castel o el lector modelo de la sociedad de consumo

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    CASTEL O EL LECTOR MODELO DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO

    Por Julio Csar Correa DazEscritor y docente

    Qu decir sobre una novela de la que se ha escrito en abundancia, desde elmomento en que aparece, hace ya algo ms de 60 aos, y que no suene a lugarcomn? Para no hablar de existencialismos o de novelas psicolgicas, decido tomarun atajo intransitado, guiado quizs por la misma obsesin razonadora delprotagonista. Por eso, dir que el silogismo es una trampa de la razn, unaenfermedad mortal de certeza, una suerte de marasmo epistemolgico que fascinaporque nos hace creer que avanzamos, cuando en realidad permanecemos en elmismo lugar. Slo que no lo sabemos.

    El Tnel de Ernesto Sbato, es el texto al que hago referencia. Para empezar, habrque decir, con Umberto Eco (Lector in fbula, 1993 p.77), que todo texto genera sulector modelo. Y como lector modelo estar en capacidad de poder comprender eldiscurso de Castel, asumindolo como propio de un sujeto enajenado. Pero,igualmente, ste lector modelo deber estar en capacidad de generar otrashiptesis, incluso sobre sus mismas competencias como lector. Quiere esto decirque el lector modelo de El Tnel, habiendo hecho empata con Castel, tomardistancia, enseguida, para interpretar y, de paso, construir una conjetura ms. Dir,en consecuencia, que El lector modelo de El Tnelser una versin contenida des mismo, pero, al mismo tiempo, dir que todo lector contemporneo no es msque un consumidor de superficies textuales.

    El lector castillo

    Nada teme ms el hombre que ser tocado por lo desconocidoElas Canetti (Masa y poder)

    Un lector tipo Castelcasteliano o castillo- es aquel que se blinda para poder entraren esa zona desconocida de la lectura. Blindarse de antemano para protegerse delo imprevisto, es parte de su caracterstica. Se protege porque sospecha del texto ydel otro que surge ante s como una amenaza. Recordemos que Castel viene deCastillo y sta expresin significa: Castel (arcasmo que significa castillo), o bienespacio psquico donde se refugia una fuerza espiritual vigilante, construida porfalsos sistemas autodefensivos. Silvia Sauter, citando a Ortega (2008, p.17) Luego,blindarse y atrincherarse rodeado de todo tipo de armamento o indumentarias de

    carcter defensivo, har parte de las seales particulares del lector casteliano.

    Si a algo le teme, este tipo de lector, es a lo desconocido y al rango de incertidumbre

    propio de todo texto serio- al que se debe enfrentar; lo mismo se podra decir del

    miedo a las voces ms personales del texto, a su cdigo. Pero, en ltima instancia,

    el miedo del lector casteliano es a su yo ms ntimo, a su propia voz, esa que trata

    de emerger en medio de esa polifona de voces, de las que hablara Bajtin. Slo que,

    como ocurre en estos casos, no sabe que el miedo al texto es, en el fondo, miedo a

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    s mismo. En la literatura de Sbato se entrev una cierta repugnancia al contacto

    fsico, porque el otro es una amenaza para quien interpreta el mundo (Barrero

    Prez, 1992)

    El otro es un peligro o una amenaza, pero el otro es tambin un texto, la informacin

    que proviene del mismo, la voz del autor; ese otro que viene a expropiarlo, que pone

    en riesgo su seguridad o que cuestiona sus verdades ms arraigadas. El otro es un

    enemigo potencial; y frente al enemigo siempre hay que estar preparados,

    apertrechados, guarecidos. El actuar sobre-seguro, como una forma de defensa

    anticipada, establece distancias y genera dudas. La distancia no slo es fsica, es

    sobre todo psicolgica o epistmica. La distancia es elusin y, al mismo tiempo, la

    urgente necesidad de construir toda suerte de conjeturas sobre el otro. La conjetura

    surge aqu como el sustituto del contacto fsico con el otro. Entre uno y otro media

    la sospecha como conjetura inicial: Como sucede siempre, empec a encontrar

    sospechosos detalles anteriores a los que antes no haba dado importancia. (El

    Tnel, 2008 p.89) Luego vendrn otras conjeturas que se agregarn a la inicial. En

    Castel ste hecho funcionar como una espiral: una conjetura lleva a la otra y ashasta el paroxismo. Es la imagen de piezas mecnicas que engranan unas en otras

    y se mueven acompasadamente; y en ese girar van engranando otras piezas que

    al tiempo hacen girar otros engranajes: mi cerebro estaba constantemente

    razonando como una mquina de calcular; por ejemplo, en esta misma historia no

    me haba pasado meses razonando y barajando hiptesis y clasificndolas? (p.78)

    La sospecha ante el otro o ante el texto crea distancias. Y en esa distancia no puede

    haber lectura que valga. La distancia genera toda suerte de anticipaciones. Leer

    desde la anticipacin es caer en la sospecha sistemtica, manera de negar la

    lectura. Esa distancia cognitiva, emocional y discursiva genera distorsiones que se

    acentan cuando, muy a la manera de Castel, se busca la prueba desde la misma

    conjetura, desde sus propias expectativas, prejuicios o anticipaciones. En ltimas,

    busca comprobar que su sospecha es cierta, basado en sus propias premisas.

    Castel carece, ahora y siempre de autnticas pruebas de la infidelidad de Mara; se

    basa tan slo en sus propias deducciones; por eso no ve a Mara y Hunter: ambos

    estn a sus espaldas, pero su otro yo s los ve, lo que puede significar que Castel

    da ahora definitivamente a sus hiptesis el mismo valor probatorio que a sus

    especulaciones. (Barrero Prez, p. 76)

    Ya metido en ese juego silogstico, concluye que la verdad est de su parte. Nada

    ms lgico que examinar las premisas para poder verificar la conclusin. Pero, enltima instancia, el pensamiento silogstico no es ms que la prueba de que,

    efectivamente, el lector castillo o casteliano ha renunciado a considerar la

    informacin que le llega a travs de otras fuentes que no sean sus propias

    sospechas.

    El lector que asume la relacin con el texto y con el otro, de carne y hueso o, el otro,que subyace en el texto, de manera anticipada y lo reconfigura segn su propio

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    criterio, segn su miedo o su deseo, es decir anteponiendo toda suerte de barreras,blindndose tanto psquica como moralmente para que luego, y a travs de lalectura, no le pase nada a su yo ms ntimo y, al final, siga prevaleciendo esacondicin y consideracin de la que parti inicialmente, es un dogmtico. Se tratade leer sin riesgo, sin abrirse a las posibilidades de interpelacin del texto,

    encerrndose en lo que cree que sabe. Sus saberes, de existir, los resguarda decualquier posibilidad de ser puestos en entredicho. Ese tipo de lector va a los textoscomo a las discusiones con los otros, prevalidos de la idea de que su conjunto decreencias es la correcta, por eso no est dispuesto a someterla a cuestionamientosy consideraciones externas, de aquellas que provienen del otro, ya sea el texto ouna voz personal. Es una suerte de dogmtico y as opera frente a su mundo. Sumundo es un mundo blindado, que por lo mismo resiste toda suerte de ataquesexternos.

    En este sentido, prefiero ceder la palabra a Joan-Carles Mlich. En su libro Lalectura como plegaria(2015) dice:

    Los totalitarios no soportan la prosa del mundo. A un dogmtico se lo reconoceporque no tiene sentido del humor, porque sus ideas se presentan como verdadeseternas, porque nunca est dispuesto a reconocer un error o un cambio en las rutasde su vida, porque su identidad es fija, porque tiene unos principios que no quierereconsiderar. Al dogmtico se lo reconoce porque pretende hacernos creer que ensu boca est la palabra del Absoluto. (p. 77-78)

    Si algo caracteriza a un dogmtico, a un totalitario, es su incapacidad para la risa.Castel, a lo largo de su relato incriminatorio, no sonre ni recurre al humor; todo enl es adusto, serio, dramtico y trgico. Los totalitarios no sonren porque pierdensu estatus y su poder ante los ojos de los dems. La risa, en cambio, es una manerade celebrar el mundo y la vida; la risa establece comunin con los dems. Y Castel,

    por el contrario, est solo, infinitamente solo. No sonre. Desconfa del humor comodel amor. Los totalitarios han cerrado esa dimensin profundamente humana; por logeneral se les ve rodeados de cierta aureola de poder en la que se sienten a gusto.Su misma manera de vestir es cerrada, gris, rgida y acartonada. Es la misma todoslos das.

    Por eso, Castel, castillo, fortaleza, cerrazn, seguridad plena de que el otro, elenemigo no ingresar, no podr entrar, quedar fuera, expulsado o golpeandoapenas para solicitar su ingreso. Revestirse del equipaje necesario para tocaralotro sin atreverse al ms mnimo contacto, pues el otro es una amenaza, es comola peste o como el bola. Cualquier contacto, por superficial que sea, puederepresentar contagio. El lector que asume el texto de esta manera sabe que al final

    de su lectura nada le pasar. Tendr garantizada su plenitud psquica y moral,adems de la biolgica. Es el lector castillo o casteliano. Es aqul que decideoperar sobre coordenadas preestablecidas; es el que sabe de antemano a dndellegar; es el que planifica hasta el ms mnimo detalle para que nada azaroso leocurra en el transcurso del viaje; es el que se pertrecha de armamento (emocionaly cognitivo) para ir al encuentro con el otro; es el que sabe de antemano que suverdad prevalecer, por eso, da por descontada la victoria personal; es el que antesde ir al encuentro con el otro decide investigarlo para sentirse tranquilo, para que

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    nada extrao le pase. Es Castel rondando y vigilando a Mara en su lugar de trabajo,elaborando conjeturas sobre sus ocasionales encuentros, suponiendo infidelidades.

    Ante este tipo de lector y de lectura, Jorge Larrosa (1998) dir lo siguiente:

    Uno de los temas que habr siempre, y que ya hay, en el trasfondo de este captulo

    es, justamente, qu es eso de leer. Y cules son sus peligros. Y cules son lasprecauciones y los mecanismos de control que la pedagoga establece para conjuraresos peligros. Pero qu es eso de leer cuando va en serio, cuando no es un fantaseotrivial o una forma de ocio, cuando no tiene que ver solo con el aprendizaje de algoexterior, con una mera adquisicin de informacin. En esos casos al que lee no lepasa nada. Y aqu se trata de qu es eso de leer cuando, al leer, algo (te) pasa.Cuando el leer tiene efectos en uno, le forma a uno, le transforma, o le deforma. (p.63-64)

    Es lo que ocurre con la lectura y los lectores guiados a travs de la preceptiva

    escolar. La escuela, en sus niveles, intentar evitar que el estudiante descubra por

    s mismo los lmites y las fronteras de su propia subjetividad. Por ello, le traza de

    antemano posibles interpretaciones, caminos y atajos como a las caperucitasrojas, para que no se extraven en los bosques, donde abundan los lobos de las

    emociones, siempre frgiles, volubles, traicioneras. La escuela les mostrar las

    metas y establecer diques para que no haya ningn extravo por el camino. La

    pedagoga, en su obsesin anticipadora, dir que al concluir el proceso de

    formacin, -porque no se acepta la deformacin o la transformacin-, el estudiante

    sabr comprender textos de alguna complejidad. Las pruebas escritas medirn el

    nivel de conformacin o de conformidad, esa s aceptada, del estudiante.

    Al final, se trata de que al estudiante, al lector, no le ocurra nada, al menos, nada

    trascendente, en el sentido de su formacin personal. Leer desde la distancia y la

    envoltura casteliana, efectivamente, protege al lector de cualquier situacin deriesgo que pudiese ocurrir. La pedagoga se encargar de que nada le ocurra a ese

    joven lector, que slo deber leer para responder a satisfaccin los deberes

    escolares y a las expectativas de sus docentes. Cuando se lee para que no (te)

    pase nada, es cuando se lee para evadir el encuentro con uno mismo. La lectura

    como evasin es la lectura de consumo.

    El tnel del silogismo

    Aquel que devora los textos, que se los traga, es incapaz de

    leer.

    Joan-Carles Mlich

    El lector castillo es el que se gua por una suerte de lgica de hierro, como la llamaCastel. Esta lgica me pareci de hierro y me tranquiliz (2008 p.72) Esosignifica que su manera de operar en el mundo lo obliga a pensar slo a partir deciertas premisas fiables y extraer conclusiones a partir de las mismas, sin importarque, a la larga, entre la formulacin proposicional y la realidad supuestamente

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    aludida no exista otro vnculo que el establecido en la lgica del lenguaje formal; noen la realidad. Es decir, que esta forma de pensar cree ms en los vnculossintctico-gramaticales que en la realidad misma, con sus matices y complejidadesvivenciales. Si todos los hombres son mortales, y Scrates es un hombre, pues ladeduccin es apenas lgica, pensar Castel.

    En adelante, Castel va a recurrir al expediente de la lgica ms cerrada y la exhibircomo si fuese un gran logro. Son muchas las ocasiones en que el personaje aludeexpresamente a la lgica, al rigor y al razonamiento (Rivera 2001) La lgicacasteliana no le permitir ver que su manera de pensar y actuar resultar no solocontradictoria sino que, en muchos casos, alcanzar niveles patolgicos. Ya desdeel inicio del relato se puede apreciar la tendencia casteliana a buscar explicacionesa casi todos los actos de la vida, an a los ms triviales. Quizs sea sta una manerade mostrar cmo la mana explicativa, propia de las ciencias, se traslada a la vidacotidiana, produciendo casos desafortunados como el de Castel: Pero por quesa mana de querer encontrar explicacin a todos los actos de la vida? (2008, p.49) Y cmo es posible que el camino de la lgica sea el mismo de su propia

    ceguera? Acaso, el recurso de la lgica no es el camino de la claridad y lacoherencia? Rivera (2001) dice, a propsito de lo antes planteado, La metfora deltnel no representa ahora las consecuencias infaustas de la racionalidad, sino elescndalo demencial de una de sus versiones: su versin ms enloquecedora, lamodernidad. (p. 47)

    La lgica que se evidencia en la construccin del mundo casteliano esabsolutamente predecible. Es la lgica del gusano: Mi pensamiento era como ungusano ciego y torpe dentro de un automvil a gran velocidad (2008 p. 65) Se tratade ir rpido, se trata de consumir rpido, de ingerir toda la informacin que sepresente. No hay tiempo para la digestin de lo que se consume; es necesario

    consumir para acumular, en el mejor sentido capitalista de la sociedad de consumo,quizs porque acumular es sinnimo de riqueza. Puestos sobre la lnea infinita delprogreso, es necesario avanzar no retroceder- porque slo la delantera essinnimo de progreso, como en la metfora del tren. Pero, ese consumir deprisaslo conduce a la llenura y al hartazgo. El lector casteliano es un lector que padecede llenura, quizs, por eso no lee, consume.

    Siguiendo sta lnea de pensamiento, se podra afirmar tesis tpicamentecasteliana- que el protagonista est enfermo por exceso de anlisis, por exceso derazn. El pensamiento silogstico es una enfermedad legal que con el paso deltiempo, de no tratarse de manera adecuada, producir monstruos razonadores.Lynn Segal la descubri hace ya algunos aos, y la plantea de la siguiente manera:As como el lenguaje nos confunde al atribuir la luz a la bombilla elctrica, tambinel silogismo nos confunde al atribuir las propiedades del observador al sistemaobservado. Inconscientemente inventamos estas propiedades con la lgica ysuponemos que las descubrimos en los sistemas que observamos(1994, pg. 70)Es bsicamente lo que hace Castel, en su mana de andar buscando explicaciones,lo mismo que elaborando conjeturas e hiptesis de todo tipo. Salvo que en lugar decomprobarlas en la realidad real, se conforma con extraer conclusiones de sus

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    propias premisas. Es decir, que se mueve constantemente sobre el puro plano dellenguaje proposicional; evita la contrastacin con los hechos, lo que lo obliga a vivirinmerso en la mquina conjetural que l mismo cre.

    Tal como lo describe Segal (1994), Castel asume que todo lo que ve en los dems,

    sobre todo en Mara, es parte de las caractersticas que definen a tales personas,cuando en realidad est sucediendo un hecho curioso: el pensamiento abstruso deCastel le asigna propiedades a las personas que slo le corresponden a Castel, sloque Castel est ciego y no se da cuenta que no se da cuenta. Castel no sabe quese est mirando a s mismo; no quiere reconocer que la imagen que le regresa elespejo, donde se mira, le parece abominable, aborrecible, quizs porque es la suyay prefiere pensar que es la de Mara, la de los otros: Dir antes que nada, quedetesto los grupos, las sectas, las cofradas, los gremios y en general esosconjuntos de bichos que se renen por razones de su profesin, de gusto o de manasemejante. (El Tnel, 2008 p. 54) Prieto Rodrguez et al 2005, lo dicen de otramanera: No hay miradas neutras, puesto que todo mirar, dice Merleau-Ponty, esun pensamiento condicionado (1985); de tal forma, en la mirada ya existe lo mirado,en la actividad del mirante ya existe el cuerpo propio(pg.125).

    En buena medida, lo que hay que entender aqu es que Castel, recurriendo a losdispositivos del silogismo, pretende hacernos creer que todo aquello que dice,describe y concluye sobre Mara es la verdad, en tanto que corresponde con loshechos. Al final uno podr comprender que esa tendencia neurtica a buscarexplicaciones, a establecer conjeturas, a comprobar premisas, a ordenar ideas yexaminarlas para revisar su posible certeza se compendian en el silogismo: Maray la prostituta han tenido una expresin semejante; la prostituta simulaba placer;Mara, pues, simulaba placer; Mara es una prostituta.(2008, Pg. 176)

    No hay salida. El tnel de Castel es su propio modo de razonamiento. Sin saberlo,permanece atrapado en sus propias conjeturas. La lectura que hace Castel de Maray de la realidad pasa por el tamiz de sus especulaciones. El polo razonante deCastel est alterado; la mquina de calcular hiptesis presenta serios desfasesentre sumas y restas. La realidad para Castel es una hiptesis improbable y, aunas, busca validarla apoyado en sus premisas, en sus sospechas. Las proposicionesde Castel estn elaboradas en la sospecha metdica y en la duda constante. Maraes una prostituta. La formulacin silogstica no deja lugar a dudas. El inductivismocomo modo de razonamiento propio de la ciencia es infalible. No hay lugar a dudas.La conclusin del silogismo es inapelable.

    Teln

    Finalmente, y a manera de teln, con Rivera (2001) sostendr que: El asunto esque la gnesis de la modernidad es tambin el inicio hermenutico del relato en elque tiene sentido pensar en la demencia de Castel como una exigencia de laracionalidad. Hay que agregar: como una demanda de la modernidad. (P. 53)Elrelato de Castel es la denuncia de esta situacin que lo ha conducido por laslabernticas calles de las grandes ciudades modernas. El progreso, para Sbato, es

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    una forma de aislar al hombre, de incomunicarlo, de cercenarle las emociones y lossentimientos, la imaginacin y la fantasa; es una forma de hundirlo, con la mismarapidez con que se mueven los trenes y los aviones, en las sociedadesdesarrolladas por el avance de las ciencia y la tecnologa, en una especie deautismo cultural y psicolgico; es la deshumanizacin que propician los ritmos

    montonos y grises de la mecanizacin y de los automatismos de la produccin enserie. Es la angustia que el capitalismo arrollador le produce al ser humano, alfragmentarlo para poderlo controlar, para sumirlo en la condicin de consumidor. Esel hombre alienado, al que le han robado el alma o el espritu para, a cambio,imponerle un ropaje que, en lugar de cubrir su desnudez, lo insensibiliza, lo embotay lo aturde a golpes de martillo.

    Concluyo diciendo que el lector tipo de Castel, castillo o casteliano es una anomalaproducida en la modernidad. Es el lector enconchado, temeroso, aislado, atortugadoydesvalido, al que le da pereza el esfuerzo que supone la lectura como trabajo ycomo interpretacin. Dice Zuleta que: Al poner el acento sobre la interpretacinNietzsche rechaza toda concepcin naturalista o instrumentalista de la lectura: leerno es recibir, consumir, adquirir; leer es trabajar. (Sobre la lectura, 1985 p.84) Deall que la escuela le ahorre el trabajo de interpretar a sus estudiantes, asignndoletextos transparentes, fciles, dciles, grises, ablicos y ldicos. Es la pedagogacontroladora con sus talleres de escritura fcil y lectura rpida.

    Los lectores modelo, tipo Castel, son lectores producidos por textos diseadosdesde el conductismo domesticador, pensados para la sociedad de consumo,donde la produccin en serie haya dado el salto a la informacin digital y teledirigida.

    Manizales, 26 de noviembre de 2015

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