casos de periodismo público

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"El problema de los delitos violentos había empezado a escalar. ¿Cómo podíamos

informar sobre eso y no alimentar, simplemente, el miedo?", fue la pregunta que se hicieron los periodistas del diario

de la ciudad de Charlotte, en el estado de Carolina del Norte, luego de la conmoción causada en la comunidad por el asesinato

de dos policías en octubre de 1993.

"El evento se convirtió en un símbolo de la violencia y otros males sociales que afligían a los barrios pobres de la ciudad", recuerda un

periodista del Charlotte Observer. "Era importante imaginar un modo constructivo de tratar el problema" (1). El periódico, con una

tirada diaria de 230 mil ejemplares, había realizado una experiencia pionera de

periodismo cívico en 1992. Toda la cobertura de la campaña electoral de ese año había

girado en torno de los temas definidos por la gente, en lugar de enfocarse en la agenda y las tácticas electorales de los candidatos).

El Observer decidió que el tema del delito exigía un nuevo esfuerzo de

periodismo cívico. El primer paso fue analizar con un software específico

los datos sobre delitos suministrados por la policía. Se descubrió que el 60 por ciento de los hechos de violencia tenía lugar en 42 barrios localizados

alrededor del área central de la ciudad.

Una gran proporción de los casos se concentraba en sólo 10 vecindarios de bajo nivel socioeconómico. En ellos se realizó una encuesta que, además de

preguntar a los residentes si habían sido víctimas de un delito y datos similares, indagaba sobre los efectos del delito en sus vidas, su opinión sobre las causas y

posibles soluciones. Muchos de ellos aceptaron ser entrevistados nuevamente

por los reporteros.

Como punto de entrada a cada barrio se creó un panel asesor conformado por

dirigentes comunitarios y antiguos residentes. Otro "panel de ciudadanos"

más grande estaba integrado por entrevistados en la encuesta que habían

aceptado colaborar. En esta tarea tuvo un papel importante un "coordinador

comunitario", que funcionaba como enlace entre el diario y la comunidad.

Se organizaron encuentros barriales para dialogar y discutir los problemas entre los

habitantes del lugar, expertos y funcionarios. El material se difundió en una

serie de coberturas periodísticas, en coordinación con una emisora local de TV y dos radios populares entre las personas de

color, que se asociaron con el Observer para este proyecto. El mismo día que el

diario publicaba artículos sobre el tema las emisoras de TV y radio difundían sus

programas especiales.

La cobertura mostró el rostro humano detrás de las estadísticas de inseguridad y

causó impacto en la población que vivía fuera de los barrios donde la situación era

más crítica. Incluyó, además de los resultados de la encuesta, retratos de vecinos afectados por los hechos de violencia, análisis sobre los efectos

emocionales y económicos del delito en otros habitantes de Charlotte, notas sobre

vecinos que estaban trabajando para solucionar los problemas y listas de

necesidades concretas de cada barrio.

Se invitaba a los lectores a colaborar y comunicarse para enviar sus comentarios y

propuestas de soluciones. Gente de distintas áreas de Charlotte participó

mediante la donación de bienes, tiempo o servicios. Una organización no

gubernamental, la United Way, habilitó una línea telefónica para registrar a los

voluntarios.

Las cuestiones clave surgidas de la encuesta fueron objeto de informes especiales:

desempleo, consumo de drogas, uso de armas, niños abandonados… El Observer se

dedicó extensamente a informar sobre experiencias exitosas, como la formación de corporaciones de desarrollo comunitario, en

barrios de otros lugares del país que enfrentaban problemas similares. La

televisión organizó mesas redondas donde residentes, autoridades y representantes de

la sociedad civil discutieron posibles medidas.

La experiencia del Charlotte Observer se extendió hasta principios de 1996. El modelo que emergió para el trabajo en cada barrio fue el siguiente:

1) Realización de una encuesta entre los residentes y dirigentes del barrio afectado.

2) Entrevistas a personas clave por parte de reporteros y del "coordinador comunitario". Preparación de una "lista de necesidades" del barrio.

3) Organización, por parte del coordinador, de un panel de consejeros del barrio y de una reunión pública, realizada en una escuela o iglesia del lugar y emitida por TV, donde representantes del periódico explican el proyecto y escuchan a la gente.

4) Promoción, por parte de la ONG United Way, de las organizaciones que podrían trabajar con los vecinos para solucionar los problemas del barrio.

5) Comienzo de la cobertura periodística y campaña para promover donaciones y trabajo voluntario.

GRACIAS

KARINA SEPÚLVEDA MONTAGUT

MILENA SIRLEY ÁVILA CAGÜEÑO