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Elementos explicativos de la desigualdad en Galicia: Género, Mercado de Trabajo y Vivienda. C. Gradín, R. Arévalo y M. Otero. Monografía 18, IEEG - PBM. 2003
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CAPÍTULO 3. DISCRIMINACIÓN SALARIAL EN EL MERCADO DE
TRABAJO EN GALICIA
1. Introducción
La participación laboral de la mujer enfrenta un problema de baja participación,
de elevado desempleo y fuerte segregación hacia cierto tipo de empleos, tal y como se
destacó en los capítulos anteriores. Un cuarto factor de discriminación laboral en contra
de la mujer es, como se demuestra en numerosos estudios empíricos, la existencia de
una importante brecha salarial con el hombre que no se justifica en diferencias de
productividad por sus distintas dotaciones de capital humano.
De acuerdo con Cain (1986), el término discriminación hace referencia en
general a “un tratamiento desigual de miembros de grupos que difieren en alguna
característica observable como género o raza pero que no se distinguen en su
productividad subyacente; trato desigual de individuos que de otra forma serían
iguales”. Para este mismo autor los servicios laborales se consideran esencialmente
idénticos si tienen la misma productividad en el proceso de producción físico o
material; una consideración que excluye el efecto sobre la utilidad síquica del
empleador o los compañeros de trabajo”.1
En consecuencia, la existencia de una brecha salarial que puede ser importante
desde el punto de vista de la desigualdad, no constituye en sí misma discriminación.
Esto es así porque el mercado a través del salario retribuye al factor trabajo de forma
diferenciada fundamentalmente en función de su capital humano, es decir, según su
cualificación y experiencia. En la medida en que las diferencias salariales de género se
expliquen por un mayor nivel de capital humano por parte de los hombres, no hay
1 Como él mismo señala, de acuerdo con la teoría formulada por Becker (1957) esto implica considerar como discriminación la posible desutilidad que tenga el empleador por sus prejuicios contra un grupo demográfico que no se traduzcan en una menor productividad material.
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motivo para responsabilizar al mercado de trabajo de la discriminación de género. En su
caso, la responsabilidad estaría en la existencia de algún tipo de discriminación pre-
laboral que tenga su origen, por ejemplo, en el sistema educativo o en la familia.
Una fuente específica de discriminación salarial se produce a través de la
segregación ocupacional si las diferencias salariales por género son fruto del hecho de
que las mujeres están en empleos que remuneran peor sus características.2 Pero aún es
posible que desempeñando ocupaciones relativamente similares y ante niveles de
cualificación y experiencia equiparables las mujeres obtengan una menor remuneración
que el hombre. Como ya apuntaba Oaxaca (1973), cabe señalar que lo relevante para la
discriminación no es tanto que a igual trabajo se consiga igual remuneración, sino que
ésta se obtenga ante características aproximadamente similares.
En la literatura al respecto existen diferentes enfoques3 desde los cuales se ha
tratado de explicar la existencia de discriminación laboral, bien vía segregación bien vía
diferenciación salarial. Destaca en este sentido la teoría de la discriminación iniciada
por Becker basada en la existencia de preferencias discriminatorias por parte del
empleador (o de los hombres empleados, consumidores, etc.) y en las pérdidas de
utilidad que la contratación de mujeres le supone.
Dada las dificultades que este tipo de teorías, basadas en las preferencias, tienen
a la hora de explicar la persistencia de la discriminación, surgió el enfoque conocido
como discriminación estadística (Phelps, 1972) según el cual, en un contexto de
información imperfecta el empleador se fija en una característica observable, el sexo,
para retribuir menos al factor trabajo debido a la creencia (cierta o no) de que las
mujeres en media tienen menor productividad, lo que puede ser debido a su
2 Como ya fue señalado en el análisis de la segregación, esto fue analizado por Macpherson y Hirsch (1995) o Bayard et al. (1999), o para el caso español Hernández (1996). 3 Para una revisión de dichas teorías véase Ferreira (1996).
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especialización en el cuidado de los hijos. Este tipo de discriminación es especialmente
importante cuando se considera que la elección de inversión en capital humano es
endógena, de modo que las peores perspectivas laborales de las mujeres condicionan sus
elecciones de inversión y la persistencia de discriminación puede mermar la dotación de
características de la mujer en términos de habilidades, experiencia o cualificación.4
La existencia de discriminación salarial que con diferente intensidad afecta a la
práctica totalidad de países en los que se ha estudiado, es relevante por la inequidad que
supone el tratamiento diferente de trabajadores de similares características, pero
también tiene un impacto negativo sobre la distribución del ingreso de los hogares
según sus características demográficas, en nuestro caso el sexo, pudiendo acentuar el
proceso de exclusión social de determinados grupos, como en el conocido fenómeno de
“feminización de la pobreza”. Además, la existencia de brechas salariales que no se
justifican en la productividad de los trabajadores generará un funcionamiento ineficiente
del propio mercado de trabajo generando una pérdida colectiva de bienestar social.
En la sección siguiente analizaremos las diferencias salariales por género en
Galicia y en la sección tercera estudiaremos la posible existencia de discriminación
salarial. La última sección recogerá las principales conclusiones.
2. Las diferencias salariales por género
2.1 Brecha salarial media
La existencia de una menor remuneración de las trabajadoras frente a los
trabajadores es un fenómeno que podemos observar con carácter casi universal. La
4 En general en la literatura sobre discriminación este hecho no se suele tener en cuenta, ya que las características que reflejan la productividad son tratadas de forma exógena. Pero es conocido que en realidad podrían ser el resultado de la existencia de discriminación previa (aspecto ya destacado por Blinder, 1973.
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Figura 1 presenta la ganancia relativa mediana de las mujeres respecto de los hombres
en diversos países referida a trabajadoras a tiempo completo. En la misma, a los datos
originales de Blau y Kahn (2000)5 obtenidos de la OCDE hemos añadido a efectos
comparativos el referido a Galicia en 1995, con la Encuesta de Estructura Salarial que
detallamos más adelante.
Puede observarse que en ningún país de los incluidos se produce una completa
igualación de las ganancias masculina y femenina, si bien las diferencias entre países
son sustanciales: van desde el 10 por ciento menos que cobran las mujeres de Bélgica o
Francia, hasta niveles del 30 por ciento o más en Japón, Austria y Canadá. España
estaría tras este último país, con un 29 por ciento, entre los que presentan mayores
diferencias salariales por género. Cabe reseñar que los países nórdicos, que destacaban
por su nivel de igualdad de género en términos de tasas de actividad y de empleo ceden
las primeras posiciones cuando analizamos las diferencias salariales: Suecia presenta un
nivel del 16’5 por ciento menos y Finlandia del 20 por ciento.
En este contexto, cabe preguntarnos en qué posición se encuentra Galicia.
Asumiendo que los datos sean comparables, comprobamos que Galicia se sitúa en sexto
lugar con un nivel del 17 por ciento, mejor que la media de países, con un nivel similar
al de Suecia o Italia y mejor posicionada que Finlandia, Alemania, países anglosajones,
etc. Sin embargo, este resultado debe tomarse con cautela dado que existe otra evidencia
que nos dice que la diferencia salarial por sexo en Galicia es mayor que en el conjunto
de España, como se señala más adelante en 2000, de acuerdo con la Encuesta de
Salarios en la Industria y los Servicios.6
5 Blau y Kahn (1996) ofrecen también una comparación detallada para diez países industrializados. 6 Cabe destacar a este respecto que la elección como referente de la mediana frente a la media no es irrelevante en Galicia. La peculiar forma de las respectivas distribuciones hace que mientras que en España la mediana represente en torno al 82 por ciento de la media tanto para hombres como para mujeres, en Galicia las mujeres muestran ese mismo porcentaje mientras que los hombres presentan un 75
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En cuanto a la tendencia temporal que se observa en aquellos países en que ésta
está disponible, comprobamos la reducción de la brecha salarial respecto del hombre, al
menos durante los primeros años noventa. En los ochenta se observa una mejora
sustancial en EE.UU., Reino Unido y Francia, pero un empeoramiento en Suecia.
por ciento, es decir en la distribución masculina la mediana está mucho más lejos de la media. En consecuencia, si consideramos la media, la ganancia relativa de las mujeres desciende hasta el 76,4 por ciento en Galicia, mientras que en España apenas varía.
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Figura 1. Brecha salarial por paísesMediana del salario semanal para trabajadores a tiempo completo, ratio mujer/hombre.
Fuente: Blau y Khan (2000) (Galicia, EES-1995)
0 0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1
Japón
Austria
Canadá
España
Irlanda
Reino Unido
Suiza
Alemania
EEUU
Holanda
Finlandia
Nueva Zelanda
Galicia
Italia
Suecia
Australia
Francia
Bélgica
1994-98
1989-90
1979-81
Nota Figura 1: Se refiere a ganancia bruta, salvo en el caso de Francia que es neta. Los años se refieren a: Alemania (Occidental), 1984, 1989, 1995; Italia, 1989, 1996; Australia, 1979, 1989, 1998; Austria, 1980, 1989, 1994; Bélgica, 1989, 1995; Canadá, 1981, media de 1988 y 1990; España, 1995; Estados Unidos, 1979, 1989, 1996; Francia, 1979, 1989, 1996; Holanda, 1990, 1995; Japón, 1979, 1989, 1997; Nueva Zelanda, media de 1988 y 1990, 1997; Suecia, media de 1978 y 1980, 1989, 1996; Suiza, 1991, 1996; Reino Unido, 1979, 1989, 1998. Datos basados en tabulaciones no publicadas de la OCDE.
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Por lo que respecta a España, la existencia de un diferencial salarial entre
hombres y mujeres es un elemento común a todas las CCAA sin excepción. Como
muestra la Tabla 1, de acuerdo con la Encuesta de Salarios de la Industria y los
Servicios, las mujeres españolas asalariadas en esos dos sectores tenían un salario bruto
mensual7 como media de 204.000 Ptas. (1.228 Euros) en el año 2000, en contraste con
las 271.000 Ptas. (1.628 Euros) de los hombres, es decir, cobraban un 75 por ciento
menos. Las diferencias entre comunidades en el ratio entre salario femenino y
masculino son destacables, desde el 57 por ciento de Aragón, o el 63 por ciento de
Castilla-La Mancha y Asturias, hasta el 73 por ciento de Madrid o el 72 por ciento de
Canarias y Extremadura. Galicia con un 69,1 por ciento ocupa ese año el quinto lugar
tras estas tres últimas y Cataluña, e igualada con las Islas Baleares. El salario medio de
una mujer gallega en el 2000 era de 166.000 Ptas. (998 Euros) frente a las 241.000 Ptas.
(1.448 Euros) de los hombres, cifras que representaban respectivamente para mujeres y
hombres el 81,5 por ciento y el 89 por ciento del salario medio español.8
7 El concepto de ganancias de la encuesta se refiere a las remuneraciones en metálico y en especie, pagadas a los trabajadores por el tiempo trabajado o por el trabajo realizado, junto a la remuneración por períodos de tiempo no trabajados, como vacaciones y días festivos. Las ganancias incluyen el salario base y los diferentes complementos salariales (personales, por puestos de trabajo, etc.). Los conceptos de ganancias se refieren a su importe en bruto, es decir, antes de la deducción de impuestos y cotizaciones a la Seguridad Social, a cargo del trabajador. La muestra de esta encuesta se refiere a centros de cotización de al menos cinco asalariados en sectores productivos no agrarios. La encuesta se realiza de forma trimestral desde 1989, pero sólo en el último trimestre se ofrece información por sexo. 8 Un estudio publicado por Xunta de Galicia en 1996 sobre una encuesta realizada en 1992 obtenía que las mujeres gallegas tenían un salario bruto mensual medio del 94,6 por ciento del masculino, 81,43% en el sector privado. En esta encuesta se contemplaban un conjunto más amplio de actividades, si bien con un tamaño de la encuesta reducido.
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Tabla 1. Salario bruto mensual por CCAA y sexo
Ambos sexos Mujeres Hombres
Razón Mujeres / Hombres
Ptas. Euros Ptas. Euros Ptas. Euros % Andalucía 209.311 1258,0 171.029 1027,9 248.884 1495,8 68,7 Aragón 230.644 1386,2 164.948 991,4 290.084 1743,4 56,9 Asturias 246.312 1480,4 176.284 1059,5 280.565 1686,2 62,8 Baleares 206.489 1241,0 179.022 1075,9 259.154 1557,5 69,1 Canarias 194.783 1170,7 165.587 995,2 229.492 1379,3 72,2 Cantabria 225.921 1357,8 181.465 1090,6 274.840 1651,8 66,0 Castilla-La Mancha 192.374 1156,2 145.788 876,2 232.335 1396,4 62,7 Castilla y León 220.838 1327,3 171.550 1031,0 268.800 1615,5 63,8 Cataluña 238.960 1436,2 205.340 1234,1 291.656 1752,9 70,4 Comunidad Valenciana 204.986 1232,0 170.611 1025,4 248.316 1492,4 68,7 Extremadura 189.367 1138,1 159.805 960,4 221.694 1332,4 72,1 Galicia 201.162 1209,0 166.416 1000,2 240.926 1448,0 69,1 Madrid 269.162 1617,7 235.846 1417,5 322.796 1940,0 73,1 Murcia 181.773 1092,5 145.433 874,1 225.039 1352,5 64,6 Navarra 246.308 1480,3 196.483 1180,9 294.189 1768,1 66,8 País Vasco 273.935 1646,4 225.174 1353,3 332.440 1998,0 67,7 La Rioja 212.759 1278,7 177.258 1065,3 262.747 1579,1 67,5 TOTAL 230.325 1384,3 204.245 1227,5 270.843 1627,8 75,4 Fuente: Encuesta de Salarios en la Industria y los Servicios, Ptas./Euros de media en el 2000 (INE).
Las ganancias mensuales pueden esconder diferencias en el número de horas
trabajadas, por ello conviene realizar el análisis en términos de ganancia por hora.9 La
Tabla 2 muestra que una vez que tenemos en cuenta las diferencias en horas realizadas,
la ganancia por hora de las mujeres gallegas es de 1.232 Ptas. (7’4 Euros), frente a las
1.656 (10 Euros) de los hombres, esto es, un 74,4 por ciento, cifra en este caso inferior a
la media española del 77 por ciento. Estas ganancias por hora representan un 84,6 por
ciento en el caso de las mujeres y un 87,4 por ciento en el de los hombres de las
cuantías correspondientes españolas que son 1.457 y 1.895 Ptas. (8’8 y 11’4 Euros)
9 Aunque en el caso de que consideremos que un grupo trabaja menos horas que otro contra su voluntad, entonces lo relevante sería considerar los ingresos totales (Cain, 1986).
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respectivamente. Galicia junto con Murcia pasa a ser la sexta comunidad mejor situada,
tras Extremadura, Madrid, Canarias, Valencia y Cataluña.
Tabla 2. Salario bruto por hora por CCAA y sexo
Ambos sexos Mujeres Hombres
Razón Mujeres / Hombres
Ptas. Euros Ptas. Euros Ptas. Euros % Andalucía 1.470 8,8 1.242 7,5 1.724 10,4 72,0
Aragón 1.631 9,8 1.247 7,5 1.978 11,9 63,0
Asturias 1.747 10,5 1.310 7,9 1.970 11,8 66,5
Baleares 1.451 8,7 1.292 7,8 1.778 10,7 72,7
Canarias 1.363 8,2 1.202 7,2 1.590 9,6 75,6
Cantabria 1.579 9,5 1.314 7,9 1.897 11,4 69,2
Castilla-La Mancha 1.358 8,2 1.102 6,6 1.590 9,6 69,3
Castilla y León 1.579 9,5 1.318 7,9 1.873 11,3 70,4
Cataluña 1.673 10,1 1.495 9,0 2.005 12,1 74,6
Comunidad Valenciana 1.433 8,6 1.273 7,7 1.697 10,2 75,0
Extremadura 1.343 8,1 1.220 7,3 1.529 9,2 79,8
Galicia 1.413 8,5 1.232 7,4 1.656 10,0 74,4
Madrid 1.882 11,3 1.720 10,3 2.219 13,3 77,5
Murcia 1.323 8,0 1.164 7,0 1.565 9,4 74,4
Navarra 1.762 10,6 1.497 9,0 2.073 12,5 72,2
País Vasco 1.967 11,8 1.722 10,3 2.333 14,0 73,8
La Rioja 1.495 9,0 1.331 8,0 1.796 10,8 74,1
TOTAL 1.620 9,7 1.457 8,8 1.895 11,4 76,9 Fuente: Encuesta de Salarios en la Industria y los Servicios, Ptas./Euros de media en el 2000 (INE).
Para el análisis empírico de la brecha salarial entre hombres y mujeres
recurriremos a la mejor fuente de información con microdatos disponibles sobre
salarios, como es la Encuesta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de
Estadística (INE)10. Esta encuesta fue realizada en 1995 y permite la desagregación por
10 Esta estadística tiene como objetivo proporcionar información a nivel nacional y de comunidad autónoma sobre la estructura y distribución de los salarios, recogiendo información de forma individual junto con una gran cantidad de características del trabajador (ocupación, titulación, edad, antigüedad, sexo, tipo de jornada y tipo de contrato). Incluye a todos los trabajadores por cuenta ajena que presten sus servicios en centros de cotización de 10 o más trabajadores y figuren en nómina a 31 de Octubre de 1995. Se excluyen a los presidentes, miembros de consejos de administración y en general, todo aquel personal cuya remuneración no sea principalmente en forma de salario, sino por comisiones o beneficios. Abarca todo el territorio nacional, con datos conjuntos para Ceuta y Melilla. Se extiende a la Industria, Construcción y Servicios, excluyéndose el sector de actividad agrícola, la Administración Pública, la Sanidad, Educación y algunas otras actividades de menor peso en la economía. Se ha utilizado el Registro
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CCAA ofreciendo información detallada acerca de las características de los asalariados
en el sector no agrario. Esta encuesta ha sido empleada en numerosos estudios sobre el
tema en España. Debido a las características de la encuesta nos centraremos en los
asalariados de los sectores no agrarios empleados en empresas de un mínimo de 10
trabajadores y, por homogeneidad, nos referimos a los que trabajan a tiempo completo y
que no fueron afectados en octubre de 1995 por bajas de incapacidad laboral transitoria
ni de maternidad. Este hecho debe ser tenido en cuenta puesto que no estamos
analizando la totalidad de la población asalariada. En particular estamos excluyendo a la
población agraria, a los empleados de las Administraciones Públicas, de los sectores de
Educación y Sanidad y a todos los asalariados de pequeñas empresas (menos de 10
trabajadores). Además es preciso tener en cuenta de forma adicional que la forma en la
que se suministra la información hace que el tamaño de la muestra dependa del detalle
de la información solicitada, de modo que a información más detallada se pierde
representatividad de la muestra. Es decir, realizaremos un ejercicio con una muestra
específica que no es en absoluto representativa de la situación de cualquier mujer
gallega asalariada, por lo que las conclusiones obtenidas no son directamente
extrapolables a todo el colectivo femenino. En particular, las mujeres que trabajan en el
sector público tienden a enfrentar niveles de discriminación inferiores. Para poder tener
una referencia de lo que ocurre en el conjunto de España presentaremos resultados para
el conjunto de la muestra española a partir de la cual fue obtenida la sub-muestra
gallega, de forma que de existir sesgos en el colectivo analizado estos coincidan en
ambos casos.
General de Cuentas de Cotización a la Seguridad Social, del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. El procedimiento de selección aleatoria de unidades corresponde a un muestreo bietápico estratificado, donde las unidades de primera etapa son las cuentas de cotización a la Seguridad Social, mientras que las de segunda etapa son los trabajadores. La estratificación se ha hecho por el cruce de tres variables:
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De acuerdo con esta encuesta, y refiriéndonos al colectivo mencionado, la
ganancia media por hora de una mujer era en Galicia en 1995 del 76,4 por ciento de la
ganancia de un hombre. Es decir, los hombres ganaban casi un cuarto más que las
mujeres en media. Esta brecha era algo menor que la española en ese momento, donde
la ventaja masculina se acercaba al 30 por ciento.
2.2 Distribución salarial y género
¿Qué forma tiene la distribución salarial? No sólo los salarios medios gallegos
de hombres y mujeres son distintos de los correspondientes españoles, sino que además
su distribución es también distinta. Del mismo modo, también divergen las
distribuciones salariales de hombres y mujeres.
Para mostrar las distribuciones salariales estimaremos las respectivas funciones
de densidad utilizando la técnica no paramétrica conocida como kernels, lo cual nos
permite evitar cualquier imposición a priori acerca de la forma de las mismas.
Estimamos una función )(^
yf sobre el logaritmo de salarios y=(y1, ..., yn) en la muestra,
asumiendo únicamente que existe un función de densidad original f(y) de la cual se
extrajo la muestra. El estimador usado es:
( ) ∑=
⎟⎟⎠
⎞⎜⎜⎝
⎛ −=
n
i
ijj h
yyK
hyf
1
^ 1 j∀ ,
donde h es la ventana fija óptima obtenida de la minimización del Mean Integrated
Square Error (MISE), y K(.) es la función kernel, una Normal en nuestro caso. Las
Figuras 2 y 3 presentan las funciones de densidad del logaritmo de los salarios
estimadas de forma separada para hombres y mujeres, tanto en Galicia como en España.
actividad económica principal (22 secciones y subsecciones de la CNAE-93), Comunidad Autónoma y cinco intervalos de tamaño del centro de cotización.
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Figura 2. Distribución del logarítmo del salario (Galicia)
00.10.20.30.40.50.60.70.80.9
11.11.2
4 4.5 5 5.5 6 6.5 7 7.5 8 8.5 9 9.5 10
logaritmo del salario por hora
MujeresHombres
Figura 3. Distribución del logarítmo del salario (España)
00.10.20.30.40.50.60.70.80.9
11.11.2
4 4.5 5 5.5 6 6.5 7 7.5 8 8.5 9 9.5 10
logaritmo del salario por hora
MujeresHombres
Como era de esperar el mayor nivel salarial de los hombres frente a las mujeres
se traduce en que la densidad de aquéllos está en conjunto más desplazada a la derecha.
Pero es preciso constatar que las diferencias entre hombres y mujeres no se ciñen a una
diferencia en su nivel medio. Se puede observar que las distribuciones salariales en
Galicia presentan una concentración en torno a la moda principal muy superior que la de
las correspondientes españolas. Esta mayor concentración en Galicia es especialmente
visible en el caso de las mujeres, mientras que en el caso de los hombres se observa que
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una proporción importante de los mismos se agrupa en torno a una segunda moda en un
nivel salarial más alto de forma más pronunciada que en el caso de las mujeres. Sin
embargo, cabe resaltar que las modas se encuentran más separadas entre sí en el caso de
las mujeres que en el de los hombres: mientras que la primera moda femenina está en un
nivel inferior a la correspondiente masculina, la segunda moda se sitúa en un nivel
superior a la de aquéllos. En el caso español esta bimodalidad es menos perceptible.
Las distintas distribuciones se corresponden en consecuencia con distinto grado
de desigualdad salarial. Cuando consideramos todos los individuos y calculamos cuál es
la desigualdad salarial mediante el coeficiente de Gini y la familia de Índices
Generalizados de Theil11, obtenemos que la misma es ligeramente inferior en Galicia
que en el conjunto de España, como se muestra en la Tabla 3. Lo mismo se obtiene si
medimos la desigualdad para cada sexo por separado, siendo algo más nítida en el caso
de las mujeres. En todos los casos la mayor diferencia entre Galicia y España se da
cuando el índice es muy sensible a la cola baja de la distribución (valor más alto del
parámetro en el Índice Generalizado de Theil). Tanto en España como en Galicia se
puede comprobar que la desigualdad salarial es mayor entre los hombres que entre las
mujeres en una proporción similar, y que esta diferencia se amplía a medida que el
índice se hace más sensible a la cola alta de la distribución, indicando que es ahí donde
más se concentra la mayor desigualdad masculina. La desigualdad entre sexos explica
una porción muy pequeña de la desigualdad total y siempre es superior en España que
en Galicia.
11 Para detalles sobre los índices véase el apéndice al final de libro, y para más detalles sobre sus propiedades, Gradín y Del Río (2001).
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Tabla 3. Desigualdad salarial en Galicia y en España Theil (-1) Theil (0) Theil (1) Theil (2) Gini Galicia Ambos sexos 0,243 0,195 0,201 0,264 0,337 Hombres 0,241 0,194 0,201 0,264 0,337 Mujeres 0,214 0,168 0,168 0,206 0,309 Mujeres / Hombres (%) 89,0 86,5 83,4 78,0 91,5 Desigualdad entre sexos 0,006 0,006 0,005 0,005
% sobre total 2,5 3,0 2,7 2,0 España Ambos sexos 0,282 0,209 0,209 0,277 0,344 Hombres 0,275 0,205 0,205 0,272 0,341 Mujeres 0,247 0,182 0,175 0,210 0,320 Mujeres / Hombres (%) 89,6 88,8 85,2 77,2 93,7 Desigualdad entre sexos 0,010 0,009 0,008 0,008
% sobre total 3,4 4,3 4,0 2,9 Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta de Estructura Salarial - 1995 (INE).
2.3 Desigualdad salarial por características
La estructura salarial relativa es entre las mujeres bastante similar a la de los
hombres con tan sólo algunas diferencias. En general las mujeres situadas en los grupos
mejor remunerados disfrutan de una ventaja respecto de las demás que es menor que la
que disfrutan los hombres en su misma categoría, de ahí que sean precisamente en estos
grupos en los que la brecha salarial con el hombre se amplía como veremos en la sub-
sección siguiente. Las Tablas 4 y 5 presentan información correspondiente a las
diferentes particiones en función de las características de los asalariados que hacen
referencia a su distribución en porcentaje sobre el total y al salario por hora en relación
a la media de cada sexo.
En particular, observamos en la Tabla 5 que por nivel de cualificación, la
remuneración más alta la obtienen las mujeres con educación universitaria, sobre todo
en el caso de licenciadas, a pesar de que su ventaja sobre el resto de las mujeres (70
puntos por encima de la media) es inferior a la que tienen los hombres (112 puntos) con
su mismo nivel educativo. Destaca el hecho de que entre las mujeres tienen un salario
más alto las que tienen estudios primarios frente a las que tienen EGB, y llama la
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atención la baja remuneración de las que poseen estudios de FP1, en relación con la
posición de los hombres con el mismo nivel.
La ganancia de las mujeres con contrato indefinido es casi el doble de las que
tienen contrato temporal, una ventaja enorme pero aún así menor que en el caso de los
hombres. También están mejor situadas las mujeres con convenio de empresa frente a
las de convenios de ámbito mayor, aunque su ventaja respecto de las de ámbito nacional
es mayor que en el caso de los hombres y menor frente a las de ámbito intermedio. La
posición relativa de la mujer es mejor cuanto más grande es la empresa, con las
diferencias más importantes en los extremos, empresas de entre 10 y 20 trabajadores (78
por ciento) y más de 200 (147 por ciento), el resto está entre el 85 por ciento y el 90 por
ciento de la media. Nuevamente la ventaja de las grandes empresas o la desventaja de
las pequeñas es menor que en el caso de los hombres. También es mejor su posición en
el caso de empresas públicas, aunque afecta a muy pocas mujeres, y de empresas con
mercado nacional o exterior, pero nuevamente con ventaja menor que la masculina. La
antigüedad es decisiva puesto que las mujeres que tienen diez o más años cobran un
salario por hora que casi cuadruplica al de las de recién contratadas en la empresa. Por
su lado, la experiencia potencial, siendo importante, lo es menos que la antigüedad al
observarse una penalización en el caso de las mujeres con mayor experiencia.
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Tabla 4. Distribución de asalariados en la muestra por características Proporción sobre el total Ambos sexos Hombres Mujeres Nivel educativo Primaria / Sin Estudios 39,27 40,44 34,99 EGB 30,91 30,57 32,15 BUP / COU 10,77 9,7 14,69 FP1 4 4,11 3,6 FP2 7,03 7,44 5,55 Diplomado 3,8 3,73 4,07 Superior 4,22 4,02 4,95 Ocupación CNO-94 (*)
Grupo 1 3,77 4,43 1,38 Grupo 2 2,94 2,93 2,99 Grupo 3 7,47 8,37 4,2 Grupo 4 14,42 10,06 30,34 Grupo 5 6,05 4,8 10,61 Grupo 7 31,71 35,03 19,6 Grupo 8 22,98 23,31 21,79 Grupo 9 10,65 11,08 9,09
Tipo de contrato Indefinido 70,13 70,19 69,92 Temporal 29,87 29,81 30,08 Convenio Nacional 28,1 23,51 44,87 Mayor que la Empresa 46,92 50,21 34,88 Empresa / otro 24,98 26,28 20,25 Tamaño empresa
10-19 22,74 23,31 20,64 20-49 28,46 30,37 21,48 50-99 14,21 13,78 15,78
100-199 9,95 7,79 17,84 > 200 24,64 24,74 24,25
Propiedad Público 4,26 4,92 1,89 Privado 95,73 95,08 98,1 Mercado Local-regional 52,22 54,85 42,64 Nacional 37,39 33,65 51,04 Extranjero 10,39 11,51 6,32 Antigüedad
0 10,56 10,5 10,79 1 10,98 11,45 9,27 2 7,45 7,23 8,27
3-4 8,98 8,16 11,96 5-9 16,62 16,67 16,44 >9 45,4 45,99 43,27
Experiencia < 10 10,36 8,6 16,79
11-20 27,08 26,14 30,49 21-30 27,12 26,73 28,55 > 30 35,44 38,53 24,17
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Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta de Estructura Salarial - 1995 (INE). (*) Para clasificación de ocupaciones véase el Cuadro 1.
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Tabla 5. Nivel salarial por características y sexo Media de individuos del mismo sexo =100
Mujeres Hombres (Mujeres / Hombres)
*100 Nivel educativo Primaria / Sin Estudios 86,8 77,3 85,8 EGB 77,0 84,4 69,7 BUP / COU 142,1 147,2 73,7 FP1 83,2 106,8 59,5 FP2 110,1 124,0 67,9 Diplomado 160,5 175,0 70,0 Superior 169,2 212,2 60,9 Ocupación CNO-94
Grupo 1 266,7 242,0 84,2 Grupo 2 185,2 187,5 75,5 Grupo 3 188,2 148,4 96,9 Grupo 4 111,3 119,1 71,4 Grupo 5 83,0 74,2 85,5 Grupo 7 72,0 83,6 65,8 Grupo 8 89,7 86,3 79,4 Grupo 9 72,9 58,1 95,8
Tipo de contrato Indefinido 117,3 119,6 74,9 Temporal 59,9 53,8 85,1 Convenio Nacional 97,7 121,6 61,4 Mayor que la Empresa 79,9 70,0 87,2 Empresa / otro 139,8 138,0 77,4 Tamaño empresa
10-19 78,1 71,2 83,8 20-49 86,2 75,3 87,4 50-99 87,5 86,1 77,7
100-199 89,4 111,0 61,5 > 200 146,8 161,7 69,4
Propiedad Público 214,3 141,4 115,8 Privado 97,8 97,9 76,4 Mercado Local-regional 84,2 77,0 83,5 Nacional 112,2 128,2 66,9 Extranjero 108,1 126,9 65,1 Antigüedad
0 34,6 31,6 83,7 1 70,5 67,6 79,8 2 81,2 70,2 88,4
3-4 82,4 83,5 75,4 5-9 112,2 99,4 86,3 >9 126,4 131,5 73,5
Experiencia < 10 84,1 72,3 88,9
11-20 93,1 85,8 83,0 21-30 111,1 111,0 76,5 > 30 106,6 108,2 75,3
Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta de Estructura Salarial - 1995 (INE).
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Cuadro 1. Ocupaciones según clasificación Nacional de Ocupaciones (CNO-94)
1. Dirección de las empresas y las administraciones públicas
2. Técnicos profesionales y científicos e intelectuales
3. Técnicos y profesionales de apoyo
4. Empleados de tipo administrativo
5. Trabajadores de servicios de restauración, personales, protección y vendedores de los comercios 6. Trabajadores cualificados en la agricultura y pesca
7. Artesanos y trabajadores cualificados de las industrias manufactureras, la construcción, en la minería, excepto los operadores de instalaciones y maquinarias 8. Operadores de instalaciones y maquinaria, y montadores
9. Trabajadores no cualificados.
A raíz de la discusión anterior calculamos los niveles de desigualdad salarial
entre grupos en Galicia. A la hora de explicar la desigualdad salarial dentro de cada
sexo podemos comprobar en qué medida ésta se debe a cada una de las características
señaladas. En las Figuras 4 y 5 se presentan los resultados de medir la desigualdad de
acuerdo con los coeficientes de Theil (0) y Theil (1) respectivamente.
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Figura 4. Desigualdad salarial entre grupos en Galicia: Theil (0)
0
0.01
0.02
0.03
0.04
0.05
0.06
0.07
0.08
0.09
experiencia centro mercado convenio tamaño educación contrato ocupaciónantigüedad
MujeresHombres
Figura 5. Desigualdad salarial entre grupos en Galicia: Theil (1)
0
0.01
0.02
0.03
0.04
0.05
0.06
0.07
0.08
experienciamercado centro convenio tamaño contrato educación ocupaciónantigüedad
MujeresHombres
En las figuras se puede comprobar que antigüedad, ocupación, educación y tipo
de contrato son por este orden – el orden de las dos últimas depende del índice - las
variables más relevantes para determinar el nivel de desigualdad salarial entre las
mujeres. En todas las variables la desigualdad entre grupos masculinos es mayor que
entre grupos femeninos salvo en la propiedad de la empresa. Pero destaca el hecho de
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que entre los hombres tienen mucha más relevancia el tamaño de la empresa, el
convenio y el mercado, aspectos que entre las mujeres son mucho menos relevantes.
2.4 Brecha salarial por sexo según características
Las diferencias salariales entre hombres y mujeres en Galicia, como puede
observarse en la Tabla 5, se reproducen en las diferentes categorías laborales, por nivel
de cualificación, por ocupación, por características del contrato y de la empresa y lo
hacen, en mayor medida, en las que presentan mayores retribuciones tal y como ya
avanzamos en la sección anterior. Tan sólo en el caso de empresas de capital total o
mayoritariamente público las mujeres obtienen una ventaja sobre el hombre al ganar un
16 por ciento más. Pero es necesario tener en cuenta (véase Tabla 4) que tan sólo afecta
a menos del 2 por ciento de las mujeres asalariadas y que el error muestral en este caso
puede ser muy grande. En el caso español, la mujer alcanza en este grupo un 93,5 por
ciento del salario masculino.
Sin llegar a alcanzar el salario masculino se puede observar un nivel muy
próximo a éste (superior al 95 por ciento) en el caso de dos ocupaciones bastante
diferenciadas en cuanto al nivel de cualificación: se trata de las ocupaciones (CNO-94)
de los grupos 3, Técnicos y profesionales de apoyo, y 9, Trabajadores no cualificados.
En el primero de los casos se trata de la tercera ocupación mejor retribuida mientras que
en el segundo caso es la última. Además de las ya mencionadas (que agrupan entre
ambas al 13 por ciento de las mujeres), destaca el pequeño grupo 1, Dirección de las
empresas y las administraciones públicas, y del 5, Trabajadores de servicios de
restauración, personales, protección y vendedores de los comercios (éstas con un 11
por ciento de las mujeres), con un nivel de cobertura del salario masculino que se sitúa
en torno al 85 por ciento. El nivel más bajo se produce en el grupo de ocupaciones 7,
Artesanos y trabajadores cualificados de las industrias manufactureras, la construcción
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y la minería, excepto los operadores de instalaciones y maquinarias, las mujeres de este
grupo sólo alcanzan un 66 por ciento de la ganancia masculina, y en el 4, Empleados de
tipo administrativo, con un 71 por ciento. El caso de esta última es muy relevante
porque se trata de la ocupación más importante entre las mujeres asalariadas, afectando
a un 30 por ciento de las mismas.
En general, existe una relación positiva entre brecha salarial y nivel de estudios.
Así, destacan por su menor nivel de brecha salarial las mujeres sin estudios o con
primaria elemental que representan un 35 por ciento de las mujeres y tienen un salario
del 86 por ciento del masculino. Están seguidas, ya a mucha distancia, por las que
tienen estudios secundarios de bachillerato pero no de FP, 15 por ciento de mujeres con
74 por ciento del salario. El nivel en el caso de tener EGB alcanza sólo el 70 por ciento,
pero la brecha salarial es más importante aún cuando tienen estudios de licenciatura o
superiores, tan sólo obtienen el 61 por ciento de lo que ganan los hombres con el mismo
nivel de estudios, afectando al 5 por ciento de las mujeres, y algo similar ocurre en el
caso de FP1.
Las mujeres con trabajo temporal están en mejor situación relativa respecto de
los hombres (30 por ciento de mujeres, 85 por ciento de la ganancia masculina), así
como las que están bajo un convenio de ámbito intermedio entre la empresa y el
nacional (que afecta al 35 por ciento de mujeres), siendo las que están en peor situación
las que disponen de un convenio nacional (45 por ciento de mujeres). Por número de
trabajadores la brecha es menor en el caso de empresas pequeñas, sobre todo si son de
menos de 50 trabajadores (42 por ciento de mujeres), así como cuando el destino de la
producción es mayoritariamente el mercado local o gallego (43 por ciento). Las mujeres
tienden a estar peor en relación a los hombres cuanta mayor es la experiencia potencial,
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mientras que la brecha salarial no parece guardar mucha relación con la antigüedad en la
empresa donde se trabaja.
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3. Discriminación salarial
Como ya hemos señalado, la existencia de una brecha salarial entre hombres y
mujeres es posible que se justifique en la diferencia de dotaciones en las características
que para el mercado de trabajo son relevantes al influir de un modo u otro en la
productividad de los diferentes trabajadores. Mediante la estimación de una ecuación -
salarial de las denominadas “mincerianas” - de forma separada para hombres y mujeres
conoceremos cómo se están retribuyendo cada una de las características cuando
controlamos por el resto. Estimamos el modelo de ecuaciones mincerianas tanto de
forma conjunta, modelo (1), como separada para hombres y mujeres, modelo (2):
i*'ii uZ)ln(w += β (1)
y
mim'mimi
hih'hihi
uZ)ln(w
uZ)ln(w
+=
+=
β
β (2),
donde el subíndice h hace referencia al hombre y el m a la mujer, y si omitimos el sub-
índice de sexo wi representa el salario por hora del i-ésimo trabajador, Z’i es un vector
de características individuales que consideramos relevantes para explicar las diferencias
salariales, Z*’i es el mismo vector al que añadimos una variable ficticia de sexo
(femenino) y ui es el correspondiente término de error.
Entre las características explicativas incluiremos la mayoría de las que se han
venido mencionando en la literatura12 y que están disponibles en nuestra base de datos.
La variable dependiente será el logaritmo del salario por hora. Como características
explicativas del mismo contemplaremos los años de antigüedad en la misma empresa, la
experiencia potencial13 - para tener en cuenta posibles no-linealidades en sus efectos
12 Para una revisión de la literatura sobre los determinantes de los salarios véase Willis (1986). 13 La experiencia potencial supone asumir que el trabajador estuvo empleado desde que abandonó los estudios. Se define como “edad – años potenciales de educación – 6”. Se toma la experiencia potencial porque, como es habitual, no disponemos de la experiencia real. Esto puede, sin duda, estar
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introducimos también ambas variables al cuadrado -, el nivel educativo, el tipo de
duración del contrato (indefinido o temporal), la ocupación según la CNO-94 a un
dígito14, el tamaño de la empresa, el tipo de convenio, la forma de propiedad de la
empresa y el mercado al que ésta se dirige de forma principal.
No podemos controlar, sin embargo, por posibles diferencias geográficas, ya que
aunque es habitual hacerlo el nivel de desagregación de la muestra no lo permite. De
todos modos el trabajar con una muestra de una comunidad autónoma hace que ello no
sea tan importante. Tampoco es posible tener en cuenta algunas características
personales de los individuos que en ciertos trabajos aparecen como variables de control,
como por ejemplo el estado civil, la presencia de hijos, etc. La base de datos utilizada
no nos permite controlar tampoco por el conocido sesgo de selección. Este sesgo surge
del hecho de que sólo observamos el salario de las personas que efectivamente trabajan,
y éstas podrían no ser una muestra representativa del conjunto de la población. De
hecho hay características como el nivel educativo que influyen en el salario y en la
decisión de participar en el mercado de trabajo y, por lo tanto, en el hecho de que ese
individuo sea observado o no.15 La importancia del sesgo es mayor cuando las tasas de
participación de los distintos grupos son muy distintas. Econométricamente esto supone
que los errores de las ecuaciones de participación y determinación del salario están
correlacionados. Existe la posibilidad de corregir este sesgo mediante el método de
estimación de Heckman en dos etapas, pero al precisar de la estimación previa de una
sobrevalorando la experiencia cuando hay episodios de desempleo o inactividad, especialmente entre las mujeres por tener tasas más elevadas. Por contra, también cabe la consideración de que el hecho de que las mujeres no aprovechen toda su experiencia potencial, cuando no lo hacen de forma voluntaria, constituye en sí mismo una forma de discriminación laboral que redunda en una menor retribución. 14 El considerar la ocupación permite afinar mejor el nivel de cualificación o habilidad de un trabajador para, de acuerdo con Oaxaca (1973), buscar diferencias salariales entre trabajadores de similares características aunque no desempeñen exactamente el mismo trabajo. El problema de incluir esta variable es que eliminamos parcialmente una de las fuentes de discriminación: la existencia de segregación ocupacional, motivo por el cual analizaremos la discriminación también en el caso de que no se incluya o de que se haga a dos dígitos.
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ecuación de participación esto sólo es posible cuando en la base de datos están las
personas que trabajan y las que no, cosa que no ocurre en una base de datos salarial.16
Una vez que conocemos cómo se retribuyen las características podremos
contrastar en qué medida las diferencias salariales tan sólo reflejan dotaciones diferentes
en las características relevantes o, por el contrario, existe una diferencia que éstas no
son capaces de explicar. Esta diferencia constituye lo que habitualmente en la literatura
se conoce como discriminación salarial por sexo.
3.1 Regresión de discriminación
3.1.1 Los determinantes de los salarios
La Tabla 6 presenta los resultados de la estimación de la ecuación salarial tanto
cuando la obtenemos de forma conjunta para ambos sexos (primer modelo),
permitiendo sólo una diferencia sistemática entre ellos, como cuando la regresión se
realiza de forma separada para cada uno (segundo modelo), de modo que admitimos que
las retribuciones de todas las características puedan ser distintas. Esto último se justifica
en todo lo expuesto en el presente Capítulo así como en el elevado efecto que el género
manifiesta tener sobre el salario, algo habitual en toda la evidencia internacional. A
igualdad en el resto de las características contempladas, un hombre obtiene en Galicia
en media un 25 por ciento más de salario que una mujer. La Tabla 7 presenta, a título
comparativo, las mismas regresiones realizadas con el conjunto de la muestra española
empleando exactamente el mismo conjunto de variables, encontrándose un efecto de
género muy similar.
15 Así, no observaremos a los individuos que dado su nivel educativo tienen una peor expectativa de ingreso y por ello deciden no trabajar. 16 Esto no ocurre en encuestas sobre condiciones de vida de los hogares o de presupuestos familiares, pero éstas en el caso de Galicia tienen como desventaja la inexistencia de información sobre el salario, bien porque no se desagrega por fuentes de renta mensuales (ECVF) o bien porque se dispone de ingresos anuales pero se desconoce el número de horas o meses trabajados (EPF), además de que en este último caso la información es más antigua al referirse a 1990-91.
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Las regresiones salariales muestran en general unos resultados consistentes con
la evidencia empírica existente, poniendo de manifiesto en qué medida el mercado
retribuye las características de los asalariados de forma diferenciada según cuál sea su
sexo.
En Galicia observamos como el salario es creciente tanto con la antigüedad en la
misma empresa como con la experiencia potencial, aunque en ambos casos se observa, a
través del efecto de la variable al cuadrado, que el aumento es cada vez menor y se
convierte en una pérdida de salario en valores altos. Es interesante el hecho de que las
empresas tienden a premiar la antigüedad en la misma en mayor medida a las mujeres
que a los hombres, mientras que lo contrario ocurre con la experiencia. Controlando por
el resto de las características, el primer año trabajando en la misma empresa eleva el
salario medio esperado de un hombre un 3,5 por ciento, mientras que lo hace en un 4,2
por ciento en el caso de las mujeres. A partir de los 25 años de antigüedad un año
adicional merma el salario de los hombres, y lo mismo ocurre con las mujeres a partir
de los 26. Por contra, el primer año de experiencia de un hombre en el mercado laboral
se retribuye con un incremento de su salario en un 2,6 por ciento mientras que el de la
mujer en un 1,3 por ciento, es decir con una relación de dos a uno que se mantiene
constante aunque el premio para ambos sea cada vez menor. A partir de los 33 años de
experiencia un año adicional reduce la remuneración tanto de hombres como de
mujeres.
Por otro lado, existe un notable premio a la educación que tiende a ser algo
mayor en el caso de las mujeres con excepción de las diplomadas universitarias. El
pasar de no tener estudios o sólo primaria a tener estudios de EGB completos
incrementa el salario en media casi un 5,4 por ciento en el caso de los hombres y casi el
8 por ciento en el caso de las mujeres. En el extremo, una mujer que es licenciada
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elevará su salario un 52 por ciento sobre otra que no tenga estudios y comparta el resto
de características, esta cifra es menor en el caso de los hombres, un 47 por ciento.
El mercado tiende a retribuir en mayor medida a los asalariados con contrato
indefinido, sobre un 16 por ciento de media entre los hombres y casi un 21 por ciento
entre las mujeres. Lo mismo que la retribución también es mayor en el caso de trabajar
en empresas con más de 100 trabajadores y sobre todo con más de 200. En este caso, el
hombre es quien saca mayor partido del tamaño de la empresa, y además la relación
creciente es más pronunciada ya que para las mujeres no hay diferencias significativas
al 95 por ciento entre las empresas de menos de 100 trabajadores, diferencia que sí se da
entre los hombres. La ventaja de los hombres en empresas con más de 200 empleados
frente al grupo de referencia (entre 10 y 20) es de casi el 39 por ciento, mayor que la de
las mujeres, 26 por ciento.
El tipo de convenio colectivo que protege al trabajador también es importante, la
desventaja de un 10 por ciento del salario tanto para hombres como para mujeres se da
cuando el convenio tiene un nivel de ámbito de sector o provincia. Mientras que entre
las mujeres existe una ventaja del 33 por ciento cuando el capital de la empresa es
mayoritariamente público, en los hombres esto supone una desventaja de un 7 por
ciento. Para las mujeres es mejor que la empresa tenga como mercado principal el
nacional o la exportación, mientras que entre los hombres es claramente preferible el
mercado nacional, siendo indiferente entre que sea local o regional que el extranjero.
Por ocupación de la mujer, tomamos como referencia el grupo de ocupaciones
de los no cualificados (grupo 9). Las ocupaciones de los grupos 7 y 8, donde se
concentra casi el 41 por ciento de las asalariadas de la muestra, no se distinguen de las
no cualificadas. El resto de las ocupaciones están significativamente mejor retribuidas,
siendo la ventaja mayor en los tres primeros grupos (con menos del 9 por ciento de las
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mujeres), nada menos que un 80 por ciento en el caso de mujeres directivos y más de un
50 por ciento en el de las técnicas. La ventaja de las administrativas y trabajadoras de
los servicios (entre ambas un 40 por ciento de las mujeres) se reduce al 23 por ciento y
32 por ciento, respectivamente. En el caso de los hombres todas las ocupaciones están
significativamente mejor retribuidas que los no cualificados, y también son los tres
primeros grupos los que destacan con un 71 por ciento, 47 por ciento y 39 por ciento,
respectivamente. Comparando ambos sexos vemos que casi todos los grupos (1-5)
presentan una ventaja de retribución mayor en el caso de las mujeres que en el de los
hombres, sin embargo esta diferencia es mayor cuando las mujeres trabajan en los
servicios (grupo 5), 32 por ciento frente a 10,6 por ciento y en el grupo 3, 53 por ciento
frente a 40 por ciento. Los hombres disfrutan de una ventaja que las mujeres no tienen
en los grupos 7 y 8.
El signo de los coeficientes significativos es siempre el mismo en Galicia y en
España, y sólo destaca el hecho de que en el caso de los hombres el coeficiente referido
a la propiedad mayoritariamente pública de la empresa no es significativo en España y
sí lo es el de la orientación al mercado local-regional y el convenio de ámbito nacional
que en Galicia no lo son. Entre las mujeres en España son significativos y en Galicia no,
los coeficientes de la pertenencia al grupo 7 y el tamaño de la empresa entre 59 y 99
trabajadoras.
Elementos explicativos de la desigualdad en Galicia: Género, Mercado de Trabajo y Vivienda. C. Gradín, R. Arévalo y M. Otero. Monografía 18, IEEG - PBM. 2003
30
Tabla 6. Regresión salarial (Galicia) Variable Dependiente: Logaritmo del Salario por hora Ambos sexos Mujeres Hombres Coeficiente t Coeficiente t Coeficiente t Antigüedad 0,036 14,65 0,042 7,69 0,035 12,78 Antigüedad2 -0,0007 -10,16 -0,0008 -4,99 -0,0007 -8,97 Experiencia 0,023 8,39 0,013 2,31 0,026 8,27 Experiencia2 -0,0003 -7,13 -0,0002 -1,81 * -0,0004 -7,33 Educación [referencia: Primaria / Sin Estudios]
EGB 0,064 4,25 0,077 2,77 0,054 3,08 BUP / COU 0,264 10,63 0,268 5,54 0,238 8,11
FP1 0,112 4,03 0,109 1,83 * 0,104 3,35 FP2 0,255 9,15 0,270 3,9 0,214 6,96
Diplomado 0,347 10,53 0,212 2,98 0,352 9,36 Superior 0,506 11,17 0,518 6,45 0,469 8,72
Tipo de contrato [referencia: Temporal] Indefinido 0,173 9,15 0,206 5,4 0,163 7,7
Ocupación [referencia: Grupo 9] Grupo 1 0,717 14,74 0,800 7,93 0,712 13,51 Grupo 2 0,482 11,47 0,522 4,57 0,474 10,25 Grupo 3 0,403 12,37 0,530 7,55 0,392 11,12 Grupo 4 0,206 8,21 0,228 4,19 0,179 6,14 Grupo 5 0,183 6,54 0,320 6 0,106 3,29 Grupo 7 0,093 4,25 -0,025 -0,55 ** 0,124 4,93 Grupo 8 0,071 3,31 0,014 0,3 ** 0,089 3,6
Tamaño empresa [referencia: 10-19] 20-49 0,043 2,48 0,052 1,54 ** 0,038 1,92 * 50-99 0,072 3,91 0,023 0,57 ** 0,086 4,22
100-199 0,123 6,65 0,081 2,41 0,160 7,2 > 200 0,343 16,9 0,260 6,86 0,386 16,32
Convenio [referencia: Empresa] Nacional -0,067 -3,56 -0,062 -1,85 * -0,033 -1,38 **
Sector o provincial -0,109 -5,83 -0,101 -3,15 -0,099 -4,21 Propiedad [referencia: Privado]
Público 0,007 0,29 ** 0,326 2,95 -0,069 -2,71 Mercado [referencia: Extranjero]
Local-regional 0,037 1,98 -0,050 -1,64 * 0,054 2,43 ** Nacional 0,102 5,73 0,014 0,51 ** 0,146 7,03
Sexo [referencia: Hombre] Mujer -0,248 -18,49
Constante 5,936 124,12 5,871 72,45 5,867 105,01 Datos regresión Nº de observaciones 8.150 1.869 6.281 R2 0,646 0,608 0,656 Significatividad: * Significativos al 10 por ciento pero no al 5 por ciento; ** No significativos al 10 por ciento; todos los demás coeficientes son significativos al 5 por ciento. Las varianzas fueron calculadas utilizando el estimador de White. Fuente: Elaboración propia en base a la EES- 1995 (INE)
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Tabla 7. Regresión salarial (España) Variable Dependiente: Logaritmo del Salario por hora Ambos sexos Mujeres Hombres Coeficiente t Coeficiente t Coeficiente t Antigüedad 0,030 38,66 0,040 22,54 0,027 31,62 Antigüedad2 -0,0006 -28,49 -0,0008 -15,21 -0,0005 -23,34 Experiencia 0,029 37,91 0,024 14,33 0,031 35,44 Experiencia2 -0,0004 -30,95 -0,0003 -11,05 -0,0004 -29,61 Educación [referencia: Primaria / Sin Estudios]
EGB 0,042 8,75 0,060 5,67 0,039 7,24 BUP / COU 0,253 32,64 0,279 18,68 0,238 25,77
FP1 0,147 15,51 0,144 7,04 0,142 13,33 FP2 0,256 33,82 0,243 12,75 0,251 30,59
Diplomado 0,383 34,94 0,375 16,7 0,382 30,21 Superior 0,594 48,44 0,578 24,62 0,591 41,11
Tipo de contrato [referencia: Temporal] Indefinido 0,292 46,94 0,263 21,98 0,301 41,46
Ocupación [referencia: Grupo 9] Grupo 1 0,755 54,37 0,695 16,85 0,756 49,7 Grupo 2 0,526 41,24 0,577 22,5 0,511 34,77 Grupo 3 0,399 42,84 0,466 26,34 0,380 35,07 Grupo 4 0,220 28,76 0,242 17,55 0,191 20,32 Grupo 5 0,104 11,24 0,168 9,68 0,069 6,27 Grupo 7 0,140 20,58 0,048 3,13 0,144 18,66 Grupo 8 0,119 19 0,020 1,47 ** 0,132 18,36
Tamaño empresa [referencia: 10-19] 20-49 0,054 9,34 0,015 1,32 ** 0,063 9,56 50-99 0,115 18,72 0,046 3,76 0,136 19,21
100-199 0,166 27,35 0,117 9,75 0,181 26,03 > 200 0,256 38,7 0,175 13,02 0,283 37,52
Convenio [referencia: Empresa] Nacional -0,076 -15,08 -0,076 -6,83 -0,065 -11,5
Sector o provincial -0,083 -16,12 -0,103 -8,63 -0,073 -12,93 Propiedad [referencia: Privado]
Público 0,032 3,23 0,134 4,74 0,009 0,9 ** Mercado [referencia: Extranjero]
Local-regional -0,032 -5,76 -0,062 -5,2 -0,032 -5,13 Nacional 0,019 4,06 -0,001 -0,06 ** 0,024 4,49
Sexo [referencia: Hombre] Mujer -0,244 -52,07
Constante 5,991 420,83 5,852 196,69 5,955 374,65 Datos regresión Nº de observaciones 127.293 27.085 100.208 R2 0,615 0,584 0,608 Significatividad: ** No significativos al 10 por ciento; todos los demás coeficientes son significativos al 5 por ciento. Las varianzas fueron calculadas utilizando el estimador de White. Fuente: Elaboración propia en base a la EES- 1995 (INE)
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32
3.1.2 La discriminación salarial
La descomposición de la brecha salarial: el modelo
Una vez que conocemos en qué medida el mercado retribuye las diferentes
características según el sexo del trabajador, estamos en posición de poder contrastar si la
brecha salarial que observamos entre hombres y mujeres se puede explicar a partir de
las diferentes dotaciones de las mismas o, por el contrario, se debe a otros factores, entre
los que el primer candidato será la discriminación.
Para descomponer la brecha salarial atribuyendo una parte a la dotación en
características de los individuos y otra a la discriminación, es necesario comparar la
estructura de retribuciones que observamos con aquélla que consideramos como no
discriminatoria17. El problema surge de que no existe una única estructura salarial que
podamos considerar como la no-discriminatoria. Así, por ejemplo, es posible considerar
que en ausencia de discriminación la estructura que observaríamos sería la de los
hombres, asumiendo que existe una desventaja discriminatoria por parte de la mujer,
pero también es posible considerar como referencia la que perciben las mujeres, dando
como resultado una ventaja discriminatoria por parte del hombre. En ambos casos se
trata de la tradicional descomposición de Oaxaca – Blinder,18 ampliamente utilizada en
los estudios empíricos.
A partir de las ecuaciones salariales para hombres y mujeres dadas en (2), la
descomposición de Oaxaca - Blinder cuando asumimos que la estructura salarial
masculina es la que no genera discriminación, y son las mujeres las que padecen una
desventaja en el mercado, puede representarse del siguiente modo:
)-(Z)Z-Z( )ln(w-)ln(w mh'mh
'm
'hmh βββ += .
17 Para una revisión de la literatura sobre discriminación en sus inicios véase Cain (1986). 18 Propuesta en Oaxaca (1973) y Blinder (1973).
Elementos explicativos de la desigualdad en Galicia: Género, Mercado de Trabajo y Vivienda. C. Gradín, R. Arévalo y M. Otero. Monografía 18, IEEG - PBM. 2003
33
A la izquierda de la igualdad encontramos la diferencia entre la media de los
logaritmos de los salarios de hombres y mujeres (o en otras palabras el logaritmo del
ratio entre las respectivas medias geométricas). Esta brecha salarial, que es la que
observamos, podemos descomponerla en dos elementos de acuerdo con la expresión
anterior. El primero de ellos nos indica cuál sería la diferencia salarial que
observaríamos en ausencia de discriminación, esto es, si las características de hombres y
mujeres se remuneraran según los coeficientes estimados para los hombres (que
asumimos como la retribución no discriminatoria). Esta diferencia sería debida
exclusivamente a las distintas dotaciones de las características entre hombres y mujeres
(efecto dotación o características).19 El segundo término nos indica la pérdida de salario
que enfrentan las mujeres en relación con las hombres por tener un esquema retributivo
diferente (efecto discriminación o precio).
Como se ha indicado, tenemos el clásico problema de los números índice, ya que
no existe ningún motivo por el cual debamos considerar como no discriminatoria la
retribución de las características del hombre, y si tomamos como referente la estructura
femenina entonces obtenemos una descomposición diferente:
)-(Z)Z-Z( )ln(w-)ln(w mh'hm
'm
'hmh βββ += ,
aunque la interpretación sea muy similar: el primer término indica el efecto dotación,
retribuyendo las características según los coeficientes estimados para las mujeres, y el
segundo el efecto discriminación, la ventaja de la que se benefician los hombres por la
diferente retribución estimada para ambos sexos.
Tal y como señala Oaxaca, la utilización de la estructura salarial de cada uno de
los sexos representa un caso extremo y ambos determinan un posible rango en el que se
podría mover la discriminación. En esa línea, algunos autores propusieron el empleo de
19 En este punto es necesario recordar que se está asumiendo que las dotaciones son exógenas y por tanto
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34
una estructura intermedia entre la del hombre y la de la mujer como aquélla que
prevalecería en caso de ausencia de discriminación. De acuerdo con Oaxaca y Ransom
(1994) una representación general de esa estructura no-discriminatoria sería:
mh I βββ )(* Ω−+Ω= ,
donde Ω es una matriz de pesos. Dados βh y βm, cualquier supuesto sobre cuál es β* se
reduce a un supuesto sobre Ω. En el caso de que se trate de la matriz identidad I estamos
tomando como referencia la estructura retributiva masculina, en el caso de que se trate
de una matriz de ceros, estamos ante la estructura retributiva de la mujer. Reimers
(1983) emplea una media aritmética de ambas, que se corresponde con Ω=0,5I, y
Cottom (1988) propone una media ponderada donde el peso de cada estructura sería su
respectivo peso muestral (o poblacional). En ambos casos estamos ante combinaciones
convexas de las estructuras masculina y femenina, de modo que los coeficientes
resultantes, y por tanto el componente discriminatorio, estarían dentro del rango que
conforman los dos casos extremos, el masculino y el femenino.
La descomposición sería entonces:
*** )''()(')(')ln()ln( βββββ mhmmhhmh ZZZZww −+−+−=−
De forma que el primer término de la descomposición nos indica la ventaja
masculina, el segundo la desventaja femenina, y el tercero el efecto dotación. Bajo el
supuesto de β*=βh o β*=βm tenemos los casos particulares de Oaxaca - Blinder.
Oaxaca y Ransom proponen el empleo de una matriz que no necesariamente sea
una combinación convexa de la de ambos sexos, sino que se justifique en la propia
teoría sobre la discriminación. Siguiendo a Neumark (1988) estos autores proponen que
β*=β, donde β es el resultante de la estimación conjunta con toda la muestra (hombres y
mujeres). De este modo muestran que Ω= (Z’Z)-1(Z’hZh). En este caso, al no ser una
no cambiarían en ausencia de discriminación.
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35
combinación convexa de las estructuras masculina y femenina, el componente
discriminatorio no tiene por qué estar en el rango de ambos. De acuerdo con este
enfoque la existencia de discriminación se traduce tanto en una ventaja masculina como
en una desventaja femenina respecto de la estructura retributiva que se daría si se
suprimiese de repente la discriminación.20
En aras de ser capaces de cuantificar el nivel de discriminación emplearemos el
conocido Índice de Discriminación entre hombres y mujeres (Dhm), obtenido a partir de
la desviación entre del ratio salarial observado entre hombres y mujeres (Ghm) respecto
del ratio salarial en ausencia de discriminación (Qhm). Dicho índice, cuya construcción
se detalla en el apéndice, viene dado por la siguiente expresión:
[ ] 1)1ln()1ln(exp −+−+= hmhmhm QGD .
Un problema importante a la hora de estimar el componente discriminatorio fue
puesto de manifiesto por Oaxaca (1973): “Es evidente que la magnitud de los efectos
estimados de discriminación depende crucialmente de la elección de las variables de
control de las regresiones salariales. La elección que el investigador hace de las
variables de control revela implícitamente su actitud hacia lo que constituye
discriminación en el mercado de trabajo. Si fuera posible controlar prácticamente por
todas las fuentes de variación en los salarios, uno podría perfectamente eliminar la
discriminación del mercado de trabajo como factor significativo en la determinación de
los diferenciales salariales por sexo (raza). [...] El otro extremo es no controlar
prácticamente por nada y minimizar el papel de las diferencias en productividad.”.
En nuestro caso, las limitaciones de la base de datos dejan escaso margen de
maniobra, por lo que es posible que algunas de las variables omitidas pudieran
modificar el nivel estimado de discriminación que por lo demás es considerable en
20 Como los propios autores señalan esta estructura puede diferir de la estructura salarial competitiva que
Elementos explicativos de la desigualdad en Galicia: Género, Mercado de Trabajo y Vivienda. C. Gradín, R. Arévalo y M. Otero. Monografía 18, IEEG - PBM. 2003
36
magnitud. Es el caso de la discutible inclusión de variables de ocupación (o de sector)
en las regresiones salariales, y en qué nivel de desagregación deben ser introducidas. La
inclusión de estas variables implica excluir una fuente posible de discriminación, la
originada por la segregación ocupacional no deseada, esto es que no sea fruto de una
elección maximizadora de la utilidad de hombres y mujeres. No incluirla puede
llevarnos a ignorar diferencias importantes en la cualificación no captadas por el nivel
educativo o la experiencia potencial así como el hecho de que para una cualificación
dada el mercado está remunerándola de forma diferente según el perfil de la misma y el
puesto de trabajo desempeñado.
En este trabajo, siguiendo buena parte de la evidencia empírica, optamos por
incluir en las regresiones presentadas previamente la ocupación siguiendo la
clasificación de un dígito debido a que podría contribuir a mejorar la calidad de la
regresión salarial. Sin embargo, para poder valorar el efecto de la inclusión de la
ocupación a diferente nivel de desagregación, así como su exclusión, presentaremos los
resultados de discriminación para tres casos distintos: sin incluir la ocupación,
incluyéndola a uno y a dos dígitos.
La descomposición de la brecha salarial: los resultados
En España la discriminación laboral ha sido objeto de diferentes estudios con
distintas metodologías y bases de datos: Gardeazabal y Ugidos (2001), García et al.
(2001), Hernández (1995), De la Rica y Ugidos (1995), Ugidos (1997), Hernández
(1996), Aláez y Ullibarri (2000) entre otros. De los que conocemos, tan sólo el último
de los mencionados realiza el análisis al nivel de comunidad autónoma y por lo tanto
incluye resultados para Galicia.
se habría dado en caso de no haber existido nunca la discriminación.
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37
En la Tabla 8 se muestran los resultados de medir tres posibles
descomposiciones de la brecha salarial: los dos casos extremos de Oaxaca - Blinder
cuando asumimos respectivamente como estructura salarial no-discriminatoria la del
hombre y la de la mujer, y que conjuntamente definen un intervalo que abarca todas las
posibles combinaciones convexas de ambas, así como la propuesta por Oaxaca y
Ransom que consideramos de más interés por su vínculo con la teoría de la
discriminación.
En primer lugar tomaremos como referencia el caso intermedio en que incluimos
la ocupación a un dígito. En el caso gallego observamos que cuando consideramos
como no-discriminatoria la estructura salarial de uno de los sexos (o cualquier
combinación convexa de ambas), las mejores dotaciones en características de las
mujeres de la muestra contemplada indican que éstas deberían obtener un salario por
hora mayor que el del hombre en ausencia de discriminación y que su ventaja debería
situarse entre el 0,5 por ciento y el 7,2 por ciento mayor de las que actualmente goza el
hombre.
Por el contrario, en el caso de que contemplemos como estructura salarial no
discriminatoria la mixta propuesta por Oaxaca y Ransom (1994) a partir de la teoría de
la discriminación de Neumark, entonces tenemos que las diferencias en dotaciones de
las características contempladas contribuyen a explicar un 16,3 por ciento de la brecha
salarial observada en la realidad. El restante 83,7 por ciento debe ser atribuido a la
discriminación, de forma que se reparte de la siguiente forma: un 18 por ciento es la
ventaja de la que goza el hombre por la existencia de dicha discriminación, mientras que
el otro 65,7 por ciento es la desventaja que padece la mujer por el mismo motivo.
La desventaja de las mujeres en Galicia, así como la ventaja de los hombres, es
sensiblemente mayor que en el conjunto de España, donde las características llegan a
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explicar entre un 9 por ciento y un 26 por ciento según la referencia sea la mujer o el
hombre. En el caso mixto alcanzan a explicar un 34 por ciento, el restante 66 por ciento
es atribuible al efecto discriminación, teniendo el hombre una ventaja del 13,8 por
ciento y las mujeres una desventaja del 52,2 por ciento.
La comparación de los resultados anteriores con los otros dos casos (sin
ocupación y ocupación a dos dígitos) muestran los efectos que sobre la brecha salarial
tiene el hecho de que las mujeres se concentren en determinadas ocupaciones. En
conclusión podemos decir que en Galicia la segregación ocupacional tiene un fuerte
impacto sobre la diferenciación salarial entre hombres y mujeres. En el caso de la
descomposición de Oaxaca-Ramson, podemos comprobar que cuando pasamos de no
tener en cuenta la ocupación a tenerla muy en cuenta, la proporción de la brecha salarial
que consideramos como discriminación pasa del 94,7 por ciento al 83,7 por ciento y
finalmente al 50 por ciento. Esto significa que una parte muy importante de las
diferencias salariales entre hombres y mujeres se explican por el hecho de que a
características similares los hombres y las mujeres desempeñan trabajos diferentes. A
pesar de no disponer de la información, es fácil imaginar que un mayor grado de detalle
respecto del puesto de trabajo desempeñado reduciría aún más el componente
discriminatorio de los salarios. Dentro del término discriminatorio es la desventaja de la
mujer, más que la ventaja del hombre, el que mayormente explica este cambio.
En un estudio para España desagrado por CCAA. Aláez y Ullibarri (2000)
obtienen resultados algo distintos utilizando la descomposición de Oaxaca - Blinder que
toma la estructura salarial masculina como la no-discriminatoria, diferencias
probablemente explicables por la utilización de observaciones y variables explicativas
diferentes. Según estos autores, en Galicia el salario por hora de la mujer era del 73 por
ciento del masculino (68 por ciento en España), las diferencias en características
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explicaban el 36,3 por ciento de la diferencia y el resto se debía a la discriminación
(frente al 40,7 por ciento y 59,3 por ciento en España). El nivel de discriminación en
Galicia era de los más elevados, sólo por debajo de Murcia (67,3 por ciento) y Canarias
(65,4 por ciento) y muy similar al de Extremadura.
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Tabla 8. Descomposición de la brecha salarial con diferentes estructuras no-discriminatorias y según cómo se incluya la ocupación
Galicia Diferencia salarial
)ln()ln( mh ww − =0,243 (1) Sin
ocupación Ocupación (1 dígito)
Ocupación (2 dígitos)
Estructura salarial no- discriminatoria
Descomposición Efecto % (1) Efecto % (1) Efecto % (1)
- Dotación -0,027 -11,1 -0,001 -0,5 0,032 13,2 - Discriminación 0,270 111,1 0,244 100,5 0,211 86,8
Hombre [Oaxaca – Blinder]
índice D 0,310 0,282 0,241 - Dotación 0,018 7,5 -0,017 -7,2 0,119 49,1 - Discriminación 0,225 92,5 0,260 107,2 0,124 50,9
Mujer [Oaxaca – Blinder]
índice D 0,252 0,299 0,131 - Dotación 0,013 5,3 0,040 16,3 0,121 50,0 - Discriminación: 0,230 94,7 0,203 83,7 0,121 50,0 -Ventaja hombre 0,049 20,4 0,044 18 0,026 10,8 -Desventaja mujer 0,181 74,4 0,160 65,7 0,095 39,3
Mixta [Oaxaca – Ransom]
índice D 0,259 0,230 0,132 España Diferencia salarial
)ln()ln( mh ww − =0,311 (2) Sin
ocupación Ocupación (1 dígito)
Ocupación (2 dígitos)
Estructura salarial no- discriminatoria
Descomposición Efecto % (2) Efecto % (2) Efecto % (2)
- Dotación 0,057 18,4 0,082 26,3 0,099 31,7 - Discriminación 0,254 81,6 0,229 73,7 0,212 68,3
Hombre [Oaxaca – Blinder]
índice D 0,289 0,261 0,239 - Dotación 0,039 12,4 0,028 9,0 0,091 29,3 - Discriminación 0,272 87,6 0,283 91,0 0,220 70,7
Mujer [Oaxaca – Blinder]
índice D 0,313 0,333 0,249 - Dotación 0,070 22,4 0,106 34,0 0,146 46,9 - Discriminación: 0,241 77,6 0,205 66,0 0,165 53,1 -Ventaja hombre 0,051 16,4 0,043 13,8 0,035 11,1 -Desventaja mujer 0,190 61,2 0,162 52,2 0,131 42,0
Mixta
[Oaxaca – Ransom]
índice D 0,273 0,231 0,182 Fuente: Construcción propia a partir de la EES-1995 (INE)
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41
Cómo explican las diferentes características la brecha salarial
Una vez identificados los efectos dotación y discriminación, procedemos a
detallar cuál es la responsabilidad individual de cada característica en los mismos21.
Entendemos, tal y como es habitual, que la responsabilidad de una característica j sobre
el efecto dotación se corresponde con:
*'' )( jm
jh
j ZZ β− ,
es decir, es fruto de agregar las diferencias en dotaciones de cada una de las
características valoradas de acuerdo con la retribución no-discriminatoria. La
responsabilidad correspondiente al efecto discriminación será:
)()( *'*'m
jjm
jh
jh
j ZZ ββββ −+− ,
originada de agregar las dotaciones de hombres y mujeres valoradas por las respectivas
ventaja y desventaja salarial discriminatoria.
Para ello, la Tabla 9 presenta información previa sobre las diferencias en la
dotación de características entre hombres y mujeres, así como las diferencias entre la
estructura salarial de cada sexo y el esquema que consideramos no-discriminatorio. El
efecto individual de cada característica sobre las respectivas diferencias salariales
explicada y no explicada se presenta en las Tablas 10 y 11, referido al caso que
tomamos como referencia, aquél en el que incluimos la ocupación a un dígito.
¿Porqué se ha llegado a la conclusión de que la mayor parte de la diferencia
salarial se explica por la discriminación? Como se puede observar en la Tabla 10, con
independencia de la estructura salarial que tomemos como referencia, el hombre obtiene
su mayor ventaja en el efecto características sobre la mujer en función de la experiencia
21 Debe tenerse en cuenta la existencia de un problema de identificación de acuerdo con el cual la responsabilidad de las diferentes características expresadas como variables ficticias difieren según cuál sea la categoría omitida, lo mismo que la responsabilidad atribuible a una variable continua es sensible ante transformaciones escalares de la misma (como en el caso de la construcción de la variable experiencia potencial). Véase Oaxaca y Ransom (1999).
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potencial. Aún así, si el efecto de la experiencia sobre el salario fuera lineal la ventaja
masculina sería muy superior, pero el efecto cuadrático negativo hace que finalmente el
salario masculino aumente en menor proporción que la experiencia, lo que anula la
mayor parte de la mencionada ventaja masculina. Esto produce que la mayor diferencia
debida a la experiencia se produzca en los primeros años. Se constata tanto una mayor
edad masculina (media de 40,5 años frente a 36,8) como menores años de estudio
potencial (7,95 frente a 8,3), lo que lleva a que los hombres tengan una mayor dotación
de experiencia.
A su vez, se produce una ventaja femenina atribuible a la educación, con
especial relevancia en BUP-COU. Es decir, la mayor juventud relativa de la mujer
asalariada y su mejor nivel educativo juegan un papel importante a la hora de explicar
por qué la brecha salarial con el hombre no tiene justificación aparente o cuando menos
es excesiva. A estos efectos hay que tener en cuenta que el nivel educativo y la edad de
la mujer son elementos sustanciales a la hora de explicar su participación laboral, por lo
cual la muestra que observamos de asalariadas es una muestra sesgada respecto del
conjunto de mujeres.
El hombre tiene una ventaja adicional en cuanto a la ocupación en la que se
inserta si tenemos en cuenta su propia estructura salarial o la mixta (donde la masculina
siempre tiene más peso), siendo la segunda mayor fuente de diferenciación salarial, pero
se convierte en desventaja si tomamos la estructura salarial femenina, en consistencia
con la explicación dada acerca del efecto de la segregación. Este curioso aspecto nos
dice que la segregación que observamos entre los grandes grupos de ocupaciones
perjudicaría a la mujer en la medida en que la estructura de pagos predominante sea la
masculina, pero la estaría beneficiando en el caso de ser la femenina. La ocupación
Elementos explicativos de la desigualdad en Galicia: Género, Mercado de Trabajo y Vivienda. C. Gradín, R. Arévalo y M. Otero. Monografía 18, IEEG - PBM. 2003
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lógicamente incrementa su importancia en la determinación del efecto dotación cuando
es incluida a dos dígitos. En ese caso por sí sola explica el 44 por ciento de la diferencia
explicada si tomamos como referencia la remuneración masculina, el 58 por ciento en el
caso mixto, en el cual sería el factor más importante por delante de la experiencia.
En lo que respecta al tamaño de la empresa las mujeres tienen ventaja sobre el
hombre en las empresas medianas, especialmente en las de entre 100 y 200 trabajadores,
así como la tienen cuando éstas se dirigen al mercado nacional (caso masculino y
mixto), y el convenio es de sector o provincial. La ventaja masculina en cuanto a la
duración del contrato no parece ser muy importante.
El efecto de las características sobre la discriminación
En la Tabla 11, por su lado, encontraremos respuesta a la pregunta sobre el
efecto de las características sobre la discriminación, y por tanto nos dará idea de qué
perfil de mujeres la padecerán en mayor medida. Tomando como referencia la
estructura salarial mixta, podemos comprobar que la mujer sufre una gran desventaja en
la remuneración de la experiencia, donde también el hombre tiene una ventaja
importante. Esta desventaja es sólo en parte compensada por el efecto cuadrático
mencionado, que tiene el mayor efecto atenuador de la discriminación. El mercado de
destino genera también una importante desventaja femenina y ventaja masculina,
seguido del tamaño de la empresa. En la ocupación, curiosamente, se produce a la vez
una ventaja masculina y femenina respecto de la estructura no discriminatoria, por lo
que su efecto conjunto es muy pequeño. En la educación se produce una importante
desventaja masculina, que supera a la femenina, mientras que hay un efecto
amortiguador de la discriminación debido a la desventaja masculina y ventaja femenina
en el tipo de contrato.
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Tabla 9. Diferencias entre sexos de dotación en características y en coeficientes estimados Diferencia de medias Diferencia entre coeficientes m
jh
j ZZ '' − mj
hj ββ − j
hj ββ − m
jj ββ − Antigüedad 0,629 -0,007 0,001 -0,007 Antigüedad2 24,864 0,00011 -0,00002 0,00013 Experiencia 4,058 0,0131 0,0005 0,0127 Experiencia2 207,586 -0,00019 -0,00003 -0,00016 Educación EGB -0,016 -0,023 -0,022 -0,001 BUP / COU -0,050 -0,031 -0,058 0,028 FP1 0,005 -0,005 -0,029 0,025 FP2 0,019 -0,056 -0,081 0,025 Diplomado -0,003 0,140 -0,034 0,174 Superior -0,009 -0,048 -0,080 0,032 Tipo de contrato Indefinido 0,003 -0,043 -0,015 -0,028 Ocupación
1 0,030 -0,088 -0,019 -0,069 2 -0,001 -0,048 0,015 -0,063 3 0,042 -0,138 -0,020 -0,118 4 -0,203 -0,049 0,044 -0,093 5 -0,058 -0,214 -0,022 -0,192 7 0,154 0,149 0,029 0,121 8 0,015 0,076 0,023 0,052
Tamaño empresa 20-49 0,089 -0,014 -0,020 0,006 50-99 -0,020 0,063 0,014 0,048 100-199 -0,100 0,079 0,066 0,012 > 200 0,005 0,125 0,043 0,083 Convenio Nacional -0,214 0,029 0,062 -0,033 > Empresa 0,153 0,002 0,008 -0,006 Propiedad Público 0,030 -0,395 -0,113 -0,282 Mercado Local-regional 0,122 0,104 0,012 0,092 Nacional -0,174 0,132 0,073 0,060 Constante -0,004 0,020 -0,024
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Tabla 10. Descomposición del efecto de las características según estructura salarial no-discriminatoria (β*)
Hombre [β*=βh]
Mujer [β*=βm]
Mixto [β*=β]
h
jm
jh
j ZZ β)( '' − mj
mj
hj ZZ β)( '' − j
mj
hj ZZ β)( '' −
Antigüedad 0,005 0,007 0,005 Antigüedad 0,022 0,026 0,022 Antigüedad2 -0,017 -0,020 -0,016
Experiencia 0,028 0,014 0,033 Experiencia 0,105 0,052 0,103 Experiencia2 -0,078 -0,038 -0,071
Educación -0,014 -0,015 -0,016 EGB -0,001 -0,001 -0,001
BUP / COU -0,012 -0,013 -0,015 FP1 0,001 0,001 0,001 FP2 0,004 0,005 0,006
Diplomado -0,001 -0,001 -0,001 Superior -0,004 -0,005 -0,005
Tipo de contrato 0,0004 0,0006 0,0005 Indefinido 0,0004 0,0006 0,0005
Ocupación 0,016 -0,023 0,020 Grupo 1 0,022 0,024 0,022 Grupo 2 -0,0003 -0,0003 -0,0003 Grupo 3 0,016 0,022 0,017 Grupo 4 -0,036 -0,046 -0,027 Grupo 5 -0,006 -0,019 -0,007 Grupo 7 0,019 -0,004 0,015 Grupo 8 0,001 0,000 0,001
Tamaño empresa -0,013 -0,003 -0,004 20-49 0,003 0,005 0,005 50-99 -0,002 0,000 -0,001
100-199 -0,016 -0,008 -0,009 > 200 0,002 0,001 0,002
Convenio -0,008 -0,002 0,004 Nacional 0,007 0,013 0,020
Sector o provincial -0,015 -0,015 -0,016 Propiedad -0,002 0,010 0,001
Público -0,002 0,010 0,001 Mercado -0,019 -0,008 -0,008
Local-regional 0,007 -0,006 0,005 Nacional -0,025 -0,002 -0,013
Suma características 0,011 0,000 0,052
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Tabla 11. Descomposición del efecto discriminación según estructura salarial no-discriminatoria (β*)
Mixto [β*=β]
Hombre [β*=βh]
Mujer [β*=βm]
Ventaja Hombre Desventaja Mujer Discriminación
)('m
jh
jm
jZ ββ − )('m
jh
jh
jZ ββ − )(' jh
jh
jZ ββ − (a) )('m
jjm
jZ ββ − (b) (a)+(b)
Antigüedad -0,049 -0,050 0,003 -0,052 -0,049 Antigüedad -0,071 -0,075 0,007 -0,077 -0,071 Antigüedad2 0,022 0,025 -0,004 0,026 0,022
Experiencia 0,174 0,188 -0,016 0,185 0,169 Experiencia 0,295 0,349 0,012 0,285 0,297 Experiencia2 -0,121 -0,161 -0,028 -0,100 -0,128
Educación -0,012 -0,011 -0,024 0,015 -0,009 EGB -0,007 -0,007 -0,007 0,000 -0,007
BUP / COU -0,004 -0,003 -0,006 0,004 -0,002 FP1 0,000 0,000 -0,001 0,001 0,000 FP2 -0,003 -0,004 -0,006 0,001 -0,005
Diplomado 0,006 0,005 -0,001 0,007 0,006 Superior -0,002 -0,002 -0,003 0,002 -0,002
Tipo de contrato -0,030 -0,030 -0,010 -0,020 -0,030 Indefinido -0,030 -0,030 -0,010 -0,020 -0,030
Ocupación -0,0004 0,038 0,017 -0,021 -0,005 Grupo 1 -0,001 -0,004 -0,001 -0,001 -0,002 Grupo 2 -0,001 -0,001 0,000 -0,002 -0,001 Grupo 3 -0,006 -0,012 -0,002 -0,005 -0,007 Grupo 4 -0,015 -0,005 0,004 -0,028 -0,024 Grupo 5 -0,023 -0,010 -0,001 -0,020 -0,021 Grupo 7 0,029 0,052 0,010 0,024 0,034 Grupo 8 0,016 0,018 0,005 0,011 0,017
Tamaño empresa 0,051 0,041 0,012 0,031 0,043 20-49 -0,003 -0,004 -0,006 0,001 -0,005 50-99 0,010 0,009 0,002 0,008 0,010
100-199 0,014 0,006 0,005 0,002 0,007 > 200 0,030 0,031 0,011 0,020 0,031
Convenio 0,014 0,008 0,019 -0,017 0,002 Nacional 0,013 0,007 0,015 -0,015 0,000
Sector o provincial 0,001 0,001 0,004 -0,002 0,002 Propiedad -0,007 -0,019 -0,006 -0,005 -0,011
Público -0,007 -0,019 -0,006 -0,005 -0,011 Mercado 0,112 0,102 0,031 0,070 0,101
Local-regional 0,044 0,057 0,006 0,039 0,046 Nacional 0,068 0,044 0,024 0,030 0,055
Constante -0,004 -0,004 0,020 -0,024 -0,004 suma total características 0,227 0,237 0,048 0,137 0,185 Nota: En negrilla la suma para cada característica
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4. Conclusiones
En este capítulo hemos analizado la diferenciación salarial por género en
Galicia, tratando en especial de determinar su posible origen en la persistencia de un
elevado grado de discriminación salarial. Constatamos, en primer lugar, que en Galicia
las mujeres tienen una expectativa de ingresos salariales menor que la de los hombres,
al representar en el 2000 un 70 por ciento y un 74,4 por ciento de su salario mensual y
salario por hora, respectivamente. Este fenómeno se observa con diferente intensidad en
otras CCAA y países. También se observa que las mujeres enfrentan un menor nivel de
desigualdad salarial, que se sitúa entre el 80 y el 90 por ciento del nivel masculino,
siendo la antigüedad y la ocupación las características que generan en mayor medida esa
desigualdad. Finalmente, la conclusión más importante es que tan sólo una pequeña
parte de la diferencia salarial con los hombres se justifica en su nivel de cualificación,
antigüedad, experiencia o características del contrato o de la empresa siendo, por tanto,
el resto atribuible a la existencia de discriminación salarial de género.
Ya hemos destacado las cautelas que son necesarias en este estudio: por un lado,
están las limitaciones mencionadas de la base de datos y su falta de representatividad de
la población total, por otro está la metodología empleada que atribuye el residuo no
explicado a la discriminación y que es fuertemente sensible al vector de características
empleado (que a su vez depende de la base de datos). Pese a todo ello, consideramos
que este análisis pone de manifiesto que existe evidencia suficiente de que en Galicia las
mujeres enfrentan una situación de discriminación salarial al ser sus características peor
retribuidas que las del hombre, fenómeno originado en una parte muy importante por la
segregación de la mujer en determinado tipo de ocupaciones.
La magnitud de la discriminación salarial depende crucialmente de qué
entendemos por la misma. Cuanto más próxima esté nuestra noción de discriminación a
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la idea de igual salario a igual trabajo, la discriminación salarial será menor, y cuanto
más cerca esté nuestra noción de que trabajadores con dotaciones de capital humano
similares deberían obtener remuneraciones similares, mayor será el nivel de
discriminación. Esto nos indica que en buena medida la discriminación es resultado de
que hombres y mujeres con características similares ocupan empleos distintos.
Así, cuando consideramos que, una vez que controlamos por las características
de capital humano y de empresa o contrato, todas las diferencias atribuibles a las
ocupaciones de hombres y mujeres se deben computar como discriminación, ésta
alcanza al 95 por ciento de la diferencia salarial observada. Cuando computamos como
diferencias justificadas en características las que se dan entre los grupos de ocupaciones
(nivel de agregación a un dígito), la discriminación todavía alcanza al 84 por ciento de
la brecha salarial, y si incluimos entre las diferencias justificadas las que se dan en la
clasificación a dos dígitos, la discriminación disminuye pero sólo hasta el 50 por ciento.
Dada la clasificación de un dígito la contribución de la estructura ocupacional a la
discriminación es relativamente pequeña, porque si bien las mujeres salen fuertemente
discriminadas frente al hombre en las ocupaciones referidas a trabajadores de la
industria, construcción y similares (grupos 7 y 8), en cambio gozan de una ventaja
importante las empleadas administrativas y de servicios (grupos 4 y 5), compensando el
efecto anterior.
La discriminación contra la mujer tiene su origen fundamentalmente en el hecho
de que el mercado remunera de forma más generosa la experiencia laboral de los
hombres – especialmente en los primeros años -, factor acrecentado por la mayor
dotación que tienen ellos en esta característica, lo que sin duda puede estar vinculado
con el tipo de puestos de trabajo que desempeñan unos y otros. En la literatura sobre el
tema a veces se ha explicado este fenómeno desde el punto de vista de que la mujer,
Elementos explicativos de la desigualdad en Galicia: Género, Mercado de Trabajo y Vivienda. C. Gradín, R. Arévalo y M. Otero. Monografía 18, IEEG - PBM. 2003
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debido a su mayor intermitencia laboral derivada de la maternidad y del cuidado de los
niños, tanto por motivos de oferta como de demanda tiende a orientarse más hacia
ocupaciones que penalizan menos la falta de experiencia, precisamente porque se
remunera menos esa característica. Aún así, esto contrasta con el hecho de que la mujer
sí sale beneficiada frente al hombre por una mejor remuneración de la antigüedad en la
misma empresa, aunque ello no compense lo anterior.
El hombre disfruta de otras ventajas frente a la mujer, como es el caso de
obtener una mayor retribución en empresas no orientadas mayoritariamente a la
exportación y de beneficiarse en mayor medida del tamaño de la misma. Las mujeres
tienen ventaja sobre el hombre en las empresas de 20 a 50 trabajadores, cuando el
contrato es indefinido y la propiedad es pública.
En lo que respecta a la brecha salarial que sí es explicada por las características,
la mayor parte lo es debido a la más amplia experiencia del hombre y por las
ocupaciones en las que éste se inserta (sobre todo grupos 1, 3 y 7), así como a su peso
en los convenios de ámbito nacional. La mujer consigue recortar una parte de la brecha
por su nivel educativo (sobre todo BUP y COU), su inserción en mayor medida que el
hombre en empresas con mercado de ámbito nacional, y en ocupaciones de los grupos 4
y 5.
En definitiva, como ya se destacó en capítulos anteriores, las políticas activas de
empleo tienen aún un amplio margen de actuación también en la lucha contra la
discriminación salarial. En especial, el conseguir que el sexo no sea una variable
relevante a la hora de explicar la ocupación de una persona se revela como el principal
elemento que permitiría reducir esa brecha salarial injusta que denominamos
discriminación. Si hombres y mujeres pudiesen ocupar los mismos empleos de forma
indiferente eliminaríamos una parte nada despreciable de la misma. También el reducir
Elementos explicativos de la desigualdad en Galicia: Género, Mercado de Trabajo y Vivienda. C. Gradín, R. Arévalo y M. Otero. Monografía 18, IEEG - PBM. 2003
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la intermitencia laboral de la mujer o ajustar mejor su formación a determinados tipos
de empleos hasta hora vedados a los hombres podría contribuir en dicha tarea.
Elementos explicativos de la desigualdad en Galicia: Género, Mercado de Trabajo y Vivienda. C. Gradín, R. Arévalo y M. Otero. Monografía 18, IEEG - PBM. 2003
51
APÉNDICE: ÍNDICE DE DISCRIMINACIÓN
El ratio salarial observado entre hombres y mujeres, donde W indica la media
geométrica del salario hora y el subíndice hace referencia al sexo, viene dado por:
( ) 1)ln()ln(exp1/ −−=−= imihmhhm wwWWG ,
mientras que el ratio salarial en ausencia de discriminación sería:
( ) 1)''(exp1/ * −−=−= βmhmo
ho
hm ZZWWQ .
El coeficiente de discriminación se define como la desviación relativa del ratio
observado respecto del que se produce en ausencia de discriminación:
mo
ho
mo
ho
m
h
hm
hmhmhm
WW
WW
WW
QQG
D−
=+
+−+=
1)1()1(
.
Verificándose:
)1ln()1ln()1ln( +++=+ hmhmhm QDG ,
donde el término discriminación incluye tanto la ventaja del hombre respecto de la
situación de no-discriminación:
( ) 1)('exp1/ * −−=−= ββδ hhho
hho ZWW ,
como la desventaja de la mujer respecto de la situación de no-discriminación:
( ) 1)('exp1/ * −−=−= mmmmo
om ZWW ββδ .
Es decir:
)1ln()1ln()1ln( +++=+ omhohmD δδ ,
El índice de discriminación será, por tanto:
[ ] 1)1ln()1ln(exp −+−+= hmhmhm QGD .