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CARTA ENCÍCLICA CARITAS IN VERITATE DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI A LOS OBISPOS, A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS, A LAS PERSONAS CONSAGRADAS, A TODOS LOS FIELES LAICOS Y A TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD, SOBRE EL DESARROLLO HUMANO INTEGRAL EN LA CARIDAD Y EN LA VERDAD.

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CARTA ENCÍCLICACARITAS IN VERITATE

DEL SUMO PONTÍFICEBENEDICTO XVI

A LOS OBISPOS, A LOS PRESBÍTEROS YDIÁCONOS, A LAS PERSONAS

CONSAGRADAS, A TODOS LOS FIELES

LAICOS Y A TODOS LOS HOMBRES DEBUENA VOLUNTAD, SOBRE EL

DESARROLLO HUMANO INTEGRAL EN LACARIDAD Y EN LA VERDAD.

INTRODUCCIÓN 1. La caridad en la verdad, de la que

Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenaly, sobre todo, con su muerte y resurrección, es laprincipal fuerza impulsora del auténticodesarrollo de cada persona y de toda lahumanidad. El amor – « caritas » – es una fuerzaextraordinaria, que mueve a las personas acomprometerse con valentía y generosidad en elcampo de la justicia y de la paz. Es una fuerza quetiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdadabsoluta. Cada uno encuentra su propio bienasumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él,para realizarlo plenamente : en efecto, encuentraen dicho proyecto su verdad y, aceptando estaverdad, se hace libre (cf. Jn 8,32). Por tanto,defender la verdad, proponerla con humildad yconvicción y testimoniarla en la vida son formasexigentes e insustituibles de caridad. Ésta « gozacon la verdad » (1 Co 13,6). Todos los hombresperciben el impulso interior de amar de maneraauténtica ; amor y verdad nunca los abandonancompletamente, porque son la vocación que Diosha puesto en el corazón y en la mente de cada serhumano. Jesucristo purifica y libera de nuestraslimitaciones humanas la búsqueda del amor y laverdad, y nos desvela plenamente la iniciativa deamor y el proyecto de vida verdadera que Dios hapreparado para nosotros. En Cristo, la caridad enla verdad se convierte en el Rostro de su Persona,

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en una vocación a amar a nuestros hermanos enla verdad de su proyecto. En efecto, Él mismo esla Verdad (cf. Jn 14,6).

2. La caridad es la vía maestra de la doctrinasocial de la Iglesia. Todas las responsabilidades ycompromisos trazados por esta doctrinaprovienen de la caridad que, según la enseñanzade Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt22,36-40). Ella da verdadera sustancia a larelación personal con Dios y con el prójimo ; noes sólo el principio de las micro-relaciones, comoen las amistades, la familia, el pequeño grupo,sino también de las macro-relaciones, como lasrelaciones sociales, económicas y políticas. Para laIglesia – aleccionada por el Evangelio –, lacaridad es todo porque, como enseña San Juan(cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en miprimera Carta encíclica « Dios es caridad » (Deuscaritas est) : todo proviene de la caridad de Dios, todoadquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridades el don más grande que Dios ha dado a loshombres, es su promesa y nuestra esperanza.

Soy consciente de las desviaciones y lapérdida de sentido que ha sufrido y sufre lacaridad, con el consiguiente riesgo de ser malentendida, o excluida de la ética vivida y, encualquier caso, de impedir su correcta valoración.En el ámbito social, jurídico, cultural, político yeconómico, es decir, en los contextos másexpuestos a dicho peligro, se afirma fácilmente su

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irrelevancia para interpretar y orientar lasresponsabilidades morales. De aquí la necesidadde unir no sólo la caridad con la verdad, en elsentido señalado por San Pablo de la « veritas incaritate » (Ef 4,15), sino también en el sentido,inverso y complementario, de « caritas in veritate ».Se ha de buscar, encontrar y expresar la verdad enla « economía » de la caridad, pero, a su vez, se hade entender, valorar y practicar la caridad a la luzde la verdad. De este modo, no sólo prestaremosun servicio a la caridad, iluminada por la verdad,sino que contribuiremos a dar fuerza a la verdad,mostrando su capacidad de autentificar ypersuadir en la concreción de la vida social. Yesto no es algo de poca importancia hoy, en uncontexto social y cultural, que con frecuenciarelativiza la verdad, bien desentendiéndose deella, bien rechazándola.

3. Por esta estrecha relación con la verdad, sepuede reconocer a la caridad como expresiónauténtica de humanidad y como elemento deimportancia fundamental en las relacioneshumanas, también las de carácter público. Sólo enla verdad resplandece la caridad y puede ser vividaauténticamente. La verdad es luz que da sentido yvalor a la caridad. Esta luz es simultáneamente lade la razón y la de la fe, por medio de la cual lainteligencia llega a la verdad natural y sobrenaturalde la caridad, percibiendo su significado deentrega, acogida y comunión. Sin verdad, la

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caridad cae en mero sentimentalismo. El amor seconvierte en un envoltorio vacío que se rellenaarbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor enuna cultura sin verdad. Es presa fácil de lasemociones y las opiniones contingentes de lossujetos, una palabra de la que se abusa y que sedistorsiona, terminando por significar locontrario. La verdad libera a la caridad de laestrechez de una emotividad que la priva decontenidos relacionales y sociales, así como de unfideísmo que mutila su horizonte humano yuniversal. En la verdad, la caridad refleja ladimensión personal y al mismo tiempo pública dela fe en el Dios bíblico, que es a la vez « Agapé » y« Lógos » : Caridad y Verdad, Amor y Palabra.

4. Puesto que está llena de verdad, la caridadpuede ser comprendida por el hombre en toda suriqueza de valores, compartida y comunicada. Enefecto, la verdad es « lógos » que crea « diá-logos » y,por tanto, comunicación y comunión. La verdad,rescatando a los hombres de las opiniones y delas sensaciones subjetivas, les permite llegar másallá de las determinaciones culturales e históricasy apreciar el valor y la sustancia de las cosas. Laverdad abre y une el intelecto de los sereshumanos en el lógos del amor : éste es el anuncio yel testimonio cristiano de la caridad. En elcontexto social y cultural actual, en el que estádifundida la tendencia a relativizar lo verdadero,vivir la caridad en la verdad lleva a comprender

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que la adhesión a los valores del cristianismo noes sólo un elemento útil, sino indispensable parala construcción de una buena sociedad y unverdadero desarrollo humano integral. Uncristianismo de caridad sin verdad se puedeconfundir fácilmente con una reserva de buenossentimientos, provechosos para la convivenciasocial, pero marginales. De este modo, en elmundo no habría un verdadero y propio lugarpara Dios. Sin la verdad, la caridad es relegada aun ámbito de relaciones reducido y privado.Queda excluida de los proyectos y procesos paraconstruir un desarrollo humano de alcanceuniversal, en el diálogo entre saberes yoperatividad.

5. La caridad es amor recibido y ofrecido. Es« gracia » (cháris). Su origen es el amor que brotadel Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo. Esamor que desde el Hijo desciende sobre nosotros.Es amor creador, por el que nosotros somos ; esamor redentor, por el cual somos recreados. Es elAmor revelado, puesto en práctica por Cristo (cf.Jn 13,1) y « derramado en nuestros corazones porel Espíritu Santo » (Rm 5,5). Los hombres,destinatarios del amor de Dios, se convierten ensujetos de caridad, llamados a hacerse ellosmismos instrumentos de la gracia para difundir lacaridad de Dios y para tejer redes de caridad.

La doctrina social de la Iglesia responde aesta dinámica de caridad recibida y ofrecida. Es

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« caritas in veritate in re sociali », anuncio de laverdad del amor de Cristo en la sociedad. Dichadoctrina es servicio de la caridad, pero en laverdad. La verdad preserva y expresa la fuerzaliberadora de la caridad en los acontecimientossiempre nuevos de la historia. Es al mismotiempo verdad de la fe y de la razón, en ladistinción y la sinergia a la vez de los dos ámbitoscognitivos. El desarrollo, el bienestar social, unasolución adecuada de los graves problemassocioeconómicos que afligen a la humanidad,necesitan esta verdad. Y necesitan aún más que seestime y dé testimonio de esta verdad. Sin verdad,sin confianza y amor por lo verdadero, no hayconciencia y responsabilidad social, y la actuaciónsocial se deja a merced de intereses privados y delógicas de poder, con efectos disgregadores sobrela sociedad, tanto más en una sociedad en vías deglobalización, en momentos difíciles como losactuales.

6. « Caritas in veritate » es el principio sobre elque gira la doctrina social de la Iglesia, unprincipio que adquiere forma operativa encriterios orientadores de la acción moral. Deseovolver a recordar particularmente dos de ellos,requeridos de manera especial por el compromisopara el desarrollo en una sociedad en vías deglobalización : la justicia y el bien común.

Ante todo, la justicia. Ubi societas, ibi ius : todasociedad elabora un sistema propio de justicia. La

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caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar,ofrecer de lo « mío » al otro ; pero nunca carecede justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es« suyo », lo que le corresponde en virtud de su sery de su obrar. No puedo « dar » al otro de lo míosin haberle dado en primer lugar lo que en justiciale corresponde. Quien ama con caridad a losdemás, es ante todo justo con ellos. No bastadecir que la justicia no es extraña a la caridad, queno es una vía alternativa o paralela a la caridad : lajusticia es « inseparable de la caridad »1, intrínsecaa ella. La justicia es la primera vía de la caridad o,como dijo Pablo VI, su « medida mínima »2, parteintegrante de ese amor « con obras y según laverdad » (1 Jn 3,18), al que nos exhorta el apóstolJuan. Por un lado, la caridad exige la justicia, elreconocimiento y el respeto de los legítimosderechos de las personas y los pueblos. Se ocupade la construcción de la « ciudad del hombre »según el derecho y la justicia. Por otro, la caridadsupera la justicia y la completa siguiendo la lógicade la entrega y el perdón3. La « ciudad delhombre » no se promueve sólo con relaciones dederechos y deberes sino, antes y más aún, con

1 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 22 : AAS 59(1967), 268 ; Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre laIglesia en el mundo actual, 69.2 Homilía para la « Jornada del desarrollo » ( 23 agosto 1968) : AAS 60 (1968),626-627.3 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2002 : AAS 94(2002), 132-140.

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relaciones de gratuidad, de misericordia y decomunión. La caridad manifiesta siempre el amorde Dios también en las relaciones humanas,otorgando valor teologal y salvífico a todocompromiso por la justicia en el mundo.

7. Hay que tener también en granconsideración el bien común. Amar a alguien esquerer su bien y trabajar eficazmente por él. Juntoal bien individual, hay un bien relacionado con elvivir social de las personas : el bien común. Es elbien de ese « todos nosotros », formado porindividuos, familias y grupos intermedios que seunen en comunidad social4. No es un bien que sebusca por sí mismo, sino para las personas queforman parte de la comunidad social, y que sóloen ella pueden conseguir su bien realmente y demodo más eficaz. Desear el bien común y esforzarsepor él es exigencia de justicia y caridad. Trabajar por elbien común es cuidar, por un lado, y utilizar, porotro, ese conjunto de instituciones queestructuran jurídica, civil, política y culturalmentela vida social, que se configura así como pólis,como ciudad. Se ama al prójimo tanto máseficazmente, cuanto más se trabaja por un biencomún que responda también a sus necesidadesreales. Todo cristiano está llamado a esta caridad,según su vocación y sus posibilidades de incidiren la pólis. Ésta es la vía institucional – también

4 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en elmundo actual, 26.

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política, podríamos decir – de la caridad, nomenos cualificada e incisiva de lo que pueda ser lacaridad que encuentra directamente al prójimofuera de las mediaciones institucionales de la pólis.El compromiso por el bien común, cuando estáinspirado por la caridad, tiene una valenciasuperior al compromiso meramente secular ypolítico. Como todo compromiso en favor de lajusticia, forma parte de ese testimonio de lacaridad divina que, actuando en el tiempo,prepara lo eterno. La acción del hombre sobre latierra, cuando está inspirada y sustentada por lacaridad, contribuye a la edificación de esa ciudadde Dios universal hacia la cual avanza la historia dela familia humana. En una sociedad en vías deglobalización, el bien común y el esfuerzo por él,han de abarcar necesariamente a toda la familiahumana, es decir, a la comunidad de los pueblos ynaciones5, dando así forma de unidad y de paz a laciudad del hombre, y haciéndola en cierta medidauna anticipación que prefigura la ciudad de Diossin barreras.

8. Al publicar en 1967 la Encíclica Populorumprogressio, mi venerado predecesor Pablo VI hailuminado el gran tema del desarrollo de lospueblos con el esplendor de la verdad y la luzsuave de la caridad de Cristo. Ha afirmado que elanuncio de Cristo es el primero y principal factor

5 Cf. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris (11 abril 1963) : AAS 55 (1963),268-270.

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de desarrollo6 y nos ha dejado la consigna decaminar por la vía del desarrollo con todo nuestrocorazón y con toda nuestra inteligencia7, es decir,con el ardor de la caridad y la sabiduría de laverdad. La verdad originaria del amor de Dios,que se nos ha dado gratuitamente, es lo que abrenuestra vida al don y hace posible esperar en un« desarrollo de todo el hombre y de todos loshombres »8, en el tránsito « de condiciones menoshumanas a condiciones más humanas »9, que seobtiene venciendo las dificultades queinevitablemente se encuentran a lo largo delcamino.

A más de cuarenta años de la publicación dela Encíclica, deseo rendir homenaje y honrar lamemoria del gran Pontífice Pablo VI, retomandosus enseñanzas sobre el desarrollo humano integral ysiguiendo la ruta que han trazado, paraactualizarlas en nuestros días. Este proceso deactualización comenzó con la Encíclica Sollicitudorei socialis, con la que el Siervo de Dios Juan PabloII quiso conmemorar la publicación de laPopulorum progressio con ocasión de su vigésimoaniversario. Hasta entonces, una conmemoraciónsimilar fue dedicada sólo a la Rerum novarum.Pasados otros veinte años más, manifiesto mi

6 Cf. n. 16 : l.c., 265.7 Cf. ibíd., 82 : l.c., 297.8 Ibíd., 42 : l.c., 278.9 Ibíd., 20 : l.c., 267.

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convicción de que la Populorum progressio mereceser considerada como « la Rerum novarum de laépoca contemporánea », que ilumina el camino dela humanidad en vías de unificación.

9. El amor en la verdad – caritas in veritate – esun gran desafío para la Iglesia en un mundo enprogresiva y expansiva globalización. El riesgo denuestro tiempo es que la interdependencia dehecho entre los hombres y los pueblos no secorresponda con la interacción ética de laconciencia y el intelecto, de la que pueda resultarun desarrollo realmente humano. Sólo con lacaridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, esposible conseguir objetivos de desarrollo con uncarácter más humano y humanizador. Elcompartir los bienes y recursos, de lo queproviene el auténtico desarrollo, no se asegurasólo con el progreso técnico y con merasrelaciones de conveniencia, sino con la fuerza delamor que vence al mal con el bien (cf. Rm 12,21)y abre la conciencia del ser humano a relacionesrecíprocas de libertad y de responsabilidad.

La Iglesia no tiene soluciones técnicas queofrecer10 y no pretende « de ninguna maneramezclarse en la política de los Estados »11. Noobstante, tiene una misión de verdad que cumplir

10 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia enel mundo actual, 36 ; Pablo VI, Carta ap. Octogesima adveniens (14 mayo1971), 4 : AAS 63 (1971), 403-404 ; Juan Pablo II, Carta enc. Centesimusannus (1 mayo 1991), 43 : AAS 83 (1991), 847.11 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 13 : l.c., 263-264.

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en todo tiempo y circunstancia en favor de unasociedad a medida del hombre, de su dignidad yde su vocación. Sin verdad se cae en una visiónempirista y escéptica de la vida, incapaz deelevarse sobre la praxis, porque no está interesadaen tomar en consideración los valores – a veces nisiquiera el significado – con los cuales juzgarla yorientarla. La fidelidad al hombre exige la fidelidada la verdad, que es la única garantía de libertad (cf. Jn8,32) y de la posibilidad de un desarrollo humanointegral. Por eso la Iglesia la busca, la anunciaincansablemente y la reconoce allí donde semanifieste. Para la Iglesia, esta misión de verdades irrenunciable. Su doctrina social es unadimensión singular de este anuncio : está alservicio de la verdad que libera. Abierta a laverdad, de cualquier saber que provenga, ladoctrina social de la Iglesia la acoge, recomponeen unidad los fragmentos en que a menudo laencuentra, y se hace su portadora en la vidaconcreta siempre nueva de la sociedad de loshombres y los pueblos12.

CAPÍTULO PRIMERO. EL MENSAJE DE LA POPULORUM PROGRESSIO.

10. A más de cuarenta años de supublicación, la relectura de la Populorum progressioinsta a permanecer fieles a su mensaje de caridad

12 Cf. Consejo Pontificio de Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de laIglesia, n. 76.

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y de verdad, considerándolo en el ámbito delmagisterio específico de Pablo VI y, más engeneral, dentro de la tradición de la doctrinasocial de la Iglesia. Se han de valorar después losdiversos términos en que hoy, a diferencia deentonces, se plantea el problema del desarrollo.El punto de vista correcto, por tanto, es el de laTradición de la fe apostólica13, patrimonio antiguo ynuevo, fuera del cual la Populorum progressio seríaun documento sin raíces y las cuestiones sobre eldesarrollo se reducirían únicamente a datossociológicos.

11. La publicación de la Populorum progressiotuvo lugar poco después de la conclusión delConcilio Ecuménico Vaticano II. La mismaEncíclica señala en los primeros párrafos suíntima relación con el Concilio.14 Veinte añosdespués, Juan Pablo II subrayó en la Sollicitudo reisocialis la fecunda relación de aquella Encíclica conel Concilio y, en particular, con la Constituciónpastoral Gaudium et spes15. También yo deseorecordar aquí la importancia del ConcilioVaticano II para la Encíclica de Pablo VI y paratodo el Magisterio social de los Sumos Pontíficesque le han sucedido. El Concilio profundizó en lo

13 Cf. Discurso en la inauguración de la V Conferencia General del EpiscopadoLatinoamericano y del Caribe (13 mayo 2007) : L’Osservatore Romano, ed. enlengua española (25 mayo 2007), pp. 9-11.14 Cf. nn. 3-5 : l.c., 258-260.15 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987) 6-7 : AAS 80 (1988), 517-519.

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que pertenece desde siempre a la verdad de la fe,es decir, que la Iglesia, estando al servicio deDios, está al servicio del mundo en términos deamor y verdad. Pablo VI partía precisamente deesta visión para decirnos dos grandes verdades.La primera es que toda la Iglesia, en todo su ser yobrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad,tiende a promover el desarrollo integral del hombre. Tieneun papel público que no se agota en susactividades de asistencia o educación, sino quemanifiesta toda su propia capacidad de servicio ala promoción del hombre y la fraternidaduniversal cuando puede contar con un régimen delibertad. Dicha libertad se ve impedida en muchoscasos por prohibiciones y persecuciones, otambién limitada cuando se reduce la presenciapública de la Iglesia solamente a sus actividadescaritativas. La segunda verdad es que el auténticodesarrollo del hombre concierne de manera unitaria a latotalidad de la persona en todas sus dimensiones16. Sin laperspectiva de una vida eterna, el progresohumano en este mundo se queda sin aliento.Encerrado dentro de la historia, queda expuestoal riesgo de reducirse sólo al incremento deltener ; así, la humanidad pierde la valentía de estardisponible para los bienes más altos, para lasiniciativas grandes y desinteresadas que la caridaduniversal exige. El hombre no se desarrollaúnicamente con sus propias fuerzas, así como no16 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 14 : l.c., 264.

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se le puede dar sin más el desarrollo desde fuera.A lo largo de la historia, se ha creído confrecuencia que la creación de institucionesbastaba para garantizar a la humanidad el ejerciciodel derecho al desarrollo. Desafortunadamente, seha depositado una confianza excesiva en dichasinstituciones, casi como si ellas pudieranconseguir el objetivo deseado de maneraautomática. En realidad, las instituciones por sísolas no bastan, porque el desarrollo humanointegral es ante todo vocación y, por tanto,comporta que se asuman libre y solidariamenteresponsabilidades por parte de todos. Estedesarrollo exige, además, una visión trascendentede la persona, necesita a Dios : sin Él, o se niegael desarrollo, o se le deja únicamente en manosdel hombre, que cede a la presunción de la auto-salvación y termina por promover un desarrollodeshumanizado. Por lo demás, sólo el encuentrocon Dios permite no « ver siempre en el prójimosolamente al otro »17, sino reconocer en él laimagen divina, llegando así a descubrirverdaderamente al otro y a madurar un amor que« es ocuparse del otro y preocuparse por elotro »18.

12. La relación entre la Populorum progressio y elConcilio Vaticano II no representa una fisuraentre el Magisterio social de Pablo VI y el de los

17 Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 18 : AAS 98 (2006), 232.18 Ibíd., 6 : l.c., 222.

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Pontífices que lo precedieron, puesto que elConcilio profundiza dicho magisterio en lacontinuidad de la vida de la Iglesia19. En estesentido, algunas subdivisiones abstractas de ladoctrina social de la Iglesia, que aplican a lasenseñanzas sociales pontificias categorías extrañasa ella, no contribuyen a clarificarla. No hay dostipos de doctrina social, una preconciliar y otrapostconciliar, diferentes entre sí, sino una únicaenseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva20.Es justo señalar las peculiaridades de una u otraEncíclica, de la enseñanza de uno u otroPontífice, pero sin perder nunca de vista lacoherencia de todo el corpus doctrinal en suconjunto21. Coherencia no significa un sistemacerrado, sino más bien la fidelidad dinámica a unaluz recibida. La doctrina social de la Iglesiailumina con una luz que no cambia los problemassiempre nuevos que van surgiendo22. Esosalvaguarda tanto el carácter permanente comohistórico de este « patrimonio » doctrinal23 que,con sus características específicas, forma parte de

19 Cf. Discurso a la Curia Romana con motivo de las felicitaciones navideñas (22diciembre 2005) : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (30 diciembre2005), pp. 9-12.20 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 3 : l.c., 515.21 Cf. ibíd., 1 : l.c., 513-514.22 Cf. ibíd., 3 : l.c., 515.23 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens (14 septiembre 1981), 3 :AAS 73 (1981), 583-584.

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la Tradición siempre viva de la Iglesia24. Ladoctrina social está construida sobre elfundamento transmitido por los Apóstoles a losPadres de la Iglesia y acogido y profundizadodespués por los grandes Doctores cristianos. Estadoctrina se remite en definitiva al hombre nuevo,al « último Adán, Espíritu que da vida » (1 Co15,45), y que es principio de la caridad que « nopasa nunca » (1 Co 13,8). Ha sido atestiguada porlos Santos y por cuantos han dado la vida porCristo Salvador en el campo de la justicia y la paz.En ella se expresa la tarea profética de los SumosPontífices de guiar apostólicamente la Iglesia deCristo y de discernir las nuevas exigencias de laevangelización. Por estas razones, la Populorumprogressio, insertada en la gran corriente de laTradición, puede hablarnos todavía hoy anosotros.

13. Además de su íntima unión con toda ladoctrina social de la Iglesia, la Populorum progressioenlaza estrechamente con el conjunto de todo el magisteriode Pablo VI y, en particular, con su magisteriosocial. Sus enseñanzas sociales fueron de granrelevancia : reafirmó la importanciaimprescindible del Evangelio para la construcciónde la sociedad según libertad y justicia, en laperspectiva ideal e histórica de una civilizaciónanimada por el amor. Pablo VI entendióclaramente que la cuestión social se había hecho24 Cf. Id., Carta enc. Centesimus annus, 3 : l.c., 794-796.

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mundial 25 y captó la relación recíproca entre elimpulso hacia la unificación de la humanidad y elideal cristiano de una única familia de los pueblos,solidaria en la común hermandad. Indicó en eldesarrollo, humana y cristianamente entendido, el corazóndel mensaje social cristiano y propuso la caridadcristiana como principal fuerza al servicio deldesarrollo. Movido por el deseo de hacerplenamente visible al hombre contemporáneo elamor de Cristo, Pablo VI afrontó con firmezacuestiones éticas importantes, sin ceder a lasdebilidades culturales de su tiempo.

14. Con la Carta apostólica Octogesimaadveniens, de 1971, Pablo VI trató luego el temadel sentido de la política y el peligro querepresentaban las visiones utópicas e ideológicas quecomprometían su cualidad ética y humana. Sonargumentos estrechamente unidos con eldesarrollo. Lamentablemente, las ideologíasnegativas surgen continuamente. Pablo VI yapuso en guardia sobre la ideología tecnocrática26,hoy particularmente arraigada, consciente del granriesgo de confiar todo el proceso del desarrollosólo a la técnica, porque de este modo quedaríasin orientación. En sí misma considerada, latécnica es ambivalente. Si de un lado hayactualmente quien es propenso a confiarcompletamente a ella el proceso de desarrollo, de

25 Cf. Carta enc. Populorum progressio, 3 : l.c., 258.26 Cf.  ibíd., 34 : l.c., 274.

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otro, se advierte el surgir de ideologías que nieganin toto la utilidad misma del desarrollo,considerándolo radicalmente antihumano y quesólo comporta degradación. Así, se acaba a vecespor condenar, no sólo el modo erróneo e injustoen que los hombres orientan el progreso, sinotambién los descubrimientos científicos mismosque, por el contrario, son una oportunidad decrecimiento para todos si se usan bien. La idea deun mundo sin desarrollo expresa desconfianza enel hombre y en Dios. Por tanto, es un grave errordespreciar las capacidades humanas de controlarlas desviaciones del desarrollo o ignorar inclusoque el hombre tiende constitutivamente a « sermás ». Considerar ideológicamente comoabsoluto el progreso técnico y soñar con la utopíade una humanidad que retorna a su estado denaturaleza originario, son dos modos opuestospara eximir al progreso de su valoración moral y,por tanto, de nuestra responsabilidad.

15. Otros dos documentos de Pablo VI,aunque no tan estrechamente relacionados con ladoctrina social – la Encíclica Humanae vitae, del 25de julio de 1968, y la Exhortación apostólicaEvangelii nuntiandi, del 8 de diciembre de 1975 –son muy importantes para delinear el sentidoplenamente humano del desarrollo propuesto por la Iglesia.Por tanto, es oportuno leer también estos textosen relación con la Populorum progressio.

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La Encíclica Humanae vitae subraya el sentidounitivo y procreador a la vez de la sexualidad,poniendo así como fundamento de la sociedad lapareja de los esposos, hombre y mujer, que seacogen recíprocamente en la distinción y en lacomplementariedad ; una pareja, pues, abierta a lavida27. No se trata de una moral meramenteindividual : la Humanae vitae señala los fuertesvínculos entre ética de la vida y ética social, inaugurandouna temática del magisterio que ha ido tomandocuerpo poco a poco en varios documentos y, porúltimo, en la Encíclica Evangelium vitae de JuanPablo II28. La Iglesia propone con fuerza estarelación entre ética de la vida y ética social,consciente de que « no puede tener bases sólidas,una sociedad que – mientras afirma valores comola dignidad de la persona, la justicia y la paz – secontradice radicalmente aceptando y tolerando lasmás variadas formas de menosprecio y violaciónde la vida humana, sobre todo si es débil ymarginada »29.

La Exhortación apostólica Evangelii nuntiandiguarda una relación muy estrecha con eldesarrollo, en cuanto « la evangelización – escribe

27 Cf. nn. 8-9 : AAS 60 (1968), 485-487 ; Benedicto XVI, Discurso a losparticipantes en el Congreso Internacional con ocasión del 40 aniversario de la encíclica« Humanae vitae » (10 mayo 2008) : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española(16 mayo 2008), p. 8.28 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae (25 marzo 1995), 93 : AAS87 (1995), 507-508.29 Ibíd., 101 : l.c., 516-518.

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Pablo VI – no sería completa si no tuviera encuenta la interpelación recíproca que en el cursode los tiempos se establece entre el Evangelio y lavida concreta, personal y social del hombre »30.« Entre evangelización y promoción humana(desarrollo, liberación) existen efectivamentelazos muy fuertes »31 : partiendo de estaconvicción, Pablo VI aclaró la relación entre elanuncio de Cristo y la promoción de la personaen la sociedad. El testimonio de la caridad de Cristomediante obras de justicia, paz y desarrollo forma parte dela evangelización, porque a Jesucristo, que nos ama,le interesa todo el hombre. Sobre estasimportantes enseñanzas se funda el aspectomisionero 32 de la doctrina social de la Iglesia,como un elemento esencial de evangelización33.Es anuncio y testimonio de la fe. Es instrumentoy fuente imprescindible para educarse en ella.

16. En la Populorum progressio, Pablo VI nos haquerido decir, ante todo, que el progreso, en sufuente y en su esencia, es una vocación : « En losdesignios de Dios, cada hombre está llamado apromover su propio progreso, porque la vida detodo hombre es una vocación »34. Esto esprecisamente lo que legitima la intervención de la

30 N. 29 : AAS 68 (1976), 25.31 Ibíd., 31 : l.c., 26.32 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 41 : l.c., 570-572.33 Ibíd. ; Id., Carta enc. Centesimus annus, 5. 54 : l.c., 799. 859-860.34 N. 15 : l.c., 265.

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Iglesia en la problemática del desarrollo. Si ésteafectase sólo a los aspectos técnicos de la vida delhombre, y no al sentido de su caminar en lahistoria junto con sus otros hermanos, ni aldescubrimiento de la meta de este camino, laIglesia no tendría por qué hablar de él. Pablo VI,como ya León XIII en la Rerum novarum35, eraconsciente de cumplir un deber propio de suministerio al proyectar la luz del Evangelio sobrelas cuestiones sociales de su tiempo36.

Decir que el desarrollo es vocación equivale areconocer, por un lado, que éste nace de unallamada trascendente y, por otro, que es incapazde darse su significado último por sí mismo. Conbuenos motivos, la palabra « vocación » aparecede nuevo en otro pasaje de la Encíclica, donde seafirma : « No hay, pues, más que un humanismoverdadero que se abre al Absoluto en elreconocimiento de una vocación que da la ideaverdadera de la vida humana »37. Esta visión delprogreso es el corazón de la Populorum progressio ymotiva todas las reflexiones de Pablo VI sobre lalibertad, la verdad y la caridad en el desarrollo. Estambién la razón principal por lo que aquellaEncíclica todavía es actual en nuestros días.

35 Cf. ibíd., 2 : l.c., 258 ; León XIII, Carta enc. Rerum novarum (15 mayo1891) : Leonis XIII P.M. Acta, XI, Romae 1892, 97-144 ; Juan Pablo II,Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 8 : l.c., 519-520 ; Id., Carta enc. Centesimusannus, 5 : l.c., 799.36 Cf. Carta enc. Populorum progressio, 2. 13 : l.c., 258. 263-264.37 Ibíd., 42 : l.c., 278.

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17. La vocación es una llamada que requiereuna respuesta libre y responsable. El desarrollohumano integral supone la libertad responsable de lapersona y los pueblos : ninguna estructura puedegarantizar dicho desarrollo desde fuera y porencima de la responsabilidad humana. Los« mesianismos prometedores, pero forjadores deilusiones »38 basan siempre sus propias propuestasen la negación de la dimensión trascendente deldesarrollo, seguros de tenerlo todo a sudisposición. Esta falsa seguridad se convierte endebilidad, porque comporta el sometimiento delhombre, reducido a un medio para el desarrollo,mientras que la humildad de quien acoge unavocación se transforma en verdadera autonomía,porque hace libre a la persona. Pablo VI no tieneduda de que hay obstáculos y condicionamientosque frenan el desarrollo, pero tiene también lacerteza de que « cada uno permanece siempre,sean los que sean los influjos que sobre él seejercen, el artífice principal de su éxito o de sufracaso »39. Esta libertad se refiere al desarrolloque tenemos ante nosotros pero, al mismotiempo, también a las situaciones desubdesarrollo, que no son fruto de la casualidad ode una necesidad histórica, sino que dependen dela responsabilidad humana. Por eso, « los pueblos

38 Ibíd., 11 : l.c., 262 ; Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 25 : l.c.,822-824.39 Carta enc. Populorum progressio, 15 : l.c., 265.

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hambrientos interpelan hoy, con acentodramático, a los pueblos opulentos »40. Tambiénesto es vocación, en cuanto llamada de hombreslibres a hombres libres para asumir unaresponsabilidad común. Pablo VI percibíanetamente la importancia de las estructuraseconómicas y de las instituciones, pero se dabacuenta con igual claridad de que la naturaleza deéstas era ser instrumentos de la libertad humana.Sólo si es libre, el desarrollo puede serintegralmente humano ; sólo en un régimen delibertad responsable puede crecer de maneraadecuada.

18. Además de la libertad, el desarrollo humanointegral como vocación exige también que se respete laverdad. La vocación al progreso impulsa a loshombres a « hacer, conocer y tener más para sermás »41. Pero la cuestión es : ¿qué significa « sermás » ? A esta pregunta, Pablo VI respondeindicando lo que comporta esencialmente el« auténtico desarrollo » : « debe ser integral, esdecir, promover a todos los hombres y a todo elhombre »42. En la concurrencia entre lasdiferentes visiones del hombre que, más aún queen la sociedad de Pablo VI, se proponen tambiénen la de hoy, la visión cristiana tiene lapeculiaridad de afirmar y justificar el valor

40 Ibíd., 3 : l.c., 258.41 Ibíd., 6 : l.c., 260.42 Ibíd., 14 : l.c., 264.

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incondicional de la persona humana y el sentidode su crecimiento. La vocación cristiana aldesarrollo ayuda a buscar la promoción de todoslos hombres y de todo el hombre. Pablo VIescribe : « Lo que cuenta para nosotros es elhombre, cada hombre, cada agrupación dehombres, hasta la humanidad entera »43. La fecristiana se ocupa del desarrollo, no apoyándoseen privilegios o posiciones de poder, ni tampocoen los méritos de los cristianos, que ciertamentese han dado y también hoy se dan, junto con susnaturales limitaciones44, sino sólo en Cristo, alcual debe remitirse toda vocación auténtica aldesarrollo humano integral. El Evangelio es unelemento fundamental del desarrollo porque, en él,Cristo, « en la misma revelación del misterio delPadre y de su amor, manifiesta plenamente elhombre al propio hombre »45. Con las enseñanzasde su Señor, la Iglesia escruta los signos de lostiempos, los interpreta y ofrece al mundo « lo queella posee como propio : una visión global delhombre y de la humanidad »46. Precisamenteporque Dios pronuncia el « sí » más grande al

43 Ibíd. ; cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 53-62 : l.c., 859-867 ;Id., Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), 13-14 : AAS 71 (1979),282-286.44 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 12 : l.c., 262-263.45 Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en elmundo actual, 22.46 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 13 : l.c., 263-264.

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hombre47, el hombre no puede dejar de abrirse ala vocación divina para realizar el propiodesarrollo. La verdad del desarrollo consiste en sutotalidad : si no es de todo el hombre y de todoslos hombres, no es verdadero desarrollo. Éste esel mensaje central de la Populorum progressio, válidohoy y siempre. El desarrollo humano integral enel plano natural, al ser respuesta a una vocaciónde Dios creador48, requiere su autentificación en« un humanismo trascendental, que da [alhombre] su mayor plenitud ; ésta es la finalidadsuprema del desarrollo personal »49. Por tanto, lavocación cristiana a dicho desarrollo abarca tantoel plano natural como el sobrenatural ; éste es elmotivo por el que, « cuando Dios quedaeclipsado, nuestra capacidad de reconocer elorden natural, la finalidad y el “bien”, empieza adisiparse »50.

19. Finalmente, la visión del desarrollo comovocación comporta que su centro sea la caridad. Enla Encíclica Populorum progressio, Pablo VI señalóque las causas del subdesarrollo no sonprincipalmente de orden material. Nos invitó abuscarlas en otras dimensiones del hombre. Ante

47 Cf. Discurso a los participantes en la IV Asamblea Eclesial Nacional Italiana (19octubre 2006) : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (27 octubre 2006),pp. 8-10.48 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 16 : l.c., 265.49 Ibíd.50 Discurso en la ceremonia de acogida de los jóvenes (17 julio 2008) : L’OsservatoreRomano, ed. en lengua española (25 julio 2008), pp. 4-5.

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todo, en la voluntad, que con frecuencia sedesentiende de los deberes de la solidaridad.Después, en el pensamiento, que no siempre sabeorientar adecuadamente el deseo. Por eso, paraalcanzar el desarrollo hacen falta « pensadores dereflexión profunda que busquen un humanismonuevo, el cual permita al hombre modernohallarse a sí mismo »51. Pero eso no es todo. Elsubdesarrollo tiene una causa más importante aúnque la falta de pensamiento : es « la falta defraternidad entre los hombres y entre lospueblos »52. Esta fraternidad, ¿podrán lograrlaalguna vez los hombres por sí solos ? La sociedadcada vez más globalizada nos hace más cercanos,pero no más hermanos. La razón, por sí sola, escapaz de aceptar la igualdad entre los hombres yde establecer una convivencia cívica entre ellos,pero no consigue fundar la hermandad. Ésta nacede una vocación transcendente de Dios Padre, elprimero que nos ha amado, y que nos haenseñado mediante el Hijo lo que es la caridadfraterna. Pablo VI, presentando los diversosniveles del proceso de desarrollo del hombre,puso en lo más alto, después de habermencionado la fe, « la unidad de la caridad deCristo, que nos llama a todos a participar, como

51 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 20 : l.c., 267.52 Ibíd., 66 : l.c., 289-290.

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hijos, en la vida del Dios vivo, Padre de todos loshombres »53.

20. Estas perspectivas abiertas por laPopulorum progressio siguen siendo fundamentalespara dar vida y orientación a nuestro compromisopor el desarrollo de los pueblos. Además, laPopulorum progressio subraya reiteradamente laurgencia de las reformas54 y pide que, ante los grandesproblemas de la injusticia en el desarrollo de lospueblos, se actúe con valor y sin demora. Estaurgencia viene impuesta también por la caridad en laverdad. Es la caridad de Cristo la que nos impulsa :« caritas Christi urget nos » (2 Co 5,14). Esta urgenciano se debe sólo al estado de cosas, no se derivasolamente de la avalancha de los acontecimientosy problemas, sino de lo que está en juego : lanecesidad de alcanzar una auténtica fraternidad.Lograr esta meta es tan importante que exigetomarla en consideración para comprenderla afondo y movilizarse concretamente con el« corazón », con el fin de hacer cambiar losprocesos económicos y sociales actuales haciametas plenamente humanas.

CAPÍTULO SEGUNDO. EL DESARROLLO HUMANO EN NUESTRO TIEMPO.

21. Pablo VI tenía una visión articulada deldesarrollo. Con el término « desarrollo » quiso

53 Ibíd., 21 : l.c., 267-268.54 Cf. nn. 3. 29. 32 : l.c., 258. 272. 273.

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indicar ante todo el objetivo de que los pueblossalieran del hambre, la miseria, las enfermedadesendémicas y el analfabetismo. Desde el punto devista económico, eso significaba su participaciónactiva y en condiciones de igualdad en el procesoeconómico internacional ; desde el punto de vistasocial, su evolución hacia sociedades solidarias ycon buen nivel de formación ; desde el punto devista político, la consolidación de regímenesdemocráticos capaces de asegurar libertad y paz.Después de tantos años, al ver con preocupaciónel desarrollo y la perspectiva de las crisis que sesuceden en estos tiempos, nos preguntamos hasta quépunto se han cumplido las expectativas de Pablo VIsiguiendo el modelo de desarrollo que se haadoptado en las últimas décadas. Por tanto,reconocemos que estaba fundada la preocupaciónde la Iglesia por la capacidad del hombremeramente tecnológico para fijar objetivosrealistas y poder gestionar constante yadecuadamente los instrumentos disponibles. Laganancia es útil si, como medio, se orienta a unfin que le dé un sentido, tanto en el modo deadquirirla como de utilizarla. El objetivoexclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal ysin el bien común como fin último, corre el riesgode destruir riqueza y crear pobreza. El desarrolloeconómico que Pablo VI deseaba era el queprodujera un crecimiento real, extensible a todosy concretamente sostenible. Es verdad que el

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desarrollo ha sido y sigue siendo un factorpositivo que ha sacado de la miseria a miles demillones de personas y que, últimamente, ha dadoa muchos países la posibilidad de participarefectivamente en la política internacional. Sinembargo, se ha de reconocer que el desarrolloeconómico mismo ha estado, y lo está aún,aquejado por desviaciones y problemas dramáticos, quela crisis actual ha puesto todavía más demanifiesto. Ésta nos pone improrrogablementeante decisiones que afectan cada vez más aldestino mismo del hombre, el cual, por lo demás,no puede prescindir de su naturaleza. Las fuerzastécnicas que se mueven, las interrelacionesplanetarias, los efectos perniciosos sobre laeconomía real de una actividad financiera malutilizada y en buena parte especulativa, losimponentes flujos migratorios, frecuentementeprovocados y después no gestionadosadecuadamente, o la explotación sin reglas de losrecursos de la tierra, nos induce hoy a reflexionarsobre las medidas necesarias para solucionarproblemas que no sólo son nuevos respecto a losafrontados por el Papa Pablo VI, sino también, ysobre todo, que tienen un efecto decisivo para elbien presente y futuro de la humanidad. Losaspectos de la crisis y sus soluciones, así como laposibilidad de un nuevo desarrollo futuro, estáncada vez más interrelacionados, se implicanrecíprocamente, requieren nuevos esfuerzos de

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comprensión unitaria y una nueva síntesis humanista.Nos preocupa justamente la complejidad ygravedad de la situación económica actual, perohemos de asumir con realismo, confianza yesperanza las nuevas responsabilidades que nosreclama la situación de un mundo que necesitauna profunda renovación cultural y elredescubrimiento de valores de fondo sobre loscuales construir un futuro mejor. La crisis nosobliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevasreglas y a encontrar nuevas formas decompromiso, a apoyarnos en las experienciaspositivas y a rechazar las negativas. De estemodo, la crisis se convierte en ocasión de discernir yproyectar de un modo nuevo. Conviene afrontar lasdificultades del presente en esta clave, de maneraconfiada más que resignada.

22. Hoy, el cuadro del desarrollo se despliega enmúltiples ámbitos. Los actores y las causas, tanto delsubdesarrollo como del desarrollo, son múltiples,las culpas y los méritos son muchos y diferentes.Esto debería llevar a liberarse de las ideologías,que con frecuencia simplifican de maneraartificiosa la realidad, y a examinar conobjetividad la dimensión humana de losproblemas. Como ya señaló Juan Pablo II55, lalínea de demarcación entre países ricos y pobresahora no es tan neta como en tiempos de laPopulorum progressio. La riqueza mundial crece en55 Cf. Carta enc.Sollicitudo rei socialis, 28 : l.c., 548-550.

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términos absolutos, pero aumentan también lasdesigualdades. En los países ricos, nuevas categoríassociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas.En las zonas más pobres, algunos grupos gozande un tipo de superdesarrollo derrochador yconsumista, que contrasta de modo inaceptablecon situaciones persistentes de miseriadeshumanizadora. Se sigue produciendo « elescándalo de las disparidades hirientes »56.Lamentablemente, hay corrupción e ilegalidadtanto en el comportamiento de sujetoseconómicos y políticos de los países ricos, nuevosy antiguos, como en los países pobres. La falta derespeto de los derechos humanos de lostrabajadores es provocada a veces por grandesempresas multinacionales y también por gruposde producción local. Las ayudas internacionales sehan desviado con frecuencia de su finalidad porirresponsabilidades tanto en los donantes comoen los beneficiarios. Podemos encontrar la mismaarticulación de responsabilidades también en elámbito de las causas inmateriales o culturales deldesarrollo y el subdesarrollo. Hay formasexcesivas de protección de los conocimientos porparte de los países ricos, a través de un empleodemasiado rígido del derecho a la propiedadintelectual, especialmente en el campo sanitario.Al mismo tiempo, en algunos países pobresperduran modelos culturales y normas sociales de56 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 9 : l.c., 261-262.

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comportamiento que frenan el proceso dedesarrollo.

23. Hoy, muchas áreas del planeta se handesarrollado, aunque de modo problemático ydesigual, entrando a formar parte del grupo de lasgrandes potencias destinado a jugar un papelimportante en el futuro. Pero se ha de subrayarque no basta progresar sólo desde el punto de vistaeconómico y tecnológico. El desarrollo necesita ser antetodo auténtico e integral. El salir del atrasoeconómico, algo en sí mismo positivo, nosoluciona la problemática compleja de lapromoción del hombre, ni en los paísesprotagonistas de estos adelantos, ni en los paíseseconómicamente ya desarrollados, ni en los quetodavía son pobres, los cuales pueden sufrir,además de antiguas formas de explotación, lasconsecuencias negativas que se derivan de uncrecimiento marcado por desviaciones ydesequilibrios.

Tras el derrumbe de los sistemas económicosy políticos de los países comunistas de EuropaOriental y el fin de los llamados « bloquescontrapuestos », hubiera sido necesario unreplanteamiento total del desarrollo. Lo pidióJuan Pablo II, quien en 1987 indicó que laexistencia de estos « bloques » era una de lasprincipales causas del subdesarrollo57, pues lapolítica sustraía recursos a la economía y a la57 Cf. Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 20 : l.c., 536-537.

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cultura, y la ideología inhibía la libertad. En 1991,después de los acontecimientos de 1989, pidiótambién que el fin de los bloques se correspondieracon un nuevo modo de proyectar globalmente eldesarrollo, no sólo en aquellos países, sinotambién en Occidente y en las partes del mundoque se estaban desarrollando58. Esto ha ocurridosólo en parte, y sigue siendo un deber llevarlo acabo, tal vez aprovechando precisamente lasmedidas necesarias para superar los problemaseconómicos actuales.

24. El mundo que Pablo VI tenía ante sí,aunque el proceso de socialización estuviera yaavanzado y pudo hablar de una cuestión socialque se había hecho mundial, estaba aún muchomenos integrado que el actual. La actividadeconómica y la función política se movían en granparte dentro de los mismos confines y podíancontar, por tanto, la una con la otra. La actividadproductiva tenía lugar predominantemente en losámbitos nacionales y las inversiones financierascirculaban de forma bastante limitada con elextranjero, de manera que la política de muchosestados podía fijar todavía las prioridades de laeconomía y, de algún modo, gobernar su cursocon los instrumentos que tenía a su disposición.Por este motivo, la Populorum progressio asignó un

58 Cf. Carta enc.Centesimus annus, 22-29 : l.c., 819-830.

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papel central, aunque no exclusivo, a los« poderes públicos »59.

En nuestra época, el Estado se encuentra conel deber de afrontar las limitaciones que pone a susoberanía el nuevo contexto económico-comercial y financiero internacional, caracterizadotambién por una creciente movilidad de loscapitales financieros y los medios de producciónmateriales e inmateriales. Este nuevo contexto hamodificado el poder político de los estados.

Hoy, aprendiendo también la lección queproviene de la crisis económica actual, en la quelos poderes públicos del Estado se ven llamadosdirectamente a corregir errores y disfunciones,parece más realista una renovada valoración de supapel y de su poder, que han de ser sabiamentereexaminados y revalorizados, de modo que seancapaces de afrontar los desafíos del mundo actual,incluso con nuevas modalidades de ejercerlos.Con un papel mejor ponderado de los poderespúblicos, es previsible que se fortalezcan lasnuevas formas de participación en la políticanacional e internacional que tienen lugar a travésde la actuación de las organizaciones de lasociedad civil ; en este sentido, es de desear quehaya mayor atención y participación en la respublica por parte de los ciudadanos.

25. Desde el punto de vista social, a lossistemas de protección y previsión, ya existentes59 Cf. nn. 23. 33 : l.c., 268-269. 273-274.

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en tiempos de Pablo VI en muchos países, lescuesta trabajo, y les costará todavía más en elfuturo, lograr sus objetivos de verdadera justiciasocial dentro de un cuadro de fuerzasprofundamente transformado. El mercado, alhacerse global, ha estimulado, sobre todo enpaíses ricos, la búsqueda de áreas en las queemplazar la producción a bajo coste con el fin dereducir los precios de muchos bienes, aumentar elpoder de adquisición y acelerar por tanto el índicede crecimiento, centrado en un mayor consumoen el propio mercado interior.Consiguientemente, el mercado ha estimuladonuevas formas de competencia entre los estadoscon el fin de atraer centros productivos deempresas extranjeras, adoptando diversasmedidas, como una fiscalidad favorable y la faltade reglamentación del mundo del trabajo. Estosprocesos han llevado a la reducción de la red deseguridad social a cambio de la búsqueda demayores ventajas competitivas en el mercadoglobal, con grave peligro para los derechos de lostrabajadores, para los derechos fundamentales delhombre y para la solidaridad en las tradicionalesformas del Estado social. Los sistemas deseguridad social pueden perder la capacidad decumplir su tarea, tanto en los países pobres, comoen los emergentes, e incluso en los yadesarrollados desde hace tiempo. En este punto,las políticas de balance, con los recortes al gasto

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social, con frecuencia promovidos también porlas instituciones financieras internacionales,pueden dejar a los ciudadanos impotentes anteriesgos antiguos y nuevos ; dicha impotenciaaumenta por la falta de protección eficaz porparte de las asociaciones de los trabajadores. Elconjunto de los cambios sociales y económicoshace que las organizaciones sindicales tengan mayoresdificultades para desarrollar su tarea derepresentación de los intereses de lostrabajadores, también porque los gobiernos, porrazones de utilidad económica, limitan a menudolas libertades sindicales o la capacidad denegociación de los sindicatos mismos. Las redesde solidaridad tradicionales se ven obligadas asuperar mayores obstáculos. Por tanto, lainvitación de la doctrina social de la Iglesia,empezando por la Rerum novarum60, a dar vida aasociaciones de trabajadores para defender suspropios derechos ha de ser respetada, hoy másque ayer, dando ante todo una respuesta pronta yde altas miras a la urgencia de establecer nuevassinergias en el ámbito internacional y local.

La movilidad laboral, asociada a ladesregulación generalizada, ha sido un fenómenoimportante, no exento de aspectos positivosporque estimula la producción de nueva riqueza yel intercambio entre culturas diferentes. Sinembargo, cuando la incertidumbre sobre las60 Cf. l.c., 135.

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condiciones de trabajo a causa de la movilidad yla desregulación se hace endémica, surgen formasde inestabilidad psicológica, de dificultad paraabrirse caminos coherentes en la vida, incluido eldel matrimonio. Como consecuencia, seproducen situaciones de deterioro humano y dedesperdicio social. Respecto a lo que sucedía en lasociedad industrial del pasado, el paro provocahoy nuevas formas de irrelevancia económica, y laactual crisis sólo puede empeorar dicha situación.El estar sin trabajo durante mucho tiempo, o ladependencia prolongada de la asistencia pública oprivada, mina la libertad y la creatividad de lapersona y sus relaciones familiares y sociales, congraves daños en el plano psicológico y espiritual.Quisiera recordar a todos, en especial a losgobernantes que se ocupan en dar un aspectorenovado al orden económico y social del mundo,que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorares el hombre, la persona en su integridad : « Pues elhombre es el autor, el centro y el fin de toda lavida económico-social »61.

26. En el plano cultural, las diferencias sonaún más acusadas que en la época de Pablo VI.Entonces, las culturas estaban generalmente biendefinidas y tenían más posibilidades dedefenderse ante los intentos de hacerlashomogéneas. Hoy, las posibilidades de interacción

61 Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en elmundo actual, 63.

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entre las culturas han aumentado notablemente,dando lugar a nuevas perspectivas de diálogointercultural, un diálogo que, para ser eficaz, hade tener como punto de partida una toma deconciencia de la identidad específica de losdiversos interlocutores. Pero no se ha de olvidarque la progresiva mercantilización de losintercambios culturales aumenta hoy un dobleriesgo. Se nota, en primer lugar, un eclecticismocultural asumido con frecuencia de maneraacrítica : se piensa en las culturas comosuperpuestas unas a otras, sustancialmenteequivalentes e intercambiables. Eso induce a caeren un relativismo que en nada ayuda al verdaderodiálogo intercultural ; en el plano social, elrelativismo cultural provoca que los gruposculturales estén juntos o convivan, peroseparados, sin diálogo auténtico y, por lo tanto,sin verdadera integración. Existe, en segundolugar, el peligro opuesto de rebajar la cultura yhomologar los comportamientos y estilos de vida.De este modo, se pierde el sentido profundo de lacultura de las diferentes naciones, de lastradiciones de los diversos pueblos, en cuyomarco la persona se enfrenta a las cuestionesfundamentales de la existencia62. El eclecticismo yel bajo nivel cultural coinciden en separar lacultura de la naturaleza humana. Así, las culturasya no saben encontrar su lugar en una naturaleza62 Cf. Juan Pablo II, Carta enc.Centesimus annus, 24 : l.c., 821-822.

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que las transciende63, terminando por reducir alhombre a mero dato cultural. Cuando estoocurre, la humanidad corre nuevos riesgos desometimiento y manipulación.

27. En muchos países pobres persiste, yamenaza con acentuarse, la extrema inseguridadde vida a causa de la falta de alimentación : elhambre causa todavía muchas víctimas entre tantosLázaros a los que no se les consiente sentarse a lamesa del rico epulón, como en cambio Pablo VIdeseaba64. Dar de comer a los hambrientos (cf. Mt25,35.37.42) es un imperativo ético para la Iglesiauniversal, que responde a las enseñanzas de suFundador, el Señor Jesús, sobre la solidaridad y elcompartir. Además, en la era de la globalización,eliminar el hambre en el mundo se ha convertidotambién en una meta que se ha de lograr parasalvaguardar la paz y la estabilidad del planeta. Elhambre no depende tanto de la escasez material,cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, elmás importante de los cuales es de tipoinstitucional. Es decir, falta un sistema deinstituciones económicas capaces, tanto deasegurar que se tenga acceso al agua y a la comidade manera regular y adecuada desde el punto de

63 Cf. Id., Carta enc. Veritatis splendor (6 agosto 1993), 33. 46. 51 : AAS 85(1993), 1160. 1169-1171. 1174-1175 ; Id., Discurso a la Asamblea General de laOrganización de las Naciones Unidas (5 octubre 1995), 3 : L’Osservatore Romano,ed. en lengua española (13 octubre 1995), p. 7.64 Cf. Carta enc. Populorum progressio, 47 : l.c., 280-281 ; Juan Pablo II, Cartaenc. Sollicitudo rei socialis, 42 : l.c., 572-574.

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vista nutricional, como de afrontar las exigenciasrelacionadas con las necesidades primarias y conlas emergencias de crisis alimentarias reales,provocadas por causas naturales o por lairresponsabilidad política nacional e internacional.El problema de la inseguridad alimentaria debeser planteado en una perspectiva de largo plazo,eliminando las causas estructurales que loprovocan y promoviendo el desarrollo agrícola delos países más pobres mediante inversiones eninfraestructuras rurales, sistemas de riego,transportes, organización de los mercados,formación y difusión de técnicas agrícolasapropiadas, capaces de utilizar del mejor modolos recursos humanos, naturales y socio-económicos, que se puedan obtenerpreferiblemente en el propio lugar, para asegurarasí también su sostenibilidad a largo plazo. Todoeso ha de llevarse a cabo implicando a lascomunidades locales en las opciones y decisionesreferentes a la tierra de cultivo. En estaperspectiva, podría ser útil tener en cuenta lasnuevas fronteras que se han abierto en el empleocorrecto de las técnicas de producción agrícolatradicional, así como las más innovadoras, en elcaso de que éstas hayan sido reconocidas, tras unaadecuada verificación, convenientes, respetuosasdel ambiente y atentas a las poblaciones másdesfavorecidas. Al mismo tiempo, no se deberíadescuidar la cuestión de una reforma agraria

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ecuánime en los países en desarrollo. El derecho ala alimentación y al agua tiene un papelimportante para conseguir otros derechos,comenzando ante todo por el derecho primario ala vida. Por tanto, es necesario que madure unaconciencia solidaria que considere la alimentación yel acceso al agua como derechos universales de todos losseres humanos, sin distinciones ni discriminaciones65. Esimportante destacar, además, que la vía solidariahacia el desarrollo de los países pobres puede serun proyecto de solución de la crisis global actual,como lo han intuido en los últimos tiemposhombres políticos y responsables de institucionesinternacionales. Apoyando a los paíseseconómicamente pobres mediante planes definanciación inspirados en la solidaridad, con elfin de que ellos mismos puedan satisfacer lasnecesidades de bienes de consumo y desarrollo delos propios ciudadanos, no sólo se puedeproducir un verdadero crecimiento económico,sino que se puede contribuir también a sostener lacapacidad productiva de los países ricos, quecorre peligro de quedar comprometida por lacrisis.

28. Uno de los aspectos más destacados deldesarrollo actual es la importancia del tema delrespeto a la vida, que en modo alguno puedesepararse de las cuestiones relacionadas con el

65 Cf. Mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación 2007 : AAS99 (2007), 933-935.

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desarrollo de los pueblos. Es un aspecto queúltimamente está asumiendo cada vez mayorrelieve, obligándonos a ampliar el concepto depobreza 66 y de subdesarrollo a los problemasvinculados con la acogida de la vida, sobre tododonde ésta se ve impedida de diversas formas.

La situación de pobreza no sólo provocatodavía en muchas zonas un alto índice demortalidad infantil, sino que en varias partes delmundo persisten prácticas de controldemográfico por parte de los gobiernos, que confrecuencia difunden la contracepción y lleganincluso a imponer también el aborto. En lospaíses económicamente más desarrollados, laslegislaciones contrarias a la vida están muyextendidas y han condicionado ya las costumbresy la praxis, contribuyendo a difundir unamentalidad antinatalista, que muchas veces setrata de transmitir también a otros estados comosi fuera un progreso cultural.

Algunas organizaciones no gubernamentales,además, difunden el aborto, promoviendo a vecesen los países pobres la adopción de la práctica dela esterilización, incluso en mujeres a quienes nose pide su consentimiento. Por añadidura, existela sospecha fundada de que, en ocasiones, lasayudas al desarrollo se condicionan adeterminadas políticas sanitarias que implican de

66 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae, 18. 59. 63-64 : l.c., 419-421.467-468. 472-475.

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hecho la imposición de un fuerte control de lanatalidad. Preocupan también tanto laslegislaciones que aceptan la eutanasia como laspresiones de grupos nacionales e internacionalesque reivindican su reconocimiento jurídico.

La apertura a la vida está en el centro del verdaderodesarrollo. Cuando una sociedad se encamina haciala negación y la supresión de la vida, acaba por noencontrar la motivación y la energía necesariapara esforzarse en el servicio del verdadero biendel hombre. Si se pierde la sensibilidad personal ysocial para acoger una nueva vida, también semarchitan otras formas de acogida provechosaspara la vida social67. La acogida de la vida forja lasenergías morales y capacita para la ayudarecíproca. Fomentando la apertura a la vida, lospueblos ricos pueden comprender mejor lasnecesidades de los que son pobres, evitar elempleo de ingentes recursos económicos eintelectuales para satisfacer deseos egoístas entrelos propios ciudadanos y promover, por elcontrario, buenas actuaciones en la perspectiva deuna producción moralmente sana y solidaria, en elrespeto del derecho fundamental de cada puebloy cada persona a la vida.

29. Hay otro aspecto de la vida de hoy, muyestrechamente unido con el desarrollo : lanegación del derecho a la libertad religiosa. No me

67 Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2007, 5 : L’Osservatore Romano,ed. en lengua española (15 diciembre 2006), p. 5.

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refiero sólo a las luchas y conflictos que todavíase producen en el mundo por motivos religiosos,aunque a veces la religión sea solamente unacobertura para razones de otro tipo, como el afánde poder y riqueza. En efecto, hoy se matafrecuentemente en el nombre sagrado de Dios,como muchas veces ha manifestado y deploradopúblicamente mi predecesor Juan Pablo II y yomismo68. La violencia frena el desarrollo auténticoe impide la evolución de los pueblos hacia unmayor bienestar socioeconómico y espiritual.Esto ocurre especialmente con el terrorismo deinspiración fundamentalista69, que causa dolor,devastación y muerte, bloquea el diálogo entre lasnaciones y desvía grandes recursos de su empleopacífico y civil. No obstante, se ha de añadir que,además del fanatismo religioso que impide elejercicio del derecho a la libertad de religión enalgunos ambientes, también la promociónprogramada de la indiferencia religiosa o delateísmo práctico por parte de muchos paísescontrasta con las necesidades del desarrollo de lospueblos, sustrayéndoles bienes espirituales y

68 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2002 , 4-7. 12-15 : AAS 94 (2002), 134-136. 138-140 ; Id., Mensaje para la Jornada Mundialde la Paz 2004, 8 : AAS 96 (2004), 119 ; Id., Mensaje para la Jornada Mundialde la Paz 2005, 4 : AAS 97 (2005), 177-178 ; Benedicto XVI, Mensaje para laJornada Mundial de la Paz 2006, 9-10 : AAS 98 (2006), 60-61 ; Id., Mensajepara la Jornada Mundial de la Paz 2007, 5. 14 : l.c., 5-6.69 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2002, 6 : l.c.,135 ; Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2006, 9-10 :l.c., 60-61.

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humanos. Dios es el garante del verdadero desarrollo delhombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen,funda también su dignidad trascendente yalimenta su anhelo constitutivo de « ser más ». Elser humano no es un átomo perdido en ununiverso casual70, sino una criatura de Dios, aquien Él ha querido dar un alma inmortal y al queha amado desde siempre. Si el hombre fuera frutosólo del azar o la necesidad, o si tuviera quereducir sus aspiraciones al horizonte angosto delas situaciones en que vive, si todo fueraúnicamente historia y cultura, y el hombre notuviera una naturaleza destinada a transcenderseen una vida sobrenatural, podría hablarse deincremento o de evolución, pero no de desarrollo.Cuando el Estado promueve, enseña, o inclusoimpone formas de ateísmo práctico, priva a susciudadanos de la fuerza moral y espiritualindispensable para comprometerse en eldesarrollo humano integral y les impide avanzarcon renovado dinamismo en su compromiso enfavor de una respuesta humana más generosa alamor divino71. Y también se da el caso de quepaíses económicamente desarrollados oemergentes exporten a los países pobres, en elcontexto de sus relaciones culturales, comerciales

70 Cf. Homilía durante la Santa Misa en la explanada de « Isling » de Ratisbona (12septiembre 2006) : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (22 septiembre2006), pp. 9-10.71 Cf. Carta enc. Deus caritas est, 1 : l.c., 217-218.

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y políticas, esta visión restringida de la persona ysu destino. Éste es el daño que el« superdesarrollo »72 produce al desarrolloauténtico, cuando va acompañado por el« subdesarrollo moral »73.

30. En esta línea, el tema del desarrollohumano integral adquiere un alcance aún máscomplejo : la correlación entre sus múltipleselementos exige un esfuerzo para que los diferentesámbitos del saber humano sean interactivos, con vistas ala promoción de un verdadero desarrollo de lospueblos. Con frecuencia, se cree que basta aplicarel desarrollo o las medidas socioeconómicascorrespondientes mediante una actuación común.Sin embargo, este actuar común necesita serorientado, porque « toda acción social implica unadoctrina »74. Teniendo en cuenta la complejidadde los problemas, es obvio que las diferentesdisciplinas deben colaborar en unainterdisciplinariedad ordenada. La caridad noexcluye el saber, más bien lo exige, lo promueve ylo anima desde dentro. El saber nunca es sóloobra de la inteligencia. Ciertamente, puedereducirse a cálculo y experimentación, pero siquiere ser sabiduría capaz de orientar al hombre ala luz de los primeros principios y de su finúltimo, ha de ser « sazonado » con la « sal » de la

72 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 28 : l.c., 548-550.73 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 19 : l.c., 266-267.74 Ibíd., 39 : l.c., 276-277.

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caridad. Sin el saber, el hacer es ciego, y el saberes estéril sin el amor. En efecto, « el que estáanimado de una verdadera caridad es ingeniosopara descubrir las causas de la miseria, paraencontrar los medios de combatirla, para vencerlacon intrepidez »75. Al afrontar los fenómenos quetenemos delante, la caridad en la verdad exigeante todo conocer y entender, conscientes yrespetuosos de la competencia específica de cadaámbito del saber. La caridad no es una añadiduraposterior, casi como un apéndice al trabajo yaconcluido de las diferentes disciplinas, sino quedialoga con ellas desde el principio. Las exigenciasdel amor no contradicen las de la razón. El saberhumano es insuficiente y las conclusiones de lasciencias no podrán indicar por sí solas la vía haciael desarrollo integral del hombre. Siempre hayque lanzarse más allá : lo exige la caridad en laverdad76. Pero ir más allá nunca significaprescindir de las conclusiones de la razón, nicontradecir sus resultados. No existe lainteligencia y después el amor : existe el amor ricoen inteligencia y la inteligencia llena de amor.

31. Esto significa que la valoración moral y lainvestigación científica deben crecer juntas, y quela caridad ha de animarlas en un conjuntointerdisciplinar armónico, hecho de unidad ydistinción. La doctrina social de la Iglesia, que

75 Ibíd., 75 : l.c., 293-294.76 Cf. Carta enc. Deus caritas est, 28 : l.c., 238-240.

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tiene « una importante dimensión interdisciplinar »77,puede desempeñar en esta perspectiva unafunción de eficacia extraordinaria. Permite a la fe,a la teología, a la metafísica y a las cienciasencontrar su lugar dentro de una colaboración alservicio del hombre. La doctrina social de laIglesia ejerce especialmente en esto su dimensiónsapiencial. Pablo VI vio con claridad que una delas causas del subdesarrollo es una falta desabiduría, de reflexión, de pensamiento capaz deelaborar una síntesis orientadora78, y que requiere« una clara visión de todos los aspectoseconómicos, sociales, culturales y espirituales »79.La excesiva sectorización del saber80, el cerrarsede las ciencias humanas a la metafísica81, lasdificultades del diálogo entre las ciencias y lateología, no sólo dañan el desarrollo del saber,sino también el desarrollo de los pueblos, pues,cuando eso ocurre, se obstaculiza la visión detodo el bien del hombre en las diferentesdimensiones que lo caracterizan. Es indispensable« ampliar nuestro concepto de razón y de suuso »82 para conseguir ponderar adecuadamente

77 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 59 : l.c., 864.78 Cf. Carta enc. Populorum progressio, 40. 85 : l.c., 277. 298-299.79 Ibíd., 13 : l.c., 263-264.80 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Fides et ratio (14 septiembre 1998), 85 :AAS 91 (1999), 72-73.81 Cf. ibíd., 83 : l.c., 70-71.82 Discurso en la Universidad de Ratisbona (12 septiembre 2006) : L’OsservatoreRomano, ed. en lengua española (22 septiembre 2006), pp. 11-13.

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todos los términos de la cuestión del desarrollo yde la solución de los problemas socioeconómicos.

32. Las grandes novedades que presenta hoyel cuadro del desarrollo de los pueblos planteanen muchos casos la exigencia de nuevas soluciones.Éstas han de buscarse, a la vez, en el respeto delas leyes propias de cada cosa y a la luz de unavisión integral del hombre que refleje los diversosaspectos de la persona humana, considerada conla mirada purificada por la caridad. Así sedescubrirán singulares convergencias yposibilidades concretas de solución, sin renunciara ningún componente fundamental de la vidahumana.

La dignidad de la persona y las exigencias dela justicia requieren, sobre todo hoy, que lasopciones económicas no hagan aumentar demanera excesiva y moralmente inaceptable lasdesigualdades 83 y que se siga buscando comoprioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte detodos, o lo mantengan. Pensándolo bien, esto estambién una exigencia de la « razón económica ».El aumento sistémico de las desigualdades entregrupos sociales dentro de un mismo país y entrelas poblaciones de los diferentes países, es decir,el aumento masivo de la pobreza relativa, no sólotiende a erosionar la cohesión social y, de estemodo, poner en peligro la democracia, sino quetiene también un impacto negativo en el plano83 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 33 : l.c., 273-274.

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económico por el progresivo desgaste del« capital social », es decir, del conjunto derelaciones de confianza, fiabilidad y respeto de lasnormas, que son indispensables en todaconvivencia civil.

La ciencia económica nos dice también queuna situación de inseguridad estructural da origena actitudes antiproductivas y al derroche derecursos humanos, en cuanto que el trabajadortiende a adaptarse pasivamente a los mecanismosautomáticos, en vez de dar espacio a lacreatividad. También sobre este punto hay unaconvergencia entre ciencia económica yvaloración moral. Los costes humanos son siempretambién costes económicos y las disfuncioneseconómicas comportan igualmente costeshumanos.

Además, se ha de recordar que rebajar lasculturas a la dimensión tecnológica, aunque puedefavorecer la obtención de beneficios a cortoplazo, a la larga obstaculiza el enriquecimientomutuo y las dinámicas de colaboración. Esimportante distinguir entre consideracioneseconómicas o sociológicas a corto y largo plazo.Reducir el nivel de tutela de los derechos de lostrabajadores y renunciar a mecanismos deredistribución del rédito con el fin de que el paísadquiera mayor competitividad internacional,impiden consolidar un desarrollo duradero. Portanto, se han de valorar cuidadosamente las

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consecuencias que tienen sobre las personas lastendencias actuales hacia una economía de corto,a veces brevísimo plazo. Esto exige « una nueva ymás profunda reflexión sobre el sentido de la economía yde sus fines »84, además de una honda revisión conamplitud de miras del modelo de desarrollo, paracorregir sus disfunciones y desviaciones. Lo exige,en realidad, el estado de salud ecológica delplaneta ; lo requiere sobre todo la crisis cultural ymoral del hombre, cuyos síntomas son evidentesen todas las partes del mundo desde hace tiempo.

33. Más de cuarenta años después de laPopulorum progressio, su argumento de fondo, elprogreso, sigue siendo aún un problema abierto, que seha hecho más agudo y perentorio por la crisiseconómico-financiera que se está produciendo.Aunque algunas zonas del planeta que sufrían lapobreza han experimentado cambios notables entérminos de crecimiento económico yparticipación en la producción mundial, otrasviven todavía en una situación de miseriacomparable a la que había en tiempos de PabloVI y, en algún caso, puede decirse que peor. Essignificativo que algunas causas de esta situaciónfueran ya señaladas en la Populorum progressio,como por ejemplo, los altos aranceles aduanerosimpuestos por los países económicamentedesarrollados, que todavía impiden a los

84 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2000, 15 : AAS 92(2000), 366.

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productos procedentes de los países pobres llegara los mercados de los países ricos. En cambio,otras causas que la Encíclica sólo esbozó, hanadquirido después mayor relieve. Este es el casode la valoración del proceso de descolonización,por entonces en pleno auge. Pablo VI deseaba unitinerario autónomo que se recorriera en paz ylibertad. Después de más de cuarenta años,hemos de reconocer lo difícil que ha sido esterecorrido, tanto por nuevas formas decolonialismo y dependencia de antiguos y nuevospaíses hegemónicos, como por gravesirresponsabilidades internas en los propios paísesque se han independizado.

La novedad principal ha sido el estallido de lainterdependencia planetaria, ya comúnmente llamadaglobalización. Pablo VI lo había previstoparcialmente, pero es sorprendente el alcance y laimpetuosidad de su auge. Surgido en los paíseseconómicamente desarrollados, este proceso haimplicado por su naturaleza a todas laseconomías. Ha sido el motor principal para queregiones enteras superaran el subdesarrollo y es,de por sí, una gran oportunidad. Sin embargo, sinla guía de la caridad en la verdad, este impulsoplanetario puede contribuir a crear riesgo dedaños hasta ahora desconocidos y nuevasdivisiones en la familia humana. Por eso, lacaridad y la verdad nos plantean un compromisoinédito y creativo, ciertamente muy vasto y

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complejo. Se trata de ensanchar la razón y hacerlacapaz de conocer y orientar estas nuevas e imponentesdinámicas, animándolas en la perspectiva de esa« civilización del amor », de la cual Dios hapuesto la semilla en cada pueblo y en cadacultura.

CAPÍTULO TERCERO. FRATERNIDAD, DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIEDAD CIVIL.

34. La caridad en la verdad pone al hombre antela sorprendente experiencia del don. La gratuidadestá en su vida de muchas maneras, aunquefrecuentemente pasa desapercibida debido a unavisión de la existencia que antepone a todo laproductividad y la utilidad. El ser humano estáhecho para el don, el cual manifiesta y desarrollasu dimensión trascendente. A veces, el hombremoderno tiene la errónea convicción de ser elúnico autor de sí mismo, de su vida y de lasociedad. Es una presunción fruto de la cerrazónegoísta en sí mismo, que procede – por decirlocon una expresión creyente – del pecado de losorígenes. La sabiduría de la Iglesia ha invitadosiempre a no olvidar la realidad del pecadooriginal, ni siquiera en la interpretación de losfenómenos sociales y en la construcción de lasociedad : « Ignorar que el hombre posee unanaturaleza herida, inclinada al mal, da lugar agraves errores en el dominio de la educación, dela política, de la acción social y de las

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costumbres »85. Hace tiempo que la economíaforma parte del conjunto de los ámbitos en quese manifiestan los efectos perniciosos del pecado.Nuestros días nos ofrecen una prueba evidente.Creerse autosuficiente y capaz de eliminar por símismo el mal de la historia ha inducido al hombrea confundir la felicidad y la salvación con formasinmanentes de bienestar material y de actuaciónsocial. Además, la exigencia de la economía de serautónoma, de no estar sujeta a « injerencias » decarácter moral, ha llevado al hombre a abusar delos instrumentos económicos incluso de maneradestructiva. Con el pasar del tiempo, estasposturas han desembocado en sistemaseconómicos, sociales y políticos que hantiranizado la libertad de la persona y de losorganismos sociales y que, precisamente por eso,no han sido capaces de asegurar la justicia queprometían. Como he afirmado en la Encíclica Spesalvi, se elimina así de la historia la esperanzacristiana86, que no obstante es un poderoso recursosocial al servicio del desarrollo humano integral,en la libertad y en la justicia. La esperanzasostiene a la razón y le da fuerza para orientar lavoluntad87. Está ya presente en la fe, que lasuscita. La caridad en la verdad se nutre de ella y,

85 Catecismo de la Iglesia Católica, 407 ; cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimusannus, 25 : l.c., 822-824.86 Cf. Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 17 : AAS 99 (2007), 1000.87 Cf. ibíd., 23 : l.c., 1004-1005.

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al mismo tiempo, la manifiesta. Al ser un donabsolutamente gratuito de Dios, irrumpe ennuestra vida como algo que no es debido, quetrasciende toda ley de justicia. Por su naturaleza,el don supera el mérito, su norma essobreabundar. Nos precede en nuestra propiaalma como signo de la presencia de Dios ennosotros y de sus expectativas para con nosotros.La verdad que, como la caridad es don, nossupera, como enseña San Agustín88. Inclusonuestra propia verdad, la de nuestra concienciapersonal, ante todo, nos ha sido « dada ». Enefecto, en todo proceso cognitivo la verdad no esproducida por nosotros, sino que se encuentra o,mejor aún, se recibe. Como el amor, « no nace delpensamiento o la voluntad, sino que en ciertosentido se impone al ser humano »89.

Al ser un don recibido por todos, la caridaden la verdad es una fuerza que funda lacomunidad, unifica a los hombres de manera queno haya barreras o confines. La comunidadhumana puede ser organizada por nosotros

88 San Agustín explica detalladamente esta enseñanza en el diálogo sobre ellibre albedrío (De libero arbitrio II 3, 8 ss.). Señala la existencia en el almahumana de un « sentido interior ». Este sentido consiste en una acción quese realiza al margen de las funciones normales de la razón, una acciónprevia a la reflexión y casi instintiva, por la que la razón, dándose cuenta desu condición transitoria y falible, admite por encima de ella la existencia dealgo externo, absolutamente verdadero y cierto. El nombre que SanAgustín asigna a veces a esta verdad interior es el de Dios (Confesiones X,24, 35 ; XII, 25, 35 ; De libero arbitrio II 3, 8), pero más a menudo el deCristo (De Magistro 11, 38 ; Confesiones VII, 18, 24 ; XI, 2, 4).89 Carta enc. Deus caritas est, 3 : l.c., 219.

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mismos, pero nunca podrá ser sólo con suspropias fuerzas una comunidad plenamentefraterna ni aspirar a superar las fronteras, oconvertirse en una comunidad universal. Launidad del género humano, la comunión fraternamás allá de toda división, nace de la palabra deDios-Amor que nos convoca. Al afrontar estacuestión decisiva, hemos de precisar, por un lado,que la lógica del don no excluye la justicia ni seyuxtapone a ella como un añadido externo en unsegundo momento y, por otro, que el desarrolloeconómico, social y político necesita, si quiere serauténticamente humano, dar espacio al principio degratuidad como expresión de fraternidad.

35. Si hay confianza recíproca y generalizada,el mercado es la institución económica que permiteel encuentro entre las personas, como agenteseconómicos que utilizan el contrato como normade sus relaciones y que intercambian bienes yservicios de consumo para satisfacer susnecesidades y deseos. El mercado está sujeto a losprincipios de la llamada justicia conmutativa, queregula precisamente la relación entre dar y recibirentre iguales. Pero la doctrina social de la Iglesiano ha dejado nunca de subrayar la importancia dela justicia distributiva y de la justicia social para laeconomía de mercado, no sólo porque estádentro de un contexto social y político másamplio, sino también por la trama de relacionesen que se desenvuelve. En efecto, si el mercado

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se rige únicamente por el principio de laequivalencia del valor de los bienes que seintercambian, no llega a producir la cohesiónsocial que necesita para su buen funcionamiento.Sin formas internas de solidaridad y de confianzarecíproca, el mercado no puede cumplir plenamente supropia función económica. Hoy, precisamente estaconfianza ha fallado, y esta pérdida de confianzaes algo realmente grave.

Pablo VI subraya oportunamente en laPopulorum progressio que el sistema económicomismo se habría aventajado con la prácticageneralizada de la justicia, pues los primerosbeneficiarios del desarrollo de los países pobreshubieran sido los países ricos90. No se trata sólode remediar el mal funcionamiento con lasayudas. No se debe considerar a los pobres comoun « fardo »91, sino como una riqueza inclusodesde el punto de vista estrictamente económico.No obstante, se ha de considerar equivocada lavisión de quienes piensan que la economía demercado tiene necesidad estructural de una cuotade pobreza y de subdesarrollo para funcionarmejor. Al mercado le interesa promover laemancipación, pero no puede lograrlo por símismo, porque no puede producir lo que estáfuera de su alcance. Ha de sacar fuerzas moralesde otras instancias que sean capaces de generarlas.

90 Cf. n. 49 : l.c., 281.91 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 28 : l.c., 827-828.

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36. La actividad económica no puede resolvertodos los problemas sociales ampliando sin másla lógica mercantil. Debe estar ordenada a la consecucióndel bien común, que es responsabilidad sobre todode la comunidad política. Por tanto, se debe tenerpresente que separar la gestión económica, a laque correspondería únicamente producir riqueza,de la acción política, que tendría el papel deconseguir la justicia mediante la redistribución, escausa de graves desequilibrios.

La Iglesia sostiene siempre que la actividadeconómica no debe considerarse antisocial. Poreso, el mercado no es ni debe convertirse en elámbito donde el más fuerte avasalle al más débil.La sociedad no debe protegerse del mercado,pensando que su desarrollo comporta ipso facto lamuerte de las relaciones auténticamente humanas.Es verdad que el mercado puede orientarse ensentido negativo, pero no por su propianaturaleza, sino por una cierta ideología que loguía en este sentido. No se debe olvidar que elmercado no existe en su estado puro, se adapta alas configuraciones culturales que lo concretan ycondicionan. En efecto, la economía y lasfinanzas, al ser instrumentos, pueden ser malutilizados cuando quien los gestiona tiene sóloreferencias egoístas. De esta forma, se puedellegar a transformar medios de por sí buenos enperniciosos. Lo que produce estas consecuenciases la razón oscurecida del hombre, no el medio

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en cuanto tal. Por eso, no se deben hacerreproches al medio o instrumento sino alhombre, a su conciencia moral y a suresponsabilidad personal y social.

La doctrina social de la Iglesia sostiene que sepueden vivir relaciones auténticamente humanas,de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y dereciprocidad, también dentro de la actividadeconómica y no solamente fuera o « después » deella. El sector económico no es ni éticamenteneutro ni inhumano o antisocial por naturaleza.Es una actividad del hombre y, precisamenteporque es humana, debe ser articulada einstitucionalizada éticamente.

El gran desafío que tenemos, planteado porlas dificultades del desarrollo en este tiempo deglobalización y agravado por la crisis económico-financiera actual, es mostrar, tanto en el orden delas ideas como de los comportamientos, que nosólo no se pueden olvidar o debilitar losprincipios tradicionales de la ética social, como latrasparencia, la honestidad y la responsabilidad,sino que en las relaciones mercantiles el principio degratuidad y la lógica del don, como expresiones defraternidad, pueden y deben tener espacio en laactividad económica ordinaria. Esto es una exigenciadel hombre en el momento actual, pero tambiénde la razón económica misma. Una exigencia dela caridad y de la verdad al mismo tiempo.

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37. La doctrina social de la Iglesia hasostenido siempre que la justicia afecta a todas lasfases de la actividad económica, porque en todomomento tiene que ver con el hombre y con susderechos. La obtención de recursos, lafinanciación, la producción, el consumo y todaslas fases del proceso económico tienenineludiblemente implicaciones morales. Así, todadecisión económica tiene consecuencias de carácter moral.Lo confirman las ciencias sociales y las tendenciasde la economía contemporánea. Hace algúntiempo, tal vez se podía confiar primero a laeconomía la producción de riqueza y asignardespués a la política la tarea de su distribución.Hoy resulta más difícil, dado que las actividadeseconómicas no se limitan a territorios definidos,mientras que las autoridades gubernativas siguensiendo sobre todo locales. Además, las normas dejusticia deben ser respetadas desde el principio ydurante el proceso económico, y no sólo despuéso colateralmente. Para eso es necesario que en elmercado se dé cabida a actividades económicasde sujetos que optan libremente por ejercer sugestión movidos por principios distintos al delmero beneficio, sin renunciar por ello a producirvalor económico. Muchos planteamientoseconómicos provenientes de iniciativas religiosasy laicas demuestran que esto es realmente posible.

En la época de la globalización, la economíarefleja modelos competitivos vinculados a

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culturas muy diversas entre sí. Elcomportamiento económico y empresarial que sedesprende tiene en común principalmente elrespeto de la justicia conmutativa.Indudablemente, la vida económica tiene necesidaddel contrato para regular las relaciones deintercambio entre valores equivalentes. Peronecesita igualmente leyes justas y formas deredistribución guiadas por la política, además deobras caracterizadas por el espíritu del don. Laeconomía globalizada parece privilegiar la primeralógica, la del intercambio contractual, pero directao indirectamente demuestra que necesita a lasotras dos, la lógica de la política y la lógica deldon sin contrapartida.

38. En la Centesimus annus, mi predecesor JuanPablo II señaló esta problemática al advertir lanecesidad de un sistema basado en tresinstancias : el mercado, el Estado y la sociedad civil92.Consideró que la sociedad civil era el ámbito másapropiado para una economía de la gratuidad y de lafraternidad, sin negarla en los otros dos ámbitos.Hoy podemos decir que la vida económica debeser comprendida como una realidad de múltiplesdimensiones : en todas ellas, aunque en medidadiferente y con modalidades específicas, debehaber respeto a la reciprocidad fraterna. En laépoca de la globalización, la actividad económicano puede prescindir de la gratuidad, que fomenta92 Cf. n. 35 : l.c., 836-838.

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y extiende la solidaridad y la responsabilidad porla justicia y el bien común en sus diversasinstancias y agentes. Se trata, en definitiva, de unaforma concreta y profunda de democraciaeconómica. La solidaridad es en primer lugar quetodos se sientan responsables de todos93 ; portanto no se la puede dejar solamente en manosdel Estado. Mientras antes se podía pensar que loprimero era alcanzar la justicia y que la gratuidadvenía después como un complemento, hoy esnecesario decir que sin la gratuidad no se alcanzani siquiera la justicia. Se requiere, por tanto, unmercado en el cual puedan operar libremente, conigualdad de oportunidades, empresas quepersiguen fines institucionales diversos. Junto a laempresa privada, orientada al beneficio, y losdiferentes tipos de empresa pública, debenpoderse establecer y desenvolver aquellasorganizaciones productivas que persiguen finesmutualistas y sociales. De su recíproca interacciónen el mercado se puede esperar una especie decombinación entre los comportamientos deempresa y, con ella, una atención más sensible auna civilización de la economía. En este caso, caridaden la verdad significa la necesidad de dar forma yorganización a las iniciativas económicas que, sinrenunciar al beneficio, quieren ir más allá de lalógica del intercambio de cosas equivalentes y dellucro como fin en sí mismo.93 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 38 : l.c., 565-566.

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39. Pablo VI pedía en la Populorum progressioque se llegase a un modelo de economía de mercadocapaz de incluir, al menos tendencialmente, a todos lospueblos, y no solamente a los particularmente dotados.Pedía un compromiso para promover un mundomás humano para todos, un mundo « en dondetodos tengan que dar y recibir, sin que el progresode los unos sea un obstáculo para el desarrollo delos otros »94. Así, extendía al plano universal lasmismas exigencias y aspiraciones de la Rerumnovarum, escrita como consecuencia de larevolución industrial, cuando se afirmó porprimera vez la idea – seguramente avanzada paraaquel tiempo – de que el orden civil, parasostenerse, necesitaba la intervenciónredistributiva del Estado. Hoy, esta visión de laRerum novarum, además de puesta en crisis por losprocesos de apertura de los mercados y de lassociedades, se muestra incompleta para satisfacerlas exigencias de una economía plenamentehumana. Lo que la doctrina de la Iglesia hasostenido siempre, partiendo de su visión delhombre y de la sociedad, es necesario tambiénhoy para las dinámicas características de laglobalización.

Cuando la lógica del mercado y la lógica delEstado se ponen de acuerdo para mantener elmonopolio de sus respectivos ámbitos deinfluencia, se debilita a la larga la solidaridad en94 N. 44 : l.c., 279.

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las relaciones entre los ciudadanos, laparticipación, el sentido de pertenencia y el obrargratuitamente, que no se identifican con el « darpara tener », propio de la lógica de lacompraventa, ni con el « dar por deber », propiode la lógica de las intervenciones públicas, que elEstado impone por ley. La victoria sobre elsubdesarrollo requiere actuar no sólo en la mejorade las transacciones basadas en la compraventa, oen las transferencias de las estructurasasistenciales de carácter público, sino sobre todoen la apertura progresiva en el contexto mundial a formasde actividad económica caracterizada por ciertos márgenesde gratuidad y comunión. El binomio exclusivomercado-Estado corroe la sociabilidad, mientrasque las formas de economía solidaria, queencuentran su mejor terreno en la sociedad civilaunque no se reducen a ella, crean sociabilidad. Elmercado de la gratuidad no existe y las actitudesgratuitas no se pueden prescribir por ley. Sinembargo, tanto el mercado como la políticatienen necesidad de personas abiertas al donrecíproco.

40. Las actuales dinámicas económicasinternacionales, caracterizadas por gravesdistorsiones y disfunciones, requieren tambiéncambios profundos en el modo de entender la empresa.Antiguas modalidades de la vida empresarial vandesapareciendo, mientras otras más prometedorasse perfilan en el horizonte. Uno de los mayores

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riesgos es sin duda que la empresa responda casiexclusivamente a las expectativas de losinversores en detrimento de su dimensión social.Debido a su continuo crecimiento y a lanecesidad de mayores capitales, cada vez sonmenos las empresas que dependen de un únicoempresario estable que se sienta responsable alargo plazo, y no sólo por poco tiempo, de la viday los resultados de su empresa, y cada vez sonmenos las empresas que dependen de un únicoterritorio. Además, la llamada deslocalización dela actividad productiva puede atenuar en elempresario el sentido de responsabilidad respectoa los interesados, como los trabajadores, losproveedores, los consumidores, así como almedio ambiente y a la sociedad más amplia que lorodea, en favor de los accionistas, que no estánsujetos a un espacio concreto y gozan por tantode una extraordinaria movilidad. El mercadointernacional de los capitales, en efecto, ofrecehoy una gran libertad de acción. Sin embargo,también es verdad que se está extendiendo laconciencia de la necesidad de una« responsabilidad social » más amplia de laempresa. Aunque no todos los planteamientoséticos que guían hoy el debate sobre laresponsabilidad social de la empresa sonaceptables según la perspectiva de la doctrinasocial de la Iglesia, es cierto que se vadifundiendo cada vez más la convicción según la

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cual la gestión de la empresa no puede tener en cuentaúnicamente el interés de sus propietarios, sino también elde todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de laempresa : trabajadores, clientes, proveedores de losdiversos elementos de producción, la comunidadde referencia. En los últimos años se ha notado elcrecimiento de una clase cosmopolita de manager,que a menudo responde sólo a las pretensionesde los nuevos accionistas de referenciacompuestos generalmente por fondos anónimosque establecen su retribución. Pero también haymuchos managers hoy que, con un análisis másprevisor, se percatan cada vez más de losprofundos lazos de su empresa con el territorio oterritorios en que desarrolla su actividad. PabloVI invitaba a valorar seriamente el daño que latrasferencia de capitales al extranjero, por puroprovecho personal, puede ocasionar a la propianación95. Juan Pablo II advertía que invertir tienesiempre un significado moral, además de económico96.Se ha de reiterar que todo esto mantiene suvalidez en nuestros días a pesar de que elmercado de capitales haya sido fuertementeliberalizado y la moderna mentalidad tecnológicapueda inducir a pensar que invertir es sólo unhecho técnico y no humano ni ético. No se puedenegar que un cierto capital puede hacer el biencuando se invierte en el extranjero en vez de en la

95 Cf. ibíd., 24 : l.c., 269.96 Cf. Carta enc. Centesimus annus, 36 : l.c., 838-840.

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propia patria. Pero deben quedar a salvo losvínculos de justicia, teniendo en cuenta tambiéncómo se ha formado ese capital y los perjuiciosque comporta para las personas el que no seemplee en los lugares donde se ha generado97. Seha de evitar que el empleo de recursos financieros estémotivado por la especulación y ceda a latentación de buscar únicamente un beneficioinmediato, en vez de la sostenibilidad de laempresa a largo plazo, su propio servicio a laeconomía real y la promoción, en modo adecuadoy oportuno, de iniciativas económicas también enlos países necesitados de desarrollo. Tampoco haymotivos para negar que la deslocalización, quelleva consigo inversiones y formación, puedehacer bien a la población del país que la recibe. Eltrabajo y los conocimientos técnicos son unanecesidad universal. Sin embargo, no es lícitodeslocalizar únicamente para aprovecharparticulares condiciones favorables, o peor aún,para explotar sin aportar a la sociedad local unaverdadera contribución para el nacimiento de unsólido sistema productivo y social, factorimprescindible para un desarrollo estable.

41. A este respecto, es útil observar que lainiciativa empresarial tiene, y debe asumir cada vezmás, un significado polivalente. El predominiopersistente del binomio mercado-Estado nos haacostumbrado a pensar exclusivamente en el97 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 24 : l.c., 269.

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empresario privado de tipo capitalista por un ladoy en el directivo estatal por otro. En realidad, lainiciativa empresarial se ha de entender de modoarticulado. Así lo revelan diversas motivacionesmetaeconómicas. El ser empresario, antes detener un significado profesional, tiene unsignificado humano98. Es propio de todo trabajovisto como « actus personae »99 y por eso es buenoque todo trabajador tenga la posibilidad de dar lapropia aportación a su labor, de modo que élmismo « sea consciente de que está trabajando enalgo propio »100. Por eso, Pablo VI enseñaba que« todo trabajador es un creador »101. Precisamentepara responder a las exigencias y a la dignidad dequien trabaja, y a las necesidades de la sociedad,existen varios tipos de empresas, más allá de lapura distinción entre « privado » y « público ».Cada una requiere y manifiesta una capacidad deiniciativa empresarial específica. Para realizar unaeconomía que en el futuro próximo sepa ponerseal servicio del bien común nacional y mundial, esoportuno tener en cuenta este significado ampliode iniciativa empresarial. Esta concepción másamplia favorece el intercambio y la mutuaconfiguración entre los diversos tipos de iniciativa

98 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 32 : l.c., 832-833 ; PabloVI, Carta enc. Populorum progressio, 25 : l.c., 269-270.99 Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 24 : l.c., 637-638.100 Ibíd., 15 : l.c., 616-618.101 Carta enc. Populorum progressio, 27 : l.c., 271.

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empresarial, con transvase de competencias delmundo non profit al profit y viceversa, del público alpropio de la sociedad civil, del de las economíasavanzadas al de países en vía de desarrollo.

También la autoridad política tiene un significadopolivalente, que no se puede olvidar mientras secamina hacia la consecución de un nuevo ordeneconómico-productivo, socialmente responsabley a medida del hombre. Al igual que se pretendecultivar una iniciativa empresarial diferenciada enel ámbito mundial, también se debe promoveruna autoridad política repartida y que ha de actuaren diversos planos. El mercado único de nuestrosdías no elimina el papel de los estados, más bienobliga a los gobiernos a una colaboraciónrecíproca más estrecha. La sabiduría y laprudencia aconsejan no proclamarapresuradamente la desaparición del Estado. Conrelación a la solución de la crisis actual, su papelparece destinado a crecer, recuperando muchascompetencias. Hay naciones donde laconstrucción o reconstrucción del Estado siguesiendo un elemento clave para su desarrollo. Laayuda internacional, precisamente dentro de unproyecto inspirado en la solidaridad parasolucionar los actuales problemas económicos,debería apoyar en primer lugar la consolidaciónde los sistemas constitucionales, jurídicos yadministrativos en los países que todavía nogozan plenamente de estos bienes. Las ayudas

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económicas deberían ir acompañadas de aquellasmedidas destinadas a reforzar las garantíaspropias de un Estado de derecho, un sistema deorden público y de prisiones respetuoso de losderechos humanos y a consolidar institucionesverdaderamente democráticas. No es necesarioque el Estado tenga las mismas características entodos los sitios : el fortalecimiento de los sistemasconstitucionales débiles puede ir acompañadoperfectamente por el desarrollo de otrasinstancias políticas no estatales, de caráctercultural, social, territorial o religioso. Además, laarticulación de la autoridad política en el ámbitolocal, nacional o internacional, es uno de loscauces privilegiados para poder orientar laglobalización económica. Y también el modo deevitar que ésta mine de hecho los fundamentos dela democracia.

42. A veces se perciben actitudes fatalistasante la globalización, como si las dinámicas que laproducen procedieran de fuerzas anónimas eimpersonales o de estructuras independientes dela voluntad humana102. A este respecto, es buenorecordar que la globalización ha de entenderseciertamente como un proceso socioeconómico,pero no es ésta su única dimensión. Tras esteproceso más visible hay realmente una

102 Cf. Congregación para la doctrina de la fe, Instr. Libertatis conscientia,sobre la libertad cristiana y la liberación (22 marzo 1987), 74 : AAS 79(1987), 587.

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humanidad cada vez más interrelacionada ; haypersonas y pueblos para los que el proceso debeser de utilidad y desarrollo103, gracias a que tantolos individuos como la colectividad asumen susrespectivas responsabilidades. La superación delas fronteras no es sólo un hecho material, sinotambién cultural, en sus causas y en sus efectos.Cuando se entiende la globalización de maneradeterminista, se pierden los criterios paravalorarla y orientarla. Es una realidad humana ypuede ser fruto de diversas corrientes culturalesque han de ser sometidas a un discernimiento. Laverdad de la globalización como proceso y sucriterio ético fundamental vienen dados por launidad de la familia humana y su crecimiento enel bien. Por tanto, hay que esforzarseincesantemente para favorecer una orientacióncultural personalista y comunitaria, abierta a latrascendencia, del proceso de integración planetaria.

A pesar de algunos aspectos estructuralesinnegables, pero que no se deben absolutizar, « laglobalización no es, a priori, ni buena ni mala. Serálo que la gente haga de ella »104. Debemos ser susprotagonistas, no las víctimas, procediendorazonablemente, guiados por la caridad y laverdad. Oponerse ciegamente a la globalización

103 Cf. Juan Pablo II, Entrevista al periódico « La Croix », 20 de agosto de1997.104 Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales (27abril 2001) : AAS 93 (2001), 598-601.

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sería una actitud errónea, preconcebida, queacabaría por ignorar un proceso que tienetambién aspectos positivos, con el riesgo deperder una gran ocasión para aprovechar lasmúltiples oportunidades de desarrollo que ofrece.El proceso de globalización, adecuadamenteentendido y gestionado, ofrece la posibilidad deuna gran redistribución de la riqueza a escalaplanetaria como nunca se ha visto antes ; pero, sise gestiona mal, puede incrementar la pobreza y ladesigualdad, contagiando además con una crisis atodo el mundo. Es necesario corregir las disfunciones,a veces graves, que causan nuevas divisiones entrelos pueblos y en su interior, de modo que laredistribución de la riqueza no comporte unaredistribución de la pobreza, e incluso la acentúe,como podría hacernos temer también una malagestión de la situación actual. Durante muchotiempo se ha pensado que los pueblos pobresdeberían permanecer anclados en un estadio dedesarrollo preestablecido o contentarse con lafilantropía de los pueblos desarrollados. Pablo VIse pronunció contra esta mentalidad en laPopulorum progressio. Los recursos materialesdisponibles para sacar a estos pueblos de lamiseria son hoy potencialmente mayores queantes, pero se han servido de ellos principalmentelos países desarrollados, que han podidoaprovechar mejor la liberalización de losmovimientos de capitales y de trabajo. Por tanto,

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la difusión de ámbitos de bienestar en el mundono debería ser obstaculizada con proyectosegoístas, proteccionistas o dictados por interesesparticulares. En efecto, la participación de paísesemergentes o en vías de desarrollo permite hoygestionar mejor la crisis. La transición que elproceso de globalización comporta, conllevagrandes dificultades y peligros, que sólo se podránsuperar si se toma conciencia del espírituantropológico y ético que en el fondo impulsa laglobalización hacia metas de humanizaciónsolidaria. Desgraciadamente, este espíritu se vecon frecuencia marginado y entendido desdeperspectivas ético-culturales de carácterindividualista y utilitarista. La globalización es unfenómeno multidimensional y polivalente, queexige ser comprendido en la diversidad y en launidad de todas sus dimensiones, incluida lateológica. Esto consentirá vivir y orientar laglobalización de la humanidad en términos derelacionalidad, comunión y participación.

CAPÍTULO CUARTO. DESARROLLO DE LOS PUEBLOS, DERECHOS Y DEBERES, AMBIENTE.

43. « La solidaridad universal, que es unhecho y un beneficio para todos, es también undeber ».105 En la actualidad, muchos pretendenpensar que no deben nada a nadie, si no es a símismos. Piensan que sólo son titulares de

105 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 17 : l.c., 265-266.

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derechos y con frecuencia les cuesta madurar ensu responsabilidad respecto al desarrollo integralpropio y ajeno. Por ello, es importante urgir unanueva reflexión sobre los deberes que los derechospresuponen, y sin los cuales éstos se convierten en algoarbitrario106. Hoy se da una profundacontradicción. Mientras, por un lado, sereivindican presuntos derechos, de carácterarbitrario y superfluo, con la pretensión de que lasestructuras públicas los reconozcan y promuevan,por otro, hay derechos elementales yfundamentales que se ignoran y violan en granparte de la humanidad107. Se aprecia confrecuencia una relación entre la reivindicación delderecho a lo superfluo, e incluso a la transgresióny al vicio, en las sociedades opulentas, y lacarencia de comida, agua potable, instrucciónbásica o cuidados sanitarios elementales en ciertasregiones del mundo subdesarrollado y también enla periferia de las grandes ciudades. Dicharelación consiste en que los derechos individuales,desvinculados de un conjunto de deberes que lesdé un sentido profundo, se desquician y dan lugara una espiral de exigencias prácticamente ilimitaday carente de criterios. La exacerbación de losderechos conduce al olvido de los deberes. Losdeberes delimitan los derechos porque remiten a

106 Cf. Juan Pablo II,  Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003 , 5 :AAS 95 (2003), 343.107 Cf. ibíd.

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un marco antropológico y ético en cuya verdad seinsertan también los derechos y así dejan de serarbitrarios. Por este motivo, los deberes refuerzanlos derechos y reclaman que se los defienda ypromueva como un compromiso al servicio delbien. En cambio, si los derechos del hombre sefundamentan sólo en las deliberaciones de unaasamblea de ciudadanos, pueden ser cambiadosen cualquier momento y, consiguientemente, serelaja en la conciencia común el deber derespetarlos y tratar de conseguirlos. Losgobiernos y los organismos internacionalespueden olvidar entonces la objetividad y lacualidad de « no disponibles » de los derechos.Cuando esto sucede, se pone en peligro elverdadero desarrollo de los pueblos108.Comportamientos como éstos comprometen laautoridad moral de los organismosinternacionales, sobre todo a los ojos de lospaíses más necesitados de desarrollo. En efecto,éstos exigen que la comunidad internacionalasuma como un deber ayudarles a ser « artíficesde su destino »109, es decir, a que asuman a su vezdeberes. Compartir los deberes recíprocos movilizamucho más que la mera reivindicación de derechos.

44. La concepción de los derechos y de losdeberes respecto al desarrollo, debe tener tambiénen cuenta los problemas relacionados con el

108 Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2007, 13 : l.c., 6.109 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 65 : l.c., 289.

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crecimiento demográfico. Es un aspecto muyimportante del verdadero desarrollo, porqueafecta a los valores irrenunciables de la vida y dela familia110. No es correcto considerar el aumentode población como la primera causa delsubdesarrollo, incluso desde el punto de vistaeconómico : baste pensar, por un lado, en lanotable disminución de la mortalidad infantil y elaumento de la edad media que se produce en lospaíses económicamente desarrollados y, por otra,en los signos de crisis que se perciben en lasociedades en las que se constata unapreocupante disminución de la natalidad.Obviamente, se ha de seguir prestando la debidaatención a una procreación responsable que, porlo demás, es una contribución efectiva aldesarrollo humano integral. La Iglesia, que seinteresa por el verdadero desarrollo del hombre,exhorta a éste a que respete los valores humanostambién en el ejercicio de la sexualidad : ésta nopuede quedar reducida a un mero hechohedonista y lúdico, del mismo modo que laeducación sexual no se puede limitar a unainstrucción técnica, con la única preocupación deproteger a los interesados de eventuales contagioso del « riesgo » de procrear. Esto equivaldría aempobrecer y descuidar el significado profundode la sexualidad, que debe ser en cambioreconocido y asumido con responsabilidad por la110 Cf., ibíd., 36-37 : l.c., 275-276.

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persona y la comunidad. En efecto, laresponsabilidad evita tanto que se considere lasexualidad como una simple fuente de placer,como que se regule con políticas de planificaciónforzada de la natalidad. En ambos casos se tratade concepciones y políticas materialistas, en lasque las personas acaban padeciendo diversasformas de violencia. Frente a todo esto, se deberesaltar la competencia primordial que en estecampo tienen las familias111 respecto del Estado ysus políticas restrictivas, así como una adecuadaeducación de los padres.

La apertura moralmente responsable a la vida es unariqueza social y económica. Grandes naciones hanpodido salir de la miseria gracias también al grannúmero y a la capacidad de sus habitantes. Alcontrario, naciones en un tiempo florecientespasan ahora por una fase de incertidumbre, y enalgún caso de decadencia, precisamente a causadel bajo índice de natalidad, un problema crucialpara las sociedades de mayor bienestar. Ladisminución de los nacimientos, a veces pordebajo del llamado « índice de reemplazogeneracional », pone en crisis incluso a lossistemas de asistencia social, aumenta los costes,merma la reserva del ahorro y,consiguientemente, los recursos financierosnecesarios para las inversiones, reduce ladisponibilidad de trabajadores cualificados y111 Cf. ibíd., 37 : l.c., 275-276.

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disminuye la reserva de « cerebros » a los querecurrir para las necesidades de la nación.Además, las familias pequeñas, o muy pequeñas aveces, corren el riesgo de empobrecer lasrelaciones sociales y de no asegurar formaseficaces de solidaridad. Son situaciones quepresentan síntomas de escasa confianza en elfuturo y de fatiga moral. Por eso, se convierte enuna necesidad social, e incluso económica, seguirproponiendo a las nuevas generaciones lahermosura de la familia y del matrimonio, susintonía con las exigencias más profundas delcorazón y de la dignidad de la persona. En estaperspectiva, los estados están llamados a establecerpolíticas que promuevan la centralidad y la integridad dela familia, fundada en el matrimonio entre unhombre y una mujer, célula primordial y vital dela sociedad112, haciéndose cargo también de susproblemas económicos y fiscales, en el respeto desu naturaleza relacional.

45. Responder a las exigencias morales másprofundas de la persona tiene tambiénimportantes efectos beneficiosos en el planoeconómico. En efecto, la economía tiene necesidad dela ética para su correcto funcionamiento ; no de unaética cualquiera, sino de una ética amiga de lapersona. Hoy se habla mucho de ética en elcampo económico, bancario y empresarial.

112 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, sobre elapostolado de los laicos, 11.

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Surgen centros de estudio y programasformativos de business ethics ; se difunde en elmundo desarrollado el sistema de certificacioneséticas, siguiendo la línea del movimiento de ideasnacido en torno a la responsabilidad social de laempresa. Los bancos proponen cuentas y fondosde inversión llamados « éticos ». Se desarrolla una« finanza ética », sobre todo mediante elmicrocrédito y, más en general, lamicrofinanciación. Dichos procesos sonapreciados y merecen un amplio apoyo. Susefectos positivos llegan incluso a las áreas menosdesarrolladas de la tierra. Conviene, sin embargo,elaborar un criterio de discernimiento válido,pues se nota un cierto abuso del adjetivo « ético »que, usado de manera genérica, puede abarcartambién contenidos completamente distintos,hasta el punto de hacer pasar por éticasdecisiones y opciones contrarias a la justicia y alverdadero bien del hombre.

En efecto, mucho depende del sistema moralde referencia. Sobre este aspecto, la doctrinasocial de la Iglesia ofrece una aportaciónespecífica, que se funda en la creación del hombre« a imagen de Dios » (Gn 1,27), algo quecomporta la inviolable dignidad de la personahumana, así como el valor trascendente de lasnormas morales naturales. Una ética económicaque prescinda de estos dos pilares correría elpeligro de perder inevitablemente su propio

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significado y prestarse así a ser instrumentalizada ;más concretamente, correría el riesgo deamoldarse a los sistemas económico-financierosexistentes, en vez de corregir sus disfunciones.Además, podría acabar incluso justificando lafinanciación de proyectos no éticos. Es necesario,pues, no recurrir a la palabra « ética » de unamanera ideológicamente discriminatoria, dando aentender que no serían éticas las iniciativas noetiquetadas formalmente con esa cualificación.Conviene esforzarse – la observación aquí esesencial – no sólo para que surjan sectores osegmentos « éticos » de la economía o de lasfinanzas, sino para que toda la economía y lasfinanzas sean éticas y lo sean no por una etiquetaexterna, sino por el respeto de exigenciasintrínsecas de su propia naturaleza. A esterespecto, la doctrina social de la Iglesia habla conclaridad, recordando que la economía, en todassus ramas, es un sector de la actividad humana113.

46. Respecto al tema de la relación entre empresay ética, así como de la evolución que está teniendoel sistema productivo, parece que la distinciónhasta ahora más difundida entre empresasdestinadas al beneficio (profit) y organizaciones sinánimo de lucro (non profit) ya no reflejaplenamente la realidad, ni es capaz de orientareficazmente el futuro. En estos últimos decenios,

113 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 14 : l.c., 264 ; Juan Pablo II,Carta enc. Centesimus annus, 32 : l.c., 832-833.

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ha ido surgiendo una amplia zona intermediaentre los dos tipos de empresas. Esa zonaintermedia está compuesta por empresastradicionales que, sin embargo, suscriben pactosde ayuda a países atrasados ; por fundacionespromovidas por empresas concretas ; por gruposde empresas que tienen objetivos de utilidadsocial ; por el amplio mundo de agentes de lallamada economía civil y de comunión. No setrata sólo de un « tercer sector », sino de unanueva y amplia realidad compuesta, que implica alsector privado y público y que no excluye elbeneficio, pero lo considera instrumento paraobjetivos humanos y sociales. Que estas empresasdistribuyan más o menos los beneficios, o queadopten una u otra configuración jurídica previstapor la ley, es secundario respecto a sudisponibilidad para concebir la ganancia como uninstrumento para alcanzar objetivos dehumanización del mercado y de la sociedad. Esde desear que estas nuevas formas de empresaencuentren en todos los países también un marcojurídico y fiscal adecuado. Así, sin restarimportancia y utilidad económica y social a lasformas tradicionales de empresa, hacenevolucionar el sistema hacia una asunción másclara y plena de los deberes por parte de losagentes económicos. Y no sólo esto. La mismapluralidad de las formas institucionales de empresa es lo

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que promueve un mercado más cívico y al mismo tiempomás competitivo.

47. La potenciación de los diversos tipos deempresas y, en particular, de los que son capacesde concebir el beneficio como un instrumentopara conseguir objetivos de humanización delmercado y de la sociedad, hay que llevarla a caboincluso en países excluidos o marginados de loscircuitos de la economía global, donde es muyimportante proceder con proyectos desubsidiaridad convenientemente diseñados ygestionados, que tiendan a promover losderechos, pero previendo siempre que se asumantambién las correspondientes responsabilidades.En las iniciativas para el desarrollo debe quedar asalvo el principio de la centralidad de la personahumana, que es quien debe asumirse en primerlugar el deber del desarrollo. Lo que interesaprincipalmente es la mejora de las condiciones devida de las personas concretas de una ciertaregión, para que puedan satisfacer aquellosdeberes que la indigencia no les permite observaractualmente. La preocupación nunca puede seruna actitud abstracta. Los programas dedesarrollo, para poder adaptarse a las situacionesconcretas, han de ser flexibles ; y las personas quese beneficien deben implicarse directamente en suplanificación y convertirse en protagonistas de surealización. También es necesario aplicar loscriterios de progresión y acompañamiento –

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incluido el seguimiento de los resultados –,porque no hay recetas universalmente válidas.Mucho depende de la gestión concreta de lasintervenciones. « Constructores de su propiodesarrollo, los pueblos son los primerosresponsables de él. Pero no lo realizarán en elaislamiento »114. Hoy, con la consolidación delproceso de progresiva integración del planeta,esta exhortación de Pablo VI es más válidatodavía. Las dinámicas de inclusión no tienennada de mecánico. Las soluciones se han deajustar a la vida de los pueblos y de las personasconcretas, basándose en una valoraciónprudencial de cada situación. Al lado de losmacroproyectos son necesarios losmicroproyectos y, sobre todo, es necesaria lamovilización efectiva de todos los sujetos de lasociedad civil, tanto de las personas jurídicascomo de las personas físicas.

La cooperación internacional necesita personasque participen en el proceso del desarrolloeconómico y humano, mediante la solidaridad dela presencia, el acompañamiento, la formación yel respeto. Desde este punto de vista, los propiosorganismos internacionales deberían preguntarsesobre la eficacia real de sus aparatos burocráticosy administrativos, frecuentemente demasiadocostosos. A veces, el destinatario de las ayudasresulta útil para quien lo ayuda y, así, los pobres114 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 77 : l.c., 295.

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sirven para mantener costosos organismosburocráticos, que destinan a la propiaconservación un porcentaje demasiado elevado deesos recursos que deberían ser destinados aldesarrollo. A este respecto, cabría desear que losorganismos internacionales y las organizacionesno gubernamentales se esforzaran por unatransparencia total, informando a los donantes y ala opinión pública sobre la proporción de losfondos recibidos que se destina a programas decooperación, sobre el verdadero contenido dedichos programas y, en fin, sobre la distribuciónde los gastos de la institución misma.

48. El tema del desarrollo está también muyunido hoy a los deberes que nacen de la relación delhombre con el ambiente natural. Éste es un don deDios para todos, y su uso representa paranosotros una responsabilidad para con lospobres, las generaciones futuras y toda lahumanidad. Cuando se considera la naturaleza, yen primer lugar al ser humano, fruto del azar odel determinismo evolutivo, disminuye el sentidode la responsabilidad en las conciencias. Elcreyente reconoce en la naturaleza el maravillosoresultado de la intervención creadora de Dios,que el hombre puede utilizar responsablementepara satisfacer sus legítimas necesidades –materiales e inmateriales – respetando elequilibrio inherente a la creación misma. Si sedesvanece esta visión, se acaba por considerar la

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naturaleza como un tabú intocable o, al contrario,por abusar de ella. Ambas posturas no sonconformes con la visión cristiana de la naturaleza,fruto de la creación de Dios.

La naturaleza es expresión de un proyecto de amor yde verdad. Ella nos precede y nos ha sido dada porDios como ámbito de vida. Nos habla delCreador (cf. Rm 1,20) y de su amor a lahumanidad. Está destinada a encontrar la« plenitud » en Cristo al final de los tiempos (cf.Ef 1,9-10 ; Col 1,19-20). También ella, por tanto,es una « vocación »115. La naturaleza está a nuestradisposición no como un « montón de desechosesparcidos al azar »,116 sino como un don delCreador que ha diseñado sus estructurasintrínsecas para que el hombre descubra lasorientaciones que se deben seguir para « guardarlay cultivarla » (cf. Gn 2,15). Pero se ha de subrayarque es contrario al verdadero desarrolloconsiderar la naturaleza como más importanteque la persona humana misma. Esta posturaconduce a actitudes neopaganas o de nuevopanteísmo : la salvación del hombre no puedevenir únicamente de la naturaleza, entendida ensentido puramente naturalista. Por otra parte,también es necesario refutar la posición contraria,

115 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 6 :AAS 82 (1990), 150.116 Heráclito de Éfeso (Éfeso 535 a.C. ca. – 475 a.C. ca.), Fragmento22B124, en : H. Diels – W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker,Weidmann, Berlín 19526.

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que mira a su completa tecnificación, porque elambiente natural no es sólo materia disponible anuestro gusto, sino obra admirable del Creador yque lleva en sí una « gramática » que indicafinalidad y criterios para un uso inteligente, noinstrumental y arbitrario. Hoy, muchos perjuiciosal desarrollo provienen en realidad de estasmaneras de pensar distorsionadas. Reducircompletamente la naturaleza a un conjunto desimples datos fácticos acaba siendo fuente deviolencia para con el ambiente, provocandoademás conductas que no respetan la naturalezadel hombre mismo. Ésta, en cuanto se componeno sólo de materia, sino también de espíritu, ypor tanto rica de significados y finestrascendentes, tiene un carácter normativoincluso para la cultura. El hombre interpreta ymodela el ambiente natural mediante la cultura, lacual es orientada a su vez por la libertadresponsable, atenta a los dictámenes de la leymoral. Por tanto, los proyectos para un desarrollohumano integral no pueden ignorar a lasgeneraciones sucesivas, sino que han decaracterizarse por la solidaridad y la justiciaintergeneracional, teniendo en cuenta múltiplesaspectos, como el ecológico, el jurídico, eleconómico, el político y el cultural117.

117 Cf. Consejo Pontificio de Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social dela Iglesia, nn. 451-487.

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49. Hoy, las cuestiones relacionadas con elcuidado y salvaguardia del ambiente han de tenerdebidamente en cuenta los problemas energéticos. Enefecto, el acaparamiento por parte de algunosestados, grupos de poder y empresas de recursosenergéticos no renovables, es un grave obstáculopara el desarrollo de los países pobres. Éstos notienen medios económicos ni para acceder a lasfuentes energéticas no renovables ya existentes nipara financiar la búsqueda de fuentes nuevas yalternativas. La acumulación de recursosnaturales, que en muchos casos se encuentranprecisamente en países pobres, causa explotacióny conflictos frecuentes entre las naciones y en suinterior. Dichos conflictos se producen confrecuencia precisamente en el territorio de esospaíses, con graves consecuencias de muertes,destrucción y mayor degradación aún. Lacomunidad internacional tiene el deberimprescindible de encontrar los modosinstitucionales para ordenar el aprovechamientode los recursos no renovables, con laparticipación también de los países pobres, yplanificar así conjuntamente el futuro.

En este sentido, hay también una urgentenecesidad moral de una renovada solidaridad,especialmente en las relaciones entre países envías de desarrollo y países altamente

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industrializados118. Las sociedadestecnológicamente avanzadas pueden y debendisminuir el propio gasto energético, bien porquelas actividades manufactureras evolucionan, bienporque entre sus ciudadanos se difunde unamayor sensibilidad ecológica. Además, se debeañadir que hoy se puede mejorar la eficaciaenergética y al mismo tiempo progresar en labúsqueda de energías alternativas. Pero estambién necesaria una redistribución planetaria delos recursos energéticos, de manera que tambiénlos países que no los tienen puedan acceder aellos. Su destino no puede dejarse en manos delprimero que llega o depender de la lógica del másfuerte. Se trata de problemas relevantes que, paraser afrontados de manera adecuada, requieren porparte de todos una responsable toma deconciencia de las consecuencias que afectarán alas nuevas generaciones, y sobre todo a losnumerosos jóvenes que viven en los pueblospobres, los cuales « reclaman tener su parte activaen la construcción de un mundo mejor »119.

50. Esta responsabilidad es global, porque noconcierne sólo a la energía, sino a toda lacreación, para no dejarla a las nuevasgeneraciones empobrecida en sus recursos. Eslícito que el hombre gobierne responsablemente la

118 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 10 : l.c.,152-153.119 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 65 : l.c., 289.

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naturaleza para custodiarla, hacerla productiva ycultivarla también con métodos nuevos ytecnologías avanzadas, de modo que puedaacoger y alimentar dignamente a la población quela habita. En nuestra tierra hay lugar para todos :en ella toda la familia humana debe encontrar losrecursos necesarios para vivir dignamente, con laayuda de la naturaleza misma, don de Dios a sushijos, con el tesón del propio trabajo y de lapropia inventiva. Pero debemos considerar undeber muy grave el dejar la tierra a las nuevasgeneraciones en un estado en el que puedanhabitarla dignamente y seguir cultivándola. Esocomporta « el compromiso de decidir juntosdespués de haber ponderado responsablemente lavía a seguir, con el objetivo de fortalecer esaalianza entre ser humano y medio ambiente que ha deser reflejo del amor creador de Dios, del cualprocedemos y hacia el cual caminamos »120. Es dedesear que la comunidad internacional y cadagobierno sepan contrarrestar eficazmente losmodos de utilizar el ambiente que le seannocivos. Y también las autoridades competenteshan de hacer los esfuerzos necesarios para que loscostes económicos y sociales que se derivan deluso de los recursos ambientales comunes sereconozcan de manera transparente y seansufragados totalmente por aquellos que sebenefician, y no por otros o por las futuras120 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2008, 7 : AAS 100 (2008), 41.

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generaciones. La protección del entorno, de losrecursos y del clima requiere que todos losresponsables internacionales actúenconjuntamente y demuestren prontitud para obrarde buena fe, en el respeto de la ley y la solidaridadcon las regiones más débiles del planeta121. Una delas mayores tareas de la economía esprecisamente el uso más eficaz de los recursos, noel abuso, teniendo siempre presente que elconcepto de eficiencia no es axiológicamenteneutral.

51. El modo en que el hombre trata el ambienteinfluye en la manera en que se trata a sí mismo, yviceversa. Esto exige que la sociedad actual reviseseriamente su estilo de vida que, en muchaspartes del mundo, tiende al hedonismo y alconsumismo, despreocupándose de los daños quede ello se derivan122. Es necesario un cambioefectivo de mentalidad que nos lleve a adoptarnuevos estilos de vida, « a tenor de los cuales labúsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, asícomo la comunión con los demás hombres paraun crecimiento común sean los elementos quedeterminen las opciones del consumo, de losahorros y de las inversiones »123. Cualquier

121 Cf. Discurso a los miembros de la Asamblea General de la Organización de lasNaciones Unidas (18 abril 2008) : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española(25 abril 2008), pp. 10-11.122 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 13 : l.c.,154-155.123 Id., Carta enc. Centesimus annus, 36 : l.c., 838-840.

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menoscabo de la solidaridad y del civismoproduce daños ambientales, así como ladegradación ambiental, a su vez, provocainsatisfacción en las relaciones sociales. Lanaturaleza, especialmente en nuestra época, estátan integrada en la dinámica social y cultural queprácticamente ya no constituye una variableindependiente. La desertización y elempobrecimiento productivo de algunas áreasagrícolas son también fruto del empobrecimientode sus habitantes y de su atraso. Cuando sepromueve el desarrollo económico y cultural deestas poblaciones, se tutela también la naturaleza.Además, muchos recursos naturales quedandevastados con las guerras. La paz de los pueblosy entre los pueblos permitiría también una mayorsalvaguardia de la naturaleza. El acaparamiento delos recursos, especialmente del agua, puedeprovocar graves conflictos entre las poblacionesafectadas. Un acuerdo pacífico sobre el uso de losrecursos puede salvaguardar la naturaleza y, almismo tiempo, el bienestar de las sociedadesinteresadas.

La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a lacreación y la debe hacer valer en público. Y, alhacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua yel aire como dones de la creación que pertenecena todos. Debe proteger sobre todo al hombrecontra la destrucción de sí mismo. Es necesarioque exista una especie de ecología del hombre

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bien entendida. En efecto, la degradación de lanaturaleza está estrechamente unida a la culturaque modela la convivencia humana : cuando serespeta la « ecología humana »124 en la sociedad, tambiénla ecología ambiental se beneficia. Así como lasvirtudes humanas están interrelacionadas, demodo que el debilitamiento de una pone enpeligro también a las otras, así también el sistemaecológico se apoya en un proyecto que abarcatanto la sana convivencia social como la buenarelación con la naturaleza.

Para salvaguardar la naturaleza no bastaintervenir con incentivos o desincentivoseconómicos, y ni siquiera basta con unainstrucción adecuada. Éstos son instrumentosimportantes, pero el problema decisivo es la capacidadmoral global de la sociedad. Si no se respeta elderecho a la vida y a la muerte natural, si se haceartificial la concepción, la gestación y elnacimiento del hombre, si se sacrifican embrioneshumanos a la investigación, la conciencia comúnacaba perdiendo el concepto de ecología humanay con ello de la ecología ambiental. Es unacontradicción pedir a las nuevas generaciones elrespeto al ambiente natural, cuando la educacióny las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas.El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tantoen lo que concierne a la vida, la sexualidad, el

124 Ibíd., 38 : l.c., 840-841 ;cf. Benedicto XVI, Mensaje para la JornadaMundial de la Paz 2007, 8 : l.c., 6.

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matrimonio, la familia, las relaciones sociales, enuna palabra, el desarrollo humano integral. Losdeberes que tenemos con el ambiente estánrelacionados con los que tenemos para con lapersona considerada en sí misma y en su relacióncon los otros. No se pueden exigir unos yconculcar otros. Es una grave antinomia de lamentalidad y de la praxis actual, que envilece a lapersona, trastorna el ambiente y daña a lasociedad.

52. La verdad, y el amor que ella desvela, nose pueden producir, sólo se pueden acoger. Suúltima fuente no es, ni puede ser, el hombre, sinoDios, o sea Aquel que es Verdad y Amor. Esteprincipio es muy importante para la sociedad ypara el desarrollo, en cuanto que ni la Verdad niel Amor pueden ser sólo productos humanos ; lavocación misma al desarrollo de las personas y delos pueblos no se fundamenta en una simpledeliberación humana, sino que está inscrita en unplano que nos precede y que para todos nosotroses un deber que ha de ser acogido libremente. Loque nos precede y constituye – el Amor y laVerdad subsistentes – nos indica qué es el bien yen qué consiste nuestra felicidad. Nos señala así elcamino hacia el verdadero desarrollo.

CAPÍTULO QUINTO. LA COLABORACIÓN DE LA FAMILIA HUMANA.

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53. Una de las pobrezas más hondas que elhombre puede experimentar es la soledad.Ciertamente, también las otras pobrezas, incluidaslas materiales, nacen del aislamiento, del no seramados o de la dificultad de amar. Confrecuencia, son provocadas por el rechazo delamor de Dios, por una tragedia original decerrazón del hombre en sí mismo, pensando serautosuficiente, o bien un mero hechoinsignificante y pasajero, un « extranjero » en ununiverso que se ha formado por casualidad. Elhombre está alienado cuando vive solo o se alejade la realidad, cuando renuncia a pensar y creeren un Fundamento125. Toda la humanidad estáalienada cuando se entrega a proyectosexclusivamente humanos, a ideologías y utopíasfalsas126. Hoy la humanidad aparece mucho másinteractiva que antes : esa mayor vecindad debetransformarse en verdadera comunión. Eldesarrollo de los pueblos depende sobre todo de que sereconozcan como parte de una sola familia, que colaboracon verdadera comunión y está integrada porseres que no viven simplemente uno junto alotro127.

Pablo VI señalaba que « el mundo seencuentra en un lamentable vacío de ideas »128. La

125 Cf. Juan Pablo II, Carta Enc. Centesimus annus, 41 : l.c., 843-845.126 Ibíd.127 Cf. Id., Carta Enc. Evangelium vitae, 20 : l.c., 422-424.128 Carta Enc. Populorum progressio, 85 : l.c., 298-299.

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afirmación contiene una constatación, pero sobretodo una aspiración : es preciso un nuevoimpulso del pensamiento para comprender mejorlo que implica ser una familia ; la interacciónentre los pueblos del planeta nos urge a dar eseimpulso, para que la integración se desarrolle bajoel signo de la solidaridad129 en vez del de lamarginación. Dicho pensamiento obliga a unaprofundización crítica y valorativa de la categoría de larelación. Es un compromiso que no puede llevarsea cabo sólo con las ciencias sociales, dado querequiere la aportación de saberes como lametafísica y la teología, para captar con claridad ladignidad trascendente del hombre.

La criatura humana, en cuanto de naturalezaespiritual, se realiza en las relacionesinterpersonales. Cuanto más las vive de maneraauténtica, tanto más madura también en la propiaidentidad personal. El hombre se valoriza noaislándose sino poniéndose en relación con losotros y con Dios. Por tanto, la importancia dedichas relaciones es fundamental. Esto valetambién para los pueblos. Consiguientemente,resulta muy útil para su desarrollo una visión

129 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1998, 3 :AAS 90 (1998), 150 ; Id., Discurso a los Miembros de la Fundación « CentesimusAnnus » pro Pontífice (9 mayo 1998), 2 : L’Osservatore Romano, ed. en lenguaespañola (22 mayo 1998), p. 6 ; Id., Discurso a las autoridades y al Cuerpodiplomático durante el encuentro en el « Wiener Hofburg » (20 junio 1998), 8 :L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (26 junio 1998), p. 10 ; Id., Mensajeal Rector Magnífico de la Universidad Católica del Sagrado Corazón (5 mayo 2000),6 : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (26 mayo 2000), p. 3.

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metafísica de la relación entre las personas. A esterespecto, la razón encuentra inspiración yorientación en la revelación cristiana, según lacual la comunidad de los hombres no absorbe ensí a la persona anulando su autonomía, comoocurre en las diversas formas del totalitarismo,sino que la valoriza más aún porque la relaciónentre persona y comunidad es la de un todo haciaotro todo130. De la misma manera que lacomunidad familiar no anula en su seno a laspersonas que la componen, y la Iglesia mismavalora plenamente la « criatura nueva » (Ga 6,15 ;2 Co 5,17), que por el bautismo se inserta en suCuerpo vivo, así también la unidad de la familiahumana no anula de por sí a las personas, lospueblos o las culturas, sino que los hace mástransparentes los unos con los otros, más unidosen su legítima diversidad.

54. El tema del desarrollo coincide con el dela inclusión relacional de todas las personas y detodos los pueblos en la única comunidad de lafamilia humana, que se construye en la solidaridadsobre la base de los valores fundamentales de lajusticia y la paz. Esta perspectiva se ve iluminadade manera decisiva por la relación entre lasPersonas de la Trinidad en la única Sustanciadivina. La Trinidad es absoluta unidad, en cuanto130 Según Santo Tomás « ratio partis contrariatur rationi personae » en IIISent d. 5, 3, 2 ; también : « Homo non ordinatur ad communitatempoliticam secundum se totum et secundum omnia sua » en SummaTheologiae, I-II, q. 21, a. 4., ad 3um.

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las tres Personas divinas son relacionalidad pura.La transparencia recíproca entre las Personasdivinas es plena y el vínculo de una con otra total,porque constituyen una absoluta unidad yunicidad. Dios nos quiere también asociar a esarealidad de comunión : « para que sean uno,como nosotros somos uno » (Jn 17,22). La Iglesiaes signo e instrumento de esta unidad131. Tambiénlas relaciones entre los hombres a lo largo de lahistoria se han beneficiado de la referencia a esteModelo divino. En particular, a la luz del misteriorevelado de la Trinidad, se comprende que laverdadera apertura no significa dispersióncentrífuga, sino compenetración profunda. Estose manifiesta también en las experienciashumanas comunes del amor y de la verdad. Comoel amor sacramental une a los espososespiritualmente en « una sola carne » (Gn 2,24 ;Mt 19,5 ; Ef 5,31), y de dos que eran hace de ellosuna unidad relacional y real, de manera análoga laverdad une los espíritus entre sí y los hace pensaral unísono, atrayéndolos y uniéndolos en ella.

55. La revelación cristiana sobre la unidad delgénero humano presupone una interpretaciónmetafísica del humanum, en la que la relacionalidad eselemento esencial. También otras culturas y otrasreligiones enseñan la fraternidad y la paz y, portanto, son de gran importancia para el desarrollo

131 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia,1.

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humano integral. Sin embargo, no faltan actitudesreligiosas y culturales en las que no se asumeplenamente el principio del amor y de la verdad,terminando así por frenar el verdadero desarrollohumano e incluso por impedirlo. El mundo dehoy está siendo atravesado por algunas culturasde trasfondo religioso, que no llevan al hombre ala comunión, sino que lo aíslan en la búsqueda delbienestar individual, limitándose a gratificar lasexpectativas psicológicas. También una ciertaproliferación de itinerarios religiosos de pequeñosgrupos, e incluso de personas individuales, asícomo el sincretismo religioso, pueden ser factoresde dispersión y de falta de compromiso. Unposible efecto negativo del proceso deglobalización es la tendencia a favorecer dichosincretismo132, alimentando formas de « religión »que alejan a las personas unas de otras, en vez dehacer que se encuentren, y las apartan de larealidad. Al mismo tiempo, persisten a vecesparcelas culturales y religiosas que encasillan lasociedad en castas sociales estáticas, en creenciasmágicas que no respetan la dignidad de lapersona, en actitudes de sumisión a fuerzasocultas. En esos contextos, el amor y la verdadencuentran dificultad para afianzarse,perjudicando el auténtico desarrollo.

132 Cf. Juan Pablo II, Discurso a la VI sesión pública de las Academias Pontificias(8 noviembre 2001), 3 : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (16noviembre 2001), p. 7.

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Por este motivo, aunque es verdad que, porun lado, el desarrollo necesita de las religiones yde las culturas de los diversos pueblos, por otrolado, sigue siendo verdad también que esnecesario un adecuado discernimiento. La libertadreligiosa no significa indiferentismo religioso y nocomporta que todas las religiones sean iguales133.El discernimiento sobre la contribución de lasculturas y de las religiones es necesario para laconstrucción de la comunidad social en el respetodel bien común, sobre todo para quien ejerce elpoder político. Dicho discernimiento deberábasarse en el criterio de la caridad y de la verdad.Puesto que está en juego el desarrollo de laspersonas y de los pueblos, tendrá en cuenta laposibilidad de emancipación y de inclusión en laóptica de una comunidad humanaverdaderamente universal. El criterio para evaluarlas culturas y las religiones es también « todo elhombre y todos los hombres ». El cristianismo,religión del « Dios que tiene un rostrohumano »134, lleva en sí mismo un criterio similar.

56. La religión cristiana y las otras religionespueden contribuir al desarrollo solamente si Dios

133 Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus,sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia (6agosto 2000), 22 : AAS 92 (2000), 763-764 ; Id., Nota doctrinal sobre algunascuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política (24noviembre 2002), 8 : AAS 96 (2004), 369-370.134 Carta Enc. Spe salvi, 31 : l.c., 1010 ; cf. Discurso a los participantes en la IVAsamblea Eclesial Nacional Italiana (19 octubre 2006) : l.c., 8-10.

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tiene un lugar en la esfera pública, con específicareferencia a la dimensión cultural, social,económica y, en particular, política. La doctrinasocial de la Iglesia ha nacido para reivindicar esa« carta de ciudadanía »135 de la religión cristiana.La negación del derecho a profesar públicamentela propia religión y a trabajar para que lasverdades de la fe inspiren también la vida pública,tiene consecuencias negativas sobre el verdaderodesarrollo. La exclusión de la religión del ámbitopúblico, así como, el fundamentalismo religiosopor otro lado, impiden el encuentro entre laspersonas y su colaboración para el progreso de lahumanidad. La vida pública se empobrece demotivaciones y la política adquiere un aspectoopresor y agresivo. Se corre el riesgo de que no serespeten los derechos humanos, bien porque seles priva de su fundamento trascendente, bienporque no se reconoce la libertad personal. En ellaicismo y en el fundamentalismo se pierde laposibilidad de un diálogo fecundo y de unaprovechosa colaboración entre la razón y la fereligiosa. La razón necesita siempre ser purificada por lafe, y esto vale también para la razón política, queno debe creerse omnipotente. A su vez, la religióntiene siempre necesidad de ser purificada por la razón paramostrar su auténtico rostro humano. La ruptura

135 Juan Pablo II, Carta Enc. Centesimus annus, 5 : l.c., 798-800 ; cf.Benedicto XVI, Discurso a los participantes en la IV Asamblea Eclesial NacionalItaliana (19 octubre 2006) : l.c., 8-10.

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de este diálogo comporta un coste muy gravosopara el desarrollo de la humanidad.

57. El diálogo fecundo entre fe y razón hacemás eficaz el ejercicio de la caridad en el ámbitosocial y es el marco más apropiado parapromover la colaboración fraterna entre creyentes y nocreyentes, en la perspectiva compartida de trabajarpor la justicia y la paz de la humanidad. LosPadres conciliares afirmaban en la Constituciónpastoral Gaudium et spes : « Según la opinión casiunánime de creyentes y no creyentes, todo lo queexiste en la tierra debe ordenarse al hombre comosu centro y su culminación »136. Para los creyentes,el mundo no es fruto de la casualidad ni de lanecesidad, sino de un proyecto de Dios. De ahínace el deber de los creyentes de aunar susesfuerzos con todos los hombres y mujeres debuena voluntad de otras religiones, o nocreyentes, para que nuestro mundo respondaefectivamente al proyecto divino : vivir como unafamilia, bajo la mirada del Creador. Sin duda, elprincipio de subsidiaridad137, expresión de lainalienable libertad, es una manifestaciónparticular de la caridad y criterio guía para lacolaboración fraterna de creyentes y no creyentes.La subsidiaridad es ante todo una ayuda a la

136 N. 12.137 Cf. Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno (15 mayo 1931) : AAS 23(1931), 203 ; Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 48 : l.c., 852-854 ;Catecismo de la Iglesia Católica, 1883.

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persona, a través de la autonomía de los cuerposintermedios. Dicha ayuda se ofrece cuando lapersona y los sujetos sociales no son capaces devalerse por sí mismos, implicando siempre unafinalidad emancipadora, porque favorece lalibertad y la participación a la hora de asumirresponsabilidades. La subsidiaridad respeta ladignidad de la persona, en la que ve un sujetosiempre capaz de dar algo a los otros. Lasubsidiaridad, al reconocer que la reciprocidadforma parte de la constitución íntima del serhumano, es el antídoto más eficaz contracualquier forma de asistencialismo paternalista.Ella puede dar razón tanto de la múltiplearticulación de los niveles y, por ello, de lapluralidad de los sujetos, como de sucoordinación. Por tanto, es un principioparticularmente adecuado para gobernar laglobalización y orientarla hacia un verdaderodesarrollo humano. Para no abrir la puerta a unpeligroso poder universal de tipo monocrático, elgobierno de la globalización debe ser de tipo subsidiario,articulado en múltiples niveles y planos diversos,que colaboren recíprocamente. La globalizaciónnecesita ciertamente una autoridad, en cuantoplantea el problema de la consecución de un biencomún global ; sin embargo, dicha autoridaddeberá estar organizada de modo subsidiario y

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con división de poderes138, tanto para no herir lalibertad como para resultar concretamente eficaz.

58. El principio de subsidiaridad debe mantenerseíntimamente unido al principio de la solidaridad yviceversa, porque así como la subsidiaridad sin lasolidaridad desemboca en el particularismo social,también es cierto que la solidaridad sin lasubsidiaridad acabaría en el asistencialismo quehumilla al necesitado. Esta regla de caráctergeneral se ha de tener muy en cuenta inclusocuando se afrontan los temas sobre las ayudasinternacionales al desarrollo. Éstas, por encima de lasintenciones de los donantes, pueden mantener aveces a un pueblo en un estado de dependencia, eincluso favorecer situaciones de dominio local yde explotación en el país que las recibe. Lasayudas económicas, para que lo sean de verdad,no deben perseguir otros fines. Han de serconcedidas implicando no sólo a los gobiernos delos países interesados, sino también a los agenteseconómicos locales y a los agentes culturales de lasociedad civil, incluidas las Iglesias locales. Losprogramas de ayuda han de adaptarse cada vezmás a la forma de los programas integrados ycompartidos desde la base. En efecto, siguesiendo verdad que el recurso humano es el másvalioso de los países en vías de desarrollo : éste esel auténtico capital que se ha de potenciar paraasegurar a los países más pobres un futuro138 Cf. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris : l.c., 274.

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verdaderamente autónomo. Conviene recordartambién que, en el campo económico, la ayudaprincipal que necesitan los países en vías dedesarrollo es permitir y favorecer cada vez más elingreso de sus productos en los mercadosinternacionales, posibilitando así su plenaparticipación en la vida económica internacional.En el pasado, las ayudas han servido condemasiada frecuencia sólo para crear mercadosmarginales de los productos de esos países. Estose debe muchas veces a una falta de verdaderademanda de estos productos : por tanto, esnecesario ayudar a esos países a mejorar susproductos y a adaptarlos mejor a la demanda.Además, algunos han temido con frecuencia lacompetencia de las importaciones de productos,normalmente agrícolas, provenientes de los paíseseconómicamente pobres. Sin embargo, se ha derecordar que la posibilidad de comercializardichos productos significa a menudo garantizar susupervivencia a corto o largo plazo. Un comerciointernacional justo y equilibrado en el campoagrícola puede reportar beneficios a todos, tantoen la oferta como en la demanda. Por estemotivo, no sólo es necesario orientarcomercialmente esos productos, sino establecerreglas comerciales internacionales que lossostengan, y reforzar la financiación del desarrollopara hacer más productivas esas economías.

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59. La cooperación para el desarrollo no debecontemplar solamente la dimensión económica ;ha de ser una gran ocasión para el encuentro cultural yhumano. Si los sujetos de la cooperación de lospaíses económicamente desarrollados, como aveces sucede, no tienen en cuenta la identidadcultural propia y ajena, con sus valores humanos,no podrán entablar diálogo alguno con losciudadanos de los países pobres. Si éstos, a suvez, se abren con indiferencia y sindiscernimiento a cualquier propuesta cultural, noestarán en condiciones de asumir laresponsabilidad de su auténtico desarrollo139. Lassociedades tecnológicamente avanzadas no debenconfundir el propio desarrollo tecnológico conuna presunta superioridad cultural, sino quedeben redescubrir en sí mismas virtudes a vecesolvidadas, que las han hecho florecer a lo largo desu historia. Las sociedades en crecimiento debenpermanecer fieles a lo que hay de verdaderamentehumano en sus tradiciones, evitando quesuperpongan automáticamente a ellas las formasde la civilización tecnológica globalizada. Entodas las culturas se dan singulares y múltiplesconvergencias éticas, expresiones de una mismanaturaleza humana, querida por el Creador, y quela sabiduría ética de la humanidad llama leynatural140. Dicha ley moral universal esfundamento sólido de todo diálogo cultural,139 Cf. Pablo VI, Carta Enc. Populorum progressio, 10. 41 : l.c., 262. 277-278.

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religioso y político, ayudando al pluralismomultiforme de las diversas culturas a que no sealejen de la búsqueda común de la verdad, delbien y de Dios. Por tanto, la adhesión a esa leyescrita en los corazones es la base de todacolaboración social constructiva. En todas lasculturas hay costras que limpiar y sombras quedespejar. La fe cristiana, que se encarna en lasculturas trascendiéndolas, puede ayudarlas acrecer en la convivencia y en la solidaridaduniversal, en beneficio del desarrollo comunitarioy planetario.

60. En la búsqueda de soluciones para lacrisis económica actual, la ayuda al desarrollo de lospaíses pobres debe considerarse un verdadero instrumentode creación de riqueza para todos. ¿Qué proyecto deayuda puede prometer un crecimiento de tansignificativo valor – incluso para la economíamundial – como la ayuda a poblaciones que seencuentran todavía en una fase inicial o pocoavanzada de su proceso de desarrolloeconómico ? En esta perspectiva, los estadoseconómicamente más desarrollados harán loposible por destinar mayores porcentajes de suproducto interior bruto para ayudas al desarrollo,

140 Cf. Discurso a los participantes en la sesión plenaria de la Comisión TeológicaInternacional (5 octubre 2007) : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (12octubre 2007), p. 3 ; Discurso a los participantes en el Congreso Internacional sobre« La ley moral natural » organizado por la Pontificia Universidad Lateranense (12febrero 2007) : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (16 febrero 2007),p. 3.

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respetando los compromisos que se han tomadosobre este punto en el ámbito de la comunidadinternacional. Lo podrán hacer también revisandosus políticas internas de asistencia y de solidaridadsocial, aplicando a ellas el principio desubsidiaridad y creando sistemas de seguridadsocial más integrados, con la participación activade las personas y de la sociedad civil. De estamanera, es posible también mejorar los serviciossociales y asistenciales y, al mismo tiempo,ahorrar recursos, eliminando derroches y rentasabusivas, para destinarlos a la solidaridadinternacional. Un sistema de solidaridad socialmás participativo y orgánico, menosburocratizado pero no por ello menoscoordinado, podría revitalizar muchas energíashoy adormecidas en favor también de lasolidaridad entre los pueblos.

Una posibilidad de ayuda para el desarrollopodría venir de la aplicación eficaz de la llamadasubsidiaridad fiscal, que permitiría a losciudadanos decidir sobre el destino de losporcentajes de los impuestos que pagan alEstado. Esto puede ayudar, evitandodegeneraciones particularistas, a fomentar formasde solidaridad social desde la base, con obviosbeneficios también desde el punto de vista de lasolidaridad para el desarrollo.

61. Una solidaridad más amplia a nivelinternacional se manifiesta ante todo en seguir

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promoviendo, también en condiciones de crisiseconómica, un mayor acceso a la educación que, porotro lado, es una condición esencial para laeficacia de la cooperación internacional misma.Con el término « educación » no nos referimossólo a la instrucción o a la formación para eltrabajo, que son dos causas importantes para eldesarrollo, sino a la formación completa de lapersona. A este respecto, se ha de subrayar unaspecto problemático : para educar es precisosaber quién es la persona humana, conocer sunaturaleza. Al afianzarse una visión relativista dedicha naturaleza plantea serios problemas a laeducación, sobre todo a la educación moral,comprometiendo su difusión universal. Cediendoa este relativismo, todos se empobrecen más, conconsecuencias negativas también para la eficaciade la ayuda a las poblaciones más necesitadas, alas que no faltan sólo recursos económicos otécnicos, sino también modos y mediospedagógicos que ayuden a las personas a lograr suplena realización humana.

Un ejemplo de la importancia de esteproblema lo tenemos en el fenómeno del turismointernacional141, que puede ser un notable factor dedesarrollo económico y crecimiento cultural, peroque en ocasiones puede transformarse en una

141 Cf. Discurso a los Obispos de Tailandia en visita « ad limina apostolorum » (16mayo 2008) : L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (30 mayo 2008), p.14.

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forma de explotación y degradación moral. Lasituación actual ofrece oportunidades singularespara que los aspectos económicos del desarrollo,es decir, los flujos de dinero y la aparición deexperiencias empresariales locales significativas,se combinen con los culturales, y en primer lugarel educativo. En muchos casos es así, pero enmuchos otros el turismo internacional es unaexperiencia deseducativa, tanto para el turistacomo para las poblaciones locales. Confrecuencia, éstas se encuentran con conductasinmorales, y hasta perversas, como en el caso delllamado turismo sexual, al que se sacrifican tantosseres humanos, incluso de tierna edad. Esdoloroso constatar que esto ocurre muchas vecescon el respaldo de gobiernos locales, con elsilencio de aquellos otros de donde proceden losturistas y con la complicidad de tantos operadoresdel sector. Aún sin llegar a ese extremo, elturismo internacional se plantea con frecuencia demanera consumista y hedonista, como unaevasión y con modos de organización típicos delos países de origen, de forma que no se favoreceun verdadero encuentro entre personas y culturas.Hay que pensar, pues, en un turismo distinto,capaz de promover un verdadero conocimientorecíproco, que nada quite al descanso y a la sanadiversión : hay que fomentar un turismo así,también a través de una relación más estrecha con

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las experiencias de cooperación internacional y deiniciativas empresariales para el desarrollo.

62. Otro aspecto digno de atención, hablandodel desarrollo humano integral, es el fenómeno delas migraciones. Es un fenómeno que impresionapor sus grandes dimensiones, por los problemassociales, económicos, políticos, culturales yreligiosos que suscita, y por los dramáticosdesafíos que plantea a las comunidades nacionalesy a la comunidad internacional. Podemos decirque estamos ante un fenómeno social que marcaépoca, que requiere una fuerte y clarividentepolítica de cooperación internacional paraafrontarlo debidamente. Esta política hay quedesarrollarla partiendo de una estrechacolaboración entre los países de procedencia y dedestino de los emigrantes ; ha de ir acompañadade adecuadas normativas internacionales capacesde armonizar los diversos ordenamientoslegislativos, con vistas a salvaguardar lasexigencias y los derechos de las personas y de lasfamilias emigrantes, así como las de las sociedadesde destino. Ningún país por sí solo puede sercapaz de hacer frente a los problemas migratoriosactuales. Todos podemos ver el sufrimiento, eldisgusto y las aspiraciones que conllevan losflujos migratorios. Como es sabido, es unfenómeno complejo de gestionar ; sin embargo,está comprobado que los trabajadoresextranjeros, no obstante las dificultades

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inherentes a su integración, contribuyen demanera significativa con su trabajo al desarrolloeconómico del país que los acoge, así como a supaís de origen a través de las remesas de dinero.Obviamente, estos trabajadores no pueden serconsiderados como una mercancía o una merafuerza laboral. Por tanto no deben ser tratadoscomo cualquier otro factor de producción. Todoemigrante es una persona humana que, en cuantotal, posee derechos fundamentales inalienablesque han de ser respetados por todos y encualquier situación142.

63. Al considerar los problemas deldesarrollo, se ha de resaltar la relación entrepobreza y desocupación. Los pobres son en muchoscasos el resultado de la violación de la dignidad deltrabajo humano, bien porque se limitan susposibilidades (desocupación, subocupación), bienporque se devalúan « los derechos que fluyen delmismo, especialmente el derecho al justo salario,a la seguridad de la persona del trabajador y de sufamilia »143. Por esto, ya el 1 de mayo de 2000, mipredecesor Juan Pablo II, de venerada memoria,con ocasión del Jubileo de los Trabajadores, lanzóun llamamiento para « una coalición mundial afavor del trabajo decente »144, alentando la142 Cf. Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes,Instr. Erga migrantes caritas Christi (3 mayo 2004) : AAS 96 (2004), 762-822.143 Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 8 : l.c., 594-598.144 Jubileo de los Trabajadores. Saludos después de la Misa (1 mayo 2000) :L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (5 mayo 2000), p. 6.

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estrategia de la Organización Internacional delTrabajo. De esta manera, daba un fuerte apoyomoral a este objetivo, como aspiración de lasfamilias en todos los países del mundo. Pero ¿quésignifica la palabra « decente » aplicada al trabajo ?Significa un trabajo que, en cualquier sociedad,sea expresión de la dignidad esencial de todohombre o mujer : un trabajo libremente elegido,que asocie efectivamente a los trabajadores,hombres y mujeres, al desarrollo de sucomunidad ; un trabajo que, de este modo, hagaque los trabajadores sean respetados, evitandotoda discriminación ; un trabajo que permitasatisfacer las necesidades de las familias yescolarizar a los hijos sin que se vean obligados atrabajar ; un trabajo que consienta a lostrabajadores organizarse libremente y hacer oír suvoz ; un trabajo que deje espacio parareencontrarse adecuadamente con las propiasraíces en el ámbito personal, familiar y espiritual ;un trabajo que asegure una condición digna a lostrabajadores que llegan a la jubilación.

64. En la reflexión sobre el tema del trabajo,es oportuno hacer un llamamiento a lasorganizaciones sindicales de los trabajadores, desdesiempre alentadas y sostenidas por la Iglesia, antela urgente exigencia de abrirse a las nuevasperspectivas que surgen en el ámbito laboral. Lasorganizaciones sindicales están llamadas a hacersecargo de los nuevos problemas de nuestra

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sociedad, superando las limitaciones propias delos sindicatos de clase. Me refiero, por ejemplo, aese conjunto de cuestiones que los estudiosos delas ciencias sociales señalan en el conflicto entrepersona-trabajadora y persona-consumidora. Sinque sea necesario adoptar la tesis de que se haefectuado un desplazamiento de la centralidad deltrabajador a la centralidad del consumidor, pareceen cualquier caso que éste es también un terrenopara experiencias sindicales innovadoras. Elcontexto global en el que se desarrolla el trabajorequiere igualmente que las organizacionessindicales nacionales, ceñidas sobre todo a ladefensa de los intereses de sus afiliados, vuelvansu mirada también hacia los no afiliados y, enparticular, hacia los trabajadores de los países envía de desarrollo, donde tantas veces se violan losderechos sociales. La defensa de estostrabajadores, promovida también medianteiniciativas apropiadas en favor de los países deorigen, permitirá a las organizaciones sindicalesponer de relieve las auténticas razones éticas yculturales que las han consentido ser, encontextos sociales y laborales diversos, un factordecisivo para el desarrollo. Sigue siendo válida latradicional enseñanza de la Iglesia, que propone ladistinción de papeles y funciones entre sindicato ypolítica. Esta distinción permitirá a lasorganizaciones sindicales encontrar en la sociedadcivil el ámbito más adecuado para su necesaria

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actuación en defensa y promoción del mundo deltrabajo, sobre todo en favor de los trabajadoresexplotados y no representados, cuya amargacondición pasa desapercibida tantas veces ante losojos distraídos de la sociedad.

65. Además, se requiere que las finanzasmismas, que han de renovar necesariamente susestructuras y modos de funcionamiento tras sumala utilización, que ha dañado la economía real,vuelvan a ser un instrumento encaminado a producirmejor riqueza y desarrollo. Toda la economía y todaslas finanzas, y no sólo algunos de sus sectores, encuanto instrumentos, deben ser utilizados demanera ética para crear las condiciones adecuadaspara el desarrollo del hombre y de los pueblos. Esciertamente útil, y en algunas circunstanciasindispensable, promover iniciativas financieras enlas que predomine la dimensión humanitaria. Sinembargo, esto no debe hacernos olvidar que todoel sistema financiero ha de tener como meta elsostenimiento de un verdadero desarrollo. Sobretodo, es preciso que el intento de hacer el bien nose contraponga al de la capacidad efectiva deproducir bienes. Los agentes financieros han deredescubrir el fundamento ético de su actividadpara no abusar de aquellos instrumentossofisticados con los que se podría traicionar a losahorradores. Recta intención, transparencia ybúsqueda de los buenos resultados soncompatibles y nunca se deben separar. Si el amor

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es inteligente, sabe encontrar también los modosde actuar según una conveniencia previsible yjusta, como muestran de manera significativamuchas experiencias en el campo del créditocooperativo.

Tanto una regulación del sector capaz desalvaguardar a los sujetos más débiles e impedirescandalosas especulaciones, como laexperimentación de nuevas formas de finanzasdestinadas a favorecer proyectos de desarrollo,son experiencias positivas que se han deprofundizar y alentar, reclamando la propiaresponsabilidad del ahorrador. También la experienciade la microfinanciación, que hunde sus raíces en lareflexión y en la actuación de los humanistasciviles – pienso sobre todo en el origen de losMontes de Piedad –, ha de ser reforzada yactualizada, sobre todo en estos momentos enque los problemas financieros pueden resultardramáticos para los sectores más vulnerables de lapoblación, que deben ser protegidos de laamenaza de la usura y la desesperación. Los másdébiles deben ser educados para defenderse de lausura, así como los pueblos pobres han de sereducados para beneficiarse realmente delmicrocrédito, frenando de este modo posiblesformas de explotación en estos dos campos.Puesto que también en los países ricos se dannuevas formas de pobreza, la microfinanciaciónpuede ofrecer ayudas concretas para crear

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iniciativas y sectores nuevos que favorezcan a lascapas más débiles de la sociedad, también anteuna posible fase de empobrecimiento de lasociedad.

66. La interrelación mundial ha hecho surgirun nuevo poder político, el de los consumidores ysus asociaciones. Es un fenómeno en el que se debeprofundizar, pues contiene elementos positivosque hay que fomentar, como también excesos quese han de evitar. Es bueno que las personas seden cuenta de que comprar es siempre un actomoral, y no sólo económico. El consumidor tieneuna responsabilidad social específica, que se añade ala responsabilidad social de la empresa. Losconsumidores deben ser constantementeeducados145 para el papel que ejercen diariamentey que pueden desempeñar respetando losprincipios morales, sin que disminuya laracionalidad económica intrínseca en el acto decomprar. También en el campo de las compras,precisamente en momentos como los que seestán viviendo, en los que el poder adquisitivopuede verse reducido y se deberá consumir conmayor sobriedad, es necesario abrir otras víascomo, por ejemplo, formas de cooperación paralas adquisiciones, como ocurre con lascooperativas de consumo, que existen desde el s.XIX, gracias también a la iniciativa de loscatólicos. Además, es conveniente favorecer145 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 36 : l.c., 838-840.

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formas nuevas de comercialización de productosprovenientes de áreas deprimidas del planeta paragarantizar una retribución decente a losproductores, a condición de que se trate de unmercado transparente, que los productoresreciban no sólo mayores márgenes de gananciasino también mayor formación, profesionalidad ytecnología y, finalmente, que dichas experienciasde economía para el desarrollo no esténcondicionadas por visiones ideológicas partidistas.Es de desear un papel más incisivo de losconsumidores como factor de democraciaeconómica, siempre que ellos mismos no esténmanipulados por asociaciones escasamenterepresentativas.

67. Ante el imparable aumento de lainterdependencia mundial, y también en presenciade una recesión de alcance global, se sientemucho la urgencia de la reforma tanto de laOrganización de las Naciones Unidas como de laarquitectura económica y financiera internacional, paraque se dé una concreción real al concepto defamilia de naciones. Y se siente la urgencia deencontrar formas innovadoras para poner enpráctica el principio de la responsabilidad deproteger146 y dar también una voz eficaz en lasdecisiones comunes a las naciones más pobres.Esto aparece necesario precisamente con vistas a

146 Cf. Discurso a los Miembros de la Asamblea General de la Organización de lasNaciones Unidas (18 abril 2008) : l.c., 10-11.

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un ordenamiento político, jurídico y económicoque incremente y oriente la colaboracióninternacional hacia el desarrollo solidario de todoslos pueblos. Para gobernar la economía mundial,para sanear las economías afectadas por la crisis,para prevenir su empeoramiento y mayoresdesequilibrios consiguientes, para lograr unoportuno desarme integral, la seguridadalimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardiadel ambiente y regular los flujos migratorios, urgela presencia de una verdadera Autoridad políticamundial, como fue ya esbozada por mi Predecesor,el Beato Juan XXIII. Esta Autoridad deberá estarregulada por el derecho, atenerse de maneraconcreta a los principios de subsidiaridad y desolidaridad, estar ordenada a la realización delbien común147, comprometerse en la realización de unauténtico desarrollo humano integral inspirado en losvalores de la caridad en la verdad. Dicha Autoridad,además, deberá estar reconocida por todos, gozarde poder efectivo para garantizar a cada uno laseguridad, el cumplimiento de la justicia y elrespeto de los derechos148. Obviamente, debetener la facultad de hacer respetar sus propiasdecisiones a las diversas partes, así como lasmedidas de coordinación adoptadas en los

147 Cf. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris : l.c., 293 ; Consejo PontificioJusticia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, n. 441.148 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia enel mundo actual, 82.

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diferentes foros internacionales. En efecto,cuando esto falta, el derecho internacional, noobstante los grandes progresos alcanzados en losdiversos campos, correría el riesgo de estarcondicionado por los equilibrios de poder entrelos más fuertes. El desarrollo integral de lospueblos y la colaboración internacional exigen elestablecimiento de un grado superior deordenamiento internacional de tipo subsidiariopara el gobierno de la globalización149, que se llevea cabo finalmente un orden social conforme alorden moral, así como esa relación entre esferamoral y social, entre política y mundo económicoy civil, ya previsto en el Estatuto de las NacionesUnidas.

CAPÍTULO SEXTO. EL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS Y LA TÉCNICA.

68. El tema del desarrollo de los pueblos estáíntimamente unido al del desarrollo de cadahombre. La persona humana tiende pornaturaleza a su propio desarrollo. Éste no estágarantizado por una serie de mecanismosnaturales, sino que cada uno de nosotros esconsciente de su capacidad de decidir libre yresponsablemente. Tampoco se trata de undesarrollo a merced de nuestro capricho, ya quetodos sabemos que somos un don y no elresultado de una autogeneración. Nuestra libertad

149 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 43 : l.c., 574-575.

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está originariamente caracterizada por nuestro ser,con sus propias limitaciones. Ninguno da forma ala propia conciencia de manera arbitraria, sinoque todos construyen su propio « yo » sobre labase de un « sí mismo » que nos ha sido dado. Nosólo las demás personas se nos presentan comono disponibles, sino también nosotros paranosotros mismos. El desarrollo de la persona sedegrada cuando ésta pretende ser la única creadora de símisma. De modo análogo, también el desarrollode los pueblos se degrada cuando la humanidadpiensa que puede recrearse utilizando los« prodigios » de la tecnología. Lo mismo ocurrecon el desarrollo económico, que se manifiestaficticio y dañino cuando se apoya en los« prodigios » de las finanzas para sostener uncrecimiento antinatural y consumista. Ante estapretensión prometeica, hemos de fortalecer elaprecio por una libertad no arbitraria, sinoverdaderamente humanizada por elreconocimiento del bien que la precede. Paraalcanzar este objetivo, es necesario que el hombreentre en sí mismo para descubrir las normasfundamentales de la ley moral natural que Dios hainscrito en su corazón.

69. El problema del desarrollo en laactualidad está estrechamente unido al progresotecnológico y a sus aplicaciones deslumbrantes encampo biológico. La técnica – convienesubrayarlo – es un hecho profundamente

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humano, vinculado a la autonomía y libertad delhombre. En la técnica se manifiesta y confirma eldominio del espíritu sobre la materia. « Siendoéste [el espíritu] “menos esclavo de las cosas,puede más fácilmente elevarse a la adoración y ala contemplación del Creador”«150. La técnicapermite dominar la materia, reducir los riesgos,ahorrar esfuerzos, mejorar las condiciones devida. Responde a la misma vocación del trabajohumano : en la técnica, vista como una obra delpropio talento, el hombre se reconoce a sí mismoy realiza su propia humanidad. La técnica es elaspecto objetivo del actuar humano151, cuyoorigen y razón de ser está en el elementosubjetivo : el hombre que trabaja. Por eso, latécnica nunca es sólo técnica. Manifiesta quién esel hombre y cuáles son sus aspiraciones dedesarrollo, expresa la tensión del ánimo humanohacia la superación gradual de ciertoscondicionamientos materiales. La técnica, por lotanto, se inserta en el mandato de cultivar y custodiar latierra (cf. Gn 2,15), que Dios ha confiado alhombre, y se orienta a reforzar esa alianza entreser humano y medio ambiente que debe reflejar elamor creador de Dios.

150 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 41 : l.c., 277-278 ; cf. Conc.Ecum. Vat. II, Const. past, Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundoactual, 57.151 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 5 : l.c., 586-589.

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70. El desarrollo tecnológico puede alentar laidea de la autosuficiencia de la técnica, cuando elhombre se pregunta sólo por el cómo, en vez deconsiderar los porqués que lo impulsan a actuar.Por eso, la técnica tiene un rostro ambiguo.Nacida de la creatividad humana comoinstrumento de la libertad de la persona, puedeentenderse como elemento de una libertadabsoluta, que desea prescindir de los límitesinherentes a las cosas. El proceso de globalizaciónpodría sustituir las ideologías por la técnica152,transformándose ella misma en un poderideológico, que expondría a la humanidad alriesgo de encontrarse encerrada dentro de un apriori del cual no podría salir para encontrar el sery la verdad. En ese caso, cada uno de nosotrosconocería, evaluaría y decidiría los aspectos de suvida desde un horizonte cultural tecnocrático, alque perteneceríamos estructuralmente, sin poderencontrar jamás un sentido que no sea producidopor nosotros mismos. Esta visión refuerza muchohoy la mentalidad tecnicista, que hace coincidir laverdad con lo factible. Pero cuando el únicocriterio de verdad es la eficiencia y la utilidad, seniega automáticamente el desarrollo. En efecto, elverdadero desarrollo no consiste principalmenteen hacer. La clave del desarrollo está en unainteligencia capaz de entender la técnica y decaptar el significado plenamente humano del152 Cf. Pablo VI, Carta apost. Octogesima adveniens, 29 : l.c., 420.

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quehacer del hombre, según el horizonte desentido de la persona considerada en la globalidadde su ser. Incluso cuando el hombre opera através de un satélite o de un impulso electrónico adistancia, su actuar permanece siempre humano,expresión de una libertad responsable. La técnicaatrae fuertemente al hombre, porque lo rescata delas limitaciones físicas y le amplía el horizonte.Pero la libertad humana es ella misma sólo cuandoresponde a esta atracción de la técnica con decisiones queson fruto de la responsabilidad moral. De ahí lanecesidad apremiante de una formación para unuso ético y responsable de la técnica. Conscientesde esta atracción de la técnica sobre el serhumano, se debe recuperar el verdadero sentidode la libertad, que no consiste en la seducción deuna autonomía total, sino en la respuesta a lallamada del ser, comenzando por nuestro propioser.

71. Esta posible desviación de la mentalidadtécnica de su originario cauce humanista semuestra hoy de manera evidente en latecnificación del desarrollo y de la paz. Eldesarrollo de los pueblos es considerado confrecuencia como un problema de ingenieríafinanciera, de apertura de mercados, de bajadas deimpuestos, de inversiones productivas, dereformas institucionales, en definitiva como unacuestión exclusivamente técnica. Sin duda, todosestos ámbitos tienen un papel muy importante,

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pero deberíamos preguntarnos por qué lasdecisiones de tipo técnico han funcionado hastaahora sólo en parte. La causa es mucho másprofunda. El desarrollo nunca estará plenamentegarantizado por fuerzas que en gran medida sonautomáticas e impersonales, ya provengan de lasleyes de mercado o de políticas de carácterinternacional. El desarrollo es imposible sin hombresrectos, sin operadores económicos y agentes políticos quesientan fuertemente en su conciencia la llamada al biencomún. Se necesita tanto la preparación profesionalcomo la coherencia moral. Cuando predomina laabsolutización de la técnica se produce unaconfusión entre los fines y los medios, elempresario considera como único criterio deacción el máximo beneficio en la producción ; elpolítico, la consolidación del poder ; el científico,el resultado de sus descubrimientos. Así, bajo esared de relaciones económicas, financieras ypolíticas persisten frecuentementeincomprensiones, malestar e injusticia ; los flujosde conocimientos técnicos aumentan, pero enbeneficio de sus propietarios, mientras que lasituación real de las poblaciones que viven bajo ycasi siempre al margen de estos flujos, permaneceinalterada, sin posibilidades reales deemancipación.

72. También la paz corre a veces el riesgo deser considerada como un producto de la técnica,fruto exclusivamente de los acuerdos entre los

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gobiernos o de iniciativas tendentes a asegurarayudas económicas eficaces. Es cierto que laconstrucción de la paz necesita una red constante decontactos diplomáticos, intercambios económicosy tecnológicos, encuentros culturales, acuerdos enproyectos comunes, como también que seadopten compromisos compartidos para alejar lasamenazas de tipo bélico o cortar de raíz lascontinuas tentaciones terroristas. No obstante,para que esos esfuerzos produzcan efectosduraderos, es necesario que se sustenten envalores fundamentados en la verdad de la vida. Esdecir, es preciso escuchar la voz de laspoblaciones interesadas y tener en cuenta susituación para poder interpretar de maneraadecuada sus expectativas. Todo esto debe estarunido al esfuerzo anónimo de tantas personas quetrabajan decididamente para fomentar elencuentro entre los pueblos y favorecer lapromoción del desarrollo partiendo del amor y dela comprensión recíproca. Entre estas personasencontramos también fieles cristianos, implicadosen la gran tarea de dar un sentido plenamentehumano al desarrollo y la paz.

73. El desarrollo tecnológico está relacionadocon la influencia cada vez mayor de los medios decomunicación social. Es casi imposible imaginar ya laexistencia de la familia humana sin su presencia.Para bien o para mal, se han introducido de talmanera en la vida del mundo, que parece

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realmente absurda la postura de quienesdefienden su neutralidad y, consiguientemente,reivindican su autonomía con respecto a la moralde las personas. Muchas veces, tendencias de estetipo, que enfatizan la naturaleza estrictamentetécnica de estos medios, favorecen de hecho susubordinación a los intereses económicos, aldominio de los mercados, sin olvidar el deseo deimponer parámetros culturales en función deproyectos de carácter ideológico y político. Dadala importancia fundamental de los medios decomunicación en determinar los cambios en elmodo de percibir y de conocer la realidad y lapersona humana misma, se hace necesaria unaseria reflexión sobre su influjo, especialmentesobre la dimensión ético-cultural de laglobalización y el desarrollo solidario de lospueblos. Al igual que ocurre con la correctagestión de la globalización y el desarrollo, el sentidoy la finalidad de los medios de comunicación debe buscarseen su fundamento antropológico. Esto quiere decir quepueden ser ocasión de humanización no sólo cuando,gracias al desarrollo tecnológico, ofrecen mayoresposibilidades para la comunicación y lainformación, sino sobre todo cuando seorganizan y se orientan bajo la luz de una imagende la persona y el bien común que refleje susvalores universales. El mero hecho de que losmedios de comunicación social multipliquen lasposibilidades de interconexión y de circulación de

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ideas, no favorece la libertad ni globaliza eldesarrollo y la democracia para todos. Paraalcanzar estos objetivos se necesita que losmedios de comunicación estén centrados en lapromoción de la dignidad de las personas y de lospueblos, que estén expresamente animados por lacaridad y se pongan al servicio de la verdad, delbien y de la fraternidad natural y sobrenatural. Enefecto, la libertad humana está intrínsecamenteligada a estos valores superiores. Los mediospueden ofrecer una valiosa ayuda al aumento dela comunión en la familia humana y al ethos de lasociedad, cuando se convierten en instrumentosque promueven la participación universal en labúsqueda común de lo que es justo.

74. En la actualidad, la bioética es un campoprioritario y crucial en la lucha cultural entre elabsolutismo de la técnica y la responsabilidadmoral, y en el que está en juego la posibilidad deun desarrollo humano e integral. Éste es unámbito muy delicado y decisivo, donde se planteacon toda su fuerza dramática la cuestiónfundamental : si el hombre es un producto de símismo o si depende de Dios. Losdescubrimientos científicos en este campo y lasposibilidades de una intervención técnica hancrecido tanto que parecen imponer la elecciónentre estos dos tipos de razón : una razón abiertaa la trascendencia o una razón encerrada en lainmanencia. Estamos ante un aut aut decisivo.

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Pero la racionalidad del quehacer técnico centradasólo en sí misma se revela como irracional,porque comporta un rechazo firme del sentido ydel valor. Por ello, la cerrazón a la trascendenciatropieza con la dificultad de pensar cómo esposible que de la nada haya surgido el ser y de lacasualidad la inteligencia153. Ante estos problemastan dramáticos, razón y fe se ayudan mutuamente.Sólo juntas salvarán al hombre. Atraída por el puroquehacer técnico, la razón sin la fe se ve avocada aperderse en la ilusión de su propia omnipotencia. La fe sinla razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta delas personas154.

75. Pablo VI había percibido y señalado ya elalcance mundial de la cuestión social155. Siguiendoesta línea, hoy es preciso afirmar que la cuestiónsocial se ha convertido radicalmente en una cuestiónantropológica, en el sentido de que implica no sóloel modo mismo de concebir, sino también demanipular la vida, cada día más expuesta por labiotecnología a la intervención del hombre. Lafecundación in vitro, la investigación conembriones, la posibilidad de la clonación y de lahibridación humana nacen y se promueven en la

153 Cf. Discurso a los participantes en el IV Asamblea Eclesial Nacional Italiana,(19 octubre 2006) : l.c., 8-10 ; Homilía durante la Santa Misa en la explanada de« Isling » de Ratisbona (12 septiembre 2006) : l.c., 9-10.154 Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Dignitas personae sobrealgunas cuestiones de bioética (8 septiembre 2008) : AAS 100 (2008), 858-887.155 Cf. Carta enc. Populorum progressio, 3 : l.c., 258.

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cultura actual del desencanto total, que cree haberdesvelado cualquier misterio, puesto que se hallegado ya a la raíz de la vida. Es aquí donde elabsolutismo de la técnica encuentra su máximaexpresión. En este tipo de cultura, la concienciaestá llamada únicamente a tomar nota de unamera posibilidad técnica. Pero no han deminimizarse los escenarios inquietantes para elfuturo del hombre, ni los nuevos y potentesinstrumentos que la « cultura de la muerte » tienea su disposición. A la plaga difusa, trágica, delaborto, podría añadirse en el futuro, aunque yasubrepticiamente in nuce, una sistemáticaplanificación eugenésica de los nacimientos. Porotro lado, se va abriendo paso una mens eutanasica,manifestación no menos abusiva del dominiosobre la vida, que en ciertas condiciones ya no seconsidera digna de ser vivida. Detrás de estosescenarios hay planteamientos culturales queniegan la dignidad humana. A su vez, estasprácticas fomentan una concepción materialista ymecanicista de la vida humana. ¿Quién puedecalcular los efectos negativos sobre el desarrollode esta mentalidad ? ¿Cómo podemosextrañarnos de la indiferencia ante tantassituaciones humanas degradantes, si laindiferencia caracteriza nuestra actitud ante lo quees humano y lo que no lo es ? Sorprende laselección arbitraria de aquello que hoy se proponecomo digno de respeto. Muchos, dispuestos a

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escandalizarse por cosas secundarias, parecentolerar injusticias inauditas. Mientras los pobresdel mundo siguen llamando a la puerta de laopulencia, el mundo rico corre el riesgo de noescuchar ya estos golpes a su puerta, debido a unaconciencia incapaz de reconocer lo humano. Diosrevela el hombre al hombre ; la razón y la fecolaboran a la hora de mostrarle el bien, con talque lo quiera ver ; la ley natural, en la que brilla laRazón creadora, indica la grandeza del hombre,pero también su miseria, cuando desconoce elreclamo de la verdad moral.

76. Uno de los aspectos del actual espíritutecnicista se puede apreciar en la propensión aconsiderar los problemas y los fenómenos quetienen que ver con la vida interior sólo desde unpunto de vista psicológico, e incluso meramenteneurológico. De esta manera, la interioridad delhombre se vacía y el ser conscientes de laconsistencia ontológica del alma humana, con lasprofundidades que los Santos han sabido sondear,se pierde progresivamente. El problema deldesarrollo está estrechamente relacionado con el conceptoque tengamos del alma del hombre, ya que nuestro yose ve reducido muchas veces a la psique, y lasalud del alma se confunde con el bienestaremotivo. Estas reducciones tienen su origen enuna profunda incomprensión de lo que es la vidaespiritual y llevan a ignorar que el desarrollo delhombre y de los pueblos depende también de las

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soluciones que se dan a los problemas de carácterespiritual. El desarrollo debe abarcar, además de unprogreso material, uno espiritual, porque el hombre es« uno en cuerpo y alma »156, nacido del amorcreador de Dios y destinado a vivir eternamente.El ser humano se desarrolla cuando creceespiritualmente, cuando su alma se conoce a símisma y la verdad que Dios ha impresogerminalmente en ella, cuando dialoga consigomismo y con su Creador. Lejos de Dios, elhombre está inquieto y se hace frágil. Laalienación social y psicológica, y las numerosasneurosis que caracterizan las sociedadesopulentas, remiten también a este tipo de causasespirituales. Una sociedad del bienestar,materialmente desarrollada, pero que oprime elalma, no está en sí misma bien orientada hacia unauténtico desarrollo. Las nuevas formas deesclavitud, como la droga, y la desesperación en laque caen tantas personas, tienen una explicaciónno sólo sociológica o psicológica, sinoesencialmente espiritual. El vacío en que el almase siente abandonada, contando incluso connumerosas terapias para el cuerpo y para lapsique, hace sufrir. No hay desarrollo pleno ni un biencomún universal sin el bien espiritual y moral de laspersonas, consideradas en su totalidad de alma ycuerpo.

156 Conc. Ecum. Vat. II, Const. past.  Gaudium et spes, sobre la Iglesia en elmundo actual, 14.

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77. El absolutismo de la técnica tiende aproducir una incapacidad de percibir todo aquelloque no se explica con la pura materia. Sinembargo, todos los hombres tienen experienciade tantos aspectos inmateriales y espirituales desu vida. Conocer no es sólo un acto material,porque lo conocido esconde siempre algo que vamás allá del dato empírico. Todo conocimiento,hasta el más simple, es siempre un pequeñoprodigio, porque nunca se explica completamentecon los elementos materiales que empleamos. Entoda verdad hay siempre algo más de lo que cabíaesperar, en el amor que recibimos hay siemprealgo que nos sorprende. Jamás deberíamos dejarde sorprendernos ante estos prodigios. En todoconocimiento y acto de amor, el alma del hombreexperimenta un « más » que se asemeja mucho aun don recibido, a una altura a la que se nos lleva.También el desarrollo del hombre y de lospueblos alcanza un nivel parecido, siconsideramos la dimensión espiritual que debeincluir necesariamente el desarrollo para serauténtico. Para ello se necesitan unos ojos nuevosy un corazón nuevo, que superen la visiónmaterialista de los acontecimientos humanos y quevislumbren en el desarrollo ese « algo más » que latécnica no puede ofrecer. Por este camino sepodrá conseguir aquel desarrollo humano eintegral, cuyo criterio orientador se halla en lafuerza impulsora de la caridad en la verdad.

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CONCLUSIÓN.

78. Sin Dios el hombre no sabe adonde ir nitampoco logra entender quién es. Ante losgrandes problemas del desarrollo de los pueblos,que nos impulsan casi al desasosiego y alabatimiento, viene en nuestro auxilio la palabra deJesucristo, que nos hace saber : « Sin mí nopodéis hacer nada » (Jn 15,5). Y nos anima : « Yoestoy con vosotros todos los días, hasta el finaldel mundo » (Mt 28,20). Ante el ingente trabajoque queda por hacer, la fe en la presencia de Diosnos sostiene, junto con los que se unen en sunombre y trabajan por la justicia. Pablo VI nos harecordado en la Populorum progressio que el hombreno es capaz de gobernar por sí mismo su propioprogreso, porque él solo no puede fundar unverdadero humanismo. Sólo si pensamos que senos ha llamado individualmente y comocomunidad a formar parte de la familia de Dioscomo hijos suyos, seremos capaces de forjar unpensamiento nuevo y sacar nuevas energías alservicio de un humanismo íntegro y verdadero.Por tanto, la fuerza más poderosa al servicio deldesarrollo es un humanismo cristiano,157 quevivifique la caridad y que se deje guiar por laverdad, acogiendo una y otra como un donpermanente de Dios. La disponibilidad para conDios provoca la disponibilidad para con los

157 Cf. n. 42 : l.c., 278.

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hermanos y una vida entendida como una tareasolidaria y gozosa. Al contrario, la cerrazónideológica a Dios y el indiferentismo ateo, queolvida al Creador y corre el peligro de olvidartambién los valores humanos, se presentan hoycomo uno de los mayores obstáculos para eldesarrollo. El humanismo que excluye a Dios es unhumanismo inhumano. Solamente un humanismoabierto al Absoluto nos puede guiar en lapromoción y realización de formas de vida socialy civil – en el ámbito de las estructuras, lasinstituciones, la cultura y el ethos –,protegiéndonos del riesgo de quedar apresadospor las modas del momento. La conciencia delamor indestructible de Dios es la que nos sostieneen el duro y apasionante compromiso por lajusticia, por el desarrollo de los pueblos, entreéxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar unrecto ordenamiento a las realidades humanas. Elamor de Dios nos invita a salir de lo que es limitado y nodefinitivo, nos da valor para trabajar y seguir en busca delbien de todos, aun cuando no se realiceinmediatamente, aun cuando lo que consigamosnosotros, las autoridades políticas y los agenteseconómicos, sea siempre menos de lo queanhelamos158. Dios nos da la fuerza para luchar ysufrir por amor al bien común, porque Él esnuestro Todo, nuestra esperanza más grande.

158 Cf. Carta enc. Spe salvi, 35 : l.c., 1013-1014.

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79. El desarrollo necesita cristianos con los brazoslevantados hacia Dios en oración, cristianosconscientes de que el amor lleno de verdad, caritasin veritate, del que procede el auténtico desarrollo,no es el resultado de nuestro esfuerzo sino undon. Por ello, también en los momentos másdifíciles y complejos, además de actuar consensatez, hemos de volvernos ante todo a suamor. El desarrollo conlleva atención a la vidaespiritual, tener en cuenta seriamente laexperiencia de fe en Dios, de fraternidadespiritual en Cristo, de confianza en laProvidencia y en la Misericordia divina, de amor yperdón, de renuncia a uno mismo, de acogida delprójimo, de justicia y de paz. Todo esto esindispensable para transformar los « corazones depiedra » en « corazones de carne » (Ez 36,26), yhacer así la vida terrena más « divina » y por tantomás digna del hombre. Todo esto es del hombre,porque el hombre es sujeto de su existencia ; y ala vez es de Dios, porque Dios es el principio y elfin de todo lo que tiene valor y nos redime : « elmundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro.Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo deDios » (1 Co 3,22-23). El anhelo del cristiano esque toda la familia humana pueda invocar a Dioscomo « Padre nuestro ». Que junto al Hijounigénito, todos los hombres puedan aprender arezar al Padre y a suplicarle con las palabras que elmismo Jesús nos ha enseñado, que sepamos

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santificarlo viviendo según su voluntad, ytengamos también el pan necesario de cada día,comprensión y generosidad con los que nosofenden, que no se nos someta excesivamente alas pruebas y se nos libre del mal (cf. Mt 6,9-13).

Al concluir el Año Paulino, me complaceexpresar este deseo con las mismas palabras delApóstol en su carta a los Romanos : « Que vuestracaridad no sea una farsa : aborreced lo malo y apegaos alo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos conotros, estimando a los demás más que a uno mismo »(12,9-10). Que la Virgen María, proclamada porPablo VI Mater Ecclesiae y honrada por el pueblocristiano como Speculum iustitiae y Regina pacis, nosproteja y nos obtenga por su intercesión celestialla fuerza, la esperanza y la alegría necesaria paracontinuar generosamente la tarea en favor del« desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres »159.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 29 de junio,solemnidad de San Pedro y San Pablo, del año 2009,quinto de mi Pontificado.

BENEDICTO XVI

159 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 42 : l.c., 278.

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