capítulo xxx
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Capítulo XXX. Conclusión
El desenlace que se tejió en el cuento no puede más que permitirme esbozar la
respuesta a dos preguntas que no paran de merodear en mí: ¿qué sentido
tendría la vida si como en el cuento para disfrutar de una vida bienaventurada,
es necesario no perseguir la felicidad sino limitarse a vivir lo que tenemos que
vivir?, y si es así, ¿acaso los seres humanos tenemos realmente un destino?;
sin embargo no por ser más que bocetos de respuesta he de limitarme a
divagar, pues trataré de dejar la menor cantidad de cabos sueltos posible en
mis ideas.
En mi opinión no hay peor enemigo de la esperanza de encontrar la felicidad,
que el destino. Es que no le hayo sentido a creer que tenemos un camino
determinado; y aunque todos tengamos la obligación de pasar por nuestro final
más cercano, nuestra existencia sería ensombrecida por la mera idea de saber
que sin importar qué hagamos cada pensamiento, cada acción o idea, son el
resultado de una maquinación del destino. Todo cuanto creemos sería nada
más que una ilusión, cómo podemos ser felices si nuestro bien más preciado
realmente no existe, pues en definitiva a la hora de la verdad lo único que nos
queda es nuestra libertad… la “libertad” de hacer lo que nos place.
Cada persona en éste mundo desea cosas diferentes: ser escritor, poeta,
médico, tal vez pintor; no importa realmente; lo que hace que nuestra
existencia como seres “racionales” valga la pena es alcanzar esas metas que
nos hemos propuesto; pero no de cualquier modo, sino recorriendo el camino
que cada uno quiere recorrer, disfrutando de cada paso, vuelta a atrás, giro o
revés. En éste orden de ideas, para mi la razón de la existencia no es más si
no la existencia; en éste punto debo comentar que si un sujeto desea hallar su
felicidad, no debe actuar sólo como sujeto presente, como existente, más bien
ha de actuar como sujeto activo, como vivo; porque en el fondo, si somos
conscientes de nuestra existencia, deberíamos buscar algo más halla de
nuestra mera existencia, con lo que no quiero decir otra cosa más que los
hombres no sólo tendríamos que ser conscientes de que existimos, también de
que estamos vivos.
Hasta aquí puedo mencionar la razón por la cual éste ser vivo considera que en
nuestro universo no hay cabida para el destino: ésta es que la raza humana no
está sólo sujeta al existir, la mayoría buscamos encontrar nuestra felicidad, y
tenemos tropiezos, y aciertos y nos enamoramos y pensamos y discutimos, y
nuestras acciones y decisiones afectan la vida de otros. ¿Es acaso cuerdo el
creer que algo decide qué pensamos y en consecuencia hacemos?, sabiendo
que un mínimo cambio en la realidad podría perturbar ésa existencia
prestablecida. De hecho mi “cordura” se vería perdida con el pensamiento de
que no puedo hacer lo que deseo, que no puedo más que limitarme a existir.
Considerando con todo lo que he dicho que ser feliz es la consecuencia directa
de vivir: si hubiera un destino, en realidad no estaría viviendo estaría sólo
existiendo, por lo tanto no podría ser feliz.
Lo único que me restaría exponer es el hecho de que muchas personas sólo se
ha dedicado existir como si lo por lo que pasan es algo que han tenido que
vivir, pero no se dan cuenta que aunque su existencia dependa de muchas
otras personas es cada uno quien determina el camino de acción, y convierte
su existencia en la mejor forma en la que le hubiera sido posible vivir.
“Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso
es todo.”
Oscar Wilde