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TESIS DEDISCUSIÓNBogotá D. C., 13, 14, 15, 16 de Julio de 2017

Con

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2017Diseño:Mario Avila

Impresión:RDA5606972

Documentos AprobadosXII Pleno del Comité Central PCCBogotá D.C, 13 de diciembre de 2015

5 Presentación

Convocatoria

Crisis del capitalismo y guerras imperialistas

Colombia:Una crisis en proceso de maduración

Valoración del proceso de paz, implementación y perspectiva: Una salida democrática a la crisis

Se abren espacios para la lucha popular

La vía de la unidad para una amplia convergencia hacia una transición democrática

Reforzar la identidad comunista, fortalecer el partido, su misión histórica, su papel combativo

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Presentación

El XV Pleno del Comité Central re-unido en el mes de diciembre de

2016, además de fijar para el 13, 14, 15 y 16 de julio la nueva fecha del XXII Congreso Nacional, realizó la actuali-zación de las presentes tesis que hoy entregamos al estudio y debate no sólo de nuestra militancia, sino también de las fuerzas revolucionarias, democrá-ticas y progresistas.

La inesperada decisión de refrendar el Acuerdo de paz mediante un plebisci-to, que obligó de facto a organizar una campaña maratónica por el SÍ y cuyo

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ísresultado posterior, que por un estrecho margen le dio el triunfo al NO, precipitaron importantes movilizaciones a favor de la defensa del Acuer-do y la exigencia del inicio de su fase de implementación.

En esa coyuntura, entre agosto – noviembre de 2016, el Partido con rea-lidades y niveles diferenciados, estuvo presente en estas importantes jor-nadas. Por esta razón, prácticamente se congelaron todas las actividades preparatorias del Congreso (conferencias, tribunas, tertulias, finanzas, etc). Por otra parte, en los meses julio – noviembre de 2016 operaron cambios muy importantes en la situación internacional y nacional que por obvias razones no estaban incorporados en el análisis de las tesis a saber: el resultado del Brexit en Europa, los efectos de las elecciones en los EE.UU y el triunfo del NO en el plebiscito por La Paz.

En los primero meses de 2017 se estuvo trabajando intensamente en los ajustes finales del documento de discusión, teniendo en cuenta el signi-ficado y alcance político entorno a la propuesta del “gobierno de transi-ción” y el nuevo partido que surja del Acuerdo de paz, como también las formulaciones para enfrentar los desafíos que plantea el momento histó-rico a la lucha contra el orden contrainsurgente, la defensa de la identidad comunista y la vigencia del Partido Comunista.

Las Tesis abordan el significado y alcance político del “gobierno de transición” y el nuevo partido que surja del Acuerdo de paz, la defensa de la identidad comunista y la vigencia del Partido Comunista”

Convocatoria

El 22 Congreso Nacional se con-voca en un momento de transi-

ción hacia una nueva situación en el país, que se deriva, por un lado, del Acuerdo de Paz entre las FARC-EP y el gobierno nacional, por otro lado, de la intensificación de las luchas de cla-ses y de las movilizaciones populares frente a la ofensiva del capital, del im-perialismo y de la derecha en el ámbi-to internacional e interno. Los nuevos fenómenos políticos y la movilización popular favorecen la perspectiva de la unidad desde el campo de las fuerzas avanzadas y revolucionarias.

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ísLa lucha del pueblo por la refrendación, normatización e implementa-ción de los acuerdos influye en los cambios de la correlación de fuerzas de la política y la sociedad. La definición de un Proyecto Democrático Nacional en torno a un Programa Común que articule las diversas agen-das sociales y plataformas de lucha, es condición indispensable para acri-solar una apuesta de unidad que sepa interpretar las aspiraciones más sentidas de nuestro pueblo. En tal sentido, para las fuerzas revoluciona-rias y avanzadas se trata de proponer salidas a la crisis estructural de la desigualdad, de la antidemocracia y del terrorismo de Estado que están entre las causales fundamentales de la prolongada guerra irregular que hoy se busca superar. Ciertamente, el Acuerdo que se firme si bien no re-presenta en sí mismo la solución definitiva a las contradicciones sociales y económicas, sí implica el inicio de una nueva etapa en la lucha de clases que puede traducirse en un viraje político para el país.

El avance del proceso de paz contrasta con un contexto de fortalecimien-to de la contraofensiva de la derecha y el imperialismo en América Lati-na, y también con las fuertes tensiones y conflictos geopolíticos en medio de un ambiente recesivo de la economía mundial que amenaza con nue-vas conflagraciones bélicas.

Con este panorama son dos los motivos de fondo que justifican la convo-catoria del XXII Congreso Nacional:

1. La necesidad de adecuar la Línea Política y actualizar los componen-tes programáticos necesarios de acuerdo a los cambios operados en la situación política nacional e internacional. El avance partidario re-quiere de un remozamiento de su proyecto revolucionario en función de potenciar el debate estratégico de la unidad. Esta dinámica debe contribuir a los nuevos reagrupamientos en la izquierda y el campo popular. La perspectiva exige avanzar en la construcción de un blo-que social popular que respalde y potencie el proyecto político de la unidad.

2. Avanzar en la comprensión de los problemas que reclaman la rees-tructuración y renovación organizativa del Partido a fin de repensar los cambios necesarios para el nuevo momento. Este debate necesita ser asumido de una forma integral, de tal forma que permita plantear propuestas que fortalezcan la vigencia del Partido en la vida política

nacional, más aún en momentos en que se hace necesario dar la bata-lla de ideas por la Verdad Histórica del PCC como sujeto colectivo de reparación y no repetición.

El proceso de preparación del 22 Congreso Nacional debe hacer ingentes esfuerzos por integrar los órdenes ideológicos, políticos, organizativos de la lucha y la organización de masas. Necesitamos una lectura de conjunto con toda la base partidaria; la reflexión requiere además de un análisis relacional y funcional que posibilite incorporar las demás dimensiones de la crisis en la conciencia social, a saber: la crisis de la política y de lo político; crisis de los Partidos; crisis de la izquierda; crisis de la menta-lidad sumisa, del monopolio mediático neocolonialista, de la escuela de espaldas a la vida y a la Memoria; la crisis del aparato ideológico sindical, el papel central de la unidad del Movimiento obrero y agrario en la uni-dad del campo popular.

El nuevo momento plantea condiciones favorables para el surgimiento de un nuevo proyecto político democrático de poder que garantice la im-plementación, cumplimiento y el desarrollo de los acuerdos de paz, junto con las reformas políticas, económicas y sociales que materialicen la paz con justicia social. En el proceso de exploración de la unidad, es preci-so balancear y proyectar las experiencias acumuladas en desarrollo de la política del Frente Amplio para crear las condiciones de construcción de un proyecto común que permita dar la batalla por el cumplimiento de los acuerdos de paz de la mano con la movilización por las demandas crecientes de los procesos de resistencia, lucha social e iniciativas consti-tuyentes en la brega por la convocatoria de una Asamblea Nacional Cons-tituyente.

Nuestro 22 Congreso Nacional debe estar abierto al debate con otras fuerzas revolucionarias y democráticas que coincidan en el objetivo de la construcción de la paz democrática, con soberanía y justicia social. El proceso de preparación ha de estar de cara al país y debe tener la ca-pacidad de plantear salidas claras a la actual crisis. Al mismo tiempo, la discusión colectiva debe permitir reflexionar a todos los militantes sobre los cambios organizativos y de renovación necesarios para incidir con mayor fuerza en los espacios sociales y los territorios de acuerdo con las dinámicas de la resistencia y la movilización.

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1. Objetivo General

Llevar a cabo un análisis profundo de los cambios operados en la época actual, las tendencias del momento histórico y los desenvolvimientos de

la situación política nacional en el desarrollo de la Línea de la Solución Po-lítica Negociada al conflicto social y armado, con el fin de ajustar, donde sea necesario, las orientaciones y tareas centrales del Partido Comunista Colom-biano.

2. Objetivos específ icos

2.1 Evaluar y proyectar los desarrollos ideológicos y político-organizati-vos de la labor de masas contenidos en la Línea, Programa y Estatu-tos recopilados en los informes del Comité Central.

2.2 Elegir el nuevo Comité Central aplicando la política de Cuadros a nivel regional y nacional.

2.3 Elegir la Comisión Nacional de Ética y Garantías.2.4 Elegir la Comisión Nacional de Control Fiscal.

3. De los asistentes

El Congreso Nacional del Partido Comunista Colombiano será inte-grado de acuerdo a los Estatutos (Art. 23) y de acuerdo a las pro-

yecciones de la construcción, estructuración y fortalecimiento del Parti-do, con la sugerencia de hacer todos los esfuerzos necesarios para lograr -hasta donde sea posible- una participación paritaria de las mujeres.

3.1 Son delegados plenos: Los delegados de los organismos básicos avalados por las conferen-

cias de los comités de dirección intermedia en la siguiente propor-ción:a) Células u organismos básicos de 3 a 6 militantes: 1 delegado(a)b) Células u organismos básicos de 7 a 10 militantes: 2 delegados(as)c) Células u organismos básicos de más de 10 militantes: 3 delega-

dos(as)1

1 Nota1: Las únicas situaciones para que un delegado(a) no sea avalado son las siguientes: a) que no cumpla con los requisitos de la presente convocatoria, y b) que la persona que esté delegada se encuentre sancionada disciplinariamente. Quienes hayan sido sancionados pero cuya medida haya sido levantada podrán asistir.

3.1.1 Los miembros del organismo de dirección del Comité Cen-tral avalados por sus respectivas conferencias de los comités de dirección intermedia. Quienes no sean avalados asistirán por derecho propio con voz pero sin voto.

3.1.2 El Pleno del Comité Central de la Juventud Comunista elegirá una delegación oficial de 40 camaradas.

3.1.3 Los delegados elegidos de las siguientes Conferencias Nacio-nales Sectoriales:a. Veinte (20) delegadas de la Conferencia Nacional Sectorial

de Mujeres.b. Diez (10) delegados(as) de la Conferencia Nacional Secto-

rial Diversidades Sexuales y Género.c. Veinte (20) delegados(as) de la Conferencia Nacional Sec-

torial Sindical y Pensional.a) Diez (10) delegados(as) de la Conferencia Nacional Secto-

rial Agraria y Étnica.b) Diez (10) delegados(as) de la Conferencia Nacional Secto-

rial del Movimiento de DD.HH, Víctimas y Solidaridad.c) Cinco (5) delegados(as) de la Conferencia Nacional Secto-

rial Arte, Comunicación y Propaganda.d) Diez (10) delegados(as) de la Conferencia Nacional Secto-

rial Cívico, Barrial y Viviendista.e) Diez (10) delegados(as) de los organismos internacionales

del Partido.

3.2 Son Invitados fraternales Todas las invitaciones serán aprobadas por el Comité Ejecutivo Cen-

tral. En caso de solicitudes de los Comités de dirección intermedia, estos serán tramitados y aprobados por el CEC.

3.2.1. Las delegaciones internacionales de los Partidos comunistas, de izquierda y democráticos que invite el Comité Ejecutivo Central.

Nota2: En caso de que alguno(a) de los(las) postulados(as) como delegados(as) por las células no pueda ser avalado, deberá ser reemplazado(a) por alguien de la misma célula que sí cumpla con los requisitos de asistencia.Nota3: Los (as) delegados de células u organismos básicos que por realidades organizativas aún no estén bajo la jurisdicción de un organismo de dirección intermedia, deberán ser avalados(as) por el Comité Ejecutivo Central.

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ís3.2.2. Las delegaciones de organizaciones hermanas, Movimientos

sociales y Partidos revolucionarios en el ámbito nacional. 3.2.3. Los integrantes de las Comisiones Nacionales de Ética y Ga-

rantías y de la Comisión Nacional de Control Fiscal asistirán por derecho propio y tendrán derecho a voz y a voto siempre y cuando sean avalados por sus respectivas conferencias re-gionales.

4. De los requisitos de los delegados y delegadas

Para poder ser delegado o delegada es imprescindible que el respec-tivo Comité de la Dirección Intermedia dependiente del Comité

Central, se encuentre a paz y salvo por concepto de deuda con el Sema-nario Voz, Revista TALLER y el Departamento Nacional de Finanzas; de acuerdo con el Artículo 58 de los estatutos, tener una militancia míni-ma de 2 años para el caso de la JUCO y el Partido; y además portar su respectivo carné. La cuota de inscripción por cada delegado o delegada será informada próximamente, ésta garantizará el hospedaje desde la noche del día 1 hasta la noche del 3 de Diciembre, almuerzos y refrige-rios durante el Congreso, además de los materiales y publicaciones de trabajo.

5. De los Documentos

5.1 Las Tesis de discusión de la Línea Política del PCC serán aprobadas en el XIII Pleno del CC que se convocará para los días 5, 6 y 7 de febrero de 2016 y la publicación del documento se hará a más tardar la primera semana de Marzo, del mismo año. El proceso de prepara-ción del documento y la sistematización del debate del CEC y del CC la realizará una Comisión de Tesis conformada por: Jaime Caycedo, Carlos Lozano, Gloria Ramírez, Jairo Estrada, Sergio De Zubiría, Ál-varo Oviedo, Adriana Vanegas, Giovanni Libreros, Alfonso Conde, Darío Fajardo Montaña y William Monsalve.

5.2 En el periodo de preparación del Congreso se publicaran al menos tres números de la TRIBUNA donde los y las militantes pueden apor-tar a las Tesis y proponer otros temas. La responsabilidad de su publi-cación será de una comisión conformada por Rubiel Vargas, Claudia Flórez y Víctor Valdivieso.

6. De las Conferencias preparatorias

6.1 Las Conferencias preparatorias se reunirán a partir de la segunda se-mana de Mayo hasta la segunda semana del mes de Junio. Estos even-tos, además de aportar a las tesis, aprobaran el Censo de organismos y militantes, el cual será contrastado con el reporte financiero que ha-cen las regiones en términos de cuota ordinaria y cuota de construc-tores, además de estar a paz y salvo con el Departamento Nacional de Finanzas. Además, las Conferencias propondrán las candidaturas al Comité Central, a las Comisiones de Garantías y Control Fiscal, aprobaran los respectivos aportes a los documentos centrales, los que deberán hacer llegar a más tardar el 2 de julio de 2016 a la Comisión de Tesis.

6.2 Se programarán las jornadas de carnetización en común acuerdo y coordinación con los Departamentos Nacionales de Organización y Finanzas. A más tardar hasta el 8 de junio de 2016 se recibirán solici-tudes de los Comités de los organismos de dirección intermedia para la expedición de los carnets.

6.3 El documento de Informe Central al Congreso se elaborará tenien-do en cuenta los aportes de las Conferencias preparatorias (no habrá lectura de estos en las sesiones del Congreso) y se aprobará en el XIV Pleno del Comité Central que se reunirá en Bogotá los días 10, 11 y 12 de Junio 2016, el cual también aprobará el Balance del Plan de Tra-bajo y la Evaluación del Comité Central y propondrá Criterios para la elección del CC, Reglamentación y Orden del Día del Congreso.

7. De la preparaciónPara garantizar el éxito de la preparación del Congreso, el CEC nombrará las siguientes Comisiones: Comisión de Tesis, Comisión Internacional, Comisión de Organización y Logística, Comisión de Seguridad, Comi-sión de Acreditación y Comisión de Cuadros y Electoral. Estas Comisio-nes deberán presentar al CEC el Plan de Trabajo de cada una de ellas y serán coordinadas por el Departamento Nacional del Organización. El CEC realizará un plan de giras para la atención de los debates regionales.

XII PLENO NACIONAL COMITÉ CENTRALBogotá D.C, 13 de diciembre de 2015

Crisis del capitalismo y guerras

imperialistas1 La fase actual de acumulación capi-

talista se caracteriza por una crisis que abarca varias facetas en términos económicos, políticos, sociales, cultu-rales y ambientales. En lo inmediato, la crisis del modelo financiero neoli-beral; en el mediano plazo, el debili-tamiento de la hegemonía norteame-ricana; y a largo plazo, son apreciables importantes signos de crisis sistémica del capitalismo, esto a causa de lo que Marx denominó, en el III tomo de El Capital, la “Ley de la tendencia decre-ciente de la cuota de ganancia”, con-

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cepto que nos permite apoyar la tesis de que estamos en presencia no de una simple crisis cíclica sino más bien ante “evidentes signos de una grave crisis de acumulación de capital”, que viene marcando el tránsito de la humanidad por un largo periodo, cuyo rasgo princi-pal, es el acelerado deterioro de los modelos civilizatorios de la racionalidad moderna y colonia-lista, con todos sus peligros y po-sibilidades, y que podría implicar la emergencia de un nuevo orden mundial donde está en disputa la hegemonía global en el gran ta-blero geopolítico de las potencias imperialistas.

2 A pesar de las expectativas acerca de la reactivación eco-

nómica mundial, ésta se mues-tra débil y con turbulencias que la pueden llevar nuevamente a la recesión. La recuperación de las principales economías es lenta (EE.UU. 2,5%, UE 1,5%, Japón 1,3%), producto de una baja tasa de inversión y la caída del consu-mo, asociadas a la caída de la tasa de ganancia y un desempleo que se mantiene alto, especialmente, en la zona Euro (FMI, 2015, p. 5). Por otra parte, los países capitalistas emergentes (BRICS) han contraí-do sus PIB, producto de la caída de los precios del petróleo y la de-manda de otras materias primas,

explicado por un menor consumo de China. Estos comportamientos se reflejan en un crecimiento me-nor de la economía mundial que lo pronosticado (3,5% a 3,1%). Esta débil recuperación se encuentra amenazada por la alta volatilidad de los mercados financieros que se traducen en menor inversión, desempleo y depreciación de las monedas de las economías emer-gentes y en desarrollo.

3 En este contexto las clases go-bernantes desarrollan su ofen-

siva contra los derechos económi-cos, sociales, políticos y culturales de las masas populares buscando descargar sobre ellas todo el peso de la crisis: crece la polarización social; se liquidan las garantías laborales que los obreros han ga-nado gracias a sus luchas; se re-ducen el salario y las pensiones; crece la edad de jubilación; se destruyen los sistemas públicos de educación, asistencia médica y seguridad social; aumentan las di-mensiones de la pobreza, hambre, enfermedades y mortalidad infan-til. El número de desocupados en el mundo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), supera los 200 millones de perso-nas. Las dimensiones de la miseria en el mundo crecen vertiginosa-mente. Según la ONU, el número de personas que padecen de ham-

bre superó los mil millones, cada día mueren por hambre 20 mil niños y no es por la escasez de los alimentos; tal es el resultado de un sistema orientado a contrarrestar la tendencia mundial a la caída de la tasa de ganancia.

4 Desde el fin del bipolarismo la humanidad sufre una nue-

va escalada de la amenaza y el uso de la fuerza como medio de apropiación de los mercados y los recursos naturales del plane-ta, entre ellos, los hidrocarburos, el agua y la biodiversidad; dicha fuerza está hoy concentrada prin-cipalmente en África del Norte y Medio Oriente, y justificada con el doble rasero que las potencias imperialistas usan para, por un lado, demonizar, juzgar, conde-nar, bloquear y agredir a quienes deciden catalogar como enemi-gos, tal como ocurrió con Irak, Libia, Siria, Irán y Yemen, y, por otro lado, para justificar, exone-rar de crímenes, encubrir y apo-yar a sus aliados, como sucede con Israel y Arabia Saudita, entre otros. Apreciado en su conjun-to, el actual orden internacional se caracteriza por una crecien-te tensión entre quienes pugnan por consolidar el multipolarismo y las pretensiones unipolares del imperialismo norteamericano y la OTAN.

5 Se observa la confrontación de dos tendencias en la arena in-

ternacional. Por un lado, la ofen-siva imperialista desplegada des-pués de la destrucción de la URSS; sus direcciones clave son: el cerco geoestratégico a China, el proyecto del “Gran Oriente Cercano”, el so-juzgamiento neocolonial de Áfri-ca, el “tratamiento preventivo” de América Latina, la integración de las ex repúblicas de la Unión So-viética en la órbita de sus intereses. De otro lado, la formación de los BRICS con participación de Brasil, Rusia, India, China y la República Sudafricana significa la voluntad de formar un centro alternativo de influencia global. Estos países disponen de la mayor parte de la población del mundo y de una parte considerable de la economía global. El poderío económico de los BRICS puede convertirse en un serio obstáculo para la configu-ración de un nuevo modelo colo-nial del mundo. Una característica común es la incidencia de formas de capitalismo de Estado que so-porta la autonomía política frente al imperialismo, el poderío militar defensivo y la decisión de cooperar en grandes proyectos económicos convergentes.

6 Concomitante al escenario descrito, el imperialismo de

EE.UU y la UE, su aparato militar,

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la OTAN y sus derechas naciona-les, desarrollan una ofensiva po-lítica, económica y militar con el fin de allanar mejores condiciones geopolíticas para el control de re-giones estratégicas, que se expre-san en una escalada de tensiones y conflictos a nivel internacional. Las tensiones de mayor intensidad se concentran en el Mediterráneo, especialmente, en los países del Me-dio Oriente, donde, por una parte, se entrelazan las principales fuen-tes y rutas de gas y petróleo del pla-neta, tanto hacia la UE como a Asia (China e India) y, por otro lado, en donde Estados Unidos y la UE in-tentan copar a Rusia por su control. Se mantienen las sanciones econó-micas de occidente contra Rusia, a raíz del golpe de Estado en Ucra-nia el 22 de febrero de 2014 y de las conmociones internas provocadas con la intención de incorporar a ese país en la órbita de la OTAN. En extremo Oriente las tensiones en el mar de China van en aumen-to, producto de las disputas entre China y Japón por las islas Diaoyu/Senkaku. Recientemente, Japón re-formó su ley de seguridad y defen-sa, y su Constitución, pasando de unas fuerzas de autodefensa a unas fuerzas de agresión, que le confie-re mayor poder de intervención. En la misma región, Corea es otro eje de conflictos actuales y poten-ciales: al interés de los norcoreanos

de fortalecer sus mecanismos de defensa nacional se enfrentan paí-ses occidentales, EEUU a la cabeza, que intentan impedirlo con presio-nes de carácter económico que co-rren el peligro de agudizarse hasta generar conflictos bélicos como los ya anunciados por funcionarios del gobierno norteamericano. Estados Unidos, Japón y el sur de Corea pueden convertirse en el eje de la agresión contra la Republica Popu-lar Democrática de Corea.

7 La estrategia imperialista en lo económico se orienta esen-

cialmente al debilitamiento de los BRICS, con el despliegue de un cerco geopolítico y la imposición de sanciones económicas a Rusia, la manipulación de la informa-ción sobre el comportamiento de la economía China y la desesta-bilización política de Brasil. Esto último es un aspecto esencial de la ofensiva contra los gobiernos pro-gresistas en América Latina. Los BRICS tienen el 50% de la pobla-ción mundial y el 30% de la super-ficie terrestre, generan el 22% del PIB global, poseen el 45% de las reservas de divisas, tienen abun-dantes reservas de petróleo, gas (sobre todo Rusia y Brasil), carbón y minerales, producen muchos alimentos y sus economías son complementarias. Brasil también está muy integrado a Suramérica a

través del MERCOSUR y la UNA-SUR. Sin embargo, los BRICS si-guen siendo países que hacen par-te del sistema capitalista, donde perviven notorios rasgos de des-igualdad social, y solamente Chi-na proclama un proyecto de largo plazo de transición al Socialismo.

8 Las alianzas “inter imperia-listas” o “ultra imperialistas”

como las llamó Lenin, solo pue-den comprenderse en el actual contexto como treguas entre guerras. En, “El imperialismo fase superior del capitalismo”, se explica cómo “las alianzas pacífi-cas preparan las guerras” dando lugar a una sucesión de formas de lucha sobre un mismo terreno de vínculos imperialistas y de rela-ciones entre la economía y la po-lítica mundiales. La crisis actual del capitalismo encierra múltiples contradicciones y su proceso de reestructuración hacia una nueva fase puede venir aparejado con nuevas guerras y conflictos arma-dos, denominados en la década de los noventa como de “cuarta ge-neración” y que incluyen las gue-rras asimétricas, las operaciones encubiertas, la guerra sucia, las guerras civiles, el terrorismo, la propaganda negra y las operacio-nes militares conjuntas como las que se adelantan actualmente en Siria y que pueden incluir nuevas

modalidades como la expansión extra-continental de la OTAN.

9 Las potencias imperialistas destruyen países –incluida su

economía y cultura–, crean cri-sis humanitarias y acto seguido cierran sus fronteras para limitar los impactos colaterales de la mi-gración de víctimas y desplazados que ellos mismos generan y que les afectan directamente. Luego, los migrantes que logran asentarse en esos países son víctimas de un trato discriminatorio y de agresio-nes xenófobas. La intensificación de las “guerras de cuarta genera-ción” en el Medio Oriente, África del Norte, África Subsahariana y Asia demuestra que las potencias imperiales alimentaron guerras civiles y apoyaron con dinero, armas y entrenamiento a grupos terroristas con el fin de derrocar gobiernos, fragmentar naciones y facilitar así su re colonización. El terrorismo es una criatura del im-perialismo que se ha vuelto contra sus creadores. De ahí la necesidad de que la condena mundial a toda forma de guerra imperialista, in-cluido el intervencionismo mili-tar, la guerra sucia y el terrorismo, sea generalizada y contundente.

10 En la escala de los conflic-tos que amenazan la paz,

se destaca el peligroso asedio a Si-

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ria, donde la OTAN y sus aliados regionales, entre los cuales se en-cuentra Israel, intentan derrocar al gobierno de la última república árabe laica liderada por el Baaz (Partido del socialismo árabe). Merced al apoyo de Rusia, que ata-ca las posiciones de ISIS y de otros grupos terroristas, el presidente Bashar Al Assad y el ejército sirio resisten. La actitud de occidente es hipócrita, porque mientras dice combatir al terrorismo respalda a varios de esos grupos, en tanto Turquía, miembro de la OTAN, ha sido desenmascarado como activo financiador del “Estado Islámico” a través de la compra de petró-leo ilegal con la complicidad de algunas poderosas transnaciona-les como la EXXON y, adicional-mente, ha devenido en cabeza de puente para la provocación contra Rusia.

11 Siria sigue siendo la encru-cijada que puede llevar a

la paz o a la guerra a buena par-te del mundo: una paz impulsada por quienes luchan por una res-ponsabilidad compartida en un mundo multipolar; una guerra como consciente recurso destruc-tivo que lamentablemente pue-den utilizar aquellos que siguen obstinados en un control unipo-lar del mundo. La guerra en Siria es el teatro de batalla de Estados

Unidos con una multitud de ob-jetivos geopolíticos que van des-de monopolizar para su beneficio la ruta del petróleo y el gas, hasta consolidar el régimen sionista en Israel, cercar militarmente a la Re-pública Popular China y Rusia y lograr un control político absoluto de la región. La guerra que pade-ce la nación árabe reclama que se retomen las vías del diálogo entre el régimen del presidente Bachar al-Assad y de los sectores subleva-dos, sin injerencia extranjera y sin las provocaciones de las fuerzas extremistas patrocinadas por los EE.UU y la OTAN. Siria reclama una solución por la vía de la ne-gociación de las reformas a las que gobierno había accedido en los al-bores del conflicto.

12 El pueblo palestino, sigue de manera heroica resis-

tiendo y enfrentando la política exterior norteamericana y euro-pea de impedir a las poblaciones árabes liberadas —gracias al apo-yo internacionalista del otrora campo socialista— que logren su desarrollo económico por una vía no capitalista, estrategia en la que el papel del Estado de Israel es el de agente político-militar peón en la región al servicio del imperia-lismo. El continuo expansionismo del estado de Israel hacia los te-rritorios donde se concentran re-

cursos estratégicos como el agua, ha sometido al pueblo palestino a una existencia en condiciones in-frahumanas, aún en contra de las resoluciones de la ONU. La ele-vación de la conciencia sobre esta situación histórico-concreta por parte de los movimientos sociales y políticos debe ayudar a reactivar la solidaridad internacional con Palestina, como parte de las estra-tegias de la lucha anti-sistémica y por la paz a escala mundial.

13 Las manifestaciones mun-diales contra la invasión

imperialista de Irak en 2003 se constituyeron en un importan-te referente en la historia de los movimientos sociales en la época de la mundialización del capital. Muchas organizaciones, movi-mientos pacifistas y anti-bélicos ya se habían movilizado contra la agresión en Afganistán en el 2001. Las actuales guerras imperialis-tas ponen de presente la urgencia por la reconstrucción del movi-miento mundial por la paz, acción que necesita ir de la mano con la formación de una conciencia an-ti-sistémica, anti-imperialista y anti-colonialista, en especial con los jóvenes y las mujeres a escala planetaria. Es fundamental el pa-pel de las organizaciones sociales y políticas, y en especial su articu-lación con el “Consejo Mundial de

Paz” a través de la reactivación del capítulo colombiano en dirección a construir una “Plataforma regio-nal contra la intervención militar extranjera y a favor de la solución política de los conflictos en el mundo”, cuyo objetivo sea promo-ver una agenda internacional por la paz, la integración con sobera-nía y la libre autodeterminación de los pueblos.

14 La crisis económica del viejo continente tiene su

origen en el colapso financiero desatado por la crisis hipotecaria estadounidense en 2007, la cual terminó por desplazar el epicentro de la crisis global a la Unión Eu-ropea. La incapacidad de la social-democracia para brindar salidas distintas a la de castigar la clase media, los trabajadores de bajos ingresos y los pensionados prepa-ró el terreno para el resurgimiento de los sectores conservadores, la ultraderecha xenófoba y anti-mi-grante. En el extremo opuesto, los detentadores del capital financiero incrementaron sus utilidades y su influencia sobre la política llevan-do a los gobiernos a endeudarse para salvar los bancos que estaban al borde de la quiebra. Con estas políticas la socialdemocracia de-mostró su verdadero talante de aliado del neoliberalismo. Como consecuencia los gobiernos so-

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cialdemócratas fueron cayendo uno detrás de otro en España y Grecia; y también hubo cambios de orientación en Italia, Portugal, Chipre y Francia.

15 A contrapelo de esta ten-dencia fueron los resul-

tados de las parlamentarias en Portugal donde la Coalición De-mocrática Unitaria (PCP y PEV) y el Bloque de Izquierda avanzaron, logrando, bajo un acuerdo con los socialistas, derribar al gobier-no de derecha y avanzar en una serie de puntos que tienen como objetivo recuperar los salarios, las pensiones y el empleo. En Grecia el gobierno de Syriza prosigue sus esfuerzos por recorrer la costosa ruta escogida de confrontación de la crisis. Las elecciones en España mostraron el retroceso del Partido Popular neofranquista y el avan-ce de Podemos a la cabeza de las fuerzas progresistas. La izquierda europea empieza a encontrar for-mas de respuesta a las políticas neoconservadoras de la llamada troika, a saber: el Banco Europeo, el Consejo de Europa y el FMI.

16 Las relaciones económicas europeas han sido tensio-

nadas por los resultados del Bre-xit, consulta en el Reino Unido sobre la salida o permanencia de este país de la Unión Europea. El

surgimiento de un nacionalismo cuasi chovinista impulsado por los sectores derechistas conquistó a los jóvenes y los sectores me-dios permitiendo una victoria in-esperada. También contribuyó a este resultado la campaña de los comunistas en favor de esta de-cisión. Para ellos estaba en juego el fortalecimiento de la economía interna y que según el argumento, ello favorece la lucha de clases en el plano nacional, puesto que el Brexit afecta a la burguesía finan-ciera y su capacidad de manio-bra del régimen político. Por otra parte, la consulta toca también la capacidad de dominación de los procesos globalizadores que lidera los Estados Unidos en alianza con los gobiernos neoliberales y los grandes monopolios en Europa. Desde esta óptica el imperialismo norteamericano también sale afec-tado con esta decisión, puesto que sin la presencia de la Gran Bretaña en la UE se debilitaría también la alianza imperialista EEUU-UE.

17 Ante este panorama, la coordinación de los Parti-

dos comunistas y obreros son un buen escenario para promover la discusión y una lectura común de la situación internacional; éstas serán más productivas si se crista-lizan en coordinación de acciones internacionales de solidaridad con

los pueblos oprimidos, en defensa de los derechos sociales y en con-tra de las pretensiones del impe-rialismo. Las controversias en los últimos Encuentros de Partidos Comunistas y Obreros (EPCO), están referidas a las decisiones tomadas por algunos Partidos en los ámbitos nacionales, especial-mente, por la colaboración con otras fuerzas políticas de carácter socialdemócrata. Estos debates que se hacen en caliente se están decantando con el tiempo; frente a ello el tratamiento respetuoso de las diferencias y la búsqueda de consensos son fundamentales.

18 Los Estados Unidos siguen siendo la primera potencia

imperialista en todos los terrenos, pero su estructura económica de-clina en la competencia mundial, tiene crisis cada vez más frecuen-tes, consume muchos minerales y energía que no posee en cantidad suficiente, y enfrenta el peligro de salir derrotado en las guerras que libra en varios continentes. Inclu-so, su actual producción de petró-leo de esquisto no parece sosteni-ble a precios por debajo de USD 60 el barril, por lo que su aparente tendencia al autoabastecimiento de petróleo no es real. Aún más, de prolongarse la baja de los pre-cios del petróleo, peligra incluso la estabilidad de su sistema ban-

cario debido a la imposibilidad de recuperar las cuantiosas inversio-nes realizadas en la tecnología de esquisto.

19 El país norteamericano continúa retrocediendo en

el PIB y el comercio mundial, y su moneda tiende a ser desplazada por otras divisas fuertes. De tener el 50% del PIB mundial hace mu-chos años (a precios corrientes), la economía estadounidense pasó a tener el 31% en el año 2000 y el 21% en 2014. China ya tiene el 15% del PIB mundial a precios co-rrientes; superó a Japón, Alemania y otras grandes economías capita-listas y se encamina a sustituir a los Estados Unidos en el terreno de la producción. Los Estados Uni-dos pasaron de tener más del 30% de las exportaciones mundiales a tener el 9%, cantidad menor que la de China, actual líder del planeta con el 12%. Esos datos muestran que el dólar tiene que compartir, de manera creciente, su espacio mun-dial con otras monedas, tales como la china y, posiblemente, la futura moneda del BRICS, si ese proyecto se consolida y si las estructuras fi-nancieras que ha creado (el banco y el fondo de reservas por cientos de miles de millones de dólares) superan a las del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, bajo control imperial.

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20 El triunfo de Trump es al mismo tiempo una demos-

tración del fracaso del neolibera-lismo y una respuesta reaccionaria a la crisis capitalista mundial. El magnate atrajo la votación no solo de una clase media golpeada sino también de los trabajadores blan-cos norteamericanos afectados por el desempleo y la informalidad laboral, situación que está acu-mulando factores negativos que pueden desembocar en una gran crisis social. En los últimos años fueron eliminados por lo menos 5 millones de puestos de trabajo en el sector de la industria. En el caso de los jóvenes se registra una tasa de desocupación del 15%. La des-aceleración económica y la baja tasa de crecimiento experimenta-da en 2016, generan un ambiente recesivo a mediano y largo plazo tras la crisis financiera de 2008. Desde entonces, la deuda pública se multiplicó llegando a un 120% del PIB, cuyo acreedor principal, después de la Reserva Federal, es China.

21 Es en este marco donde hay que situar el giro político

de corte nacionalista y ultra-re-accionario de la Casa blanca. Ello porque los EE.UU. en las últimas décadas implementó un modelo de acumulación de carácter espe-culativo en el que predominó el

capital financiero sobre el capital productivo. El fenómeno Trump representa un proyecto político de ultraderecha que se alimenta de la crisis social generada por la financiarización de la economía norteamericana, y que por la vía de la demagogia y del populismo fascista plantea “supuestas sali-das” a las políticas neoliberales de los últimos gobiernos. Esta línea neoproteccionista, conservadora y xenófoba, contempla medidas como la salida de los EE.UU de los Acuerdos de Libre Comercio (Tratado Transpacífico, NAFTA), el levantamiento de un muro en la frontera mexicana, la persecución a la población migrante, entre otras. La tarea del nuevo gobierno es profundizar la política imperial del Pentágono y el complejo mili-tar, enfocados en preparar al país para otro conflicto mundial.

22 La nueva orientación de la administración Trump va

a implicar ajustes en la política ex-terior del imperialismo yanqui ha-cia su “patio trasero”. Además de la actitud hostil hacia México, se espera afectaciones al proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba y segura-mente se endurecerá el embargo económico contra la isla. Todo esto en contravía de la decisión de la última Asamblea General de la

ONU que aprobó —con la absten-ción de los EE.UU— una resolu-ción en contra del bloqueo, y simi-lar fue la postura asumida por la XXV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. El aparente desinterés de Trump por América Latina no necesariamen-te significa el final de la política intervencionista hacia Venezuela, y por el contrario esta puede tor-narse más provocadora y agresiva, apoyándose más directamente en la campaña sucia, el cerco mediá-tico internacional, la conspiración política, la financiación directa al sabotaje económico y la presencia paramilitar con el fin de desesta-bilizar y derrocar al gobierno bo-livariano.

23 Después de las dictadu-ras del cono sur, la hoja

de ruta del capital indicaba una estrategia de transición hacia un régimen de “democracia goberna-ble” para el neoliberalismo. Desde luego, la condición para ello era el mantenimiento de la impunidad sobre los crímenes de Estado y las violaciones de los DDHH. Los dos modelos existentes de transición fueron el español de “los acuer-dos de la Moncloa”, que no era otra cosa que una combinación de monarquía y bipartidismo, donde la izquierda quedaba “representa-da” por el PSOE de Felipe Gonzá-

lez. El otro modelo lo constituyó “la revolución de los claveles” en Portugal, que consistía en una conjunción entre el ejército y el Partido comunista a la vanguar-dia del proceso. Obviamente la vía española ha sido el modelo a apli-car para la transición en América Latina. Los regímenes de “demo-cracia restringida” para imponer el neoliberalismo y la impunidad, terminaron por ceder a los proce-sos de resistencia de donde surgie-ron los gobiernos democráticos y populares.

24 La actual situación latinoa-mericana está delineada

por la estrategia posneoliberal de la CEPAL cuyo carácter neoestructu-ralista se viene aplicando desde los años 90. Se trata de una estrategia para estabilizar la reestructuración capitalista neoliberal que consta de tres momentos sucesivos; una primera etapa de “ajuste, estabiliza-ción e inicio”, seguida de una “pro-fundización de las reformas estruc-turales” y finalmente una etapa de “consolidación de las reformas y restauración de los niveles de in-versión”. La primera fase acabó con el modelo de acumulación ba-sado en la sustitución de importa-ciones aplicado entre los años 70 y 80 durante las dictaduras militares y los gobiernos autoritarios. Las dos etapas siguientes eran la tarea

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de los gobiernos de la transición a las “democracias restringidas” como la Concertación en Chile y, la última fase, estaría en desarrollo en medio de las disputas entre los gobiernos alternativos y las dere-chas golpistas.

25 A finales de la década de 1990, fuerzas de izquier-

da y progresistas obtuvieron cin-co triunfos consecutivos en las elecciones presidenciales en Ve-nezuela, cuatro en Brasil, tres en Argentina, tres en Uruguay, tres en Bolivia, tres en Ecuador, dos en Nicaragua y dos en El Salvador; a los que se suman dos triunfos no consecutivos en Chile, uno en Guatemala, uno en Panamá, uno en Honduras y uno en Paraguay; y tres elecciones presidenciales ganadas en República Dominica-na por el Partido de la Liberación Dominicana y una por el Parti-do Revolucionario Democrático de ese país, ambos de identidad progresista, para un total general de treinta y cinco elecciones pre-sidenciales en el conjunto de la región. El cambio sin precedentes ocurrido en el mapa político de América Latina y el Caribe fue el que hizo posible acontecimientos como la ruptura del aislamien-to impuesto por el imperialismo norteamericano contra la Revo-lución Cubana, los avances en el

proceso negociador entre el Esta-do colombiano y las FARC-EP y el desarrollo de un proceso similar con el ELN.

26 La recesión económica mundial está impactando

de manera grave la región. La caí-da de las exportaciones por la me-nor demanda China de materias primas, el hundimiento de los pre-cios del petróleo, conjuntamente con las devaluaciones, están in-crementando de manera alarman-te los déficits fiscales y la deuda externa (en dólares) de manera importante, situación que puede agravarse con la salida de capitales golondrina hacia tasas de interés más atractivas como la promovida por la FED a finales de 2015. Ante ello, los gobiernos neoliberales re-ducirán la inversión social y con la suficiente fuerza podrán feriar el patrimonio público reconquis-tado (en el caso de los gobiernos progresistas) o el que queda por vender. Ello también afecta a los gobiernos progresistas de la re-gión, que hasta ahora no han comprometido la inversión social a pesar del ataque de la derecha y las críticas de centros financieros internacionales.

27 En este marco se desen-vuelve la contraofensiva de

las derechas nacionales y el impe-

rialismo norteamericano contra las ideas, propuestas y gobier-nos progresistas en ALyC, es por ello que la disputa socio-política se tornará más tensa, entre la iz-quierda progresista y la ola neo-conservadora. Luego de una déca-da de logros en materia social, en recuperación de sectores estraté-gicos de la economía y un manejo más soberano de las finanzas pú-blicas, que mejoraron los niveles de vida en muchos aspectos (in-cluido el consumo), esta ola neo-conservadora pretende revertir lo hasta ahora alcanzado. Los golpes blandos, la desestabilización eco-nómica y política, una supuesta renovación de los cuadros y dis-curso de la derecha (en el fondo un marketing político), sumado a las evidentes fallas y límites de los gobiernos progresistas, han abier-to campo a los triunfos electorales de la derecha.

28 Las críticas a los gobier-nos progresistas señalan

de cierta manera sus límites, la in-capacidad relativa para cambiar la matriz productiva extractiva, los escándalos de corrupción, el aleja-miento de la movilización social y la falta de decisiones para desple-gar nuevas formas de poder popu-lar; están siendo interpretadas y convirtiéndose en justificaciones de la idea del “fin de ciclo pro-

gresista”, tesis que concibe el pro-ceso social de manera pendular, de alternancia entre la derecha y la izquierda, que llama al inmovi-lismo ante el desmonte de lo hasta ahora ganado y desconoce el nivel de conciencia ganado por muchos sectores sociales que de seguro van a oponerse a la regresión en materia de política social.

29 Los golpes parlamentarios de Paraguay y Brasil, la de-

rrota electoral en Argentina y las graves dificultades en Venezuela, han puesto de presente la auto-crítica y la necesidad de corregir los errores cometidos. Es preciso reconocer que las dificultades no se reducen a una conspiración im-perialista, sino que se trata de una construcción muy elaborada de instituciones poderosas que traba-jan para los monopolios transna-cionales y que han logrado poner a su servicio a grupos importantes de la burguesía latinoamericana, para colocarse en el centro polí-tico e inventarse terceras vías en apariencia criticas del neolibera-lismo, pero que en realidad bus-can adaptarlo de manera “flexible” a las nuevas circunstancias. Las derrotas sufridas le están ense-ñando a la izquierda la necesidad de elaborar el programa mínimo de carácter integral con base en las necesidades populares, con el

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protagonismo de la clase obrera, el campesinado, la intelectualidad y las capas medias, y que cuenten sobre todo con una perspectiva socialista.

30 Parte de las contradiccio-nes del proceso revolu-

cionario venezolano es no haber logrado desde el comienzo dar pasos importantes en la trasfor-mación de la economía nacional en un nuevo modelo productivo que hubiese permitido romper la dependencia a las importaciones del país. Pero los obstáculos para construir un modelo socialista en lo económico, no significa que se tenga que regresar al pleno do-minio del capitalismo. En el cor-to plazo de lo que se trata es de avanzar hacia un modelo de eco-nomía con soberanía nacional, deslindando campos con la vieja oligarquía y sus monopolios, y si bien ello en medio de la confron-tación no niega la posibilidad de allanar una solución política al conflicto social interno. La solu-ción política en Venezuela es ne-cesaria para el nuevo período que se debe abrir en Colombia con los acuerdos de Paz. La solidari-dad combativa con la revolución bolivariana, la difusión y defensa de sus logros, la exigencia del res-peto a la no intervención en sus asuntos internos, el respaldo a su

gobierno legítimo y al presiden-te Maduro, representan tareas de primera magnitud en el quehacer internacionalista del Partido y de la JUCO.

31 El proceso de paz en Co-lombia y la integración

latinoamericana deben producir una ola democrática en el país y que hagan de ALyC una gran zona de paz que garantice un mo-delo de seguridad basado en el respeto a la soberanía nacional y que rechace la intervención mili-tar extranjera. Para ello debemos trabajar por el retiro inmediato de todas las bases militares de Estados Unidos y la supresión del convenio militar del gobier-no de Colombia con OTAN y el Comando Sur que expande arbi-trariamente el papel de ese pacto agresivo en nuestro continente. La paz en Colombia exige cohe-rencia política y garantía de segu-ridad para los países hermanos. No podemos ceder nuestros puer-tos, instalaciones o bases sin entre-gar al mismo tiempo la soberanía regional. En estas circunstancias el nacionalismo antiimperialista juega un papel destacado al igual que la solución política negociada como medio para evitar los planes intervencionistas y consolidar por esta vía el proyecto integrador de Nuestra América.

32 Las experiencias del tra-bajo internacional son va-

liosas y se han reactivado gracias a la labor colectiva de la Comi-sión. Esto nos permiten avanzar aún más en el estudio de los nue-vos problemas de la política in-ternacional, llevar nuestra visión propia a los escenarios comparti-dos, encaminar y promover la so-lidaridad con los pueblos oprimi-dos del mundo y recabar el apoyo internacional para el proceso de Paz, el pos-Acuerdo y, así mismo, el desarrollo del Partido. Hace falta una mayor coordinación del conjunto de frentes de actividades en los que actúan los comunistas,

entre los cuales deben resaltarse la destacada labor internacional de la JUCO, del frente agrario, cooperativo, sindical, de la mu-jer y de la cultura. La solidaridad internacional es de doble vía, por ello es necesario un mayor es-fuerzo por posicionar nuestras iniciativas, hacerlas duraderas y con la mayor cantidad de aliados posibles tanto en el exterior como en Colombia; para ello debemos ser más sistemáticos en nuestras relaciones con embajadas y Par-tidos amigos, así como coordinar de mejor manera nuestros dife-rentes organizaciones de solida-ridad.

Colombia: Una crisis en proceso de maduración

33 Al igual que en la mayor parte del globo, la economía colom-

biana sigue dominada por el sector fi-nanciero, parásito que vive y crece con la succión de la riqueza que generan otros, que mantiene y acrecienta su poderío a pesar de ser, en buena me-dida, causante de la crisis global evi-denciada en 2008 de la cual el mundo capitalista no ha podido recuperarse. Hoy se requiere sumar el producto de toda la industria colombiana más lo generado por la minería, incluídos los hidrocarburos, para acercarse al valor

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ísagregado que reporta el sector de los especuladores financieros. Al tiempo con esta consolidación se evidencia el retroceso de la pro-ducción real, incluyendo el con-tinuado deterioro del sector agra-rio, hoy el penúltimo de los nueve sectores que aportan al PIB. En relación con éste último debe ano-tarse que el latifundio de ganade-ría extensiva sigue siendo el gran acaparador de tierras (38 millones de hectáreas frente a 5 millones del sector agrícola) a pesar de que su producción solo alcanza al 65% del valor generado por la agricul-tura. El deterioro del campo ha sido tal que el país debe importar más de 11 millones de toneladas anuales de alimentos para garan-tizar su subsistencia.

34 Todo parece indicar que estamos asistiendo a la ma-

duración de la crisis de uno de los componentes principales del régi-men de acumulación que se impu-so en el país durante los últimos lustros: la acumulación financia-rizada de economías extractivas, especialmente, minero-energéti-cas, basada en la violencia, el des-pojo y la obtención de ganancias extraordinarias para el gran capi-tal transnacional. La finalización del llamado boom minero-ener-gético, producto de las diversas expresiones geográficas desiguales

de la persistente crisis capitalista mundial, así como de la regulación con fines geopolíticos del mercado mundial del petróleo, ha puesto en evidencia los límites del actual pro-yecto de acumulación de las clases dominantes, sin que éstas conside-ren renunciar a él. Dentro de tales límites se pueden señalar:

a) El deterioro creciente de los indicadores externos de la economía, expresado en el dé-ficit de las balanzas de cuenta corriente y comercial y, en ge-neral, de la balanza de pagos, sin que se observen en el corto plazo posibilidades de cambio de dicha tendencia. Más bien, debe esperarse un mayor dete-rioro.

b) Los impactos del debilitamien-to estructural del aparato pro-ductivo como resultado de la desindustrialización y del mo-delo de agricultura impuesto por el neoliberalismo durante las últimas décadas. La conti-nua y altísima devaluación del peso, además de producir una desvalorización generalizada del capital, medida en dólares, no ha podido ser compensada con los mayores ingresos por exportaciones distintas a los productos minero-energéti-cos, dado el señalado debilita-miento del aparato productivo.

La economía se ha encontrado frente a la situación de una de-valuación continua sin capaci-dad de exportación.

c) El desmejoramiento sostenido de las finanzas del Estado, pro-ducto de la afectación de sus ingresos por la disminución de las rentas minero-energéticas, del mantenimiento del gas-to en seguridad y defensa, del creciente servicio de la deuda y de la corrupción generaliza-da, entre otros. La retórica y la práctica neoliberal de la sos-tenibilidad fiscal han mostra-do que ésta sólo se aplica a los sectores medios y pobres de la población.

d) La depredación socioambiental que, además de afectar bos-ques, ecosistemas y biodiversi-dad, compromete los recursos hídricos y el abastecimiento de agua de la población y de las generaciones futuras. También en nuestro país se evidencia que tras los fenómenos cli-máticos, como el “Fenómeno del niño”, más que las causas naturales se encuentra la de-predación socioambiental que produce el régimen de acumu-lación predominante.

e) La desaceleración del creci-miento económico, junto con la tendencia al aumento de la inflación y del desempleo.

f) Todo ello acompañado de los altos niveles de desigualdad, que continúan inscribiendo el país dentro de los más des-iguales de Nuestra América y del mundo; de la continua precarización del trabajo, por efecto de la flexibilización la-boral, de la informalidad y del ingreso disminuido; y de la reproducción de desarrollos geográficos desiguales (de las regiones y dentro de ellas) que hacen más gravosa la situación de sectores de la población en centros urbanos y en las zonas rurales.

35 La forma de enfrentar la crisis en maduración del

régimen de acumulación, desde la perspectiva de las clases do-minantes, posee dos orientacio-nes básicas. En primer lugar, se expresa en la continuidad y la prolongación de la política neo-liberal en sus interrelaciones es-tructurales y coyunturales. En segundo lugar, en los impactos esperados del Acuerdo de Paz so-bre la tasa de ganancia, con base en la idea de que éste no afecta-rá el “modelo económico” y será barato desde el punto de vista fis-cal. El reflujo de la acumulación financiarizada de economías ex-tractivas y los impactos que éstas producen se buscan enfrentar, a

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ísla espera de mejores condiciones de la economía capitalista mun-dial, entre otros con:

a) El impulso a proyectos de construcción de vivienda y de infraestructura (4G), concebi-dos también bajo una lógica de financiarización, con sustento en el endeudamiento de los hogares y en la continuación de las políticas de privatización, sean éstas a través de la ena-jenación de activos (caso Isa-gen y otros) a favor del capital transnacional o de la promo-ción de las llamadas Alianzas Público-Privadas (APP). De esa manera, al tiempo que se enfrentan problemas coyuntu-rales de crecimiento y empleo, se busca apalancar la acumula-ción de mediano y largo plazo a través del dominio financie-ro sobre los trabajadores y el mejoramiento de la capacidad de salida futura (por mejor infraestructura) de bienes pri-marios (minero-energéticos y de agricultura de plantación).

b) El aumento de la deuda bruta del Gobierno que ya supera el 53% del Producto Interno Bru-to.

c) Una reforma tributaria defini-da como estructural que, pese a haber anunciado (demagógi-camente) que pondría a pagar

impuestos a los ricos del país, contiene mayores incentivos para las grandes empresas y, a su vez, castiga a los sectores medios y pobres de la pobla-ción al ampliar aún más la base gravable de los ingresos del trabajo; sin olvidar el aumento del impuesto al valor agregado al 19%.

d) Una afectación adicional de los ingresos del trabajo, espe-cialmente, por políticas de re-muneración que deterioran el poder adquisitivo real, dado que es mayor la inflación de los productos básicos de la canasta familiar que los aumentos no-minales.

e) Un nuevo ataque al régimen pensional de prima media que, tras el pretexto de limitar las pensiones elevadas, busca en realidad fortalecer el régimen neoliberal de ahorro indivi-dual.

f) Una previsible nueva afecta-ción del sistema general de participaciones.

36 Por otra parte, se ha dado continuidad al alistamien-

to de nuevos territorios para re-forzar la acumulación basada en economías extractivas. A la vio-lencia impuesta durante las dé-cadas anteriores, se le agregan ahora procesos de legalización del

despojo y la disposición de tierras baldías del Estado para favorecer megaproyectos empresariales de producción de agrocombustibles, como se observa en la Orinoquia y la Amazonia colombiana. Se pro-longa de esta manera la histórica tendencia a la concentración de la propiedad sobre la tierra, concebi-da ahora en el marco de un pro-ceso de modernización capitalista de la agricultura, inmerso en diná-micas transnacionales de acumu-lación y basado en la ya genera-lizada política de concesiones del Estado. Tal es el caso del reciente desarrollo legal mediante el cual se crearon las Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social (ZIDRES), con el propósito además de someter las economías campesinas a través de las “alian-zas productivas” con el gran em-presariado. Ello, a todas luces, en contravía de los acuerdos de La Habana en materia agraria.

37 El Acuerdo de Paz es con-cebido, por sectores ma-

yoritarios del gran capital, en términos de un mejoramiento de las condiciones de la llamada con-fianza inversionista, para facilitar y darle continuidad a la política de inversión extranjera en recur-sos naturales y, por esa vía, forta-lecer el régimen de acumulación de economías extractivas. No hay

disposición de redefinir, como re-sultado del mencionado Acuerdo, el “modelo económico”. En el mis-mo sentido, tampoco se espera, por parte de esos sectores, que el Acuerdo de Paz vaya a producir impactos fiscales significativos. La idea de una paz gratis fiscalmen-te está en los planes de las clases dominantes. Ni siquiera existe el propósito de reorientar los gas-tos en seguridad y defensa para financiar los acuerdos. Más bien se pretenden mantener incólumes la doctrina y el aparato militar del Estado. La persistencia en el con-cepto y la política de seguridad de las últimas décadas se conci-be como un pilar del proyecto de acumulación en las condiciones del pos-Acuerdo.

38 Si el régimen de acumula-ción se comprende desde

la perspectiva del conflicto social y de clase, no estamos frente a una inexorable lógica capitalista. Ésta se verá confrontada con el régimen de luchas y de resistencias sociales y populares. Todo pareciera indi-car que tras el reciente reflujo de las luchas, la tendencia de la acu-mulación capitalista en el contex-to de la crisis en maduración se acompañará de una movilización y lucha popular. En el mismo senti-do, para que la implementación de los acuerdos de Paz supere las pre-

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ístensiones del gran capital, deberán acompañarse de la movilización y la lucha por las reformas y la de-mocratización real en lo político, lo económico, lo social y lo cultural. Los acuerdos de Paz poseen una potencia transformadora que ten-drá que desatarse. Desde esa pers-pectiva, los acuerdos de Paz pueden abrir un arco de transformaciones tendientes a la redefinición del modelo económico neoliberal que ha imperado en el país. Junto con lo anterior, debe señalarse que la acumulación capitalista, además de preservar los rasgos criminales y mafiosos de la economía, se ca-racteriza por una exacerbación de la corrupción en todos los niveles del Estado. La apropiación ilícita de dineros públicos se ha converti-do en una de las fuentes principales de la acumulación capitalista, favo-reciendo a funcionarios públicos y sectores del empresariado que han hecho de los presupuestos públicos una repartija.

39 Caracteriza, además, a la formación social colom-

biana, el peso de nuestra Colom-bia rural, marcada por profundos retrasos en su desarrollo econó-mico y social, destacados a través de evidencias recientes, entre ellas, el Censo Agropecuario Nacional de 2014, el Informe de la Misión para la Transformación del campo

(DNP, 2015) y el Informe de Desa-rrollo Humano del PNUD (2011). Los dos últimos, así como los In-formes de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas seña-lan las relaciones entre estas con-diciones y el proceso del conflicto armado. En términos generales, el peso de lo rural agrario en la for-mación socio-económica nacional lo revela el carácter rural del 60% de los municipios del país, el carác-ter rural del 32% de la población, la participación del componente rural-agrario del 8% en el PIB; a su vez, el 47% de la población ru-ral está en condiciones de pobreza y el 90% de los ciudadanos del área rural dispersa son pobres y vulne-rables (datos tomados del Censo Agropecuario 2014, Misión Trans-formación sobre asistencia técnica, infraestructuras y capitalización). Las condiciones de la pobreza rural en Colombia (47% según el Censo Agropecuario de 2014) están aso-ciadas a la guerra: la población des-plazada es, en su casi totalidad, po-blación rural, predominantemente campesinos, quienes han perdido sus patrimonios, y tampoco en-cuentran condiciones para recupe-rarlos ni para incorporarse a con-diciones productivas adecuadas.

40 A partir de la apertura eco-nómica neoliberal iniciada

en Colombia a comienzos de la

década de 1980, se produjeron al igual que en otros países de Amé-rica Latina, profundos desajus-tes en el aparato productivo. Una expresión de estos desajustes ha sido la disparidad del comporta-miento entre sus sectores, en par-ticular de la agricultura, la cual se viene distanciando, hacia la baja, del indicador general. Una de las orientaciones centrales de las po-líticas neoliberales fue el desman-telamiento de la institucionalidad del sector agropecuario, proceso del cual Colombia no fue la ex-cepción. En la aplicación de di-chas políticas, se redujeron los ya limitados recursos estatales para apoyar el ya restringido acceso de los campesinos a la tierra y demás recursos para la producción (asis-tencia técnica, infraestructuras) y a los mercados. El debilitamiento en la producción de alimentos, de base fundamentalmente campesi-na, ocurrió al tiempo de la amplia-ción en los apoyos a los llamados “cultivos promisorios”, destinados principalmente a la exportación. La ampliación de las tierras de-dicadas a este tipo de producción ocurrió a costa de tierras de comu-nidades campesinas, expulsadas y expropiadas mediante el terror; su destierro condujo a la formación de una sobreoferta laboral tanto para el sector agroindustrial como para los mercados urbanos.

41 El debilitamiento de la economía, la guerra y el

éxodo han afianzado el régimen laboral y con él la prevalencia de la pobreza: la destrucción de capa-cidades productivas ha reducido la satisfacción de la demanda ali-mentaria con base en la oferta na-cional, la cual atendía más de un 90% de los requerimientos hasta finales de la década de 1980; por su parte, la implantación de polí-ticas de flexibilización laboral, fa-vorecida por el desplazamiento de la población rural, ha contribuido al mantenimiento de los niveles de pobreza en el país (30.7% en 2015 según CEPAL, muy por encima de otros países como Brasil, 18%; Perú, 23.9%; Costa Rica, 17%; Pa-namá, 23.2%). En el campo, según la MTC, el 75% de la población ocupada tiene un ingreso mensual inferior al salario mensual míni-mo legal vigente (SMMLV) mien-tras que en el área urbana esta proporción es del 39.4%.

42 Durante el último perío-do se han mantenido los

componentes esenciales de la or-ganización del poder y la domina-ción en el país. El régimen político preserva la forma de un régimen de democracia gobernable, ex-cluyente, con rasgos autoritarios y sin garantías para el ejercicio de la oposición política y social,

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ísaunque formalmente se manifies-ta como una democracia estable, que atiende las reglas propias del Estado de derecho. El clientelismo y la corrupción, los poderes econó-micos y mediáticos, así como las estructuras criminales y mafiosas, con particulares manifestaciones en el orden local, constituyen facto-res principales de reproducción del sistema político y de representa-ción. Todo ello asume expresiones organizadas en el régimen electoral y en los procesos electorales que se asemejan más a la competencia entre empresas electorales para ac-ceder a los recursos públicos, que a una contienda política democrá-tica entre proyectos políticos para enfrentar los problemas acuciantes del país y de la población en el or-den nacional o local, desde luego, con contadas excepciones. Aún en esas condiciones deben destacarse tanto los continuos esfuerzos de sectores democráticos y de izquier-da por proyectar y consolidar for-mas de oposición política y avanzar hacia una real democratización, como los despliegues transitorios (desiguales, diferenciados e inesta-bles) de corrientes de opinión con inspiración democrática, especial-mente, en centros urbanos.

43 La forma institucional de la organización del po-

der de clase, se caracteriza por el

afianzamiento del régimen presi-dencialista, por la subordinación a éste del poder legislativo, el cual reproduce las tendencias a la crisis de legitimidad y representación; así mismo, por diversas expresio-nes de crisis del poder judicial, tanto en las altas cortes, como en la administración de justicia en todos los niveles. Los organismos de control responden a la lógi-ca general de la organización del poder de clase. Desde adentro del Estado, entidades como la Procu-raduría General de la Nación, en los últimos años y ahora la Fisca-lía tienden a convertirse en cabe-zas de playa de la ultra derecha en la controfensiva contra la paz, los acuerdos y su implementación. Las reformas institucionales empren-didas para enfrentar tales configu-raciones, como la del “equilibrio de los poderes públicos”, no han sido más que operaciones cosmé-ticas y de remozamiento, que sin ir a la raíz de los problemas que generan las tendencias a la crisis, las aplazan de manera transito-ria. La reforma democrática del Estado, del régimen político y del sistema de representación se erige como tarea fundamental en la eta-pa actual.

44 El carácter monolítico del régimen de dominación

de clase se ha visto afectado por

el desenvolvimiento positivo del proceso de diálogo y negociación con la guerrilla de las FARC-EP, el inicio de la fase pública con el ELN y por la perspectiva cierta de tener que implementar el cumpli-miento de los Acuerdos de Paz. Es evidente la ruptura y también las tendencias al reacomodo de las facciones que constituyen el bloque de poder, las cuáles se ex-presan tanto en sus enfoques dis-tintos y matices sobre las formas específicas a asumir por la acu-mulación neoliberal, como en las concepciones del ejercicio mismo del poder. Es notoria la organiza-ción de los sectores militaristas y de ultraderecha en el proyecto político representado por el uri-bismo, vocero del nuevo latifun-dismo mafioso, que se ha puesto en la tarea de obstruir la solución política al conflicto social y arma-do, y a cualquier intento moderni-zador, no reformista, de las faccio-nes de clase hoy predominantes, representadas en el Gobierno de Santos (vocero del sector financie-ro dominante). Sin menospreciar el poder latifundista y de sectores del empresariado, con claros fun-damentos criminales y mafiosos, y una persistente resonancia me-diática que expresa el uribismo, debe afirmarse que se trata de un proyecto en declive, cuyo margen de acción política se estrecha en la

medida en que el proceso de con-solida. Lo cual lo hace más agre-sivo en la retórica y el discurso político, proclive a convertirse en amenaza real para la estabilidad y la seguridad del pos-Acuerdo y para la difícil construcción de una Paz estable y duradera.

45 El Frente Nacional bipar-tidista (1958-1974), sur-

gido tras el derrocamiento de la dictadura militar del general Gus-tavo Rojas Pinilla (1953-1957), afianzó el monopolio del poder de los Partidos tradicionales Li-beral y Conservador. El régimen bipartidista se institucionalizó a través de la alternancia de los dos Partidos en la presidencia y la distribución milimétrica entre ellos de los tres poderes públicos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). En lugar de la prometida apertura democrática, el régimen se cerró en una “democracia restringida” y en las formas violentas del po-der dominante, característica que adoptó el Estado colombiano en la etapa republicana después de Simón Bolívar. Aunque el esper-pento antidemocrático del Fren-te Nacional se desmontó en 1974 con el último gobierno de Misael Pastrana Borrero, lo hizo con ninguna vergüenza pues dicho desmonte surgió de un flagrante fraude que fracturó las posibili-

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ísdades democráticas y dio lugar a un nuevo momento favorable a la movilización de masas, al ascen-so de la lucha popular y al fortale-cimiento y ampliación de la lucha armada que surgió en Colombia a finales de la década de los años cincuenta del siglo pasado. Ello en medio de una aguda y dura represión, que no desestimó los operativos de tierra arrasada con-tra las protestas urbanas y estu-diantiles, el movimiento agrario y guerrillero.

46 El Frente Nacional se pro-longó de hecho, y aunque

en apariencia se abrieron las posi-bilidades para que otros Partidos actuaran en la vida política del país, el sistema se adecuó para la dominación de los Partidos tra-dicionales en medio de ventajas y gabelas desde el poder. Ni siquiera la Constituyente del 91, que hizo el esfuerzo de establecer liber-tades, derechos fundamentales y mecanismos de participación, pudo concretar en la práctica es-pacios democráticos porque las mayorías bipartidistas en el Con-greso impusieron cambios y nor-mas reglamentarias que hicieron nugatorio el goce de las libertades y de los derechos. Por la vía de las reformas constitucionales parla-mentarias se produjo una contra-rreforma, una especie de “golpe de

Estado” contra la democratización del país y a favor de la continuidad del bipartidismo.

47 Esa característica del ré-gimen colombiano no ha

cambiado, ni siquiera en las con-diciones de los diálogos de Paz en La Habana, porque el régimen sigue cerrado a los cambios y a fa-vorecer un real acuerdo democrá-tico. Lo advirtió el XII Pleno del Comité Central del PCC, reunido en diciembre de 2015 en Bogotá, para hacer el balance de las elec-ciones distritales, municipales y departamentales en el país:

Los resultados electorales reafir-man el continuismo y la correla-ción de fuerzas adversa, por ahora, a los cambios democráticos. Des-pués de varios años, las elecciones locales se realizaron en un clima de menor conflictividad armada, como consecuencia del cese unila-teral al fuego definido por parte de las FARC-EP, lo que a su vez per-mitió evidenciar con mayor clari-dad y profundidad la descompo-sición y la corrupción del sistema electoral colombiano, que continua manteniendo niveles de abstención superiores al 50% en algunas regio-nes y un voto de rechazo en blanco, nulo o no marcado, que alcanza un promedio del 15% a Concejos mu-nicipales en todo el país.

Pero también advirtió, el Pleno mencionado, que:

a su vez, los pasados comicios son expresión de la democracia que te-nemos, una democracia excluyente que convive con la violencia. La acción política desde el poder, la conformación y funcionamiento institucional, el monopolio y ma-nipulación desde los medios de co-municación conservan, adecuado a las nuevas realidades, el espíritu del Frente Nacional. Mientras con-trario a lo que se dice oficialmente, el paramilitarismo sigue creciendo, como lo muestran recientes estu-dios de Indepaz que señala que de una presencia en 298 municipios desde hace más de tres años, hoy existe presencia en 338 municipios.

48 El bipartidismo sigue ca-balgando sobre la violen-

cia para mantener el poder. El paramilitarismo, en complicidad con la fuerza pública, algunos mandatarios regionales, políticos locales y nacionales, empresarios, ganaderos, latifundistas y narco-traficantes, sigue imponiendo por la fuerza y por las vías de la ilega-lidad a los mandatarios en buena parte del país. No de otra manera se explica que Partidos tradiciona-les en crisis y en descomposición, continúen controlando la política colombiana, en el marco dudoso

de una “derechización del país” como sostienen algunos analistas políticos. Los Partidos tradiciona-les están en crisis, mas no en una fase terminal como ocurrió en otros países de América Latina. Ya no pueden gobernar como antes, y por ello, estimulados en los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), se desdoblaron dan-do origen a otros “Partidos”, que son también expresión del biparti-dismo, aun cuando se hayan debi-litado los Partidos oficialistas tra-dicionales Liberal y Conservador. Estos Partidos que surgen están integrados por figuras prominen-tes de los Partidos Liberal y Con-servador, que se unen en causas electoreras y de control del poder.

49 Uribe intentó durante sus ocho años de gobierno

crear un partido propio vinculado a sus propósitos sin lograrlo. En la actualidad el Centro Democrá-tico, se presenta como el Partido de oposición de la derecha bipar-tidista más radical al gobierno de Juan Manuel Santos, en contra del proceso de paz y en razón de diferencias en la partija de intere-ses del poder. Está integrado por liberales, conservadores, ex mili-tares y hasta por ex izquierdistas, que fomentan el “todo vale” en política y albergan a delincuentes de cuello blanco, ligados al para-

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ísmilitarismo y a la corrupción en el manejo de la cosa pública. Varios de ellos han sido condenados o es-tán siendo procesados en ausencia por prácticas corruptas que se fo-mentaron desde la llamada “Casa de Nari”. La cuantiosa financia-ción de Odebrech a Zuluaga en 2014, el espionaje de inteligencia en aquella campaña presidencial y la manipulación mediática con engaños y falsedades de la campa-ña confesional por el NO en el ple-biscito muestran una ultraderecha fascistizante a la contra ofensiva para revertir los logros de la paz.

50 La Unidad Nacional que aglutina a los Partidos que

respaldan al gobierno de Juan Ma-

nuel Santos, está integrada por el Partido de la “U” –el anterior Parti-do de Uribe Vélez, antes de fundar el Centro Democrático durante el actual gobierno–, la oficialidad de los Partidos Liberal y Conservador –aunque este último con perma-nentes coqueteos y coincidencias con el uribismo–, “Cambio Radi-cal” de Germán Vargas Lleras, can-didato presidencial de la derecha, quien no ha demostrado simpatía por los diálogos de Paz con las gue-rrillas. Si bien la Unidad Nacional muestra incoherencias en el plan-teamiento político y vacilaciones frente a la política de paz, está uni-da al proyecto neoliberal del go-bierno de Santos y se comprome-te con las políticas antipopulares

La forma institucional de la organización del poder de clase, se caracteriza por el afianzamiento del régimen presidencialista, por la subordinación a éste del poder legislativo”

y de favorecimiento a los grupos económicos, al capital financiero, a los monopolios y a las transna-cionales. El presidente Santos trata de diferenciarse de Uribe Vélez, al que alguna vez proclamó como el segundo libertador de Colombia, presentándose como el vocero de la Tercera Vía (“ni derechista, ni izquierdista”, dice) pero la esencia de su Gobierno, en el cual tiene contradicciones con sectores de la derecha y de la extrema derecha en temas puntuales como la paz, está ligada a los intereses de la oligarquía y de los compromisos con el imperialismo de Estados Unidos. Es la misma característi-ca histórica de la clase dominante colombiana.

Valoración del proceso de paz, implementación y perspectiva:

Una salida democrática a la crisis

51 La firma del Acuerdo de Paz re-presenta una oportunidad his-

tórica y sin igual en favor de un cambio en la constitución del poder de clase. Un “Acuerdo final” no significará su superación, pero sí abre la posibilidad de un ciclo reformista hacia la demo-cratización real, política, económica, social y cultural del país. La perspecti-va de superar el uso de las armas para preservar la dominación de clase, lo cual originó –en calidad de una de sus

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íscausas principales– la rebelión ar-mada, generará nuevas condicio-nes para la contienda política. En la medida en que se logren mate-rializar los acuerdos de La Habana sobre el punto 2, “Participación política: Apertura para construir la paz”, y se perfeccionen los acuerdos sobre el punto 3, “Fin del conflicto”, especialmente, en lo concerniente a la superación del paramilitaris-mo, a una nueva política de segu-ridad, a la reincorporación guerri-llera en la vida civil y a las reformas institucionales requeridas para la construcción de la paz, se podrán generar nuevas condiciones para el ejercicio de la política en el país, que favorecerán principalmente a los sectores sociales y populares y las fuerzas, Partidos y Movimien-tos que los representan.

52 El Acuerdo final y su im-plementación abre igual-

mente posibilidades de una apertura en el poder sobre presu-puestos de democracia avanzada y justicia social. En efecto, más allá de necesaria legitimidad que re-quieren los acuerdos, se trata de la oportunidad histórica de empren-der el camino de un proceso cons-tituyente, que pueda desembocar en la realización de una Asamblea Nacional Constituyente, aspira-ción formulada por los comunis-tas desde el XXI Congreso. Todos

los esfuerzos del Partido en el mo-mento actual, deben concentrarse en el desarrollo de ese propósito. Para atender semejante demanda histórica se precisa de decisión y voluntad política, en el entendido que tal tarea sólo será posible me-diante el impulso y la concreción del más profundo compromiso de unidad y la producción de las sub-jetividades necesarias para ello. Además de la dinámica constitu-yente que ha generado el proceso de diálogos y negociación, se trata de juntar ésta con las múltiples di-námicas que a lo largo y ancho del territorio nacional se han venido expresando en el último lustro, to-davía en forma dispersa, desigual y diferenciada, pero expresivas de los anhelos por cambios estructu-rales de amplios sectores de la so-ciedad colombiana, especialmen-te, del campo popular.

53 La implementación del Acuerdo Final plantea

nuevas tareas al movimiento po-pular y a los luchadores/as por la paz. Además de la denuncia pública y el reclamo de garantías para el desmonte del paramilita-rismo, se ponen en primer plano las coincidencias necesarias para la aclimatación del proceso de normalización en las regiones. La exigencia del mantenimiento del cese al fuego y hostilidades, bilate-

ral y definitivo como avance hacia el fin del conflicto que ya cuenta con el compromiso de la comu-nidad internacional para su veri-ficación, es uno de los temas que ameritan más atención, propo-niendo que se reconozca y articule el trabajo que desde la veeduría social se viene adelantando con el Frente Amplio, las iglesias y otras organizaciones de la sociedad civil desde los territorios. Organizar la defensa del proceso de paz en las regiones exige enfoques e inicia-tivas adecuadas en términos de las coincidencias para la unidad de acción entre los factores que lo respaldan. Una consecuencia vinculada a los acuerdos de paz en los territorios y a nivel de país es la conformación de nuevos Movimientos políticos y sociales que surgen necesariamente de las Fuerzas Revolucionarias compro-metidas en el proceso de solución política. La línea de unidad y con-vergencias deberá buscar puentes de comunicación, acercamiento y diálogo para que su surgimiento sea un mensaje claro de unidad y esperanza para el pueblo.

54 Las fuerzas de la izquierda y las organizaciones popu-

lares deben esforzarse por promo-ver el acompañamiento cívico y popular a los comités, asambleas y reuniones sobre Pedagogía de la

Paz, y en general en la construc-ción de diálogo y de confianza para la convivencia. Hay que tra-bajar con tacto para despejar los temores que la derecha y los me-dios estimulan para sembrar des-confianzas, explicar los objetivos de la Paz, su vinculación con la so-lución de los problemas colectivos locales y prestar atención al actuar ético y al decoro en el comporta-miento de los cuadros destinados a liderar estas tareas. Hay que de-sarrollar nuevas experiencias de unidad a partir de la política de Frente Amplio, de convergencias y de coincidencias en la acción. Es preciso entender que la normali-zación es la fase más compleja en la materialización de la solución política por sus implicaciones en los planos organizativos de masas, de formación política para la uni-dad y de vigilancia revolucionaria de masas. En tal sentido, es muy importante comprender la idea de Territorios de Paz o TerrePaz como espacios desmilitarizados donde las organizaciones del pue-blo organizado deben cumplir un papel protagónico.

55 El resultado adverso del plebiscito por la paz, fue

un revés para el movimiento de-mocrático y popular. Es preciso continuar ahondando en el estu-dio de este fenómeno en dirección

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ísa afrontar los futuros retos en la etapa de la implementación. En resumen, por un estrecho margen ganaron los enemigos de la paz que montaron una campaña por el “No” sobre la base de mentiras y falacias, como lo reconoció en su momento el gerente de la cam-paña del Centro Democrático. Votaron 13.066.047 ciudadanos equivalentes al 37.43% del poten-cial nacional electoral. 6.377.482, el 49.78% lo hicieron por el “SÍ” y 6.431.376, el 51.21% de los elec-tores por el “NO”. El hecho fue calificado por los expertos como “empate técnico”, aunque por el resultado matemático a la luz de la Constitución Política y la ley, efec-tivamente ganó el “NO” así sea por un estrecho margen. Desde el punto de vista político los elec-tores estuvieron divididos en dos partes iguales, una polarización total de los resultados. Fue eviden-te la abstención, por distintas ra-zones, que alcanzó un porcentaje del 62,57%. Es la abstención histó-rica colombiana en las elecciones, en particular las de Congreso de la República y las llamadas de “mi-taca”. En las últimas presidenciales de dos vueltas se ha incrementado en forma leve la participación. A la desilusión y la confusión inicial sobrevino una importante e ines-perada ola de movilización que presionó el mantenimiento de lo

acordado y que implicó sin duda un viraje en la relación de fuerzas en la batalla por la paz.

56 Las movilizaciones fueron democráticas y masivas,

unieron a sectores del SÍ y el NO, buscaron impedir que la mesa se rompiera. Las posiciones apolíti-cas y alejadas de la izquierda no lo-graron descalificar estas moviliza-ciones que contaron con múltiples actores de distintas vertientes y de muchos factores progresistas en el camino de la paz con democracia y justicia social. Sin duda signifi-có un cambio en la correlación de fuerzas y demostró que el único camino es la reconciliación, de-jando en el pasado todo ánimo de retaliación y venganza. El estable-cimiento no puede pasar por alto que la mayor responsabilidad en el conflicto la tiene históricamente el Estado y su clase dominante bur-guesa, que se apoyaron siempre en la violencia para perpetuarse en el poder, acudiendo a prácticas te-rroristas de Estado como la guerra sucia, la eliminación de la oposi-ción de izquierda, la doctrina de la seguridad nacional y del enemigo interno basadas en el más vulgar anticomunismo.

57 La ultraderecha militarista tiende en lo esencial a ra-

dicalizar sus posiciones políticas

en conexión con la contraofen-siva a los procesos democráticos del continente. La convocatoria a la “resistencia civil”, el llamado a la movilización social y reciente-mente el impulso de un referendo contra el nuevo acuerdo de paz, son señales muy claras de la cam-paña del uribismo para retornar el proyecto autoritario y guerrerista en las elecciones de 2018. A esta campaña de odio y provocación se suma el recrudecimiento de la guerra sucia contra los líderes y las organizaciones populares que apoyan la paz en los territorios. La respuesta consiste en fortalecer la lucha por la implementación de los acuerdos y ello demanda, por otra parte, un profundo debate sobre la necesidad de un gobierno democrático de amplia coalición y convergencia social. Tenemos la obligación de trabajar igualmente en la concreción de ese propósito de cara a la campaña presiden-cial de 2018. El acuerdo prevé un “Pacto Político” para defender la paz y lo pactado, en ello deben participar los partidos y organi-zaciones de izquierda, así como el componente social en todas sus expresiones y formas. De la misma forma, habrá que analizar y profundizar en la propuesta de las FARC-EP de un “gobierno de transición” que saque adelante el acuerdo de paz después del 2018

y compromisos básicos de progra-ma. Supondría un acuerdo demo-crático de convergencia con todos los partidos y organizaciones que están a favor de defender lo pacta-do y su implementación.

58 La apertura oficial de la eta-pa pública del diálogo del

gobierno nacional con el ELN es un hecho de gran significado que saludamos y apoyamos. La Agen-da de seis puntos acordada no es excluyente con el Acuerdo Final de la Habana y abre puertas a una participación social en la que los comunistas debemos hacer nues-tro aporte. La idea compartida de una Paz Integral bajo la premisa de dos mesas y un solo proceso, complejiza pero a la vez amplía el alcance y potencia un futuro Acuerdo de Paz integral y defini-tivo. Ayudar a articular estas dos dinámicas en todos los campos y bajo un mismo derrotero táctico y estratégico de cambios hacia una Paz democrática, reconociendo y respetando sus diferencias, es par-te de las tareas prioritarias del mo-mento. La articulación y el avance efectivo del proceso de Negocia-ción con el ELN y el proceso de implementación del Acuerdo con las FARC-EP, frustran las intento-nas de quienes desde posiciones extremistas alimentan o buscan fisuras para justificar la militari-

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íszación y la continuidad de la gue-rra. Es urgente estudiar y propo-ner fórmulas de articulación en lo que tiene que ver con otros temas como las reformas políticas y so-ciales para la paz. Así mismo, es una oportunidad para ampliar la convocatoria al movimiento por la paz que en ciertas coyunturas lo-gra incursionar en las calles pero que no logra sostener su iniciativa en el mediano plazo. La imagen de la Paz Integral exige, por un lado, definir la posición del gobierno con relación al EPL al que sigue concibiendo como un Grupo Ar-mado Organizado GAO, y, por otro lado, a este movimiento es-clarecer su postura y su propuesta frente a una solución política.

59 La forma histórico-concre-ta que asume la lucha de

clases principalmente en el aspecto político es la lucha por la imple-mentación de los acuerdos. Si algo enseña las posiciones recientes de la ultraderecha, es que ésta conci-be lo acordado como una amenaza contra el actual orden social capita-lista en el país. Por ello ha centrado sus esfuerzos en la lucha contra el proceso adelantado en La Habana. La lucha por la implementación no nos enfrenta solamente a la ul-traderecha. Obliga a tener enten-dimientos diferenciados respecto de su significado. No se trata de

apoyar al Gobierno de Santos y a las fuerzas del establecimiento, que estando por la solución política, conciben lo acordado como una simple operación de maquillaje del régimen vigente y del modelo eco-nómico neoliberal. Paz con refor-mas tibias y sin costo fiscal alguno. Para nosotros, la implementación de los Acuerdos de la Habana abre un camino hacia transformaciones más profundas; las transforma-ciones por las que hemos luchado históricamente. Si el proceso que condujo a la firma del Acuerdo definitivo ha sido tortuoso y lleno de obstáculos, no puede esperarse menos del proceso de implementa-ción. Y no puede ser de otra mane-ra, puesto que lo que se encuentra en juego es la posibilidad de ma-terializar el conjunto de reformas contenidas en los acuerdos, que no son otras que las mínimas necesa-rias para posibilitar el cierre del ci-clo de la rebelión armada contra el Estado y para avanzar en cambios básicos hacia la democratización política, económica, social y cultu-ral del país.

60 Para los comunistas, la implementación de los

acuerdos es un paso necesario, pero insuficiente por sí mismo en el propósito de hacer realidad los cambios. Es cierto que un nuevo marco normativo facilita su con-

creción. Pero si éste no se acom-paña de la correspondiente movi-lización y respaldo popular, muy seguramente nos podríamos en encontrar frente a un panorama de incumplimientos. Así es que nuestras prioridades se deberán trasladar a contribuir a movilizar la base social y popular que re-quiere la implementación. No son suficientes los apoyos genéricos y declarativos al proceso de paz, que si bien son importantes, requieren además de una apropiación social y sobre todo una amplia compren-sión de la lucha social en el marco de la paz. Es en este contexto don-de se sitúa la perspectiva de im-pulsar un proceso constituyente. La reactivación de las múltiples dinámicas del campo popular se encuentra al orden día. El proce-so constituyente está llamado a incorporar los temas del “conge-lador” que no quedaron consigna-dos en el Acuerdo de La Habana. La propia guerrilla formuló un conjunto de salvedades que deben tramitarse a través del impulso del proceso constituyente que desem-boque en una Asamblea Nacional, para lo cual será necesario produ-cir socialmente una nueva corre-lación de fuerzas.

61 La propuesta hecha por las Farc-Ep de un gobierno de

transición se enmarca en la nece-

sidad de una salida a la crisis na-cional, cuyo primer paso es la im-plementación y el cumplimiento del Acuerdo de solución política. La voluntad mayoritaria del pue-blo debe respaldar este proceso en un gobierno de amplia convergen-cia democrática con una visión de paz integral y de justicia social que culmine la salida de la confronta-ción armada. La transición es un proceso multidimensional, no solo gubernamental, es una necesidad del proceso, no una concesión a la burguesía gobernante. Es ante todo, una transición de la guerra a la paz con justicia social, marcada por la ampliación de la lucha social, política y de masas para la materia-lización en la vida del contenido de los acuerdos, por el desmonte definitivo del paramilitarismo y de la contrainsurgencia, por reformas políticas y sociales contra el mo-delo neoliberal, la construcción de una alianza de fuerzas con arraigo popular que gobierne de manera diferente y rompa definitivamente con la corrupción y las mafias que se han adueñado del poder y enri-quecido con la guerra.

62 Los comunistas caracteri-zamos el gobierno de tran-

sición como una necesidad objeti-va del proceso a la luz de la lucha por una paz con justicia social y la implementación de los acuer-

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ísdos en beneficio de las mayorías excluidas. Nuestra visión de go-bierno de transición supera la idea de una alianza institucional por las alturas y lo coloca como una apuesta que responde a la nueva situación que se está configurando como efecto inevitable del proceso de solución política y derrota del orden de contrainsurgencia here-dado del bipartidismo. Su reto no es sólo vencer en las urnas a las

fuerzas de la reacción que preten-den deshacer los logros alcanza-dos por la conjunción de las rebel-días con las luchas populares, sino que implica articular la consolida-ción de la paz con un programa de cambios que respondan a las reali-dades de la lucha política y social, y al proceso de convergencia y de unidad entre las izquierdas, secto-res, sociales, comunitarios, demo-cráticos y progresistas.

El Acuerdo final y su implementación abre igualmente posibilidades de una apertura en el poder sobre presupuestos de democracia avanzada y justicia social”

Se abren espacios

para la lucha popular

63 Con la firma de los acuerdos entre la insurgencia y el go-

bierno colombiano se abre un nuevo período de la lucha popular. No se trata solamente de los puntos firma-dos que favorecen las condiciones de vida en el campo, la construcción de democracia y los derechos de las víc-timas del conflicto; los acuerdos de-ben conducir a la eliminación de la criminalización y estigmatización de las organizaciones de masas y sus diri-gentes y afiliados, a la desaparición del terrorismo de Estado y la eliminación

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ísgradual del temor a la protesta que potencie el ejercicio democrá-tico; al reconocimiento de todos los ciudadanos como actores rea-les de la sociedad, con capacidad colectiva de definir nuestro futu-ro. En esa nueva etapa, crecerán las voces de la población y en esa medida tendrán que ser oídas por quienes, hasta ahora, han sido los dueños de las decisiones naciona-les para su propio beneficio. Esas condiciones se construyen mien-tras simultáneamente avanza y se profundiza la imposición de polí-ticas neoliberales que, de manera contradictoria con la búsqueda aparente de la paz por el gobier-no, contribuyen a la agudización de los conflictos sociales y las con-frontaciones de clase.

64 Nuestra primera prioridad es el impulso a la imple-

mentación de los acuerdos que dieron salida al conflicto armado entre las FARC y la clase domi-nante colombiana. Se hace nece-sario activar una campaña inten-sa por la implementación de esos acuerdos. Deberá incluir jornadas de movilización, educación políti-ca y divulgación de los contenidos, no sólo al interior de las organiza-ciones de masas sino desde éstas hacia el conjunto de la población. Las organizaciones deben hacer evidente para todos, su interés de

aportar a la consolidación de los acuerdos alcanzados. Los esfuer-zos de divulgación deberán partir de cada organización de masas que deberá elaborar planes para el efecto. A la par con esta tarea, las fuerzas sociales organizadas y por organizar tendrán que acentuar la movilización y la lucha contra el modelo imperante y sus efectos sobre la vida de los individuos y de toda la sociedad.

65 El gobierno profundiza las medidas neoliberales. Aún

después del demostrado fracaso global de las políticas neolibera-les, la burguesía colombiana in-siste en profundizar la aplicación de los mandatos del Consenso de Washington, para beneficio del sector financiero mundial, máxi-mos dominadores del globo. Las privatizaciones atentan contra la soberanía. En desarrollo de man-datos imperiales, que no orienta-ciones, se atenta contra la sobera-nía colombiana al entregar a una empresa trasnacional los restos de la generación eléctrica que con-sumimos los colombianos, justo cuando los cambios climáticos encarecen tal producción y se amenaza ya con la elevación de precios de la energía eléctrica. Sin producción propia de energía, al igual que sin producción propia

de alimentos, nuestra vida como nación soberana se encuentra en entredicho, sujeta al interés parti-cular de quienes se lucran con la necesidad de la sociedad.

66 En el panorama también se encuentra, del mismo

sector energético, la perspectiva de privatización de Ecopetrol, que maneja la parte estatal que aún queda del asunto de los combus-tibles. El proyecto privatizador, ya en etapa adelantada de fragmenta-ción de la empresa, ha sido frena-do tal vez por la acción decidida de los trabajadores y por el des-censo importante de los precios del crudo que ha devaluado las acciones petroleras de modo que el producto del negocio no es sa-tisfactorio para nadie, incluido el sector financiero, dueño actual del 10% de las acciones de la empresa nacional. La recuperación previsi-ble de los precios del crudo volverá a poner sobre el tapete el riesgo de la privatización del negocio de los hidrocarburos. La ola privatizado-ra abarca otros sectores además del energético: servicios públicos como las telecomunicaciones y aún el agua y la recolección de ba-suras están en la mira. La garantía de los servicios, incluidos la salud y la educación es razón funda-mental de la existencia del Estado y cuando se somete al ánimo de

lucro privado pone en riesgo la existencia misma de la sociedad.

67 La explotación laboral va en ascenso. A la par con la

ola privatizadora avanza la agu-dización de la explotación de la fuerza de trabajo. Ya desde la im-plantación de las políticas neoli-berales, por los años noventa, la tasa de explotación de los traba-jadores industriales se duplicó al pasar de 200% a 400%; ante la cri-sis capitalista y el declive de la tasa de ganancia del sector productivo tal nivel de explotación se consi-dera aún insuficiente de manera que hasta en el salario mínimo se imponen nuevas restricciones que atentan contra la vida de la población. El trabajo precario y tercerizado es otra consecuencia de las políticas neoliberales que es necesario combatir; el estatuto del trabajo, ordenado por la constitu-ción de 1991, sigue siendo una de las banderas principales de la lu-cha de los trabajadores.

68 El neoliberalismo culpa de sus fracasos a los trabaja-

dores. El fracaso de las políticas neoliberales se ha hecho evidente en todos los ámbitos de su apli-cación. Sin embargo, sus voceros siguen responsabilizando a los trabajadores por el mal funciona-

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ísmiento del mercado laboral y el desempleo, de allí que insistan en la flexibilización, la precarización y la desregulación laboral. Sigue teniendo vigencia en nuestro me-dio la presión popular por la apro-bación del Estatuto del Trabajo, instrumento legal y constitucional para garantizar los derechos labo-rales. La contratación directa y la estabilidad en el trabajo seguirán siendo bandera de las organiza-ciones sindicales.

69 Ante el fracaso neoliberal se escuchan voces de la

burguesía contra la globalización que ellos mismos parieron. Aba-tir las fronteras nacionales para la libre circulación de bienes y capi-tales es consigna del imperialis-mo. Sin embargo, ante la protesta popular generalizada en muchos lugares del mundo por los efec-tos de la política, se han generado desde la misma burguesía impe-rial movimientos nacionalistas y xenófobos que rentan dividendos electorales. El “Brexit” y la elec-ción del fascista Donald Trump a la presidencia de los EEUU son ejemplos de ello. En nuestro suelo, la extrema derecha y los principa-les impulsores del neoliberalismo ahora intentan fungir como los grandes adalides de las causas so-ciales. Los dueños del poder siem-pre han mostrado su capacidad de

adaptarse como camaleones a las nuevas situaciones. Nuestra tarea es desenmascararlos y construir colectivamente un nuevo modelo económico, político y social.

70 Se imponen nuevas re-formas regresivas. Mien-

tras tanto el Estado ante la crisis, para su funcionamiento requiere nuevas fuentes de ingreso que no busca en los medios poseedores de riqueza sino acude a quienes venden su fuerza de trabajo pre-tendiendo cobrarles nuevos im-puestos directos y aumentando escandalosamente los indirectos, a la par que pretende actuar so-bre las pensiones para aumentar la captación de las financieras privadas. En la perspectiva de la agudización de las condiciones de explotación por la crisis en cre-cimiento, se requiere concentrar mayores esfuerzos en la divulga-ción de sus causas y consecuen-cias a la par con la construcción de alternativas populares y la acti-vación de la movilización general en defensa de la población. Ello va en la dirección de la construcción de verdadera paz con democracia y justicia social.

71 En el sector agrario se di-versifican los motivos de

lucha. A pesar de los acuerdos de la Habana se tiende, con medidas

legales, al favorecimiento del com-portamiento de tinte latifundis-ta de los nuevos capitalistas de la producción de agro combustibles a través de las “Zidres” que enfa-tizan, además, la intermediación del sector financiero. La minería, desestimulada ahora por los bajos precios, sigue siendo sin embargo, una de las locomotoras del gobier-no. El campesinado, borrado de las estadísticas oficiales, es nue-vamente una de las víctimas prin-cipales de la agresión capitalista neoliberal. La defensa del ambien-te y la lucha por la vigencia de los derechos ciudadanos se encuen-tran en sitio prioritario del orden del día de la lucha popular. El agua amenazada por la minería y las obras para la energía hidráulica, además de los efectos del calenta-miento global, requiere su defensa para satisfacción del derecho de la población a su consumo.

72 Profundizar la lucha de los indígenas y los afrodescen-

dientes. Los pueblos indígenas y afrodescendientes, que ya venían desde la apertura lograda con la constitución del 91, siendo actores claves en las luchas populares, so-ciales y políticas contra el modelo neoliberal y su locomotora mine-ro energética y en el marco de la lucha por la defensa territorial y de su cultura, reactivan su papel

transformador en el escenario de la cumbre agraria, étnica y popu-lar. Tal reactivación nos obliga a elaborar y desarrollar una política de masas para el fortalecimien-to de estas luchas étnicas que in-tegren a los pueblos indígenas y afrodescendientes al torrente de lucha general por las transforma-ciones políticas y estructurales de nuestra sociedad. La forma de coordinación desarrollada por la Marcha Patriótica, como la Compi y la Conafro, puede servir de refe-rente o ejemplo de formas que nos permitan avanzar en este trabajo de masas.

73 La movilización urbana ha privilegiado y deberá

seguir privilegiando la lucha por concretar los acuerdos que se pac-taron en la Habana, por su imple-mentación y por la ampliación de los derechos de los pobladores po-pulares. Junto con ese primer ob-jetivo movilizador los comunistas hemos concebido el proyecto de una Ciudad Democrática enten-dida como la más avanzada rea-lización del derecho a la ciudad, la más plena democracia, la ele-vación universal de la calidad de vida, el fortalecimiento de relacio-nes armoniosas campo-ciudad en la búsqueda de superar las crueles desigualdades impuestas por el ca-pitalismo y el régimen de clase. En

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ísesa perspectiva se ubica la lucha contra las políticas neoliberales que se agudizan y por la defensa de los derechos ciudadanos, inclu-yendo el derecho al trabajo digno y estable. El escenario de cons-trucción de planes de desarrollo municipal y la revisión ordinaria de los planes territoriales, es otro escenario para la movilización y la coordinación de las fuerzas so-ciales de izquierda en la medida que sepamos superar por lo me-nos tres dificultades que han sido recurrentes: a) Mantenemos en nuestras organizaciones la separa-ción de las discusiones técnicas de las políticas; es fundamental cua-lificar nuestros cuadros regionales en relación con lógicas de gobier-no y administración tanto para los escenarios de coordinación y con-vergencia en los gobiernos como para el desarrollo de ejercicios de resistencia. b) No hemos logrado avanzar, en parte por lo primero, en la configuración geopolítica de lo que significa construir ciudades democráticas en cada uno de los casos, cuáles son los territorios que debemos articular y/o dife-renciar, en otras palabras cómo te-rritorializamos nuestra apuesta de ciudad y, c) es claro que el tema de las ciudades fue uno de los gran-des ausentes en las discusiones de La Habana y en consecuencia debemos profundizar nuestra ca-

pacidad de generar agendas terri-toriales de paz con justicia social que nos permitan vincular nuestra apuesta política estratégica con la defensa de los territorios y los de-rechos de los pobladores urbanos. En fin, no escasean motivos para la lucha organizada del pueblo ur-bano y rural. La unidad es la con-dición para el avance.

74 Acentuar la lucha por los derechos. La vigencia de

los derechos ciudadanos, cuya concreción siempre exige movi-lización popular, constituye un elemento de la lucha por la demo-cracia, importante en sí misma, que va en la dirección de construir condiciones para la lucha contra la explotación. El derecho a la sa-lud, a la educación, a un ambien-te sano, aquellos temas que por su efecto sobre la calidad de vida despiertan interés general, si bien no generan transformaciones pro-fundas en la sociedad, si estimulan la defensa de lo que es propio y a la vez colectivo. Son los usuarios de los servicios anotados los principa-les actores de la movilización por los derechos: los estudiantes, los usuarios de las EPS, la población urbana y rural en defensa del agua, en fin, la población en general. Co-rresponde concretar, cuando haga falta, y divulgar las propuestas po-líticas del partido relacionadas con

los derechos anotados e impulsar y apoyar las organizaciones de usua-rios, desde las estructuras organi-zativas estudiantiles que impulsa la Juco en universidades y colegios hasta los usuarios del transpor-te público, cuya organización aún está por construir.

75 La organización y la lucha por los derechos es insufi-

ciente. La lucha por la vigencia de los derechos ciudadanos, siempre válida, sin lograr su trascendencia a la lucha contra la explotación significa un esfuerzo importante pero ayuda de manera insuficiente al objetivo estratégico de nuestro partido. Se requiere, a través de la lucha por los derechos, ganar la consciencia de cada sector de la necesidad de avanzar hacia la construcción de una nueva socie-dad sin explotados; de otro modo, como se observa en varios frentes de masas tradicionalmente im-portantes, logrado el derecho se acaba la movilización.

76 El trabajo de masas del Partido Comunista Co-

lombiano parte de la afirmación histórica de que el sujeto político revolucionario surge de la exis-tencia o creación de condiciones objetivas y subjetivas, que si bien existe como necesidad del propio desarrollo capitalista y neolibe-

ral burgués, sólo asume su papel revolucionario y transformador cuando su conciencia política está plenamente fortalecida, supera la espontaneidad y alcanza la ma-durez para sumir la hegemonía que le permite alcanzar los logros planteados. Así mismo la unidad del movimiento popular, social y de masas depende de esta con-dición. Unir las fuerzas del cam-bio, identificar sus coincidencias, sus objetivos comunes, realizar la acción social y política única y colectiva de las masas excluidas, tiene hoy mejores condiciones a partir del proceso de lucha por la implementación de los acuerdos.

77 El movimiento de masas es diverso en sus objetivos

concretos, en su nivel de organi-zación, en sus métodos de lucha y en su capacidad de movilización. Sin embargo es posible y necesa-ria su coordinación por objetivos generales que atañen a toda la so-ciedad. La construcción de un país en paz con democracia, soberanía y justicia social sigue siendo el objetivo general común del mo-vimiento social. Si tenemos relati-vamente clara la meta, entre todos debemos construir el camino.

78 El Programa del PCC indi-ca que nuestra meta estra-

tégica se refiere a la construcción

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ísdel socialismo, a la eliminación de la explotación. En ese camino con-sideramos la construcción de de-mocracia “como factor inspirador y viabilizador del camino al socia-lismo”. En la acción de masas de-bemos privilegiar la lucha contra la explotación que se concentra en la confrontación por la apropia-ción de la plusvalía, y en la batalla permanente por la vigencia de los derechos ciudadanos; la primera va en función de la construcción de la meta estratégica de elimina-ción de la explotación, mientras la segunda en la dirección de la construcción y consolidación de una sociedad realmente democrá-tica. Ambas son estratégicas. A su lado, y dado que vivimos una so-ciedad no autónoma, gravemente influenciada en sus decisiones por intereses foráneos, la lucha por la soberanía, por la independencia, va también en la dirección de la construcción de una verdadera democracia.

79 La lucha popular exige ni-veles distintos de unidad

de acuerdo con los objetivos que se persigan: a) Una es la lucha por consolidar un proceso que inicie el camino hacia la paz en Colom-bia. De ese objetivo participan en la práctica todos los seres racio-nales de la sociedad, excluyendo solamente a aquellas mentes en-

fermas que viven para la violencia. La unidad por la paz debe incluir a la inmensa mayoría de los co-lombianos sin que ello represente ninguna otra aproximación en lo político de quienes conformen ese frente amplísimo; b) Otra es la lu-cha por la vigencia de los derechos ciudadanos de la cual participa, o debe participar, buena parte de la población. La lucha por los dere-chos es la lucha por la democra-cia; allí convergen muchas plata-formas políticas, aún de sectores de explotadores, de modo que se trata de la búsqueda de fren-tes amplios de coordinación. La multiplicación en el mundo de movimientos de esa naturaleza ha creado en algunos la ilusión de que es el nuevo motor de los cam-bios sociales pero, como dijera un veterano comunista portugués, “el espontaneismo no hace histo-ria profunda” y “la lucha de clases es hoy, y siempre lo fue, el motor de la historia”. Sin embargo, los movimientos sociales enseñan la importancia de la batalla por las reformas; c) Otro es el nivel de unidad requerido por expresiones de la lucha de clases. Se trata de enfrentar la explotación para abo-lirla y ello requiere la conciencia de ser explotado y la decisión de combatir esa condición. Se trata, por tanto, de un estadio superior de la unidad que requiere aproxi-

maciones en la concepción políti-ca. Hablamos de la unidad entre los comunistas de distintos mati-ces, núcleo fundamental alrededor del cual pueden construirse otras unidades pero sin cuya existencia esas otras formas se tambalean. Un frente de izquierda. Esa cons-trucción del frente de izquierda debe darse primero en lo concreto de los espacios de la lucha de cla-ses, en los espacios de la confron-tación sindical, por ejemplo, para luego ir creciendo a otros ámbitos y ganando la generalidad de la lu-cha política.

80 Concentrar esfuerzos del PCC hacia el sector de la

producción. Nuestras propias limi-taciones nos obligan a concentrar el accionar del PCC en aquellos sectores “con mayor capacidad de incidir sobre el comportamiento de la sociedad”, los denominados sectores estratégicos, y entre ellos, a establecer prioridades. Para inci-dir en el comportamiento de la so-ciedad capitalista neoliberal, con el ánimo de transformarla en una sin explotadores ni explotados se debe afectar el orden de la relación mercantil, mecanismo por el cual se realiza el valor de las mercan-cías y se hace efectiva la ganancia, producto de la explotación. Marx consideró que la fase de produc-ción constituye el fundamento

del sistema capitalista y de todo modo de producción. Como dijo en el prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Políti-ca: “El modo de producción de la vida material condiciona en gene-ral el desarrollo de la vida social, política e intelectual”. Antes que la circulación, esfera donde se ubica entre otros, el sector financiero, el eje del sistema se halla en la esfera de la producción a cuyo análisis dedicó el primero de los tres libros que componen “El Capital”. Antes de que circule, el capital debe ser creado.

81 Romper la cadena de pro-ducción de los sectores

más importantes. La cadena de producción tiene varios eslabo-nes: adquisición de materias pri-mas, transformación, transporte y comercialización; la ruptura de cualquiera de ellos interrumpe la relación mercantil y altera el funcionamiento de la sociedad. Se trata entonces de definir las cadenas más relevantes para la economía y, en cada caso, buscar el eslabón más sensible para la interrupción del proceso. Lo ex-presado permite la construcción de las consideraciones para la de-finición de nuestros sectores pro-ductivos estratégicos: a) A mayor volumen de transacciones de un bien o servicio (importancia eco-

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ísnómica) éste cobra mayor poten-cial desestabilizador de la estruc-tura social, de interrumpirse la relación de su mercantilización; b) Debe tomarse en cuenta la ca-pacidad de interrupción del pro-ceso transaccional por parte de alguno o algunos de los actores sociales envueltos en ese circuito; c) El ejercicio de planificación de la labor de masas del PCC debe considerar el estado organizativo de los actores, y su capacidad de cohesión alrededor del objetivo de interrumpir el proceso mer-cantil; d) Es necesario consolidar (o aún construir) organización del sector con mayores posibili-dades de afectación del proceso; e) Se trata de que la organiza-ción esté dispuesta a enfrentar la explotación en particular, y en general que apueste por la trans-formación de la sociedad en las diferentes esferas (formación política). Se consideran sectores estratégicos de la producción, por su importancia económica, el frente sindical del sector ener-gético (petróleo, gas, carbón, hi-dráulica), de los alimentos (pro-ducción y transformación) y de los materiales de construcción (desde la minería hasta la cons-trucción misma).

82 Defender la soberanía, más allá de las diferencias

políticas. Hay sectores de la vida social que pueden o no partici-par de la condición de preponde-rancia económica antes anotada, pero que representan elementos críticos de la construcción social que afectan la soberanía de la na-ción, cuyo defecto nos hace débi-les frente a agresiones externas o internas. Es el caso, por ejemplo, de la producción de alimentos; una insuficiencia en este renglón sensible nos convierte en depen-dientes de otros para nuestra su-pervivencia y por consiguiente se crea la posibilidad de una de-pendencia política que imponga modelos que puedan ser conside-rados indeseables. Soberanía ali-mentaria, soberanía energética, agua, comunicaciones, educación y cultura son estratégicos.

83 La defensa de los derechos tiene carácter estratégico.

La violación de derechos ciudada-nos afecta la cotidianidad de la po-blación y su calidad de vida, por lo que se generan respuestas que pue-den ser organizadas y masivas. El derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, al trabajo digno, al ambiente sano, a la movilización, a los servicios públicos, han sido y son reivindicaciones que catalizan la movilización por su plena vigen-cia. En cualquier caso, la moviliza-ción por derechos debe usarse para

construir conciencia ciudadana contra la explotación.

84 Potenciar la lucha de mu-jeres y jóvenes. Debemos

integrar a todos los niveles ante-riores el potenciamiento de la lu-cha de las mujeres y los jóvenes a través del fortalecimiento de su participación en las organiza-ciones sindicales, sociales y en el movimiento popular. En el caso de las camaradas comunistas el fortalecimiento de su iniciativa tiene que darse al calor de la lu-cha contra el sexismo, los abusos y el feminicidio, y por los dere-chos sexuales, reproductivos y el trabajo digno para las mujeres campesinas, indígenas, afroco-lombianas, obreras, maestras, jóvenes, académicas y mujeres de todo el pueblo. Estas luchas deben asumirse de la mano con la perspectiva de las diversida-des sexuales y de géneros. Es importante comprender que el capitalismo es también un siste-ma donde la división del trabajo incorpora al género y las edades, en formas y estructuras específi-cas que discriminan, oprimen y explotan a mayor escala a muje-res y jóvenes aumentando así la dominación. De lo que se trata es de afianzar desde el marxismo el sentido de las relaciones de clase y de género con el movimiento de

mujeres, jóvenes y las masas en general. Nos corresponde como comunistas superar las relaciones jerarquizadas y construir con las masas nuevos vínculos en el mar-co de la lucha por la paz, todo ello como parte de la construcción de un modelo alternativo que digni-fique a las mujeres y a los jóvenes en la etapa actual con miras al post acuerdo.

85 Desarrollar desde ahora una agenda de construc-

ción de organización en aquellas entidades y/o empresas donde no existe, incluyendo comuni-dades agrarias en los territorios donde se realizarán los proyectos auto-gestionarios y de economía solidaria y donde se realizará la contienda eleccionaria en el marco de unas circunscripcio-nes especiales de paz. La etapa pos-acuerdos implica un mayor compromiso individual y colec-tivo, el sindicalismo debe buscar alianzas y compromisos de tra-bajo con otros sectores de la po-blación: campesinos, usuarios de servicios como salud, educación, habitantes de barrios, veredas, la academia, en fin, la idea de un movimiento amplio que vaya por el poder para las mayorías. Ese es un camino que debemos recorrer quizá por etapas, con planes de trabajo, con compromisos de en-

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ístrega de cuentas, con ética. Debe-rá consolidarse, especialmente en el movimiento sindical afiliado o no a cualquiera de las centrales, la coordinación de los sectores clasistas para desarrollar la orga-nización de los trabajadores y es-timular la confrontación con los explotadores. Recuperar la lucha contra la explotación es la tarea de la corriente clasista de los asa-lariados.

86 La coordinación necesa-ria de los movimientos

sociales debe incluir, en primer lugar, la aproximación táctica de quienes ya comparten objetivos estratégicos para poder actuar frente a otros como bloque uni-

ficado, con fuerza suficiente para ganar al conjunto para las postu-ras que más convienen al objeti-vo general común. No se trata de un frente para la acción electoral que siempre generará diferencias; siempre habrá otros espacios para los acuerdos electorales. Se trata de la coordinación de las fuerzas de izquierda para la acción en los frentes de masas referida al obje-tivo general.

87 La aproximación tácti-ca de quienes comparten

objetivos estratégicos requiere el espacio periódico y frecuen-te de encuentro entre las fuerzas comprometidas con la unidad de acción, privilegiando en esos

El Programa del PCC indica que nuestra meta estratégica se refiere a la construcción del socialismo, a la eliminación de la explotación”

encuentros la mejor aproxima-ción al objetivo común. En cada frente de masas, en cada región o localidad, las fuerzas compro-metidas en el proceso unitario deben construir espacios para la coordinación con el apoyo de las instancias de dirección partida-ria, sin excluir aquella otra más general, que priorice y oriente la labor local y nacional. La Cumbre Popular, sin más apellidos, puede ser la instancia general referida. Lo anterior supone la posterga-ción de aquellos debates, a veces torpes y colmados de emotividad, sobre nuestras diferencias y nues-tra carga de recuerdos, muchas veces sesgados, para enfatizar lo que nos une.

88 Se parte de un supues-to que es necesario (re)

construir: cada militante del PCC debe comprometerse a anteponer los objetivos partidarios por en-cima de las aspiraciones e inte-reses individuales. Tal requisito debe ser condición necesaria para ser considerado militante. Las pugnas internas que entraban el avance del partido y en ocasiones atentan contra la unidad inter-na, en pocas ocasiones se deben a diferencias con gran contenido político o ideológico; esas tienen su conducto interno para su so-lución. Las otras causas hacen re-ferencia a intereses particulares, ambiciones o afán desmedido de reconocimiento.

La vía de la unidad para una amplia

convergencia hacia una transición

democrática89 El problema y las tareas de la

unidad han sido, son y serán uno de los aspectos esenciales de la lucha revolucionaria. La unidad de la izquierda es fuente necesaria para la transformación revolucionaria de las relaciones de poder, la resolución democrática de los problemas sociales

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ísy la construcción del Socialismo. El proceso de construcción de la unidad implica siempre reconocer sus diferentes naturalezas, niveles y temporalidades. No son de la misma naturaleza la unidad ideo-lógica, filosófica, religiosa, cultu-ral, política, etc.; como tampoco son idénticos los rasgos que con-forman la unidad interna de un Partido con la unidad o alianzas entre Partidos diferentes. Los ni-veles y temporalidades de la uni-dad en el seno de un Partido, en el campo de la izquierda y con las masas, contienen lógicas y proce-sos diferenciables.

90 La unidad política se reali-za entre diferentes organi-

zaciones y busca la superación de los obstádulos que surgen de sus diferencias. Por lo tanto, las dife-rencias no siempre desaparecen en la unidad política, pero pueden mantenerse subordinadas a los puntos que constituyen la unidad. Las unidades políticas pueden adquirir el carácter de alianzas, frentes o convergencias, como una unión temporal entre distin-tos grupos o clases sociales para llevar a cabo una lucha por intere-ses comunes; pueden ser de corto plazo y con objetivos limitados, como también de mediano o largo plazo y con metas revolucionarias comunes. Las primeras suelen de-

nominarse alianzas tácticas y las segundas alianzas estratégicas. Im-plican mantener siempre tanto la unidad como las contradicciones. “Se trata de unir fuerzas, mediante el compromiso sobre unos puntos programáticos en que hay acuer-dos. Las fuerzas siguen actuando y defendiendo sus criterios propios o su razón de ser social o política, pero se comprometen a luchar por un conjunto de puntos acordados” (Álvaro Vásquez).

91 La unidad de la izquierda tiene por finalidad la lucha

revolucionaria con las masas. “La vinculación más profunda y per-manente con las masas fue ayer, es hoy y deberá ser siempre la brúju-la de nuestro Partido” (Lenin). La unidad entre el Partido, la clase y las masas populares es posible debido a la comunidad de intereses compar-tidos: la abolición definitiva de la explotación de los seres humanos. No puede existir unidad estratégica sin vinculación permanente con la lucha de masas y popular. Un desa-fío constante de la unidad política es su práctica diaria; de nada sirve declarar verbalmente la unidad sin practicarla en la vida cotidiana y en la lucha de masas.

92 El momento histórico actual nos obliga al “de-

ber ético y político de cuidar la

unidad… es absolutamente na-tural que existan diferencias en los escenarios de unidad y es in-genuo creer a estas alturas de la situación, que toda una serie de aspectos que han caracterizado determinados sectores políticos de la izquierda, van a desaparecer de la noche a la mañana” (Álva-ro Vázquez). El campo de la iz-quierda colombiana mantiene tradiciones ideológicas como el marxismo-leninismo, el camilis-mo, el maoísmo y el trotskismo, como también por el debate clá-sico sobre reforma y revolución. La orientación reformista busca perfeccionar el orden existente, convierte las reformas en un fin en sí mismo y abandona progre-sivamente la lucha anti-capitalis-ta. La orientación revolucionaria preserva su rechazo radical a toda forma de capitalismo e impulsa solo aquellas reformas en vías al Socialismo. El momento político exige sistematizar las experien-cias históricas de los comunistas en lo relativo a la unidad de ac-ción política y programática para fortalecer caminos de alianzas hacia un reagrupamiento de fuer-zas más amplio.

93 El momento presente abre un período de inter-

cambios, aproximaciones y dis-

cusiones para profundizar en las propuestas de unidad popular desde el movimiento revolucio-nario y varios escenarios colec-tivos marcarán ese destino: Con-greso Constitutivo del Partido político fruto de los Acuerdos de La Habana; XXII Congreso del Partido Comunista Colombiano; VI Congreso de la Unión Patrió-tica; fase pública de negociacio-nes con el Ejército de Liberación Nacional E.L.N., en la ciudad de Quito.

94 Un eslabón muy impor-tante de la solución polí-

tica es el Acuerdo que establece las garantías y condiciones para que las Farc EP hagan tránsito a la actividad legal y participen de la vida pública con plenos dere-chos. El carácter, las formas y el funcionamiento del movimiento o partido que en virtud de dicho Acuerdo va a surgir es expresión de las decisiones de la X Confe-rencia y sus eventos internos que han reafirmado su compromiso con el pueblo, su proyecto revo-lucionario, su vocación unitaria y la necesidad de avanzar en el apoyo irrestricto a la fase de im-plementación del Acuerdo de Paz. El Partido Comunista Colombia-no acompaña, apoya y aporta en la construcción de este proceso en el que son las FARC y su Congreso

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ísquienes marquen las pautas de su carácter, concepción y objetivos políticos.

95 La fuerza de un movi-miento de convergencia

democràtica para consolidar la paz con justicia social es una condición insoslayable de la ac-tual coyuntura política. El primer paso para avanzar en la unidad es la coordinación amplia entre las fuerzas revolucionarias sobre la conducta adecuada para materia-lizar el potencial democrático de los acuerdos frente a las amena-zas de los enemigos de la paz, las inconsecuencias y complicidades del gobierno en su actitud reduc-tiva de sus responsabilidades con la implementación.

96 Los tiempos están cru-zados por una coyuntura

electoral que obliga al despliegue de una visión propia e indepen-diente desde la izquierda para configurar una fuerza influyen-te y decisoria y una política de alianzas adecuada al objetivo de un proceso de transición con base en un gobierno democrá-tico de amplia convergencia po-pular comprometido con la im-plementación del Acuerdo final y las reformas necesarias para construir y consolidar la paz con justicia social. Esta convergencia

debe partir de un Programa Po-lítico común, escenarios y lis-tas únitarias e incluyentes y una metodologia para escoger un (a) candidato (a) presidencial de consenso. Pasos sucesivos ade-cuados a sus momentos propicios conprenden: participación nutri-da de las diferentes fuerzas polí-ticas en los escenarios colectivos respetando la autonomía de cada una de las organizaciones políti-cas; resolver la iniciativa de una Asamblea nacional constituyen-te; acordar una hoja de ruta con seminarios especializados con todas las fuerzas para la cons-trucción de consensos en temas neurálgicos del accionar político; la elaboración de un cronogra-ma concreto para acompañar los procesos de Implementación del Acuerdo Final por parte de las fuerzas revolucionarias; estudiar la posibilidad futura de una fecha para la realización de un posible Congreso de Unidad de los revo-lucionarios.

97 Estamos por un escena-rio de la unidad, recono-

ciendo que estamos frente a una heterogeneidad de visiones desde la izquierda sobre la perspecti-va política, sobre la cuestión del gobierno alternativo y del poder. El XXI Congreso reafirmó traba-jar la política del Frente Amplio

para avanzar a la unidad, esto es impulsar el acercamiento, la creación de confianza, el respal-do a las movilizaciones populares de masas, elevar el nivel de los compromisos de solidaridad en-tre todas las fuerzas del pueblo, profundizar el contenido político de los acuerdos programáticos para coordinar la intervención independiente de las masas en el rumbo del país. Esta política im-plica la convergencia más amplia de movimientos y procesos uni-tarios en la tarea de construir la fuerza popular del poder para los cambios democráticos. Creemos en su vigencia para la profundi-zación del debate ideológico, los acuerdos programáticos, el cui-dado de lo logrado en unidad y el vínculo a las luchas sociales con las masas, proceso que nos llevaría a la conformación de un gobierno democrático de amplia coalición y convergencia social.

98 La consolidación de una unidad más amplia para

las transformaciones revolucio-narias contiene etapas, momen-tos y mecanismos. Tenemos que realizar en el momento actual grandes esfuerzos ideológicos y metodológicos para construir esa hoja de ruta. Se hace camino al andar, pero también se pueden anticipar ciertos senderos. La

premisa fundamental deseada de esta ruta es avanzar pronto, con calendarios y con seguridad a la unidad estratégica de las fuer-zas revolucionarias de tradición marxista, leninista y bolivaria-na. Algunas ideas que puede contener esa hoja de ruta son: a. Mantener un mecanismo de coordinación permanente de las fuerzas, con reuniones periódicas para coordinar, resolver diferen-cias, proyectar iniciativas, etc.; b. Establecer equipos conjuntos de educación y formación ideo-lógica; c. Realizar encuentros o seminarios especializados sobre temas centrales del momento po-lítico; d. Discutir conjuntamente los Programas estratégicos de las fuerzas revolucionarias. Adquie-re una gran relevancia el Semi-nario de las fuerzas, plataformas, Cumbres y partidos de izquierda sobre elementos programáticos y Hoja de Ruta previsto para 17 y 18 de marzo, en Bogotá. Los comunistas debemos tomar la iniciativa y crear las condiciones para su realización.

99 El XXI Congreso formuló la política de unidad como

la perspectiva de un Frente Am-plio por la Paz, la Democracia y la Soberanía, espacio articulador de convergencias de Movimientos y procesos, de unidad programática

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ísy de formas de unidad de acción política para la movilización y la intervención popular en las deci-siones fundamentales de país. Un Frente Amplio de Movimientos y Procesos que tome la iniciativa po-lítica y social por la Paz con justicia social y la dirección de la lucha so-cial y popular. En tal Frente Amplio pueden converger las fuerzas de la izquierda, las corrientes indepen-dientes partidarias de la paz con justicia social, las organizaciones sociales y sindicales que defienden los intereses de los(as) trabajadores y todas las Plataformas nacionales, regionales y étnicas de la resisten-cia social y popular. La naturaleza del Frente Amplio en el pos-Acuer-do, es la de un proyecto político amplio, incluyente, alternativo, con diferencias en, pero sin, enemigos a la izquierda, constructor de base social y de alianzas políticas y cul-turales para un nuevo poder en las condiciones de la lucha demo-crática de las masas. La política de Frente Amplio y su realización son parte orgánica de un Bloque Histó-rico y popular.

100 Para los comunistas la amplitud y, a la vez, la

profundidad de la unidad po-lítica está en estrecha relación con el Programa Común, en el que po-drían tenerse en cuenta al menos los siguientes puntos:

a) El respaldo al Acuerdo de Paz de La Habana y el compromiso decidido con todo el proceso de su implementación. El im-pulso a un proceso constitu-yente del que podrían hacer parte las mesas de participa-ción planteadas por el diálogo gobierno-ELN y las iniciativas articuladas a la implementa-ción de acuerdos. Así mismo la exigencia de que el Estado cree condiciones al diálogo con el EPL en el contexto de una política de Paz Integral. La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.

b) Garantías para el derecho a la vida de todos/as los/as co-lombianos/as, en especial a quienes se integran a la vida ciudadana, a los activistas so-ciales, defensores de DDHH e integrantes de la oposición de izquierda; y la liquidación de-finitiva y constitucionalizada del paramilitarismo en tan-to figura delictiva, forma del terrorismo de Estado y parte orgánica de la guerra contra-insurgente.

c) Reformas indispensables para avanzar en la igualdad política y la profundización de la aper-tura democrática: del sistema electoral, del sistema de Par-

tidos, estatuto de la oposición, Ley de medios, Ley de ordena-miento territorial.

d) Medidas y reformas para ase-gurar la soberanía alimentaria, la defensa del campesinado, la defensa de la tierra, del terri-torio, del agua y los recursos naturales; rechazo al modelo extractivista depredador de la naturaleza.

e) Zonas de Reserva Campesi-nas, extensión a los campesi-nos del derecho a la consulta sobre usos del territorio; me-canismos de poder popular para la coexistencia, planes de vida y autogestión de formas específicas de manejo de los territorios indígenas, afro y campesinos.

f) Replanteamiento del modelo económico y social; reformas que garanticen los derechos la-borales a la contratación colec-tiva, la estabilidad y el derecho a la organización sindical; mejo-ramiento de los salarios; plena vigencia y ratificación de todos los convenios con la OIT; re-visión de los TLC con Estados Unidos, UE, Corea del Sur.

g) Garantías y materialización de los derechos de la población

a la ciudadanía plena, salud, educación, empleo digno, vi-vienda, tierra, etc.; reforma agraria, reformas a la salud, a la educación, la vivienda, al modelo de desarrollo urbano.

h) Elevación a un nivel estratégi-co del papel de la cultura y de las artes en la superación de la mentalidad contrainsurgente anticomunista y en la creación de nuevas expresiones de la identidad democrática, de la rebeldía, del pensamiento crí-tico y de la idea socialista.

i) Reformas para la reparación de las víctimas y la No repeti-ción: Renuncia definitiva a la política de contrainsurgencia anticomunista, cambio en la doctrina militar, supresión de la doctrina de la seguridad na-cional y del enemigo interno; juicio a los autores de genoci-dio e impedimentos para que puedan volver a ejercer cargos de gobierno.

j) Desmilitarización de la vida ciudadana y de las regiones agrarias; destinación del ejér-cito a la salvaguardia de la soberanía; disolución del Es-mad, depuración, reestructu-ración y desmilitarización de la misma.

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ísk) Apoyo e impulso a los proce-

sos de integración de Nuestra América; rechazo al interven-cionismo político, militar y mediático de Estados Unidos; desligar de la estrategia unila-teral del tratado transpacífico TTP; autonomía, amistad y re-laciones en pie de igualdad con todos los países.

101 Las transformaciones profundas exigen la

conformación de un Bloque his-tórico y popular que realice des-de abajo un giro hacia una nueva Colombia. En el interior de este Bloque histórico y popular con-viven la clase fundamental que dirige el sistema hegemónico que son los trabajadores de la ciudad y del campo, acompañados de los campesinos, indígenas, afrodes-cendientes, trabajadores indepen-dientes y los sectores subalternos que consolidan el sistema hege-mónico como los desempleados, los desposeídos, las mujeres, los jóvenes, los intelectuales, los ar-tistas, los creadores populares, entre muchos otros, que confor-man también la base social de este Bloque histórico y popular. Este Bloque es la expresión de un nivel superior de la unidad social y po-lítica hacia la dirección intelectual y moral en la construcción de una nueva sociedad en Colombia. Las

Cumbres Agraria, Étnica y Popu-lar, Minero Energética y Ambien-tal, Comités de paros cívicos re-gionales, Comandos Unitarios, Comités pro revocatoria destitu-yente de alcaldes, Mingas indíge-nas, Movimientos de Cultivadores Coccam pueden converger hacia una Cumbre Popular como gér-menes de este Bloque histórico. La unidad de la izquierda tiene como sentido y finalidad la conso-lidación de este Bloque histórico y popular como el constructor real de la lucha por la revolución en nuestro país.

102 La unidad política de un Bloque histórico y

popular requiere de una base so-cial cuya esencia, como decía Le-nin, es ante todo la unidad de las masas trabajadoras de la ciudad y del campo, las capas medias, la in-telectualidad y un variado conjun-to de expresiones del común. La unidad estratégica debe constituir el núcleo duro alrededor del cual se vayan consolidando los otros niveles de unidad. La II Asamblea Nacional por la Paz, realizada en noviembre de 2015 bajo convo-catoria de la USO, marcó una po-sible ruta a seguir: se trató de un proceso de participación popular amplia, que debatió y construyó propuestas sobre política minera, desarrollo regional y cultural alre-

dedor del proceso de Paz en mar-cha, y que dejó un legado político y organizativo importante de es-pacios de expresión y protesta po-pular, mucho más allá del ámbito sindical. De otro lado, como ya venimos anotando, se encuentra el proceso de la Cumbre Agraria, Ét-nica y Popular, que si bien su base es principalmente agraria, logró a través de su lucha alcanzar unos acuerdos con el gobierno para realizar las Cumbres Regionales y Nacional por la Paz con un forma-to semejante al de las Asambleas que desarrolló la USO. Ese proce-so es liderado por el Movimiento agrario influido por Marcha Pa-triótica y por el Congreso de los Pueblos, organizaciones en donde convergen los mismos sectores de izquierda ya mencionados, más otros. La unidad se construye al-rededor del movimiento real. Se puede esperar la coordinación ge-neral de un proceso movilizador alrededor de una Cumbre Popu-lar, que construya las bases de ese Bloque Histórico.

103 La Unión Patriótica es un movimiento políti-

co con un legado ético e histórico que reaparece fruto de la larga lu-cha por la denuncia del extermi-nio y la exigencia de verdad, justi-cia, reparación y no repetición. En la coyuntura actual, tras la recupe-

ración de su personería, la Unión Patriótica trabaja en perspectiva unitaria como un importante alia-do de los comunistas en la conver-gencia para el proceso democráti-co de transición ya descrito. En la perspectiva de su VI Congreso es preciso fortalecer su papel como impulsor de la política de Frente Amplio, en los procesos unitarios y en las propuestas de articulación a la unidad mayor, asi como su contribución a la implementación territorial de los acuerdos.

104 La Marcha Patriótica, de la cual los comu-

nistas hacemos parte desde su fundación, se ha constituido en la etapa actual en un movimiento social y político relevante para las tareas de la unidad popular. MP es un movimiento socio político que ha demostrado una capaci-dad importante de lucha, organi-zación y movilización de masas especialmente en medios rurales y en importantes contingentes del movimiento agrario revolucio-nario. La abnegada lucha de sus militantes ha convertido a este movimiento en centro de la re-presión estatal y paramilitar, pero al mismo tiempo en un referente de la resistencia y la rebeldía po-pulares. Rodear a Marcha Patrió-tica de toda la solidaridad es una decisión de los y las comunistas

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íscolombianas. El importante acu-mulado de su prestigio señala a MP como un factor dinamizador del Bloque histórico popular en todos los espacios, comunidades, territorios y regiones donde re-fleja el sentir de bases sociales en proceso de radicalización y poli-tización de sus luchas.

105 Los comunistas com-partimos en esta etapa

La consolidación de una unidad

más amplia para las

transformaciones revolucionarias

contiene etapas, momentos y

mecanismos”

el criterio de la simplificación de los aparatos políticos, para evitar la duplicación de esfuerzos, las reuniones entre los mismos y el personalismo de ciertos aparatos. En esa dirección consideramos que todas las acciones y decisio-nes políticas deben ser tomadas de forma reflexiva y democrática por los militantes de base de las respectivas organizaciones y par-tidos.

Reforzar la identidad

comunista, fortalecer el partido, su misión histórica, su papel combativo

y forjador de nuevos cuadros

106 El Partido Comunista Co-lombiano es la expresión

legítima de la clase obrera y del pue-blo colombianos. No fue ni ha sido trasplante externo, como lo alegaron sus enemigos para jutificar la perse-cución y el exterminio. Es un partido histórico que ha tenido una incidencia

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íscontínua en la vida nacional, pese a la persecución, a los períodos y condiciones de ilegalización, de clandestinidad y de resistencia a la violencia del sistema. Su larga lucha ha sido por el poder revolu-cionario y transformador del pue-blo y para el pueblo, en una pers-pectiva socialista de igualdad y plena justicia social, amplias liber-tades y democracia de base. En su historia ha orientado y canalizado las rebeldías frente al orden sisté-mico, contrainsurgente y violento, de la resistencia popular en todas sus formas a la alternativa de paz democrática, estable y duradera con justicia social y ambiental, fortalecimiento regional y étnico.

107 Estamos en presencia no de simples movi-

mientos y hechos coyunturales, sino de una gama acontecimien-tos que pueden traducirse en un cambio de carácter orgánico y que pueden significar una apertura de un periodo transición hacia una nueva situación política, tanto en el plano internacional como en el nacional. Es un nuevo momen-to histórico en el que la lucha del pueblo, concretada en el Acuerdo de paz y en la resistencia de masas a la anti democracia y a la violen-cia de clase, cuestiona el caduco orden contrainsurgente impuesto por el imperialismo con la com-

placencia de las clases dominantes y pone sobre la mesa su necesaria superación. El XXII Congreso Na-cional debe ahondar en el estudio de estos procesos, con el objetivo de identificar con acierto los cam-bios en la situación política y con el propósito de contribuir a la ne-cesaria actualización de su línea táctico-estratégica. Ello nos debe ayudar a precisar los derroteros del proceso de preparación con otras dinámicas políticas del debate y construcción de la unidad para el nuevo poder, como también debe aclarar las consignas y las tareas más urgentes en dirección a fortalecer el movimiento social por la paz para la exigencia de la implementación inmediata de los Acuerdos y el desarrollo inevitable de la confrontación de clase, todos ellos los desafíos a enfrentar en el actual momento político.

108 La nueva situación que se abre subraya la nece-

sidad del cambio revolucionario y la vigencia histórica de las fuerzas que han actuado consecuente-mente por formar la conciencia, la organización y la experiencia transformadora del pueblo. El Partido Comunista Colombiano como una de esas fuerzas es parte esencial del acervo estratégico de la revolución colombiana. El sen-tido principal de su quehacer en el

momento histórico es contribuir a la unidad estratégica y a cons-truir con ella la unidad del pueblo, indispensable para los cambios democráticos y el socialismo. Un paso en esta dirección es la unidad de los comunistas y la perspectiva de un solo partido de los comunis-tas colombianos.

109 La lucha de los comu-nistas, desde todos los

ángulos del accionar del pueblo, ha sido factor fundamental en la conquista de una vía de solución política y en consecuencia en los efectos del actual momento de transición. Su papel como fuer-za dirigente, es el de sistematizar la rica experiencia de las distin-tas formas de lucha, proyectar los nuevos pasos en la tarea de unir al pueblo para la conquista de un poder democrático que propugne por la justicia social, la igualdad y el socialismo, y en consecuencia formar los cuadros que exige el momento, para fortalecer la cons-trucción de organización partida-ria y de organización popular.

110 En la fase de imple-mentación y ejecución

del Acuerdo, luego de más de tres cuartos de siglo de anticomunis-mo y de guerra contrainsurgente, los comunistas tenemos el deber irrenunciable de encabezar la lu-

cha por la Verdad histórica; exigir la restitución del buen nombre del Partido Comunista Colombiano; reclamar la reparación política y material por los asesinatos, tor-turas, desapariciones y exilio de sus activistas; la destrucción, daño y expropiación de sus sedes; la persecución, incautación ilegal y atentados a su periódico VOZ y exigir el compromiso de que nun-ca más se repitan tales hechos.

111 En el marco de una historia que irrum-

pe brutalmente el 9 de abril de 1948, los sectores populares y el conjunto de la nación han estado sujetos a una traumática y dolo-rosa polarización con base en el anticomunismo y la doctrina de la seguridad nacional enfocada al exterminio del “enemigo interno”. Con ese pretexto se violentó por las clases dominantes la soberanía, se ha reforzado la adscripción a la órbita del imperialismo estadou-nidense, sometido al país a planes y leyes supra nacionales y al inter-vencionismo militar de los EEUU. La dominación de clase instru-mentó la guerra contrainsurgente para agrandar las desigualdades políticas y sociales, incrementar el ejército de reserva del capital, institucionalizar sus privilegios, reducir los salarios, intensificar la desposesión campesina y “decapi-

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ístar” los núcleos de lucha y resis-tencia sociales y de la oposición democrática.

112 La tarea por la Verdad histórica y la Memoria

como un derecho del pueblo es para los comunistas parte inse-parable de la batalla de ideas por la identidad y el proyecto histori-co. En este sentido los comunis-tas reclamamos un papel activo y pluralista del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparción y No Repetició, SIVJRNR, de la Justicia Especial para la Paz, JEP y de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, CEVCNR, como instrumentos que deben ser utili-zados por las víctimas, las fuerzas de izquierda y los movimientos de masas para rescatar el relato y la memoria de una tragedia pro-longada que no puede repetirse; a la vez que asumimos en tarea co-lectiva la reconstrucción plena de la historia del Partido Comunista Colombiano como contribución necesaria a la expresión de la cul-tura democrática.

Tareas para la unidad de los comunistas

113 La prioridad del Par-tido Comunista en la

etapa actual es fortalecer su uni-

dad interna, la cohesión y eficien-cia de sus estructuras, el creci-miento militante y la renovación de sus cuadros y métodos que fortalezcan la lucha política, po-pular y de masas, desde la base y en la diversidad de escenarios donde el pueblo expresa su rebel-día y descontento con las políti-ca y medidas, consecuencia de la implementación del modelo neo-liberal. Elevar nuestra capacidad de incidencia en la coordinación y articulación de la luchas del pue-blo en la nuevas condiciones de la implementación de los acuerdos es tarea central, así, nuestro aporte a la unidad sólida y duradera de la “familia comunista” será real y consecuente. El mejor aporte a la unidad estratégica de los comu-nistas es un partido Comunista Colombiano fuerte y actuante en la lucha política y social.

114 El cumplimiento de las tareas estratégicas

y tácticas y la construcción de la unidad de los comunistas exige unas organizaciones políticas pre-paradas para el momento presente con grandes fortalezas en forma-ción de los cuadros, claridad entre los aspectos estratégicos y tácticos, profundización en los métodos de análisis de la situación concreta, un adecuado relevo generacional, sólidos principios éticos, nuevos

estilos de trabajo con las comuni-dades territoriales y la consolida-ción de direcciones con capacidad de trabajo en equipo.

115 Estamos a favor de un solo Partido Comunis-

ta, creemos sin rodeos, que com-partimos una unidad ideológica y una esencia identitaria que es la esencia marxista, leninista y Boli-variana, núcleo articulador de esta unidad, que nos permitirá traba-jar de manera unificada ya sea en el marco de una convergencia o de una nueva fuerza política am-plia y diversa. Pero esta no será un proceso ideal, entendemos la unidad como un proceso real que tendrá vicisitudes y aciertos, que no puede ser forzado y en el cual ponemos a disposición nuestra experiencia y capacidad creadora, nuestro acervo de lucha y disposi-ción colectiva. Partimos de la pre-misa fundamental que la unidad de los comunistas y los revolucio-narios es la determinante para las transformaciones emancipadoras anti-capitalistas, pero somos cons-cientes que su consolidación exige una hoja de ruta realista, consen-suada y basada en la construcción de confianza recíproca.

116 El momento político actual exige superar las

tendencias a la despolitización, a la

subestimación de los peligros que envuelve la coyuntura, a la excesi-va confianza en los factores buro-craticos de la implementación y al menosprecio por la formación po-lítica en todos los niveles en que actuamos las fuerzas con mayores identidades en la coyuntura estra-tégica. Es preciso avanzar en las bases de una identidad comunista, marxista leninista y bolivariana, que unida a la reconstrución de la Verdad histórica proporcione las nuevas armas ideológicas y teó-ricas de la batalla cultural que se corresponde con la profundidad y las necesidades de construir valo-res humanistas, nuevos lenguajes, nuevos referentes vinculados a la lucha por el poder democrático. La lucha ideológica y cultural de los comunistas nos compromete con una estructuración de la iz-quierda cuyo eje es la acción por las transformaciones profundas en la sociedad y el Estado, que abor-de las reformas necesarias hacia un cambio revolucionario y una democracia avanzada. Los comu-nistas luchamos por la superación del capitalismo y en consecuencia por construir en Colombia y en América Latina una sociedad jus-ta, socialista, humanizada. En esa óptica miramos el papel del blo-que histórico y popular. Para ello debemos avanzar en la unidad interna ideológica, organizativa y

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ísformadora de cuadros del Partido Comunista Colombiano y de la Juventud Comunista Colombiana. La unidad no es un estado petrifi-cado ni tampoco un fin en sí mis-mo, es un proceso de construcción incompleto, complejo pero per-manente y perfectible.

Sobre la situación orgánica del PCC

117 La situación orgánica del Partido debe ser es-

tudiada con rigor y sistematicidad a partir de los lineamientos del XXI Congreso Nacional y sus de-sarrollos posteriores. Nuestras fi-las se han mantenido en medio de la ofensiva anticomunista, los re-flujos del movimiento obrero y las complejidades propias del proceso de unidad de la izquierda, agudi-zadas en su momento con nuestra exclusión del Polo Democrático; así como las circunstancias y de-bates que rodearon la coalición a la campaña al Senado con el aval de la Alianza Verde y su extensión a la contienda presidencial de la primera y segunda vuelta; y en va-rios lugares la difícil relación polí-tica con dirigentes y dinámicas or-ganizativas. Otro tanto fueron las discusiones sobre la táctica clasis-ta en el Movimiento obrero, agra-rio y juvenil. Estas complejidades se reflejaron negativamente en las

pasadas elecciones regionales y en la elección nacional del ejecu-tivo de la CUT. A pesar de todo, es preciso reconocer los esfuerzos unitarios para superar estas si-tuaciones que muestran avances significativos en el frente obrero, la organización agraria y, en al-gunas regiones, en el Movimiento juvenil. Con un Partido debilitado tuvimos que recorrer un camino difícil y lleno de complejidades políticas, no exentas de falencias ideológicas, problemas de iden-tidad y fallas propias de nuestro trabajo organizativo. Pese a que ello impidió avanzar con mayor rapidez, se lograron experiencias exitosas que debemos reconocer, asimilar y ampliar pensando en fortalecer al Partido y su ligazón con las masas.

118 Los factores externos son de alta comple-

jidad política y han afectado la dinámica organizativa en la me-dida en que se suman a factores internos como: el daño que hacen las luchas internas sin principios ni criterio partidario, el mal fun-cionamiento de las direcciones, el acomodamiento, el burocratis-mo, el amiguismo, las tendencias grupistas e individualistas que apuntan a desconocer el trabajo, la dirección colectiva y los acuer-dos tomados en las direcciones.

Todo esto se complementa con una vida en muchos casos inor-gánica de la militancia. Esta si-tuación plantea la pregunta sobre ¿qué tipo de Partido necesitamos frente al momento histórico? Sin duda un Partido de cara a la lucha popular y la unidad por los cam-bios democráticos, económicos y sociales. Para cumplir con este objetivo necesitamos fortalecer la centralidad de la acción política de los comunistas. El PCC con-centra su presencia en las áreas urbanas con desarrollo bastante desigual. En las cinco principa-les capitales (Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaraman-ga) el Partido logra estabilizar sus direcciones pero su tamaño continúa siendo muy pequeño en proporción a sus habitantes e importancia política y económi-ca. En las ciudades intermedias como Popayán, Soacha, Ibagué, Florencia, Tunja, Cartagena, Ma-nizales, Pereira y Valledupar se observa una notable recupera-ción de las células pero persisten limitaciones que aún impiden el crecimiento hacia otros frentes y sectores de masas. La situación más crítica la tenemos en ciuda-des importantes como Riohacha y Montería, a pesar de los esfuer-zos realizados. Esta deficiencia se puede suplir si logramos aprove-char la presencia de la JUCO y

establecer con su dirección na-cional un plan conjunto que pro-yecte la recuperación del Partido en estos lugares.

119 En las ciudades de fron-tera se viene estabili-

zando la estructura partidaria en Cúcuta, Arauca y Pasto. En el Pu-tumayo, después de una larga au-sencia se retomaron los contactos con el antiguo Partido en Puerto Asís, Puerto Leguízamo y Orito. La presencia a nivel departamen-tal y regional se ubica en Arauca, Cauca, Tolima, Valle, Risaralda, Caldas, Quindío, Huila, Caquetá, Nariño, Bolívar, Cundinamarca, Boyacá, Meta, Urabá, Magdalena Medio, Norte de Santander y Su-cre; en las zonas campesinas y de colonización como, Sumapaz, Bo-yacá, oriente del Tolima, Caquetá, Meta, los Montes de María y re-cientemente en el Cauca. En los territorios indígenas se cuenta con presencia en Coyaima y Riosucio, y en los territorios afro-colombia-nos en Chocó y el Pacífico sur na-riñense, sin que hasta el momento contemos con una iniciativa pro-pia para desarrollar estos secto-res. En los sindicatos nacionales tenemos organismos en el sector minero-energético, la industria manufacturera, la construcción, la generación de energía y en el sector agrícola; como también en

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ísel magisterio, y en menor medida en la salud y en el sector estatal. Si bien tenemos dirigentes sindica-les, existen dificultades para ganar la orientación del sector clasista, problemas de funcionamiento que se suman al escaso crecimiento y a los cambios en la estructura de la clase obrera. Los sectores sociales mantienen dinámicas diferencia-das en el movimiento por la Paz, de víctimas y los derechos huma-nos. Sin desconocer los esfuerzos realizados, nuestra proyección en el movimiento de masas de mu-jeres y LGBTI aún es insuficiente. La JUCO influye de manera im-portante en el movimiento estu-diantil y juvenil.

120 El Comité Central y el Comité Ejecutivo Cen-

tral mantienen mayoritariamente su número y funcionamiento, pero con dificultades y defectos que po-nen en evidencia problemas en su composición, tales como, la ausen-cia de regiones y la débil partici-pación obrera, campesina, étnica, de mujeres y jóvenes. La composi-ción de la nueva dirección nacio-nal y de las direcciones regionales debe atender los criterios de cons-trucción y renovación de Partido, sabiendo encontrar el punto de equilibrio entre los cuadros más experimentados y la promoción de los nuevos a los espacios de

dirección, que les permita avan-zar en su formación y experiencia como dirigentes. La urgencia de la renovación debe asumirse con audacia y mucha responsabilidad, buscando tener direcciones con los hombres y mujeres, jóvenes y veteranos más capaces, formados, con capacidad de trabajo, energía, iniciativa y creatividad, fraterna-les, respetuosos, garantes de los acuerdos colectivos tomados de-mocráticamente, con base en la suficiente información y adecuada discusión. Hay que saber ubicar a cada dirigente, a cada militan-te donde más pueda aportar de acuerdo a sus características.

121 La Juventud Comunis-ta muestra desarrollos

importantes en su iniciativa po-lítica en el Movimiento juvenil. Para el Partido ha sido siempre estratégica la incorporación de los(as) jóvenes a la lucha demo-crática y emancipadora. La JUCO preserva su tradición, legado y acumulado histórico que la man-tiene vigente como parte esen-cial de la vanguardia colectiva del movimiento revolucionario, y viene experimentando desde sus últimos congresos un importante recambio de su núcleo dirigente. La actual dirección central ha sido remozada con nuevos cuadros provenientes de las regiones y de

la capital con los cuales avanza en su proceso de integración y esta-bilización organizativa. La JUCO, como escuela del marxismo revo-lucionario, ha permitido formar varias generaciones de cuadros comunistas y su importancia se acrecienta con la perspectiva po-lítica de la renovación organiza-tiva que actualmente asumimos para los años venideros. Atrás han quedado las tentativas divisionis-tas que confrontaban la línea del Partido; otro tipo de problemas deberán ser afrontados con ma-durez, inteligencia y creatividad. Estos cambios obligan al Partido a comprometerse todavía más con el acompañamiento y apoyo al tra-bajo juvenil de la JUCO, ayudando a fortalecer los métodos juveniles y las formas de organización y de lucha propios de este sector social en las condiciones actuales.

Acerca del enfoquede género

122 Para las y los comunis-tas luchar por la inclu-

sión de las mujeres en equidad e igualdad de oportunidades en lo social, político, económico y cul-tural es una tarea revolucionaria, es una acción que implica la trans-formación de la cultura orientada a la inclusión de las mujeres como agentes transformadores de la

sociedad. Significa trabajar con nuevos paradigmas que decons-truyan lo “natural” de la sumisión, subordinación, discriminación, la valoración de lo femenino para las practicas del cuidado. Cam-biar esto, exige procesos de toma de conciencia, compartir con las mujeres en equidad los lugares de toma de decisiones, sacarlas del lu-gar del silencio, de la invisibilidad, del cuidado de los y las otras para construir con ellas el Partido que necesitamos para estos tiempos. Esto, tiene que ver con la dificultad de darle la palabra a las mujeres, una sociedad y un partido dirigi-do en su mayoría por hombres, pierde la posibilidad de incluir la otredad que somos las mujeres, por ello en la idea de elevar el nivel de conciencia, el significado de lo femenino, valorado en lo público y lo privado, a las mujeres como sujetas históricas de derechos, es entender que la inclusión de las mujeres no se reduce a la utiliza-ción del lenguaje incluyente, o el nombre de una o dos mujeres en los distintos cargos, casi siempre mujeres que no cuestionan el pa-triarcalismo, que no representan los intereses de las mujeres, pero que son útiles para mostrar la in-clusión de las mismas. En este sen-tido la transversalidad del enfoque de género, requiere ante todo la profundización de la democracia

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ísde género, es decir, preguntarnos por la explotación de las mujeres en la sociedad, cuales son las des-igualdades diferentes que ellas pa-decen por el hecho de ser mujeres y que ahondan en la falta de jus-ticia social y las desigualdades en la sociedad; siendo las mujeres las más pobres entre los pobres y las más afectadas por el capitalismo.

123 El capitalismo y el pa-triarcalismo van de la

mano, la ideología sexista logra perpetuarse en el sistema econó-mico con diversos elementos que producen ciertos esquemas sobre la percepción de la mujer en el mundo actual: su hipersexualiza-ción, la maternidad, la reproduc-ción y el trabajo doméstico como base “natural” de la feminidad y del ser mujer. Ello significa que la lucha de clases no es suficiente si no se transversa por la equidad y la igualdad de género, del mismo modo el enfoque de género no es suficiente si no plantea la trans-formación de la sociedad. Una y otra deben caminar parejas, la lucha de clases no es incompati-ble con la lucha por los derechos de las mujeres, el feminismo y el marxismo se complementan en el análisis materialista de la situación de la mujer, en el horizonte de la transformación de la sociedad capitalista. Es recurrente escu-

char a compañeros militantes de izquierda, afirmar que las luchas de las mujeres dividen a la clase y al movimiento revolucionario, parten de la premisa que debe ser una única lucha contra el modelo económico y político, sin tener en cuenta las particularidades de la opresión, lo cual termina invisi-bilizando la lucha del movimiento de mujeres, desconociendo que este es fundamental y que indu-dablemente el análisis marxista es esencial para comprender el de-sarrollo histórico, las relaciones sociales y de producción de los individuos en una sociedad, como también la teoría feminista para entender el patriarcalismo y las relaciones sociales entre hombres y mujeres, Las luchas cotidianas y estratégicas deben ser por la paz y por la transformación de las rela-ciones de opresión, reivindicando y particularizando las luchas fe-meninas.

124 El proyecto emancipa-torio del que hacemos

parte los comunistas, entiende que las diferentes formas de opresión y dominación que sufre la sociedad, no pueden confrontarse como si fueran fenómenos separados o je-rarquizados de manera mecánica. El clasismo, el racismo, el sexismo y las diferencias de género, for-man un entramado de opresión

que cobra forma concreta en la formación socio económica co-lombiana. El modelo de democra-cia restringida, ha sido edificado sobre la base del mantenimiento y reproducción de los distintos órdenes de dominación. Las elites colombianas se han caracterizado por un talante clasista, misógi-no, racista y homofóbico, logran-do imponer estas prácticas como parte de la cultura hegemónica, que por supuesto permea también el comportamiento de los sectores subalternos de la sociedad. La re-lación entre homofobia, misoginia y sectores guerreristas, opositores a la salida política del conflicto armado, quedó explicita en el de-bate del plebiscito del pasado 2 de octubre. La activa participación del movimiento de mujeres y de personas LGBTI en la lucha por la paz y la inclusión de estas, como población de especial protección y reparación en los acuerdos -úni-cos en el mundo en incluir un enfoque de género y diferencial-, fueron utilizadas para orientar la histeria social, que persiste en la sociedad colombiana frente a las personas homosexuales, contra la negociación. Para las personas LGBTI, el escenario del conflicto armado agrava las condiciones de exclusión, violencia, discrimina-ción y ausencia de derechos, que viven en el país. Por eso la articu-

lación de la lucha por el reconoci-miento y disfrute de derechos, la exigencia de construcción de una política Pública Nacional LGBTI y la lucha por un proyecto de-mocrático vinculado a la defensa del acuerdo final y al logro de un acuerdo con el ELN, se han con-vertido en un eje de acción y mo-vilización en la última etapa.

125 Aumentar la histórica articulación del movi-

miento LGBTI con el movimien-to de mujeres, abrir el diálogo y entendimiento con el movimien-to obrero, campesino, indígena y afro, ha de ser una preocupación de los comunistas. La vincula-ción de las principales corrientes LGBTI a la construcción del mo-vimiento alternativo por la demo-cracia en el país, debe mantenerse y ampliarse, recogiendo las expe-riencias positivas que dejaron en ese sentido, el Polo Democrático Alternativo y que hoy se expre-sa, con sus diferencias y avances, en Marcha Patriótica y la Unión Patriótica. El PCC, debe ser un escenario de combate constante, contra toda expresión de miso-ginia, racismo y por supuesto de homofobia, tanto en la sociedad como a su interior. La política de cuadros del partido debe expresar un enfoque de género y diferencial que permita, superar las condi-

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ísciones estructurales de discrimi-nación, que impiden a mujeres y población LGBTI asumir roles de liderazgo y dirección partidaria. De igual manera, el PCC debe abrir espacios, destinar cuadros y garantizar recursos para que la presencia partidaria en el movi-miento LGBTI, sea cada vez ma-yor y más cualificada. El debate teórico cobra gran importancia, tanto para mantener y ampliar el potencial emancipador de la lucha por los derechos de las personas LGBT, como para combatir la vi-sión recortada que no observa la importancia de estas luchas en la derrota necesaria de los sectores más cavernarios y conservadores de la elite y abren camino en la lu-cha por la democracia.

126 Siguiendo la tradición marxista, de Lenin,

Lukács y Gramsci, se puede soste-ner que la concepción del Partido Comunista no es una cuestión pu-ramente formal o coyuntural, sino que es uno de los problemas inte-lectuales y prácticos más impor-tantes de una revolución en cual-quier época y lugar donde se luche contra el dominio del capitalismo y del imperialismo. La batalla de ideas en torno al horizonte común de la transformación radical de la sociedad colombiana y del conti-nente, no puede estar desligada de

la necesaria elaboración teórica de las experiencias organizativas del Partido Comunista y del Mo-vimiento revolucionario en gene-ral. Los problemas de orientación política e ideológica en las organi-zaciones sindicales, sociales y po-pulares en los últimos años, deben motivar a pensar estratégicamente la cuestión sobre el cómo insertar de nuevo la cuestión organizativa en la teoría y la praxis de las fuer-zas democráticas, progresistas y de izquierda, comenzando por el propio PCC.

127 La organización debe unir coherentemente la

teoría y la práctica. A la luz de este principio se puede advertir que muchas de las orientaciones de militantes de nuestro Partido en las organizaciones de masas, no se construyen orgánicamente. Esto quiere decir que la orientación po-lítica no se elabora por vía demo-crática construyendo su centrali-dad, sino a partir de la iniciativa de liderazgos individuales o de pe-queños grupos, lo que contribuye a la dispersión política del Partido. El anterior fenómeno se expresa también en ciertas prácticas del activismo sindical, social o popu-lar que tienden a menospreciar el estudio de la teoría comunista y revolucionaria. En nuestro caso, ocurre con el programa y la línea

del Partido, puesto que existe un desdén por el estudio permanen-te y el trabajo planificado desde la célula, porque se privilegia la sim-ple acción e iniciativa individual. Por lo general, este tipo de lide-razgo pierde de vista la necesidad de interpretar la realidad política en la complejidad de su devenir social y en la riqueza del conjunto de las determinaciones esenciales y constitutivas de su totalidad his-tórica.

128 Esta deformación en la conducta política

de muchos dirigentes de los Mo-vimientos democráticos, progre-sistas y de izquierda –de los que, por supuesto, no ha estado exento nuestro Partido– es una expresión manifiesta del atraso teórico y del culto a las formas más estrechas de la actividad práctica. Esta es una de las causas principales de la pro-longación de la crisis ideológica del proletariado, que afecta tam-bién de manera negativa las con-cepciones de la misma izquierda. Los problemas de organización del Partido Comunista inciden profundamente en esta situación, pero es precisamente esta crisis la que llama la atención sobre su ne-cesidad y vigencia: el Partido debe seguir existiendo porque está lla-mado a cumplir –parafraseando a Gramsci– su misión de organizar

los nuevos liderazgos que nacen al calor de las luchas espontáneas de los Movimientos de masas y de los sectores sociales, los cuales se desarrollan inicialmente en el pla-no de la lucha económica, pero que necesitan después proyectarse ideológica y políticamente en el Partido, como intelectual colecti-vo de su clase y como dirigente del Bloque histórico y popular.

129 La histórica consigna de un Partido Comu-

nista de masas necesita actualizar-se, entendiendo el planteamiento que el camarada Álvaro Vásquez hiciera en el IX Congreso Nacio-nal del PC: “El Partido comunis-ta de masas más que un objetivo inmediato es la guía del proceso de formación de un Partido pro-letario de nuevo tipo en nuestro país, que envuelve diversas tareas que deben cumplirse en distintas etapas, de conformidad con los cambios políticos nacionales e in-ternacionales y con la línea táctica de nuestro Partido”. Un Partido comunista de masas pasa por la construcción del vínculo Parti-do-masas a través de la iniciativa política y la actividad planificada desde las células, para que éstas funcionen como verdaderos orga-nismos de dirección de los frentes y sectores de masas. De esta cone-xión orgánica dependerá el creci-

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ísmiento y mayor capacidad para la transformación económica, so-cial, ideológica cultural, ecológi-ca y espacial. La acción colectiva del Partido debe construirse en concreto, potenciando la unidad entre el movimiento de masas y el marxismo revolucionario como guía para la acción. El fortaleci-miento del trabajo de masas pasa por recuperar el valor del trabajo colectivo como medio para unifi-car la espontaneidad y la dirección consciente. Gramsci, siguiendo a Lenin, consideraba que la discipli-na de un Partido revolucionario consiste en su acción con las cla-ses explotadas y oprimidas, en el trabajo con la política de masas, su papel de vanguardia y en la lu-cha ideológica contra las actitudes sectarias y aventureras que lo aís-lan de la lucha real.

130 La función más impor-tante de los Comités de

Dirección Intermedia consiste en ayudar a que cada vez un mayor número de células lleguen a cum-plir este papel político y dirigente de las masas. Las direcciones en todos sus niveles tienen el reto de llevar al Partido a una nueva po-sición de iniciativa y de acumu-lación política para la izquierda y los procesos unitarios, lo que supone, a su vez, una mayor ca-pacidad para producir hechos de-

mocráticos y revolucionarios. Las células, con el acompañamiento de las direcciones, deben hacer un esfuerzo por ampliar los espacios de su acción política, cuyos resul-tados sean socialmente acumula-bles. La realidad orgánica estará siempre determinada por el nivel de vinculación a los sindicatos, las asociaciones, los colectivos, las redes comunitarias, las orga-nizaciones, movimientos sociales e interétnicos, los procesos de re-sistencia de base, las juntas de ac-ción comunal, las instituciones y la interlocución con el poder esta-tal. La construcción de células de mujeres comunistas es importante para la proyección de nuestra po-lítica en las organizaciones de mu-jeres. Es importante recuperar los espacios del trabajo de agitación y la propaganda en las direcciones y las células, orientada a cultivar la conciencia social mediante la edu-cación de masas, la comunicación alternativa y la actividad cultural.

131 Para lograr el salto or-ganizativo requerimos

de un mayor compromiso con la gestión de los recursos econó-micos y logísticos. Las finanzas serán el eje vertebrador entre las actividades colectivas en las re-giones y las iniciativas nacionales que fortalezcan económicamente al Partido. De cara a las nuevas

exigencias, necesitamos un ma-yor compromiso de la militancia con el trabajo financiero. De ello dependerá en gran parte el me-joramiento del funcionamiento general de la estructura del PCC. Es vital recuperar el carácter edu-cativo e ideológico del pago de las cuotas estatutarias y, especialmen-te, organizar de mejor manera la campaña por el pago de la cuota de constructores, como aspecto esencial en la construcción del Partido, con destinación específi-ca al Semanario Voz, las publica-ciones y la campaña de imagen del Partido. Es importante fortalecer el sentido de la responsabilidad colectiva, desde los organismos, en el financiamiento de las activi-dades e iniciativas del Partido; las direcciones en los diferentes nive-les han de impulsar los proyectos productivos y propuestas econó-micas que impidan la parálisis de la actividad política por la falta de recursos.

132 La política de Cuadros será integral y encami-

nada a la formación, promoción, renovación y preservación de los núcleos dirigentes. Debe estar ar-ticulada con la labor educativa y su énfasis en la formación política de las células con la Línea, el Pro-grama y los Estatutos, la prepara-ción en las escuelas, la investiga-

ción, las publicaciones, la Revista Taller y el Semanario Voz. En la selección para la promoción, se tendrá en cuenta la renovación a todo nivel buscando que corres-ponda a la política de Cuadros como parte fundamental de la construcción del Partido y de sus vínculos con las masas. La promo-ción de los Cuadros se proyectará a las instancias partidarias de los comunistas, a las organizaciones de masas y a los cargos de elección y representación política y admi-nistrativa a nivel local, regional y nacional. Es importante sistemati-zar y poner en práctica los textos que se encuentran publicados en esta materia. Las dificultades de funcionamiento de las comisiones de Cuadros, de Ética y garantías llevan a proponer la fusión de es-tas dos instancias en una Comi-sión de Cuadros y Ética con un carácter proactivo y de funciones precisas, encaminadas a: garanti-zar el respeto de los acuerdos co-lectivos; con autoridad para pedir a los Secretarios nacionales, comi-siones, departamentos y regiones la información, apoyo y recursos para el cumplimiento de sus fun-ciones; será directamente respon-sable ante el Comité Central y el Congreso; se propondrán criterios colectivos equiparables a los exigi-dos para el Comité Central, con autoridad moral, espíritu de Parti-

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ísdo, ecuanimidad y respeto por los cuadros. Para tal fin, se presenta-rá en el XXII Congreso una pro-puesta de enmienda a los actuales estatutos. La política de Cuadros prestará especial atención a la formación de los revolucionarios profesionales, fortalecerá el enfo-que de clase, étnico, de género y de diversidad sexual, la presencia de los(as) jóvenes en el Partido e impulsará la construcción de un mayor liderazgo político de las mujeres.

133 La doctrina contrain-surgente de la “seguri-

dad nacional” y el “enemigo inter-no”, de la cual deriva el terrorismo de Estado, ha sido la causa de la persecución y el exterminio sis-temático del Partido Comunista y la Unión Patriótica. El accionar conjunto entre fuerzas estatales y paramilitares representa una de las mayores amenazas al Proceso de Paz y a la presencia comunista en los territorios. No descartamos la “guerra sucia” en la época del pos-Acuerdo y esto implica que debemos fortalecer el compromi-so con la política de preservación y seguridad de Cuadros, militan-tes y bienes de la organización de los posibles ataques del enemigo. Por su parte, la seguridad corres-ponde a la implementación de to-das aquellas medidas tendientes a

minimizar los factores y conduc-tas de riesgo de la militancia, ami-gos y familiares tanto en los espa-cios públicos como en el hogar. Es preciso comprender que los re-cursos provenientes del Programa de protección PCC-UP no solo aportan a la seguridad, sino que también nos sirve a nuestro tra-bajo, movilidad y comunicación cuando se manejan con criterio colectivo. No obstante, la crecien-te dependencia a los esquemas de seguridad nos ha llevado a descui-dar nuestra propia política de pre-servación y seguridad, a que rela-jemos la vigilancia revolucionaria y a que perdamos nuestra inicia-tiva en la gestión de información, su análisis y elaboración de planes de respuesta frente a las amenazas. Las direcciones tienen la respon-sabilidad de organizar los talleres de preservación y seguridad, con-formar los equipos e implementar los planes operativos de acuerdo a las realidades de cada territorio.

134 Hacer frente a los cam-bios derivados de las

negociaciones de la Habana de-mandará una profunda renova-ción del Partido, de su política, de sus métodos de trabajo con las masas, de su estilo organizativo, de su labor teórica, y también una renovación de su composición de clase, de composición étnica, de

género y generacional. Por reno-vación entendemos el proceso de superación de nuestras deficien-cias y la apropiación por el con-junto de la militancia de nuestras mejores tradiciones de lucha, las experiencias más fructíferas de nuestra historia en las diferentes actividades y regiones para siste-matizarlas, al igual que las críticas a las deficiencias para superarlas, lo cual implica una labor de teo-rización de nuestra práctica y ex-periencia; apropiarnos de nuestra historia y memoria colectiva, for-talecer nuestra identidad y pro-yectar nuestra presencia en los Movimientos de masas con un perfil propio, constructivo y uni-tario en función de las transfor-maciones que buscamos, con de-cisión y creatividad.

135 Renovar supone tener en cuenta los cambios

de estructura operados en los Movimientos masas, las nuevas realidades culturales y de existen-cia que comparten los diferentes conglomerados sociales. Com-prender sus necesidades y nuevas reivindicaciones, definir priori-dades del trabajo de masas, tanto a nivel económico social como territorial, fortalecer los vínculos con esos sectores, y elaborar pla-nes realizables, con claras metas y mecanismos de control y de sis-

tematización de experiencias que permitan elevar el grado de orga-nización y conciencia de las masas y el papel dirigente del Partido, no declamado, sino reconocido en la práctica por los diferentes actores, priorizando la actitud unitaria, constructiva, contra las tenden-cias gremialistas estrechas, el ais-lacionismo y dispersión de las dis-tintas expresiones, y las prácticas de cooptación y acomodamiento al sistema. Trabajamos decidida-mente en la identificación y reco-nocimiento de las especificidades, no para alentar aislacionismo de diferentes cuños, sino para impul-sar la convergencia de los distintos actores en la construcción de la unidad por las transformaciones profundas.

136 La renovación implica fortalecer, como esen-

cia de nuestra práctica organiza-tiva, la herencia leniniana, elevar la disciplina consciente y la cen-tralización de nuestra acción por vía democrática, el balance cons-tructivo de aciertos y deficiencias, el trato franco, respetuoso, que debe caracterizar las relaciones entre revolucionarios, sin dejar espacio a las prácticas grupistas y componendas personalistas que pretenden pasar a segundo plano los intereses colectivos. Incremen-tar la integración y cooperación

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ísentre los departamentos y dife-rentes organismos superando las tendencias a trabajar cada quien por separado perdiendo la siste-matización y las sinergias deriva-das de la cooperación. Combatir la irresponsabilidad, las actitudes burocráticas el sectarismo y la fal-ta de compromiso con los acuer-dos tomados a todos los niveles.

137 Renovación significa también fortalecer y

proyectar el trabajo de investi-gación acerca de la problemática económica, social, política y cul-tural, elevar la formación teóri-ca de los Cuadros y definir una política de difusión de nuestras ideas, denuncias y propuestas, teniendo en cuenta la hoy nece-saria orquestación de los medios impresos, de los medios digitales, multimedia, redes, para el ámbi-to nacional e internacional, y del trabajo personal, cara a cara, con audacia y creatividad. Debe resol-verse el problema de tener publi-caciones digitales, espacios inte-ractivos y de consulta en línea de las publicaciones históricas como Documentos Políticos, Margen Izquierda, Estudios Marxistas, los documentos de los Congresos, las publicaciones partidarias, el Se-manario Voz de los años pasados, depositarias de la experiencia que queremos apropiar, sistematizar y

teorizar, y que ponemos a disposi-ción de investigadores de los mo-vimientos sociales y de las fuerzas políticas de izquierda y democrá-ticas. En general, debemos poten-ciar la presencia del Partido en los medios, todo lo cual es un compo-nente real y concreto al fortaleci-miento de nuestra identidad y un aporte fundamental a su accionar.

138 Una renovación de clase que fortalezca

nuestras filas con miles y miles de nuevos asalariados de ciudad y del campo, calificados y no ca-lificados, teniendo en cuenta los cambios que están ocurriendo en la estructura de la clase obrera, como consecuencia de los proce-sos productivos y desconcentra-ción espacial de la misma. Ello su-pone fortalecer la presencia de los sectores populares de trabajadores por cuenta propia de la ciudad y del campo. También implica tra-bajar por la vinculación de indíge-nas y afro colombianos. Dentro de todos los sectores sociales hay que prestar atención a la vinculación prioritaria de jóvenes y mujeres, a su formación y promoción. Esto nos permitirá tener un Partido con presencia en los principales sectores sociales y regiones geo-gráficas para convertirnos en la fuerza propulsora de los cambios que requiere el país.

139 Desde la perspectiva marxista, la identidad

comunista descansa no solo en la concepción que se tiene del mundo, sino en la práctica encaminada a su transformación, en la interacción de teoría y práctica, con sus im-plicaciones racionales y emotivas, incluidas sus prácticas de represen-tación simbólica, con sus conno-taciones éticas y estéticas. Es viva, en transformación, ajena a cual-quier momificación o pretensión de concebirla como inmutable. La tradición marxista revolucionaria reseña diferentes momentos de su construcción, en cada uno de los cuales se han constituido, en lucha contra las tendencias de derecha e izquierda, los rasgos sustanciales que la definen: el carácter anticapi-talista, revolucionario, internacio-nalista está presente desde su mo-mento fundacional. Con el triunfo de la Revolución bolchevique y la construcción de la Tercera Inter-nacional, a esta tradición interna-cionalista y anticapitalista se suma la unidad obrera-campesina; y se apuesta no solo por la unidad in-ternacional de la clase obrera, sino también por la unidad de los pue-blos oprimidos en la lucha antiim-perialista por su emancipación.

140 Ante la crisis del cam-po revolucionario y el

surgimiento del fascismo, se ela-

bora la política del Frente anti-fascista que resulta victorioso en la Segunda Guerra Mundial. Así, el Partido asume como parte de su identidad el ser luchador con-secuente por la democracia, por la unidad de las fuerzas demo-cráticas y patrióticas en las lucha contra los sectores más agresivos del capital financiero, que encar-nan la antidemocracia en toda la línea y la opresión nacional, en función de su acumulación vo-raz de ganancia y la depredación ambiental. La teoría marxista re-volucionaria y la experiencia de las revoluciones triunfantes y del movimiento revolucionario in-ternacional, constituyen nuestro legado teórico en desarrollo. Un rasgo irrenunciable es el de la co-herencia entre la teoría y la prác-tica, entre lo que se declara y se hace. Hemos construido nuestra identidad en lucha interna con-tra el radicalismo verbal que no corresponde a la realidad y a la práctica revolucionaria en desa-rrollo, y contra el activismo sin norte programático y de princi-pios, que se acomoda al sistema y pierde la perspectiva de la arti-culación contradictoria entre las luchas reivindicativas y políticas, entre la lucha por la reforma y la lucha por la revolución. Estas expresiones son la base del opor-tunismo de derecha y extrema

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ísizquierda, que tienen en común el enfoque unilateral, carente del análisis dialéctico materialista.

141 Nuestro proyecto polí-tico y la práctica desa-

rrollada implican a la vez un pro-yecto ético comprometido en la superación de la explotación entre los seres humanos y todo tipo de opresión o discriminación. Estos pensamientos plasmados en la práctica cotidiana se vuelven cos-tumbre, valores, principios, parte integrante de la cultura identitaria comunista, y han jugado un papel importante en sostener la perseve-rancia en la lucha consecuente por la emancipación. Los símbolos, las conmemoraciones, el rescate de sistematización y difusión de nuestra memoria colectiva contri-buyen a elevar este sentido de per-tenencia identitaria, fundamental en la confrontación de clases que afrontamos en lo económico, po-lítico, ideológico cultural, tanto en su aspecto racional como emotivo. Hay que prestar mayor atención a los componentes estéticos de estas expresiones, tenemos una impor-tante tradición en la música, las canciones, la plástica, los murales, la poesía, que debemos potenciar en su creatividad y difusión, apo-yándonos en expresiones multi-media e impresas, prestando aten-ción a los lenguajes específicos

de cada modalidad, entendiendo que su función no es el de servir de ornato o auxiliar del discurso político conceptual, sino que las expresiones artísticas, en su este-ticidad, tienen un poder propio de comunicación emotiva, de crítica, reflexión y de llamado a la acción, de aludir a la realidad, que consti-tuyen un campo específico y fértil de la confrontación. Esto debe te-nerse en cuenta en la renovación de nuestro estilo de trabajo par-tidario y, en mayor medida, en el trabajo de masas con los sectores de intelectuales y artistas.

142 Un partido con enfo-que territorial, deman-

da comprender que el ordena-miento territorial oficial obedece a la hegemonía del gran capital transnacional para garantizar de manera óptima la producción, reproducción y exportación de ganancias. El territorio está de-terminado por las estructuras de poder, las relaciones sociales y los modos particulares de producir y consumir en cada contexto. Estas configuraciones territoriales no son neutrales, sino políticas. El espacio social en la geografía re-gional tiene un carácter histórico derivado de la organización de la población para realizar su activi-dad económica, social, política y cultural. Las comunidades ne-

cesitan del territorio para vivir, y el capital para establecer allí las relaciones sociales de las que de-pende el proceso de acumulación. En esta lógica, las guerras han sido movimientos de copamiento y destrucción de los territorios, y han servido como estrategia para la reorganización del espacio y la reconstrucción del territorio sobre nuevas bases y relaciones.

143 Por territorio entende-mos una perspectiva

integradora y, al mismo tiempo, siempre en proceso de construc-ción social e histórica. El espacio social y geográfico es una cons-trucción histórica, es un lugar de conflicto constituido por la dis-puta entre las formas de la terri-torialidad dominante (territorios hegemónicos o desde arriba) y las nuevas territorialidades (territo-rios en resistencia, alternativos o desde abajo) que emergen de los movimientos socio-territoriales, ambientales, multiétnicos e in-terculturales. Las luchas por la tierra, el agua, el techo, el espacio público, entro otros, hacen parte de este enfoque. Las relaciones so-ciales en el territorio y la disputa entre las múltiples territorialida-des (desde arriba y desde abajo) supone un determinado ejercicio del dominio político y económi-co para la apropiación simbólica

y cultural del espacio social por parte de clases y grupos dominan-tes. La relación espacio-poder y las dinámicas de producción he-gemónica de la subjetividad, las resistencias sociales y las expe-riencias de participación popular emergen como exigencia política de redistribución de la propiedad y la recuperación de los bienes culturales y ambientales comunes. Las luchas por la recuperación de la riqueza común, expropiada por el capital privado en los territo-rios, permiten pensar de otra ma-nera la reorganización del Partido en un nuevo Momento vinculado a la lucha por la implementación de los acuerdos de paz. El debate del territorio y la territorialidad debe ser tenido en cuenta para la organización de la propia activi-dad del Partido y el desarrollo de sus luchas.

144 Con el Acuerdo de Paz se inicia la batalla en los

territorios por la veeduría, verifi-cación, implementación y el cum-plimiento de los acuerdos de La Habana, como también por su ar-ticulación con las nuevas agendas de la protesta social. Precisamos de una estrategia diferenciada y planificada hacia los interregiona-les que proyecten nuestro trabajo hacia las Zonas especiales de paz y los espacios urbanos regionales.

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ísPensar políticamente el espacio territorial permite organizarnos y luchar de mejor manera en él, por lo que la cartografía social sirve de herramienta para la estrategia unificadora del Movimiento de-mocrático y popular. De ahí que la obtención de conocimientos refe-rentes a la geografía, ordenamiento territorial, los planes de desarrollo, las actividades económicas y la cir-culación social constituyen saberes que ofrecen una renovada perspec-tiva de la lucha por el poder.

145 La organización de los interregionales resulta

hoy insuficiente para responder los actuales retos de la construc-ción de la Paz. Esto porque están muy atados a la actual división oficial política y administrativa, y en consecuencia, no corresponde a las realidades de la multiplicidad territorial. Estamos obligados a una reformulación de la organi-zación interregional que reconoz-ca la existencia de múltiples tipos territoriales formados por las di-versas dinámicas sociales. Ello implica integrar la planificación con los territorios y los problemas sociales diferenciando la territo-rialidad oficial, organizada según los intereses y lógicas de poder, de las territorialidades alternativas modeladas por la movilidad so-cial y las necesidades propias de

las comunidades y de sus referen-tes espacio-simbólicos. Aterrizar el Programa, la Línea y la Acción política en el territorio implica la construcción, proyección y con-trol de los flujos de la moviliza-ción y de las redes organizativas que crean los referentes de la lucha en el espacio regional. La pers-pectiva multiterritorial implica la posibilidad de acceder a diversos territorios o conectarse con ellos a través del desplazamiento físico o el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación. La reorga-nización de los interregionales debe hacerse en consulta con las direcciones intermedias para que respondan a los debates actuales sobre las relaciones de lo rural y urbano, la utilización de la car-tografía social para el impulso de las luchas, las Zonas especiales de paz, las Zonas de reservas campe-sinas y las demás categorizaciones de las propuestas de ordenamien-to territorial desde arriba y desde las resistencias como lo ambiental.

Reencuentros con la historia del movimiento

revolucionario

146 En octubre de 2017 se cumplen dos hechos

conmemorativos que representan un gran legado para la teoría y la praxis del movimiento revolucio-

nario mundial y local. Se trata de los 150 años de la publicación del primer volumen del El Capital, obra cumbre de Marx, y de los 100 años de la primera revolución vic-toriosa de la humanidad contra el capitalismo. En ambos casos surge la pregunta perentoria sobre la vi-gencia y actualidad de estas heren-cias para enfrentar las situaciones problemáticas que embargan a los pueblos en las condiciones vigen-tes de crisis prolongada del capi-tal, que busca resolverse en contra de las mayorías oprimidas y ex-cluidas del disfrute de la inmensa riqueza material que crean los tra-bajadores y que es apropiada por unos pocos. La obra “El Capital” expresa la vocación consciente de Marx de encontrar una explica-ción científica de las causas que niegan el libre desenvolvimiento de todos y cada uno de los seres humanos, dado que en este siste-ma se carece de libertad para la producción y reproducción de la vida digna. El núcleo del aporte de Marx al pensamiento crítico resi-de en su comprensión de la explo-tación y enajenación de los seres humanos como la causa primera que explica la negación de la liber-tad, y que es la premisa real que emana del seno de las relaciones sociales y las condiciones materia-les de producción en las socieda-des capitalistas.

147 La revolución bolche-vique fue la primera

en la historia de la humanidad que intentó organizar la econo-mía sin propiedad privada sobre los medios de producción. La conmemoración del centenario de la Revolución de Octubre en Rusia no puede tener un sentido simplemente anecdótico, ni mu-cho menos nostálgico. Tampoco puede tratarse de evocar acríti-camente las glorias del pasado para subsanar las carencias y las derrotas del presente. Tenemos el reto de recuperar el legado re-volucionario ruso a partir de una lectura histórica y crítica de esta experiencia, no para copiar dog-mática y anacrónicamente el mo-delo insurreccional moscovita, ni mucho menos para hacerle con-cesiones a los renegados del so-cialismo a causa de los desafueros y errores del periodo estalinista. Necesitamos una actitud crítica y autocrítica que dé cuenta del sur-gimiento, desarrollo y crisis del socialismo como un hecho de la mayor significación para la lucha de los trabajadores (as), los cam-pesinos (as), los pueblos origina-rios, los intelectuales, los artistas, los jóvenes y las mujeres en el siglo XXI. La historia de la lucha por el socialismo ha sido comple-ja y llena de contradicciones, en-tender esto es asumir que la lucha

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ísde clases “realmente existente” no se ha desarrollado sobre un lecho de rosas, y que por tanto, el pro-yecto socialista no ha estado ni estará exento de fallas, defectos y recaídas que siempre necesita-remos superar dialécticamente si queremos reivindicar su vigencia y necesidad histórica.

El papel esencial de la Comunicación en el nuevo momento de la unidad y construcción

partidarias: medios, redes, información,

comunicación y el papel de las TIC en la lucha política e ideológica

148 En el marco de estas conmemoraciones ne-

cesitamos revitalizar y proyectar nuestro Semanario Voz en sus 60 años de existencia. Es claro que Voz debe dar el salto a una restructuración profunda que empieza por formular colectiva-mente los lineamientos de arti-culación que lo hacen un dina-mizador de Partido vigente y un educador activo de los trabajado-res (as) y las clases oprimidas. El momento es de un gran auge de la Batalla de Ideas en el que juegan un papel preponderante las TIC

y debemos orientar e invertir re-cursos en una plataforma tecno-lógica que dinamice la incidencia del Semanario en el rol activador de la lucha en los actuales tiem-pos, recordando que este trabajo va más allá de tener una página web, colgar noticias y darle clic, para pasar a asumir un compor-tamiento científico, identificando franjas, segmentos y públicos de intereses diversos. Las teorías ac-tuales del manejo periodístico y su apoyo en las TIC, indican que el nivel de incidencia de un medio de comunicación e información depende de su nivel de penetra-ción en los segmentos de interés. La situación de Voz en sus aspec-tos organizativos, financieros y de personal no puede ser un asunto repetitivo de informes que no ge-neran acciones y decisiones reso-lutivas. La restructuración y mo-dernización profunda va más allá de un rediseño formal de estilo, pasa por una evaluación técnica y científica de los roles de cada uno los miembros que componen su equipo periodístico y adminis-trativo, por una revisión colectiva de su línea editorial y por el análi-sis e informe financiero en donde quede claro cuáles son las necesi-dades y posibles fuentes de finan-ciación, estrategias de gestión y se proyecte su presupuesto anual de gastos.

149 En la actualidad, el par-tido carece de un espa-

cio organizativo interno que nos permita avanzar, no solo en el ám-bito comunicacional, sino además, que pueda dinamizar una política integral de agitación, propaganda, de reflexión teórica sobre los dis-cursos, los lenguajes y sus usos. Requerimos de espacios que desa-rrollen estrategias comunicativas que posicionen al partido como una opción de poder desde un sentido de renovación, dinámi-co y moderno. En este sentido, es preciso que el Congreso Nacional pueda discutir y definir la consti-tución de un departamento o área de comunicaciones a nivel nacio-nal, como un eje dinamizador en cada una de las regiones y locales del país. Esa área o departamento, debe contar con un equipo de tra-bajo que proyecte: a) Análisis de coyuntura, mediática y comunica-cional; b) Producción, difusión y promoción del Voz; c) Producción audiovisual y de imagen y; d) Y una oficina de prensa, entre otros. Además de contar con una desti-nación específica de recursos físi-cos y económicos en aras de man-tener una dinámica en el tiempo, más allá de lo coyuntural. También es imperativo proyectar espacios de formación nacional y regional de comunicaciones que contengan las herramientas para una buena

agitación y propaganda, y el posi-cionamiento del partido en el ám-bito político nacional. Elaborar un pensum para la escuela nacional y las escuelas regionales, vinculado institucionalmente con el Sistema Nacional de Educación.

Actualizar la preparación del

22 Congreso: La pertinencia

de la nueva fecha

150 El revés sufrido con la derrota del plebiscito

del 2 de octubre nos obligó a re-plantear los tiempos del proceso de preparación del 22 Congreso Nacional. La campaña previa por el “SI” y su prolongación en la práctica con la movilización ca-llejera que sobrevino en medio del limbo en que había quedado el Acuerdo Final, ocuparon la mayor parte de nuestros esfuerzos par-tidarios en lo regional y nacional creando de facto una nueva si-tuación político-organizativa: El congreso no podía realizarse en la fecha prevista porque 1) no se había podido realizar ninguna de las conferencias preparato-rias; 2) las tesis necesitaban ser actualizadas y 3) las condiciones no permitían la adecuada parti-cipación de un componente muy

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ísimportante para el debate sobre la unidad de los comunistas, el movimiento revolucionario y las fuerzas democráticas.

151 Hemos insistido que nuestro máximo even-

to no puede ser un acto reducido a un simple trámite burocrático y estatutario, sino que tiene un gran reto por delante: saber arti-cularse con los cambios orgáni-cos de la situación política cau-sados por el devenir del proceso de paz de la Habana. Nada más pertinente que la formulación de una nueva fecha para la realiza-ción de nuestro evento nacional, si comprendemos con suficien-te generosidad y claridad, que la preparación y definición no podían haberse limitado exclusi-vamente a la reuniones internas del partido, ni depender de opi-niones particulares por muy bien intencionadas que sean estas, puesto que el momento histórico nos exige una disposición a cons-truir colectivamente la línea tác-tico-estratégica en diálogo direc-to con nuestros aliados naturales, pero también con la base trabaja-dora, campesina y popular con el propósito de poner el acumulado histórico del PC al servicio de la causa unitaria, la movilización de masas, la democratización plena y la reconciliación nacional.

Ajustar las Tesis al curso dinámico

de la situación política

152 Lenin en Cartas sobre táctica nos enseña que

“el marxismo exige de nosotros con la mayor precisión y compro-bemos con toda objetividad la co-rrelación de clases y las peculiari-dades concretas de cada momento histórico”. Con esta premisa po-demos asegurar que las tesis del XXII Congreso Nacional, apro-badas en la reunión del XIII Ple-no del CC del mes de febrero, han envejecido en varios de sus com-ponentes, y esto porque de febrero a Noviembre de 2016 se han pro-ducido cambios importantes en la correlación de fuerzas tanto en el terreno internacional como en el nacional, a lo que debemos añadir una peculiaridad que no estaba presente en el nuevo momento del país: la derrota en el plebiscito, la aparición de nuevas fuerzas para la paz, los cambios de táctica en la ultraderecha, la negociación de un “Nuevo Acuerdo” y la necesidad de su refrendación por la vía del Congreso de la República, cuyo análisis está formulado en el pre-sente documento.

153 Esta circunstancia con-creta estuvo presionada

por delicadas amenazas de vio-

lación al cese bilateral de fuego y hostilidades y por una cruenta ofensiva de la “guerra sucia” que advierte la entrada a un periodo muy largo de desestabilización po-lítica y de aparición de nuevas va-riantes del “terrorismo de Estado” para lo cual debemos estar prepa-rados en la batalla por la imple-mentación. Estos no son cambios cosméticos en el panorama políti-co por lo que es necesario ampliar y profundizar las elaboraciones hasta ahora hechas con el objetivo de lograr trazar con mayor acierto las tareas generales para el perio-do histórico que se avecina.

El nuevo plan de preparación

154 El nuevo plan prepa-ración está pensado

en clave de unidad para la imple-mentación. Esto quiere decir que la discusión de las tesis del XXII Congreso, además de efectuarse en los espacios propios, debemos trabajarlas en “espacios conjuntos de intercambio político” con los aliados del movimiento sindical y de las organizaciones de masas, las fuerzas políticas afines dentro del campo democrático y de la izquierda, en especial con el con-tingente guerrillero que hoy pasa a hacer vida política en las condi-ciones de la legalidad como resul-

tado del Acuerdo de paz y el inicio de su implementación. Al centro de las discusiones, además del diagnóstico de la situación y la ca-racterización del nuevo momento político, se encuentra la discusión sobre los medios para superar de manera rápida y eficaz los obstá-culos del proceso de unidad po-lítica y social en plano territorial, regional y nacional.

155 Proponemos como eje de encuentro dinami-

zador, la formación de cuadros para lo cual se propone un “plan de escuelas ideológicas y políti-cas conjuntas” en todos los nive-les, cuyo contenido y estrategia pedagógica debe estar enfocada en la preparación de los núcleos dirigentes llamados a garantizar el relevo en las organizaciones de masas y en las estructuras políti-cas. La idea es que estas escuelas puedan contar con la participa-ción de organizaciones hermanas y amigas con la intención de acer-carlos a la formulación de nuevas propuestas que nutran la cons-trucción del proyecto unitario.

156 Es de suma importan-cia que el conjunto del

partido entienda la importancia de vincular otras fuerzas y sectores a las dinámicas de preparación del XXII Congreso, y para ello es cla-

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ísve la organización de “actividades políticas y culturales unitarias”, co-locando al centro propuestas que animen la vigilancia y participa-ción del pueblo en la puja por las reformas que derivan del proceso de implementación del Acuerdo de paz. El nuevo plan de preparación necesita una ambiciosa “campaña de imagen y comunicaciones” con el fin de posicionar no solo los re-ferentes de Partido, sino también para enviar un mensaje de unidad a los destacamentos más compro-metidos con la recomposición del proyecto de la izquierda. Por otra parte, va a ser muy importante la “edición de textos y las publica-ciones editoriales” puesto que la elaboración teórica sobre una di-versidad de contenidos, más allá

de las tribunas, los artículos para el Semanario Voz y la Revista ta-ller van a ser determinantes en la construcción de la nueva propues-ta política para el país. Por último y no por ello menos importante está los ajustes a las “Conferencias preparatorias” y las “Conferencias Nacionales Sectoriales” como los espacios propios que son para ela-borar colectivamente los informes y aportes a las tesis, elegir delega-dos (as) y hacer las postulaciones al próximo Comité Central, como también para hacer la formulación de las políticas sectoriales para el fortalecimiento del trabajo de ma-sas del partido y que tendrá que ser especificado en el nuevo cronogra-ma de trabajo que tendrá que apro-bar el XV Pleno del PC.

La renovación implica fortalecer, como esencia de nuestra práctica organizativa, la herencia leniniana, elevar la disciplina consciente y la centralización de nuestra acción por vía democrática”

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