al detalle, al tiempo que perdemos la visión del conjunto. Con lo cual bien puede ocurrir que lleguemos a saber casi todo de casi nada. Y con el detalle o los detalles, perdemos de vista (o no caemos en la cuenta de) lo más fundamental, que es lo que el gran relato del Evangelio, en su conjunto, nos quiere enseñar. Sin olvidar lo que acertadamente supo formular J. Habermas, siguiendo a Th. Adorno: “el todo no es igual a la suma de sus partes”. Vamos, pues, a pensar brevemente en algo que pertenece a ese “todo” que nos transmiten los evangelios. Pues bien, si hacemos memoria y pensamos en el conjunto de lo que nos transmiten los relatos evangélicos, pronto se da uno cuenta de que, en esos relatos, se repiten (casi de principio a fin) tres hechos, que sin duda nos revelan las tres preocupaciones fundamentales que vivió y expresó Jesús. En efecto, en los evangelios se habla insistentemente de: 1) curaciones de enfermos; 2) comidas o cuestiones relacionadas con la comida, 3) relaciones humanas, las mejores relaciones que se pueden (y se deben) mantener entre seres humanos. Basta repasar los evangelios, teniendo en cuenta los tres hechos que acabo de apuntar, para tomar conciencia de que, efectivamente, tres temas que aparecen una y otra vez, en el conjunto de los relatos evangélicos, son hechos, situaciones o dichos de Jesús, relacionados con: 1) la salud; 2) la alimentación; 3) las relaciones humanas. Por supuesto, todos sabemos que estos tres hechos se realizaron y sucedieron de forma que en ellos se implican temas de notable importancia, como es, por ejemplo, la cuestión de la historicidad de los relatos o su significación religiosa, como ocurre - por ejemplo - en el tema de las curaciones de enfermos: ¿son relatos de milagros? ¿son, más bien, un género literario propio de aquel tiempo? Todo esto, y mil cosas más, se pueden discutir. Pero, desde luego, lo que no admite discusión es que Jesús tuvo la enorme fuerza de atracción, que ejerció sobre las gentes más humildes y desamparadas de aquel pueblo, por la sencilla razón de que la gente encontraba en Jesús la respuesta que buscaba para sus carencias y necesidades más básicas y apremiantes. Es evidente que a todos los seres humanos nos interesa y nos preocupa el tema de la salud. Como nos preocupa también tener asegurado el pan de cada día. Y que a todos nos interesa el hecho de que nos estimen, nos respeten y nos

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Artículo de José María Castillo

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Las tres preocupaciones de Jess

21.04.15 Con frecuencia ocurre que losespecialistas y estudiosos de los evangeliosafinan tanto en el anlisis de los textos, que bien puede ocurrir - y ocurre - que se cumple aquello de que el rbol tapa el bosque. Quiero decir, sucede muchas veces que los detalles y discusiones en torno a un episodio, una palabra, la raz original de un nombre, pueden acaparar la atencin de un comentario hasta el extremo de que nos centramos y nos limitamos al detalle, al tiempo queperdemos la visin del conjunto. Con lo cual bien puede ocurrir que lleguemos a saber casi todo de casi nada. Y con el detalle o los detalles, perdemos de vista (o no caemos en la cuenta de) lo ms fundamental, que es lo que el gran relato del Evangelio, en su conjunto, nos quiere ensear. Sin olvidar lo que acertadamente supo formular J. Habermas, siguiendo a Th. Adorno: el todo no es igual a la suma de sus partes. Vamos, pues, a pensar brevemente en algo que pertenece a ese todo que nos transmiten los evangelios.

Pues bien, si hacemos memoria y pensamos en el conjunto de lo que nos transmiten los relatos evanglicos, pronto se da uno cuenta de que, en esos relatos, se repiten (casi de principio a fin)tres hechos, que sin duda nos revelan las tres preocupaciones fundamentales que vivi y expres Jess. En efecto, en los evangelios se habla insistentemente de: 1) curaciones de enfermos; 2) comidas o cuestiones relacionadas con la comida, 3) relaciones humanas, las mejores relaciones que se pueden (y se deben) mantener entre seres humanos. Basta repasar los evangelios, teniendo en cuenta los tres hechos que acabo de apuntar, para tomar conciencia de que, efectivamente, tres temas que aparecen una y otra vez, en el conjunto de los relatos evanglicos, son hechos, situaciones o dichos de Jess, relacionados con:1) la salud; 2) la alimentacin; 3) las relaciones humanas.Por supuesto, todos sabemos que estos tres hechos se realizaron y sucedieron de forma que en ellos se implican temas de notable importancia, como es, por ejemplo, lacuestin de la historicidad de los relatos o su significacin religiosa, como ocurre - por ejemplo - en el tema de las curaciones de enfermos: son relatos de milagros? son, ms bien, un gnero literario propio de aquel tiempo? Todo esto, y mil cosas ms, se pueden discutir. Pero, desde luego, lo que no admite discusin es que Jess tuvo la enorme fuerza de atraccin, que ejerci sobre las gentes ms humildes y desamparadas de aquel pueblo, por la sencilla razn de que la gente encontraba en Jess la respuesta que buscaba para sus carencias y necesidades ms bsicas y apremiantes.

Es evidente que a todos los seres humanos nos interesa y nos preocupa el tema de la salud. Como nos preocupa tambin tener asegurado el pan de cada da. Y que a todos nos interesa el hecho de que nos estimen, nos respeten y nos quieran. Como no soportamos el odio, el desprecio, el abandono, la soledad y el desamparo. Estas cosas son tan bsicas, que en ellas se juega nuestra felicidad o nuestra desgracia. Y nadie pone en duda que en estas tres preocupaciones coincidimos todos los seres humanos, sea cual sea nuestra cultura, nuestra educacin, nuestras creencias, nuestro nivel econmico, social o cultural. Es evidente, por tanto, que Jess dio en el clavo. Y respondi a las demandas fundamentales de nuestra humanidad.

Pero este asunto no acaba aqu. Es capital, al hablar de estas cosas, tener muy presente que, tal como los evangelios presentan y relatan estas tres preocupaciones de Jess, seguramente lo ms llamativo no es que Jess se interesara por la salud, la alimentacin y las relaciones personales de la gente. Lo ms chocante de todo es queJess antepuso la solucin de estos tres problemas a las normas y exigencias de la religin. No puede ser mera coincidencia o casualidad la insistente repeticin de las curaciones de enfermos precisamente en el da (el sbado) que eso estaba prohibido por la religin. Como tampoco puede ser una coincidencia ocasional el hecho de comer cuando los ms religiosos ayunaban, o saltarse los rituales de lavatorios y purificaciones que imponan los rabinos, como tampoco pudo ser un mero descuido el hecho de ponerse a frotar espigas de trigo arrancadas en da de sbado. Y as sucesivamente.

Como resumen de lo que vengo explicando, se puede recordar el episodio de la curacin del manco en la sinagoga (Mc 3, 1-6; Mt 12, 9-14; Lc 6, 6-11), precisamente un sbado. Jess le dijo al manco que se pusiera de pi y en el centro. Y echndoles una mirada de ira , a los que estaban al acecho para denunciarle (Mc 3, 2 par), les hizo esta pregunta: Qu est permitido en sbado, hacer el bien o hacer dao, salvar una vida o matar? (Mc 3, 4 par). En realidad, lo que Jess estaba preguntando es esto: Qu permite la religin, curar y dar vida, o causar dolor y quitar la vida? En otras palabras, qu es lo primero: la religin o la vida? Jess no lo dud un instante: Echndoles una mirada de ira y apenado por su obcecacin, le dijo al manco: Extiende el brazo (Mc 3, 4 b). Y el hombre qued curado. El relato termina diciendo que, al salir, los fariseos se fueron en busca de los partidarios de Herodes, para ver cmo podan asesinar a Jess. All, por tanto, la pasin de Jess por la vida, por la plenitud de la vida que le faltaba al manco, le cost a Jess la seguridad de su propia vida. O para decirlo ms claro, entre el sometimiento a la religin y la defensa de la vida, Jess opt, sin dudarlo, por la vida, por la plenitud de la vida, por la alegra y la felicidad que nos proporciona el hecho de saber que tenemos nuestra vida bien asegurada.

Y conste que lo que he dicho sobre la salud y la vida, se podra decir igualmente por lacomida compartida con todos y para todos. Lo que qued patente - por poner algn ejemplo - en la multiplicacin de los panes, en las comidas con pecadores y gentes de mal vivir o en el banquete del Reino, al que no entraron los invitados oficiales, mientras que all se meti hasta el ltimo de los mendigos y vagabundos de los caminos. De la misma manera que aqu tendramos que recordar la inconcebible generosidad, en las relaciones humanas, que subyace a todo el sermn del monte y a los discursos y parbolas de Jess, de principio a fin de sus enseanzas. Hasta terminar con el sobrecogedor discurso del juicio de las naciones (juicio final) (Mt 25, 31-46), en el que ya ni se menciona la religin, las creencias o las prcticas sagradas de cada cual. Slo queda en pie lo que de verdad le interes a Jess y lo que quedar en pie en el momento definitivo, a saber: cmo se ha portado cada cual con sus semejantes, sobre todo con quienes ms sufren en la vida. Aqu y en esto se centr y concentr la religin de Jess.

Qu nos vienen a decir estas tres preocupaciones fundamentales de Jess? Parece que, en sana lgica, de lo dicho se pueden deducir las siguientes conclusiones:

1. Lo que ms preocup a Jess - y en consecuencia, por lo que ms se interes - no fueron realidades que pertenecen al mbito de lo sagrado (el templo, los rituales, las leyes que dictaban los rabinos...), sino alo profano(la salud de las personas, la comida compartida por todos, las mejores relaciones humanas de todos con todos).

2. Es evidente que, si lo dicho es cierto, de ah se sigue queJess desplaz el centro de la religin. Ese centro, de acuerdo con lo que dice el Evangelio, no est en el templo, sus sacerdotes y sus ceremonias, sino que est en la calle, en el trabajo, en la casa, en la convivencia con los dems, en la profesin y en el descanso, en nuestra conducta y en nuestra forma de vida. Esto es lo central en nuestra relacin con Dios, segn lo que nos dej Jess como recuerdo y memoria de su vida y su destino.

3. En la Iglesia - por causa de un largo proceso histrico que ahora no podemos desentraar y analizar - hemos cometido el error de pretender armonizar y hacer compatible lo que Jess vio que era irreconciliable e incompatible, a saber: los rituales sagrados con la tica que nos marc Jess. La vida de Jess fue conflictiva, hasta terminar en su muerte violenta, porque Jess se dio cuenta de que el obstculo, que le impeda ponerse de parte de la vida y de la felicidad de la vida (con todas sus consecuencias), era precisamente la sumisin y la observancia religiosa de las normas, los rituales y las prcticas sagradas que imponan los sacerdotes y los maestros de la Ley.

4. De ah, laincoherencia en que vivimos en la Iglesia. Nos hemos empeado en mantener las observancias del templo, de los sacerdotes y de la liturgia, con lo cual lo que realmente conseguimos es tranquilizar nuestras conciencias y tener la idea de que somos cristianos creyentes a carta cabal, cuando en realidad lo que hemos conseguido con eso es destrozar la tica que nos marc Jess con su forma de vivir y con sus enseanzas. Y as, ahora nos encontramos con el brutal contraste de tantos cristianos que se confiesan creyentes practicantes, cuando en realidad son ladrones y embusteros que saben armonizar las mejores relaciones posibles con la Iglesia y las peores relaciones imaginables con los pobres, los enfermos, los extranjeros y con todos los que no se someten a lo que a ellos les interesa.

Comprendo que todo esto es duro y difcil de decir. Pero es ms duro ms difcil tener que sufrirlo.

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