capÍtulo ii marco conceptual y bibliogrÁfico

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22 CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO 15 El objetivo de este capítulo es proporcionar información puntual sobre la ubicación de la lexicografía, la definición de diccionario y el desarrollo que ésta ha tenido desde la antigüedad. Asimismo se hace una descripción de los tipos de diccionarios, al igual que una precisión del objeto de estudio de la metalexicografía, así como otros elementos conceptuales que son esenciales para llegar entender el concepto de ‘revisión de diccionarios’ en esta área de conocimiento, misma que se fundamenta en la localización y descripción de la macroestructura y la microestructura de las denominadas obras lexicográficas. 2.1 Ubicación de la lexicografía Considero que en general la mayoría tenemos acuerdo de que el registro de la información es por medio de las palabras y del discurso mismo que ha sido transmitido de generación en generación, y en ese sentido, uno de los compendios donde la cultura está plasmada para satisfacer la búsqueda de información y significados es precisamente el diccionario. Este extracto de la civilización es un fruto de su cultura, mostrando su entidad, pero usualmente restringida por sus particularidades ya sean socioculturales, 15 Una parte significativa de este capítulo, donde se discuten algunas nociones conceptuales y metodológicas, están tomadas de algunos apartados de las siguientes referencias bibliográficas: Acosta (2011), “Los diccionarios que vinieron del norte: una contribución al estudio de la lexicografía mexicana”, María Eugenia Vázquez, Klaus Zimmermann y Francisco Segovia (eds.), de la lengua por sólo la extrañeza. Estudios de lexicología, norma lingüística, historia y literatura en homenaje a Luis Fernando Lara, México: El Colegio de México, pp. 699-719; y de Acosta (2009), Lexicografía del español de Sonora. Hermosillo: Universidad de Sonora.

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CAPÍTULO II

MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO15

El objetivo de este capítulo es proporcionar información puntual sobre la ubicación de la

lexicografía, la definición de diccionario y el desarrollo que ésta ha tenido desde la

antigüedad. Asimismo se hace una descripción de los tipos de diccionarios, al igual que

una precisión del objeto de estudio de la metalexicografía, así como otros elementos

conceptuales que son esenciales para llegar entender el concepto de ‘revisión de

diccionarios’ en esta área de conocimiento, misma que se fundamenta en la localización y

descripción de la macroestructura y la microestructura de las denominadas obras

lexicográficas.

2.1 Ubicación de la lexicografía

Considero que en general la mayoría tenemos acuerdo de que el registro de la

información es por medio de las palabras y del discurso mismo que ha sido transmitido de

generación en generación, y en ese sentido, uno de los compendios donde la cultura está

plasmada para satisfacer la búsqueda de información y significados es precisamente el

diccionario. Este extracto de la civilización es un fruto de su cultura, mostrando su

entidad, pero usualmente restringida por sus particularidades ya sean socioculturales,

15 Una parte significativa de este capítulo, donde se discuten algunas nociones conceptuales y metodológicas, están tomadas de algunos apartados de las siguientes referencias bibliográficas: Acosta (2011), “Los diccionarios que vinieron del norte: una contribución al estudio de la lexicografía mexicana”, María Eugenia Vázquez, Klaus Zimmermann y Francisco Segovia (eds.), de la lengua por sólo la extrañeza. Estudios de lexicología, norma lingüística, historia y literatura en homenaje a Luis Fernando Lara, México: El Colegio de México, pp. 699-719; y de Acosta (2009), Lexicografía del español de Sonora. Hermosillo: Universidad de Sonora.

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políticas o religiosas, y afectada en ocasiones por el pensamiento del mismo autor de la

obra.

Crystal (1997) nos dice que el diccionario en realidad es un libro de referencia que

contiene un listado de palabras de uno o más idiomas, usualmente en orden alfabético,

junto con la información sobre su ortografía, pronunciación, condición gramatical,

significado, historia y uso. El proceso elaboración de diccionarios es conocido como

lexicografía y las personas que llevan a cabo esta tarea son lexicógrafos.

Según el Diccionario de Lexicografía práctica de Martínez de Sousa (1995),

diccionario se define como “Recopilación de las palabras, locuciones, giros, y sintagmas

de una lengua o, dentro de ella, los términos de una ciencia, técnica, arte, especialidad,

etc., generalmente dispuestos en orden alfabético (p. 115). En cambio, el Diccionario de

Lingüística de Lewandowski (2000) nos dice que un diccionario es:

Libro con descripción semántica del vocabulario de una lengua o de un terreno

especializado o técnico, que puede estar ordenado alfabéticamente o por conceptos; inventario del vocabulario en el que se ordenan y explican las palabras, seleccionadas según determinados criterios”. Puede tratarse de un diccionario mono- o bilingüe o multilingüe, especializado o especial, histórico o etimológico, orto-épico, u ortográfico, fraseológico, estilístico o idiomático, de dialectos, de palabras extranjeras, de acentuación, de sinónimos, de imágenes, de un diccionario de frecuencias o un diccionario inverso.

Por otra parte, Crystal (1997)16 menciona los trabajos más relevantes que se han

realizado a lo largo de la historia en relación con la lexicografía, además hace referencia a

los primeros diccionarios que tenían un objetivo práctico ya que regularmente se trataba

16 Debo aclarar que gran parte de la información que aparece en las páginas 20, 21 y 22 del apartado sobre “Ubicación de la lexicografía” está tomada del artículo “Dictionaries” que aparece en el texto The Cambridge Encyclopaedia of Language (Crystal 1997: 108-111).

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de listados de palabras bilingües o multilingües, los cuales estaban dirigidos a los viajeros

o misioneros. Asimismo este investigador nos recuerda el uso de glosarios, mismos que

tenían la función de auxiliar a las personas a entender palabras que formaban parte de un

dialecto, que eran poco comunes o tecnicismos que pertenecían a alguna área de

conocimiento. De igual forma, continúa diciendo que desde la época clásica de los

griegos el propio Homero, a principios del siglo V, elaboró algunos glosarios con esta

misma función de ayudar a los lectores de la época. Las primeras listas de vocabulario en

inglés fueron similares, estas eran glosas anglosajonas del siglo VIII, en donde las

palabras en inglés fueron escritas entre los enunciados en latín. Tiempo después, estas

glosas eran colectadas como listas. Pero el conjunto de palabras o glosas al azar no es un

diccionario como anteriormente se pensaba, ya que la información que aparece en un

diccionario debe estar ordenada de manera sistemática.

La historia de la lexicografía se remonta a hace más de 2000 años en la antigua

China, Grecia y Roma. Es interesante señalar que en la Antigüedad hubo periodos que

fueron particularmente fructíferos para la lexicografía. Veamos como el propio Crystal

(1997) nos recuerda noticias de suma importancia para la historia lexicográfica, por

ejemplo: i) los diccionarios árabes florecieron alrededor del siglo VIII; ii) Después de la

invención de la imprenta hubo un flujo de actividad en varios idiomas; iii) La Accademia

de lla Crusca produjo su diccionario en 1612 con la aclaración que era el primero en ser

compilado por un grupo de personas y esto promovió bastantes proyectos de diccionarios

nacionales en Italia; iv) Los diccionarios multilingües fueron particularmente numerosos

en el siglo XVII con el desarrollo del trueque y las actividades misioneras alrededor del

mundo; v) En el siglo XVIII se vio una nueva dirección en lexicografía siguiendo los

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descubrimientos de los filólogos comparatistas, y esto trajo consigo los grandes

diccionarios históricos; vi) En el siglo XIX aparecieron bastantes proyectos lexicográficos

a gran escala, producidos por equipos de compiladores y varios diccionarios

especializados sobre zonas dialectales o de tecnicismos; vii) a partir de 1856 aparecieron

los diccionarios escolares de editorial Larousse para usuarios que requerían información

enciclopédica. viii) El siglo XX se ha visto como el desarrollo de la lexicografía como

materia escolar, influenciada notoriamente por la lingüística, y promovida especialmente

por el crecimiento de sociedades académicas como la “Dictionary Society of North

America” (1975) y la “European Associaton for Lexicography” (EURALEX 1983) (Crystal

1997: 108-111).

Ahora bien, el estudio de los diccionarios tiene su lugar en una rama de la amplia

ciencia que estudia el lenguaje. De acuerdo con la lingüística, las lenguas están integradas

por varios niveles que requieren estudiarse, por ejemplo el fonético-fonológico que se

centra en el estudio de los fonos y los fonemas, el nivel morfosintáctico enfocado al

estudio la estructura y formación de las palabras y las oraciones de un sistema lingüístico,

el componente léxico-semántico que abarca precisamente la lexicología, la lexicografía y

la semántica de la lengua, y por último el nivel pragmático que se interesa por explicar

cómo influye el contexto situacional para entender el significado de lo que comunicamos.

De todos los niveles que son objeto de estudio de la lingüística, analizaré únicamente

parte del nivel léxico el cual, como se menciona anteriormente, es objeto de estudio de la

lexicología.

La lexicografía tiene relativamente poco tiempo de ser parte integral de la

lingüística. Tradicionalmente ha sido definida como “El arte de hacer diccionarios”

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(véase Casares,1959), de hecho esta idea concuerda con el DRAE (1970) cuando dice que

esta disciplina se define como el “Arte de componer léxicos o diccionarios, o sea de

coleccionar todas las palabras de un idioma y descubrir y fijar el sentido y empleo de cada

una de ellas”. Igualmente Marcos-Marín (1980) afirma que: “La lexicografía [...] no es

una ciencia. Es un arte, una técnica si se quiere, con un objeto práctico concreto, que se

condensa en el volumen del diccionario una vez acabado” (p. 436). Y así se consideró a la

lexicografía casi todo el siglo XX, pero esta área de la lingüística aplicada no solamente es

eso, por ejemplo Medina (2003) menciona:

A partir de los años setenta del siglo XX comienza a producirse un acercamiento

entre la lexicografía y la lingüística teórica; pero hay que esperar a los años ochenta específicamente en 1983 cuando se celebra en la universidad inglesa de Exeter el Congreso Internacional de Lexicografía (tras el que se constituye la European Associaton for Lexicography), para que se produzca el asentamiento definitivo de esta disciplina. (p. 25).

El interés que los lingüistas le dieron a los diccionarios, no solamente como

instrumento de trabajo, sino como objeto de estudio, es lo que hizo que comenzaran a ver

a la lexicografía desde una nueva perspectiva. Y así después de 14 años, la Academia de

la Lengua Española, en sus ediciones 1984, 1992 y 2001, definió a la lexicografía como:

“Técnica de componer léxicos o diccionarios. Parte de la lingüística que se ocupa de los

principios teóricos en que se basa la composición de diccionarios” y ha mantenido esta

definición en las ediciones posteriores. Incluso, varios autores coincidieron con esta

definición, ya que esta área de conocimiento de la lingüística aplicada no sólo se interesa

por confeccionar diccionarios sino también de estudiar el contenido de los mismos.

La información que proporciono anteriormente hace posible poder distinguir entre

una lexicografía teórica o metalexicografía y una lexicografía práctica. Esto es, la

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metalexicografía permite perfeccionar la lexicografía práctica, estudia la historia de los

trabajos lexicográficos, realiza investigaciones con respecto a su estructura y

metodología, así como críticas de los mismos, y la comercialización de los mismos, y la

lexicografía práctica es la que se encarga de hacer los diccionarios.

2.2 Tipo de obras lexicográficas

Bajo (2000) afirma que el diccionario es un catálogo o colección de unidades léxicas

definidas o explicadas de tal forma que se disponen en un orden determinado. A este

conjunto de unidades no nada más se les conoce como diccionarios, hay distintos tipos de

obras que recogen un conjunto de unidades léxicas para fines determinados, por ejemplo

el vocablo ‘diccionario’ funciona como hiperónimo de glosario, vocabulario, tesoro,

concordancias, léxico, enciclopedia. En relación con la noción de glosario, Campos y

Pérez (2003) nos dicen que es aquel estudio que posee distintas definiciones, se concibe

en general como un inventario léxico para aclarar el sentido de ciertos vocablos poco

familiares a los lectores de una obra. De igual forma (Bajo 2000) afirma que el glosario

recoge y explica únicamente voces que no son muy conocidas, desusadas o bárbaras, no

suele constituir una obra independiente, si no que se añade al final de los textos para

facilitar su comprensión. Por otra parte el vocabulario es un catálogo de voces dialectales

que se refieren a los términos de ciertas regiones determinadas, y al conjunto de palabras

o expresiones genuinas de un autor (Campos y Pérez 2003), en cambio Elena Bajo

(2000) lo entiende como la relación y explicación de todas las unidades léxicas que

aparecen en una obra. La obra lexicográfica denominada como thesaurus o tesoro es un

diccionario total al que se le incorpora todo el léxico de un idioma, según Campos y Pérez

(2003). A este respecto Bajo (2000) únicamente nos dice que es un término ambiguo,

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puede ser un diccionario que tiene un gran número de unidades léxicas, o un diccionario

ideológico o de conceptos, o un diccionario de diccionarios, etc.

En relación con las concordancias, Bajo (2000) nos dice que “Registran al menos

todas las palabras no gramaticales que la forman, reproduciendo un contexto mínimo, e

indicando el pasaje en el que aparecen”. En cambio, Campos y Pérez (2003) se refieren a

ellas como “[…] listas exhaustivas y pormenorizadas de todas las palabras de una obra, o,

con menor frecuencia, de un autor, con indicación expresa del lugar en que aparecen o, en

la versión más corriente, relación detallada de esas palabras insertadas en el contexto en

el que figuran”. De igual forma estos lexicógrafos definen al léxico y a las enciclopedias

como el conjunto y explicación de palabras inusuales o formas difíciles que se

encontraban en una o más obras; y como la recopilación amplia de materias y conceptos

que pertenecen a la mayoría de los campos de conocimiento, además de incluir

ilustraciones, gráficas, mapas y diagramas para ampliar la información que se

proporciona en las entradas.

Al observar el desarrollo que la lexicografía ha tenido en el mundo hispánico

naturalmente aparecen un número significativo de obras lexicográficas que han marcado

hitos importantes en la historia de España, de México y de muchos otros países donde se

han desarrollado diccionarios. Una de las primeras clasificaciones que se han dado en

relación con los tipos de diccionarios es la que proporcionan Günther Haensch et al

(1982) ya que dedican un capítulo completo sobre la tipología de las obras lexicográficas,

mismas que se clasifican de acuerdo con criterios de diferente tipo, tales como los

propiamente históricos, culturales y prácticos hasta los lingüísticos. A continuación

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proporciono de manera esquemática aquellos parámetros que permiten hablar de

diversidad lexicográfica:17

a) Según el NÚMERO DE LENGUAS, se distingue entre diccionarios monolingües

que registran el léxico de una sola lengua y plurilingües. Günther Haensch et al.

(1982) divide estos últimos en bilingües y multilingües. Los primeros reproducen

el léxico de dos lenguas y los segundos, de más de dos.

b) Según el EJE TEMPORAL es posible hablar de diccionarios sincrónicos y

diacrónicos. El primero de ellos registra el léxico de una lengua en un

determinado periodo de su evolución, o los propiamente históricos que examinan

el desarrollo de una lengua y evolución de una lengua histórica del mismo; esto

anterior permite una subclasificación, como por ejemplo los thesaurus, los

diccionarios históricos, los etimológicos y los cronológicos.

c) Según el MATERIAL LÉXICO REGISTRADO es posible dividir a las obras en

exhaustivas o integrales y representativas. Los primeros compilan el léxico íntegro

de un idioma y los representativos no son tan ambiciosos, sin embargo, presentan

una muestra extensa de los vocablos que se encuentran en esa lengua. Justo es

decir que ambas obras se ubican dentro de lo que podemos llamar diccionario

general. Es decir, los de tipo general son aquellos que comprenden el léxico usual

de una lengua, mientras que en los restringidos o especializados, se representa una

17 La información que se presenta en este apartado sobre tipos de diccionarios está tomada básicamente de los textos: “Introducción a la lexicografía teórica o metalexicografía” de Elena Bajo Pérez (2000) y “El diccionario y otros productos lexicográficos” de Mar Campos Souto y José Ignacio Pérez (2003).

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fracción del léxico de una lengua, por ejemplo, los diccionarios de regionalismos,

neologismos o arcaísmos.

d) Según la DENSIDAD DE SUS ARTÍCULOS.18Los lexicógrafos suelen clasificar los

diccionarios en integrales y definitorios y no definitorios. En los primeros se

registra toda la información lingüística de los lemas y lo que determina la división

entre los segundos es la inclusión o exclusión de definiciones.

e) De acuerdo con la sujeción o desatención a un CRITERIO PURISTA, los

diccionarios se clasifican en normativos o descriptivos, de tal manera que es

posible ubicar aquí las obras de tipo normativas y las de uso. De igual forma, los

diccionarios tienen la finalidad de solucionar dudas ortográficas, sinonímicas,

corrección de uso o de significados. Recordemos que los diccionarios normativos

tienen un exagerado afán purista en donde lo que se registra es el léxico “ideal” de

una lengua, excluyendo los neologismos, barbarismos o vulgarismos. Por el

contrario, el diccionario de uso renuncia a la función reguladora y selecciona el

léxico sin prejuicios normativos. A estos repertorios se incorporan los vocablos

usados en una lengua en una época determinada, junto con la aceptación de

neologismos, tecnicismos, préstamos, etc.

f) De acuerdo con el EJE SINTAGMÁTICO y el EJE PARADIGMÁTICO es posible

hablar de diccionarios sintagmáticos y paradigmáticos ya que los primeros

describen la combinación sintáctico-semántica de las palabras de la lengua que

pueden ser, los diccionarios de valencias verbales, las colocaciones del español,

los diccionarios fraseológicos y de refranes. Mientras que los diccionarios 18 Cabe aclarar que Campos y Pérez (2003: 68) se refieren de manera específica a la microestructura y citan a su vez a Porto Dapena (2002).

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paradigmáticos registran las palabras en función de sus relaciones paradigmáticas;

en estos diccionarios entran los diccionarios onomasiológicos, los ideológicos, los

de sinónimos, antónimos, homónimos, parónimos, de rima y los inversos.

g) Según la ORDENACIÓN DE LAS ENTRADAS que puede ser semasiológicas ya que

se parte del significante u onomasiológica debido a que el principio está en el

concepto y de aquí partimos hacia los vocablos que se relacionan con él en una

lengua determinada. Dentro de los diccionarios semasiológicos se encuentran los

diccionarios alfabéticos y esta es la ordenación más popular y más identificada por

los usuarios ya que favorece una consulta más rápida y eficaz. Dentro de los

diccionarios onomasiológicos se pueden mencionar los diccionarios de familias de

palabras, los diccionarios pictóricos, los diccionarios de crucigramas, entre otros.

h) Según su NATURALEZA PEDAGÓGICA. A pesar de que todos los diccionarios

tienen una pretensión didáctica ya que orientan o auxilian al usuario o lector

potencial, bien podemos hablar de diccionarios escolares, de aprendizaje y los

infantiles.

i) Según su EXTENSIÓN Y SU FORMATO. Los diccionarios breves, manuales o de

bolsillo no presentan la misma información que pudiera tener por ejemplo un

tesoro, cuentan con una mínima definición pero son populares entre los hablantes

debido a su conveniencia, agilidad en la consulta y lo propiamente práctico.

j) Según su SOPORTE, es decir hoy en día ya es más conveniente hacer una

búsqueda por un diccionario electrónico que uno impreso. Y la traslación de

diccionarios publicados en papel a formato electrónico proporciona grandes

ventajas.

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2.2.1 La macroestructura del diccionario

Considerando la información proporcionada por los autores citados anteriormente (Bajo

2000; Campos y Pérez 2003; Haensch, et al. 1982) podemos concluir que el diccionario

puede tener diferentes enfoques ya que todos los diccionarios están formados por

determinada cantidad de artículos en un orden comúnmente alfabético y cuentan con dos

estructuras: una serie vertical de artículos llamados también entradas (macroestructura) y

una serie de definiciones de cada una de éstas de forma horizontal (microestructura) (Bajo

2000; Rey 1995; Castillo 2003).

Castillo (2003) menciona que el conjunto de entradas o lemas que se lee

verticalmente es la macroestructura y también se le conoce como nomenclatura. La

mayoría de las entradas se registran en la macroestructura y otras se localizan dentro de

los artículos lexicográficos. Por su parte, Porto Dapena (2002) afirma que lo que da lugar

a dos tipos de entrada: las independientes en el diccionario que constituyen cabecera del

artículo y las subentradas que pertenecen a la microestructura. Es así como entendemos la

macroestructura como el listado de entradas que contiene el diccionario, su

representación, y su distribución en general como un todo, cabe hacer notar que el

término entrada tiene otras denominaciones, ya sea artículo, ítem, o lema pero todas se

refieren a la unidad delimitada por dos blancos tipográficos (Bajo 2000).

El lema representa todas las variedades de la palabra, una de las particularidades

macroestructurales es la selección de los lemas o entradas que formarán parte del

diccionario, esta elección se rige por una serie de criterios de acuerdo con la categoría

gramatical a la que pertenezcan (Porto Dapena 2002):

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a) Los sustantivos según su género, masculino o femenino (diente m./ escuela f.) o

ambas (amigo –a).

b) Los adjetivos se lematizan en su forma singular masculina y femenina.

c) Los pronombres personales se registran en entradas diferentes.

d) Al igual que los pronombres los artículos se registran en entradas diferentes.

e) Los verbos se catalogan en infinitivo.

Así, un diccionario puede tener una o más macroestructuras según el número de

entradas que registre, es decir, dependiendo de la estructura del mismo se puede clasificar

de diferente forma, ya sea si se manejan una o más lenguas, o si se enfoca a la definición

de un léxico en particular, tal y como lo menciona Rey (1995), al referirnos a las distintas

estructuras de un diccionario: “ […] hablamos de diccionarios monolingües, bilingües y

multilingües que representan y reflejan dos realidades distintas que implican métodos

diferentes de producción para conseguir objetivos variados” (p. 114). Por su parte, Bajo

(2000) nos dice que la macroestructura se compone de la selección de los lemas y de la

manera de ordenar las entradas en los distintos tipos de diccionarios, además, continúa

afirmando la lexicógrafa que debemos prestar especial atención si el diccionario que se

analiza incluye ilustraciones, cuadros o apéndices.

2.2.2 La microestructura del diccionario19

19 Las obras lexicográficas en lengua española coinciden, en términos generales, en incluir información homogénea en la microestructura, es decir, en los artículos lexicográficos las marcas son muy parecidas. En ese sentido, las ideas e información que proporciono en este apartado sobre microestructura se ha tomado de Garriga (2003) “La microestructura del diccionario: las informaciones lexicográficas”, y del artículo “Introducción a la lexicografía teórica o metalexicografía” de Bajo (2000).

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La microestructura es la información que contiene ese listado vocablos que encabezan las

entradas, el orden en el que aparecen y la manera en que están representadas, sin

embargo, el tratamiento de las subentradas o las acepciones es otro punto igualmente

relevante en la microestructura del diccionario. Garriga (2003) afirma que una de las

características más importantes en la organización del artículo lexicográfico son las

acepciones, las cuales suelen aparecer más de una vez; suelen estar numeradas y

funcionan autónomamente. Existen varios criterios para determinar el orden de las

acepciones dentro de los artículos lexicográficos, mismos que se pueden dividir en

diacrónicos y sincrónicos y con este último se refiere a que están ordenados de acuerdo

con su frecuencia de uso. Por ejemplo, veamos la entrada que muestra Garriga (2003):

choricero1, ra. adj. Perteneciente o relativo al chorizo1.|| 2. m. y f. Persona que hace o vende chorizos. || 3. M. coloq. El Salv. Agente de policía municipal. || 4. f. Máquina para hacer chorizos || 5. coloq. Cuba. caos ( || confusión). || 6. Méx. ristra ( || conjunto de cosas colocadas unas tras otras). Una choricera de automóviles.

Es interesante señalar que Garriga (2003) coincide con Bajo (2000), en su

división de características de la microestructura, lo que sí es verdad es que difieren en la

clasificación de las características, sin embargo, ambas propuestas presentan los tipos de

marcaciones en el mismo orden, tal y como se presentan en el siguiente apartado:

ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA. Dichos lexicógrafos coinciden en que la etimología

tiene una larga tradición en la lexicografía española ya que se presenta

inmediatamente después del lema y suele marcarse entre paréntesis, aunque en

algunos casos es común que también se proporcione en la información

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morfológica. Asimismo nos dicen que la información etimológica llega a omitirse

cuando es obvia o cuando es incierta o desconocida.

INFORMACIÓN SOBRE LA CLASE DE PALABRA. Algo extremadamente común es el

lugar que ocupa la información gramatical en los diccionarios, ya que sabemos

que se indica si la palabra es un sustantivo, un verbo, un adjetivo o una

preposición. En unidades léxicas complejas se señala si son locuciones, frases,

modismos y cuando es preciso se marca el género, número, régimen preposicional,

transitividad, etc. Los autores (Bajo 2000; Garriga 2003) mencionan que

dependiendo del tipo de diccionario se puede incluir en su microestructura, la

pronunciación del lema, pero esto va dirigido especialmente a los diccionarios

para extranjeros. También se incluye la correcta ortografía la cual la proporciona

el lema, no obstante, hay información sobre la ortografía en la microestructura,

sobre todo cuando la forma flexiva genera cambios en la misma. En algunas

ocasiones la microestructura incluye además sinónimos y antónimos al final de

cada acepción.

MARCAS. La presencia de las marcas en los diccionarios es fundamental debido a

que se utilizan para señalar las restricciones de uso de una palabra. Estos autores

mencionan que se clasifican en diacrónicas, diatópicas, diafásicas, diastráticas y

diatécnicas, además de las marcas de transición semánticas.

MARCAS DIACRÓNICAS. Por un lado Garriga (2003) afirma que son marcas que

muestran la vigencia de uso de una palabra, es decir, esta información nos indica

el estado actual de la palabra, si su uso es anticuado, neologismo, arcaísmo,

desusado, poco usado, obsoleto, arcaico, palabra histórica, etc. Este lexicógrafo

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nos advierte que no existe mayormente la costumbre de marcar los neologismos,

sin embargo, Bajo (2000) decide incluirlos dentro de las marcas diacrónicas, pero

aconsejando actuar con cuidado a la hora de incorporarlos al diccionario, ya que

muchos de ellos no llegan a establecerse en la lengua.

MARCAS DIATÓPICAS. Esta información dentro de las obras lexicográficas señalan

las restricciones de tipo geográfico en el uso de una palabra o acepción cuando no

pertenece al léxico común general. Esta marca se puede aludir a grandes

extensiones (América), países enteros (Colombia), regiones (Galicia), o pequeñas

provincias (Salamanca).

MARCAS DIASTRÁTICAS. Esta información sociolingüística que suele aparecer en

algunos diccionarios indica que las unidades léxicas que aparecen como entradas

están restringidas a ciertos grupos de hablantes en relación con su edad, raza, sexo,

clase socioeconómica, profesión, actividades, ocupaciones, su nivel educativo y su

formación cultural. No obstante, en los diccionarios generales suelen distinguirse

sólo las marcas de germanía y argot, y otras ocasiones jergas o términos de

marginal. Asimismo, pueden aparecer marcas como ‘vulgar’ en el significado de

ciertas entradas; a este respecto Haensch (1982: 493) nos dice que este tipo de

acotaciones son difíciles de clasificar según criterios rigurosos.

MARCAS DIAFÁSICAS. En relación con esta categoría pueden registrarse

indicaciones como coloquial, vulgar, o familiar, sin embargo, no son aceptadas

por algunos autores, tal es el caso de Haensch (1982) quien defiende la

eliminación de estas marcas por su extrema vaguedad y subjetividad. En este

mismo sentido, Bajo (2000) coincide al decirnos que se presta a mayor confusión,

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la falta de distinción lógica entre las marcas diastráticas y las diafásicas, de tal

manera que esta lexicógrafa termina proponiendo una clasificación de las de la

categoría ‘vulgar’ en ‘vulgar malsonante’, ‘malsonante’, ‘coloquial’ como la

forma más usual del nivel subestándar, asimismo ‘afectado’, ‘informal’,

‘familiar’.

MARCAS DIATÉCNICAS. Aquí los autores se refieren al uso de formas

terminológicas que provienen de diversas áreas de conocimiento como los

tecnicismos en la ciencia y la tecnología, las artes, la cultura, etc. Los diccionarios

actuales dan cabida a gran número de tecnicismos y utilizan una amplia gama de

marcas para señalarlos. La dificultad se presenta cuando hay que determinar si

efectivamente es un tecnicismo y si debe marcarse.

MARCAS DE TRANSICIÓN SEMÁNTICA. A este respecto Bajo (2000) nos dice que

este tipo de marcación no es tan común, sin embargo suelen indicarse en algunos

diccionarios generales. De esta manera tenemos etiquetas como: ‘figurado’; ‘por

extensión’; ‘por translación’; ‘metafórico’; ‘metonímico’; ‘irónico’; ‘por

antífrasis’; ‘por excelencia’; ‘por antonomasia’.

Para finalizar con el apartado sobre microestructura debo decir que una de las

características que usualmente aparece en el diccionario son los ejemplos. A este respecto

Garriga (2003) afirma que los ejemplos forman parte esencial en la microestructura de un

diccionario de la lengua. Según Luis Fernando Lara (citado en Garriga 2003) el ejemplo

tiene las siguientes funciones: provee de contorno sintáctico al vocablo en cuestión,

información sobre sus posibles colocaciones, reintroducir el vocablo al uso del que fue

abstraído, y servir de vehículo para la transmisión indirecta de datos culturales y sociales.

Page 17: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

38

Tal y como vimos anteriormente, los diccionarios cuentan con distintos enfoques y

particularidades de suma importancia que requieren una reflexión sistemática de mayor

alcance. A continuación abordaré el tema de los diccionarios monolingües ya que forman

parte de mi objeto de estudio.

2.3 El diccionario monolingüe

Este tipo de obras lexicográficas se refieren a la descripción, uso y significado de formas

léxicas y unidades fraseológicas que aparecen en una lengua determinada. Existen

también, diccionarios monolingües para extranjeros que no serán analizados en este

trabajo, sin embargo igualmente merecen atención por parte de la lexicografía. Los

diccionarios monolingües se distinguen de otros materiales porque están enfocados a

describir y dar una amplia información en una sola lengua. Lara (1997) establece que los

diccionarios monolingües son catálogos donde se indica la escritura, la categoría

gramatical, la pronunciación, entre otra información.

Algunos autores como Hernández (1995) considera a los diccionarios

monolingües como un simple recurso que descodifica los mensajes de la lengua materna:

“Los diccionarios monolingües cumplen con una función meramente descodificadora de

mensajes elaborados en la propia lengua materna del usuario” (p. 203). De igual forma

Trujillo (1994), en su artículo “El diccionario frente a la semántica”, nos dice que: “El

diccionario monolingüe que todo mundo conoce solo sirve en realidad para buscar alguna

palabra desconocida, o algún dato sobre la estructura externa de un significante conocido,

una verificación ortográfica […]”; sin embargo, otros lexicógrafos como Lara (1997), van

más allá de un simple recurso de definición de palabras, al decirnos que los diccionarios

deben concebirse, como: “[…] la lengua de la sociedad en su conjunto, [...] es decir,

Page 18: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

39

constituyen una verdad para las comunidades lingüísticas” (p. 16). Asimismo, continúa

diciendo que “El diccionario monolingüe es un fenómeno verbal que antecedió

históricamente a la constitución de su propia metodología, porque fue un resultado de la

evolución de la cultura en varias civilizaciones, particularmente la europea”. (p. 17). En

esta misma idea es interesante destacar la investigación desarrollada por este mismo

lexicógrafo respecto del diccionario monolingüe, dentro del contexto del Diccionario del

Español de México (DEM), ya que realizó un estudio exhaustivo de los orígenes y el

significado del diccionario monolingüe. En la cita textual que aparece enseguida podemos

observar tres ideas fundamentales que indican la importancia de los orígenes y la

evolución de estas obras lexicográficas y su repercusión en la sociedad.

Del diccionario monolingüe se revelan varios hechos sorprendentes: en primer lugar, el diccionario materializa una parte muy importante de la memoria social de la lengua, en donde se construyen unidades léxicas, unidades cortas, y términos fonológicos y morfológicos. En segundo lugar, que esa memoria se convierte en uno de los medios principales para que haya condiciones de entendimiento entre todos los miembros de la comunidad lingüística y en tercer lugar que en virtud del hecho de que el diccionario es un depósito de memoria social manifiesta en palabras, es un texto cuya veracidad cree la comunidad lingüística; una poderosa creencia, de la que derivan no solamente condiciones de validez de muchos actos verbales, sino también un sentimiento social de identidad, una creatividad semiótica socialmente controlada, y desgraciadamente también una posibilidad de autoritarismo y de represión social de la libertad de pensamiento y expresión (Lara 1997: 18).

El propósito de mi trabajo es el estudio de varios diccionarios monolingües

mexicanos de distintas épocas, de tal manera que al investigar el significado de lo que es

un diccionario monolingüe, localicé una respuesta sumamente sencilla: es una obra que

está escrita en un solo idioma (Martínez de Souza 1995: 161). No obstante, detrás de esta

definición aparentemente sencilla localizamos toda una problemática teórica respecto de

Page 19: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

40

la técnica y método lexicográfico de este tipo de obras, tal y como lo señala Lara (1997),

es decir, detrás de un diccionario monolingüe se encuentran una serie de elementos y

factores que constituyen a este tipo de obras, incluyendo su historia, su valor cultural y la

importancia lingüística que surge del estudio de un diccionario:

El diccionario monolingüe ha sido históricamente uno de los agentes lingüísticos más importantes en la difusión de las ideas sobre la lengua y en su conocimiento social, pues aunque trata solamente el léxico, la manera en que en el vocablo se manifiestan la fonética, la morfología la rección verbal, la multiplicidad de significados con que se hace referencia al mundo sensible, la diversidad y la riqueza dialectal, y las valoraciones sociales del uso de la lengua lo han convertido en símbolo y en agente principal en el conocimiento social de la lengua. El “hecho diccionario” es por eso un fenómeno lingüístico de primera importancia, que interesa a la lingüística por cuanto representa la lengua en su realidad concreta y en cuanto fenómeno colectivo, de un orden completamente distinto a la colección cuantitativa, incluso “representativa” de datos lingüísticos individuales, que es como, en los mejores casos, la puede investigar la dialectología y la sociolingüística. Para poderlo analizar hay que explicar cómo llega el diccionario monolingüe a representar el carácter social de la lengua concreta y como ha logrado que la sociedad en su conjunto lo conciba de esa manera (Lara 1997: 84).

Es así como podemos concluir que el diccionario es una compilación que nos sirve

para consultar y resolver nuestras dudas con respecto al léxico, pero más que simples

herramientas decodificadoras, los diccionarios nos pueden mostrar una visión del ámbito

social en donde se desarrolló dicha obra. El diccionario se convierte en un espejo de la

cultura y ofrece un entendimiento de la conducta de la sociedad reflejada en el acervo

lexicográfico.

2.4 Ámbito de la metalexicografía

La importancia del estudio de los diccionarios, ya sean monolingües, multilingües,

generales, especializados, o de cualquier tipo, dio lugar a que se abriera campo a una

nueva disciplina, que se encarga de realizar esta tarea. Tal y como se menciona

Page 20: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

41

anteriormente, la lexicografía dejó de ser únicamente el arte de componer léxicos o

diccionarios para ampliar sus límites con nuevos contenidos que se concretaron en esta

disciplina denominada metalexicografía o lexicografía teórica, la cual según el

Diccionario de lexicografía práctica (Martínez de Sousa 1995) se define como:

“Lexicografía teórica. Rama de la lexicografía que tiene por finalidad el análisis de los

diccionarios desde el punto de vista de su historia, estructura, tipología, metodología, etc.

(p. 253). Considerando la definición anterior puedo decir que la metalexicografía es una

disciplina que se encarga de estudiar los diversos aspectos que componen la estructura de

un diccionario. Como bien podemos observar, tuvieron que pasar varios años para que se

diera el surgimiento de la metalexicografía, ya que Haensch (1999) nos comenta que

surgió entre 1940 y 1950 con los primeros diccionarios de aprendizaje, los cuales

mostraban como se construían gramaticalmente las palabras. Así, en 1960 se realizaron

varios estudios metalexicográficos en Estados Unidos de Norteamérica. No obstante

tendríamos que decir que en realidad la metalexicografía apareció hasta 1950 por el

hecho de que el estudio de la lengua contemporánea se consideraba poco científico y

anteriormente estaban más enfocados en el análisis histórico de la lengua. Al surgir de la

práctica lexicográfica, la lexicografía teórica adquirió tanta importancia que desarrolló

una metodología propia. La investigación metalexicográfica ha sido estructurada de tal

forma que el alcance de su estudio esta ordenado de manera que abarque todo lo que

compone un diccionario.

Por otra parte, Wiegand (1984) propone una estructuración del campo propio de la

metalexicografía diferenciando cuatro apartados que componen el ámbito de esta

disciplina: la historia de la lexicografía, la teoría general de la lexicografía, la

Page 21: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

42

investigación sobre el uso del diccionario y la crítica de los diccionarios. El más

importante de estos cuatro es la ‘teoría general de la lexicografía’ que a su vez se divide

en cuatro apartados: i) sección general, ii) la teoría de la organización, iii) la teoría de la

investigación lexicográfica del lenguaje, y iv) la teoría de la descripción lexicográfica del

lenguaje (Wiegand 1984, citado en Medina 2003: 40). Para este autor la metalexicografía

no es únicamente la teoría general de la lexicografía sino además la historia, la

investigación y la crítica que no están directamente vinculados con lo que es la

elaboración de un material lexicográfico, pero en realidad sí son importantes al momento

de analizar una obra, que finalmente también es parte del estudio y por lo tanto de la

metalexicografía misma. En su artículo “La crítica lexicográfica: métodos y

perspectivas”, Hernández (1998) coincide con este planteamiento afirmando que la

lexicografía debe también ocuparse del análisis de los diccionarios ya existentes,

utilizando criterios claros para valorarlos con justicia. Asimismo menciona que existe la

necesidad de una crítica lexicográfica a donde podamos acudir los consultores, ya que en

ausencia de ésta se tiene que confiar en los diccionarios sin poder juzgar su fiabilidad. El

objetivo de la labor crítica debe ser el de hacer patentes las virtudes de los diccionarios en

unos casos y los errores y carencias en otras, con la finalidad de informar y orientar a sus

potenciales usuarios para ir abriendo el camino hacia una lexicografía más responsable y

profesional. Este autor nos explica la metodología que se tiene que emplear para realizar

la crítica lexicográfica como investigación, en donde plantea cómo realizó este análisis

crítico de los diccionarios escolares en un estudio en 1989. Según Hernández (1998) al

realizar este análisis con el modelo critico que él mismo diseñó se consiguieron

conclusiones interesantes y el método fue satisfactorio. Además de su propuesta

Page 22: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

43

menciona también esquemas de diferentes autores que se han preocupado por realizar una

crítica lexicográfica más a fondo, en donde el punto es procurar no dejar cabos sueltos en

la indagación. También habla sobre la crítica lexicográfica ocasional donde el objetivo es

determinar si la obra en cuestión se acomoda a las necesidades de un usuario en concreto,

que será pues el que realice el análisis.

A partir de que la lexicografía efectivamente es la disciplina que estudia la

planificación y elaboración de compilaciones léxicas, ya sean diccionarios, glosarios,

tesoros, concordancias, etc. éstos proporcionan información sobre el vocabulario de una

sola lengua o de dos o más, entonces se genera una distinción entre una lexicografía

teórica o metalexicografía y una práctica, a pesar de que algunos autores usen el término

metalexicografía y lexicología indistintamente. Por su parte, Bajo (2000) nos recuerda

que no debemos confundirlas, ya que mientras la lexicografía práctica que se denomina

simplemente lexicografía se encarga de la elaboración de diccionarios, en cambio la

metalexicografía estudia la historia, la estructura y la metodología de los diccionarios,

incluso hasta las particularidades de su manejo y comercialización. De igual forma, cabe

decir que Hausmann (citado en Medina, 2003: 41) es quien incorpora al campo de

investigación de la metalexicografía este último aspecto sobre el estatuto cultural y

comercial del diccionario. Siguiendo a Porto Dapena (2002: 24) es interesante señalar, tal

y como se muestra en la tabla 2, la metalexicografía se interesa por incorporar elementos

o aspectos de diferente tipo, relacionados precisamente con la historia, la metodología y

la manera en que los diccionarios están estructurados, incluso su comercialización como

objetos de consumo. De esta manera, ‘lexicografía teórica’ o metalexicografía’ se

estructura precisamente a partir de dos grandes apartados: el primero de tipo descriptivo,

Page 23: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

44

crítico e histórico, que se ocupa a su vez del estudio de los diccionarios que ya se han

elaborado; el segundo, junto a otra de carácter técnico o metodológico. La propuesta de

este lexicógrafo muestra, de forma general, lo que se ha explicado en las páginas

anteriores, es decir, Porto Dapena (2002), en su Manual de técnica lexicográfica realiza

una separación entre el objeto de estudio de la lexicografía para decirnos exactamente que

ésta se proyecta hacia el estudio del léxico como un componente o sistema de las lenguas;

en cambio la lexicografía se define básicamente como el estudio científico o técnico de

los diccionarios, y dependiendo del tipo de estudio, se le da cabida a la metalexicografía.

Enseguida este investigador continúa diciendo que la lexicografía es la disciplina que se

ocupa de todo lo concerniente a los diccionarios tanto en lo que se refiere a su contenido

científico que viene siendo el estudio del léxico, como a su elaboración material y las

técnicas adoptadas en su realización o, en fin, al análisis de los mismos (Porto Dapena

2002: 24). Lo anterior se muestra en la tabla que a continuación se presenta.

Tabla 2. Ubicación de la metalexicografía (tomado de Porto Dapena (2002)

Page 24: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

45

2.5 La fraseología20como objeto de estudio Una de las grandes categorías en la cual se fundamenta esta investigación

metalexicografía es sin lugar a duda la fraseología, misma que se proyecta precisamente

en las denominadas ‘unidades fraseológicas’, ya que como todos sabemos, los

diccionarios no se elaboran a partir de un corpus de lexemas o formas léxicas sino de

construcciones idiomáticas que se han lexicalizado dentro de la lengua a partir de una

serie de factores lingüísticos y extralingüísticos que determinan que ciertos elementos de

la lengua se unan y queden ‘congelados’ para formar un nuevo significado. En ese sentido

es fundamental destacar que el significado que enseguida adquieren las unidades

fraseológicas ya no se determina a partir de los elementos o clases de palabras que la

constituyen, sino que ahora se utilizan y funcionan como un todo, como una totalidad.

Para poder entender mayormente este fenómeno de la fraseología, véanse los ejemplos

(1), (2) y (3):

(1) El gato es un animal doméstico que come y persigue ratones.

(2) La liebre es un animal salvaje que tiene orejas muy largas como los conejos.

(3) Te engañaron… porque finalmente Te dieron gato por liebre.

Ahora bien, cuando ciertos elementos de la lengua dejan de funcionar como

elementos aislados y después se agrupan para quedar completamente estáticos pasan a

formar parte de un nuevo significado, es decir, lo que antes funcionaba como un simple 20 “Entendemos por fraseología el conjunto de combinaciones estables formadas al menos por dos palabras gráficas y cuyo límite superior se sitúa en el nivel de la oración compuesta, las cuales se caracterizan por su alta frecuencia de coaparición y su institucionalización en la lengua, así como los diversos grados de idiomaticidad y variación que éstas pueden presentar. El término fraseología es también la denominación que recibe la disciplina que estudia tales combinaciones” (Corpas y Mena 2003: 181).

Page 25: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

46

gato o una liebre sencilla, ahora se reorganiza para otorgar un significado nuevo y

diferente como podemos observar en (3).

De acuerdo con lo que se menciona anteriormente las unidades fraseológicas que

se encuentran en los diccionarios tienen una sistematización algo variable, pero por lo

general aparecen en las subentradas de los diccionarios:

Existen entradas léxicas más amplias que la palabra, por lo que una unidad léxica

será una unidad conceptual. En este sentido, cualquier fraseologismo se compondrá de un número determinado de palabras, pero será una sola unidad léxica con un sentido concreto. Esto condiciona que los diccionarios también reflejen la fraseología, aunque dándole una ubicación, en la mayoría de los casos, distinta a la que le proporciona a la palabra (Castillo 2003: 83)

Considerando que la metalexicografía tiene como objeto de estudio la estructura

de los diccionarios, los cuales están conformados de distintas maneras, dentro de los

mismos podemos encontrarnos con diferentes aspectos que se pueden analizar. Uno de

estos elementos son las locuciones o frases existentes en una lengua y el estudio de éstas

es precisamente el objetivo de mi investigación. Por otra parte, cabe destacar que Coseriu

(1981: 297-302) llamó a estas locuciones ‘discurso repetido’, es decir, aquello que

tradicionalmente está fijado como ‘expresión’, ‘giro’, ‘modismo’, ‘frase’ o ‘locución’ y

cuyos elementos constitutivos no son reemplazables o recombinables según las reglas

actuales de la lengua. Este mismo autor continúa diciendo que dichas locuciones se

refieren a una gama de frases prefabricadas que el hablante utiliza a través de las

generaciones, ya sean refranes, metáforas, trabalenguas, frases célebres, etc. Con el paso

del tiempo, los hablantes, y principalmente los lingüistas se interesaron en el estudio de

estas frases, locuciones o modismos, y a este campo se le dio el nombre de fraseología.

La fraseología es una disciplina bastante reciente; realmente son pocos los trabajos que se

Page 26: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

47

han publicado en relación con este tema. Los primeros estudios que sentaron las bases

teóricas para la investigación de la fraseología surgieron en la década de los cincuentas

con los trabajos de V.V. Vinogradov en la antigua URSS, según dice Corpas (1996) en su

Manual de fraseología española. Por su parte, el DRAE (2001) define la fraseología en su

quinta acepción como: “Parte de la lingüística que estudia las frases, los refranes, los

modismos, los proverbios y otras unidades de sintaxis total o parcialmente fijas”.

Asimismo Martínez de Sousa (1995) nos dice que es el “Conjunto de expresiones, frases

hechas, locuciones figuradas, metáforas y comparaciones fijadas, modismos y refranes” y

que es “Parte del artículo lexicográfico en que se agrupan y definen las frases formadas

en torno a la voz de entrada”. De estas definiciones me interesa propiamente la quinta

acepción del DRAE y la segunda y tercera acepción que menciona Martínez de Souza, ya

que coinciden con el hecho de que la fraseología es aquella parte de la lingüística que

estudia las diferentes expresiones y frases hechas que son agrupadas y definidas en el

diccionario.

De igual forma, debo decir que en las dos últimas décadas se incrementó el interés

de los lingüistas hacia este campo, pero aun existe cierta inestabilidad en la terminología

utilizada así como en los elementos que se incluyen en esta rama. Zuluaga (1975)

menciona que en la lingüística moderna han sido frecuentemente señaladas, casi siempre

con útiles observaciones parciales, con nombres como ‘expresiones fijas’ (Zuluaga);

‘stehende Formeln’; ‘feste Verbindungen’ (Paul); ‘stehende Redensarten’ (Gabelentz);

‘locutions toutes faites’ (Saussure); ‘unités phraséologiques’ (Bally); ‘locuciones’

(Casares); ‘coded wordgroups’, ‘idioms’, ‘stereotyped utterances’ (Jakobson); ‘ready-

made utterances’ (Lyons).

Page 27: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

48

No obstante, ciertos autores coinciden con Bally al llamar a estas expresiones

‘unidades fraseológicas’. Las unidades fraseológicas engloban los diferentes tipos de

expresiones, sean locuciones, refranes, frases, etc. y es uno de los términos más

aceptados para la fraseología. Unidad fraseológica (UF) es el término que utilizaré para

referirme a las locuciones que se analizarán en los distintos diccionarios, primeramente

porque varios autores utilizan este término y realizan su clasificación fraseológica por

medio de distintos tipos de locuciones, y además es así como se identifica a las unidades

fraseológicas en la mayoría de los diccionarios. Por tanto, considero que es de gran

importancia definir qué es una locución en el ámbito lexicográfico: “Locución (del lat.

locutio, -tionis) Expresión pluriverbal, de forma fija o con flexión en algún elemento,

cuyo sentido unitario no responde siempre a la suma de los significados de sus

componentes” (Martínez de Souza 1995). Julio Casares (1950) define ‘locución’ como

una combinación estable de dos o más términos que funcionan como elemento oracional

y cuyo sentido unitario consabido no se justifica sin más, como una suma del significado

normal de los componentes. Según el DRAE (2001) es el “Grupo de palabras que forman

sentido o la combinación fija de varios vocablos que funciona como una determinada

clase de palabras”.

Gloria Corpas Pastor (1996) expone que el panorama actual en lo que a los

estudios de fraseología se refiere no parece haber cambiado demasiado, a la luz de los

contenidos de las obras lexicográficas de reciente aparición. No sólo se observan

deficiencias en los diccionarios generales, pues incluso los especializados no aplican

criterios claros de inclusión ni de clasificación (p. 11). A pesar de las deficiencias

Page 28: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

49

anteriores existe una producción de diccionarios y repertorios fraseológicos en los últimos

tiempos que nos dan idea del gran interés que representa esta fracción de la lingüística.

Los estudios sobre fraseología española comenzaron a proliferar aproximadamente

en 1990, lo cual ha influido directamente a la elaboración de obras lexicográficas que

ahora muestran los fraseologismos, pero que quizá no están etiquetados de la manera

correcta, y generalmente estaban destinadas a formar parte de las últimas páginas del

diccionario, pudiendo ser esto un error debido a que a pesar de ser una unidad

fraseológica equivalen a una palabra y deberían de tener el mismo estatus que el resto de

las entradas, con igual independencia (Castillo 2003: 90). Asimismo esta lexicógrafa

también menciona que la falta de estudios serios, hasta ya entrada la época de 1990,

influyó en la confección de los diccionarios, ya que estos han incluido estas unidades de

un modo irregular, y la manera de etiquetar los fraseologismos no es la ideal, pero esto

también se ve influido por el hecho de que las unidades fraseológicas presentan una gran

variedad de estructuras, lo cual repercute en la dificultad del registro de las mismas en las

obras lexicográficas. Por su parte, Garrido (2003) afirma que desde el punto de vista de la

microestructura, estas unidades se tratan de una manera uniforme, suelen aparecer al final

del artículo lexicográfico después de las acepciones, además que pueden estar

ejemplificadas. Asimismo nos dice que aparecen lematizadas bajo una de las palabras de

la estructura. También su tipografía los diferencia del resto del artículo. Usualmente se

marcan en negrita, en ocasiones están separadas por la doble pleca [| |], o incluso

sublematizadas como si se tratara de una entrada nueva.

Page 29: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

50

De igual forma, Corpas (1996) presenta un listado de características lingüísticas de

las unidades fraseológicas y nos dice que estos rasgos surgen debido a las similitudes que

existen entre las propuestas de los diversos investigadores sobre el tema:

i) Se trata de una expresión formada por varias palabras.

ii) Se caracteriza por estar institucionalizada.

iii) Por ser estable en diverso grado.

iv) Por presentar cierta particularidad sintáctica o semántica.

v) Y por la posibilidad de variación de sus elementos integrantes ya sea como

variantes lexicalizadas en la lengua o como modificaciones ocasionales en

contexto.

Al final de este listado concluye que las unidades fraseológicas –objeto de estudio

de la fraseología– son unidades léxicas formadas por más de dos palabras: “[…] dichas

unidades se caracterizan por su alta frecuencia de uso, y coaparición de sus elementos

integrantes, por su institucionalización, entendida en términos de fijación y

especialización semántica, por su idiomaticidad y variación potenciales, así como por el

grado en el cual se dan todos estos aspectos en los distintos tipos” (Corpas 1996). De este

conjunto de características se desglosan una serie de subapartados donde se tratan

específicamente los aspectos mencionados anteriormente, y finalmente esta propuesta de

Corpas es la más aceptada por los lexicógrafos, ya que ha sido punto de partida para

estudios y análisis posteriores. Ahora bien, estos cincos rasgos mencionados

anteriormente permiten a Corpas plantear las características lingüísticas de las unidades

fraseológicas: frecuencia, institucionalización, estabilidad, idiomaticidad, variación y

Page 30: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

51

gradación. En el siguiente apartado se proporciona información relevante sobre dichas

características.

a) FRECUENCIA. Corpas (1996) considera que éste es uno de los aspectos más

sobresalientes de este rasgo. Se divide a su vez en: i) frecuencia de coaparición

que son las que presentan las unidades fraseológicas21 cuyos elementos que la

integran aparecen con mayor frecuencia dentro de la UF que lo que aparecen

individualmente y, ii) frecuencia de uso, es decir, entre más se utilicen las UF

tendrán mayor oportunidad de constituirse en expresiones fijas.

b) INSTITUCIONALIZACIÓN. El uso frecuente de una UF puede desembocar en su

institucionalización, es decir, cuando una construcción sintagmática pasa por el

proceso de lexicalización para establecerse y quedarse en la lengua con un nuevo

significado.

c) ESTABILIDAD. Esta característica está formada a partir de los rasgos de

‘institucionalización’ y ‘lexicalización’. A su vez la institucionalización incluye

dos aspectos más a considerar: ‘fijación’ y ‘especialización semántica’. En

relación con la fijación Zuluaga (1975: 230) comenta que “[…] es la propiedad

que tienen ciertas expresiones de ser reproducidas en el habla como

combinaciones previamente hechas”. Es decir, la fijación es una expresión ya

determinada que el hablante reproduce sin hacer ningún cambio en sus elementos.

Respecto de la especialización semántica, Corpas y Mena (2003) nos dicen que

primeramente se produce la fijación y posteriormente debido a esto se da el

21 De aquí en adelante la categoría ‘unidad fraseológica’ la abreviaré como UF por razones propiamente prácticas.

Page 31: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

52

cambio semántico y por esta razón, toda expresión que presente especialización

semántica es fija, sin embargo, no ocurre lo mismo a la inversa.

d) IDIOMATICIDAD. Respecto de esta característica Corpas (1996) afirma que se

considera como uno de los aspectos esenciales de una unidad fraseológica. De

igual forma continúa diciéndonos que “Esta característica se refiere a aquella

propiedad semántica que presentan ciertas unidades fraseológicas por la cual el

significado global de dicha unidad no es deducible del significado aislado de cada

uno de sus elementos constitutivos” (p. 26).

e) VARIACIÓN. Según Zuluaga (1975; 1980) la fijación de las UF es relativa ya que

en ocasiones se suele dar cierto nivel de variación léxica. Este lexicógrafo llama

variantes a las alternativas de este tipo. Para que dos unidades fraseológicas sean

consideradas variantes, deben de darse dentro de una misma lengua funcional, no

presentar diferencias de significado, ser libres e independientes de los contextos

en que aparecen. Asimismo no deben confundirse con modificaciones, ya que

entre mayor es su fijación más posibilidad existe de que sufran modificación en el

discurso.

f) GRADACIÓN. Esta característica ha sido utilizada por ciertos autores para

fundamentar la clasificación de las unidades fraseológicas. Las UF presentan una

escala gradual, la cual Carter (1989b) utilizó para clasificar estas unidades de la

lengua inglesa. Los criterios más importantes según este autor son el grado de

restricción colocacional, de fijación sintáctica estructural y de opacidad semántica

o idiomaticidad.

Page 32: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

53

2.5.1 Clasificación de unidades fraseológicas

En primer término debo decir el tema y la problemática que enfrentan las unidades

fraseológicas y su clasificación surgió a partir de los problemas prácticos que fueron

apareciendo al incluir fraseología en la elaboración de diccionarios. En relación con este

punto Corpas (1996) afirma que la primera clasificación de unidades fraseológicas fue

propuesta por Casares en 1950 y, al parecer, sigue teniendo una gran importancia para el

estudio de la fraseología en la lengua española. Casares (1950) distingue entre locuciones

y formulas pluriverbales, tales como refranes y frases proverbiales. En la década de 1960

Coseriu (1966) realiza una distinción entre la técnica libre y el discurso repetido. La

técnica libre es la que abarca las unidades léxicas y gramaticales, mientras que el discurso

repetido se refiere a lo que está fijado como expresión, giro, modismo, frase o locución.

Tiempo después Thun (1978) realiza un trabajo sobre la fraseología de las lenguas

romances, en donde estudia las unidades fraseológicas desde su estructura interna,

ocupándose fundamentalmente de la fijación y el aspecto semántico de dichas unidades.

Por otra parte, Zuluaga (1980) realiza un estudio de las UF, y al igual que Casares no

incluye las colocaciones como parte de la fraseología, sino que realiza una doble

clasificación de las UF según sus rasgos de estructura interna y su valor semántico-

funcional al ser empleadas como unidades en el discurso. Por su parte, Haensch et al.

(1982) distinguen dos tipos de unidades: las colocaciones y las combinaciones fijas de

lexemas, donde además se incorporan todas aquellas UF que no constituyen colocaciones.

En 1996 Corpas Pastor realiza una nueva propuesta de clasificación de las unidades

fraseológicas en el español en donde distingue tres esferas o niveles donde se incluyen las

Page 33: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

54

colocaciones, las locuciones y los enunciados fraseológicos. A continuación vamos a

exponer las características y taxonomía de las unidades de cada esfera:

i) Las COLOCACIONES o sintagmas completamente libres a los que el uso le ha

asignado cierta restricción combinatoria, por lo que están fijadas en la norma.

Entendiendo por colocación aquella propiedad de las lenguas por la que los hablantes

tienden a producir ciertas combinaciones de palabras entre una gran cantidad de

combinaciones teóricamente posibles (véase Haensch et al. 1982: 251).

(4) Estallar una guerra Sustantivo (sujeto) + Verbo

(5) Desempeñar una función Verbo + Sustantivo (objeto)

(6) Error garrafal Adjetivo + Sustantivo

(7) Rebanada de pan Sustantivo + preposición + sustantivo

(8) Felicitar efusivamente Verbo + Adverbio

(9) Profundamente dormido Adjetivo + Adverbio

ii) Las LOCUCIONES o unidades fijadas en el sistema, que tienen un sentido global,

que no constituyen enunciados completos y funcionan como elementos oracionales:

(10) Nominales Cero a la izquierda

(11) Adjetivas Sano y salvo

(12) Adverbiales Con la boca abierta

(13) Verbales Dormir como un tronco

(14) Prepositivas Gracias a; con objeto de

(15) Conjuntivas Tan pronto como; como si

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55

(16) Clausales Subírsele la sangre a la cabeza

iii) ENUNCIADOS FRASEOLÓGICOS “constituyen enunciados y actos de habla por sí

mismos, además de estar fijados en el habla y formar parte del acervo sociocultural de la

comunidad de hablantes” Corpas, (1996). En los enunciados fraseológicos caben:

(17) Paremias Las penas con pan son menos; Las paredes oyen

(18) Citas Verde que te quiero verde

(19) Refranes Agua que no has de beber déjala correr

(20) Formulas rutinarias:

Formulas discursivas ¿Cómo estás?; ¿qué hay?

-Formulas psicosociales:

(a) Expresivas Perdone que le moleste; lo siento mucho

(b) Comisivas Ya me las pagarás

(c) Directivas Déjame en paz

(d) Asertivas Palabra de honor

(e) Rituales ¿Qué te trae por aquí?

Castillo (2003) afirma que de los tipos anteriormente mencionados, las locuciones

son las que se presentan más sistemáticamente en el diccionario, son las más abundantes

y aparecen como entradas en la macroestructura o como subentradas en la

microestructura.

Como ya mencioné anteriormente, las características lingüísticas de las unidades

fraseológicas, así como su clasificación, propuestas por Corpas Pastor (1996)

Page 35: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

56

establecieron una diferencia en el estudio de la fraseología, y con esta propuesta de

clasificación alternativa y globalizadora, marcó un nuevo punto de partida en donde

maneja las tres esferas: colocaciones, locuciones y enunciados fraseológicos,

mencionadas en párrafos anteriores. Sin embargo, no solamente son estas dos propuestas

las que sirvieron de impulso para nuevos estudios, sino también la clasificación de las

locuciones, aunque ésta tiene un poco más de variación entre autores. Tiempo después,

en 1996 surgieron otras propuestas de clasificación de locuciones, tal es el caso de la Ruiz

Gurillo (2001), en donde realmente casi no hay ningún cambio, únicamente el hecho de

sustituir la clase de las conjuntivas por la de las marcadoras (ej. sin embargo), lo cual no

es del todo conveniente. Ahora bien, respecto de las construcciones conjuntivas García-

Page et al. (2008) nos dicen que “[…] debe mantenerse la clasificación tradicional de las

conjuntivas por diversas razones: por coherencia con el criterio seguido para delimitar el

resto de las clases locucionales y por su propio carácter excluyente” (p. 89). Por su parte,

Álvarez de la Granja (2002-2003) mantiene la clasificación tradicional de las locuciones,

sin embargo hace un cambio al agregar locuciones pronominales. García-Page et al.

(2008) nos dicen que parece algo muy arriesgado analizar morfológicamente como

pronombres los cuantitativos indefinidos (mucho…) que modifican a un sustantivo.

Asimismo, las locuciones genuinamente pronominales (uno que otro) pueden desempeñar

otra función que no sea la estrictamente nominal de ahí que la mayoría de los fraseólogos

actuales las incluyan como un subgrupo no independiente de las locuciones nominales. (p.

90).

La propuesta de García-Page (2008) toma como punto de partida la clasificación

de locuciones de Corpas (1996), tal y como podemos observar en apartado siguiente:

Page 36: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

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(21) Nominal Noche toledana

(22) Pronominal Cada quisque

(23) Adjetival Largo de manos

(24) Verbal Cantar las cuarenta

(25) Adverbial A salvamano

(26) Prepositiva En pos de

(27) Conjuntiva Para que

(28) Oracional Ir la procesión por dentro; ¡qué le vamos a hacer!

Como se puede observar hay ciertos cambios en relación con la propuesta de

Corpas (1996), en donde, se agrega la locución pronominal, y propone el término de

locución oracional para dar cuenta de las oraciones ‘semioracionales’ que de ser cadenas

libres, formarían oraciones desde un punto de vista sintáctico al estar gramaticalmente

compuestas de sujeto léxico, salvo las impersonales y predicado. En relación con la idea

anterior, Corpas (1996) nos dice que “Las locuciones funcionan generalmente como

elementos anafóricos referidos a acontecimientos, situaciones, o comentarios hechos

previamente” (p. 219) y forman gran parte de la rama de la fraseología, no obstante, los

trabajos lexicográficos que se analizarán en el capítulo III de esta investigación, no

solamente clasifican las unidades fraseológicas como locuciones, o colocaciones, nos

encontraremos con distintos tipos de marcación de estas unidades que se presentan en los

diccionarios del español de México.

Con base en la exposición de un conjunto de referencias bibliográficas, en este

capítulo se describe el marco conceptual que permite discutir las categorías

Page 37: CAPÍTULO II MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO

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metodológicas que sustentan el objetivo de esta investigación metalexicográfica. Para tal

fin se hace un recorrido de la producción lexicográfica desde la Antigüedad hasta la época

moderna, misma que se ubica precisamente en el desarrollo del estructuralismo

lingüístico. Igualmente presento la propuesta de cada uno de los autores para

preguntarnos no sólo qué es un diccionario sino lograr diferenciarlo de otros trabajos

como los vocabularios, glosarios, concordancias y thesaurus. Por otra parte se menciona

el papel que ha tenido la presencia del DRAE en la lexicografía hispánica. De igual forma,

un apartado importante lo tiene el tipo de obras lexicográficas y la explicitación de los

criterios que permiten dicha clasificación, tales como el número de lenguas, el eje

temporal, el material registrado, la densidad de los artículos, así como los ejes

sintagmáticos y paradigmáticos, entre otros. Lo interesante de esto es que estos criterios

hacen posible diccionarios diversos. Así también la microestructura y la macroestructura

tienen un lugar privilegiado ya que se le da relevancia a la estructura de los artículos

lexicográfica, debido a que de este lugar se proyecta la fraseología. Tal y como mencioné

anteriormente la fraseología y el estudio de las unidades fraseológicas es un área de

estudio y de investigación medianamente reciente, de tal forma que la fraseología, los

tipos de unidades fraseológicas y la investigación sobre las denominadas ‘colocaciones’,

dentro de la sintaxis y de la lexicografía requieren una mayor reflexión debido a que no se

han realizado las suficientes investigaciones que permitan pisar sobre terreno firme. Un

aspecto interesante a resaltar es el hecho que cada uno de los tipos de unidades

fraseológicas que aparecen al final de este capítulo está ejemplificado a partir de los datos

que proporcionan los diferentes lexicógrafos.