carmen miranda en el cine hollywoodense: el estereotipo transversal latinoamericano

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Universidad Alberto Hurtado Pedagogía en lengua castellana y comunicación Historia social y política latinoamericana Sandra Carreño Márquez Carmen Miranda en el cine Hollywoodense: El estereotipo transversal latinoamericano En las siguientes líneas, se realizará una exposición sobre la persona que es Carmen Miranda y cómo se ha configurado como un estereotipo ligado transversalmente a la identidad latinoamericana. La “reina blanca de la Samba” no se formó como tal de manera azarosa, sino que su éxito está rodeado de circunstancias históricas que la favorecieron en su carrera artística, siendo igualmente su talento y originalidad elementos preponderantes en su lanzamiento al extranjero. Sin embargo, todo lo que en un inicio prometió un mar de posibilidades en su desarrollo como artista termina llevándola a una temprana muerte, a los 46 años de edad, siendo víctima de las drogas que la mantienen viva – o muerta en vida- y de esta identidad propuesta por ella misma, que más tarde sería su cadena de por vida. La “bomba brasileña” debía ser un producto público las 24 horas del día. Su alegría, su exotismo, su sensualidad debían conservarse para poder mantenerse en el negocio del espectáculo, siendo castigado por la audiencia cualquier intento de salirse de estos parámetros. Por otro lado, también existía esa dualidad entre lo comercialmente aceptado –para la audiencia

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Page 1: Carmen Miranda en el cine Hollywoodense: El estereotipo transversal latinoamericano

Universidad Alberto HurtadoPedagogía en lengua castellana y comunicaciónHistoria social y política latinoamericanaSandra Carreño Márquez

Carmen Miranda en el cine Hollywoodense: El estereotipo transversal

latinoamericano

En las siguientes líneas, se realizará una exposición sobre la persona que es

Carmen Miranda y cómo se ha configurado como un estereotipo ligado transversalmente a

la identidad latinoamericana. La “reina blanca de la Samba” no se formó como tal de

manera azarosa, sino que su éxito está rodeado de circunstancias históricas que la

favorecieron en su carrera artística, siendo igualmente su talento y originalidad elementos

preponderantes en su lanzamiento al extranjero. Sin embargo, todo lo que en un inicio

prometió un mar de posibilidades en su desarrollo como artista termina llevándola a una

temprana muerte, a los 46 años de edad, siendo víctima de las drogas que la mantienen viva

– o muerta en vida- y de esta identidad propuesta por ella misma, que más tarde sería su

cadena de por vida. La “bomba brasileña” debía ser un producto público las 24 horas del

día. Su alegría, su exotismo, su sensualidad debían conservarse para poder mantenerse en el

negocio del espectáculo, siendo castigado por la audiencia cualquier intento de salirse de

estos parámetros. Por otro lado, también existía esa dualidad entre lo comercialmente

aceptado –para la audiencia estadounidense- y lo que debía ser auténtico para sus

compatriotas, siendo ella la figura de mayor éxito del país, la mujer que representaría las

características de la mujer Brasileña, difundiría la samba, dando a conocer la alegría del

pueblo carioca y mostrando una identidad femenina que más tarde, se extendería a una

representación de la mujer latinoamericana. Frente a esto, queda preguntarnos ¿cómo se

puede evidenciar este estereotipo transversal en la película “That night in Rio” de 1941, por

ejemplo?

Con respecto a lo anterior cabe preguntarse ¿cómo se manejó este tipo de figura

representativa desde los inicios? La vida de Carmen Miranda sirve de ejemplo para retratar

cómo se trató a las figuras latinoamericanas que fueron ayudadas por la política “del buen

vecino”. Sin embargo, en general, no se debería argumentar apresuradamente que fue solo

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el cine estadounidense el que estereotipó a los latinoamericanos, usando sus características

para dar una idea de subordinación. El cuestionamiento nace de las políticas de

nacionalización de las diferentes partes de Latinoamérica, en donde se realizó una

modificación a las costumbres y a lo realmente representativo de cada país, mediante un

blanqueamiento a las manifestaciones culturales de cada nación, quitando esos elementos

más primitivos de la música y los bailes, mezclando elementos más europeos, agregando

instrumentos, cambiando letras, etc.

El caso emblemático de Carmen Miranda, se inscribe desde una dualidad histórica:

¿en dónde nació el estereotipo?, ¿en Brasil o en Estados Unidos? La verdad es que Carmen

Miranda y el estereotipo que se traslada a los cines hollywoodenses, se instalan en la última

película que realiza ésta en Brasil, denominada “Banana da terra”. Filme en donde ya

comienza a utilizar la vestimenta de las mujeres negras de la bahía o “baianas”, agregando

joyas y creando este sombrero de frutas, inspirado en la cesta de frutas que las mujeres

llevaban. La canción “O que é a baiana tem” –lo que una mujer bahiana tiene- , de la

película antes mencionada, da cuenta de la vestimenta que lleva la mujer que trabaja por la

bahía. Carmen Miranda toma este modelo de vestimenta y lo vuelve eterno en la

construcción de identidad latinoamericana que se crea posteriormente en su ingreso al

mundo hollywoodense. Por lo tanto, se debe afirmar que el modelo se traslada desde Brasil

en un principio, pero se perpetúa a través del cine norteamericano, no dando cabida a

cambios de paradigmas en tanto a la identidad de la mujer carioca, ni tampoco de la mujer

latinoamericana.

La “bomba brasileña” se instala en un momento histórico que está dispuesto para

que ella triunfe. Las coyunturas que rodean su vida más su talento y valentía, son los

elementos fundamentales que nos pueden ayudar a comprender cómo pasa de ser una

portuguesa- brasileña que tiene mucho talento, a una mujer que es la persona representativa

de la política del buen vecino, el modo estadounidense de tener buenas relaciones con los

países del sur de América. En este sentido, es menester comentar que esta artista nace en

Portugal, y nace con el nombre de María do Carmo Miranda da Cunha, desde el cual

adoptará el nombre de Carmen, en homenaje a la ópera “Carmen” de Bizet. Carmen de muy

pequeña recibió una educación católica y se esperaba que tuviera una educación formal. Sin

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embargo, a los 14 años se pone a trabajar en diversos empleos, hasta que trabajó fabricando

sombreros, punto importante para comprender el cómo construye los sombreros de frutas

que luego hará legendarios.

El momento en el cual Miranda se hace conocida en Brasil, es en base al Estado

Novo de Getúlio Vargas, en un plan de populismo y un proyecto de nacionalización de

ciertas manifestaciones culturales. La Samba comienza su proceso de blanqueamiento y

posteriormente es difundida por el rostro de Carmen Miranda en Brasil, ya sea por medio

de la difusión de la radio como por las películas en las que participa ésta misma en el país.

Es en este marco contextual, la política del “buen vecino” entra con fuerza en América

Latina en 1933, con la pretensión de integrar a los países sudamericanos en un sistema

continental de mutua defensa para el supuesto caso de un conflicto bélico. Brasil, y la

política populista de Vargas, ven en esta propuesta norteamericana la posibilidad ideal para

la difusión de una concepción de lo realmente brasileño, siendo Carmen Miranda el

símbolo de representatividad en el extranjero, el medio de dar a conocer la samba que ya

había sido blanqueada anteriormente en el proceso de nacionalización. Carmen Miranda era

la reina Blanca de la Samba, ya era popular en países cercanos a Brasil por su talento y

búsqueda de representatividad de lo nacional. Sin embargo, las características de la mujer

bahiana que fueron expuestas desde “Banana da terra” se mantuvieron y fueron la razón de

este exotismo que proponía en sus inicios se mantuviera hasta los días cercanos a su

muerte, no pudiendo abandonar jamás el ideario que acompañaba su vestimenta, sus

movimientos, sus canciones y la sensualidad de su estereotipo.

Cabe entender entonces, que el estereotipo presentado por Carmen Miranda, no

solo sirvió de representación de la mujer brasilera, sino de la latinoamericana también. Esto

se puede justificar por el mítico sombrero de frutas. Es bien conocido que el sombrero es

una invención de la misma artista, tomando como modelo la cesta de frutas que llevaban las

mujeres negras de la bahía. Este elemento, que se convierte en una especie de marca

registrada de Carmen Miranda, es importantísimo de analizar puesto que emite mensajes

relacionados con los estereotipos manejados desde las películas norteamericanas. En este

sentido, refirámonos a las frutas: se han convertido en una especie de señal nacional de lo

latinoamericano, elemento insigne de lo exótico de los países del sur y que remite ideas de

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goce por los sentidos. Las frutas transmiten colores, olores y texturas; convirtiéndose de esa

manera en una clase de significado y significante en términos de Saussure, en donde la fruta

es el significante y lo que se esconde detrás es toda la otredad que se evidencia en las

películas de Carmen Miranda: La mujer errática pero sensual, que remite a estas texturas, a

estos sabores a partir de una melodía que contiene sabor y ritmo cadencioso, el movimiento

de caderas, la amplia sonrisa. El fruto es tan solo la primera presentación de lo exótico, lo

alegre y lo sensual conformando un ícono. “Carmen Miranda, de alguna manera, vino a

encarnar el objeto del deseo que significa cuerpo de un continente metonimizado en la

cabeza: Latinoamérica como el objeto de conquista, manipulación y representación insulsa

de la realidad.” (Sefamí, 125)

Por otro lado, el trato que se le da a las estrellas latinoamericanas en Hollywood,

se puede analizar como un método de subordinación de los sujetos del sur de América,

entendiendo a Estados Unidos como un ente civilizador de un continente exótico, y al

latinoamericano como un ser errático. En este sentido, es aplicable a los casos de México y

el estereotipo del hombre primitivo e impulsivo, y la mujer melodramática pero hermosa

que debe ser protegida. En el caso de Carmen Miranda, la mujer tiene esa otredad que la

caracteriza como una mujer atractiva, por lo diferente, por las características sensuales que

se pueden evidenciar. Desde el sombrero de frutas –que incluye aquel mensaje sobre las

sensaciones, como anteriormente indicamos- hasta los bailes, los trajes sensuales que

muestran el torso, el constante movimiento de caderas, las miradas, el maquillaje cargado a

los labios gruesos de la mujer, los ojos enormes, etc. Todas estas características se

enmarcan en el estereotipo de sensualidad y exotismo que se busca dentro del cine

Hollywoodense, que muestra a su propio país lo que es diferente de ellos, valorándolo.

No obstante, el problema no radica en la sensualidad de los personajes, sino que en

la existencia de una subordinación de valores, en la cual los sujetos norteamericanos

siempre parecen ser más civilizados e incluso inteligentes en contraposición de los

latinoamericanos. Como indica Glik, es probable que no exista una intencionalidad en esta

construcción de estereotipos y en su valoración. Sin embargo, esto se puede evidenciar en

todas las películas de Carmen Miranda, quizás con excepción de Copacabana, que es el

único filme que intenta deshacerse de esta imagen estereotipada, en donde la artista intenta

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salir de los esquemas impuestos por los contratos cinematográficos. En esta película,

Carmen presenta a dos personajes: la mítica Carmen Miranda Brasilera y a una mujer

francesa, ambas iguales. Para esto, Miranda cambió su color de pelo a rubio y rompió los

esquemas de la mujer latina. Sin embargo, el resultado de la recepción fue pobre y la

cantante volvió al cine de siempre.

En el resto de los trabajos de Carmen Miranda en su experiencia por Hollywood,

se puede ver la constante repetición de una mujer espectáculo que es, en términos de Bianca

Freire Medeiros, más una “performer” que una actriz. Para recordar esto, hay que entender

cómo se presenta la artista en el primer filme estadounidense y en Broadway. Son pequeños

papeles en donde más bien hace un número musical más que participar en la trama en sí

misma, de hecho muchas veces pasa desapercibida de la historia principal. Sin embargo, en

“That night in Rio”, obra en la cual nos basaremos para entender cómo se da el estereotipo

de Miranda, se puede ver esta subordinación tratada anteriormente, de forma clara. Esto es

independiente de las intencionalidades del cine norteamericano, porque es posible que la

interpretación de personajes estadounidenses más civilizados en la pantalla grande, tan solo

se deba a un intento de otredad o alteridad. Pese a ello, se puede observar en la segunda

película norteamericana en donde aparece Miranda, una idea constante de que la mujer

latinoamericana es altamente errática y no piensa antes de actuar.

Carmen Miranda interpreta a Carmen, – no a sí misma necesariamente- una

“performer” en un local de Río. En el inicio de la película podemos ver cómo canta “chica

chica boom chic” interpretando una escena de una obra teatral cualquiera, en donde aparece

el personaje de Larry, un actor y novio de Carmen, interpretando a un marino que canta

sobre la alegría de estar en Río y hacer relaciones de amistad con los Brasileros, que los

americanos mandan saludos cordiales a los nativos. Luego de salir de la escena, se

evidencia una pelea en torno a los celos que tiene Carmen porque su novio estaba

observando a una chica en la audiencia, a lo cual Larry argumenta que solo se debe a su

público. Pronto a esto, hay una escena en donde se puede evidenciar de manera tácita esta

subordinación de la cual hablamos anteriormente: Larry le corrige constantemente el

lenguaje porque Carmen cuando está nerviosa solo habla portugués. Esta preponderancia

del idioma, cuando le explica que debe hablar inglés para aprenderlo y la corrige, habla de

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una ideología civilizadora a partir del cine norteamericano. Lo curioso resulta en saber que

Carmen Miranda si hablaba perfectamente inglés y gracias al estereotipo que encantaba a la

audiencia norteamericana, estuvo forzada a mantener un acento latinoamericano, en donde

hablaba mal.

Por otro lado, se puede volver a tomar el tema de la sensualidad de la mujer latina,

cuando el Conde de Duarte ve a Carmen y le dice que le encanta sus rasgos, porque son

atractivos al ser diferentes a los de él y a las chicas que él había conocido. Esta escena está

construida bajo el pensamiento de alteridad y exotismo que encierra el pensamiento

panamericanista. Por otro lado, se ve a una mujer errática, celosa y que pide disculpas

constantemente por la actitud impulsiva que tiene frente al hombre americano, siendo otra

vez éste, un ente civilizador que calma a la mujer latina. Esto es parte de lo que según Glik

constituye también a la ideología política de cooperación continental hacía esfuerzos de

rubro norteamericano para pretender una idea de que América Latina se vea hemisférica.

Desde otro punto de vista, la imagen de Carmen Miranda traspasa el imaginario de

las películas musicales, puesto que este estereotipo se ve constantemente reinventado a

través de distintos medios masivos, volviendo su persona una clase de símbolo. Un ejemplo

se puede ver en un capítulo a Bugs Bunny, en la serie “Slick Hare” de Looney Tunes, en

donde el conejo se esconde en el mítico sombrero de frutas para no ser atrapado. En este

capítulo, se puede ver una caricatura de la misma Carmen Miranda que se presenta ante un

público al igual que un filme en donde actúan personas. Otro ejemplo, se puede ver en la

serie “Tom y Jerry” en donde aparecen dos gatos tratando a Tom de bebé, vistiéndolo como

tal, usando sus bigotes como instrumentos musicales, mientras otro gato canta “Mamãe eu

quero” vestido igual a Carmen Miranda, con el sombrero de frutas y con los labios

intensamente pintados, bailando al son de la música moviendo las caderas tal como ella en

los filmes. Sin embargo, tal vez la imagen más representativa de una acción de reinventar la

imagen que deja Carmen Miranda en el mundo, es el comercial y la campaña publicitaria de

la compañía “chiquita Banana” o anteriormente denominada “United fruit Company”,

copió la imagen del sombrero de frutas de Carmen Miranda y realizaron una caricatura

basada en una banana con el sombrero. Esta banana personalizada al estilo Brasilero que se

conocía, presentaba una reivindicación de la imagen de la artista, copiando su estilo de

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“baiana” brasilera y cantando tonadas en torno a los beneficios de comer bananas, en donde

puedes usarlas y lo buenas que son para la salud. Este comercial, es la muestra más clara de

la reivindicación de la imagen de la artista, del uso y de la explotación de un estereotipo.

Latinoamérica era el lugar en donde las frutas como la banana se producían y usar un logo

relacionado con eso, en el tiempo fue un boom, sobre todo por la familiaridad con la

estrella hollywoodense.

Finalmente, se debe realizar una reflexión en torno a cómo el estereotipo

presentado en el cine estadounidense, en torno a la figura de Carmen Miranda, es también

una representación de la mujer latinoamericana. Esto se explica por la sumisión del rol de la

mujer latinoamericana en contraposición del hombre norteamericano. Este siempre parece

cortejar a la mujer latinoamericana y esta parece solo aceptar la galantería o ser salvada por

este hombre que, parece ser, tiene un mejor desarrollo y es más avanzado, más civilizado.

Por otro lado, es evidente que la sensualidad que presentan las mujeres latinoamericanas en

el cine hollywoodense es algo relacionado con la alteridad y el exotismo. Este último, se ve

evidenciado con mayor fuerza en la artista brasilera. El movimiento de caderas, los ojos

grandes y expresivos; las frutas que representan las texturas, el tacto, el sabor, la alegría de

vivir y gozar, son representaciones que se dan en cierto grado en toda la concepción de la

mujer latinoamericana, como es el ejemplo de Rita Moreno –actriz puertoriqueña, conocida

por participar en la película “West Side Story” o “amor sin barreras”- que también presenta

este exotismo basado en el baile sensual, los ojos expresivos y por qué no afirmarlo: el

acento. Esa misma forma de hablar que limitó a Carmen Miranda a salir del estereotipo,

atrapada en las exigencias del mundo del espectáculo y de lo que gustaba a la gente. Así

como Carmen Miranda, muchas latinas no tenían otros personajes que no fuera alguno

relacionado con mujeres indígenas, primitivas y básicas, al fin y al cabo “Carmen Miranda

se presentaba como la síntesis de un primoroso equilibrio que pretendía borrar la herencia

negra invariablemente vista como negativa” (Glik, 2379), siendo medio de blanqueamiento

en este proceso de difusión de manifestaciones culturales.

En síntesis, la vida de Carmen Miranda está llena de coincidencias en torno a la

historia que la rodea, vale decir que es producto de dos procesos históricos diferentes y que

coincidieron para formarla como artista y lanzarla al estrellato: el primero es el proceso de

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nacionalización en Brasil, impulsado por Vargas, en torno a un populismo. Y el otro es el

proceso mundial relacionado con el periodo entre guerra y la aproximación de la segunda

guerra mundial, lo cual originó el panamericanismo, fundando la OCIAA –Office of the

coordinator of inter-american affairs- y la política de “buena vecindad”, lo cual le da la

oportunidad de difundir la samba, la alegría y la originalidad de su performance. Sin

embargo, es en este paso en donde se evidencia la cadena que amarra el estrellato

Hollywoodense del periodo de los años 30. La razón más importante para justificar el

estrellato de Carmen Miranda está basada en una mantención de lo exótico, de lo

estereotipado, de lo sensual y musical. En este sentido, la transformación del artista no tiene

cabida, puesto que Carmen Miranda debía ser la “Bomba brasileña” las 24 horas del día,

como indicaba su sobrina en el documental de la BBC “Beneath the Tutti Frutti Hat”, ella

jamás se sacaba sus zapatos altos. Miranda tenía una seria conciencia de tener que ser esta

mujer todo el tiempo, incluso sin poder modificar su modo de hablar, siendo que ella ya

sabía hablar bien Inglés. Desde esta perspectiva, es que se puede formular la reflexión a lo

transversal que resulta el ejemplo de Carmen Miranda. En su tiempo, el estereotipo exigido

por motivos comerciales, obligaba a otras actrices latinas a minimizar su posibilidad de

elección de papeles, por la carga del estereotipo del latinoamericano, sobre todo sobre la

mujer latinoamericana. Sin embargo, ¿se puede decir que esto ha cambiado? En el cine

actual, en las series norteamericanas de estos días, a la mujer latina se le sigue viendo como

una representación más sensual, el color de pelo castaño sigue teniendo una valoración

ligada a los días de fama de Carmen Miranda. Al fin y al cabo, jamás se ha superado el

estereotipo.

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Bibliografía

Bullock, Paul. Documental “Carmen Miranda - Beneath the Tutti Frutti Hat”. En:

https://www.youtube.com/watch?v=KPBJYdQTY60&list=PL91FFC3801B2874F8

Cummings, Irving. Película “That night in Rio” 1941

Freire Medeiros, Bianca. “Star in the house of mirrors: Contrasting images of

Carmen Miranda in Brazil and the United States”. Limina, The Limina Editorial Collective.

Glik, Sol. “Yes tenemos bananas. Construcciones de género y raza en los

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latinoamericanistas españoles (versión online)

King, John. El carrete magico. Una historia del cine latinoamericano. Bogotá:

Tercer Mundo Editores, 1994

Pizarro, Ana. “Carmen Miranda y la estética del exceso”. Atenea, número 500,

Santiago, 2009

Sefamí, Jacobo. “Un continente metonimizado en la cabeza: Las noches de

Carmen Miranda, de Lucía Guerra”. Revista Chilena de literatura, número 64, Santiago,

2004

Solberg, Helena. Documental “Bananas is my Business” 1997