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El Diablo en el Conventillo De Carlos Mauricio Pacheco

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Page 1: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

 

 

 

 

 

 

 

 

El Diablo en el Conventillo

 

 

 

De Carlos Mauricio Pacheco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Page 2: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

 

 

 

 

 

 

 

CUADRO PRIMERO

 

 

Un patio, tres de la tarde de un día nublado.

 

Al levantase el telón, los vecinos aparecen apiñados en la puerta de calle: hombres, mujeres y niños, contemplando silenciosos el entierro del vecino de enfrente que murió ayer. Se supone que arranca el cortejo. En primer término, sentadas, la Farolera y doña Camila.

 

1

 

ZULEMA: Venga a ver mamá: como veinte coches.

CAMILA: Dejame de cosas tristes. (Bajando la escalera).

TRANSITO: Aurita nomás sacan el féretro.

ZULEMA: ¿El que?

FAROLERA: El cajón pues.

TRANSITO: Vean: cuando los penachos son negros, es porque el difunto era casado; si fueran blancos, seria soltero.

ZULEMA: ¿Y si es viudo?

TERESA: ¡Que ignorancia! ¡Che fijate el dueño de la panadería que nivel!

FAROLERA: ¿Tu tata no va al entierro?

Page 3: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

ELISA: Claro que va… Y estuvo toda la noche en el velorio.

ZULEMA: Pobres muchachas. Tres hijas mujeres y solas.

FAROLERA: ¿Solas? ¡Hay que ver!

TERESA: ¡Solas! Con buena platita en le banco…

ELISA: ¡Bah! No les va a faltar quien las cuide… (Busca a Manfredi)

 

2

 

MANFREDI: (Entra con su hija. Esta lo ayuda a ponerse el saco dominguero y le arregla la corbata). Gracias que tenía esta corbata negra… Ya lleva siete entierros.

ELISA: Bueno, vaya ligero q se van a ir los coches.

MANFREDI: ¡Ma qué! Todavía falta.

ELISA: Apúrese, tata… vaya… (Se va Elisa hacia el grupo a foro).

MANFREDI: ¿Ha visto amiga… lo que somos? Hace apenas tres días, sano y bueno… el pobre Don Tomas… Hemos tomado juntos un vermouth en el almacén…; y me hablaba del porvenir de sus hijas, que las tres tienen novio y me decía de algún terreno a plazo… y de edificar una casa en Adrogue. Ahí esta; tanta preocupación para saltar al otro mundo… ¡Ma que! ¡Si no somos nada!... ¿Usted no va al entierro?

FAROLERA: ¿Yo? ¿Para que?... ¡Desde que mi difunto esposo se murió estoy a cargo de iluminar todo!

ELISA: Tata, que se van los coches.

MANFREDI: Voy… hija, ya voy… y un paseíto triste (Se va con Zulema q lo ayuda a salir)

CAMILA: Tenemos que hacerlo todos, la única ley pareja.

ZULEMA: (Desde el foro). Ahí lo sacan mama, venga ver.

(Salen todos hasta la puerta. Bajan dos chicos).

 

 

3

 

Page 4: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

ALE: ¡Araca! Desde la azotea si que se ve lindo.

MARTIN: ¿Viste que caballos lustrosos?

ALE: Mirá, hacemos así. Cuando todos se meten en los coches, nos colamos en los de atrás. Cazá la gorra. Y así vamos hasta la chacarita. Es un paseo macanudo.

MARTIN: Parate… (Entra el chico y sale en seguida con la gorra en mano. Se van ambos).

 

4

 

CAMILA: Se lo llevan al pobre… ese si que no pega la vuelta.

ZULEMA: Que pena mama. Como lloran las hijas.

ELISA: Debe ser un momento…

TRANSITO: Tres. Tres entierros en una semana, en esta cuadra. Van tres… ¡Y Satanás mueve la cola!

CEFERINO: ¡Claro que aquí hay algo! Yo antes tampoco creía, hasta que lo vi de cerca al mal espíritu. Tenían que ver ustedes en la casa del viejo Robles. Yo con estos ojos he visto mover la mesita de tres patas y he sentido los golpes en la pared. Misia Transito habla porque entiende. Aquí en el patio y en la cuadra hay algo. ¿Se han vuelto otarios o que?... Yo creo en lo que ella dice, porque lo he probado. Tres sueños que tuve me los explico en el acto y me salieron justitos. La última vez me pronostico… seis meses de cana, que fue cuando se la di al pícaro de la cartonería y me agarraron y estuve justo seis meses por lesiones. Allá mismo en la Nueva, mi compañero de celda me sabia despertar como a eso de las dos de la mañana y veíamos correr por todo el pabellón una cosa larga y blanca como una luz era un fusilado que andaba con el alma en pena…

TRANSITO: Hay que creer o reventar. Vean las cosas que están pasando; y todo, de un mes y medio a esta parte. Al chico de la modista lo mata, pobrecito, un tranguay aquí en la puerta…; la señora de la tienda, se la lleva una pulmonía. Sigan contando. El marido de doña Anita ha venido a casa borracho como cien veces… y sin heridas. Anteayer aparece tirado en la escalera, llena de sangre la cara. A doña Asunción se le prende fuego la cuna del chico, que casi se quema vivo. Los andaluces del segundo patio se agarraron ayer entre ellos a tajos y bancazos. A mi, lo que nunca, el retrato de finado se viene abajo con un ruido tremendo a las tres de la madrugada, y el clavo esta en su sitio, y el piolín esta sano. Los perales del fondo cada vez mas secos, la parra como achicharrada; y esos gritos y esas quejas de noche, ¿no han oído arrastrar una cadena y un silbido largo, largo, y como sombras q andan?...

TERESA: Yo… Yo hace como tres noches q oigo la lechuza

ELISA: Y ese maldito perro de enfrente como llora, madre mía.

ZULEMA: Ayer encontré volcada toda la lata de aceite.

Page 5: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

TRANSITO: Vean de padres a hijos se viene sabiendo que anda por el mundo una legión de diablos en forma de personas. Son los espíritus del mal, mandados por Satanás a la tierra para llevarse almas a cualquier precio. Satanás los larga y ellos caen ande quiera y empiezan a cabuliar. Se desparraman por las ciudades y viene a dar a cualquier sitio, así a capricho, sembrando la fatalidad adonde quiera. Patio adonde caiga uno de esos… ¡Pobre patio!... Pero hay personas que, por obra de Dios y ese San Miguel que tengo en la cómoda, traen de nacimiento el poder de conocerlos… y además cuando se transforman en hombres les queda siempre algo de diablos en la cara…

CEFERINO: Como que me llamo Ceferino Gayoso y nunca he temblado al mas guapo, declaro lo que me ha pasado la otra noche. Me levante a ver quien andaba. El viento movía las ramas se la higuera grande, sacudiendo como banderas los pañales colgados. Anduve por el fondo con la cuchilla en mano y nada. Me vine al primer patio y cuando iba a volver para la pieza, no puedo decir donde lo vi, ¡pero yo lo vi… sentado en el umbral! Cuanto más me acercaba, mas largas tenia las piernas. Entre a guapear. Apreté el corazón y el cuchillo, quise pasar a mi cuarto; pero las canillas del hombre eran tan largas que cruzaban todo lo ancho del patio como una barrera. Entonces afloje y salí para la calle medio ahogado y me quede por allí hasta que fue de día, calmándome a fuerza de coñaques… ¡En este patio, esta el diablo! (Rumor de sorpresa y miedo que la vieja doña Camila contiene).

VARIAS: ¡Aquí!...

FAROLERA: ¡Ave Maria Purísima!

TRANSITO: Silencio…

 

5

 

(Entra Quiñones, observando al grupo de vecinos que se ha silenciado de repente y miran al nuevo personaje con recelo).

 

QUIÑONES: (A la Farolera). Ahí se lo llevan al vecino… ¿Usted no estuvo en el velorio?

FAROLERA: Amigo, ¿Que mas velorio que el mió?... Yo hace tiempo que tengo encendidas las cuatro y, al parecer, estoy viva. Es lo que nos pasa a muchos, compañero. Todo lo que tenia adentro ha fallecido… y a veces, cuando cae la noche y voy al trote encendiendo los faroles, se me hace que toda la calle es un velorio… Usted, en cambio, es un hombre animado y contento.

QUIÑONES: ¿Contento yo? Yo, mi amiga (Voz ridículamente grave, y movimientos de los vecinos que se han ido dispersando por el patio, quedan algunos en sus puertas con atención a la escena), yo, mi querida amiga también tengo mi tempestad. ¡Mi huracán interior! Soy, acaso, un pobre resto de naufragio. Soy como una astilla del alma criolla, hachada por el inmigrante. Padres porteños, abuelos porteños, vecinos de San Telmo, los Quiñones aunque no sirvieron para nada, siempre tuvieron fama de diablos… ¡Ja… ja!... ¡Me río yo de sus famosas diabluras!... Mi tío, que se robo a una monja por la azotea; mi padre, que se apareció un domingo por la calle Defensa, vestido de fraile y vendiendo empanadas, ¡ja…ja!... Familia de calaverones… familia de mozos diablos que

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acaba en este modesto curdelón contento… Pero, mi amiga, ¿Quién no tiene su folletín?... ¡Ah, yo también se que una tarde murió de amor la desdichada Elvira!

FAROLERA: ¿Amor?... (Ríe). ¿Y con que se toma?

QUIÑONES: Con… con el acíbar del desengaño, querida farolera…

FAROLERA: ¡Amor!...

(Ríe irónica con los vecinos que estaban escuchando y se van. Entra Gallino).

 

6

 

QUIÑONES: ¡Que haces, Espronceda! ¿No fuiste al entierro?

GALLINO: Dejame de cosas tristes… y suspende el sobrenombre. Me llamo Isidoro Gallino…

QUIÑONES: Que haces Gallino, apellido ponedor…, puso uno, puso dos… ponete, Espronceda, hermano. ¡Para eso sos el vate de la coartada!

GALLINO: ¡ Oí, si queres!

QUIÑONES: Dale.

GALLINO: (Sacando el papel). Yo soy el pueta… yo soy el pueta…

QUIÑONES: Mas narigueta…

GALLINO: En vista de la burla, empaco.

QUIÑONES: Vamos, léelo.

GALLINO: (Deteniéndolo). En cuanto te raigas suspendo… No es un poema de risa… ¡Es apasionado!

QUIÑONES: Dale.

GALLINO: Yo soy el pueta… yo soy el pueta… que vengo a batirte mi pena secreta. ¡Ay, Dios, lo que tengo!... ¡Que no me sostengo!... Ay, Dios, que no puedo decir que me pasa… Ando como un zonzo por toda la casa. Y así al fondo… debajo la higuera… o en el primer patio, o allí en la vereda… tu imagen me sigue… me sigue ande quiera… Vos sos mi tormento, vos sos la quimera.

QUIÑONES: ¡Y vos sos el hijo de la verdulera!

GALLINO: ¿Qué decís?

QUIÑONES: ¡Macanudos!...

Page 7: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

GALLINO: Ah, che, Quiñones, tengo que avisarte una cosa…

QUIÑONES: Decí…

GALLINO: Vos has visto los accidentes, broncas y defunciones que ha habido en esta cuadra… Compadre, ¡la cosa esta que arde! No se oye más que la campana de la Asistencia. Mamaos que se refalan, percantinas que se fugan del hogar paterno, criaturas que las pisa el tranguay, heridos y difuntos en el barrio, llantos y maldiciones: propiamente la yeta negra que se ha mudado aquí… Con decirte que hasta los matungos se empacan en esta cuadra…

QUIÑONES: ¿Y que hay con eso?

GALLINO: Hay que los vecinos andan haciendo cruces, y todo el mundo ha pensado y cavilado…; y ahora se figuran que han dado en la tecla, la tecla sos vos…

QUIÑONES: ¡Como! ¿Yo?

GALLINO: Decime, Quiñones… ¿Vos te has mirado bien la cara?...

QUIÑONES: ¿Qué tengo?

GALLINO: ¡Sos el diablo en pinta!

QUIÑONES: ¿Qué haces, angelito de confitería?

(Se van por la puerta izquierda)

 

7

 

(Se oye un grito de mujer, terrible; y aparecen los vecinos asustados. Nuevos gritos de las mujeres. Cierran las puertas. Ceferino y otros corren detrás de un murciélago, que después de muchas vueltas, salen detrás del bicho a la calle).

 

ANGELA: ¿Stano loco o stano sonzo?

TERESA: ¡Un ratón con alas!

ANGELA: ¡Como con alase! ¡Ma que habla!

FAROLERA: Un murciélago.

ANGELA: ¡Un murchiolague! ¡E per esto me pongono lo nervio de punta! ¡Así no podemo vevire mase en esta casa!

TRANSITO: ¡Como que en esta casa se ha metido el diablo!

Page 8: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

ANGELA: ¿Que dice?... ¿Estano loco o estano sonzo? De dia e de noche grito, carrera. Lo susto... que si ha pasato la lechuza con chifolido encima, que sa vulcato la sale, que ta caído la tinta, que llora lu pero al fondo, que la porta sabre sola… que folano va in galera, que sotano lano herito… que se caino a lescalera e fierro, que lu trangue pisa al chico, que oigono roido a l’azotea… que se ve una luce que camina… ¡Madona, vergine adolorata! ¡Me estano poniendo nerviosa! ¡ E que no podemos dormir! ¡No podemos descansare!

TRANSITO: Y usted si quiere evitar todo esto... ¿Por qué les alquila a algunos?

ANGELA: ¿Que dice?

TERESA: Ese, de la pieza chica...

ANGELA: ¿Queñone?

TRANSITO: ¡Quiñones llamale al diablo!

ANGELA: ¿Ma que habla oste?

TERESA: ¿No le ha mirado bien la cara?

ANGELA: Hace día que no le veo la cara… E tengo acá il recibo…

TRANSITO: Mírelo bien… Desde que ha puesto los pies en la cuadra... Todos los días desgracia… Ayer a la tarde; asistencia, de noche velorio enfrente… Hoy entierro, murciélago en casa… ¿Usted no siente nada?

ANGELA: Siento un dolore a esta pierna…

TRANSITO: Un dolor raro, ¡eh… eh… eh!... y su marido sigue enfermo… y su hijo…

ANGELA: Al departamento… (Empieza a rascarse la cabeza). Me coñato que trabaca co la macanita del manise, ¿sa cuerda?, que lemo pintado col verde la estrella e abaco il letrerito: Italia e viva il trentino, mani tostado…

TRANSITO: ¡Ah, ah! ¿Qué le paso?

ANGELA: Ayer estaba co la macanita parado e la corneta in boca; l’atropilla uno carro tremendo… e la hecho pesazo, la roeda, la chomonea, lu moroñaque… e lu manise per l’aria…

TRANSITO: No le digo… Fíjese la cara…

 

8 A 

 

(Entra Quiñones, la encargada lo mira y, luego con recelo, se va).

 

Page 9: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

ANGELA: Lucifero in persona (Mutis).

QUIÑONES: (A la Farolera). ¿Qué le parece? Andan diciendo por ahí que yo soy el diablo… ¿Usted me ve cara de diablo?

FAROLERA: Cara de zonzo no tiene, y además ¿Qué le importa? Conviene hacerse el diablo… Yo no soy diablo, pero soy vieja, y usted sabe lo que le valen los años al diablo. ¿Quiere un consejo? Dedíquese a diablo y viva de los sonzos. Yo, por ejemplo, fui siempre una pobre mujer. La vida me manoseo, me golpeo, hizo pedazos mis afectos y cuando el tiempo se acerca con su carga de nieve, vea como me agarra: sola, hecha una ruina, obligada a ganarme un pedazo de pan, encendiendo faroles, haciendo luz sobre las paredes de la calle para venir después a mis cuatro paredes sin luz. Y todo ¿Por qué? Por no tener nada de diablo… Créame, amigo, en este mundo vale mucho ser diablo. (Se va).

QUIÑONES: ¿Qué te parece Gallino?

GALLINO: La Farolera sabe…

QUIÑONES: Gallino. Yo, en realidad, creo que todos están equivocados y que no tengo ni medio de diablo, porque dos veces me metí a diablo y resulte, la primera vez, con un ojo a la provenzal y, la segunda, casi me desarman la gamba izquierda de un garrotazo… Pero, compadre, mi situación no es para pobres de espíritu, estoy metido… le debo veinte guanacos a Manfredi, catorce de copetines a don Tiburcio. Pero lo grave es la vivienda, dos meses que van para tres… ¡No hay vuelta, Quiñones, hacete el diablo! (Apoya un índice en la frente y hace gestos).

GALLINO: A la verdad que te pareces… Eso si, tené cuidado… no te metas muy al hondo…

QUIÑONES: ¿Qué puede ocurrirme? ¿Un San Miguel de Ñandubay? ¡Jai, ja! Andate por ahí… (Se va Gallino. Quiñones solo). ¡Explota el físico!... ¡Quisiste hacerte el bonito, te la dieron, a ver si te haces el diablo; y te la dan!

 

8 B

 

(Aparece por el foro Bonifacio, tipo enclenque y acicalada).

BONIFACIA: Seños Quiñones…

QUIÑONES: (Este da vuelta la cara ensayando un gesto diabólico). ¿Qué hay?

BONIFACIA: Yo soy Bonifacia.

QUIÑONES: ¿La que toca la flauta?

BONIFACIA: ¡Ah! ¿Usted me ha oído?

QUIÑONES: Vive ahí enfrente…

BONIFACIA: Si señor, y doy lecciones.

Page 10: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

QUIÑONES: Bueno. ¿Y que hay?

BONIFACIA: Hay que anoche tuve un sueño… un sueño de juventud y de amor… Soñé que era verdad lo que afirma misia Transito… y que usted es el diablo en persona… (Gesto de Quiñones). ¡Ay! Yo me siento dominada por un fuego incesante: soy un ardor, una fragua, un volcán de amor… ¡No puedo contener la fiebre de mis locos deseos!... No veo más que bacantes… (Avanza re caliente con el).

QUIÑONES: ¿Dónde están?

BONIFACIA: En mis sueños de locas orgías…

QUIÑONES: Usted tiene furor…

BONIFACIA: ¡Furor de amar!... Y se me ha puesto…

QUIÑONES: ¿Qué se le ha puesto?

BONIFACIA: Que usted, en forma de hombre, es… Soy algo espiritista… y doña Transito sabe mucho de eso. ¡Usted es el diablo! (Gestos del otro).

(Quiñones saca un fósforo, lo enciende, realiza, con el, dos o tres piruetas y escucha).

BONIFACIA: ¿Quiere hacer el pacto conmigo?... Estoy dispuesta. Sacrifico mi alma son tal de que usted calme mis ansias.

QUIÑONES: ¡Ja, ja, jai! Su alma es raquítica, no me sirve… Yo busco las robustas… el alma gorda de los banqueros y los chancheros. ¡El alma de una flautista! ¡También quiso venderla Bartola, ja, jai!... ¡Son almas de canuto!

BONIFACIA: ¿No son iguales las almas?

QUIÑONES: ¡Quien lo ha dicho!... Cambia el valor y la clase: almas blancas y almas negras, culpas grandes y chicas… ¡El precio es distinto!... ¡La de usted vale poco!... ¿Qué quiere?

BONIFACIA: A Ceferino, lo amo y deseo con locura.

QUIÑONES: ¡El alma de el valía mucho! ¿Quiere volver a las andadas?... Hago el trato… Usted tiene unos pesos…

BONIFACIA: Dinero, usted. ¿Para que?

QUIÑONES: Amiga, por mas diablo que sea, al pasar por este mundo, se precisa plata…; y en el infierno, solo hay plomo, y derretido… Yo le daré la receta, y usted recobrara el vigor.

BONIFACIA: Esta bien.

QUIÑONES: Será tuyo.

BONIFACIA: ¿Será mió?

QUIÑONES: ¡Ahora silencio! ¿Cuánto tiene en el bolsillo?

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BONIFACIA: Treinta.

QUIÑONES: ¡Pase a firmar el compromiso! (Se va a su habitación seguido de Bonifacia). Perfectamente, usted me entrega el alma y treinta pesos.

 

10

 

CEFERINO: (A doña Ángela, que se acerca). Pero como que me llamo Ceferino Gayoso, que esta noche me pongo de imaginaria… y con la cuchilla en la mano, allí en un rincón del patio, y hoja que se mueva pego el salto…

ANGELA: El salto del miedo va a pegar usté… Cállese la boca, tanta parata e sa susta de lu viento que mueve la ropa tendita… ¿Lu perro llora? ¿Qué hay co eso? Le poede dolere la pierna, la cabeza. ¿Grita lu gato e córreno al techo? Se hace l’amore co la gata… ¿Hay roido al fondo? E quien sabe arguno vecino vane gateando e salgono per la ventana… ¡Esto non sono misterio! Sono cosa matrimoniale e contamatrimoniale… Oste no se ponga de centenela, perque te pode llevare nu chasque. Metase a so pieza e cuando no pode dormire… ¡Vergine adolorata! E que me stano alarmando l’inquilinato. ¡No me hagano hablare! ¿Stano sonzo o stano loco?... ¿No sabemo que la moquiere del albañile conversa col padrito de arriba, e andano a la tre e a la cuatro dabaco de l’higuera? ¿No sabemo que el hermano del chufere conversa co la coñata de don Pepe? ¡Vergogna! ¿Qué l’otro día ha estao dos horas debaco de la cama? ¿Qué m’apaga el farole? ¿Sono la sombra de la noche oscura?...

CEFERINO: Pero diga. ¿Y las desgracias que están pasando?

ANGELA: ¡Eso son otra melonga!...

CEFERINO: ¡Y entonces! Si quiere evitar el mal que se le ha entrado a la casa ¿Por qué no lo echa a ese?

ANGELA: ¿A cuale?

CEFERINO: A ese.

ANGELA: Oste también cree que…

CEFERINO: ¡Mama mía! Es una fija. Toda la casa esta convencida.

ANGELA: E me debe dos mese e pico…

CEFERINO: Ahí esta el golpe…

ANGELA: Bueno. Vaya oste de mi parte e le dice que se muda.

CEFERINO: Yo no puedo meterme…

ANGELA Lo mando yo.

Page 12: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

CEFERINO: Vaya usted.

ANGLA: ¿Tiene pavura?

CEFERINO: Usted es la encargada. (Mutis).

 

11 A

 

(Entran varias mujeres).

BONIFACIA: ¿Qué tal les ha ido en el teatro, muchachas?... Lo que es ahora se divierten. ¿Eh?

ZULEMA: A mi me encanta el teatro.

BONIFACIA: Ha sido una verdadera suerte encontrar esa amiga.

CAMILA: Es una señora tan buena…

ZULEMA: Y tan elegante…

BONIFACIA: ¿Dónde la conocieron?

ELISA: En la zapatería.

ZULEMA: Como usted sabe, trabajamos para una casa de lujo.

ELISA: Una tarde llevábamos el trabajo, ella estaba probándose unas botas.

ZULEMA: Nos empezó a hablar tan amable… es tan buena…

CAMILA: A estas les ha tomado verdadero cariño. Viera los regaos que les a hecho.

BONIFACIA: Y todas las noches al teatro… Queridas, es una ganga. Pero ustedes bien se lo merecen. No es por alabarlas, pero más de cuatro de esas señoronas muy emperifolladas ya quisieran para un día de fiesta esa cara y ese cuerpo que Dios les ha dado a ustedes… Esa señora es muy elegante. ¿Pero ustedes se creen que ella no se adorna paseando con unas amigas tan lindas?

ZULEMA: ¡Es mas buena! Viera Bonifacia lo que nos hemos reído anoche en el teatro… A esta no le llama la atención; es una boba. Cuando se acabo, fuimos a un café muy lindo, todo lleno de luces, tomamos chocolate… ¡Ah, yo iría siempre! Las otras noches, esto el viejo no lo sabe…

CAMILA: Anda con un humor de perros.

ZULEMA: Ya ve. Todo porque nos divertimos un poco. ¿Qué quiere, que vivamos encerradas día y noche? Después, el viejo es bueno, no dice nada, pero el que le llena la cabeza de cuentos es Rafael, el novio de esta…

ELISA: Mi novio no es.

Page 13: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

ZULEMA: Bueno, su simpatía… Lo tomo muy a pecho… y pretende q esta no se divierta… ¡Valiente partido! Pues la otra noche, después de la función, viera que paseo… una noche de luna esplendida, nos llevaron en automóvil hasta… donde diré, hasta el Tigre… ¡Aquello era correr!

CAMILA: Como que yo iba con el Jesús en la boca…

ELISA: Y yo mareada… ¡Cállese!

ZULEMA: Para mi, cuanto mas ligero, mas lindo…

TRANSITO: Tengan cuidado con una desgracia… Miren que anda el diablo por la parroquia… (Mutis).

CAMILA: Cállese misia Transito.

ZULEMA: Che, apurate con eso que estamos muy atrasadas.

 

11 B

 

(Entra la señora Julia).

JULIA: Buenas tardes… (Las besa). ¿Cómo les va?...

CAMILA: Con un entierro aquí enfrente…

JULIA: ¿Murió algún vecino?

CAMILA: El dueño de la panadería; de un tiempo a esta parte la cuadra esta fatal…

ZULEMA: Y le echan la culpa a un pobre hombre que vive en el patio.

ELISA: Dicen que es el diablo, que es la yeta…

JULIA: ¡Oh! Los yetatores existen… Yo llevo en la cartera como diez mascotas… Tomen muchachas, aquí les traigo mas chuchearías. Esto para usted, Zulema, es una blusa granate muy de moda; y esto para usted… No les traje a las dos porque no había más… No es más q una fantasía… con su relojito…

ZULEMA: ¡Que hermosura!

ELISA: ¡Pero para que se incomoda!

JULIA: ¡No digan zonceras!... Para usted (A Camila), estos aritos son de azabache, muy serios…

CAMILA: Por Dios… Para mí que se me han cerrado las orejas.

JULIA: Quiero vérselos esta noche… Porque hoy iremos al Victoria o al Avenida, no se… ¿Les gustaron los gorritos?

Page 14: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

ZULEMA: ¡Preciosos!

 

11 C

 

(Entra Manfredi. Julia se pone de pie al verlo).

MANFREDI: ¡Buenas tardes!

JULIA: ¿Cómo esta señor?

MANFREDI: (Serio). No se incomode, señora…

JULIA: ¿Del trabajo?

MANFREDI: Si, señora, del trabajo… (Entrando). Con su permiso…

JULIA: Su marido no me ve con buenos ojos.

CAMILA: ¡Oh, no faltaba mas!... Ni lo piense, doña Julia.

ZULEMA: Es que es así nomás, un viejo hosco, en mal engestado…

CAMILA: ¡No faltaba más! El tiene que agradecerle a usted como a nosotras.

JULIA: Bueno, ya saben ¿eh? No me van a faltar… A las ocho, les mando el automóvil. Adiós Elisa, adiós Zulema, adiós señora… (Se va).

ZULEMA: Este viejo siempre haciéndonos quedar mal…

ELISA: ¡Bah! Ahora no hizo nada.

ZULEMA: ¿Te parece poco? ¡Saluda con una cara! Parece que todo el mundo le debe algo.

CAMILA: Viene cansado del taller.

ZULEMA: Nosotras también trabajamos.

ELISA: A la verdad que… (Se levantan las dos y salen, al entrar Manfredi).

ZULEMA: ¡Cosa bárbara! (De mal talante. Mutis).

 

12 A 

 

MANFREDI: ¿Qué les pasa?

Page 15: Carlos Pacheco - El Diablo en El Conventillo

CAMILA: Que tienen razón, que les parece mal que vos andes siempre con esa cara.

MANFREDI: ¿Y con que cara voy a andar? Yo no tengo el horno para bollos. Estar allí entre las poleas desde la mañana hasta la noche, duelen los brazos y las piernas; y no puede uno caer a casa con cara de fiesta. Además, para mi no hay alegrías…

CAMILA: ¿Y que es lo que tenes embuchado, vamos a ver?

MANFREDI: Lo que tengo es lo que veo, lo que siento que viene poco a poco sobre mi casa… como una fatalidad… ¡Eso!... Y vos tendrás la culpa… Y la tendré yo, por no tener para ustedes esa energía que me sobra para el trabajo.

CAMILA: Ya venís con pavadas.

MANFREDI: Claro, es pavada que un padre se ocupe de sus hijas y les prevenga… y les enseñe el camino… Seguí, seguí tapándoles todo. Anda nomás, teatro todas las noches. Esas relaciones de flores y sombrerete… Hacelas odiar la pobreza honrada en la que viven. Que agarren la puerta. Las señoras esas las protegen. Llevalas, son lindas, son jóvenes, llevalas para el barrio de las vidrieras…

CAMILA: No, si te van a hacer caso a vos… Van a vivir encerradas ahí, siempre en la mugre, sin salir a ningún lado, como unas brutas. ¡Hace el favor, anda a tomar el aperital!

MANFREDI: Si. Desde que esa mujer viene a esta casa, no hemos tenido tranquilidad. ¿Y que quiere esa señora? ¿Qué es lo que busca? ¿No tienen bastante con el trabajo de su padre, de este pobre hombre que ha vivido peleando con las horas, este hombre que las ha criado con el ejemplo?

CAMILA: Y ¿Qué queres… que queres?

MANFREDI: (Al verlas entrar). Nada, nada. (Mutis los dos. El hacia la calle).

12 B

 

ZULEMA: ¿Has visto? ¡Siempre peleando! ¡Y que tenga una que pasarse la vida oyendo lo mismo! ¡Estoy harta!

ELISA: ¡Yo tengo una angustia! No se lo que me pasa… Desde la otra noche, cuando el automóvil corría de aquel modo, no se, me parecía que, de repente, íbamos a caer en algún sitio profundo, en un pozo sin fin…no se, tengo una especie de miedo, no se.

 

13

 

(Mutis. Aparecen Quiñónez y Bonifacia).

QUIÑONES: ¡Perfectamente! El pacto esta celebrado… y yo, en nombre de mi rey y señor infernal, te otorgo desde esta noche hasta la noche de tu agonía, el poder afrodisíaco, del que disfrutaras hasta extinguirte en tu propio fuego. ¡Desde ya eres un alma mía!

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BONIFACIA: Y mirare a un hombre…

QUIÑONES: Y como el imán al hierro. (Ademán).

BONIFACIA: Y le diré dos palabras…

QUIÑONES: Y las rendirás en loco frenesí.

BONIFACIA: Ahora, Ceferino, que siempre me desprecio…

QUIÑONES: Será esclavo de tu capricho, y yo… reiré detrás de la escalera… ¡Ja, jai!

BONIFACIA: Caro me cuesta este triunfo.

QUIÑONES: Tu alma es más hueca que tu flauta, y además no suena… Valiente bagatela, tu alma y treinta pesos a cambio de tanto amor. Además, vení: vamos a tomar una copa… ¿Querrás beber cualquier cosa?

 

14

 

(Entra Ángela que aprovecha el momento).

ANGELA: Señor Quiñones… co permiso… una palabra…

QUIÑONES: (A Bonifacia) Un momento Bonifacio. (Se acerca a la encargada, la mira y gesticula de un modo extraño). ¿Qué pasa?

ANGELA: Pasare no pasa, e que ya sono do meses cumplido, e por mas que digano lo vecino cierta estupidez diabólica, yo comprendo que oste e una buona persona (fingiendo risa cómica). Fegúrese… esto pobre ñorante… digono que oste, fegurese… digono que oste…

QUIÑONES: ¿Qué yo?...

ANGELA: Que oste e lucifero…

QUIÑONES: Acul… acul. Amala… cul… carbón… Tu ruina es segura, te quemo si me cobras… silencio mortal… mírame los ojos… acul... acul… ¡Amalacul!

(Se va. Doña Angela, estupefacta repite las últimas palabras. Mutis).

ANGELA: Acul, azul… carbone de piedra… mírame los ojos… ¡La madonna!

 

15

 

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(Doña Transito saca una latita, que hecha humo, y sahúma el patio).

 

TRANSITO: ¡Pues, pues aparta, Satán… pues, pues aparta, Satán!

ANGELA:  ¿Qué hace ahora?

TRANSITO: Pues, pues aparta, Satán… (santiguándose) ¿Salió?

ANGELA: ¿Ma que olore me mete en el patio?

TRANSITO: Es azufre… ¡Para que se vaya el mal espíritu!

ANGELA: (Un grito de mujer y un salto de Doña Ángela, aparece La Farolera con un espejo roto). ¡Que susto!

LA FAROLERA: ¡Mire!

TRANSITO: ¡Un espejo roto!

LA FAROLERA: Se cayó solo… ¡Ay, yo no me quedo sola en la pieza!

TRANSITO: Entrá querida… ¡Pues, pues aparta, Satán!... (Mutis).

ANGELA: Pues, pues no me esta gustando esta historia, pues, pues… ¿Stano loco o stano sonzo?

CUADRO SEGUNDO

 

17

 

MANFREDI: ¡Pobre Rafael; vos también comprendes, vos has visto!

RAFAEL: Y he visto, don Manfredi, lo que no hubiera querido ver con estos ojos.

MANFREDI: ¿Verdad? ¿Verdad que desde que esa mujer vino a casa todo ha cambiado? Las muchachas no piensan mas que en la calle, han perdido el cariño a su rincón… Parece que mi presencia les molesta: “Anda a tomar el apareital” me dice la vieja con rabia, porque yo soy el estorbo… La vieja, ella las tiene así de consentidas, aflojándoles la rienda… Y yo… ¿Y yo por que no me impongo?... ¡Ah Rafael! Soy un hombre cansado, para andar así siempre peleando… Ellas son grandes; han aprendido… Y todos los días me digo: “Esto se va a acabar… Desde mañana… Ahora voy a ser yo el que mande, y no me pisaran la calle de noche, con nadie… Se acabo el teatro y las visitas de esa amiga… Esa señora tan buena, esa amiga q me envenena la vida y no sé por que”.

RAFAEL: Y ahora se han ido al teatro otra vez… Yo las vi subir al automóvil…

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MANFREDI: Con la madre, y muy emperifolladas… ¡Que querés, no tengo voluntad para impedirlo!... Esa amiga, Rafael, esa amiga… ¡Vení vamos! (Se va el viejo).

CEFERINO: (Entra). ¿Qué decís, Rafael?

RAFAEL: Las muchachas…

CEFERINO: Las hijas.

RAFAEL: Anoche las seguí… Fueron al teatro… Yo me saque una delantera y de allá arriba, con el corazón apretado, vi cuando entraron al palco unos cajetillas, que se pegaban junto a ellas en la baranda y agachados hablaban, unas palabras hermano, que yo no podía oír, y mira, me sonaban aquí adentro… Vos sabes como la quiero a Elisa…

CEFERINO: Es inútil hermano… ¡Están sucediendo unas cosas! (Entran Quiñones y Bonifacia. Mutis Rafael). ¡Zas, el diablo!...

 

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QUIÑONES: Salud, jóvenes… (A Ceferino). ¿Quiere darme fuego? (Lo mira). Brasa, llama, lo que enciende, lo que quema, lo que alumbra… (Ceferino le da el cigarrillo). ¿Usted por que no se alumbra compadre?… (Devuelve el cigarrillo). Digame… (Lo lleva aparte, carcajada repentina y después, un silbido a Bonifacia, que obedece y se coloca en el punto indicado). ¿Usted quiere vender su alma?

CEFERINO: ¡Avise!

QUIÑONES: ¿Usted sabe quien soy yo?... ¡Yo a usted lo puedo fulminar!

CEFERINO: (Revoleando la fariñera, da un salto). ¡Cruz diablo; no te acerques!

(Quiñones se asusta, pero disimula y ríe mefistofélico. Ceferino mutis. Salen Teresa y Elisa con paquetes y sin ver a Quiñones, que se ha puesto al lado de la puerta).

 

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TERESA: Tengo un miedo…

FAROLERA: Y yo no puedo agarrar el sueño.

BONIFACIA: (Se acerca decidida a intentar la conquista, después de una señal a la que Quiñones contesta afirmativamente). Empezaré por el… (Ceferino y Don Manfredi caminando).

TERESA: ¡Se volvió loca!

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FAROLERA: ¡Esta que arde!

(Quiñones viene en su auxilio y se coloca entre las dos con un solo gesto. Ellas dan un grito de temor y salen corriendo tras dejar caer el pan).

BONIFACIA: ¡Me ha dicho loca!

QUIÑONES: (Por el pan) Bonifacia, recógelo… es la gracia de Dios. Loca linda de envidia.

BONIFACIA: ¿Pero Dios tiene gracia para ustedes?

QUIÑONES: Maldita la gracia que nos hace… levanta el pan. (Recoge el pan).

BONIFACIA: ¿No oíste? Me llamaron loca.

QUIÑONES: ¡Ja, jai!... ¡A fe que no mintieron! ¿No ves, infeliz, que no ha sonado la hora? Recién cuando la aguja de tu destino señale las doce de la noche, tu alma habrá pasado a mí poder. Entonces pelaras la flauta; y la flauta sonara mágicamente sobre loes sentidos de tu victima encantada. ¡A las doce de la noche! ¿A quién vas a elegir? ¿Cuál te seduce para esta noche?

BONIFACIA: ¡Ah, el que más me gusta es el señor Ceferino! Siempre me gusto, toda la vida.

QUIÑONES: Vive en el patio… Será tuyo. ¡Vamos!

 

 

CUADRO TERCERO

 

 

(Varios vecinos sentados Manfredi, misia transito, doña Ángela, Gallino que canta un estilo).

 

VARIOS: Muy bien, muy bien.

MANFREDI: ¡Hace un calor tremendo!

TRANSITO: (A las mujeres prosiguiendo su cuento). Déle llorar y llorar. Entonces el paisano envolvió la criatura en el poncho y se llego a las casas a mostrársela a su mujer… Era un hijito que les mandaba Dios, y cuando fue a abrir el poncho, sobre la cama, ¿saben que había adentro? Una canilla de muerto. (Rumor).

GALLINO: Entonces caballeros, será hasta domani. (Se va con su guitarra).

MANFREDI: Bueno vecinos que pasen buenas noches… Traiga la silla.

ANGELA: Hasta mañana…

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LA FAROLERA: Buenas noches misia Transito.

TRANSITO: Que descansen. (Mutis de vecinas).

LA FAROLERA: Buenas noches. (A Ceferino). Y déjese de ruidos y de zonceras, amigo y duerma tranquilo.

CEFERINO: Lo que es yo no duermo… Que voy a dormir con estas cosas…

LA FAROLERA: Che Teresa, trae los pañales que están en la cuerda.

TERESA: ¡Ah, no! ¡Yo no voy al fondo che!

ANGELA: ¡Vamo! ¡Vamo!... ¡Que tanto miedo! Yo le voy a traer la ropa… Ma acame il favore… (Mutis).

CEFERINO: Iba para el almacén y se me vino encima hablando en un idioma del diablo.

LA FAROLERA: Claro, si es el diablo.

CEFERINO: Ay no mas pele y me le iba a dar encima, pero el se tiro clavándome sus ojos feroces… Dormir… ¿Quién va a dormir en esta casa, dígame?... (Viene Ángela asustada y conteniendo la respiración). ¿Qué hay?

ANGELA: Nada, nada… (Energía afectada). No hay nada… Que he ido a buscare lo pañales e ma parecido que me tirabano del saco. ¡No es nada!

LA FAROLERA: ¡Que cosa! Buenas noches.

CEFERINO: Dígame, doña Transito. ¿Quién va a dormir?

(Doña Transito espía por el ojo de la cerradura en la puerta de Quiñones).

ANGELA: ¿Se ve arguna cosa?

TRANSITO: ¡Se ve como un fuego en la pieza!

ANGELA: Mire bien… Teniemo que procedere e nada más. (Sube y baja con una tremenda escopeta). Esta noche me pongo yo en guardia e a lo primero que vea, gato perro o persona naturale… cualunque bulto que via, yo le meto la descarga… Oste pode irse a dormire tranquilo, nada mase… (Haciéndolo). Apagamo lo farole… menos este y ya esta.

FAROLERA: Váyase a dormir que yo acompaño a doña Ángela y hacemos la guardia.

CEFERINO: Me voy a recostar vestido.

ANGELA: Si oste siente un tiro, cuante un cadavero… ¡Va vere come este batifondo s’acaba in casa!

(Transito empieza a echar agua en la pieza de Quiñones, alcanza a mojar a Ángela).

ANGELA: ¡Eh! ¿Qué hace col agua?

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TRANSITO: Es agua bendita, que traje ayer de Balvanera… Bunas noches. (Manfredi se sienta junto a su puerta. Ángela y Ceferino hacen mutis. Aquel, hacia su pieza alta. Antes del mutis completo el silbido de la lechuza).

FAROLERA: ¡La lechuza! ¡Cruz, diablo!

CEFERINO: Tírele doña Ángela, tírele…

ANGELA: (Apuntando). ¿A dónde va?... Cruzo diávolo… No veo nada…

FAROLERA: ¿Todavía esta levantado don Manfredi?

MANFREDI: Me tire un rato, pero no pude pegar los ojos… No se que tengo… Los nervios, una intranquilidad…

 

21

 

FAROLERA: También hace un calor… ¿Todavía no han llegado del teatro sus hijas?

MANFREDI: Es casi la hora, ya no han de tardar.

FAROLERA: (Mirando a Ángela). ¿Quiere que lo acompañe un rato Manfredi?

MANFREDI: Hágame el favor, estoy muy preocupado… (Salen).

 

22

 

(Aparecen Quiñones y Gallino; aquel, bastante pasado).

 

QUIÑONES: Yo resolví hacerme el diablo… ¿Entendés? Y ahora resulta que soy el diablo… Mira, yo he buscado muchas veces en mi coco la explicación de mi ser interior… “¿Quién soy yo?”, me pregunte tantas veces, y de adentro me contestaban: “Sos Quiñones, de los Quiñones de San Telmo… Mozos decentes y calaveras.” Pero ahora, recién ahora, cuando la cabellera declina sobre la bóveda, vengo a darme cuenta de que yo el mismísimo diablo en persona… ¡Tengo, querido Gallino, o gallináceo, el estupendo poder de las tinieblas!

GALLINO: Si, métete ahora a diablo, con esa curda, y se te va a producir…

QUIÑONES: Ya se; un programa de garrotazos… ¿Pero que importa para el que ha sabido hacer el negocio de un alma y ganarse treinta pesos? Fijate Gallino. ¿Ves esto? Luz de bengala… Esta noche, transporto los vecinos de este convento a las regiones infernales; y como persista el miedo,

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me quedo solo en la casa… Esta noche tenemos la primera aventura… Ahí viene mi mujer con su instrumento…

GALLINO: ¡Quiñones, te veo en camilla!

QUIÑONES: ¡Ja, jai! Andate por ahí…

(Se va Gallino, entra Bonifacia).

 

23

 

BONIFACIA: Ya estoy aquí…

QUIÑONES: ¿Traes la flauta? Bueno. Aquella es la pieza de Ceferino… Ahora vos te colocas allí frente a la ventana y cuando veas el fuego verde, empezás a tocar el aire triste, como te dije… Si no sale veras en mi puerta el fuego rojo, y tocaras el aire alegre… Nadie oirá tu flauta mas que el. El patio esta desierto. (Suena la hora). Es la una. (Bonifacia se coloca frente a la ventana indicada. Quiñones enciende la luz verde, y aquella empieza a tocar la flauta. Doña Ángela asoma la cabeza con un miedo espantoso, escopeta en mano. Terminando el toque triste, Quiñones enciende la luz roja, con nuevo espanto de doña Ángela que, en seguida de oír esta vez la flauta, pega el grito).

ANGELA: ¡Stano loco o stano sonzo!

(Se le escapa el tiro y gran alboroto en la casa. Salen los vecinos y corren a la pobre Bonifacio que, atolondrada a golpes, grita).

 

24

 

BONIFACIA: ¡Lucifer! ¡Lucifer!

(Sale a la calle. Gran escándalo. Quiñones se ha encerrado en su pieza. Llega la policía).

VIGILANTE: A ver, señores, un poco de orden. ¿Qué es lo que ha pasado?

ANGELA: Eso dique yo: ¿Ca pasato acá? (Temblando todavía).

VIGILANTE: ¿Quién hizo el disparo?

ANGELA: ¿Disparo? Hanno disparado todo: uno per un lado, otro per otro lado…; yo mi encontraba co l’escopeta in mano, cuando ho sentito la flauta…

VIGILANTE: ¿Qué esta hablando?

TRANSITO: ¡Ay, agente, lo que pasa es que allí esta el diablo!... ¡Abra esa puerta, si se atreve!...

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VIGILANTE: ¿Quién esta aquí?

CEFERINO: Allí esta el autor del desorden.

VIGILANTE: A ver… (Golpeando). Abra la puerta.

QUIÑONES: ¿Quién golpea la puerta a esta hora?

VIGILANTE: ¡Abra a la policía!...

(Quiñones abre la puerta y sale con la luz de bengala encendida. Exclamación de terror. Todos retroceden).

TRANSITO: ¡Jesús, Maria y José!

(El vigilante toma a Quiñones por un brazo. A parece el Oficial, se adelanta hacia Quiñones).

OFICIAL: ¿Qué pasa?... ¿Usted, quien es?...

QUIÑONES: Yo soy el diablo…

OFICIAL: Bueno; por diablo, páselo a la comisaría…

 

25

 

(Aparecen por el foro doña Camila y Elisa, ambas llorando y llegan hasta la puerta).

CAMILA: ¡Querido, querido!

MANFREDI: ¿Qué ha sucedido?

CAMILA: ¡Zulema! ¡Zulema!

ELISA: Al salir del teatro… No la vimos más… (Camila llora sobre el hombro de su marido). ¡La hemos perdido para siempre!... (Sollozante).

MANFREDI: ¡Has visto, vieja, has visto! ¡Hija desgraciada!

ANGELA: ¡Stano sucediendo cosa oncreíble, señor oficiale! ¡Ruido de flauta, gritos de noche, drama de familia! ¡El diablo sa entrato acá!...

MANFREDI: Si, señor oficial… Pero el diablo que se metió al patio no es ese que llevan a la comisaría… El diablo era una mujer, aquella amiga. ¡Aquella amiga era el diablo! (A Camila). ¡Ahora lloras! ¡Ahora lloras!

ANGELA: (Agarrándose la cabeza). ¡Sono sonzo o sono loco!...

 

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TELON