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Los Cuadernos de Poesía En el centenario de «Follas novas» VERSION CASTELLANA DE DOCE.POEMAS DE ROSALIA DE CASTRO F. Carantoña A un siglo de la aparición de «Follas no- vas» no disponemos todavía de una tra- ducción completa al castellano de los poemas en gallego de Rosalía, hecha con intencin de oecer al lector hispanohablante toda la complejidad rmal de esos versos, y todos sus matices de ndo, sin caer en la aspereza estéril de la literalidad. Esta carencia es comprensible porque el gallego está, a la vez, demasiado cerca y demasiado lejos del idioma de Castilla. La cercanía permite una primera aproximación relativamente cil, pero - laz, a los poemas rosalianos; las dificultades apa- recen en cuanto intentamos «leer en castellano» cualquiera de las estros en cuyo meollo creímos haber penetrado. Se produce entonces un choque del que stan chispas que esclarecen la peculiari- dad del idioma gallego, obligándonos a prondi- zar y empándonos, también, en ocasiones, a la desesperación. Las traducciones que a continuación se oecen son, en el ndo, consecuencia de un viaje triangu- lar, donde Santiago, los Angeles y Padrón eron los vértices, y en el que hubo un acercamiento intencionado a Ortoño, lugar de residencia de Ro- salía en su inncia sin madre, y a Bastabales, el pueblecito de las campanas del ct, cuyo so- nido oyó probablemente la poetisa en el aire, además de escuch rerencias orales a su erza para remover los sentimientos. Son doce poemas, porque en los mercados campesinos la docena es la unidad de intercambio preferida, y están elegidos a sentimiento, como a sentimiento se ha hecho la traducción. El fin de ésta, que nada tendría de extraño que no hubiese sido alcanzado, no es otro que oecer una versión orgánica y viva de cada poema, buscando que el lector desconocedor del gallego pueda recitar en alta voz los versos sin romperse el oído ni alejarse de la totidad de su mensaje. Ello ha obligado a que en cada ocasión se haya seguido un método dirente, con el propósito de dejar a salvo aquello que, en opinión del traductor, resultaba esencial en el poema traducido. En el caso de «Negra sombra» lo escrito por Rosalía queda casi intocado; se ha procurado tan sólo acercar las sonoridades en las equivalencias, 32 de rma que «o vento que zoa» se ha traducido por «el viento que ronca», por ejemplo. En el caso de «As escuras», en cambio, la elaboración ha tenido que ser mayor, pues aquí el choque de la expresión dialogada tiene que conservarse, ya que de él, como en «El rey de los elfos», de Goethe, se deriva una parte principal de la belleza del texto. El poema «Soia» ha sido también traducido buscando la fidelidad a través de la libertad. Es otra de las composiciones rosalianas en las que atenerse a lo literal al traducias equivaldría a destruir todo en lugar de salvar algo. Los textos gallegos han sido tomados de la edi- ción de García Martí, aumentada por Gregorio del Hoyo, teniendo en cuenta también la antología de Mauro Armiño recientemente publicada por «Alianza Editorial». J. COMPAÑEL -EDITOR CANTARES GALLEGOS POR 1. ' ! ! 1 ROSAL IA CASTRO DE MURGUIA 1 ¡ , 1 V G O \l ISIIIL!CIMK T O mu UIU 1863. �--� Portada de la edición prcipe del primer libro en gallego de Rosalía.

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Page 1: CASTELLANA DE se deriva una parte principal de la belleza ... · nin no mundo en que estóu nin nas alturas. Luna descolorida Luna descolorida, fantasma de oro pálido, me ves sin

Los Cuadernos de Poesía

En el centenario de «Follas novas»

VERSION

CASTELLANA DE

DOCE.POEMAS DE

ROSALIA DE CASTRO

F. Carantoña

A un siglo de la aparición de «Follas no­vas» no disponemos todavía de una tra­ducción completa al castellano de los poemas en gallego de Rosalía, hecha con

intenció"n de ofrecer al lector hispanohablante toda la complejidad formal de esos versos, y todos sus matices de fondo, sin caer en la aspereza estéril de la literalidad.

Esta carencia es comprensible porque el gallego está, a la vez, demasiado cerca y demasiado lejos del idioma de Castilla. La cercanía permite una primera aproximación relativamente fácil, pero fa­laz, a los poemas rosalianos; las dificultades apa­recen en cuanto intentamos «leer en castellano» cualquiera de las estrofas en cuyo meollo creímos haber penetrado. Se produce entonces un choque del que saltan chispas que esclarecen la peculiari­dad del idioma gallego, obligándonos a profundi­zar y empujándonos, también, en ocasiones, a la desesperación.

Las traducciones que a continuación se ofrecen son, en el fondo, consecuencia de un viaje triangu­lar, donde Santiago, los Angeles y Padrón fueron los vértices, y en el que hubo un acercamiento intencionado a Ortoño, lugar de residencia de Ro­salía en su infancia sin madre, y a Bastabales, el pueblecito de las campanas del cantar, cuyo so­nido oyó probablemente la poetisa en el aire, además de escuchar referencias orales a su fuerza para remover los sentimientos.

Son doce poemas, porque en los mercados campesinos la docena es la unidad de intercambio preferida, y están elegidos a sentimiento, como a sentimiento se ha hecho la traducción. El fin de ésta, que nada tendría de extraño que no hubiese sido alcanzado, no es otro que ofrecer una versión orgánica y viva de cada poema, buscando que el lector desconocedor del gallego pueda recitar en alta voz los versos sin romperse el oído ni alejarse de la totalidad de su mensaje. Ello ha obligado a que en cada ocasión se haya seguido un método diferente, con el propósito de dejar a salvo aquello que, en opinión del traductor, resultaba esencial en el poema traducido.

En el caso de «Negra sombra» lo escrito por Rosalía queda casi intocado; se ha procurado tan sólo acercar las sonoridades en las equivalencias,

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de forma que «o vento que zoa» se ha traducido por «el viento que ronca», por ejemplo. En el caso de «As escuras», en cambio, la elaboración ha tenido que ser mayor, pues aquí el choque de la expresión dialogada tiene que conservarse, ya que de él, como en «El rey de los elfos», de Goethe, se deriva una parte principal de la belleza del texto. El poema «Soia» ha sido también traducido buscando la fidelidad a través de la libertad. Es otra de las composiciones rosalianas en las que atenerse a lo literal al traducirlas equivaldría a destruir todo en lugar de salvar algo.

Los textos gallegos han sido tomados de la edi­ción de García Martí, aumentada por Gregorio del Hoyo, teniendo en cuenta también la antología de Mauro Armiño recientemente publicada por «Alianza Editorial».

J. COMPAÑEL -EDITOR

CANTARES

GALLEGOS

POR

1. ' !

! 1

ROSALIA CASTRO DE MURGUIA

1 ¡ , 1

Vll G O

\ l ISIIIL!CIMIIK TO t1111G"wmu UOVIAiU

1863.

----- ������--�--� Portada de la edición príncipe del primer libro en gallego de Ro salía.

Page 2: CASTELLANA DE se deriva una parte principal de la belleza ... · nin no mundo en que estóu nin nas alturas. Luna descolorida Luna descolorida, fantasma de oro pálido, me ves sin

V

¡Follas novas!, risa dáme ese nome que levás, cal si a unha moura ben moura, branca lle oíse chamar.

Non Follas novas, ramallo de toxos e silvas sós: irtas, como as miñas penas; feras, como a miña dor.

Sin olido nin frescura, bravas magoás e ferís ... ¡Se na gándara brotades, cómo non serés así!

V

¡«Hojas nuevas»!, me da risa ese nombre que lleváis, como si a una mujer negra, blanca la oyese llamar.

Ni hojas, ni nuevas, manojo de tojos y zarzas sois, hirientes como mis penas, fieras como mi dolor.

Sin aroma ni frescura salvajes mazáis y herís. Si en la gándara nacísteis, teníais que ser así.

VI

¿Qué pasa ó redor de min? ¿Qué me pasa que eu non sei? Teño medo dunha cousa

que vive e que non se ve. Teño medo á desgracia traidora que ven, e que nunca se sabe ónde ven.

VI

¿Qué ocurre en torno de mí, que siento sin comprender? Tengo miedo de una cosa que .vive y que no se ve. Tengo miedo a la pena traidora que llega y que nunca se sabe porqué.

VIII

Alá, pola alta noite, -·á luz da triste e moribunda lámparaou antre a negra oscuridad medosa,

o vello ve pantasmas.

Uns son árbores muchos e sin follas; outros, fontes sin auguas;

mpntes que a neve eternamente crube, ermos que nunca acaban.

I ó amañecer do día, cando ca última estrela aqueles marchan, outres veñen máis tristes e sañudos,

pois a verdade amarga, escrita trán nos apagados olios

e nas asienes calvas.

Los Cuadernos de Poesia

Non digás nunca, os mozos, que perdeches

a risoña esperanza: do que a vivir comesa sempre é amiga; ¡ só enemiga mortal de que acaba ... !

VIII

Allá, por la alta noche, en el fulgor mortecino de la lámpara, o entre la negra oscuridad miedosa,

el viejo ve fantasmas.

Unos son árboles mustios y sin hojas; otros, fuentes sin agua;

montes que el hielo eternamente cubre, yermos que nunca acaban.

Al comenzar el día, con la última estrella aquellos marchan, y otros vienen más tristes y sañudos,

pues la verdad amarga escrita traen en )os opacos ojos

y en las sienes peladas.

No digáis nunca, los mozos, que perdísteis la risueña esperanza:

del que a vivir comienza es siempre amiga ¡y enemiga mortal de quien acaba!

X

Unha vez tiven un cravo cravado no corazón,

i eu non me acordo xa si era aquel cravo de ouro, de ferro ou de amor.

Sóio sei que me fixo un mal tan fondo, que tanto me atormentóu,

que eu día e noite sin cesar choraba cal choróu Madanela na Pasión.

«Señor, que todo o podedes -pedínlle unha vez a Dios-,

daime valor para arrincar dun golpe cravo de tal condición,,.

E doumo Dios, e arrinquéino; mais ... ¿quén pensara ... ? Despóis xa non sentín máis tormentos nin soupen qué era delor;

soupen só que non sei qué me faltaba en donde o cravo faltóu,

e seica, seica tiven soidades daquela pena ... ¡Bon Dios!

Este barro mortal que envolve o esprito ¡ quén o entenderá, Señor. .. !

X

Una vez yo tuve un clavo clavado en el corazón,

y no recuerdo ya si era aquel clavo de oro, de hierro o de amor.

Sólo sé que me hizo un mal tan hondo, que tanto me atormentó,

que día y noche sin cesar lloraba igual que Magdalena en la Pasión.

«Señor, que lo podéis todo, -le pedí una vez a Dios­

dadme valor para arrancar de un golpe clavo de tal condición.

33

Me escuchó Dios, y arranquelo, mas, desde entonces, ya no sentí nunca más tormentos ni supe qué era dolor.

Supe sólo que algo me faltaba en donde el clavo faltó, y casi, casi, tuve soledades de aquella pena ... ¡Buen Dios!

Este barro mortal que envuelve el alma ¡quién lo entenderá, Señor!

De balde ...

Cando me poñan o hábito, si é que o levo;

cando me metan na caixa, si é que a teño;

cando o responso me canten, si hai con qué pagarlle ós cregos, e cando dentro da cova ... ¡ Que inda me leve San Pedro si só ó pensalo non río con unha risa dos <leños! ¡ Que enterrar, han de enterrarme anque non lles den diñeiro ... !

De balde ...

Cuando me pongan el hábito, si es que lo llevo;

cuando en la caja me metan, si es que la tengo;

cuando el responso me canten, si hay con qué pagarle al clero, y, cuando hundida en la fosa ... ¡ Que me condene San Pedro si al pensar esto no río con endemoniado acento! ¡ Que enterrar han de enterrarme, aunque no les den dinero!

Cava lixeiro, cava, xigante pensamento,

cava un fondo burato onde a memoria do pasado enterremos. ¡ Á terra cos difuntos! ¡Cava, cava lixeiro!

E por lousa daráslle o negro olvido, i a nada lle darás por simiterio.

Cava ligero, cava, gigante pensamiento,

cava un hondo agujero donde el eco del pasado enterremos. ¡ Tierra para los muertos! ¡Cava, cava, ligero!

Y por losa le darás el negro olvido, y la nada le darás por cementerio.

Cando penso que te fuches, negra sombra que me asombras, ó pe dos meus cabezales tornas facéndome mofa.

Cando maxino que es ida, no mesmo sol te me amostras, i eres a estrela que brila, i eres o vento que zoa.

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Si cantan, es ti que cantas;

si choran, es ti que choras;

i es o marmurio do río,

i es a noite, i es a aurora.

En todo estás e ti es todo,

pra min i en min mesma moras,

nin me abandonarás nunca, sombra que sempre me asombras.

Cuando pienso que te fuiste,

negra sombra que me asombras,

al pie de mis cabezales

tornas haciéndome mofa.

Cuando te imagino ida,

en el mismo sol te asomas,

y eres la estrella que brilla,

y eres el viento que ronca.

Si cantan, tú eres quien canta;

si lloran, tú eres quien llora;

y eres el rumor del río,

y eres la noche, y la aurora.

En todo estás y eres todo,

sólo para mí, en mí moras,

y no me dejarás nunca,

sombra que siempre me asombras.

Maio longo ... , maio longo,

todo cuberto de rosas:

para algús, telas de morte;

para outros, telas de bodas.

Maio longo, maio longo,

fuches curto para min:

veu contigo a miña dicha,

volvéu contigo a fuxir.

Mayo largo ... , mayo largo,

todo cubierto de rosas: para algunos son mortaja;

para otros, traje de bodas.

Mayo largo, mayo largo,

fuiste corto para mí:

mi dicha vino contigo,

y contigo volvió a huir.

Lúa descolorida

Lúa descolorida

como cor de ouro pálido,

vesme i eu non quixera

me vises de tan alto.

O espaso que recorres,

lévame, caladiña, nun teu raio.

Astro das almas 01fas,

lúa descolorida,

eu ben sei que n'alumas

tristeza cal a miña.

Vai contalo ó teu dono,

e dille que me leve adonde habita.

Mais non lle contes nada,

descolorida lúa,

pois nin neste nin noutros

mundos teréi fertuna.

Se sabes onde a morte

ten a morada escura,

dille que corpo e alma xuntamente

Los Cuadernos de Poesía

me leve adonde non recorden nunca,

nin no mundo en que estóu nin nas alturas.

Luna descolorida

Luna descolorida,

fantasma de oro pálido,

me ves sin que yo quiera

ser vista de tan alto.

Al espacio que cruzas, arrástrame en silencio con tus rayos.

Sol de las almas huérfanas,

luna descolorida,

yo bien sé que no alumbras

tristeza cual la mía.

Cuéntaselo a tu dueño,

y dile que me lleve adonde habita.

Mejor, no se lo digas,

descolorida luna, pues ni en éste ni en otros

mundos tendré fortuna.

Si sabes de la muerte

la residencia oscura,

dile que, cuerpo y alma juntamente,

me lleve adonde no recuerden nunca,

ni en el mundo en que estoy, ni en las

Estranxeira na súa patria

Na xa vella baranda

entapizada de hedras e de lirios

foise a sentar calada e tristemente

frente do tempro antigo.

alturas.

Interminable procesión de mortos,

uns en corpo nomáis, outros no esprito,

veu pouco a pouco aparecer na altura

do direito camiño,

que monótono e branco relumbraba,

tal como un lenzo nun herbal tendido.

Contempróu cál pasaban e pasaban

correndo hacia o infinito,

sin que ó fixaren nela os olios apagados e afundidos

deran siñal nin moestra

de habela nalgún tempo conocido.

I uns eran seus amantes noutros días,

deudos eran os máis i outros amigos,

compañeiros da infancia,

sirven tes e veciños.

Mais pasando e pasando <liante dela,

foron os mortos aqueles prosiguindo

a indiferente marcha

camiño do infinito,

mentras cerraba a noite silenciosa

os seus loitos tristísimos

en torno de estranxeira na súa patria,

que, sin lar nin arrimo,

sentada na baranda contempraba

cál brilaban os Jumes fuxitivos.

Extranjera en su patria

En la vieja baranda

tapizada de hiedras y de lirios

se fue a sentar, callada y tristemente,

mirando al templo antiguo.

34

Interminable procesión de muertos,

unos en cuerpo y otros en espíritu,

vio, poco a poco, aparecer en lo alto

del derecho camino,

que monótono y blanco relumbraba

tal como un lienzo en un hierbal tendido.

Y vio como pasaban y pasaban

rumbo hacia el infinito,

sin que al fijar en ella

los ojos abismales y sin brillo

dieran señal ni muestra

de haberla en otro tiempo conocido.

Y unos eran sus amantes de otros días,

deudos eran los más y otros amigos,

compañeros de infancia,

sirvientes y vecinos.

Mas ignorando recuerdos y tristezas

continuaban los muertos peregrinos

su indiferente marcha,

rumbo hacia el infinito,

mientras caía la noche silenciosa,

con sus lutos tristísimos,

en torno a la extranjera en su terruño

que, sin hogar, ni arrimo,

sentada en la baranda contemplaba

el brillo de los fuegos fugitivos.

¡Soia!

Eran crárolos días,

risóñalas mañáns,

i era a tristeza súa

negra coma a orfandá.

Iñase á mañecida,

tomaba coa serán ... ;

mais que fora ou viñera

ninguén llo iña a esculcar.

Tomóu un día leve

camiño do areal ...

Como naide a esperaba,

ela non tornóu máis.

O cabo dos tres días,

botouna fora o mar, i alí onde o corvo pousa,

soia enterrada está.

¡Sola!

Eran largos los días,

llenos de claridad,

más su pena tenía

negrura de orfandad.

Se iba de amanecida,

volvía sin luz ya ... ;

aunque no retornase,

nadie lo iba a notar.

Se alejó una mañana,

hacia el blanco arenal ...

Como a nadie tenía,

no quiso regresar.

Cumplidos los tres días,

echó su cuerpo el mar.

Donde el cuervo se posa,

sola, enterrada está.

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Los Cuadernos de Poesia

35

¡Nin ás escuras ... !

-Todo está negro, as sombras envolven a vereda,

e nin o ceu ten olios, nin o pinar ten lengua.

¡Vamos! Do que hai oculto, ¿quén midéu as fonduras?

¡Alma n'habrá que sepa ... ! ¡Ven ... ! A noite está escura.

-¿Escura ... ?; mais relumbra non sei qué luz traidora ...

-E unha estrela que brila nas aguas bulidoras.

-¿E non oies que remuxe algo onde aquel herbal?

-E o vento que anda tolo correndo antre a follax.

-Escoita, sinto pasos, e asoma seica un bulto ...

-¡ Si é un vivo, matarémolo; non fala si é difunto!

Mais aquí onde este cómaro, hai unha cova fonda:

ven, e santos ou <leños, que nos atopen ora.

II

¿Adónde iréi conmigo? ¿Dónde me esconderéi,

que xa ninguén me vexa i eu non vexa a ninguén?

A luz do día asómbrame, pasmame a das estrelas,

i as olladas d·os homes na ialma me penetran.

I é que o que dentro levo de min, penso que ó rostro

me sai, cal sai do mare ó cabo un corpo morto.

¡ Houbera, e que saíra ... !, mais non: dentro te levo,

¡fantasma pavoroso des meus remordementos!

¡ Ni en la oscuridad!

-Todo está negro, en sombras se envuelve la vereda;

ni el cielo tiene ojos, ni el pinar tiene lengua.

¡Vamos! De lo secreto, ¿quién midió las honduras?

¡No habrá alma que lo sepa! ¡Ven ... ! La noche está oscura.

-¿Oscura ... ?; más relumbra no se que luz incierta ...-Es el brillo de un astro que las aguas reflejan.

-¿No escuchas los rumores que vienen del brezal?

-Es el viento que loco golpea sin cesar.

-Atiende, siento pasos, y asoma quizá un bulto ...

-¡Morirá si es un vivo; no hablará si es difunto!

-Mira, al pie de este otero hay una cueva honda.

Ven, que santos o diablos nos encuentren ahora.

11

¿Adónde iré conmigo? ¿Cómo me esconderé

donde nadie me vea, ni a nadie pueda ver?

Tiemblo a la luz del día, las estrellas me asustan,

y el mirar de los hombres el alma me desnuda.

Temo que al rostro asome lo que llevo en el pecho,

igual que el mar arroja de su seno a los muertos.

¡Ojalá, y que saliera ... ! Mas no: te llevo dentro,

¡fantasma pavoroso de mis remordimientos!