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11 UN LUGAR PARA LA HISTORIA Los seres humanos son contadores de historias por naturaleza Stephen Jay Gould En el tosco y cautivante paisaje del valle del Omo, en África Oriental, se encontraron muchos de los fósiles de homínidos a partir de los cuales ha sido posible reconstruir, al menos parcialmente, parte de nuestra historia biológica reciente. Fue en ese lugar donde Jacob Bronowski, matemático y escritor de origen polaco, decidió comenzar el rodaje de El ascenso del hombre, una de las más importantes series de divulgación científica filmadas para televisión. La elección no era casual, El ascenso del hombre se proponía rescatar a la ciencia de aquella visión, aún dominante, que la consideraba un cúmulo de teorías y enunciados ciertos

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UN LUGAR PARA LA HISTORIA

Los seres humanos son contadores de historias por naturalezaStephen Jay Gould

En el tosco y cautivante paisaje del valle del Omo,en África Oriental, se encontraron muchos de los fósilesde homínidos a partir de los cuales ha sido posiblereconstruir, al menos parcialmente, parte de nuestrahistoria biológica reciente. Fue en ese lugar donde JacobBronowski, matemático y escritor de origen polaco,decidió comenzar el rodaje de El ascenso del hombre,una de las más importantes series de divulgacióncientífica filmadas para televisión. La elección no eracasual, El ascenso del hombre se proponía rescatar ala ciencia de aquella visión, aún dominante, que laconsideraba un cúmulo de teorías y enunciados ciertos

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para mostrarla en su más amplia dimensión: como partedel corazón de la cultura de nuestro mundo moderno.Para Bronowski la comprensión de la ciencia no puederesumirse en la repetición más o menos dogmática deprincipios, leyes o teorías. La ciencia debe entendersecomo una construcción histórica. ¿Cómo interpretar losdebates y las controversias de la ciencia de nuestrosdías si suponemos que, en la ciencia del pasado, talesdebates no existieron y que el conocimiento queposeemos hoy es producto de una serie sucesiva dedescubrimientos exitosos? Renunciar a comprender lasraíces de nuestras ideas, incluso de nuestras ideascientíficas, es tomar una decisión a favor de un magisteriodonde se anula la posibilidad de construir un espacioestructural de disenso y confrontación sustentado en laracionalidad crítica y donde el conocimiento científicoqueda cristalizado, de manera paradójica, como undogma. La perspectiva según la cual la propia racionalidadde la ciencia es histórica –no existiría una metodologíauniversal que como receta infalible actuara como guíadel trabajo de los científicos, al tiempo que la produccióndel conocimiento científico no podría ser entendida almargen de las condiciones socioculturales en las que se

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realiza–, ya había sido desarrollada de manera muchomás amplia y exhaustiva por Ludwick Flek, médico einvestigador polaco, quien comprendió que la cienciaes una actividad que debe ser interpretada en un ciertocontexto histórico, fuera del cual la discusión acercade la legitimación de las teorías y los modelos carecede sentido. Ludwik Fleck publicó su libro en Basileaen 1935, pero la obra no tuvo mayores repercusiones,a pesar de ser un trabajo de enorme originalidad. Comoafirman Lothar Schäfer y Thomas Schnelle:

El destino del libro estuvo indisolublemente unido al de su autor yal de su época. Fueron precisamente esos condicionantes externosde la ciencia que Fleck había examinado en su libro los que apenaspermitieron su recepción.El judío polaco Fleck no podía despertar interés alguno en laAlemania de los nazis.

Ludwik Fleck logró sobrevivir a los campos deAuschwitz y Buchenwald, afortunadamente también lohizo su obra que porta ideas de enorme valor paracomprender el desarrollo de la ciencia, la cual se haconstituido, por la fuerza de los cambios que introduceen la sociedad, en una de las principales manifestacionesculturales de nuestro mundo actual.

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Uno de los conceptos más significativos que Fleckvuelca en su libro La génesis y el desarrolllo de unhecho científico hace referencia al tema que nosconvoca. Es una idea importante porque nos permitecomprender que la historia de la ciencia no es sólo unrecurso didáctico, es mucho más que eso ya que esimposible entender la ciencia sin un ejercicio históricosobre su desarrollo. Al mismo tiempo nos recuerdaque la ciencia no es sólo una sumatoria de experienciasque luego se resumen en el enunciado de una ley o enun concepto particular. Transcribimos las palabras deLudwik Fleck porque es poco probable que laspodamos mejorar, al menos por su claridad. Hay enellas una concepción por demás interesante acerca delo que significa comprender la ciencia, en particular enesa apuesta que tiene pendiente el mundo moderno:posibilitar que la población en general pueda reflexionarsobre aspectos fundamentales del complejo mundo delconocimiento científico.

Sostiene Fleck en el comienzo del segundo capítulode su obra:

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La historia de la génesis de un concepto científico podría resultarleindiferente a aquel teórico del conocimiento que crea que los erroresde Robert Mayer, por ejemplo, no tuvieron ninguna importanciapara el valor del principio de la conservación de la energía.A éste hay que objetarle lo siguiente: en primer lugar, queprobablemente no hay ningún error absoluto, como tampoco hayverdades absolutas. Antes o después se pondrá de manifiesto lanecesidad de rehacer el principio de conservación de la energía yentonces nos veremos obligados a recurrir a algún «error»abandonado.En segundo lugar, querámoslo o no, no podemos liberarnos de unpasado que —con todos sus errores— sigue vivo en conceptosheredados, en las formas de concebir los problemas, en lo programasde la enseñanza formal, en la vida diaria, en el lenguaje y en lasinstituciones. No existe ninguna generatio spontanea de losconceptos, sino que están —valga la expresión— determinados porsus antepasados. Lo pasado es mucho más peligroso —o, mejordicho, sólo es peligroso— cuando nuestros enlaces con él semantienen inconscientes y desconocidos.(...)(...)Es una ilusión creer que la historia del conocimiento tiene tanpoco que ver con el contenido de la ciencia como, por ejemplo, lahistoria del teléfono con el contenido de las conversacionestelefónicas: al menos tres cuartas partes de los contenidos científicosincluso, quizá la totalidad, están condicionados y son explicableshistórico, psicológica y sociológicamente.

Debemos resaltar que no propone dar cursos dehistoria de la ciencia, lo que se afirma es que lacomprensión de la ciencia es tributaria de la posibilidad

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de sumergirse en determinadas historias que permitancomprender la profundidad del problema que se abordaasí como de participar en la construcción de lassoluciones que se hayan propuesto o de acordar laimposibilidad de resolverlo. Porque lejos de la imagensocialmente cristalizada de que la ciencia es un conjuntode certezas, estas historias posibilitarán construir unaimagen de la ciencia donde convivan certezas,controversias e indefiniciones como fuerzas que laconstituyen. Podrán además ser el reflejo y la manoconstructora de las pasiones y esperanzas que animanel deseo por el conocimiento.

Como posibilidad para pensar lo que aquí sepropone y como modelo acerca de cómo la historiacontada a través de historias particulares posibilitapensar cuestiones relevantes de la ciencia, ofrecemoslos siguientes relatos: El legado árabe y El proyectoManhattan.

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El legado árabe*, publicado originalmente en laRevista Nautilus, es un relato escrito para chicos enedad escolar y se propone mostrar que el conocimientoracional del mundo natural no es, a priori, patrimonio deuna cultura particular, que el desarrollo moderno de laciencia en Europa se entrelaza con los trabajos previosrealizados en el mundo medieval por los filósofosnaturales, matemáticos y médicos del mundo árabe.

*Wolovelsky, Eduardo. “El legado árabe”, Nautilus nº 2, noviembre2001, pp18-22.

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Actividad en un observatorio astronómico otomano, de furteinfluencia árabe. Miniatura del siglo XVI

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El legado árabe

Desde los tiempos más remotos los hombres se hanpreguntado acerca de las estrellas, los orígenes del universo yde la vida, las causas de las enfermedades y el funcionamientodel cuerpo humano. La ciencia nos da la posibilidad decontestar muchas de estas preguntas o al menos nos sugierealgunas ideas interesantes.

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Algunos de nosotros hemos visto documentales, otros hemos leído libros ya otros sencillamente nos lo han contado. Sabemos del esfuerzo de numerososinvestigadores y estudiosos, a los que llamamos científicos, por encontrarrespuestas a muchas de las más difíciles preguntas acerca del cosmos. Conocemosademás algunos de sus nombres. Los hay italianos como Galileo Galilei, inglesescomo Isaac Newton o franceses como Louis Pasteur. Algunos de la antigüedadson griegos, como Aristóteles o Arquímedes. Casi nunca escuchamos acerca dehombres de ciencia cuyos nombres parecen extraídos de un cuento sobre Aladinoo Simbad. Ibn al-Nafis, Al-Biruni, Ibn Sina o Ibn al-Haytam no son personajes delas mil y un historias con que Sherazhada embellecía las noches del rey Scharyar.Son médicos, astrónomos, pensadores interesados en explicar el universo. Sonhombres del mundo árabe que hace muchos siglos y por más de cuatrocientosaños han realizado grandes trabajos en los más diversos temas de interés científico.Esta es parte de su historia.

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Desde Arabia...

Si alguna máquina del tiempo nos permitiese viajar y ubicarnos allí, en eselugar y ese tiempo podríamos participar de uno de los hechos más interesantesde la historia humana. Por aquel entonces, las tribus árabes, hasta ese momentodispersas, fueron unificadas por el mensaje de Mahoma bajo una nueva religión,el Islam. Tras la muerte del profeta, ocurrida en el año 632, se expanden desdeArabia, conquistando España, el norte de África y llegando en Asia hasta laspuertas de China e India.

Aunque en un comienzo Damasco se constituye como la capital del nuevoimperio, será reemplazada en el año 762 por Bagdad. Esta encantadora y misteriosaciudad brillará hasta su conquista por los turcos como uno de los centros culturalesmás importantes de aquel mundo árabe.

En esa bella urbe el califa Al-Mamún dio un fuerte apoyo a la actividad de la casade la sabiduría, lugar dedicado al estudio de apasionantes libros sobre medicina,astronomía, matemática y muchos otros temas que interesaban a los hombres deaquellas épocas y que, por supuesto, también nos entusiasman a nosotros. Médicoscomo Ibn Sina y matemáticos como Al-Khwarizmi u Omar Khayamm son algunos delos grandes pensadores que vivieron en el califato de Bagdad.

Poco tiempo después, en España, los árabes constituyeron un nuevo reino cuyacapital era Córdoba, una hermosa ciudad que tiene aún bellos edificios que son unaherencia del tiempo en que los árabes dominaron la península ibérica. Allí vivieronfamosos médicos como Ibn Rushd y Abu-l-qasis.

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Para esa misma época la ciudad de El Cairo, en el actual Egipto, se transformó en unimportante centro de la ciencia. Hacia el año 1200 fue la sede de la corte del Sultán Saladino.Allí vivió sus últimos años uno de los grandes médicos del mundo árabe español: BenMaimón o Maimónides.

En el mundo árabe de entonces se tradujeron importantes e interesantes obras deciencia de origen griego que habían sido escritas muchos siglos antes. Libros de medicina,astronomía, filosofía, matemática, serán conocidos por otros pueblos y naciones gracias aeste trabajo de traducción y copia que realizaron diferentes hombres, sea en Bagdad, ElCairo o Toledo.

Los árabes no solo tradujeron obras que provenían de pensadores griegos como elmédico Hipócrates o el filósofo Aristóteles. Tambiénescribieron sobre temas y cuestiones novedosas.Sin duda uno de esos escritos es el Kitab al-jabrwa l-muqbala de Al-Khwarizmi, gracias al cual sedesarrollaron nuevas ideas en el campo de lasmatemáticas, pero que además ayudó a que seconociese un nuevo sistema de numeración dediez cifras, el que usamos y aprendemos en laescuela. Este sistema reemplazó a la numeraciónromana facilitando los cálculos, a la vez que hizoposible su escritura sobre papel, reemplazandoinstrumentos como el ábaco.

Este mundo dominado por el Islam y en elcual se escribía y se hablaba en árabe, era muyextenso y complejo. No pudo escapar a divisionesy luchas internas y finalmente muchas de susciudades fueron conquistadas. España quedóen manos de los reyes católicos y el califato deBagdad en manos de los turcos y mongoles. Sin

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embargo dejaron una notable herencia de textos sobre los más variados temascientíficos: astronomía, filosofía, matemática, óptica y medicina.

Guardamos en nuestro lenguaje muchos de los logros científicos de aquellostiempos: alcohol, cifra, álgebra, alambique, azimut, son sólo algunas de las tantaspalabras que pronunciamos habiendo olvidado su origen árabe.

Hombres y nombres

En las vastas tierras por las que se extendió el mundoárabe trabajaron, investigaron y escribieron hombres dediferentes pueblos: árabes, persas, hindúes, turcos y dediferentes religiones: cristianos, judíos y musulmanes.

Entre los que ejercieron la medicina se destacaAl-Razi. Estudió en Bagdad, con el tiempo llegó aser director del hospital de aquella gran ciudad.Escribió un extenso tratado de medicina del cualestudiaron durante varios siglos aquellos hombresinteresados en ejercer el arte de curar.

Ibn Sina, al igual que Al-Razi, era persa. Fueconocido como el príncipe de los médicos. Su vidafue fantastica y apasionante. Heredó una granfortuna. Fue un incansable viajante. Ejerció elgobierno en una pequeña ciudad donde fueacusado de traición y encarcelado. Por supuestoescapó y vivió en las diferentes cortes árabesrodeado de lujos y de intrigas. Escribió la obra demedicina más importante de su época, el Kitab al-qanun fi-l-tibb, conocido en castellano con elnombre de Cánon de medicina.

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En la España árabe, o Al Andalus, destacaron dos médicos, uno árabe, judíoel otro. Ibn Rushd y Ben Maimón. Además de preocuparse por el arte de curardedicaron enormes esfuerzos a reflexionar sobre filosofía y religión. Ambosvivieron en momentos difíciles para los habitantes de Al Andalus y ambos debieronsalir de allí. Ibn Rushd encontró refugio en Marrakesh al norte de África y BenMaimón en El Cairo, en la corte del sultán Saladino,

Los cielos siempre intrigaron a los hombres y por supuesto no faltaron en elmundo árabe ni los observatorios ni los grandes astrónomos como Al-Battani,Ibn Qurra y Al-Biruni.

Un lugar particular merece Ibn al-Haytam, quien desarrolló interesantes teoríasen el campo de la óptica. Sus trabajos abrieron el camino para que un clérigocristiano de Inglaterra, Roger Bacon, explicara cómo montar unas lentes sobreuna armazón metálica. Se creaban así, hace ya más de 700 años, los anteojos.

Hemos conocido grandes hombres de la ciencia del mundo árabe. Sus ideas yconocimientos provocaron en Europa un nuevo interés por estudiar los fenómenosde la naturaleza. Italianos como Galileo Galilei, ingleses como Isaac Newton ofranceses como Louis Pasteur, son herederos del trabajo realizado por esospensadores cuyos nombres parecen sacados de un cuento sobre Aladino o Simbad.

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El proyecto Manhattan es una breve narración quepropone reflexionar sobre uno de los capítulos mássignificativos de la ciencia moderna, aquel relacionadocon la construcción de las primeras bombas atómicasque fueron arrojadas sobre las ciudades japonesas deHiroshima y Nagasaki.

Es interesante destacar que en general este tipode cuestiones, polémicas por las decisiones que setomaron y por el dramatismo de sus consecuencias,no se tratan en la enseñanza escolar. Las razones porlas que esto ocurre son muchas y no las podemos analizaraquí, pero sí podemos decir que esta clase de cuestionesno se consideran porque se supone que la ciencia tienepoco que ver con esta tragedia, que el hecho es sólo decarácter político o social y que el conocimiento científicosólo ha sido una herramienta utilizada por gobernantesy militares. Sin duda esta es una imagen de la cienciaexcesivamente limitada. En un mundo sacudido por lasguerras, la pobreza y la marginación, las finalidadessociales que rigen la actividad científica no son unaspecto externo de la ciencia. El texto formula algunas

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preguntas de difícil respuesta. Esta dificultad oimposibilidad se explicita porque es importante que, conel tiempo que otorga la educación escolar, los alumnoscomprendan que no siempre podemos contestar consuficiente precisión los interrogantes que el estudio de laciencia obliga a formular.

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El Proyecto Manhattan

Mi opinión es que el único fin de la ciencia consiste enaliviar la miseria de la existencia humana.

Seis de agosto de 1945, 8:15 de la mañana. La ciudad de Hiroshima esprácticamente arrasada por la explosión de la primera bomba atómica lanzada contrauna población civil.

Bertolt Brecht, Galileo Galilei.

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Tres días después similar destino correrá laciudad de Nagasaki. Estas dos bombas atómicasserán las únicas arrojadas en un conflicto bélico.Pero habrán marcado de manera irreversible la vidade los hombres de la segunda mitad del siglo XX.

Seguramente no es sencillo entender cómo granparte de los más brillantes físicos e ingenieros dela época se comprometieran con un esfuerzo quetenía como objetivo ultimo la construcción de unarma de destrucción masiva.

Corre el año 1933. El nazismo ya no es una amenaza, es una realidad que ensombrece elpanorama político europeo. Muchos científicos, artistas, militantes políticos, muchos de origenjudío, abandonan sus países hacia Inglaterra. Otros incluso deciden alejarse del continenteeuropeo hacia los Estados Unidos.

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Max Born, Albert Einstein, Sigmund Freud, Thomas Mann, Bertolt Brecht, ArturoToscanini, Bruno Walter, Marc Chagall, Enrico Fermi, Leo Szilard se cuentan entre ellos.

Es justamente Szilard quien comprende el principio de reacción en cadena y laposibilidad de que esto desemboque en la construcción de un arma de un poderdestructivo absoluto por parte de la Alemania nazi.

El desarrollo de la física nuclear avanza al igual que el poder político militar del régimende Hitler. Szilard redacta una carta que con la firma de Einstein es enviada al presidenteRoosvelt advirtiéndole sobre la posibilidad de utilizar uranio en la construcción de un armaque liberaría grandes cantidades de energía.

En 1941, inspirado por la carta de Einstein, el presidente Roosvelt otorga su acuerdopara la constitución de lo que se conocerá como proyecto Manhattan. Una empresacientífico-tecnológica para la construcción de la bomba atómica que involucrará a casi150 mil personas y obligará a una inversión de dos mil millones de dólares.

Tras la invasión norteamericana a Europa un grupo especial denominado ALSOSdetermina que los nazis no han avanzado de manera significativa en la posibilidad deconstruir un arma atómica. La causa que dio origen al proyecto Manhattan ha desaparecido.Sin embargo se define un nuevo objetivo: Japón. Algunos científicos se oponen.

Einstein le escribe a Roosevelt para que reciba con urgencia a Szilard, pero la cartanunca es leída. Roosevelt muere y es reemplazado por Truman, quien tiene la decisiónde usar el arma recién construida. Descarta la idea propuesta por la comisión Franckpara hacer una demostración frente a las autoridades japonesas en una zona desértica..

Finalmente el 6 de agosto de 1945 una bomba atómica es arrojada sin aviso previosobre una población civil matando a más de 100 mil personas. Cuando a Szilard lepreguntaron si no era una gran tragedia para los científicos el hecho de que se hayaarrojado la bomba atómica contestó: “Es una tragedia para la humanidad.”